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CAPÍTULO I
LA POESÍA DE WÁSHINGTON DELGADO: CONTEXTO LITERARIO Y
RECEPCIÓN CRÍTICA
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En el ámbito literario, en América Latina se conjugan la crítica de la realidad
opresiva con una modernización general del lenguaje y las técnicas y un anhelo
de universalización mediante la superación de los últimos rezagos del
regionalismo (Gutiérrez, 1988). Así, la poesía de la Generación del 50 corre en
paralelo a toda una renovación estética a escala internacional.
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Para Camilo Fernández (2012), la denominación de generación no es
pertinente debido a que no hubo un líder espiritual ni un suceso histórico
definitivo que orientara a estos escritores hacia la misma problemática y
dirección. Por tanto, el crítico se reserva de adoptar dicho término para el
abordaje de la literatura producida en dicha década.
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quienes siguieron la línea vanguardista purista propuesta por Martín
Adán. Los segundos, quienes desarrollaron lo que se podría
denominar “literatura comprometida”, reivindicaron al indígena y la
temática social o del pueblo (Valcárcel Romualdo, y Scorza). Esta
oposición también ha sido enunciada como la de “platónicos” frente a
“aristotélicos”, “interioristas” y “exterioristas”, “metafísicos” y
“realistas”. Una postura similar, pero menos polémica sería la división
que establece Marco Martos entre poetas platónicos (esto es,
idealistas y estetizantes) y poetas aristotélicos (apegados a la realidad
concreta).
c) Analítica: denominaremos así a la división establecida por Camilo
Fernández Cozman (2012), quien distingue seis vertientes:
La instrumentalización política del discurso, donde “el poeta se
convierte en un cronista de su época y busca asimilar creativamente
el legado de las ciencias humanas”, asimismo, se percibe la huella
del Canto general de Neruda así como el influjo de Vallejo, sobre
todo el de Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz.
Aquí se encuentran Romualdo de Edición extraordinaria (1958),
Valcárcel de Poemas del destierro (1956) y el grupo Poetas del
Pueblo.
La neovanguardia nutrida del legado simbolista: opuesta a la
primera y deudora del legado simbolista y vanguardista. Entre sus
exponentes se encuentran Jorge Eduardo Eielson, Romualdo (de
La torre de los alucinados), Blanca Varela, Javier Sologuren y
Francisco Bendezú. A su vez, el crítico distingue tres
subtendencias: la primera busca la experimentación formal
mediante el “arte total” (Eielson); la segunda es una poesía
neosimbolista que posee una orientación surrealizante, pero con
tintes sartreanos (Varela, Sologuren, Romualdo de La torre de los
alucinados, Américo Ferrari, José Ruiz Rosas, Raúl Deustua, Edgar
Guzmán y Raúl Brozovich); y la tercera se encuentra representada
por Bendezú, Fernando Quíspez Asín Roca, Augusto Lunel y Julia
Ferrer, quienes a través de metáforas surrealizantes exploran el
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tema del amor y del erotismo como un medio de borrar las fronteras
entre el tú y el yo.
La vuelta al orden pero con ribetes vanguardistas: en esta tendencia
Fernández ubica únicamente a Carlos German Belli. A nivel de
contenido, su poesía acusa el problema de la comunicación y la
historia mediante el discurso del locutor, oprimido por los grupos de
poder. A nivel del lenguaje, el poeta adopta formas estróficas
arcaicas combinadas con recursos estilísticos propios de la
vanguardia, como los silencios y los quiebres.
La lírica de la oralidad, nutrida del legado peninsular: menos osada
que la anterior y se caracteriza por la asimilación del legado de la
poesía española de la Generación del 27, incorporando una buena
dosis de cotidianidad narrativa. Los poetas de esta perspectiva de
escritura son Wáshington Delgado y Juan Gonzalo Rose. Ellos
hablan de la historia del Perú, a través del cristal de una visión
escéptica. Para Fernández (2012, p. 46), son los poetas que quizás
más han reflexionado acerca de su pertenencia al Perú y de lo que
ello implica.
La polifonía discursiva: en esta tendencia se ubica Pablo Guevara
de Hotel del Cusco y otras provincias del Perú (1972). Él asimila los
aportes de la lírica de lengua inglesa, desde T. S. Eliot hasta Ezra
Pound, y pone énfasis en el coloquialismo narrativo. Libre de
metáforas simbolistas, el lenguaje coloquial y narrativo, aunado a la
multiplicidad de voces, permite la creación de un universo donde el
principal propósito es la comunicación colectiva de la verdadera
historia (cotidiana y oficial).
La poesía andina: tiene como máximo exponente a Efraín Miranda,
quien en Choza (1978) traduce una cosmovisión andina y evoca a
la Pachamama, donde se fusionan el tiempo y el espacio.
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2. Recepción crítica de la poesía de Wáshington Delgado
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a lo largo de sus poemarios, pero en el primero de ellos, Formas de la
ausencia, estos aspectos no son abordados de manera directa ya que este es
el único poemario de corte romántico y que no guarda relación con los temas
que si en los siguientes poemarios se irán trabajando. Sologuren advierte una
evolución poética en la que Delgado “ha ganado una nueva y mayor dimensión,
se siente uno con todos los hombres y la condición de estos, por consiguiente,
es la suya” (p. 55). De este modo, para el crítico y poeta, en Washington
Delgado conviven sin conflicto (y, por lo contrario, afortunadamente) dos
vertientes poéticas: la poesía crítica, de intención social, y la que canta los
temas de la vida, el amor, la belleza y la muerte.
Luis Hernán Ramírez, en su artículo titulado “Un mundo dividido de
Wáshington Delgado” (1971), afirma que Delgado representa “al poeta de
nuestro tiempo y nuestro pueblo”, cuyo estilo está caracterizado por “la forma y
la fuerza en la fantasía”. Señala que ya desde sus primeros libros se observa la
preocupación existencial por el hombre contemporáneo; sin embargo, su
análisis comienza con Días del corazón por considerar que en este libro hay
una ruptura con un “mundo inauténtico” y la conversión de los elementos de la
poesía (hombre, pueblo, naturaleza) en una dolorosa experiencia personal. De
la relación individuo/sociedad, subjetividad/objetividad, se nutre El extranjero.
En Para vivir mañana ya se observa un cambio de tono, donde la protesta
esbozada en el libro anterior se vuelva amarga y despiadada. A diferencia de
Formas de la ausencia, donde la voz poética se halla sumida en su mundo
interior, Hernán rescata la unidad de los poemarios posteriores, donde el sujeto
poético ha adquirido una sólida conciencia social, que se traduce en Destierro
por vida en la plena identificación de este con los oprimidos.
En su tesis sobre Días del corazón y El extranjero (1974), Carmen Luz
Bejarano destaca que en estos poemarios el enriquecimiento se traduce en la
intensificación del contenido, reforzamiento y amplificación de las imágenes y
mayor rapidez y concentración expresivos. Si bien la autora no habla de
evolución, indica que El extranjero es un poemario de transición, que se
relaciona con formas de la ausencia a través del vocabulario, que es
eminentemente subjetivo. Mientras que en Días del corazón los nuevos temas
y el vocabulario preludian una poesía más directa y ligada a una realidad
concreta, social.
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Para Alonso Rabí do Carmo, en “Apuntes sobre la poesía de Wáshington
Delgado” (1996), el poeta supera la dicotomía pura/social en su obra, ya que de
su lectura se desprenden la estabilidad formal y el buen manejo del aspecto
comunicativo del poema. Rescata, asimismo, que uno de sus principales
méritos es la versatilidad formal, esto es, la destreza en el despliegue de
recursos y técnicas para la expresión que va desde el desgarramiento amoroso
hasta las meditaciones de carácter social y existencial. Entre los temas que
destaca se encuentran el desasimiento y el desarraigo frente al mundo y la
reflexividad y el escepticismo que brotan de la lucidez en el pensamiento y el
cuestionamiento de la realidad, sin caer en dogmatismos ni tentaciones de
orden demagógico. El crítico además rescata la fidelidad a la tradición
hispánica, más en la actitud que en el lenguaje, ya que el distanciamiento como
aspecto formal tiene clara filiación con Brecht.
Américo Ferrari (2004), en un artículo publicado en Hueso Húmero, califica
de original y señera la obra poética de Delgado por dos razones: el sentido de
los versos se produce en el acto mismo de la expresión, que implica la
búsqueda de la palabra precisa, y denota un carácter personal y acendrado
que surge del silencio. De Formas de la ausencia, Ferrari subraya que “el tono
elegiaco es recurrente e impregna muchos textos del poeta, entre otros, y muy
dolorosamente en el poemario Artidoro” (p. 18). Este tono, no obstante, no es
melancólico ni llorón, sino proviene de la tristeza y la ironía.
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Camilo Fernández, en El poema argumentativo de Wáshington Delgado
(2012), llama la atención sobre la falta de estudios del cariz argumentativo de
su obra, ya que la mayoría se ha centrado en el contenido. Según el crítico,
esta particularidad aparece en Días del corazón y, sobre todo, desde Para vivir
mañana. Para demostrar su hipótesis, realiza una revisión cronológica y
comparativa de la crítica en torno a la poesía de Delgado. Así, precisa que en
esta pueden hallarse tres periodos: el primero, de los enfoques iniciales, que se
centra en Formas de la ausencia, destaca la concisión verbal y la influencia de
Neruda y Salinas; el segundo, del predominio de la crítica estilística tradicional
o de los enfoques históricos, abarca de los años sesenta hasta finales del siglo
XX y se inicia con el estudio de Sologuren (ya reseñado), en el cual se
privilegian los componentes estilísticos y se pone más énfasis en el contenido;
y, por último, el periodo de nuevos enfoques, que va desde 2001 hasta la
actualidad, se nutre de las metodologías semiótica y neorretórica a través de
un enfoque intertextual entre su poesía y su prosa.
Asimismo, Fernández, mediante un análisis íntegro de la obra del poeta
(que incluye su ensayística), pone de relieve los ejes temáticos principales: la
preocupación sobre la búsqueda de identidad nacional y la reflexión acerca de
la historia peruana que se tiñe de cierto escepticismo, no pesimista, sino que
propone una visión alterna o utopía como proyecto social.
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CAPÍTULO II
HEGEMONÍA Y SUBALTERNIDAD EN PARA VIVIR MAÑANA
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(1956-1960). Afirma que en estos poemarios se percibe el influjo de Bertolt
Brecht en el uso de la segunda persona para provocar una toma de conciencia
respecto al devenir histórico. Otra semejanza con Brecht consistiría en el
proyecto social hacia el futuro. Además, pueden rastrearse influencias de la
tradición medieval española y el legado de García Lorca.
El tercer periodo, de poesía escéptica respecto a la realización de la utopía,
comprende Para vivir mañana (1958-1961), Parque (1964-1967), Destierro por
vida (1951-1970), Historia de Artidoro (1994) y Cuán impunemente se está uno
muerto (2003). Fernández señala que “si bien la influencia de Brecht sigue
siendo medular en esta etapa, hay una perspectiva pesimista que inunda los
versos: la muerte parece triunfar sobre las utopías” (p. 88). Esta afirmación se
ve reforzada por la construcción de un sujeto desarraigado y solitario que ha
perdido sus raíces y vaga por el mundo. Un ejemplo de ello es el poema “Globe
Trotter” de Destierro por vida.
Cabe agregar que la periodificación de Fernández (2012) no toma en
cuenta la producción dispersa que constituyen los poemas varios e inéditos de
“Vanas ensoñaciones”. Como apunta Jorge Eslava (en Delgado, 2008, p. 376),
“los sesenta textos que figuran han corrido distinta suerte”. Las secciones
“Baladas viejas y lejanas” e “Historia de Artidoro” fueron publicadas en Reunión
elegida (1998) e Historia de Artidoro, respectivamente. Los poemas de Ivonne
Fernández, de Julián Masías, de Antonio Oré Garmendia y los sonetos de
Matías Galli, que son los heterónimos que empleó el poeta con un fin lúdico.
Cada uno de ellos significó un estilo, una temática y una situación particular
diferente. También cabe anotar que la publicación de estos poemas fue en
diversos momentos. A pesar de ello, consideramos que merecen el interés de
la crítica por su indiscutible calidad y por la unidad de estilo que se encuentra
en cada uno.
Según Payán (2007), la primera edición del libro tuvo lugar en 1958, dentro
de la revista Literatura, fundada por Luis Loayza, Abelardo Oquendo y Mario
Vargas Llosa, donde se publicó una colección de catorce poemas. Dicha
publicación, de acuerdo con Richard Cacchione (en Payán, 2007, p. 326),
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“debió corresponder al tercer número de la colección, ya que en ninguno de los
dos primeros aparecen poemas de Delgado”. Un año más tarde, el poeta
procede a la segunda publicación de los poemas. La redacción del poemario
continúa hasta 1961 y no es hasta 1970 cuando es divulgada la serie completa
en Un mundo dividido.
En palabras de Eslava (en Delgado, 2008, p. 31), “como libro, muestra y
corrige el resquebrajamiento de una retórica social de sus contemporáneos, de
la que Delgado se aparta sin abjurar”. Así, el tinte social alcanza una dimensión
crítica y universal. Desde el título del libro se vislumbra una honda
preocupación por el devenir y la necesidad de forjar un proyecto de futuro.
El poemario se divide en cinco partes. Desde el título de la primera,
“Camino de perfección”, hay un juego irónico implícito. El poema que abre esta
sección, “Orden del día”, da cuenta de la incapacidad de las razones y la
memoria para comprender la triste realidad. También se critica la moral de su
época, pero no se limita a eso, sino que en “Tiempos maduros” se propone una
nueva estructura de la realidad que se libere de aquellos elementos caducos
que ya no lo representan.
En “Las buenas maneras”, aparece la mención frecuente a los muertos
como símbolo de pobreza (física y moral) y se desarrollará la sátira brutal
contra la burguesía, como fuente de podredumbre social y corrupción. En
poemas como “La primavera desciende sobre los muertos” y “Los muertos”, el
lugar de los muertos parece ocuparlo el ciudadano de a pie; mientras que en
“Residencia en la tierra” y “El ciudadano en su rincón”, parece esbozarse una
especie de poética basada en movimientos triviales, pero necesarios. “Los
pensamientos puros” y “Las buenas maneras” arremeten contra las clases
acomodadas de la sociedad y los opresores que ostentan el poder.
En la sección “Historia del Perú” se desmitifica la versión oficial y se
interroga con escepticismo acerca de la libertad y el amor en una sociedad con
sus credos, sus imposiciones feudales donde “el secreto que a los hombres
unía ya no existe”. También se observa la dicotomía muertos/vivos, donde los
primeros se caracterizan por la monotonía y la inacción y los segundos por la
posibilidad de un futuro.
“De hoy para mañana” está marcado por el pesimismo y la vergüenza ante
la condición humana así como por un tono de frustrante desesperación (“decir:
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te amo, te amo, /y volver a dormir”) que marca la existencia cotidiana.
Asimismo, se percibe cierta tristeza por el desarraigo en su patria (en “De hoy
para mañana”) y se constata la imposibilidad de acceder a una libertad soñada
que se camufla detrás de “dulces palabras”.
A diferencia de las secciones anteriores, en la última, “La vida nueva”,
presenciamos la afirmación de una realidad donde el locutor se funde con la
colectividad (“y yo amo a miles de mujeres/cuando te amo”) en una “noche
dichosa”. La madurez del locutor se evidencia no solo en el tamaño de su
tristeza sino también de sus conocimientos y esperanza, los cuales le llevan a
postular una “Canción negativa de la vida nueva” que se defina por la negación
de los valores antiguos a favor de una renovación total.
3. Análisis de textos
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3.1.1. Segmentación
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en juego una identificación sobre la que debemos volver (versos 9 y 10) y la
disociación de las nociones (versos 14 y 15). La narración, que implica los
esfuerzos del locutor por adaptarse a una forma de vida intolerable, va de los
versos 18 al 25. El epílogo va desde el verso veintiséis hasta el final, ya que
aquí se advierte la conclusión a modo de sentencia (versos 28 y 29).
Respecto al título, podemos decir que encierra en sí mismo una ironía,
ya que lo que se expone a continuación no es más que el retrato de una moral
falsa y los estragos que su imposición deja en el ser humano.
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librará de mi destino) y la ironía (“mis pies serán pies hasta la muerte”), que
contribuyen a dar el tono pesimista a la sentencia.
La repetición propiamente dicha la encontramos en los versos 11 y 27.
Mediante esta repetición el autor no solo recalca la condición de oprimido en la
que se encuentra, sino también el poder de su opresor. El verso 18 expone la
duración de la jornada (“tanto de día como de noche”), lo que se amplifica en el
verso 26 (“En el día, en la noche y en el crepúsculo”), para dar una idea de lo
infatigable de su miseria.
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equivalente sociopolítico en el plano de la dominación de lo que esta indica en
el plano socio-económico: el despojo relativo de la calidad subjetiva por medio
de la subordinación.
Lo subalterno como expresión de la experiencia y la condición subjetiva
del subordinado determinada por una relación de dominación es uno de los
principios de la teoría de Gramsci. Si bien los poemas de Wáshington Delgado
no son radicalmente socialistas (marxistas), hay una crítica —que no llega a ser
planfetaria, sino más bien aguda— de la situación de dominación
contemporánea que puede relacionarse con la experiencia de la subalternidad.
Una lúcida conciencia de subordinación recorre “Poema moral”. Desde la
configuración de la subjetividad del locutor se puede observar una aceptación y
reflexión sobre los códigos de dominación. Así, lo primero que se cuestiona es
el discurso (la palabra), que no es otra cosa que una construcción impuesta y
no representa “el pensamiento” del locutor.
La sumisión de la clase subalterna se evidencia en el despojo de los
bienes esenciales (“camisa”) así como en la alienación (“alma”) del sujeto. Al
respecto, Modonesi (2012, p. 5) señala que
[…] existe una frase que puede ser considerada fundacional: “las clases
subalternas sufren siempre la iniciativa de la clase dominante, aun cuando se
rebelan”. Se asienta aquí el piso firme de la experiencia subalterna: la
imposición no violenta y la asimilación de la subordinación, es decir, la
internalización de los valores propuestos por los que dominan o conducen
moral e intelectualmente el proceso histórico.
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una moral que privilegia determinados valores (la fuerza sobre la bondad).
Luego reproduce el discurso de una voz ajena (“Hay quien dice que esto no
puede durar”) para recalcar la incoherencia de la situación. A tal punto las
“telarañas de la hegemonía” someten al sujeto y a la clase subordinada que se
realiza una inversión en la calificación de los valores convencionales (verso
25).
El poema, por tanto, al cerrarse con la sentencia negativa de la
continuidad de la sumisión, presenta un proyecto frustrado, una aceptación
resignada, la imposibilidad de una autonomización de la clase subalterna (para
romper con esta condición), mientras que no se rompa con el discurso
hegemónico.
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3.2. Análisis del poema “Sabiduría humana”
3.2.1. Segmentación
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paradoja, la disociación de las nociones de “hambre” y “dolor”, se produce la
negación de estos conceptos para dar la sensación de que se oculta la verdad.
En los dos últimos versos actúa la ironía, considerando la oposición entre la
idea del sufrimiento no reconocido planteada en los dos versos anteriores y la
del cielo como una especie de recompensa.
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elementales (“un oficio”), al comparar una realidad con otra lo que hace es
ofrecer un modelo de mundo ideal del que ahora se ve privado por la
obediencia al orden hegemónico.
La privación de la libertad, la jerarquización y la religión son vistas como
medios culturales usados por el opresor para ejercer su poder sobre el
subalterno. Las nociones de “bien” y “mal” refuerzan esta ideología, ya que fijan
límites precisos sobre la conducta moral del hablante.
A pesar de que en el poema se esboce un proyecto basado en la
liberación de las ataduras de la hegemonía, este no se llega a concretar, solo
queda en la mención del pasado como un paradigma que ya no puede ser. De
este modo, el sujeto termina su discurso afirmando una realidad
desconsoladora, que no ofrece redención ni después de la muerte.
Encontramos también la comparación entre la noción que los antiguos
tenían de la palabra (“pasión en la boca”) como algo lleno de vida y la palabra
sin sentido (versos 21 y 22) que solo sirve para ocultar la realidad del “dolor” y
el “hambre” que aquejan al locutor.
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CONCLUSIONES
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ANEXOS
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BIBLIOGRAFÍA
28
ausencia de Wáshington Delgado (tesis inédita de licenciatura). Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Lima.
Pariona Pérez, L. D. (2015). La sinécdoque como elemento argumentativo en
Para vivir mañana de Wáshington Delgado (tesis inédita de licenciatura).
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.
Rabí do Carmo, A. (1996). Apuntes sobre la poesía de Wáshington Delgado. La
casa de cartón de OXY, 2, (9), 15-19.
Sologuren, J. (1969). Tres poetas, tres obras (Belli, Delgado, Salazar Bondy).
Lima: Instituto Raúl Porras Barrenechea.
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