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Me interesa pensar qué pasa cuando una práctica que se intenta como práctica
alternativa frente a los mecanismos de control y de poder, se queda también
atrapada en estos procedimientos de borramiento y producción del otro y en el
ejercicio del poder pastoral. Quiero destacar de qué modo la práctica
emancipadora da lugar, en estos casos, a modos de “emancipación tutelada”,
siguiendo la idea de Ranciere al respecto. Quiero, además, decir algo sobre la
1
La idea de borramiento la tomo de Ema León. Voy a seguir en este sentido principalmente sus
formulaciones. Cfr. Ema León (editora) Lo rostros del otro. Reconocimiento, invención y
borramiento de la alteridad, Anthropos, CRIM-UNAM primer edición 2009, México y en: Emma
León, Sentido ajeno. Competencias ontológicas y otredad, Anthropos, CRIM-UNAM primer
edición 2005, México
2
Voy a usar, un poco atrevidamente, las ideas de Foucault sobre el poder pastoral que plantea en
“Omnes et singulatim. Hacia una crítica de la razón política”, publicado en Michel Foucault,
Tecnologías del yo. Paidos, Buenos aires 1996
1
irrupción del otro, del “borrado” y nominado, con la fuerza de su palabra en
narrativas disruptivas, relatos disonantes, verdaderas anomalías discursivas en las
que se despliega la capacidad sensible, humana, de elaborar historias preferidas,
para habitar el mundo desde esa palabra que nombra las cosas y la propia vida,
pero también desde la palabra que es promesa y que hace cosas.
Para pensar todo esto que digo me propongo, por supuesto, desarrollar seis ideas,
seis:
IDEA 1. LA CRÍTICA COMO INDAGACIÓN E IMPLICACIÓN: PONER EL
CUERPO, COMBATIR LA IMPOTENCIA
3
Leonardo Verano Gamboa, El lugar del otro: el problema de la alteridad en la filosofía de
Marleau-Ponty Revista Universitas Philosophica 58, año 29 enero junio 2012, Bogotá Colombia, p.
251 En: http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/vniphilosophica/article/view/10847
2
IDEA 5 PRÁCTICAS DE RELACION CON LA ALTERIDAD: LA CONFIGURACIÓN
DE LA RELACIÓN CON EL OTRO COMO TRATO, QUE ES ENCUENTRO,
CONVERSACIÓN Y ELABORACIÓN DE LO COMÚN
4
Desarrollo aquí las ideas de Marina Garcés en Qué podemos hacer o sobre las intimidades de la
crítica, en
http://artesescenicas.uclm.es/archivos_subidos/textos/379/Marina%20Garces-
que%20podemos%20hacer.pdf
5
Cfr. Benjamín Berlanga, Seis ideas acerca de narración y re-autoría: el si mismo como
indignación, como indagación y como decisión” En: www.ucired.org.mx sección documentos,
prácticas narrativas.
3
Quiero insistir en esto retomando las ideas de Marina Garcés sobre las
condiciones en las que se da hoy el pensamiento crítico. Marina plantea que en
un mundo en el que todo aparece como dicho, en el que todo está claro, en donde
todos y todas no hacemos otra cosa que reproducir lo que hay, la crítica ha de
tornarse en pensamiento que vaya más allá de la iluminación, en el sentido de
pensamiento que sirve para ganar en claridad acerca de lo que nos pasa, para
plantearse como pensamiento que combata la impotencia, esa sensación de no
poder hacer nada, preguntando “cómo subvertir la propia vida para que el
mundo ya no pueda ser el mismo”.
Se trata, dice Marina, de intentar una crítica en la que hay que “poner el cuerpo”,
implicarse:
6
Marina Garcés, “Encarnar la crítica, algunas tesis, algunos ejemplos” En:
http://eipcp/transversal/0806/garces/es
7
“Con este desplazamiento, de la conciencia al ser afectado, nos estamos moviendo….de la
centralidad de la mente a la centralidad del cuerpo” Cfr. Marina Garcés, Qué podemos hacer o
sobre las intimidades de la crítica, cit. pp. 401
8
Cfr. Marina Garcés, Qué podemos hacer o sobre las intimidades de la crítica, cit p. 398:
“…podemos proponer una definición que resume, de manera bastante transversal, los aspectos
principales de la tradición crítica: crítica es la práctica emancipadora que desplaza los límites de lo
que podemos ver, lo que podemos ser, lo que podemos hacer”
4
la indignación que es inquietud verdadera, y por la urgencia de vida de quien
quiere hacer de su vida, una vida digna de ser vivida?
Lo que podemos ser. Tenemos que desplazarnos, dice Marina, desde ser
“espectadores” de lo que pasa y ser víctimas, a reconocernos afectados. Como
espectadores podemos juzgar, condenar, sentir horror por lo que está pasando;
como víctimas podemos sufrir el dolor y esperar una reparación; pero si nos
reconocemos afectados nos colocamos desde nosotros mismos y elaboramos la
experiencia de nuestra afectación: nos preguntamos cómo estamos siendo
afectados y cuáles son los efectos de nuestra afección, dónde empiezan y dónde
acaban; y, lo que es más importante, en el reconocimiento de esa afección nos
abrimos a un campo activo de experiencia común, donde la pregunta por lo que
nos pasa es ya pregunta por lo que queremos que nos pase. En esta manera de
ponernos, de ir siendo, no hay la lejanía del espectador, ni hay, dice Marina
Garcés, el reconocimiento pasivo de un proceso unidireccional que tiene efectos
en nosotros, como en la víctima, sino que hay el reconocimiento de un campo
común de experiencia en el que nos colocamos como expectativa de algo y como
horizonte:
“El espectador solo puede condenar el atentado y sentir horror de esta visión. La
víctima solo puede sufrir el dolor y esperar una reparación. Pero ¿qué puede un
afectado? ¿Qué pueden los afectados?(…) Esta es la pregunta que proyecta…
sobre nosotros”9
9
Cfr. Marina
Garcés,
Qué
podemos
hacer
o
sobre
las
intimidades
de
la
crítica,
cit
p.
401
5
narrativas colectivas que tienen fuerza porque en ellas no se destacan las voces
individuales, sino que resalta la voz del coro, la narración del colectivo, sin
perderse la singularidad de la voz de cada uno.
b) asumirnos como los afectados, los indignados y agobiados por lo que hay:
hemos de “poner el cuerpo” y dejar de ser espectadores que califican, o
víctimas que padecen, para elaborar con el dolor y la rabia relatos de nuestra
indignación y para articular las historias preferidas hijas de nuestros deseos ante
lo que (nos) está pasando;
Así, la crítica será algo más que la crítica del desarrollo, de la educación y de la
terapia como realidades objetivadas que se revisan, o como conceptos y sistemas
de pensamiento que se analizan y critican, y se dará como cuestionamiento de lo
que somos y hacemos haciendo-siendo desarrollo, educación, terapia. Será
directamente un cuestionamiento de nuestra práctica que pregunta por lo que
hemos de hacer, más que un juicio de lo que “está bien” y lo que “está mal, de lo
que “nos agrada” y lo que “nos desagrada”, y de lo que nos hace “sentir bien” o
“sentir mal”. Encarnar la crítica, es ponernos, no quedarnos fuera.
10
Cfr.
Benjamín
Berlanga,
“Seis
ideas
acerca
de
narración
y
re-‐autoría:
el
si
mismo
del
sujeto
con
indignación,
como
indagación
y
como
decisión”
en:
www.ucired.org.mx
p.10
6
instruirlo) aun con las mejores intenciones y las apuestas emancipadoras más
radicales.
12. Es la idea de Helmut Plessner de la “posicionalidad excéntrica” del ser humano:
“Para Plessner lo
que caracteriza la vida es la “posicionalidad”, esto es la posición o lugar que ocupa el ser vivo
respecto de su entorno, pero este concepto no es sólo espacial, es la manera como un ser vivo “toma
su lugar” en un medio, crece y se desarrolla en él, pero también se opone a él. Plessner explica que
respecto a su ambiente los animales viven en un centro y desde un centro pero no como un centro, el
centro de su experiencia es absorbido en el aquí y el ahora. Con otras palabras el ambiente contiene al
animal y le asegura su supervivencia según sistemas de relaciones deterministas. Según Plessner no
sucede lo mismo con nosotros, si bien somos animales, vivimos y tenemos experiencias dentro y
fuera del centro de nuestras vidas corporales, al mismo tiempo que somos el centro mismo. Esto
significa que podemos liberarnos de nuestra existencia centrada, nuestra animalidad, y podemos
ponernos frente a ella, lo que llama Plessner “posicionalidad excéntrica” (…) Si bien estamos ligados
a nuestra naturaleza animal somos independientes de ella. De esta manera a diferencia de los
animales que se refieren a un ambiente, nosotros nos referimos a un mundo. Ocupamos una posición
de excentricidad con relación al mundo, como cuerpo que somos vivimos de nuestra relación
equilibrada con el mundo, vinculados al mundo y abiertos a él. Al mismo tiempo estamos más allá de
esta posición centralizada porque somos capaces de reflexionar sobre nuestros cuerpos y sobre el
mundo y sobre sus relaciones con el mundo, localizándonos en él y conociendo el lugar que
ocupamos. En “Los grados de lo orgánico y el hombre” Plessner describe la posicionalidad del
hombre de la siguiente manera “La posicionalidad es una situación de tres caras; la cosa viviente es
cuerpo, existe en su cuerpo (como vida interior...) y fuera del cuerpo como el punto de vista desde el
cual es ambas cosas (cuerpo y vida interior). Un individuo posicionalmente caracterizado por esta
estructura triple es lo que llamamos persona. Es el sujeto de sus experiencias, de sus percepciones y
acciones, y de sus iniciativas. Conoce y quiere.” Tomado de
7
Este “afuera de si” que nos hace como personas, como sujetos, se realiza en los
marcos de lo que Alfred Schulz llama “horizontes de familiaridad”, es decir, en
un “…conjunto de marcos interpretativos con los que se nos da el mundo”.13
Así, en nuestra relación con lo otro, con los otros, nos movemos cotidianamente
en estos marcos interpretativos que son culturales y forman parte de un mundo
participado, un mundo que es junto con otros, con aquellos que nos
relacionamos. Plessner dice al respecto: “como miembro de un mundo
participado cada hombre está donde los otros están”.
como “horizontes de habitualidad” que se constituyen como sedimentación de la praxis del yo y que
dan lugar a actos de percibir, juzgar, atribuir, anticipar, negar. Estos horizontes de habitualidad
proporcionan sentido ante el objeto de cada nueva experiencia y permiten una anticipación de objetos
y estados de cosas: nos permiten habitar el mundo, movernos en el como si no todo fuera
contingente, imprevisible, desconocido. Cfr. Luciano Mascaró, La ciencia como habitualidad y sus
riesgos inherentes: estudio acerca de los conflictos relacionados al carácter tradicional de la
ciencia en “El origen de la geometría de Husserl”
en http://www.redalyc.org/pdf/2090/209025902006.pdf
14
Ema León, Sentido ajeno… cit. pp.50-51
8
“Lo otro, lo que nos es desconocido, externo o solamente diferente siempre es
asumido como algo amenazante, incierto y perturbador. Es un tipo de relación –
parafraseando a Levinas en su crítica a la filosofía occidental- marcado por
relaciones alérgicas que tienen como resultado un movimiento de retorno hacia
la mismidad; una mismidad necesitada de no perder su seguridad y la que es
lograda a través de afirmarse como autoconciencia soberana y autónoma”15
“ Se trata de una enfermedad de espejo que nos empuja a cubrir una necesidad
sin límites: la de ver reflejado en el otro lo que consideramos es nuestra
identidad distintiva, lo que nos hace únicos y también iguales. Pero siempre
empapados de nuestros defectos y manías, encubiertos con los ropajes de valores
supremos como el bien, la solidaridad, la preocupación por el bienestar o el
conocimiento”16
De aquí que el esfuerzo por establecer relaciones con el otro como alteridad,
como absolutamente otro sin querer asemejarlo, integrarlo, dominarlo, acoplarlo
a una imagen propia, es precisamente eso, un esfuerzo, porque no se da de suyo;
establecer relaciones con el otro como alteridad, es una tarea que es más que
deseo de algo, supone un querer hacer, una voluntad y una mirada atenta que
muestre el querer lo que tiene que hacerse. Es un trabajo como esfuerzo, como
“necesidad absoluta e innegociable” dice Ema León
15
Ema León, Sentido ajeno… cit. pp. 51-52
9
“….de desarrollar una ética sobre el ejercicio de los propios modos de ser y de
estar en el mundo, es decir…. una ética sobre las constituciones ontológicas que
se realizan como formas de vida ante, con, entre y durante el devenir de otras
formas de existencia Se trata de una ética que no deja que la propia ‘Mismidad’
–existencial, social, cultural- se refugie graciosamente en los brazos cómodos de
la auto absolución histórica”17
“Y le digo a la roca:
muy bien, roca, ablándate,
despierta, desperézate,
pasa el puente del reino,
sé tu misma, sé mía
dime tu pétreo nombre
de roca apasionada
17
Ema
León
Sentido
ajeno…
p.
59
10
anormalidad, su disfuncionalidad y se deja de ver su condición de irrupción que
cuestiona la legitimidad social de lo que hay. Los marcos actúan como
“anteojeras” que definen lo inteligible, el comportamiento que se entiende, y por
tanto delimitan aquello que no es sino anormal o disfuncional (ciertas formas de
protesta social, por ejemplo, formas locales de autogobierno que son expresión
del hartazgo social, el rechazo a votar, el desconocimiento de los representantes
políticos como representantes propios…).18.
18
Benjamín Berlanga, El tiempo de los ingobernables ¿Y si ya no queremos ser ciudadanos?
periódico la jornada de oriente 17.11.2014 en
http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2014/11/17/el-tiempo-de-los-ingobernables-y-si-ya-no-
queremos-ser-ciudadanos/
11
Así, por ejemplo, nombrar al otro “pobre” en la práctica de intervención social,
es someterlo a un sistema de nominación, inscribirlo, no sin violencia simbólica,
en un determinado orden de verdad, el de la pobreza como discurso, desde donde
comprenderlo y hacerlo manejable; es capturar su otredad, tratarla, describirla,
presentarla como realidad incuestionable, mejorarla, alterarla radicalmente
mediante la intervención, bien desde la política pública, o desde el altruismo, la
solidaridad, o la caridad21. En estas condiciones lo que se da es un “sometimiento
nominativo” (Ema León) por el que el otro se presenta nombrado como
condición de su comprensión. La naturaleza real del otro no desaparece pero
queda sometida, en una violencia que le niega, a esa nominación y a la posterior
comprensión condicionada
Cabe entonces la pregunta por los nombres que ponemos y que asignamos al otro
en nuestra relación con él. Hemos de reconocer y preguntarnos por la práctica de
nominar al otro e inscribirlo en sistema de nominación o sistemas de verdad que
enmarcan el trabajo que hacemos (desarrollo, educación, terapia, inclusión
combate a la pobreza…). Encerrados en los discursos y prácticas de nominación
los nombres nos atrapan: las más de las veces “tematizamos” al otro y, al
hacerlo, nos dotamos de una identidad también tematizada (promotor, técnico,
asesor, docente, experto, solidario, caritativo) para tratar a ese otro nominado
(campesino, alumno, infante, beneficiario…..) y desplegar procedimientos de
inclusión, igualación, formación, concientización.
12
perpetuo y constitutivo de la sociabilidad humana en todas sus formas y
circunstancias”22
La hospitalidad es un don que funda una relación que se constituye como hábito
de lo otro, un hábito (del corazón) que permite al si mismo romper su cautiverio
y, más aún, fundar de este modo la propia interioridad de manera plena:
22
Higinio Marín, Teoría de la cordura y de los hábitos del corazón Pre-textos 2010, Valencia
España. Cfr. Capitulo 6 Hospitalidad y memoria del Otro pp. 151-174
23
Higinio Marin, cit. p. 165
24
Voy a seguir en este apartado las ideas de Amaia Izaola e Imanol Zubero al respecto La cuestión
del otro: forasteros, extranjeros, extraños y monstruos, cit.
13
Por ello, para ser aceptado, el forastero ha de hacer un esfuerzo: interpretar los
horizontes de familiaridad con los que se encuentra y que tiene que ir
descubriendo, para habitarlos, para habitar en el grupo. Pero lo hace desde sus
propios horizontes o marcos de interpretación y le resulta difícil, por lo que
siempre está sintiendo o está a punto de sentir cierta desubicación. Como
forastero, de alguna manera siempre lo será: es el que llegó, al que le cuesta
entender como suya la nueva realidad y es el que no terminará por ser
cabalmente comprendido por el grupo:
“vivimos con tanta naturalidad nuestra pauta cultural que nos cuesta ponernos
en el lugar de ese ‘otro’ tantas veces perdido y desorientado entre códigos y
normas que le resultan extraños. Si esta incomprensión, con los problemas de
convivencia y relación social que genera, se produce en el caso del forastero, y
podemos suponer que las dificultades se multiplican medida que avanzamos en
el espacio teórico de la distancia social”25
25
Amaia Izaola, Imanol Zubero, cit. p. 109
26
Amaia Izaola, Imanol Zubero, cit. p. 111
27
Amaia Izaola, Imanol Zubero, cit. p. 113
14
El extraño: “cualquiera puede ser considerado un extraño” Con el extraño
como categoría de otredad se abre una brecha en la construcción del otro: el
extraño es fundamentalmente un construcción subjetiva, social: el extraño,
señala Ulrich Beck en “La democracia y sus enemigos” es construido, es
alguien sometido a un proceso de definición o de conversión en extraño:
Que el otro sea definido como extraño tiene que ver con la mirada, con la
elaboración de su imagen. En la construcción del otro como extraño hay un
“proceso de producción social de la distancia”: es lo que hace que el vecino,
dice Bauman, con el que se convive en relaciones más o menos armoniosas y
normalizadas, devenga de sujeto individual, conocido, en judío como
nominación abstracta hecha de prejuicios y estereotipos, que sustituye la
singularidad: “…la construcción de este judío abstracto hizo desaparecer, de la
mente de muchos alemanes, la imagen del ‘judío’ de la puerta de al lado,
conocido, cercano y considerado como un alemán más: ‘el otro’ como
categoría abstracta simplemente, no tiene nada que ver con el ‘otro ‘ que yo
conozco”
15
Así, nos colocamos en la figura del monstruo:
el otro en el que se “traza el límite de las
diferencias normales, aquellas que no se
alejan demasiado de las normas” El monstruo
está del otro lado de las fronteras de lo que
puede ser aceptable. Por eso, el extraño está
siempre a un paso de ser monstruo, ser el otro
inaceptable. El monstruo fija la frontera de lo
normal: lo monstruoso es un paso al otro lado.
31
Amaia Izaola, Imanol Zubero, cit. p. 123
16
Las figuras del forastero, el extranjero, el extraño y el monstruo, son
construcciones sociales de la otredad que se mueven entre la tentación de crear
al otro, el temor y la necesidad de reducirlo a una condición conocida, y la
voluntad de poder y de dominio que quiere controlarlo. La construcción de la
otredad y las diversas nominaciones que adquieren las figuras del forastero, el
extranjero, el extraño y el monstruo, en cada momento, en cada sociedad, van
más allá de la vida cotidiana y se instalan como sistemas de verdad, de
racionalidad científica y técnica, en los discursos y prácticas de intervención y
de modificación del otro, que sirven para producirlo y gobernarlo.
17
Visto así, los tres discursos y practicas sociales
se constituyen como sistemas de nominación-
sistemas de verdad: reflejan la operación de un
poder de nominación que produce al otro en
situación de desventaja y lo coloca en un
relación de intervención, para dar lugar a su
adecuación, normalización, “adquisición de
humanidad”.
La metáfora del “poder pastoral” en el
gobierno de los hombres, que propone Foucault, resulta adecuada para tratar de
desplegar esta mirada que planteo. Mediante ella podemos tener una
comprensión crítica y quizá inédita de lo que estamos haciendo, muchas veces
hasta sin darnos cuenta, cuando hacemos educación, promoción del desarrollo, o
cuando aplicamos procedimientos terapéuticos en nuestro trabajo.
Foucault plantea que el ejercicio del poder político y el ejercicio del poder
pastoral, hacen al gobierno sobre los hombres y constituyen el entramado de la
gubernamentalidad, que tiene como finalidad el control de la población. Para
Foucault, la gubernamentalidad tiene que ver con “…el conjunto construido por
las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las
tácticas que permiten ejercer ese (…) poder (del Estado) sobre las
poblaciones”32. En este marco, el poder político se ejerce sobre la población en
su conjunto y el poder pastoral es individualizante, se ejerce sobre el individuo.
32
citado en: Cynthia Nathaly Condoy Celi, Poder pastoral y subjetividad sujetada en Michael
Foucault, en:
http://grupoparaguay.org/L_Condoy_2014.pdf
33
Michel Foucault, Los anormales, Curso en el Còllege de France (1974-75) Fondo de Cultura
Económica primera edición en español 2000, México, p. 59
18
El poder pastoral se ejerce sobre los individuos, no sobre las poblaciones. Es un
poder orientado a gobernar a los individuos de manera continua y
permanente.34. En este sentido, Foucault distingue cuatro características del
pastorado: a) “el pastor ejerce el poder sobre un rebaño”; b) “el pastor agrupa,
guía y conduce a su rebaño”; c) “el papel del pastor consiste en asegurar la
salvación de su rebaño; d) “la bondad pastoral (…) se halla más próxima de la
abnegación. Todo lo que hace el pastor lo hace por el bien de su rebaño”35
Este modo de poder está presente en toda la historia occidental y llega hasta la
sociedad contemporánea. Concierne a la vida de los individuos, dice Foucault, y
este problema de gobernar a los hombres, o más bien “serie de problemas”
“tienen que ver con las relaciones entre el poder político que actúa en el seno
del Estado, en cuanto marco jurídico de la unidad, y un poder, que podríamos
llamar “pastoral”, cuya función es la de cuidar permanentemente de todos y
cada uno, ayudarles, y mejorar su vida”36
34
“A lo que me refiero en realidad es al desarrollo de técnicas de poder orientadas hacia los
individuos y destinadas a gobernarlos de manera continua y permanente. Si el Estado es la forma
política de un poder centralizado y centralizador, llamemos pastorado al poder individualizador”.
Cfr. Michel Foucault, Tecnologías del yo. Paidos, Buenos aires 1996 p.98
35
Michel Foucault, Tecnologías del yo. cit. 100-102
36
Michel Foucault, Tecnologías del yo. Paidos, Buenos aires 1996 p. 111
19
EL REBAÑO: SALVARLOS DE LA POBREZA, INTEGRARLOS. UNA META FINAL: ERRADICAR
LA POBREZA, JUSTICIA SOCIAL, DESARROLLO, INCLUSIÓN. PROGRESO
37
Retomo, si se quiere de manera un poco arbitraria, las ideas pedagógicas de Ranciere sobre el
“maestro explicador”, para mostrar a la educación como sistema de nominación-verdad en el que se
ejerce un “poder pastoral” que tiene como misión salvífica explicarle al otro la verdad. Jacques
Ranciere, El Maestro Ignorante, cinco lecciones sobre la emancipación intelectual, Laertes 2003.
20
acceso al saber: el ignorante. El otro es el educando, el alumno, el adulto, el que
no sabe. Y todo un sistema de nominación, de identificación se extiende
alrededor de esta idea: rezago educativo, analfabeta, inculto, atrasado, desertor
escolar, reprobado, aprobado, alumno problema, aplicado, maestro, docente,
facilitador, mediador pedagógico, tutor, asesor, capacitador, formador, instructor
38
Xavier Laudo Castillo, Educación y emancipación: de la experiencia de Jacotot a la expectativa
de Ranciere En: Educacio i historia. Revusta d’ historia de l’Educacio num 21 enero-junio 2013
pp.65-87 en: http://www.raco.cat/index.php/EducacioHistoria/article/viewFile/267826/355430
pp. 76
39
Xavier Laudo Castillo, cit. p. 77
21
que han visto (…) lo que tal maestro ignora es la desigualdad de las
inteligencias”40
a) todas las inteligencias son iguales, todas las personas podemos decir cosas
sensatas y con sentido (y también pendejadas)
En cada sociedad, en cada momento histórico, hay ciertas vidas que aparecen
como vidas de “sujetos destituidos” (Janine Puget) o como “vidas que
socialmente no merecen la pena vivirse” (Judit Butler). Son vidas que se
presentan como “pura presencia”, porque han quedado reducidas a ese estado, a
un verlas pero no mirarlas; vidas a las que se les destituye la validez de su forma
de vida específica desde nuevas denominaciones que las designan.
40
Xavier Laudo Castillo, p. 77
22
Nos movemos entre fuerzas que tienden a la humanización, al intento de ser más
como humanos, y su opuesto, fuerzas de despojo de humanidad, de creación de
sujetos destituidos en la validez de sus subjetividad, mediante el genocidio, la
expulsión –los marginales, los migrantes, la creación de sistemas carcelarios-
pero también mediante sistemas discriminatorios que se constituyen como
sistemas de nominación de la otredad, adjudicándole a sectores, grupos sociales,
colectivos, características y condiciones de extranjería, de lo extraño y hasta de
“monstridad” para remarcar que son diferentes y no son aceptados en su forma
de vida41
41 Estoy retomando aquí las ideas de Janine Puget que encontré en un pequeño escrito en
www.webIslam.com Sujetos destituidos en la sociedad actual.
23
En principio, el planteamiento de inclusión social que se presenta como lucha
contra la pobreza, se presenta también como lucha contra la discriminación, es
decir, contra el trato como no iguales. Es una política que, sin embargo, no se
construye desde un pensamiento “prudente” que se pregunte, antes que por la
igualdad de todos y todas, por las condiciones de la diferencia, que son las que
hacen posible una igualdad que no resulte “igualación”. Lo que se presenta es
una operación previa de destitución de formas de vida, poniéndolas como vidas
que socialmente no merecen la pena vivirse en su cualidad y condición concreta,
dando así lugar, por ejemplo, al pobre (o al rezagado, al marginado, al no
desarrollado). Se busca incluir entonces al pobre, una categoría que es una
construcción social que se basa en la negación de formas de vida y que se
presenta en el diseño de la política como dato: el pobre es un dato en los
congresos de pobretología, en las mediciones para mostrar la efectividad de la
política pública; el pobre, para ser considerado debe ser información fiable, que
se presenta como dato agregado de pobres que hacen a la pobreza de un lugar, de
una región, de un país, de un continente: un número lo más exacto posible que
sirve de base para el diseño de la política pública.
24
Es cierto que hay desarrollos “alternativos”, otros modos de construir
posibilidades de vida buena generados desde las personas y los colectivos, en
cuanto sujetos que se construyen a partir de, en y como proyectos colectivos en
relación con imaginarios de vida buena por los que se lucha. Creo que esos
proyectos son ya el camino hacia otra cosa que todavía no se nombra, lo que
todavía sólo sabemos “empalabrar”, adjetivando o “transversalizando” el
desarrollo. Estos proyectos ya no “están siendo” intentos del desarrollo, en tanto
ya no se están haciendo desde el despojo de subjetividades, sino desde la
afirmación entusiasta de la propia vida, es decir, desde la reapropiación y re-
elaboración de subjetividades negadas y ninguneadas que han sido nombradas
vidas que socialmente no merecen la pena vivirse.
25
social hasta llegar a lo más recóndito de nuestras almas”42 Su conformación
como dispositivo supone una doble nominación y asignación de realidad que
abarca a todo sujeto, toda subjetividad: por un lado, el si mismo, la conciencia
de si, o autoconciencia, se presenta como “el centro director de la vida” y, por
tanto, se presenta como lugar de trabajo terapéutico o de autoayuda para
remontar toda disfunción y, por otro lado, nuestras vidas se presentan como
“disfunción generalizada” (neurosis, burnout, depresión, fatiga crónica, estrés) 43
Con esta cultura terapéutica estamos ante “la institución de un nuevo régimen
de control social”. Esta es la posición de Frank Furedi en su libro Therapy
Culture. Cultivation vulnerability in an uncertain age, señala Marina Garcés en
una reseña que publica en Espai en Blanc:
26
terapéutica pone a funcionar un dispositivo de coerción y de control que no
necesita del castigo porque se basa en el cultivo de la propia impotencia y
vulnerabilidad en un mundo percibido como crecientemente amenazante”
Esta es la paradoja y la trampa de la cultura terapéutica en la que nos
hallamos instalados: con el lenguaje de la autorrealización y de la plenitud
del yo, la cultura terapéutica promueve el sentido íntimo de la
autolimitación y de la dependencia. Nos invita a mirar hacia uno mismo
para que podamos descubrir nuestros déficits e incapacidades y
reconocernos en ellos.”46
Sin embargo, hay cierta ambivalencia en este tipo de terapia: si bien es cierto que
puede ser vista como un dispositivo de control, asociada a un modo de
acumulación del capital que exige del sujeto un dominio de si y niveles
crecientes de autoría para adaptarse a contextos aceleradamente cambiantes, al
mismo tiempo, el esfuerzo de autoría del sujeto se abre a una revuelta del
interior, como revuelta del si mismo que cuestiona la propia vida y que plantea el
querer vivir como desafío, lo que resulta “terapéutico” en términos de liberación
del vivir respecto al malestar de un querer vivir atado a lo que hay: en la revuelta
del si mismo el sujeto llega al fondo de la fatiga y del malestar del querer vivir,
de una manera que resulta liberadora: un dar-se cuenta que se abre paso como
desafío a la vida vivida. 47
46
Marina Garcés, La terapia como cultivo de la impotencia. Reseña de Frank Furedi, cit.
47
Marina lo plantea así: “uno de los principales problemas que debemos afrontar cuando nos
planteamos las relación entre terapia y política es el de su ambivalencia. Por un lado, se vislumbra
como un nuevo dispositivo de control capaz de atravesar todas las dimensiones de la vida social
hasta llegar hasta lo más recóndito de nuestras almas. Po otro, toda politización de la existencia que
parta de un cuestionamiento radical de la propia vida tiene algo de terapéutico” Cfr. Marina Garcés,
La terapia como cultivo de la impotencia. Reseña de Frank Furedi, cit
48
Esto, que son ideas de Santiago López Petit, lo desarrollé en la charla de la sesión anterior al
plantear el “si mismo como indignación”.Cfr. Benjamín Berlanga, Seis ideas acerca de narración y
re-autoría. El si mismo como indignación, como indagación y como decisión” Enero 2016, en
www.ucired.org.mx sección documentos Ver l desarrollo de la idea 2, “El si mismo como
indignación”
27
“ …¿dónde entonces vislumbrar los procesos de resistencia a este mismo
dispositivo de control terapéutico? ¿Hay un afuera de la terapia? ¿Cómo
arrancar al yo de su propia vulnerabilidad? La cultura terapéutica propone
autolimitación. No le interesan los héroes sino las víctimas. No nos invita
transformar el mundo sino a sobrevivir ¿De donde arrancar las fuerzas para
emprender una lucha efectiva contra esa forma de control social que nos ha
engullido en nosotros mismos y en nuestra impotencia?
28
“Llevar la conciencia al pueblo”, “concientizar”, “liberar al pueblo de sus
ataduras ideológicas”, “ser vanguardia que conduce la liberación” son
expresiones válidas en su significación en el “ambiente” revolucionario en el
que nos formamos en las últimas décadas del siglo pasado, y son expresiones
que hoy resultan de una claridad asombrosa en su capacidad de mostrar un
“borramiento” de la alteridad, su nominación como déficit, como incompletud,
es decir, como otro extraño o disminuido, al mismo tiempo que muestran el
ejercicio de un poder pastoral, benévolo y abnegado, presente en la relación que
se propone (llevar, concientizar, liberar, conducir): lograr que el otro vea lo que
nosotros vemos, y para ello es necesario desechar su mirada como mirada
ingenua, incompleta, ideologizada, de conciencia “en si” y no “para si”, y re-
educarla como mirada verdadera49.
Emancipación tutelada: creer que el otro necesita de nosotros para reconocer los
mecanismos de su dominación, cuando el asunto, dice Ranciere es otro, es muy
otro:
49
“Aquel que ve no sabe ver: esta presuposición atraviesa nuestra historia, de la caverna platónica
a la denuncia de la sociedad del espectáculo. Es común al filósofo que quiere que cada uno ocupe su
lugar y a lo revolucionarios que quieren arrancar a los dominados de las ilusiones que los
mantienen en ese estado. Jacques Ranciere, El espectador emancipado, Bordes Manantial, 2013,
Buenos Aires.
50
Jacques Ranciere, El emancipador emancipado, cit. p 50
29
“Pues para los dominados la cuestión no ha sido nunca tomar conciencia de los
mecanismos de su dominación, sino hacerse un cuerpo consagrado a otra cosa que
no sea la dominación. No se trata nos indica el mismo carpintero, de adquirir un
conocimiento de la situación, sino ‘pasiones’ que sean inapropiadas para esa
situación”51
¿Pero, cómo surge el poder desde un no-poder? El poder no es una cosa que se
posea, es una relación y, por tanto, en el ejercicio de poder hay siempre la
posibilidad de una fuerza contraria, una resistencia frente al poder que gana
poder: una fuerza de resistencia que deviene contra-poder que desmonta o
cambia la relación existente. En la resistencia hay un proceso natural de em-
poderamiento, en tanto ganar poder apropiándose de recursos antes enajenados y
desarrollando capacidad o agencia en la oposición, en la contra-posición frente
51
Jacques Ranciere, El emancipador emancipado, cit. p 64
52
María Virginia Betancor Harretche, Empoderamiento ¿una alternativa emancipatoria? Revista
Margen num. 61 junio 2011 en: http://www.margen.org/suscri/margen61/betancor.pdf
30
al poder ejercido, en la contradicción, en la lucha: “…no hay poder sin que haya
rechazo o rebelión en potencia”, señala Foucault.53
¿Qué pasa cuando este proceso aparece encerrado como procedimiento decidido
desde alguien que mira y diagnostica la necesidad e incluye “empoderar al otro”
en un plan de trabajo, un plan de intervención a favor, junto con, por el otro? El
“empoderamiento” se transforma en la aplicación de un procedimiento medido y
regulado por un “funcionariado” político, civil o partidario, para que el otro
gane poder, agencia.
53
“el poder no es una sustancia. Tampoco es un misterioso atributo cuyo origen habría que
explorar. El poder no es más que un tipo particular de relaciones entre individuos. Y estas relaciones
son específicas (…) El rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden, mas o menos,
determinar por completo la conducta de otros hombres, pero jamás de manera exhaustiva o
coercitiva. Un hombre encadenado y azotado se encuentra sometido a la fuerza que se ejerce sobre
él. Pero no al poder. Pero si se consigue que hable, cuando su único recurso habría sido el de
conseguir sujetas su lengua, prefiriendo la muerte, es que se le ha obligado a comportarse de cierta
manera. Su libertad ha sido sometida al poder. Ha sido sometida al gobierno, Si un individuo es
capaz de permanecer libre, por muy limitada que sea su libertad, el poder puede someterle al
gobierno No hay poder sin que haya rechazo o rebelión en potencia” Cfr. M. Foucault,
Tecnologías del yo, cit.. p 139
31
“más allá” de lo que hay y que surgen como reacción al ejercicio de poder de
dominación y al margen de las lógicas del “funcionariado”, por más alternativo
que resulte, desde la constitución y emergencia de una “capacidad de veto” que
no sólo dice NO! sino que se despliega en múltiples formas asociativas para la
producción y reproducción de la vida, en modos que son ”el ave fénix de lo
humano”, dice atinadamente Raquel Gutiérrez Aguilar,:
54
Raquel Aguilar Gutiérrez, Horizonte Comunitario Popular. Antagonismo y producción de la
común en América Latina. ICSyH BUAP, México 2015. p. 107-8
32
Es “la vuelta al pueblo”, la “in-culturación”, la apropiación discursiva acrítica
del “sumak kawsay” (buen vivir) tan de moda hoy, al mismo tiempo que es la
consideración romántica del otro tematizado en la relación que se establece. Es,
por otro lado, la construcción de la identidad como identidad “salvada” en la
relación con “ellos”, en la apropiación de sus cosmogonías (o lo que se
considera que ellas son: muchas veces elaboraciones retóricas desde el otro
educado, instruido, certificado) y la imitación de modos de vida.
Hay, además, una especie de ceguera que no permite ver la comunidad concreta,
ver las relaciones de convivialidad en las que uno se adentra, en su complejidad
y contradicciones, en los usos del poder y dominación que se dan: cierta mirada
romántica del otro y de los otros como colectivo, produce un efecto de
mitificación. Lo vemos en la exaltación acrítica de movimientos sociales,
presentados como movimientos puros y sin contradicciones, en la elaboración
romántica de las “culturas originarias” como cosmovisiones integrales, en la
consideración ingenua de la bondad intrínseca del otro, por parte de quienes
participamos en proyectos, organizaciones, colectivos junto con campesino e
indígenas.
33
sufrimiento que produce la vida movilizada por el capital. Se trata de un
emancipación “tutelada” por la técnica de autoayuda y por el terapeuta,
coaching, o sanador.
55
Marina Garcés, La terapia como cultivo de la impotencia. Reseña de Frank Furedi, cit.
34
5. PRÁCTICAS DE RELACION CON LA ALTERIDAD: LA CONFIGURACIÓN DE LA
RELACIÓN CON EL OTRO COMO TRATO, QUE ES ENCUENTRO, CONVERSACIÓN Y
ELABORACIÓN DE LO COMÚN
¿Por qué es necesario preguntar por los modos de elaborar la relación con el
otro? Es necesario porque lo que hacemos, los discursos, el instrumental que
usamos y las categorías y los procedimientos que sabemos, están marcados:
corresponden a sistemas de nominación-verdad que tienden a borrar al otro
como otro, nominándolo y asignándole realidad, tal y como he tratado de
mostrarlo en los puntos anteriores.
Tenemos que saber qué hacer frente a la innegable emergencia de “los sin
parte”, de los que son como desconocidos: ellos y ellas quienes dejan de
arreglarse de acuerdo a la subjetividad que les asignamos y se presentan de otro
modo. Porque en esa emergencia podemos contar, podemos ser parte, pero no
como el pastor que conduce a su rebaño sino como uno más en la fuerza de los
que hacen lo común.
Este es nuestro reto: estar junto con otros en una relación que no se elabore
desde principios pre-establecidos para hacer cosas juntos: cambiar el mundo,
cambiar-nos la vida. Este reto así planteado se inscribe en uno más amplio que
35
que nos convoca “…comprender la existencia del otro como verdaderamente
otro y no como otro derivado de principios preestablecidos”56.
Esto es, creo que en este proceso de re-autoría tenemos que hacer el esfuerzo de
pensar la relación con el otro desde la experiencia del nosotros para intentar
con ello un desmontaje de los sistemas de nominación-verdad y un desmontaje
del poder pastoral en la relación con el otro.
a) “en la percepción del otro como cuerpo la otredad del otro se da como
diferencia irreductible, insuperable”, al mismo que como pertenencia a un
común, como experiencia del nosotros
Esta es la cuestión.
56
Esta es, dice Leonardo Verano Gamboa, la forma en que Merleau Ponty se plantea la
problemática de la experiencia del otro, tratando de ir más allá de la tradición filosófica que desde
una subjetividad trascendental absoluta niega la experiencia del otro. Cfr. Leonardo Verano
Gamboa, El lugar del otro: el problema de la alteridad en la filosofía de Marleau-Ponty Revista
Universitas Philosophica 58, año 29 enero junio 2012, Bogotá Colombia, pp. 251-275 en:
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/vniphilosophica/article/view/10847 pp. 251
57
Me refiero al ensayo de Marina Garcés, Merleau-Ponty: la filosofía del nosotros En:
http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwj_6oK
338DLAhUGvIMKHUfwC4cQFggbMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.tea-
tron.com%2Fplataformacanibal%2Fblog%2Fwp-
content%2Fuploads%2F2010%2F04%2FMERLEAU-
PONTY_MGarces.doc&usg=AFQjCNFq9guZzo4Ryk29M3oMRt_aif1jYQ&sig2=0qOFz4pRtKRnn
TXzkTzpDA
58
Leonardo Verano Gamboa, cit. p. 251 (resumen)
36
Podemos pensar la relación intersubjetiva desde la experiencia del nosotros en
lugar de partir del esquema yo-otro, mismidad-otredad, que es justamente el
esquema“…según el cual el problema de la alteridad se plantea desde la
separación (el frente a frente) y, por tanto, como un problema de acceso al
otro”. Esta es la propuesta de Merleau-Ponty señala Marina Garcés:
59
Marina Garcés, Merleau-Ponty: la filosofía del nosotros, cit. p. 2
37
del otro es originaria, es constitutiva de mi mismo, en el sentido de que nuestro
encuentro con el otro “…pertenece a nuestra propia experiencia corporal como
‘ser del mundo”. Ésta es, de acuerdo a Merleau Ponty, la concepción del mundo
como “entremundo”:
“Ser fiel a la experiencia del nosotros que está en la base de nuestro mundo no
es proyectarse en una identidad trascendente ni en un acuerdo comunicativo
trascendental, sino saberse y experimentarse implicado en el nudo de relaciones
de una misma situación. Habitar co-implicadamente la equivocidad de los
hechos. Retomar el mundo par recrear su sentido”61
60
Leonardo Verano Gamboa, El lugar del otro: el problema de la alteridad en la filosofía de
Marleau-Ponty, cit, p. 256
61
Marina Garcés, Merleau-Ponty: la filosofía del nosotros, cit, p. 8
38
5.3. LA PALABRA, EL HABLA COMO EXPRESION DE LA DIFERENCIA RADICAL DEL OTRO.
En la experiencia del lenguaje como palabra hablada hay una “comunidad del
hacer”, una comunidad que es “comunicidad”: la experiencia individual del
lenguaje como habla es siempre con otro, con otros y es, por tanto, una
experiencia de comunidad en la que la palabra hablada nos da acceso al mundo
del otro. Es una verdadera comunidad de comunicación, esto es, de presentación,
de hacer-se en la palabra
Pero la palabra como habla nos plantea, al mismo tiempo, la experiencia del otro
en su diferencia radical: la relación con el lenguaje que nos es común se da con
mi palabra: es ella la que le da dimensión a mi ser y hace al otro participable de
mi ser en lo común del lenguaje:
En la medida que el otro y cada quien cuando habla, comunica con su palabra
(con la lengua que se ha apropiado) ésta tiene el poder de expresar su diferencia
su ser verdaderamente otro”62
(…)
39
en ella nos afirmamos como experiencia singular: con la palabra expresamos lo
que cada quien tenemos de más propio.
Hay al menos dos situaciones que pueden presentarse y que hemos de considerar
cuando intentamos participar y animar procesos colectivos de narración desde
prácticas narrativas que quieren ser liberadoras, esto es, desde procesos de
producción de relatos y acciones para cambiar nuestras vidas,: a) lo que
podemos llamar el riesgo de la “deriva terapéutica” de nuestro intento; y, b) la
tentación de producir narrativas tuteladas por nosotros como expertos.
Antes que otra cosa creo que necesitamos la mirada “atenta, precavida, que
muestre al querer lo que tiene que hacerse”. Esa mirada que propone Bloch, en
el parágrafo de “el forjador” de “El Principio Esperanza”, como compañía del
deseo y el querer del que quiere, de los que quieren, hacer algo64. Cómo hacerlo
64
Ernst Bloch, El Principio Esperanza, Tomo III Ediciones Martinez Roca,
40
si no es inaugurando en cada momento, en cada proceso en el que participamos,
mecanismos reflexivos y de clarificación que nos permitan saber lo que estamos
haciendo; es decir, cómo hacerlo si no es procurando el ejercicio de un
pensamiento crítico para reconocer y vencer en nosotros a las “figuras de la
mentira”: la impotencia, el cinismo, el utopismo y la actitud jovial, de quien no
quiere ver por miedo su propia participación en la reproducción de lo mismo, de
quien al no querer ver, deja de ver las posibilidades de la grieta, de la
resistencia.65
Dos ideas fuerza pueden resultar útiles para intentar pensar y hacer de otro modo
las cosas que hacemos. Una es de Judith Butler y es la idea de habitar el mundo
con la fuerza de la palabra, y la otra es de Raquel Gutiérrez, quien encuentra en
los entramados comunitarios, la infatigable y polifacética capacidad del
colectivo para la conversación, la coordinación y la coordinación de
conversaciones en la elaboración de tramas sociales-comunitarias, que
configuran ámbitos de producción colectiva de la vida material66
Habitan el mundo, dice Butler, los que son reconocidos en el mundo, aquellos y
aquellas para los que el reconocimiento como vidas que socialmente merecen la
pena vivirse no es problema. Porque hay otras vidas cuya vida socialmente no
merece la pena ser vivida. Estas vidas conforman “un mundo inhabitado” un
mundo en el cual la vida es inviable, prescindible y no merecedora de duelo:
“ “(…) vemos que el mundo inhabitado existe, pero como irrealidad social. La
inhabitabilidad está cercada por las fronteras de una acuciante aporía: es una
realidad cuyas condiciones de realización plena están imposibilitadas, y los
seres humanos que allí habitan no experimentan la plenitud de la vida humana.
Las normas imperantes en el mundo habitable no otorgan reconocimiento a
dicha realidad fractal. Por ello la teorización del mundo habitado y del mundo
inhabitado no suscita sólo un problema epistemológico o espacial, sino
profundamente ético, en tanto que la realidad social se bifurca, culturalmente,
65
Me refiero aquí a la idea de “figuras de la mentira” de Santiago Lopez Petit que ya plantee en el
ensayo de la sesión anterior de la Maestría: Cómo entonces colocarnos de otro modo que no sea el
de las ‘figuras de la mentira’ (…) el modo de la subjetividad cínica que rechazamos
categóricamente como motivo de vida; también, cómo no caer en la subjetividad utópica, que con la
vista puesta en un lugar sin lugar, cree ir más allá del malestar de esta movilización obligada de
nuestras vidas, en una espera del por-venir que termina maltrecha de tanto invocarla; y, por último,
cómo resistir la tentación de la subjetividad jovial que mira el mundo con la ingenuidad y la
ignorancia que proponen “terapéuticas salvíficas”(Peter Sloterdijk) de cualquier tipo, a fuerza de
no querer mirar y de querer trascender el dolor, el sufrimiento, el cansancio y la fatiga de querer
vivir. Hay un camino posible: apurar el malestar hasta hacer la anomalía: asumir el querer vivir
como desafío: exacerbar la vida mediante el pensar contra el pensar, amar contra el amar y
resistir. Cfr. Benjamin Berlanga Gallardo, Seis ideas acerca de narración y re-autoría, cit. Esta
idea de Lopez Petit está desarrollada en Santiago López Petit, Los hijos de la noche, Ediciones
Bellaterra, 2014, España
66
La idea de Butler la encontré en Jairo Pulecio Pulgarin, Judith Butler: una filosofía para
habitar el mundo, Revista Universitas Philosophica 57 año 28, julio diciembre 2011 Bogota
Colombia pp. 61-85 en: http://www.scielo.org.co/pdf/unph/v28n57/v28n57a04.pdf que la presenta
en un desarrollo más o menos amplio. La idea de Raquel Gutierrez, aunque está mencionada
tangencialmente en Horizonte Comunitario Popular. Antagonismo y producción de la común
en América Latina. ICSyH BUAP, México 2015, me resulta una idea muy fecunda para lo que
hacemos
41
entre un mundo que ofrece las condiciones para el ejercicio de la libertad, y uno
que niega a sus habitantes el desarrollo como sujetos morales plenos” 67
Es la idea que plantea Raquel Gutiérrez y de la que tenemos que aprender algo
muy preciso: hay en los colectivos, a nivel comunitario, una polifacética
capacidad creativa de coordinación de la palabra en conversaciones para
producir la vida. Esta capacidad creativa se sostiene en una capacidad de veto a
lo existente, mediante múltiples modos de decir No! Es en los momentos de
lucha cuando se hace visible esta capacidad para producir lo común, “para
hacer el nosotras” dice Raquel:
67
Jairo Pulecio Pulgarín, Judith Butler: una filosofía para habitar el mundo, cit,. p 69
68
Raquel Gutiérrez, cit. p. 111
42
Lo que se hace visible en esos momentos de fuerza común, añade Raquel, es
decir, en esos momentos de “energía desbordada” del hacer, que son los
momentos de lucha, “es la dinámica más íntima de las múltiples con-
versaciones y acoplamientos recíprocos que habilitan justamente esa fuerza, esa
capacidad comúnmente producida –o reactualizada- para dotarse de fines
igualmente comunes y acoplarse mutuamente para echarlos a andar”
Así, en lo que hacemos no se trata de ir al otro “para que se narre”, “para que
descubra la potencia de la palabra”; se trata, más bien, de sumarse a las
conversaciones que hacen al mundo propio, al mundo colectivo, a lo común,
para participar en su ensanchamiento, en su vitalización, en la animación de
rupturas, en la ampliación de la capacidad de veto a lo que hay, en la producción
de la vida de otro modo.
Tenemos que pensarnos como un siendo sujeto que (se) da cuenta de lo que está
pasando. Necesitamos habitar el mundo con la fuerza del testimonio. Lo que
debemos buscar son testimonios y testigos. El testigo muestra sin definir, sin
categorizar, sin “modelizar”; muestra, nada más, la potencia de lo humano
contenida en el impulso profundo del querer vivir.
Hay que buscar testimonios y hay que dar(se) (a) la escucha. Porque tal y como
elaboramos a veces las cosas, presentamos al otro en la práctica educativa, en la
acción de inclusión y en la narrativa, como figuras de ejemplaridad imitable:
43
personas construidas como personajes con una narrativa elaborada sobre su
historia y, ante todo, sobre el momento en el que nace la idea, el acto, que
cambió su vida y la de los demás. Nada más seductor que ello: todo pareciera
decir que para “resolver el mundo” necesitamos innovadores porque el mundo lo
cambian ellos y ellas. Damos ejemplos y no permitimos el testimonio.
Necesitamos otra cosa: historias recogidas y contadas entre todos y todas, que
muestren la irrupción de la conciencia del dolor y la indignación, la revelación y
las imágenes de otra cosa, la conformación del querer como desafío en acciones
y proyectos que trastocan lo que hay. Narrativas que den testimonio, testigos que
las narren.
69
J. Ranciere, El espectador emancipado, cit, pp. 66-7
70
J. Ranciere, El espectador emancipado, cit. 51-52
44
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