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Matías Barchino

Profesor titular de literatura hispa-


noamericana en la Universidad de
Castilla-La Mancha. Es autor de
libros y artículos sobre su especia-
lidad, editor de actas de Congre-
sos como el dedicado a Nicolás
Guillén y organizador de semina-
rios sobre José Lezama Lima y
Pablo Neruda. Ha editado textos
de Bernardo de Balbuena, Pablo
Neruda, Juan Alcalde Sánchez y
Diego Galán.
PABLO NERUDA EN LA TRADICIÓN
AUTOBIOGRÁFICA
MATÍAS BARCHINO

Resulta habitual en los estudios literarios de Rafael Alberti, en menor medida, sus me-
considerar las memorias y escrituras autobio- morias apenas figuran en de las bibliografías
gráficas de un escritor como algo marginal a lo habituales. No quiero decir que no se lean o
que se tiene como el centro de su obra, ya sea que no se investiguen y, sobre todo, que no se
éste la poesía, la narrativa de ficción, el teatro usen abundantemente por parte de los espe-
o el ensayo. Pese a la abundancia de la pro- cialistas en los autores, pero casi siempre co-
ducción autobiográfica en la tradición litera- mo un auxiliar del estudio de su literatura cen-
ria occidental, esta escritura nunca ha tenido tral, lo que no deja de ser comprensible en el
una clara caracterización teórica, quizá debi- caso de escritores tan centrales en la tradición
do a su condición mestiza y marginal, que ha literaria como los citados Rubén, Alberti o
determinado que la práctica no ha sido acom- Neruda. Lo que quiero decir es que se leen
pañada de un paralelo esfuerzo de conoci- siempre «de cierta manera», como una especie
miento teórico hasta bien entrado el siglo XX. de paratexto a un corpus central definido por
Todavía hoy, y salvo algunas excepciones, es- su obra canónica. No creo que sea necesario
te tipo de escritos apenas merecen un breve reivindicar aquí este tipo de escritura, que ca-
comentario final al reseñar la trayectoria de un da vez despierta más interés crítico, pero sí me
escritor. De hecho, han pasado desapercibidas interesa situarlo, sobre todo en el caso de Ne-
para la crítica literaria numerosas muestras de ruda, en una tradición propia, desde la que se-
escritura autobiográfica de escritores españo- guramente podremos estar más atentos ante
les e hispanoamericanos, generalmente sólo estos libros y tal vez se obtendrán valores li-
considerados como poetas o narradores, pese terarios insospechados, más allá del morbo
a que escribir unas memorias es una de las con que solemos llegar a ellos y con el que a
costumbres más comunes de artistas y escri- veces los presentan sus editores.
tores actuales, sobre todo cuando se acerca el Nos interesa recordar algunos datos ya co-
final de sus carreras. Éste no parece ser el ca- nocidos sobre la génesis y la escritura de Con-
so de Pablo Neruda, cuyas memorias Confie- fieso que he vivido y situar estas memorias de
so que he vivido ha sido uno de los libros más Neruda a grandes rasgos en esa tradición auto-
leídos de la literatura autobiográfica hispano- biográfica hispánica que existe en paralelo a la
americana del siglo XX; sin embargo, tampo- de los grandes géneros canónicos. Es uno de los
co Neruda es una excepción en cuanto a la libros de memorias más leídos y más queridos
consideración de sus memorias dentro de su por parte de los lectores y ha sido reeditado
obra, siempre tratadas como algo marginal a continuamente desde su primera edición ar-
sus grandes libros de poesía. Algo parecido gentina y española de 1974. Se sitúa así en una
ocurre con otros poetas cuyos escritos auto- posición privilegio en lo que podríamos llamar
biográficos apenas son conocidos por los es- la pequeña historia de la literatura autobiográ-
Pablo Neruda en la tradición pecialistas. En los casos de Rubén Darío y de fica en español del siglo pasado. Pese a su po-
autobiográfica
MATÍAS BARCHINO Nicolás Guillén, por ejemplo, y también en el pularidad, como se ha dicho, Confieso que he

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vivido apenas se ha tratado como una obra es- tructura básica eran las diez crónicas
crita por Pablo Neruda, dándole el sitio ade- autobiográficas que Neruda publicó
cuado en su trayectoria y marcando sus ele- de enero a junio del año 1962 en la
mentos estructurales y sus estrategias de revista brasileña O Cruzeiro Inter-
escritura; por el contrario, casi siempre se la ha nacional tituladas «Las vidas del
abordado como una brillante y emocionante poeta», de las que proceden incluso
adherencia a la vida del poeta, pero no a su los títulos de los primeros tres pri-
obra. Esta distancia es comprensible debido a meros capítulos de los doce que tiene.
los problemas que plantea desde su concepción En carta que recoge Volodia Teitel-
Ceremonia de entrega del premio Novel.
inicial y su redacción hasta su publicación pós- boim en su biografía del poeta, Neru-
tuma, incluidas las trágicas y difíciles circuns- da lo confirma: «Se trata de comple-
tancias en las que el libro tuvo que ser acabado tar el texto del Cruceiro hasta formar un libro 1
y publicado por su viuda Matilde Urrutia fue- importante»2. Para nuestro propósito es intere- Pablo Neruda, Obras completas
V. Nerudiana dispersa II 1922-
ra de Chile tras la muerte del poeta en 1973. In- sante la pretensión expresa de Neruda de hacer 1973 (ed. H. Loyola), Barcelo-
cluso si estas vicisitudes –que lo convierten en «un libro importante», e importante llegó a ser na, Galaxia Gutemberg, 2003,
un libro tan especial y emocionante, casi en un sin duda este libro para el autor y para Chile. pp. 395-789.

testamento vital y político de Neruda– no se Esto es así pero también hay algo más pues 2
hubieran producido así, Confieso que he vivi- no sólo se trataba de completar, también se Volodia Teitelboim, Neruda. La
do estaba destinado a situarse en la serie B de añaden textos muy significativos, algunos de biografía, Albacete, Merán,
2003, p. 470.
las preocupaciones críticas, destino obligado de ellos antológicos ya en la prosa de Neruda.
casi todas las autobiografías, libros siempre Son destacados, por ejemplo, los llamados por
sospechosos de ocultar –o de exhibir, según se Loyola «medallones», textos marcados tipo-
mire– grandes dosis de vanidad que, en el me- gráficamente en cursiva que se insertan repen-
jor de los casos, son utilizados para corroborar tinamente en las memorias con un propósito
uno u otro aspecto de la producción poética o artístico evidente, muchas veces cercano a la
de la biografía del autor, con una función casi prosa poética, resaltando lugares, personas o
siempre incierta y en todo caso vicaria y auxi- aspectos con un tono claramente reflexivo o
liar. En el caso de Neruda, además, se reprocha lírico. Podemos contar unos diez de estos
a su libro desde que se publicó, que no aporta- «medallones», aproximadamente uno por ca-
ba verdaderos datos novedosos sobre el poeta pítulo, aunque no sea del todo exacto ya que
y sobre su obra anterior, ni siquiera sobre su vi- el capítulo IV titulado «La soledad luminosa»,
da, ya que en un gran porcentaje el material que que trata sobre su estancia en Oriente, inclu-
podemos ver reunido en el libro ya se conocía ye dos de estos textos. Por otro lado en los ca-
y había sido publicado en forma de crónicas y pítulos VIII, IX y X no se encuentran este
otros textos dispersos, y sólo los capítulos fi- tipo de textos, aunque, por el contrario
nales en donde se recoge ya el golpe de estado contienen bastantes pasajes inéditos. Los títu-
de septiembre de 1973 y fragmentos sueltos los de los «medallones» y el capítulo en el que
–algunos de gran belleza en su prosa, pero de están son los siguientes: I. El bosque chileno;
poca novedad documental– justificarían el in- II. La palabra; III. Álvaro; IV. Los dioses re-
terés biográfico y literario. costados y El opio; V. Las máscaras y la gue-
Aunque no estaría mal someter a una edi- rra; VI. Un fragmento de Winnipeg; VII.
ción crítica a Confieso que vivido para aclarar Araucanía; XI. La poesía; y, el último, XII.
la novedad y la procedencia de cada uno de los Los comunistas. En los primeros capítulos
fragmentos y sus vinculaciones con el resto de tienden a situarse al final, a modo de reflexión
su obra, conocemos más o menos la constitu- actual sobre el tema en cuestión, excepto pre-
ción general del libro, en parte gracias a la úl- cisamente el primero, que es el más conocido,
tima edición y a las notas que la acompañan en el titulado «El bosque chileno» (el que co-
el último volumen de Obras completas del au- mienza: «...Bajo los volcanes, junto a los ven-
tor, publicadas por Galaxia Gutemberg en tisqueros, entre los grandes lagos, el fragante,
2003 al cuidado de Hernán Loyola1. A partir el silencioso, el enmarañado bosque chile-
de sus notas se puede confirmar la sensación no...») que justamente abre el libro tras la no-
efectiva de déjà vu, de ya oído o leído que un ta introductoria. Hernán Loyola los cree es-
lector conocedor de Neruda puede sentir ante critos especialmente para las memorias entre Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
muchos pasajes del libro. Sabíamos que la es- 1971 y 1973. Es probablemente en estos tex- MATÍAS BARCHINO

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tos tan singulares donde está concentrado lo mor: «Homero y yo nos divertimos bastante y
que podríamos llamar el germen del proyecto nos celebramos con entusiasmo»4. No sabemos
autobiográfico de Neruda en Confieso que he de qué se reían Neruda y Homero Arce. Malé-
vivido y es en ellos donde echamos de menos volamente podemos pensar que disfrutaban co-
la mano final del poeta, como es patente en su mo niños con todo ese proceso de selección y
casi desaparición hacia el final del libro, justa- de supresiones y huecos de la memoria, y tal
mente la parte que no pudo revisar antes de vez también por las ironías y sarcasmos que
morir. con plena conciencia Neruda iba dejando en
Hay otros fragmentos nuevos, sobre todo sus memorias. Éste ha sido uno de los puntos
en los últimos capítulos del libro, pero en su más criticados y comentados de Confieso que
mayoría el material procede de las crónicas he vivido, las desmemorias de Neruda en el
Neruda fotografiado por Georges
Sauré. brasileñas citadas y de otras crónicas, discur- libro, la ausencia de determinados hechos
sos y fragmentos en prosa ya publicados, des- importantes y, sobre todo, la mención de per-
tacando el más antiguo, el texto leído «al ali- sonas que fueron fundamentales en la vida del
3 món» por Neruda y Federico García Lorca en poeta y también la presencia de algunos nom-
Cfr. Matilde Urrutia, Mi vida
junto a Pablo Neruda, Barcelo-
Buenos Aires sobre Rubén Darío, que data de bres, digamos secundarios, que alcanzan la glo-
na, Seix-Barral, 1997, p. 9. 1933 y algunas crónicas de sus últimos viajes ria de aparecer en el libro del Premio Nobel5.
a Oriente, esta vez junto a Matilde, o el dis- También observamos alguna restitución tardía,
4
curso del Premio Nobel de 1972. como la que hace a Huidobro, aunque en
Op. cit.
Sabemos que Neruda comenzó su peculiar general es muy duro con sus críticos y enemi-
5 «redacción» en Francia junto a Homero Arce, gos literarios y políticos, como ocurre con los
Fernando Alegría señala: «En
con quien trabajaba diariamente en el verano escritores cubanos, tanto con los mencionados
sus Memorias Neruda se com-
place en olvidar. Tergiversa con de 1972. Éste viajó desde Chile a propósito como con los no citados.
gracia y elegancia. Deja caer para ayudarle en esta misión y, tras reunir el Como se ha señalado, otro de los puntos crí-
nombres en sus páginas como
material previo, se fue construyendo a modo ticos del libro es la presunta manipulación que
gruesos medallones de fama.[...]
¿Por qué borra de su recuerdo a de puzzle o collage. Neruda le fue dictando a Matilde Urrutia y Miguel Otero Silva pudieron
chilenos que, en muchos senti- Arce los pasajes de enlace, más o menos ex- efectuar sobre el libro al prepararlo para la im-
dos, le desbrozaron la ruta polí- tensos según los casos, y los citados textos prenta. Ambos manifiestan su respeto por el
tica y literaria? ¿Cómo es posible
que “confiese” no acordarse de inéditos. Matilde Urrutia también participó texto dictado por el poeta y no tenemos por qué
Diego Muñoz, de Luis Enrique como secretaria tomando al dictado del poe- sospechar sin pruebas de que ellos ejercieran tal
Delano, de Volodia Teitelboim» ta, según sus propias memorias y pudo com- manipulación y, mucho menos, de que hubieran
(Fernando Alegría, «Memoria
creadora y autobiografía en La- pletar en parte el trabajo, como parece ser el redactado los últimos pasajes, como se dijo in-
tinoamérica: Darío y Neruda», caso del último capítulo, dictado a Matilde ya teresadamente en algún momento tras la publi-
en A. Lara Pozuelo (ed.), La auto- con los militares en el poder en Chile y con el cación. Pero es una sospecha legítima ante cual-
biografía en lengua española en
el siglo XX, Lausana, Hispánica
poeta enfermo. Estos pasajes en varias ocasio- quier proyecto autobiográfico el hecho de que
Helvetica, 1991: 11-25. Cf. tam- nes se han tachado de apócrifos, lo que siem- no haya podido ser firmado finalmente por el
bién Fernando Alegría, «Confie- pre negó Matilde Urrutia con rotundidad3. El autor. La responsabilidad no sólo de la letra si-
so que he vivido: aciertos y fallos
de la memoria», Homenaje a
único fragmento previo de este capítulo es, y no de la estructura y organización de un texto
Luis Leal, Madrid, Ínsula, 1978. sólo en parte, el titulado «Poética y política», ha de ser obligatoriamente de su autor para
que está datado en 1969 y procede de una de cumplir lo que podíamos llamar, con Philippe
6
Véase, por ejemplo, la recopila-
las crónicas tituladas Reflexiones desde Isla Lejeune el «pacto autobiográfico»6. Cualquier
ción de escritos de Philippe Negra publicadas en la revista Ercilla por los mediación –aunque sea bienintencionada–
Lejeune, El pacto autobiográfico años 1968-70, el resto fue dictado y comple- supone una alteración sustancial del proyecto
y otros escritos, Madrid, Mega-
zul-Endymion, 1994.
tado a Matilde en los días posteriores al golpe autobiográfico, que siempre habría de ser per-
de estado, según ella misma señaló. sonal e intransferible y signado de puño y letra.
En contraste con el ánimo de las últimas pá- La muerte del poeta impidió que se llevara a ca-
ginas del libro, tan lejanas al proyecto inicial bo la firma de este contrato virtual con el lector
celebratorio del poeta –quien lo destinaba a ser y ese es uno de los problemas que siempre ten-
publicado en 1974 con ocasión de su septuagé- dremos ante este libro.
simo cumpleaños– gran parte del libro, aunque No creemos, sin embargo, que no se pue-
armado en momentos de dolor y enfermedad, da considerar Confieso que he vivido como un
es alegre y festivo al recordar el pasado. Insiste legítimo proyecto autobiográfico de Pablo
Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
en la misma carta a Volodia Teitelboim en que Neruda. De hecho, creemos que se ha de leer
MATÍAS BARCHINO el trabajo se hace con un ambiente de buen hu- justamente como tal, como un proyecto auto-

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biográfico, como una tentativa de construc- referente a la prosa autobiográfica es claramen-
ción artística de un sujeto, como un artefacto te posmoderna la actitud de realizar un collage,
–a la manera en que podemos leer sus últimos de respetar la fragmentación y la falta de uni-
libros de poesía también con altos contenidos dad de la vida, incluso la concepción plural de
autobiográficos, donde nadie echa en falta na- las «vidas del poeta» como llama a sus crónicas
da o a nadie– y, por tanto, hemos de darle me- autobiográficas. También podríamos conside-
nos importancia como documento biográfico, rar posmoderno ese sentimiento de alineación
aunque sólo sea para no dejarnos enredar en («Tal vez no viví en mí mismo: tal vez viví la vi-
las trampas que el poeta tiende al construir su da de los otros») y de intermitencia, de olvido,
propio yo. En este sentido nos parecen inte- de desdibujamiento que aparece en el texto de
resantes aquellas biografías que no se confor- introducción, tomado casi sin alteraciones de la
man con la imagen trazada por el poeta en sus «Dedicatoria final» de las crónicas de 1962. Pablo Neruda.
memorias, caso de la citada de Volodia Teitel- Aunque quizá éste no es el momento de exten-
boim, donde apenas se presta atención a Con- dernos sobre el concepto de posmodernidad,
fieso que he vivido como fuente válida para su que se usa generalmente de una forma abusiva 7
Op. cit.
biografía y se manifiestan las dudas sobre el en la crítica literaria y no creemos que se pue-
valor estrictamente documental del libro7. da reducir a problemas de mera ruptura estéti- 8
El estado en que encontramos el texto, so- ca pues entraña cambios epistemológicos toda- Hernán Loyola, «Neruda moder-
no/Neruda posmoderno», Amé-
bre todo los últimos capítulos, muestra que, vía no determinados con exactitud. Pero parece rica Sin Nombre, 1, Alicante,
más que incompleto, estaba sujeto aún a nue- que las consecuencias para la experiencia del dic. 1999. Artículo revisado en
vas revisiones por parte del autor y que sus sujeto son evidentes, como algunos teóricos Annali della Facoltá di Lingue e
Letterature Straniere, Sássari,
editores fueron básicamente respetuosos con han señalado, pues la posmodernidad plantea 2001.
los papeles que tuvieron en sus manos. Tan una nueva conciencia del sujeto que ha perdi-
respetuosos que una parte del material auto- do en buena parte el sentido de la historia co- 9
Véase el estudio de Perry Ander-
biográfico con el que contaban, y que no en- mo expectativa hacia el futuro y que desconfía
son, Los orígenes de la posmo-
tró en el proyecto inicial del poeta en ese li- de las utopías revolucionarias. Se puede hablar dernidad, Barcelona, Anagra-
bro, pasó a la compilación de textos dispersos de una falta de profundidad del sujeto «cuya vi- ma, 1999, en el que se revisan
algunos de los planteamientos te-
titulada Para nacer he nacido, que ambos pu- da se vuelve accidentada y espasmódica entre el
óricos sobre el tema.
blicaron en 1978, que fue presentado en los júbilo consumista y el abatimiento nihilista»9.
medios editoriales, esta vez sí de una forma En cuanto a las formas artísticas, la posmoder-
bastante arbitraria, como una continuación de nidad se caracteriza por la confusión de géne-
las memorias del poeta, cosa que nunca estu- ros y disciplinas tradicionales, y la abundancia
vo en la mente de Neruda. Esta compilación y generalización de las composiciones frag-
está basada en textos de carácter autobiográ- mentarias, pastiches y visiones transversales,
fico escritos por el poeta y parece hacerse eco que se propaga en todas las artes incluyendo las
de evidentes olvidos anteriores al parecer de formas literarias. No hemos de olvidar aquí
los editores pero, pese a su interés, no debe- que hemos partido de la consideración margi-
mos confundirlas con un proyecto autobio- nal de la autobiografía entre los géneros tradi-
gráfico legítimo. cionales y que es justamente en este tipo de es-
En la obra de Neruda, como ya ha señala- critos como poca tradición normativa donde de
do Loyola, Confieso que he vivido se inserta una forma más directa se pone en evidencia es-
con toda lógica entre la variedad de escritos au- te nuevo sujeto y donde se permiten con gene-
tobiográficos que aparecen a partir de 1956, en rosidad los experimentos formales.
lo que él ha llamado la fase posmoderna del au- Pese a los intentos de revisionismo ideoló-
tor o «el nuevo lenguaje autobiográfico» que gico que ha sufrido su figura y su memoria, no
incluyen las crónicas de 1962 de Cruceiro8. En es fácil considerar a Pablo Neruda uno de esos
esta fase incluye también libros de poesía como nuevos sujetos que han perdido el sentido de
Estravagario (1958) o Memorial de Isla Negra la utopía revolucionaria, pero sí es cierto que
(1964), entre otros, ya que es una actitud pre- algo cambió profundamente en él –y en casi
sente en casi toda su obra final. Hernán Loyo- todos los militantes comunistas de la época–,
la propone esta fase posmoderna a partir de la cuando se desvelan los crímenes del estalinis-
crisis personal y política de 1956, aunque mu- mo. También hay muchas actitudes persona-
chos elementos en su poesía posterior resultan les y políticas del mismo que sí responden a Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
chocantes y contradictorios. Sin embargo, en lo esta nueva visión de la realidad más matizada, MATÍAS BARCHINO

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menos absoluta respecto a la verdad y la idea los estudios, si no el más técnico, sí de los más
de la revolución. En Confieso que he vivido, apasionados sobre el mundo autobiográfico,
por ejemplo, son perceptibles diversas tensio- centrado en la confesión es el de María Zam-
nes en varios sentidos muy características de brano titulado precisamente La confesión: gé-
lo posmoderno. Lo son las evidentes señales nero literario. Analiza ahí los dos hitos de la
de fragmentación y el juego, en principio di- tradición autobiográfica señalados y traza al-
vertido, de componer, de hacer collages, con- gunas ideas sobre el género, explicitando, por
trasta con la evidente búsqueda de cierta uni- ejemplo la tendencia de toda autobiografía de
dad radical en el punto de vista. Hay, por convertir lo desigual, lo fragmentario de la vi-
ejemplo, algunos cambios de persona grama- da en un valor homogéneo, sujeto a una ex-
tical y de tiempos verbales, también chocan las plicación unitaria, que proporciona al propio
tendencias hacia la exhibición de memorias libro y el acto de escribir:
externas con el esfuerzo por capturar mo-
10 mentos de reflexión interna, de introspección Mas también se manifiesta en la Confesión el carác-
María Zambrano, La confesión: con claro carácter lírico; convive también en el ter fragmentario de toda vida, el que todo hombre se
género literario, Madrid, Mon-
dadori, 1988, p. 22.
texto cierta visión irónica y bromista del pa- sienta a sí mismo como trozo incompleto, esbozo na-
sado junto a proclamas de gran seriedad, muy da más; trozo de sí mismo, fragmento. Y al salir, bus-
11 claras cuando se trata de las convicciones po- ca abrir sus límites, transponerlos y encontrar más
Cfr. los distintos trabajos del vo-
lumen, La autobiografía y sus
líticas y del Partido, por ejemplo. Creo que allá de ellos, su unidad acabada. Espera como el que
problemas teóricos. Estudios e todas estas tensiones provienen directamente se queja, ser escuchado, espera que al expresar su
investigación documental. Mo- de la intención del poeta de no hacer unas me- tiempo se cierre su figura, adquirir por fin, la integri-
nográfico coord. por Ángel L.
Loureiro, Suplementos Anthro-
morias al uso ni someterse a lo que podríamos dad que le falta, su total figura10.
pos, 29, 1991. llamar la poética de la autobiografía al estilo
tradicional, que parte de la existencia de un Está claro que está pensando en Rousseau
sujeto central y dueño de un punto de vista in- pero podemos hacerlo extensivo a casi todas las
mutable. Creemos que Neruda permitió a confesiones modernas. Este movimiento hacia
conciencia que se pusieran de manifiesto esas la unidad del sujeto, típico de la autobiografía
incoherencias y tal vez quiso al comenzar sus moderna, va a dejar de darse en los escritores
memorias, escribir algo nuevo aunque no nos del siglo XX de una forma tan nítida o de forma
atrevemos a decir hasta qué punto lo logró. tan general. Muchos textos contemporáneos van
Llegamos aquí a su vinculación con lo que a presentar un índice que podemos llamar pos-
podemos llamar la tradición autobiográfica. moderno, lo que también se puede decir en
Neruda fue aficionado lector de memorias, se- cierto modo de las páginas autobiográficas de
gún algunos testimonios, aunque no dejó de- Neruda. Efectivamente, el chileno es conscien-
masiados datos al respecto. La tradición me- te de la variedad de la vida y al textualizarla en
morialística chilena tenía un carácter forma de collage está respetando el fragmenta-
fundamentalmente civil que parte de las me- rismo de la propia vida. Sabe que está ofrecien-
morias de políticos del siglo XIX, lo cual es do una lectura unitaria de algo complejo y
bastante común en toda Hispanoamérica. Ne- diverso, de ahí que hable en el prólogo de las
ruda elige, si es que fue él mismo quien lo hi- «vidas del poeta». Neruda también es cons-
zo, un título para sus memorias que juega di- ciente de que toda autobiografía es una mani-
rectamente con la tradición autobiográfica. pulación, un artefacto, un modelo para armar,
Confieso que he vivido remite textualmente a tan sincero o insincero como cualquier otro
las confesiones, el origen tradicional de casi género literario, incluyendo la poesía, y juega
todos los proyectos autobiográficos occiden- hábilmente con las múltiples ambigüedades y
tales desde San Agustín a Rousseau. Si las posibilidades del género. La moderna teoría en
Confesiones agustinianas se dirigen a la divi- torno a la autobiografía suele enfatizar justa-
nidad, Rousseau cambió el signo consciente- mente la condición de construcción y montaje
mente y dirigió las suyas hacia sus semejantes textual, retorizante, tropológico, de toda escri-
en un intento de explicarse a sí mismo como tura autobiográfica11.
hombre con la máxima sinceridad, al menos Cuadra muy bien con esta visión escépti-
en sus planteamientos iniciales. Mucho se ha ca, distante e irónica de Neruda y sus «vidas».
Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
escrito de la vinculación de la expresión auto- La producción autobiográfica dominante du-
MATÍAS BARCHINO biográfica con el hombre moderno. Uno de rante el siglo XX, aunque demasiadas veces ha

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repetido el movimiento estudiadamente inge- presentan además como aproximaciones, en-
nuo de Rousseau de desnudarse en público sayos, por decirlo a la manera nerudiana,
para decir toda la verdad, sabe que esto no es «tentativas de hombre». La autobiografía con-
sino un recurso, otro tópico ya de la literatu- temporánea, que podíamos llamar posmoder-
ra autobiográfica, aunque adquiera aquí un ca- na, frente a la ingenuidad de representar fiel-
rácter radical. Nos resulta innegable la con- mente la vida de una persona unitariamente,
ciencia de Neruda de no ser uno sólo, de sigue mayoritariamente este tipo ensayístico
haber vivido muchas vidas y de animar a leer que también está en los orígenes de esa tradi-
sus memorias como un momento actual que ción. La autobiografía de Neruda podría ha-
recoge muchos otros instantes del pasado. Ahí berse titulado fácilmente «ensayos autobio-
creo que radica la condición posmoderna de gráficos», si tenemos en cuenta que buena
Confieso, mucho más que en fragmentarismo parte de los materiales usados en ella tienen
formal. Pero si queremos saber de dónde pro- este carácter disperso y ensayístico.
Portada de Mi vida junto a Pablo
cede, en la tradición literaria esa percepción, Buscando antecedentes hay uno más di- Neruda de Matilde Urrutia.
acudimos de nuevo a María Zambrano, que en recto en la escritura de Confieso, mucho más
el libro citado termina analizando las confe- cercano y más ligado a Neruda, como es La
siones surrealistas y el mundo de la poesía co- arboleda perdida de su amigo y camarada Ra- 12
María Zambrano, op. cit.
mo una alternativa a la confesión tradicional y fael Alberti. Las dos primeras series de La ar-
reflexiona con afán polémico y con aire de- boleda que pudo leer Neruda son un ensayo
sencantado sobre el mundo contemporáneo autobiográfico elaborado a lo largo de tiempo,
de una forma que podemos interpretar como casi como un diario lírico evocativo, en el que
nostalgia de la unidad perdida: el propio Neruda aparece como protagonista.
Es evidente el carácter fragmentario y difuso
La pavorosa faz de la actualidad ¿no nos presenta sin que La arboleda perdida tiene, lo mismo que
duda esta figura de un mundo sin sujeto, donde ha de- su eficacia para dibujar la vida del poeta gadi-
saparecido el sujeto, donde el yo anda errante como un tano con todas sus vicisitudes a lo largo del
rey sin súbditos ni territorio, donde no existe por par- tiempo. Neruda conoce el libro de su amigo y
te alguna el alguien responsable, el alguien con identi- es atraído por las múltiples posibilidades que
dad y figura propia? Mundo anterior al ser, en el que permite una autobiografía poética, que no tie-
lo psíquico tiene la existencia demoníaca de la multi- ne que someterse férreamente a la tiranía de la
plicidad inapresable y diluida; mundo de donde han cronología y de los datos comprobables.
huido las formas, quedando sólo el fantasma inasible y Al escribir él mismo su propias memorias
rencoroso, el fantasma y el vacío. ¿No estará necesi- se sitúa en el medio del camino y marca a su
tando de una verdadera e implacable confesión?12 vez una tradición propia en la autobiografía
hispanoamericana del siglo XX. La forma en
Para la autora, deudora de la modernidad, que genera esta tradición es en cierta medida
es abominable la idea de un sujeto fragmenta- paradójica, pues muchos de los seguidores de
do y una época que carece de sentido del su- Neruda lo que hacen en realidad es enmendar
jeto, tiempos en que la confesión ha pasado lo escrito por el poeta en sus memorias, siem-
ahora al ámbito de la poesía y al psicoanálisis. pre consideradas como «incompletas» por to-
Como hombre, tal vez también Neruda com- dos los que se han visto negados por ellas. Los
partiría estas dudas sobre los nuevos tiempos, citados huecos van a permitir completarlas y
pero como poeta y también en su prosa Ne- reescribirlas de nuevo, rellenando los vacíos
ruda va a proponer una alternativa a la confe- con otras memorias que surgen a la sombra de
sión tradicional para plasmar el nuevo sujeto. las del poeta. Como el actor Adolfo Marsi-
Pero no es algo del todo nuevo, hay un ante- llach señalaba con gracia y con propósito de-
cedente histórico bien conocido por Neruda, liberadamente provocador al publicar sus me-
me refiero a Montaigne y sus Ensayos, quien morias poco antes de morir, todo libro de
también se ofrece, como Rousseau, a sí mismo memorias se comienza a leer por el índice
ante sus semejantes, pero a través de una co- onomástico, para ver quién está y quién no es-
lección de textos conscientemente fragmenta- tá, y se lee salteadamente buscando ávida-
rios, faltos de unidad que en su diversidad di- mente las menciones del texto. Esto también
bujan, como Borges soñaba de las rayas del se hizo con la autobiografía de Neruda y, en Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
tigre, los rasgos de una cara. Textos que se cierto modo, dio lugar a su vez a esa tradición MATÍAS BARCHINO

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13 propia de la que hablamos: ahí están las me- ensalzado, casi siempre por asuntos diferentes
Comienza Adoum con esta de-
claración de principios su libro:
morias citadas de Matilde Urrutia, Mi vida a la escritura y al valor del mismo. Sin embar-
«Si el nombre de Neruda en el tí- junto a Pablo Neruda; Adiós, poeta de Jorge go, creemos que en sus justos términos como
tulo de un libro no hiciera ven- Edwards; las de Homero Arce, Los libros y los escritura autobiográfica, es una de las mues-
der, cualquiera que fuera, la
viajes. Recuerdos de Pablo Neruda; las de Die- tras más importantes de la nueva autobiogra-
mercancía, bien habría podido
llamarse, con gratitud a Heirich go Muñoz, Memorias. Recuerdos de la bohe- fía hispanoamericana y española, y ha ejerci-
Böll y parodiando uno suyo, “Re- mia nerudiana; las memorias de Volodia Tei- do una importante presencia en obras
trato de Neruda con grupo”. Él
telboim; pasajes de Paula, el peculiar libro de posteriores escritas por otros, no obligatoria-
está aquí, su sombra entra y sa-
le de las páginas, por sí mismo o memorias de Isabel Allende; o las recientes mente vinculados con Neruda como los cita-
gracias a otros, referente de memorias del poeta ecuatoriano Jorge Enri- dos. Aunque habría que ver de qué manera
comportamiento y de escritura
que Adoum, tituladas De cerca y de memoria, exactamente se transforma en un modelo de
que en él y en aquella época ca-
si siempre fueron juntos. Él y el voluntariamente asociadas desde el principio autobiografía de escritor imitado por muchos,
grupo fueron testigos o actores con su vinculación a Neruda13. Cada uno de algunos datos nos dejan intuirlo. Por ejemplo,
de los hechos e ideas estéticas y estos textos necesitarían un estudio en pro- en las memorias escritas por el peruano Bry-
políticas que marcaron el mundo
y nuestra vida en los últimos se- fundidad ya que cada uno de ellos traza tam- ce Echenique, tituladas Permiso para vivir y
senta años. De ellos y de ello doy bién una vida del poeta, además de quien lo subtituladas Antimemorias, siguiendo a las de
testimonio» (Jorge Enrique Adoum, escribe. Todo esto, sin mencionar las numero- Malraux, para marcar ese distanciamiento res-
De cerca y de memoria. Lecturas,
autores, lugares, Quito, Archi- sas ocasiones en que Neruda se ha convertido pecto a la presentación unitaria de una vida
piélago, 2003, p. 7). Unas líne- en personaje de ficciones ajenas, desde un humana. Sobre ellas Bryce Echenique suele
as antes ha reivindicado el autor cuento de García Márquez, hasta los conoci- comentar, más bien en broma, que hubiera
su derecho a la memoria perso-
nal: «Hablo de mi experiencia y
dos de Isabel Allende o de Antonio Skármeta querido titularlas Confieso que he bebido, pa-
mi memoria –regida por la más y su Ardiente paciencia. ra que se ajustaran más a la realidad del autor.
libre asociación de ideas–, nin- En las memorias de Nicolás Guillén, por Al margen del chiste sobre Neruda, sus anti-
guna de las cuales requiere
aprobación ajena o plebiscito, y
ejemplo, tituladas Páginas vueltas y publicadas memorias reproducen con creces la ironía
digo mi opinión que necesita for- en 1982 podemos asistir a un caso de intere- posmoderna respecto a la constitución del su-
zosamente ser compartida». sante mimetismo con las de Neruda. El libro jeto aunque no se trate aquí exactamente de
Ibid.
fue compuesto por el poeta y por Nancy Mo- un collage, sino más bien de una fórmula di-
rejón, quien ejercía de secretaria del poeta, y re- gresiva. Sin duda una broma y una auto-paro-
cupera, como había hecho el chileno, fragmen- dia pero también de forma oblicua un home-
tos y crónicas publicadas con anterioridad, naje a Neruda. Tenemos así al chileno en el
incluso adopta la inclusión de «medallones», en centro de la nueva tradición autobiográfica
este caso enmarcados tipográficamente, para dominante hoy caracterizada también por su
añadir notas paralelas al texto. Uno de estos se condición irónica, fragmentaria, por su falta
titula precisamente «Neruda» y sirve al cuba- de seriedad respecto al sujeto sacrosanto de la
no para devolver el sarcasmo que el chileno le condición moderna, por la conciencia de la
dedica en sus memorias, cuando al hacer la ilusión de la escritura, por su carácter ensa-
cuenta de colaboradores de Caballo verde la yístico y de tentativa. Encontramos otros
revista de su época republicana española, le ejemplos de este tipo de proyecto autobiográ-
afrenta indirectamente hablando de «Guillén, fico en bastantes escritores hispanoamerica-
el bueno, el español», para no volver a citarle en nos, en algunos de los cuales están también
el libro, olvidando a propósito tantos años de inscritas de alguna forma las memorias de Ne-
camaradería revolucionaria y de relación per- ruda, aunque no se vinculen genéticamente
sonal. El poeta cubano le responderá hacién- con ellos: Vargas Llosa, Bryce, Donoso, Bioy
dose eco de uno de los chistes más habituales Casares, Monterroso, Fuentes, Jodorosky, Se-
sobre el título de las memorias de Neruda, púlveda, Allende, tal vez, las de García Már-
aquel que dice que se debían haber llamado quez, todas narraciones oblicuas de las vidas
«Confieso que he bebido». También Jorge Ed- posibles de un escritor. Aunque no fue el pri-
wards recordaba esta broma que circulaba en mero, Pablo Neruda inauguró sin pretender-
Santiago tras la publicación del libro, aunque lo una nueva tradición contemporánea, un
no creemos que el ambiente chileno en 1974 es- modelo de autografía de escritor que ha servi-
tuviera para hacer este tipo de bromas. do para incentivar este tipo de escritura en
Lo cierto es que Confieso que vivido se ha Hispanoamérica y ha tenido y tendrá fecunda
Pablo Neruda en la tradición
autobiográfica
tratado de desprestigiar, tanto como se le ha descendencia.
MATÍAS BARCHINO

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