Un transformador se proyecta para unas tensiones dadas de servicio en primario y
secundario y una potencia máxima continua que puede obtenerse en su secundario. El incrementar la tensión en su primario, y por tanto la corriente en el mismo, lleva a la saturación del núcleo magnético, con lo que el mismo no es capaz de transferir mas potencia al secundario y el exceso de potencia de entrada solo produce sobrecalentamientos del núcleo por corrientes parásitas, y del devanado primario, por efecto Joule, llevando a la rotura del devanado por fallo del aislante del mismo. Una espira en cortocircuito genera a su vez mas calor y provoca el fallo total del devanado.
En un transformador es fundamental prever una correcta refrigeración del
mismo, y a este fin, los de mayor tamaño ( a partir de algunos kilowatios), están bañados en aceite refrigerante que actúa también como dieléctrico.
Así pues, la tensión de entrada, la potencia máxima continua de salida , y la
temperatura ambiente, son tres parámetros que no deben sobrepasarse de forma permanente.