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Firmado por: Carlos Fernández Esquer miércoles 3 febrero 2016

Posibles reformas del sistema electoral


Durante estos días estamos asistiendo a un incesante aluvión de cábalas acerca de las
distintas posibilidades de acuerdo para formar gobierno en España. Casi todas las
quinielas apuntan a que es el PSOE el principal actor sobre el que pueden pivotar las
diversas fórmulas aritméticamente posibles: hacia un lado, Podemos y sus confluencias,
con la necesaria aquiescencia de partidos independentistas; hacia el otro, Ciudadanos y
la colaboración del PP, ya sea para propiciar una gran coalición o para permitir un
gobierno en minoría de los socialistas absteniéndose en la investidura.

Una de las cuestiones que tanto Ciudadanos como Podemos intentarán poner encima de
la mesa de negociaciones será la modificación del sistema electoral vigente. Ambos
hacen de la reforma electoral y de la regeneración democrática una de sus principales
banderas. Además, ninguno de los dos partidos (en especial Ciudadanos) salió muy bien
parado con las reglas del juego existentes. Por ello, y haciendo un ejercicio de
abstracción, parece interesante hacer una proyección de cuáles habrían sido los
parlamentos resultantes aplicando las reformas electorales que proponen estos dos
partidos. Debe subrayarse que las dos propuestas comparten la supresión de la provincia
como circunscripción, lo cual, tal y como señalábamos en otro artículo en el que
explorábamos las posibilidades para garantizar la igualdad del voto, necesitaría de una
reforma constitucional que requeriría para su aprobación el apoyo de tres quintas partes
del Congreso y del Senado.

Vaticinar cuáles habrían sido los resultados finales aplicando la propuesta de Podemos
es relativamente sencillo. La formación morada propone sustituir las actuales provincias
por las comunidades autónomas como circunscripciones. De esta manera, Andalucía
tendría 61 escaños, a Galicia le corresponderían 23, la Comunidad Valenciana 32 y así
sucesivamente. Como la propuesta no está lo suficientemente detallada, imaginaremos
dos escenarios, uno en el que existe una barrera electoral del 3% a nivel autonómico, y
otro en el que no existe barrera alguna.

Pronosticar cuál sería el paisaje parlamentario a partir de la propuesta de Ciudadanos se


antoja mucho más complicado. La formación naranja propone la introducción de un
sistema mixto compensatorio, compuesto por dos circuitos diferenciados: un distrito
único que englobaría a todos los electores del territorio nacional (como sucede en las
elecciones europeas) con una barrera del 3%; y otro tramo conformado por distritos
uninominales en cada uno de los cuales conseguiría el escaño el candidato más votado.
Aunque se aplica en otros países, este modelo es conocido porque es el sistema electoral
que utiliza Alemania en las elecciones al Bundestag. De él se suele decir que combina
los mejor de los dos mundos: de un lado, la cercanía de los candidatos en los distritos
uninominales que facilita la rendición de cuentas, tal y como sucede en los sistemas
mayoritarios; de otro, la proporcionalidad global de los resultados, pues la composición
final del parlamento depende del porcentaje de voto que recibe cada partido en el
conjunto del país. Como es evidente, resulta prácticamente imposible conjeturar cuál
habría sido el resultado en unos hipotéticos distritos uninominales, de los que ni siquiera
conocemos su ámbito geográfico. Es necesario resaltar, pues, que nuestras proyecciones
con circunscripción única omiten los distritos uninominales que incluye la reforma de
Ciudadanos, en algunos de los cuales los partidos nacionalistas obtendrían
presumiblemente representación. Por ello, hemos decidido realizar los cálculos como si
el sistema electoral aplicado contemplase una única circunscripción nacional, tal y como
sucede en los Países Bajos o Israel.

Así las cosas, debe advertirse que este tipo de simulaciones no son nada ortodoxas, pues
de manera implícita asumen que votantes y fuerzas políticas habrían actuado tal y como
lo hicieron el 20 de diciembre, a pesar de estar bajo unas reglas totalmente distintas. Sin
embargo, y como ya advirtiese Duverger (conocido por sus famosas leyes), además de
los efectos mecánicos, hay que contar con que los sistemas electorales generan también
efectos psicológicos. Así pues, debemos tener presente que los comportamientos
estratégicos de electores (como el voto útil) y de los partidos políticos (coaliciones
electorales como las de Podemos en la Comunidad Valenciana, Cataluña y Galicia; las
del PP en Asturias, Navarra y Aragón; o el PSOE en Canarias) no pueden ser
introducidas en nuestras proyecciones mecánicas. Con todo, y una vez hechas las
debidas cautelas, creemos que estas simulaciones tienen cierta utilidad para imaginar las
posibles consecuencias de estas eventuales reformas.

Simulaciones de los resultados de las Elecciones Generales 2015, a partir de las


propuestas de reforma de Podemos y Ciudadanos.
Fuente: elaboración propia

A la vista de los resultados, es posible extraer varias conclusiones. En todas las


proyecciones, el principal partido beneficiado por el actual sistema electoral, el PP,
perdería escaños (entre 19 y 4). El PSOE, el otro gran favorecido por el sistema vigente,
vería reducido su número de escaños (conseguiría entre 10 y 12 diputados menos),
excepto en el modelo de circunscripción única con barrera electoral del 3% que
laminaría las opciones de los partidos nacionalistas.

Estas propuestas que dibujan sistemas electorales más proporcionales favorecen tanto a
Podemos como Ciudadanos. La formación naranja cosecharía entre 5 y 18 escaños más
de los que tiene actualmente, mientras que Podemos sumaría de 14 a 4 escaños
adicionales. Sería razonable que el partido de Pablo Iglesias cambiase su “estrategia de
confluencia” en un escenario de distrito único con barrera del 3%. Mención aparte
merece la coalición de Unidad Popular, que obtendría una representación parlamentaria
mucho más acorde al casi millón de votos recibidos, consiguiendo hasta 15 escaños. En
general, la fragmentación parlamentaria aumentaría considerablemente, irrumpiendo en
el parlamento pequeñas formaciones políticas.

Ahora bien, poco se habría solucionado en lo que a gobernabilidad se refiere. Lo que


estas simulaciones muestran es que, si bien se incrementaría la proporcionalidad y la
representación del pluralismo político, la construcción de mayorías parlamentarias
estables continuaría siendo una tarea harto complicada, que debería ser resuelta
mediante la negociación entre los distintos actores políticos. Lo mismo que sucede
actualmente.

Aunque la reforma del sistema electoral siempre ha estado aleteando en el debate


público, nunca como ahora había estado tan cerca de materializarse. Parece existir una
demanda cada vez mayor para corregir la desproporcionalidad que producen nuestras
reglas electorales. Sin embargo, no debe descuidarse que los sistemas electorales son
instituciones que tienen que tratar de satisfacer varios objetivos, no siempre conciliables
entre sí. Y uno de los más importantes en un sistema de parlamentarismo racionalizado
es el de favorecer la construcción de mayorías que puedan a su vez sustentar a un
gobierno que lleve adelante su programa político con un mínimo de garantías. Cualquier
reforma electoral que quiera implementarse con éxito debe tener en cuenta todas estas
dimensiones.

En este artículo también ha participado José Rama Caamaño, Investigador en el


Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad
Autónoma de MadrLeyes electorales

……

…………………..

Un sistema electoral que no garantiza la


igualdad
La Constitución Española, al igual que sucede en la mayoría de textos constitucionales
de nuestro entorno democrático, proclama la «igualdad» como una de las notas
esenciales del sufragio. Sin embargo, el valor del voto de los españoles dista mucho de
ser equivalente. Preguntémonos por qué.

En el sistema electoral del Congreso de los Diputados se eligen un total de 350


diputados. Estos se reparten en un total de 52 circunscripciones: las 50 provincias del
territorio español más Ceuta y Melilla. Es la propia Constitución la que exige la
asignación de «una representación mínima inicial a cada circunscripción», que la ley
electoral ha fijado en dos escaños. Pues bien, al otorgarse a cada provincia dos
escaños con independencia de su población, 102 de los 350 diputados -el 29% del total-
se distribuyen sin atender a la realidad demográfica. Es precisamente ese suelo de
escaños que no varía conforme a las fluctuaciones poblacionales lo que genera
desigualdad en el valor del voto de los españoles.

Escaños y población
De hecho, esta situación supone que el sistema electoral español lidere el ránking
europeo de ‘malapportionment’, esto es, la medida que cuantifica la distorsión existente
entre el porcentaje de escaños que se otorgan a las circunscripciones respecto a la
población que reside en ellas. En términos prácticos, esto ha supuesto que en estos
comicios el voto de un soriano haya tenido un impacto en el resultado final casi cuatro
veces superior al de un madrileño o un barcelonés.

Son muchos los que desde hace tiempo reclaman la modificación del actual sistema
electoral con el objetivo de garantizar el principio de «un hombre, un voto». Existen
para ello varios caminos posibles. Si lo que se pretende conseguir es que el peso de
todos los votos sea idéntico, solo es posible lograrlo de un modo: utilizando una única
circunscripción que englobe al conjunto del censo electoral, tal y como sucede en la
elección de las cámaras bajas de países como Holanda o Israel.

También se alcanzaría una situación bastante próxima a la igualdad ideal si se


estableciese un sistema electoral que prorratearse los escaños entre las distintas
circunscripciones -ya fuesen provincias o comunidades autónomas-, siguiendo
exclusivamente un criterio poblacional. El principal escollo con el que tropiezan estas
reformas es que precisarían de un cambio de carácter constitucional, cuya aprobación
requiere de una mayoría de tres quintos en ambas cámaras.

Existe un segundo escenario, más verosímil que el anterior, que no necesitaría de


modificación constitucional alguna. Esta alternativa consistiría en reformar la ley
electoral para reducir de los dos escaños actuales a solo uno la asignación mínima
otorgado a cada provincia. De esta forma, aunque no desaparecerían por completo las
desigualdades, sí se verían al menos suavizadas en el marco de lo que es
constitucionalmente posible.

El peaje que habría que pagar a cambio de una menor desigualdad del voto sería, sin
embargo, el recrudecimiento en la lucha por conseguir un diputado en aquellas 28
provincias con cinco o menos escaños, de modo que se aumentaría la
desproporcionalidad y se dificultaría la representación del pluralismo político en esos
territorios.

Sea como fuere, el alto nivel de desigualdad en el valor del votode cada ciudadano del
que adolece el sistema electoral español, merece figurar en el actual debate sobre la
regeneración democrática de nuestro país.
http://www.elperiodico.com/es/politica/20170510/el-congreso-se-prepara-para-aprobar-
la-reforma-electoral-en-2018-6028550 mayo 2017

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