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CONTEXTO HISTÓRICO-POLÍTICO
En el caso de El conde Lucanor esta premisa se torna más elemental aún debido al
lugar que ocupaba en la sociedad castellana de la época Don Juan Manuel, su autor y al rol
que le daba este a la literatura. Resulta impracticable la posibilidad de llevar adelante una
lectura crítica sin saber quién fue Don Juan Manuel y sin estudiar analíticamente el
proceso histórico de esta sociedad durante el siglo XIV. Por otra parte, el rol instrumental
que este autor le asignaba a sus narraciones dentro de las disputas sociales de su tiempo
Al tomar al azar cualquier texto de Don Juan Manuel resulta evidente que su
Don Juan Manuel fue un noble que heredó tempranamente un enorme patrimonio
conseguido por su padre -el Infante Manuel- gracias al apoyo que le había dado primero a
Alfonso el Sabio y luego a su hijo Sancho IV cuando este lo derrocó. A partir de 1304 se
convirtió en amo y señor de media Castilla al encargarse de la regencia del rey Alfonso XI,
Su etapa de gloria llegó a su fin cuando Alfonso XI se autodeclaró mayor edad a los
14 años y le quitó el poder. Fue allí cuando Don Juan Manuel se rebeló ante el monarca y
comenzó, después de conspiraciones y traiciones, una guerra abierta contra él. Guerra
que nadie mejor que él iba a gobernar Castilla y que era la única persona que se merecía el
Toda esta disputa entre Don Juan Manuel y Alfonso XI se desarrolló en medio de
una terrible crisis que hizo tambalear el régimen feudal por casi cien años.
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La crisis del siglo XIV provocó una enorme anarquía social y política en Castilla que
apoyado el sistema y repercutiendo sobre todos los estamentos sociales. Aunque el sector
más perjudicado fue el campesinado, la nobleza también se vio herida al perder poder y
Ya en el siglo XIII Alfonso X –el sabio- había intentado construir una monarquía de
tipo absolutista, imperial, donde el rey sea la figura excluyente. Alfonso XI retoma esa
idea e intenta afirmar la monarquía por sobre el estamento cortesano, acotando el poder
nobiliario.
apariciones políticas mediante las mismas, corroía la estructura feudal con bases que
contradecían el orden existente. Este nuevo sector que comenzaba a organizarse era el
constitución era algo inadmisible para una nobleza que sólo podía concebir la riqueza
bajo el manto de la posesión de la tierra y que hacía del estatismo social una cuestión
religiosa. Esto se ve claramente en El conde Lucanor con el enxemplo XIV, donde Patronio
“(...) non entendades que este tesoro devedes ayuntar en guisa que pongades tanto el
talante en ayuntar grand tesoro porque dexedes de fazer lo que devedes a vuestras gentes
Por otra parte, los campesinos no fueron actores pasivos en estas luchas.
Numerosas y sangrientas revueltas contra el régimen feudal y los excesos de los nobles los
Pero las peleas y guerras que marcaron casi un siglo de la historia de la región no se
o comerciantes contra nobles- y no tan antagónicas aunque cruentas también –en el caso del
rey contra los nobles- La pelea por el poder entre los propios sectores nobiliarios producto
crisis económica a causa del agotamiento del modelo feudal y las epidemias de la época,
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fueron las últimas gotas vertidas sobre un vaso que no paró de rebalsarse durante casi un
siglo, y que tuvo a Don Juan Manuel en primera plana por largo tiempo.
Por todo esto, al hablar de El conde Lucanor resulta evidente que el caótico
contexto político, económico, social y hasta existencial del siglo XIV en Castilla fue un
Juan Manuel, sus ambiciones y enfrentamientos con el rey y la defensa de un orden en vías
de extinción, hicieron de argumentos más que sólidos para toda su escritura. La estructura
formal de El conde Lucanor y los contenidos de los enxemplos encierran las respuestas a
social.
Los estados eran tres: El de los oradores, que tenían la función de rezar y que
era ocupado por los clérigos. El de los defensores, que cumplían el rol de hacer la guerra y
al cual pertenecían los nobles. Y el de los labradores, que trabajaban la tierra. A este
Cabe destacar que si bien dentro del pensamiento señorial la figura del rey
existía, en ella el monarca no era superior a ningún noble. Todos los hombres
pertenecientes a la nobleza eran iguales entre sí y tenían los mismos deberes y derechos
ante la sociedad. El rey que ocupaba el trono lo hacía por acuerdo entre los diferentes
equilibrio perfecto entre los miembros de la aristocracia. De esta manera, el rey tenía una
ley que lo superaba y a la que debía atenerse, tenía que aceptar que el poder lo
manejasen entre todos los miembros de la nobleza. Este orden trifuncional se apoyaba
en un origen divino, por lo tanto, inmodificable, estático, viéndose dañoso cualquier tipo de
movilidad social.
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CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA DE DON JUAN MANUEL
Nació en 1282 y murió en 1348. Sobrino de Alfonso X, participa en las luchas de poder
de la nobleza de Castilla y Aragón. Sus primeros libros son continuaciones de los de su tío.
realidad, encerrado en sí mismo. La escolástica es casi una meta-ciencia. Don Juan Manuel
busca otra posibilidad. Hace de mediador entre el legado de la cultura clásica y los
sociedad feudal del XIV. Ya hemos mencionado que, como noble, participa activamente en las
luchas de sus tiempo; y como creador literario, la mayor parte de sus escritos tienen una
explicaciones de los problemas que los aquejan y unos modelos de comportamiento adecuados
a su estamento y útiles para mantener su posición social y económica. Es así que, defiende la
cuerpos”. Y para ello todo el mundo ha de cumplir con las obligaciones de su eslabón social. La
providencia ha dado a cada uno una posición, y no se ha de salir de ella. Hay que respetar los
transmisión correcta de sus propias obras (“en los libros contesçe muchos yerros en los
trasladar...”, prólogo al CL). Se preocupó de corregir por su propia mano sus obras y depositó
de copistas (este ejemplar se ha perdido). Éste era el sistema que utilizaban las universidades
para sacar copias de los libros. Había un original oficial de la universidad, a buen recaudo, y de
allí se sacaban las copias. Conocemos la lista que puso al principio de la colección general, y
otra en el prólogo del CL. En el prólogo general hay más obras que en el CL, y silencia éste. He
aquí las listas de los prólogos. Los títulos con asterisco son los conservados, aunque a veces
con diferente título, como el Libro del infante, que es el Libro de los estados.
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No es sólo la obsesión por la fidelidad de la transmisión de su obra, que en seguida
misma.
Don Juan revela un aspecto fuertemente individualista en su lenguaje, del que elimina las
huellas más perceptibles del latín que había estudiado, para poner de relieve la autonomía
Otro de los rasgos del autor es su empeño por borrar toda huella o referencia a fuentes
de las que nace el relato, para presentar su obra como fruto de su experiencia vivida y no de
sus lecturas.
También debemos recordar cómo hace suya la materia y la anécdota de varios cuentos de
diversos orígenes, que don Juan Manuel presenta como casos sucedidos en su círculo personal:
Don Juan Manuel es muy poco amigo de autorizarse con libros ajenos o con citas de obras
antiguas, como era usual en ejemplarios y obras didácticas. Por el contrario, prefiere prodigar
las referencias a sus propias obras e ilustra sus enseñanzas con personajes y sucesos
contemporáneos.
que es casi un índice del libro. La actividad cronística de Juan Manuel debió ser muy temprana,
y vinculada con la alfonsí. Dice el prólogo que “porque don Iohan, su sobrino se paga mucho de
leer en los libros que falla que compuso el dicho Rey e fizo escriuir algunas cosas que entendía
que cumplia para él de los libros que fallo que el dicho rey abia compuesto, sennaladamente en
las Crónicas de España”. La frase “fizo escriuir” hace pensar que la actividad cronística de
Libro del cavallero et del escudero, escrito en 1326, está escrito en manera de
“fabliella”. La fuente principal es el Llibre del orde de la cavaylería de Ramón Llull. Un Rey
convoca cortes y un escudero decide asistir; por el camino encuentra a un caballero anciano,
que vive retirado en una ermita, y el joven pasa cierto tiempo con él, preguntándole todo lo
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que se le ocurre de lo divino y lo humano. Marcha a la corte, es recibido por el Rey y los
cortesanos, pero vuelve a la ermita donde reside el caballero y vive con él hasta que muere y
de la sepultura. Don Juan Manuel no sólo habla de cuestiones caballerescas, sino también del
hombre, de Dios, etc., donde es fácil rastrear las influencias de la Etimologías de San Isidoro,
sobre cetrería, pero además su pasión por la caza es real, y sus conocimientos sorprendentes.
El libro es un tratado del arte de cuidar, adiestrar y cazar con halcones, de curarlos cuando
Libro de los estados ( o del Infante). Esta dualidad de títulos apunta, por una parte, al
contenido novelesco, que gira alrededor del infante Joas, y por otra a la vertiente didáctica:
la posibilidad de que todos los hombres, en cualquier estado, puedan salvar sus almas. La parte
novelesca de la obra entronca con el Barlaam y Josafat. La parte didáctica está en la revisión
de todos los estados de la sociedad medieval. El propio autor se autocita como autoridad
dentro de la obra.
Libro infinido o de los Castigos a su hijo don Fernando, está dentro de la tradición
Libro de las armas explica como le fueron dadas a su padre las armas de su dinastía,
todos los que descendían de Fernando III, ya que su padre el infante don Manuel (hermano de
Alfonso X) fue el único que recibió la bendición paterna y hasta la famosa espada Lobera.
Tratado de la Asunçión de la Virgen cuyo fin era dar razones para que nadie dude que
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EL CONDE LUCANOR
Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio, más conocido como El Conde
Lucanor. Consta el libro de dos prólogos, una parte con 51 ejemplos, y otras cuatro partes, de
las que la última es diferente a las demás. Fue acabado en 1335. En el primer prólogo viene a
decir lo mismo que en el prólogo que encabeza sus obras (en el que no se menciona el CL). A
diferencia de otros prólogos, la obra no se dirige a ningún amigo, como si hubiese sido una
espacie de prólogo a un corpus que comenzase con esta obra, ofreciendo una lista de libros
que no coincide con la del “prólogo general”. Nos indica claramente su intención: Salvar las
almas, pero también aumentar la honra, hacienda y estado. Como los moralistas medievales
estaba muy preocupado por la salvación del alma, pero luchó muchas veces por cuestiones de
honra y hacienda. Se interesa por la buena edición de sus obras, y aparece el “topos” de la
humildad.
En el segundo prólogo parte de que los hombres aprenden mejor aquello que más les
gusta, por eso recurre al método de enseñar deleitando. Rehuye la cita culta en latín.
En la primera parte, los ejemplos son de origen diverso. Recurre al Calila e Dimna, al
folklore español o árabe. Comparado con las recopilaciones de cuentos anteriores (el mismo
Calila, la Disciplina clericalis, p.ej.) o con los ejemplos latinos de predicadores, nos damos
cuenta de que los cuentos, aunque no sean invención de Juan Manuel, están elaborados de una
manera muy personal. Por sus “enxiemplos” pasan personalidades reales y ficticias, desde su
propio padre, Álvar Fáñez, Fernán González, etc. y diferentes clases sociales. Pero mientras
que en la épica el tema poético es el gran suceso nacional o colectivo, el tema del cuento
castellano no rebasa la dimensión de la persona (p.ej. encontramos a Álvar Fáñez ante las
disyuntiva de escoger mujer). Frente al Decamerón, el cuento de don Juan Manuel no presenta
Pero aunque esta primera parte de los 51 ejemplos entronca con la tradición de otras
colecciones de cuentos (sobre todo de origen oriental, Calila, Sendebar), en los que éstos
enseñanza 4) Aparición de don Juan que dice que le ha gustado 5) Moraleja en verso. La
psicología influidos por los ejemplos. Después de cada ejemplo había una especie de cómic,
unas viñetas en que se explicaba el ejemplo con dibujos. Aquí Juan Manuel imita a Alfonso X,
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cuyas Cantigas también iban ilustradas con viñetas. Al final de cada ejemplo se dice: “e la
historia de este exemplo es aquesta que se sigue”. Después de esta frase vendría el dibujo.
Las partes II, III y IV del libro son diferentes. Siguen los mismos personajes, pero
ahora sustituye las narraciones por una serie de proverbios que se oscurecen
progresivamente, a veces bien conocidas, y que son alteradas creando lo que serían principios
de juegos conceptistas.
La parte V no tiene ninguna relación con las anteriores, aunque continúan los
histórica de Castilla en el siglo XIV: ante la crisis del sistema feudal, el escritor se dirige a
los miembros de sus estamento para que estén alerta frente a los engaños de la nueva
realidad, se unan frente a quienes amenazan su posición social (burguesía, el poder real, etc.),
cumplan con las obligaciones que impone ser noble (guía de conducta) y acrecienten su riqueza,
de la vida cotidiana (aunque no tanto como el LBA), y no recurre a tantos latinismos puros
como Berceo.
Aunque algunos temas del libro han quedado apuntados en nuestro preámbulo, conviene
Fácilmente se comprueba que las preocupaciones de que trata don Juan Manuel en
personal y de clase, así como por el público al que se dirige. Por su visión del mundo y por
sus ideas políticas, don Juan pertenece a una clase social en decadencia enfrentada a la
nueva sociedad que va naciendo en España. En este siglo de crisis, nuestro autor parece
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Don Juan, como cualquier moralista de la época, trata de los temas que podían
salvación está vinculado al propio estado social. Sobre este tema giran otros, como la
predestinación, la amistad con Dios, la providencia, etc. En el plano sociopolítico, los temas
adulación, etc. Sin embargo, como ya se vio antes, la posición de don Juan Manuel ante la
vida no siempre se puede decir que se inspira en la moral más estricta: con muchísima
Podríamos concretar aún más estos temas, como hace el profesor Alfonso I. Sotelo.
mentira, el engaño, la verdadera amistad, la soberbia). Pero conviene también decir que
estos últimos temas son planteados no con una perspectiva satírica sino moral, y desde su
La intención didáctica
cristiana y en los conceptos tradicionales de la Edad Media. Don Juan Manuel justifica así
didáctico: «Hice como los médicos, que cuando -22- quieren curar el hígado, que gusta
mucho del azúcar, preparan medicamentos muy dulces, para que, al atraer para sí el azúcar,
reciba también la medicina que lo sanará». Así pues, los entretenidos ejemplos o cuentos no
están al servicio de sí mismos, ni del solo entretenimiento del lector, sino que aparecen
En aquella época, cuando un escritor épico (el juglar) era un ser de muy poco relieve
social, don Juan Manuel se vio obligado a marcar las distancias que lo separaban tanto de
clérigos (mester de clerecía), como de juglares o hacedores de títeres. Por una parte,
recuerda su ascendencia: «No hay hombre en España de más ilustre linaje que vos», dice a
su hijo en el Libro de los castigos; y por otra parte, indica expresamente en el Prólogo que
ha hecho el libro «para que los hombres que lo leyesen saquen de él provechosas lecciones
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que redunden en beneficio de su alma y hacienda». Podrá el lector distraerse con los
Como sugiere J. L. Alborg, quizás en el fondo no hubo en don Juan Manuel más que el
gusto por la obra bien hecha, esto es, el gusto por la belleza literaria, aunque en su siglo se
viera obligado a hacer concesiones y tuviera que enmascarar todos sus anhelos bajo la
lección moralista. Por eso se vería obligado a darse una explicación a sí mismo, dándosela
también a los demás, para poder escribir sin inspirar ni sentir desdén o desprecio por su
Las fuentes de El Conde Lucanor han sido cuidadosamente estudiadas por varios
moralista de numerosos cuentos, tanto Mª Rosa Lida como Diego Marín insisten en la
esta influencia a una decena, aproximadamente, y serían los cuentos XX, XXI, XXIV, XXX,
XXXII, XXXV, XLI, XLVI, XLVII, así como el número XXV, que toma como figura principal
al sultán Saladino.
existencia de los reinos arábigos en la Península, sino también por el mayor florecimiento
de la cultura musulmana, así como por la tradición didáctico-moral en que se inserta la obra
A este mismo influjo es achacable, según D. Marín, el gusto por el elemento personal y
autobiográfico en el libro. Como cualquier otro autor, don Juan Manuel plantea en el libro
los temas que le preocupan, sin que ello signifique propiciar una lectura que nos haga pensar
en la veracidad de sus afirmaciones. Si con reiteración nos dice: «me ocurrió que», «un
hombre vino a mí», etc., ello no es más que una identificación psicológica del autor con sus
Conexa con el problema de las fuentes literarias de sus relatos queda la cuestión de su
originalidad. Son muchos los críticos que equiparan a don Juan Manuel con Chaucer en
Inglaterra (Los cuentos de Canterbury) o con el mismo Bocaccio, aunque matizando los
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mayores logros del italiano, sobre todo por la continua utilización del estilo directo,
mientras que don Juan Manuel propende más al indirecto, y de ahí sus constantes «dijo
que», «le replicó que...», etc. Donde la originalidad del autor del Libro de los estados es
de sus personajes, que se van haciendo a medida que avanza el relato. El mancebo que se
casó con una muchacha de muy mal carácter no es un personaje plano, ni las acciones por las
incalculable pérdida, la esposa no tendrá más remedio que obedecer a su marido, y lo hará
con miedo, como puede verse también en la simpática escena que ocurre al día siguiente.
Digamos, para terminar este apartado, que don Juan Manuel transforma los
personajes (piénsese en la airada y orgullosa respuesta que dio el rey desnudo a sus
dificultad que ellos tenían para saber quién podía ser su padre).
Lenguaje y estilo
Recordemos en este punto unas palabras de don Juan Manuel que manifiestan su
preocupación por el estilo, cuestión a la que no podía ser ajeno, como escritor que se sentía
responsable único de su obra. Dice en el Libro del Caballero y del Escudero : «Todas las
razones que en él se contienen están construidas con muy buenas palabras y por las
mejores expresiones que yo nunca pude leer en un libro escrito en romance». Principio
estilístico sobre el que vuelve en El Conde Lucanor: «Hice este libro con las palabras más
Espíritu de selección que no estará reñido con el deseo de brevedad concisa, como
manifiesta también en el Libro de los estados: «...y escribiendo elegantemente la idea que
Sotelo), en su sobrino don Juan Manuel la lengua se hace arte y quiere someter su romance
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castellano a una norma estilística. Su ideal sería la selección, la claridad y la concisión,
Dice Giménez Soler sobre la calidad de la prosa de don Juan Manuel: «La prosa
castellana sale de la pluma de don Juan Manuel remozada y renovada; ya no es la del tiempo
de su tío Alfonso el Sabio, y aunque no llega a ser la del Siglo de Oro, está en el punto
medio de las dos y tal vez más próxima a la segunda que a la primera. La variedad de
asuntos que trató le obligaron a usar un abundantísimo vocabulario [...]. Don Juan [...]
aprendió, sin embargo, el castellano de boca de gentes ignorantes, pero que conocían los
nombres de las cosas, que formaban si era preciso neologismos, que hallaban siempre la
frase adecuada, y don Juan no desdeñó ese hablar y lo usó, pero comunicándole la nobleza
de su estilo. Todos sus libros presentan ese carácter y tienen ese mérito de haber legado a
la posteridad el habla de Castilla tal como era en su tiempo y tal como aún es, en cuanto al
Cada ejemplo o relato acaba con la inclusión de un pareado final que condensa toda la
enseñanza del cuento. Esta técnica era muy frecuente en las colecciones de «exempla» de
la época, pudiendo decirse que casi era norma obligada; sin embargo, en el caso de El Conde
Lucanor los versos finales no son sólo el remate retórico, sino que suponen la aparición de
un nuevo plano autobiográfico. Si los versos están en el libro es porque don Juan siguió los
consejos contenidos en el cuento de Patronio: «Y viendo don Juan que este cuento era
bueno, lo mandó poner en el libro e hizo estos versos que resumen toda su enseñanza y que
dicen así». Del plano narrativo-ficticio -el Conde Lucanor y Patronio- se pasa al plano real
-el problema o la preocupación de don Juan Manuel-, que el autor presenta, en virtud
también de los versos, con una dimensión generalizadora: no sólo le valieron a él, sino que
A juzgar por la calidad de estos pareados, no parece que don Juan fuese una
personalidad muy dotada para la poesía, pues se trata de versos muy duros, sin ningún
prosista y no buscar en el autor de El Conde Lucanor al poeta que no pudo o no quiso ser.
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