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Ensayo: Campamentos Educativos

No es extraño para nadie saber que la educación actual está en un crisis profunda.
Promueve la desigualdad de oportunidades, ofrece una preparación insuficiente y dado el
poco apoyo que los gobiernos dan para mejorarlo, la calidad de la enseñanza disminuye
cada vez más. Y aunque no son pocos los que luchan para evitar esta situación, sus
esfuerzos, aunque importantes, no son suficientes.

Para intentar cambiar el sistema, se tiene que seguir un camino diferente al recorrido
hasta ahora, uno que rompa con la tradicionalidad educativa y que renueve la relación
docente-alumno. Esto es lo que precisamente propone un proyecto uruguayo llamado
Campamentos Educativos, el cual promueve un aprendizaje más libre, en un ambiente
más creativo y no limitado a las cuatro paredes que ofrece un aula de clases
convencional. Al estar compuesto por personas de diferentes edades y lugares, se
enriquece y se potencia el aprendizaje puesto que todos se exponen a diferentes formas
de pensar y hablar, aprendiendo y desarrollando su léxico con expresiones que de otra
forma seria difícil conocer. El modelo tradicional divide el proceso educativo en dos
actores: El docente, que es quién posee el conocimiento o es la fuente de él, y el alumno,
que es quién necesita de él para poder aprender. Tal división no hace más que crear una
dependencia poco eficiente dentro del proceso de aprendizaje porque está limitado al
mismo conocimiento del docente. Los campamentos educativos pretenden abolir esa
relación, promoviendo el aprendizaje en todos los niveles y en todas las edades.

Enseñar no es trasferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia


producción o construcción, decía Paulo Freire. Y es que, al estar en contacto con la
naturaleza, los campamentos educativos promueven la creatividad de los jóvenes. Estos
principios tienen sus bases en el movimiento de la Nueva Escuela, un pensamiento
pedagógico de principio del siglo XIX que tiene como principales exponentes a grandes
pedagogos como lo fueron Montessori, Freinet, Decroly.

El tradicionalismo educativo no tiene lugar en esta nueva filosofía, que renueva el método
de enseñanza convirtiendo al alumno en constructor de su propio conocimiento. Los
campamentos toman esto y lo aplican en sus programas para hacer del aprendizaje algo
más que simple memorización y repetición de contenidos sin sentido.
Su prioridad es reunir en ellos a diferentes niños o jóvenes que por diversas razones, ya
sea económicas o geográficas, no tienen la oportunidad de asistir a la escuela. Algunos la
abandonan para trabajar y generar ingresos para poder sobrevivir, otros en cambio viven
en zonas demasiado alejadas de una institución educativa a la que puedan ir con
regularidad. Y aunque este tipo de personas son las que prioriza el programa, también se
incluyen niños del área urbana para diversificar la participación de los diferentes círculos
de la sociedad.

Cuando se propician este tipo de encuentros, sus participantes chocan con realidades
diferentes a las de propias, realidades que solo se viven en el campo y realidades que
solo se viven en la ciudad. Por ejemplo, tomar duchas calientes y dormir en camas para
ellos solos serian actividades del diario vivir para alguien de la ciudad, pero no para
alguien del campo, de la misma manera que tomar leche directamente de la vaca y no en
la bolsita o cajita del supermercado sería completamente extraño para alguien de la zona
urbana pero para alguien de la zona rural, una actividad de lo más normal que exista. Al
compartir sus experiencias, se enriquece el intercambio de conocimientos, lo que los deja
marcados para toda la vida. Y es que el fin del campamento no solo es aprender de forma
divertida, sino también, a través de esos mismos juegos, desarrollar las habilidades
sociales de los niños y jóvenes, formar un sentido de independencia individual.

Los docentes no están ajenos a la magia del campamento pues, fuera de la rutina que los
ahoga en el aula de clases, aquí encuentran nuevas maneras de hacer las cosas, de
aprender y de enseñar, dándose cuenta que jugar también es aprender. Y es que al estar
sometidos a los lineamientos del sistema de educación tradicional, algunos se ven
encarcelados dentro de una profesión que no les permite desempeñar la docencia de la
forma como ellos quisieran. Es por eso que al entrar en contacto con este tipo de
ambientes, muchos toman estos métodos para luego adaptarlos al aula de clases, pues
quienes de verdad aman enseñar siempre están actualizando sus conocimientos.

Quienes participan en este tipo de proyectos nunca vuelven a ser los mismos, es un
camino sin retorno pues las experiencias vividas en el tiempo que duran estos programas
cambia la perspectiva de sus integrantes. Nuevas formas de pensar y actuar, nuevos
conocimientos adquiridos y muchos más por aprender, cambian sin lugar a dudas la forma
de ver la vida y la forma en la que vemos el aprendizaje mismo.
El proceso de aprendizaje siempre se ha visto entorpecido por haberse inculcado de
forma equivocada, haciendo parecer que es algo tortuoso, que requiere mucho esfuerzo y
mucha capacidad de memorización. La figura de profesor omnisapiente no ha ayudado
demasiado a mejorar la situación. La escuela nueva, o más precisamente, los
campamentos, eliminan ese concepto y trata de construir uno mejor, presentando a los
docentes como humanos que también sienten, ríen y lloran al igual que sus alumnos.
Trata de acercar y establecer lazos más estrechos para mejorar la comunicación y
relación entre ambos bandos, entendiendo los límites que cada uno tiene y adaptando la
enseñanza al tomar en cuenta todos los factores que atrasan el aprendizaje.

Los campamentos educativos enseñan jugando, y aunque utilizan muchos recursos de


una escuela normal, los aplican de formas más creativas, pasando de memorizar un
cuento a dramatizarlo y actuarlo, cambiando la perspectiva desde donde se observa. Así
pues, algo tan sencillo como un cuento complementado con este tipo de actividades, no
solo mejora su compresión, sino que deja una experiencia guardada en la memoria, por lo
que en el futuro, cuando se vuelva a leer el mismo cuento, se recordará tanto la
enseñanza como lo divertido que fue representarla.

Así, desde el punto de vista pedagógico, los campamentos educativos representan la


oportunidad de fomentar una nueva forma de ser para el proceso de enseñanza-
aprendizaje, una renovación de la escuela desde sus cimientos, un cambio en el cambio
del paradigma educativo y la posibilidad de cambiar la forma de pensar de las
generaciones venideras. El apoyo a este tipo de proyectos o su aplicación en el sistema
educativo general, no solo de Uruguay, sino de toda Latinoamérica, mejoraría la calidad
de la educación que se brinda es las escuelas rurales y urbanas de la actualidad.

Entonces, si es una filosofía del siglo pasado, ¿por qué no se ha implementado todavía?
Esto es lo que la pedagogía moderna se pregunta, y es que los gobiernos a pesar de
aparentar el querer ayudar a mejorar la educación, promueven la desigualdad comenzado
por la educación, que es el principal generador de personas con pensamiento y criterio
propio, lo que desemboca en una amenaza para la jerarquía económica-social impuesta
por el modelo económico que nos rige. Así pues, es mejor mantener a la población
ignorante, con una educación raquítica y con pocos conocimientos para evitar una
sublevación popular en contra del mismo Estado.
Por estas razones, estos modelos educativos no han tenido éxito en este tipo de países,
pues no son lo suficientemente apoyados como para crear un impacto importante en el
sistema educativo estatal. El ingreso de las TIC ha mejorado de manera significativa la
educación, pero estos beneficios solo están disponibles, en su mayoría, en las zonas
urbanas, educación que la gente del área rural no puede costearse y que los excluye de
este tipo de beneficios. Pero los campamentos educativos demuestran que no es
necesaria la tecnología para promover un ambiente creativo y apto para el aprendizaje,
simplemente depende de la forma en la que utilizamos los recursos que tenemos a
nuestra disposición para potenciar la adquisición de los mismos.

Aun así, proyectos como los campamentos educativos dan la esperanza de que algún día,
la educación no será como lo es hoy, conservadora, deficiente, estancada y casi
privatizada, sino más bien libre, innovadora, realista y popular, al alcance de todos, para
todos y creada por todos.

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