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“LA AGRICULTURA MEXICANA ENTRE LA APERTURA COMERCIAL Y LA

CRISIS ALIMENTARIA, 2000-2017”


Por José Antonio Romero Sánchez

Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo analizar la evolución del sector
productivo del medio rural mexicano durante los recientes años del siglo XXI,
particularizando en la rama agrícola. Caracterizada por ser una rama punta
sustentada en la agroexportación, altamente excluyente, salvaje y fuertemente
vinculado al comercio mundial agropecuario, dominado por los Estados Unidos
de América.

Partimos de la definición histórica de que el sector rural mexicano se ha


transformado significativamente y transita por una nueva fase productiva,
resultado de la hegemonía del modelo neoliberal, comandada por la empresa
transnacional agroexportadora. [Por lo tanto, el trabajo se enmarca dentro de
las principales transformaciones que se presentaron en el sector agrícola
desde los años 80 (crisis económica e inicio de la apertura comercial),
transitando por los años 90 (modificaciones al artículo 27 constitucional y firma
del TLCAN y pérdida de la soberanía alimentaria) y los primeros años del
nuevo milenio.]

Teóricamente el presente trabajo se enmarca dentro de lo que el marxismo


define como el dominio de la industria sobre la agricultura, mismo que infiere
qué el desarrollo del sistema capitalista se basa en el predominio de la ciudad y
aquellos agentes que caracterizan su devenir, sometiendo al campo a su
lógica, a sus necesidades, y a cumplir con el rol que le dicte el capital y/o la
fase de desarrollo por la que el capital transite.

Con ello consideramos identificar objetivamente, quiénes son los agentes que
comandan las transformaciones esenciales del medio rural, cuáles son las
nuevas formas de subordinación que enfrentan sus productores rurales, [la
crisis económica y productiva del sector], la perdida de la autosuficiencia y
crisis alimentaria, la pauperización social de la población del campo, etc. [Se
busca caracterizar la etapa actual en términos de crisis o nueva fase
productiva, intentando con ello identificar el carácter transitorio o estructural de
los cambios ocurridos.]

El campo mexicano, se transformó significativamente en los últimos 30 años,


es decir, desde que la economía mexicana se abre al comercio mundial vía la
ideología neoliberal; modelo que desde los años setenta se fue imponiendo por
el mundo capitalista, resultado de la internacionalización del capital. Con la
llegada del neoliberalismo llega también una nueva relación de la industria con
la agricultura, modificándose el papel asignado a la agricultura de ser
abastecedor de alimentos, materias primas y fuerza de trabajo baratas, y ser
factor determinante de los salarios.

Es decir, a diferencia del modelo de sustitución de importaciones o fase


extensiva de desarrollo capitalista que se apoyó en el productor de granos
básicos, para determinar las formas de explotación, los salarios y las
ganancias; el neoliberalismo se sustenta en las agroindustrias y agroempresas
nacionales y/o trasnacionales que lo mismo elaboran semillas mejoradas o
genéticamente modificadas, insumos o agroquímicos y maquinaria y equipo
para el sector rural; a la vez que financian la producción de cultivos, que
cotizan en las bolsas más importantes, o concentran producciones del mercado
mundial agropecuario, sin importarles que productores rurales se desequilibren
productiva y socialmente, excluyéndolos o sometiéndolos de toda esfera
productiva (aún siendo productores de básicos) y de reproducción social.

En otras palabras, estudiar la agricultura para caracterizar su funcionamiento


actual es entender que la relación industria-agricultura está desarticulada,
puesto que la agricultura ha dejado de ser la base alimentaria del proceso de
industrialización o del desarrollo económico, dejó de ser el sector fuertemente
estatizado al dejar de ser el Estado un agente económico importante para el
medio rural: privatizando sus activos, eliminando políticas de precios, subsidios
y financiamiento, reduciendo y reorientando el gasto e inversión rurales, y
abrirle paso a la iniciativa privada nacional y, principalmente, internacional.

las modificaciones al Artículo 27 Constitucional y la nueva Ley Agraria. Reformas


todas que contrastaron con un panorama nacional que en 1982 iniciaba una de
las crisis económicas más severas y restringirse el crecimiento productivo, los
niveles de ingreso y empleo rurales de manera severa, fuertes rezagos en
fomento productivo y tecnológico, caída de la rentabilidad agropecuaria, etc.

Así, las preguntas que surgen para su respuesta son:

¿La actual relación industria-agricultura define la fase agroexportadora? ¿El


modelo neoliberal freno el desarrollo de la fase intensiva que el país transitaba
en los años setentas? ¿El surgimiento y lógica del actual modelo de
acumulación y sobre todo su funcionamiento en las actividades rurales, es
estructural? Encontrar respuestas conduce a la definición teórica y
metodológica adoptada en el trabajo. Se sostiene que los procesos y
fenómenos enunciados, permiten caracterizar objetivamente la estructura
resultante como: fase agroexportadora. Esta nueva fase de desarrollo es
promotora de nuevas formas de control del mercado, de la producción y
explotación del trabajo, que son objeto de estudio y análisis desde una
perspectiva histórico-estructural propio del marxismo.

No obstante estas características, el medio rural mexicano ha mostrado niveles


de producción importantes a partir de la iniciación del TLC, pero sin embargo,
la política seguida por los últimos gobiernos ha sido contraria a los intereses de
los productores nacionales: promueve las importaciones, permitir cotos más
altos de los pactados, permite la introducción de productos de mala calidad o a
precios dumping (la demanda de granos básicos y productos pecuarios, ha
crecido en nuestro país, paradójicamente los productores no tienen quién les
compre), etc.

1. El sistema económico mundial o el dominio excluyente de la


globalización y la agricultura mexicana.

Es importante distinguir las actividades y tendencias más recientes del papel de


la agricultura dentro del desarrollo capitalista mexicano. Así, para fines de la
década de los setenta y principios de la de los ochenta, sabemos, el modelo
neoliberal se establece mundialmente, caracterizándose por el proceso de
Internacionalización del capital, fase capitalista mejor conocida como
globalización. En este periodo observamos procesos importantes que marcan
la perdida de hegemonía económica de Estados Unidos de América,
contrastado con el crecimiento de Japón y Alemania; pasa a convertirse en
deudor neto desde 1985 de uno de sus principales rivales, el Japón, pero en lo
político-militar conserva su hegemonía mundial (Rubio, 2008).

El perder la hegemonía económica no impide perder su poder político y militar


que históricamente ha tenido en el mundo desde la posguerra, dicho poder le
permite mantener piezas económicas claves, en el tablero mundial,
garantizando su dominio y hegemonía. Tal es el caso de la producción de
petróleo, que al controlar sus precios los norteamericanos pudieron mantener
una etapa económica creciente durante la década de los noventa, situación
que le permite transitar por una fase expansiva, que a decir de Alejandro Dabat
(1994), es la más prolongada en estabilidad económica mundial después de la
guerra de Vietnam.

Con el mantenimiento de precios bajos de los combustibles fósiles (Gráfica 1)


los estadunidenses controlaron, también, los precios de las materias primas
agropecuarias e insumos (agroquímicos derivados del petróleo) convirtiéndose
en su arma estratégica más importante no sólo ante sus países rivales, sino de
dominio sobre las economías atrasadas al doblegarlas a su poder, además, por
la vía de la "desvalorización artificial de los precios de los bienes básicos"
(Rubio, 2008: 37), estrategia que provoca caídas en la producción de alimentos
básicos de nuestras economías y su consecuente autosuficiencia y soberanía
alimentaria.

En otras palabras, con el control de los precios de las materias primas


(principalmente petróleo y granos básicos) los Estados Unidos enfrenta a sus
rivales económicos (Japón, Alemania y Francia, principalmente) y controla a las
economías atrasadas, al imponer una política altamente subsidiaria hacia sus
productores contra los productores de economías dependientes.
GRÁFICA 1. Precio Internacional del Petróleo: 1970-2005

FUENTE:

Es así, como la tendencia mundial del sector agroalimentario, dominada por el


vecino del norte, no sólo le permitió mantener su poder ante potencias europeas y
asiáticas emergentes, sino someter a los países atrasados para principio del siglo
XXI. Tomando largo periodo de los años sesenta a la actualidad, vemos que los
precios de los alimentos (Gráfica 2) mantuvieron precios aceptables para la
reproducción del capital, la consolidación del capitalismo mundial, en general, y
de los EUA, en lo particular.

Por ejemplo, entre 1961-1970, inicio de la crisis del modelo de sustitución de


importaciones, si bien los precios nominales estaban por debajo de los reales,
esto no implicaba un freno a la lógica de la acumulación de capital mundial, ya
que el poder agroalimentario (en expansión hegemónica) que EUA ejercía
durante la posguerra, se combinaba con la forma productiva característica de la
era keynesiana, es decir, cada nación producía sus alimentos o bienes básicos
de manera interna y principalmente era producida por campesinos o productores
pequeños sometidos a la reproducción capitalista.

En otras palabras, los precios internacionales de los alimentos no ejercían


impacto directo en las economías productoras de básicos o dependientes que
basaban su desarrollo en una relación industria y agricultura, donde la segunda
tenía el cometido de producir alimentos y materias primas baratas, base de
transferencias de valor al resto de sus economías.

GRÁFICA 2. Índice de precios de alimentos FAO (FFPI), 1961-2018

En los años setenta se presenta la crisis global del capitalismo de posguerra,


caracterizada por la fase de desarrollo fordista-keynesiana de acumulación. Crisis
que en el ámbito agroalimentario se manifiesta por la subida de los precios del
petróleo, de insumos agrícolas (fertilizantes, herbicidas, etc.) derivados del crudo
y, consecuentemente, de los precios de los bienes básicos, entre 1972 y 1982, y
por tanto, de quebranto del orden agroalimentario mundial (ver Gráficas 1 y 2).

“Durante los años setenta ocurrió la crisis de la fase de posguerra en el ámbito


general, mientras en el ámbito agroalimentario sobrevino la primera crisis
alimentaria del periodo reciente, así como la reconfiguración del mercado
agroalimentario mundial ante el declive del dominio excluyente de Estados Unidos
en este terreno” (Rubio, 2014: 67).

La crisis, sabemos, marca el agotamiento de la forma de explotación del trabajo


fordista-taylorista, al romperse sus bases de control: salarios, materias primas
(petróleo y oro) y alimentos baratos; y con éstos la caída de la productividad del
trabajo, del dólar y su convertibilidad en oro (bajas reservas norteamericanas y
subida del precio del metal), desestructurando la organización económica, social
y política creada durante fase de posguerra y que daba sustento a la hegemonía
norteamericana. Al ser una crisis estructural implica, afectaciones profundas en
todos los órdenes, incide fuertemente en la caída de la tasa de ganancia al perder
a parte de sus agentes contrarrestantes, pero a la vez implica cambios y
búsqueda de nuevas formas de dominio y explotación.

Es decir, la fase fordista- keynesiana gestó en su interior procesos nuevos que


emergen conforme avanza su agonía, toda vez que el desarrollo de las fuerzas
productivas no para; así, por ejemplo, la caída de la productividad del trabajo de
los EUA, se dio porque en países europeos (Alemania) y asiáticos (Japón) creció
más que la norteamericana; surgen nuevas tecnologías y técnicas productivas,
que si bien no contrarrestaba la caída de la ganancia sí incrementaron la
producción en la fase siguiente; el rompimiento de los acuerdos de Bretton
Woods, que en su momento potenciaron la reconstrucción y auge de la fase
anterior vía creación de dinero y abundantes créditos y recursos financieros,
evidencian la sobreproducción capitalista y exige cambios profundos de corte
liberal, apoyados por el proceso de internacionalización del capital, que
paralelamente se dio en la década de los años setenta.

La reestructuración capitalista en lo general, representa sin duda un proceso


complejo en el que factores económicos, tecnológicos, políticos y culturales, se
entrelazan para formar parte de la respuesta que el capital formula frente a los
procesos de cambio y el nuevo ciclo de expansión de largo plazo. Resultado de
ello surge la nueva fase de desarrollo capitalista global caracterizada por ser las
grandes empresas trasnacionales sus agentes dinámicos y de punta; los
mercados impregnados de la ideología del liberalismo económico, la
conformación de bloques o zonas económicas y tratados o acuerdos de libre
comercio.

La nueva fase productiva del sector rural, obviamente, se somete a la lógica


capitalista global, tal que las empresas multinacionales se convierten en el eje
dinámico de la explotación del trabajo; donde el eje de acumulación vuelve a ser
la empresa transnacional (ET) con una diferencia sustantiva. En los años sesenta
y setentas la ET se orientaba al mercado interno, es decir, las empresas
producían alimentos y verduras enlatadas, aceites, frutas en conservas y bebidas
de frutas, este proceso, sin embargo, se vio truncado por la crisis de los setentas.
En los ochenta la ET está orientada (principalmente) hacia los mercados de
exportación, controlando cosechas, tierras, procesos productivos, y
financiamientos, ya que ahora operan en forma de grandes grupos corporativos.
Hoy hablamos de ET o grandes intermediarias, de empresas de distribución, de
empacadoras, de deshidratadoras y congeladoras, de procesadoras de alimentos
y de empresas financieras (Rubio, 1995), como las figuras más representativas.
Dichas características definen el nuevo escenario de una división internacional
del trabajo rural, al estar sometida o dominada por dichas empresas globales.
Originarias de los países desarrollados las ET dominantes del sector
agropecuario mundial todo lo determinan: producción, trabajo, comercialización,
precios y canales de distribución.

En las transformaciones que se fueron definieron en la estructura rural y el


mercado agroalimentario mundial en la fase de desarrollo actual, la participación
de los EUA y la entonces Comunidad Económica Europea, al ser los principales
exportadores de granos, fue fundamental. Con ello se dan las condiciones para el
surgimiento de un mercado agroalimentario, basado principalmente en productos
básicos. Más aún, con los alimentos básicos como cultivos claves, la formación
internacional de precios de dichos productos y mercados cerrados, el proceso
nos indica el surgimiento de un nuevo orden agrícola a nivel mundial.

d) la condición depredadora del medio físico (aplicación de tecnología y del


recurso hidráulico en paquete y definido para extensiones amplias -con sus
secuelas de erosión), implicando los "rendimientos decrecientes"
provocados por la revolución agrícola e industrial, que trajo consigo el
desperdicio del agua o los límites naturales para la captación del líquido, el
uso de agroquímicos y fertilizantes a la larga nocivos.
Pero también el tránsito al nuevo ciclo expansivo del capital ha traído procesos y
contradicciones que no definen necesariamente poderes absolutos de países
centrales; por lo que tampoco se hace evidente su fuerza centralizadora o
autoritaria; y generando a su vez condiciones de lucha de los sujetos sociales
activos en los procesos de cambio como ha pasado ya en algunas áreas
industriales de los países centrales y, en el medio rural, ciertas formas de
"apropiación de los procesos productivos" por parte de productores directos, dado
el desmembramiento de algunas de las viejas estructuras centralizadas del poder
político y económico.
La orientación exportadora está caracterizada porque el capital agroindustrial que
dominaba en los setentas es sustituido por el capital integral que impulsa una
estructura basada en los cultivos de exportación. Esta vía se basa en la nueva
tecnología, es decir, en la biotecnología y biogenética. La forma se da a través
del capital financiero y se abre la tendencia a la inserción de la agricultura
mexicana al mercado mundial (Chauvet y González, 2004).
Por lo tanto, la globalización característica del modelo neoliberal, en el sector
agropecuario también define una especialización: los países desarrollados
orientan su producción a los granos básicos y bienes no tradicionales, mientras
que los subdesarrollados orientan su producción en cultivos tradicionales o no
tradicionales de exportación.

2. Economía y agricultura mexicana en el marco de la economía


mundializada.
El desmantelamiento del modelo de desarrollo hacia adentro catapulto al Estado
centralista mexicano del periodo de posguerra en el aspecto económico, mientras
que su autoritarismo corporativo no lo fue del todo a pesar de observar fuerte
crisis. Los medios de control urbanos y rurales que le dieron fuerza en el periodo
anterior siguieron mostrando privilegios hacia sus intermediarios o interlocutores y
los sectores obreros y campesinos.

El campo mexicano fue uno de los principales centros de atención de los vientos
neoliberales, pues el medio rural estaba altamente dominado por el estatismo
nacional.

Durante los años ochenta el campo fue escenario de una constante discusión
sobre su viabilidad, su reestructuración económica y productiva, y donde al ejido,
fue a quien se le responsabilizó de los principales males de su estructura
(ineficiencia, pulverización de la tierra, organización, etc.) y de la producción
agraria (rentabilidad, productividad y deuda creciente) y ¿de la crisis? del campo.
En pocas palabras fue el momento en que la ideología neoliberal que gobernaba
al país rompe el acuerdo postrevolucionario del 17 y promueve nuevamente el
latifundio.

Con la hipótesis original sobre el problema agrario invertida se abre paso a la


privatización del ejido, con el argumento de transformar su entorno, hacerlo
productivo, viable en términos organizativos, etc. Modernización exigida por los
nuevos vientos globales y liberales. Así, se cumple la tesis de los sectores
privados y capitalistas del sector que sostenían que la falta de interés en ampliar
o invertir en el campo tenía que ver con la nula competitividad campesina y la
falta de garantías en la tenencia de la tierra.

El presidente Carlos Salinas de Gortari, se encarga de conducir el proceso


llamado de modernización del campo, con el propósito de hacerlo productivo,
competitivo y fuera del control del Estado (Romero y Villegas, 2001), es decir,
dejar la tutela corporativa estatal y enfrentar los nuevos retos de la competencia y
el libre mercado. Con la eliminación de todo subsidio y arancel que impidieran
que nuestros productos del campo llegaran al mercado exterior; privatizando la
empresa paraestatal del agro; con la firma de un tratado de libre comercio, con la
región norteamericana (Canadá y Estados Unidos de América); y sobre todo con
la reforma agraria de 1992-93, el campo mexicano se abre a la economía
mundial, comandada por la ideología neoliberal.

En el centro de la nueva política rural mexicana y sus objetivos de modernización


está la tierra ejidal y comunal, cuya esencia jurídica impedía el libre mercado de
tierras. Objetivo que era el nodal para enfrentar la nueva estructura mundial y el
nuevo orden agroalimentario mundial.

El devenir del sector rural nacional se transforma gradualmente a partir de la


crisis de alimentos que desde finales de los años sesentas se presenta en el país.
La agricultura mexicana se convierte en factor determinante de la crisis nacional
de los setentas. El papel de generador de alimentos baratos se incumple debido
a que los productores campesino-ejidales en quienes recaía la producción llegan
a su límite al ser explotados por el capital usurero y comercial, es decir una vía
indirecta de explotación, misma que determina el carácter extensivo de
producción. Forma de explotación que además de ser indirecta adquirió fuerza al
concentrar parte del valor producido en el campo y que debía beneficiar al
conjunto de la economía.

Por otro lado, el sector capitalista de la rama transita por la fase intensiva y se
convierte es el sector punta del desarrollo capitalista de la agricultura,
produciendo cultivos altamente tecnificados y fundamentalmente materias primas
de la industria alimentaria: ajonjolí, cártamo, girasol, sorgo, soya y principalmente
trigo; dicho sector nacional se amolda a la lógica del orden mundial, pues la
agroindustria trasnacional ya juega un rol importante, producto de la llamada
internacionalización del capital.

El modelo neoliberal se basa en la libre competencia y la apertura comercial por


lo que es causa de que el proceso de transición de la fase intensiva de la
agricultura se ve truncado al pasar la empresa trasnacional a ser el eje de la
nueva fase agroalimentaria.

3. La producción agrícola en México, periodo.

Esta parte está en elaboración, en la exposición se darán los puntos más


sobresalientes.

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