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Dramatis personae

ACTO I

CUADRO 1

LUCIO: Debo en primer lugar presentarme. Me llamo Lucio y soy un joven griego nacido en Corinto, trasladado
años después a Roma, donde aprendí latín sin necesidad de maestro. Me dirijo por negocios a la región de
Tesalia, de donde proviene la familia de mi madre.

(Aparecen dos viajeros en el camino.)

1º VIAJERO: (a Aristómenes, el segundo viajero) ¡A ver cuándo te cansarás de decir mentiras y de inventarte
unas historias tan disparatadas!

LUCIO: Por favor, aunque no soy curioso, os agradeceré que me expliquéis toda la narración desde el principio,
así se nos hará más ligero este empinado camino.

1º VIAJERO: ¡Embustes, embustes y más embustes…! Todo lo que cuenta es falso: es como si alguien asegurara
que, gracias a un murmullo mágico, los ágiles ríos retroceden, se obliga al mar a permanecer en calma, cesan
inánimes los vientos, el sol se detiene, la luna deja de crecer, las estrellas son arrancadas del cielo, la noche se
alarga y el día desaparece.

LUCIO: Demuestras poca inteligencia no aceptando lo que puede ser verdad. ¿No sabes que se acostumbra a
juzgar como embuste todo aquello que se escucha a se ve por primera vez, así como todo lo que no se
entiende lo suficiente? (pausa) ¿Acaso no te das cuenta de que a menudo cuesta creer la realidad? (pausa)
Permíteme que tu compañero retome la aventura que había empezado a relatar.

CUADRO 2 (historia de Sócrates)

(Hípata. Sócrates, sentado en el suelo, con el cuerpo a medio cubrir con un retal andrajoso, envejecido,
desfigurado, delgado, pálido, casi como un mendigo.)

ARISTÓMENES: ¡Ah, Sócrates, amigo mío! ¿Qué sucede, a qué se debe tu aspecto? ¡Qué desgracia! ¡Pero si en
tu casa ya se te da por muerto! Además, una vez celebradas la ceremonia fúnebre, tu mujer, destrozada por el
dolor, ha sido instigada por sus parientes para que concierte un nuevo matrimonio y devuelva así la alegría a la
familia.

SÓCRATES: Todos mis males se deben al hecho de haber escogido como hostal una taberna regentada por
Méroe, una mujer madura pero muy atractiva, que me invitó a cenar y a compartir con ella su lecho. (pausa)
Por desgracia, no fue hasta más adelante cuando descubrí que era una poderosa bruja, una malvada hechicera
capaz de llevar a cabo los más impensables e infernales trucos de magia. (pausa) Y lo que es peor, capaz
también de lograr que cualquiera se enamore de ella y se convierta en su amante. (pausa) Y yo, como uno
más, caí en sus manos y entre sus brazos durante años.
ARISTÓMENES: (enfadado) ¡Desgraciado! ¡Cómo se te ocurre engañar a tu mujer y cambiarla por una
compañía tan poco deseable…!

SÓCRATES: (visiblemente atemorizado) Calla, calla… (pausa) No cometas la imprudencia de decir nada malo
de ella, porque podría causarte problemas… Si se enfadara, su venganza sería terrible… Hace un tiempo, no
dudó en convertir en castor a uno de sus amantes, que se había marchado con otra mujer (PANTALLA); en
rana, a uno de sus rivales, y en carnero, a un abogado que había hablado mal de ella. (pausa) Por esta razón,
tan pronto como me fue posible, huí de su casa… Y ahora me escondo de todo el mundo, mal vestido y
andrajoso, con la esperanza de que no me encuentre para castigarme.

ARISTÓMENES: Busquemos juntos un lugar seguro para pasar la noche. Mira, esa taberna de allí, por ejemplo.
Ahí te podrás bañar y. mientras comemos y bebemos, pasaremos un buen rato poniéndolos al día de nuestras
vidas. (Salen de escena.)

CUADRO 3

(Habitación de la taberna. Sócrates se encuentra dormido y emite exagerados ronquidos. Aristómenes está
a su lado, con algunas pesadillas, que lo despiertan, y se queda inmóvil cuando, de súbito, se oyen violentos
golpes en la puerta del dormitorio, que es derribada. En el umbral aparecen dos ancianas de aspecto
espeluznante, Méroe y su hermana, Salsiki.)

MÉROE: (mirando a Sócrates) Hermana, aquí se encuentra el que, no solo no ha querido amarme, sino que se
ha atrevido a huir de mí, dejándome desamparada y llorando a perpetuidad en mi soledad. (mirando a
Aristómenes) Y con él se encuentra ese otro hombre que ha osado hablar mal de mí. De cualquier modo, a
este le perdonaremos la vida, para que pueda enterrar a su amigo. (pausa) (A su hermana) Ahora saca la
espada y clávasela hasta el fondo del cuello; recoge toda la sangre que mane, de modo que no quede ningún
rastro de ella; luego arráncale el corazón y cúbrele la herida de la garganta con una esponja.

SALSIKI: (Hace lo que le pide y, antes de colocarle la esponja, la hermana pronuncia un maleficio.) ¡Oh,
esponja, tú que has nacido en la mar, cuídate de marcharte por el río!

(Se dirigen hacia Aristómenes, les parece que está dormido y salen de la habitación. ¿Conjuro de
reconstrucción?)

ARISTÓMENES: (monólogo) (postrado en el suelo, muy alterado y temblando como una hoja) ¡Madre mía!
(lo repite varias veces) ¿Qué será de mí cuando alguien entre en la habitación y encuentre a mi amigo
muerto? (pausa) ¿Quién me creerá si no hay rastro de que nadie haya forzado ni derribado la puerta? (pausa)
¿Quién creerá lo que explique si esta solo se abre desde el interior? (pausa) ¡No existe ninguna duda de que
me acusarán de haberlo asesinado…! (pausa) No me queda más que una solución si quiero conservar la vida:
huir furtivamente, antes del alba. (Escapa por la ventana y se encuentra con el portero.)
PORTERO: ¿Acaso no sabes que los caminos están repletos de ladrones? (pausa) ¡No puedes salir de viaje de
noche!

ARISTÓMENES: (Aristómenes regresa a la habitación. Sigue con su soliloquio. Da vueltas por la habitación de
un lado para otro.) Ahora entiendo por qué Méroe me ha perdonado la vida… No ha sido por compasión, sino
para hacerme sufrir con crueldad las consecuencias del castigo que ella merecía por su infamia cometida.
(Continúa con sus paseos por la habitación. Se para.) Debo encontrar una manera rápida de morir. (Mira a su
alrededor y localiza una cuerda. Va a por ella.) Ya está… Cogeré esta soga y con ella me libraré de este
sufrimiento. (Sale de escena para ahorcarse y al poco vuelve a escena rodando, pues la soga se ha roto al
estar podrida. El ruido que ha generado su caída atrae al portero, que llama a la puerta.)

PORTERO: ¿Me puedes explicar qué son esos ruidos? (pausa) Por cierto, ¿adónde pretendías ir tú hace un
rato? ¡Tan solo quienes han cometido algún crimen intentar huir de noche…! (pausa) No habrás asesinado a
tu compañero, ¿verdad?

SÓCRATES: (se despierta de repente y se incorpora) ¡No me extraña en absoluto que los huéspedes
acostumbren a hablar mal de los hosteleros…! (al portero) ¿Por qué me despiertas, desgraciado, de mi
sueño?

ARISTÓMENES: (rebosante de alegría) ¡Portero, aquí tienes a mi querido compañero vi-vo, al cual me acusas
de haber matado! (El portero sale “con el rabo entre las piernas”. Aristómenes se queda inmóvil por un
instante.) ¿Quieres que te cuente el sueño que he tenido hace un rato? (Sócrates asiente.) He soñado que te
mataban.

SÓCRATES: (extrañado) También yo he tenido una pesadilla horrible: una vieja bruja vengativa me ha atacado
con una espada hasta causarme la muerte.

ARISTÓMENES: Bueno, amigo mío, ahora que todo ha pasado, descansemos unas horas y retomemos el viaje a
nuestras casas con un mejor ánimo.

CUADRO 4

(Llegan a un plácido río, de aguas tan transparentes que rivalizaban con la plata o el cristal.)

ARISTÓMENES: Bebamos tanto como podamos, ya que quizá no encontremos agua en muchas horas.

(Sócrates es el primero en hacerlo. Se arrodilla y, sin tocar sus labios el agua, se le escurre la esponja, que le
obstruía la inmensa herida del cuello, causándole la muerte instantánea.)
CUADRO 5

(Vuelta al presente. Lucio, el otro viajero y Aristómenes retoman su conversación.)

ARISTÓMENES: Lo recogí, lo enterré lo mejor que pude y, sintiéndome casi cómplice de asesinato, huí de mi
patria. Ahora vivo en Etolia, donde me he vuelto a casar.

1º VIAJERO: (a Lucio, mofándose de su compañero) Después de haber escuchado este cuento tan absurdo,
¿todavía crees, tan culto como pareces, la gran cantidad de embustes que contiene?

LUCIO: Lo que en verdad creo es que no hay nada imposible. (pausa) Si así lo disponen los dioses, a todos los
humanos nos pueden suceder cosas admirables e inverosímiles, que siempre serán consideradas increíbles por
todos aquellos que no las han vivido.

(Los dos viajeros salen por la izquierda y Lucio, por la derecha.)

CUADRO 6 (Milón)

(Lucio llega a Hípata. Se dirige a casa de Milón, un hombre muy rico y opulento, pero con reputación de ser
un tanto infame, debido a su extrema avaricia y mezquindad. En cambio, posee una modesta casucha,
siempre pendiente de sus monedas y ejerciendo de usurero: acepta las joyas empeñadas de oro y plata de
los que sufren necesidades. Él y su mujer, llamada Pánfila, cuentan con una única criada, Fotis, joven y
vestida tan pobremente como sus amos. Sale a recibirle.)

FOTIS: (recibimiento a Lucio).

LUCIO: Traigo una carta de recomendación de un conocido de tu señor. (Fotis le permite entrar y sale a avisar
a su señor.)

(Milón entra, saluda a Lucio, lee la carta de recomendación y no pone ninguna objeción a que se aloje en su
casa. Le ofrece una habitación y le desea que se sienta lo más cómodo posible.)

MILÓN: Fotis, recoge la ropa de nuestro huésped y guárdala en su habitación. Trae de la despensa aceite de
ungir y todo lo que haya menester para que pueda asearse.

LUCIO: (rechaza con modestia lo que le ofrece y entrega a Fotis unas monedas) Compra comida para el
caballo, que se ha esforzado en traerme. (Le entrega sus bártulos para que los lleve a su habitación. Comenta
que va a dar un paseo por la ciudad.)

CUADRO 7 (Pitias)

(Plaza del mercado. Lucio regatea con un pescadero, que le cobra veinte denarios por un pescado. Después
se le acerca Pitias, un compañero de estudios en Atenas. Va acompañado de un oficial.)
PITIAS: ¡Estimado Lucio! ¡Cuánto tiempo ha pasado desde que dejamos la escuela de nuestro maestro!
(pausa) Pero, ¿qué te trae a Hípata?

LUCIO: Ah, mañana lo sabrás… (pausa) ¿Y tú? Vas vestido como un magistrado, ¡enhorabuena!

PITIAS: Soy el encargado de controlar los precios y el buen funcionamiento del mercado. (pausa) Puedo
ayudarte en lo que necesites. Para empezar, di, ¿cuánto te ha costado este pescado tan deslucido? (Lucio
comenta el regateo, lo que le pedía y lo que ha pagado por él. Pitias se enfada e insta a Lucio para regresar
al mercado y que le indique quién es el vendedor. Una vez ante el puesto de pescado, se le acerca con
autoridad y lo increpa con dureza.) ¿Por qué vendes a precios tan altos un pescado tan despreciable? ¿Acaso
quieres ahuyentar a los visitantes de nuestra ciudad, la flor de Tesalia? Por ser mala persona, recibirás tu
castigo. (Vacía ahí mismo el cesto de pescado, ordena a su oficial que salte sobre los peces, incluido el de
Lucio, y los aplaste con los pies, queriendo de este modo escarmentarlo.)

CUADRO 8 (casa de Milón)

(Fotis y Lucio coinciden en la entrada. Fotis le hace saber que su señor le reclama. Lucio se excusa, pero
Milón entra en ese momento e insiste, no admite su negativa. Le hace una pregunta tras otra, hasta altas
horas de la noche. RELOJ AVANZANDO RÁPIDAMENTE. Al cabo de un “buen rato”, al percatarse del
cansancio y el sueño casi impiden hablar a Lucio, deja que se retire.)

CUADRO 9 (Birrena)

(Mañana siguiente. Lucio sale a pasear. Mientras está rondando ocioso por la plaza del mercado, se le acerca
una señora acompañada de X sirvientes y vestida de oro y piedras preciosas.)

BIRRENA: ¡Oh, Lucio! ¡Cómo es que no me saludas si yo te crié con estas manos…! No solo soy pariente de tu
madre, sino que nos amamantó a ambas la misma nodriza y somos como dos hermanas. (pausa) Soy Birrena,
¡debes de haber oído mi nombre en más de una ocasión! Ven, pues, con toda confianza a mi casa, o mejor
dicho, al que ya es tu propio hogar.

LUCIO: Lo lamento mucho, mi señora, pero no sería correcto abandonar la casa de mi anfitrión, Milón. (pausa)
Lo que sí haré es visitar la suya…

CUADRO 10 (casa de Birrena)

(El “atrio” (patio interior) es de una belleza inmensa: cuatro columnas, que corresponden exactamente a los
cuatro ángulos, soportan sendas estatuas representando a la diosa Victoria con las alas extendidas. Justo en
el centro hay una Diana esculpida en mármol, y junto a ella, una figura de Acteón, ya casi convertido en
ciervo, mirando a la diosa a punto de bañarse.)
BIRRENA: ¡Todo esto es tuyo! (pausa) Hijo mío amado, ya que no quieres instalarte aquí, la amistad que me
une con tu madre me obliga a advertirte de algo: (pausa dramática) ¡Protégete con mucha cautela de las malas
artes y las seducciones de Pánfila, la mujer del tal Milón, el que dices que es tu anfitrión…! Es una gran maga y
maestra de encantamientos, y si ve algún caballero hermoso y agradable, hace lo posible por enamorarlo y
convertirlo en su amante, utilizando todas las armas que conoce. Pero, si no lo consigue o se harta de él, lo
convierte al instante en piedra, en cualquier animal o se las ingenia para que desaparezca… (con gran
inquietud) Ya que tú eres joven y bello, ve con cuidado; quizá quiera seducirte…

CUADRO 11

LUCIO: (Se despide de su parienta y se apresura hacia casa de Milón. Salen Birrena y sus sirvientes de
escena. Monólogo.) Debo alejar los miedos y abrir el corazón a las historias maravillosas que he deseado.
Reconozco que no sería honrado si permito que la mujer de aquel que me aloja quiera convertirme en su
amante, pero sí es muy conveniente cortejar a Fotis, la alegre y bella criada.

CUADRO 12 (casa de Milón)

(Fotis entra, saluda a Lucio y este liga con ella, prometiéndole que su amor no es pasajero. Fotis le comenta
que, poco antes de que llegara, ha venido un sirviente de la señora Birrena para invitar a Lucio a cenar en su
casa. Lucio intenta excusarse, pero Fotis insiste en que la petición era firme.)

FOTIS: Ten mucho cuidado y procura regresar temprano de la cena, pues por la noche andan los bandidos y
podrías pagar tu imprudencia con la muerte, más aún siendo extranjero y con cierta fortuna.

CUADRO 13 (banquete en casa de Birrena / TELEFRÓN)

(Hay gran número de invitados y entre ellos, Telefrón, un hombre misterioso, de rostro terriblemente
desfigurado. Amontona unos cojines y, apoyando la cabeza con suavidad en el brazo, incorporado a medias,
comienza su historia. Después se salta al pasado.)

TELEFRÓN: Me encontraba de viaje para ir a ver los juegos de Olimpia cuando, después de recorrer toda
Tesalia, llegué a la ciudad de Larisa acompañado de un oscuro augurio. (pausa) Mis provisiones de viaje eran
ya muy escasas y, mientras trataba de poner remedio a mi pobreza, vi en medio de la plaza a un anciano
delgado y de elevada estatura, que en voz alta preguntaba si, a cambio de una importante suma, alguien se
ofrecía a velar a su hijo muerto.

LUCIO: (muy sorprendido por aquella petición) ¿Cómo puede ser eso? ¿Acaso acostumbran a huir los
difuntos de esta ciudad?

HOMBRE 1: Ya se nota que eres joven y extranjero… (pausa) ¿Es que no sabes que te encuentras en Tesalia,
donde las hechiceras cortan las narices y las orejas de los muertos para utilizarlos en sus encantamientos?
LUCIO: ¿Y en qué consiste ese velatorio?

HOMBRE 1: Debes vigilar con mucha atención a lo largo de toda la noche, manteniendo los ojos muy abiertos y
sin separar nunca la vista del cadáver. (pausa) Para engañarte y conseguir sus propósitos, las malas mujeres se
convertirán en cualquier animal que deseen: aves, perros, ratones, moscas… De ese modo transformadas,
consiguen mediante embrujos que el sueño venza a los veladores y, entonces, cortan la nariz y las orejas del
difunto. (pausa) Ten en cuenta, sin embargo, que si los familiares del muerto pagan tan bien este servicio no
es solo por el miedo que les causan las brujas, no…; lo hacen porque, si a la mañana siguiente el velador no
consigue restituir el cuerpo entero del cadáver, se le cortan de la cara, en castigo, ¡todos los trozos que le
falten a este…!

CUADRO 14 (historia de Telefrón)

(Pasado. Telefrón se acerca al hombre mayor y se ofrece para velar al muerto.)

(Estancia donde se encuentra el difunto. Silencio. Todo el mundo duerme. Telefrón está junto al difunto y
cada vez siente más temor. Entra una comadreja, se sitúa delante de él y le clava una intensa y penetrante
mirada.)

TELEFRÓN: ¡Fuera de aquí! (La saca de la habitación y vuelve a su puesto de vigilancia. RELOJ AVANZANDO
RÁPIDAMENTE. Se pone en diferentes posiciones y evita de todas las maneras caer dormido, pero
finalmente no puede resistir.)

CUADRO 15 (funeral)

(Mañana siguiente. Telefrón despierta y se apresura a comprobar si el cadáver todavía está completo.
Verifica que lo está y entra la esposa llorando. Telefrón le pide lo que le deben, cobra y en ese momento
entra el cortejo fúnebre para pasear al difunto.)

(Un viejo llora amargamente mientras se tira de los cabellos. Reclama a gritos que se invoque al espíritu del
joven difunto (su sobrino), para que confesara que había sido su mujer quien le había causado la muerte,
porque quería vivir con su amante y apoderarse de la herencia. Ante estas acusaciones, ella continúa
llorando y negando haber cometido tal crimen.)

(Entra Zaltas, profeta versado en artes mágicas y amigo de la familia, que invoca el alma del difunto
mediante un conjuro. El espíritu del pobre difunto cobra vida y, suspirando profundamente, relata su
desventura.)
DIFUNTO: ¡Escuchadme todos! (pausa) Mi tío se halla en lo cierto: fue mi esposa la que me mató con sus malas
artes, dándome a beber un veneno letal… (La mujer se defiende e insulta al difunto marido, añadiendo que no
se deben creer las mentiras de un cadáver. Dando otro profundo suspiro, el difunto la interrumpe.) Os daré
una prueba de la veracidad de mis palabras. (pausa) Todavía hallé suerte, dentro de mi mala Fortuna, pues las
viejas hechiceras no pudieron cortarme la nariz ni las orejas… (pausa) Al ver que mi guarda me velaba con
tanta sagacidad y con tanta dedicación, no tuvieron más remedio que dormirlo. Entonces me llamaron por mi
nombre. (pausa) Pero, como mi vigilante se llama igual que yo, al oírlo, se levantó e, inconscientemente,
acudió en mi lugar; así pues, fue a él a quien cortaron nariz y orejas. (pausa) Para que no se diera cuenta,
antes de huir, las hechiceras le fijaron en la cara unas piezas de cera con la forma de los órganos amputados.
Por eso el muy inocente se dispone a marcharse tan feliz, ¡sin saber que ha cobrado unas miserables monedas
a cambio de perder parte de la cara!

(Telefrón se lleva las manos a la nariz y a las orejas, que con solo tocarlas, se desprenden del rostro.)

(Presente.)

TELEFRÓN: Desde entonces procuro cubrirme la cara y no acercarme demasiado a la luz…

(Lucio se levante, compadece a Telefrón y comunica al grupo que tiene que volver a la casa de su anfitrión.
Enciende un farolillo y sale de escena.)

CUADRO 16

(Lucio regresa de la cena. Una ráfaga de viento apaga su “antorcha”. A oscuras ve a tres hombres que tratan
de forzar las puertas de la casa de Milón. Les llama la atención y, en lugar de huir, se le encaran. Se
enfrentan en una lucha de espadas y caen muertos los tres a los pies de Lucio. Despierta por el fragor de la
lucha, Fotis entra en escena y le ayuda a entrar, fatigado y “empapado” en sudor. Fotis le comenta que le
lleva a su dormitorio para que se pueda recuperar del susto. Lucio no deja de llorar, consciente del castigo
que le impondrá un tribunal y un juicio.)

LUCIO: ¿Qué juez encontraré tan benigno, que me declare inocente, siendo yo extranjero y teniendo las
manos manchadas de sangre de ciudadanos de esta ciudad?

CUADRO 17 (juicio)

(Mañana siguiente. Llaman a la puerta. Vienen a buscarle alguaciles. Una “multitud de gente” espera ya en
la calle riéndose a carcajadas. Lo llevan por las calles y lo llevan a un espacio donde se encuentra un tribunal
para que todos puedan presenciar el juicio. El acusador lo inicia.)

ACUSADOR: Le pregunto al acusado qué tiene que decir en defensa propia.


LUCIO: (algo lloroso) Solicito clemencia, ya que, siendo de noche y habiendo bebido algo más de lo que
hubiera sido conveniente, descubrí a unos feroces ladrones intentando forzar la puerta de la casa de mi
anfitrión. (pausa) Considerándolo mi deber como buen ciudadano, desenvainé la espada y los ataqué con la
intención de asustarlos, pero, en lugar de marcharse, se abalanzaron sobre mí y el brío con el que me defendí
causó la muerte a mis agresores. (Sonora carcajada del público, entre el que se encuentra Milón, que se
acerca a Lucio.) ¡Señor, por haber defendido su casa de los ladrones, me encuentro en este aprieto! ¡Cómo se
puede usted burlar de mi suerte…!

(En este momento entra una mujer, en medio de un mar de lágrimas, y vestida de duelo, llevando un niño
en brazos.)

MADRE: ¡Conviene que este criminal vea los cadáveres de mis hijos, a cuya vida puso fin, para que tome plena
conciencia de la maldad que cometió…!

(El magistrado obliga a Lucio a descubrir los cuerpos. Este se resiste un poco, pero termina retirando la
sábana. Sorpresa espectacular de todos al ver tres odres de vino apuñalados exactamente en los mismos
lugares donde Lucio les había apuñalado. Hay carcajadas muy sonoras y mortificantes; incluso algunos se
tiran al suelo, poniéndose las manos en las tripas, con el que fin de evitar que les duelan.)

MAGISTRADO: Señor Lucio, esto que has sufrido es una broma: aleja de ti la tristeza de tu corazón y expulsa la
angustia de tu espíritu. Has de saber que un día al año celebramos una fiesta en honor del dios de la risa y, en
esta ocasión, ¡has sido tú el protagonista escogido! Así, con tal honor, ese dios alegrará tu espíritu y tu corazón
con una dicha serena, y toda la ciudad te otorga honores magníficos y se hará una estatua de bronce en tu
honor. (Lucio no sabe si debe indignarse o felicitarse por el final feliz, y prefiere tomárselo con buen humor.)

CUADRO 18 (casa de Milón)

(Fotis tiene un rostro sombrío y triste, nada que ver con su habitual jovialidad.)

FOTIS: (Confiesa a Lucio que ha sido ella, involuntariamente, la culpable de sus molestias y le ofrece un
látigo para que la castigue. Lucio le da un beso y un abrazo para tranquilizarla, y además le pide
explicaciones. Se asegura que nadie puede oírla.) Mi señora Pánfila, deseando convertir en su amante a un
atractivo joven que ha conocido, me pidió que le llevara unos cabellos suyos para realizar un hechizo que lo
obligara a presentarse en su casa. Como no los pude conseguir, le llevé cuatro pelos de unos odres hechos con
piel de cabra. (pausa) Cuando mi señora realizó el encantamiento y convocó al joven a su presencia, en vez
del pretendido amante, fueron los odres los que, al cobrar vida, se dirigieron a su casa. (pausa) Fue entonces
cuando tú los encontraste en la puerta. Ebrio como estabas, creíste que te atacaban, pero simplemente
pretendían entrar… (pausa) De este modo, queriéndonos defender, en lugar de hombres, mataste a… ¡tres
odres!
LUCIO: (bromeando) A semejanza del mismo Hércules, yo también puedo considerar como el primero de mis
doce trabajos el haber matado a tres odres de vino. Ahora bien, si quieres que te perdone esta pequeña falta
tuya, permíteme que vea a tu señora cuando lleve a cabo sus artes mágicas, ya que deseo con gran ardor
conocerlas de cerca.

FOTIS: Mi ama practica la magia en secreto y, a pesar del peligro que me supone, haré lo posible por estar
atenta para satisfacer así este deseo tuyo.

ACTO II

CUADRO 1

(Días después. Casa de Milón. Lucio está en escena. Fotis entra corriendo.)

FOTIS: Lucio, acompáñame si todavía quieres presenciar la magia de Pánfila, mi señora. (pausa) Se dispone a
transformarse en pájaro para salir volando hacia el objeto de su deseo. (pausa) Debes prepararte para
contemplar un hecho extraordinario. (salen)

CUADRO 2 (la transformación)

(Lucio y Fotis miran por la rendija de una puerta. Están boquiabiertos.)

(Pánfila se desnuda, toma un poco de ungüento de un recipiente, se lo frota a conciencia por todo el cuerpo,
habla un buen rato en voz baja con una lámpara de aceite y agita sus miembros, temblorosa. Al hacer esto,
se va llenando poco a poco de plumones, le crecen las plumas duras de las alas, se le encorvan la nariz y las
uñas. Se acaba de transformar en un búho real. A continuación, después de dar unos saltos por el suelo, se
eleva, sale volando y desaparece.)

(Lucio está emocionado y maravillado. Se frota los ojos repetidamente, intentando discernir si está
despierto o soñando. Le pide a Fotis que le consiga el ungüento para poder convertirse también en un
pájaro.)

(Fotis advierte que es peligroso hacer estos juegos de magia. Sale a buscar dicho ungüento a la despensa.
Entra con el ungüento.)

LUCIO: ¿Estás segura de lo que haces y cómo me las compondré, una vez transformado en pájaro, para
convertirme de nuevo en persona?

FOTIS: Estate tranquilo. (pausa) Sé perfectamente lo que hago. He procurado fijarme, con mucha atención, en
mi señora cuando hacía sus encantamientos… (pausa) Además, conozco los antídotos que permiten que todas
las cosas recuperen su aspecto humano… Tendrás que tomar una infusión de hojas de laurel con agua de la
fuente si quieres volver a ser Lucio.
LUCIO: (Sosegado por las palabras de Fotis, coge el ungüento y se lo extiende bien por el cuerpo. Pero en
lugar de plumón y plumas, los pelos se espesan y la piel se endurece como el cuero. Aparece una cola; en la
cara le cuelgan los labios, se abren las narices y las orejas se alargan y crecen desmesuradamente.
Monologa.) ¡¡¡En lugar de convertirme en pájaro, me he transformado en… un asno!!! Y lo que es más grave:
¡un asno que no puede hablar! Eso sí, por lo menos no he perdido la capacidad de seguir pensando y sintiendo
como un ser humano. (Rebuzna varias veces.)

FOTIS: ¡Soy una mentecata, pobre de mí…! Las prisas y el miedo han hecho que me equivocara de recipiente…
pero no te preocupes, hay solución, y para volver a ser mi lucio solo tienes que morder una rosa (pausa) ¡Me
apresuraré a buscar el remedio mañana en cuanto despunte el día!

CUADRO 3

(Lucio se retira en silencio al establo, donde hay un caballo y otro asno. Le reciben a coces, recelosos de que
les quite el alimento. Lucio agacha la cabeza y se aleja. Ve en lo más alto de una columna una estatua de la
diosa Epona engalanada con rosas. Se alegra al ver su salvación tan cercana, alza y alarga el cuello tanto
como le es posible para alcanzarlas.) (Un criado le descubre y, como se indigna porque un animal trata de
forma sacrílega a la estatua, toma una vara de madera e intenta azotarle.)

CUADRO 4

(Entran unos ladrones en casa de Milón y la saquean. Para llevarse lo robado, sacan del establo a los asnos y
al caballo y los cargan tanto como pueden. A Lucio le colocan sobre el lomo más peso del que puede
soportar. Dejan la casa y, a fuerza de varapalos, huyen en dirección a la montaña.)

CUADRO 5

(En el camino ven un huerto donde florecen unas fresquísimas rosas. Lucio se acerca a ellas y, cuando está a
punto de morderlas, le asalta una reflexión. LUCIO: Si recupero mi aspecto humano, es muy probable que los
ladrones quieran acabar conmigo, bien porque sospechen que soy mago, o bien porque crean que soy un
peligroso testigo de sus crímenes.)

CUADRO 6

(Llegan al refugio de los ladrones. Es una cima elevada, abrupta e inaccesible, rodeada de valles pantanosos
y espinosos arbustos. Desde el punto más alto, brota una fuente generosa. En la parte más elevada hay una
torre junto a la cual está la cueva donde guardan lo que roban. Cerca hay un establo para el ganado. Por los
alrededores solo se ve una modesta cabaña, que es su guarida, cubierta de cañas en la que todas las noches
un ladrón hace guardia.)
CUADRO 7

(Descargan a los animales, los conducen a un prado para que pazcan. Los otros animales se quedan y Lucio
se adentra en un huerto cercano, donde se atiborra de verduras. LUCIO: Puede ser un buen momento para
encontrar rosas y convertirme de nuevo en hombre, ya que nadie podrá ver cómo me transformo y como
me pongo en pie.)

(Lucio cree ver un rosal y se apresura a llegar galopando hasta él. Cuando llega, no ve rosas por ningún lado,
sino unos árboles parecidos al laurel que producen unas flores vulgarmente conocidas como “rosas del
laurel” alimento mortal para cualquier animal. Se trata de adelfas. Al desconocer su ponzoña se dispone a
engullirlas, pero aparece el hortelano, que le propina bastonazos por haberle estropeado los cultivos. Para
defenderse, Lucio le arrea un par de coces e intenta escapar. En ese momento aparece la hortelana, que, al
ver a su marido en el suelo, pide ayuda a otros campesinos. Estos azuzan a sus perros contra Lucio. Este
muerto de miedo y ahíto de tanta verdura cruda, les arroja un chorro de excrementos, con lo que los
detiene.)

CUADRO 8

(Establo de los ladrones. Lucio regresa junto al resto de monturas. MONÓLOGO. Allí es puesto al cargo de
una amable anciana. Al poco unos ladrones entran con una joven, bella y rica doncella. La muchacha llora
desconsolada y el cabecilla le asegura que no debe temer nada si sus padres son generosos y sus padres
pagan por ella el rescate que les pedirán.)

DONCELLA (Cárite): (continúa llorando y lamentándose) ¡Ay, pobrecita de mí! ¿Cómo voy a vivir y dejar de
llorar si me encuentro privada de mi hogar y de mi familia y además, rodeada de tantos ladrones y mala
gente? ¿Cómo conseguiré regresar con los míos?

ANCIANA: ¿A qué se deben esos gritos de desesperación?

DONCELLA (Cárite): ¡Ay, pobre de mí…! Como si no fuera bastante desgracia ni suficiente sufrimiento ser
secuestrada por unos ladrones en el momento más dulce de mi vida, y ser cruelmente arrancada de los brazos
de mi madre unos días antes de mi boda, he soñado que los ladrones habían dado muerte a mi prometido
cuando intentaba defenderme.

ANCIANA: Hija, (intenta calmarla) no te asustes con los sueños: suelen anunciar todo lo contrario de lo que
nos hacen imaginar. Si te ha parecido ver muerto a tu esposo, esto es indicio es de que está vivo y muy vivo…
(Trata de consolarla contándole una bella y entretenida historia.)
HISTORIA DE EROS Y PSIQUE (Libro
quinto)
ANCIANA: Había una vez, en una ciudad, un
rey y una reina que tenían tres hijas muy
bellas. Si ya las dos mayores eran muy
hermosas, la pequeña, llamada Psique, era
tan, tan y tan extremadamente bella que las
palabras humanas no podían describirla. Lo
era en tal medida, que no tardó en hacerse
famosa en todas las ciudades, tanto en las
más cercanas como en las más alejadas.
Incluso de allende los mares llegaban
hombres con el deseo de conocerla, en lugar
de visitar los templos de Venus y hacer
ofrendas a la diosa.
CUADRO 9
(Oscuro.)
VENUS: (al saber que honran más a una
mortal que a ella misma, se enoja
muchísimo): ¿Cómo puede entenderse que
yo, que soy la madre y el principio de todas
las cosas que hay en el mundo, deba
compartir la adoración con una joven
mortal? ¡Haré que se arrepienta de su ilícita
belleza!” (Llama a Eros, su hijo alado, y
se lo lleva a la ciudad donde vive Psique.
Se la muestra en persona.) Te pido que
vengues la ofensa que le han hecho a tu
madre: haz que esta doncella se enamore
perdidamente del hombre más infame de
todos, de aquel a quien la Fortuna haya
condenado a carecer de cualquier dignidad,
patrimonio y salud; en una palabra, ¡del
hombre más miserable de la Tierra…!
(Psique, a la que consideraba su rival, no
saca ningún partido de su atractivo: todos
la miran, la contemplan y la alaban, pero
nadie osa pedirles a sus padres la mano,
temiendo ser rechazados por aquella diosa
humana.)

CUADRO 10
(Las hermanas mayores de Psique se han
desposado con dos riquísimos reyes e
instalado en sus suntuosos palacios. Ella,
que se mantiene virgen y sin marido, llora
desconsolada en su soledad. Ha llegado a
odiar su propia hermosura, la cual le
impide casarse.)

CUADRO 11
(Su padre, que tiene la sospecha de que
algún ser celestial le había lanzado un
maleficio, se dirige al templo a consultar
al dios Apolo. Santuario. Voz en off.)
ORÁCULO DE APOLO: Vestirás y
engalanarás a tu hija con la ropa propia de
los que han de morir, la situarás en la roca
más alta de la montaña y la abandonarás allí.
¡Y no esperes un yerno mortal, sino un ser
malévolo, cruel y viperino, que con sus
plumas y su hierro atormenta a todos, ante
el cual incluso tiembla el gran Júpiter y se
asustan el infierno y las tinieblas de la
Estigia…!
(El rey, en otro tiempo feliz, tras haber
escuchado la infausta predicción, regresa
a palacio, triste y apesadumbrado, por
tener que entregar a su hija a su destino.
Al conocer Psique el fin que se le tenía
asignado y observar la desazón que
sienten sus padres por su infortunio, fue
ella quien trata de animarlos.)
PSIQUE: ¿Por qué, padre y madre míos,
afligís con llantos vuestra vejez infeliz?
¿Por qué afligís vuestro corazón, que es más
bien el mío, con estos lamentos tan
dolorosos? ¿Por qué os arrancáis los blancos
cabellos? ¿Por qué os golpeáis el pecho?
¡Esta será la recompensa que habréis
recibido por mi esplendorosa belleza…! ¡No
veis que habéis llegado tarde…! ¡Deberíais
haberme defendido y protegido cuando
todos me honraban y se atrevían a
compararme con Venus, pero ahora ya no…!
¡Ahora ya hemos causado su ira y no hay
remedio…! Llevadme, pues, a la cima de la
montaña, que deseo ya ver el rostro de quien
ha de ser mi marido…
CUADRO 12
(Lugar donde se les ha sido ordenado
hacerlo. Allí mismo la abandonan. Los
desdichados padres se marchan y la dejan
completamente sola. Salen. Mientras
Psique todavía llora, aterrorizada y
temblorosa, llega la brisa de Céfiro, que
le sopla con suavidad las vestiduras e,
inflándole los pliegues, la toma con
delicadeza casi sin tocarla, la levanta del
suelo y la traslada con toda dulzura a un
valle florido que se extiende a sus pies.
Una vez que Psique ha descendido,
reclinándose en un mullido paraje, se
duerme plácidamente.)

CUADRO 13
(Despierta y recorre un camino. En medio
del bosque encuentra un palacio
magnífico, adornado con piedras preciosas
y joyas, que tan solo puede haber sido
obra de manos y designios divinos:
columnas de oro se alzan hasta el altísimo
techo, elaborado en marfil, y todas las
paredes están recubiertas con
bajorrelieves argentados, que representan
fieras salvajes, dando la impresión de que
estas salen a recibir a quienes llegaban.
Sin duda, únicamente, un hombre
admirable, mejor aún, un semidiós o un
dios, ha sido capaz, gracias a su
prodigiosa delicadeza, de transformar en
fieras tal cantidad de argento.)
EROS: (Voz incorpórea que surge mientras
Psique contempla, confiada y complacida,
aquellas inesperadas sublimidades) ¿Por
qué, señora, te maravillas de tantas
riquezas? ¡Todo lo que ves es tuyo, y
nosotras estamos hechas para servirte!
(Al instante aparece una mesa repleta de
los más exquisitos manjares, con copas
colmadas de néctar, el vino de los dioses.
Sin saber de dónde procede, suena una
armoniosa música, acompañada de un coro
de voces también invisible. Tras disfrutar
de estos placeres, Psique se retira a
dormir, dominada por el cansancio y la
emoción.)
CUADRO 14
(Medianoche. Sin que ella lo vea, se
presenta su desconocido marido con el fin
de compartir con ella y convertirla en su
esposa. Y antes de que se haga de día,
desaparece tan misteriosamente como ha
llegado. Tras su marcha, Psique se siente
muy feliz pese a que no ve a su esposo.)
CUADRO 15
(Los reyes lloran la pérdida de su hija y,
como no pueden comunicarse con ella,
creen que es desgraciada y siguen muy
tristes. Para consolarlos, llegan al hogar
las dos hermanas mayores. El desconocido
marido lo observa todo. Palacio de Eros.
A Psique.)
EROS: Amada esposa, tu alegría se verá
amenazada por un gran peligro: tus
hermanas vendrán hasta la cima de la
montaña; oirás sus llantos y querrán hablar
contigo. Pero ni las mires ni les contestes,
ya que me causarías un profundo dolor, y a
ti, una gran desgracia.
CUADRO 16
(Amanece. Psique percibe a su esposo con
las manos y los oídos, pero sigue sin
verlo. Cuando se va, ella se encarcelada
en aquel palacio de oro, sin poder
conversar con nadie, y se echa a llorar
con desconsuelo. Desecha en llanto,
Psique se duerme. Al poco regresa su
marido, que la vuelve a abrazar aún
bañada en lágrimas.)
EROS: (recriminándole) ¿Es así, Psique mía,
como cumples tus promesas? ¡Si ni eres
capaz dejar de atormentarte cuando te doy
abrazos! Haz lo que te sea más grato, pero
te equivocarás y causarás tu ruina. (A base
de súplicas y amenazando con quitarse la
vida si no se le permite ver a sus
hermanas, consigue convencer a su marido
para que puedan visitarla. Él le advierte
con tono grave.) Céfiro las traerá hasta ti
y ellas pretenderán, por todos los medios y
valiéndose de las lágrimas, que me veas y
descubras cómo soy. Les puedes dar las
joyas y presentes que te plazca, ¡pero no
caigas en la peligrosa trampa de su
curiosidad, ni quieras saber cómo es mi
rostro ni mi figura…! Si lo intentas,
perderás tu fortuna y tu felicidad al mismo
tiempo, ya que jamás conseguirás volver a
abrazarme.
PSIQUE: (contenta con poder abrazar de
nuevo a sus hermanas, se lo promete)
Antes preferiría morir que estar sin ti, pues
te amo tanto que, incluso no habiéndote
visto jamás, ni el propio Eros se te podría
comparar.
CUADRO 17
(El deseo de Psique se cumple. Las
hermanas se dirigen a la cumbre de la
montaña y allí lloran con desconsuelo a su
hermana abandonada. En seguida el viento
sopla dulcemente y las transporta al lugar
donde se halla Psique. Reencuentro de las
hermanas y todas lloraban de dicha.)
(Conversación. Desde un principio Psique
les comenta que, como pueden comprobar,
no existe ningún motivo para sufrir por
ella, dado que tiene todo lo que desea y
más: un marido amoroso y bueno, así
como más riquezas de las que necesita.
Les muestra el fastuoso palacio en el que
vive y los lujos que la rodean por doquier.
Una de ellas pregunta insistentemente
cómo y quién es su marido, el dueño de
todas aquellas maravillas. Como no quiere
faltar a su promesa, Psique les dice que
se trata de un joven atractivo y
adinerado. A continuación, temiendo
arriesgar su felicidad hablando más de la
cuenta, las colma de joyas y obsequios, y
las envía de vuelta a casa.)
CUADRO 18
(Se despiden de ella. Por desgracia, pese
a la acogida que les había dispensado, la
envidia corroe por dentro los corazones y
las almas de las dos hermanas.)
HERMANA 1: (mientras el aliento de
Céfiro las retorna a su hogar) Es evidente
que la Fortuna es ciega, malvada y cruel, ya
que no hay duda de que ella es la mujer más
bienaventurada del mundo: vive rodeada de
riquezas y posee un marido hermoso, joven y
agradable. En cambio, los nuestros son más
viejos que nuestro padre y no se muestran
nada generosos con nosotras…
HERMANA 2: Además, no nos podía haber
tratado con más arrogancia, mostrándonos
con ostentación sus infinitas y valiosísimas
posesiones. ¡Recuerda que nos ha ofendido
ofreciéndonos como presentes unas
miserables migajas de todo lo que posee! ¡Te
aseguro que no me consideraré una mujer de
verdad si no nos vengamos como es debido…!
(Las dos perversas mujeres acuerdan,
pues, no decir nada a sus padres de lo
que han visto e idean juntas un plan para
engañar y traicionar a su inocente y
generosa hermana.)

CUADRO 19
(Palacio de Eros.)
EROS: (la alecciona de nuevo) Ya te
advertí del peligro que atraes sin
pretenderlo… Tus hermanas son unas
pérfidas lobas que buscan tu perdición:
quieren convencerte para que me veas la
cara. Eso sí, si me ves, será la primera y la
última vez, porque me iré y no volveré. Si
ellas regresan, ten muy presente no decirles
nada, pero absolutamente nada, sobre mí, tu
marido… Debes saber, además, que estamos
esperando un hijo: si eres capaz de
mantener nuestro secreto, será un dios; si
no lo eres, será mortal.
(Psique, más feliz que nunca al enterarse
de que muy pronto será madre, le
promete que le será fiel, y que solo desea
volver a hablar con sus hermanas una vez
más. Después, incluso aceptaría quedarse
ciega, ya que no necesita en absoluto
verlo para continuar amándolo igual que lo
ama en ese momento.)
CUADRO 20
(Céfiro las transporta de nuevo a las
insidiosas hermanas. Procuran ganarse la
confianza de Psique, adulándola y
alabando a su futuro hijo. Una vez
captada su voluntad, insisten en
preguntarle cómo es su marido. Ella,
enternecida por la fingida estima
fraternal, olvidando aquello que les había
contado días atrás, les explica que es un
negociante rico y maduro.)
CUADRO 21
(De regreso a casa de sus padres, las dos
envidiosas mujeres llegan cargadas con un
buen número de suntuosos presentes.)
HERMANA 1: ¿Qué podemos decir, de esta
hermana nuestra, tan altiva y mentirosa…?
Primero nos dice que su marido es tan joven
que apenas tiene barba; ahora, que es tan
mayor que sus cabellos son canosos… ¿Qué
tipo de hombre es para que haya envejecido
en tan poco tiempo…? O bien nos miente, o
bien no conoce ni ha visto jamás a su
marido…
HERMANA 2: Y si no lo conoce, eso significa
que se trata de un dios y, por lo tanto, ¡su
hijo también lo será…! ¿Cómo hemos de
permitir que sea ella madre de un dios?

CUADRO 22
(Llevadas de nuevo por Céfiro al reino de
la joven enamorada. Valiéndose de
perfidia y de la ingenuidad de su
hermana, la convencen de que su marido
no quiere dejarse ver porque es una
serpiente gigantesca y espantosa, una
serpiente que quizás algún día querrá
comérsela, tanto a ella como al hijo que
esperan.)
PSIQUE: (crear monólogo) (La pobre no
sabe a quién creer: a su marido o a sus
hermanas. Al fin, se decide por ellas, ya
que solamente el hecho de que se hubiera
casado con un monstruo, justificaría que
el esposo no quiera que lo viera ni supiera
quién es.)
(A la inocente joven no se le ocurre nada
mejor que abrir del todo su pobre corazón
y pide a sus malvadas hermanas que la
ayuden. Y ellas se dijeron que había
llegado el momento de llevar a cabo su
criminal proyecto. Le aconsejan qué tiene
que hacer.)
HERMANA 2: Los lazos familiares entre
nosotras nos obligan, a pesar de los peligros
que podemos correr, a mostrarte el único
camino que quizá te lleve a la salvación…
HERMANA 1: Esta noche, antes de que tu
horrible marido llegue, esconde entre las
sábanas una navaja muy afilada y ten
preparada una lámpara de aceite que ilumine
bien, escondida lo mejor posible para evitar
que se vea. Cuando se haya dormido a tu
lado, ve a buscar la lámpara, acércasela y
córtale el cuello con la navaja.
PSIQUE: (crear monólogo) (Vacila,
dudando de su decisión y debatiéndose
entre sentimientos opuestos: se siente
valiente, pero tiene miedo; está segura y
rabiosa a la vez… Y, lo que es peor, ama
a su desconocido marido, pero odia a la
serpiente que sus hermanas aseguran que
es…)
CUADRO 23
(A pesar de todo, temerosa de que aquel
monstruo pueda infligir daño alguno al hijo
que espera, toma la determinación de
protegerlo del supuesto monstruo. Espera
a que su marido se duerma, se hace con
la navaja y la lámpara, y la acerca al
rostro del durmiente, dispuesta a
sacrificar a la horrible bestia. Al
iluminarlo, no puede creer lo que ve:
durmiendo plácidamente en su cama se
halla la más mansa y tierna de todas las
criaturas, el bello dios del amor que se
llama Eros, de cabellos rubios,
impregnados de ambrosía; el cuello del
color de la leche; los rizos enmarañados
de la barba acariciando las mejillas de
color púrpura, y las alas en reposo,
cubiertas de fresco rocío.)
(Cautivada por la belleza abrumadora de
su marido, llena de deseo y curiosidad, lo
observa todo y admira las armas que
había dejado en una silla. Extrae una de
las saetas del carcaj y, queriendo
comprobar lo afilada que está, se pincha
muy hondo uno de los dedos. Y, sin
saberlo, cae enamorada del propio Amor.
Pretende entonces besarle con suavidad el
rostro, con tan mala suerte que una gota
de aceite hirviendo de la lámpara cae
sobre el hombro del dios, y lo despierta
de súbito. Al verse traicionado, Eros
salta de la cama y se sitúa, fuera del
alcance de su mujer, que intenta
abrazarlo y besarlo.)
EROS: (con voz conmovida el esposo
traicionado) ¡Oh, Psique! ¿De este modo me
agradeces el hecho de que desobedeciera a
mi madre y me convirtiera en tu marido?
¡Por más que te lo he advertido, has
permitido que tus hermanas te engañen…!
¡Ellas me pagarán muy pronto sus funestos
consejos; para ti, ya será suficiente castigo
mi huida! (Vuela hacia el cielo.)

(Postrada en el suelo la joven enamorada,


con el corazón afligido y presa de la
desesperación al verlo marchar sin tener
medios de seguirlo, se tira de cabeza a
un río cercano, buscando así acabar con
su vida. Pero la mansa corriente del río,
en honor al dios que suele inflamar incluso
sus propias aguas, la deposita con
suavidad de nuevo en la orilla. Por
casualidad, en aquel momento está
sentado muy cerca Pan, el dios rústico
que, al verla desfallecida, intenta
consolarla.)

DIOS PAN: Bella joven, no soy más que un


pobre pastor, pero los años me han dado una
gran experiencia… Compruebo por tu palidez
y tus suspiros que sufres mal de amores.
Escúchame: no intentes jamás quitarte la
vida; abandona el duelo y tu tristeza y
conserva las fuerzas suficientes para
suplicar perdón a Eros, el más grande de
todos los dioses, ya que quizá podrás
ganártelo con tu sumisión, pues es joven y
sensible… (Con estas palabras de una
divinidad tan benefactora, Psique
comprende qué es lo que debe hacer.
Ante todo, decide que las dos culpables
del mal que le han causado tienen que
pagarlo.)
CUADRO 24
(Psique, dispuesta a engañarlas como la
han engañado a ella, se desplaza a la
ciudad donde vive una de ellas, la
HERMANA 1.)
PSIQUE: Siguiendo tu consejo, he
descubierto que mi desconocido marido es el
propio Eros. (Fingiendo desesperación.)
Además, al sentirse traicionado, el dios del
amor me ha echado de su palacio con estas
palabras: “Como castigo, me casaré
solemnemente con tu hermana”. (Sale.)
(La hermana, mintiendo a su marido, ya
se apresura a abandonar su hogar y se
dirige a una roca para lanzarse al vacío;
confía en que, como siempre, el viento
Céfiro la recoja y la lleve con el dios
alado. Pero su transporte celestial no
acude a sujetarla esta vez, y encuentra
la muerte en la caída.)

CUADRO 25
(Psique repite exactamente el engaño con
la otra hermana, que, respondiendo de
idéntica manera, recibe el mismo castigo
y pierde la vida.)

CUADRO 26
(Palacio de Venus. Una gavota comunica a
la diosa Venus que su hijo ha sido herido
al caerle encima el aceite de una
lámpara. Al preguntar quién le ha causado
tal daño y enterarse de que ha sido
Psique, se indigna y le invade la furia.)
CUADRO 27
(Va a visitar a Eros y le recrimina que se
haya casado con aquella mortal
desobedeciendo sus órdenes. Furiosa e
irritada, al marcharse, le comunica que se
vengará debidamente de ella.)

CUADRO 28
(Ignorando las intenciones de la diosa y
tratando de reconciliarse con su marido,
la joven enamorada procura ser más
humilde y esforzada que nunca, ayuda a
todo el mundo y realiza todos los
servicios y ofrendas que puede en los
diversos templos a los que acude a buscar
a su esposo. A pesar de que les ofrece su
veneración más sumisa, ni la diosa Ceres
ni Juno, por más compasión que sienten
por su suerte, no se atreven a prestarle
su auxilio. ¡No pueden ir en contra de la
voluntad de Venus! Desechada y perdida
esta esperanza, Psique comprende que ni
siquiera los dioses osarán ayudarla si no
obtiene el perdón de la madre de su
marido. Entonces determina dirigirse al
cielo para encontrarla.)
CUADRO 29
(Junto a las puertas de los dominios de
Venus.)
COSTUMBRE: Ah, malvada esclava, ¿por fin
te enteras de quién es tu dueña, no es así?
¡Atrevida, descarada! Pronto pagarás por tu
insolencia con el castigo que mereces. (Sin
ningún tipo de piedad, la agarra de los
cabellos y la arrastra hacia Venus.)
VENUS: (Riendo con furia.) ¿Finalmente, te
has dignado saludar a tu suegra? ¿O bien
has venido a ver a tu desafortunado marido,
en grave peligro por la herida que tú misma
le causaste? Te garantizo que te recibiré
como merece una buena nuera, como tú
eres… ¿Acaso crees que me enterneceré por
saber que seré abuela? (pausa) ¡Menuda
abuela, tan joven y con un nieto nacido de
una vil esclava! Pero qué estoy diciendo, ¡qué
estúpida soy! Siendo producto de un
matrimonio tan desigual e ilegal, ya que se
ha llevado a cabo sin el consentimiento
paterno, ¡el hijo que tengas no será más que
un pobre bastardo…! (De repente grita.)
¿Dónde están Inquietud y Tristeza, mis
criadas? (Entran y agachan la cabeza en
señal de respeto y con cierto temor.)
Lleváosla y dadle un buen número de azotes
como castigo, y después traédmela aquí de
nuevo. (Salen las criadas y Psique, que
suplica clemencia. Off: azotes. Entran
arrastrándola y al ver el estado en que
ha quedado Psique, Venus se echa a reír
con mayor ímpetu todavía. Coge un buen
puñado de trigo, cebada, avena,
garbanzos, lentejas y habas, lo mezcla
todo bien mezclado y hace con ello un
montón.) Quiero comprobar tu diligencia.
Separa, una por una, estas semillas,
agrúpalas según el tipo de grano y
muéstramelas antes de que caiga la noche,
para que pueda darte mi aprobación por tu
trabajo. (Sale.)
(Dándose cuenta de que el trabajo que la
diosa le proponía era imposible, Psique
rompe a llorar, angustiada por la prueba
que debe pasar. Aparece entonces una
pequeña hormiga y, movida a compasión,
llama a sus compañeras.)
HORMIGA: ¡Oh, laboriosas hijas de la
Tierra, tened piedad y ayudad a la esposa
del Amor, una bella joven que se encuentra
en gran peligro! (Algunas hormigas se
aprestan a socorrerla, apartando, grano a
grano, los diversos tipos de semillas. De
este modo, transcurre la noche.)

CUADRO 30
(Venus reaparece con la Aurora y observa
la perfección de la admirable labor.)
VENUS: Oh, malvada mujer, esto no es obra
tuya… ¡Es evidente que te ha ayudado mi
hijo divino, a quien para su desgracia
enamoraste…! (Indignada, le lanza un
mendrugo de pan. Le encarga otra
prueba.) ¿Ves aquel precioso bosque bañado
por un arroyo, por donde pastan unas ovejas
del color del oro? Pues bien, debes
ingeniártelas para traerme una muestra de
su lana dorada… (Sale.)
(Consciente de la dificultad de aquella
tarea, Psique no se dirige al bosquecito
con el propósito de llevarla a cabo, sino
de lanzarse al río de cabeza desde una
roca, y que la muerte la libere así de su
desgracia. Un junco verde la ve llegar.)
JUNCO: ¡Oh, Psique, no profanes mis aguas
con tu trágica muerte! Al contrario, hazme
caso y conseguirás lo que Venus te ha
exigido: no se te ocurra acercarte a las
ovejas mientras el calor del sol es tan
ardiente, porque es cuando se vuelven más
agresivas y salvajes, y matan a tantas
personas con sus puntiagudos cuernos. Así
pues, espera a que, pasado el mediodía, se
haya debilitado el ardor del sol, y los
animales se hayan tranquilizado con la
plácida brisa del río. En cuanto se duerman
las ovejas, busca los restos de lana que han
dejado en los arbustos al frotar sus cuerpos
contra ellos.

CUADRO 31
(Venus reaparece con la Aurora y observa
de nuevo la perfección de la admirable
labor. Tampoco de este modo consigue la
felicitación de la diosa, sino que esta,
convencida de que Eros la ha ayudado de
nuevo, le exige una prueba aún más
complicada y peligrosa.)
VENUS: Debes ir hasta la cumbre de aquella
montaña escarpada, de donde brota un
manantial de agua negra que baña la laguna
Estigia, y traerme un jarro lleno de ese
líquido. (Sale.)
(Crear monólogo. Psique se da cuenta de
que es necesario arriesgar la vida si
quiere acceder a lo más alto de la cima,
pues, aparte de ser las rocas tan lisas y
resbaladizas que no hay donde aferrarse.
De ellas surgen, además, innumerables y
horrendos chorros de agua que se
precipitan impetuosamente sobre el valle.
Por si esto fuera poco, unos espantosos y
crueles dragones protegen la montaña de
los que pretendan escalarla.)
(Incapaz de actuar, a la bella joven no le
quedan fuerzas ni siquiera para llorar.
Pero su desventura no pasó desapercibida
a un águila, el ave real de Júpiter. Esta
quiere devolverle un favor al dios Amor
ayudando a Psique, su esposa. Se le
acerca, le pide la vasija que lleva y,
esquivando gracias a su vuelo los grandes
peligros que la acosan, la llena con el
agua negra del manantial y se la entrega
a la joven.)

CUADRO 32
(Venus reaparece con la Aurora y observa
de nuevo la perfección de la admirable
labor. Sin embargo, ni con ello aplaca la
bella Psique la cruel ira de Venus.)
VENUS: (Se burla de sus éxitos,
acusándola incluso de hechicera.) Ahora
coge esta caja, dirígete al infierno y
entrégasela a Proserpina. Dile: “Venus te
pide que le entregues un poco de tu belleza,
aunque no le sirva más que para un día, ya
que toda su beldad la ha perdido cuidando a
su hijo enfermo”.
CUADRO 33
(Crear monólogo. Psique comprende que la
intención de la diosa es la de empujarla
hacia la muerte, ya que la envía al
Tártaro y al reino de los muertos.
Desesperada, se encamina hacia una torre
desde la que arrojarse para llegar de un
modo honorable a los infiernos.)
TORRE: (A Psique, antes de que se tire.)
No pretenderás rendirte ahora después de
tantos esfuerzos, ¿verdad? Sigue mis
consejos y conseguirás lo que necesitas.
Debes dirigirte a Esparta y buscar el oculto
Ténaro. Allí se encuentra la entrada del
reino de Plutón. Si cruzas el umbral, un
camino desierto te llevará directamente al
palacio del Orco. (pausa) Para acceder a él
debes llevar una torta de harina en cada
mano y un par de monedas en la boca, y no
hacer caso a ninguna de las apariciones que
intente distraerte o engañarte. (pausa)
Llegarás al río de los muertos, donde
encontrarás a Caronte, que te cruzará con
su barca a la otra orilla, siempre que le
pagues con una de las monedas que llevas.
Eso sí, deja que sea él quien te la coja de la
boca. (pausa) Más adelante, otras
apariciones pretenderán que dejes una de
las tortas que llevas en las manos… ¡Ni se te
ocurra hacerlo! La necesitarás cuando
aparezca un perro espantoso de tres
cabezas, el can Cerbero, para amansarlo y
entretenerlo. (pausa) Sigue adelante y
llegarás ante la presencia de Proserpina, que
te ofrecerá manjares deliciosos y un
comodísimo asiento. No le hagas caso;
siéntate en el suelo y acepta únicamente un
pedazo de pan. (pausa) Pídele lo que te ha
encargado Venus, recógelo y márchate. Da al
perro la otra torta para calmarlo, y al
avaricioso Caronte, la moneda que te queda.
Así podrás regresar de los infiernos. (pausa
mayor) Pero, sobre todo, recuerda que no
debes abrir bajo ningún concepto la
tentadora caja que te habrá entregado
Proserpina, ni mirar en su interior; no
pretendas por nada del mundo examinar el
tesoro de la divina hermosura.
CUADRO 34
(Psique sigue paso a paso todo lo que le
ha indicado la torre y regresa, victoriosa,
con el recipiente. Desgraciadamente, sin
embargo, no puede resistir la temeraria
curiosidad que se apodera de su
pensamiento.)
PSIQUE: (Monólogo) ¡Qué tonta sería,
siendo portadora de la belleza divina, si no
cojo ni una pizca para mí misma, aunque solo
sea para agradar a mi enamorado…! (Abre la
caja, en la que no encuentra más que un
sueño poderosísimo, que la invade y la deja
como muerta en el medio del camino.)
(Eros, cerrada ya la herida, entra
volando hasta donde se encuentra vencida
por aquel sueño para socorrerla. La
despierta con un suave pinchazo de saeta,
sin hacerle daño.)
EROS: (recriminándole su actitud) ¿No
eres capaz de aprender de la experiencia y
resistir a la curiosidad, que ya te había
dejado sin marido, y en cambio, te arriesgas
incluso a morir? (pausa) Ve a ver a mi
madre y entrégale lo que te ha encargado.
Mientras tanto, yo trataré de solucionarlo
todo. (Sale volando. Psique, antes de que
se vaya, promete entregarle a Venus lo
que Proserpina le ha dado. Sale.)
CUADRO 35
(Eros, impregnado de amor, llega a donde
está su padre, el gran Júpiter. Le explica
la situación y le pide que interceda por
él.)
JÚPITER: A pesar de que tú, hijo mío,
jamás me has guardado el honor que
conviene guardar a los padres por el dictado
de los dioses te ayudaré por el recuerdo que
tengo de haberte criado con mis propias
manos. (pausa) Ahora bien, a cambio,
deberás compensarme ofreciéndome a
alguna bella doncella que conozcas en la
Tierra… (Eros accede y sale.)
(Júpiter llama a Mercurio y le ordena que
convoque a todos los dioses en asamblea.)
JÚPITER: (Ante otros dioses.) ¡Oh, dioses,
mi hijo Eros, del que ya conocéis su
fogosidad y su inconstancia, ha escogido a
una doncella y la ha convertido en su esposa!
¡Que así sea, y disfrute por siempre de sus
amores! (A Venus.) Y tú, hija, no te aflijas ni
te pongas triste por el hecho de que haya
escogido a una mujer mortal, ya que haré
que este matrimonio no sea desigual, sino
legítimo. (Ordena a continuación a
Mercurio que traiga a Psique hasta el
cielo. Lo cumple rápidamente y entra
Psique. Le entrega una copa de ambrosía
a la joven.) Toma esta bebida, Psique, y
serás inmortal. Eros no se separará jamás
de ti y vuestro matrimonio será eterno. (A
continuación se sirve un exquisito y
abundante banquete de bodas, como
corresponde a tal celebración. Psique
vuelve a los brazos de Eros. Pronto
alumbrarían a su hija, a la que llamarán
Voluptuosidad.)
CUADRO 36
(Entran los ladrones a la guarida con un
sustancioso botín. Como han dejado
algunas cosas escondidas en la cueva,
sacan del establo al caballo y a Lucio
para traerlas. Una vez allí, los cargan
más de lo debido y, como tienen prisa por
llegar a la guarida, los azotan. Lucio
resbala y se lastima la pata derecha.)
LADRÓN 1: (se percata de que cojea) ¿Hasta cuando le vamos a mantener ya que con la pata lastimada no nos
va a servir de mucho?

LADRÓN 2: Si fuera por mí, lo tiraría por un precipicio, pero todavía lo necesitamos para transportar el botín.

CUADRO 37

(Llegan los ladrones a la guarida y descargan el botín a continuación dejan a Lucio con la anciana y se llevan
al caballo.)

LUCIO: (reflexión) Si me quieren muerto, ¿a qué espero para huir, ahora que puedo, pues sólo me vigila una
vieja medio muerta a la que podría rematar con una coz? (De un brusco tirón rompe la cuerda que lo
mantiene atado y echa a correr. La anciana despierta, y trata de retenerlo, pero la doncella, como ve la
oportunidad de huir, le arranca la cuerda de las manos, monta sobre Lucio y le hace galopar.)
DONCELLA (Cárite): (gritando) ¡Tú, instrumento de mi libertad y de mi salud, si me llevas a casa sana y salva y
me devuelves a mis padres, cómo te lo agradeceré! (Antes de que puedan llegar demasiado lejos, algunos de
los ladrones los interceptan y los conducen hasta la guarida. Allí los atan y discuten sobre el castigo por haber
intentado huir.)

LADRÓN 1: Lo que tenemos que hacer es degollar mañana por la mañana a este asno, sacarle las tripas y coser
dentro de él a la joven, dejando únicamente el rostro fuera. (pausa) Después los situaremos sobre una roca
bien expuesta al sol; así ambos sufrirán una muerte dolorosa. (Los otros ladrones están de acuerdo.)

CUADRO 38

(Al día siguiente por la mañana. Entra un ladrón. Acompañándole, había llegado un joven fuerte, alto y
valiente, medio desnudo y cubierto con andrajos mal cosidos que apenas le cubren el corpulento pecho y los
fornidos músculos.)

LADRÓN 2: Compañeros, por lo que respecta al robo de la casa de Milón de Hípata, no hay que preocuparse
más, ya que todos en la ciudad tienen por seguro que lo ha llevado a cabo uno de sus invitados, ¡un tal Lucio…!
Este individuo, después de hacerse invitar a aquella casa y ganarse con promesas de amor los favores de la
esclava de Milón, llamada Fotis, huyó la misma noche del robo, se escondió rápidamente, y aún hoy no lo han
encontrado.

LUCIO: (reflexión extensa) ¡Así pues, creen que he sido yo el ladrón…! Es natural, puesto que hui del hogar de
mi anfitrión esa noche, y ya no regresé. Al escuchar las palabras de este ladrón, comparo la suerte que tenía
antes, cuando era aquel feliz y venerable Lucio, con la del presente, que soy un pobre asno desventurado.
(pausa) ¡Ay, qué ciega es la diosa Fortuna: concede sus favores a los que no lo merecen y, lo que es más grave,
da lugar a que los viles disfruten de buena fama, mientras que los inocentes son injuriados y vituperados!
(pausa) Ahora que soy un vil animal de cuatro patas y que no puedo disponer de la palabra para defenderme,
se me acusa de robar a mi apreciado anfitrión, que con tan buena voluntad me acogió en su casa. Cualquiera
podría haber calificado esto, ya no de latrocinio, sino incluso de parricidio. (pausa) Sin embargo, no puedo
decir ni una palabra para defenderme.

(De cualquier modo, trata de decir: “¡¡¡NO, YO NO LO HICE!!! y rebuzna con tal sonoridad, que uno de los
allí presentes coge un “palo” para azotarlo y que se calle.)

JOVEN (Tepolemo): ¡Salud, nobles compañeros del valiente Marte, el más valeroso de los dioses, y desde
ahora mismo ya leales camaradas míos! Acoged de buen grado a un hombre vigoroso que desea unirse a
vosotros, que prefiere recibir heridas en el cuerpo antes que oro en las manos, y que saca lo mejor de él ante
la muerte, frente a la que muchos flaquean. (pausa) No me valoréis por estos harapos, pues he sido el jefe de
una poderosísima banda de ladrones. Pero en poco tiempo he perdido a muchos de mis valerosos y viejos
compañeros, así como todas mis riquezas. (pausa) Aunque, antes de venir aquí, he conseguido hacerme con
un buen botín por el camino. (Rasgándose las ropas remendadas, deja caer a sus pies saquitos con monedas de
oro.) He aquí mi contribución o, mejor dicho, mi dote, porque deseo unirme a vuestra banda. (pausa) Con el
corazón en la mano me ofrezco para convertirme en vuestro fiel caudillo y os prometo, si no me rechazáis,
convertiré esta cabaña en un palacio de oro.

(Todos lo aceptan de forma unánime y le ofrecen a continuación unas ropas elegantes. Los besa uno por uno
y se le consagra con un gran brindis. Le cuentan todo lo relacionado con la doncella y Lucio. Al conocer la
monstruosa muerte que habían convenido aplicarles, el joven desea conocerla y, al verla cargada de
cadenas, hace gestos evidentes de desaprobación. Ella se pone a reír en cuanto lo ve.)

JOVEN (Tepolemo): Creo que los ladrones que piensan de un modo acertado deben tener presente, por
encima de todo, sus intereses y beneficios, y no dejarse ofuscar por la venganza. (pausa) Si matáis a la joven y
al asno, os dejaréis llevar por la ira, pero nada ganaréis. Por el contrario, si a la joven le perdonáis la vida,
podréis venderla en alguna ciudad, pidiendo por ella un buen precio.

(Convencidos por el razonamiento, acceden a liberar a la hermosa joven – y en consecuencia también a


Lucio – del castigo que le esperaba.)

LUCIO: (reflexión) ¿Cómo es posible que se olvide tan rápidamente a su prometido, con quien estaba a punto
de contraer matrimonio, y se alegre al ver a este mozo desconocido?

JOVEN (Tepolemo): (retomando la conversación) ¿Por qué no ofrecemos un sacrificio a Marte antes de
vender a esta joven? Entregadme a diez compañeros, con los que viajaré hasta la aldea más cercana y os
traeré un banquete digno de sus sacerdotes.

CUADRO 39

(Poco tiempo después, regresan con odres llenos de vino y comida abundante. El joven sirve vino a sus
compañeros en copas de oro. En medio del banquete va a visitar a la joven y se besan.)

LUCIO: (reflexión) ¡Ahora entiendo todo! No se trata de un ladronzuelo desconocido, ni de ningún nuevo
ladrón, sino de Tepolemo, el prometido de la doncella.

TEPOLEMO: (cuando no lo escucha nadie) ¡Cárite, ten valentía, muy pronto te libraré de todos estos
enemigos tuyos…! (Vuelve con los ladrones y les llena sus copas; él evita beberlo, pues ha añadido algún
tipo de sustancia con la idea de adormecerlos.)

(No tardan en caer todos los ladrones ebrios. Los ata con firmeza, coloca a la joven a lomos de Lucio y
escapan de allí, hacia sus tierras.)
CUADRO 40

(Llegan a la ciudad. Los padres de Cárite conceden a Tepolemo a su hija como esposa, tal y como convenía a
su heroica gesta. Texto.)

(La prometida deja a Lucio en manos de sus progenitores, recordándoles que deben tratarlo con mucha
consideración. Para honrarlo, deciden destinarlo a correr libre por el campo, disfrutando en compañía de las
yeguas. ¿Diálogo?)

ACTO III

CUADRO 1

(Casa de los padres de Cárite. En agradecimiento por la ayuda entregan a Lucio a un pastor, que lo conduce
al campo. Monólogo de Lucio: “¡Qué feliz soy! ¡Por fin podré vivir tranquilo e ir a mi aire! Además, si tengo
suerte, encontraré una rosa que me permita convertirme en humano!”)

CUADRO 2 (historia de Trasilo)

(Junto a la familia se encuentra Trasilo, miembro de una noble y rica estirpe, pero demasiado dado a la
bebida y a la mala vida, e incluso tenía las manos manchadas de sangre humana. Llevaba enamorado de
Cárite desde hace años y llegó a solicitar su mano a sus padres, obsequiándoles con valiosos presentes, pero
por sus malos hábitos recibió la afrenta de ser rechazado. Desde ese momento buscó ávidamente la ocasión
más propicia de vengarse.)

(Momento actual. Se muestra exultante de alegría y, ocultando sus criminales intenciones, representa el
papel del amigo más fiel. Para celebrar ese momento, propone a Tepolemo a cazar corzos.)

CUADRO 3

(Días después. En el bosque. Los acompañan perros. Aparece el jabalí de mayor tamaño y más salvaje que
jamás han visto, enfurecido y echando espuma por la boca.)

TRASILO: (Lo reta insidiosamente para que persigan al peligroso animal a caballo y le den caza.) No querrás
que permitamos, dominados por la cobardía propia de los esclavos o como si fuéramos timoratas jovencitas,
que se nos escape esta valiosa presa, ¿verdad? (Insiste hasta conseguir eliminar las dudas iniciales de
Tepolemo.)
CUADRO 4

(Persiguen al jabalí, Tepolemo lo ataca con la lanza y lo hiere. El animal se gira furioso contra él. Trasilo
embiste con la lanza al caballo de su compañero de caza. Este cae al suelo junto con su montura y el jabalí
aprovecha para hincarle sus afilados colmillos. Trasilo le clava la lanza en el muslo derecho para que parezca
que ha sido una dentellada de jabalí. A continuación traspasa también al animal.)

CUADRO 5

(Casa de la familia de Cárite. Ocultando la alegría que siente por haber conseguido su propósito y fingiendo
tristeza, Trasilo entra en la casa llevando el cadáver del desdichado joven y asegura que el culpable de la
muerte ha sido el jabalí. Entra Cárite y, al ver a su marido muerto, se pone fuera de sí y se lamenta con
gritos espeluznantes, golpeándose el pecho en señal de dolor. Trasilo no cesa de lamentarse, de una manera
exagerada, derramando lágrimas y sosteniendo las manos de Cárite para evitar que se golpee. Trasilo la
vuelve a pedir en matrimonio y, al escuchar la irrespetuosa propuesta, se desmaya. Los padres piden a unos
criados que traigan una silla para que descanse, que se lleven el cuerpo de Tepolemo y que traigan agua
para que se recupere. Salen padres y Trasilo para hablar del tema, pues su hija es demasiado joven para
quedarse sola.)

CUADRO 6

(Se queda sola y despierta del desvanecimiento. Se le aparece el espíritu de su difunto marido.)

ESPÍRITU: Esposa mía, cásate de nuevo con quien desees, pero rehúsa la mano sangrante de Trasilo, ¡el
causante de mi muerte! No permitas que un asesinato tan vil sea el prólogo de un nuevo enlace. ¡Fue su lanza,
en lugar de los colmillos del jabalí, la que acabó con mi vida!

CÁRITE: (monólogo) (embargada por la ira) ¡Castigaré con mis propias manos a este asesino sin alma! (Entra
Trasilo que, después de afirmar que sus padres están a favor de que no esté sola, le insiste en el
matrimonio.) El bello rostro de tu hermano y queridísimo marido mío se halla aún presente en mis ojos, aún
perfuma mi olfato el olor de su cuerpo, aún vive en mi pecho. (pausa) Por lo tanto, harías bien respetando el
legítimo duelo que me corresponde y esperar a que se cumpla el año de luto, no vaya a ser que suscitaras con
tu impaciencia los vengativos espíritus de los antepasados de mi esposo. (Trasilo siente todavía más ardiente
su deseo e insiste en sus inapropiadas y desvergonzadas proposiciones. Simulando que se da por vencida.)
Trasilo, ya que nadie juzgaría correcto que nos uniéramos en matrimonio siendo tan reciente la desafortunada
muerte de mi marido, deberás conformarte con ser mi amante, por el momento… (pausa) Así pues, vendrás
esta noche en secreto a visitarme a mi habitación, aunque debes hacerlo con mucha cautela y a solas, para no
despertar sospechas. Mi anciana criada te abrirá las puertas y te conducirá hasta mí.
CUADRO 7

(Por la noche. Habitación de Cárite. La criada recibe a Trasilo, le sirve una copa de vino en la que ha añadido
un poderoso somnífero (antes se tiene que haber mostrado). Al poco se queda dormido y la anciana va a
avisar a Cárite, que entra temblando de cólera.)

CÁRITE: ¡He aquí el fiel compañero de mi marido! ¡He aquí el egregio cazador! ¡He aquí mi amado
pretendiente! Esta es la mano que vertió la sangre de mi sangre, este es el pecho que tramó mi perdición, los
ojos que se enamoraron de mí y que, como si presintieran las tinieblas, se adelantan al castigo que les espera.
(pausa) Duerme tranquilo. (pausa) ¡No te concederé el honor de herirte con mi cuchillo, ya que esto te
igualaría a mi desdichado marido…! Tú seguirás vivo, pero tus ojos morirán. (pausa) ¡En ningún caso me
obtendrás como esposa! No hallarás descanso en el reposo de la muerte, ni disfrutarás del placer de la vida.
(pausa) Como una sombra, vagarás entre la oscuridad del Infierno y la luz del Sol. (pausa) Mientras tanto, yo
ofreceré la sangre de tus ojos sobre la tumba de mi marido para aplacar los espíritus de sus antepasados. (Se
saca una aguja de entre los cabellos y, vaciando los ojos de Trasilo, lo deja ciego.) (Monólogo) Aquí dejo una
carta en la que pido a mis padres que me entierren junto a mi amado. Este es mi deseo.) Luego se quita la vida
con una espada.)

(Entra la anciana sirvienta y, al verla, llama a gritos a sus amos. Acaba la escena con un oscuro.)

CUADRO 8

(Casa del pastor. Su mujer, avara y malvada, ata a Lucio a la rueda de un molino y le da latigazos para que se
pueda moler el grano. Esta llama a un joven sirviente, malvado y ruin, y le dice que se lleve a Lucio a la
montaña para cargar leña. El criado desobedece a sus amos en el sentido de que desobedece a los amos
tratando a fuerza de varapalos al asno y sobrecargándole tanto que no puede caminar. En cuanto ve que
lleva la carga desequilibrada, le añade aún más peso. Si Lucio desfallece o tropieza, no le ayuda; por el
contrario, lo apalea sin piedad hasta que se levanta dolorido y medio muerto. A pesar de eso sigue
caminando a duras penas.)

CUADRO 9

(Lugar de la montaña donde cargan leña. El joven ata a Lucio a una encina, coge el hacha y se adentra en el
bosque a cortar la madera que necesita. De pronto, de una cueva surge una osa inmensa y terrorífica. Preso
del miedo, Lucio tira de la cuerda con la que estaba atado hasta que la rompe, y galopa tan rápido como
puede, huyendo tanto del terrible animal como del joven maltratador.)

CUADRO 10

(No muy lejos del lugar Lucio da con un caminante solitario. Creyendo que está abandonado, lo agarra, lo
monta y se dirige hacia la ciudad.)
CUADRO 11

(Llegan a la ciudad. Allí se encuentran con los dueños de Lucio que, al reconocerlo, se apresuran a sujetarlo
por el trozo de cuerda que aún queda, y lo obligan a seguirlos a su casa.)

CAMINANTE: (indignado al verse tan inesperadamente zarandeado) ¿Cómo os atrevéis a abalanzaros sobre
mí de este modo? ¿Por qué me atacáis?

PASTORA: ¿Qué por qué te atacamos, nos preguntas?

PASTOR: Nos robas al asno, quizá has asesinado al joven que iba con él, ¿y todavía pretendes que te tratemos
con delicadeza y cortesía?

CAMINANTE: Este asno estaba completamente solo cuando lo he encontrado y no he visto a ningún joven
conduciendo al animal. Además, he venido aquí con la intención de devolvérselo a su dueño. (lamentándose)
¡Ojalá este asno, con el que preferiría no haberme topado jamás, pudiera hablar con voz humana y dar justo
testimonio de mi inocencia! ¡De este modo os daría vergüenza por los golpes que me habéis propinado!

CUADRO 12

(Montaña. Los enojados pastores lo sujetan muy fuerte y lo conducen al lugar donde el mozo solía recoger la
leña. Encuentran destrozado el cuerpo del joven y no hay rastro de la osa. Vuelven a la ciudad. Se lo llevan
bien atado, acusándolo de ladrón y de asesino sanguinario. Pretenden presentarlo a la justicia para que
reciba el castigo que creen que merece. Lucio quiere defenderlo, pero no puede hacer otra cosa que
bramar.)

CUADRO 13

(Casa de los pastores. Entra la madre del joven criado, llorando amargamente la muerte de su hijo.)

MADRE: (increpa con dureza a Lucio) ¿Cómo no quisiste ayudarlo cuando el asesino lo atacaba? (pausa) ¿Por
qué no lo defendiste con un buen par de coces? (pausa) ¿Acaso no sabes que quienes se niegan a socorrer a
los que se encuentran en peligro de muerte son castigados por haber cometido un delito contra las buenas
costumbres? (Desesperada, no deja de golpear a Lucio con una vara hasta que, fatigada de sacudirlo, se le
cae de las manos).

CUADRO 14

(De noche. Casa de los pastores. Uno de los criados de Cárite llega y explica el desdichado final de la
doncella de tan estimable familia. Los pastores deciden abandonar la casa, pues temen que las desgracias de
sus señores les puedan acarrear alguna desventura también a ellos. Recogen cuanto hay de valor y lo cargan
a las espaldas de Lucio.)
CUADRO 15

(Llegan a una ciudad muy rica. Unos habitantes les advierten de que es peligroso caminar de noche, pues
unos lobos grandes y feroces que habitan los alrededores no dudan en atacar y matar a las personas que
pasan cerca de ellos. El pastor y su mujer no atienden a los consejos y continúan andando por la noche,
empuñando las armas por si acaso.)

CUADRO 16

(Llegan a una aldea. Unos habitantes los confunden con ladrones y azuzan contra ellos a sus perros feroces y
rabiosos. Al mismo tiempo, desde los tejados de las casas les lanzan sin cesar piedras y rocas. Una de ellas
impacta contra la mujer del dueño y la deja malherida. El pastor la atiende e invoca a los dioses.)

PASTOR: ¡Oh, dioses! ¿Por qué nos asustáis, asaltáis y matáis, a nosotros, pobres y sufridos viajeros? ¿Qué
queréis robarnos? ¿Qué daño os hemos causado?

(La lluvia de piedras cesa y se calma la tempestad de ladridos de aquellos gigantescos perros, los cuales son
llamados al orden.)

HOMBRE: (encaramado a un ciprés) ¡Os hemos asaltado para evitar que vosotros nos atacarais; pero seguid,
pues, vuestro camino!

CUADRO 17

(Llegan a una ciudad muy noble y poblada donde los pastores deciden llevar a Lucio al mercado para
venderlo. Un posible comprador es agredido por Lucio: le muerde y le propina una coz. Lo compra
finalmente un viejo pobre y desgraciado, llamado Filebo. Pertenece a los más bajos niveles humanos que
pueda haber, pues se ve obligado a recolectar limosnas mostrando una imagen de la diosa Venus (también
puede ser Minerva o Cibeles) por plazas y ciudades.)

POBRE: ¿De dónde procede y qué edad tiene?

PASTOR: (riéndose) Un astrólogo miró la constelación de su nacimiento y le ha calculado unos cinco años,
pero con toda seguridad el propio asno lo sabrá mucho mejor.

POBRE: (sin percatarse de que el pastor está burlándose de él) ¿Es dócil?

PASTOR: De tan manso que es, parece más una oveja que un asno… (pausa) ¡No sería capaz de atacar a nadie,
jamás! Tan sensato es que incluso se podría creer que vive un hombre debajo de esta piel de asno…

(Filebo coloca sobre el lomo de Lucio a su diosa, cubierta con una preciosa tela de seda.)
CUADRO 18

(Filebo y Lucio llegan a otra noble ciudad, donde vive un señor muy importante que profesa una gran
veneración a la diosa que porta el pobre. Sale a recibirlos y los acoge en su magnífica hacienda, haciéndoles
objeto de una cuidada y devota atención. Los aloja y prepara sacrificios propicios para honrar debidamente
a la diosa.)

(Uno de los aldeanos de la zona llega a la casa cargado con una excelente pata de ciervo como presente. Con
poca precaución la dejan colgada cerca de la puerta de la cocina. El perro del señor, sin que nadie se dé
cuenta, consigue alcanzarla y se la lleva. El cocinero del señor, al descubrir semejante pérdida, teme el cruel
castigo de su amo y está dispuesto a quitarse la vida él mismo, pero su mujer le propone una solución.)

MUJER DEL COCINERO: ¿Acaso no ves, desgraciado, que tienes la salvación justo delante de ti? Agarra a este
asno, dególlalo, córtale la pata, que tanto se asemeja a la del ciervo, cocínala bien, aderézala con cuidado y
sírvesela al señor, en lugar de la perdida.

(El cocinero empieza a afilar sus cuchillos. Lucio lo mira asustado y tensa con toda la fuerza la cuerda que lo
tiene atado hasta que la rompe. Echa a correr tanto como puede, lanzando coces para evitar que lo
sacrifiquen. Sin darse cuenta, entra en la sala donde el gran señor que los aloja está celebrando una
ceremonia ritual de sacrificios en nombre de la diosa. Del impulso que lleva, tira por el suelo buena parte del
servicio de la comida y algún otro elemento del acto sacramental. El señor ordena a su criado que lo
encierren en algún lugar para que se calme.)

(Mientras se lo llevan, se presenta un muchacho, tembloroso y demudado, y explica que hace apenas un
instante, desde un callejón cercano, ha entrado un perro rabioso que ha mordido a algunos animales del
establo. Creyendo que la ira de Lucio se debe al hecho de haber sido contagiado por aquel animal, lo
persiguen con lanzas y hachas muy afiladas. Escapa y consigue colarse dentro de la habitación de los amos
de la casa. Sus perseguidores, temerosos, cierran con llave la puerta y echan el cerrojo, dejándolo allí para
que repose. Se tumba entonces sobre la cama como una persona.)

CUADRO 19

(A la mañana siguiente oye cómo los de fuera comentan algo entre ellos.)

CRIADO 1: ¿Debemos creer que este asno aún está poseído por la rabia, o, por el contrario, al aumentarle la
propia furia, le habrá ido amortiguando el efecto de la rabia?
CRIADO 2: Antes de nada hay que comprobar antes que nada si se muestra o no relajado, acercándole un
recipiente de agua fresca. Si la bebe como tienen por costumbre los asnos, sin temor y con calma, sabremos
que ha quedado libre de cualquier tipo de enfermedad. (pausa) En cambio, si se estremece solo con verla y la
evita, estará claro que permanece bajo los efectos de la rabia.

(Entran con sigilo en la habitación y se lo acercan. Lucio se aproxima y se bebe aquella agua tan buena y
saludable tranquilamente y agachando la cabeza. A continuación soporta con obligada paciencia que le den
palmadas, le tiren de las orejas, estiren de la cuerda y todo lo que se les ocurre para comprobar su
mansedumbre y renovada salud, hasta que finalmente resuelven dejarlo en paz. De ese modo, cargándole a
la diosa sobre el lomo, abandonan la casa de aquel señor y prosiguen su viaje.)

CUADRO 20 (historia del amante y el tonel)

(Filebo y Lucio llegan a un pueblo, donde les cuentan una divertida historia.)

(Historia. Un hombre muy pobre, que malvivía ofreciendo sus servicios a los artesanos, estaba casado con
una mujer muy poco fiable, que le era infiel siempre que podía. Una mañana, al irse el marido a trabajar, la
mujer hizo entrar a uno de sus amantes a la habitación. Mientras se entregan al amor, el ingenuo marido
regresa a casa de improviso. La mujer obliga a su enamorado a esconderse en un tonel vacío y medio oculto
que hay en un rincón. Entra el marido.)

ESPOSA: (increpándolo con amargura) ¿Cómo te atreves a pasearte tan despreocupado con las manos en los
bolsillos, en lugar de trabajar para procurarnos alimento? (pausa) ¡¡Mientras que yo, sacrificada, me paso las
horas hilando sin parar para que en casa tengamos, por lo menos, un poco de dinero con que poder pagar una
lámpara que nos ilumine…!!

MARIDO: ¡No te angusties, mujer! Aunque hoy el amo nos ha dado fiesta porque tiene un pleito en el tribunal,
yo no he dejado de buscar la manera para proveernos de comida… (pausa. Mira al tonel.) ¿Te has fijado en
ese tonel vacío que tenemos ahí, que no nos sirve más que de estorbo? Pues lo he vendido por cinco denarios;
ahora lo único que debemos hacer es entregárselo a su comprador.

ESPOSA: (rompe a reír exageradamente) ¡Oh, qué gran hombre y negociante tengo por marido! ¡Ha
conseguido vender por cinco lo que yo ya había vendido por siete!

MARIDO: (muy contento y sin sospechar nada) ¿Y quién te ha dado tanto??

ESPOSA: Ahora mismo se encuentra dentro del tonel para comprobar si está en buenas condiciones, o si los
años lo han estropeado…
AMANTE: (siguiéndole el juego a la esposa, sale a toda velocidad de su escondite) ¿Quieres que te sea
sincero, mujer? Este tonel tuyo es demasiado viejo y está lleno de grietas. (Se da la vuelta hacia el marido.)
Tú, buen hombre, seas quien seas, dame una lámpara para que pueda rascar la suciedad, y así averiguar si aún
sirve para algo.

MARIDO: (sin sospechar nada) Apártese y quédese aquí sin hacer nada hasta que te pueda presentar el tonel
tan limpio como debería estar. (Se desnuda y se mete en su interior para limpiar las costras de barro que el
tiempo ha ido acumulando.)

(Entonces los amantes, aprovechando que el marido está dentro del tonel, retoman tranquilamente sus
caricias y la esposa se burla del marido.)

ESPOSA: (con desvergonzada picardía) Debes limpiar bien esto de aquí, y también eso de más allá…

(Al acabar, el pobre marido, una vez que le fueron entregados los siete denarios, se ve obligado, además, a
cargar la pieza que ha vendido hasta la casa del amante de su mujer. Salen.)

CUADRO 21

(Presente. Pasan unos días. Por el camino un grupo de representantes de la ley arremete contra Filebo,
acusándolo de ladrón, sacrílego y falsario. Se acercan a Lucio, lo sujetan con fuerza y empiezan a buscar
entre las telas que lleva, hasta que encuentran un botijo de oro perteneciente a Filebo, por lo que ratifican
sus acusaciones anteriores. Lo conducen a prisión y comentan que entregarán la imagen de la diosa a un
templo cercano, además de llevar a Lucio al marcado para venderlo y así ganar algo de dinero extra.)

CUADRO 22

(Mañana siguiente. Un molinero lo ha comprado. Es muy buen hombre, pero ha escogido como esposa a la
más mala y degenerada que pueda existir. Aparte de maligna, es inhumana, cruel, venenosa, avara en sus
rapiñas, malgastadora en sus compras y enemiga de la fidelidad. Al llegar su marido con el burro, le ordena
que lo sujete ya a la muela, sin perder tiempo. Lucio intenta remolonear, deteniéndose tanto como puede y
simulando ignorar qué debe hacer. Enfadada, manda al marido que le traiga un bastón para que se vuelva
más dócil. Sale el molinero y vuelve con un bastón. Se lo entrega a su esposa y esta le da tantos varapalos,
que al final consigue que su marido lo enganche a la rueda, avanzando al ritmo que quieren.)

CUADRO 23 (historia del amante y las sandalias)

(Al acabar el día, lo llevan al establo y le dan de comer. Al quedarse solo, llora amargamente. De pronto
escucha una conversación. Una vieja alcahueta, confidente de sus adulterios y encargada de llevarle los
amantes a su habitación, le cuenta una historia muy graciosa al ama. Lucio desde su posición la escucha
gracias a sus largas orejas.)
CUADRO 24

(Historia. Bárbaro, jefe de una decuria y miembro del consejo municipal, llamado Escorpión por sus maneras
salvajes e impetuosas, está casado con una mujer noble y bellísima. Poseído por unos celos extraordinarios,
obliga a su esposa a estar siempre en casa. Tiene que salir de viaje y llama a Mirmeces, su esclavo más leal.
Le pide que vigile a su mujer para impedir que alguien se acerque a ella. Le amenaza con las más crueles
torturas si no es capaz de guardarla como es debido.)

CUADRO 25

(Filesitero aborda al fiel esclavo por la calle y le expone sus amores y sufrimientos. Le asegura que morirá de
pena si no consigue visitar a su señora. Para tranquilizarle, el joven amante le garantiza que no correrá
ningún riesgo, ya que irá a casa de su señora de noche y muy oculto, sin que nadie se entere. Para
convencerlo por completo, le muestra treinta monedas de oro, de las cuales veinte serán para su señora y
diez, para él, si le permite encontrarse con ella. Pero Mirmeces se asusta y no quiere saber nada del tema.)

CUADRO 26

(En casa. Mirmeces empieza a dudar, debatiéndose entre las dos opciones opuestas: la lealtad a su señor o
su afán de lucro. Finalmente, el deseo de poseer el oro se impone el miedo a la muerte y decide explicarle a
su señora la deshonrosa propuesta que ha recibido. Ella accede a recibirlo.)

CUADRO 27

(Por la noche. El joven amante se presenta en la casa y el criado lo conduce a la habitación de su señora,
pero al cabo de poco rato se presenta el marido. Mirmeces sale a su encuentro y, con el propósito de dar
tiempo al adúltero de que escape, Mirmeces asegura a su amo que no encuentra las llaves de la puerta, que
ha cerrado a conciencia con tal de proteger mejor a su esposa. Aprovecha Filesitero a toda prisa, sin tener
tiempo de ponerse las sandalias, que se quedan debajo de la cama del amante. El marido las ve bajo el lecho
y las coge sin decir nada a su mujer. Entonces ordena a sus esclavos que encadenen a Mirmeces y lo lleven al
foro para que sea castigado por la traición que ha llevado a cabo. Mientras lo conducen por la calle, por
casualidad con Filesitero, el cual, queriendo recobrar lo que se había dejado, astutamente empieza a
insultarle.)

FILESITERO: ¡Bien te mereces, malvado, ir encadenado y que te castiguen con la prisión, porque no dudaste en
robarme las sandalias cuando me hallaba en los baños públicos…!
(Al oír esta acusación, Bárbaro devuelve las sandalias a Filesitero y, convencido de no haber sido engañado
por su mujer, perdona al criado.)

CUADRO 28

(Presente. La molinera le comenta a su amiga que ojalá pueda tener un amante así, en lugar de un marido
tan miedoso que se asusta por todo. La vieja alcahueta aprovecha para introducir a Filesitero, que está
esperando, en el dormitorio. Pero el molinero, que ha cenado en casa de un amigo, regresa antes de lo
previsto y la mujer esconde al amante en un tonel de madera, poniéndolo boca abajo.)

MOLINERO: Ni siquiera he podido terminar la cena ya que mi anfitrión ha encontrado a su mujer en la cama
con un jovencito.

ESPOSA: ¡Qué esposa más pérfida, desvergonzada y malvada, la de tu amigo…! ¿Cómo se le ocurre traicionar la
fidelidad de su marido, convirtiéndose en una mujer vulgar y deshonrando a su familia…?

(Lucio no soporta la burla que le hace al marido y se acerca al tonel donde se oculta el amante y pisa con
fuerza los dedos del adúltero, que sobresalen un poco. No puede evitar gritar de dolor y es descubierto.
Encierra a su mujer en una estancia e invita al joven a pasar la noche en otra, comentando con cautivadoras
palabras que no le importa compartir a su mujer y que al día siguiente hablarán más tranquilamente.)

CUADRO 29

(Mañana siguiente. El molinero ordena a sus criados que lo azoten y lo saquen de casa a golpes. Al mismo
tiempo echa de casa a su mujer. Enfurecida y resentida, la esposa expulsada quiere vengarse y acude a una
siniestra hechicera, experta en sortilegios y maleficios. Esta, por medio de encantamientos, convoca el
espíritu de una tétrica mujer, vestida con harapos y descalza, y la envía a visitar al molinero. Lo toma de la
mano, se lo lleva a una habitación y cierra la puerta. A la mañana siguiente, lo encuentran colgado de una
viga, sin rastro de la misteriosa mujer. Ceremonia funeraria.)

CUADRO 30

(Mañana siguiente. Llega la hija del molinero, desconsolada, mesándose los cabellos y golpeándose
repetidamente el pecho. Nadie la había informado de la muerte de su progenitor. Se ha enterado porque se
le ha aparecido en sueños su espectro, quien le ha contado cuál ha sido el final que le ha preparado la
madrastra. Decide venderlo todo y marcharse.)
ACTO IV

CUADRO 1

(Ha transcurrido un año desde entonces. Monólogo. A Lucio lo compró un hortelano, que lo ha cargado
todas las mañanas con los alimentos que cultivaba y lo llevaba al mercado. En este tiempo Lucio ha
disfrutado de un plácido reposo pues, mientras su amo trabajaba en el huerto, él descansaba. Pero en ese
momento ha llegado el invierno y Lucio sufre el tormento de un frío incesante, estando al raso y encerrado
en un establo desprovisto de techo, sin que la pobreza de su dueño le pueda proporcionar un triste abrigo.)

CUADRO 2

(Mientras se dirigen al pueblo, se cruzan con un soldado legionario alto y arrogante, que parece feroz.)

LEGIONARIO: (con insolencia) ¿Adónde llevas este asno?

HORTELANO: Lo llevo al pueblo para vender mis verduras.

LEGIONARIO: Pues yo lo necesito para llevar al campamento el equipaje de nuestro capitán.

(El hortelano se niega y el soldado se enfurece. Empieza a golpearlo y a amenazarlo con la espada,
pretendiendo llevarse a Lucio sí o sí. Intentando defenderse, el hortelano tira al suelo al militar, lo deja
aturdido y huye cabalgando sobre Lucio a toda prisa en dirección al pueblo.)

CUADRO 3

(Casa de un viejo amigo. Le explica lo sucedido y le ruega que los esconda unos días hasta que se haya
calmado la situación. El viejo amigo accede a ello.)

CUADRO 4

(El arrogante legionario, malherido consigue regresar a la ciudad. Se reúne con sus compañeros y les explica
los hechos. Avergonzado por su cobardía, les hace creer que ha robado un vaso de plata de un oficial y
traman un complot para vengarse del hortelano.)

CUADRO 5

(Un vecino traidor delata el escondite y los soldados se presentan en casa del anfitrión diciendo que saben
con certeza que tiene al hortelano y al asno ocultos. El viejo amigo niega rotundamente esa afirmación
alegando que hace días que no ve al hortelano. Pero los soldados, arrogantes, insisten y entran a registrar la
casa, sin hallar rastro ni de persona ni de asno. Regresan todos afuera y la discusión se torna más violenta:
unos diciendo que dentro tienen que estar y el anfitrión negándolo.)
(Siendo como es un asno muy curioso, intenta, girando el cuello, asomar la cabeza por la ventana para
espiar lo que hacen pero, con tan mala suerte, que uno de los soldados lo ve, se le tira encima y lo atrapa.
Los otros soldados se ponen a buscar al dueño, al que encuentran bien escondido dentro de un tonel. De
este modo se lo llevan a prisión para castigarlo, probablemente, con la pena capital. Durante el camino los
soldados no dejan de burlarse de la aparición de Lucio por la ventana.)

CUADRO 6

(Llegan Lucio y el soldado que lo ha atrapado a una nueva ciudad. Caminando por la calle unos ciudadanos
hablan de una espantosa historia que hace muy poco tiempo que ha acaecido.)

CUADRO 7 (malvada madrastra)

(Historia. Un hombre honrado tiene un hijo, un joven de extrema belleza, muy erudito, impecable y
moderado. Enviudó y está casado con una mujer, remarcable más por su belleza que por sus buenas
costumbres, con la que ha tenido otro hijo. Quiere que toda la herencia del hijastro sea para su hijo natural.
Un día manda que su hijastro la vaya a ver. Como buen hijo, obedece la orden y se quedan a solas.)

(Aterrorizado, el joven se negó con suavidad, creyendo que pronto se le pasaría a su madrastra aquella
idea. Ella no deja de insistir, aunque sin ningún éxito. El hijastro se despide. Cansada de que este no le
hiciese caso, decide vengarse de él. Llama a uno de sus esclavos, tan malvado como ella y dispuesto a
colaborar en el crimen, y le manda a comprar un potente veneno.)

(El esclavo ya lo tiene en su poder y lo deposita en una copa destinada al hijastro. La deja preparada, pero,
antes de tener la ocasión de servírsela, llega el hermano pequeño de trabajar, sediento, y se la bebe. Cae al
suelo y da la impresión de que está muerto.)

(La madrastra no se inmuta ni por la muerte del hijo ni por el duelo del marido, ni por la desgracia que ha
sobrevenido a la familia. Llama a su fiel y malvado criado y le ordena que acuse del envenenamiento al hijo
mayor.)

(En el juicio. Sin afligirse por su sucia conciencia, el sirviente no duda en mentir. Asegura que el joven ha
asesinado a su hermano y lo ha amenazado con el mismo final si cuenta a alguien lo que ha hecho. Aparece
de pronto el senador más anciano y respetado de todos, médico de profesión.)
SENADOR: ¡Por los dioses que no permitiré que sea castigado un inocente ni que un esclavo mentiroso y falso
se salga con la suya! Sabed por mis palabras cómo son los hechos. (pausa) No hace mucho este criminal vino a
verme y me ofreció cien monedas de oro a cambio de un veneno muy efectivo, asegurándome que lo
necesitaba un moribundo que deseaba ahorrarse los últimos sufrimientos de su incurable enfermedad.
(pausa) Pero yo, extrañándome de que me ofreciera una suma tan desmesurada de dinero, sospeché que
tramaba algún tipo de traición. Le di lo que me pedía, pero lo obligué a marcar con su sello el saco de monedas
que me entregaba. Lo he traído conmigo y todos podéis ver que lleva su sello (lo enseña). ¿Cómo podría, pues,
el criado de la madrastra acusar al hermano mayor de una muerte causada por un veneno que él mismo
compró?

(El esclavo ha empalidecido y tiembla. Se ponen en pie los alguaciles y, después de forcejear un buen rato
con él, le quitan el anillo. Sitúan la joya sobre la bolsa que les ha entregado el senador y comprueban que
anillo y marca encajan a la perfección.)

SENADOR: Nobles, señores, por si aún tenéis alguna duda, os daré una prueba irrebatible de su culpabilidad:
(pausa) temiendo la maldad que provocaría con el veneno que me solicitaba, y teniendo más presente que
nunca que el objetivo de la medicina es el de curar y no el de causar la muerte a nadie, decidí sustituir el
veneno por un potente somnífero. (pausa) Si el brebaje que tomó el joven fue el que preparé yo mismo, no
estará en absoluto muerto, sino vivo y reposando en un sueño profundo, del que no tardará demasiado en
despertar.

(Todos los presentes aprueban sus palabras. A continuación se dirigen al sepulcro donde se ha depositado el
cuerpo de aquel pobre desafortunado. Al levantar el afligido padre la cubierta del ataúd, comprueba que su
amado hijo, apenas liberado de los efectos del somnífero, se levanta y lo abraza efusivamente. El padre lo
ayuda a salir de inmediato para mostrarlo a todos los que lo han acompañado, que lo reciben con muestras
de gran alegría.)

(Al mentiroso y criminal criado lo atan bien atado y lo llevan de nuevo ante el tribunal. A él lo condenan y a
la pérfida mujer la envían a un permanente exilio.)

CUADRO 8

(Presente. El soldado debe partir hacia Roma con la misión de llevar una carta al gran emperador. Con esta
explicación vende a Lucio por once denarios a dos esclavos hermanos, vecinos suyos. Trabajan de panadero
y cocinero para un señor muy rico, y tratan muy bien a Lucio, como si fuera su compañero. Lo dejan un
momento para que descanse y regresan con las sobras de un suculento banquete que han servido, unos
manjares delicadísimos que dejan al alcance de Lucio, convencidos de que, siendo como es un asno, no se va
a fijar en ese tipo de alimentos. Pero, cuando ellos se marchan, aprovecha la ocasión para zampar todo lo
que le apetece.)
CUADRO 9

(Al cabo de unos días empiezan a sospechar. En primer lugar, se echan la culpa de la rapiña el uno al otro,
pero después de echárselo en cara con dureza, el amor y la confianza fraternal se acaban imponiendo.
Entonces, creyendo cada uno en la palabra del otro, deciden vigilar bien para descubrir quién es el ladrón.
Además comprueban que Lucio va engordando cada vez más, sin que el heno que le dan como alimento se
acabe nunca. (pausa) Como quieren asegurarse, simulan que se van de la habitación y, espiándole por una
rendija de la puerta, quedan maravillados al contemplar cómo se harta de aquellos manjares suyos. De
entrada se enfadan muchísimo, pero pronto se echan a reír estentóreamente. Acaban de presenciar la gesta
inédita de un asno vago comiendo con mucho afán y delicadeza. Sus risas llegan al señor de la casa y
pregunta qué es lo que resulta tan divertido. Mientras se ríen, Lucio ha estado engullendo y, al verlo el
señor, les ordena que lo lleven al triclinio, donde él está comiendo con unos invitados. (pausa) A todos les
sorprende enormemente y le ofrecen exquisitos manjares, e incluso se quedan boquiabiertos cuando
observan cómo los toma. Cuanto más ingiere, más ríen los presentes ante tan insólita e inesperada
situación.)

INVITADO: Dadle una copa de vino y comprobaremos si también le agrada…

(Buscan una copa muy grande, la llenan de vino y se la acercan, mientras todos lo observan con gran
expectación. Lucio se la bebe de un sorbo, lo que despierta un gran clamor de alegría y excitación. Todos
felicitan al señor por el hecho de poseer un animal tan extraordinario. Lleno de júbilo por sus halagos,
manda llamar a los dos hermanos que lo han comprado, ordena que les paguen cuatro veces lo que han
pagado por el asno y se lo entrega a un liberto suyo, a quien aprecia mucho. Le recomienda que lo vele con
mucho cuidado, por lo que lo trata con mucha humanidad, como si fuera uno de sus compañeros.)

(El liberto, en cuanto conoce las habilidades de Lucio, procura utilizarlas para divertir a su amo. Le enseña a
apoyarse en la mesa con un codo; después, a danzar, levantando las patas delanteras. Incluso, para
maravillar a todo el mundo, aprende a responder con un gesto a sus palabras.)

(El señor sale a ver lo que sabe hacer Lucio y después se va a la calle. No ha tardado en extenderse la fama
de sus fantásticas habilidades y el amo es considerado como un hombre apreciado y muy famoso. Al verlo
por la calle cabalgando orgullosos encima de Lucio, recibe comentarios.)

VOCES: Este es el afortunado señor que tiene un asno como compañero e invitado, un asno que salta y baila,
entiende las palabras de los hombres y expresa lo que siente con gestos.

CUADRO 10

(El liberto que acostumbra a hacerse cargo de él no actúa ni muchos menos del mismo modo. Al contrario, empieza a
utilizarlo como motivo de burla y, en algún caso, incluso llega a humillarlo, con el único objetivo de ganar dinero con las
risas que los actos de Lucio provocan.)
CUADRO 11

(Monólogo de Lucio. Cansado de que se burle de él y de ser humillado de esa manera, decide huir. Aprovecha una
ocasión en la que se encuentra solo, pues nadie cree que sea necesario vigilar a un asno tan dócil. Avanza poco a poco
hacia una salida cercana y huye tan rápido como puede.)

ACTO V

CUADRO 1

(Llega a Cencreas, una ciudad bañada por las aguas del mar Egeo. Lucio prefiere buscar una playa apartada del bullicio
del puerto tan concurrido, repleto de gente que transita de un lugar a otro. Cuando la encuentra, se tumba sobre la
acogedora arena para disfrutar de un merecido descanso. Al cabo de un rato, cuando el sol ya se acuesta, el sueño se
apodera de él y se abandona a la serenidad del anochecer.)

CUADRO 2

(En plena noche se desvela y contempla embelesado cómo la faz de la Luna se alza detrás de las olas. Brotándole las
lágrimas sin poder remediarlo, le implora. Monólogo.)

LUCIO: ¡Oh tú, reina del Cielo, santa Ceres, tú que eres la madre de las cosechas y de tantas otras cosas
buenas, ayúdame y libérame de mi desgracia! (pausa) ¡Termina de una vez por todas con mi Fortuna adversa
y evita que se produzcan de nuevo los sufrimientos, los peligros y las calamidades que he tenido que sufrir
hasta ahora! (pausa) ¡Libérame de esta horrible apariencia de asno; conviérteme de nuevo en Lucio! ¡Y si
alguna divinidad quisiera mi perdición, permíteme que muera, si no se me concede vivir!

(En medio de la mar se alza una figura divina. Cuando su cuerpo entero abandona las aguas del océano, parece que una
estatua deslumbradora se sitúe ante mí.)

ISIS: ¡Aquí me tienes, oh Lucio, conmovida por tus ruegos y tus lamentos! Soy, como bien sabes, la madre y la
naturaleza de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio de los siglos. (pausa) ¡Habiéndome
compadecido de tus desgracias y males, vengo en persona a favorecerte y a ayudarte! Abandona, pues, tus
llantos y lamentaciones, y aleja de ti toda la tristeza y la pena, ya que ha llegado el día de tu salvación. Así que,
con mucha solicitud y diligencia, escucha y obedece lo que te ordeno. (pausa mayor) El día de mañana lo
consagran los hombres a mi honor y me ofrecen una venerable procesión. Mañana busca a uno de los
sacerdotes que participe en ella; lo reconocerás porque llevará, por expreso mandato mío, una guirnalda de
rosas. (pausa) Con decisión y alegría, sin miedo a que alguien te diga algo o te ataque por el hecho de ser un
animal, apartando a la gente si es necesario, acércate a ese sacerdote y, como si fueras a besarle la mano,
muerde las rosas. En cuanto las hayas comido, te librarás de esta piel de asno, en la que hace ya demasiado
tiempo que vives aprisionado. (segunda pausa mayor) Ahora bien, recuerda que, en agradecimiento por
haberte liberado de tu detestable apariencia, me harás ofrendas el resto de tu vida. (Desaparece la diosa
invencible.)
(El sueño abandona a Lucio y se apodera de él una mezcla de miedo y alegría. El Sol sale y, muy temprano,
parte para cumplir las ordenanzas divinas.)

CUADRO 3 (transformación)

(Día de la procesión. Lucio ve al sacerdote, se acerca a él y le ofrece la corona de rosas, que engulle con
empeño. Al instante se cumple el oráculo de la diosa: en primer lugar, el pelo se le cae; después la gruesa
piel se adelgaza; las pezuñas se convierten en dedos, y las patas, en brazos y piernas; las enorme orejas
recuperan su pequeñez humana y los dientes, también; y la cola… la cola desaparece! Tanto los integrantes
de la procesión como el público devoto se maravillan de semejante transformación, que atribuyen a la
divinidad suprema.)

SACERDOTE: (hace una señal y ordena que den a Lucio, en primer lugar, un vestido para cubrir su desnudez)
¡Oh, Lucio, habiendo sufrido las tempestades de la Fortuna y siendo maltratado por terribles tormentos, has
llegado por fin al puerto de la salud y la misericordia! (pausa) Te quejabas, con razón, los efectos de sufrir una
Fortuna ciega. Pero… has comprobado que aquella solo afecta a los que son malos y envidiosos. Y ahora, como
compensación, has sido acogido por la tutela y la protección de una nueva Fortuna. (pausa) Muda, pues, tu
rostro y conviértelo en alegre, acompañando a esta protección nuestra, que ofrecemos en honor de la diosa
que te ha salvado. Así verán todos que la gran divinidad Isis ha liberado a Lucio de sus desgracias y privaciones.

(Lucio se une a la procesión y llegan hasta el templo de la diosa, donde hacen los honores que corresponden.
Los familiares y criados de Lucio, que casualmente esperaban a la comitiva, se acercan a él llenos de alegría
y desprendiéndose del duelo que han soportado por la falsa noticia del fallecimiento. Decide quedarse a
vivir en el templo, al servicio de la diosa, esperando el día en que le nombren sacerdote. El sacerdote de
antes le pide que tenga paciencia porque tiempo para equivocarse hay mucho y que quién sabe lo que
deparará la vida.)

CUADRO 4

(Una noche se le aparece en sueños Osiris, el cual ordena a Lucio que le ofrezca sus conocimientos y que lo
sirva convirtiéndose en sacerdote.)

¿Remate?

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