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VERDADES BÍBLICAS Y UNIVERSALES

SUMARIO
LA BIBLIA: LA PALABRA INSPIRADA DE DIOS
LA CREACIÓN DEL MUNDO Y LA CAIDA DEL HOMBRE
LA FE
LA MISIÓN DE JESUCRISTO
EL ARREPENTIMIENTO
EL BAUTISMO
EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO
LA DEIDAD
EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
LAS SEÑALES QUE SIGUEN
LOS DONES ESPIRITUALES
LA SANTA CENA DEL SEÑOR LA SANTIDAD
LOS DIEZMOS
LA SEGUNDA VENIDA
LA VIDA EN LA ETERNIDAD
UNA HISTORIA BREVE DE LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA

LA BIBLIA: LA PALABRA DE DIOS INSPIRADA.

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La fuente para la enseñanza de la doctrina cristiana, la fe, la esperanza y todo lo que
pertenece a la religión cristiana es un libro -La Biblia-.

Creemos que La Biblia es inspirada por DIOS y es su palabra infalible.

“Toda la escritura es inspirada por DIOS, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).

La Biblia ha salido victoriosamente de todos los ataques pasados de los diablos, los
infieles y desdeñadores, y saldrá triunfante de los que viene.

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).

La única autoridad dada por DIOS al hombre es La Biblia; por eso toda la doctrina, la fe,
la esperanza y la enseñanza de la iglesia viene de La Biblia.

Todos los hombres han de estudiarla, pero sólo por medio del Espíritu Santo pueden
entenderla.

“Pero la unción que vosotros recibisteis de EL permanece en vosotros, y no tenéis


necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas la cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en EL” (1
Juan 2:27).

“...Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la


profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de DIOS
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
(2 Pedro 1:20-21).

La Biblia es la lámpara que alumbra el camino del peregrino cansado y da luz a la senda
de los juntos.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”


(Salmo 119:105)

“Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que
el día es perfecto” (Proverbios 4:18).

A causa de la palabra de DIOS, el alma no peca y los simples entiende.

“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”


(Salmo 119:11).

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“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Salmo
119:130).

La Biblia comienza con la creación del hombre y nos lleva a través de los siglos hasta la
eternidad. La Biblia amonesta a los desobedientes, proclama la misericordia de DIOS y el
plan de salvación y nos muestra la gloria que será revelada a los cristianos.

LA CREACIÓN DEL MUNDO Y LA CAÍDA DEL HOMBRE


En el principio DIOS creó al hombre inocente, puro y santo.

“Y creó DIOS al hombre a su imagen, a imagen de DIOS lo creó; varón y hembra los
creó” (Génesis 1:27).

Génesis 2:7 nos dice cómo DIOS los creó:

“Entonces JEHOVA DIOS formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.

Estas palabras fueron inspiradas por DIOS y escritas por Moisés. Es preciso que el hombre
las crea como son; de otra manera no se entiende ni la existencia de la fe en DIOS ni la
existencia del hombre mismo.

En Génesis 5:1 lee estas palabras:

“El día en que creó DIOS al hombre a semejanza de DIOS lo hizo”.

Esta semejanza dio al hombre la libertad de elegir. Tiene su propia voluntad y puede tomar
decisiones según quiera. Pero el hombre tendrá que dar cuenta de sí mismo a DIOS por sus
decisiones.

“De manera que cada uno de nosotros dará a DIOS cuenta de sí” (Romanos 14:12).

Josué retó a Israel así:

“Escogeos hoy a quién sirváis.... pero yo y mi casa serviremos a JEHOVÁ” (Josué


24:15)

DIOS invitó al hombre para que escogiera por sí mismo, y le dio la voluntad y el poder de
hacerlo. La invitación final está en Apocalipsis 22:17:

“Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed,
venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

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En el principio sólo una cosa le fue prohibida al hombre.

“Y mandó JEHOVA DIOS al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás
comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).

Adán y Eva eligieron la desobediencia

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella”
(Génesis 3:6).

Por la desobediencia, luego, Adán y Eva cayeron de su santo estado y DIOS los echó del
Edén. Al pecar así Adán y Eva no solamente pecaron por sí mismo sino también hicieron
pecadores a todos los hombres que habrían de nacer.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos
5:12).

“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de DIOS” (Romanos 3:23).

LA FE
La fe es un don de DIOS. Sin fe ninguno puede ser salvo:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de
DIOS” (Efesios 2:8).
El Espíritu y la Palabra de DIOS traen al hombre a JESUCRISTO, convenciéndole que es
pecador. El Espíritu y la Palabra también le convencen que la sangre de JESUCRISTO le
lava de toda inmundicia. Al entregarse el pecador al convencimiento, la fe comienza a
obrar en él y le salva. La fe no es la plenitud de lo que se espera; LA BIBLIA dice que la
fe es:

“La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”


(Hebreos 11:1).

Los justos viven por la fe, perseveran por la fe, obran señales y maravillas por la fe –Todo
esto no es más que las arras de nuestra herencia, la certeza de lo que se espera cuando
seremos semejantes a DIOS. Seremos semejantes a Él porque le veremos tal como Él es-.

“Amados, ahora somos hijos de DIOS, y aún no se ha manifestado lo que hemos de


ser; pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le
veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí
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mismo, así como El es puro”
(1 Juan 3:2-3).

Esta es nuestra esperanza bienaventurada:

“Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro


gran DIOS y salvador JESUCRISTO” (Tito 2:13).

La fe se crea en los que oyen y reciben la Palabra de DIOS, y obra en el alma desde el
momento de la conversión hasta el momento en que seremos semejantes a DIOS. Ni la
raza, la clase social ni cualquiera cosa que tiene valor humanos vale con el Señor
JESUCRISTO, sino la fe que obra por el amor.

“Porque en CRISTO JESUS ni la circuncisión vale algo, ni la in circuncisión, sino la


fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6).

“Pero sin fe es imposible agradar a DIOS; porque es necesario que el que se acerca a
DIOS crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Tener fe es creer que DIOS existe y que El concede gracia y merced al que pide
sinceramente. Elías agradaba a DIOS porque tenía fe. La fe permanece para siempre
cuando va acompañada por la esperanza y el amor.

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos
es el amor” (1 Corintios 13:13).

Abraham se llama el padre de los fieles porque :

“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de DIOS, sino que se fortaleció en


fe...” (Romanos 4:20)

A causa de la fe, Abraham creía que DIOS podía hacer todo lo que le había prometido.
Esta es una definición sencilla de la fe:

La creencia que DIOS puede hacer lo que La Biblia dice que hará.

¿De qué manera viene la fe?


“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de DIOS”
(Romanos 10:17).

La palabra entra en el corazón del oyente y comienza a aumentar la confianza en DIOS y


su poder de cumplir sus promesas. El aumento de fe hace que el creyente vuelva a oír la
Palabra de DIOS y el procedimiento va aumentando hasta que se manifieste la vida nueva.
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Por eso la gracia salvadora de DIOS se hace efectiva.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de DIOS” (Efesios 2:8).

La fe es poderosa. Por medio de la fe los enfermos son sanados.

“Y El le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz y queda sana de tu azote”


(Marcos 5:34).

“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”
(Marcos 16:17-18).

El apóstol Judas nos exhorta que contendamos eficazmente por la fe que ha sido una vez
dada a los santos.
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común
salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).

Esta fe es también para nosotros en estos días:

“JESUCRISTOS es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

LA MISIÓN DE JESUCRISTO

“Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió JESUS: Tú dices que yo soy
rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la
verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37).

“Pero estas se han escrito para que creáis que JESUS es el CRISTO, el hijo de DIOS
y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”
(Juan 20:31).

Sólo la sangre de un sacrificio sin pecado pudo expiar el pecado del hombre. El hombre no
pudo salvarse a sí mismo. Por eso DIOS tuvo que proveer el sacrificio expiatorio para el
hombre.

Hebreos 9:22; Levítico 17:11; Éxodo 12:13


El derramamiento de la sangre indica la muerte. La vida es la sangre.

“Porque la vida de toda carne es su sangre...” (Levítico 17:14).


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Por tanto, cuando se derrama la sangre, la vida sale del cuerpo. Y este hecho exige el
derramamiento de la sangre para expiar el pecado.

El pecado es rebelión contra DIOS y es un ataque contra el honor y la santidad de DIOS.


Al pecar, el hombre elige hacer su propia voluntad, y hace de sí mismo un dios. Es
imposible la existencia de más de un DIOS.

Si DIOS pudiera condonar o tolerar el pecado en cualquiera forma, no podría ser la Deidad
Soberana. El ataque contra su honor y el desafío a su autoridad suprema exigen que muera
el pecador. Por eso la paga del pecado es siempre la muerte, y el alma que peca morirá. El
único modo de satisfacer el honor de DIOS y expiar el pecado es la muerte, la cual está
representada en el derramamiento de la sangre.

DIOS es en absoluto puro y santo y no puede tolerar el pecado. El pecado aparta al hombre
del Creador y destruye el compañerismo que DIOS desea ardientemente. La acción de
DIOS contra el pecado es la ira, a la que sólo la destrucción del pecado y de la naturaleza
pecadora puede aplacar.

DIOS no se compromete con el pecado; la muerte de JESUCRISTO en el monte del


calvario demuestra que DIOS odia el pecado.

La salvación del hombre pecador exigió que se sacrificara un inocente que no ameritaba la
muerte por su propia cuenta. Solo un sacrificio sin pecado pudo proveer el perfecto
sacrificio expiatorio para el hombre. DIOS proveyó tal sacrificio cuando el Cordero de
DIOS fue ofrecido en la cruz. Porque era sin pecado su sangre pudo expiar el pecado.

En el Calvario DIOS cumplió tres cosas:

1-Resolvió el problema del pecado de una manera conforme a su justicia y que aplacaría
su ira.

2-Hizo santo al hombre sin quitarle la libre voluntad.

3-Renovó el compañerismo entre DIOS y el hombre que fue perdido en el Edén.

Desde el principio DIOS prometió la expiación. La palabra “expiar” quiere decir “borrar
las culpas”. Luego, expiar el pecado quiere decir borrarlo para que DIOS no lo vea y para
que pierda el poder de provocar su ira.

Cuando pecaron Adán y Eva, DIOS les prometió la salvación por medio del calvario.
Génesis 3:15 y 3:21; 1 Pedro 1:19-20; Apocalipsis 13:8

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DIOS sabía de antemano que el hombre pecaría y proveyó su salvación. JESUCRISTO es
el cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. El nacimiento y la muerte de
JESUCRISTO se realizaron en fechas específicas pero DIOS las sabía desde el principio.

Al juzgar a la serpiente en Edén, DIOS dijo:

“Que habría enemistad entre la serpiente y la mujer y entre sus descendientes; DIOS
dijo que la serpiente heriría el calcañal de la simiente de la mujer y la simiente de la
mujer le heriría a la serpiente en la cabeza” (Génesis 3:15).

En estas palabras se encuentra la primera promesa del Calvario. La “simiente de la mujer”


indica de una manera definitiva el nacimiento de JESUCRISTO a una virgen. El sacrificio
sin pecado fue posible solamente porque la virgen María concibió por el Espíritu Santo, y
DIOS se manifestó en JESUCRISTO.

La simiente del hombre (es decir, sus descendientes) siempre sería pecaminosa y
necesitaría al Salvador.

El herir del calcañal de CRISTO es la profecía del Calvario; el herir de la cabeza de la


serpiente es profecía de la victoria final de CRISTO sobre Satanás.

La expiación fue realizada por el amor. Aunque es posible que otros motivos influyeran en
al decisión del Señor, la cosa más importante que motivó la redención del hombre fue el
amor infinito de DIOS.
Juan 3:16; Romanos 5:8; 1 Juan 3:16

DIOS desea ardientemente hacer al hombre su hijo con el nuevo nacimiento, y esto es
posible sólo por la expiación. El sufrimiento y la muerte de JESUCRISTO en la cruz es la
expresión suprema del amor de DIOS para con el hombre.

La muerte de CRISTO cumplió lo necesario. La muerte de CRISTO en la cruz era la


propiciación para el pecado. En la cruz el hombre pecador fue redimido del pecado y
reconciliado con el DIOS santo.
2 Corintios 5:21; 1 Pedro y 1:18-19 y 2:24; 2 Corintios 5:19

JESUCRISTO murió en vez de nosotros. El carnero trabado en el zarzal murió para Isaac
en el monte Moriah; igualmente CRISTO murió para nosotros. Barrabás fue puesto en
libertad por la muerte de CRISTO, igualmente que cada uno de nosotros podemos recibir
la libertad. Tenemos que darnos cuenta de que CRISTO murió para cada uno de nosotros.
Isaías 53: 4-8
La ira de DIOS fue aplacada por el sacrificio de CRISTO en el Calvario. Todo pecado será
juzgado y el Calvario es el lugar donde el pecado recibe la pena de muerte. Por la fe y la
obediencia al evangelio nuestros pecados son juzgados y DIOS nos pone en libertad.
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Pero el hombre pecador es esclavo del pecado y la muerte. Para libertar al pecador de esa
esclavitud es necesario que sea redimido con el precio exacto. JESUCRISTO es nuestro
Redentor, y la obra de expiación que El hizo en la cruz es nuestra redención.

El redentor en la época del Antiguo Testamento tenía que reunir ciertas condiciones:

A-Era necesario que fuera pariente al hombre


B-Era preciso tener el deseo de redimir pagando el precio y,
C-Era necesario tener el precio.

JESUCRISTO reunió todas las condiciones, y nos redimió con el precio exigido: su
sangre.

La sangre de CRISTO es plenamente eficaz, pero la obra de la sangre no se realiza a


menos que el hombre la pida. Eficaz significa “activo, que produce efecto”. La sangre
derramada de JESUCRISTO es capaz de limpiar el pecador más vil, pero no tiene efecto si
el pecador no la pide; él recibe la virtud salvadora de la sangre de JESUCRISTO sólo si
tiene fe y obedece el evangelio.

En la vigilia de la pascua, los israelitas pudieran haber inmolado al cordero; pero sin estar
la sangre puesta en los postes y el dintel, no les habría servido. Lo que salvó a los
primogénitos de las familias hebreas cuando pasó el ángel de la muerte era él haber puesto
la sangre del cordero.

Así que, en nuestros días la aplicación de la sangre de CRISTO salva al pecador. DIOS
nos ha dado el remedio para el pecado, pero él ponerla (la sangre) al corazón produce el
efecto deseado.

La resurrección de JESUCRISTO dio validez a la muerte de CRISTO y a su muerte


expiatoria. Nos prueba que DIOS aceptó la sangre expiatoria y por eso es eficaz para lavar
el pecado. Verifica también la Deidad de JESUCRISTO quien vive y está siempre
presente. Porque JESUCRISTO resucitó, el pecador arrepentido también se levanta a andar
en la vida nueva. La resurrección de CRISTO verifica la vida eterna y da al creyente la
esperanza de la resurrección venidera.
Romanos 4:25; 1 Corintios 15:14; Romanos 1:4.

En el Antiguo Testamento el pueblo espero fuera del Templo hasta que salió el sumo
sacerdote del Lugar Santo porque sabían que entonces les fue quitado el pecado. Nuestro
sumo sacerdote salió de la sepultura; así sabemos que fue aceptada su sangre y nuestros
pecados fueron expiados.

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EL ARREPENTIMIENTO
El arrepentimiento, según DIOS, se otorga a todo hombre y es necesario para la salvación.

“Porque la tristeza que es según DIOS produce arrepentimiento para salvación” (2


Corintios 7:10).

El hombre recibe el perdón del pecado cuando se arrepiente genuinamente, es decir


cuando se confiesa a DIOS y abandona el pecado.

“Somos justificados por la fe en el Señor JESUCRISTO” (Romanos 5:1).

Juan el Bautista predicó el arrepentimiento, JESUCRISTO lo proclamó y los apóstoles lo


predicaron a los judíos y gentiles.
Hechos 2:38 y 17:30.

La palabra “arrepentimiento” es de un vocablo griego que significa un cambio de punto de


vista y propósito; un cambio de corazón; un cambio de opinión; transformación y otras
cosas. A todo pecador se le da un privilegio de arrepentirse y hacer las obras que muestran
que él se ha arrepentido.
JESUCRISTO dijo: “...Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3).

“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecado en todas


la naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

El tema de Juan el Bautista era el arrepentimiento. Él venía predicando


“Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado... Preparad el camino del
Señor, enderezad sus sendas” (Mateo 3:2-3).
JESUCRISTO mismo venía predicando: “Arrepentios, y creed en el evangelio” (Marcos
1:15).

El día de Pentecostés la primera cosa que Pedro –inspirado por el Espíritu Santo- exigió el
arrepentimiento. Cuando los hombres preguntaron a Pedro:

“Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentios... y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de JESUCRISTO para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo”
(Hechos 2:37-38).

El apóstol Pablo también predicó el arrepentimiento a todos los hombres. Él dijo


“... no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están
en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”
(Hechos 26:19-20).
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A través del arrepentimiento el individuo está asociado con JESUCRISTO en la muerte.
Sin la muerte no se puede tener ni la sepultura ni la resurrección. Por eso, el
arrepentimiento es la base verdadera para el nacimiento del agua y del Espíritu. El
bautismo del agua no es nada si no hay el arrepentimiento genuino.

Estar triste no basta, porque el hombre tiene que abandonar lo que quiere que DIOS le
perdone. El hombre formula su decisión, renuncia al pecado y se dirige a JESUCRISTO.

El hijo pródigo no sólo estaba triste sino también se levantó y volvió a la casa de su padre.
Como el pródigo, el pecador se confiesa, renuncia al pecado y va a JESUCRISTO.

“El que encubre sus pecados no prospera; más el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).

DIOS usa muchas maneras para que los pecadores se arrepientan. Una de las mayores es
su amor y bondad hacia el hombre.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tiene por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

La muerte, la sepultura, la resurrección eran todas necesarias para que JESUCRISTO nos
proveyera la salvación. E igualmente es necesario que el pecador experimente la muerte, la
sepultura y la resurrección para recibir la salvación. El arrepentimiento es la muerte
efectiva al pecado y al mundo.

“...los que hemos muerto al pecado. ¿cómo viviremos aún en él?


¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en CRISTO JESUS, hemos
sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con El para muerte por el bautismo, a fin de
que como CRISTO resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:2-4).

Si hemos de estar “en CRISTO” tenemos que experimentar la muerte y la resurrección en


CRISTO. Como el cuerpo de CRISTO fue crucificado, la iglesia es un cuerpo crucificado
que no puede experimentar el poder de la resurrección de CRISTO sin experimentar
primero la muerte por el arrepentimiento.

DIOS quiere que todos los hombres se arrepientan. El hombre tiene que dar cuenta a DIOS
por sus acciones en cuanto a su respuesta a la Palabra de DIOS y el trato de DIOS para con
él. El hombre o puede endurecer el corazón y ser condenado, o puede humillarse y
arrepentirse.
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Leer: 2 Crónicas 7:14; Ezequiel 18:30; Hechos 11:18; Lucas 15:17-20 y 18:13;
Romanos 2:4; Apocalipsis 3:19; 2 Timoteo 2:24-25; Jonás 3:4-10; Isaías 55:7; Hechos
3:19.

EL BAUTISMO

El bautismo en agua es una parte necesaria del plan de salvación del Nuevo Testamento. El
tipo de salvación es la muerte, la sepultura y la resurrección de JESUCRISTO.

“Arrepentios (morir al pecado), y bautícese (sepultura) cada uno de vosotros en el


nombre de JESUCRISTO para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo (resurrección)” (Hechos 2:38).
El modo bíblico del bautismo es por inmersión.

“Sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él,


mediante la fe en el poder de DIOS que le levantó de los muertos” (Colosenses 2:12)

JESUCRISTO dijo:
“El que no naciere del agua y del espíritu no puede entrar en el reino de DIO” (Juan
3:5)

Pablo dijo:
“Porque somos sepultados juntamente con El (JESUCRISTO)... por el bautismo...”
(Romanos 6:4)

En Marcos 1:10 lee que JESUCRISTO subía del agua.

Felipe fue a predicar a Samaria. Según Hechos 8:12 “Cuando creyeron a Felipe, que
anunciaba el evangelio del reino de DIOS y el nombre de JESUCRISTO, se
bautizaban hombres y mujeres”.

Hechos 8: 36-39 lee que Felipe predicó al eunuco etíope quien luego fue bautizado porque
creyó de todo corazón. Los dos “descendieron ambos al agua” y “subieron del agua”.

El bautismo es para los que se han arrepentido plenamente y han abandonado el pecado. El
bautismo debe ser hecho a manos de un ministro autorizado del evangelio, obedeciendo la
Palabra de DIOS y en el nombre de nuestro Señor JESUCRISTO, según el libro de los
Hechos de los Apóstoles 2:38; 8:16; 10:48 y 19:5.

así obedeciendo
Mateo 28:19 que dice: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
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Esparcir gotas de agua o echar el agua sobre la cabeza de la persona y el bautismo de
criaturas no tienen fuentes bíblicas y son tradiciones heredadas de nuestros antepasados de
la Edad Media.

Estar sepultado semejante a la muerte de JESUCRISTO sólo se cumple por una sola
inmersión en agua en el nombre del Señor JESUCRISTO.

EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO

En Mateo 28:19 JESUCRISTO mandó a los discípulos así:


”Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Lucas 24:47 dice que era necesario “que se predicase en su nombre el arrepentimiento
y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jesuralén”.

La Biblia dice:
“Cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13)

También dice:
“El os enseñará todas la cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan
14:26).

Los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas son los únicos libros inspirados que nos dicen
de qué manera los apóstoles obedecieron el mandamiento de Mateo 28:19 conforme al
espíritu Santo.

Al rechazar estos libros inspirados sería igual de acusar o a los apóstoles de desobedecer
al Señor, o al Espíritu Santo de no recordarles de todo lo que el Señor les enseñó y ningún
hijo sincero de DIOS se atrevería de hacer ni el uno ni el otro.

Por tanto, estudiamos la Biblia y hacemos lo que hacían los apóstoles, siguiéndoles como
ellos seguían a CRISTO, bautizando EN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO, el cual es la única fórmula que hemos recibido de los apóstoles.

Con las palabras de JESUCRISTO en las mentes tan palpitantes como si acabaran de
oírlas, y con la unción del Espíritu Santo en las almas, los apóstoles fueron predicando el
evangelio glorioso de JESUCRISTO con gran poder.

Por todo lo que leemos en la Biblia sabemos que enseñaron a todos los creyentes que se
bautizaran en el nombre del Señor JESUCRISTO.

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Hechos 2:38 “... bautícese cada uno de vosotros en el nombre de JESUCRISTO...”.
Hechos 8:16 “... habían sido bautizados en el nombre de JESUS”.
Hechos 10:48 “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor JESUS...”.
Hechos 19:5 “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor
JESUS”.

En estas citas hay tres testigos en cuatro lugares y condiciones distintos que dan testimonio
a la misma cosa –que el único modo de bautizar obedeciendo el evangelio de Mateo es en
el nombre del Señor JESUCRISTO-:

Pedro en Jerusalén a los judíos


Felipe en Samaria a los samaritanos
Pedro en Cesárea a los gentiles
Pablo en Éfeso, bautizando a los creyentes que no habían sido bautizados en el nombre del
Señor JESUS.

Pablo dijo:
“Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto”
(2 Corintios 13:1).

Dijo también:
“Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo
que tenéis en nosotros” (Filipenses 3:17).

Una sola inmersión en el nombre del Señor JESUCRISTO es el ejemplo que dieron los
apóstoles.

En Isaías 9:6 leemos “y se llamará su nombre Admirable, Consejero, DIOS fuerte,


Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

Aquí se presenta una cuestión que exige un estudio cuidadoso: ¿Cuál es el NOMBRE DEL
DIOS VERDADERO Y VIVIENTE?

JESUS también se llama Emmanuel, que quiere decir DIOS con nosotros.
Isaías 7:14; Mateo 1:21-23.

En Juan 5:43, JESUS dice: “Yo he venido en nombre de mi padre...”

Y en la oración en Juan 17:6, 12, 26 Él dice: He manifestado tu nombre a los hombres


que del mundo me diste;... yo los guardaba en tu nombre; ....Y les he dado a conocer
tu nombre, y lo daré a conocer aún...”

14
Isaías 9:6

De la evidencia dada en los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas vemos que el único
nombre manifestado y declarado a ellos fue el nombre de JESUS. Por el nombre de JESUS
fueron guardados, obraron milagros y bautizaron a los creyentes.

Los apóstoles, por ejemplo tanto como por precepto, nos enseñan a bautizar en el nombre
de nuestro Señor JESUCRISTO para perdón de pecados. No hay perdón de pecados en
ningún otro nombre sino el nombre de JESUS, Hechos 4:12, por tanto, el bautismo no
indica el perdón de pecados a menos que el creyente sea bautizado en el nombre de
JESUCRISTO.

Tampoco puede asociarse con JESUCRISTO en su muerte, sepultura y resurrección a


menos que invoque el nombre de JESUCRISTO.

“Ahora, pues ¿por qué te detienes? Levántate bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre” (Hechos 22:16).

LA DEIDAD

JESUS dijo: “El primer mandamiento de todos es: Oye Israel; el Señor nuestro DIOS,
el Señor uno es” (Marcos 12:29; Deuteronomio 6:4).

Este mandamiento siendo establecido primeramente en el Antiguo Testamento y


reestablecido por el Señor JESUCRISTO en el Nuevo Testamento, es la primera de las
doctrinas fundamentales de la religión cristiana. Por eso, predicamos que hay un solo
DIOS el Señor JEHOVÁ, ÉL YO SOY EL QUE SOY, porque:
“...JEHOVA es el DIOS, JEHOVÁ, es el DIOS!” (1 Reyes 18:39)

“Yo soy JEHOVÁ, y ninguno más hay; no hay DIOS fuera de mí”
(Isaías 45:5).

Quien adora a más de un dios es idólatra pero,


“Para nosotros, sin embargo, sólo hay un dios, el Padre, del cual proceden todas las
cosas y nosotros somos para El; y un Señor JESUCRISTO, por medio del cual son
todas las cosas, y nosotros por medio de El”
(1 Corintios 8:6).

El único DIOS verdadero se manifestó en el Antiguo Testamento en maneras distintas, en


el Hijo cuando caminaba en la tierra y como el Espíritu Santo después de la ascensión.

Las Escrituras, más que intentar de verificar la existencia de DIOS, asegura, supone y
declara que el conocimiento de DIOS es universal.
15
Romanos 1:19, 21, 28, 32 y 2:15.

DIOS es invisible y sin cuerpo, libre por tanto de toda limitación. DIOS es Espíritu Juan
4:24
y “...Un espíritu no tiene carne ni huesos...” (Lucas 24:39).

DIOS está presente en todas partes a la vez.


“Un DIOS y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios
4:6).

Creemos en el único eterno DIOS: infinito en poder, santo en carácter, atributos y


propósitos; que posee Deidad absoluta e indivisible. El único DIOS verdadero se ha
manifestado como el Padre en la creación; por su Hijo en la redención; y como el Espíritu
Santo por emanación.
1 Corintios 8:6; Efesios 4:6; 2 Corintios 5:19; Joel 2:28.

El Hijo de DIOS fue concebido por el Espíritu Santo y dado a luz por la virgen María.
Mateo 1:18-25 afirma que JESUCRISTO era el hijo de David, de la tribu de Judá.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con DIOS, y el Verbo era DIOS...Todas
las cosas por El fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan
1:1-3).

El “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombre”
(Filipenses 2:7)

JESUCRISTO dejó la gloria del Padre, es decir se despojó de la gloria divina, pero no de
la Deidad, y fue encarnado:
“Por lo cual también el Santo Ser (el velo, es decir, su carne; Hebreos 10:20) que
nacerá, será llamado Hijo de DIOS” (Lucas 1:35)
Por eso JESUCRISTO era y es DIOS.
 “Manifestado en carne,
 Justificado en el Espíritu,
 Visto de los ángeles,
 Predicado a los gentiles,
 Creído en el mundo,
 Recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).

JESUCRISTO es en Deidad DIOS absoluto; en humanidad es hombre perfecto:

“Él es la imagen del DIOS invisible...” (Colosenses 1:15)

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia...”


16
(Hebreos 1:3).

Ya que el Padre (DIOS) es Espíritu, es invisible y sólo se puede ver en el Hijo, En palabras
sencillas JESUCRISTO dijo:

“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al
Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?” (Juan 14:7-11)

JESUCRISTO por parte de su Padre era divino, por parte de su madre era humano; así se
llamaba el Hijo de DIOS y el Hijo del Hombre, o el DIOS-hombre.

“Ahora El es glorificado con el Padre, con la gloria que tenía antes que el mundo fue”
(Juan 17:5).

“Y El es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, El que es el principio, el primogénito


de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).

“Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis


completos en El que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10).

La Deidad es entendida y vista claramente por las cosas hechas :

“Porque las cosas invisibles de El, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20)

La Deidad está claramente enseñada en la creación del hombre, que fue creado a
semejanza de DIOS. El hombre es un ser triple -cuerpo, alma y espíritu- pero una sola
persona; por tanto se entiende claramente que DIOS es un ser triple –Padre, Hijo y Espíritu
Santo- pero UNA persona, y esa persona es el Santo, JESUCRISTO nuestro Señor.

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha
de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8).

Hay UN ESPÍRITU: hay “un cuerpo y un espíritu...” (Efesios 4:4)


y “el Señor es el Espíritu...” (2 Corintios 3:17).

EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO

El don del Espíritu Santo es de la mayor importancia para el creyente, la iglesia y la


salvación de los pecadores. Pablo indicó la importancia de la dirección de los creyentes
17
por el Espíritu Santo al escribir:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de DIOS, éstos son hijos de DIOS”
(Romanos 8:14).

“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
DIOS mora en vosotros. Y sí alguno no tiene el Espíritu de CRISTO, no es de El”
(Romanos 8:9).

Todo lo que recibe el hombre pecador de DIOS viene por la fe, incluso el don del espíritu
Santo. El hombre obtiene la fe porque oye y cree la Palabra de DIOS, es decir, las
promesas que DIOS nos ha dado en la Biblia. Uno de los mayores resultados de la
redención por JESUCRISTO es el cumplimiento de la promesa dada a Abraham.

Se lee en Gálatas 3:13-14 así: “CRISTO nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición (porque está escrito; maldito todo el que es colgado en un
madero), para que en CRISTO JESUS la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”.

Juan el Bautista también profetizó que JESUCRISTO bautizaría con el Espíritu Santo.
Dijo Juan:

“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí,
cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; El os bautizará en
Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11).

Después de la resurrección del Señor JESUCRISTO, mientras estaba todavía con los
apóstoles, Él les dio esta promesa:

“Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5).

En el plan divino había lugar y hora indicados para la venida del Espíritu Santo para que
se cumpliera esa promesa. El día de Pentecostés era la hora pensada y Jerusalén el sitio
escogido. La Biblia dice:

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.


Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual
llenó toda la casa donde estaban sentados ; Y se les aparecieron lenguas repartidas,
como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablase” (Hechos 2:1-4).

18
Este era el gran día cuando JESUCRISTO estableció su iglesia en la tierra. Desde ese día
el Espíritu Santo siempre ha existido en la iglesia. El Espíritu Santo es el Consolador que
mora para siempre en ella. JESUCRISTO dijo:

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre” (Juan 14:16).

CRISTO nos asegura con estas palabras que el Espíritu Santo está en la iglesia en nuestros
días para bautizar a los creyentes como sucedió en el día de Pentecostés.

No es suficiente creer que el Pentecostés era la promesa cumplida; también creemos que la
promesa del Espíritu sigue hasta estos días, y seguirá hasta el arrebatamiento de la iglesia.

Pedro, hablando en el día de Pentecostés, dijo:

“Más esto es lo dicho por el profeta Joel:


“Y en los postreros días, dice DIOS, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y
vuestros ancianos soñarán sueños” (Hechos 2:16-17).

La frase “postreros días“ indica la época actual que comenzó en el día de Pentecostés y
que terminará con el arrebatamiento de la Iglesia.

Pedro concluyó su sermón con esta promesa:

“Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de JESUCRISTO para


perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es
la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el
Señor nuestro DIOS llamaré” (Hechos 2:38-39).

Esta promesa se cumple todos los días porque DIOS ahora bautiza a millares de personas
con el Espíritu Santo y fuego, y ellos hablan en otras lenguas.
Hechos 2:4; 10:44-48 y 19:1-6

LAS SEÑALES QUE SIGUEN

La Iglesia Pentecostal Unida enseña que hay señales que siguen la conversión de los
creyentes; JESUCRISTO dijo así:

“Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y sí bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”
(Marcos 16:17-18)
19
Por la fe en el nombre de JESUCRISTO, los creyentes en estos días echan fuera demonios,
y muchas personas son libertadas del poder de la oscuridad a entrar en el reino de DIOS.
En nuestros días las señales de que habló CRISTO siguen la predicación del evangelio,
donde hay la fe y la unción del Espíritu Santo y el poder de DIOS.
También la Iglesia Pentecostal Unida enseña que los creyentes recibirán el bautismo del
Espíritu Santo, y que hablarán en otras lenguas; y, los que están llenos del Espíritu Santo
se darán cuenta que los nuevos creyentes hablan con otras lenguas según el Espíritu les da
que hablen, Hechos 2: 1-4. La señal de hablar en lenguas no fue dada solamente a los
judíos sino también a los gentiles.

“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los
que oían el discurso los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se
quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a DIOS”
(Hechos 10:44-46).

En nuestros días igualmente sabemos que está derramado el Espíritu Santo porque oímos a
los nuevos convertidos hablar en otras lenguas y alabar a DIOS.

En otra ocasión leemos que el Espíritu Santo es dado al creyente porque, Hechos 19:1-6
dice que Pablo fue a Éfeso donde se encontró con doce creyentes. Tuvo esta conversación
con ellos: Pablo les preguntó:

“¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos


oído si hay Espíritu Santo”. Hechos 19:2-6.

A través de la enseñanza de Juan el Bautista, los efesios sabían que había de venir el
Espíritu Santo. Luego Pablo les enseñó que tenía que creer en JESUCRISTO. Aunque
habían sido bautizados en el bautismo de Juan el Bautista, era necesario que los que creían
en el nombre de JESUCRISTO fueran bautizados de nuevo.

Si el agua no fuera importante en el bautismo, esos creyentes no se habrían visto


obligados a bautizarse de nuevo, pero, “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el
nombre del Señor JESUS. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos
el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19:5-6).

El amor, el gozo, la paz y todo el fruto del Espíritu acompañan al glorioso bautismo del
Espíritu Santo. Todo esto no se produce por los esfuerzos del hombre sino porque
JESUCRISTO mora en nosotros. Isaías profetizaba de esto:
“Porque en lenguas de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los
cuales Él dijo: Este es el reposo, dad reposo al cansado; y este es el refrigerio...”
(Isaías 28:11-12).
20
LOS DONES ESPIRITUALES

La iglesia no es una institución sino un organismo viviente. Entre CRISTO y la iglesia


existe una conexión vital que corresponde, por ejemplo, a la conexión entre la cabeza y el
cuerpo humano.

Un hombre no puede hacerse socio de la iglesia como se puede hacer con una institución
u organización social o literaria. Antes de ser miembro de la iglesia de CRISTO tenemos
que compartir en la vida de CRISTO.

Como el alma da vida al cuerpo humano, el Espíritu Santo da vida al cuerpo de CRISTO,
es decir, la iglesia. Lo que pulsa por las venas y arterias de la iglesia es la presencia de
JESUCRISTO mismo.

El Espíritu Santo mora en el hijo de DIOS y lo hace parte del cuerpo de CRISTO -la
iglesia-. Con esto se dice que el creyente está “en CRISTO”.

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,,, y a todos se nos
dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13).

Es importante entender el ministerio del Espíritu Santo para la iglesia y en la iglesia. En


primer término, la salvación es la obra del Espíritu Santo.

1-Es Espíritu Santo convence al pecador.

“Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan


16:8).

2-El Espíritu Santo regenera al penitente.

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo” (Tito 3:5).

3. El Espíritu Santo bautiza en el cuerpo de CRISTO.

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo...” (1Corintios


12:13).

4. El Espíritu Santo Mora en el Hijo de DIOS.


21
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
DIOS mora en vosotros” (Romanos 8:9).

5. El Espíritu Santo sella:

“...y habiendo creído en El, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”
(Efesios 1:13).

El Espíritu Santo inviste de poder, dirige y enseña al creyente que vive según el Espíritu y
anda en el Espíritu.

Una vez entendida la posición que tiene en la iglesia el Espíritu Santo, se ve que la obra de
la iglesia depende de Él. Es el Espíritu que provee la obra de la iglesia, da fruto a todos los
miembros y dones a la iglesia entera.

Son nueve los dones espirituales que ha dado el Espíritu Santo a la iglesia. Son a beneficio
de toda la iglesia, y se encuentran en cualquiera iglesia donde esté la presencia del Espíritu
Santo.

He aquí los dones espirituales:

Palabra de sabiduría.
No la sabiduría sino la PALABRA de sabiduría. Este don es la palabra hablada de la
sabiduría de DIOS.

Palabra de ciencia.
Este don no es ciencia sino una PALABRA de ciencia. Palabra de ciencia consiste en decir
cosas que sólo DIOS sabe.
No se confunda la palabra de ciencia ni la palabra de sabiduría con el discernimiento de
espíritus.
Fe.
DIOS no da este don sí a los miembros les falta la fe o donde la fe es débil. Tampoco
reemplaza la fe que salva (aunque ésta es una dádiva también). El don de fe es un
investimiento sobrenatural del Espíritu Santo que permite alguna obra especial. Es un don
que se recibe para resolver un problema que ocurra dentro de la iglesia.

Dones de sanidades.
Son plurales las palabras porque hay centenares de cosas que causan la enfermedad por ser
tan complejo el cuerpo humano. Algunas enfermedades tienen su causa en la opresión,
obsesión o posesión por demonios. Otras tienen causas orgánicas. También puede ser que
el enfermo tenga que cambiar su modo de vivir antes que le sane el Señor. Si se recuerda
que cada instancia de sanidad es un don, pronto se dará cuenta de la razón de la pluralidad
22
de las palabras.

JESUCRISTO nos dio la sanidad cuando expió nuestros pecados. La Biblia instruye
cuidadosamente cómo se manifiesta el don de sanidades. Cada asamblea que obedece la
Biblia, llamando a los ancianos, puede recibir este don.

Hacer milagros.
Un milagro es un hecho sobrenatural debido al poder divino. Es una cosa que al hombre
natural le parece imposible, que no podemos comprender. Este don se utiliza para proteger
a la gente cristiana.

La profecía.
La profecía de que se habla en el Nuevo Testamento es el de hablar por inspiración divina
en la lengua de los oyentes.

El discernimiento de espíritus.
El diablo tiene todo un ejército de demonios, siempre listos a destruir la iglesia y los
creyentes. Para combatir ese ejército de demonios, el Espíritu Santo da a la iglesia el
poder de discernir espíritus malos y el poder de tratar el espíritu. Este don no se dirige al
hecho sino a lo que motivó el hecho.

Diversos géneros de lenguas.


Según la Biblia hay tres modos de utilizar el hablar en lenguas.

1-Al recibir el bautismo del Espíritu Santo. Hechos 2:4.


2-Al hablar de DIOS en adoración y oración. 1 Corintios 14:2, 14, 15.
3-A la iglesia, con interpretación. 1 Corintios 14:13-27.

Este último, con el don de profecía, tiene un enlace con la interpretación de lenguas, y es
preciso que se utilice estrictamente con la interpretación. 1 Corintios 14:27-28. Es un
mensaje dirigido a la iglesia que conforma rigurosamente a la Biblia.

“La interpretación de lenguas.


El creyente que interpreta no entiende la lengua que interpreta. En el texto original
“interpretar” significa “explicar”. El que recibe el don de interpretación de lenguas explica
el mensaje en lenguas, entregándose al Espíritu al dar la explicación.

LA SANTA CENA DEL SEÑOR

La noche que fue traicionado el Señor, Él comió la cena de la pascua con los apóstoles, y
después instituyó el sacramento.

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que
23
por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”
(Lucas 22:19-20).

Luego, nosotros el cuerpo de CRISTO somos participantes en su carne y sus huesos.

“Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Efesios 5:30).

Por eso cuando nos reunimos a recibir la comunión del cuerpo de CRISTO, tomamos el
pan y el fruto de la vid, y el compañerismo espiritual del cuerpo de CRISTO.

Al tomar el pan, confesamos que participamos en una vida por su sangre derramada. Así
demostramos nuestra fe en su muerte, resurrección y la segunda venida.

“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que El venga” (1 Corintios 11:26).

Creemos en la presencia del Espíritu Santo; también esperamos la presencia de


JESUCRISTO en su segunda venida. Por eso tenemos comunión espiritual; y por eso nos
reunimos a comer el pan (que representa su cuerpo) y beber de la copa (que representa su
sangre).

Cuando la cena de la pascua terminó, leemos en Juan 13:4-5 que JESUS “se levantó de la
cena, y se quitó su manto y tomando una toalla, se la ciño,.
Luego puso agua en un librillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos
con la toalla con que estaba ceñido”.
JESUCRISTO dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”
(Juan 13:14-15).
El Señor JESUCRISTO nos dio el ejemplo de esta institución divina. Es bueno que
sigamos su ejemplo considerándonos en humildad uno al otro. Así demostramos el espíritu
de Cristo en nuestras vidas.

LA SANTIDAD

Todo verdadero hijo de DIOS quiere ser santo en su carácter y en su modo de vivir.

“Y todo aquel que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí mismo, así como El es
puro” (1 Juan 3:3).

Esta purificación de sí mismo resulta de la esperanza que el hijo de DIOS recibe por el
24
lavamiento en la sangre de JESUCRISTO y el investimiento del Espíritu Santo.

La sangre de CRISTO lava al pecador no sólo de los hechos pecaminosos que ha


cometido, sino también del carácter mismo del pecado.

“De modo que si alguno está en CRISTO, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron
(lavadas en la sangre de CRISTO); he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios
5:17).

La verdadera santidad consiste en nacer de nuevo y participar en la naturaleza divina. 2


Pedro 1:3-4
JESUCIRSTO dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a
DIOS” (Mateo 5:8).
Si fuera imposible que el hombre pecaminoso tuviera un limpio corazón, el Señor no lo
habría dicho. Esta limpieza de corazón es la santidad verdadera.

Pedro escribió así:


“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando JESUCRISTO sea manifestado; como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir; por que escrito está;: Sed santos, porque yo soy santo”
(1 Pedro 1:13-16).

La naturaleza misma de DIOS es su santidad, porque con Él es imposible el pecado.


Nosotros hemos de ser santos en naturaleza como lo es DIOS. Es imposible llevar una vida
santa sin participar en la santidad de DIOS a través del nuevo nacimiento.

La Biblia está escrita para influir en todas las costumbres de todos los hombres de todas
partes del mundo. Por eso si queremos establecer una norma para la iglesia universal -que
es toda la gente del mundo- tenemos que basarla en la Biblia al prescribir la modestia para
el hombre y la mujer.

Escribió Pedro así:


“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los
que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
Vuestro atavió no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de
vestidos lujosos no el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu
afable y apacible, que es de grande estima delante de DIOS.
Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que
esperaban en DIOS, estando sujetas a sus maridos” (1 Pedro 3:1-5).

25
El mensaje en que se debe fijar en este texto es que las mujeres han de tener un espíritu
afable y apacible y estar sujetas a sus maridos. Este espíritu es el adorno que deben llevar,
no el peinado a la moda ni la ropa bella, tampoco joyas.

“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no
con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras,
como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2:9-10).

Al establecer una norma de vestirse para el hombre y la mujer, hay que darse cuenta de
ciertas cosas:

“No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque
abominación es a JEHOVA tu DIOS cualquiera que esto hace” (Deuteronomio 22:5).

Sería muy difícil establecer una norma de vestirse para todos los creyentes de todas partes
del mundo porque los modos de vestirse varían tanto de país en país. Pero DIOS ha
mandado que haya una distinción entre la ropa de la mujer y la del hombre. DIOS odia el
estilo de vestirse que borra la distinción entre los sexos, y los hijos de DIOS también
deben odiarlo.

Las mujeres deben tener el cabello sin cortar, mientras los hombres deben cortarlo.

“La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el
cabello? Por el contrario a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en
lugar de velo le es dado el cabello ”
(1 Corintios 11:14-15).

La verdadera santidad es el espíritu de la gente, y está manifestada en su modo entero de


vivir, hasta el modo de vestirse. El secreto de la vida santa es vivir santamente en secreto.

LOS DIEZMOS

Creemos que DIOS instituyó el sistema de diezmar para mantener la obra de la iglesia, y
que ha sido así desde los días de Abraham. Bajo Abraham, la gente diezmó a causa de la
fe; la ley de Moisés mandó que la gente diezmara; e Israel daba diezmos cuando sus
corazones eran justos hacia DIOS; JESUCRISTO lo autorizó, Mateo 23:23; y Pablo dijo a
los corintios que pusieran aparte algo según DIOS les hubiera prosperado. No roben a
DIOS de los diezmos y las ofrendas, Malaquías 3:8-9.

No es difícil diezmar cuando lo que se gana es el dinero; el diez por ciento (10%) de la
ganancia del trabajo es el diezmo. Pero hay lugares donde el dinero es escaso. En tales
casos, la décima parte de la cosecha es el diezmo;
26
“Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada
año” (Deuteronomio 14:22)

No importa si el hombre tiene diez puñados de arroz o diez toneladas de arroz. En el


primer caso el diezmo es un puñado de arroz, en el segundo el diezmo es una tonelada.

El que tiene poco apenas puede faltar en pagar los diezmos: es el que más necesita la
bendición de DIOS en sus campos.

Ninguno puede soportar la pérdida de las bendiciones que vienen a través de diezmar;
DIOS ha mandado los diezmos para mantener a los ministros en estos días como los
israelitas mantenían a los levitas, Números 18:21.

El diezmo incluye todo lo que pertenece a todo género de los productos de la agricultura e
incluso el ganado, Levíticos 27:30-34. Los hombres fieles diezman y DIOS honra su fe,
supliendo las necesidades de los ministros y del que diezma.

El diezmar es el modo que DIOS ha establecido para proveer las necesidades del
ministerio y de los creyentes que diezman

LA SEGUNDA VENIDA

La segunda venida de JESUCRISTO es una parte del evangelio y la esperanza bendita de


la iglesia de todas las épocas. El mismo vendrá a arrebatar a los que le esperan, 1
Tesalonicenses 4:14-18.

“Entonces los muertos en CRISTO resucitarán, y nosotros los vivos seremos


transformados en un momento y seremos arrebatados a estar para siempre con el
Señor,” 1 Corintios 15:51-52.

JESUCRISTO vendrá a la tierra en forma corpórea como se fue, Hechos 1:11; a arrebatar a
la gente santa que ha recibido la redención por la sangre de CRISTO, por el nacimiento del
agua y del Espíritu, y que permanecen fieles hasta su venida.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de
DIOS, descenderá del cielo; y los muertos en CRISTO resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado seremos arrebatados juntamente
con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor”
(1 Tesalonicenses 4:16-17).

Leer: Mateo 24; Hechos 3:19-21; 1 Corintios 11:26; Filipenses 3:20-21; Tito
2:13-14
27
LA VIDA EN LA ETERNIDAD

El infierno no es un mito sino una realidad terrible. Es un lago que arde con fuego y azufre
-un lugar de tormento-

“Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”


(Marcos 9:43-46); Apocalipsis 14:10-11.

“Los malos serán trasladados al Seol. Todas las gentes que se olvidan de DIOS”
(Salmo 9:17).

En Apocalipsis 21:8 se enumeran los que irán al infierno:

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y


hechiceros, los idólatras y todos los Mentirosos tendrán su parte en el lago que arde
con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

Amonestamos, por eso, a todos los hombres que teman a DIOS, como JESUCRISTO dijo:

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más
bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

El cielo tampoco es mito, sino una gloriosa realidad. Es la morada eterna de los que están
salvos por la fe en JESUCRISTO. Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, y no habrá mar
porque DIOS hará todo nuevo.

Habrá una gran ciudad -La Nueva Jerusalén- y JEHOVA DIOS estará allá. Enjugará las
lágrimas de los ojos de los que estarán en esa ciudad, porque no habrá más lágrimas,
enfermedades, aflicciones, guerras, hambres, ni vejez, ni muerte; habrá un día perfecto que
no cambiará ni pasará; y lo mejor es que veremos cara a cara a JESUCRISTO y seremos
semejantes a El por toda la eternidad, Apocalipsis 21:1-5 y 10-27, 1Juan 3:2-3

La paga del pecado es muerte; todos han pecado y están destituidos de la gloria de DIOS;
pero la dádiva de DIOS es la vida eterna por JESUCRISTO nuestro Señor, Romanos 3:23
y 6:23.

Todos están muertos en transgresiones y pecados hasta que se arrepientan y reciban la vida
eterna. No hay otro modo de recibirla.

JESUS dijo: “...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10:10).

28
Juan escribió: “Y este es el testimonio; que DIOS nos ha dado vida eterna; y esta vida
está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de DIOS no
tiene la vida” (1Juan 5:11-12).

Se entiende por estos versículos que solo los que se quedan en JESUS tienen vida eterna.
Sí queremos esta vida, tenemos que quedarnos en El.

UNA HISTORIA BREVE DE LA IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA.

La experiencia Pentecostal del bautismo del Espíritu Santo, acompañado por la señal de
hablar en otras lenguas según el Espíritu hace que se hable no es nada nuevo en la historia
de la iglesia.

Cincuenta días después de la resurrección de nuestro Señor JESUCRISTO, ciento veinte


personas estaban en un aposento en Jerusalén donde adoraban y oraban a DIOS.

“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados: y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos
del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablase”
(Hechos 2:2-4).

Cuando se oía hablar de este fenómeno, la gente se juntó y estaba asombrada y admirada
porque los extranjeros les oían hablar en sus propias lenguas. Luego predicó Pedro
diciendo que así se cumplió la profecía de Joel, Joel 2:28-32. También dijo el plan de
salvación.

“Pedro les dijo: Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de


JESUCRISTO para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están
lejos; para cuantos el Señor nuestro DIOS llamare” (Hechos 2:38-39).

Desde el día de Pentecostés y los días de la iglesia primitiva ha habido la apostasía:


“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la
apostasía...” (2 Tesalonicenses 2:3).

Pero con todo, la historia cuenta con muchos grandes avivamientos acompañados por los
dones espirituales y las manifestaciones que habían en la iglesia primitiva. En los días de
Tertuliano en el segundo siglo, de Juan Crisóstomo en el siglo IV, de ciertos cristianos del
siglo XIII, los cuáqueros del siglo XVII, y de los predicadores ingleses Juan Wesley, Jorge
Whitefield y Eduardo Irving muchos recibieron el bautismo del Espíritu Santo.

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En diciembre de 1900 unos creyentes sinceros, en el Instituto Bíblico “Bethel” en Topeka,
Kansas (EE.UU.) comenzaron a ayunar, orando que DIOS les mandara un derramamiento
del Espíritu Santo. Por la madrugada del primero de enero de 1901, el Señor les derramó el
bautismo del Espíritu Santo, y los creyentes hablaban en otras lenguas según el Espíritu les
daba que habaran como en el día de Pentecostés en el año 30 DC.

Inmediatamente comenzó un avivamiento que pronto llegó a Texas y desde allí alcanzó la
ciudad de Los Ángeles de California donde se concentró en un edificio viejo en la Calle
Azuza.

Ministros y evangelistas de todas partes de Norteamérica acudieron a los Ángeles y


misioneros volvieron de sus campos de trabajo para informarse del asunto y para recibir el
bautismo. Todos regresaron a sus campos. Predicando con la unción del Espíritu Santo.
Así es que el avivamiento se esparció en muy poco tiempo alrededor del mundo. Los
ministros predicaban con unción para cumplir el mandamiento de JESUCRISTO:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”
(Marcos 16:15).

Cuando los hombres fueron bautizados en el Espíritu Santo, comenzaron a entender la


Biblia de una manera que nunca la habían entendido antes. Comenzaron a entender las
verdades bíblicas que a través de los años eran muy difíciles de comprender. En 1914 vino
la revelación del nombre del SEÑOR JESUCRISTO.

Los creyentes se dieron cuenta de que las doctrinas de la absoluta deidad de


JESUCRISTO y del bautismo en el nombre de JESUCRISTO eran de suma importancia.
Predicaron la plenitud del evangelio, y DIOS corroboró el mensaje maravillosamente.

Se reveló el poder que había en el NOMBRE DE JESUCRISTO. Millares de personas


fueron bautizadas en el NOMBRE DE JESUCRISTO, y muchos recibieron el Espíritu
Santo mientras estaban en el agua. Como en los días de los apóstoles un sinnúmero de
enfermos fue sanados, y fueron echados fuera demonios. En muchas ciudades cuando
llevaron el mensaje, sucedió tal como pasó en Samaria: el avivamiento fue duplicado.

“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de DIOS y el
NOMBRE DE JESUCRISTO, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12).

Como el grupo de creyentes crecía rápidamente, ellos se daban cuenta de la necesidad de


la cooperación para llevar el evangelio a todo el mundo. Por eso se organizaron varios
grupos. Entre ellos, The Pentecostal Assemblies of Jesús Christ, Incorporated (Las
Asambleas Pentecostales de JESUCRISTO) y The Pentecostal Church, Incorporated (La
Iglesia Pentecostal). Con el tiempo estos grupos se juntaron cada vez más en doctrina y
compañerismo.

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En 1944, unos hombres sabios se dieron cuenta de que una sola organización sería más
eficiente para evangelizar el mundo que separadas, y en 1945, los dos grupos se unieron
con el nombre de The United Pentecostal Church Internacional (La Iglesia Pentecostal
Unida Internacional). Luego la organización se concentró en obras en misiones en el
extranjero que desde entonces han crecido mucho.

El propósito del cuerpo unido es predicar todo el evangelio a todo el mundo. Nos
comprometemos a adelantar el evangelio con nuestras oraciones, nuestra fe, nuestras
vidas, nuestro dinero y nuestro tiempo, en el temor de DIOS y sólo para su gloria.

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