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Organización

del trabajo

Ergonomía
Organización del trabajo
Ergonómicamente, un sistema comprende: el ambiente físico
(temperatura, iluminación, aromas, entre otros), el ambiente psicosocial
(producido por los puestos de trabajo en sí) y aquellos producidos por los
puestos vecinos, aunque también por los más apartados.

Resulta cada vez más evidente que la organización es el valor estratégico


más importante en una empresa, la cual se identifica con ella. Por ejemplo,
el diseño de una empresa de distribución de paquetes y mensajes requiere
un amplio estudio ergonómico de la organización; éste debe tener en cuenta
todas las etapas: medios de transporte, comunicación en la recogida,
entrega, organización de turnos, unidades centrales y periféricas, entre
otras (Farrer, 1997).

A pesar de la adaptación de una persona a un puesto de trabajo, la misma


siempre deberá trabajar un tiempo determinado, con un grado de precisión
y candencia, entre otros aspectos, y se pondrá en contacto con los operarios
de los puestos de trabajo vecinos, es decir, con los factores que intervienen
en la organización del trabajo.

Es importante que los diseños de los puestos de trabajo sean creativos y


enriquecedores, para incentivar y potenciar a los trabajadores. El trabajo
debe tener sentido y exigir algo más que el aporte de una carga de energía
física (Barrau, Gregori et al., 1999). Por otro lado, se requiere prestar
atención a las diferencias individuales, ya que las personas son sistemas
dinámicos, en permanente cambio. La variabilidad individual es muy amplia
y la persona puede cambiar a lo largo de su jornada laboral. Por lo tanto, no
sería correcto reducir a las personas a un solo perfil.

Al momento de diseñar la organización en el trabajo, se debe tener en


cuenta una característica importante: la comunicación. Debe haber
intercomunicación entre los puestos de trabajo, salvo en casos específicos
en que el puesto de trabajo requiere extrema concentración o se trata de
una actividad que se realiza de forma solitaria.

Algunas de las medidas que se recomienda considerar para el diseño de la


organización del trabajo son: la distancia física entre los operarios, la
posibilidad de tener contacto visual y para conversar, los ruidos
ambientales, los canales de comunicación de diferentes tipos, la posibilidad
de conexiones en las pausas de trabajo, entre otras.

Con los avances tecnológicos que han dado lugar a procesos automatizados
resulta común que la persona se haya convertido en una parte más del
proceso y en ocasiones, menos importante que la máquina. Por más
ventajas que brinden este tipo de procesos–en cuanto a cantidad y calidad
de productos y servicios– es fundamental evitar que las personas
abandonen por completo el control del trabajo en sus puestos, que su tarea
pierda significado o que se trabaje de forma solitaria, entre otros. Es decir,
evitar la monotonía y aburrimiento que son resultantes propias de los
procesos automatizados.

Otro factor importante en la organización del trabajo es la participación. En


la actualidad, una ventaja competitiva es el nivel de adaptación y flexibilidad.
La participación es un indicador de éxito de la organización y de desarrollo
personal. Por eso, los puestos de trabajo deben fomentar este factor junto
con la mejora continua para garantizar el éxito de la organización.

A modo de resumen, se presentan las siguientes medidas de prevención:

• Diseñar procesos que procuren que el trabajador sea el controlador


de los mismos.

• Brindar flexibilidad en las operaciones para que el trabajador tenga


la posibilidad de cambiar el orden de las operaciones.

• Crear sistemas rotatorios que reduzcan la monotonía y el


aburrimiento y fomenten el enriquecimiento del trabajo.

• Facilitar que el trabajador pueda manejar sus tiempos de autonomía


sin disminuir la producción.

• Fomentar el trabajo en equipos pequeños de personas, con objetivos


propios.

• Considerar el potencial de conocimientos y el nivel de preparación de


los operarios.

La cronoergonomía estudia los aspectos relacionados a los tiempos de


trabajo e incluye las consideraciones sobre el trabajo, los ritmos biológicos
y los efectos sobre el desempeño del trabajador –como por ejemplo: turnos,
pausas, jornadas prolongadas, entre otras (Farrer, 1997).
Por otra parte los ritmos biológicos han sido estudiados por mucho tiempo.
Su descubrimiento tuvo importantes repercusiones en diversos ámbitos de
la investigación tecnológica, en especial en los relacionados a la salud, como
por ejemplo: el desarrollo de fármacos que se adaptan a los ciclos y
actividades bioquímicas, y los horarios beneficiosos para las intervenciones
quirúrgicas. Gracias a estos estudios, se han podido concluir diversas
cuestiones, como por ejemplo: el síndrome depresivo estacional de las
personas, que se produce al comienzo del otoño.

En el ámbito laboral, el ritmo biológico más importante, como


condicionante, es el ritmo circadiano. Éste condiciona todo lo relacionado a
los turnos de trabajo, especialmente al de la noche. En general, los puestos
de trabajo se encuentran diseñados para el horario diurno. Las condiciones
de trabajo que se pueden considerar correctas durante el día pueden ser
muy perjudiciales por la noche.

A continuación se muestran algunos diagramas de las oscilaciones y


fluctuaciones de ciertas funciones que están influidas por el ritmo diario:

Figura n° 1: Variaciones de la temperatura corporal en un día

Fuente: Farrer, 1997, p. 576.

Figura n° 2: Curva de rapidez de reflejos ópticos por segundo

Fuente: Farrer, 1997, p. 576.


Figura n° 3: Frecuencia de errores en la lectura de instrumentos

Fuente: Farrer, 1997, p. 577.

Tiempo de trabajo

Como se mencionó anteriormente, nuestros ritmos biológicos son producto


de una compleja y larga evolución. Se puede ver claramente la diferencia
fisiológica y psicológica entre un homo sapiens y los seres humanos actuales.

Para la mayoría de las personas, la sobrecarga tecnológica está provocando


un sobresfuerzo biológico que implica tensiones mayores que las
acostumbradas.

A partir de la Revolución Industrial y la aparición de la clase obrera, se han


implementado métodos y formas de trabajo (como por ejemplo: los
horarios); esto ha generado importantes tensiones físicas y psicológicas en
los trabajadores hasta el día de hoy. En su momento, representó un gran
cambio en un período muy corto de tiempo en relación con los ritmos
biológicos del ser humano. La espontaneidad del trabajador quedó
completamente restringida con la aparición de las organizaciones
industriales, la producción en cadena o la cadencia de la máquina.

Para lograr cumplir con las funciones de los puestos de trabajos en estas
condiciones, se requería disciplina y fuerza de voluntad, resistencia física y
psicológica que permitieran a los trabajadores adaptarse a largas jornadas,
desde la salida hasta la puesta del sol (Barrau et al., 1999). Esto trajo
aparejada una serie de consecuencias, como enfermedades provocadas por
el excesivo trabajo o por la utilización de sustancias perjudiciales para la
salud, accidentes ocasionados por los medios de producción (diseñados sin
tener en cuenta al hombre en el sistema P-M) o por acciones inseguras
derivadas de la fatiga física, entre otros ejemplos que se pueden citar.

Cuando las jornadas y horarios de trabajo no se encuentran organizados (en


especial, cuando se trata de trabajos nocturnos), se genera la desincrosis,
que implica la alteración de los ritmos circadianos. Cuando el sueño es
insuficiente, se produce la aparición de la fatiga crónica, que termina
generando trastornos nerviosos y digestivos, entre otras consecuencias,
como se puede observar en la figura n° 8.

Figura n° 4: Fatiga crónica

Fuente: Barrau, Gregori et al., 1999, p 98.

En el fenómeno de la fatiga crónica interactúan varios factores que


persiguen una misma causa. Algunos de ellos son:

• duración o intensidad del esfuerzo físico y mental;

• ambiente laboral;

• perturbación en los ritmos circadianos;


• problemas psíquicos (malestar, estrés, conflictos, etc.);

• alimentación inadecuada y desorganizada.

En función de estos, la capacidad de recuperación de la persona va a


depender de las posibilidades personales y, más que nada, de las
condiciones de trabajo.

Entonces, cuando se diseña un PPTT (puestos de trabajo), se deben


considerar los factores que intervienen en la organización del trabajo. Los
horarios de trabajo, alimentación, frecuencia de ritmos circadianos y los
descansos son determinantes de la salud de la persona y, por ende, de su
eficiencia y calidad en el trabajo. Muchas veces, un descuido, un error o una
acción brusca o lenta provocada por la fatiga pueden ocasionar resultados
desastrosos para el operario, para sus compañeros o para el sistema
productivo (Barrau et al., 1999).

Se denomina trabajos por turnos a la organización del trabajo en la que


equipos trabajan sucesivamente y de forma independiente para lograr la
continuidad de la producción de un servicio o producto. Este se considera
un campo bastante amplio de intervención ergonómica. Hoy en día, se ha
adoptado también la modalidad del teletrabajo o trabajo que requiere el uso
de tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, que se realiza a
distancia del lugar tradicional de ejecución de las tareas laborales. Esta
modalidad on-line implica el empleo de enlaces electrónicos entre la
persona y la organización. Por otro lado, la modalidad off-line implica la
transmisión o el transporte del trabajo almacenado o expresado en papel a
través de soportes informáticos. Estos nuevos planteamientos repercuten
sobre los horarios, la disponibilidad y la organización del tiempo que afectan
a los factores intrínsecos del trabajo y a sus contenidos.

El trabajo por turno presenta una contradicción. Por un lado, es


recomendable, para la salud y calidad de vida, que se limiten y reduzcan al
mínimo. Por otro lado, las necesidades y demandas sociales, junto a la
tendencia de tercerización de las sociedades industriales, conllevan que más
personas trabajen en el turno nocturno.

Algunos de los sectores que trabajan las 24 horas del día son:

• Comunicaciones.

• Sanidad.
• Transporte.

• Industrial (que requieran procesos continuos).

• Seguridad.

Mayormente, la elección del turno noche por parte de los trabajadores se


debe a cuestiones económicas, pero además influyen otras variables como:

• costos de mano de obra;

• costos de energía;

• obsolescencias;

• costos de amortización de instalaciones.

El tipo más común de turnos es el rotatorio. Además, se utilizan los turnos


fijos, en especial cuando los turnos tienen modalidad estacional (que implica
que nuevas personas ingresan a la empresa por temporadas). Un ejemplo
de ello son los ingenios azucareros, que emplean personal externo a la
organización en épocas de zafra.

Para la organización del trabajo por turnos, se debe tener en cuenta una
serie de variables. A continuación se presentan algunas de ellas (Farrer,
1997):

• Numero de turnos: por lo general, la división del día se realiza en tres


turnos de ocho horas cada uno. Pero las características del trabajo y
la reducción del tiempo global del trabajo han propiciado el uso de
otras divisiones que son de cuatro turnos del orden de seis horas, y
de dos turnos por día del orden de doce horas diarias.

• Duración de la jornada: la extensión de la jornada está determinada


por convenios o el marco legal de cada lugar y se define como la
cantidad de equipos requeridos para realizar una actividad.

El trabajo nocturno presenta inconvenientes que están vinculados a los


desajustes o desadaptaciones de los tres ciclos fundamentales, que son:

• tiempo biológico;
• tiempo familiar-social;

• tiempo laboral.

Las alteraciones que se observan en las personas que trabajan por turno,
incluido el de la noche, son (Farrer, 1997):

• Disfunciones del sueño: la mayor dificultad es conseguir el sueño


profundo; esto se debe a los mismos cambios de horarios y a las
condiciones de viviendas (por ejemplo, la falta de compatibilidad con
los horarios familiares).

• Disfunciones psicosomáticas: aquí se incluyen los síntomas propios


de fatiga, irritabilidad, apatía, alteraciones sobre el bienestar, entre
otros.

• Disfunciones digestivas: generalmente los trabajadores sufren de


pérdida de apetito y otros trastornos digestivos, como la
gastroenteritis.

Generalmente, uno de los problemas presentados en los trabajadores


nocturnos es que se les dificulta comprometerse con las necesidades
familiares, profesionales y las biológicas del propio organismo. El trabajo
nocturno posee modalidad provisional; por ello, a partir de los 40-45 años la
tendencia es buscar trabajos con turnos diurnos.

Otro factor determinante en la organización del trabajo son las pausas y los
descansos. Las pausas entre los trabajos diarios se constituyen en una forma
de recuperación de las capacidades. Los estudios de las pausas y los
descansos están relacionados a los estudios de la fatiga física y mental.

En la figura presentada a continuación se pueden ver algunas


esquematizaciones y resultados de las consecuencias de la fatiga en el
desempeño del trabajo:
Figura n° 5: Esquema del rendimiento real y curvas de accidentes en el
trabajo en cadena

Fuente: Farrer, 1997, p.586.

Las pausas o descansos pueden ser clasificados en:

• Espontáneos: dados por la iniciativa del trabajador. Generalmente,


son micropausas, lo cual se debe a la severidad del trabajo.

• Enmascaradas: suelen ser cambios de actividad para reposar de otras


de mayores exigencias.

• Técnicas: son propias de la actividad; por ejemplo: el enfriamiento


de un trabajo o la parada total de una máquina.

• Reglamentarias: suelen estar establecidas por disposiciones


internas; por ejemplo: necesidades personales.

La diferencia entre pausa y descanso es meramente cuantitativa. Una pausa


puede durar entre 15 y 30 minutos, no más de eso; en cambio, un descanso
supera estos valores. También los objetivos perseguidos son diferentes. En
los períodos de descanso se busca una recuperación importante en relación
con la fatiga, y en las pausas se busca generar un alivio con respecto al
cansancio físico y mental (Farrer, 1997).

Se han estudiado también las pausas musculares. En la actividad fisiológica


son de 0,2 a 0,7 segundos, teniendo en cuenta que los tiempos de
contracción muscular son del orden de 0,3 a 0,8 segundos.

Con respecto a la duración de las pausas, se las puede clasificar en:


• muy cortas: de segundos a 1 o 2 minutos;

• cortas: de 2 a 10 minutos;

• normales: de 10a 30 minutos.

Los períodos más largos son los descansos (para comer, descanso en la
conducción de vehículos, entre otras).

El tiempo ideal de las pausas depende de varios factores, especialmente del


propio trabajo. Sin embargo, se puede afirmar que una misma cantidad de
tiempo resulta más eficaz cuando se distribuye en períodos pequeños y
frecuentes (Farrer, 1997).Un caso especial son las micropausas, que
generalmente no son interpretadas y valoradas correctamente. En trabajos
que son muy repetitivos y, en particular, aquellos que requieren el uso
muscular, una micropausa supone un gran alivio. Por ejemplo, en un puesto
de trabajo donde la postura básica es de pie, la posibilidad de sentarse,
aunque sea durante unos pocos segundos, puede causar efectos muy
beneficiosos en relación con la fatiga postural.

Con esto se quiere destacar que no es conveniente minimizar la importancia


de las micropausas. La combinación de éstas con posturas sentadas o
semisentadas en actividades de posturas estáticas genera un gran alivio y
trae efectos positivos.

En conclusión, para un diseño adecuado de las pausas, se recomienda tener


en cuenta los siguientes puntos:

• El tiempo global debe ser directamente proporcional a los esfuerzos


tanto dinámicos como estáticos, y físicos como mentales.

• Que estén distribuidas a lo largo de la jornada de trabajo.

• Que las pausas sean cortas y frecuentes.

• Que puedan ser autoadministradas, es decir, que se posea


flexibilidad dentro de un marco previamente definido.

Otro factor a tener en cuenta para la organización del trabajo es la


alimentación, que está íntimamente relacionada con las pausas y el
rendimiento de trabajo. Es necesario organizar el suministro de alimentos
durante el día y distribuirlos de forma adecuada. Pero debe tenerse en
cuenta que el consumo de alimentos pesados exige al organismo a tensar
sus mecanismos digestivos, lo que puede provocar somnolencia, que es un
gran riesgo para la seguridad del trabajo. Por ejemplo, un estudio realizado
a los inspectores de gas ha demostrado que los errores en las lecturas de los
medidores aumentan de manera notoria en dos lapsos de tiempo: después
de la comida, es decir, en el momento de la digestión y durante la
madrugada (Barrau, Gregori et al., 1999).
Referencias
Barrau, B. P., Gregori, T. E. & Mondelo, R. P. (1999).Ergonomía 1, Fundamentos
(3°Ed.). México: Alfaomega, Ediciones UPC.

Farrer, F. (1997).Manual de Ergonomía. Madrid: Mapfre.

Fernández de Pinedo I. (1987).Ergonomía: Condiciones de Trabajo y calidad de


vida. Barcelona: INSHT.

Guélaud, F. (1988).Para un análisis de las Condiciones de Trabajo (LEST). Buenos


Aires: Humanitas.

McCormick, E.J. (1980) Ergonomía. Barcelona: Gustavo Gili.

Organización Internacional del Trabajo (OIT). (2014). La Salud y la Seguridad en el


Trabajo. ERGONOMÍA. Colección Módulos. Recuperado de http://goo.gl/lJ4yIW

Pheasant, S. (1988). Bodyspace. Anthropometry, Ergonomics and Design.Londres:


Taylor & Francis.

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