Perspectiva de género, Estudios de género, Sexismo y Feminismo
Para tomar en cuenta el estudio de los géneros es necesario remontarse al
origen de los efectos que acontecen a partir del siglo XX y en la década de los 70, inclusivo un poco más atrás; a partir de la Edad Media, en diferentes países y de forma aislada, las mujeres comenzaron a cuestionar su subordinación en un plano teórico. Esto nos lleva a preguntarnos si ¿la influencia de una sociedad matriarcal nos sigue influyendo en Latinoamérica y sobre todo en Venezuela? Con esta interrogante es necesario entonces basaros en la idea de una perspectiva de género, en referencia a los marcos teóricos adoptados para una investigación, capacitación o desarrollo de políticas o programas, implica: reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros, en general favorables a los varones como grupo social y discriminatorias para las mujeres; que dichas relaciones han sido constituidas social e históricamente y son constitutivas de las personas; que las mismas atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad, preferencia sexual y religión.
La perspectiva de género opta por una concepción epistemológica que se
aproxima a la realidad desde las miradas de los géneros y sus relaciones de poder. Sostiene que la cuestión de los géneros no es un tema a agregar como si se tratara de un capítulo más en la historia de la cultura, sino que las relaciones de desigualdad entre los géneros tienen sus efectos de producción y reproducción de la discriminación, adquiriendo expresiones concretas en todos los ámbitos de la cultura: el trabajo, la familia, la política, las organizaciones, el arte, las empresas, la salud, la ciencia, la sexualidad, la historia. La mirada de género no está supeditada a que la adopten las mujeres ni está dirigida exclusivamente a ellas. Tratándose de una cuestión de concepción del mundo y de la vida, lo único definitorio es la comprensión de la problemática que abarca y su compromiso vital.
Existe cierto consenso en que es necesario establecer distinciones entre
sexo y género. El sexo corresponde a un hecho biológico, producto de la diferenciación sexual de la especie humana, que implica un proceso complejo con distintos niveles, que no siempre coinciden entre sí, y que son denominados por la biología y la medicina como sexo cromosómico, gonadial, hormonal, anatómico y fisiológico. A la significación social que se hace de los mismos se la denomina género. Por lo tanto las diferencias anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres que derivan de este proceso, pueden y deben distinguirse de las atribuciones que la sociedad establece para cada uno de los sexos individualmente constituidos. Aunque existen divergencias en su conceptualización, en general la categoría de género es una definición de carácter histórico y social acerca de los roles, identidades y valores que son atribuidos a varones y mujeres e internalizados mediante los procesos de socialización. Entonces nos podemos preguntar ahora ¿Qué es genero? De una manera sencilla género no es más que los rasgos o características en las que tienen ciertas similitudes un grupo de individuos por los cuales se pueden organizar y estructurar de manera ordenada, ahora bien si lo llevamos a la definición desde el punto de vista de masculinidad o femineidad, se pudiera decir entonces que género, en un sentido amplio, se refiere a «los roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres» y que configuraría la ontología (teorías sobre el ser) y epistemología (teorías del conocimientos) de un individuo, así como la maquinaria intelectual con la que se perciben las cosas, atribuyendo significados cargados de género. Así, en síntesis, el género es una construcción social y no un término destinado a explicar la separación de roles natural e inherente a la condición biológica de los sujetos.
Conociendo ya la definición de género se puedo tomar en cuenta el estudio
de los mismo, pues el Estudios de Género es un campo multi y transdisciplinar, que se inician en los años ochenta en la mayoría de las instituciones de educación superior. Su objeto de estudio son las relaciones socioculturales entre mujeres y hombres (hombres y hombres/mujeres y mujeres) y parten de la premisa de que el concepto mujeres (u hombres) es una construcción social, y no un hecho natural. Construcción social atravesada por relaciones de poder y siempre acotada a un tiempo y lugar determinados (Scott, 1996a). Los sistemas de género, sin importar su periodo histórico, son sistemas binarios que oponen el hombre a la mujer, lo masculino a lo femenino, lo público a lo privado, y esto, por lo general, no en un plan de igualdad sino en un orden jerárquico. Lo interesante de estas oposiciones binarias es que nos permiten ver procesos sociales y culturales mucho más complejos, en los que las diferencias entre mujeres y hombres no son ni aparentes ni están claramente definidas. Género es una forma de referirse a los orígenes exclusivamente sociales de las identidades subjetivas de hombres y mujeres. Género es, según esta definición, una categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado. La identidad no está arraigada en lo biológico, siempre anda tras ella y que esa búsqueda sea hetero u homosexual sólo resulta posible en contextos políticos y personales. Para este autor y psicólogo, lo constante es que en todas las sociedades den como un hecho la diferencia sexual; preguntarse a partir de qué comparación entre hombres y mujeres establecen la diferencia y qué significados se le atribuyen, varía de un lugar a otro, de un grupo social o cultural a otro, de un momento histórico a otro.
Por su parte, Robert W. Connell (1995) incluyó el estudio de los hombres en
los Estudios de Genero. En su texto Masculinities considera que el género es como una forma de ordenamiento de la práctica social; lo define como una estructura internamente compleja, en que se superponen varias lógicas diferentes. Cualquier masculinidad, como una configuración de la práctica, se ubica simultáneamente en varias estructuras de relación que pueden estar siguiendo diferentes trayectorias históricas. Por consiguiente, la masculinidad, así como la femineidad, siempre está asociada con contradicciones internas y rupturas históricas. Connell desarrolla la idea de masculinidades múltiples y enfatiza las jerarquías y el cambio. Aunque existen muchas masculinidades conviviendo, siempre hay una que se plantea como la hegemónica y que margina a las otras en todo sistema de relaciones de género. La masculinidad hegemónica no es un tipo de personalidad fija, es más bien aquella que se encuentra en una posición superior; porque sin importar el momento, la cultura siempre preferirá alguna forma de masculinidad. Es decir, que el género es una acción (el género se hace al etiquetar algo como masculino o femenino), entiende la masculinidad y la feminidad como configuraciones de prácticas de género. En lugar de intentar definir la masculinidad como un objeto (un carácter de tipo natural, una conducta promedio, una norma), necesitamos centrarnos en los procesos y relaciones por medio de los cuales los hombres y mujeres llevan vidas imbuidas en el género, más allá que por el ellos del contexto social que se les pueda dar a los mismos, a las características de la personalidad o carácter como bien tendemos a llamarle los psicólogos.
Es por ello que a lo largo de la historia se toma en cuenta la influencia de
los generos, para Sigmund Freud su obra fue critica como sexista pues partía del hecho de que “la mujer era mutilada y debía aprender a aceptar el hecho de que no poseía un pene”, pues Freud interpretaba la palabra pene = a poder. Por su parte Lacan nos habla sobre la sexuación la cual organiza la feminidad y la masculinidad de acuerdo a las diferentes estructuras inconscientes. Tanto los sujetos masculinos como los femeninos participan en la organización «fálica», y el lado femenino de la sexuación es «suplementaria» y no al revés o complementaria. La sexuación, vale decir, que es el desarrollo de los roles de género y los juegos de roles en la infancia, descompone los conceptos de identidad de género como innatos o biológicamente determinados, siendo estos el resultado de la lógica significante en juego y la satisfacción asociada. Julia Kristeva ha desarrollado significativamente el campo de la semiótica. En su trabajo sobre la abyección, ella estructura la subjetividad sobre la abyección de la madre y sostiene que la forma en la que una individuo excluye —o desprecia— a su madre como medio para formar una identidad es similar a la manera en que las sociedades se construyen. Ella sostiene que las culturas patriarcales, al igual que los individuos, tienen que excluir lo maternal y lo femenino, para que puedan llegar a existir; y así un sin fín de autores que parten desde la teoría psicoanalista para ofrecernos sus diversas perspectivas acerca de cómo deberían tomarse en cuenta el género en el desarrollo psicológico y fisicosocial del ser humano.
Ahora bien, es de gran relevancia comprender que a nivel socio-cultural se
construyen estereotipos sobre el género masculino y el género femenino, cada sociedad define lo que los miembro de uno u otro género es, lo que debe hacer y cómo debe comportarse y es allí donde estos prejuicios llegan a suponer un carácter discriminatorio, degradante o limitante con ciertos individuos. La discriminación a un individuo debido a su género o sexo es conocida como sexismo, palabra que se formo durante el contexto feminista de la década de 1960, para referirse a las relaciones sociales establecidas sobre la creencia en la superioridad de uno de los sexos biológicos y la subordinación y discriminación del otro sexo. Acorde con esto (Brigham, 1986, pág. 319) define el sexismo como cualquier actitud, acción o estructura institucional que subordina a una persona a causa de su sexo. De esta forma se distinguen dentro de la discriminación de género diversos tipos de sexismo, siendo uno de los más comunes la Misoginia que De acuerdo con el sociólogo (Allan G. Johnson) es la actitud cultural de odio hacia las mujeres por el hecho de que son mujeres. Johnson dice que esta es la parte central de los prejuicios e ideologías sexistas y, como tal, es una de las bases para la opresión de las mujeres en las sociedades dominadas por hombres. La misoginia se manifiesta de diferentes maneras, desde bromas a pornografía, violencia y el sentimiento de odio hacia su propio cuerpo al que las mujeres son instruidas a sentir. Existe también la discriminación al género masculino conocida como Misandria la cual en 1909 es definida por la enciclopedia The century dictionary como el odio hacia los varones; mala opinión acerca de los hombres, considerados como injustos y opresivos hacia las mujeres. Más adelante en 2007 la International encyclopedia of men and masculinities definió la misandria, como el odio hacia los hombres sobre una base genotípica y hace referencia a que el concepto está ganando apoyo entre grupos de hombres que luchan contra lo que consideran leyes de divorcio que protegen injustamente a las mujeres y discriminan a los hombres. La discriminación de género ha dejado una huella dentro de las sociedades que por más evolucionadas que estas estén y sean colmadas por nueva información que contraria las creencias e ideologías de la superioridad de un genero sobre otro, aun se siguen viendo vestigios del sexismo en diferentes aspectos de la cultura como lo son el área laboral, la publicidad y mercadeo e incluso diversos estudios señalan que el sexismo se hace presente en el lenguaje, (García Meseguer, 1984) afirma que dado a que el lenguaje es un producto cultural heredado de las generaciones anteriores, y como todas ellas eran sexistas, no es de extrañar que el lenguaje refleje ese sexismo en diferentes fenómenos lingüísticos entre otros los de carácter léxico que incluyen el tratamiento de cortesía para mujer (señora/señorita) fundados en el tipo de relación que tiene con el varón, a diferencia del hombre al que se aplica el tratamiento de señor independientemente de su estado civil. En el fondo, ello no es sino el reflejo de una creencia cultural según la cual la personalidad le viene al varón por sí mismo y sus méritos, mientras que a la mujer le viene a través de su relación con el varón. Así mismo existen expresiones aparentemente duales, en menosprecio de la mujer (hombre público, mujer pública) como también proliferaciones de voces que connotan insulto para mujer, sin que existan voces correlativas para varón (mujerzuela, arpía, mala pécora, etc.). También aparecen en el texto de Anastasio Ovejero Bernal el fenómeno del lenguaje sexista que evidencia la ausencia de vocablos aplicables a la mujer para referirse a cualidades humanas que la cultura heredada reserva tan sólo a los varones (hombría, hombre de bien, geltilhombre, caballerosidad, etc.); Como también las asociaciones lingüísticas que relacionan a la mujer con características como debilidad, pasividad, curiosidad, infantilismo, etc. (sexo débil, las mujeres y los niños primero, afeminamiento, etc.); La ocupación de vocablos normales que podrían aplicarse a la mujer pero que ya tienen otro significado, peyorativo o de rango inferior (secretaria/secretario; modista/modisto, etc.) Y por ultimo nombres propios de mujer con desinencia en diminutivo, derivados de nombre de varón (Leopoldo/Leopoldina; Alberto/Albertina; Ernesto/Ernestina, etc.), lo que connota debilidad, dependencia, necesidad de protección e infantilismo. Como contraparte al lenguaje sexista hubo a finales del siglo XX un ascenso del uso de lenguaje neutro en términos de género en Occidente, lo que a menudo se atribuye al auge del feminismo. Entendiendo así que el lenguaje neutro en términos de género, como parte de la corrección política, es la elusión de nombres de profesión sexistas («asistente de vuelo» en lugar de «azafata»), uso no paralelo («cónyuges» en lugar de «marido y mujer») y otras expresiones que algunos consideran sexistas. Otro fenómeno en respuesta al sexismo dentro del lenguaje se conoce como la reapropiación, también conocida como proyectos de reclamación, es el proceso cultural mediante el que ciertos grupos reclaman o se reapropian de términos, símbolos y artefactos que se usaron anteriormente para discriminar. Por ejemplo, dentro del idioma inglés ciertos términos como bitch (‘perra’) y slut (‘marrana’), que históricamente han sido usados como calificativos sexistas peyorativos contra las mujeres, se han usado posteriormente para aludir a mujeres fuertes e independientes y a mujeres híper sexuales y sexualmente liberadas. Sin embargo la reapropiación no es únicamente adoptada por el género femenino, términos como girliemen (‘nenazas’) y tranny, que tradicionalmente se han usado peyorativamente contra los transexuales, se han usado luego para aludir a los distintos grados de transexualidad de «pre-operación» y «no- operación», tanto a los que se han sometido o van a someterse a cirugía de reasignación de sexo como a los que no. En un matiz similar al ámbito del lenguaje, el sexismo hace presencia en el área laboral extendiendo la discriminación en su mayoría por el género femenino al mundo ocupacional, reafirmando así la subordinación de las mujeres y el empoderamiento de los hombres, Para Jairo Baquero, Juan Carlos Guataquí y Lina Sarmiento en su obra "Marco Analítico de la Discriminación Laboral", los aspectos de dicha discriminación abarcan tanto , las desigualdades salariales, que no siempre pueden ser atribuidas a la existencia de niveles distintos de productividad y que implica, que las mujeres ganen un salario menor que los hombres, aún cuando estén igualmente calificadas; Como también a nivel jerárquico ocupacional donde algunos individuos de un genero especifico generalmente femenino, están limitados a empleos de baja categoría, por consiguiente, nunca o en casos esporádicos podrán alcanzar ciertos niveles jerárquicos en las empresas, aunque estén calificadas para ello.
Con el objetivo de reivindicar los derechos femeninos tan vulnerados por el
sexismo, surge un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos decidido a cuestionar la dominación y la violencia de los varones sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género. Este movimiento llamado feminismo, es descrito por Nancy Cott como la creencia en la importancia de la igualdad de género, invalidando la idea de jerarquía de género como concepto construido por la sociedad. Asi pues según estudios feministas europeos, distinguen dentro del desarrollo histórico del feminismo, varias fases, entendiendo como primera fase la del feminismo en la Ilustración; Si bien las polémicas sobre la mujer se remontan hasta la Edad Media, siendo de destacar la obra de Poullain de la Barre (1673), es en el siglo XVIII cuando la polémica sobre igualdad y diferencia entre los sexos se plantea con un discurso crítico, a través de la filosofía de la Ilustración, que era contemporánea y el detonante fue la publicación de la obra (Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft -1792). Por consiguiente la segunda ola fue el feminismo liberal sufragista, centrado en el derecho al sufragio y a la educación, después de las Guerras, con la llamada mística de la feminidad. Y continua a la anterior, la tercera ola comienza en los años setenta con lo que las feministas llamaron "el malestar que no tenía nombre", y el análisis del patriarcado, así como la situación de las mujeres en el resto del planeta donde no se reconocen los derechos humanos que se declararon universales e inalienables del ser humano y asi en esta tercera ola sigue el feminismo como un internacionalismo, en la segunda década del siglo XXI. Como consecuencia a esta lucha histórica por los derechos de la mujer, El feminismo ha traído importantes cambios en la sociedad, incluyendo el sufragio femenino, el empleo igualitario, el derecho de pedir el divorcio, el derecho de las mujeres de controlar sus propios cuerpos y decisiones médicas (como el controvertido tema de la Interrupción Voluntaria del Embarazo), y dentro del ámbito académico unas de las aportaciones más importantes del feminismo es el edificio teórico que han construido las diferentes autoras a lo largo de siglos; la teoría feminista, ha introducido en la sociedad y en el mundo académico, multitud de nuevos conceptos y áreas de estudio que, de no ser por la vitalidad del movimiento feminista, no habrían aparecido. Entre estos podemos destacar ejemplos como los estudios de género, la crítica literaria feminista, la teoría y crítica feminista de cine y la teoría legal feminista. Y es precisamente en el aspecto legal donde el feminismo ha tenido una importante influencia en la legislación de gran parte de países del mundo, afectando a amplias áreas del ordenamiento jurídico, con leyes contra la violencia de género o leyes de paridad electoral, por poner algunos ejemplos, cabe mencionar la Ley 581 de 2000 en Colombia que impone una cuota mínima del 30 % de mujeres; la Ley 7142 de 1990 de Costa Rica que impone un mínimo del 40 %; el Código Federal de Procedimientos Electorales de México que limita al 70 % la presencia de cualquiera de los sexos; la "ley de Igualdad" española que obliga a la paridad o la resolución del Consejo Electoral Venezolano de 2008, que obliga a que las postulaciones de los partidos tengan un 50 % de mujeres.
Sin embargo, a pesar de los logros obtenidos, el movimiento feminista
reivindica que todavía hay muchos cambios por hacer y que la mujer sigue estando en un estado de vulnerabilidad en contraste con el varón, por ejemplo, en ningún país del mundo se ha logrado igual salario por igual trabajo, el aborto espontáneo sigue siendo causa de muerte de muchas mujeres en el mundo y son precisamente el tema del aborto y el control anticonceptivo unos de los más controversiales en la sociedad actual, donde la postura feminista en su mayoría defiende el derecho al aborto sin penalización debido a que supone los derechos de la mujer a decidir y obrar sobre su propio cuerpo y argumentan que las mujeres que viven en los países donde se penaliza el aborto corren el riesgo de hacerse abortos clandestinos, lo que produce un incremento de la tasa mortalidad materna. Además otro de sus argumentos señala que en el caso de violación o incesto, obligar a una mujer a continuar con el embarazo por este acto violento es probable que provoque más daños psicológicos a la víctima.
Para concluir es importante recordar que vivimos en una sociedad sometida
a los cambios constantes y a la evolución y que dentro de esta destaca la adopción de valores de igualdad de género y la lucha contra la discriminación que progresivamente se irá erradicando siempre y cuando la población se nutra de conocimientos como los brindados por los estudios de género, y de la misma forma se tomen en cuenta los postulados de las ideologías que promueven el respeto de los derechos de los seres humanos como lo es el feminismo. Conceptos como el de género siempre supondrán gran variedad de interpretaciones sin embargo darle la interpretación correcta y verlo bajo la perspectiva adecuada, significaría un gran paso en el desarrollo de la cultura. Referencias bibliográficas
LAS RELACIONES HUMANAS Psicología social teórica y aplicada –