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Es una novela deslumbrante, mágica, un clásico venezolano excelente, escrito en 1950 y que ha

ganado varios premios. Cuenta la historia de una familia, criolla y alemana, de hacendados que
viven en una casa blanca al norte de Venezuela, en una tierra tropical y caliente que da al Mar
Caribe, desde los ojos de un niño negro que trabaja con los amos y traba amistad con los niños de
la casa. El tema podría servir para escribir un superventas típico, pero la narración es escueta,
profunda y misteriosa. Está estructurada en 190 páginas y de capítulos no muy largos, de unas
diez páginas cada uno, hipnóticos, exuberantes, en los que pasan un montón de cosas, con
personajes absolutamente modernos.

Y no sólo hay una galería de personajes primigenios y potentes, como arcanos de una baraja,
dibujados con mano maestra con un par de trazos, la institutriz pelirroja Frau Berza, Don Guillermo
el amo, Federico el blanco, el negro Cerveión, Pascua la mulata, la abuela Anita... sino que también
estas páginas están plagadas de objetos simbólicos con significados ocultos: un baúl, un calavera,
un piano, una cesta, una botella, una pala de plata. Amuletos magnéticos que orientan los pasos
de los hombres a través de sus líneas de fuerza.

La historia y los secretos de la familia sirven para resumir la historia de todo el país, en una región
que vive de espaldas al mar, ceca de pantanales estériles, sostenida por la economía del coco,
atravesada por una línea de ferrocarril y aislada por varias guerras. Parece ser que hay muchos
recuerdos del autor incrustados en este libro. Esta novela se recrea en la Venezuela de finales del
siglo XIX y principios del XX. La gran hacienda de explotación de cocos, los amos blancos y sus
trabajadores negros son sus principales actuantes desde el principio hasta el fin.

Cumboto el nombre de la hacienda, que realmente existe y se llama así, era lo único que les
sacaban los españoles de la costa venezolana a los esclavos negros huidos cuando los capturaban:
¡Cum-boto!.

El autor no pretende plantear un problema específico de carácter social, ni volver sobre el viejo
conflicto de razas en la forma en que ha sido tratado este tema en otras oportunidades por la
novelística americana.

El propósito del autor es, simplemente, presentar a sus personajes, negros y blancos en un plano
ideal de proyecciones estéticas, que corresponde a un clima de tendencia simbólica. Por esta
razón el libro abandona casi por completo la polémica para mantenerse durante su desarrollo en
una atmósfera poética.

Cumboto, es sólo una porción de la extensísima costa de Venezuela, más no por ello deja de
albergar cientos de elementos vivientes y latentes en ella aún a través de los siglos. El autor
devela, lenta y claramente a lo largo de su obra “Cumboto” el pasado de esta región, el impacto
que en ella ocasionó el proceso de colonización -que como parte del nuevo mundo le alcanzaría- la
llegada de los negros a esta tierra luego de haber huido de sus captores blancos y con el pasar del
tiempo su participación en las luchas internas de independencia del país que los acogió.

En la región de Cumboto convergen dos mundos completamente diferentes:


1) El del blanco hacendado, terrateniente y amo, descollante entre todos los estratos sociales de
un país arrastrado por las guerras, que gracias a su vastedad y riquezas le ofrece todo lo que
necesita y mucho más.

2) El del negro africano: refugiado y recibido por estas costas antes que el blanco, no obstante, es
el último en el estrato social. El negro africano es quien provee al blanco de la riqueza de la tierra.

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