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Serie 2012
Editores de la serie
Víctor M. Castel
CONICET y Universidad Nacional de Cuyo
Mabel Giammatteo
Universidad de Buenos Aires y Universidad del Salvador
Alejandro Parini
Universidad de Buenos Aires y Universidad de Belgrano
La Serie 2012 de los Volúmenes temáticos de la SAL publica una selección de trabajos de
los diversos campos que conforman las ciencias del lenguaje. La selección se hizo mediante
una convocatoria abierta a todos los autores que presentaron ponencias en el XIII Congreso de
la SAL (2012). Los volúmenes, editados y evaluados por expertos en los campos
correspondientes, reflejan el estado actual de las prácticas científicas de las respectivas
(sub)comunidades discursivas.
Volúmenes publicados
1. Enseñanza de lenguas e interculturalidad
2. Lenguaje, cognición y cerebro
3. Discurso especializado: estudios teóricos y aplicados
4. En torno a la morfosintaxis del español
5. Discurso, identidad y representación social
6. Léxico y sintaxis
7. Lenguas indígenas de América del Sur I. Fonología y léxico
8. Discurso argumentativo, jurídico e institucional
9. Lingüísticas del uso. Estrategias metodológicas y hallazgos empíricos
10. Enseñanza de la gramática
11. Lengua, historia y sociedad
Editoras
E-mail: editorial@logos.uncu.edu.ar
Web address: http://ffyl.uncu.edu.ar
Contacto Serie 2012 de Volúmenes temáticos: ilyce.director@ffyl.uncu.edu.ar
Alejandra Vidal
CONICET y Universidad Nacional
de Formosa
Maximiliano Wilson
Université Laval, Québec, Canada
Pablo Zdrojewski
Universidad de Buenos Aires y
Universidad Nacional de
General Sarmiento
Autores del volumen
Emiliano Battista
CONICET y Universidad de Buenos Aires
ironlingua@hotmail.com
Esteban Lidgett
CONICET y Universidad de Buenos Aires
ealidgett@gmail.com
Resumen
Admitido el carácter de constructo de la lengua denominada gauchesca en los
términos en que la definiéramos en trabajos anteriores (variedad dialectal propia
de la denominada literatura gauchesca, producto de una codificación escrita,
elaborada por autores cultos, de elementos seleccionados de las hablas de la
región litoral-pampeana, que amalgama en una dimensión única fenómenos
fonético-fonológicos, gramaticales y léxicos resultantes del proceso de koineización
del español introducido en América por los contingentes españoles), la aludida
codificación puede ser examinada como proceso en un decurso diacrónico, que
discrimine tanto la heterogeneidad de los materiales escritos que la reflejan como
los niveles léxicos y morfosintácticos implicados. Partiendo de las manifestaciones
iniciales aisladas atribuidas a esa variedad lingüística, y con especial detenimiento
en las composiciones de la dramaturgia rioplatense producidas en las postrimerías
de la época colonial y en las primeras décadas de la historia independiente (El
amor de la estanciera, Las bodas de Chivico y Pancha, El detall de la acción de
Maipú), el trabajo ofrece los resultados de una revisión comparativa del corpus
gauchesco inicial como prefiguración del estándar del género.
1 Introducción
En trabajos anteriores procuramos poner de relieve algunos rasgos
característicos y definitorios de la variedad lingüística que la tradición ha
denominado gauchesca (Moure 2008 y 2010), y de la que propusimos la
siguiente definición:
1 Fue Norma Carricaburo quien llamó la atención sobre la particular naturaleza de una
literatura –es decir un hecho de escritura–, que fue elaborada con el propósito de reflejar un
hecho esencialmente oral, compromiso estético que forzó a escritores cultos a rever y
transformar el entramado sintáctico de su modalidad escrita estándar para injerir de manera
verosímil la dimensión pragmática propia de la prosodia y expresión de personas ajenas a los
recursos y constricciones del canal escrito, lo que tuvo inevitables consecuencias en los planos
fonológico, morfológico y sintáctico (Carricaburo 2004).
2 Análisis
En la presente exposición, restringimos nuestro examen a tres
manifestaciones iniciales que han sido adscriptas al género que nos
ocupa, aunque tal caracterización no sea unánime entre los críticos,
polémica que eludimos en esta ocasión para atender exclusivamente al
soporte lingüístico de que se sirven. Son ellas el poema “Canta un guaso
en estilo campestre los triunfos del Excelentísimo Señor Don Pedro de
Cevallos” atribuida a Juan Baltasar Maciel y compuesta en 1777, en
ocasión de la reconquista de la Colonia del Sacramento, gesta que el
romance exalta (Barcia 2001: 54) y los sainetes de autor anónimo El amor
de la estanciera, escrito en fecha próxima a 1787 (El amor […] 1925) y El
detall de la acción de Maipú (Moure 2011), también anónimo, compuesto
en 1818, en fecha inmediata a la batalla aludida. Las tres obras se
distribuyen así cronológicamente en un arco que cubre las dos últimas
décadas del siglo XVIII y las dos primeras del XIX. Con el propósito de
abreviar, en lo que sigue las denominaremos respectivamente Canta un
guaso, El amor y Maipú.
Las sorpresas que deparan los cuarenta versos de Canta un guaso son
esencialmente léxicas, con una marcada concentración de voces de mayor
frecuencia americana (andurrial, mandria), los quechuismos guampa,
pampas, guaina y tala y la expresión de disparada, registrada poco antes,
en 1768, en un documento notarial de Bolivia (Boyd-Bowman) y por el
CORDE (Corpus de Referencia del Español) como primera aparición en la
obra gauchesca de Hilario Ascasubi en 1872. La forma diz que (“dis que
queda con la playa”, v. 34), reivindicada por Juan de Valdés, alcanza gran
extensión americana desde el siglo XVI, en particular en el registro
popular y rústico, y en nuestro corpus aparece después en Maipú (v.
232).2
La ortografía del sainete coincide casi uniformemente con la
normativa. Los dos registros con “i” como variante gráfica de la “y” (maior,
v. 3 y vaia, v. 10) conviven con el uso canónico (ya, v. 28 y playa, v. 34),
sin que parezca posible explicar la elección de las formas marcadas.
Dentro de la mayoritaria regularidad ortográfica del texto, en tanto es
curiosa la ausencia de caída de /d/ intervocálica, que será marca
frecuentísima en toda la producción gauchesca, en particular en los
participios en -/ado/ (ha zurrado, v. 12, ha arriado, v. 13), Canta un
guaso manifiesta la novedad de señalar por medio de una letra “g” la
aspiración de -/s/ en posición implosiva (las gazañas ‘las hazañas’ v. 4,
mis germanos ‘mis hermanos’ v. 17, las germanas de Apolo, v. 39, ‘las
hermanas de Apolo’), solución ortográfica que hasta donde sabemos no
adoptará ninguna de las posteriores obras de la gauchesca.
3 Observaciones finales
En este incipiente camino de cotejos de las obras de la gauchesca
primitiva, restaría al menos ampliar nuestras observaciones incluyendo
en el análisis otros dos sainetes próximos en el tiempo: Las bodas de
Chivico y Pancha, compuesta hacia 1823 y El valiente fanfarrón y criollo
socarrón, estrechamente vinculado al primero y de publicación que
todavía podemos calificar como reciente (Trigo Ehlers 1983).
Resumen
Este trabajo se enmarca en la sociolingüística histórica y se propone hacer un
recorte de las múltiples posibilidades de análisis que propone este campo,
abordando un documento particular, fechado en marzo de 1890, seleccionado de
un corpus más amplio de textos monolingües de español y bilingües español–
galés, pertenecientes al ámbito de la administración pública, de circulación en la
zona del valle inferior del río Chubut, entre los años 1865–1899. En él
observaremos las variaciones de estilo, asociadas a características diversas de las
situaciones comunicativas y de sus participantes, en tanto dichas particularidades
estilísticas devienen en formas de proyección, en los textos, de la dimensión social.
Estimamos que el análisis aporta a la reconstrucción del contexto sociohistórico en
que las variaciones en cuestión se sustentan, y permite inferir algunos rasgos
lingüísticos particulares del español vigente durante la etapa de asentamiento de
los primeros inmigrantes galeses en la región, la cual resulta fundacional en la
historia institucional de nuestra actual provincia: Chubut.
1 Introducción
El presente trabajo es un desprendimiento del proyecto de
investigación: El español en Chubut en el siglo XIX. Textos y contexto, que
dirige en la Universidad Nacional de la Patagonia (Sede Trelew) la Dra.
Ana Ester Virkel y de cuya unidad ejecutora somos integrantes. Dicho
proyecto, a su vez, es una extensión de otro que lo precedió: Historia del
español en Chubut. Período 1865-1899, llevado adelante por el mismo
grupo de investigación.
Inscriptas en el marco teórico de la sociolingüística histórica (Romaine
1982; Conde Silvestre 2007), dichas investigaciones atendían al propósito
fundamental de estudiar el primer período de difusión del español en la
Patagonia sur, de la que Chubut hoy forma parte; una difusión, por
cierto, tardía (últimas décadas del siglo XIX) en comparación con el
proceso de expansión ocurrido con la lengua en otras regiones de
Argentina.
En este sentido, este trabajo deriva de esas investigaciones en tanto
pretende describir aspectos específicos que fueron llamando
tangencialmente nuestro interés en el devenir del acercamiento analítico
a las fuentes documentales. Del amplio conjunto de fuentes, para este
trabajo particular, hemos optado por hacer foco en un extenso
documento que, por su contenido histórico, intencionalidad pragmática,
presentación bilingüe y estilo resulta especialmente atractivo y habilita
proponer para el futuro cruces comparativos con otros textos de la época
incluidos en el corpus base de investigación, como actas, solicitudes,
notas y reglamentos.
Atenderemos principalmente a ciertos rasgos asociados a
características de la situación comunicativa y de sus participantes que
devienen en formas de proyectar discursivamente la dimensión social en
toda su complejidad. El eje central será observar variaciones estilísticas
plasmadas en el registro de lengua, el género discursivo y las fórmulas de
tratamiento referencial, en tanto suelen denotar o connotar
representaciones sociales ligadas a la cosmovisión, la ideología y/o el
posicionamiento circunstancial de los interactuantes.
De este modo, nos planteamos un análisis que contribuya a la
reconstrucción parcial del contexto sociohistórico en que dichas
variaciones se sustentan, como, asimismo, a inferir algunas
particularidades del español vigente durante la etapa de asentamiento de
los colonos galeses en la región, período considerado fundacional para la
historia político-institucional de la provincia del Chubut.
2 Marco teórico-metodológico
La sociolingüística histórica es una subdisciplina que posibilita pensar
la dinámica social de una lengua en determinada etapa del pasado, es
decir, reconstruir de algún modo las variaciones en su uso en contextos
sociales alejados y, eventualmente, muy diversos del presente.
con la expresión galesa “Wladfa Gymreig”. De hecho, el término galés “Wladfa” ha pasado a
connotar, eventualmente, Patagonia y/o Chubut, aunque su traducción literal sea ‘colonia’.
Actitudes como esta harán que los colonos sientan cada vez más
desestimada la legitimidad de sus autoridades y amenazado el futuro de
sus procesos eleccionarios, que consideraban avalados incluso por la
antes citada Ley del Chaco. Insistirán en su aplicación, reclamando al
gobierno nacional, no sin atravesar importantes pleitos con sus delegados
en la región. Finalmente, en mayo de 1885, asumirá sus funciones el
primer gobernador del Territorio Nacional del Chubut, teniente Coronel
Jorge Luis Fontana, quien propiciará, entre sus primeras gestiones, la
realización de votaciones, las cuales devienen en la instalación, en agosto
de 1885, del nuevo Concejo Municipal en Gaiman, presidido por Eduardo
J. Williams, con jurisdicción en toda la zona poblada en ese entonces.
Justamente la amplitud de la jurisdicción dará lugar a nuevas
causales de conflicto, por cuanto, para favorecer una atención más
rápida y operativa de los asuntos, en setiembre de 1888, el gobernador
designará una comisión de cinco miembros circunscripta al pueblo de
Rawson, pero con todas las atribuciones de los concejos municipales,
acto que será mal visto por los miembros del Concejo original, como una
maniobra para debilitar el consenso, dividir fuerzas, reemplazar las
elecciones por la designación y derivar, en última instancia, el ejercicio
del poder a dicha comisión, supuestamente designada ad hoc. A pesar de
los reclamos, la situación derivará en la escisión efectiva de la
5 Palabras finales
Muchos factores inciden en la construcción y reconstrucción de los
discursos de acuerdo a los diferentes tipos textuales priorizados, la
estructuración de los mismos, sus rasgos estilísticos, el contexto en el
que se inscriben y la interacción de los participantes que los
protagonizan.
Sabemos que cada hablante/emisor deja, consciente o
inconscientemente, sus huellas y las de su mundo inscriptas en cada
texto producido. De igual modo, a través de la información contenida en
los documentos de archivo podemos deducir el pensamiento dominante,
contrastante o resistente, los principales actos y preocupaciones de los
hombres, sus hábitos y costumbres, sus conflictos, y, esencialmente, ver
cómo la lengua expresa y crea a la vez sus representaciones del mundo,
de la sociedad y de la época.
Si bien esta ponencia es solo una aproximación al estudio del
documento en cuestión y un incipiente acercamiento al corpus recopilado
para el proyecto de investigación que nos compete, deja una puerta
abierta para profundizar en su abordaje y proyectar nuevas indagaciones,
en tanto, a través de la lengua, podemos repensar un pasado que aún
tiene implicancias en nuestro presente y contribuye a delinear nuestra
identidad cultural y lingüística regional.
Esteban Lidgett
Resumen
La propuesta de este trabajo será analizar comparativamente, desde una
perspectiva historiográfica (Swiggers 2004 y 2009), las concepciones acerca de la
norma lingüística y las tradiciones gramaticales presentes en dos gramáticas que
corresponden a periodos históricos muy disímiles: La Gramática Argentina (1852)
de Rufino y Pedro Sánchez y la Gramática de la lengua castellana (1893) de
Ricardo Monner Sans y Baldmar Dobranich. Mientras que La Gramática Argentina
adopta una postura nacionalista con respecto a la norma lingüística local, en
consonancia con otras obras del periodo (Costa Álvarez 1922); la obra de Monner
Sans y Dobranich se alinea con el discurso purista y casticista sobre la lengua
nacional, propio de la administración educativa posterior a 1880 (Sardi 2006). No
obstante esto, nuestro análisis nos ha permitido confirmar que si bien existen
diferencias significativas en lo que respecta a la macroestructura de estas
gramáticas, puede corroborarse efectivamente la continuidad entre una obra y la
otra de un conjunto específico de tradiciones gramaticales (que van desde la
gramática racional a la académica). Esto permitiría pensar que la configuración de
la gramática escolar argentina, al menos desde el punto de vista de la
historiografía lingüística, presenta un desarrollo autónomo que no siempre
encuentra una correspondencia exacta con las políticas educativas de las distintas
administraciones públicas.
1 Introducción
El presente trabajo se inscribe en el marco del proyecto de
investigación plurianual CONICET titulado “La configuración de la
gramática escolar argentina (1863-1922)”, que tiene como objetivo trazar
una historia de la gramática escolar argentina desde la primera
legislación existente (1863, decreto fundacional del Colegio Nacional de
Buenos Aires) hasta la creación del Instituto de Filología de la
Universidad de Buenos Aires (1922).5 En esta línea, la propuesta de este
trabajo será analizar comparativamente, desde una perspectiva
historiográfica, las concepciones acerca de la norma lingüística y las
tradiciones gramaticales presentes en dos gramáticas que corresponden a
periodos históricos muy disímiles: La Gramática Argentina (1852) de
Rufino y Pedro Sánchez y la Gramática de la lengua castellana (1893) de
Ricardo Monner Sans y Baldmar Dobranich.
Los textos didácticos en general y las gramáticas escolares en
particular, por definición están atravesados por una intencionalidad
pedagógica determinada por los modelos educativos presentes. Esta
determinación, examinada en obras gramaticales de momentos históricos
disímiles, verificará resultados distintos expresados sustancialmente en
la macroestructura de cada obra. Sin embargo, en lo que respecta a las
tradiciones presentes en los textos, es posible plantear una continuidad
en una serie de rasgos que, aunque presenten diferencias en virtud de su
inscripción a contextos socio-históricos distintos, permitirían construir
una identidad genérica de la gramática escolar argentina. Tal
constatación daría la posibilidad de sostener que existe una línea
coherente de tradiciones gramaticales presentes en la gramática escolar
argentina, lo que demostraría que desde un punto de vista
historiográfico, los elementos a tener en cuento para la periodización no
pueden basarse únicamente en factores externos.
2 La metodología de análisis
Consideramos, siguiendo los postulados de García Folgado (2005), que
el abordaje de la corriente gramatical escolar desde la historiografía
lingüística permite analizar la historia de la gramática poniendo en
relación las obras con sus destinatarios, con la práctica docente, la
legislación que controla su producción y su lugar en la escala
epistemológica. En esta línea, postulamos la necesidad de un enfoque
historiográfico que integre la perspectiva orientada hacia el contenido y la
perspectiva orientada hacia el contexto. Si bien es cierto que ambas
3 Las gramáticas
Asumiendo esta definición de la gramática escolar y sus etapas,
proponemos a continuación un análisis sucinto de la Gramática
Argentina (1852) de Rufino y Pedro Sánchez y de la Gramática de la
lengua castellana (1893)8 de Baldmar Dobranich y Ricardo Monner Sans,
sobre la base de una matriz descriptiva construida a partir de los rasgos
que consideramos característicos de la gramática escolar. Estos rasgos
dependerán de la inscripción de las obras a sus respectivos periodos y, en
consecuencia, estarán codificados de un modo particular en cada texto.
6 De acuerdo con los datos que se han podido relevar hasta ahora en el PIP-CONICET “La
configuración de la gramática escolar argentina (1863-1922)”, hasta 1863 se publican en
Argentina nueve gramáticas y desde 1863 hasta 1900, periodo en que se consolida la
legislación escolar centralizada, se publican más de un centenar de gramáticas en este país
(cfr. García Folgado y Toscano y García 2012).
7 Hacia 1863, el entonces presidente Bartolomé Mitre firma el decreto a través del cual el
Departamento de Instrucción Pública crea el Colegio Nacional de Buenos Aires con el expreso
propósito de “fomentar la educación secundaria” (cfr. AA.VV. 1901: 120). En diciembre de
1864, por cinco decretos sucesivos, se crean los Colegios Nacionales de Mendoza, San Juan,
Tucumán, Salta y Catamarca; y con posterioridad se van creando en otras provincias (cfr.
García Folgado y Toscano y García 2012).
8 En adelante, GA y GLC, respectivamente.
12 Es el caso, por ejemplo, de las Lecciones de gramática castellana (1885 [11857]) de Marcos
Sastre.
13 En la GRAE (1796) ya se considera esta división de cuatro partes. Sin embargo, como
señala Gómez Asencio (1981), esta edición, si bien contempla las cuatro partes, lo cierto es que
no se ocupa ni de Ortografía ni de Prosodia, sino que repite la disposición de la primera
edición de 1771 que se centra en la Analogía y la Sintaxis. Recién a partir de la edición de
1870 puede verse el desarrollo de las cuatro partes mencionadas aquí: ortografía, analogía,
sintaxis y prosodia.
14 Véanse con relación a esto los trabajos de Calero Vaquera (2008), Calero Vaquera y
Zamorano Aguilar (2010) y García Folgado y Toscano y García (2012).
4 Conclusiones
Hemos intentado un análisis sucinto de la Gramática Argentina
(1852) y la Gramática de la lengua castellana (1893) sobre la base de una
matriz temática que comprende los rasgos que consideramos definitorios
de la gramática escolar argentina del XIX. Estos rasgos dependen de la
inscripción de las obras a sus respectivos periodos y, en ese sentido,
hemos tratado de analizar de qué modo se codifican esas marcas
15 Es posible encontrar referencias a estos aspectos por ejemplo en Hidalgo Martínez (1884),
García Velloso (1907), García Aguilera (1880) y Monner Sans (1904).
Emiliano Battista
Resumen
En el presente trabajo analizamos el modo en que Manuel de Montolíu (1877-
1961) representa el desarrollo histórico de la lingüística como disciplina científica.
Tomamos para ello dos artículos: el primero es “Karl Vossler. Su significación
dentro de las ciencias del lenguaje”, que corresponde a una publicación de 1918
en la revista Voces; el otro es “El lenguaje como fenómeno estético”, que
corresponde a una publicación de 1926 en el Cuaderno 7 del Instituto de Filología
de la Universidad de Buenos Aires, del que Montolíu había sido Director durante el
año anterior. En este marco, entendemos que la mirada historiográfica que
despliega Montolíu es funcional a su propuesta teórica. Específicamente,
encontramos que su lectura del pasado constituye un procedimiento
argumentativo al que denominamos recurso historiográfico (Toscano y García
2011), a través del que presenta las teorías lingüísticas que rechaza como
pertenecientes al pasado de la disciplina. Además, este argumento actúa como un
recurso que le permite tanto incorporar el paradigma de la lingüística idealista en
el ámbito de la filología hispánica como actualizar un debate epistemológico que se
formula explícitamente durante la primera mitad del siglo XX: la oposición entre
positivismo e idealismo como perspectivas teóricas opuestas para abordar la
reflexión sobre el lenguaje.
1 Introducción
En el presente trabajo analizamos el modo en que Manuel de Montolíu
(1877-1961) representa el desarrollo histórico de la lingüística como
disciplina científica. Tomamos para ello dos artículos: “Karl Vossler. Su
significación dentro de las ciencias del lenguaje” (1918) y “El lenguaje
como fenómeno estético” (1926).
La selección de nuestro corpus obedece a un criterio temático en al
menos tres sentidos. En primer lugar, por la importancia que reviste la
figura de Manuel de Montolíu en la filología hispánica (§1.1). En segundo
término, por la actualización del debate epistemológico entre positivismo
e idealismo que, al trazar su mirada historiográfica, el autor efectúa en
cada uno de los artículos. Se trata de un debate que se formula
explícitamente durante la primera mitad del siglo XX y que presenta estas
dos concepciones de ciencia como perspectivas teóricas opuestas para
abordar la reflexión sobre el lenguaje (§1.2). Y, en tercera instancia, por la
recurrencia de un procedimiento argumentativo al que denominamos
recurso historiográfico (Toscano y García 2011) (§1.3), a través del que el
autor presenta las teorías lingüísticas que rechaza como pertenecientes al
pasado de la disciplina. Si bien en ninguno de estos artículos delimita
etapas de manera explícita ni tiene el objetivo final de establecer un
criterio de periodización, en ellos Montolíu ofrece una clara
representación de la historia de la disciplina, principalmente de la
lingüística del siglo XIX. Específicamente, en ambas contribuciones
encontramos que su lectura del pasado le permite no solo incorporar el
paradigma de la lingüística idealista en el ámbito de la filología hispánica,
sino también legitimarlo en virtud de una tradición en la que busca
inscribirlo.
Así, mientras acepta los logros de la lingüística del siglo XIX, Vossler
intenta (re)introducir en ella la concepción espiritualista del lenguaje. Su
obra constituye, pues, “un verdadero rechazo de los criterios positivistas
neogramáticos y del creciente y amenazante monopolio de las ciencias
naturales” (López Sánchez 2006: 262).
El trabajo de Vossler explícitamente se propone “fortificar y estrechar”
la “necesaria ligazón” entre filología y filosofía, “aplicando a los más
importantes problemas de la lingüística los principios de la estética
idealística, tal como han sido formulados especialmente por Benedetto
Croce” (1904: 9). Así, Vossler aclara que en el positivismo y el idealismo
no deben verse “dos diversos sistemas filosóficos o grupos de sistemas”,
sino “dos direcciones fundamentales de nuestra facultad cognoscitiva”
(1904: 11). La distinción entre ambas direcciones, pues, “no se basa en la
naturaleza, sino en la finalidad y dirección del conocimiento”; ambos “no
son conceptos teóricos del conocimiento” sino, por el contrario,
“conceptos metodológicos” (1904: 11).
En este sentido, Vossler considera a los positivistas como “gente
prudente” que “ha puesto como objeto interino y próximo de la
investigación la descripción exacta del estado del hecho, el conocimiento
del material”; y a los idealistas como “los que prefieren ocuparse de la
solución causal” (1904: 12).17 Indica, entonces, que “junto al positivismo
completamente metodológico, relativo y subordinado, existe otro
positivismo metafísico, absoluto y opuesto hostilmente al idealismo”
(1904: 12); y es justamente este último contra el que considera que el
historiador (o el científico) debe reaccionar. El positivismo metafísico,
para Vossler, “no es ciencia”, sino “la muerte del pensamiento humano, la
ruina de la filosofía” (1904: 13).
Vossler, por lo tanto, adopta una “definición idealista”, que entiende al
lenguaje como “expresión espiritual” (1904: 19). Desde esta perspectiva,
el lenguaje es pensado como una “actividad espiritual individual” en la
que los elementos lingüísticos cuentan como “medios estilísticos de
expresión” (1904: 23). En suma, afirma Vossler, “la Estilística es y será el
alfa y omega de la Filología” (1904: 31). Equipara Lingüística con
Estilística, y esta última con Estética; y así concluye: “la Lingüística,
como estudio concreto del lenguaje, es historia del Arte” (1904: 49). En
definitiva, para Vossler, la estilística es “la fundamentación idealística de
la expresión hablada como creación puramente individual” (1904: 43), y
la tarea de la lingüística es, por lo tanto, “hacer ver el espíritu como la
única causa eficiente de todas las formas del lenguaje” (1904: 69).
18 Mounin (1967: 9) nos permite ampliar esta lista, pues también enumera una serie de
textos que cuentan con breves pasajes destinados a ubicar históricamente la perspectiva
teórica del autor: el “Apéndice I” de la Introduction à l’étude comparative des langues
indoeuropeénnes (1903), de Antoine Meillet (1866-1936); los cuatro primeros capítulos de
Language. Its nature, development and origin (1922), de Otto Jespersen (1860-1943); y el
capítulo I de Language (1933), de Leonard Bloomfield (1887-1949).
2 El “recurso historiográfico”
2.1 “Karl Vossler. Su significación dentro de las ciencias del
lenguaje” (1918)
Este artículo aparece publicado en 1918 en la revista Voces; en él,
Montolíu busca explicar cuál es la significación histórica de la propuesta
de Vossler en la ciencia lingüística, tarea que lleva a cabo a partir de la
presentación del marco en el que aparece la obra de este filólogo alemán.
En esta presentación incluye el contexto de recepción del que, en aquel
entonces, era el último libro de Vossler, y con el que éste inaugura los
de todas las formas del lenguaje”, siempre bajo “la norma de que el hecho
lingüístico es puro fenómeno estético” (1918: 71).
Luego, Montolíu releva una objeción frecuentemente realizada contra
la tendencia idealista, en la que, según se denuncia, “se hace imposible
toda metodología en el estudio del lenguaje” (1918: 71).21 Reconoce esa
crítica como procedente de los “profesionales encasillados en las
abstracciones y los profesionalismos de los métodos tradicionales” (1918:
71). Sin embargo, le concede “cierta apariencia de razón” en tanto
“Vossler sostuvo sus ideas en el terreno de la pura teoría o especulación
filosófica” (1918: 72). Frente a ello, en su defensa, argumenta que Vossler
“no destruye” sino que “simplemente corrige los métodos antiguos” (1918:
72). Así, Montolíu indica que, para Vossler,
21 Esta es, de hecho, la posición que, casi una década más tarde, expresará Alonso (1927) en
su primer artículo publicado en la Argentina, “Lingüística espiritualista”.
3 Consideraciones finales
Una vez analizados los dos artículos, confirmamos que la mirada
historiográfica que despliega Montolíu es funcional a su propuesta
teórica; en otros términos, que está al servicio del establecimiento de su
propio modelo teórico y de la construcción de una tradición científica en
la cual inscribirlo. Al mismo tiempo, aunque resulte paradójico,
encontramos también que su reconstrucción del pasado obedece a una
concepción acumulativa (positivista) acerca del progreso de la disciplina,
según la cual las diferentes perspectivas pertenecientes a la historia de la
lingüística, por superación o por apropiación de sus postulados, dan
lugar al desarrollo de la visión idealista.
De este modo, consideramos que las intervenciones de Montolíu
actualizan el debate epistemológico entre positivismo e idealismo y
ofrecen una interpretación particular de la discusión. El autor, acordando
con Vossler, no propone descartar los métodos de la filología positivista
sino incorporarlos a la perspectiva idealista y a su concepción del
lenguaje como fenómeno estético. Dicha visión del lenguaje utiliza los
estudios dialectológicos como un insumo metodológico de una nueva
teoría lingüística; esta teoría –que, como hemos señalado, aspira a
reintroducir la dimensión subjetiva en los estudios lingüísticos– es la que
Montolíu intenta difundir en un momento en el que están sentándose las
bases de la lingüística como disciplina académica en el mundo hispánico,
en general, y en la Argentina, en particular.
Resumen
En la Argentina, las políticas lingüísticas implementadas durante casi dos siglos
han transcurrido entre el purismo hispánico y la valorización de las variedades
regionales. Esta polarización se manifestó desde los inicios de la nación en una
lucha entre quienes proponían la regulación peninsular del castellano, y los
defensores de un modelo independentista que pugnaba por la instauración de una
pauta regional. La tensión entre esas dos actitudes es el nodo central de las
representaciones sobre la lengua en la Argentina y debe su existencia,
fundamentalmente, a la puja de diversos sectores de poder que, a la luz de modelo
decimonónico de Estado-nación, hicieron de la lengua un elemento constitutivo de
la identidad nacional. En la actualidad, las representaciones de la lengua con las
cuales se identifican los hablantes evidencian resabios de esa lucha por la
identidad lingüística. Este trabajo interpreta los resultados parciales de una
encuesta diseñada y dirigida por José Luis Moure y Leonor Acuña, investigadores
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El interés
de este estudio está centrado en caracterizar, a través del procesamiento de las
encuestas, las representaciones que los hablantes del Río de la Plata generan
sobre la lengua que hablan, así como determinar los vínculos entre estas
representaciones y los diferentes discursos circulantes sobre la lengua. Nuestra
hipótesis central es que estos discursos asumidos por los hablantes surgieron en
los inicios de la nación argentina, a comienzos del siglo XIX y se han mantenido
durante el siglo XX. En la actualidad, esas representaciones sobre la lengua
nacional se han refundido con las políticas panhispánicas, conservando, no
obstante, sus ideologemas fundantes: la relación conflictiva con las lenguas de
pueblos originarios y las lenguas extranjeras, la dependencia respecto de la
normativa española, y el vínculo entre la educación formal y la corrección.
1 Encuestas sociolingüísticas
Las variedades lingüísticas recortadas en un marco geográfico, así
como las relaciones que tienen entre sí, exceden los fenómenos atinentes
estrictamente al sistema lingüístico y están fuertemente influenciadas por
el valor que les asignan los hablantes. Es decir, las operaciones de
conocimiento, reconocimiento y percepción de una lengua involucran
necesariamente presupuestos e intereses específicos, de manera que las
variedades de la lengua están sujetas a presiones del contexto social que
se manifiestan de diversos modos, algunos de los cuales son
comportamientos lingüísticos. Así, resulta imposible establecer una
distinción categórica entre la descripción de una lengua o una variedad y
el valor social que esta comporta.
Los espacios de anclaje de las representaciones sobre la lengua (o,
como en el caso que tratamos aquí, sobre la variedad) son múltiples, y
muestran en sus discordancias la confluencia de discursos y, en ellos, las
distintas formas de entender los fenómenos lingüísticos alentadas por
diferentes intereses.
En ese sentido las encuestas son un instrumento privilegiado de
acceso a las representaciones que los hablantes tienen sobre la lengua y
sobre las instituciones reguladoras. El cotejo de las respuestas (de la
encuesta que describiremos más abajo) nos permitió comprobar que los
encuestados valoran positivamente ser consultados y se muestran
interesados en dar sus opiniones sobre la lengua que hablan. Este interés
redunda en respuestas comprometidas que dejan ver las áreas de
impacto del fenómeno lingüístico: la educación formal y el “nacionalismo”
lingüístico, entre las más salientes. La falta de reflexión metalingüística
de los hablantes sobre estos temas convierte sus respuestas en reflejos de
discursos circulantes y muestra las aristas de convergencia de ideologías
lingüísticas, en algunos casos contradictorias. Por eso, para encarar el
análisis de este tipo de encuestas es preciso tener en consideración que
los hablantes de la variedad absorben los discursos puestos en
circulación por diferentes agentes, así como las representaciones que les
subyacen. En la mayoría de los casos estos discursos, juicios o ideas de
los hablantes sobre la lengua han surgido de la exposición a canales de
difusión cuyos puntos de vista son muchas veces discordantes, pero
conviven en los hablantes argentinos en una tensión que ya forma parte
de su identidad lingüística.
22 Las preguntas sobre el nivel educativo alcanzado por el entrevistado y sus padres, así
como las que atienden al consumo de bienes culturales como diarios, revistas y libros apuntan
a construir el universo de pertenencia sociocultural del hablante. La aparición de este tipo de
preguntas en encuestas lingüísticas es novedoso, puesto que usualmente se consulta sobre
acceso a bienes económicos como estrategia para identificar la pertenencia a determinado
segmento sociocultural. La decisión de preguntar sobre las formas de acceso a la cultura
responde al fenómeno del ascenso social por la educación de las clases bajas, que fue posible
en Argentina desde mediados de siglo XX.
24 El análisis de las preguntas formuladas en la encuesta será foco de otros trabajos. Inquirir
acerca de quién habla bien o mal, o sobre si existen lugares donde se habla mejor o peor
sustenta la representación normativizante (y, eventualmente, monocéntrica) transmitida por la
escuela, afectando el valor de las respuestas obtenidas.
25 Un hablante fue muy elocuente en ese sentido. Su respuesta, antes de poner la cruz en el
casillero negativo entre las opciones de la pregunta 32: “¿Todas las personas hablan bien?”,
fue verbal y enfática: “todas las personas hablan mal”.
26 Desde nuestro punto de vista, la ausencia de referencia normativa local redunda en la
falta de confianza en el desempeño lingüístico que manifiestan los hablantes “legos” de la
región y, fundamentalmente, en el desprestigio de la variedad, eso explica la amplia mayoría de
respuestas que entienden que todos hablan/mos mal.
27 Los números expresados aquí no son porcentajes, sino cantidad de respuestas por área,
puesto que el entrevistado podía incluir hasta tres respuestas distintas en esa pregunta. No se
ponderó el orden que el hablante asignó a las respuestas. En el caso de que el entrevistado
hubiera respondido tres veces lo mismo, se contabilizó como una sola respuesta. Las
categorías, por su parte, agrupan respuestas de acuerdo con el área de procedencia de la
legitimación, como en los siguientes ejemplos: “educación” agrupa respuestas del tipo: “gente
con estudios”, “los que leen”; “medios de comunicación”: “algunos periodistas”, “Mariano
Grondona”; “profesiones”: “los sacerdotes”, “jueces”, “los profesionales”; “geografía”: “los
provincianos”, “gente del campo”; “edad”: “personas mayores”, “los de mediana edad”;
“actitud”: “los que se interesan por hablar bien”, “los respetuosos”.
Profesiones, 41; Escritores, 19; Geografía, 17; Edad, 15; Políticos, 11;
Actitud, 6.
La importancia relativa que los hablantes le otorgan a la educación
como forma de acceso al habla correcta se explica en la conformación de
representaciones sobre la constitución de la ciudadanía argentina, en
especial desde fines del siglo XIX. La escuela fue el canal civilizador por
antonomasia en la Argentina del siglo XIX: homologó las prácticas
lingüísticas, transmitió las pautas de comportamiento urbano, moral y
legal, y disciplinó los cuerpos en su circulación por el espacio público y
también en el ámbito familiar.
28 El papel de los medios de comunicación y los periodistas, locutores, etc. como modelos de
prestigio aparece entre las respuestas en segundo lugar. Los hablantes entienden que las
personas que forman parte de los medios de comunicación masiva son ejemplo del “hablar
bien”. Concretamente, se menciona frecuentemente a Alejandro Dolina, Antonio Carrizo,
Ernesto Sábato, Magdalena Ruiz Guiñazú, Mariano Grondona, entre otros. Puesto que la
encuesta fue hecha hace 16 años, podemos pensar que hoy se nombraría a otros personajes
vigentes, pero es notorio el hecho de que exista en los hablantes la idea de que los medios son
reguladores lingüísticos de hecho.
De esta idea se puede partir para considerar el papel central que desempeñan los medios de
comunicación en la difusión del español neutro y las ideologías lingüísticas que le subyacen.
El ideal de lengua global generado e impuesto por empresas transnacionales de comunicación
y la representación de que los medios operan como reguladores se superponen al
supradialecto ideal al que acuden los hablantes como referencia. Esta penetración mediática y
las planificaciones lingüísticas que toman los medios como eje central se apoyan y alientan
representaciones preexistentes como la que la encuesta deja en evidencia.
30 Las interferencias lingüísticas (“tienen muchos modismos de otros países como el Centro y
Sudamérica”) fueron mencionadas en tercer lugar de importancia para caracterizar a quienes
hablan mal, pero en segundo, si consideramos las malas palabras o frases ordinarias dentro
del parámetro “acceso a la educación”. Los “pueblos inmigratorios” nombrados
mayoritariamente fueron italiano y paraguayo (también aludido por los encuestados por su
lengua, guaraní).
31 Algunas respuestas a la pregunta 35 apelaron a la condición económica. No obstante su
falta de representatividad (fue aducida por solo 17 encuestados), es destacable porque expresa
la relación entre la lengua y el acceso a determinadas formas de la cultura y de bienes
simbólicos que en la Argentina posterior a los gobiernos de Juan Domingo Perón se hizo
posible para las clases obreras. El ascenso social por la educación continúa funcionando, al
menos discursivamente, en las clases con menos recursos económicos. En Argentina, el acceso
a la educación está garantizado por la gratuidad y es alentado por la obligatoriedad; esta
condición permite asociar el “hablar bien” con fenómenos sociales del tipo “actitud” que
mencionamos arriba.
De acuerdo con esta idea, Paffey (2007) afirma que existe el prejuicio
que ve a las variedades americanas del español como impuras debido a la
influencia de las lenguas de inmigración y de sustrato, razón que ampara
la adopción de la variedad peninsular como resguardo de la pureza de la
lengua (lema centenario de la RAE). Quedaría garantizado así el control
por parte de España de la llamada “lengua común”. En efecto, la Nueva
Política Lingüística Panhispánica reconoce solo dos variedades: “No
resulta siempre fácil determinar cuál es la base común, pues a la doble
variedad, española y americana, se añaden los particularismos
regionales.” (Asociación de Academias 2004 NPLP: 9).
En las respuestas de los hablantes se advierten los resabios de estos
discursos. A la pregunta 42: “¿Hay lugares en la Argentina o en otros
países donde se habla peor que aquí?” respondieron “en zonas de
frontera, por el contacto con otra lengua (portuñol, por ejemplo), porque
la lengua está `como sucia´ por causa de otras lenguas”, “los de
Paraguay, porque no se les entiende”, “los de Paraguay, se me hace una
mezcla de idiomas, no es español puro”, “en lugares marginales del
litoral, porque hay mezcla de culturas”, “hablan mal los inmigrantes de
países limítrofes porque a veces hablan otras lenguas como guaraní”,
entre muchos otros ejemplos similares.
Es decir, la actitud frente a las variedades americanas y las lenguas
de contacto sigue, concordantemente, vinculada con la necesidad de
controlar el ingreso de palabras extranjeras y mantener la homogeneidad.
La penetración de este punto de vista aparece en respuestas como: (por
qué hablan mal) “mezclan palabras del guaraní y el español”, “por
bolivianos y paraguayos”, “no tienen nacionalidad”, “interferencias
lingüísticas”, “no utilizan frases propias del lugar”. En ese sentido, las
cuestiones vinculadas con el (des)prestigio asociado con ciertas
variedades, así como el poder adquisitivo como fenómeno relacionado con
la corrección, tallan fuertemente en las representaciones del buen hablar.
Balibar (1991), en su artículo “Etnicidad ficticia y nación ideal”,
sostiene que la memoria colectiva se perpetúa a costa del olvido
individual de los orígenes. En Argentina, este principio refundió (y
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