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Desde el siglo VII y hasta el siglo V a.C aproximadamente, las estatuas tenían una postura
era relajada y las caras se mostraban esbozando una sonrisa. En el siglo IV a.C aparecen las
estatuas de doncellas en representación de la mujer, todas ellas relacionadas con la Diosa
Atenea. La admiración por el mármol blanco que se concibe hoy en día es una admiración
errada, pues los griegos entendían una estatua sin pintar como una estatua inacabada. Las
estatuas eran normalmente coloreadas lo cual le entregaba viveza a los ojos, el pelo y los
labios, todo esto también dentro del marco naturalista que buscaba mayor realismo. Durante
estos siglos surge una nueva imagen del hombre: la imagen clásica. El peso reposa sobre la
pierna derecha mientras la pierna izquierda queda relajada; la sonrisa desaparece y la boca
queda ligeramente abierta. Los escultores griegos se encontraban familiarizados con la
anatomía humana, pero no es solo esa la razón por la cual sus esculturas adquirían tanto
realismo, sino que a los artistas les interesaba una imagen ideal del hombre que sobrepasase
la naturaleza. Es importante resaltar que el arte clásico de la segunda mitad del siglo V a.C
se preocupaba por resaltar los grandes ideales de la democracia cuya esencia era la igualdad
de derechos; es por esta razón que en las esculturas no se encontraban rasgos y
característica individuales sino que todos obtenían la misma imagen clásica, con los
mismos rasgos y expresiones. Durante el siglo IV y III a.C las estatuas eran comúnmente
realizadas en oro y marfil, para su realización se gastaba una parte del tesoro del estado,
debido a su importancia.
Con la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C inicia un nuevo periodo para la
historia de Grecia: inicia el helenismo. Debido a esto el arte griego se expandió a los países
circundantes y penetró en Asia y en África. El helenismo trajo consigo una nueva imagen
del hombre, paso de la armonía y la serenidad al salvajismo y al sentimiento de autoridad.
La imagen nueva del hombre introdujo el famoso perfil griego, es decir la nariz afilada,
además de la musculatura exagerada, el ceño fruncido y el pelo revuelto, todos estos rasgos
demuestran, superioridad y fuerza, y se encuentran relacionados con el periodo histórico
que Grecia vivía y la grandeza de su imperio. Normalmente esta imagen se usaba para
representar a los gobernantes.