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PRESENTA
CATEDRÁTICO
Tal y como tiene a bien establecer Don Javier Piña y Palacios, en el prólogo de la
obra materia de nuestro análisis: “Nada Interesa más a una nación que tener buenas
leyes criminales, porque de ellas depende su libertad civil, y en buena parte la buena
constitución y seguridad del Estado”. 1
“Las pasiones siempre vivas de los hombres y la malicia infinitamente variable, que
encierra a sus profundos y tortuosos senos el corazón humano, producen
naturalmente la perfidia, el dolo, las disensiones, la injusticia, la violencia, la
opresión y todos los demás vicios y delitos, que al paso perturban el sosiego y
seguridad de los particulares, tienen en una continua agitación y peligro a la
república, contener o prevenir estos malos efectos, encadenar la fuerza y la
violencia con lazos suaves, pero fuertes”.2
La obra intitulada “Discurso sobre las Penas”, del Ilustre Penalista Novohispano
Manuel de Lardizábal y Uribe es sin duda alguna la lectura obligada al que todo el
que aspire a ser un buen Penalista debe consultar, ya que en primer lugar es claro
que a través de ella vemos cimentados los principios básicos del Derecho
Penitenciario, postulados que lamentablemente el legislador se ha a apartado de
ellos en la elaboración de las leyes, precisamente por el desconocimiento del gran
precedente que ha dejado sentado este tratadista.
Por otra parte es de resaltar el terrible “secuestro” que viven los diversos
programas académicos de la asignatura de Derecho Penal en las diversas Escuelas
y Facultades de Derecho del País, arropados por la aparente “modernidad jurídica”,
se han olvidado de analizar críticamente los verdaderos orígenes de nuestras
instituciones jurídicas, nos olvidamos de darle el justo lugar en la historia a aquellos
hombres que desde este “lado del charco” han contribuido notablemente al
1 De Lardizábal y Uribe, Manuel, Discurso sobre las Penas, 1ª. Ed., actual, México, PORRÚA,
2005, P. XX1.
2
Idem.
desarrollo del Derecho Penal, ideales que son únicos y se encuentran a la altura de
otros grandes tratadistas Europeos, ya lo decía el estudioso de la historia del
Derecho Penal Mexicano, el Doctor Juan Pablo Salazar Andreu y lo decía de
manera categórica, “En lo que hoy es América, también supimos como se cuecen
los frijoles”.
En este orden de ideas consideramos que debe ser a todas luces INADMISIBLE
que en los programas académicos de Derecho se hable de las escuelas penales, y
en específico se idealice en demasía y se convierta en proser a Cesar Beccaria,
cuando en nuestro actual territorio, y con beneplácito lo menciono: ¡Hemos Tenido,
Señores al padre del Derecho Penitenciario de América!, situación que nos debe
obligar, primero a dimensionar sobre la trascendencia de la formación de lo que lo
que hoy podemos denominar quizá con el error a equivocarnos “Las Primeras
Escuelas Penales Americanas”, en específico el estudiar a lo que yo quizá para
algunos ilusamente llamo, La Escuela Positiva del Derecho Penal en nuestro actual
Continente Americano.
Por otra parte, destaco cuánta razón tienen muchos juristas al decir que el
Derecho en la actualidad se está elaborando con desconocimiento de sus principios
básicos, y el Derecho Penal, no escapa de tal realidad, y es que hoy vemos con
tristeza que producto de la Reforma Constitucional, en materia Penal, de Seguridad
Pública y Penitenciaria que data del año dos mil ocho, como el Derecho Penal
lamentablemente está orientado en reprimir el delito en lugar de prevenirlo, en
sospechar de todos los ciudadanos en lugar de aplicar la norma penal con cierto
grado de certeza, en aplicar a ciertos ciudadanos infundadamente el Derecho Penal
del Enemigo, vulnerando el Principio de Presunción de Inocencia, y a otros cuyas
conductas representan en sí un verdadero peligro para el estado aplicarles el
Derecho Penal para el delincuente común.
Manuel de Lardizábal y Uribe nos enseña cuan apartada esta la Nueva Ley
Nacional de Ejecución Penal de la realidad jurídica imperante de nuestro México
actual, pues solo basta analizar el concepto de pena y los fines de la misma, que
atinadamente ha esgrimido el Jurista Novohispano, para entender que cuando se
fomenta la ociosidad en los Centros de Reinserción Social, las penas se apartan de
todos sus fines y pierden todo sentido.
Mucha razón tiene el Lardizábal, cuya obra nos recuerda que la libertad triunfa
cuando las leyes criminales sacan las penas que imponen de la naturaleza particular
de cada delito, porque entonces cesa todo arbitrio, y la pena no se deriva de la
voluntad o del capricho del legislador, sino de la naturaleza de la misma cosa, y así
no es el hombre, el hace violencia al hombre cuando se le castiga, sino sus mismas
acciones.
Finalmente quiero establecer que la obra intitulada “Discurso sobre las Penas”, es
sin lugar a dudas un elemento que enriquece el cultivo de la cultura jurídica en el
actual continente americano, pues como lo hemos citado y aprendido en este curso
el Derecho es más que simple técnica y normas jurídicas, por otro lado sabemos
que la Historia del Derecho Penal en lo que hoy conocemos como México ha sido
quizá ingrata con Manuel de Lardizabal y Uribe, pues no se le ha dado la justa y
digna dimensión que se merece, no se trata pues de crear próceres, mucho menos
de enaltecer a un personaje, se trata de homenajear y dimensionar el trabajo de
quienes han puesto las primeras piedras en el desarrollo del Derecho Penal, por lo
que por medio de esta introducción no me resta más que exhortar a seguir
cultivando nuestra cultura jurídica, por que a partir del desarrollo de la misma,
indudablemente tendremos una sociedad mejor y nos acercaremos a comprender
de la mejor manera posible, nuestra realidad jurídica.
CAPÍTULO PRIMERO
MANUEL DE LARDIZABAL Y EL DERECHO INDIANO
3
Cruz Barney, Oscar, Historia del Derecho Indiano, México, TIRANT LO BLANCH, 2012, p. 14
4
Idem.
5
Ídem.
El derecho castellano se aplica con carácter supletorio respecto del derecho
indiano en sentido estricto, ya que éste respondía a situaciones que, por no estar
contempladas en el ordenamiento español, requerían regulación propia.6
6
Idem.
7
Ibidem, p.16.
1.2 ETAPAS DEL DERECHO INDIANO
l. De 1492 a 1499: en esta etapa el gobierno fue exclusivo de Cristóbal Colón, con
base en lo dispuesto por las Capitulaciones de Santa Fe y demás disposiciones
administrativas y de gobierno posteriores.8
5. El siglo XVIII: durante éste tuvo lugar una serie de reformas estructurales en
lo político, económico, militar, hacendario y educativo, en pos del mayor rendimiento
de los territorios americanos.
8
Idem
derecho castellano. La abundancia de estas disposiciones hizo necesaria la
preparación de diversas colecciones para facilitar su conocimiento y consulta.9
Las disposiciones castellanas para las Indias se clasifican como leyes en sentido
estricto y como.
B) Reales cédulas: Éstas eran las más usuales y se integraban por un intitulatio o
encabezado, en donde se consigna el nombre del monarca junta con todos sus
títulos, dirección en donde se indica a quién está dirigida, prefacción en la que se
exponen los motivos que dieron origen a la disposición, una parte dispositiva, que
se inicia con la fórmula de ordeno y mando, si se dirigía a individuos o corporaciones
civiles, o bien con ruego y encargo, si estaba destinada a eclesiásticos; la pena, la
data, es decir, día, mes y año en que la disposición se dictó, la firma del monarca,
que podía ser, según el momento, con estampilla y el refrendo del secretario, sello
de la Cancillería y rúbricas de los consejeros de Indias.
9
Ibidem, p.17.
por las autoridades americanas como virreyes, gobernadores y presidentes, y que
tuvieron un ámbito provincial de vigencia, estos son los autos, los mandamientos y
las ordenanzas de gobierno.
A lo anterior se sumaron en el siglo XVIII, las reales órdenes, los reales decretos y
el reglamento.
Además, nos encontramos con los autos acordados del Real y Supremo Consejo
de las Indias, así como los de las Audiencias y el virrey en las Indias.
10
Ibidem, p.22
El orden de prelación en las Indias fue el siguiente:
I. En primer lugar, las leyes dictadas especialmente para las Indias, ya sea en la
Península y en las propias Indias.
11
Ibidem, p. 29.
12
Ibidem, p. 46.
que su riqueza conceptual y técnica había sido una eficaz arma en contra de la
dispersión jurídico-política que caracterizó a la alto Edad Media.13
Aunque para el siglo XVI el ius commune ya mostraba una profunda decadencia, en
Castilla y otros reinos de la Península vivió un esplendor inigualable. Algunos de los
más distinguidos representantes del mos italicus tardío se desarrollaron junto con
los famosos teólogos juristas españoles y con la corriente de los humanistas del
derecho o mos gallicus.
13
Idem.
"...si se hiciese reflexión sobre la extensión enorme y disonancias de los tres cuerpos de
Derecho, Romano, Canónico y Real, la necesidad de instruirse en ellos, la precisión de leer
los volúmenes de los intérpretes y decisiones de los tribunales, distinguir entre sus diversas
clases, y formar concepto entre sus diversas opiniones y adaptaciones al uso del país„.,
pocos habría que quisiesen exponerse a tan molestas tareas”.14
CAPÍTULO SEGUNDO
En el Presente Capítulo sin lugar a dudas constituye uno de los aspectos más
importantes del presente estudio introductorio de la obra “Discurso sobre las Penas”,
ya que es aquí en donde analizamos la influencia de su formación académica y
cultural en la postulación de los principios contenidos en su obra, por lo que en este
segundo capítulo podemos observar claramente como comienza a gestarse el gran
jurista novohispano.
14
Ibidem, p.47.
15
Henriquez Ureña, Pedro, México El Hermano Definidor, México, COLMEX, 2013, p.232.
y, a su vez, hijo de Pedro de Uribe Zarza, natural de Lequeito, su abuela materna
era natural de Santa Fe en Nuevo Reino de Granada.16
En 1761 pasó a España junto con su hermano; cursó ambos derechos con éxito
ruidoso, en la Universidad de Valladolid, Allí perteneció a la Academia Geográfica-
Histórica. Ya siendo abogado, se trasladó a Madrid, donde alcanzó rápidamente
puesto señalado que como jurista y hombre de letras.17
Entró en la Real Academia Española de la Lengua en agosto de 1775, sucediendo
a don Francisco Angulo; en octubre de 1777 se le eligió secretario perpetuo, en
sustitución de don Juan Trigueros: desempeñó el cargo hasta 1794, año en que fue
desterrado por Godoy, y volvió a ocuparlo por pocos días en 1814, para renunciarlo
el 30 de junio de ese año; colaboró, sin embargo, en las ediciones tercera, cuarta y
quinta del Diccionario (1780, 1783 y 1791) y en la monumental edición, primera
bilingüe, del Fuero Juzgo, aparecida en 1815, en la cual trabajó con Jovellanos,
José Miguel de Flores, Antonio Tavira y Antonio Mateos Murillo.
Bajo Carlos III, el año de 1770, se le designó para trabajar en compañía de los tres
consejeros de Castilla encargados de la reforma de las leyes penales: Lardizábal
fue quien realizó, según parece, la mayor parte del trabajo preparatorio de
investigación, y de él sacó las bases para escribir su interesante Discurso sobre las
penas; pero la reforma de la legislación criminal de España quedó pendiente por
mucho tiempo, a pesar de estas labores. También recibió Lardizábal, hacia 1780, la
comisión de reunir las principales leyes no incluidas en las Recopilaciones ni en los
Autos acordados: su labor sirvió de base a la Novísima recopilación, publicada al
fin, en 1805, bajo la dirección de don Juan Reguera y Valdelómar.
El gobierno de Carlos III le confirió nombramientos para puestos distinguidos: oidor
honorario de la Real Chancillería de Granada; fiscal de la sala de alcaldes de corte;
fiscal del Supremo Consejo de Castilla; consejero y camarista del rey. Bajo Carlos
IV tuvo menos fortuna: en 1794 se le desterró de la corte, lo mismo que a su
hermano Miguel, de dramática historia política. Ambos fueron probablemente a
residir en Guipúzcoa, donde Miguel de Lardizábal volvió a la corte cuando la
16
Idem.
17
Ibidem p.233
ascensión de Fernando VII al trono: fue representante de México en la Junta Central
de Cádiz y miembro del Consejo de Regencia en 1811; acusado ante las Cortes,
por el ataque que les dirigió en el Manifiesto publicado en Alicante, se pidió para él
la pena de muerte en el tribunal que le juzgó en mayo en 1821, y se lo condenó al
fin a ostracismo, que hubo de sufrir en Inglaterra; regresó triunfante en 1814, a
ocupar el Ministerio Universal de Indias en el gobierno de Fernando VII, pero cayó
en desgracia, quizá por alguna indiscreción de su correspondencia, y pasó
nuevamente a dirigir el seminario, antes citado, de Guipúzcoa, donde debe de haber
muerto.
Pocos datos hay sobre la vida de Manuel de Lardizábal durante ese periodo, pero
es de suponer que le afectaran las fortunas de su hermano: se sabe que volvió a
Madrid en 1814, y allí murió el 25 de diciembre de 1820; le sucedió, en el sillón de
la Academia, Martínez de la Rosa.18
18
Idem.
años, a la cátedra temporal de Artes. Continúa estudiando y, en 1759, alcanza el
grado de Bachiller en Teología, también en México , con los títulos anteriores,
muestra su decidida vocación por el estudio universitario, por lo que resuelve
ampliarlos a la península.19
Respecto de la fecha relacionada con su arribo a la península y el curso de sus
estudios, Blasco anota: contaría entonces aquél de ser exacta la fecha que se ha
dado de su nacimiento, la edad de veintiún años, cumplidos llegados a España se
instalaron en Valladolid Don Manuel continuó los de jurisprudencia, hasta
graduarse, Casabó precisa que en n 1762, se gradúa de Bachiller en Leyes en la
Universidad de Burgo de Osma, iniciándose como pasante en Valladolid.
En el mismo año, 1764, se gradúa de Bachiller de Cánones y fue profesor sustituto
en la Cátedra de Código antiguo y Código moderno, a partir de entonces desarrolla
multitud de actividades académicas que se relacionan en la hoja de méritos de la
Universidad de Valladolid.
En 1768 ingresa a la Real Academia Geográfico Histórica de Caballeros de
Valladolid. Al año siguiente, explica en dicha Academia Geometría e Historia de las
Leyes de España. En 1770, contando con 31 años de edad, decide trasladarse a
Madrid, también en 1770, a propuesta del Duque de Alba, Director de la Real
Academia de la Lengua, es nombrado Académico Supernumerario, cuando fueron
inaugurados en 1771 los reales Estudios de San Isidro, Lardizábal resolvió opositar
a la cátedra de Derecho Natural y de Gentes.
El tribunal estaba compuesto por Francisco Cerdá, José Maymo, Ignacio Aso y
Tomas laves de Salas, que tanta influencia tuvo en los inicios de la codificación
penal. Tras el sorteo de tres temas, Lardizábal eligió para su disertación el que
llevaba por título "Sobre la sanción de las leyes y sobre la importancia de las penas".
La propuesta fue considerar que los mejores eran los de Joaquín Marín, Bernardo
Dambila y Manuel de Lardizábal.
Barrón Cruz, Gabriel Martín, “Manuel De Lardizábal y Uribe: Perfil de un Penalista Indiano” , Iter
19
Criminis, México, segunda época, año 2002, núm. 3, Agosto- Diciembre de 2002, pp. 149-161.
En 1773 solicita un cargo a las autoridades, Manuel de Roda, pide a Aranda que
acceda en 1755, es nombrado Numerario de la Real Academia de la Lengua,
pasando a ser el quinto de la letra C.
Por otra parte debido al esplendor y buen gusto de los Gimnasios de Teología, y
Leyes de aquella Academia Valladolid, dicha Ciudad honró a Manuel de Lardizábal
con el título de su Académico, de Abogado de la Chancillería y de los reales
consejos.
Siguiendo con los hechos trascendentales en la vida de Lardizábal, se establece
que el 30 de noviembre de 1776 aparecía una consulta hecha por éste consistente
en la actualización de la Nueva Recopilación con las disposiciones posteriores a
1745, cuando tal proposición llegó a Napoleón, le indignó.
20
Orella Unzué, José L.,” Manuel y Miguel de Lardizábal y Uribe y el Estatuto de Bayona”, Introducción a los
Estudios Vascos núm 4, año 2009, pp.233-254
Además de dar legalidad al nuevo poder en España, en Bayona se pretendía
contener la insurrección que se propagaba por todo el país. Se hablaba de la
salvación pública lograda a partir de la unión general con el nuevo gobierno.
En Bayona de los 150 diputados designados en la convocatoria sólo accedieron 65
al principio de la reunión y luego aumentaron hasta 91. Muchos de éstos de última
hora habían sido designados por Murat o por el mismo Napoleón.
Manuel de Lardizábal asistió a todas las sesiones de Bayona a excepción de la
séptima y firmó en la última (7 de julio): “la aceptación que la Junta había hecho en
voz de Constitución”. Sancionaron también con su firma el nuevo Estatuto el conde
de Orgaz, Montellano, los duques del Infantado, Hijar, Parque, Osasima, Amoroz,
Ceballos y Azanza. Asistieron un total de 65 diputados que fueron los que firmaron
el estatuto.
El mismo día de la jura de la Constitución José I Bonaparte reorganizó su ministerio
nombrando a Mariano de Urquijo como secretario de Estado, a Pedro de Ceballos
en Negocios Extranjeros, al conde Cabarrús en Hacienda, a Sebastián Piñuela en
Gracia y Justicia, a Gonzalo O´Farril en Guerra, a José Mazarredo en Marina, a
Miguel José de Azanza para Indias y a Gaspar Melchor de Jovellanos para la
secretaría de Interior, cargo que no aceptó.
Sin embargo varios consejeros de Castilla y entre ellos Lardizábal redactaron unas
“Reflexiones sobre el Estatuto Constitucional”.
CAPÍTULO TERCERO
MANUEL DE LARDIZABAL Y URIBE Y EL CÓDIGO CAROLINO
22
Idem.
crimen pasional cometido en estado de ira momentánea (art. 137) y en los casos
de fuerza mayor dada por una situación de hambre irresistible (art. 166), con un
sentido social. De igual forma, introdujo la tentativa del delito (art. 178), la
complicidad y asistencia (art. 177), el problema de la imputabilidad por edad o
locura (art. 179), la legítima defensa (arts. 139-145), el delito juvenil para el cual se
previeron sanciones más suaves —por ejemplo para los ladrones con menos de
14 años de edad (arts. 164 y 190)— y promovió la consideración de las
circunstancias particulares del caso y del delincuente (art. 104)
A diferencia del posterior derecho penal de tipo ilustrado, la Carolina no prohibió la
analogía.
En vez de la máxima nulla poena sine lege, la analogía fue permitida por el
artículo 10536. No obstante, según su ideal de combatir la arbitrariedad penal,
definió sus sanciones como límites superiores, quitándoles la potestad a los
jurados locales de agravar la pena.
23
Idem.
tocaron varias dimensiones penales, pero no fueron códigos completos74. La única
normatividad penal comparable fue la ya citada Partida séptima de Castilla, aunque
esta conservó muchas lógicas del siglo XIII que requirieron de la interpretación
profunda para adaptarlas a la mentalidad jurídica del siglo XVI, así en particular
mediante la reedición glosada y actualizada de 1555. En el siglo XVI, la Partida
séptima se difundió también a los virreinatos americanos de la monarquía
madrileña75. Por su parte, el Libro VII de la Recopilación de las Indias de 1680
contuvo más normas complementarias de la buena policía que características de un
código penal76. En cuanto a los rasgos generales, se coincide con Francisco Tomás
y Valiente que “el derecho penal de los siglos XVI a XVIII es sensiblemente análogo
en todos los grandes países europeos”77, aunque con particularidades
significativas como la persecución penal de los herejes en la Europa mediterránea
a manos de tribunales (semi) eclesiásticos78 y la de las brujas en la Europa
noralpina por cortes ordinarias, por lo que el carácter general de una familia jurídica
no se fundamentó tanto en supuestas raíces en la antigüedad romana, sino
principalmente en el proceso formativo de la cultura jurídica de Europa en los siglos
XIII a XVI.
A nivel mundial, el texto más comparable de la Modernidad temprana fue el Código
Qing, elaborado en 1646 por el Imperio Chino con un total de 436 artículos. El
enfoque procesal en la confesión de los delincuentes, obtenida por la tortura judicial,
parece semejante. Por su parte, el Imperio Otomano del Sultán Solimán “el
legislador” (1520-1566) dejó elaborar un montón de kanunes, inclusive penales, que
se unieron en el Kanun-Nameh. Los kanunes penales articularon la tendencia a
atenuar las interpretaciones duras de la sharia religiosa, así por ejemplo en la esfera
de los delitos sexuales que se enfocaron en multas en vez de la muerte cruel por la
lapidación.
A pesar de que dichas normas penales asiáticas conocieron también la tortura y
múltiples penas de muerte, la tendencia general parece menos cruel que la europea
de entonces.24
24
Idem
CAPÍTULO 4
ESTUDIO Y ANÁLISIS DE LA OBRA “DISCURSO SOBRE LAS
PENAS”
4.1 REFLEXIONES
25
Op.cit.; Barrón Cruz, Gabriel Martín, “Manuel De Lardizábal y Uribe: Perfil de un Penalista
Indiano” , Iter Criminis, México, segunda época, año 2002, núm. 3, Agosto- Diciembre de 2002,
pp.161-165
términos de una funcionalidad utilitarista radicada en las posibilidades de aplicación
técnica.
En este sentido existía la necesidad de fundar un conocimiento en premisas válidas
que permitieran independizarlo del mito y de la magia, pretendiendo ser neutral y
con ello como "relato de la ciencia". Así Lardizábal al emitir opiniones, discursos,27
de certeza sobre la realidad, es decir, que validan y proponen enunciados
denotativos sobre la realidad en términos lógicos, con los que articula la relación
entre ciencia y verdad. En tanto que en el cúmulo de discursos de certeza el relato
de la ciencia se complementa a través de su aplicabilidad en forma de tecnologías
específicas: la ciencia es cierta porque es útil y es útil porque es cierta.
Posteriormente, al ocuparse de las penas, se refiere al entonces novedoso principio
de legalidad. En primera instancia, y de manera decidida, manifiesta que una de las
cualidades que deben tener las penas "es ser dictadas por una ley" porque "sólo las
leyes pueden decretar las penas de los delitos, y esta autoridad debe residir
únicamente en el legislador". Con ello admite el principio de legalidad en las penas,
el efecto de ello es que sólo a los jueces les compete examinar si se ha infringido o
no la ley.
La postura enunciada es modificada al señalar que "muchas veces es preciso dejar
a la prudencia del juez la aplicación de la ley en ciertos casos particulares que
siendo conformes a la mente del legislador, no se expresa literalmente en sus
palabras", justificando esta postura en el argumento de que las leyes no pueden
comprender todos los casos, considerando necesario consultar el espíritu de la ley.
Por lo que se refiere a los delitos, Lardizábal los dividió en cuatro: primero, contra la
religión; segundo, contra las costumbres; tercero, contra la tranquilidad, y, cuarto,
contra la seguridad pública y privada. Manifestando que la pena derive de la
naturaleza del delito, teniendo en cuenta los criterios (intención, malicia) a utilizar
para determinar la gravedad de éstos, planteando la dificultad para conocer la
verdadera intención de una persona para cometer un acto criminal. Señalando que
existen actos internos del hombre que lo llevan a cometer ciertos actos,
considerando que esto puede ser falible.26
26
Idem.
4.2. DE LA NATURALEZA DE LAS PENAS, DE SU ORIGEN Y DE LA FACULTAD
DE ESTABLECERLAS Y REGULARLAS
1. Naturaleza
Entre las diversas etimologías que se dan de la palabra pena, la más cierta es que
es de origen griego, esta etimología es conforme a la definición que hacen algunos
autores, la cual no es otra cosa, que el mal que uno padece contra su voluntad y
por superior precepto, por el mal que voluntariamente hizo con malicia o por culpa.
Es pues de naturaleza de la pena, según esta definición que haya de imponerse por
una potestad superior, porque es la ejecución de una sentencia judicial, y por
consiguiente no hay pena sin ley, no hay ley sin legislador, ni legislador sin
superioridad. Asimismo es necesario que sea contra la voluntad del que la padece,
porque sin esta circunstancia dejaría de ser pena. No es pena la que se padece
voluntariamente, dice Quintiliano.27
4.2. Origen
Parte del Estado Natural en el cual con respecto a la pena señala las siguientes
características:
- Por ser en él todos iguales: y aunque cada uno puede rechazar la fuerza con la
fuerza y perseguir a su enemigo hasta ponerle en disposición de que no le pueda
dañar.
- El quitar le la vida a su enemigo implica solamente una venganza tomada por el
derecho de guerra.
- No es lícito tomar la venganza por su propia mano, por ejemplo los príncipes
cuando vengan mutuamente sus injurias en contra de sus vasallos.
- El origen de la pena en el establecimiento de las sociedades señala lo siguiente:
Los hombres por evitar las incomodidades y males que necesariamente trae consigo
la vida solitaria se unieron en sociedad; en donde seden una parte de su libertad,
depositándola en manos de la comunidad, o de la cabeza que eligieron, para poder
gozar con más seguridad de la otra parte que se reservaban. Entonces todo
atentado contra el bien común y de los particulares fuese castigado por la pública
27
Ortiz Ortiz, Serafín “El Primer Penalista De Habla Hispana: Don Manuel Lardizábal y Uribe”, Discurso sobre
las Penas. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Núm 9, año 2013 pp. 83 a 94,
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3275/10.pdf.
autoridad, porque las penas son las áncoras (o amparos) de la república, como
señala Demóstenes.
2.- Para Lardizabal la Pena es el mal que uno padece contra su voluntad y por
superior precepto, por el mal que voluntariamente hizo con malicia, o por culpa, De
esta manera excluye la posibilidad de que pueda hablarse de pena jurídica antes de
la formación de la sociedad civil, ya que en el estado de naturaleza considera que
las relaciones intersubjetivas están marcadas por el principio de igualdad;
previamente a la constitución del estado civil, sólo se puede hablar de rechazo de
la fuerza con la fuerza o de venganza particular, y por tanto, el objetivo principal que
persiguen los hombres al reunirse en el pacto social es un medio de defensa que
emane de una superior y pública autoridad, por lo que Lardizábal claramente sigue
un iusnaturalismo escolástico y legitimador del monarca absoluto, mientras que
beccaria es partidario que la pena es consecuencia de la violación al contrato social.
A) BIBLIOGRÁFICAS
De Lardizábal y Uribe, Manuel, Discurso sobre las Penas, 1ª. Ed., actual, México,
PORRÚA, 2005.
Cruz Barney, Oscar, Historia del Derecho Indiano, México, TIRANT LO BLANCH,
2012.
Henriquez Ureña, Pedro, México El Hermano Definidor, México, COLMEX, 2013.
B) CIBERGRÁFICAS
Ortiz Ortiz, Serafín “El Primer Penalista De Habla Hispana: Don Manuel Lardizábal
y Uribe”, Discurso sobre las Penas. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, Núm 9, año 2013 pp. 83 a 94,
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3275/10.pdf.
C) HEMEROGRÁFICAS
Barrón Cruz, Gabriel Martín, “Manuel De Lardizábal y Uribe: Perfil de un Penalista
Indiano” , Iter Criminis, México, segunda época, año 2002, núm. 3, Agosto-
Diciembre de 2002.
Marquardt, Brend, “El Primer Código Penal Sistemático De la Modernidad
TempranaEeuropea: La Constitutio Criminalis, Carolina de 1532, año 2017, núm
45, pp. 17 a 38.
Orella Unzué, José L.,” Manuel y Miguel de Lardizábal y Uribe y el Estatuto de
Bayona”, Introducción a los Estudios Vascos núm 4, año 2009, pp.233-254