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David V.

Durán
3 de octubre de 2011 ·
El viento que barre la tarde, que va por todos lados mirando
donde guarecerse, es la piel del día, su vestido, su naciente
desnudez. Dos lunas equilibran su cuerpo, mientras la danza de la
oscuridad todo lo envuelve. Los sueños, las palabras que son
mezcla de silencios y canciones, colores que apenas se pronuncian
en el caracol de la mirada, todo lo dibujan, lo articulan lo
contienen. La noche es así un renacer donde todo lo vivo abre
otra dimensión, y tu y yo, jugamos a reconocernos.
David V. Durán
4 de octubre de 2015 ·
En el aire, en las calles, en el silencio brumoso de las tardes y la
suave caída de las horas y de la noche, el otoño respira y avanza
sobre el calendario. Páginas, y días, citas y abrazos, miradas y
manos que se encuentran y se separan, rituales de un sentimiento
de perenne encuentro y despedida. No hay viaje en este otoño
que no susurre el el oído una palabra, un silencio, un latido de
paso suave que encienda la esperanza; Volveré, parece decir.
Mientras tanto seguiremos andando, mirando las hojas,
respirando este aire de octubre que nos regalará otra luna, otro
mar, otro despertar a lado de quienes amamos, a lado de quienes
morimos.
David V. Durán
8 de octubre de 2012 ·
La vida, ésta vida que ocupamos, que habitamos, que nos llena las
manos de caricias, la boca de sed y de palabras y besos que
buscan, la vida que nos llena los ojos y el alma de mundo y de
distancias, de horizontes donde suceden los encuentros y las
partidas; la vida que los pájaros se llevan en un vuelo que anida
para siempre en la memoria del que espera, la vida que nos
despertará mañana con la lluvia, con este otoño que nos pasa el
brazo sobre el hombro y nos lleva al trabajo y al saludo de los
amigos, de los compañeros. Esta vida que amo y que poco a poco
me acerca a la muerte que me espera. Esta vida que me ha traído
hasta aquí, a conocerles.
Me despertó el canto de unos pájaros a las 4 am; como pequeños
grumos, gnomos, de una noche que no quiere partir, hablan en
una lengua que quizá los sueños conocen. Me levanté, abrí la
ventana, un suave y frío viento entró a saludar la casa, y se quedó
conmigo, pegado a la piel de esta naciente mañana. Sé que más
tarde, el sol irá deshojando esta flor, hasta que no quede sino su
fugaz recuerdo. Por eso escribo ahora, bajo la sombra de este
árbol, sosteniendo un silencio que mi piel comprende.

11 de octubre de 2011 ·
Entre nubes, borroneada su luz por esta negrura que destiñe, la
luna tímida, que resiste como un pez el vuelco de la ola. Sabe que
el mar la llevará de regreso a su seno. Así la vida, así el tiempo. Así
el mar de la muerte nos arrebata de pronto la vereda por la que
paseamos cada tarde. Luego, en otro tiempo, en otro espacio, de
nuevo se abrirá esa puerta, y de ahí saldremos, como peces que
vuelven al mar.
8 de octubre de 2011 ·
En otra vuelta terrestre, el sol nos regala una tarde bella, tendida
sobre el aire. Parece soñar con la noche o con nubes naranjas y
tibias que la llevan a donde el amor y la libertad se quitan las alas.
Cada día la miro pasar y a veces me voy con ella, colgando del
último rayo de luz, pero pronto me deja atrás, sembrado en esta
tierra, recordándome, que mi naturaleza es otra. Pero yo
quisiera...
Buena noche; el cansancio, dulce como una victoria sin sentido,
bate sus alas en silencio; se posa sobre mi, y su abrazo me invita
como una puerta a bajar al fondo del mar y de la tierra, a dejar la
piel sobre el camino, la carne y los huesos a la orilla de cada paso.
El alma, pura luz de la presencia, vuelta sobre sus dudas, navega
en el río de palabras que algún día recorrió el mundo. Dormir,
dejar atrás lo hecho, lo dicho, lo pensado para ser sin más un
navegante bajo la guía de las estrellas.

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