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LA CULTURA MAYA EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA

La civilización maya fue una civilización mesoamericana desarrollada por los pueblos mayas, que destacó en
América por su escritura jeroglífica, uno de los pocos sistemas de escritura plenamente desarrollados del
continente americano precolombino, así como por su arte, arquitectura y sistemas de matemática, astronomía
y ecología. Se desarrolló en la región que abarca el sureste de México, correspondiente a los estados de
Yucatán, Campeche, Tabasco, Quintana Roo y la zona oriental de Chiapas, así como en la mayoría de
Guatemala, Belice, la parte occidental de Honduras y de El Salvador. Esta región se compone de las tierras
bajas del norte que abarca la península de Yucatán, las tierras altas de la Sierra Madre que se extiende por el
estado mexicano de Chiapas, el sur de Guatemala hasta El Salvador, y las tierras bajas del sur en la llanura
litoral del Pacífico.
Los mayas crearon una civilización que a través de los siglos experimentó una serie de cambios. Formaron
grupos diferenciados por su posición económica, por su trabajo o actividad principal, por su pertenencia a
determinadas familias dentro de la estructura religiosa y política. Edificaron maravillosas obras arquitectónicas;
elaboraron excelentes piezas de joyería, escultura y alfarería. Por otra parte, realizaron observaciones
astronómicas de las que dejaron constancia e inventaron y diseñaron un sistema calendárico de gran precisión.

Época Prehispánica Maya


Aunque no contaron con animales de carga y tiro para el
desarrollo de su trabajo, ni con vehículos rodantes e
instrumentos metálicos para la práctica intensiva del comercio,
combinaron múltiples posibilidades de transporte a través de
ríos, costas, senderos e incluso construyeron anchas y largas
calzadas de piedra.
Cimentaron el avance en dos aspectos fundamentales: un
profundo conocimiento del medio ambiente y una notable
calidad de las actividades humanas.
Crearon sistemas de agricultura intensiva como los campos levantados, las terrazas agrícolas y las huertas
frutales. Inventaron también ingeniosos sistemas de captación y almacenamiento de agua pluvial como los
canales, las aguadas y los chultunes o depósitos subterráneos.
Las evidencias más antiguas de su cultura han sido fechadas en Cuello, Belice, y en Loltún, Yucatán, en el
periodo Formativo o Preclásico (2000 a.C. – 100 d.C.). Uno de los mejores ejemplos de ese momento inicial es
la serie de construcciones, monumentos esculpidos y textos jeroglíficos de Izapa, Chiapas, aunque los orígenes
mayas también han sido detectados con claridad en otras localidades como Abaj Takalik (Guatemala) y
Chalchuapa (El Salvador).
Las construcciones comúnmente llamadas pirámides, en realidad fueron templos o santuarios dedicados a una
o varias deidades. Tal es el caso del Edificio de los Cinco Pisos, en Edzná; el Nohoch Mul en Cobá, El Adivino en
Uxmal, el Templo de Las Inscripciones en Palenque, o los elevados templos de Tikal.
Los gobernantes de las ciudades vivían en la parte central, en lo que hoy
llamamos “palacios” por analogía con las sociedades europeas
La célula básica de la sociedad maya fue la familia. La vida cotidiana también
tenía innumerables vínculos con lo sagrado. Los rumbos, los colores, las
plantas, los animales, los números e incluso el día de nacimiento propio
tenían un significado específico y una asociación determinada con las
deidades. Esa cosmovisión era promovida y reforzada por los gobernantes
que legitimaban su poder político y económico diciéndose descendientes de los dioses.
La época de esplendor maya ocurrió durante los siglos III al X de nuestra era, en el periodo Clásico, subdividido
en Temprano (250 – 600) y Tardío (600 – 900/1000), el cual a pesar de que varió de una región a otra, permitió
enmarcar el mismo auge o mayor desarrollo de la región, la política, la economía, las ciencias y las artes de los
mayas antiguos.
La deidad principal fue Itzamná, “Casa de iguanas”, creadora de todo lo existente y representada por un
monstruo celeste en el que se funden atributos del sol, de reptiles, de la tierra, de la muerte y de la
vegetación. Es una especie de resumen y crisol de todos los principios: la vida y la muerte, la luz y la oscuridad,
la abundancia y la escasez.
Los mayas practicaron la guerra con el fin de ampliar fuerza política y
económica, e imponer así gobernantes; recibir tributo en mano de obra y
en especie, asegurar sus transacciones comerciales y garantizar la
supervivencia de su sociedad.
Durante los últimos siglos de esta civilización, varios objetos se
popularizaron como unidades de cambio más o menos aceptadas:
conchas rojas (del género Spondylus), semillas de cacao y mantas de
algodón.
En el renglón económico, la agricultura jugó un papel importantísimo, no
sólo para alimentar a grandes poblaciones, sino como medio de
obtención de excedentes destinados al intercambio de productos.

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