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ACCION RESCISORIA POR LESION ENORME - Definición

El artículo 1947 del Código Civil define la lesión enorme así: “El vendedor sufre
lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio
de la cosa que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el
justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga
por ella. El justo precio se refiere al tiempo del contrato”. El fundamento
histórico de esa figura jurídica está contenido en la doctrina del justo precio que
prohibe obtener del contrato un provecho excesivo con perjuicios del otro
contratante y se basa en los principios de equidad y equilibrio que orientan las
relaciones jurídicas contractuales. La lesión enorme es un defecto objetivo del
contrato, no es un vicio del consentimiento; opera de manera autónoma e
independiente a las calidades o a los actos de las partes contratantes.
Cumplidos los presupuestos de la lesión enorme el interesado, comprador o
vendedor afectado, podrá en la demanda o después de pronunciada la
rescisión, optar por una de las siguientes alternativas: la rescisión del contrato
que consiste en la terminación del mismo, o el reajuste del precio recibido o
pagado, según el caso, al justo valor acreditado en el proceso. En el primer
evento las cosas volverán al estado inicial: si se trata del vendedor obtendrá la
devolución del bien, si es el comprador podrá restituirlo, sin perjuicio de que se
cumplan las correspondientes prestaciones mutuas que tal situación generó.
En el segundo evento, cuando se solicita el reajuste del precio injusto, el
vendedor podrá obtener el correspondiente aumento o el comprador lograr la
correspondiente disminución, que se verá afectada en una décima parte.

Nota de Relatoría: Ver sentencias del 5 de marzo de 1993, Exp. 6964 de la


Sección Tercera del Consejo de Estado y del 9 de diciembre de 1999, Exp.
5368 de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia.

RESCISION DEL CONTRATO POR LESION ENORME - Requisitos

La rescisión del contrato por lesión enorme, o la pretensión relativa al ajuste del
precio, según el caso, procede en cumplimiento de las siguientes condiciones:
-Que haya lesión en la proporción que establece el artículo 1947 del C. C. -Que
se trate de contratos respecto de los cuales la ley lo admite (art. 1949 C. C.).
-Que la pretensión se reclame dentro del término que la ley concede al efecto
(art. 1954). -Que el bien se conserve en poder del comprador (art. 1951 C.C.).
-Que no se trate de un contrato aleatorio.

Nota de Relatoría: Ver sentencias del 13 de diciembre de 1988 y del 16 de julio


de 1993 de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia

LESION ENORME EN CONTRATO DE COMPRAVENTA DE BIEN INMUEBLE


RURAL - Aplicación

La Sala considera que la lesión enorme es una figura jurídica predicable de los
contratos estatales, siempre que se cumplan los supuestos jurídicos que prevé
la ley. La Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado sobre la procedencia
de la lesión enorme respecto de contratos de compraventa celebrados por
sujetos de derecho público y ha precisado que como la ley no hace diferencia
alguna al respecto, la figura prevista en el Código Civil resulta aplicable
indistintamente a los sujetos particulares y públicos. Resulta aplicable al
contrato de compraventa de inmuebles rurales que celebra el INCORA las
siguientes consideraciones: -Los principios de justicia y equidad que orientan
las relaciones jurídicas también son predicables respecto de los contratos
estatales, en particular de los sinalagmáticos o conmutativos en los que existe
la equivalencia y reciprocidad de las prestaciones a cargo de los co -
contratantes. -La rescisión por lesión enorme no atenta contra el interés público
que prevalece en los contratos de adquisición de inmuebles rurales, cuando el
bien adquirido ha sido destinado a programas de reforma agraria, porque la ley
prevé la improcedencia de esta acción si el comprador ha dispuesto del
inmueble. En efecto, el artículo 1951 del C.C. establece que no habrá rescisión
del contrato cuando el comprador hubiere enajenado la cosa (art. 1951 C. C).
Tal enajenación debe entenderse como cualquier acto de disposición efectiva
del bien inmueble, a título oneroso o gratuito. Esa disposición restrictiva se
edifica en uno de los fundamentos de la rescisión por lesión enorme, cual es
que el mismo jamás puede tener efectos contra terceros de buena fe. En este
caso procedería por tanto el reajuste del precio en los términos del artículo
1948 del C. C. ya citado. -La procedencia de la rescisión por lesión enorme no
se traduce en un vicio subjetivo de alguno de los elementos del contrato de
compraventa. La jurisprudencia ha señalado que la lesión enorme no es un
vicio que afecte el consentimiento, o que necesariamente tenga causa en una
acción u omisión equivocada de alguna de las partes. Se trata solamente de un
vicio objetivo de uno de los elementos esenciales del contrato, el precio,
consiste en una desproporción económica en la magnitud señalada por la ley
para el caso de la compraventa, que debe corregirse en atención a la equidad.
Es por ello que la declaratoria judicial de la lesión enorme no se traduce en una
descalificación de los actos contractuales del INCORA, que está sometido a los
trámites y procedimientos determinados por las leyes que rigen la compraventa
agraria. Es verdad que el INCORA debe acatar el precio que fija el IGAC, pero
también lo es que frente a un contrato abiertamente lesivo e inequitativo para
una de las partes contratantes, que puede ser el mismo INCORA, cabe
declarar la lesión enorme para corregir esa circunstancia con el objeto de lograr
el equilibrio que debe imperar en estas en los contratos sinalagmáticos. -La
lesión enorme no resulta improcedente cuando el precio de la compraventa
está limitado por el legislador. La adquisición de tierras y mejoras con el objeto
de ser entregadas a las comunidades indígenas estaba regulada por la Ley 135
de 1961, con las modificaciones a ella introducidas por las Leyes 1 de 1968 ,
4a de 1973 y 30 de 1988, y sus decretos reglamentarios; esa normatividad que
rige para el sub-lite porque estaba vigente a la fecha de celebración del
contrato fue subrogada por la Ley 160 de 1994. La Sala considera que las
anteriores disposiciones no comportan de manera tácita o expresa, la exclusión
de la figura de la lesión enorme respecto de los contratos de compraventa de
inmuebles que celebra el INCORA, porque la regulación legal de las
condiciones no se traduce en la inoperancia de la noción jurídica del justo
precio que debe existir en los contratos conmutativos. Con fundamento en todo
lo anterior, la Sala concluye que la acción rescisoria por lesión enorme es
procedente respecto de los contratos estatales en general, dentro de los que se
incluyen el de compraventa de inmuebles para fines de reforma agraria.
Nota de Relatoría: Ver sentencias del 10 de noviembre de 1995, Exp. 10039, y
del 24 de agosto de 2000, Exp. 12850 del Consejo de Estado; sentencias del
20 de noviembre de 1980, del 16 de junio de 1981 y del 9 de diciembre de
1999, Exp. 5368 de la Sala de Casación Civil de la Corte.

DICTAMEN PERICIAL - Ineficaz / ACCION RESCISORIA POR LESION


ENORME - Valoración del dictamen pericial

Si bien es cierto que en los procesos adelantados en ejercicio de la acción de


rescisión por lesión enorme, la prueba pericial resulta determinante para
establecer el justo precio aducido por la parte actora, también lo es que
corresponde al juez valorar el dictamen para verificar la firmeza, precisión y
calidad de los fundamentos en que se sustenta, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 241 del C. de P. C. En el caso concreto, la Sala
considera, que el dictamen pericial no resulta idóneo para demostrar el
supuesto fáctico en el que se fundaron las pretensiones de la demanda, esto
es, que el valor real del inmueble vendido al INCORA es
desproporcionadamente superior al que recibió el demandante por ese
concepto. En efecto, así conste en el dictamen que el precio justo del inmueble
es de $101’180.000, esta conclusión carece de fundamento para la Sala,
porque la prueba pericial no se adecuó a los fundamentos legales dispuestos
para su objeto y práctica. Así mismo, se deduce fácilmente que los peritos no
tuvieron en cuenta las condiciones reales del inmueble a la fecha en que se
celebró el contrato de compraventa; sustentan su dictamen en observaciones
que realizaron durante la visita de un día que hicieron al inmueble y en
comentarios e informes de trabajadores del lugar. Señalan unos valores
unitarios por hectárea de tierra, sin especificar la fuente económica que
tuvieron en cuenta al efecto, e incluyen dentro del avalúo cuantificaciones
relativas a una casa de habitación, cercas y caminos, sin explicar si estos eran
o no los mismos que existían en el inmueble para la época de celebración del
contrato. Resulta entonces que la prueba pericial obrante en el proceso es
ineficaz e inocua para demostrar un precio distinto al que determinó el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, en un avalúo que contiene fundamentos claros y
completos que no fueron desvirtuados por la parte actora.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION TERCERA

Consejero ponente: RICARDO HOYOS DUQUE

Bogotá, D.C., quince (15) de marzo de dos mil uno (2001)

Radicación número: 14415


Actor: DANIEL FRANCISCO SUSSMANN MORALES y OTRO.

Demandado: INCORA

Conoce la Sala el recurso de apelación interpuesto por la parte actora

contra la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo del Cauca el 25 de

septiembre de 1997, mediante la cual declaró no probadas las excepciones

propuestas y negó las súplicas de la demanda.

ANTECEDENTES PROCESALES.

1°. La Demanda

El 30 noviembre de 1994, los señores DANIEL FRANCISCO y

MAURICIO SUSSMANN MORALES, obrando por intermedio de apoderado

judicial, formularon demanda en ejercicio de la acción de reparación directa

prevista en el artículo 86 del C.C.A., con el objeto de que se hicieran las

siguientes declaraciones y condenas:

“Primera. Que los señores DANIEL, FRANCISCO y MAURICIO


SUSSMANN MORALES, sufrieron lesión enorme en el contrato de
compraventa celebrado por el INSTITUTO COLOMBIANO DE LA
REFORMA AGRARIA “INCORA” REGIONAL CAUCA, de que da
cuenta la escritura 1.299 de fecha 13 de septiembre de 1993, emanada
de la Notaría Unica de Timbío Cauca, registrado bajo matrícula
inmobiliaria N° 134-0004091 de la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos de Silvia Cauca.
Segunda. Que como efecto de la anterior declaración quede rescindido,
por causa de lesión enorme, el contrato anteriormente descrito.

Tercera. Que previo avalúo pericial del bien inmueble descrito el


INSTITUTO COLOMBIANO DE LA REFORMA AGRARIA “INCORA”
restituya a los demandantes (…) la diferencia que resulte del pago
inicial pactado en la Escritura 1.299 de fecha 13 de septiembre de
1993, dineros que serán cancelados por la Tesorería General de la
Nación.

Cuarta. Que se condene al demandado INSTITUTO COLOMBIANO DE


LA REFORMA AGRARIA “INCORA” REGIONAL CAUCA, al pago de las
costas del proceso.”

2. Los hechos

En la demanda se narran los siguientes:

a.- El 13 de septiembre de 1993 las partes suscribieron contrato de

compraventa de inmueble rural, en cuya cláusula cuarta estipularon como

precio del mismo la suma de $35.286.615.oo, que se pagaría así:

-. El valor de la tierra, o sea la suma de $ 28.904.055.oo, en Bonos de

Deuda Pública, con vencimiento final a 5 años, parcialmente redimibles en 5

vencimientos anuales iguales y sucesivos, el primero de los cuales vencería un

año después de la fecha de su expedición, libremente negociables y sobre los

cuales se causaría y pagaría semestralmente un interés igual al 80% del índice

nacional de precios al consumidor, certificado por el DANE para cada período.


-. El valor de las mejoras, o sea la suma de $6.382.560.oo, se pagarían

conforme a la siguiente escala progresiva: el residuo de los Bonos Agrarios

más el contado inicial, o sea la suma de $ 6.386.615.oo, por ser inferior a 200

salarios mínimos mensuales, se pagarían de contado una vez se perfeccionara

la tradición del inmueble a favor del lncora y se hubiera hecho entrega material

del inmueble al Instituto. Sobre los saldos se reconocería un interés anual

equivalente al 80% del incremento porcentual del índice Nacional de Precios al

Consumidor para Empleados, certificado por el DANE, para los 6 meses

inmediatamente anteriores a cada vencimiento, pagaderos por semestres

vencidos.

2. A la fecha de celebración del contrato de compraventa el bien

enajenado a la administración valía más de $ 126.954.000.oo, lo cual hace que

el precio acordado contenga una desproporción tal que tipifica una lesión

enorme.

3. El contrato de compraventa trajo a los actores graves perjuicios

materiales a causa de la desproporción del precio y las condiciones de pago.

4. El inmueble fue entregado a la entidad pública 30 días después de la

firma de la escritura, es decir, el día 13 de octubre de 1993.

El Tribunal mediante auto proferido el 16 de mayo de 1995 resolvió

admitir la demanda, previa la aclaración de que la misma se entendía


presentada en ejercicio de la acción de controversias contractuales y no de

reparación directa (fol. 25)

3. Contestación de la demanda

El INCORA reconoció como ciertos algunos hechos y negó la

ocurrencia de los relativos al mayor precio. Propuso como excepciones de

fondo la legalidad de la adquisición, el avaluó ajustado a derecho, la preclusión

de la oportunidad para objetar el avalúo y la improcedencia de la lesión

enorme.

En su defecto, solicitó negar las súplicas de la demanda para lo cual

adujo que a la fecha en que se formalizó la transferencia de dominio, el valor

del predio fue el acordado con pleno conocimiento de causa por las partes

contratantes.

Solicitó la práctica de algunas pruebas orientadas a demostrar que los

terrenos que conforman el inmueble son de baja aptitud para explotaciones

agropecuarias, que el avalúo catastral vigente para la fecha en que se suscribió

el contrato de compraventa resultaba sustancialmente inferior al precio pagado

por el inmueble y que con anterioridad a la presentación de la demanda el

lNCORA había transferido el bien al Cabildo Indígena de Polindara.

4. La sentencia recurrida.
El Tribunal negó las súplicas de la demanda porque no encontró

acreditados los supuestos fácticos en que se fundaron.

Luego de precisar las normas y la jurisprudencia relativa a la

competencia de esta jurisdicción para conocer del proceso, de evaluar la

procedencia de la rescisión por lesión enorme en los contratos de adquisición

de inmuebles por el INCORA, y de referir a providencias de esta Corporación y

del Tribunal Administrativo del Cauca en las que se indicó que en estos

contratos no procede la acción de rescisión por lesión enorme, consideró que el

precio del contrato de compraventa puede ser debatido ante la jurisdicción.

Explicó que si bien la normatividad establece que no cabe la vía

gubernativa o las acciones contenciosas respecto de actos preparatorios, de

trámite o de ejecución expedidos por el INCORA, el avalúo es revisable por el

juez porque está contenido en un acto proferido por el Instituto Geográfico

Agustín Codazzi y no por aquella entidad.

En relación con la tesis de la firmeza del precio afirmó:

“En el caso que se estudia, el vendedor solicitó revisión y expuso su


inconformidad por considerar que el avalúo practicado por el IGAC no
se acercaba al valor comercial del precio La Tribuna. La revisión se
llevó a cabo y se fijó el precio de $35.286.615,oo advirtiéndose que
dicha revisión es una actuación que efectúan los funcionarios del IGAC
por sí y ante sí, pues no se ha previsto la intervención de terceros
peritos especializados que permitan tal contradicción del dictamen, o el
aporte de pruebas que induzcan a una revisión real del mismo, que
satisfaga las inquietudes de las partes, en forma equilibrada.
Observamos que el Estado fija el precio, el mismo estado lo revisa y el
mismo Estado lo deja en firme”

Explicó que en las circunstancias especiales de orden público que

afectaban la región en la cual se encuentra el predio, no era factible que los

propietarios desistieran de la negociación si el precio no era de su

conveniencia.

“en cuanto a la objetividad del precio, cualquier contrato de


compraventa debe fundamentarse sobre un precio justo, que es un
concepto que juega decisivamente en la valoración del orden
económico, cuya finalidad es la protección de las partes afectadas por
él, pretendiéndose evitar graves abusos tales como la usura, la lesión
enorme…, entendiéndose por tal el valor real del bien que le permita al
vendedor adquirir una cosa análoga a la vendida.

La desactualización del precio trae como consecuencia el desequilibrio


contractual, el enriquecimiento del Estado a costa del patrimonio
particular.”

Con expresa referencia a providencias de la Corte Suprema de Justicia

concluyó que, en aplicación de los principios de equidad y justicia que imperan

en las relaciones contractuales, resulta procedente la figura de la lesión enorme

para garantizar el equilibrio contractual mediante la revisión del precio del

contrato de compraventa celebrado por el INCORA “pues se considera que

esta es la oportunidad que queda a la parte lesionada, el particular en este

caso, para reivindicar sus derechos.”


En relación con la procedencia de la rescisión del contrato por la lesión

enorme adujo, con fundamento en lo manifestado por la jurisprudencia de la

Corporación, que la misma no es viable si se tiene en cuenta que en estos

contratos al estar comprometida la situación social de una región, es

improcedente la devolución del bien.

Explicó que en el caso concreto la pretensión está encaminada al

ajuste del precio recibido por la venta del inmueble, lo cual sería viable si el

demandante hubiese probado que el precio del contrato era inferior a la mitad

del justo precio de la cosa que vendía.

Consideró que el contrato fue suscrito con el cumplimiento del

procedimiento administrativo establecido al efecto y que el valor del inmueble

determinado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) no fue

desvirtuado por el actor, puesto que el avalúo rendido en este proceso no tiene

entidad probatoria suficiente para demostrar que el precio pagado por el

inmueble era inferior en un 50% o más de su valor real. Estimó que los peritos

hicieron los cálculos sin tener en cuenta las condiciones socioeconómicas

imperantes en la región para la época de la negociación, omitieron precisar si

sus estimativos se encontraban actualizados o eran los vigentes a la fecha de

la negociación, y no explicaron los factores tenidos en cuenta para apartarse de

la valoración que hizo el IGAC.


Concluyó entonces el a - quo que como el precio pagado por la

administración al adquirir el predio La Tribuna se ajustó a su valor real, debían

negarse las pretensiones de la demanda.

Dos de los Magistrados del Tribunal aclararon su voto porque

consideraron que la parte vendedora obró libremente al aceptar la oferta;

estimaron que al INCORA no le era lícito pagar un precio superior al fijado por

el IGAC, por tratarse de un trámite administrativo reglado en el cual no resultan

atendibles las normas que regulan la compraventa civil o comercial, en las que

el precio es libremente acordado por las partes.

Consideraron también que la depreciación de la tierra por acción de los

grupos subversivos no es imputable al Estado y menos a través de la acción

rescisoria por lesión enorme; en su concepto, " el Estado no se aprovechó de

las circunstancias de inferioridad de los demandantes, sino que les solucionó,

dentro de las posibilidades y con base en el precio comercial del inmueble, su

problema de dominio y posesión del bien y, de contera, solucionó un problema

social.”

5°. Fundamentos de la apelación.

La parte actora interpuso recurso de apelación contra la anterior

providencia con el objeto de que sea revocada y en su lugar se acceda a las

súplicas de la demanda.
Reiteró lo argumentado en desarrollo del proceso para indicar que el

INCORA le desconoció derechos fundamentales tales como el derecho a la

vida, a la propiedad y a la familia, si se tiene en cuenta que en desarrollo de

los procedimientos previos y concomitantes a la negociación fue presionado y

amenazado por los grupos indígenas interesados en el inmueble.

Manifestó que el dictamen pericial rendido en el proceso es prueba

suficiente de que el valor pagado por el INCORA es enormemente inferior al

valor real del inmueble; que el avalúo hecho por los peritos se ajusta a la

realidad porque estos si tuvieron en cuenta la situación socioeconómica de la

región, que es un hecho notorio conocido por todos y porque cuantificaron el

valor del inmueble a conciencia de que lo preguntado era el precio a la fecha

de la negociación y no a la fecha del dictamen.

Finalmente explicó que el INCORA de un modo absurdo acogió el

avalúo mas desfavorable a sus intereses, toda vez que en desarrollo del trámite

administrativo el IGAC practicó tres avalúos así: por $ 37’871.000 el 4 de junio

de 1992; por $28’607.000 el 16 de octubre de 1992 y por $35’ 286.615 en

documento radicado con el número 9272.

6°. Alegatos de conclusión en esta instancia y concepto del

Ministerio Público.
En el término concedido en esta instancia para presentar los alegatos

de conclusión, el lNCORA solicitó confirmar la providencia recurrida con

fundamento en que el acto jurídico respecto del cual se solicita la rescisión,

fue perfeccionado en desarrollo de una actuación administrativa de

negociación directa, ajustado a las correspondientes previsiones legales;

porque en el caso concreto no se demostró el mayor valor que alegó la parte

actora y porque este tipo de pretensiones es improcedente respecto de los

contratos de compraventa de inmuebles que hace el INCORA.

La Procuradora Segunda Delegada ante esta Corporación,

recomendó confirmar la sentencia apelada en consideración a que la acción

de rescisión por lesión enorme en los contratos de compraventa celebrados

por el INCORA es improcedente porque están regidos por una normatividad

específica y porque llevan incita una finalidad de utilidad pública y social que

impide que el bien objeto del contrato pueda ser devuelto a su dueño original.

En relación con la pretensión de reconocimiento y pago de la

diferencia de precio argumentó que, como lo estimó el Tribunal, con el

dictamen pericial no se demostró que el precio pagado por el INCORA fuese

inferior a la mitad de su justo valor. Explicó que los peritos no tomaron como

punto de comparación el valor de otros inmuebles vecinos del avaluado, no

tuvieron en cuenta la situación socio económica de la zona y no definieron

con claridad si el precio dado al inmueble correspondía a la época de la

negociación.
CONSIDERACIONES DE LA SALA

La Sala advierte, primeramente, que esta jurisdicción es competente

para conocer del presente proceso porque de la interpretación de la demanda se

deduce que la misma fue formulada en ejercicio de la acción relativa a

controversias contractuales (arts. 87, 131 y 132, numeral 8 y 136 del C. C. A.).

La demanda fue presentada en ejercicio de la acción rescisoria por

lesión enorme respecto de un contrato celebrado por el INCORA, con el objeto

de adquirir inmuebles rurales en desarrollo de los fines perseguidos por las leyes

135/61, 30 de 1988 y 160 de 1994. (1)

Se precisa igualmente que el actor ejercitó la acción dentro del término

legal de dos años que prevé la ley, si se tiene en cuenta que el contrato de

compraventa respecto del cual el demandante predica la lesión enorme, se

celebró el 13 de septiembre de 1993 y la demanda se presentó el 2 de mayo de

1995 (fol. 23 c. ppal).

La Sala confirmará la sentencia apelada previo el examen de los

siguientes aspectos: I. La acción de rescisión por lesión enorme. II. La

procedencia de la lesión enorme en los contratos de adquisición de inmuebles

rurales. III. El caso concreto.

1
En relación con la competencia de esta jurisdicción para conocer de estos procesos puede
consultarse la providencia proferida por la Sala el 5 de marzo de 1993, expediente 6964.
I. La acción de rescisión por lesión enorme

1. El artículo 1947 del Código Civil define la lesión enorme así:

“El vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es


inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; y el comprador
a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que
compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella.

El justo precio se refiere al tiempo del contrato”

El fundamento histórico de esa figura jurídica está contenido en la

doctrina del justo precio que prohibe obtener del contrato un provecho excesivo

con perjuicios del otro contratante ( 2) y se basa en los principios de equidad y

equilibrio que orientan las relaciones jurídicas contractuales. A este respecto la

Corte Suprema de Justicia ha señalado:

“en tratándose de contratos conmutativos, el valor recibido debe ser, en


cierta medida proporcional al valor entregado, garantizándose de tal
manera un mínimo de equilibrio en las relaciones jurídicas, concepción
ésta con la cual la figura de la lesión trasciende la simple protección de
las personas incapaces, para llegar a ser un principio general de los
contratos, que no podrían, en virtud del mismo, convertirse en fuente
de lucro indebido”(3)

2
La doctrina del justo precio fue desarrollada por los teólogos y Santo Tomas en la Edad
Media.
3
Sentencia proferida por la Sala de Casación Civil el 9 de diciembre de 1999; expediente 5368.
La lesión enorme es un defecto objetivo del contrato, no es un vicio del

consentimiento; opera de manera autónoma e independiente a las calidades o

a los actos de las partes contratantes.

Cumplidos los presupuestos de la lesión enorme el interesado,

comprador o vendedor afectado, podrá en la demanda o después de

pronunciada la rescisión, optar por una de las siguientes alternativas: la

rescisión del contrato que consiste en la terminación del mismo, o el reajuste

del precio recibido o pagado, según el caso, al justo valor acreditado en el

proceso.

En el primer evento las cosas volverán al estado inicial: si se trata del

vendedor obtendrá la devolución del bien, si es el comprador podrá restituirlo,

sin perjuicio de que se cumplan las correspondientes prestaciones mutuas que

tal situación generó.

En el segundo evento, cuando se solicita el reajuste del precio injusto,

el vendedor podrá obtener el correspondiente aumento o el comprador lograr la

correspondiente disminución, que se verá afectada en una décima parte.

Así lo prevé la ley cuando dispone:

“Art. 1948. El comprador contra quien se pronuncia la rescisión podrá,


a su arbitrio, consentir en ella, o completar el justo precio con
deducción de una décima parte; y el vendedor, en el mismo caso,
podrá a su arbitrio consentir en la rescisión, o restituir el exceso del
precio recibido sobre el justo precio aumentado en una décima parte.
No se deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la demanda, ni
podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya
ocasionado el contrato”

2. La rescisión del contrato por lesión enorme, o la pretensión

relativa al ajuste del precio, según el caso, procede en cumplimiento de las

siguientes condiciones:

a) Que haya lesión en la proporción que establece el artículo 1947 del

C. C.

b) Que se trate de contratos respecto de los cuales la ley lo admite (art.

1949 C. C.).

c) Que la pretensión se reclame dentro del término que la ley concede

al efecto (art. 1954).

d) Que el bien se conserve en poder del comprador (art. 1951 C.C.).

e) Que no se trate de un contrato aleatorio.( 4)

Respecto de la acción de rescisión por lesión enorme la Sala de

Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia señaló:

4
Al efecto pueden consultarse las Sentencias proferidas por la Sala de Casación Civil de la
Corte el 13 de diciembre de 1988 y el 16 de julio de 1993.
“La acción rescisoria por lesión enorme es la medida excepcional al
principio de la soberanía contractual, tendiente a conjurar la lesión
patrimonial o de ultramitad sufrida injustamente por uno de los
contratantes. Esta acción se consagra indistintamente en favor del
vendedor o del comprador, y se estructura cuando a una de las partes
se le ha perjudicado en más de la mitad del justo precio de la cosa.”( 5)

II. La procedencia de la lesión enorme en los contratos de

adquisición de inmuebles rurales.

El INCORA afirma que la acción de rescisión por lesión enorme

respecto de los contratos de compraventa de bienes inmuebles que realiza el

INCORA es improcedente, en consideración a la naturaleza de los derechos

objetivos y principios de la reforma agraria. Aduce también que el proceso de

adquisición del inmueble está sometido a una reglamentación particular y

concreta que descarta esa posibilidad, en la que se dispone que el INCORA

está obligado a pagar únicamente el precio que determina el IGAC.

La Sala no comparte la anterior conclusión; por el contrario, considera

que la lesión enorme es una figura jurídica predicable de los contratos

estatales, siempre que se cumplan los supuestos jurídicos que prevé la ley.

Así lo precisó esta Sala en sentencia proferida el 10 de noviembre de

1995, expediente 10039; allí encontró procedente estudiar la pretensión que

5
Sentencia del 16 de julio de 1993.
formuló el actor para que se ajustara el precio pactado en el contrato a su justo

valor; al efecto analizó las pruebas que se practicaron para demostrar el mayor

valor que prevé la ley civil y concluyó que este hecho no se había demostrado

porque el dictamen estaba afectado de error grave.

Se afirmó en esa providencia:

“En vista de que la prueba testimonial recaudada da cuenta a la Sala


de que el precio por el cual el INCORA adquirió el predio El Limonar, se
ajustó a su valor real, y dada la circunstancia de que el dictamen
pericial practicado dentro de este proceso, con el fin de demostrar que
el precio del predio era superior, no puede ser tenido en cuenta, por
cuanto prosperó la objeción por error grave formulada en su contra, las
súplicas de la demanda deberán ser despachadas negativamente,
tanto las principales como las subsidiarias, toda vez que su prosperidad
dependía directamente de la demostración de un mayor valor de la
tierra, que aquel por el cual se efectuó la negociación.”

En reciente fallo la Sala se pronunció sobre la acción restitutoria por

lesión enorme respecto de contratos de compraventa en que interviene un

sujeto de derecho público y al respecto dijo:

“1. La pretensión de lesión enorme puede ser causa de la declaración


judicial de rescisión en los contratos, ante la justicia de lo contencioso
administrativa, que por su naturaleza lo admitan.

En efecto:

El C.C.A en el artículo 87, sobre la acción de controversias contractuales


no es restrictivo en cuanto su objeto pues prevé que se podrá pedir que
se declare su existencia o su nulidad y que se hagan las declaraciones,
condenas o restituciones consecuenciales, que se ordene su revisión,
que se declare su incumplimiento y que se condene al responsable a
indemnizar los perjuicios y “que se hagan otras declaraciones y
condenas”.(”6)

La Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado sobre la procedencia

de la lesión enorme respecto de contratos de compraventa celebrados por

sujetos de derecho público y ha precisado que como la ley no hace diferencia

alguna al respecto, la figura prevista en el Código Civil resulta aplicable

indistintamente a los sujetos particulares y públicos:

"Desde el punto de vista de la persona del comprador o de la del


vendedor, no existe ninguna limitación para que quien haya sufrido la
lesión enorme pueda alegarla, sin que esté limitado como en el
derecho romano inicial al menor de 25 años que tenía la calidad de
vendedor. En Colombia el lesionado accionante puede ser quien
compra o quien vende, persona natural o jurídica, menor o mayor.
Desde este ángulo no existe, pues, excepción, todo el que haya
padecido una lesión enorme puede demandar la rescisión del contrato
de compraventa de inmueble, pues la ley ha querido que una injusticia,
como la que entraña recibir un precio que es inferior a la mitad del justo
o pagar uno que es mayor del doble de este, debe ser corregida así
sea indispensable atentar contra los principios de la libertad
contractual, de la autonomía de la voluntad y la seguridad de las
transacciones.
(…)
Y en cuanto a que la lesión debe aparecer de comparar el precio
pagado o recibido con el justo precio de la cosa al momento de
celebrarse el contrato, de tal manera que aquel sea, respectivamente,
más del doble de éste o menos de la mitad, la ley no ha hecho tampoco
6
Sentencia dictada el 24 de agosto de 2000, expediente 12850.
diferencia según sean las partes personas naturales o personas
jurídicas de derecho público o de derecho privado. Demostrada la
lesión de ultra dimidium, debe decretarse la rescisión".(7)

Esta consideración resulta aplicable al contrato de compraventa de

inmuebles rurales que celebra el INCORA además de los que se exponen a

continuación:

a) Los principios de justicia y equidad que orientan las relaciones

jurídicas también son predicables respecto de los contratos estatales, en

particular de los sinalagmáticos o conmutativos en los que existe la

equivalencia y reciprocidad de las prestaciones a cargo de los co -

contratantes.

b) La rescisión por lesión enorme no atenta contra el interés público

que prevalece en los contratos de adquisición de inmuebles rurales, cuando el

bien adquirido ha sido destinado a programas de reforma agraria, porque la ley

prevé la improcedencia de esta acción si el comprador ha dispuesto del

inmueble.

En efecto, el artículo 1951 del C.C. establece que no habrá rescisión

del contrato cuando el comprador hubiere enajenado la cosa (art. 1951 C. C).

Tal enajenación debe entenderse como cualquier acto de disposición efectiva

del bien inmueble, a título oneroso o gratuito.

7
Sentencia proferida por la Sala de Casación Civil el 20 de noviembre de 1980, reiterada en
providencias proferidas por la misma Sala el 16 de junio de 1981 y el 9 de diciembre de 1999,
expediente 5368.
Esa disposición restrictiva se edifica en uno de los fundamentos de la

rescisión por lesión enorme, cual es que el mismo jamás puede tener efectos

contra terceros de buena fé.(8)

En este caso procedería por tanto el reajuste del precio en los términos

del artículo 1948 del C. C. ya citado.

c) La procedencia de la rescisión por lesión enorme no se traduce en

un vicio subjetivo de alguno de los elementos del contrato de compraventa.

La jurisprudencia ha señalado que la lesión enorme no es un vicio que

afecte el consentimiento, o que necesariamente tenga causa en una acción u

omisión equivocada de alguna de las partes. Se trata solamente de un vicio

objetivo de uno de los elementos esenciales del contrato, el precio, consiste en

una desproporción económica en la magnitud señalada por la ley para el caso

de la compraventa, que debe corregirse en atención a la equidad ( 9).

Al respecto manifestó la Corte Suprema de Justicia:

“la lesión enorme obedece a un criterio meramente objetivo, según el


cual basta con que el precio convenido entre los contratantes sea
lesivo en la medida determinada en la ley para que opere esa figura.
Alejándose así de la teoría de la lesión como un vicio más del
consentimiento, la lesión existirá independientemente de que el
contratante haya tenido conocimiento de lo inequitativo del precio, o de

8
Así lo precisó la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia entre otras
sentencias en las proferidas el 6 de julio de 1977 y el 29 de noviembre de 1999.
9
En ese sentido se pronunció la Sala en la sentencia 12850 ya referida.
que haya actuado bajo constreñimiento o engaño, o de que
circunstancias apremiantes lo hayan impelido a contratar.”( 10)

Es por ello que la declaratoria judicial de la lesión enorme no se

traduce en una descalificación de los actos contractuales del INCORA, que

está sometido a los trámites y procedimientos determinados por las leyes que

rigen la compraventa agraria.

Cuando se estudia la procedencia de la lesión enorme en esos

contratos no se evalúa la conducta del INCORA, no se le está imputando un

acto errado, no se le está cuestionando el que hubiese acordado el precio que

pactó. La lesión enorme, se reitera, no es un vicio subjetivo del contrato

imputable a una de las partes.

Es verdad que el INCORA debe acatar el precio que fija el IGAC, pero

también lo es que frente a un contrato abiertamente lesivo e inequitativo para

una de las partes contratantes, que puede ser el mismo INCORA, cabe

declarar la lesión enorme para corregir esa circunstancia con el objeto de lograr

el equilibrio que debe imperar en estas en los contratos sinalagmáticos.

d) La lesión enorme no resulta improcedente cuando el precio de la

compraventa está limitado por el legislador.

La adquisición de tierras y mejoras con el objeto de ser entregadas a

las comunidades indígenas estaba regulada por la Ley 135 de 1961, con las

10
Sala de Casación Civil, sentencia del 29 de noviembre de 1999.
modificaciones a ella introducidas por las Leyes 1 de 1968 , 4a de 1973 y 30

de 1988, y sus decretos reglamentarios; esa normatividad que rige para el

sub-lite porque estaba vigente a la fecha de celebración del contrato fue

subrogada por la Ley 160 de 1994.

La citada Ley de Reforma Social Agraria, dispone que las diligencias de

adquisición serían adelantadas por el Instituto Colombiano de la Reforma

Agraria INCORA, con el objeto de garantizar el principio del bien común y la

necesidad de extender a sectores cada vez más numerosos de la población

rural colombiana el ejercicio del derecho natural a la propiedad, armonizándolo

en su conservación y uso con el interés social.

De conformidad con el art. 58 de la ley 135 de 1961, modificado por la

ley 30 de 1988, el avalúo de las tierras y mejoras que el INCORA pretenda

adquirir, debe ser efectuado por expertos del Instituto Geográfico Agustín

Codazzi, quienes emiten el dictamen sobre el valor comercial del inmueble.

Establece el penúltimo inciso de la misma norma que el valor dictaminado por

el IGAC es el precio que debe pagar el INCORA en ese tipo de contratos ( 11).

La Sala considera que las anteriores disposiciones no comportan de

manera tácita o expresa, la exclusión de la figura de la lesión enorme respecto

de los contratos de compraventa de inmuebles que celebra el INCORA, porque

la regulación legal de las condiciones no se traduce en la inoperancia de la

noción jurídica del justo precio que debe existir en los contratos conmutativos.

11
Norma concordante con lo dispuesto en el art. 143 del Decreto ley 222 de 1983.
Al efecto la Sala comparte plenamente las consideraciones que al

respecto expuso la Corte Suprema de Justicia en la referida sentencia del 9 de

diciembre de 1999, expediente 5368, en uno de cuyos apartes se anotó:

“Y por otra parte, también debe descartarse el argumento del recurrente


acerca de la inaplicabilidad de las normas referentes a la lesión enorme
en eventos como el del sub lite, a causa de que el precio está limitado
por el legislador, particularmente por la Ley 56 de 1981, el decreto
reglamentario 2024 de 1982 y el Decreto Ley 222 de 1983 en la parte en
que tales disposiciones ordenan estarse al avalúo que del bien haga el
Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

Y se descarta tal afirmación como cierta, porque si bien las precitadas


normas fijan unos límites para la negociación directa, ellas ni se refieren
ni excluyen la aplicación de las disposiciones atañederas a la lesión
enorme. Es perfectamente aplicable sobre el punto lo dicho en la
providencia de esta Corporación a que se aludió en párrafos anteriores:
"Esa norma (se refiere al Decreto extraordinario 2895 de 1963, artículo
7o.), nada tiene que ver con el tema de la lesión enorme. Ella impone
una limitación a las entidades de derecho público en la fijación del precio
cuando adquieran, por negociación directa, un inmueble rural, pero en
ningún momento expresa que, en caso de demanda por haberse
padecido por el vendedor lesión enorme, para averiguar si existió ésta,
ha de confrontarse el precio recibido por el demandante con el avalúo
que el inmueble tenga en la oficina de Catastro. Si el precio que se paga
es inferior a la mitad del justo, la lesión enorme se produce aunque el
comprador sea una entidad de derecho público".

Actualmente, y ya con relación a las disposiciones legales citadas por el


recurrente, la interpretación de esta Corporación es la misma que en ese
entonces se hiciera. Así, tales disposiciones se refieren al precio de
adquisición, que debe ser serio y real, como en toda compraventa, y que
además está controlado por ser una entidad estatal el comprador, pero
sin que la noción del precio justo haya por esto desaparecido, como
tampoco la sanción prevista cuando ese precio llega a ser lesivo. La ley
no prevé semejante excepción.

5.- Y los precedentes razonamientos resuelven también el dilema que el


impugnante plantea cuando afirma que son incompatibles el precio
limitado por el legislador para esta especie de compraventas y la
eventualidad de la lesión enorme. Porque no es cierto, como se
pretende, que al cumplir la ley en cuanto a uno de esos precios, se
contravenga con relación al otro, con el resultado de que, en cualquier
caso, el contrato resulta viciado; hay un sofisma en esa presentación,
pues la escueta verdad es la de que en eventos como el sub judice el
precio de adquisición se determina siguiendo, como no podía ser menos,
las pautas legales, mas cuando eventualmente se rompe el equilibrio
contractual hasta el punto ya no tolerado por la ley, esto es, en más de la
mitad, vuelve ella a operar para poner remedio a la inequidad; el precio,
es verdad, está controlado, pero arribando al límite fijado para la lesión,
como tampoco puede ser menos y con plena vigencia del sistema
objetivo, actúa una vez más la ley para controlar el agravio.” (12)

Con fundamento en todo lo anterior, la Sala concluye que la acción

rescisoria por lesión enorme es procedente respecto de los contratos estatales

en general, dentro de los que se incluyen el de compraventa de inmuebles para

fines de reforma agraria.

III. El caso concreto

12
Sentencia 5368 proferida por la Sala de Casación Civil el 9 de diciembre de 1999 en la que
se reitera lo afirmado por la misma Sala en sentencia del 20 de noviembre de 1980.
El demandante solicitó la rescisión del contrato por lesión enorme con

el objeto de que se le reconozca y pague el valor correspondiente al precio

justo del bien inmueble que enajenó al INCORA. Debe establecerse, por tanto,

si realmente recibió un precio injusto en la proporción que prevé la ley.

1. Hechos relevantes

De los hechos acreditados en el proceso se destacan los siguientes:

a) El 13 de septiembre de 1993 las partes suscribieron contrato de

compraventa de inmueble rural, que consta en la escritura pública No. 1299 del

13 de septiembre de 1993 de la Notaría Unica de Timbío, Departamento del

Cauca; que fue registrada en la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos

del Municipio de Silvia en el folio de matrícula inmobiliaria No., 134-0004091.

En la cláusula cuarta del contrato estipularon como precio del mismo la suma

de $35.286.615.oo (fols. 8 a 12 c. 1).

b) A efecto de establecer el precio del inmueble el IGAC practicó tres

avalúos así: el 4 de junio de 1992 por $37.871.000.oo (fols. 96 a 99); el 16 de

octubre de 1992 por $ 28.607.000.oo (fols. 98 y 99) y el 23 de mayo de 1993

por la suma de $35.286.615.oo (fols. 100 y 101). Este último peritaje se rindió

como consecuencia de la revisión solicitada por la parte actora al dictamen del

16 de octubre de 1992 ( fls 96 a 102 y 16 a 18, 88 a 90).


c) La revisión técnica previa al avalúo efectuada por el INCORA el 2 de

junio de 1992 establece que según los planos, el predio tiene una cabida de

105-7950 hectáreas, de las cuales 6.8 son de clase agrológica IV, 21.5 de clase

agrológica VI y 77.4 ( el 73.16% ) de clase agrológica VII ( fols 86 y 87 C 1).

d) El bien fue entregado materialmente a la entidad pública 30 días

después de la firma de la escritura, es decir, el día 13 de octubre de 1993 y

ésta a su vez lo entregó al Cabildo Indígena de Polindara el 3 de diciembre de

1993 (fols. 54 a 56 C. 1).

2. El dictamen pericial

A solicitud de la parte actora se practicó una prueba pericial con el

objeto de establecer el justo valor del inmueble. En el dictamen que fue

presentado el 10 de marzo de 1996 (fol. 161), los peritos, luego de precisar que

habían recorrido el inmueble con apoyo de brújulas Thomenn para verificar los

linderos, concluyeron que los mismos coinciden con lo anotado en la escritura

de compraventa y en el plano N° P 481.888 correspondiente al levantamiento

planimétrico efectuado por el INCORA.

Allí se describe la situación actual del inmueble, en particular lo relativo

a la explotación económica del mismo, con fundamento en información que les

fue suministrada, entre otras personas, por Plinio Ordónez Perafán y Victor

Humberto Valdez, y en las observaciones que realizaron:


“ De las informaciones de los anteriores trabajadores anotados,
pudimos saber que la capacidad de la finca en tiempo anterior a la
negociación con el INCORA estaba entre ciento veinte y ciento treinta
cabezas de ganado lo que permite decir que la calidad de las tierras es
de buena a muy buena en función del soporte para pastoreo y de la
misma manera para los cultivos de especies manejadas en la zona.

Consideramos que las informaciones anotadas por el INCORA en


cuanto a las unidades fisiográficas, es adecuada y la distribución en
zonas a- quebradas o escarpadas, b- onduladas, c.- inclinadas, son
aproximadamente similares a las deducidas por nosotros, con
superficie que consideramos para la primera de 78 hectáreas, de 20
hectáreas para la segunda y de 7,8 hectáreas para la tercera, todo para
un gran total de 105,8 hectáreas”. (fols. 63 y 64 c. 1)

Con fundamento en las consideraciones anotadas avaluaron el bien

así:

Item Cantidad Valor Unitario V. Total

Tierras Inclinadas 7.8 has. 960.000 7.480.000

Tierras Onduladas 28.0 Has. 880.000 24.600.000

Escarpadas 70.0 Has. 650.000 45.500.000

Valor Tierra 77.580.000

Casa de habitación 80 mts.2 90.000 7’200.000

Cercas perimetrales 2.300 mts. Global 9’200.000

Cercas internas 800 mts Global 3’200.000

Acequias y caminos Global 4’000.000

Total avalúo 101’180.000

Argumentaron también lo siguiente:


“Al hacer un análisis de la capacidad de carga en cabezas de ganado,
informado por personas que trabajaron en la hacienda antes de ser
negociada, dato que lleva a la cantidad de ciento veinte cabezas de
ganado, animales que para el año de 1993 se estaban comercializando
a un valor de $416.000,oo da un valor de la carga de ganado de $
54.080.000 y con valores reconocidos entre los ganaderos de que este
valor fluctúa entre el 50% y el 60% del valor de las tierras que los
soportan, el valor del predio se encontraría entre $108.160.000 y
$90.133.000.oo, valor que es muy cercano al que hemos encontrado
como resultado de nuestro avalúo" ( fls 159 a 165 c. 1).

Si bien es cierto que en los procesos adelantados en ejercicio de la

acción de rescisión por lesión enorme, la prueba pericial resulta determinante

para establecer el justo precio aducido por la parte actora ( 13), también lo es

que corresponde al juez valorar el dictamen para verificar la firmeza, precisión

y calidad de los fundamentos en que se sustenta, de conformidad con lo

dispuesto en el artículo 241 del C. de P. C.(14)

En el caso concreto, la Sala considera, que el dictamen pericial no

resulta idóneo para demostrar el supuesto fáctico en el que se fundaron las

pretensiones de la demanda, esto es, que el valor real del inmueble vendido al

INCORA es desproporcionadamente superior al que recibió el demandante por

ese concepto.

En efecto, así conste en el dictamen que el precio justo del inmueble es

de $101’180.000, esta conclusión carece de fundamento para la Sala, porque

13
Así lo ha precisado en reiteradas providencias la Corte Suprema de Justicia, entre otras en la
sentencia dictada el 29 de septiembre de 1987.
14
En este sentido puede consultarse la sentencia proferida el 9 de agosto de 1995 por la Sala
de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, expediente 3457.
la prueba pericial no se adecuó a los fundamentos legales dispuestos para su

objeto y práctica.

Así mismo, se deduce fácilmente que los peritos no tuvieron en cuenta

las condiciones reales del inmueble a la fecha en que se celebró el contrato de

compraventa; sustentan su dictamen en observaciones que realizaron durante

la visita de un día que hicieron al inmueble y en comentarios e informes de

trabajadores del lugar.

Afirman que la tierra es suficientemente apta para la agricultura y la

ganadería, porque en la actualidad un 75% de la misma está cultivada y porque

algunos trabajadores les contaron que en tiempo anterior a la negociación

había entre ciento veinte y ciento treinta cabezas de ganado; explican también

con fundamento en lo dicho por personas del lugar que como en 1993 cada

cabeza de ganado costaba $416.000, el valor del inmueble oscilaba entre

$108.160.000 y $90.133.000 (fol. 164).

Señalan unos valores unitarios por hectárea de tierra, sin especificar la

fuente económica que tuvieron en cuenta al efecto, e incluyen dentro del avalúo

cuantificaciones relativas a una casa de habitación, cercas y caminos, sin

explicar si estos eran o no los mismos que existían en el inmueble para la

época de celebración del contrato.


De lo anterior se desprende que el dictamen es impreciso e infundado,

del mismo no se deduce, como bien lo afirmó el a quo, si el valor determinado

lo fue $101.180.000, o $108.160.000 o $90.133.00 como tampoco si estos

valores corresponden al precio del bien inmueble a la fecha de la negociación o

a la fecha del dictamen.

Resulta entonces que la prueba pericial obrante en el proceso es

ineficaz e inocua para demostrar un precio distinto al que determinó el Instituto

Geográfico Agustín Codazzi, en un avalúo que contiene fundamentos claros y

completos que no fueron desvirtuados por la parte actora.

Se precisa finalmente, que si bien es cierto el demandante aportó

documentos con el objeto de demostrar la circunstancia de que fue objeto de

presiones y amenazas por los indígenas interesados en que vendiera el bien,

tal hecho no resulta relevante frente a los supuestos jurídicos de la lesión

enorme, porque como bien lo indicó la Sala al recoger lo manifestado por la

Corte Suprema de Justicia, la lesión enorme es un vicio objetivo del contrato y

no un vicio subjetivo del consentimiento.

Con fundamento en todo lo anterior se confirmará la providencia

apelada.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso

Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la

República y por autoridad de la ley,

FALLA:

CONFIRMASE la sentencia recurrida dictada por el Tribunal

Administrativo del Cauca el 25 de septiembre de 1997.

COPIESE, NOTIFIQUESE y DEVUÉLVASE

ALIER E.HERNANDEZ ENRIQUEZ JESÚS M.CARRILL BALLESTEROS

Presidente de la Sala

MARIA ELENA GIRALDO GÓMEZ RICARDO HOYOS DUQUE

GERMAN RODRIGUEZ VILLAMIZAR

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