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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Jesús enseña al maestro


Escritura: Juan 3:1-3
Código: 43-11
John MacArthur

Quiero recordarle que la predicación no es un deporte de espectadores. No es cuestión de


sentarse y observar. No es una forma de entretenimiento espiritual. La predicación, realmente,
es una forma de involucramiento. Es una conversación. Y siempre he creído que usted
obtiene de ella lo que usted trae a ella. Y una de las cosas que hace la predicación expositiva
es que lo involucra a usted más allá del predicador con las Escrituras. Y esa es la intención.
Que usted traiga su Biblia, inclusive si se sienta atrás, en las esquinas, lejos de mí, en donde
realmente, no puedo mantener su atención, la Palabra de Dios, puede cautivar su atención
porque está ahí delante de sus ojos en sus manos. Y eso es muy, muy importante porque
usted está involucrado.

Cuando usted viene aquí, no conmigo, yo meramente soy el instrumento, realmente, yo soy
una luz. Una luz que refleja para apuntarlo hacia la luz verdadera que es la Palabra de Dios.
Su beneficio de la predicación de Dios va a ser en proporción directa a su involucramiento
concienzudo en el texto. Algunas veces, eso es un poco más fácil si usted está más cerca del
frente. Pero siempre y cuando usted tenga la Palabra de Dios en sus manos, usted necesita
involucrar su corazón y su mente con el texto.

Y estoy diciendo eso aquí porque el texto con el que usted está a punto de involucrarse es
una de las secciones más importantes en todos los 66 libros de la Biblia. De hecho, uno
podría decir que esta probablemente sería una de las tres o cuatro Escrituras más importantes
en la Biblia. Y eso no es simplemente porque de hecho son las palabras de nuestro Señor,
aunque eso es esencial en sí mismo. Toda parte de las Escrituras es la palabra del Señor.
Aunque no vino directamente de los labios de Jesús, sino que más bien es importante debido
a la naturaleza del contenido aquí, la cual tiene que ver con el asunto de la regeneración o el

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nuevo nacimiento, el cual es el primer gran milagro que se lleva a cabo en la salvación de un
pecador.

Entendemos que la doctrina de la salvación está constituida de muchos elementos. Claro,


está el asunto de la elección soberana y la predestinación. Está la realidad de la regeneración,
está la verdad de la conversión, está la gran verdad que nos encanta, de la justificación. Está
el elemento de santificación, está la verdad de la redención. Hay elementos de fe y
arrepentimiento; y todos estos aspectos y componentes del milagro de la salvación.

Y al llegar a Juan, capítulo 3, llegamos a la gran verdad de la regeneración. En la obra de


Dios, para salvar a los Suyos, esta es la segunda obra. La primera es la elección. Somos
elegidos en Él desde antes de la fundación del mundo predestinados para ser salvos. Cuando
entonces en el tiempo la elección es activada a la salvación, la primera gran obra de Dios es
la obra de la regeneración, la cual es el tema de este capítulo, de esta conversación que
Jesús tiene. Esto, entonces se convierte en algo que es parte del cimiento de nuestro
entendimiento de la obra de Dios en salvar a los Suyos. Permítanme leerles 10 versículos a
ustedes; y después, comenzaremos a avanzar. No tengan ilusión alguna de que vamos a
llegar muy lejos, porque sería desperdiciar la verdad que hay aquí en el apresurarnos en
avanzar a lo largo de este capítulo.

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este
vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas señales que Tú haces, si no está Dios con él. Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso
entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El
viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;

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así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede
hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”

Cinco veces en esos 10 versículos, nuestro Señor habla de nacer de nuevo. De nacer. Ahora,
esa idea de nacer de nuevo es un concepto muy conocido por los creyentes. Por lo menos, la
terminología. Es una parte muy, muy conocida del lingo evangélico. Ha sido popular durante
mucho tiempo de hablar de uno mismo como alguien que es un cristiano nacido de nuevo
para separarse a uno mismo desde ser algún tipo de cristiano tradicional. Esa es una especie
de cultura cristiana pop. Se ha convertido en una frase adjetiva, “un cristiano nacido de
nuevo”.

Los evangelistas han llamado durante décadas a la gente a “nacer de nuevo”. Le han dicho a
la gente que necesitan nacer de nuevo y después, les han dicho cómo nacer de nuevo, los
pasos que tomar, el camino que seguir, la oración que repetir para nacer de nuevo. Se han
escrito libros acerca de cómo nacer de nuevo. Artículos acerca de cómo nacer de nuevo,
folletos acerca de cómo nacer de nuevo. De hecho, no hay otra noción que quizás sea tan
común y tan familiar en el lingo evangélico como ésta para describir lo que significa ser salvo.

Es tan familiar esta idea de nacer de nuevo que se asume de manera no crítica sin que sea
realmente entendida. A la gente, durante décadas se le ha dicho que así es como nace de
nuevo. Pero la idea misma de nacer de nuevo es totalmente ajena a algo que un pecador
podría hacer. Y esa es la razón por la que Jesús escoge a esta analogía. El punto entero de la
analogía de nacer de nuevo es demostrar que Jesús está diciendo que algo tiene que
sucederte, que no puedes hacer, a lo que no puedes contribuir en manera alguna. La analogía
describe una realidad espiritual a la cual el que nace, no hace contribución alguna.

Piense en el nacimiento físico. ¿Qué contribución hizo alguno de nosotros a nuestro


nacimiento físico? Ninguna. No existíamos. No hicimos contribución alguna a nuestro
nacimiento físico y esa es la razón por la cual el Señor escoge esta analogía, porque nosotros
tampoco hacemos ninguna contribución a nuestro nacimiento espiritual en absoluto.

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Nuestro Señor pudo haber utilizado otras analogías si Él hubiera querido comunicar que
nosotros contribuimos en algo. Pero escogió esta para que quedara claro que el nuevo
nacimiento es algo que nos sucede, no que nosotros llevamos a cabo. Recibimos este
nacimiento de alguien más, de la misma manera en la que recibimos nuestra manera física de
alguien más. El nacimiento sucede a nosotros, no por nosotros.

Y ése es exactamente el punto de esta analogía. Nadie se da a sí mismo o a sí misma, vida


física y nadie a través de ningún medio se da a sí mismo o a sí misma, vida espiritual. Ese es
el punto entero. El nacimiento espiritual o la regeneración o la nueva creación, sea cual sea el
término que usted quiere usar, es la segunda obra de Dios en la salvación. Y es una obra que
es totalmente de Dios. La primera obra es la elección. Una obra soberana de Dios en su
totalidad. La segunda obra, regeneración, una obra de Dios en su totalidad.

Ahora, este texto es tan importante y tan elemental y tan básico que una persona realmente
no puede ser salva en absoluto sin entender esta realidad. Hay muchas cosas que usted no
tiene que entender. Usted no tiene que entender o siquiera creer la doctrina de la elección
divina. Pero usted debe entender la doctrina de la regeneración divina y el nuevo nacimiento
para ser salvo.

También es esencial no sólo para la salvación, sino que es esencial para el evangelismo y el
cumplimiento de la gran Comisión. Esta es una verdad crucial y como consecuencia, vamos a
avanzar a lo largo de este pasaje y quiero que haga un compromiso total de involucrarse a sí
mismo con esta conversación sorprendente que lleva al entendimiento de esta revelación
sorprendente.

Ahora, es una historia conocida. Todo el mundo conoce a Nicodemo. Conocemos su nombre.
Su nombre, por cierto, es un nombre griego transliterado realmente en arameo. En griego
significa victoria sobre el pueblo. La primera parte del mismo, “Nic”, viene de nike o nike, la
cual es la palabra para triunfante o victoria. Entonces, sus padres le dieron un nombre muy
elevado. Tomaron un nombre griego, lo transliteraron en arameo. Y él era completamente
judío, pero tiene este nombre griego único, común. Muy común. Y sabemos de él. Conocemos

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su historia, pero realmente, no entendemos la teología completa que encontramos en este
relato tan sorprendente.

Voy a dividir estos 10 versículos de leí entre secciones. Vamos a comenzar con la
preocupación del pecador, versículos 1 y 2. Después, pasaremos al camino del Salvador. Y
después, vamos a la obra del Espíritu. ¿Muy bien? Entonces, usted puede recordar el pasaje
con ese pequeño bosquejo. La preocupación del pecador, el camino del Salvador y la obra del
Espíritu.

Ahora, este relato es más que la historia. Muchas veces, es contada como una historia y no
nos metemos en mucha profundidad en él. Pero vamos a ir a donde quizás usted quizás
nunca antes ha ido en esta historia. Vamos a entrar en la profundidad de la historia que podría
tomarnos un mes para terminar con estos diez versículos. Pero le prometo, lo que le va a dar
a usted va a ser un tesoro que usted va a valorar mucho.

Ahora, le he estado diciendo que el propósito entero del Evangelio de Juan puede ser
entendido por dos conceptos: uno, es polémico. Esto es que es una defensa de la deidad de
Cristo. Es una prueba y una evidencia de la deidad de Cristo. Todo párrafo, toda sección, todo
incidente es para indicar que Él es el Hijo de Dios. Entonces, tiene un aspecto polémico.

En segundo lugar, tiene un aspecto evangelístico. Nuestro entendimiento de que Él es el Hijo


de Dios es para que podamos creer en Él y que tengamos vida eterna. Ese es el lado
evangelístico. Este relato no es diferente. Primero, es polémico. Prueba que Jesús es Dios.

¿Cómo hace eso? Porque Jesús sabe lo que Nicodemo está pensando. Eso es omnisciencia.
Y también es evangelístico porque nos da la verdad necesaria para la salvación. Entonces,
Juan, de manera coherente con su énfasis doble en la polémica y en el evangelismo, cubre a
ambos.

Ahora, lo que esta historia presenta de manera clara para nosotros, y le voy a decir esto al
principio y después, se lo voy a decir al final y se lo voy a mostrar a la mitad, lo que se
presenta claro es que la salvación no es para aquellos que se vuelven más religiosos. No es

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para aquellos que tratan más duro por ser buenos. No es para aquellos que viven vidas
moralmente mejoradas. No es para aquellos que dejan ciertos vicios. No es para aquellos que
disminuyen la conducta mala e incrementan la conducta noble y buena. La salvación no es
para esas personas. El Reino de la salvación, el Reino de Dios, abre Su puerta únicamente a
la gente que abandona todo eso. ¿Escuchó eso? Las puertas del Reino se abren únicamente
a aquellos que abandonan todo esfuerzo personal para ganarse su entrada. Y, por otro lado,
reciben de Dios un nuevo nacimiento.

En otras palabras, no pueden mejorar lo que ellos son. Tienen que ser alguien diferente de lo
que son. Las puertas del Reino únicamente se abren a aquellos que están dejando de tratar
de ganarse un lugar en el Reino y se les da vida nueva. En otras palabras, usted tiene que
omitir su vida entera y apretar el botón de reinicio y comenzar de nuevo.

Ahora, conforme abordamos este texto, quiero llevarlo de regreso al capítulo 2, versículo 23,
porque aquí es donde encontramos el punto inicial. Jesús estaba en Jerusalén, esta es la
primera Pascua en Su ministerio. Y usted recordará que la última Pascua de Su ministerio en
esa ocasión, Él mismo fue el Cordero sacrificial. Pero aquí está en la primera Pascua en Su
vida en el ministerio. Va a Jerusalén. Él está ahí con todos los peregrinos durante un par de
semanas, porque la Pascua es seguida por la fiesta de los panes sin levadura. Entonces,
varias semanas incluyen o abarcan estas grandes celebraciones religiosas.

Ahora, durante la fiesta, el versículo 23 dice que mientras que Él estuvo en Jerusalén en la
Pascua, muchos creyeron en Su nombre, observando Sus señales, los milagros que Él estaba
haciendo. El tiempo entero mientras que Él estuvo ahí, Él estuvo haciendo milagros. Él estuvo
demostrando poder divino. Los milagros, sabemos, vinieron en varias categorías. Poder sobre
los demonios, poder sobre la enfermedad, poder sobre la muerte, poder sobre la naturaleza.
No sabemos específicamente aquí qué fueron. Juan no nos dice esto, pero hubo muchos
milagros Divinos.

Como resultado de esto, muchos creyeron en Su nombre. Eso se oye bien y ese es un punto
inicial. Digamos que ese es el lugar en donde tienes que comenzar. Para comenzar, tienes
que creer en Jesús hasta cierto punto. Tiene que creer en Su nombre, esto es Su identidad,

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quién Él dice ser. Y muchos que creyeron en base a los milagros. Pero Jesús, versículo 24,
por parte de Él no se encomendaba a sí mismo a ellos, esta es la misma palabra como creer.
Ellos creyeron en Él, pero Él no creyó en el hecho de que ellos creyeron. Él no tuvo la fe en la
fe de ellos. Él no se encomendó a sí mismo a ellos como un Salvador, porque no había creído
lo suficiente como para ser salvos. Ellos creyeron, pero no creyeron lo suficiente como para
ser salvos.

¿Y por qué es que no se encomendó a sí mismo a ellos? ¿Y cómo es que Él conocía la


naturaleza de su fe? Al final del versículo 24: “porque no tenían necesidad de que nadie les
diese testimonio del hombre pues Él sabía lo que había en el hombre.” Fuera cual fuera lo que
ellos estaban diciendo, ¿y cómo sabía Él que ellos creyeron en Su nombre? Ellos le decían.
Este no es un momento en el tiempo cuando una multitud vino y dijo: “todos creemos”. Este es
un periodo de días, un par de semanas. Él está enseñando. Él está haciendo milagros.

La gente viene y se va y están diciendo: “creemos en Ti, creemos que eres de Dios. Creemos
que eres un maestro de Dios. No puedes hacer estas cosas a menos de que el poder de Dios
esté contigo.” Pero Jesús no está afirmando esto como una fe salvadora y estableciendo una
relación con ellos. ¿Por qué? Porque Él sabe que esa no es fe suficiente para salvar. ¿Cómo
es que Él sabe? Porque Él sabe lo que hay en el hombre. Eso es omnisciencia. Y hablamos
acerca de eso, no es cierto, que esa es evidencia de que Él es Dios.

Bueno, una de estas personas, una de estas muchas que estuvieron impresionadas por las
señales, creyendo en Jesús, es el hombre Nicodemo. Él es uno de ellos. Él es el único que
conocemos, porque él es el único del cual una historia se incluye en el texto de las Escrituras.
La historia de Nicodemo, entonces, es la ilustración del capítulo 2, versículo 23. Él es uno de
los muchos que creyeron, pero no creyeron lo suficiente como para ser salvos. ¿Cómo supo
eso Jesús? Él lo sabe porque Él conoce sus corazones. Y aquí hay una ilustración de ello en
estos versículos de apertura. Este es un relato muy, muy poderoso. Poderoso. En muchos
niveles y desde muchas perspectivas.

Pero comencemos tan sólo con Nicodemo. Y vamos a comenzar con lo que llamaremos la
preocupación del pecador. La preocupación del pecador. Ahora, como puede ver, a partir del

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versículo 1, este hombre, Nicodemo, había un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, un
principal de los judíos. Este es un hombre formidable en el sistema religioso de Israel. Un
hombre muy formidable. De hecho, inclusive quizás él estaba de hombros arriba por encima
del resto, debido a que en el versículo 10, Jesús le dice: “¿eres tú el Maestro de Israel?” Este
hombre ha alcanzado el pináculo absoluto del judaísmo, de la religión porque él es el maestro,
artículo definido, el maestro de Israel. Él es un hombre muy religioso, pero él está
preocupado. Está temeroso, se siente culpable, está ansioso, dudoso, carece de certeza.

¿Por qué? Porque él es un apóstata. Él es parte de un sistema religioso defectuoso, un


judaísmo apóstata. Él es un hipócrita. Él no conoce a Dios, él no ama verdaderamente a Dios.
Su corazón no ha sido cambiado. Y él, simplemente es otro hipócrita farisaico. Y Él conoce su
corazón. Y el corazón de un hipócrita está lleno de temor y de duda y de terror. ¿Y qué es lo
que él teme? Que él no se dirige al cielo. Esa es la preocupación del pecador. El teme que él
no se dirige a la resurrección y a la vida eterna en el cielo.

Ahora, cuando usted ha llegado al pináculo de su religión y no le da a usted la confianza de


que usted va al cielo, usted es un hombre preocupado. Un hombre no religioso, ateo,
abiertamente inmoral, tiene temor, temor de juicio. Pero no se acerca al nivel de temor que un
hipócrita elevado tiene, porque él ha hecho todo lo que sabe que tiene que hacer y cuando el
temor y el terror y la realidad de que él no conoce a Dios lo enfrenta, él no tiene a dónde
acudir porque él ha alcanzado la cúspide. Ese es Nicodemo.

Los fariseos, hubo seis mil de ellos según Joséfo, en la tierra de Israel en ese entonces,
fueron los más devotos, los guardadores de la ley más concienzudos. No sólo la ley de las
Escrituras, sino también las otras leyes que ellos inventaron, prescripciones para producir
santidad, pensaron ellos. La palabra fariseo viene de la palabra que significa apartado o
separado. Eran los separados, separados del resto de la gente por su devoción a la ley.
Separados del pecado. Separados de la maldad, etcétera, etcétera. Ellos estaban en el
corazón mismo del judaísmo apóstata y corrupto. Ellos fueron la gente a quien Jesús atacó
cuando Él entró al templo en el capítulo 2, versículos 13 al 18. Él hizo a un látigo y comenzó a
sacar a la gente. Fue su sistema el que Él estaba atacando.

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Ahora, eran tan devotos que, en muchos, muchos niveles, ellos habían alcanzado la virtud
externa. Escuchen el testimonio de Pablo, quien era uno de ellos, un fariseo en Filipenses 3:
“si alguno tiene de que confiar en la carne, yo tengo. Circuncidado al octavo día de la nación
de Israel, de la tribu de Benjamín, un hebreo de hebreos.” Eso significa que él ha seguido
todas las tradiciones. “En cuanto a la ley, fariseo. En cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia.
Y en cuanto la justicia que es en la ley, irreprensible.”

Y aquí está Pablo, este es el testimonio de un fariseo, yo he cumplido con todo detalle
religioso. He observado las leyes, fui Kosher, cumplí con las tradiciones, lo hice todo. Y
realmente, se redujo a algunos detalles insignificantes absurdos. Hay registros que nos dicen,
por ejemplo, que un fariseo no podía verse a un espejo en el día de reposo. Un espejo sería
un pedazo de metal aplanado, no cristal. Pero un fariseo no podía verse a un espejo en el día
de reposo, un porque podría ver un cabello gris y verse tentado a arrancarlo. Y esa sería una
violación de no trabajar en el día de reposo. Un fariseo que tenía una garganta irritada,
normalmente hacía gárgaras con vinagre. Eso es lo que ellos usaban, este tipo de antiséptico.
Pero los fariseos no podían hacer gárgaras el día de reposo, porque eso era trabajo. Tenían
que tragárselo inmediatamente cuando ellos tomaban el vinagre. Un fariseo podía comer un
huevo que era colocado ahí en el día de reposo si tenía la intención de matar al pollo que
estaba ahí en el día de reposo.

Digo, así es como desarrollaron este tipo de fórmulas ridículas para la virtud. Bueno, este es
uno de ellos. La mejor descripción dada en el Nuevo Testamento de los fariseos fue dada por
nuestro Señor en Mateo 23, en la última semana de Su vida y ministerio antes de Su muerte.
Pasen a Mateo 23; y este va a ser el mejor vistazo de los fariseos. Son descritos junto con los
escribas y en gran parte, eran parte de ellos. Dice en el versículo 1 y 2 de Mateo 23 que se
colocan en la silla de Moisés.

En otras palabras, se convirtieron en los intérpretes de la ley de Moisés. La ley que Dios le
había dado a Moisés ahí atrás en Éxodo. Por cierto, les dicen que hagan estas cosas, pero
ellos mismos no las hacen. Son hipócritas. Atan cargas pesadas sobre ustedes, no les ayudan
con esas cargas en absoluto. Versículo 4, hacen lo que hacen para ser vistos por los
hombres. Versículo 6, les encanta el lugar de honor en los banquetes, en los principales

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asientos en las sinagogas. Les encanta ser saludados en la calle y ser llamados rabinos. Ese
es un término de respeto que significa maestro. Un término caldeo que salió del cautiverio
cuando estuvieron ahí. Les encantaba ser llamados rabino. Les encantaba ser llamados
maestros. Querían ser llamados padres como si fueran la fuente de la verdad. Querían ser
llamados líder.

No obstante, versículo 13, “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis
el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los
que están entrando!” Ustedes evitan que la gente entre al Reino. Ustedes no están en el
Reino y no pueden ayudar a que alguien entre al Reino. Ustedes no están adentro y evitan
que otros entren.

Y ahí es exactamente en donde estaba Nicodemo. Él no estaba en el Reino. En su corazón, él


sabía que él no estaba en el Reino. Versículo 15: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis
dos veces más hijo del infierno que vosotros.” Versículo 16: “¡Ay de vosotros, guías ciegos!” Y
sigue así. Versículo 23: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la
menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y
la fe.”

Versículo 25: “hipócritas porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis
llenos de robo y de injusticia.” Versículo 27: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque sois semejantes a sepulcros blanqueados.” Versículo 29: “¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos
de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos
sido sus cómplices en la sangre de los profetas.” Él lo resume en el versículo 33: “¡Serpientes,
generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”

“Los fariseos” incluye a Nicodemo. Él está en la cúspide del montón. Él, de hecho, regrese al
versículo 1, es un principal entre los judíos. ¿Un principal entre los judíos? Es correcto. Él ha
alcanzado el pináculo. Él ha alcanzado el nivel más alto que alguien puede alcanzar. Él es un
miembro del sanedrín. Él es uno de ellos, aprendemos en Juan 7. Setenta hombres escogidos

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de todos los líderes. Los líderes religiosos de Israel, muchos de ellos fariseos. Algunos,
saduceos. Los más elite en algunos casos, los más ricos. En algunos casos, los eruditos más
brillantes. En su caso, el mejor maestro. Ex sumo sacerdotes constituyeron este órgano
gobernante llamado el Sanedrín. Los setenta. Él es parte de este grupo. Este hombre está en
la cúspide de la religión.

Muy raro, por cierto, que un fariseo venga a Jesús. Sólo hay uno en los cuatro Evangelios y es
él. El único otro fariseo que conocemos, Jesús lo buscó en el camino a Damasco, Pablo. Esto
es muy raro. Él es la única historia en los Evangelios de un fariseo que vino a Jesús. Él está
lleno de temor, ansiedad, como los hipócritas lo están. El teme el juicio, el teme el infierno, el
castigo, el ser excluido del cielo. Los fariseos creían en todas estas cosas. Los fariseos creían
en la sabiduría Divina. Los fariseos creían en la responsabilidad humana. Los fariseos
creyeron en los ángeles, creyeron en la resurrección, creyeron en el cielo, creyeron en el
infierno. Y él tiene toda esta teología y es suficiente como para asustarlo.

Por cierto, esta es esa angustia necesaria para que alguien sea en el salvo. Porque hasta que
ese temor emana en tu corazón, tú no buscas la salvación. Bueno, este hombre, el versículo 2
dice que vino a Jesús de noche. Mucho se ha escrito acerca de que el vino de noche.
Páginas, y páginas, esto y páginas y páginas. Permítanme decirles lo que significa. Significa
esto: que él no vino durante el día. Eso es lo que significa. Esa es la profundidad y la altura y
la amplitud de lo que eso significa. Si me preguntara usted por qué vino de noche, no lo sé.
Además, no me importa. Usted dígame. ¿Cuál es el mejor momento para venir a Jesús? En
cualquier momento. Quizás, su esposa le dijo que limpiara el patio de atrás y oscureció y
entonces, se vino. No lo sé. No lo sé, no me importa. Ese no es el punto. Es una metáfora de
las tinieblas de su alma.

Él vino. Él tenía curiosidad, él estaba preocupado. Él vino con la angustia del pecado, la
preocupación del pecador. Ahora, usted sabe, en Mateo 23, Jesús denunció a los fariseos. Se
lo acabo de leer. “Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas, hipócritas, hipócritas,
hipócritas. Vuestra casa es dejada desierta.” Él dice: “el juicio va a caer sobre ustedes.
Ustedes matan a los profetas, ustedes apedrean a los que le son enviados, ustedes, víboras.”

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Pero aquí, al principio de Su ministerio, viene este fariseo y Jesús le abre Sus brazos, le abre
Su corazón.

En un sentido, Jesús lo trata en la manera en la que Mateo 12:20 dice que el Mesías trataría a
la gente. Mateo 12:20 cita un pasaje de Isaías 42, éste es el pasaje: “la caña cascada no
quebrará, la mecha que humea no apagará.” Cuando el Mesías viene, Él no le dará la espalda
a la gente que ha quebrado. Este es un hombre que es una caña quebrantada. Este es un
hombre cuyo humo está bajo. El Mesías recibirá a los quebrantados y a los que están
humeando que vienen a Él; y eso es demostrado aquí.

La conversación es iniciada por Nicodemo. Él le dice a Jesús: “Rabí, sabemos que has venido
de Dios como maestro.” Ahora, de regreso en el versículo 23 del capítulo 2, muchos creyeron.
¿Qué creyeron? Bueno, aquí hay una ilustración. Ellos creyeron que Él vino de Dios. Usted
dice: “bueno, quizás tan sólo Nicodemo en creyó eso.” No. Escuche lo que dijo: “Rabí,
sabemos que has venido de Dios como maestro.” Él va más allá de eso y él le está diciendo:
¿sabes una cosa? Las muchas personas que creen en Ti, esto es lo que creemos. Creemos
que has venido de Dios como maestro. ¿Por qué creemos eso? Porque nadie puede hacer
estas señales que Tú haces si no está Dios con él. Sabemos que Tú eres un maestro enviado
de Dios.” ¡Guau! Esa es una gran confesión. Rabí, sabemos.

Por cierto, Él recibió esa palabra diariamente en su vida. Él era llamado Rabí. Rabí, ese es un
término de gran respeto. Un término honorable. Y ahora, él se vuelve y se lo dice a Jesús, lo
cual significa que él ve a Jesús por lo menos como su igual y como que él es el maestro en
Israel. Pero Tú estás por encima de mí, porque Tú estás haciendo milagros que los hombres
no pueden hacer. Recuerden, los milagros no eran parte de la vida. Esa generación entera de
personas nunca antes había visto a un milagro. Jamás. Jamás. No había habido un profeta
durante 400 años. Nadie, a quienes ellos habían conocido, jamás había visto un milagro.
Ningún ancestro jamás había visto un milagro. Y aquí había milagros por todos lados en tan
sólo unas cuantas semanas.

“Nadie puede hacer lo que haces a menos de que el poder de Dios esté con él. Creemos que
Tú has venido de Dios como un maestro.” Bueno, ese es un buen comienzo, ¿no es cierto?

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Este es realmente es un buen comienzo. Quizás, como Moisés, a quien Dios afirmó con
milagros en torno a la vida y ministerio de Moisés. Quizás, como Elías, a quien Dios afirmó
con milagros. Un profeta como Isaías, un profeta como Jeremías, un profeta como Jonás, un
profeta como Ezequiel. Y simplemente, quizás ahí en su mente, quizás Tú eres el Mesías.
Quizás Tú eres el Mesías.

Pero aquí está como los cinco discípulos en el primer capítulo que necesitaban más
información. ¿Se acuerda de sus historias? Eran seguidores de Juan el Bautista. Juan dijo:
“vayan, sigan a Jesús.” Siguieron a Jesús y después, de noche se sentaron con Él e hicieron
todo tipo de preguntas para llenar su fe, completar su fe. Y después, creyeron y siguieron. Él
necesita más información. Pero esta es una declaración tremenda por parte de un hombre
quien era parte, escuche, de los enemigos de Jesús que lo llevaron a la cruz.

¿Por qué es eso importante? Le voy a decir por qué es importante. Aquí está un hombre quien
es un miembro de los enemigos más hostiles, más agresivos, más enojados, que más
odiaban a Jesús en la tierra, los fariseos. Y él está diciendo: “Tú eres un maestro enviado de
Dios haciendo milagros.” Eso es objetivo, primera persona plural, porque él dice: “nosotros
sabemos que Tú has venido de Dios.”

Este es un testimonio objetivo, de primera persona, en plural, un testigo ocular de la


autenticidad de los milagros de Jesús. Y esa es la razón por la que Juan incluye esto. Esa es
la parte polémica de esto. Esto no está viniendo de Juan y Pedro y Nataniel. Este no es el
testimonio de Sus seguidores. Este es el testimonio de uno de Sus enemigos, que Él está en
una misión divina capacitada por Dios, hablando la verdad de Dios como un profeta. Esto no
es simplemente algo amable. Esto no es nada más curioso. Esto no es nada más cordial. Esto
no es nada más algo que expresa esperanza. Esta es una profesión sorprendente de primera
mano y una afirmación del poder de milagros de Jesús que lo afirmó como un maestro
enviado de Dios. Viniendo de un hombre, quien, en el mejor de los casos es indiferente, en el
peor de los casos, hostil.

Entonces, Jesús nos encomendó a sí mismo a Nicodemo aquí como no se encomendó a sí


mismo a ellos ahí atrás en el capítulo 2, versículo 23, porque esta no es una fe suficiente para

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salvar. Pero esta es una declaración suficiente para afirmar que Jesús se certificó a sí mismo
como un maestro de Dios por Sus milagros. Ese es un punto inicial. Ese es un punto de
comienzo.

¿Y sabe una cosa?, le doy crédito a Nicodemo. Él tomó el camino menos viajado. Fariseo,
¿quién querría ser uno de ellos? ¿Quién querría preocuparse con sacarse o arrancarse un
cabello gris? Él vivió una vida muy restringida, créanme. Una vez que usted se unía a la
asociación, todo el mundo lo hacía responsable a usted por esas restricciones. La rendición
de cuentas era inmensa, de hecho, quizás una de las razones por las que él vino de noche,
fue porque esa sería la única manera en la que él podía aislarse a sí mismo del resto del
grupo para hablar con Jesús.

Él llevó la religión a su ápice. El llevó la religión a su nivel más elevado, a su nivel más noble.
Él alcanzó el pináculo mismo. Él era tan quisquilloso como quisquilloso se puede ser. Él era el
hombre quien diezmaba las pequeñas hierbas, pero su corazón estaba lleno de temor y él
quería más información acerca de Jesús. Entonces, él viene. Un pecador preocupado.

Ahora, llegamos al versículo 3. El camino del Salvador. ¿Cómo es que el Salvador va a


responderle? “Respondió Jesús y le dijo,” siempre me ha encantado leer eso. No sé por qué
colocaron aquí respondió, porque él no hizo ninguna pregunta. Él no hizo una pregunta. Él
hizo una declaración. Él hizo una declaración. “Sabemos que has venido de Dios como un
maestro porque nadie puede hacer estas señales, estos milagros que Tú haces, a menos de
que Dios esté con Él.” Esa es una confesión. Esa no es una pregunta. Pero, “respondió Jesús
y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de
Dios.”

¿Acaso eso no parece un comentario irrelevante? No sé, digo, si hubiera sido yo, yo habría
dicho: “bueno, muchas gracias Nicodemo, valoro eso, estoy tan contento por saber que crees
que venido de Dios, que soy un maestro enviado por Dios. Valoro eso. Te lo agradezco.” Pero
Jesús ignora lo que él dice. Ignora de manera total lo que él dice.

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Ahora, esta es una presentación codificada de la conversación. Quiero prometerle algo: leí
eso en tres minutos hace un momento, esos 10 versículos. Esta conversación con Nicodemo
no duró tres minutos. Pudo haber durado varias horas. Esto simplemente es un resumen,
muestra, de los elementos más sobresalientes de esa conversación.

Entonces, estoy seguro de que Jesús fue lo suficientemente amable como para congraciarse
con Nicodemo y responder a su reconocimiento. Pero el punto que necesita entenderse es
que lo que dijo Nicodemo no fue importante para Jesús. Fue lo que Nicodemo estaba
pensando que fue importante. Y si usted regresa de nuevo al capítulo 2:23 al 25, Jesús
conocía a todos los hombres y Él sabía lo que estaba en el hombre. Su omnisciencia. Él sabía
lo que Nicodemo estaba pensando y Él conocía la preocupación del pecador, Él conocía su
angustia y Él sabía qué era lo que él temía. Que él iba a morir y que no iba a entrar al Reino.
Él sabía que no tenía una relación con Dios. Él sabía que no estaba en el Reino. Él sabía que
no se dirigía a la vida de resurrección y al cielo. Eso es lo que él sabía.

Y entonces, Jesús ignora lo que estaba en sus labios y va a lo que está en su corazón y lo lee
como si fuera un pizarrón. Jesús respondió y le dijo, “De cierto, de cierto os digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Este era el punto. Él temía que no
entraría al Reino. Él temía que toda su religión y todo su ritual y toda su ceremonia y todos
sus actos externos justos y todas sus conformidades torpes a las prescripciones que los
rabinos habían acumulado a lo largo de los siglos, todo eso no lo había llevado al Reino.

Ahora, ¿de qué está hablando? El Reino de Dios puede ser entendido de cuatro maneras: el
Reino universal, Salmo 93: “Jehová reina, Jehová reina. Él reina sobre el universo entero. Él
Reino sobre la eternidad.” Ese es un aspecto del Reino de Dios. El Reino universal eterno.

El segundo aspecto del Reino es el Reino mediatorial, el Reino de mediador. El Reino de


mediador. Ese es el Reino de la salvación y redención que Él media en la tierra conforme Él
usa medios humanos para traer a gente de la salvación. El tercer elemento del Reino es el
Reino milenario, el Reino de mil años de Cristo al final de la historia humana. El cuarto
elemento de Su Reino es el nuevo cielo y la nueva tierra y el Reino eterno.

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Entonces, está el Reino universal, Dios gobierna sobre todo. Está el Reino de la salvación,
cumpliendo Su plan, desarrollándose en la historia humana para ser seguido por el Reino
milenario del reinado de Cristo en la tierra. Y después, el Reino eterno. De lo que él está
hablando aquí no es el Reino universal de Dios el cual está sobre todos, ni el Reino futuro
milenario, ni el Reino futuro eterno en particular, sino la esfera de la salvación. La esfera
especial de los redimidos, aquellos que son salvados del juicio, reconciliados con Dios en
relación con Él para siempre, que se dirigen a la resurrección y a la vida en el cielo. Jesús
dice: “no vas a estar en ese Reino; no vas a estar en ese Reino a menos de que nazcas de
nuevo.”

El Señor no se relacionó, por lo menos en el texto, con el comentario de Nicodemo. Se fue


directamente a su corazón. Y Nicodemo había que él tenía un lugar en el judaísmo. Él tenía
un lugar muy elevado en el judaísmo porque él era único de Abraham y porque él era un
fariseo fiel. Pero él no tenía lugar en el Reino de Dios. Abraham era su padre físico, Dios no
era su padre espiritual. Él no está mejor que un pagano inmoral. Y él estaba confiando en que
esta religión lo llevara allí. Y él sabía en su corazón que no lo estaba haciendo. El Salvador
entonces, le dio el camino. Y Él comienza al decir: “de cierto, de cierto te digo.” Van a ver eso
veinticinco veces en el Evangelio de Juan. Jesús dice eso. Él lo dice otra vez en el versículo 5
aquí. “De cierto, de cierto.” Y cuando Él dice esto, Él está corrigiendo una farsa. Y la farsa es
la religión del judaísmo.

Te estoy diciendo la verdad ahora, “de cierto, de cierto,” enfático, fuerte, la idea judía actual de
que todos los judíos van a estar en la resurrección y en el cielo porque son parte del Reino a
menos de que sean apóstatas o blasfemos deliberados. Y eso es lo que los judíos enseñaban,
todos los judíos están bien. “Permíteme decirte algo. Quiero que dejes esa farsa. Aquí está la
verdad. De cierto, de cierto, te digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver o participar
del Reino de Dios.”

Ahora, ¿cuál es el meollo aquí? Aquí esta. La religión en cualquier forma, o a cualquier grado,
es completamente inútil en hacer que alguien llegue al cielo. ¿Escuchó eso? La religión, en
cualquier forma, a cualquier grado, a cualquier nivel, es total y completamente inútil. Es
ineficaz e inclusive, en sus niveles más elevados de devoción. Las palabras de Jesús aquí de

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que debes nacer de nuevo, simplemente están diciendo que no hay nada que añadir, porque
no hay nada de lo que has hecho que importe. Tienes que regresar y comenzar desde el
principio. Tienes que matar, por así decirlo, o haber matado, quien eres tú, y ser reemplazado
por una nueva criatura. Sus palabras despedazan de una vez por todas toda excelencia
supuesta de la devoción y conducta religiosas del hombre.

Toda conducta religiosa, toda conducta moral, todo mérito religioso, toda ceremonia, todo
ritual, toda devoción es equivalente a un cero absoluto. Toda moralidad acumulada es
equivalente a cero. Todos los méritos de la bondad humana son equivalentes a cero. Es todo
cero, de hecho, es peor que cero. Pablo dice: todas estas cosas que tengo por ganancia,
después vi a Cristo y me di cuenta que era excremento todo, estiércol, Filipenses 3.

Entonces, esa es la perspectiva de Jesús de la religión. Toda la religión es inútil.


Absolutamente inútil. Usted podría ser el Papa y toda esa religión es inútil. Usted no es mejor
que un ateo pagano. No sirve de nada, no sirve de nada. El camino del Salvador, necesitas
nacer de nuevo. Cinco veces dice eso en ese texto. Tienes que regresar al principio, cancelar,
omitir toda religiosidad, todo mérito religioso, todo mérito moral, toda bondad humana, toda
conducta noble es equivalente a cero.

Ahora, ustedes están familiarizados con nacer de nuevo, pero permítanme decirle algo acerca
de la palabra nuevo. Es el griego anothen, anothen. De hecho, significa “de arriba”. De arriba.
Puede ser traducido nacido de nuevo. Pero también podría ser traducido nacido de arriba. Y
ambos están bien. Necesitas tener otro nacimiento de arriba. De arriba. Necesitas ser
recreado para entrar al Reino de arriba, lo cual significa que no haces contribución a esto. Esa
es la razón por la que la analogía del nacimiento es usada.

Y de nuevo, digo lo que dije al principio. Usted no hizo contribución alguna a su nacimiento.
Físicamente, usted no hizo contribución alguna a su nacimiento espiritualmente. Ese
nacimiento no es logrado por el hombre. Entonces, podría ser traducido “debes ser nacido de
arriba.”

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Y, por cierto, anothen, es usado al final de este capítulo, casi al final en el versículo 31 y ahí
es traducido de arriba. El que viene de arriba, es la misma palabra. Es la misma palabra en el
capítulo 19, anothen. Es traducida de arriba. Entonces, significa de arriba. Usted tiene que
nacer y tiene que nacer no por algo hecho aquí, sino por algo hecho arriba. Arriba. No importa
si usted es un sacerdote. No importa si usted es un líder religioso. No importa si usted es un
ateo que odia y rechaza la religión. Todos ustedes están en la misma situación.

Yo sé que nos molestamos en Estados Unidos por cómo se ha incrementado el ateísmo.


Usted no debe estar más enojado por el incremento del ateísmo de lo que usted debe estar
enojado por el incremento de la religión falsa en cualquier forma. Porque todos están en la
misma situación. Esto tiene que suceder de arriba.

Regrese a Juan 1. Al principio, Juan presentó esto de manera clara. En el versículo 12, él
habla de los hijos de Dios. Hijos de Dios. Y eso implica nacimiento, ¿no es cierto? Para ser un
hijo, tiene que nacer. Para convertirse en un hijo de Dios, tiene que nacer de arriba. Eso es lo
que él dice. Él habla de tener el derecho, la potestad de ser hechos hijos de Dios al creer en
Su nombre.

Después, en el versículo 13, él lo presenta claramente: “los cuales no son nacidos de sangre,”
esto es, esto es nacimiento espiritual, no es algo que usted hereda, “ni de la voluntad de
carne,” esto no es algo que usted obtiene porque usted lo quiere con mucho deseo, “ni de la
voluntad del hombre,” esto es por algún plan religioso diseñado por el hombre. “Sino que este
es un nacimiento de Dios,” que son nacidos de Dios, de arriba.

La regeneración es un milagro divino que sucede desde el cielo. Nicodemo tiene vida física. Él
no contribuyó esto. Él no tiene vida espiritual. Él la necesita. Pero él no puede contribuir a eso
tampoco, porque esa es una obra de Dios que viene únicamente a aquellos que dejan de
confiar en sí mismos. En la majestad Divina, con una afirmación gloriosa, con un movimiento
glorioso, Jesús borra todo el refugio del pecador. Toda la seguridad del pecador en el
tradicionalismo, formalismo, ceremonialismo, liberalismo, ritualismo, eclesiasticismo; y apunta
la flecha filosa de verdad espiritual en el punto vital. Tienes que descontar todo eso. Es
estiércol. Necesitas nacer de nuevo.

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Jesús tuvo respeto hacia la ley. Gran respeto por la ley. Él fue el autor de la ley. Él cumplió la
ley. Pero Él sabía que la ley no podía salvar. La ley no podía salvar. Este hombre tuvo una
gran necesidad y es la misma gran necesidad que todo pecador tiene. Él necesita ser
regenerado. Él necesita volver a nacer de arriba. Cristo despedazó como un relámpago
destructivo que salió del cielo todas las formas, todas las fórmulas, todos los dogmas, todos
los requisitos legalistas, todos los rituales eclesiásticos colocados entre un hombre y Dios. Él
fue a la raíz del problema, regeneración. Nicodemo no necesitaba más leyes, más reglas, más
servicios, mas sacrificios, mas oraciones, más velas. Él necesitaba convertirse en una nueva
criatura. Sólo Dios puede hacer eso. Y esa es la necesidad de todo pecador.

La próxima vez, hablaremos de su respuesta.

Gracias, de nuevo, Señor por el tiempo maravilloso que hemos disfrutado esta mañana en
comunión y adoración. Gracias por Tu Palabra. Simplemente, ilumina todo. Entendemos el
mundo. Entendemos cosas que la gente no puede entender. Gracias porque ilumina todo,
aclara todo. Y oramos por pecadores aquí que son pecadores preocupados, que son
pecadores hipócritas, que saben en sus corazones que están afuera del Reino, que no se
dirigen hacia la resurrección y la vida eterna. Que están viviendo en temor y duda y terror y
ansiedad y angustia por su condición. Y algunos, seguramente han probado la religión.
Algunos la han probado de una manera extrema. Y no les ha dado nada para el alma.

Oro por esas personas, Señor, oro porque dejen de tratar y que clamen a Ti para que les des
vida conforme confían Cristo, sabiendo que a todos los que le recibieron, Dios le da el
derecho de convertirse en los hijos de Dios, nacido de Dios. Que Tú les des esa vida hoy.
Para Tu gloria eterna oramos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org


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