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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

El citatorio divino
Escritura: Juan 3:1-10
Código: 43-14
John MacArthur

Ahora, abra su Biblia, si es tan amable, al tercer capítulo del Evangelio de Juan. Éste, claro,
es un capítulo crítico en todas las sagradas Escrituras. Establece el tono para nuestro
entendimiento de la salvación y la verdad de este capítulo, claro, es desarrollada a lo largo del
resto del Nuevo Testamento. Permítame leer estos 10 versículos. Quiero que estén en su
mente. Y después, lo que voy a decir esta mañana va a ser una especie de apéndice o anexo
a lo que ya hemos cubierto en estos versículos.

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este
vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el
Reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso
entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El
viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede
hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”

Como hemos estado diciendo, cinco veces en esos breves versículos, hay una referencia
nacer de nuevo o nacer de arriba. Cualquiera de las dos está bien y ambas son traducciones
precisas. Necesitamos nacer de nuevo. Esto es, habiendo nacido físicamente, ahora
necesitamos nacer espiritualmente. Ese nacimiento viene de arriba. En un sentido, nuestro

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primer nacimiento, claro, fue una creación directa también de Dios. Inclusive en el sentido
físico. Y también lo es con nuestro segundo nacimiento que desciende de arriba.

No obstante, no hay ayuda humana para este nacimiento, así como la hay en el nacimiento
físico. Es una obra divina de Dios. Esa es la razón por la que se refiere como nacer del
Espíritu. Nacer del Espíritu. Es la obra del Espíritu darnos vida. Eso es lo que significa nacer
de nuevo. Y la razón por la que el Señor usa esta analogía es porque nos expresa el hecho de
que no participamos en este nacimiento. Usted no tuvo nada que ver con su primer
nacimiento. Es un nacimiento físico. Y usted no tendrá nada que ver con su nacimiento
espiritual. Es una obra divina de Dios. Los teólogos la llaman monergista en lugar de que sea
sinergista. Usted no participa en ello. Yo no participa en él. Ninguna persona que nace de
nuevo contribuye a eso. No hay manera alguna de llevarlo a cabo. Esa es una obra Divina de
Dios.

Para verlo quizás en una ilustración inolvidable, recuerde lo que dije acerca de Lázaro. Lázaro
está muerto. Él está en la tumba. Él ha estado muerto cuatro días. Su cuerpo está en un
estado de descomposición. El Señor viene a su tumba y lo resucita de los muertos. Él lo hace
mediante un llamado. Él dice: “¡Lázaro, sal!” Y Lázaro viene a la vida, sale de la tumba como
una nueva criatura. La ropa de la tumba le es quitada. Él está completamente vivo.

Somos una raza de Lázaros, espiritualmente muertos. Dios nos da vida y lo hace mediante un
llamado. Mediante un llamado. Jesús dio vida a Lázaro y Él declaró esa vida llamándolo fuera
de la tumba. Y así es con aquellos a quienes se les da vida, y así es con aquellos a quienes el
Espíritu Santo les da vida. Es un llamado Divino. Dios habla y la vida viene a nosotros.

Quiero que lo piense de esta manera porque esa es una manera muy importante en la que el
Nuevo Testamento se refiere a que Dios nos da vida. Nos hace estar vivos. Es mediante un
llamado Divino.

Cuando hablamos de ser llamados de Dios, en primer lugar y sobre cualquier otra cosa,
estamos hablando del llamado para venir a la vida. A salir de la tumba. Es un llamado a la
reconciliación, sí. Es un llamado a la justificación, sí. Es un llamado a la redención. Es un

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llamado entrar al Reino eterno de Dios. Es un llamado a ser hijos con todos sus derechos y
privilegios. Es un llamado al amor y al servicio. Y a la obediencia al Señor. Es un llamado de
la esclavitud a la libertad. Es un llamado al gozo y a la paz. Es un llamado a la santidad. El
llamado del Evangelio es presentado por los escritores de las epístolas como un llamamiento
alto, un llamamiento santo, un llamamiento celestial. Evidentemente, es un llamado raro. Es
un llamado innegable. Es un llamado irreversible.

El lenguaje del Nuevo Testamento habla mucho del hecho de que nuestra regeneración vino
en respuesta al llamado de Dios. El llamado de Dios. Y estoy diciendo esa palabra de manera
repetida porque quiero que vea esta palabra conforme se desarrolla en el resto del Nuevo
Testamento.

Entonces, cuando usted lee el Nuevo Testamento, esta palabra en particular va a saltar de la
página con un significado nuevo y fresco. Este es un llamado que es un citatorio Divino. Es un
citatorio Divino a venir a la vida. A venir a la familia de Dios. Al Reino de Dios. A la corte de
Dios, a estar delante de Dios y ser declarado perdonado y justo y libre para siempre de
cualquier juicio, de cualquier condenación.

Los teólogos han hablado de este llamado y han incluido muchos adjetivos junto con él. Ha
sido llamado un llamado eficaz, un llamado irresistible, un llamado poderoso, un llamado
determinante. Un llamado decisivo. Un llamado conclusivo, un llamado operativo. Y todos
esos ciertamente son apropiados. Es un llamado a la salvación, es un llamado a la vida.

Quiero que pase Romanos 8, conforme añadimos algo así como un apéndice a nuestro
estudio de Juan 3. Y quiero que comencemos a entender lo que el Nuevo Testamento dice
acerca de este llamado, para que entienda la maravilla plena del mismo. Romanos 8 es muy
conocido por nosotros, en el versículo 28 en particular, un versículo que amamos, que
aplicamos muchas veces en nuestra experiencia cristiana. “Y sabemos que los que aman a
Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a Su propósito son
llamados.” Dios hace que todo sea para nuestro bien porque somos llamados por Él.

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Si usted pasa el versículo 29, usted lee: “porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el
primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a estos también llamó. Y a los
que llamó, a estos también justificó. Y a los que justificó, a estos también glorificó.”

Ahí usted tiene una definición muy clara de la naturaleza absolutamente eficaz de ser llamado.
Somos predestinados, llamados, justificados y glorificados. A quien Dios predestinó, Él llamó.
A quien Él llamó, Él justificó. A quien Él justificó, Él glorificará. Todo comenzó con la
predestinación y termina con ser conformado a la imagen de Su Hijo. Éste es el propósito
divino. Y conforme ese propósito se desarrolla a lo largo de la historia redentora, Dios hace
que todas las cosas sean para bien, para llegar al resultado final desde su predestinación
original.

Dentro del plan de Dios, desde la predestinación hasta la gloria eterna, está el llamamiento o
el llamado y la justificación. Todos los que han sido elegidos, serán llamados. Todos los que
son llamados, serán justificados. Todos los que son justificados, serán glorificados.

En el capítulo 11 de Romanos, una promesa maravillosa para aquellos de nosotros que


hemos sido llamados, versículo 29 de Romanos 11, “porque irrevocable son los dones y el
llamamiento de Dios. Los dones del llamamiento del Dios son irrevocables. Estamos hablando
de un llamado que es un llamado absoluto, eficaz. A quien Él llamó, Él justificó y glorificó.

Ahora, hablemos de la palabra llamado. Una palabra simple en el lenguaje inglés y español,
kaleo, significa citar o llamar a alguien a la presencia de uno. Llamar a alguien para que venga
a usted. La palabra es descriptiva, tan descriptiva que los creyentes son identificados como
los llamados. Literalmente, somos “los llamados,” de tal manera que usted toma el verbo y lo
convierte en un nombre o sustantivo. Todos nosotros hemos sido llamados y somos, según
Romanos 8:28, los llamados.

De hecho, eso es lo que es una Iglesia. La Iglesia verdadera es la congregación de los


llamados. La palabra para “iglesia”-nos encanta la palabra Iglesia- no nos dice nada acerca de
quiénes somos, la palabra en español Iglesia. Pero la palabra en español Iglesia es una

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traducción de la palabra griega ekklesia. Ekklesia viene de ekkaleo, significa los llamados.
Kaleo, con una preposición al frente, ek, significa fuera de. Somos los llamados fuera de.
Hemos sido llamados de la tumba, hemos sido llamados fuera de la muerte, llamados fuera de
la ignorancia, llamados fuera de la ceguera. Somos los llamados. La Iglesia es ekklesia. Son
los llamados fuera de, fuera de. Sería maravilloso que hubiera una palabra en español que
explicara mejor esa obra de Dios que la palabra más bien estática que es la palabra Iglesia
porque también es usada para describir organizaciones y edificios.

Entonces, podemos referirnos a nosotros mismos lo más que podamos, como los llamados.
Los llamados. Y para ayudarle a familiarizarse con eso, permítame llevarlo rápidamente a lo
largo de las epístolas del Nuevo Testamento. Podemos comenzar en Romanos, en donde
comienzan las epístolas. Romanos, capítulo 1. Pablo, versículo 1, se identifica a sí mismo
como esclavo de Jesucristo, llamado, llamado individualmente, claro.

Y después, él pasa a hablar de los redimidos. Él habla de aquellos quienes en el versículo 5


han recibido gracia y la obediencia a la fe entre las naciones por causa de Su nombre. Y
después, en el versículo 6, entre los cuales estáis vosotros, ustedes, los llamados, llamados
de Jesucristo. Versículo 7, vosotros sois los amados de Dios en Roma, llamados a ser santos.

En 1 Corintios capítulo 1, Pablo de nuevo demuestra cuán conocido es este lenguaje. Primera
de Corintios 1, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, Sostenes,
nuestro hermano, a la ekklesia, a los llamados afuera de Dios que está en Corinto, aquellos
que han sido santificados en Cristo Jesús, santos por llamado. Santos por llamado. O
llamados a ser santos.

Pase al versículo 9, fiel es Dios mediante quien habéis sido llamados a la comunión con Su
Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Y cuando estoy leyendo esta palabra llamado, quiero que esté
pensando en Lázaro. Fue el llamado. Lázaro, sal, ven fuera que lo sacó de la tumba.

Y es este mismo llamado que nos ha dado vida. Si usted pasa al versículo 23, predicamos a
Cristo crucificado, para los judíos tropezadero y para los gentiles locura, pero a los llamados,
tanto judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios. Él puede predicar el

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Evangelio y será locura y será una piedra de tropiezo, hasta que cumple con el propósito de
Dios y vendrán a la vida. Versículo 26 entonces, considerad vuestra vocación o vuestro
llamado, hermanos. Considerad vuestro llamado.

¿Cómo sucedió? Versículo 27, Dios escogió. Versículo 28, Dios escogió. Esa es la razón por
la que usted fue llamado. Llamado por la decisión soberana de Dios. En Gálatas capítulo 1,
Gálatas capítulo 1, Pablo nuevamente se presenta a sí mismo al principio de su epístola y
esto con mucha frecuencia está al principio de las epístolas porque identifica a los creyentes a
quien él escribe. Él está preocupado por las iglesias en Galacia, porque hay concesiones
serias ahí en sus vidas. Ellos han caído en confusión y entonces, en el versículo 6, él dice:
“estoy maravillado de qué tan rápidamente habéis dejado a aquel que os llamo por la gracia
de Cristo.” Este es un llamado salvador, de nuevo, aquel que os llamo por la gracia de Cristo.
De nuevo, Dios los ha llamado, no se desvíen de la obediencia a todo lo que ese llamado
implica.

En la maravillosa carta a los Efesios, capítulo 4, versículo 1, Pablo identificándose


nuevamente a sí mismo como el prisionero del Señor, dice: “os ruego que andéis como es
digno de la vocación o llamado con el que habéis sido llamados.” El llamamiento con el que
habéis sido llamados. En el versículo 4, él lo identifica de nuevo, hay un solo cuerpo, un
Espíritu y fuisteis llamado en una esperanza de vuestro llamado.

En Colosenses capítulo 3, de nuevo el lenguaje no se desvía de este verbo singular.


Colosenses 3, hablando de lo que es haber sido resucitado en Cristo y estar sentado a la
diestra de Dios y haber muerto y nuestra vida siendo escondida con Cristo en Dios, Cristo
ahora es nuestra vida. Hemos sido regenerados. Ése es el lenguaje de la regeneración. Pero
ahí en el versículo 15, y la paz de Cristo gobierne vuestros corazones a la cual de hecho
habéis sido llamados en un cuerpo y sed agradecidos.

Primera de Tesalonicenses, capítulo 2, usted puede ver que este lenguaje en cada una de
estas epístolas. No le estoy dando cada vez que aparece, simplemente algunas muestras.
Ahora, le estaba hablando a los Tesalonicenses en el capítulo 2, versículo 12, “para que
andéis de una manera digna del Dios que os llama a su Reino y gloria.” No hay confusión

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absoluta en este lenguaje. No hay intento alguno por retroceder. No hay intento alguno por
causar alguna confusión o evitar la ofensa que este tipo de lenguaje pueda provocar. Es
directo, es lenguaje glorioso, es celebrado y es para producir obediencia y adoración.

Segunda de Tesalonicenses, capítulo 2, este es uno de los grandes duetos de versículos en el


Nuevo Testamento, 2 Tesalonicenses 2:13 y 14, “debemos siempre estar agradecidos a Dios
por vosotros, gracias a Dios por vosotros. Porque la razón por la que ustedes son lo que son
es por lo que Dios ha hecho, hermanos amados por el Señor.” Y ahí es donde comienza, el
Señor decidió amarlos, porque Dios os ha elegido desde el principio para salvación. Él os ha
escogido para vosotros desde el principio para salvación mediante la santificación por el
Espíritu y fe en la verdad. Fue para esto que Él os llamó mediante nuestro Evangelio, para
que tengáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Usted tiene toda la obra de la redención
resumida en dos versículos. Comienza con amor y después, la elección y después, llamado y
después, salvación y después, glorificación. Y en la salvación, viene la obra del Espíritu para
producir fe en la verdad. Esta es la razón por la que Él lo llamó a usted, para llevarlo a la
gloria eterna. Esto nos lleva de regreso a Romanos 8. Predestinado, llamado, justificado,
glorificado, irrevocable y ninguno se pierde.

Escuchemos una palabra del escritor de Hebreos. El escritor de Hebreos, capítulo 3, versículo
1, esta es una afirmación maravillosa. Hebreos 3:1, por tanto, hermanos santos, participantes
del llamamiento celestial. Hermanos santos, participantes de un llamamiento celestial. ¿Cómo
es que llegamos a ser santos? ¿Cómo es que nos deshicimos de nuestra corrupción? Nuestra
condición miserable, nuestra condición caída, nuestra depravación. ¿Cómo nos convertimos
en hermanos santos? Recibimos un llamamiento celestial. El cielo nos llamó para salir de la
muerte, para salir de la oscuridad, para salir de la ignorancia, para salir de la ceguera y entrar
a la vida y la luz y la verdad.

Pedro, 1 Pedro 2, de nuevo, todos los escritores del Nuevo Testamento celebran nuestro
llamado. Este realmente es uno de los textos más ricos de todos acerca de este tema.
Primera de Pedro 2:9, “más vosotros sois linaje escogido,” hablándole a la ekklesia, los
llamados, “vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que
anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Eso es

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totalmente claro. ¿Cómo es que llegamos a ser un grupo de personas especiales, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios que pudieran anunciar sus virtudes?
¿Cómo es que eso sucedió? Él nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable porque vosotros
antes no erais pueblo. Ahora, sois el pueblo de Dios. “Vosotros no habíais recibido
misericordia, pero ahora, habéis recibido misericordia.” Este es el llamado de Dios. Versículo
21: “porque para esto habéis sido llamados.” Y él acaba de hablar del sufrimiento - llamados a
sufrir por Cristo para ser glorificados con Cristo.

Cuando usted piensa en quién usted es como cristiano, quizás cristiano ciertamente es una
manera de definir a sí mismo y quizás, está bien en pensar acerca de usted mismo como una
parte de la Iglesia de Jesucristo. Pero creo que para hacer eso aún más estrecho, saber que
usted ha sido llamado por Dios a la vida de los muertos, porque Él escogió colocar Su amor
sobre usted antes de que el mundo comenzara, da un entendimiento fresco a eso.
Nuevamente, en 1 Pedro capítulo 3, Pedro nos alienta bendecir a la gente no devolviendo
maldición por maldición, insulto por insulto, sino bendecir y ¿por qué? Porque habéis sido
llamado por el propósito mismo, para que podáis heredar una bendición. Eso ve la gloria
eterna. Fuisteis llamados a la gloria eterna. Fueron llamados a recibir una bendición de Dios.
Mientras que están aquí, den bendición. No den mal por mal, no se venguen, no den insulto
por insulto. Bendecidos, Dios los llamó para darles bendición eterna.

Y después, en el último capítulo de 1 Pedro, capítulo 5, versículo 10, Pedro dice: “después de
que habéis padecido por un poco de tiempo.” Así es en esta vida. El Dios de toda gracia, que
os llamó a su gloria eterna en Cristo, el mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, amén. Esa es una doxología. Y hombre, nos da
toda razón para que sea una doxología porque acaba de leer ahí que Su llamado, de Dios,
está seguro para siempre. Seguro para siempre. Él lo escogió a usted porque Él colocó Su
amor sobre usted. Él lo llamó a usted, lo justificó y promete glorificarlo.

Sí, usted sufrirá en este mundo. Pero el Dios de toda gracia simplemente es para recordarle
que esto no tiene que ver con usted, esto tiene que ver con Él. Esto no tiene que ver con que
usted merezca el recibir la salvación o mantener la salvación. Esto consiste en gracia pura por
parte de Aquel que lo llamó a usted y Él lo llamó a usted no a una salvación temporal, sino

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que lo llamó a usted a Su gloria eterna en Cristo. Y ahí es en donde usted va a estar. Ahí es
en donde usted va a estar. Él lo llamó a eso.

Segunda de Pedro, no puedo resistir esto, Pedro se presenta a sí mismo como un esclavo, un
apóstol de Jesucristo. Y después, dice en el versículo 1, bastante interesante, “aquellos que
han recibido una fe igual de preciosa que la nuestra por la justicia en nuestro Dios y Salvador,
Jesucristo.” ¿De dónde obtuvo usted su fe? ¿De dónde consiguió usted su fe? Usted la
recibió. Estuvo en el paquete cuando Él lo llamó a usted. Usted recibió su fe, usted recibió fe
por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Es un regalo de la gracia de Dios.
“Gracia y paz sean multiplicadas a vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro
Señor.”

Después, observe el versículo 3: “viendo que Su poder divino nos ha concedido todo lo que
pertenece a la vida y a la piedad.” Ahora, escuche eso, por Su poder Divino, Él nos dio todo lo
que pertenece a la vida ya la piedad. ¿Qué significa eso? Elección, llamado, regeneración,
justificación, santificación, glorificación, todo - Él nos concedió todo mediante el conocimiento
verdadero de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y excelencia.

De nuevo, ahí está otra vez esa obra unilateral, monergista de Dios mediante la cual Él nos
llama y nos da todo lo que pertenece a la vida y a la piedad. Ahora, ¿entiende usted que esta
no es alguna designación oscura del pueblo de Dios? Así es como los escritores de las
epístolas del Nuevo Testamento se refieren a nosotros.

Ahora, este no es un llamado general. Este no es un llamado externo. Este no es un llamado


que un predicador o evangelista hace. Este es un llamado interno de Dios que no puede ser
resistido. Hay un llamado externo, cuando yo predico el Evangelio, cuando un evangelista
predica el Evangelio, cuando usted le da el Evangelio a un amigo. Cuando usted le testifica a
alguien y los llama a venir a Cristo y a responder a Él y a abrazarlo a Él y a entregarse a Él y a
Su Evangelio, éste es un llamado externo que los humanos hacen. Y en ese sentido, usted
puede tomar el lenguaje de Mateo 22:14 y la parábola que Jesús dio, en donde Él dijo:
“muchos son llamados, pero pocos escogidos.” Usted recuerda que los que inicialmente
fueron llamados al banquete, no vinieron. Ese es un llamado externo. El llamado del Evangelio

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externamente sale y la gente rechaza ese llamado. Muchos son llamados, pocos escogidos.
Eso se refiere al llamado general, al llamado externo.

Pero cuando usted llega al Nuevo Testamento y usted comienza con Romanos, y usted sigue
en el resto del Nuevo Testamento, cada vez que la palabra llamado o llamamiento o vocación,
traducido así en ciertas versiones, aparece en la categoría del Evangelio, es un llamado
interno, eficaz, de Dios que lleva al pecador muerto a la vida. Así es como los escritores del
Nuevo Testamento se refieren a este. Es un citatorio por parte de Dios a venir a Su corte para
recibir vida, para ser traído a Su corte, para que no sea condenado, para que no sea juzgado,
sino para que sea declarado perdonado y justo y liberado. Y después, para ser adoptado
como un hijo y reconciliarse de manera plena con Él. Es un llamado soberano de Dios,
salvador, conforme Él ejerce Su propia voluntad y mediante Su propia gracia magnífica toma
al pecador elegido y lo lleva a su presencia para declarar su perdón de ese pecador y
concederle a ese pecador la justicia misma de Cristo, hacerlo un hijo y prometerle riquezas
eternas en gloria.

Por maravilloso que es este, molesta a algunas personas. Así es. Ellos dicen: “por favor, Dios
no va a traer a pecadores a sí mismo. No los va a traer mientras que están gritando y
pateando. Él no se va a sobreponer a ellos contra la voluntad de ellos y violar la decisión de
ellos.” Algunos dicen que Dios no puede hacer eso. Él no lo puede hacer porque Él nos ha
dado libertad y tenemos libertad y libre albedrío y Dios no puede violar eso. Oh, ellos dicen,
Dios puede romper la tapa del ataúd para que la persona muerta pueda tener un pequeño
vistazo de luz y verdad suficientes para creer. Dios, en cierta manera puede abrir la mente un
poco. Pero Él no puede forzarlos. Ellos tienen que tener la oportunidad, esto es todo,
simplemente, la oportunidad.

Hay un libro escrito, un libro popular escrito en tiempos recientes por un teólogo bien conocido
llamado Elegido pero Libre. Y presenta la realidad del llamado de Dios realmente como una
doctrina inaceptable. Él dice que hace que Dios sea un dictador con poder para aplastar
nuestra libertad y nos arrastra a Su Reino. ¿Así es como usted se sintió cuando usted fue
salvo? No creo. Creo que usted no pudo apresurarse lo suficiente como para llegar ahí. No
creo que usted ahora se sienta como que lo peor que jamás le sucedió a usted fue su

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salvación. Porque, ¿es posible que Dios lo arrastró a usted pateando y gritando en esto? Esa
es una idea totalmente ajena a esto. Usted está tan completamente agradecido cada día de
su vida por la salvación que Dios le dio. Ese es el tipo de pensamiento que no es bíblico,
verdadero y que no es una representación apropiada de lo que la Biblia enseña. Nadie jamás
es salvo en contra de su voluntad. Nadie. Usted no fue salvo en contra de su voluntad. Yo no
fui salvo en contra de mi voluntad. Nadie jamás ha sido salvo en contra de su voluntad.
Cualquier persona que ha sido salva, ha querido ser salva. Cualquier persona que se ha
arrepentido y creído en el Evangelio, ha querido arrepentirse y creer en el Evangelio. De
hecho, cualquier persona que ha sido salva, ha tenido un deseo tan poderoso y contundente
por ser salvo que literalmente se esforzaron por entrar al Reino. Jesús dijo: “Se ven
cautivados a hacer esto.” Vienen con lágrimas, vienen golpeándose el pecho. Dios, sé
propicio a mi pecador. Están dispuestos a esto.

¿Porque están dispuestos a hacer esto? Porque Dios los hace estar dispuestos. Salmo 110:3:
“Tu pueblo se ofrecerá libremente en el día de Tu poder.” Tu pueblo se ofrecerá libremente en
el día de Tu poder. Cuando el Señor emite el llamado, “Sal,” y la vida entra en su alma
muerta, esa vida activa su voluntad. Esa vida produce arrepentimiento. Esa vida produce fe. Y
usted no viene pateando y gritando, sino que viene llorando con gozo.

Entonces, la pregunta es cómo es que el pecador tuvo la de disposición de venir. Ningún


pecador tiene lo que se necesita para estar dispuesto a venir. Cuando enseño la doctrina de la
depravación total, la naturaleza del hombre caído, hablo del problema del hombre en dos
maneras: él es incapaz de ser salvo por sí mismo y no está dispuesto a ser salvo. ¿Muy bien?
Incapaz e indispuesto. Esa es la esencia de la depravación. No sólo es que no puede, sino
que no quiere. Eso es Romanos 3. No hay quien busque a Dios, no es justo ni aún uno.
Efesios 2, muertos en delitos y pecados, viviendo según el curso de este mundo, según el
príncipe de la potestad del aire, el Espíritu que opera en los hijos de desobediencia. Romanos
5:6, débiles, inútiles es la palabra usada. Inútiles, sin esperanza. No pueden entender las
cosas de Dios. Son locura para él, como vimos en 1Corintios 1 y 2. Segunda de Corintios 4,
“cegados por Satanás, el Dios de este siglo, ha cegado sus mentes.”

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Ningún pecador dejado a sí mismo tienen ni el deseo ni la capacidad de venir a Dios. La
corrupción es demasiado profunda, demasiado amplia. Dios, entonces, debe venir en Su
poder soberano y citarnos a creer. Él debe, en el día de Su poder, hacernos estar dispuestos.
No es una obra en la que pateamos y gritamos resistiéndonos, es una regeneración de gracia
poderosa, sobrenatural, celestial de nuestro ser interior entero que nos hace estar dispuestos
en el día de ese poder.

Bueno, ¿qué hay acerca de la libertad y la voluntad? ¿Qué hay acerca de eso? ¿Acaso no
somos libres? Seguro. Usted tiene el libre albedrío. Todo el mundo en el mundo tiene libre
albedrío. Usted sabe, usted toma decisiones todo el tiempo. Usted tomó la decisión de estar
aquí. Usted toma decisiones a lo largo del día. No creo que usted viva bajo algún tipo de
sentido horrible de estar bajo algo que lo obliga a usted a hacer algo en contra de su voluntad,
a menos de que usted sea adicto a algo. Pero simplemente en general en la vida, usted tiene
libertad.

Pero aquí está el problema: si usted no ha nacido de nuevo, si usted no es regenerado, esta
es la extensión de su libertad. Usted puede escoger cualquier conducta, actitud que usted
quiera que deshonra a Dios. Escójala. Pero usted no puede agradarlo. Usted no puede. Usted
puede escoger su pecado. Y la gente lo hace todo el tiempo. Usted puede escoger su pecado,
usted tiene libertad. La gente habla de que quiero mi libertad. La tiene. Usted puede escoger
su pecado. Bueno, usted podría estar restringido un poco porque usted no quiere terminar en
la cárcel de por vida. O podría estar un poco restringido porque usted no quiere chocar su
auto, entonces usted limita cuánto usted bebe. O usted puede refrenarse un poco porque
usted no quiere perder a su esposa y a sus hijos. Y entonces, usted escoge su inmoralidad.
Pero usted puede escoger su pecado. Nada más que usted no puede escoger nada más.
Usted no puede escoger no pecar. Usted no puede escoger lo que agrada a Dios.

Jonathan Edwards escarbó con mayor profundidad en esta área y Jonathan Edwards,
ciertamente en mi mente, el teólogo más grande de Estados Unidos jamás ha conocido y
quizás, el pensador más brillante. Él escribió esto: “lo que escogemos realmente no está
determinado por la voluntad.” Lo que escogemos realmente no está determinado por la
voluntad. Está determinado por la mente. Lo que la mente piensa es lo que toma la decisión.

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Y la mente no es neutral. La mente no es neutral. La mente, y estoy parafraseando a Edwards
en este punto, la mente es corrupta, la mente, tomando la palabra de Jeremías, la mente del
hombre es engañosa sobre todas las cosas y perversa.

Entonces, la mente no es neutral. Piensa en algunas cosas que son lo mejor y tiene la libertad
de escoger. “Cuando es confrontada con Dios, Edwards continúa, la mente del pecador nunca
piensa que seguir u obedecer a Dios es una buena opción.” Nunca piensa en eso. Su voluntad
está libre para escoger a Dios. Nada lo detiene de escoger a Dios, pero su mente no le
permitirá someterse a Dios porque eso no es deseable para él. Por lo tanto, dice Edwards, a
menos de que Dios cambie la manera en la que pensamos, nuestras mentes siempre nos
dirán que nos volvamos de Dios, lo cual es precisamente lo que hacemos.

El pecador está en una posición en la que él no puede hacer nada más. Entonces, si él va a
querer arrepentirse y va a querer creer, Dios tiene que cambiar su mente. Cambiar cómo el
piensa. Cambiar lo que él desea, lo que él ama, lo que él odia. Lo que él anhela. Esto con
frecuencia es llamado gracia irresistible. Y está bien. Funciona bien con el pequeño acróstico
tulip en inglés, gracia irresistible. Pero no sé si me gusta eso, porque irresistible es negativo y
no pienso en eso como una experiencia negativa, ¿usted sí? Digo, si usted llama a esto Su
gracia irresistible, yo fui salvo por la gracia irresistible de Dios, en cierta manera, nos da la
idea de que tuve algo que yo necesariamente no quise. Además, decir gracia irresistible es
redundante porque francamente la gracia irresistible es irresistible debido a que es soberana.
Y entonces, decir gracia irresistible en cierta manera da una descripción de gracia y en cierta
manera, lo hace de manera excesiva y la subestima. Gracia es más que algo que resistir. Y es
por naturaleza un regalo de Dios que es irresistible.

Podemos explicarlo de una mejor manera. Podríamos llamarlo gracia salvadora, gracia que da
vida. Un pecador no puede cambiar su voluntad porque su mente es corrupta. Él no puede
mover su voluntad hacia Dios no por la lógica, no por una persuasión, no por predicación
inteligente y no por música emocional. Dios tiene que ir a la tumba y decir, “sal” y darle un
llamado soberano sobrenatural que cita al pecador de los muertos y en ese punto, todas sus
facultades reciben una nueva vida, una mente nueva, una voluntad nueva conforme el Dios
poderoso lleva a cabo una obra de regeneración.

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En el año 1996, hubo una junta de algunos de mis amigos y algunos de los más nobles y los
mejores que sirven al Señor y piensan en cosas bíblicas, llamada La Alianza de los
Evangélicos que Confiesan. Se reunieron en Boston y produjeron lo que se llama la
Declaración de Cambridge. Uno de los párrafos en esa declaración de Cambridge dice esto:
“la gracia de Dios en Cristo no es meramente necesaria, sino que es la única causa eficiente
de salvación. Confesamos que los seres humanos nacen espiritualmente muertos y que son
incapaces inclusive de cooperar con la gracia regeneradora.” Gran afirmación. Son incapaces
inclusive de cooperar con la gracia regeneradora. Digo eso porque no quiero que piensen que
yo inventé eso. Sé que no lo saben porque se lo mostré en las Escrituras, y simplemente
están viendo exactamente lo que vieron ustedes hoy.

La salvación de ninguna manera es una obra humana. Los métodos humanos, las técnicas
humanas, las estrategias humanas no pueden llevar a cabo la regeneración. La fe no es
producida en nuestra naturaleza humana no regenerada. Recibimos fe, recibimos una mente
nueva. Recibimos una voluntad nueva.

Una de mis partes favoritas de la historia de la Iglesia es regresar a Charles Wesley. Charles
Wesley negó su doctrina esencialmente. Él fue un arminiano en teología. Esto es, siguiendo a
un teólogo de hace años atrás llamado Arminio, quien negó que la salvación en su totalidad es
una obra de Dios. Él la vio como una obra sinergista entre Dios y el hombre. No solo, claro,
esa postura tiene problemas con Juan 3 y el resto del Nuevo Testamento y la idea entera del
llamado, pero, no obstante, llegó a desarrollarse en una teología amplia que todavía existe.

Charles Wesley tuvo algunos problemas con la teología, aunque él la promovió y la afirmó
junto con su hermano Juan. Pero, como usted sabe, cuando usted llega al corazón de Charles
Wesley, creo que él encontró algo diferente. Escuche usted lo que Charles Wesley escribió. Y
usted conoce estas palabras, escuche esto: “por mucho tiempo, mi espíritu estuvo
encarcelado, esclavizado en pecado y la noche de la naturaleza. Tu ojo disipó un rayo, me
desperté en el calabozo lleno de luz, cayeron mis cadenas, mi corazón fue liberado. Me
levanté para seguirte a Ti.” El hombre es un calvinista de clóset. ¿Estás bromeando conmigo?
No puedes decirlo mejor que eso.

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Jim Boice, un buen amigo, quien ahora está con el Señor, escribió una pequeña historia
acerca de John Newton. Voy a cerrar con esto. Newton fue criado en un hogar cristiano en el
cual se le enseñaron versículos de la Biblia, pero su madre murió cuando él tenía tan sólo seis
años de edad. Y él fue enviado a vivir con un pariente que odiaba a la Biblia y que se burlaba
del cristianismo. Entonces, John Newton huyó al mar. En esos años, era muy desobediente y
era conocido por poder decir palabras vulgares durante dos horas sin repetir una sola. Él se
vio forzado a enlistarse en la marina británica. Pero el desertó, fue capturado y fue golpeado
públicamente como un castigo.

Eventualmente, Newton se metió en la marina como un comerciante y se fue a África. En sus


memorias, él escribió que él fue a África por una razón, únicamente una y cito: “para que
pudiera pecar sin límite.” Newton terminó con un comerciante de esclavos portugués, en cuyo
un hogar él fue tratado de manera cruel. Este hombre, con frecuencia salía en expediciones
de esclavos; y cuando él no estaba, él le dejaba su autoridad a su esposa africana, la mujer
primordial del harén. Ella odiaba a todos los hombres blancos y descargaba su odio en
Newton. Él dice que durante meses él se vio forzado a comer su alimento del piso como un
perro. Él fue golpeado sin misericordia si tocaba la comida.

Con el tiempo, habiendo perdido peso y demacrado, Newton se fue al mar en donde fue
recogido por un barco británico que iba a la costa de Inglaterra. Con el capitán del barco supo
que el joven sabía algo de navegar, como resultado de haber estado en la marina británica, él
lo incorporó a la tripulación. Pero inclusive entonces Newton se metió en problemas. Un día,
cuando el capitán estaba en la costa, Newton abrió la bodega de ron del barco y emborrachó
a la tripulación. Él mismo estaba tan borracho que cuando el capitán regresó y le pegó en la
cabeza, Newton se cayó y se habría ahogado si uno de los marineros no lo hubiera sacado
rápidamente.

Cerca del final de un viaje, conforme se acercaban a Escocia, el barco estuvo en mal clima y
se desvió. Cayó tanta agua que el barco comenzó a hundirse. El joven rebelde fue enviado al
casco para bombear agua. La tormenta duró por días. Newton estaba aterrado. Él estaba
seguro de que el barco se hundiría y que él se ahogaría. En el casco del barco, conforme él

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bombeaba agua de manera desesperada, el Dios de toda gracia a quien él trató de olvidar,
pero quien nunca se olvidó de Newton, trajo a su mente versículos de la Biblia que él había
aprendido en su hogar como niño. El camino de la salvación le fue abierto. Él nació de nuevo
y fue transformado totalmente.

Más tarde, cuando él volvió a estar en Inglaterra, él comenzó a estudiar teología y


eventualmente, se convirtió en un predicador en una pequeña ciudad llamada Olney y más
tarde, en Londres. Su historia está contenida en estas palabras: “sublime gracia, cuán dulce el
sonido que salvó a un miserable como yo.”

Padre, Te damos gracias por la verdad. Gracias por la obra de salvación, la obra poderosa de
salvación que has llevado a cabo en nosotros. Somos indignos. Cuando hemos hecho todo lo
que deberíamos haber hecho, tenemos que decir, “siervos inútiles somos, toda la gloria es
para Ti, toda la alabanza es para Ti.

Para la alabanza de tu gloria está escogido, nos has redimido. Tu nos has justificado, nos has
regenerado, nos has adoptado, nos han santificado. Tú nos has colocado en la comunión de
los santos y nos has prometido gloria eterna. Y todo esto es Tu obra poderosa por la cual te
alabamos. ¿Cómo no Te vamos a adorar, cómo no te vamos a amar? ¿Cómo no te vamos a
obedecer? ¿Cómo no vamos a encontrar gozos interminables en lo que has provisto para
nosotros? Que nunca nos estanquemos en nuestras mentes y corazones. Te damos gracias,
Te damos la alabanza.

Padre, gracias por el tiempo que hemos podido apartar del mundo que nos rodea y hemos
podido venir a este lugar maravilloso para congregarnos con Tus santos a adorarte y para que
nos hables de manera tan poderosa mediante Tu verdad. Sella todas estas cosas en nuestros
corazones y llénanos de gratitud, oramos. Lleva a cabo Tu obra en toda vida y Te daremos
toda la alabanza y toda la gloria. Amén.

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