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Utilidad y Amplitud de la Edición de Textos

Primera clase: la edición de textos, importancia y campo de trabajo

Hablar de la edición de textos puede resultar tedioso para algunos; para otros, quizás, un campo
muy especializado; tanto, que me ha pasado que una misma persona me ha preguntado varias veces
qué es la edición de textos.

Lo primero que tenemos que saber es que en algunos países se habla de corrección de textos y en
otros de edición de textos. En otros, a su vez, los términos son intercambiables.

Por qué lo digo.

Hasta febrero de este año viví en Quito, Ecuador, y en una entrevista de trabajo de la editorial
Santillana me preguntaron: Ajá, usted fue editora de textos del diario El Nacional, de Venezuela, ¿y
correctora?

Entonces, a lo que voy. En algunos países, incluso en algunos medios de comunicación, el corrector
de textos se encarga de, tal como dice su nombre, corregirlo desde el punto de vista gramatical, de
redacción, sintaxis, etc., mientras que el editor lo ajusta (cortar) al espacio asignado en
diagramación y de mejorar, entre otros aspectos, el lenguaje empleado.

En el caso de El Nacional, al corrector se le llama editor de textos y esta persona se encarga no solo
de corregir, sino también de ajustar el texto al espacio dado, de modificar algún titular (si es que no
se entiende), de velar por la calidad de las páginas del periódico y ni hablar de la primera página,
que es corregida por dos personas.

Ahora bien, independientemente de la manera como llamen a este especialista (aunque yo siempre
le digo editor de textos), su deber consiste en velar por la calidad de los escritos, bien sean
periodísticos, publicitarios, científicos, académicos, literarios, históricos, etc. De ahí depende, entre
otros aspectos, el éxito de ese material.

¿Y qué corrige?

Pues corrige contenido y forma. Corrige tanto los errores de redacción como de expresión de ideas;
corrige, por ejemplo, más de tres divisiones de palabras en un mismo párrafo (lo veremos más
adelante en errores de forma de los párrafos), el lenguaje (muletillas, redundancias, palabras mal
empleadas en español, extranjerismos) y algo importante, al menos para mí: verifica información.

El verificar información, aunque algunos colegas disientan de ello, pues parten de la idea de que es
el redactor el que debe hacerlo —tomando en cuenta la premura con la que trabaja el editor de
textos de medios—, contribuye a minimizar aún más los errores antes de que se publiquen y, por
supuesto, a garantizar la calidad del escrito.

Cuando hablo de verificar la información me refiero a, por ejemplo, cerciorarse de grafías de


nombres propios, de organismos, títulos (ha habido casos en los que se han publicado errores de
este tipo), fechas, años, zonas donde ocurren los hechos, cuentas (si es posible), etc. Es muy
probable que si lo hacen, su trabajo mejorará y los mismos redactores lo agradecerán.

Por otro lado, cuando se habla de edición de textos también se hace referencia a la comprensión
del contenido, por lo que se recomienda ir por partes, tal como cuando se hace una exposición o se
va a dar una clase y uno debe prepararse para ello.

Con respecto a controlar la extensión, la verdad es que este es un punto importante. En el caso de
los medios impresos, periódicos y revistas, como por lo general se trabaja a una columna, se
recomienda que los párrafos tengan entre siete y ocho líneas (tengan presente que los periódicos
estándar, de gran formato —como El Universal, de Venezuela—, tienen seis columnas), pero si se
ponen a ver, muchas veces las columnas tienen hasta más de quince líneas (incluso, uno de diez es
pasable, siempre y cuando no esté repleto de participios ni subordinadas).

Por qué ocurre esto. Pues porque muchas veces se trabaja en Word y el redactor escribe párrafos
de más de dos líneas (es lo que equivale, más o menos, un párrafo de siete u ocho líneas a una
columna). Además, no está pensando en cómo se va a ver el párrafo una vez impreso el periódico,
pero eso tiene un inconveniente y es que se trata de párrafos bloque, que no estimulan la lectura.
Párrafos que son tan largos que ahuyentan al lector. Lo más probable también es que sean párrafos
ininteligibles, confusos y con un mal uso de los signos de puntuación.

No solo eso. Muchas veces las notas que se publican en los medios impresos también se publican
en los medios digitales (no son adaptadas a las características propias de estos y, por ende, tampoco
a las necesidades de los internautas, que son distintas a las de un lector de periódicos o de revistas),
por lo que si los párrafos son largos, en el caso de Internet es más tedioso leer, pues se trata de
textos que están ante una pantalla.
En este enlace pueden leer más sobre cómo enfrentarse a la edición de textos, como unas
primeras recomendaciones e introducción a nuestro curso.

https://www.fundeu.es/escribireninternet/como-enfrentarse-a-la-edicion-de-textos/,

¿Por qué es importante la edición de textos?

 Es importante, en primer lugar, porque su función es garantizar la calidad de la publicación;


en segundo lugar, contribuye a la imagen de la empresa. Si se trata de una buena corrección,
la imagen será buena; si se trata de una mala corrección, la imagen será mala y recordable.
 Es importante porque un buen corrector es capaz de minimizar el número de errores de
contenido sin deformar o tergiversar lo que el redactor quiso decir. Mi recomendación es,
primero, consultar con otro corrector o lector el contenido (si lo entiende o si opina lo
mismo); segundo, hacerle saber la duda y sugerirle un cambio al redactor.
 Un buen corrector puede garantizar, si es profesor, que sus alumnos reciban textos de
calidad y contribuir a que ellos mejoren en redacción.

¿Hay campo de trabajo?

Sí hay. Hay en las editoriales de libros, editoriales de periódicos y revistas, en centros educativos
donde imparten cursos de edición de textos, también como asesores de trabajos particulares tanto
de manera presencial como a distancia.

Es cierto que hay editores (de libros y medios) que prescinden del corrector, pero cometen un error,
a menos que ellos también sean correctores. Es cierto, asimismo, que hay escritores que por
ahorrarse los honorarios de los correctores no mandan a corregir su obra.

Por otro lado, revisando Internet se ven enlaces de empresas como Calamo y Cran, y Penguin
Random House Grupo Editorial en los que se anuncian cursos en el área y van desde errores
frecuentes hasta la corrección ortotipográfica. Véanlos:

Editorial Cálamo y Cran

https://www.calamoycran.com/cursos/correccion/curso-de-correccion-profesional

Escuela Cursiva

http://www.rae.es/noticias/la-rae-ofrece-un-curso-en-linea-de-correccion-ortografica

https://www.escuelacursiva.com/

Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana

http://www.caniem.com/es/capacitacion/curso-taller-correcci%C3%B3n-de-estilo

Aunque hay ofertas académicas, aún falta más. En la Escuela de Comunicación Social de la
Universidad Santa María, de Venezuela, daban la materia de Edición y Estilo Especializado (ignoro si
la siguen dando) y en la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, el diplomado en corrección
de textos.

En este último, el cual hice entre 2014 y 2015, éramos alrededor de treinta personas. A mi entender,
hubo interés en la materia y bastante demanda.

Aun así, los medios de comunicación, por ejemplo, requieren de más comunicadores especializados
en redacción y, por supuesto, en edición. Hay casos en los que el reportero es un muy buen
reportero, mas no un buen redactor, y ello ocurre por la falta de lectura y el desconocimiento de las
reglas de redacción.

En el caso de El Nacional había un personaje odioso llamado cazagazapos o lector externo. Esta
persona leía el periódico todos los días, incluso los domingos, y hacía un informe con los errores más
frecuentes pero también más graves de cada edición. Por supuesto que hubo malestar entre
redactores y editores de textos, además de jefes y coordinadores de sección, ya que sus fallas
estaban puestas al descubierto. Sin embargo, con el tiempo ese personaje desapareció.

En los periódicos también está la sección del defensor del lector, quien en ocasiones habla de
errores que reportan los mismos lectores, lo que avergüenza a cualquier periodista.

No obstante, una corrección siempre puede incomodar a un redactor, sobre todo si este no sabe la
razón y el corrector no tiene cómo justificar.

Con respecto a esto último, este enlace ilustra un poco lo que pasa en las salas de redacción:

https://www.fundeu.es/noticia/correctores-vs-periodistas-4339/

Y ya para terminar les mando una lectura más, algo anecdótica sobre los supuestos dolores de
cabeza de Gabriel García Márquez con la ortografía. Algunos lo dudan.
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1374055

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