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Una de las cuestiones que tanto Ciudadanos como Podemos intentarán poner encima de
la mesa de negociaciones será la modificación del sistema electoral vigente. Ambos
hacen de la reforma electoral y de la regeneración democrática una de sus principales
banderas. Además, ninguno de los dos partidos (en especial Ciudadanos) salió muy bien
parado con las reglas del juego existentes. Por ello, y haciendo un ejercicio de
abstracción, parece interesante hacer una proyección de cuáles habrían sido los
parlamentos resultantes aplicando las reformas electorales que proponen estos dos
partidos. Debe subrayarse que las dos propuestas comparten la supresión de la provincia
como circunscripción, lo cual, tal y como señalábamos en otro artículo en el que
explorábamos las posibilidades para garantizar la igualdad del voto, necesitaría de una
reforma constitucional que requeriría para su aprobación el apoyo de tres quintas partes
del Congreso y del Senado.
Vaticinar cuáles habrían sido los resultados finales aplicando la propuesta de Podemos
es relativamente sencillo. La formación morada propone sustituir las actuales provincias
por las comunidades autónomas como circunscripciones. De esta manera, Andalucía
tendría 61 escaños, a Galicia le corresponderían 23, la Comunidad Valenciana 32 y así
sucesivamente. Como la propuesta no está lo suficientemente detallada, imaginaremos
dos escenarios, uno en el que existe una barrera electoral del 3% a nivel autonómico, y
otro en el que no existe barrera alguna.
Así las cosas, debe advertirse que este tipo de simulaciones no son nada ortodoxas, pues
de manera implícita asumen que votantes y fuerzas políticas habrían actuado tal y como
lo hicieron el 20 de diciembre, a pesar de estar bajo unas reglas totalmente distintas. Sin
embargo, y como ya advirtiese Duverger (conocido por sus famosas leyes), además de
los efectos mecánicos, hay que contar con que los sistemas electorales generan también
efectos psicológicos. Así pues, debemos tener presente que los comportamientos
estratégicos de electores (como el voto útil) y de los partidos políticos (coaliciones
electorales como las de Podemos en la Comunidad Valenciana, Cataluña y Galicia; las
del PP en Asturias, Navarra y Aragón; o el PSOE en Canarias) no pueden ser
introducidas en nuestras proyecciones mecánicas. Con todo, y una vez hechas las
debidas cautelas, creemos que estas simulaciones tienen cierta utilidad para imaginar las
posibles consecuencias de estas eventuales reformas.
Estas propuestas que dibujan sistemas electorales más proporcionales favorecen tanto a
Podemos como Ciudadanos. La formación naranja cosecharía entre 5 y 18 escaños más
de los que tiene actualmente, mientras que Podemos sumaría de 14 a 4 escaños
adicionales. Sería razonable que el partido de Pablo Iglesias cambiase su “estrategia de
confluencia” en un escenario de distrito único con barrera del 3%. Mención aparte
merece la coalición de Unidad Popular, que obtendría una representación parlamentaria
mucho más acorde al casi millón de votos recibidos, consiguiendo hasta 15 escaños. En
general, la fragmentación parlamentaria aumentaría considerablemente, irrumpiendo en
el parlamento pequeñas formaciones políticas.
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Escaños y población
De hecho, esta situación supone que el sistema electoral español lidere el ránking
europeo de ‘malapportionment’, esto es, la medida que cuantifica la distorsión existente
entre el porcentaje de escaños que se otorgan a las circunscripciones respecto a la
población que reside en ellas. En términos prácticos, esto ha supuesto que en estos
comicios el voto de un soriano haya tenido un impacto en el resultado final casi cuatro
veces superior al de un madrileño o un barcelonés.
Son muchos los que desde hace tiempo reclaman la modificación del actual sistema
electoral con el objetivo de garantizar el principio de «un hombre, un voto». Existen
para ello varios caminos posibles. Si lo que se pretende conseguir es que el peso de
todos los votos sea idéntico, solo es posible lograrlo de un modo: utilizando una única
circunscripción que englobe al conjunto del censo electoral, tal y como sucede en la
elección de las cámaras bajas de países como Holanda o Israel.
El peaje que habría que pagar a cambio de una menor desigualdad del voto sería, sin
embargo, el recrudecimiento en la lucha por conseguir un diputado en aquellas 28
provincias con cinco o menos escaños, de modo que se aumentaría la
desproporcionalidad y se dificultaría la representación del pluralismo político en esos
territorios.
Sea como fuere, el alto nivel de desigualdad en el valor del votode cada ciudadano del
que adolece el sistema electoral español, merece figurar en el actual debate sobre la
regeneración democrática de nuestro país.
http://www.elperiodico.com/es/politica/20170510/el-congreso-se-prepara-para-aprobar-
la-reforma-electoral-en-2018-6028550 mayo 2017