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¡VIVIENDO LA MISION GENERAMOS ESPERANZA!

Orientaciones del tema del año


La experiencia de Pascua Juvenil es un servicio que como Pastoral Juvenil, busca que los jóvenes sean
los evangelizadores de los mismos jóvenes, es decir, que sean destinatarios y protagonistas la nueva
evangelización, y que anuncien con su vida la Buena Noticia, ¡CRISTO VIVE!. Tema tratado por los
Obispos de México en la Asamblea plenaria ( ).
Además este año 2016, hemos tenido la bendición de contar con la visita del Papa Francisco a nuestro
país, y de haber tenido un encuentro con él, como juventud Mexicana. En este encuentro nos ha
regalado un mensaje, que responde a las necesidades presentadas de los jóvenes de nuestro país,
ilumina con sus palabras y anima el caminar de discípulos de Jesucristo.
Haciendo eco a su mensaje, retomamos parte de sus palabras, de las cuales resaltamos Riqueza,
Esperanza y Dignidad, con las cuales hemos llamado a esta experiencia “Misión RED”.
La manera de dar testimonio de nuestro ser cristiano en nuestros días exige partir de una consciencia
misionera, es la manera que por excelencia podemos no tan solo dar a conocer el Evangelio, sino
hacerlo vida. El Papa Francisco nos ha enviado a vivir la misión, no como una experiencia puntual, sino,
como un estilo de vida, experiencia que en este año le hemos llamado Misión RED.
La misión dentro de un lenguaje bíblico tiene relación con la historia de salvación. Implica el llamado
que Dios hace a una persona o a una comunidad; en este sentido, tiene una orientación en torno al
envío.
Todos los aspectos de la obra redentora realizada por Jesús enlazan con la misión que ha recibido del
Padre, desde su predicación en Galilea hasta el sacrificio de la cruz; esta conciencia de misión deja
entrever la relación entre el Padre y el Hijo, “Yo he sido enviado…” “Yo he venido…”, para anunciar el
Evangelio (Mc 1,38), cumplir la ley y los profetas (Mt 5,17), aportar fuego a la tierra (Lc 12,49), traer no
la paz sino la espada (Mt 10,34), llamar no a los justos sino a los pecadores (Mc 2,17), buscar y salvar lo
que se había perdido (Lc 19,10), servir y dar su vida en rescate (Mc 10,45).
El ser continuadores de la misión de Jesús a partir de su resurrección y ascensión al cielo, en coherencia
con nuestro ser discípulos Suyos, hace que el discipulado y el seguimiento sean dos realidades
inseparables.
El abordar este tema sobre discipulado y seguimiento como dos realidades que se encuentran
intrínsecamente unidas, remite a la experiencia de encuentro de Jesús con la persona, la cual,
cautivada por el llamado a seguirle y ser mirada con amor, se suscita la respuesta consciente y libre,
desde lo más íntimo del corazón del discípulo, a ir detrás del Maestro, como una respuesta madura
(DA., n.136), “te seguiré adonde quiera que vayas” (Lc 9,57).
Esta experiencia de fe del discípulo, la comunica y da testimonio de ella sin importar las dificultades
que ello le conlleve (LG, n.42). “Todo aquel que se declare por mi ante los hombres, yo también me
declararé por él ante mi Padre, que está en los Cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le
negaré yo también ante mi Padre, que está en los Cielos” (Mt 10, 32-33).” Pues, el seguimiento de
Jesús, con toda su radicalidad, es una exigencia para todo creyente cristiano, por el simple hecho de
serlo, “el seguimiento de Jesús es la fórmula breve del cristianismo”.
Sin duda, no siempre se encuentra la respuesta esperada en la persona del cristiano, ya que no se da
como una respuesta en automático, pues exige radicalidad y universalidad, características del llamado
de Jesús a seguirle.
Por lo cual, el discipulado, en este sentido de radicalidad en el seguimiento, puede enfrentarse ante la
dificultad de ser visto como algo heroico, exclusivo para los que sean capaces de vivirlo así, y el
evangelio pueda ser visto como algo inalcanzable, por lo cual la respuesta ante él sea de rechazo, por
su exigencia y se vincule la fe cristiana a un altruismo idealista, poco atrayente para la mayoría. Sin
embargo, por otro, lado habría que pensar que quizás, lo que provoque la incapacidad de la Iglesia para
responder proféticamente a la necesidad de los más pobres y excluidos, no sea la exigencia
precisamente, sino más bien la débil propuesta de renuncia en el seguimiento de Jesús, y una frágil
identidad de discípulo de Cristo, por malbaratar la gracia ante una gran cantidad de ofertas que el
mundo actual presenta. Haciendo del seguimiento y discipulado, más que un gozo en la vida de la
Iglesia, un problema que enfrentar y que no se sabe cómo.

Como subraya el teólogo Von Balthasar, el seguimiento “únicamente puede realizarse en un acto de
incondicional entrega de quien es llamado con plena sumisión de su persona”, pues ante la llamada de
Jesús que exige una entrega tan incondicional, sorprende que no se le ofrezca al discípulo, explicación o
motivación alguna. Solo son sus palabras claras y contundentes, “Sígueme”, “ven detrás de mí”. No
existe más contenido para el discípulo, Jesús es el único contenido, suficiente para decidirse ir tras de
Él (Bonhoeffer). Lo que implica, diría, Schillebeeckx “quemar las naves para ponerse a su servicio”.
Esta radicalidad que exige la implantación del reino, ahora por medio de los discípulos de Jesús, es el
fundamento de la causa de Dios, proyecto de fraternidad y liberación de las víctimas de la historia.
De este modo la identificación existente entre seguimiento y discipulado empieza a hacerse presente,
de forma cada vez más generalizada, en la teología actual. Donde la verdadera fe se verifica en forma
real, en la praxis real del seguimiento de Jesús. Basándose en esa identidad los teólogos son rotundos:
“ser cristiano significa seguir a Jesucristo” (L. Boff); “los evangelios presentan la fe como llamamiento a
seguir a Jesús” (J. Moltmann); “es creyente el que sigue a Jesús y no lo es el que no le sigue” (J. Mª.
Castillo).
Vincular pues, el seguimiento a una élite aristocrática de “selectos”, desde el punto de vista social,
cultural o incluso moral, no parece ser coherente con la verdadera intención de Jesús, ni tiene nada
que ver con la radicalidad de su llamada a seguirle.
El seguimiento hace referencia al Jesús histórico y al Espíritu derramado con su exaltación
(dimensiones “cristológica” y “pneumatológica” del seguimiento). En Jesús se nos ha dado lo que
podríamos llamar “la estructura fundamental y vinculante” del seguimiento.
En este sentido, la misión que se asume después del encuentro con Cristo Resucitado, continua vigente
y quiere ser el tema que anime este año la experiencia de Pascua Juvenil en nuestro país, siguiendo la
orientación de la Pastoral Juvenil de México, que con la reciente visita del Papa Francisco ha dado el
banderazo de salida para ponernos a todos en marcha con la Misión Joven.
Como hemos mencionado anteriormente, queremos hacer eco al mensaje tan rico que el Papa
Francisco ofreció a los jóvenes en Morelia, queremos vivir la Misión RED, como una expresión de hacer
realidad y manifestar con hechos concretos, que:
Los jóvenes somos la RIQUEZA de nuestro país y de la Iglesia, transformando nuestras vidas desde el
interior, podemos transformar esa riqueza en ESPERANZA, la cual estamos llamados y enviados a
comunicar como signo de fraternidad, en el encuentro con el hermano necesitado, caído, marginado,
en peligro de todo tipo, nos hacemos cercanos respetándolo le ayudamos a recuperar su DIGNIDAD
Misión RED
Porque tiene el color del corazón misericordioso de Jesús
Porque es en colaboración y corresponsabilidad de todos como lo lograremos. Todos la construimos
Porque debe ser comunicado el mensaje de salvación por todos los medios y redes sociales
Porque es el medio por el cual nos convertimos en pescadores de hombres
Porque salimos a las calles, dejamos todo atrás, y nos lanzamos a anunciar la Buena Nueva de salvación
Porque me invita a vivir mi ser discípulo misionero “ad gentes”, es decir, ofreciendo un tiempo de
servicio en tierra de misión, o para toda la vida.
Juntos unidos con el ¡CRISTO VIVE! Vivamos la misión para despertar y alimentar la esperanza en
nuestras diócesis, movimientos, familias, en nuestras calles, es decir a todos los rincones de nuestra
patria, porque somos “Misión Joven”.
La invitación en esta Pre Pascua, es muy concreta, que siguiendo la invitación que el Papa ha hecho
constantemente, de ser una “Iglesia en salida”, queremos invitarte a ser un “joven misionero en
salida”, es decir que puedas hacer una experiencia de misión, o de voluntariado, ofreciendo un tiempo
de tu vida al servicio de los demás, especialmente a los más necesitados, pobres, marginados y
excluidos.

Tema del año


Tratando de dar continuidad a la temática de Pascua Juvenil, en relación con los años anteriores, se ha
visto oportuno este tema “Viviendo en misión generamos esperanza”.
Ya que uno de los objetivos ha sido, ir estableciendo procesos de crecimiento en la fe, de tal modo que
el cuidar la continuidad en los temas de cada año sea una prioridad, de tal manera que exista una
conexión lógica entre un tema y otro, esto nos asegura ir abonando a la formación de nuestra fe, a
través de la experiencia de encuentro con Cristo Vivo, y que esta vaya evolucionando y madurando año
tras año.
Hemos recibido grandes motivaciones y en forma constante, de parte del Papa Francisco y del
Episcopado Latinoamericano, basados claro está, en el evangelio, de ir consolidando en cada fiel la
consciencia de ser Discípulo-Misionero de Jesucristo, por medio del Documento de Aparecida. Por
medio del cual se ha puesto al continente Latinoamericano en estado permanente de misión. Todos
somos enviados a asumir la misión de nuestro Señor Jesucristo, de tal modo, que sea un estado de
misión permanente, es decir el estilo de vida de cada bautizado. Con lo cual, poder hacer presente la
esperanza, especialmente para los que pobres, marginados y excluidos.

Objetivo de Pascua Juvenil


Impulsar en los adolescentes y jóvenes la misión permanente como un estilo de vida, mediante el
encuentro continuo y personal con Cristo, descubriendo en cada uno su riqueza, para generar
esperanza y recuperar la dignidad de los pobres, marginados y excluidos.

De este modo el vivir la misión permanente, se hará realidad, no como un imaginario, sino
como una experiencia real de conversión personal y social, dando lugar, a la Civilización
del Amor.
Lema Pascua juvenil 2017

¡CRISTO VIVE: Llamados a la misión, generamos esperanza!

Con este lema, deseamos animar a los jóvenes de nuestra patria, especialmente, a experimentar ese
llamado de parte de Dios, que habla a sus corazones con fuerza e insistencia, a salir de sí mismos, a salir de
sus seguridades, de sus áreas de confort, de sus estructuras rígidas que sofocan la fe, a salir de sus casas,
etc., e ir al lado de los hermanos que sufren a causa de la pobreza, marginación, exclusión, debido a la
injusticia y violencia generalizada en nuestro México. De tal manera, que sea la juventud quien a través de
su vivencia de encuentro con Cristo Vivo, transformen su riqueza en signos de esperanza, especialmente
para aquellos jóvenes alejados, desorientados y atrapados en el consumismos y drogas.

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