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Redes sociales y bibliotecas, vínculos que crecen

TALLARICO, Gabriela – BERTI, Hugo / (Abril 2017)


INTA. Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – UNR. Universidad Nacional de Rosario
tallarico.gabi@gmail.com – hugoberti@gmail.com

Resumen

La mediatización digital está modificando los modos en que leemos, compramos productos,
aprendemos y nos informamos. Esta transformación implica una verdadera revolución en las
prácticas de comunicación, permeando todos los dominios sociales. En ese ritmo acelerado de
innovación sociotecnológica, las redes sociales virtuales son constitutivas de todos los ámbitos
donde se despliegan prácticas de comunicación. Explorar esas prácticas es una oportunidad para
que las bibliotecas fortalezcan sus vínculos con la sociedad.

El texto parte de una reflexión sobre los cambios socioculturales (en una etapa de mediatización
profunda), la evolución del ecosistema de medios (la multiplicación de pantallas, la digitalización y
las redes) y las prácticas comunicativas de actores individuales, colectivos y organizacionales en
distintos dominios sociales, y pone el foco sobre las consecuencias en los hábitos de lectura,
consumo y apropiación del conocimiento. Se describen las opciones estratégicas para que las
bibliotecas estén presentes en las redes sociales virtuales logrando acciones que potencien sus
actividades y se abren preguntas sobre los nuevos desafíos a los que se enfrentan las bibliotecas
para atender a las tendencias y requerimientos que dejan en suspenso las redes sociales. Se busca
así reconocer problemáticas emergentes surgidas de las nuevas prácticas de comunicación a través
estas redes, como la curación de contenidos digitales o la conservación de formatos efímeros.

Palabras clave: redes sociales, bibliotecas, mediatización, comunicación digital, entornos digitales

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Redes y bibliotecas, vínculos que crecen
“Después de la piedra y de la arcilla, del papiro y el pergamino, vino el papel y
luego el celuloide y ahora son los bits…” (Piscitelli: 2002)

Introducción

La mediatización digital está modificando los modos en que leemos, compramos productos,
aprendemos y nos informamos. Esta transformación implica una verdadera revolución en las
prácticas de comunicación, permeando a todos los dominios sociales. La manera en que usamos
los diferentes dispositivos y plataformas tecnológicas da forma significativa a nuestras interacciones
públicas, a la socialización, a los procesos de aprendizaje e incluso a los cursos de vida personales.
El ecosistema mediático digital conforma un entorno envolvente y ubicuo de pantallas cuyos usos
se inscriben en significados de lo público y lo privado, lo personal y lo doméstico, de lo laboral y lo
comercial y del amplio campo de las relaciones sociales.

Andreas Hepp (2017) dice que la construcción de los dominios sociales se transforma a través de
la comunicación en un contexto de mediatización profunda. Las comunidades se constituyen a
través de distintos tipos de medios: los viejos medios que no se han extinguido y se convierten en
digitales y las nuevas plataformas de medios sociales basadas en la web. En ese contexto de
mediatización profunda, las organizaciones se vuelven cada vez más dependientes y moldeadas
por diversos medios de la era digital.

Para Hepp, la mediatización profunda refiere a cinco tendencias de un entorno mediático cambiante:
una creciente diversificación de los dispositivos de comunicación que usamos, la conectividad y
convergencia entre estos medios, su omnipresencia en diversas situaciones sociales, un ritmo
acelerado de innovación en tecnologías de medios y una creciente “dataficación”, que es la
representación de la vida social en datos digitales, con software específicos e infraestructura
subyacente para su visualización y aplicación en distintos ámbitos.

El término mediatización describe la creciente adopción de los medios tecnológicos en la sociedad


y cómo los diferentes dominios sociales están cada vez más moldeados por estos medios. Al hablar
de mediatización profunda entendemos que nuestras prácticas cotidianas y la construcción de
sentido en los diferentes dominios sociales están ligadas estrechamente con las comunicaciones
mediadas por las tecnologías digitales.

La mediatización profunda del mundo social es cross-media, dice Andreas Hepp (2017); lo que
significa no solo que la aparición de cualquier nuevo medio trae cambios en todo el ecosistema de
comunicación sino también un proceso de digitalización global y conectividad de los viejos medios
de comunicación que conviven con otros nuevos medios digitales. En este universo mediático
ningún medio tiene una posición dominante como ocurría en el pasado.

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Mediatización y redes sociales

Para describir el ecosistema de medios y las consecuencias de la mediatización en diferentes


dominios sociales no alcanza con observar la evolución de los dispositivos tecnológicos,
necesitamos prestar atención a los usos y a las interacciones que involucran a personas
individuales, colectivos y organizaciones en diferentes plataformas.

Las redes sociales virtuales son constitutivas de los dominios sociales (la familia, los ámbitos
laborales, los espacios educativos, etc.) donde se despliegan prácticas de comunicación. La
mediatización profunda del mundo social hace posible la emergencia de configuraciones on-line de
esos actores, construidas totalmente por los medios tecnológicos de comunicación. Ya no es el
medio que se inscribe y usa en un tejido social externo a él, con sus propias prácticas, sino que es
el uso del medio el que constituye la red y configura las prácticas de sus actores.

Daniel García Gimenez (2010) define a las redes sociales como una herramienta contemporánea
con capacidad para socializar a un grupo de personas de manera paralela a la realidad social física.
Cada tecnología de red ofrece una manera concreta de relacionarse entre los miembros que la
forman y unas ventajas que se derivan de estas relaciones. Sin embargo, corregimos, el universo
virtual y el mundo de la vida “real” no van en paralelo, sus configuraciones se interceptan en cada
dominio social y, reiteramos, las prácticas comunicativas de los actores (no solo individuos) son
cross-media.

¿Por qué estamos integrados en las redes sociales? ¿cómo se forman? ¿cómo funcionan? ¿cómo
nos afectan? Desconocer las prácticas comunicativas que involucran a los medios sociales es un
grave riesgo para las organizaciones cuyo interés es estar en contacto con la gente y poner a
disposición conocimiento.

Para pensar estas prácticas comunicativas como una oportunidad para las bibliotecas, nos
permitimos hacer una analogía con el universo semántico de los cultivos agrícolas.

- Si queremos hacer crecer una planta, necesitamos conocer el tipo de suelo, ver cómo está
compuesto, qué sustratos necesita, cuál es su ambiente. Esto equivaldría a explorar las
transformaciones socioculturales (que describimos como mediatización profunda); la evolución
del ecosistema de medios (la multiplicación de pantallas, la digitalización y las redes virtuales); y
las prácticas comunicativas de los distintos actores, fundamentalmente los hábitos de lectura,
consumo y apropiación del conocimiento.

- Una vez que tomamos contacto con la humedad del suelo y pudimos removerla, podremos
determinar qué tipo de cultivo será el más apto para ese entorno. No todas las semillas crecerán
del mismo modo y si uno selecciona previamente cuáles son más oportunas y pertinentes
seguramente concentrará los esfuerzos en aquellas plantaciones que tengan más posibilidades.
Con la tecnología y las redes sucede lo mismo. Definimos en qué espacios participar, a través
de qué tecnología de red nos vamos a comunicar, qué acciones realizar, qué tenemos para decir

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en esas redes, ¿queremos estar en las redes sociales virtuales? ¿en cuáles es más conveniente?
Son decisiones que exigen planificación y profesionalización de la comunicación digital.

- Con los primeros brotes y en la evolución del crecimiento surgirán nuevas exigencias de
mantenimiento que no se consideraban inicialmente, cuidados específicos para esa planta
fortalecida, trabajo de fertilización y protección con monitoreo constante. Estar en las redes
requiere, del mismo modo, tareas continuas y estar atentos a los nuevos desafíos. No son
acciones esporádicas y sin continuidad; se necesita planificación, monitoreo y prestar atención a
las situaciones críticas, observar demandas y tendencias que no son del todo visibles.

Suelo, tierra, ambiente, ecosistema1 Selección y manejo de cultivos Consolidación, crecimiento, ramas
ECOSISTEMA DIGITAL ESTRATEGIA DESAFIOS, NUEVOS ROLES Y
de REDES PREGUNTAS
Mediatización profunda, usuarios con Criterios y estrategias para Comunidades mutantes, nuevas
nuevos hábitos y expectativas estar en las redes demandas y nuevos perfiles

Expectativas de los usuarios

Hasta no hace muchos años, ir a la biblioteca era muchas veces el único recurso para conseguir un
texto específico. Hoy puede llegar a ser el último paso. Primero lo googleo. La web es una gran
biblioteca global, con disponibilidad de revistas, libros, contacto directo con los autores, o incluso el
patrimonio digitalizado de las bibliotecas.

El acceso ilimitado, ubicuo y en todo momento de la web contrasta con el espacio físico, situado y
con horarios (en su mayoría) definido por las salas de lectura de las bibliotecas o centros
documentales.

Para Seoane Catuxa (2012) los avances tecnológicos y la opulencia de la información digital han
modificado las expectativas de los usuarios. En el paradigma de lo impreso, se daba por hecho que
encontrar información precisa requería esfuerzo y mediación del bibliotecario; en el paradigma de lo
digital, el usuario no entiende de restricciones. Quiere “todo y ahora” y a la vez; el efecto Google ha
ocasionado una fuerte tendencia a aceptar lo que se presenta de forma inmediata. La mediación es
invisible, impera una lógica de ponderación de los resultados de búsquedas en base a algoritmos

1 Fuentes fotográficas: Manos https://goo.gl/f57QhK - Brotes: https://goo.gl/Q3pTUn – Árbol frondoso: https://goo.gl/vKKxfT

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que el usuario desconoce. Esto va unido a otros configuradores del entorno web, como la posibilidad
constante de ser productores de contenidos y ser referentes de recomendaciones.

En este este ecosistema de medios digitales, la producción científica también se ha visto


reconfigurada. No tanto en las prácticas de producción de contenidos científicos, que reproducen
modelos tradicionales, sino en los circuitos de circulación y acceso a la información. La
disponibilidad de esos contenidos es incomparable con tan solo 20 años atrás: blogs especializados,
sitios de redes profesionales, revistas académicas de acceso libre, repositorios universitarios, redes
sociales temáticas o académicas, entre otras tantas posibilidades.

Prácticas de lectura: la hiperlectura

“Tal vez el mundo digital pueda transformar radicalmente la cultura escrita si


definimos el fragmento no como parte de una totalidad sino como unidades
textuales autónomas”. (Cartier: 2017)

La mediatización profunda describe prácticas de comunicación cross-media que trazan


configuraciones en distintos dominios sociales. Esas prácticas son observables en procesos
complejos de producción, circulación y consumo de textos en diferentes lenguajes. Las tecnologías
basadas en la web no solo vinculan personas, sino que también enlazan textos construyendo un
tejido hipertextual con múltiples puntos de entrada y salida de impredecibles recorridos. Las
cualidades hipertextuales de la red se corresponden con nuevos hábitos y competencias de lectura:
la hiperlectura.

Durante siglos los sistemas de reproducción basados en la lectoescritura han tenido un lugar
dominante en los procesos de producción social de sentido. La llegada en el siglo XX de los medios
electrónicos de transmisión de sonido e imagen ampliaron y diversificaron el ecosistema de
comunicación de masas. Primero la radio y luego la televisión desplazaron a los medios gráficos en
el dominio hegemónico de la construcción de sentidos. Las prácticas sociales, sin embargo,
conservaron para el libro un lugar privilegiado en la circulación de conocimientos, mientras que el
uso de los medios electrónicos y sus contenidos se expandían en el campo del entretenimiento.

El desarrollo a escala mundial de las tecnologías para la transmisión de datos a gran velocidad ha
expandido y transformado las condiciones de la comunicación humana a lo largo del siglo XX
(Gutierrez: 2009). La convergencia del texto escrito con la oralidad, los signos acústicos y el lenguaje
audiovisual en un mismo soporte (la pantalla); la convivencia de contenidos digitales de géneros
diversos (científicos, narrativos, informativos, lúdicos) en las redes globales puso, desde los inicios
de este milenio, definitivamente en crisis la hegemonía de la escritura y el régimen del libro como
centros articuladores de poder sobre la circulación social del conocimiento.

El formato libro, se trasladó a la pantalla perdiendo sus cualidades materiales y resignificando su


productividad simbólica. La linealidad del texto escrito en el papel y su invitación a la lectura
secuencial, se fragmentó en múltiples unidades o “bocadillos de lecturas”. Leemos a saltos, abriendo

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y cerrando ventanas, cruzando autores, narrativas, lenguajes, plataformas. Entramos y salimos del
contacto con las pantallas de los nuevos medios y los ensamblamos con los viejos en prácticas de
lectura cross-media que conforman nuestro particular repertorio mediático e intertextual. Hoy
presentar un libro sin mostrar los vínculos que lo nutren, los autores que lo preceden, las visiones
que lo contradicen o los recorridos que estimula, comienza a “saber a poco” en un paisaje de lectores
cross-media que plantean desafíos para la particular estructura cerrada del libro de papel.

La práctica lectora se orienta entonces hacia escenarios sinérgicos y convergentes que implica una
relocalización del libro, en el repertorio individual de medios y en el ecosistema de comunicación
social, con sus propias virtudes y desventajas: limitado volumen de información, portabilidad,
accesibilidad; pero, sobre todo, su lugar va a depender de la conectividad con otros soportes y su
localización en las arquitecturas informativas (Gutierrez: 2009).

En esta transformación las redes sociales juegan un rol determinante en las configuraciones de las
prácticas lectoras dentro y fuera de las pantallas. Para Vicente Luis Mora (2012) aún estamos en
una fase de mutación, viviendo cambios vertiginosos, desde lo oral primitivo con los jeroglíficos,
luego una supremacía de lo textual con la galaxia Gutenberg y todo lo que ello implicó en la
humanidad, para perfilar un mundo en lo que predomina es una impronta generalizada de la imagen,
como presencia expandida y extendida, y sigue mutando a una nueva oralidad. Oralidad, que se
muestra en las redes con su máxima expresión: inmediatez del mensaje, brevedad de los
contenidos, emojis, abreviaturas, diálogos entremezclados, estilos coloquiales.

Las pantallas saturadas de lenguaje multimedia e hipertextos implican una nueva alfabetización,
nuevas destrezas de lectura, que también impactan sobre el modo en que nos relacionamos con los
textos de los antiguos medios gráficos y electrónicos. Los hábitos de lectura de libros y de diarios
de papel, el consumo de programas de televisión, la escucha de las emisiones radiofónicas, se
ensamblan en la vida cotidiana con las conversaciones en las redes, las interacciones por la
telefonía celular y los variados usos de los dispositivos tecnológicos digitales. Es un lector múltiple,
con habilidades diversas, que construye su propio modelo de prácticas comunicativas haciendo
converger contenidos en su repertorio de medios.

Se hace cada vez más necesario seguir la premisa de tener en cuenta las lógicas de los usuarios
de las tecnologías, quienes son parte activa de las configuraciones comunicativas. No son solo
lectores, sino productores, editores, estilistas de procesos de creación colectiva y de producción de
información de modo continuo.

Comprender estas transformaciones sobre las prácticas de comunicación en el entorno digital,


desafía a las bibliotecas a diseñar estrategias innovadoras en sus servicios con propuestas basadas
en la colaboración colectiva, en la búsqueda de sinergias y en el uso diferente y creativo de los
recursos. Sin lugar a dudas, participar en los espacios mediatizados donde sus usuarios construyen
sus configuraciones, están y producen sentidos: las redes sociales.

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El desarrollo de las plataformas de redes sociales virtuales potenció el carácter interactivo de lo
social. Las posibilidades de comunicación entre individuos, colectivo y organizaciones se ampliaron
y globalizaron a través de una tecnología que hace invisible la mediación. Los flujos circulan sin la
presencia obligada de un conductor jerárquico que situado en el centro de las interacciones genere
u ordene las conversaciones.
En la era digital, las redes sociales se han extendido ampliamente; los actores individuales o
colectivos interactúan unos con otros produciendo configuraciones comunicativas, coordinaciones
de acciones e intercambios simbólicos, propiciando la transformación de las relaciones
interpersonales y su extensión.
“En su conjunto, es el aprendizaje de un nuevo tipo de lectura y escritura que recoge la
densidad de la experiencia de interacción social y la traduce en formas del “cara a cara”, a
pesar de basarse en un sistema mediado. Este proceso es precisamente una de las
redefiniciones fundamentales de la escritura y la lectura en la red y en los nuevos soportes:
prima la interactividad más que la recepción, y lo emergente comunicativamente más que lo
establecido”. (Gutierrez: 2009)

Las bibliotecas en las redes

Siguiendo con las analogías con el mundo agrícola podemos decir que tenemos un suelo fértil, con
nutrientes variados, distintos tipos de sustratos y muchas posibilidades de asegurarnos una buena
disponibilidad de agua, para hacer germinar un proceso de visibilidad, identidad y comunicación en
las redes. Las tecnologías digitales de la comunicación en red son cada vez más amigables con los
usuarios, pero requieren que definamos una planificación que conduzca y oriente la selección de
nuestros contenidos, “nuestra semilla”, las prácticas a realizar, y los métodos de monitoreo.

La convergencia del entorno físico de la biblioteca y el cada vez más diverso ecosistema de medios
en todo su conjunto, encuentran un escenario configurador en las plataformas de redes sociales
virtuales, que puede ser imprescindible en las estrategias de comunicación de las bibliotecas. A
pesar de la revolución digital que ya nos envuelve, las prácticas de comunicación de las bibliotecas
a través de estas plataformas sociales aún no son significativas. En Argentina la presencia de las
bibliotecas en las redes virtuales es mínima. En ocasiones se asumen limitaciones de tiempo o de
personal en las bibliotecas para actuar en esos nuevos escenarios de comunicación, pero creemos
que se minusvalora la rentabilidad comunicacional que las bibliotecas pueden obtener al intervenir
en las distintas configuraciones sociales que se modelan en los entornos virtuales.

“Las bibliotecas a través de Facebook buscan el interés de sus usuarios (reales, potenciales)
e incluso de personas que nunca llegarán a ser usuarios suyos, pero que si serán fans de sus
páginas en Facebook, en definitiva: buscan crear una comunidad. Pero no solo buscan eso,
también la visibilidad y el posicionamiento en el sector, crear una imagen y una reputación, la
búsqueda de colaboración con otros usuarios u organizaciones, el acceso a la información y
la retroalimentación de lo que se comparte y de lo que hacen otras bibliotecas, la atención y

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servicio al usuario, la dinamización, interacción y participación, atraer a nuevos usuarios”.
(Marquina: 2012)

Los beneficios de incluir a las redes sociales, según varios autores (Catuxa: 2012, Marquina: 2010,
Andrade y Velázquez: 2011 y Manso Rodríguez: 2012) en las prácticas de comunicación de las
bibliotecas y centros, se pueden agrupar en cuatro objetivos:

1. Generar contactos
Las plataformas de redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram y otras) no son todas iguales, cada
una tiene sus códigos de interacción; pero todas contribuyen al objetivo de dar visibilidad a la
biblioteca, afirmar su identidad institucional y construir una reputación digital amplia. Las redes
sociales superan las barreras de tiempo y espacio de la biblioteca física para atraer a personas no
asiduas a la biblioteca
2. Establecer conversaciones
La posibilidad de estar donde los usuarios interactúan, de conversar con ellos de modo amigable es
una gran oportunidad para las bibliotecas. Las redes brindan la posibilidad de establecer diálogos
ampliados, fomentando el intercambio y el aprendizaje colaborativo entre el personal de la biblioteca
y los usuarios. Además de favorecer la difusión de eventos, actividades y lograr conocimiento
compartido, las redes sociales facilitan un diálogo directo con la comunidad de lectores. De este
modo, son también un medio eficaz para brindar respuestas que satisfagan las necesidades de los
usuarios y para atraer a usuarios jóvenes.
3. Promover comunidad
Al establecer una comunicación horizontal con los usuarios, sin la centralidad del medio, las redes
crean comunidades, configuraciones de individuos vinculados por intereses comunes que se
encuentran para intercambiar opiniones, comentarios, apreciaciones que dan un valor añadido a lo
que la institución genera. En esas comunidades, la biblioteca puede constituirse en un actor de
referencia en la recomendación de novedades bibliográficas y actividades relacionadas con distintos
libros. Creando espacios de lectura y escritura más cercanos a la manera en que sus usuarios se
comunican actualmente; la biblioteca promueve una mayor motivación por el placer de leer “por
todos los medios”.
4. Aportar contenido y nuevos servicios
La atracción y del logro de los objetivos anteriores se da a partir de la calidad de los contenidos
ofrecidos. Los usuarios recurren a las redes para conocer novedades, escuchar recomendaciones,
y también manifestar sus críticas frente a determinadas cuestiones. La escucha activa de esas
conversaciones, permite conocer mejor a la audiencia, detectar tendencias, demandas y ofrecer
nuevos servicios y productos gratuitos y de fácil uso.
Las prácticas de comunicación en las redes sociales no pueden producir resultados efectivos para
las instituciones, si no se enfocan en objetivos concretos en el marco de un plan de trabajo
estratégico que defina los lineamientos de cómo “estar y ser en las redes”.

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Libro de estilo, protocolo de calidad, pautas orientadas a la construcción de contenidos, frecuencia
de publicación, tácticas de vinculación con los usuarios, el “tono” de la voz institucional, son algunas
de los recursos que se pueden normalizar para intervenir en las conversaciones digitales.

Natalia Arroyo Vázquez (2014) recomienda que las bibliotecas “no cometan el error de
despersonalizarse cuando interactúan en redes sociales. Es mucho más gratificante saber que hay
una persona tras estas publicaciones capaz de mostrar sentido del humor”. La relación entre
biblioteca y usuarios se debe establecer en base a esa planificación definida, de cómo vamos a
mantener la conversación e interacción de la biblioteca con los usuarios en estos espacios.

Arroyo Vázquez afirma que la biblioteca no encontró su eje para comunicarse con los usuarios en
entornos virtuales de alta interacción. Para que haya una biblioteca interactiva o conversacional en
las redes sociales tiene que haber un cambio de percepción de la biblioteca física. Tarea difícil –
dice- “puesto que biblioteca en el imaginario social simboliza un espacio, un lugar más pasivo que
activo”. Necesitamos bibliotecas activas en el mundo digital y presencial en forma constante. Arroyo
toma un concepto del mundo de la educación digital, “imagino una "blended library" o bibliotecas en
forma semipresencial, que se muevan activamente en los dos espacios, como ya estamos
acostumbrándonos los seres humanos, sin diferencia entre lo virtual y físico”. Cambiar esa
representación requiere que las bibliotecas estén más activas en el mundo digital y presencial de
una manera interactiva y consideren estratégico comunicar en las redes sociales.

Tensiones de la mediatización digital en los dominios de las bibliotecas

De las redes a las bibliotecas

La maduración de los entornos digitales, el crecimiento de las bibliotecas en las redes y la relevancia
de la presencia de las instituciones públicas nos ubica frente a nuevas problemáticas que antes no
eran de incumbencia o preocupación de los bibliotecarios.
Una de las primeras problemáticas no visibles que podemos analizar se relaciona con la esencia
misma de la gestión del conocimiento, poniendo en tensión lo efímero y lo conservable. En las redes
el contenido que se publica se caracteriza por ser efímero, instantáneo, prevalece la obsolescencia
de lo inmediato que contrasta con la preocupación constante de los centros documentales de
conservar y proteger los contenidos de valor. Las lógicas de preservación tradicional de los textos
en oposición al universo líquido de las redes abre algunos interrogantes: ¿los contenidos de las
redes deben ser conservados? ¿los textos que en distintos lenguajes ponen en circulación las
instituciones públicas de ciencia y tecnología deben formar parte de algún archivo documental?
¿qué valor tienen esos fragmentos en el discurrir de las conversaciones en las redes? ¿serán
solamente las propias plataformas tecnológicas externas a las instituciones públicas quienes
centralicen la conservación de esos contenidos?

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Frente a estas preguntas hay un caso de referencia, que sirve para poner en agenda esta
problemática. Barack Obama ha sido uno de los presidentes que ha incorporado activamente a las
redes sociales en su estrategia de comunicación. En la finalización de su mandato, la preocupación
fue justamente “preservar y transmitir el legado digital de la administración Obama”, queriendo
asegurar que esta transición digital cumpla tres objetivos claves (Schulman: 2017):
1. Preservar el material que se ha creado.
2. Asegurar que esos materiales sigan siendo accesibles en las mismas plataformas para las
que fueron creados, lo que permite que se mantenga la memoria histórica de lo realizado.
3. Asegurar que las próximas gestiones y administraciones estatales puedan seguir utilizando
los canales digitales que se han creado para conectar directamente con las personas que
atienden.

Esta preservación sin precedentes de los contenidos de los medios sociales es sin duda una práctica
a tener en cuenta en las instituciones públicas, en tanto le otorga a las publicaciones de las redes
el valor de un material digno de ser guardado, de ser cuidado o “atesorado”. La preocupación por la
memoria histórica y el acceso continuo a lo que en su momento fue relevante motivó esa idea de
conservación. Esas publicaciones conservadas de las redes ya no tendrán actualizaciones ni nuevas
intervenciones, forman parte de un archivo documental histórico.

La conservación de contenidos que circulan en las redes desafía la dinámica misma de las
conversaciones digitales. Los textos de las redes sociales son altamente contextuales, efímeros, y
temporalmente situados. A diferencia del libro que se encuentra en la biblioteca muchos años
después de su fecha de publicación, los contenidos que se publican en las redes pertenecen a un
diálogo social que es constituyente de cualquiera de sus fragmentos. Nos preguntamos entonces:
¿cómo afecta al sentido de un texto publicado en las redes si se lo extrae del soporte nativo, o de
su contexto temporal de circulación, o de su lugar en el tejido conversacional al que pertenece?

Los archivos personales y la identidad digital

El espacio centralizador de la biblioteca como núcleo de conservación del conocimiento de las


instituciones, también puede verse desdibujado por las opciones de uso que adoptan los usuarios.
La desintermediación de la publicación y los contenidos nativos de las redes hacen que éstas se
conviertan en canales de “derrame” de conocimiento, por fuera de los ámbitos tradicionales de
circulación y almacenamiento documental de las instituciones. El interés por la publicación ágil, la
espontaneidad del momento y la facilidad de las plataformas permite que los autores creen nuevos
circuitos que no pasan necesariamente por las bibliotecas. Un ejemplo que describe esta situación
es la tendencia a generar archivos personales públicos. Se elige conservar las producciones
personales, no ya en espacios institucionales, sino que en sitios de la web social como academy.org
o en archieve.org, o incluso en Linkedin. Los esfuerzos de conservación mutan a decisiones

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particulares de cada autor, y se reflejan en perfiles personales que arman su curriculum en función
de lo que cada plataforma habilita.

Esto deriva en otra arista a considerar, que desde la sociología se viene analizando como fenómeno
de identidad mosaico2. En los centros documentales, la identidad del autor es única; con
nomenclaturas estandarizadas y un registro que lo ubica y lo diferencia de otros autores. En cambio,
la construcción de la identidad digital se nutre de múltiples fuentes, diversas presentaciones y
producciones fragmentadas, y a la vez también permite varias nominaciones distintas para una
misma persona. Es decir, las lógicas de las plataformas y la libertad de autodenominarse de cada
autor habilitan la presentación de distintos perfiles para una misma persona, exigiendo nuevas
habilidades informacionales para identificar a un autor y reconocer su identidad.

El bibliotecario como curador de contenidos

La curaduría de contenido es una actividad que se instala en el mundo digital como una demanda
frente a la sobreabundancia de información, y que consiste en elegir y presentar contenidos valiosos
en los contextos adecuados.
En la web participativa ese rol se plantea como una nueva función, sin embargo bibliotecarios y
mediadores en los centros documentales vienen realizando esa tarea como una actividad habitual.
Catuxa Seoane García (2012) resalta que el bibliotecario como curador de contenidos puede ser el
centinela de la información, evaluador de contenidos y fuentes, y a la vez tiene las capacidades para
filtrar información, ser agregador, sintetizador y organizador. Ser curador de contenido implica
encontrar, en todos los contenidos que los autores están creando, lo mejor y más relevante, con la
intención de que la información se transforme en conocimiento.
Las redes han demostrado que frente a una oferta sobreabundante de contenidos cada vez resulta
de mayor importancia la recomendación entre pares. El reconocimiento personal para seleccionar y
acceder a un libro, película o cualquier contenido de interés es más confiable.
Según Roser Lozano (2010) las bibliotecas tienen la responsabilidad de mantener una política de
difusión y promoción de los libros, apostando para ello por la innovación basada en la cooperación,
la búsqueda de sinergias y el uso eficiente de los recursos. Los entornos de redes virtuales le
permiten al bibliotecario asumir un rol visible y activo de respaldo a ciertos contenidos y mostrar su
alta capacidad de discernimiento para la selección de materiales de valor.
Los hábitos adquiridos y los conocimientos demostrados por los bibliotecarios en los entornos físicos
para escoger y recomendar encuentran en las redes posibilidades de expandirse con intensidad.
Ramón Manso Rodríguez (2012) también lo ve como una oportunidad para que las bibliotecas
animen a los usuarios a desempeñar un papel activo, a compartir información y a opinar o valorar
los contenidos que les son más interesantes.

2
Identidad mosaico: construida por partes dispersas en distintos espacios en los que las personas muestran distintos
características, que no siempre necesariamente tiene correspondencia con la real

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“El empleo de las redes sociales es una vía idónea para llevar acciones que potencien el
fomento de la lectura entre los usuarios de la biblioteca, además de contribuir al desarrollo de
las habilidades de información y comunicación en la comunidad, propiciar su participación
activa y estimular el intercambio de contenidos. Una realidad que las bibliotecas tienen hoy al
alcance de la mano. Las opiniones, evaluaciones y recomendaciones serán el valor añadido
que contribuya al éxito de la actividad y aumente la visibilidad de la biblioteca”. (Manso
Rodríguez: 2012)

En el momento de planificar la estrategia de comunicación de la biblioteca en las redes, es necesario


también tener en cuenta el efecto contagio social que ejercen las redes: se lee por recomendación.
Celaya (2007) considera que las redes sociales son herramientas que ayudan a fomentar una
conversación en red entre lectores, actuando como un punto de información y de encuentro
participativo, donde se anima el intercambio de opiniones sobre libros y autores. Los medios sociales
pueden expandir la labor de fomento de la lectura que se realiza en las bibliotecas.

Bibliografía
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