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La frase "descendió a los infiernos "(latín descendit ad inferna o ad inferos), expresa el hecho
cristológico que siguió a la muerte y sepultura de Jesús, encontrada en el Credo de los
Apóstoles y en el atanasiano, aunuqe falta en el niceno-constantinopolitano y en el antiguo
símbolo romano. Su primera declaración oficial, hasta donde se puede asignar la fecha, fue
formulada en 359 y 360 en los sínodos de Sirmio en Panonia, Nicea en Tracia y
Constantinopla, celebrados bajo la influencia homoiousiana. Unas décadas más tarde era,
según el testimonio de Rufino (Expositio symboli Aquileiensis, xviii), parte de la confesión de la
iglesia de Aquileya. Pero ya fue enseñado mucho antes por los más diversos escritores de la
Iglesia. La antigua afirmación de que fue recibido en la confesión para combatir la herejía
apolinarista ha sido refutada hace mucho. Es simplemente la cristalización de una antigua
tradición cristiana no atacada.
Doctrina protestante.
Los protestantes rechazaron, con el purgatorio, también el limbo y retuvieron sólo dos
condiciones tras la muerte; a partir de ahí se originó la tendencia a identificar el Hades con el
infierno, es decir, el lugar o condición de la condenación. La Iglesia luterana adoptó el
pensamiento de Lutero, contenido en su sermón de Torgau (1533), según el cual Cristo en
toda su personalidad, Dios y hombre, cuerpo y alma, real y verdaderamente descendió al
infierno de los condenados y venció al diablo. La Fórmula de Concordia siguió en la misma
línea. Cristo descendió al principio de la mañana de resurrección, justo antes de su aparición
como resucitado sobre la tierra. El intervalo entre la crucifixión y el descenso lo pasó en el
paraíso. El descenso de Cristo es considerado la primera etapa en su exaltación, ya que
entonces por vez primera hizo un uso ilimitado de su divina idiomata triunfando sobre el poder
de Satanás.
Los teólogos reformados estimaron el descenso al infierno como una expresión figurativa para
el insondable sufrimiento del alma humana de Cristo, que soportó en los últimos momentos de
su muerte vicaria (Calvino, "Institutos" libro II, capítulo xvi, 8-21). Fue parte de su humillación,
no, como en la idea luterana, la primera etapa de su estado exaltado. Además de esta idea,
se han sostenido otras sobre el significado de la cláusula. Fue sólo otra forma de decir que
Cristo fue sepultado (Beza, Drusius y otros) o denotó el estado de muerte, estimado
ignominioso para el príncipe de vida (Piscator, Arminio y otros).
Fue sólo en el período de la Ilustración que el texto de 1 Pedro 3:18 atrajo nueva atención en
el aspecto exegético. Se sostuvo que implicaba un sermón de buenas nuevas a personas que
habían muerto sin salvación. Los racionalistas lo estimaron como una noción judaica, mientras
que dogmáticos como de Wette, Marheineke y Hase descubrieron en el mismo un mito de una
permanente idea cristiana. Presuponiendo la realidad de un estado intermedio, un gran
número de teólogos han proclamado este sermón de salvación por parte de Cristo como
factor esencial por cuyo medio se realizó la universalidad del cristianismo. Pero en tiempos
posteriores el descenso al Hades se ha tratado con gran reserva, siendo a veces enteramente
pasado por alto.
Conclusión.
Al contemplar la doctrina del descenso, encontramos que desde la posición del Nuevo
Testamento, así como de la historia del dogma, hay dos distintivas características en el
trasfondo: la estancia de Cristo en el Hades y el triunfo sobre los poderes del infierno. La
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sentencia del Credo de los Apóstoles, descendit ad inferos, se relaciona primordialmente sólo
con la primera. Si se desea relacionar una cierta actividad con el descenso de Cristo, se
puede creer con la antigua iglesia que llevó vida y salvación a los creyentes en el Hades. Pero
en tanto el Hades, del que los patriarcas habían de ser liberados, estaba bajo el dominio de
Satanás, el príncipe de las tinieblas tenía que ser conquistado y esta idea estaba en el
trasfondo; ya que el interés en el destino de los patriarcas y hombres piadosos de tiempos
pre-cristianos gradualmente disminuyó, la expresión inferi se convirtió en el curso del tiempo
en representación popular y teológica del lugar de los condenados y de los espíritus malos.
Finalmente, hasta donde la suposición de un sermón de salvación a las personas fallecidas
en el estadio intermedio se basa sobre la muy cuestionable interpretación de un solo texto
bíblico y puede difícilmente armonizarse con otros pasajes (2 Corintios 5:10; Gálatas 6:8;
Romanos 2:6; etc.), es injustamente considerado indispensable para el mantenimiento del
principio de la justicia y el amor divino, pues la creencia de que Dios dará a todos los hombres
de alguna manera una oportunidad de tener plena salvación en Cristo es independiente de la
forma definida en la que algunos creen que es realizada.
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