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JUAN TORRES LÓPEZ

CATEDRÁTICO DE ECONOMíA APLICADA


DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Economía Política , EDICIONES PIRAMIDE

o Ediciones Pirámide

La Economía Política como


ciencia social
«Me recordó a los políticos y, sobre todo, a los economistas: al ponerle nombre a una determinada actividad, ésta
cobra una evidencia irreductible, una vida inmediata y fuera de duda.»
(ÁLVARO MUTIS, Empresas y tribulaciones de Magroll el Gaviero)

Como todos los conocimientos que se reputan científicos, la Economía Política debería tener un objeto y
un método de conocimiento bien determinados. Pero éste afecta a cuestiones esenciales y conflictivas de la
vida humana en sociedad y los economistas no siempre se ponen de acuerdo sobre la forma de abordarlas y
sobre el camino que debe seguirse para conocerlas.
Si se analiza con cierto detalle la naturaleza de las controversias económicas, seguramente se podría
comprobar que éstas empiezan a la hora de determinar qué debe estudiar la Economía Política y cómo ha de
hacerlo.
Las diferentes corrientes del pensamiento económico han surgido precisamente de la diversa sensibilidad
de los economistas liacia los problemas sociales que pueden analizarse desde la perspectiva de la ciencia
económica.
Unos han estado más preocupados por establecer modelos de comportamiento que permitiesen predecir,
otros han optado por explicar de manera más realista los fenómenos económicos, a costa de perder capacidad
de predicción. A veces, ha predominado una concepción de la Economía como conocimiento normativo
orientado a proporcionar claves que permitan resolver problemas relativos al «deber ser»; en otras ocasiones,
la Economía se sustancia en un conjunto de proposiciones positivas relativas tan sólo a aquello que pueda ser
percibido empíricamente y formalizado gracias a la matemática.
En fin, unos economistas se dedican a conocer y procurar que sean resueltos los problemas sociales que
consideran estigmas de sus sociedades, como la pobreza y la desigualdad de los individuos o las naciones, el
desempleo o los desequilibrios económicos de todo tipo. Otros, se preocupan solamente de descifrar la
coherencia interna de modelos que ellos mismos consideran irrealistas, entendiendo que esos problemas
mundanos son propios de los políticos (jO de los moralistas!), más que de los «científicos» sociales.
Todo ello hace que no sea fácil definir con la suficiente generalidad el propio objeto y el método de la
Economía Política. Pero, al menos, será posible presentar alguno de los problemas que comporta esta
disciplina como conocimiento científico.

1.1. ¿DE QUÉ SE OCUPA LA ECONOMíA POlÍTICA?


La actividad económica
Cualquier persona mínimamente instruida respondería acertadamente diciendo que la Economía tiene que ver
con un cierto tipo de actividades específicas que desarrollamos habitualmente en nuestra vida social: buscar
trabajo, comprar bienes o servicios, solicitar o conceder créditos, invertir en la Bolsa... Es decir, con un cam-

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po muy amplio de actividades orientadas a satisfacer nuestras necesidades materiales, a proporcionamos
nuestro sustento diario. O, como decía Alfred Marshall, con «los negocios ordinarios de la vida».
Incluso los que no saben de antemano nada de Economía esperan que ésta sea quien les proporcione
explicaciones sobre un tipo de cuestiones muy variado pero intuitivamente bien definido: por qué compramos
unos bienes y no otros, por qué los gobiernos gastan los recursos públicos en unas cosas y no en otras, qué
razones llevan a las empresas a producir cada tipo de mercancías, por qué unos empleos están mejor pagados
que otros, por qué suben los precios o, simplemente, por qué alguno de nuestros conocidos no encuentra
trabajo.
Efectivamente, la Economía tiene que ver con todo ese tipo de asuntos que conforman un tipo específico
de actividad social y a l~ que convencionalmente podríamos llamar actividad económica.
Podemos definir esta última como aquella encaminada a satisfacer las necesidades materiales
individuales o colectivas de los individuos, a procurar el uso de los recursos que son necesarios para ello y ~
conseguir el patrimonio o riqueza que, individual y colectivamente, es preciso acumular para vivir en
sociedad y obtener los bienes o servicios que nos resultan necesarios.
Generalmente, para lograr esos objetivos a través de la actividad económica, los seres humanos se
enfrentan a una dotación determinada de recursos que deben utilizar de forma que obtengan el mayor
rendimiento posible desde el punto de vista de las necesidades que se desean satisfacer. Yeso normalmente
implica que deben realizar una constante evaluación de los costes y de los beneficios que reportan los
diferentes usos posibles de esos recursos. Por eso, la actividad económica se distingue porque está casi
siempre vinculada a este tipo de cálculo o evaluación.

La Economia Politica como ciencia social


Los problemas económicos

Ahora bien, aunque la actividad económica se corresponde con un campo específico de la vida social es
posible percibir problemas económicos en muchas actividades sociales que nada tienen que ver con la
actividad económica. Es decir, que en sentido estricto no son actividades económicas, pero que se resuelven
como si lo fueran, en funció? de un mismo tipo de evaluación de costes y beneficios.
Si se analiza~ la actuación del legislador cuando opta por elevar las penas de los delitos en lugar de
aumentar los recursos para su prevención, el razonamiento que puede llevar a una pareja a tener un nuevo hijo
o el efecto que puede tener sobre el delincuente el que deba pagar un mayor «precio» si comete un delito, se
podrá concluir que son conductas o procesos que se resuelven de forma muy parecida a los que habitualmente
se consideran como económicos: eligiendo aquellas alternativas que comporten menos costes y mayores
beneficios.
Podríamos decir entonces que los problemas económicos son todas aquellas situaciones sociales que
deben resolverse con un cierto cálculo, más o menos complicado, de los costes y de los beneficios que
conlleva la decisión que se adopte.
Resulta entonces que la Economía no sólo tiene que ver con una amplia gama de actividades sociales -de
percepción más o menos intuitiva- a las que consideramos como actividades económicas, sino que también
tiene mucho que ver con aspectos singulares de actividades no económicas, cuando éstas comportan
decisiones realizadas tras el cálculo de costes y beneficios.
La Economía como ciencia y como práctica social
La Economía trata de acercarse a todas estas cuestiones de una forma específica: como conocimiento
científico. Eso quiere decir que procura proporcionar las categorías intelectuales que permiten su comprensión
rigurosa y la de las leyes que los gobiernan, que posee un método apropiado para conocerlas y resolverlas y
para predecir cómo se desenvolverán los seres humanos cuando llevan a cabo actividades económicas o
cuando se enfrentan a problemas d~ naturaleza económica.
Pero todos sabemos que conocer las cosas sociales por el simple hecho de conocerlas carece de sentido.
La pretensión última del conocimiento humano es actuar sobre el entorno para modificar sus condiciones de
vida. Y de ahí que la Economía se ocupe, además, de la transformació,n de las condiciones económicas en
que se lleva a cabo nuestra vida social. La Economía es, por lo tanto, un tipo de conocimiento y también una
práctica social.
Como veremos más adelante, los problemas económicos tienen mucho que ver -como también suele

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percibir intuitivamente el ciudadano- con otras cuestiones sociales: con los grupos de poder y con los
intereses sociales de todo tipo. De ahí que la Economía trate de abordar los problemas económicos
situándolos en su contexto social y político.
Para poner esto claramente de manifiesto se suele hablar, precisamente, de Economía Política y no
solamente de Economía.
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Economía Política
El triple objeto de la Economía Política
En conclusión, podríamos resumir el ámbito problemático de la Economía Política, las cuestiones de las
que se ocupa, en tres grandes planos o niveles:
- El de la actividad y los problemas económicos, entendidos como todas aquellas actividades que tienen
que ver con los recursos que el hombre en sociedad debe disponer para satisfacer sus necesidades o
que comportan decisiones de tipo económico, es decir, basadas en el cálculo de sus costes y
beneficios.
- El de las categorías intelectuales que permiten su comprensión científica. - El de las prácticas sociales,
encaminadas a organizar las relaciones sociales,
a mantener las situaciones dadas o a transformarlas.
La Economía como ciencia moral
Estas tres problemáticas vienen a ser diferentes expresiones de una misma cuestión que el ser humano se
plantea: ¿cómo hay que vivir? o ¿cómo se puede vivir mejor?
Responder a esta pregunta (que es, en definitiva, lo que realizan las ciencias sociales y entre ellas la
Economía), comporta también y necesariamente reflexiones éticas. Y la Economía Política no puede ser en
modo alguno ajena a ellas si quiere proporcionar una perspectiva de análisis que contribuya verdaderamente
al bienestar humano.
La ausencia de criterios éticos no sólo es una limitación importante para el pro
pio análisis económico, como afirma Amartya Sen, premio Nobel de Economía de 1999, sino que, por regla
general, oculta las auténticas razones que llevan a las formulaciones que se establecen sobre la forma de la
vida social. El distanciamiento que, en su opinión, existe hoy día entre economía y ética «ha empobrecido
sustancialmente» la naturaleza de la economía moderna 1 .
Eso quiere decir que para valorar el alcancy del conocimiento que proporciona la Economía Política se
debe precisar no sólo su propio objeto de estudio y el método que utiliza para conocerlo, sino también los
valores y los principios morales de los que parte este conocimiento y que, generalmente, son los que
condicionan finalmente su capacidad de incidir en el áplbito más general de las relaciones y las prácticas
sociales.
1.2. EL OBJETO TEÓRICO DE LA ECONOMíA POlÍTICA
La actividad económica es una expresión singular de la vida humana y, aunque sus manifestaciones no
sean siempre perfectamente perceptibles, constituye un as
I Sen, A.: Sobre ética y economía, Alianza Editorial, Madrid, 1989, p. 25.
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La Economía Política como ciencia social


pecto diferenciado de la realidad social. Como todas las actividades sociales, la economía es una realidad
dinámica y cambiante y está sometida a ciertas uniformidades y regularidades, a ciertas leyes de
comportamiento.
El objeto de la Economía Política es el conocimiento de los comportamientos sociales dedicados a
satisfacer las necesidades materiales de los individuos. Eso requiere estudiar cuáles son las actividades y las
relaciones que es preciso llevar a cabo para ello y las regularidades o leyes que las gobiernan.
Las relaciones económicas básicas
La actividad económica de los seres humanos se realiza configurando una red de relaciones entre los

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individuos y entre éstos y la naturaleza.
Para satisfacer las necesidades humanas es necesaria la producción de todo aquello que las satisface y que
no suele estar a nuestra libre disposición en la naturaleza. Y para producir el ser humano aplica un esfuerzo
consciente (trabajo) que le permite obtener lo que necesita.
El ser humano transforma a la naturaleza por la producción y de esa forma se transforma él mismo al
procurarse satisfacción.
Ahora bien, la relación del individuo con la naturaleza es una relación social. Lejos de actuar como un
sujeto aislado, transforma la naturaleza como ser colectivo. No sólo necesita una técnica para la producción,
sino que precisa además de una organización social de la misma. De manera que no es posible comprender la
actividad económica si no es considerando el carácter de las relaciones que se dan entre los propios
individuos; como tampoco la podríamos comprender si no se conociera su relación con las cosas que utiliza
para satisfacer sus necesidades.
Estas relaciones económicas, que constituyen el objeto inmediato de la Econo
mía Política, se expresan en diferentes aspectos que se dan siempre, en cualquier tipo de sociedad y en
cualquier momento histórico, aunque cada uno de éstos se distingue, precisamente, por la forma concreta ~n
que se expresan estas diferentes relaciones.
- Relaciones de propiedad. Expresan quiénes son o quiénes no son los propietarios de los recursos, la forma y
el alcance del régimen de propiedad predominante. Configuran 'lo que suele llamarse el sistema de
derechos de apropiación o derechos de actuación. Éste es el conjunto de normas que define lo que puede
o lo que no puede hacerse con los recursos. Y, por lo tanto, refleja las diferentes condiciones de acceso y
disfrute que tienen los seres humanos respecto a todo aquello que permite satisfacer sus necesidades.
Cada sociedad y cada momento histórico definen estos derechos de una forma determinada y de ahí
que podamos encontrarnos de hecho con diferentes sistemas de acceso a todo lo que es preciso para
organizar la satisfacción de las necesidades humanas. Así, puede predominar la propiedad comunal, la
propiedad privada sin límites, con determinadas limitaciones, o
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Economía Política
una combinación de regímenes de propiedad diferentes en cada tipo de recursos.
- Relaciones de producción. Reflejan de qué manera se usan los recursos para producir lo que satisface
nuestra necesidad. Expresan una relación de tipo técnico entre los productos y los medios utilizados
para la producción. Así, una época económica puede distinguirse por el predominio de la industria, de
la producción artesanal, de la producción inmaterial, etc.
- Relaciones de distribución o reparto. Expresan la relación entre los diferentes sujetos económicos y el
montante del producto final que va a satisfacer las necesidades, es decir, en qué medida participa cada
uno en el reparto de lo producido.
- Relaciones d;e consumo. Reflejan los vínculos entre los sujetos y los productos. En el capitalismo más
primitivo, por ejemplo, los trabajadores no consumían sino lo estrictamente necesario para la
supervivencia. En nuestra época, por el contrario, predomina un patrón de consumo de masas gracias
al cual se garantiza la venta de la producción masiva de bienes y servicios.
Se comprueba, por tanto, que existen dos grandes tipos de relaciones económicas. Por un lado, relaciones
de transformación material, que expresan relaciones entre el hombre y la naturaleza (las de producción y
consumo). Por otro, relaciones de organización social (las de propiedad y reparto) que tienen que ver con la
forma en que cada sociedad establece las condiciones de acceso a los medios que hacen posible la satisfacción
inmediata o mediata de las necesidades sociales.
De ahí que la Economía Política deba ocuparse no sólo de conocer todo lo relativo a la actividad
económica en sus expresiones técnicas o materiales, sino también del contexto social y político que define lo
que pueden y lo que no pueden hacer los individuos para satisfacer sus necesidades.
Las leyes económicas
La Economía Política trata de ser la representación en el pensamiento y mediante el pensamiento de las
leyes y regularidades que gobiernan las relaciones a las que acabamos de hacer referencia. Procura detectar
las uniformidades de carácter general que se dan en el desarrollo de la actividad económica, así como las

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relaciones de sucesión o similitud que se prodúzcan regularmente. Gracias a ello es posible establecer
conjeturas y predicciones sobre el desenvolvimiento futuro de las condiciones económicas y actuar sobre ellas
para procurar transformarlas en el sentido socialmente deseado.
Habitualmente, se suelen distinguir diferentes tipos de leyes económicas. Las leyes lógicas se derivan del
análisis cualitativo o abstracto y se deducen a partir de postulados establecidos sobre experiencias más o
menos indiscutibles. Las leyes estadísticas, por el contrario, se deducen del análisis cuantitativo y reflejan
regularidades constatables y que se pueden verificar, aunque no tengan, como las anteriores, una exigencia
lógica.
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La Economía Política como ciencia social
Para algunas corrientes del pensamiento económico estas leyes económicas son siempre las mismas,
comunes a cualquier forma de actividad económica y condicionantes de cualquier acción de los sujetos
económicos. Así, puede pensarse que la ley económica fundamental es la que regula la asignación de recursos
escasos a las necesidades limitadas de los seres humanos, sea cual sea el contexto social e institucional en el
que se lleva a cabo.
Para otras corrientes, las leyes económicas son singulares para cada sociedad y vienen impuestas por la
naturaleza de la estructura en que se insertan las actividades económicas, sin que haya, por lo tanto, leyes
generales de aplicación universal.
Leon Walras, por ejemplo, entendió que las relaciones de propiedad derivan exclusivamente de la moral y
desarrolló una concepción universalista y atemporal de las leyes económicas. Por el contrario, los
economistas marxistas afirmarían que las relaciones de propiedad derivan de los intereses de las clases
sociales dominantes. En el primer caso, por lo tanto, las leyes que gobiernan la organización y la propiedad de
los recursos seóan comunes en cualquier momento histórico. En el segundo, habría que conocer su naturaleza
concreta en cada fase histórica particular.
1.3. EL MÉTODO CIENTrFICO EN ECONOMrA POLrTICA
El tipo de conocimiento que proporciona la Economía Política pretende conseguir tres grandes objetivos:
disponer de categoóas intelectuales rigurosas que expliquen el desarrollo de los problemas económicos,
predecir su evolución futura cuando se dé una serie de circunstancias conocidas y definir los escenarios
posibles en donde pueden aplicarse medidas discrecionales para actuar sobre los hechos económicos.
A diferencia del conocimiento vulgar, a la Economía no le es suficiente con conocer o describir
fenómenos aislados, sino que es preciso que descubra sus regularidades y las leyes de comportamiento que les
afectan para poder obtener conclusiones que faciliten la generalización y permitan la acción social sobre ellos.
Para lograrlo, como en las demás ciencias sociales, debe utilizar un conjunto sistemático de reglas de
conocimiento que denominamos método científico. Éste no es otra cosa que el conjunto d~ pasos seguido por
la razón en el estudio de un determinado objeto con el fin de formular una ley general.
Teorías y modelos económicos
El desarrollo metódico del pensamiento permite la percepción de las leyes que gobiernan el orden interno
de los fenómenos económicos. En la medida en que esas leyes son comprendidas y ordenadas
sistemáticamente se pueden construir teorías, que vienen a ser una especie de sistema lógico que ilustra
simplificadamente todos y cada uno de los aspectos del fenómeno y que permiten predecir su comportamiento
en situaciones diferentes.
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Economia Politica
Para poder formular leyes y construir teorías la Economía Política se sirve habitualmente de modelos.
La mayoría de las veces, la realidad que deseamos estudiar es tan compleja y presenta tantas aristas al
observador económico que sería completamente inútil tratar de abordarla de manera global. El modelo es una
representación idealizada de una parte o de algunas de las relaciones que conforman la realidad y gracias a él
pueden deducirse reglas o leyes de comportamiento que, de otra forma, no habrían sido evidenciadas.
Para construirlo es necesaria en primer lugar una observación detallada de los hechos que permitirá

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establecer ciertas hipótesis sobre su comportamiento. Si queremos estudiar el consumo, por ejemplo,
habremos de observar previamente un gran número de comportamientos de ciudadanos con diferentes rentas a
la hora de adquirir bienes y servicios, para lo cual habríamos de acudir a la estadística, a las encuestas o quizá
a los datos históricos.
El conjunto de nuestras observaciones nos permitiría deducir ciertos supuestos o hipótesis. Si hubiésemos
observado, por ejemplo, datos relativos al gasto público del Estado y a los niveles de precios quizá
hubiésemos podido deducir que «aumentos del gasto público provocan inflación (subida de precios)>>. O, en
el ejemplo anterior, que a medida que aumenta la renta se dedica una menor proporción de ella al consumo.
Posteriormente, estas conclusiones deben ser sometidas a una rigurosa verificación que permita
contrastarlas con la realidad y determinar su capacidad explicativa real. Como es natural, de su grado de
concordancia con la realidad dependerá su capacidad predictiva.
Cuando se consigue generar conocimiento científico de la forma señalada no sólo se da lugar a un cuadro
de conceptos abstractos o de imágenes simplificadas de la realidad. En virtud del contraste permanente que
debe haber soportado respecto a esta última, el científico dispone de un conjunto de verdades, más o menos
elementales en función del alcance de las propias teorías, que son las que permiten la acción social
transformadora sobre el objeto estudiado.
En las ciencias sociales, donde las relaciones de distinto tipo entre los hombres constituyen su objeto de
conocimiento, la correcta aplicación del método científico resulta ser la condición precisa para la
transformación de las condiciones de existencia de la vida humana.
El científico se constituye así en un auténtico sujeto social del conocimiento y eso quiere decir que no es
ajeno al compromiso de acción social que es inherente a cualquier conocimiento humano.
1.3.1. La difícil aplicación del método científico
La aplicación del método científico en Economía Política comporta dificultades comunes al resto de las
ciencias sociales y otras derivadas de la peculiar naturaleza de su objeto teórico. Estas dificultades afectan a la
observación de los hechos, al establecimiento y verificación de las hipótesis y al alcance de las teorías
económicas.
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La Economía Politica como ciencia social


Juicios de valor y prejuicios
Por un lado, ha de tenerse en cuenta que en ciencias sociales los científicos son también protagonistas de
las relaciones que estudian, forman parte de los hechos sociales y tienen intereses, prejuicios y valores que
afectan a la perspectiva desde la que contemplan el objeto de sus análisis.
La propia selección del campo de estudio o del método es más trascendente en las ciencias sociales y de
ahí se derivan imperfecciones del conocimiento que no siempre son explicitadas o superadas.
La trascendencia del conocimiento científico para el mantenimiento o la transformación de las relaciones
sociales puede amplificar estas imperfecciones. Muchas veces, el poder establecido financia preferentemente
un determinado tipo de investigación o delimita más o menos veladamente los grandes temas y enfoques en
tomo a los que se desarrolla la investigación «en boga». Eso puede dar lugar a que los problemas investigados
por los economistas no sean sino los que convienen a los grandes intereses políticos o económicos, en
perjuicio de aquellos cuyo planteamiento podóa permitir alcanzar una organización más justa e igualitaria de
la vida económica.
Es por eso que si todo científico debe renunciar a los dogmas establecidos, el economista debe renunciar
además, como ha dicho J. K. Galbraith, al «gran poder de los intereses económicos»2.
Para el economista, y para la Economía Política, esta limitación metodológica comporta un compromiso
especialmente significativo. La propia definición de sus preocupaciones científicas lleva implícita la
posibilidad de resolver, en la práctica social, unos problemas u otros. Desgraciadamente, y con más frecuencia
de la que seóa natural y deseable, los programas científicos de la Economía Política parecen más bien
destinados a salvaguardar los intereses sociales más poderosos y a servir
de sustento teórico a estados de cosas que tienen demasiado que ver con la injusticia y la desigualdad que
padece una gran parte de la Humanidad.
Dificultades de observación y verificación
Por otro lado, la Economía Política no es una disciplina experimental, lo que impide que los hechos

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económicos puedan ser reproducidos para su observación. Debe acudir a la inducción y la deducción para
detectar, en las experiencias concretas que proporciona la realidad, las regularidades y uniformidades que
afectan a su comportamiento y no siempre con garantías de percibir los fenómenos que estudia con absoluta
nitidez.
Ello obliga a que el economista deba proceder con demasiada frecuencia a ra
2 Galbraith, J. K.: Historia de la economía. Ariel, Barcelona, 1989, p. 312.
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Economia Politica
zonar en términos de «como si», es decir, analizando los diferentes elementos de un fenómeno «como si» se
comportasen de una manera predefinida por nosotros. Cuando se estudia, por ejemplo, la demanda de un bien
realizada por un consumidor en particular es fácil observar que son muy variados los factores de los que
depende (el precio del bien, el de otros bienes relacionados, la renta del consumidor, etc.), pero como es
imposible considerar todos al mismo tiempo se suele simplificar diciendo que depende del precio del bien
ceteris paribus, esto es, manteniendo constantes los demás factores: razonamos como si la demanda sólo
dependiera del precio.
La utilización de modelos comporta un doble problema. Por una parte, y por definición, el modelo no
puede corresponderse exactamente con la realidad; es, necesariamente, una simplificación de la misma (de
nada serviría utilizar un mapa de escala 1: 1). Pero, por otra, cuando nos alejamos de la realidad, percibimos
menos nítidamente sus rasgos.
Siguiendo a Barceló se pueden distinguir tres grandes posiciones ante estos problemas. El formalismo
sostiene que la validación del conocimiento depende exclusivamente de su coherencia formal. El
pragmatismo establece que una idea será verdadera (o válida) si conduce a un comportamiento eficaz o a una
predicción correcta. El realismo postula que el conocimiento es verdadero si modeliza cosas, relaciones y
hechos reales. Naturalmente, los resultados del conocimiento serán distintos según cual sea el punto de vista
que se adopte al respecto por el científico.
El propio proceso de verificación de las hipótesis es difícil. A veces, se producen errores de lógica por
parte del científico. Eso ocurre, por ejemplo, cuando éste cae en lo que Paul Samuelson ha llamado la falacia
de la composición que se produce al confundirse el todo con la parte. Y también cuando no se detecta
correctamente la lógica causal de los fenómenos: muchas veces se observa que algo sucede después de otra
cosa y se deduce erróneamente que es su consecuencia. En otras ocasiones, la verificación de una teoría
económica puede dar lugar a interpretaciones completamente distintas dependiendo de qué aspecto singular se
desea verificar o, incluso, de la perspectiva personal que adopta el científico frente al fenómeno
que estudia. .
Todas estas dificultades metodológicas explican las discrepancias habituales entre las teorías económicas,
que normalmente se originan por tres tipos de causas: por desacuerdo sobre los objetivos del conocimiento, lo
que llevará a que diferentes científicos analicen distintos fenómenos; 'por desacuerdo sobre los hechos que se
estudian en cualesquiera de sus aspectos; o por errores o falta de lógica o coherencia en el razonamiento de
cada uno de ellos.
Cabe pensar que estas discrepancias deberían poder superarse sólo en la medida en que los científicos de
la economía asumieran una perspectiva metodológica rigurosa, pero lo que predomina en el análisis
económico más reciente es una cierta despreocupación hacia los problemas del método, la tendencia a
elaborar teorías con un alcance explicativo más reducido y una selección de los objetos problemáticos con
mucha mayor concreción y especialización. Eso indica que el pensamiento económico actual no avanza muy
atado al rigor científico procurando solventar las di s
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crepancias, sino que más bien discurre procurando la confirmación de los postulados de los que
parte cada escuela o corriente.
1.4. LAS GRANDES RAMAS DEL PENSAMIENTO

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ECONÓMICO
Un breve repaso a los contenidos más importantes de las principales corrientes del pensamiento
económico permite comprobar hasta qué punto es diverso el enfoque de los problemas económicos, el objeto
y el resultado de los análisis teóricos a lo largo de la historia, así como abundantes las cuestiones relativas al
bienestar humano pendientes de resolver con criterios aceptables generalizada y rigurosamente.
Etimológicamente, la palabra economía hace referencia al arte de administrar la casa (oikos: casa; nomos:
administrador). En la antigua Grecia, su objeto era el estudio de los problemas de la vida cotidiana, como la
división del trabajo, la producción, el cambio, la moneda, los precios o el interés, y todo ello orientado prin-
cipalmente a la formulación de preceptos morales y reglas prácticas de conducta.
En la segunda mitad del siglo XVII, justo cuando comenzaban a aparecer los primeros rasgos e
instituciones de lo que después sería la economía capitalista (circulación monetaria, comercio generalizado,
búsqueda del beneficio mercantil, individualismo...), se consolida un cambio de enfoque respecto a aquellas
primeras ideas sobre la economía que consistirá, básicamente, en la sustitución de las antiguas reglas morales
por la creencia en las virtudes del mercado capitalista. Como dice Naredo, «la antigua moral que entorpecía el
deseo de hacer ganancias ilimitadas dio paso a la nueva ciencia que las justificaba como el camino idóneo de
acceder al bien común»3.
En 1615 Montchrétien utilizó por primera vez la expresión de Economía Política queriendo expresar con
ella que las relaciones económicas se producen en una sociedad organizada políticamente, que su estudio debe
tomar en consideración las relaciones de poder existentes y que la esfera' económica y la decisión política se
condicionan mutuamente.
Pero la economía no constituía un sistema orgánico. Los primeros debates económicos se realizaron
todavía con mayor preocupación moralizante que profundidad teórica. Había mayor disposición para juzgar
el mundo que para analizarlo y los autores nunca consiguieron superar una visión parcial del mismo.
Los jisiócratas fueron los primeros en considerar al sistema económico como un todo, tomando
conciencia del carácter interdependiente de todos sus componentes. Sólo con posterioridad, la Economía
Política se conformó como un conjunto sistematizado de reflexiones científicas. La aparición de una nueva
clase dirigente, responsable directa de la producción y distribución, con intereses económicos propios
3 Naredo, J. M.: La economía en evoluci6n. Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento econ6mico, Siglo
XXI, Madrid, 1987, p. 60.
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Economía Política
y bien definidos y poco creyente en el orden sobrenatural de las cosas sociales, llevó a los filósofos y
moralistas a considerar que lo económico constituía efectivamente una esfera autónoma del orden social.
La economía clásica
El auge del industrialismo permitió alcanzar, a lo que ahora conocemos como economía clásica, una
perspectiva superadora de los problemas económicos. Al amparo de la cosmogonía newtoniana, el orden
económico quiso ser explicado como algo análogo al universo físico; esto es, sometido a unas leyes que -
aunque fuera del control de los seres humanos- podían y debían ser conocidas por ellos.
El crecimiento económico a largo plazo era la preocupación central, y la creencia en que los intercambios
podían llevarse a cabo con beneficio para todos sin intervenciones exógenas a ellos fue su primer y más
importante principio.
La influencia de la primitiva sociología llevó a reconocer las clases sociales, y de ahí que la distribución
de las rentas y la riqueza entre ellas se convirtiese en el problema fundamental cuyas leyes debían conocer los
economistas.
Así, para Adam Smith la Economía Política es la ciencia que debe indagar sobre la naturaleza y el origen
de la riqueza y para David Ricardo su objeto principal será el descubrimiento de las leyes que regulan su
distribución.
Las indagaciones sistemáticas sobre estos problemas que realizaron los que ahora conocemos como
economistas clásicos les permitieron generalizar una serie de preocupaciones teóricas bien identificadas:
Qué recursos movilizar para la producción, el consumo y el intercambio. - Qué bienes producir y
en qué cantidades.
- Qué técnicas aplicar a los recursos para la producción.

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- Qué valores atribuir a los recursos y a los bienes.
- Cómo distribuir los bienes entre los individuos y los colectivos sociales.
La economía neoclásica
A finales del siglo XIX el marginalismo rompió con la Economía Clásica y generalizó una comprensión
diferente de los problemas económicos. Incluso ya no se hablará de «Political Economy», sino de
«Economics» (al igual que se habla de «Physics» o «Mathematics»), queriéndose poner de manifiesto que
para los asuntos económicos carece de relevancia el orden político y su contexto social.
La famosa definición de Lionel Robbins es la mejor expresión de este cambio de preocupaciones y de
objeto de reflexión. Para él la Economía estudia «la conducta humana como una relación entre fines y medios
escasos susceptibles de usos alternativos» .
Esta definición sustituye el estudio de las leyes que regulan el desenvolvimiento de categorías objetivas
por el de conductas individuales y permite que el ámbito de lo económico se extienda a toda actividad
humana en donde exista escasez y, por
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La Economía Política como ciencia social


tanto, elección. No llevará a preocuparse tanto por la producción y la distribución de las riquezas como por las
condiciones en que cada individuo hace frente a problemas de elección con racionalidad, es decir, para
alcanzar el mayor beneficio o utilidad individual.
La ciencia económica pasaba a considerarse como la clave que permite comprender las reglas de
cualquier conducta humana cuando ésta se expresa en términos de elección y si se tiene en cuenta que ésta es
consustancial a cualquier aspecto de la vida social no debe sorprender que se llegue a hablar de la Economía
como «la gramática de las ciencias sociales» (Jack Hirshleifer).
Desde un punto de vista macroscópico, la economía marginalista o neoclásica supone también una radical
inversión de los postulados clásicos. El principio ordenador de su estructura analítica es el comportamiento
del mercado en períodos de tiempo delimitados, pasándose a realizar un análisis estático y a corto plazo.
Para ello, se invierte el propio proceso de análisis económico. Del estudio de la producción, de la oferta,
se pasó al de la demanda y, en lugar de vincular los problemas económicos a los distintos colectivos sociales,
se identifica el problema económico con el comportamiento individual, siguiendo el planteamiento subjetivo
heredado de la filosofía utilitarista.
Una proposición fundamental de la economía neoclásica es que el mercado es un mecanismo perfecto y
sus desequilibrio s deben ser tratados como fricciones coyunturales. Por ello, el pleno empleo fue un supuesto
esencial de la ortodoxia neoclásica. Se pensaba que el desempleo se originaba por un desequilibrio en el mer-
cado de trabajo y que su eventual existencia se corregiría tan sólo con un reajuste en su precio, mediante la
disminución de los salarios.
De ahí se deducía una política de no intervención que, a la postre, fue incapaz de hacer frente a los
problemas económicos de depresión y desempleo que padecieron las economías occidentales en los años
veinte y treinta del siglo xx.
El keynesianismo
El necesario cambio de política económica y. de comprensión previa de las relaciones económicas fue
sustentado teóricamente por el economista británico John Maynard Keynes.
Su análisis se basó en una percepción distinta de los factores que influyen en la realidad económica y se
aleja definiti,vamente de las propuestas neoclásicas de actuación económica.
Se planteó de partida dilucidar un problema mucho más realista que el neoclá
sico: cómo lograr el pleno empleo y evitar las fluctuaciones económicas.
Al reconocer que el mercado no garantizaba por sí solo el equilibrio, Keynes confirió un novedoso y
activo papel a la política económica, lo que permitiría al Estado corregir los desequilibrio s y compensar las
insuficiencias del gasto privado.
La influencia del pensamiento económico keynesiano fue enorme. Podría decirse que fue el detonante y
la referencia de todo el pensamiento económico durante más de cuarenta años en las economías más
desarrolladas y la guía permanente para
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Economía Política
la ejecución de la política económica de los gobiernos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el
pensamiento keynesiano fue consolidándose analíticamente y sus propuestas de política económica
constituyeron el recetario habitual de los gobiernos occidentales.
Los desarrollos posteriores del análisis económico, tanto de quienes tratan de actualizado como de
quienes se oponen, casi no pueden entenderse si no es en relación con las propuestas keynesianas.
Al amparo del crecimiento económico de la postguerra y de la consolidación de lo que se llamó el Estado
del Bienestar (caracterizado por la amplia gama de necesidades sociales cubiertas por el gasto público), el
keynesianismo pudo ampliar su alcance analítico abordando problemas que Keynes no contempló, disponer
de mejores instrumentos de verificación (estadística, econometría...) y diseñar nuevas formas de intervención
estatal. La Economía del Bienestar se encargó de reformular el modelo neoclásico a la luz de los postulados
keynesianos teniendo en cuenta las imperfecciones y los nuevos mecanismos de intervención que se hacían
necesarios.
Monetarismo y neoliberalismo
Pero a pesar de la gran influencia del keynesianismo, las corrientes del pensamiento económico más
respetuosas con el no intervencionismo del modelo neoclásico no dejaron de manifestarse y ganar influencia
académica. En tomo a lo que se denominó Escuela de Chicago se desarrolló una importante corriente que
criticó duramente el peso del Estado en la economía, así como la utilización de los mecanismos fiscales como
fórmula principal de enfrentarse a los desequilibrios económicos.
Encabezada por Milton Friedman, se consolidó una escuela monetarista y antiintervencionista que
propugnaba una forma distinta de concebir y abordar los problemas económicos: reivindicaban la lógica
autónoma del mercado, se preocupaban por los efectos desequilibradores de la política económica y
proponían un acercamiento más microscópico a la realidad de los agentes económicos, en lugar de abordar los
grandes problemas generales típicos del keynesianismo.
Estas ideas tuvieron un enorme eco ante la crisis económica de los años setenta y ochenta y han
cristalizado en un nuevo consenso neoliberal, porque se basa en la recuperación de los viejos principios del
liberalismo decimonónico, tan generalizado y dominante que ha sido califica~o como un auténtico
pensamiento único.
Las corrientes críticas
Pese a todo, durante estos años no han dejado de proliferar corrientes de pensamiento que, si bien
minoritarias y sin el reconocimiento académico reservado a keynesianos o monetaristas, reclaman una lectura
distinta de los problemas económicos.
Los autodenominados economistas postkeynesianos han querido completar el análisis keynesiano en tomo
a tres nuevos elementos que consideran insuficiente
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La Economia Polltica como ciencia social
mente incorporados al esquema keynesiano: la teoría de la distribución de la renta; las instituciones crediticias
y monetarias, y los sindicatos y las empresas multinacionales que conforman un sistema industrial muy
diferente al que describen los análisis ortodoxos. Su análisis pretende superar el carácter estático del
keynesianismo original y, sobre todo, tomar en consideración los hechos económicos primordiales de la
historia económica reciente.
Por su parte, las diversas corrientes institucionalistas critican el formalismo e irrealismo del modelo
neoclásico y fundamentan su análisis en el estudio de las instituciones sociales y políticas donde se
desenvuelven los individuos y que consideran determinantes de los hechos económicos.
Del originario pensamiento marxista, basado en la reformulación de la teoría ricardiana del valor y en el
materialismo histórico, se han desarrollado también muy diversas ramas de análisis: desde la economía
dogmática característica de los países del este de Europa hasta los economistas neorricardianos que están
próximos al postkeynesianismo. Entre ambos extremos, con muy desigual fidelidad hacia el pensamiento
marxista original, se encuentran las diversas corrientes del desarrollo económico que centran su atención en
las condiciones de desigualdad en que se produce el crecimiento económico, las corrientes que pretenden
readaptar la teoría del valor trabajo a las condiciones económicas contemporáneas o los economistas radicales

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de la nueva izquierda preocupados, esencialmente, por analizar los mecanismos reales de acumulación de las
economías capitalistas modernas.
No puede decirse, por lo tanto, que la Economía Política constituya un cuerpo de conocimientos
homogéneo y generalmente aceptado. Las preocupaciones y las respuestas a los problemas económicos
difieren según las escuelas de pensamiento y, naturalmente, según la posición o el interés que explícita o
implícitamente asumen los investigadores.
Lo que más bien ocurre es que la Economía, como conocimiento que pretende ser científico, ha estado y
sigue estando muy influida por el conflicto social que originan los propios problemas económicos. Su carácter
de conocimiento «estratégico», que proporciona claves para resolver de una u otra forma la satisfacción de los
distintos grupos sociales, la hace especialmente sensible a la presión de los poderes y de intereses cuyo norte
no siempre es el descuórimiento de la verdad.
Por ello, el economista debe ser consciente de las limitaciones de las propuestas que enseña, y el
estudiante, precavido. Pero siempre será necesario conocerlas aunque sólo sea, como recomendó Joan
Robinson, para «aprender a no dejarse engañar por los economistas».

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