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ESPACIO DE
RESISTENCIA Y
TRANSFORMACIÓN
PABLO ROMERO
| 1 JUNIO, 2016 AT 13:03
1914
En la columna anterior, titulada “La crisis moral que nos atraviesa”,
planteábamos el abordaje de tres ejes en relación al campo educativo. En estas
líneas que siguen, abordaremos el primero de ellos, referido al visualizar los
espacios educativos como espacios de resistencia ética y contracultural. En tal
sentido, la primer cuestión que emerge es la de preguntarse respecto de si la tarea
docente debe estar vinculada a la acepción de la educación como un espacio de
homogeneización social, subordinada, en buena medida, a los parámetros de la
actividad económica/laboral.
Preguntarnos, dicho de otro modo, si el educador no debe comenzar por
cuestionarse respecto de si su tarea –que es política y es histórica- es la de
reproducir o transformar. Cuestión que debería ser, por cierto, el centro de la
reflexión ética sobre la labor docente y el sentido de los espacios educativos.
Foucault huye del determinismo estructural para centrarse sobre todo en las
formas de subjetividades que se generan a partir de las relaciones
saberes/poderes, a través de una determinada red de prácticas de poder y de
instituciones, entre las que se cuenta la institución educativa.
El poder sólo existe en una relación marcada entre ese par inseparable que es, por
un lado, su ejercicio y, por el otro, la resistencia a ese mismo ejercicio. Par
indisoluble, siempre presente, par de fuerzas siempre en continua tensión. Y es
en el marco de esas tensiones donde se forja la vida institucional de los espacios
educativos y la ética de los educadores.
El cuestionamiento de las relaciones y las sutilezas del poder es una tarea política
incesante, pero es necesario ir más allá para ejercer una resistencia que logre
transformaciones radicales. La formación y la tarea docente debe ser uno de los
ámbitos que posibiliten esas transformaciones, capaces de anular la tarea
histórica de la educación como herramienta de reproducción al servicio de los
intereses económicos.
Los espacios educativos deben ser entendidos como sitios sociales en donde para
ejercer la resistencia tiene mucho que ver la lógica de la moral, la lógica de la
resistencia, la perspectiva del cambio orientado por el humanismo. Se debe
recuperar para la educación su conexión fundamental con la idea de
emancipación humana.