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Ideas previas.
En primer lugar una breve consideración personalísima respecto al término cesación y las
razones por las que se le usará mínimamente en este trabajo: El Código Procesal Penal (el
legislador, se entiende) usa el vocablo cesación, que si bien es correcto desde un punto de
vista gramatical, resulta disonante y tiene en contra el hecho de significar exactamente lo
mismo que el más apropiado de cese. Es por ello que preferiremos en lo posible usar el
término cese y no el elegido por el legislador, salvo que sea absolutamente necesario.
Es por ello que se afirma comúnmente que el requerimiento de cese no puede confundirse
con un recurso de revisión de la prisión preventiva impuesta y es cierto. Una confusión
usual es precisamente esa y sobre ello desarrollaremos algunas ideas más adelante.
En buena cuenta el defensor debe buscar normalmente evidencia nueva o recién conocida
para solicitar el cese de la prisión preventiva. Sin esos insumos el pedido resultará inocuo.
El tercer párrafo del artículo 283 del Código Procesal Penal señala lo siguiente:
3. El estado de la causa.
Así, podrían existir nuevos elementos de convicción pero sin que estos hayan desvanecido
totalmente el grado de sospecha inicial y además tener por ejemplo un investigado con
amplio prontuario y el proceso se encuentre recién en sus inicios. Si esto es así será
recomendable mantener la vigencia de la medida hasta el desarrollo de mayor actividad
investigadora diligente por parte del Ministerio Público.
La doctrina jurisprudencial
La Corte Suprema agrega ideas que son importantes, pero no son nuevas, pues fluyen de la
lectura sistemática del Código. Así los nuevos elementos de convicción deben ser
legítimamente aportados, esto es una clara referencia a la legalidad de la prueba.
Adicionalmente se refiere a la intensidad de estos nuevos elementos, que deben tener la
fuerza suficiente como para modificar el statu quo y por último precisa que la medida de
prisión preventiva es una de naturaleza cautelar, temporal y mutable.
Así, ante una sindicación de la víctima por delito contra la libertad sexual, el nuevo
elemento de convicción no puede ser la declaración jurada de la propia víctima que niega
los hechos aunque cuente con firma fedateada notarialmente. Tampoco servirá la
ampliatoria en sede fiscal. La experiencia nos enseña, desde una investigación con
perspectiva de género, que esta declaración pudo haber sido obtenida mediante
mecanismos no legítimos, desde la amenaza del agresor hasta una promesa de
reconciliación o por la necesidad económica de la víctima o su familia.
Una de las cuestiones que más se debate en los últimos tiempos es si la variación de
tipificación (por parte de la fiscalía, se entiende) es un elemento de convicción. Aquí dos
posibles tesis:
La primera es negar rotundamente que una nueva tipificación sea un elemento de
convicción, ello porque un cambio de tipificación debería estar sustentado en la existencia
de un nuevo elemento de convicción y si ello es así, lo que debería presentarse en
audiencia no es la nueva tipificación si no los elementos de convicción que llevaron a
considerar la nueva tipificación como la correcta.
La segunda es que sí es posible admitir una nueva calificación típica como elemento de
convicción para el cese de prisión preventiva, ello en la idea de que la nueva tipificación
puede traer consigo un nuevo mínimo y máximo de pena y por tanto destruir la tesis de
prognosis de pena superior a cuatro años.
En el segundo caso la situación es mucho más compleja. Se trata de una nueva calificación
sin nuevo elemento de convicción. Es decir se trata de un asunto de derecho puro. Por
ejemplo la fiscalía califica la conducta en un primer momento como cohecho activo
genérico del primer párrafo del artículo 397 del Código Penal, pero luego de un mes, con
un mejor estudio del caso, se percata que por las propias condiciones del hecho inicial, la
conducta se ajusta mejor al segundo párrafo del mismo artículo. ¿Esta modificación podrá
servir válidamente para un cese de prisión preventiva? Nótese que no hay nuevos
elementos de convicción, se trata de un aparente mejor análisis del fiscal y digamos
además, para terminar de construir el ejemplo, que se encuentra debidamente motivado y
respaldado por ejecutorias supremas en la materia.
Si afirmamos que es posible sostener un cese de prisión preventiva desde esa perspectiva,
estamos afirmando que la nueva calificación es por sí misma un nuevo elemento de
convicción. Luego de manera preliminar se podría afirmar que no será posible que se
invoque como elemento de convicción una nueva calificación en la medida que no se trata
de la incorporación de actos de investigación.
El problema es que esta afirmación nos llevaría a preguntar lo siguiente: ¿Una persona
puede estar expuesta a sufrir prisión preventiva solo por la errónea calificación del tipo
aplicable por parte del fiscal? ¿Esta incorrecta calificación es insubsanable?
Una posible respuesta es que quien hace la correcta calificación a final de cuentas es el
Juez, sin embargo esto nos lleva a otro problema: ¿Puede aplicar el Juez de la
Investigación Preparatoria un iura novit curia en audiencia de prisión preventiva? Los
órganos de control han venido afirmando que eso no es posible y la Corte Suprema ha
deslizado la idea de que el Juez no puede hacer un control de la imputación (incluida
calificación) variándola y mucho menos a favor del investigado.
La alternativa que queda es una sola: El Juez sí puede (y debe) hacer control de legalidad
y de correcta aplicación del tipo penal en audiencia de prisión preventiva. De tal manera se
garantiza que el investigado efectivamente sufre una medida de prisión preventiva en base
al estricto cumplimiento de los presupuestos materiales de aplicación de la medida.
Asumiendo esta posición, ahora sí resulta consistente afirmar que para el cese de prisión
preventiva solo será posible el aporte de nuevos elementos de convicción fácticos, pues el
análisis de la norma aplicable ya fue realizado en la audiencia de prisión preventiva. Todo
cambio de calificación penal solo podrá realizarse a partir de la existencia de nuevos
elementos de convicción que a su vez también podrán ser usados para el cese.
En el caso del sobreseimiento parcial o mixto, opera lo mismo que el párrafo anterior en el
caso de nuevos elementos de convicción introducidos en la investigación, sin embargo al
contar con un requerimiento también de acusación – salvo que los nuevos elementos de
convicción sean de gran intensidad – deberá preferirse el trámite del artículo 351 inciso 1
apartado “c” del Código Procesal Penal, de tal manera que al dictarse el auto de
sobreseimiento en audiencia, al momento de pasar al control de acusación el imputado
podrá solicitar el cese de la medida si el sobreseimiento aprobado afecta, por ejemplo, la
prognosis de pena, disminuyéndola sustancialmente o incluso reduciéndola por debajo del
límite de los cuatro años.
El abogado defensor debe cumplir con informar (no cuestionar) en primer término, cuáles
fueron los criterios de imposición de la medida de prisión preventiva, los elementos de
convicción que la fundaron y luego pasar a aportar los nuevos elementos que destruyen,
desvanecen o debilitan a los originarios.
Una situación que merece particular análisis es la calidad de los elementos de convicción:
es común que por la premura con la que se materializa la audiencia de prisión preventiva
los abogados no lleguen a conseguir evidencia suficiente de descargo sobre los hechos o
sobre la situación de arraigo laboral, familiar o social de sus patrocinados.
Sin embargo lo cierto es que en nuestro país no existen esos servicios. Entonces, como
estrategia, puede ser aconsejable que el defensor en audiencia guarde silencio respecto a
las pretensiones fiscales, sobre todo si no ha podido conseguir la documentación completa,
particularmente respecto al peligro procesal. Si esto sucede, en el más breve plazo – el
Código no señala ningún plazo específico para intentar un cese de prisión preventiva – el
defensor una vez acopiada la información necesaria para acreditar el arraigo (por ejemplo)
podría válidamente solicitar la audiencia de cese. No se le podrá acusar de usar elementos
de convicción ya valorados en la audiencia de prisión preventiva, pues al no haberlos
usado ni sometido a debate en ella, todos tienen la calidad de nuevos.
Los nuevos elementos de convicción deben tener calidad, más que cantidad. Se pierde
tiempo inútilmente repasando los ya evaluados. Se les debe mencionar, sí, pero como
antecedente. El debate debe centrarse en el nuevo elemento y cómo es que afecta a los
presupuestos de la prisión preventiva. En este caso es imprescindible el silogismo
aristotélico derivado de la premisa primaria del elemento de convicción primigenio,
premisa segunda del nuevo elemento de convicción y la conclusión, referida a cómo es
que queda destruido el presupuesto de prisión que se pretende atacar.
Ello puede evitar las interminables audiencias de cese de prisión preventiva sin norte
preciso, más aún en casos en los que la comparecencia restrictiva suele ser difícilmente
amparable, sobre todo si hay flagrancia. Adicionalmente puede hacer que las audiencias de
cese sean más fructíferas, por lo menos en cuanto a debate sustancial.
Conclusiones
De otro lado el Juez está obligado a valorar la intensidad del elemento o elementos de
convicción a fin de determinar que tengan fuerza suficiente como para modificación la
situación preexistente de prisión preventiva. Es claro que la fuerza se refiere a calidad de
nuevo elemento de convicción, no a su mera presencia.
Pese al tiempo transcurrido desde la entrada en vigencia del Código Procesal Penal en el
Perú, aún se sigue discutiendo la naturaleza de la llamada Libertad Anticipada, y se ha
planteado la pregunta de si el legislador creó una institución autónoma con el indicado
nombre y de ser así cuáles serían sus presupuestos de aplicación. Sobre ese aspecto es
necesario hacer un detenido análisis.
Tradicionalmente, los beneficios penitenciarios han sido los supuestos legales de libertad
anticipada regulados en la legislación penitenciaria. Sin embargo, el legislador del
NCPP, al regular en el inciso 3 del artículo 491 del NCPP, la institución de la libertad
anticipada, precisando que se trata de supuestos de libertad anticipada, diferentes a los
beneficios penitenciarios de semilibertad y liberación condicional, genera una apertura
en la línea de interpretación, que permite la posibilidad de una libertad anticipada, por
un supuesto de conversión o reconversión de las penas cortas, al nivel de la ejecución de
las mismas”
Si bien la interpretación planteada por el Dr. Burgos ha sido acogida finalmente por el
Pleno Jurisdiccional de Arequipa del año 2012, y que han seguido varios jueces
últimamente[2], esta parece no resulta desprenderse tan claramente del enunciado de la
norma. Más aún: En algunos sectores de la doctrina – y de la judicatura – se estuvo
planteando la cuestión de una manera distinta: La autonomía de la Libertad Anticipada con
sus propios presupuestos de aplicación.
Al respecto, obsérvese que de la lectura del artículo 491, §3 del Código Procesal Penal no
se puede afirmar de manera contundente que el término “Libertad Anticipada” se refiera a
una institución diferente a los beneficios de semilibertad y liberación condicional:
Se tiene entonces que esta es la regla general, sin embargo el legislador ha impuesto
excepciones:
Se tiene que el referido legislador ha puesto una doble “y” entre las tres figuras de
excepción, lo que gramaticalmente no tendría sentido alguno, ya que la primera “y”
tendría que haber sido reemplazada por una coma. La explicación a esta redacción radica
en el hecho de que la medida de seguridad privativa de libertad no tiene la misma
naturaleza ni consecuencia que las medidas de semilibertad y la liberación condicional, no
pertenece por tanto al mismo conjunto y por ello el legislador la ha enumerado como un
elemento aparte. Luego debe leerse así:
Este criterio es el que sigue el Tribunal Constitucional, y en una de sus resoluciones más
representativas ha señalado lo siguiente (Fundamento 92 de la sentencia dictada en el
expediente Nº 0012-2010-PI-TC[3] del once de noviembre del dos mil once):
“Las Partes velarán por que sus tribunales o demás autoridades competentes tengan en
cuenta la gravedad de los delitos enumerados en el párrafo 1 del presente artículo y al
considerar la posibilidad de conceder la libertad anticipada o la libertad condicional a
personas que hayan sido declaradas culpables de alguno de esos delitos.”
Si se lee atentamente y a la luz del texto del artículo 491, §3 del Código Procesal Penal, se
entiende que el referido reglamente equipara a la libertad anticipada con el beneficio de
semilibertad.
De la misma manera las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores
privados de libertad, en su apartado IV sobre “La administración de los centros de
menores”, sección N sobre “Reintegración en la comunidad” punto 79 señala:
Todos estos elemento apuntados: i) La correcta interpretación del artículo 491, §3 del
Código Procesal Penal desde el punto de vista lógico formal y gramatical, ii) las
referencias a los tratados supranacionales, la interpretación del Tribunal Constitucional y
iii) la inexistencia de regulación en el resto del ordenamiento de la llamada “Libertad
Anticipada”; nos permiten afirmar que su naturaleza jurídica no es la de una institución
nueva o independiente, si no que más bien tiene identidad con instituciones ya reguladas
por nuestro ordenamiento como son la semilibertad y la libertad condicional y que en todo
caso su interpretación debe ser en la relación de género a especie, donde la libertad
anticipada sería el género y la semilibertad y la libertad condicional las especies; o mejor
planteado: La Libertad Anticipada como género, no es otra cosa que la consecuencia de la
aplicación de los instituciones como la semilibertad y la libertad condicional, entre otras.
Todo lo desarrollado en el punto anterior tiene su origen en el texto del Código Procesal
Penal Modelo para Iberoamérica y, como es conocido, de él ha recibido buena parte de
inspiración nuestro Código Procesal Penal. El referido texto en su artículo 391 señala lo
siguiente:
El tribunal decidirá por auto fundado y contra él procede el recurso de casación, cuya
interposición no suspenderá la ejecución de la pena, a menos que así lo disponga el
Tribunal de Casación.” (Subrayado agregado)
Nótese la similitud del texto del primer y segundo párrafo – en particular este último – con
el de nuestro artículo 491, §3 del Código Procesal Penal:
Sin embargo la diferencia fundamental y que sirve para aclarar todo el confuso panorama
que se ha propiciado en los últimos tiempos, es que el Código Procesal Penal Modelo para
Iberoamérica sí define lo que es la “Libertad Anticipada” en su artículo 392:
El texto como se puede ver remite a la ley penal nacional, se entiende la de cada Estado,
en nuestro caso debe remitirse a los beneficios regulado por el Código de Ejecución Penal,
que conforme al artículo 42 son los siguientes:
a) Permiso de salida.
c) Semi-libertad.
d) Liberación condicional.
e) Visita íntima.
f) Otros beneficios.
Como se puede observar no se encuentra regulada la “Libertad Anticipada”, lo que es
coherente con lo ya expuesto, pues la referencia debe tenerse, como ya se explicó, de
género a especie o de manera más precisa de consecuencia o en un sentido más genérico, y
en el peor de los casos, de identidad.
Abona a lo indicado lo dispuesto por el Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica
en el primer párrafo de su artículo 390:
Con lo que se determina de manera concluyente que cuando Código Procesal Penal
Modelo para Iberoamérica hace referencia a la Libertad Anticipada se refiere
indistintamente a la libertad condicional, pues para ese caso se requiere que haya una
fecha a partir de la cual se puede proceder a formular el requerimiento, presupuesto
contemplado en el primer párrafo del artículo 392 ya citado líneas arriba, requisito común
que en nuestro caso tienen la liberación condicional y la semi libertad.
En nuestro medio, y fuera del artículo 491, §3 del Código Procesal Penal, no se hace
mención alguna a la Libertad Anticipada, como ya se indicó y la explicación tiene que ver
aparentemente con la invocación al Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica,
como ya se dijo también.
a) Permiso de salida.
c) Semi-libertad.
d) Liberación condicional.
e) Visita íntima.
f) Otros beneficios.
Si bien la norma es de número abierto, lo que podría dar pie a una conjetura sobre la
posibilidad de incluir la llamada “Libertad Anticipada” en el rubro “otros beneficios”, lo
cierto es que ello no es posible por cuanto la aplicación de los beneficios penitenciarios se
rige por el principio de legalidad, como en reiteradas resoluciones ha señalado el Tribunal
Constitucional, entre ellas la citada líneas arriba. Esto implica que para poder aplicar la
mal llamada institución de la “Libertad Anticipada”, deberían existir presupuestos
previamente previstos en la norma, ya sea en el Código Penal, Código Procesal Penal,
Código de Ejecución Penal o cuando menos una norma de carácter especial o reglamento.
En caso contrario se incurre en la aplicación ciertamente arbitraria de las consideraciones
personales del juez a cargo del proceso, lo que además como se sabe implicaría
consecuencias penales para quien de esta forma procediera.
Debe aplicarse a los casos de delitos O.A.F. (Omisión a la Asistencia Familiar), contra la
libertad del trabajo, etc.”
Los argumentos del indicado Acuerdo Plenario y la debilidad lógico formal de sus
presupuestos no requieren mayor análisis. Sin embargo se aprecia la inexistente
motivación de la conclusión. No se aprecia cual es discurso lógico usado por los firmantes
del acuerdo para arribar a la conclusión. No se explica porqué sí esos presupuestos y no
otros. No se hace un análisis cuando menos gramatical de la norma (el más básico) del
cual se pueda desprender la consecuencia o conclusión aprobada.
Se debe precisar sí – respecto al apartado “b” del acuerdo –, que cuando el Juez del
Juzgamiento impone una pena, ya ha valorado el interés público en el castigo y la
proporcionalidad de la pena. ¿Cómo sería volver a valorar ese punto por el Juez de
Ejecución? De otro lado y del apartado “a” aparece la siguiente pregunta: ¿No se resolvió
el conflicto primario con la sentencia? Ello dependiendo de a qué se considere conflicto
primario. No se debe olvidar que en el nuevo modelo hay una acumulación de
pretensiones: punitiva y patrimonial. La pretensión punitiva se resuelve con la sentencia
emitida por el Juez de Juzgamiento, entonces ¿Se está refiriendo el acuerdo al conflicto
patrimonial? Y si esto fuese así, ¿no se habría resuelto también con la sentencia expedida?
De la lectura del apartado “c” el acuerdo se refiere al contenido patrimonial, sin embargo
cabe preguntarse si la etapa de ejecución es una etapa de resolución de conflictos,
pregunta que recibirá una respuesta negativa si hablamos del conflicto principal, pues en
todo caso solo existe la posibilidad en dicha etapa de resolver conflictos incidentales. Se
tiene entonces que como se ha indicado, el plenario citado, con el único fundamento de la
lectura del articulo 491 inciso 3, sin mayor análisis, ha procedido a crear (atribución del
Poder Legislativo) presupuestos para la aplicación de la pseudo institución de la “Libertad
Anticipada”.
Resulta curioso que precisamente en la Corte Superior de Justicia de Ica, se haya dictado
una de las resoluciones más sólidas en contra de esta posición a nivel nacional. Se trata del
auto de vista expedido el veintitrés de mayo del dos mil doce (con posterioridad al
Acuerdo Plenario[4] citado) en el expediente 00194-2010-74-1401-JR-PE-02 seguido en
contra de César Antonio Miranda Correa, sentenciado por el delito de omisión a la
asistencia familiar. De dicha resolución, que revocó la Libertad Anticipada dictada por el
Juez de Investigación preparatoria, reproducimos los siguientes fundamentos:
“2.3 Este Colegiado previa a la evaluación del caso, cree pertinente mencionar que las
normas que el Código Procesal contiene, corresponden a la decisión político procesal
penal que el legislador ha decidido y no corresponde a los jueces el modificar las normas,
variar las reglas procesales que son de orden público y menos aún crearlas.
2.4 Al respecto, el Colegiado constata, que si bien el Código Procesal Penal, contempla
la figura de la libertad anticipada en el inciso tres del artículo cuatrocientos noventa y
uno, en la citada norma procesal, el legislador no ha regulado los requisitos para acceder
al citado “beneficio”, ni menos aún ha señalado los presupuestos que deberá observar el
Juez de Investigación Preparatoria, a efecto de atender la citada pretensión; en el mismo
sentido, no obra en otro cuerpo normativo penal, tales requisitos o presupuestos. Siendo
esto así, a consideración de éste Colegiado, no compete al órgano jurisdiccional suplir
dicha deficiencia, habida cuenta, que conforme emerge del tenor del artículo 102 de
nuestra Constitución Política, la facultad de legislar ha sido reservada al Poder
Legislativo, en tanto que al Poder Judicial, le ha sido encomendada la función de
administrar justicia, a través de sus órganos jerárquicos, conforme también fluye del
artículo 138 de la norma antes mencionada.
En esta línea de análisis, aún cuando resulta evidente, la existencia de vacío en la norma
procesal penal, respecto a los requisitos para acceder a la Libertad anticipada que
contempla el artículo 491 de la norma procesal en comento, a consideración de este
Colegiado, se ha incurrido en exceso al expedir la resolución materia de impugnación, al
sustentarse dicha decisión en la concurrencia de requisitos, que a “criterio del Juez” son
los que debe observarse en este tipo de solicitudes, los mismos que como se ha indicado
líneas arriba, no se encuentra contemplados en el ordenamiento penal en general,
coyuntura que conlleva inexorablemente a revocar la resolución recurrida.
2.5 Mencionamos adicionalmente, que este Colegiado no observa problema alguno que
doctrinalmente y en planteamiento de lege ferenda, esto es que para un futuro desarrollo
legal de la institución de la libertad anticipada, o con motivo de proponer una ley, se
pueda tener en cuenta que tal institución prevea determinados presupuestos; sin embargo
de lege lata y conforme se encuentra en nuestro ordenamiento penal –vacío de la ley-,
concluimos que no puede aplicarse dicha figura.
Siendo esto así, la Sala Penal de Apelaciones de Ica, concluye que se ha incurrido en
exceso, al haberse creado derecho, por lo que cabe revocar la resolución.”
Resulta oportuno señalar que este tema, por su grave implicancia en las políticas
penitenciarias, y las diversas interpretaciones que viene generando, ha sido tomado tema
de debate en el Acuerdo Plenario de las Salas Penales la Corte Suprema de Justicia de la
República ya realizado el año pasado, que por cierto y pese al tiempo transcurrido, aún no
han publicado las decisiones derivadas del debate, donde seguramente se deslindará con
claridad en los términos que propone la Sala Penal de Apelaciones de Ica y que se
comparten plenamente como puede verse del desarrollo del presente trabajo.
Finalmente, se debe llamar la atención en el punto que el propio Estado Peruano por
medio del Ministerio de Justicia no reconoce la “Libertad Anticipada” como un beneficio
penitenciario autónomo, ello se desprende de la lectura del “Manual de beneficios
penitenciarios y de lineamientos del modelo procesal acusatorio” publicado en abril del
dos mil doce por el Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos y la Dirección General
de Defensa Pública. En este manual que desarrolla con holgura las instituciones que
inspiran su título, no se hace referencia alguna a la libertad anticipada como institución
nueva, pese a que contiene un muy útil cuadro de comparaciones, requisitos y
presupuestos de cada una de las figuras reguladas en nuestro sistema. Este texto, más bien,
en su página 31 hace mención al término en la misma línea de interpretación del Tribunal
Constitucional:
Se tiene entonces que también de acuerdo a la posición oficial del Ministerio de Justicia y
tal como se ha venido postulando, la Libertad Anticipada no es otra cosa que la
consecuencia de la aplicación de instituciones como los beneficios de semilibertad y
liberación condicional, entre otras.
Como se puede ver los presupuestos exigidos son similares a los que requieren los
beneficios de semi libertad o de liberación condicional de nuestro ordenamiento, que
contemplan como primer presupuesto, el haber cumplido un determinado tiempo de la
condena impuesta.
En el caso del Estado de Jalisco, la norma establece que los beneficios de libertad
anticipada son cuatro: Prelibertad, Libertad condicional, Reducción parcial de la pena y
Reducción total de la pena. Nuevamente encontramos la referencia de genero a especie
que ha venido sosteniendo.
Uno de los principales problemas que se afronta en el marco del análisis de los beneficios
penitenciarios, es la proporcionalidad de la revocatoria de la pena suspendida y cuya
solución se pretende mediante la aplicación de esta llamada nueva figura, que como ya se
demostró no es tal, de la Libertad Anticipada.
Cuando se revoca la pena, esta no se produce por el no pago de la reparación civil (en
general) o las pensiones devengadas (en el caso de los procesos por alimentos). La
revocatoria de la suspensión de la pena se produce como sanción al desdén o menosprecio
que demuestra el sentenciado frente a la resolución judicial que le impuso la condena
suspendida brindándole la oportunidad de continuar sus actividades en libertad siempre
que cumpla con determinadas reglas de conducta.
Es por ello que es obligación de los Jueces que conocen de la ejecución de sentencias,
observar el principio de proporcionalidad de las sanciones que acarrea el cumplimiento de
las reglas de conducta impuestas en los casos de suspensión de pena o reserva del fallo,
puesto que una vez revocada la suspensión, el sentenciado solo podrá acogerse a los
beneficios de semi libertad o liberación condicional, entre otros, conforme los
presupuestos que para ello prescribe el Código de Ejecución Penal.
Efectivamente no existe prisión por deudas, al estar proscrita esa práctica en nuestro
sistema legal, a excepción, claro está, de las deudas generadas por obligaciones
alimentarias. Sin embargo, cuando se revoca la suspensión se procede – y se reitera a fin
de que quede prístinamente definido – que ésta se produce por el desdén, menosprecio,
indiferencia o desinterés del sentenciado ante el mandato ordenado por el Juez mediante
sentencia. La cuestión de la deuda alimentaria propiamente quedó resuelta por la sentencia
impuesta por el Juez de Juzgamiento. Obsérvese que una alternativa posible es denunciar
al sentenciado por el tipo penal de desobediencia a la autoridad, pero el sistema penal ha
preferido la existencia de la revocatoria de la suspensión de la pena en aplicación de los
principios de economía y concentración procesal. Siendo así, se le retira la confianza que
el Juez le concedió en la esperanza de que muestre su resociabilización mediante el
cumplimiento de las reglas impuestas. No se trata del pago de los montos, se trata de la
falta de intención de cumplir. El sentenciado sin empleo o insolvente deberá acreditar esa
condición en audiencia, y si la única regla de conducta no cumplida es la del no pago de la
reparación civil, seguramente no será revocada su suspensión de pena.
Se sabe que en los distritos donde se aplica la Libertad Anticipada (como institución
autónoma) se argumenta que esta regla solo sería posible para los casos de omisión a la
asistencia familiar, sin embargo se olvida que cuando el Juez de Ejecución resuelve la
revocatoria de la suspensión de la pena, se limita a aplicar y hacer efectivos los
apercibimientos del Juez del Juzgamiento. Fue el Juez de Juzgamiento el que en una
resolución debidamente meditada y motivada determinó el grado de responsabilidad del
sentenciado y la sanción aplicable. ¿Cuál sería el presupuesto para establecer una
diferenciación entre los sentenciados por omisión a la asistencia familiar y los
sentenciados por otros delitos? No existe norma alguna que autorice este proceder, no se
puede hacer distinción donde la ley la ha impuesto. Además la finalidad primigenia del
proceso de omisión a la asistencia familiar se agota con el dictado de la sentencia. En
ejecución y en aplicación del artículo 59 del Código Penal, lo que se discute ya no es la
finalidad especial de este proceso en particular, si no el fin general de todo proceso: Que
los términos de la sentencia se cumplan conforme a lo estipulado expresamente en ella.
De otro lado, no existe garantía alguna de que dispuesta la libertad llamada anticipada, el
sentenciado cumpla con pagar las pensiones de alimentos ordenadas en el proceso civil.
De hecho sucede a menudo que los sentenciados no pagaron si no hasta que se dispuso la
revocatoria o fueron internados en el penal, pese a los constantes requerimientos, es decir
su situación resulta de su propia negligencia, si es que no por su capricho. Puesto así
persiste la idea de que la libertad concedida no garantiza el cumplimiento de las pensiones
pendientes ordenadas por el Juez Civil en el proceso correspondiente y las que hace
alusión el sentenciado como argumento para ser favorecido con la libertad.
Desde la perspectiva del interés superior del niño (en los casos de alimentos), y sin
perjuicio de lo desarrollado previamente, merece hacer una debida ponderación respecto al
interés superior del menor, en la perspectiva de quienes pretenden la aplicación de la
Libertad Anticipada, ya sea como institución autónoma o como consecuencia de la
conversión de penas, solo en los casos de omisión a la asistencia familiar:
Además, buena parte de las personas que conforman la población penitenciaria tienen
hijos qué mantener. Formular el criterio de ponderación de que el interés superior de los
menores alimentistas per se genera un presupuesto de libertad de un sentenciado vulnera
en primer lugar el principio de inmutabilidad de cosa juzgada y, no menos importante,
permitiría que por los mismos fundamentos los sentenciados por otros delitos también
formulen la misma pretensión de libertad anticipada bajo las mismas reglas: El interés de
la personas que de él dependen. Finalmente el Juez no puede distinguir donde la norma no
hace distinciones.
Ya se había sugerido por diversos tratadistas, como en el caso del Dr. Burgos citado al
inicio del presente trabajo, que era más viable la aplicación de la figura de la conversión
de penas al sentenciado por jornadas comunitarias como mecanismo para resolver su
situación.
Este tema además fue materia de pronunciamiento (debidamente fundamentado) por parte
del Pleno Jurisdiccional Penal Nacional del año 1997, celebrado en Arequipa.
“LA LIBERTAD ANTICIPADA En el artículo 491 Inc. 3 del Código Procesal Penal (D.
Leg. N° 957) se estipula la figura de la libertad anticipada, ésta es ¿Un mecanismo que
no tienen regulación normativa y por lo tanto improcedente en todos los casos?
Al margen de las críticas posibles, lo cierto es que como se puede ver, los problemas
planteados a lo largo de este trabajo se solucionan de mejor manera con la variación de la
pena vía conversión (en cualquier caso aplicable) y considerando a la libertad anticipada
como una consecuencia de la aplicación de dicha conversión de penas. El cambio de
posición establecido en el Pleno Jurisdiccional Nacional Penal de Arequipa del 2012
(recientemente publicado por cierto) abre las puertas para una solución mucho más
apropiada para el problema social que generan las resoluciones que revocan las medidas
de suspensión de ejecución de la pena, incluyendo por supuesto a los procesos de omisión
a la asistencia familiar.
La solución aportada por el Pleno Jurisdiccional sigue siendo sin embargo cuestionable y
sujeta a interpretación desde la perspectiva de la Cosa Juzgada, pero qué duda cabe que es
preferible a la aplicación de una institución inexistente, con presunto nombre pero sin
contenido como es la “Libertad Anticipada” concebida como institución autónoma. Sin
perjuicio de ello, se debe procurar seguir trabajando en crear mecanismos
constitucionalmente legítimos para que el pago de las reparaciones civiles y las pensiones
devengadas ordenadas en un proceso penal no tengan que ser canceladas solo ante la
inminente conducción del obligado a un centro penitenciario. Ello por el bienestar del
sistema judicial, pero fundamentalmente en protección de los menores alimentistas en los
casos de omisión a la asistencia familiar.
Conclusiones
Es evidente que en el caso de que sea necesaria una nueva figura aplicable a situaciones
como las descritas en el presente trabajo, esta debe ser establecida y regulada por el Poder
Legislativo, conforme sus funciones, formulando los presupuestos de aplicación que los
jueces deberán invocar de ser el caso conforme el principio de legalidad que sostiene el
sistema penal.
[1] Publicado en Alerta Informativa Loza Avalos Abogados. Setiembre del 2010.
http://www.lozavalos.com.pe/alertainformativa/index.php?
mod=documento&com=documento&id=1700
[2] Cfr. Gaceta Jurídica Nro. 45 de Marzo del 2013. Pág. 262 – 289. Resolución expedida
en el expediente 5039-2008-21, proceso seguido ante el Tercer Juzgado de Investigación
Preparatoria de Trujillo.
[4] Llama la atención también que la referida Sala estuviese conformada por los señores
Jueces Superiores Coaguila Peña, Jara Peña y Travezán Moreyra, los dos últimos
firmantes del Acuerdo Plenario Distrital de noviembre del dos mil once.