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El horizonte de enunciac¡on

novohispano en fray Andrés de Olmos


UNTVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
RECTOR CENERAL

Dr. José L.ema Labadie


SECRE'IARIO CENERAI,
Mtro. l-uis Javier Melgoza Valdivia
UNIDADAZCAPOTZALCO
RECTOR

Dr. Adrián Gerardo de Garay Sánchez


SECRETARIA

Dra. Sylvie Turpin Marion


COORDIN ADORA CEI!ERAL D,L DESARROLLO ACADFMICO

Dra. Norma Rondero López


COORDINADOR DE EXTENSION UNIVERSTIARIA
o,r. Jorge Armando Morales Aceves lraís Hernández Suárez
JEFE DE LA SECCIóN oepnoouccról y DtsrRtBUCloN EDtToRtALES
Lrc. Francisco Javier Ramírez Treviño

EI horizonte de enuncracton
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGiA E HISTORIA
DIRECTOR CENERAL
novohispano en fray Andrés de Olmos
Emb. Alfonso de Maria y Campos Castelló
sncner,qnro rÉcrrco
Arqlgo. Rafhel Pérez Miranda
SECRI]TARIO ADMINISTRATIVO

Dr. Luis Ignacio Sáinz Chávez


COORDI]\ADOR NA('IONAL DE DIFUSIO\
Sr. Benito Taibo Maho.jo
DIRECTOR DE PUBLICACIONES

Sr. Héctor Toledano O'Farrill

Cor-EccróN
ensayos
19 ,iillffi,ffirun Conssi! Nadona¡

, .,, , ,rrrrr¡ ¿rr ¡ienrrx¡ ar0apt¿aJc0 #*mP** pam la


Cultura y las Arbs
Quc<la prchibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de
la prcscnte obra. sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito
de los cditores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor. y en su caso de
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hará acrecdora a las sanciones legales correspondientes.

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está limitada confbrme a la Ley F-ederal sobre monumentos y zonas arqueológicos,
artístioos e históricos y la l,ey F-ederal del Derecho de autor. Su reproducción debe ser
aprobada previamente por el INAI'{ y el titular del derecho patrimonial.

TtzS/

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1t7z
ISBN-l 3: 978-970-3 I -0802-2 A Jttan, mi esposo,
ISBN-l 0: 970-3 I -0802-4 a Marcos Efraín y a Juan Martín, mis hijos

/u- //?3?37
I)iscño: no pase. Eugenia Hcrrera;lsrael Ayala
F ILOSOF IA
Y LETRAS
Corrección de estilo: Silvia Lona

Primera edición,2008

O lraís Hernández Suárez, por el texto


«) D.R. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco
Av. San Pablo 180. Col. Reynosa'famaulipas
l)cl. At.capotzalco. C.P. 02200. México, D. F.
'l'cl.53189222y23
scc-cd i torialllf correo.azc. uam. mx
(O D.R. lnstituto Nacional de Antropología e Historia
(lircloba 45" Col. Roma
l)cl. ('uauhtémoc.
C.P. 06700, México, D. F.
Icl. .561 2 7365
sr¡h ornento.cncpbslri)inah.gob.mx
f

Irn¡rlt'so cn Me(xico
l't ittlctI itt Ila.rict¡

300 79!t
Índice

ll
l3

25

5l

69

r05
('apítLrlo lV Agradecimientos
I)ccado. clernouio e idolatría: nociones en conflicto ............ 151

Lista de ilustraciones

t. Portada del libro de los sermones, Biblioteca Nacional de


México, RFO 252.67 VIC.s 1550
) Ill territorio de la evangelización Olmos, tomada de Baudot,
29 I a investigación que dio como fruto este libro es resultado
I---t de la formación que recibí en la Maestría en Historiografía
G., Utctpía e historia en México, (1983), p. 166 ............ 60 tlt' México, que ofrece la Universidad Autónoma Metropolita-
-). I-a Gramática en El Arte de lo memr¡ria,Yates, F. ( 1974) t) rur. gracias a la beca del Programa de Mejoramiento del Profe-
,l . l-a lu.iuria maferializada en el difrasismo "la falda, la camisa". ,,,»'¿rdo (nnovnr). A todos los profesores les quedo profunda-
I nragen del C ridi c e Mendoc ino t2a rr¡r'¡rle agradecida.
Las representaciones de la mujer en el Códice Mendocino a
l)c manera especial, quiero agradecer al Dr. Saúl Jerónimo
tlavós de sus instrumentos de trabajo: el malacate y la aguja cie
l(orrrcro, coordinador del programa en ese momento.
tc.ier o el telar de cintura 125
en el difrasismo "su petate,
Ilste texto no hubiera sido posible sin la acertada guía y
6. lrl poder del tlatoani representado
rrrolivación de la Dra. Silvia Pappe. No sólo le debo la conse-
su sitial". Imagen del Códice Mendocino... t25
llcpresentación de un dios rnexicano (Huitzilopochtli) como , rrt'irin del texto sino la recuperación de la confianza en los
t¡n diablo con características europeas, tomada de Cervantes, r('sultados de un trabajo académico serio y sistemático, que
l:. lil tliablo en el Nuevo Mundo,(1994),p.2 ............... t78 r orrro tol pudo obtener el reconocimiento esperado. Muchas
llc¡rrcscntación actual de Tlacatecólotl entre los nahuas de ¡,r;rt'ias por confiar en mí en todos los sentidos y mantener la
('lrit:onlcpec, Ver., tomada de Sahagún, Historia general de los
¡r:rt'icncia en el proceso.
, ().\.(t,\ ¿a Nucvu España. edición parcial en facsímil de los lgrralmente, quiero dar las gracias a la Dra. María Luna por
( otlitcs l\4atritenses. vol.6, Madrid, 1905, Fototipia de Hauser ',rrs valiosos comentarios y reflexiones, además de su entusias-
r Mt'ncl. ¡lig. 2, que corresponde al folio 250v ............. 184 rrro y arnistad.
IRAfs HERNÁNDEZ SUÁREZ

A mis amigas Mónica Alarcón, por su ayuda en la lectura de Presentación


textos en francés y Monserrat Zúñiga por obsequiarme los ser-
mones de San Vicente Ferrer, muchas gracias.
Finalmente, toda mi gratitud y cariño a Juan, mi esposo y a
mis hijos Juan Martín y Efraín, quienes esperaron pacienternen-
te apoyando siempre que fue necesario.

nlonio de Nebrija, autor de la primera gramática de la lengua


t'rrstcllana, fue también el primero en afirmar una relación
,lrrcctr cntre lengua y poder político: "... una cosa hállo & sáco
¡,,,r , olrclusion mui cierta: que siempre la lengua fue compañe-
r¡l (l('l itnperio..."l
I'ocr¡ ¡rfs de medio siglo después, en 1551, el franciscano y
l',r¡rrisiu'io General fray Juan de Mansilla retoma en una carta
,lrn¡,irlu a Carlos V la idea de esta relación en un sentido que
,|,'l't' l¡¿rber llamado la atención. Si bien no ha perdido el asom-
lrr. ¡rrrtc la enorme variedad de las culturas del Nuevo Mundo,
, ',t:r ¡rlcnaffiente consciente de su carácter propio; contra toda
, r¡x't'laliva reconoce, por encima del castellano, la primacía
,L' lrr lr:ngua mexicana y su extenso uso en tierras americanas.

' ( rr ('n Nicholas Osfler, Empires of the Word. A Language History, New York,
ll.rr¡r.r ('ollins Publishers, 2005, p. 331.

l3
t2
PRESENTACIÓN
Í;n.vrA l)APPE

l,rl'r,r rk' fl'¿riles como fray Andrés de olmos. Este franciscano


Peseal poder de la Iglesia católica y del Imperio español,
,',t,rlur torrsciente, como otros, de que el poder político no bas-
mansilla y los suyos se saben minoría:
l.rl',r ¡¡;¡¡', que un grupo minoritario pudiera imponerse en
Somos muy pocos para enseñar la lengua de Castilla a indios. Ellos
r.¡¡11¡1 r()ncs como la que vivían. Hoy sabemos que en la época
no quieren hablalla. Mejor sería hacer general la mexicana, que ,h' llr ton(ltrista, se registraban en las Américas unas dos mil
es harto general y le tienen afición, y en ella hay escrito doctrina l, rr¡'rrirs, dc las cuales, alrededor de 350 se localizaban en las
y sermones y arte y vocabulario.2 ,r,,r,, ((',rlrales de México y del Istrno. Cuatro siglos después,
r I ( 'rrrtlc de viñaza realizaría un balance: 493 distintas len-
En un tercer momento, a más de dos siglos de distancia de este ¡'rr,r,, lrrrbíarr sido consignadas por lingüistas españoles a lo lar-
reconocimiento, se produce una severa intervención del po- l',,rk' lir ripoca colonial y el siglo xIx; más de mil obras acerca
der imperial que, ya en pleno proceso de secularización, aún rh l(r() rlc cstas lenguas describían algunos de sus aspectos.a
aprovecha el apoyo del poder eclesiástico, en especial las l',,,, 1¡1¡g se puede ver como la primera tradición lingüística
consideraciones del arzobispo de México: 'h',' rl)liv¿t, f'ue iniciado en la Nueva España por algunos frai-
lr", Srr r'.jcrnplo: Antonio de Nebrija, quien había mostrado en
La máxima expresión de esta política -afirrna Ernest Sánchez- ',fr r)l)ril (lue era posible captar "el arte" de una lengua; su
[...] se produjo con FranciscoA. Lorenzana, quien defendió la r ntrrrrf (): confrontaciones, integración cultural en algunos as-
castellanización en el marco de un intenso regalismo carolino. to\, rncstizaje en otros. Esta tradición comprende, aparte de
¡r',
Así, en su carta pastoral de 1769 1ue retomaba ideas de su coe- 1,r,. rlt'scri¡.rciones lingüísticas, diversas estrategias de evange-
táneo Fabián y Fuero, obispo de Puebla- indicaba que "al prin-
Ir,'.r, rr¡r con nuevas posibilidades tecnológicas, relacionadas
cipio dc la conquista fue indispensable que los ministros , ,,tr l:t irrtprenta.
evangélicos se dedicaran al idioma para lograr la conversión,
hoy cesa enteramente este motivo".3
l'¡¡rt'cicra obvio que el simple hecho de esta enorme
,lr', ¡'rtl,d lingüística no sólo haya despertado el interés de
Si a mediados del siglo xvI había condiciones para sugerir que Irr', r'.,¡rrñr)les, sino que además haya conducido sobre todo
la lengua mexicana podía servir de lengua franca en amplias rr lrr,, r'rcirr'gados de la evangelización, a plantear la necesidad
regiones de América, era porque había todo eso: "doctrina y ,h .lrrlr.ra[ artes y vocabularios, así como de traducir textos
sormones y arte y vocabulario", gracias, en buena medida, a la lrrrrrl,rrrt'rrrirles. a través de los cuales darían a conocer y trans-
nrturur la visión de su propio mundo y de sus valores. Más
,rll,r rlt'1. planeado, más allá de las expectativas de los frailes
' ll¡itl., Í'¡.364.
\lrlnt'st S¿Ínchcz Santiró, "El nuevo orden parroquial de la Ciudad de México:
¡rrlrl:rciírrr, ctnia y territorio (1768-177'7)", Estudios de Historia Novohispana EHN
lo. t'¡rt'r'o ¡trrrio 2004, pp.63-92 (78). [Las cursivas son mías.]
'r lr | )' \tl(.r, op. cit., p.347.
PRESENTACtóN
SLVIA PAPPE

en función de la enseñanza de la doctrina cristiana y la con- lrur nr¿ryor'ía de la población indígena de hablar castellano,
secuente salvación de almas, el uso de algunas de las lenguas ¡ln clcrrrcntos a considerar cuando se estudia la permanencia
indígenas más divulgadas tendría efectos secundarios' A lo rlo rt¡ut'ltas «le las lenguas y culturas indígenas y su potencial
largo de los siguientes siglos, y más allá de los ámbitos ¡ttu'rr hrs ntás diversos movimientos de resistencia.
religiosos, una parte considerable de la minería y del comercio,
entre otros, no hubieran podido realizarse sin una lengua en lllll rnirntcner el idioma de los indios es (...) mantener en el pecho
común -sólo que durante mucho tiempo, esa lengua no era el unl¡ l¡scua de fuego, un fomento de discordia y una piedra de
español sino el náhuatl.s r¡t'rll¡rl¿rlo, para que se miren con aversión entre sí los vasallos
rlc ttt¡ tris¡no soberano.6
En el último tercio del siglo xvIII, todo y nada parece ha-
ber cambiado: desde las condiciones de los grupos lingüísti-
l,n división social impacta, incluso, en la manera de
cos y sus formas de relacionarse, hasta la manera de ver el ¡rrol'rrrrda
r,rlllru tlistintas comunidades lingüísticas perciben el espacio
mundo y de proyectar el futuro del imperio. Dos siglos y medio
rrn'irr ¡xrlftico y económico que comparten, y a sea a través de
de procesos de transformación cultural, de mezclas raciales,
acercamientos y conflictos, cambios lingüísticos, enseñanzas
h uut'i(xt tlirecta, la participación parcial, o la simple presencia
pltrlvn. Si para los españoles, el imperio era "una institución
e imposiciones, han producido un virreinato con una población
que, lejos de caracterizarse por ser bilingüe, está profundamen-
tlllctln" ltacia cuyos virreinatos pueden emigrar y a cuyo inte-
te dividida. Ejemplos, características y particularidades de un tlot ¡rorlfan desplazarse, para los indígenas prácticamente no
hrlrlrr r¡rovilidad: ni física (geográfica), ni económica, ni social.
mestizaje que nadie niega, se observan en diversas facetas
sociales, religiosas y culturales; en las manifestaciones y re-
l,t rcrl ¡ul¡trinistrativa de visible a través de la presencia mino-
presentaciones del lenguaje, sin embargo' parece tener menos
tllnlil tlcl cspañol existía, de facto, para los hispanohablantes
presencia -a menos que se considere, como se ha hecho, la rlp urigcr¡ peninsular y criollo; el náhuatl como lengua íranca
t,ul¡lirr¡¡ri siendo usado entre los indígenas, además de servir
iscritura de las lenguás indígenas como occidentalización de
¡,uln¡r nrctlio de comunicación entre españoles e indígenas de
las mismas.
tlt lclrr¡in¿¡clos espacios sociales. Finalmente, las cerca de qui-
Estos hechos, tan importantes en términos culturales, pare-
cen adquirir un nivel de relevancia distinta en los ámbitos po- ltlTt¡lus lcnguas indígenas en uso terminan por arraigar a los
lítico-administrativos. Las artes y los vocabularios, así como ltrpr)s lingüísticos en espacios muy reducidos.
las traducciones, resultaron indispensables para las tareas
lil lrrrhllrse un mismo idioma en una nación propia de su soberano
evangelizadoras de los frailes; y junto con la negación de una y unit:o monarca engendra cierto amor e inclinación de unas

r flilrrrflty '|"¡nck, Pueblos indios y educación en el México colonial, 1750-1821,


r Cli. Oestler, op. cif ., p.350. f,lrrrtru, lil (irlcgio de México, 1999, cit. en Ernest Sánchez, op. cit.,p.78.

16 t7
PRESENTACIÓN
SlLVTA l)APPIj

personas a otras, una familiaridad que no cabe entre los que no se ,l, l,,r ('rr (luc se hablan por primera vez de frente Moctezuma
rf f f

entienden y una sociedad, hermandad, clvilidad y policía que (


, ,,rt(",. lrsic'ltla el tono de todo lo que seguirá'. "sobre todo
conduce mucho para el gobierno espiritual...7 l,r,lr¡rl'r¡rlrci¿r y la falta de comprensión de los aztecas, y la
,r,,r, ',r,rr t:rlcr¡lacla, fingida y constante, de los españoles".
Así como para el siglo xvl se observa una conciencia creciente ,\ l,,rrlrr rlcl interés por la relación entre las estrategias
acerca de la irnportancia de las gramáticas, los vocabularios y ,,r¡ur,rlr, rrlcs cn la elaboración de las primeras artes y vo-
las traducciones, para el xvttl aumenta la preocupación por las , rl,rrl.¡rros tlL' lcnguas indígenas, de las traducciones a estas
divisiones horizontales y verticales al interior de la sociedad y l, rr¡,¡¡,¡,,, t'rr ¡rarticular el náhuafl, y las tareas evangelizado-
de tros distintos grupos que forman parte de ella aunque, de r,r,, rl. lr,:, lririles fianciscanos, Iraís Hernández rebasa el análi-
hecho, no todos participan en su "con-formación". "La r ,lrl r orrocinriento lingüístico para acercarse a las preguntas
culminación de este proceso -afirma Ernest Sánchez- sería la ¡ lrr', ',r¡,uilicados que provocan ambos procesos: el de una
real cédula de Carlos I del 16 de abril de 1770, en la que no l,r ,¡r,,1:r tk'¿tdecuación lingüística y gramatical, y el de una in-
sólo se ordenaba que se instruyesen en los dogmas de la reli- '1,r1,,. r()n, grriada por los paradigrnas
de la religión cristiana,
gión a los indios en castellano, sino que se colocaba como ' r l,r r,,rrr¡rrc:nsión de una cultura desconocida, en el enten-
objetivo último la erradicación de las lenguas indígenas de for- rlrrrrr.r¡lo tlr-' r¡ue comprensión implica inevitablemente ade-
ma que 'sóio se hable castellano"'.8 ' r¡. r.rr rlt' valores, condena de costumbres y creencias,
y aun
,rrl,lr,r( r()r¡ y transformación del propio horizonte.
Lr ,'r¡rloritción de la autora no parte de una cornparación
2 , rrr rr r lr'.t inlits gramáticas cuyas características latinizantes son
l,r,,l,r,r', tlc algunos estudios realizados en el siglo xvl. En su
En el estudio en torno a El horizonte de enunciqción novo- I'l.urt, ;uni('nttt coloca en el centro de atención tres categorías,
hispano de fray Andrés de Olmos, Iraís Hernández Suárez se rrrrlr n. r'oncierto y armonía, afirmando que esos son los
ocupa de varias de las consecuencias del primer momento en ' "r','l't()s y sobre todo los valores que guiaron la labor
de
que se pronuncian dos tipos de discurso en dos lenguas llrr,,', lll lurálisis establece analogías: para el caso de los con-
completamente diferentes. Muy bien documentado por los ¡,l,tr,'. rlt'orrlen y concierto, la autora muestra cómo en la obra
tcstigos de ambos lados, por cronistas e historiadores, esta ,1, lr,l Arrtlrés cle Olmos se vincula el orden gramatical con el
,,rrlr r¡ rlt'l rrtundo en la concepción cristiana' De la misma ma-
/ I)orothy Tanck, op. cll., en Ernest Sánchez, op. cit., p.78. rr' r,r {'l r'orrccpto cle armonía, usado en la época esencialmen-
¡ Iir rrcsr Srinchez, op. cit., p. 78. Cabe agregar que esa cédula a ia que el propio virrey r, , n l;r rclriricit, permite al franciscano integrar y equilibrar las
st' h:rhíu opucsto, l'ue reforzada por otro de 1782 donde se exigía a las autoridades
,lrl, rr'r¡t rirs (:r.l las configuraciones de dos mundos, a partir del
r'ivilcs v rcligiosas de la Nueva España la provisión de maestros de español. Cfr.
( \'stlt.r. tt¡r. t'it., p.374. ,,l,,rl ,lt'ilrr nrtrndo regido pcr valores cristianos como aparecen

l8
PRESENTACIÓN
SILVIA PAPPE

3
en textos que traduce al náhuatl, en el afán de proporcionar
materiales de apoyo en las labores de evangelizació¡.
I" ,.unl)()s lirrgüísticos por donde la autora del presente libro
Los planteamientos de Iraís Hernández se dirigen menos a
un análisis desde los conocimientos lingüísticos actuales y la rt,u, lrr" l)ls{)S de Andrés de Olmos, una y otra vez incluyen
¡,,¡¡¡1,¡r l los ¡lrscls de las personas que hablan las distintas len-
capacida«I gramatical y de traductor de Olmos, que a sus habi-
Iidades ante las dificultades que presenta el contacto con una r,u,r' 1,,', lririlcs que utilizarán las obras de Olmos para dirigir-
realidad conceptualizada de manera distinta a las conocidas, y
, .r 1,,. rrrtlí¡tcnas; y los mismos frailes que, a lavez, buscan en
r I lr rrl,rr,rlt':rt¡Ltellos valores que se deben de trasmitir, y aquellos
cuyos valores resultan difíciles cuando no imposibles de
comprender. Mediante una estrategia inteligente, Iraís Hernán-
,,rr" 'l'( l)()t'sus características negativas deben ser erradica-
dez observa hasta qué grado se transforma culturalmente el
,1,, ',rrr , nrbitrgo, hay que considerar tarnbién el siguiente
mundo indígena ante la latinización de sus lenguas y la evan- r l" i r. ,ru(' t'csulta sorprendente: incluso para un fraile como
gelización de sus creencias y costumbres; además, advierte los
ll¡¡¡,r'. r rr\. f)topósito es la evangelización de los indios y la
,rl,,r, r.rr tlt' sus almas, con frecuencia no se trata ya de una
términos de una serie de elementos que afectan la cultura hispa-
, r' rr,,r (l(' l)L)rsonas (de almas incluso): su ocupación cotidia-
na y cristiana. Ciertamente, no son nuevos los estudios e inter-
pretaciones a este respecto en los campos de la arquitectura y , r , , ', l:r lt rrgtta ntexicana, su preocupación lingüística lo con-
las artes visuales; sin embargo, en la conceptualización de las
¡1,, , ,.r ¡rt(.t(.sCS relaCiOnadaS estreChamente COn ValOreS, COn
r¡ rrrlr, ,rrl.s. cott -diríamos hoy- horizontes de enunciación'
lenguas, y por ende en lo que se refiere a las consecuencias
para el horizonte social y político de la época y las percepciones
I rr rrrrrnr'r(r itttportante de estudios actuales acerca de "los
que de éste se tendría en un futuro, las reflexiones de Iraís
,¡¡,, l,,r¡lt rlc indagaciones en torno a las dif'erencias con
Hernández son notables.
, ¡rr r,, rlt'lo propio; no hay que perder de vista, sin embar-
Parafraseando a Oestler, podemos afirmar que la autora parte r,', ¡¡r, ,'n los horizontes de enunciación de los que es partíci-
¡rr |l¡¡¡1,. t'l otro" ni siquiera tiene alguna posibilidad
de ser
de aquel momento decisivo en que se colocan los elementos
,lrl, r, rrtr' ,r llno: vive "en el error", se le ve como "incompleto",
sociales, culturales e identitarios que propician la irrupción de
una comunidad lingüística en otra. En el centro de su atención
lr,,r, ,r lr,1¡¡¡g tlno es y lo que uno sabe. "EI otro" tiene que ser
' r' ,.rl(,. ,ortvortido, "salvado"' Eso tiene que ver
y ala vez
están las obras de fray Andrés de Olmos y, muy cerca, un proce-
so histórico que, pese a todos los esfuezos de los frailes, nun- ,,, rr,,' (lu('\,er cttn la lengua: por un lado, la propia inter-
ca llega del todo a la compleja situación donde se podría afir- t,r,rr, r,,rr, l;r totttprcnsión (siempre limitada) del lnundo se basa
rrrar decididamente que toda una generación habla una lengua
,, ,rr ,,,rr.t nttir.'ltt(t superior, divino, qüe no puede ser equi-
,,, ,,1,, l',t;i tlcstilatlo, para su transmisión, en textos, en la
rlistinta a la de sus padres. e
,1,., r,,r r ,'n llr crlscñalnza, ell la evangelización, y se puede

') ()esllcr, tt¡t. t'if., pp. 3 y 14.


, rr ,1, l.r lr;rtlrtccitin; toclo ello ligado a la lctrgua' todo ello
FnespNr¡r:r(rN
SIl.vt^ l'APPII
i
+
dirigi«lo a la iniciación de quienes no conocen, en el conoci-
ruliento. En este sentido, las otras lenguas, las lenguas de quie- II, lll(f l() ('n l()rno a los Horizontes de enunciación de fray
nes no conocen los valores contenidos en los textos tanto t,,,lt, , ,1, ()ltttt¡,s aquí presentado se sirve de la riqueza de un
sagrados como de evangelización, tiene y puede, en primer lt,,,tl,, rrrrrltirlisci¡rlinario propio de la historiografía crítica que
luga¡ ser descrita: tras artes, los vocabularios lo muestran' Tiene , ,t,1,,'.r rlrrt'rsirs ¡rosibilidades de indagación' En su centro otr-
y puede, en segundo lugar, ser traducida, es decir, transformada, , r. ,rr,,'. los tliversos procesos de significación, siempre en
inducicla al orclen, al concierto, a la armonía. Irrrr, r,'n,lr'lor, hrtrizontes y los intereses de una obra a tra que se
Eso es aún más el caso cuando el mundo parece no co- t,,r' '1, .r'l¡rrrlrt'lrt r¡na autoría que a la vez representa
y resignifica,
rresponder al conocimiento, una experiencia a la que se ven ,r rr,rr,.. ,lr. lirs traducciones y las labores de evangelizactón de
expuestos tanto los españoles (los europeos ell general) como lr ,,, r )lrrrr,',, los horizontes culturales tanto propios como ajenos'
los indios americanos. Una compieja relación entre los textos, \ t,.,,1,, lrr irtvestigación de Iraís Hernández surgirán, como
el mundo, el conocimiento, las distintas lenguas, la experien- lr lr r( r'(l('r' tras la lectura de un buen libro, nuevas inquie-
cia y la sorpresa: ¿córno se adaptan los textos y los valores pro- Il,l, .rl¡,rrrurs ligadas a la historiografía y la antropología, otras
pios en la otra lengua, con el fin de poder hacerle entender al ,r l,r lrill'ilr'lica. En mi caso, me quedo pensando en un proble-
mundo de que debe ser enseñado, ajustado, normado? ilr,r ,r il\,',lit,ltr, y quisiera que quede manifiesto a través de la
Cuando el mundo desconocido resulta extraño y no respon- rl'r, rt, nrlcr'r'ogante: Obras de la relevancia de las de fiay
de ni a la experiencia ni al conocimiento, hay que corregir eso \rr,lr, rlr' ( )lntos, sobre todo las traducciones (basadas en el
que se considera una falta no del mundo sino del conocimien- ltt, ,1, l,t lt'rt1¡rru mexicana y en el Vacabulario de la lengua
to sobre é1, mediante una compleja labor que haga inteligibles ¡,,, \,',rrr,r lrulsl'tll-nlan, claro,el pensamiento: eso es el sentido
las diferencias, las integre y las haga desaparecer. Si bien todo t,l|il, rl,.rl rlt' llt cvangelización. Al transforrnar también
la nor-
cllo forma parte de largos y complejos proceso históricos, al r,,,rr,r,l.r,l rlt tr¡a lengua como el náhuatl, algunas consecuen-
interior de estas transformaciones, el tiempo histórico es lo que , r r ,'r .nur rttiis profundas. Las visiones que se tienen del
menos parece importar. No hay una conciencia histórica' una ,rrr,l,, ,lrrt'r¡rr a un grado como no lo habían hecho, posi-
conciencia ligada al paso del tiempo; las últimas consecuencias l,l' ,,' ntr'. tlt'stlc la antigüedad griega' Hans Blumenberg, en
cle la evangelización no parecen ser sus eventuaies logros, sino ,ilr , ' r r( (l(' rcl'lexiones en torflo a la "rnetaforología",
un único referente de verdad, de conocimiento acerca de los l,rrl,lr,.r,lr,'. ( ()nlo libro póstumo, discute la
oposición entre la
valrrres que son superiores por su caráctet incuestionable: ,l,,rr,l,r,l rL' los crtttceptos frente al carácter difuso de las me-
irbsolutos. ahistóricos.

22
SIt-vtA PAPPT.

táforas en distintas tradiciones filosóficas; se reiiere sobre todo


a Pla(tin y los sofistas.lo Introducción
I\4c h¿rce pensar que la importancia teológica de determinados
g1¡¡sc:ptos, lunilamentales como valores en el proceso de la
evarr¡¡clización, debe haber provocado una colisión fiontal con
Io rluc se ha considerado "el aspecto más evidente del estilo del
n¿ilruatl, Ique] es ia constante duplicación de sinónimos cer-
c¿lnos".ll [Jna norma lingüística como ésta ciertamente logra
¡ninar toda certidumbre conceptual. ¿Cómo consignar valores
precisos a través de dobles sinónimos que estructuran la len-
gua en la cual se qnieren introducir?

Srlvr¡ Peppe rr l-192, Elio Antonio de Nebrija presentó a la reina Isabel


!I i.r rlr' ('rrstilla su Gramática caslellqna;55 años más tarde,
lr.rr \ntlr'és de Olmos, un fraile franciscano que evangelizaba
, rr l,r Nucva España, conelu.yó.}a primera grau¡á-tica
{et 1áhuatl
I rrrrr' rrlit y otra transcurrieron pocos años, si consideramos
,t,,, Ir ,lrrbttración de gramáticas de lenguas distintas al grie-
,,, .rl lrrtírr y al hebreo no fue una práctica contún durante este
rr, ,r1,,, lncluso pocas lenguas indoeuropeas habían recibido
r.r unr( trlo L.,ramatical o lexicográfico hasta entonces.
l','r t'sle motivo, Ia presencia de una gramática náhuatl en
| , l i , ,rrstituye un acontecimiento relevante para la historio-
, r,lr,r lirrgiiística. La elaboración de gramáticas de lenguas in-
lrr llrrns []lunrenberg. Theorie der Unbegrifflichkeit,Francfort aM, Suhrkamp,2007. ,1r ,, rr.r.. tlrrrante el siglo xvl se sitúa en el contexto especítico
llrr:r rlt'las tliscusiones de tslumenberg destaca la supuesta "victoria" de Platón y de ,1, l.r , r,rrrgelización durante la Colonia. Esta situación propi-
Iorl.r krs ¡x'rrs:rclores i¡ue incluye su obra (en especial Sócrates) contra los sofistas. , r,, 'lr( tltrnrnte muchos años se restara importancia a la tem-
No r ,, t slc cl luglrr de referirme a estos debates que en la filosofía impactarán por lo
rrr, rrr lr;r:t:t Lockc, quicn veía en la metáfora "una de los caminos engañosos de la t,, ,r,r l)r('\cncia de gramáticas en lengua indígena. Hasta este
In, ll{' lnuil:lt):l ' ,,,,rr.nt.. las grarnáticas se consideran versiones latinizantes
lr ( )r illr r. rt¡t. t i¡., p. 15.
,1, Ir el modelo de Nebrija y
h rrrrras indígenas, que siguieron

2-5
rNrnoouccró¡r
lR^fs HERNANDEz SuÁREz

par- I lt,l At'tt'de la lengua mexicona


f'ueron un instrumento de evangelización' No obstante' a
tir<lelaconmemoracióndelos500añosdelencuentroentre li ,|t'tr dc la lengua mexicana, que Olmos preparó en fr:rrna
las gra-
clos mundos , en 1992, se <lespertó el interés por revisar en 1547, se conserva en cinco ejemplares en dife-
ttrrrrrrrsr'rila
nráticas elaboradas durante la Colonia y se reconoció al
fin
n,rrtcs hibliotecas de España, Francia y Estados Unidos.
su importancia. l',rl¡r obra fue editada e impresa en París, por prirnera vez en
Aliunas <le las lenguas indígenas, el náhuatl entre ellas' se f f /'\, t'orr prólogo, notas y la traducción de los Huehuetlahtolli
convirtieron en vehículos de la'evangelización' pues eran lns- rtl lrrrr¡r't{s, claborados por Rémi Siméon, con el título Grantmaire
trumentosdelapredicacióncristiana.Asínacieronlossermo. tb ltt ltt,t4ue nahuatl ou mexicaine composée en 1547 et publiée
narios, doctrinas y confesionarios en varias lenguas indíge- tfi',,,t' ttt)l(,t éclaircissements. Diez años más tarde se redita en
nas coloniales, que hoy en día resultan documentos del
pasado
Mf u,'o c:n la imprenta de Ignacio Escalante, con el tífvlo Arte
y constituyen parte del registro de estas lenguas'
l,ttt.t tq,n'nder la lengua mexicana. Publicado por Rémi Siméon,
Fray An¿.¿t de Olmos participó en la predicación en 1áhuatl l\ttl,t, ln¡trimerie Nationale, 1875, Anales del Museo Nacional
y preparó textos en esta lengua' El franciscano tomó como ilt, ,'ltr¡u«tlogía, Historia y EtnograJía. En 1904, don Francis-
prnto^4" partida dos textos en otras lenguas para trasladarlasx r,u tlel l)irso y Troncoso y don Luis González Obregón pre-
al náhuati, para ello se valió de su conocirniento lingüístico, pntmr)n una nueva edición para la Colección de las gramáticas
que
tanto gramaiical como retórico. Las estrategias discursivas_ rlo lrr lcrrgua mexicana, del Museo Nacional de México. En
OlmoJ siguió en la composición de los textos al náhuatl me
de sus lU/J rc ¡rublicó nuevamente la versién de 1875, esta vez con
dieron la oportunidad rJe elaborar una interpretación
¡lrllo¡to tlc Miguel León Portilla y la traducción del prólogo de
intenciones en el contexto de la evangelización' lldrrrr Sirnéon, en Guadalajara, Jalisco, con Edmundo Laviña
(mantengo
Los textos que Olmos preparó en lengua mexicana r unro crlilor. La Universidad Nacional Autónoma de México
esta denominación para referirme al náhuatl' porque fue el
vocablo llrNlt\,l)c:n 1985 preparó una nueva edición a la que se integró
término común en la Zpoca, así como "castellano" fue el pl r'rx¡rhrrlario que se atribuye a Olmos, con introducción y no-
ordinario para el y que son objeto de análisis
"tpáRol¡, Yl" lrr¡ rlr. 'l'lrclrna Sullivan y con el título Arte de la lengua mexi-
presertte investigación son tres: por un lado' la gramáticf','§ue t .ltttt I' t'tt<:abulario.l
no alcanzó mucha difusión en su tiempo, como vererllos en-
seguida; por otro, dos manuscritos en mexicano' cuya reclente
p,ili.n"lán en edición bilingüe me facilitó la tarea de real\zar
cl estudio. I lr¡trr trrl.¡rrr¡rción la torné del "Estudio introductorio" que preparó Miguel León-
llrrllllrr ¡rrrrrr l¿r cclición más reciente del Arte de la lengua mexicana, publicada por
Itrll, tur,'. tlt: ('ultura Hispánica y el Instituto de Cooperación Iberoamericana, en
llrr'Ltrl, l',')1, pp. LXXXVII-LXXXVIII.
.
lil crrr¡rlc() (lc cstc rérmino en lugar de "traducir" se explica más adelante' [N' del Ed']

27
26
INTRODT-JC(-ION
lRAf s I ltittNÁNl)liz StrÁREz

I)or últitno. en el año de 1993 Ascensión Hernández y Mi- r:. &T I


gucl Le(rn-Portilia prepararon la edición más reciente' publica-
lu ..rn el nombre de Arte de la lengua mexicana'2 He basado
rni trabajo en esta edición.
YIh}t'' CI,;}§TXT
¡'.; .\ -f" I
x I: r I, *1, § .{ ;v
lr, ¿rtt{ttt>t,a I an r *l'r ;* tltu et1ryr*r' t..rr
* t r r,'', l t,1 \l {'.ir,.r: t yt *l', i t rt t' t r,
"l
&" l.t¿st,'":."'l t .r' .lrii¡ t.*t'x
2. El Tratado sobre los siete pecados mortales ({l{
¡rt,t'"i1" rt(it a!
l)r Jl¡l\l!lll,
Olnros, en 1551, trasladó a la lengua mexicana algunos
ser-
nrones, siguiendo el modelo de uno que pensaba era
de San
Vicente Férrer.3 Estos sermones se localizan en la Biblioteca §rnM$NI;S
§&ricTt§"
llx
Nacional de México, Sección Manuscritos, en un volumen
ti-
Bau-
tulado Sermt¡nes en mexicano, según lo reporta Georges
dot en la publicación que se cita a continuación'
En 1996, Georges Baudot preparó un texto con los sermo-
náhuatl'
nes en versión facsimilar, la paleografía del texto en
la versión castellana y una introducción; esta obra apareció
(1551-
con el título Tratado sobre los siete pecados mortales
t552) y fue publicada por la uNltvt' Es el texto que utilizo en

rni análisis"
En el estudio introductorio de esle Tratado"'' Baudot seña-
la que
A¡ruJ lrxr*J t, I *<*ltí L7 *ntx,
,&. tt. L"

el rnodelo utilizado aquí por Olmos es la obra de San Vicente


Fe-

rrcr intitulada sermones de Pecccatis capilalibus pro ut septem *ip'¡¡6¡ *r§r§w,


x*,xr§§

Iir iry An<lrés dc Olmos, Arte cle la lengua mexicana


( 1547)' Ascensión Hernández
de Cultura
v N4igucl t..ct'rn-Porrilla (intr. y transliteración)' Madrid' Ediciones
Ilr'¡xirrrca/lnsti(uto de Cooperación Iberoamericana' 1993'
' \,rslir r.rn:t traza qu".r"o es de San Vicente seguí lo nlás della ""' liay Andrés
de
(t551-1552)' Georges Baudot Portada del libro de los sermones,
ttl¡ttt'.'l ttttttrltt,sobre los siete pecaclos ntortales llibliotecaNacional de México, RFO 252.67VIC.s 1550
rr'rl ( rrlr.). Mcixictt. [,NAM, 1996, p. 3.
lRAfs HERNANDEZ SuÁREz tNtnoouccróN

opponuntur y que hallamo-s 'llttltuh¡ de hechicerías y sortilegios. Georges Baudot realizó


¡tetilionibus orationis Dominicae
lncluida en: Sancti Vincentti Ferrerii, Opera seu sermones de ln ¡rnlcografía, la versión castellana, la introducción y notas a
lempore ex sanctus cum tractatu de vita spirituali'
Augsburgo'
para un pruden-
urrl ctlición reciente publicada en 1990 por la UNAM con el tí-
Jean Strotter ed., |729, edición que hemos usado lllo 'li'tttado de hechicerías y sortilegios. Es precisamente, el
te cotejo de los textos cuando el caso lo requería"'a
lrrlo r¡ue he utilizado en el análisis: fray Andrés de Olmos,
'llultult¡ de hechicerías y sortilegios (1553), edición de Geor-
DelsermóndeSanWcenteFerrerEnlg84laeditorialBarcino
de Barcelona publicó seis volúmenes con el título Sermons'
en ¡rl lltudot.s
versión en catalán de lir¡ la introducción que Baudot preparó, así como en el
la colección Els Nostres Classics, una
no lo- ¡ttrilo¡lo al texto que Olmos escribió en castellano, se menciona
ulgrno, serrnones de San Vicente Ferrer; sin embargo I lrny Martín de Castañega como el autor del libro sobre he-
.u]i"é en los índices el de los Pecados mortales' No obstante' lhlr'('rí¿rs que 1o motivó a escribir acerca de esta materia.6 El
tuve acceso a ia copia digrtalizada del texto que en el
penúl-
atnque mi ml¡lrro Olmos menciona a Castañega de manera que parece es-
timo párrafo cita nuu¿oide la edición de 1729'
lrhlt't'r:r una justificación a la composición de su manuscrito.
desconocimiento del latí/no me permitió realizar un
cotejo
qle consideré innecesario. Pos- l'or su parte, Georges Baudot, al vincular a Olmos con Cas-
como Baudot lo hizo, adernás
del Tratado de la lnfle¡lu, afirma de manera categórica: "el estudio del texto en
teriormente localicé uná versión en español
y fray José de htt¡¿rrt náhuatl comparado con el libro en lengua castellana
vida espirituol, en un texto de Vicente Forcada psrrrritc: afirmar que Olmos se había dedicado a una cuasico-
Feruer'
Gargania titulado Biografía y escritos de San Vicente
Biblioteca de Autores ¡tln, rr rrna adaptación muy ceñida a la obra de su colega."7
publicado en Madrid en 1956, en la l'or otra parte, respecto a los capítulos que componen el
los pá-
cristianos. Este texto me facilitó la tarea de identificar
ltllrrrscrito de Olmos, Baudot señala: "En realidad éstos son
rrafos que Olmos tomó de San Vicente Ferrer y ubicar
su inte-
hr¡ rnisrnos capítulos que ofrece la obra de Castañega. dispuestos
gración con pasajes tomados de los Huehuetlahtolli' gl ll rrrismo orden y los temas son idénticos, con excepción de
fllpruros detalles, de algunas adiciones propias de fray Andrés."8
Arrnque no era mi intención coteiar puntualmente el tex-
3. El Tratado de hechicet"ías y sortilegios Iu oli¡tc:n del traslado con el texto trasladado, resultó útil con-
lüt t'orr cl texto de Castañega para apoyar las afirmaciones sobre
En 1553, Olmos escribió en mexicano un manuscrito que' al
igual que el anterior, se localiza en la Biblioteca Nacional de I f '¡¡y Arrtlr'ós de Olmos, Tratado de hechicerías y sortilegios (1553), Georges Baudot
ltt¿*i.o (número 1488, volumen sermones en mexicano): el l¡rl r, irrtr'.), México, UNAM, 1990, p. XXI.
I ll't,l , lt, XXlll y p .3.
I ll,t,/,
¡r. XXIV.
'' /álrl. p. XIII. t l,h'nt

30
INTRODUCCIÓN

IRAÍs lll,RNÁNl)llz StJÁREz

rlr,l tr¡rhuio que Olmos realizó con los textos; es deci¡ no sólo
empleó' además de. des-
las estrategias discursivas que Olmos v¡r¡l¡ri rlt'una lengua a la otra el texto sino que adaptó el conte-
completo a la versión de
cubrir que Olmos añadió un capítulo rtlrlo r onfirrme a su conocimiento del mundo indígena, de tal
que se analizarán a detalle'
Castañega, entre otras adiciones ¡t¡l(.tit (lue en ocasiones el texto trasladado difiere bastante
rlr,l or i¡¡inal.
El texto de este au-
Del tralado de hechicerías de castciega' Al t'oncebir los textos de Olmos bajo la noción del trasla-
en Logroño' editado
tor se publicó po, p,i*"'u vez en 1529' r[r rh'utt¡r lengua, destaco su labor como producto del esfuer-
muy sutil y bien fun'
po. fr{lgu"f de iguía con el título Tratado Il rh' iul¡ptación,. tanto de la lengua como de su conocimiento
dado de las supersíiciones y hechicerías
y vanos conjyr-os. y
rl¡l rrttuttlo.
tocontes y de la posibilidad
abusiones: y otras cosas al caso
1946 como Tra-
y"l"*"a¡, áeilas. Posteriormente se reditó en
ndo de las supersticiones y hechicerías;
A' González AT"-
Es- l.as categoías: orden, concierto y aünonía
liu pr"puró la edición 1vtáOrid' Sociedad de Bibliófilos
;;i"ri, que contó con 400 ejemplares' Finalmente ' en 1994' lrnrrr llt.vlr mi análisis, identifiqué las nociones de orden,
a cabo
ellnstitutodeEstudiosRiojanosenl,ogroñopublicólaterce- t'ttnt'lt't'lo y armonía que, desde mi perspectiva, guiaron- el
supersticion.es y hechi-
ra edición con el tiitlo Traiado de las l¡rlrrr¡p tlc Olmos. Estas nociones se manifiestan en los textos
cerías y de la poriiitiaoa y remedio
dellas (1529)' cuya edi-
de Juan Robert Muro
rl¡ nrrrrrcra tanto explícita como implícita, y constituyen el re-
ción e introducción crítica estuvo a cargo r,rrru cn cl cual se basa.
ÁUud, a quien le debemos esta información'e Itttlt'n y concierto es una frase que Olmos usó en forma
Irtllrr¡rrl¡r en el Arte de la lengua mexicana; con ella refleja el
hlr,rrl rlt. lcngua que él mantuvo y que respondía al pensamien-
El traslado de textos a la lengua mexrcana Irr rlr. l¡r úpoca. Su finalidad era alcanzar el orden y el concierto

"lengua mexicana" Irr lrr lt.rrgua mexicana, así que en el análisis muestro la carac-
Además de emplear la denominación Irrtlr¡rt'iírn gramatical del orden en el Arte de la lengua mexi-
en lugar del moderno
también recupero el término trasladar' la r,,,,r,, l)ilr¿l plantear posteriormente una analogía con el orden
f raducir, no sólo
por mantener los parámetros léxicos de llpl rrrrurtlo en la concepción cristiana'
trasmite mejor el sentido
época,lo sino porque considero que
y hechicerías y de la
,)riray Martín de castañega, Tratado le ra1
s.urers-tjciones rlil¡ ||illt/;r ('ovarrubias en relación con el término traducir es muy elocuente: "."si
a"tiÁ iúii¡'Iuan Robert Mrrro Abad (ed' e intr' crítica)'
¡xt.siltilidacl v remedio pp' XXXVII y XXXVIII'
ilil{ h{rtconprimoryprudencia[...]ytrasladandoenalgunaspartes,noconforme
nlojuno s' 1994'
{ l( lr,t|lr ¡rt:ro según el sentido, sería lo que dixo un hombre sabio y crítico, que
l.ogroño, España, Institutofe'Bsiuáio'
(Tesoro dL lo l"'gua iistetlano (1611)'Madridl
coru..uui^ o¡lr ll,,, rr vcrlcr, tomándolo en significación de derramar y echar a perder'"
ro l;. seh.r(rián ¿"
la frase
p.9;;i,;";;;;"rtran ambos términos: sin embargo,
r\4tixit.o,.t.urncr, t984,

JJ
32
INTRoDUCCIÓN
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

la retó- IJn acercamiento desde múitiples perspectivas


Armonía es un término que pertenece al ámbito de
Ol-
rica, aunque proviene de la música' Mi propuesta es -que
formular l'urrr cornprender estas condiciones de posibilidad utilicé múl-
nros trasládó los textos de Ferrer y Castañega para
la aspiración ll¡rh's ¡rcrspectivas, las cuales me permitieran visualizar a Ol-
una composición armónica de eilos, siguiendo
estética qr. proporía San Agustín' Olmos integró sus
discur- l[r\ ('onro evangelizador, como franciscano, como gramático
que provenía de y r unro lrombre de su tiernpo.
sos en busca de la armonía corno ideal estético
que Olmos llevó la no- I )t'stlc el punto de vista lingüístico, los conocimientos gra-
la retórica agustiniana. Intento mostrar
de la función lrnlrt'i¡lcs de la época constituyeron la condición que posibi-
ción de armánía del espacio discursivo al ámbito
de los textos. Además d" tu pretensión por armonizar
la com- lllri ¡r ()lnros la elaboración de su Arte de la lengtra mexicana.
posición de textos, buscó el equilibrio entre las dos configu- Milr rrllá de las condiciones que permiten un acercamiento al
urrrot irrricnto lingüístico de la época, se encuentran las con-
raciones del mundo.
en un tlrlrr¡rciones de orden teológico que subyacen al proceso de
Es necesario advertir que utilizo el término "discurso"
u,u categotía analítica que me permi- ilrr¡llrsis y explicación de las lenguas, puesto que estas consi-
sentido genérico,
"o*o rh,rrrt'rorrcs regían a los seres que habitaban el Nuevo Mundo y,
tió comprender la manera de ordenar las categorías de
pen
d flrlrrrr¡is generaron apreciaciones y prejuicios en torno a ellos
samientá de otra época, tomando en cuenta las condiciones
posibilidad del conocimiento de un objeto social determtna I l l¡rs lcnguas que hablaban. La inquietud y el interés por las
lutr¡rrrls de América no dejaron de estar sesgados por la con-
áo. Siguiendo a Foucault,ll propongo considerar el discurst
¡ ¡r¡rr rrin del mundo que caracterizaban a los colonizadores, cu-
en el nivel de lo enunciado y en tanto producto de
otras n
yur ¡rrt'.iuicios dejaron su impronta en los trabajos lingüísticos
rraciones que le dieron origen y significación' El discurso .
más que un conjunto de oraciones, proposiciones o
enuncia tlllr,r('¡rlizaron.
dos, iorque el sentido que adquiere cada una de estas parte l'r¡ los trabajos del padre Olmos también se pueden apre-
qu" to cánforman rebasá los límites puramente gramaticales r.llr y lccuperar algunas de las concepciones filosóficas que
utllmri¿irron su percepción de la realidad y que guiaron su ac-
Él dir"urro adquiere significado gracias a su f,uncionamien
y tiempo determinados' Las funciones de lltrrr tirrr; c:s decir, por medio de las nociones que analizo es po-
to en un
"rpu"io legiti tllrh' rur ¡rcercamiento a las formas de pensar y a las prácticas
discurso deienden del ámbito en el que se desarrolla:
tienr vl¡Ér'rrlt's tlurante la evangelizaciín en la época de la Colonia.
ma, otorga poder, prohíbe o proscribe' Por ello' el discurso
p."r"n.á de acuerdo con ciertas restricciones' reglas o con l'l t'ontcxto sociohistórico específico en el cual se ubican los
diciones de Posibilidad. brtnr olr.jeto del presente análisis, ofrece la adecuada perspec-
llt'rr ¡r¡¡¡¡¡ cntender el funcionamiento del discurso evangelizador
illlll¡¡rrkr pur Olmos. Por ejernplo los debates en torno al empleo
1980' rh, l¡r,, lt'nguas indígenas en la evangelización de tros indios.
lf Nlichcf Foucault, El orden del discurso, Barcelona' Tusquets editores,

34
INTRoDUCcIÓN
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

Lrrs siguientes interrogantes guiaron mi proceso de inter-


Por último, el análisis de los textos se apoya fuertemente en pretendía Olmos al trasladar al mexicano un
¡rrt'tirt'irin: ¿qué
la perspectiva literaria, pues permite evaluarlos en tanto dis- llrrt¡rrkr de hechicerías y los sermones sobre los pecados mor-
cursos cuya construcción obedeció a los parámetros propios lnlcs'l ¿,Por qué eligió estos textos para verterlos al mexicano?
de las prácticas comunicativas en boga. Este enfoque condu-
¡,A r¡rr(' respondía la otganización discursiva en cada caso?
ce a la identificación tanto de las estrategias de la organiza-
¡,('rrtilcs fueron las formas de leer y quiénes fueron los lecto-
ción, circulación y recepción de los discursos, como de los Ir.t (lc cstos textos?
recursos retóricos puestos en marcha en ellos. Me interesa evi- l'rrrir responder a estas y otras cuestiones consideré como
denciar que Olmos, en sus textos y en su tratamiento de la len- rlh rorr la integración de los distintos enfoques disciplinarios,
gua mexicana, dejó huella no sólo de su acercamiento a esta r¡uc urr:ncioné anteriormente, en la medida en que me fue ne-
l"nguu sino de su percepción del mundo y de la interpretación l,\¡u ro acudir a ellos. Aunque debo advertir que la gramática y
de la realidad que le tocó vivir.l2 lr rctrilica abrieron el camino para el análisis y adquirieron re-
La perspectiva que se abre, entonces, es la de trasponer los lpv¡urcia en é1.
límites dei conocimiento lingüístico de un periodo específico, l'ol cllo, partí de los elementos que me ofrecieron la lin-
para elaborar un trabajo de interpretación que permita com-
llllrrlit'a y la literatura para comprender algunos principios que
prender en toda su extensión el horizonte del autor estudiado.
lr,¡rrltrrlran aparentemente incongruentes en el Arte de la len-
Mi intención no es sólo entender a olmos en su horizonte l,ttt ntl'\icana (1547),1a y que me permitieron llegar a una in-
de autor, sino comprender un pasado cuyas huellas han lle- h,t¡rrt'llción tanto del trabajo gramatical como de la concep-
gado hasta nosotros y nos permiten remontarlo' Así, lo que me r lr'¡rr rlcl mundo que Olmos plasmó en sus textos.
á.rpu no es únicamente perfilar la figura de Olmos como fraile I rr cl prólogo del Arte..., Olmos manifestó su temor a "po-
franciscano, como gramático o como hombre de su tiempo, lrr cn cscritura una lengua que carecía de ella" y admitió que
sino tratar de entender su pensamiento mediante su ptácfica l¡ urto¡irafía propuesta por él podría ser rechazada por otros.
discursiva, con las dificultades intrínsecas que ello implica; es Nu olrsl¡rnte, la composición de los sermones presentaba una
decir, pretendo llegar a la comprensión de su horizonte desde I lrrlcrrcirin ortográfica poco restrictiva y vacilante, que par€-
mi propio horizonte de lectora del siglo xxl'r3 r lu r¡irrorar el conocimiento de la relación estrecha entre soni-
rhr v llrirl'ía que Olmos había planteado anteriormente. Sería
llrrr cr¡u'i«r pensar que, más que desdeñar sus propias conven-
Ésta es la concepción del documento como huella del pasado que maneja
Paul
12
México'
r,llrrcs oltográficas, Olmos respondía a los preceptos retóri-
Ilicrrur en "La realidad del pasado histórico", en Historia y Grafia, n]úm' 4'
t.lnivcrsidad Iberoamericana, 1995, pp. 183-210.
r,lr ,,r'¡irirr los cuales era el fondo y no la forma lo importante
lr []s a Io que Gadamer se refiere con la noción de "fusión de horizontes"' Verdad y
t¡ttittxlo. Fimdomentos de una hermenéutica, 3 ts., Salamanca, Ediciones Sígueme' lr I llrrrr*. ..lrt( de lo lengua..., op. cit.
l()().1, p. 377.

JI
36
INTRODUCCIÓN
IRAíS HERNANDEZ SUÁREZ

lrrr,, Mlrciano Capella, Casiodoro e Isidoro de Sevilla, entre


en la estructura discursiva de los sermones trasladados al me-
r
rrllr,,, ;rtlcnrás del propio San Agustín, y dio lugar a lo que
xicano, como se puede deducir de la búsqueda de un estilo
rlr,¡Irrrs sc conoció como retórica cristiana.19
llano en su escritura. ( )lrrr«rs ubicó estas narraciones en el tiempo y el espacio
La dualidad fondo-forma constituía una discusión que estuvo
lrn'r,lrr\lllrnos. De igual manera utilizé otros recursos y estra-
vigente en la época, resultado de la integración del pensamien-
Illrr,r,, rliscr.rrsivas, como los difrasismos y párrafos de los Hue-
to clásico grecolatino proveniente de los Padres de la Igle-
htt, tl,tlttolli, que provenían de la lengua rnexicana, y los adaptó
sia; así lo evidencian las posiciones asumidas por algunos au-
rtl tl rto t¡trc trasladaba. En la brisqueda de una rnejor persuasión,
tores, cuyos textos alcanzaron mucha difusión en la época,
como Jnan de Valdésrs y Antonio de Nebrija.16
rir ,,u,, t('\t()s Olmos manifiesta una preocupación por mante-
Precisamente, en la retórica de tradición agustiniana fue
nlr un;r rrtlccuación discursiva en el horizonte de recepción.2o
en la que prevaleció el fondo sobre la forma, trayendo como
lllr'¡rr la noción de armonía del espacio discursivo al ám-
corolario la búsquecla del equilibrio en el uso de los tropos'17
lrltl rh' lir l'uncién de los sermones será el resultado de la in-
¡¡,¡¡r¡¡'¡rrt irill que ahora propongo, de acuerdo con la cual rnos-
Ésta fue la tendencia retórica que Olmos asumió en el traslado
de los sermones a la lengua mexicana, de manera que mantu-
llrrr't¡rrr'Olmos pretendía llegar a la armonía en más de un
vo presente el principio de hacer un uso adecuado de las me-
¡,llrrI), tlnto en la composición de textos como en la búsque-
táforas, ya que su exceso fraetía como consecuencia un discur-
rlr rll rrrr:r nrejor integración de los indios a la vida cristiana.
so cargado y lleno de artificios.tB
l .,t,r t'nr la significación de los sermones que Olmos trasla-
rlrl rr l¡r l('ngua mexicana, de otro modo no se explicaría cla-
Aunque fray Andrés de Olmr:s mantuvo este principio, no
ttililr lll(' srrs intenciones al seleccionar y recuperar en sus ver-
descuidó otros aspectos propios de la retórica agustiniana, co-
mo la utilización de los exempla o narraciones que añaden
rllrr", orrginales, en latín y en castellano, los textos que die-
rrrfr lrrl,ru il Tratado sobre los siete pecados mortales y al Trata-
verosimilitud al discurso. La retórica agustiniana se actualizó
,1,, ,1,' lt,','lticerias y sortilegios; tampoco se explica por qué
en las artes praedicandi, a partir del siglo xlt, gracias a autores
ltrr,,l¡rrl;rllos al mexicano y adaptarlos al horizonte de recep-
r lrr l'l scntido de este esfuerzo se centró básicamente en el

ls Juan de Yaldés, Diálogo de la lengua, Juan Lope Blanch (ed'), Madrid, Casta-
lia. 1969. ' lrr,r¡rr,rrlo:(itirnezAlonso,'Adaptacionesdelaretóricaeclesiástica: frayLuisde
l(, Antonio de Nebrija, Gramática castellana, Miguel Ángel Esparza y Ramón r lr:ry I)icgo Valadés", en Julián Arriba Rebollo et al., Temas de retórica
ltr,rrr,r,lr
Sarnriento (intr. y notas), Madrid, Fundación Antonio de Nebrija (Clásicos Españo' ttnttt. ttt\ttt I'r'lóxico, UNAM, 2000, p. 89-109.
lcs). 1992. ''!| | ' , ' r, , ¡rto tlc "horizonte de recepción" está ligado tanto al concepto de horizonte
t7 ('irr¡¡rcn Bobes Naves, Historia de la teoría literaria. Trasmisores. Edad Media'
r r ' L rtrr|) ¡:rtlarneriano como a la teoría de la recepción que ubica al lector en
I'octus t'ltttitis/¿rs, t. II, Madrid, Gredos, 1995' p' 102. r{rr,, l', r,'r .,rtuu<lo, véase Einilio Lledó, EI silencio de la escritura, Madrid, Espasa
ls (lonfrari0 a su propuesta de buscar un "estilo llano". Olmos, Tratado sobre los sie'
r .rl¡| i \rr,.tr:rlt. 1998, p. 145.
1., l,r,. tkh).\ . tt¡t. t il , p. 3.

39
38
rNTRot)ucctóN
Inefs HrnNÁNo¡z SuÁnsz

estado de tensión y conflicto propiciado por la percepción de l,ir rccepción de Olmos entre nuestros colltemporáneos
¡rrrrrlt' considerarse a la ltz de las dos vertientes del
conoci-
la realidad, "sin orden ni concierto" y el anhelo de Olmos
de transformarla en un nuevo orden cristiano en el que privara nr('nlo cn las que ha sido registrado su aporte: en la filología
lrrlrrrir y en la historia de México. No obstante, en ninguna de
la armonía.
r,llus st: ha conseguido ir más allá de dimensionar su obra en
Pretendo mostrar cómo Olmos intentaba, en primera ins'
tancia, establecer la armonía en la relación entre Dios y los ll rlrccción única señalada por la disciplina desde la que se
¡¡lrurrlir, con posiciones que resultan anacrónicas. Creo que la
hombres mediante el conocimiento del pecado y la manera
de

evitarlo. En segundo lugar, cómo buscaba la armonía por me- lttrtolr¡r le debe a fray Andrés de Olmos un mayor reconocimien-
dio de conciliar las relaciones entre los hombres; por ello la lrr ¡rol su trabajo como cronista, aunque su texto no haya per-
rlrrrntkr, y como iniciador en el trabajo de preservación de la
adecuación del contenido textual estuvo encaminada a modi-
h,rr¡irrir rnexicana. La lingüística no ha realizado intentos siste-
ficar las prácticas y hábitos de la vida cotidiana que parecían'
nrrrtr('os por reconstruir una semiótica de la lengua mexicana,
a sus ojos, transgredir la convivencia armoniosa'
rr ¡rrrrlir tle los textos de Olmos o del conjunto de documen-
En úttimo término, siguiendo las condiciones de la época'
Andrés de olmos también intentaba integrar armónicamente lo¡ rk:l siglo xvr. En este sentido, debo mencionar el trabajo
la relación entre la verdad revelada por las Sagradas Escritu- r,rrr'¡rcional de Alfredo López Austin, quien recupera las con-
ras y los hechos manifiestos como realidad del Nuevo Mundo;
l,lr('rones sobre el cuerpo humano a partir de un análisis que
divino Irrr lrryc una perspectiva semántica y filológica, pero que sólo
así que se afanó en incluir a sus habitantes en el plan
Irrrrr¡r corno fuentes la historia de Sahagún y el vocabulario de
de lá creación, según el cual los indios mexicanos habrían sido
Mrrlnra, sin ocuparse de Olmos.2l
sometidos al demonio, como lo demostró su persistencia
en
f 'or otra parte, la gramática de Olmos, al igual que otros
vo-
la idolatría.
,rlrrrlrrrios y artes de la época, ha sido útil en la investigación
rl rr( ir tle la lengua mexicana del siglo xvl y del conocimiento
llrr¡iiiÍstico de la época, específicamente del náhuatl clásico.22
Olmos, autor casi olvidado en el presente

A pesar del reconocimiento que el padre Olmos tuvo duran


te el siglo XVI, la mayor parte de su obra fue ignorada durant ,r Allrr.rlo l.(rpez Austin, Cuetpo humano e ideología, las concepciones de los anli'
,nuchoslños, lo cual propició que fuera poco estudiado y yltt\ th,lnilts, México. UNAM, 1996, p. 27.
nos conocido que sus coetáneos. Comparado, por ejemplo' ¡' I r¡r(,i(l() con iorge Suiárez en denominar así al "de los siglos dieciséis y diecisie-

Sahagún, Motolinía o con Mendieta, en el presente Olmos


apa' tr. lfrr' \(' preservó en foima escrita"; Jorge Suárez, Las lenguas indígenas me'
tt,t¡nt t tt (nu.ts, México, INI/CIESAS, 1995, p. 106.
rccc bastante oPacado.

40
4l
truÍs HrnNÁ¡¡oEZ SuÁREz

En la filología y lingüística nahuas ¡,r;rt trcrrrnente ignorado, uno de sus méritos fue el método que
rrtrlru ri para registrar la información transmitida en su historia,
y la literatura nahuas' ,¡rrt' sirviti de modelo al trabajo que Bernardino de Sahagún
A partir de los estudios sobre la lengua
Olmos apareció como una figura de gran valor' cuyo rnérito
l ,rlrzo Jlosteriorrnente y que es de todos conocido.
fue iniciar los estudios gramaticales, sin menoscabar la ela-
l',1 crritladoso trabajo de investigación del padre Garibay

boracitin de textos en lengua nrexicana que permitieron a los ¡r¡,¡r,¡f i1'¡flfl una visión de conjunto de la obra de Olmos, en
trrrrto 1¡1¡g menciona todos sus traba.jos. Sin embargo, los pre-
estudiosos contemporáneos el acceso al náhuatl clásico'
Pese
',r il|¡r
(l(' Una manera dispersa a lo largo de los dos volúmenes
a este reconocimiento, los recursos que ofrece la obra de Ol-
rfil,'(()rfslituyen la Hisloria de la literatura náhuatl, ya que pa-
mos han sido hasta el momento poco aprovechados' posible-
r¡r ,'rl,:rnizar el material en una historia literaria emplea una
rxente por las vicisitudes por las que ha atravesado la mayor
r lrr,,rlrtirción, según los criterios que consideró pertinentes: pro-
parte de sus textos.2
En el ámbito de la literatura náhuatl, Ángel Ma. Garibay pu- ur lr llcneral, discursos didácticos, prosa histórica, misione-
te- trr,, r'trrrigrafos, Iiteratura didáctica y el teatro catequístico. Por
so el énfasis en la atención justa que el franciscano debía
ner como uno de los más representativos escritores en lengua ll ,,rl,;urización de su obra, Garibay trata los textos en lengua
mexicana: "Olmos, que sabía a la perfección la lengua
y había lrr \r( iutir que se atribuyen a Olnlos con diferente peso, según
tiene moroso empeño ¡rr r l;rril'icación. No obstante, permite hacer un recuento de
escudriñado sus secretos idiomáticos,
en usar frases y procedirnientos estilísticos de dicha lengua'
lll,',, t'l ArÍe de la lengua mexicana, el Huehuellatolli, el Trata-
con el mayor y más brillante resultado de acierto."2a I-o menciona tl,',1,'ltt,t'hicerías y sortilegios, el Tratado sobre los siete pe-
-personaje
a quien encontramos "en todos los cam- t tttlt'\ tu()t'leles, la Historia de los antiguos mexicanos, el Auto
como un
y após- th I lttt, ro final y el Auto de la adoración de los Reyes Magos.
pos: lingüistica, etnografía, moral, oratoria ["'], políglota
I r,rul)iry otorga un reconocimiento literario al esfuerzo de
iol. es una de las ricas personas a quienes todos deben' pero a
I )lrrr,". ¡rlrllr lrasladar ios texlos a la lengua mexicana. con-
quienes todos olvidan" .25
En la misma Historia de lq literatura náhuatl, en referencia
rlh r,¡rrrlrr incluso el uso de las fiases paralelas como un recur-
al texto perclido de Olmos que relata la historia de los indios'
el ¡r nrr( nr()l¿'cnico.26 Este reconocimiento, sin embargo, no de-
padre Garibay hace hincapié en que a pesar de haber sido lrr lr,r, ( r (lue perdamos de vista que Garibay está empleando
rrllllr". tlc tlna lengua y una literatura ajenos a la que se está
I rrltlr,,ut(l(). Cabe preguntarnos, entonces, si los procedimientos
,.Algttntlt;cstlrnpcrdidoshastalafechayotrosfueronatribuidosadiStintosauto. r,,,trlr',tr( .\ (.'nrpleados por Olmos corresponden al cultivo de
rcs tlur:tt'tto rnucho tiemPo.
r{ Ángcl Ma. Caribay, Historia cle la lireraturo náhuarl, México' Porrúa, 1954, t' II,
p 15'
11,,,/ r l. ¡r. .121.
"'//tirl., P 190.

A1
IRAfS HERNÁNDEZ SUÁREZ tN'l'Rot)r ¡(.(.tóN

la lengua mexicana o a los principios que regían en ese tiem- rrrr y la castellana, y concluyen que Olmos siguió el orden dc
po a tá literatura clásica; o bien, si constituyen una salida airosa Irr ¡rrintera.2e Al parecer, la influencia que ejerció Nebrija en las
que Olmos
entre ambas posturas y que depende de la finalidad ¡l;rrráticas de las lenguas indígenas del Nuevo Mundo siem-
mantuvo en la composición de sus sermones' ¡rrc trstuvo relacionada con sus Introductione Latinae y no con
El reconocimiento que la lingüística descriptiva' según los ln (iromática castellana, lo cual favoreció una postura ideo-
se ha
criterios estructuralistas, ha otorgado a la labor de Olmos lri¡tica que mantuvo el interés en las lenguas aborígenes y
que tuvo al describir las ca-
centrado en destacar los aciertos rh'srlcñó el principio de la lengua castellana como compañe-
racterísticas propias de la lengua mexicana, al poner
distancia trt rlcl imperio.30
tanto del latín como del romance casteliano' l,ls posturas de diferentes lingüistas contemporáneos al
Para Leonardo Manrique Castañeda27 es evidente
que la rltrrliil su mirada hacia el Arte de la lengua mexicana, conver-
postura de Olmos fue la de establecer un contraste continuo glrt llrrrto en lo tocante a la influencia de Nebrija, como en lo
ion ta gramáfica latina, tanto en lo que concuerda como en lo r¡rc s(. refiere al manejo de las categorías que Olmos compu-
que dislcrepa de la lengua mexicaná, ya que su arte estaba
di- ro Mrrnrique Castañeda, por ejemplo, afirma que la fonología
rigido a misioneros que cónocían el latín' rr, rr¡rcgri a las ideas de su tiempo, pues se basan en las letras
Ascensión Hernández de León-Portilla y Miguel León- rh, rrr ¡rropio alfabeto para lograr resultados bastante exactos,
Portilla2s lo califican de cauteloso, al adoptar de Antonio
de yr (luc incluso transcribió la variación alofónica, reconoció la
en una lengua co-
Nebrija lo que le pareció más congruente vrturrci«in dialectal y los fenómenos sociolingüísticos.3r En su
*o náhuatl, que poseía obviamente muchas diferencias del r¡hlrrlr() introductorio, Ascensión y Miguel León-portilla des-
latín"iy del romance; aun cuando Olmos admitió seguir 1a traza r rllrr.rr cl Arfe..., mediante múltiples analogías entre la lingüís-

J" tu gramática, e incluso coincidir en cuanto a sus propósitos llr rr nr(xlcrna con sus términos técnicos y las aproximaciones
fue capaz de separarse de él cuando lo consideró r¡lr'()lrrr.s hizo de la lengua mexicana. En sentido estricto, el
"*p."rlor,
necesario. Los autores del estudio introductorio al Arte
de la trrl.r rrt'rual del saber lingüístico es el rasero por medio del
lengua mexicana cotejan las dos gramáticas de Nebrija'
la lati- r [rrl ,,(' r¡ritlcn los aciertos de Olmos: "Lo notable es que, en tan

2TLeonardoManrique,..FrayAndrésdeolmos:notascríticassobresuobra |t ll't,l . I Xl,Vll y LII. En este punto coinciden todos los autores que participaron
UNAM' 1982' pp' 27'
tingilística", e¡ Estuáios de Ciltura Náhuatl, vol' l5' México' ftt ¡l r ,lrrf rrrr l,u obra de Antonio de Nebrijct y su recepción en la Nueva España en
Guzmán, B-etancourt y
36]Véase también el artículo compendiando por Ignacio f¡l¡r Irrr r orr las gramáticas elaboradas en la Nueva España. Véase n. 27.
(eds.), Memoria dil coloquio La obra de Antonio de Nebriia y su t' ll',rlt, r ft4r¡irr,lo, "Nebrija in the New World: Renaissance philosophy
Eréndira Nansen of Lan-
u"opción en la España' Quince estudios nebricenses (1492-1992)' México'
IrrI' rrr,l tlr. s¡rlcad of western Literacy", en The Darker side of the Renaissance
Nueva
|NAH, 1997, pP. 97-106.
y Miguel León-Portilla
lltlttttt ttttttttrittlirvandcolonization,Michigan,TheuniversityofMichiganpress,
2sOlmos. Arte de la lengua..., op. cil., Ascensión Hernández fUllr ¡r¡r tt) 67.
(intro.), P. XLVI. rr llrrlrtr¡rrr . t,l). (.¡!-, p.
30-31.
INTt{Ol)l,( ( lo .
IRAíS HERNÁNDEZ StrÁREz

ternprana fecha -1" de enero 1541. hubiera él alcanzado a


En la historia novohispana
p"..ibi, y presentar, aun valiéndose de conceptos gramaticales l,'', historiadores que han prologado3a la obra de Olmos suc-
poco adcctraclos, pues no disponía de otros, formaciones como
.bicarlo dentro de la corriente de pensamiento humanist¿r
l, rr
las clue cstantos describiendo".32
r'('nlL: en la época. Como ejemplo de ello, Miguel León-porti-
l)c:sclc la lingüística contemporánea se reconoce a Olmos
ll.r r'¡r lo introducción a los Huehuehtlahtolli hace hincapié en
colno ull precursor de los nahuatlatos, por el estudio ¿lel me- ,,,rr.rrlcrarlo un pensador hurnanista, al destacar su interés por
xicrrnr¡ c¡ue realizó en el siglo XVl. Manrique Castañeda pro-
r I , rrrrocirniento de la antigua cultura nahua.3s
por'-'iona, además" una visión integradora de la labor de Ol-
No podemos ignorar que el humanismo se manifestó en
Inos; rellexiona acerca de la motivación que el fraile tuvo en
,rrrrr lrrs actividades e influyó tanto en el arte como en Ia
sus lctividades -incluyendo los trabajos lingüísticos- por su lite-
, rtur;r, o en la historia. No obstante, el interés de Olmos en la
l,ervor para luchar contra la idolatría, la adoración del demo-
r, , ,,¡rif rrción de los fluehuetlahrolli difícilmente puede ligar_
nio y la ignorancia de Dios.33
r ,r lÚlii vOCación humaniSta.
una mirada historiográfica nos perrnitirá una aproxirnación
l,rr rni opinión, el conjunto de textos que conforman los
al arte qlle no sólo tenga presente la rnotivación que Manriqtle
t1,,, lrtt'tlcthtolli fue resultado de la encomienda que recibió de
Castañeáa ha señalado, sino que propicie una resignificación
que otorgue un sentido específico a cada decisión de Olmos al
,, rrpcriores: indagar acerca de la historia de los indios, lo
, ,.rl ¡rro¡'rició que los hallara.
iitegrar su arte, más allá de señalar sus coincidencias con Ne-
I r¡ los prefacios e introducciones que Georges Baudot36 es-
hrija o destacar sus aciertos al describir el mexicano'
r rl,r,,
Si Olmos fue capaz de describir con cierta precisión la fb- ¡¡1¡¡¡ las obras de Olmos, podemos encontrar -entre otras_

nología del mexicano, se debió tanto al conocimiento de su


época conlo a la intención que le animó para sugerir el registro r'.r', tlc Miguel I-eón-Portilla y Ascensión Ilernández de León-portilla, au-
r'1,
gi.afi"o y la perspectiva que le otorgó a la ortografia como tal. I cslrrtlio introductorio y prólogo del Arte de la lengua..., se encuentra
,r,
, ',
'!,, ! lt;rr(lot, quien prologó el Tratado de los siete pecttdos mortales y el Tra_
, jt,, lti, trios y sortilegios.
L, \r¡,lrt's tlc Olmos, Huehuetlahtolli. Tbstimonios de la antigua palabra (1600)
' ¡rr , J.an Baptista), Miguel León portilla (intr.), México, Conlisión Nacional
,,1¡
| ',,,,,,r,,r:rlivil del V Centenario del Encuentro de Dos Mundos, l9gg. p. I l_12.
, .,r', ll:rrrtl.t ha preparado, además de las recientes ediciones tanto del fr¿l_
. l,t¡.sittepecadosmorfales comodel Tratadodehechiceríasysortilegios,
t ",
,¡,rrrrl,r lV tlcdicado a Olmos, en Utopío e historia en México. Los printaro.s
, , , .t,' l,t t itilizución mexicana (1520-1569), Madrid, Espasa-Calpe, 19g3, pp.
r'| I .rllrrrrr.s artículos aparecidos en Estudios de culturo Nahuatl (veáse bi-
'' ( )!¡rtos. ¡lrte da la lengua..., op. cit., p. LXIX. rr' ' 'r', l'r) r.tl.s éstos puede cotejarse la posición de Baudot respecto a olmos.
" M:rrrr ir¡trc. op. cit., P.28.
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁREZ

tres ideas que le permiten delinear la figura del faile. Primero, ¡lrn dónde podemos encontrar entre los actores, entre los co-
rrrt'rliantes, un campeón capaz de rivalizar con esos predica-
su labor evangelizadora, en la cual encontró una débil huella
rlorcs ridículos, pero que imitan de modo tan divertido los
erasmiana; segundo, la consideración de que Olmos era un ex-
l,¡occdimientos clásicos de la retórica! ¡Dios mío, cómo gesticu-
perto en brujería y demonolo gía, y tercero, la mentalidad y dis- lrur, crimo saben adaptar su voz, cantuffear, moverse, cambiar
posiciones intelectuales propias de un conquistador' rh' cxpresión y proferir espantosas exclamaciones! Este arte del
No comparto plenamente la visión que Baudot pretende ¡,rrl¡rilo es como una receta misteriosa que los monjes se van pa-
construir alrededor de Olmos y propongo mostrar los puntos ,,;rrrtlo de mano en mano.38

específicos en los que disiento. Acerca del carácter "erasmi-


zante" de la obra de Olmos, Baudot señaló en el prefacio al Atlrr¡rrc no es objetivo de este trabajo precisar el carácter de
Tratado sobre los siete pecados mortales, "que para su Tratado lrr lrlrrrcirin erasmiana de Olmos, considero pertinente mati-
de hechicería y sortilegias el modelo de fray Andrés había si- trrrl¡r l)r¡cde haber, sin duda, aigunas coincidencias entre el
do el libro de un erasmista declarado, fray Martín de Castañe- lrll\;uuicnto y la actividad de Olmos y el pensamiento de
g¿".37 Algunos otros indicios, como la importancia otorgada a f 'l,t',ttt,,; t¡na de ellas -probablemente la más fuerte- es la po-

la oración o al papel medular de la Pasión de Cristo, considera ¡lr tr'rr t'r'ílica frente a la jerarquía eclesiástica que motivó a am-
Baudot que son evidencias del carácter erasmizante del traba- Itrr¡ rr rk'l'cnder sus posiciones ante una Iglesia católica suma-
jo de Olmos. ttu,rrll jcriirquica, autoritaria y conservadora. Los dos asumieron
Estos criterios (la Pasión de Cristo y la importancia de la iltrr ¡rctitrrd anticlerical, aunque las condiciones específicas que
oración) me parecen insuficientes y vagos; al parecer, la ora- ¡tr,rrrrrtit'r«rn el desarrollo de uno y otro no alcanzaron un pun-
ción intercalada al principio de cada uno de los sermones de ll rl(' r'ncuentro que favoreciera reacciones análogas. Todo lo
los pecados mortales tenía una función retórica, mientras que rrlrlr¡uio, Olmos actuó sin establecer abiertamente una posi-
la presencia de la Pasión de Cristo no es tan fuerte en ningu- r h)l r onlrlria u opuesta a los designios de la Iglesia ni de sus
no de los sermones, como quedará demostrado más adelante' IFJIr',,('illiUlles; no entró nunca en franca contradicción con los
Por otra parte, la tarea de los predicadores fue muy criticada ffr llrrlos (lue emanaron de las distintas juntas eclesiásticas y
por Erasmo, lo que hace suponer que cuando Olmos puso tan- Illlr¡rlnt('ntc, acataba la orden franciscana en su conjunto.
to empeño en componer sermones como una estrategia fe- Nrr ohslante, una de estas disposiciones, relacionada con la
cunda para la evangelización, no estaba ciñéndose a los prin- lttllrrl,rr'irirr del uso de las lenguas bárbaras en la evangeliza-
cipios erasmianos. r lrltr v crr l«rs textos bíblicos, provocó que los franciscanos

rf lr,r',rr,' .1 ,\'/)., r. IV-3, pp.140-142,


citado por León E. Halkin, Erasmo entre
r/ ()l¡rros, Tratado sobre los siete pecados..., op. cit., Georges Baudot, (ed. e intr.)' ,tr,r,,,.,, ll¡rr'ckrn¿r, Herder, 1995, p. 126. (A.S.D. designa, según la N.B., a Ia
p. XV. ll,,',,,',,,ttt,t rh, lirusmo, edición de Ámsterdarn en publicación desde 1969).
IRAÍS HERNANDEZ SUAREZ

mantuvieran una postura que me recuerdan las palabras Capítulo I


Erasmo: "Ninguna lengua puede ser llamada bárbara,
to a la caridad, si sirve para predicar a Cristo a los hombres"' Fray Andrés de Olmos, el autor
Además, por todos es conocido el empeño de Erasmo
divulgar las Sagradas Escrituras en todas las lenguas y su
libre acceso a ellas'
-por que los creyentes tuvieran
E; este sentido, había una actitud análoga entre la activ
dad desplegada por los franciscanos y las opiniones emiti
por Erasmo, en relación con las lenguas europeas
aunque difícilmente podríamos afirmar que hubiera una
na identificación.
Georges Baudot en (ltopía e historia en México tambi
considera a fray Andrés de Olmos, en tanto franciscano, <
mo milenarista y apocalfptico. Al respecto, coincido con Olmos y su obra
postura que asume Elsa Cecilia Frost ("¿Milenarismo miti¡
,l{
rrrl do o imaginado?"), quien demuestra que Baudot basa ! I prnto de partida para conocer el conjunto de textos que
afirmaciones en las que anteriormente había planteado J 9l'ruy Andrés de Olmos escribió o trasladó es la Historia
L. Phelan, en El reino milenario de los franciscanos en lútlica indiana de fray Gerónimo de Mendieta.r En ésta,
Nuevo Mundo. (Jn est'udio de los escritos de Gerónimo de lul()r cnumera algunos títulos de Olmos, hace mención de
dieta (1525-1604), cuya argumentación en torno al mile huhilitlad del franciscano en el dominio tanto de la lengua
mo de los franciscanos carece de solidez, como lo expone tlcttnu como de la totonaca y la huasteca, también destaca
Frost. En su opinión, Baudot debía apoyar sus aseverac Srnrnúticas que elaboró el fraile.
en destacar la actitud de abierta oposición de los franciscanos Oltr¡t¡s escribió su Arte de la lengua mexicana hacia 1547,
la aplicación del diezmo a los indios, por ejemplo, que implir lnc¡¡rgo. En la carta dedicatoria dirigida a fray Martín de
ba una tendencia a subvertir el orden social, una característi [('nslro, Comisario General de todas las Indias, se puede
de los movimientos milenaristas de la Edad Media.a0 I "Mc irnpusiste, prelado dignísimo, que sacara ala luz un
tle lu lengua mexicana para uso de los proficientes y los

1')H.Holborn, Desiderius Erasmus. Ausgewdhlte Werke,Mu¡ich, 1933, citado


León-E. Halkin, ióid., P. 165.
Io $5¿ Qgsiti¿ Frost, "¿Milenarismo mitigado ó imaginado?", inédito ftty (lrrrlrrinro de Mendieta, Historia eclesiástica indiana (1597), México,
como ponencia en un Congreso en Oaxtepec, 1988.
'lt r^ (('icn de México), 1997.
CepÍrulo I. Fnev ANtxl,s l», OLM()s
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁREZ

contenía un voca- nriur('r'¿rs de hablar que tenían los viejos en sus pláticas an-
aprendices..."2 Esta gramática originalmente
asimismo' había ela- rr¡,rrrrs",5 como tituló el último capítulo del Arte. Fray Juan
bulario3, que por Oesgracia se ha perdido; lt.rurisla las editó años más tarde6, por lo cual durante muchtr
de los indios
borado años atrás uni historia de ias antigüedades rr( r¡rl)o se le atribuyeron a é1.
que el vocabula-
(que probablemente corrió la misma suerte
l'or otra parte, Gerónimo de Mendieta también nos pro-
rit;, iegrin las palabras de Mendieta: t'(,r( ron¿r una idea aproximada de la temática que abordó Ol-
y tres ["'] fue encargado n,'. ('n ese libro de las antigüedades de los indios: su origen,
cn el año de mil y quinientos y treinta
orden (por ser la me- ,1, ,lrirrde y de quién procedían, sus principales dioses y los
el padre Fr. AndÉs de Olmos de la dicha
¡u. lengua mexicana que entonces
había en esta tierra' y hombre ,r,' (lue practicaban, y de cómo criaban a sus hijos. Adicional-
clocto y discreto), qu" en un libro las antigüedades de es- rrr, rrl, 1¡lg¡¡os autores, entre ellos Georges Baudot,T conside-
'u"u'" ,, (lu('parte del contenido de la historia escrita por Olmos se
tosnaturalesindios,enespecialdeMéxico,yTezcuco,yTlax-
memoria'a , lr, il, ntra en el Códice Tudela, que muestra -según Jeffrey
cala, para que de ello hubiese alguna
\\ rlI r'rson- las representaciones de los indios de diversas re-
de este libro e
En su obra, Mendieta parafrasea el contenido ¡r"r,",. r:l calendario mexica, las fiestas y vida ritual, además
escribe acerca de la
incluso afirma qrr* g'* parte de lo que ,1, I t,,u,tlántatl y la adivinación.8
de fray Olmos'
historia de los indios lo obtuvo de la obra | ,r rrlrra de Olmos alcanzó mucha difusión en su época, no
que ahora. se
Asimismo, incluye algunos pasajes completos ,'1,, l\{t'rrdieta hizo constantes referencias a su trabajo, otro
de los viejos' dis-
conocen como Huehuíl"tol"áU¡' o pláticas , r,,,r'r;r. Alonso de Zorita, sin rnencionailo por su nombre, hi-
formaban parte de
.r.ro, cuyo contenido era instructivo y que ,, ,lr,,rrin a él cuando refirió en sus crónicas Ia forma como
la tradición oral mexicana que Olmos registró' 1,, ,rr 1r,,.,. rnediante pláticas, enseñaban a sus hijos. Zorita pre-
Si la recopilación de los Huehuehtlahtolli
fw posterror o ,,,r,, ililir scrie de fragmentos que recuerda indudablemente a
las antigüedades de
simultánea a la elaboración del libro sobre r,, Ittt, l¡ilchtlahtolli.
hay duda es que prece-
los indios no lo sabemos; de lo que no
mexicana' p]ues
dieron a la elaboración del Arte de la lengua
para ejemplificar "las
Olmos utilizó parcialmente estas pláticas , ,r,,,,, ,,t' t ¡t., pp. 186-202.
Asención Hernández y
,,.r,. ,1, ()lr)ros, Ituehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palobra (1600).
r Fray Andrés de Olmos, Arte de la lengua mexicana (1547)' ,t,,,,. I I ,,,rr l'r¡rtilla (intr.), México, Comisión Nacional Conmemorativa dcl V
de
de Cultura Hipánica/lnstituto
Migucl León-Portilla (lntr'il r'¡u¿'i¿'"Boitiones , , ,l, l Iincuentro de Dos Mundos, 1988.
{'r,lrpcración lberoamericana, 1993' p' 7 ' Ir.r,r(l()t.orr LltopíaehistoriaenMéxico(p.I79),proponeunareconstrucci(in
\,I'ltclmaSullivanhapreparadolae¿icióndeunvocabularioqueatribuye-aDo
León-Portilla a lu Irnnr() I)or punto, a partir de Mendieta. Torquemada y Zorita.
()lnros, vóase la introducciJn d" et""n'i¿' Hernández y Miguel I r, I \\lrlkrrson, "El Códicc Tudela: una f¡ente etnográfica del siglo xvl", cn
olrrir tlc Olmos. ,4rle de la lengua mexicana'
ibid'' p' XLYII' ,,1 vl, núrn. 4, Méxioo, INAtl, 1971, pp. 289-304.
r Mr.¡tlit't:r. t'1t. t.it.. p- 179.

53
52
IreÍs HrnNÁN»ez SuÁn¡z CepÍrulo I. FRAY ANr)Rris t)t: ()t.M()\

Olmos significó para sus lectores contemporáneos, un in- r,'olrf 5¡¡s don fray Juan de Zumárraga, y de innurnerablc gcnlc
termediario que acercaba la realidad indígena ajena e incom- 'lu( (()l)curtrió de toda aquella comarca."ll
prensible a los ojos de los españoles, quienes deseaban una ,'\urrque en este apartado menciono algunos de los texlos
explicación de ella. Sobre todo aquellos que rechazaban ia si- '¡rrr :rt'trralmente se atribuyen a fray Andrés de Olmos, mi in-
tuación irnperante de injusticias para los indios, encontraLran r, n, r()n no es hacer un recuentol2 de su obra, sino analizar los
en OImos una mirada que parecía reflejar una apreciación del r' \t()s (lue se señaian en la introducción del presente volumcn.
indio, rruy superior a la imagen que las propias condiciones
de ese momento le imponían. Éste es el caso de Zorita, quien
pretcrrdía mostrar que los pueblos indios poseían una organi- ( )lnros, "la mejor lengua mexieana del siglo xvl"l3
zación que a la llegada de los españoles se había perdido: "Di-
cen los religiosos antiguos en aquella tierra que después que l,r l,risr¡ueda de piezas para integrar las formas de conocer y
los naturales están en Ia sujeción de los españoles y se perdió tr,r',n¡rtir la lengua mexicana me condujo, por un lado, a las
la buena manera de gobierno que entre ellos había, cornenzó ,r tt ,, (ple de ella se escribieron y, por otro, al catálogo de es-
a no haber orden y conciefto, y se perdió la policía y justicia y ' rt(,\ L:n lengua mexicana. Las reiteradas alusiones a ia habi-
ejecución de ella que entre ellos había."e lrrl,rrl tlc Olmos en el dominio de esta lengua, me permitieron
Los Huehuehtlahtolli muestran el orden que los antiguos r,l, rrtrlicarlo como el autor idóneo para iniciar el rastreo.
mexicanos pretendían conservar. Olmos creyó qrre coincidía ( rnro lectores de las postrimerías del siglo xx e inicios del
con el orden cristiano que intentaba instaurar entre los indí- -\r. l)odemos examinar a fray Andrés de Olmos (i500?-1571)
genas evangelizados,l0 por tal motivo preservó y difundió las ,r ¡r.ulr de su obra, huella que dejó en el mundo novohispano,
pláticas en los sermones que compuso. rr,, ,,lo por la escasa informacién que en torno a él pudiésemos
Además del libro de las antigüedades de los indios, de los , r,,ntr¿rr porqlle desde nuestro horizonte, lo que dejó escri-
Iluehutlahtolli y de diversas artes y vocabularios en dife- t,r'.1'¡¡', suficiente para ubicarlo en tanto autor. En el caso de
rentes lenguas, Olmos también fue autor de algunos textos
en lengua mexicana, como nos perrnite apreciar Mendieta:
"Compuso en lengua mexicana un auto del juicio final, el cual
' | ,.r ( it'r'r'rnimo de lVlendieta, Vidasfranciscanas,Jtan B. Iguíniz (pról. y selcc.),
hizo representar con mucha solemnidad en la ciudad de Méxi- .r, rr, TINAM, 1994,p.96.
^1,
co en presencia del virrey don Antonio de Mendoza y el santo l',,r ur rccuento de la obra de De Olmos, que ofrece inforrnación tanto dr: l¡rs
' 'lr, r.rrr's (lc sus textcs como de las publicaciones acerca de é1, remito al cstutlio
¡,,. ¡,,r.rrlrr ¡ror Ascensión Hernández y Miguel de León-Portilla como introtluccirin
, lr,,lrr rrrf) icciente del Arte de la lengua mexicana,op. cit., pp. LXXXVII-X{IV.
hl, rrrlrcl;r sc refiere así a Olmos en Historia eclesióstica indiana (1597), al rcco
" lltirl..1-t.52
r0 AsÍ kr t['jrrrcnros asentado en los capítulos posteriores. ,, ,, r.rrl(, cl dominio práctico de Ia Iengua como su trabajo descriptivo, p. I79.

55
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁP.EZ
C¿pírulo I. I.-R^y ANr)tl,s t)t1()¡ ñrr)\

Olmos, la relación entre autor y obra llega a abrir una serie de


'lrr.r'r¿r en er recuento de ros textos de ormos, ar fin¿rr rrc
dudas, incógnitas, desacuerdos, discusiones y evidentemente r rrir) que
r:¡
rr le dedica en vidas del Arte tJt, l.
un interés por aproxirnarse al espacio de reflexión historiográ- lt,t',(t nexicana, el Vocqbulario,franciscanas,rs
el Juicio Finctl, plática.s t¡tt.
fica qr,re emerge en torno a é1. l',' t,,,-,,rrt rnexicanos hqcían a sus hijos, Tratado de to,y,Sr,_
Lo que ha llegado hasta nosotros acerca de su activiclad y su , t,rrt,ttlos, Tratado de los
pensarrriento ha sido rescatado de manera paulatina a lo largo sacrilegios (todos éstos en lengua
rrr'\r( ilna) y otros más.
de ,ruchos años. En algunos casos se ha puesto a discusión la .\l ir descubriendo sus textos, me desconcertó la aparente
autoría de sus textosla; en otros, se ha propiciado la búsqueda rrrr', r'lrilrea temática que Olmos
dc algunos manuscritos, mencionados por los cronistas, pero abordó; aunque, en la medi_
rlrr r r (r'c lo consideré en
que aún no se localizan.ts Olrnos fue un autor prolífico y en su función de autor -en términos de
I "'( :'¡lt-'te fraté de estabrecer ras
constante actividad durante toda su vida, en la Nueva Espa- condiciones de erabora-
, r,,r (l('algunos de los textos
que se le atribuyen, y del espacio
ña; lo mismo en Tlatelolco o Cuernavaca, que en Hueytlalpa, r ,l, l ticrnpo en que aparecieron. Esta posición implicó
Papantla o Tampico. Escribió lo que aceptaba por encargo,ró iden_
como lo que él consideró que pudiera resultarle útil a su la- 'lr' '' lus condiciones que hicieron po.ibl" la erabtración de
r'. r( \tos en lengua mexicana, las estrategias discursivas
bor como misionero evangelizador. l7 Mendieta hace mención I ll,rr,,. t'rrrpleó en ellos y
que
su horizonte de enunciación.
I r¡ sr¡ f'unción de autor me interesa cómo
utirizó ra
,r' \r(,,tit cn muchos textos; ser pionero en los estudios lengua
la Es el caso por ejemplo, del Autt¡
del Juicio Final del cual, hasta hace pocos años del Áe_
rr'|
sc dudaba de su autoría. veáse José Rojas Garcidueñas, El reau"o de Nueva España 'rr' \('¿lsocia ar reconocimiento por parte de sus contem-
en el siglo wt,México, Secreraría de Educación pública (Sepsetcntas, i0l), 1973, lr"r.rr( 'rs como "la mejor lengua mexicana,'.2O
p¡t.27-40. I I rrlcrés de Olmos por esta lengua ocasionó
15
Ac¡uí se trata del libro de las anrigüedades de los indios que Mendreta menciona que además
xn ltisbria eclesiá.srica indiana, prólogo al segundo libro y que Bauclot discute en 'l' l'r ' l;rlr.ración der Arte... también traslaclara otros textos ar
I-ltopía e historia en México, capítulo IV. ilr, \r,.ilr); aunque Mendieta menciona
las gramáticas y voca_
Ió se encuentran en este caso,
el libro sobre las antigüedades de los indios, no l,ll,rr,,.. tlcl huasteco o del totonaco, no
localizado pero del que se tiene referencia por Mendieta (op. cit., p. 179) y que hay referenciá a tex_
rrr , I,rl,orirdos en esas lenguas, a diferencia
Olnros menciona en el Arte de la lengua mexicana @rólogo al lector, p. 9). Baudot del mexicano.
argumenta y propone una posible reconstrucción del rratado de antigüedades
nu'.ricunos que supone escrito hacia 1539, a partir de las referencias de Mendieta,
'lirrt¡ucrnada y zorita y mediante ' t" t<'r'e(ados mortares (próiogo al rector, p. 3) y ar rratacro de
un inventario crítico dc textos anónimos, disper- "" '¡t,, ( l,r(,1)go. hec.hi.erí.,;
sos. (frrc pudicran ser considerados parte de é1 (utopío e Hisroria en México, cap. IV,
p. 3).
r l, ,,,1r¡ t.r. l'itlo.s.fi.anciscanas,
pp. I 74-2 I 9). c)tros textos que no se han localizado s<>n la Gramática y el vocabu- op. cit., p. 100.
¡f r, rr, I I ,¡rrtrr,lt.
Ittrit¡ ilc ltt lcngua roÍonaca, el Arte de la lengua huaxfeca, así como el vocabulario, ¿eué es un autor?,Mixico, UniversidadAutónoma de Tlaxcala.
r r' 'fr "rir rr¡nci(in autor es [...] característica der
l;t l\tt tt itttt t ri.¡ticuto y el Confesionario en lengua huaxteca. modo de existencia, dc circura_
¡/('rlrf. cs cl cas. de la mención que olmos hace en sendos prólogos: al r " 'l' rr¡,r ir¡r*rniento de ciertos discursos
en er interior de una s<¡cietrad,,.
rrataelo ' l, ,,,t¡, r,l lli.:toria eclesiástic¡t intliana. op.
c,if., p, 179.

56
57
IRAÍs HERNÁNDEZ SUÁREZ CepÍrulo I. Fnay ANt>nf,s t)t. ( )t MIi

El Arte de la lengua mexicana se justifica plenamente por l',¡rrña..."23 y que se encontraban en la región que él rccor.nr)
' lrr evangelización. (Veáse imagen El México de Olnrcs.)
su utilidad como herramienta para la evangelización, que ini- rr
ció casi «lesde el mornento en que concluyó la conquista. Los Lrr importancia que la lengua mexicana tenía para la Nrrc
franciscanos estuvieron a cargo de la evangelización en la ',r l:spaña, por el número de hablantes y la extensión terrilo
Nueva España, al lado de los agustinos y los dominicos. Entre rr,rl r¡rre ocupaba, a causa de la dominación mexica, marcó lu
los franciscanos, fray Andrés de Olmos dedicó gran parte de l',rrtir para que se produjera una mayor cantidad de textos cn
su vida a la enseñanza del evangelio, durante los 43 que vivió
| ,t,r (lue en cualquier otra lengua.
en la Nueva España. l'o¡ ¡¡1¡¿ parte, los trabajos realizados por los fiailes en las
La secuencia fraile-evangelización-arte de la lengua deter- I' nl'urs indígenas que se hablaron en el territorio novohis-
minó la distribución de las lenguas traba.iadas en relación con l,,rr(), contribuyeron sin duda al conocimiento de éstas. La-
la localización geográfica de las órdenes religiosas instaladas lr, utrrl¡lemente, sólo una pequeña parte de esos trabajos se
en la Nueva España, durante los siglos xvl y xvil.2l Así, los fran- ' ',n',('rv¿l hasta nuestros días y de muchos textos sólo se cono-
, r' ,,rr rcf'efencia.za
ciscanos ocuparon territorios en los que se hablaron las lenguas
de las que realizaron descripciones gramaticales. Destaca la im-
portancia que los franciscanos otorgaron a la lengua mexica-
na, ya que la mayor parte de sus conventos se ubicaron en el La evangelización en lengua mexicana
centro de la Nueva España; en menor medida atendieron otras
lenguas, corno el otomí, el rnatlatzinca, el tarasco, el totonaco y I rr , r .rngolizaciín en cualquiera de las lenguas indígenas del
l/rr, r,, Mundo fue un asunto que motivó mucha discusión en
el huasteco. En tanto que los dominicos dedicaron su atención al
mixteco, el zapoteco y el zoque, aunque también trabajaron el l,r lr¡ntrrs Eclesiásticas y en los Concilios que se celebraron a
1,, l,r1'o tlcl siglo XVI, incluso en el Concilio de Trento.
náhuatl o mexicano. Por su parte, los agustinos elaboraron
trabajos en huasteco, otomí y náhuatl.2z Olmos "aprendió todos
I )lrrros y los franciscanos predicaron en las lenguas aborí-
los géneros de lenguas que le parecieron de mayor necesidad |', r' , (l(' la Nueva España, además de componer y trasladar
y más universales, como son la mexicana, totonaca, tepehua y
Af
' r¡rlrct;r. l'idas.franciscanas, op. cit., p.92.
huasteca, con las cuales corrió las más provincias de esta Nueva ,, rL' krcalizar información precisa al respecto, en Robert Ricard, op. cit.:
¡,rr,
{ r ,,¡rr,, t', Ia t¡bra de Joaquín García Icazbalcefa BibliograJía Mexicana del si-
r,/ ,¡/,,trrilrtgorazonadodelibrosimpresosenMéxícode1539al600,México.
rlr l')lil. () l)icn enla Bibliogra/ía sobre la castellanización de los grupos iru!í-
:r Vóase al respecto, el apéndice "Ensayo de inventario de obras en lenguas indíge' t " ' .t, Lt lit¡tública Mexicana: siglos Xttt al xx,México, UNAM, 1986, escrita por
l¡',,, r ',rfr( r;rs (iarcía; además de Las obras de consulta mexicanas, siglos xvt ul
nas o refererrtes a ellas escritas por religiosos entre los años 1524-1572", en Ro.
lrcrt llicard, La conquista espiritual de México, México, FCE, 1986. ' ' ¡f ¡ ilr tt. ttNlu. 1990, elaborada por Rafael Pagaza y de Ángel Ma. Garib¡y,
tt .'
" lttii.. pp. 423-431. ".t,1, l,t littratura náhuatl, vols. I y II, México, ponúa, 1954.

58
lneis H¡nNÁNorz SuÁn¡z
CapÍrulo i. Fnay ANonÉs DE OLMos


rlll'r'os textos religiosos a las renguas que ya dominaban. Es-
trr siruación contravenía las disposiciones que
ros respectivos
r,rrt ilios provinciales mexicanos acordaron y entraba
en fran-
¡r t'r,troversia con argunos frailes que rechazaban
r
la ense-
tl¡,r/.¡r de los misterios de la fe cristiana en lenguas
aborígenes.
l)r"'tlc los primeros años de evangelización se emplearJn
di-
\r'r\os argumentos para oponerse al uso de las lenguas
indíge-
*rr\ ('lt Ia predicación, como el que hacía referencia a
su in"apñi_
rLrrl ¡rirra expresar las cuestiones de la fe,
aun cuando en realidad
lrr,, rlcscono cían.2s
lrl l)rimer concilio provincial Mexicano, convocado en 1555
¡rrrr cl scgundo arzobispo de México, fray Alonso de Montúfar,
rll, i¡ ce¡o.er el temor de caer provocados por un
lrr',rrlrt'icnte dominio de ra rengua"ny"..oi",
prohibíá predicar Áoiun-
I' rrrrtirprete. El segundo concilio provincial Mexicano, con_
rrr rrrlo en 1565 por el arzobispo pedro Moya de Contreras,
lr', 1'1¡¡¡s finalidad aplicar los acuerdos del concilio de Tren-
|., r'rr.e los cuales había algunos que aludían directa o indi-
l'r tiuucnte al uso de la lengua; en el capítulo veintitrés se es_
frr" rlr('¿lba: "Que no se permita a los indios tener sermonarios
Irt n()rr¡itras ni otra cosa de la Sagrada Escritura
[...] ni cosa de
t,'Í ill)lrtra escripta de mano salvo la doctrina cristiana
apro_
l,rtrl¡r por los Prelados y traducida por los religiosos
lenguu's.,,ru

" | 'r'r rrt¡.ción se evidencia en el texto de la carta


dirigida al rey de España por
ll',,tr' ¡ tlc Fuenleal, obispode santo Domingo y presidente del ñ.eal conse¡o?
lr'lr'ru r¡ 1533, en la que señalaba: "fray Domii-go-de
' Betanzos [...] afirmó lo que no
{1'i '|rr/,' r¡r t:r'cyó porque no entendió
su rengua ni tuvo devoción en las doctrinas y
r r"'| rl¡' ,r.rcs ias aborreció... y siempre
contradijo a ra obra que |os franciscan«x
El territorio de la evangelización Olmos, Irr, r,rrr t 'itrrdo por Mariano Cuevas, Historia
de ia lgtesia en México, vol. I, Méxi-
tonrada dc Baudot, G,, lJtopía e historia en México, (19g3) p. 166 l, frlfflr I, 1946-1947, 5 ed., p. 254.
" f l rr'r' r" Llirguno, La personalidad jurídica der indio y el Iil concilio provinci.r
CepÍrulo I. FRAY ANI)Rl1.s t)t1 ( )t.M( )ri
TRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

las licen- ,;rtll día se descubren secretos y cosas en que se conoce no hlr-
Todo texto impreso debía estar acompañado por lrt'r cntrado muchos dellos en la religión cristiana, [por lo quo
co-
cias correspondientes que autorizaban tanto su impresión rro l¡astaba un ministro que supiera enseñar el páter nóster, el
mo su circulación; Olmos trasladó al mexicano unos sermona- .rvt'rrraría y el credo, ya que es] trabajar en balde plantar y edi-
rios (el Tratado de los siete pecados mortales y el Tratado
de
lr( rrr y sembrar cristiandad si primero no se alTanca y se destruye
en for-
hechit:erías y sortilegios) que fueron difundidos
sótro r t'clla afuera de las ánimas destos nuevos cristianos el culto y
rna nranuscrita. A pásar del reconocimiento de fray Andrés r, lrrtiítn de sus dioses,2e
la aprobación de sus
de Olmos como buena lengua mexicana,
peligro-
textos hubiera sido tarea muy delicada por el contenido \lrrr lros de los decretos que aprobó este Tercer Concilio de-
so que en ellos se discutía. Sin embargo' habría que
conside- t,rr \'('r' t¡ue el combate a la idolatría estaba en todo su apogeo,
en fecha previa a los \,r (lu(' cr-ralquier actividad que pudiera ser sospechosa queda-
.u, qr. ambos tratados f'ueron redactados
de cualquier otro
clos concilios que prohibieron la elaboración l',r l,r,rscrita, y se recomendaba una estricta observancia de las
manuscrito que no fuera la doctrina cristiana' No obstante' ¡rr,rr t'.rir)rteS, las fiestas, los cantos, etcétera; con mucho más
Olmos previá la dificultad que conllevaba poner el
Tratado de ,,',',,rr lrrllrello que pudiera ser fuente de ideas adversas a los
los indios' por eso' en
hechiceiías y sortilegio,s en manos de I'r rr', rPi«rs cristianos: "También se prohíbe por la misma eausa
preocupaclon:
Exortación al indiano lector [sic], advierte con " 1,,'nlr de excomuniín late sentencie dar y divulgar entre los
"Te suplico mucho, hijo mío querido, de poner el mayor cuida' rrr,lr,,', rrlguros libros, sermones o tratados de cosas de religión
do para no escuchar ai revés' Y si algo lo ves oscuro'
que t,,t,ltt, ttlt¡.t en su lengua sin que primero la traducción sea exa-
está claro, que no lo entiendes, por ello pregunta
al padre q lrrr.r,lir y aprobada por el Ordinario."30 Además de los decre-
así ha hablado."z7 lrr ,,r,lr'rurdos en este concilio, se redactó una carta al rey con
Parece que todos los temores exhibidos por los ,r,r ('r it' de avisos, entre los que se encontraba el siguiente:
acuerdos
mados en el primero y el segundo concilio se recrudecieron
los años siguientes, así, en los Memoriales presentados ar ll¡r,lísirno remedio del bien destos naturales y de su ade-
el Tercer Concilio Provincial Mexicano realizado en 158528 l rrrr.rrricnto y progreso en su doctrina y salvación consiste en el

cuyo fin principal era poner en práctica los decretos del


tri , tlt, utl(r la diversidad de sus lenguas, que por ser esto moralmen-
r, rrrr¡rosible ofrece más facilidad de remedio que sería si V.M.
dentino, se admitía con temor:

originales'Méxi
Mexicano (1585). Ensayo histórico.iurídico de las documentos
I\rrrúa (Biblioteca Porrúa,27), 1963, p' 180'
I I ,, r¡r¡r¡. ,t¡t. cit., p. 189.
r/ Fray Andrés de olmos, Trafado de hechicerías y sortilegios (1553),
t', i ¡, .)1i4, cursiva mía; posiblemente, los tratados de Olmos, (luc ya
lllutkrt {paleografía, ed. y notas), México, UNAM, p' 1l' i, ,,r¡¡¡.¡l¡;¡¡¡ circulando, habrían levantado polémica entre los detractorcs tlc
'n l'ill a cstc aRo, Olmos ya había trasladado a la lengua mexicana los
dos tratados
lr,1,It.tlt()S
silltltltl:t.lcv¿InlaronpolémicaentornoaSucircrrlaciónentrelosindiosalfabetizl
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApfTULo I. FRAy ANDRlrs r)l Ot.M()s

ordenase y mandase que esto diversidad de ellas en cada pro- ,,,trilr() rle la lengua latina; el arte en lengua indígena seguia
vincia se redu.jese a una, la más común y general que hablasen
lrr,, ¡r;¡lrones que sólo podían comprender y aplicar quienes
y traten toclos los naturales [...] fundando escuela donde lean y
aprendan lo.y niños nuestra lengua castellanq.3l ''rrl'r;rr l',r'¿rrrática. Por otra parte, el arte constituía un instrumen-
tl rrr', ,'.',.¡o a los predicadores y confesores, quienes eran pre_
Acluí sc advierte que si bien se reconocía Ia irnportancia que las "r,'rr.r(los para ütilizar de manera exclusiva y directa la lengua
lcngu,s tcnían para la evangelización, la Iglesia católica admi- I,rlr¡'r'r'r en sus prácticas evangelizadoras. Esto fue a partir de
tía Ia cnorme dificultad que su diversidad representaba; por l1'r',. 1'¡¡¡¡do el Primer Concilio provincial Mexicano prohi_
cllo, la alternativa sería: por un trado, privilegiar una lengua ma_ lrtrr.l r¡s. de intérpretes y ordenó a los clérigos el aprendizaje
yoritaria y por otro, proseguir con la enseñanza del castellano. rlr l,r lcrrgua de lbs indios bajo la amenaza de perder su juris_
Para los franciscanos y, específicamente, para Olmos, la '1t,,
r,,n parroquial si no lo hicieren.33
clección de la lengua mexicana como medio para la evange- l\lue hos de los trabajos3a que compilan documentos en len_
lización resultaba más conveniente aunque entrara en abier- l,rr,r rrt'xicana y que aparecieron en el siglo xvl, señalan que
ta oposición con los decretos de las juntas eclesiásticas y los lrr' r;rl.rcnte los frailes elaboraron materiales para la instruc-
r lnrr rk' los indios (catecismos, sermonarios, doctrinas y
concilios. La utilización del mexicano y la forma como olmos con_
integró los recursos discursivos,32 por una parte hacen supo- lr,,r,rrrri.,¡) en castellano; posteriormente los trasladaron a la
¡

ner que esta opción era rnás viable en términos prácticos, por h rr¡'rr:r «le los indios. Por otra parte, se recomendaba la tra-

el escaso conocimiento que los indios tenían del castellaná y ,h, , r.n en virtud de que algunos indios, egresados del Cole_
I por la otra, que podían obtener un mejor efecto persuasivo con ¡rt,, rlt"l'latelolco y otras escuelas anexas a los conventos, ya
.,rrlrr.¡rr lcer en su lengua. Los frailes
una aproximación al mundo indio deide u, p.opiu lengua. también emprendieron el
rr,rlr.¡¡¡¡ tlc alfabetización de los indios, como se consigna en las
La urgente necesidad de aprender la lengua mexicana para
I lillrr( ,r\ de la épOCa.3s
usarla en la predicación propició la elaboración del Arte ie la
,zrrrnrirraga elaboró dos catecismos
lengua mexicana, pero ésta no se imprimió pese a que la im- -uno amplio y otro bre_
prenta ya se encontraba en la Nueva España. Una explicación rr rlr".¡r.és de haberse celebrado la Junta Eclesiástica de 1546,
plausible podría ser que sus posibres lectores se contaban en
número reducido, pues se trataba de textos que requerían del I I r¡.rrrr0, op. cit,, p.171.
conocimiento del latín para su adecuado manejo. En el siglo ' f ',,, , ¡r.nr¡rlo los de García lcazbalceta, op. cit., y Garibay, op. cit.
xvl, un gramático se formaba preferentemente por medio del f ',,, ,1, ( r)r)sultarse a Mendieta (Historia
eclesiásÍica indiana, p.362), además dc
''rr" l¡¡',r.ri¿rdores contemporáneos que han centrado su interés en el tema, por
l,rrr¡rl¡r ¡¡,.¿ Ma. Kobayashi, La educación como conquista (empresa.frant.i.s-
\t lbirl.. p.304, cursiva ,,,,, ,,t tt,trico), México, El Colegio de México, 1977;pilar Gonzalbo, ..La
mía. lectura
l' ' ' ,.r'('lrlirción en la Nueva España", en Hisroria de la lectura en México, Mé
" Vt'risc cl clpítulo III de este volumen. .r,,, I I ( olcgio de México, 1997.

64
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApÍrULo I. FRAy ANt)t{f rs I)t. ( )t Nl(,,,

en la cual se aprobó su elaboración en castellano. Años más I;¡s.rtes que elaboraron los frailes tenían Ia finaricrirtr rrt.
tarde, fray Alonso de Molina tradujo al mexicano el catecismo
" ' r( i'. (iluminar la senda, dice ormos) ra lengua a otros (rrc
breve. En principio, la presencia de estos dos catecismos o rr,,l,¡
'',1,irn; de ningún modo podría suponerse para el casr¡ rlt.
doctrinas respondía a la necesidad de fijar acuerdos en aque- l,r ,utcs en lengua indígena una motivación como
la que pri_
llo que los liailes debían transmitir, al mismo tiempo que per- r.rr(',te co,dujo a Nebrija a la elaboracién de la Grantá_
'r'i
mitía seleccionar lo que los indios debían de aprender para tt,,t , tts'tallüna en tr492, en la cual apuntó:
ser cvangelizados. Por ello, resulta ilustrativo el título del cate-
cismo compuesto por fray Pedro de Córdoba en 1544, Doctri- t'.rir tres géneros de hombres se compuso el arte del casfe_
na cristiana para instrucción de los indios, y aún más el ll.¡r¡o l)ri¡nerarnente para los que quieren reclucir
en arfificio y
comentario36 que hace: "será de mucho fruto [...] Y mucho ,,,,itt lu lengua que por luenga wso desde niños tle¡trenctieroi.
si se traduce en lenguas de indios pues tantos dellos que sa- I ), ,,¡)uós para aquellos que por la lengua
castellana querrán ve_
ben leer".37 ,,r ;rl t.'onocimiento de la latina [...] Agora
[...] para ei tercer gé_
rr, ro tlc lrombres: los cuales de
Si algunos indios sabían leer sería a ellos a quienes se diri alguna lengua peregrina qr"arán
\ nil itl conocimiento
ría la traducción de la Doctrina cristiana, cuya versión ' de ia nuestra.3s
llana había sido preparada por Ztmánaga y que se llevó a
',r,f,','¡ tcrcer género de hombres estaría consi,Jerado
imprenta para su edición bilingüe. Se trataba de un docume en el Ar_
to especialmente útil para los predicadores y no sólo para I
t' ,1, l,t lcngua mexicana,los que de una lengua ajena (ya fuera
l,r , ,r',rt'llirna u otra lengua europea) quisieran
indios que sabían leer. En muchos casos, el predicador apien,leita.
I ,,,, rg¡¡¡s¡es, en cambio, tuvieron .tro público (los indios
acompañaba con alguno de los indios ya catequizados, que
,lrr, iltlíilfl a la predicación), aunque es posible suponer, co_
,r,
bían leer y que le servían de intérpretes.
lr,,,L t:rllrlrcmos más adelante, que su circulación (o mejor,
Los catecismos consideraban al indio como posible lector la
, rl,,rl , r,rrrprensión) estuviera restringicla, por la
no obstante se recomendaba la restricción de otros textos, rnateria tan
,1, ll, .rrl¡¡ r¡ue COntenían.
que no llegaran a manos de los indios, con excepción cle
catecismos y las doctrinas, como se comentó antes. Otros tex.
tos tenían como lector al fraile que asumía la tarea de ev
gelizar, como es el caso de las artes y los vocabularios.

ir' Comentarios análogos se encuentran en Mendieta, Historio eclesiástica


,,,,,,,,,,,tr.i.{cbrija, Gramótica castellana,
op. cit., y en otros cronistas de la época.
Miguel Ángel Esparza y Rarn<in
,,i,,,, ,,r,, trrrr. y notas). Madrid, Fundación
]/ Ci¡rcía Icazbalceta, op. cit., p. 68. Antonio de Nebrija 1ilásicos tsspan<,
, r',', l,rr'rlrgo al libro quinto, p. 313, cursiva mía"

66
Capírulo II
Orden y concierto

t:,
lil arte de la lengua: ingenio, memoria y retórica
I
,-.
rl I se ntido que el concepto de arte tenía en el siglo xvr se
II
...a

'r ¡crnonta al conocimiento aristotélico, ya que la síntesis de


lrr trrrrlición grecolatina y el pensamiento crisiiano que
carac_
l'rrz, al renacimiento dio como resultado el manténimiento
rl. rr,¿r tradición como la búsqueda innovadora. Estas con-
, lr( rones tuvieron su continuidad en el periodo que nos in_
l'rr"'rr y pueden rastrearse en el pensamiento filosófico de
Huarte
rI \:rr¡ Juan, quien integra parte del pensamiento cristiano de
Itt r'¡ ro1'¿. 1

l)(' acuerdo con Huarte de San Juan, la naturaleza humana


i'r'r lx'rl'ccta antes del pecado cometido por Adán; San Agus-
llrr l¡r llir¡na sanitas naturae: "...porque della resurtaba el armo-
v ( o.cierto del hombre sujetando la porción inferior a ra
'lrr
I \ ¡r"' lrfirn Huarte de san
' Juan, Examen de ingenios para ras ciencias (ed. dc
I r'r l) ttu(.n()s Aires, Espasa-Calpe (Austral), 1946.

69
InnÍs Fl¡nxÁNor,z SuÁnez CepÍrulo IL oRDEN Y coNCIERTo

superior y ia superior a Dios".2 El hornbre rompió el orderl al '¡r' lrAtabá de conocimientos que implicaban el desarrollo de
pecar, su natur¿lleza quedó desviada aunque de diferente ma' rrrr:r lrabilidad, la destreza para saber hacer algo; de esta índo-
nera según su lenrperatnento, ya que dependiendo de éste eran [' t'rirrr las denominadas artes mecánicas o manuales, y en es-
las potencias racionales que daban lugar a distintos ingenios: tl rr¡hro se inciuyó a las llamadas artes de la lengua. La lengua
"el tcrnpcrirnrento de las cuatro calidades pritneras "-calor, frial' , r,r un don otorgado por Dios y los hombres poseían el inge-
dacJ, hurnidad y scquedad* se ha de llartrar naturaleza por' rrr,, suficiente para aprendet" de manera natural la lengua ma-
que clc eista nacen todas las habilidades del hombre, todas t' rrir (la que rnaman), pero no aquélla que no se les había ofre-
virttrdes y vicios, y ésta gran variedad que vemos de ingenios".s r r,lo ttresde la infancia, entre otras cosas porque su naturaleza

Para lluarte de San Juan, el ingenio procedía del ent ',, lrrrhía modificado, por ello hacía falta un arte.
dirniento, una de las potencias racionales junto a la inraginaci I\4icntras el arte de la lengua busca el establecirniento de un
y rnemoria; rnientras la imaginación tenía que ver con la ,,r,lt'n ¿¡ partir de reglas, el arte retórica se afana por el embe-
ción de figuras o imágenes de aquello que se quería conocer' ll,', nrriento de los discursos con la finalidad de persuadir. Ol-
"la memoria [...] carecía totalmente de invención [...] no puedo rrrr,,, rlaboró el Arte de la lengua mexicana según el principio

engendrar nada [...]. Sólo sirve de guardar y tener en custodia ,h'l orden que desde la perspectiva de fraile franciscano tenía
(, las forrnas y figuras que las otras potencias han concebido".4 lrrnt() de la lengua como del rnundo. También trasladó textos
tsajo esta concepción, el arte aparecía como el instru rr l;r lcngua mexicana y cuidó que en ellos privaran las formas
rl que surgía del ingenio, al mismo tielnpo que lo apoyaba rilrr()niosas para persuadir mejor a los indios.
adquirir una habilidacl susceptible de ser aprendida por me'
ll dio de él: "las attes y ciencias que aprenden los hombres son
unas irnágenes y figuras que los ingenios engendran dentro dc I lrr rrr lc de la iengua mexicana
su lnemoria, las cuales representan ai vivo la nattlral compos'
tura que tiene el sujeto cuya es la ciencia que el hombre quie' '\r,,¡¡¡¡1s¡ la elaboración de un arte de cualquier lengua reque-
re aprender".5 rr,r ( l irtisbo mínirno de cierta madurez de la lengua en cues-
La gramática es un arte, es un instrumento que surge del in' tr,rr 11¡¡¡rsguida mediante un largo proceso de desarrollo como
genio de los hornbres cuya imagen se guarda en la rnernoria.6 r Llil( recientemente, le asignaba el pensamiento europeo de
lrr r'¡ro¡'¿1 al castellano, o bien al latín, al griego y al hebreo,
) Ibid.. p.54. rl, .,lt'tiempo atrás. No habría duda de que, bajo este mismo
r 1áid, p. 103. , ,lu( nril, las lengttas indígenas de América deberían cun'rplir
l ltlem.
' lhid., p. 62.
' t, r, (luisito, antes de ser sometidas a un tratamiento setnc.iante.
r' Vóasc la imagen de la Gramótica quc la representa como "una severa señora d0
ttl:rrl. r¡uc p()rta un cuchiilo y una lima con los que borrar los errores"'
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApfTULo II. ORDIN y (.oN(.[:tu,o

El latín era por antonomasia la lengua perfecta, en tanto


tenía un orden establecido por las reglas gramaticales; sólo qu
nes habían tenido acceso al estudio de la gramática adquir
la habilidad de comunicarse en latín, cuyas reglas eran ri
rosamente observadas; desde hacía mucho tiempo el latín
la lengua privilegiada para el clero católico, para los doctos
literatos, por lo que se preservaba gracias a los continuos
tudios gramaticales y al esmerado uso de los especialistas
la literatura, la jurisprudencia y la teología.7
Las lenguas del mundo clásico, el griego y el 1atín,
sentaban un modelo de perfección cuyo orden estaba si
tizado en las gramáticas respectivas. La trayectoria seguida
las lenguas vulgares apuntaba hacia el mismo desarrollo:
cisamente en 1492 apareció la Gramática caslellana, de
nio de Nebrija, quien siguió los lineamientos de su Gramát
fi latina. Paralela y paulatinamente, otras lenguas romances e
\, ,). taban alcanzando un reconocimiento; se integraron, por eje
plo, Ios primeros diccionarios bilingües:8 el latín-castell
Il también preparado por Nebrija, apareció en el mismo año
\, la gramática, en tanto que el francés-latín se difundió en 1
La contribución de Erasmo para facilitar la traducción del
vo Testamento a diversas lenguas europeas favoreció en
na medida, el interés por ellas.
La elaboración de las artes fue la culminación de un
so de sistematización de la lengua, que llevaba implícita
selección de la variedad que se estaba privilegiando. En GRüÁfrñ
rica este trabajo inició en 1536 y cubrió una gran cantidad
7Peter Burke, llablar y callar. Funciones sociales del lenguaje a través de la
Barcelona, Gedisa, 1996, pp. 51-86.
8 Luis Fernando Lara, koría del diccionario monolingüe, México, El Colegio
México, 1997, p. 33. La Cramática en El arte de la memoria, yates,
F. (I974)

aa
73
CAPÍTULo II. ORDEN y (.oN('[iR.tr)
IRAfs HERNÁNDEZ SuARF.z

ollnos estableció una comparación con el trabajo de pre-


las lenguas que se hablaban en el territorio ocupado por la Co'
rlrt¡rcitin de San Pablo, quien requirió del apoyo de las Sa-
rona española.e Para el caso de la lengua mexicana, tan ex-
prirtl;rs Escrituras para llevar a efecto una labor análoga dc
tendida territorialmente, la diversidad regional representaba un
r,r'rrrr¡iclización. Así, aunque su obra no fuera de ia magnitud
aspecto difícil de superar. Pero, tanto en Atronso de Molina co
rh' l¡r tlel apóstoi, Olmos solicitaba la iluminación divina. El
*o Andrés de Olrnos, encontramos la aceptación explíci
"n
ta de que la forma de hablar de México y Texcoco constituía ¡rrrrrto de contparación entre ambas empresas -la de San pa-
lrlo y t¡ de nuestro autor- se ubical¡a en la situación inequívoca
mejor varietlad de la lengua, por lo cual seía ésta la que se
rh' ¡rt'rscguir la rnisma finalidad: la conversión de infieles. No
ganizara en un arte.
Las normas que regían la lengua latina se aplicaban a
llrrtiutle, el reto era mayor para Olmos, pues enfrentaba una
Ilrrltrrir que no poseía escritura, como señaló en su prólogo al
lenguas aborígenes de la I'{ueva- España y se esperaba enc<
,4t tt' tl¿, la lengua mexicana.to
trar la sistematización que pudiera mostrar el orden de sus e
mentos; no irnportaba que las reglas tuvieran que multipli
lrl tuvo muy presente que el orden en la lengua mexicana
rlllrlir lnanif,estarse a partir de la estructura de la lengua latina,
carse. Poner a una lengua bajo la normatividad de un arte
y ('\to lc permitió argumentar que no debía considerarse bár-
signo inequívoco de lograr su control; constituía la expresi
,nir*u de su dominación, al rnisrno tiempo que significaba llrrr; ¡xrr otro lado, y bajo esta premisa, su arte se valía de nu-
reconocimiento de lengua verdadera. La noción de lengua
lrlros()s elementos que provenían del conocimiento del latín,
Irr r rurl lirnitaba a sus posibles lectores: "en muchas cosas lle-
bara se oponía constantemente a la calificación de lengua
vrr lir tlaz,a de la gramática latina asi porque se vea el artificio
dadera", pues una lengua que se preciara de serlo debería
FI
sentar criterios para su ordenarniento.
th' l,t ltngua no ser tan bárbara cofno algunos dicen, como
Y
Fray Andrés de Olmos pretendió encontrar un orden 1 lrlrl¡¡¡¡' con gran dificultaci y prolijidad, no se pudiere dar todo
lt lrrtcrrtlcr, por solo nostro romance sin mezclar algo del latin,,.ll
para la lengua mexicana como para la compleja realidad
I st¿r advertencia era suficiente para justificar que el marco
el proyecto franciscano atendía: transformar al idólatra e
cristiano. Estas tareas requerían, además de la capacidad ht tll rclcrcncia fuera la grarnáticalatina y no la castellana,t2 lo
mana, del apoyo divino. Olmos se constituía, así, en el
ganizador del orden establecido por Dios: por ello la ler ffr lr,rl A.tlrés
de Olmos, Arte de la lengua mexicana (1547),Madrid, Ediciones dc
mexicana seguía los preceptos del arte cuyo modelador l'ultrrrrr llispánica, p. 9.
ttll't,l .p
el iatín, lengua predilecta en la Iglesia católica, en tanto que l'
123.
Nrrrlrrs investigadores coinciden en afirmar que la Gramática casÍellana <lc
mundo indígena seguiría los preceptos bíblicos' Nr l,rrr,r. l)csc a que se publicó en 1492 ya que afirma en el prólogo que serfir
tttiltl"ilttttt dcl imperio, no tuvo influencia en Ia Nueva España. Véase Ignacio
I rrr¡rrr,rr¡ llcrancourt y Eréndira cansen, Memoria del coloquio La obra de Antonilt
,)
l]árhara Cifuentes, Hisloria de los pueblos indígenas de México, Multilingüismo
¡h \' l,¡ tltt t' .v recepción en la Nueva España. Quince estudios nebricenses (1492-
trutti.v dc la historia, México, CIESAS, 1998' p. 103.

74
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁREZ
Cnpítul-o II. ORI)I,N Y (r)N( ll lt l( )

acercarse a las otras "lc mismo es en esl¿l (lu(',


cual constituyó asimismo, una praxis para l{'nguas verdaderas de las bárbaras:
del latín' lengua bárbara, tiene orden y conc:icrlo cn
i"nguur. La intención era mostrar -por medio ,urr(f ue a algunos parece
lengua tan bárba-
peÁcta- que la lengua mexicana no era una ruuc:has cosas".14
orden' así como al
ra, sino que era susceptible de ponerla en lrl arte tenía un fin práctico: la posibilidad de adquirir urta

mundo al cual remitía' lr.rlrilidad. Por ello, el término era aplicado también a las artcs
en situacio¡es en lrlrr'rales y mecánicas; en el caso de su aplicación al conoci-
Esta práctica se repetía pese a encontrarse
las que, aparentemeni", páaiu obviarse
la referencia al latín' rnrt'nlo de las lenguas, había una diferencia sutil entre arte y
entre el domi- ¡,r,rrrriitica, ésta era considerada "la ciencia de hablar y escribir
p".o ,, cánocimiento actuaba como rnediador
nio del castellano como lengua materna y el
mexicano.c:mo , .ncctamente", sus reglas estaban sancionadas por autori-
era sólo de índole
lengua ajena. La supremaciá Oet latín no rl,rrlt's efl la lengua mediante el uso, y su objetivo era fijar y
práctica sino también simbólica: I'r,'\('rvar la lengua en su máximo esplendor. L,a finalidad del
,ur(' cra facilitar el aprendizaje de la lengua; simultáneamen-
de la causa porque t''. r('cogía los preceptos de lo aceptable, correcto y estético en
Y para sacar esto más de raízy que se declare
romances que pone Anto-
en el subjuntivo no damos to¿oi tos , ll,r. lll Arte de la lengua mexicana, al igual que otras artes de
que en la lengua latina hay
nio de Nebrixa en su arte, es de notar lrr', lt'nguos aborígenes, elabora los preceptos que determinan
quanda' y cum que qu.iere
I

estos adverbi os: quando que significa ,u,rl es Ia pronunciación correcta (prosodia), la escritura correcta
como no tienen más desta
decir como. [...] Pero en esta lengua r,,rtrgrafía), el orden de las palabras (sintaxis) y la signiticación
romances que cua-
partícula yntla que quiere decir ¡i' 1o]os ]os
según buena razón r .r, t'itlentes de la palabra (etimología), según el planteamien-
draren con ella se pondrán en el subjuntivo
romances del quando y del co- r,',luc hace Nebrija, y que fue seguido en parte por Olmos.ls
y no más, porque todos los otros
I

No todas las lenguas, ni todas las variedades del mexicano,


mo se han de reducir"'13
,,lrlrrvicron el reconocimiento de pureza y perfección, lo que
los elementos quc ¡, rrrrrli(i oponer constantemente la noción de lengua bárbara a
Los artes de las lenguas fungieron como
diversas de la ,r'¡r('llrr que sí permitía su ordenamiento en un arte. La posi-
|".*iil"" la aproxiÁación de concepciones sus sistemas de co' l,rlr,l:¡rl de ser reducida a reglas propiciaba la sistematización
iealidad, u purii. de la normalización de
mexicana, fray Andrés do ,1, l:r le ngua y, con ello, su dominio. El fin perseguido segui-
municación. En el Arte de la lengua
del orden rl,r ',r('ndo -en última instancia- la construcción de un puentc
Olmos manifestó abiertamente la consideración
para distinguir lal
de una lengua como el criterio fundamental
' tl't,l p 61 .
"T:o:lt in the New wortd"'"' Ml' t , r ,, l.conardo Manrique, "La estructura del Arte para aprender lu lcngrr,t
i»l,l"o"o. wnH, 1997, v walter Mr^e^n-oro'
pp' 48-51' ,¡ ',, ,,rir tlc fray Andrés de Olmos", en Ignacio Guzmán y Eréndira Nanscn, o¡t. t'i1..
.fri*á", U"i*.sity of Michigan Press' 1995'
Ol,r',u., op. cit., p. 78, cursivas mías' r'r, 'r/ loÓ.
"
CepÍrul-o II. ORt)tiN \'( ()N( t¡ t.tr)
IRAís I{ERNÁNDEZ ST]ÁREZ

sobre el cual transitaran adecuadamente los textos evangeliza- ¡rrr',,t'nciá de este debate en el periodo que nos ocup¿r sc l)uc
rll urstrear en el Examen de ingenios (1575) de Juan Huartc tlt.
rlores; por ello, cualquier esfuerzo por normalizar lo aparente- r|,il¡ .luan.
mente infornte bien valía la Pena.
l¡,n el Tesoro de la lengua castellana o española (l6ll),
lrrrstián de Covarrubias mantiene una concepción del lcn-
",
Lafuerza de la palabra l,u,rlc como un don otorgado por Dios, quien concedió a Adán
,l ¡rorlcr para nornbrar, de rnodo que las propiedades de la cosa
del manejo de las ,1,',,r¡'rrada quedaran manifiestas en su nombre. Aquí mismo sc
E,l dorninio de una lengua incluía, además
,r,lvrt'r'te que "la mayor parte del conocimiento de las cosas
reglas, el conocimiento del léxico. Saber una lengua implica-
,l, l,t'ndc del de los vocablos, el que ayuda a ésta, ayuda mu-
ba, en primera instancia, conocer el verdadero significado de
, lro ¡r todas las ciencias; y así los grandes fllósofos antiguos
las palabras que la conformaban; por lo tanto, los artes y gramá-
tr,rlrrr.i¿rron mucho en esta parte, como fue Piatón en el diálo-
ticas se hacían acompañar de un vocabulario. En el ejercicio del 'r'ittll6".l7
(
arre estaba implícito el dominio de la lengua, y el principio del do- ¡', '
minio estaba en la significación de las palabras; ésta se conce-
visión, conocer los vocablos era poseer el cono-
l',rr e sta
f; bía en aquella época, como la verd,td de las palabras'16
r rrrrrt'rrto de las cosas, de ahí la importancia de identificar los
rr.nrlrcq como paso previo al orden en la lengua que, a su vez,
I I-a discusión en torno a la relación que guarda el nombre
, r,r rrrrlispensable para conocer el orden de la realidad"
\ con lo nombrado se remonta a la Antigüedad Clásica' En "El '

I'rt'cisamente esta controversia condujo, durante la Colo-


Cratilo". uno de los diálogos de Platón, se piantea la disputa
rt sostenida entre Flermógenes y Sócrates para establecer si el
1r,,. ;r l¿l posición de asumir que detrás de un nombre se en-
,,rrtr;rb;r invariablemente la cosa nombrada, otorgándole al acto
nombre guarda una relación natural y unívoca con su significa-
rr',nro de nombrar, un carácter inusitado y una fuerza podero-
do o si éste es producto de la convención entre los hombres. La
reflexión acerca de la relación entre el nombre y la cosa nom' ',rr l's rndudable que el espacio colonial otorgó tanta impor-
trrr, r;r ,ir la palabra, que incluso llegó a conferir poderes mági-
brada ha continuado a lo largo de los siglos con diversos mati-
r r .r ('iertos términos, en una clara tradiciónl8 que provenía
ces. una posición mantiene que significado y significante cons-
rL l;r Antigüedad, y que en los textos bíblicos encontró eco.
tituyen un todo indisoluble, en el que uno es inherente al otro.
La posición contraria sostiene que entre el nomtrre y la cosa
exiJe una relación puramente convencional, ya que el acuerdo ' ',, lr.r',ti:irr de Covarrubias, Tesoros de la lengua castellana o española
f/ó///, !4->\
cstablecido entre los hablantes es el que asigna el nombre' La f l r,rr r,l/Mcxico, Turner, 1984 , p. i0. tOai]l)
\l r, ,l)('('to puede consultarse Giorgio Cardona, Antropología de la e.st.rit¡trt,. i- Í;
ró A.í l<r cxpresa al referirse a la etimología, Antonio de Nebrija, Gtámatica caste'
lr,r,, r,'r,r. t icdisa, 1991. y Los lenguajes del saber, Barcelona. Gedisr. ¡.9r.¡4¡ ¡¡Df- ;:,
r, ,', lr,,lr('lr). ('ttllttra. pensamiento, escritura. Barcelona. Cedisa, 1995.
//¡¿rrr. Mirtlricl, Fundación Antonio de Nebrija (Clásicos Españoles), 1992' p' l13'
Vr¿tXt()(l.l)
' trilllsort,
'78 79 \,LI-I'RAS
Cnpírul<.¡ II. ORt)t,N \ ( ()N( tt Rt(,
Inels HrnNÁroEz SuÁREz

La palabra otorgaba el poder a quien pudiera clotttill¡u srr


Esta postura consideraba al contenido como una entidad in-
lil( r./.a; en este caso, la fuerza evocadora permitía suscil¿rt't'l
trínseca a la representación -ya sea oral o escrita- de la palabra'
rrrtcr'és, ia incitación, la sugestión o persuasión sobre c¡utt'tr
La univocidad de significado y significante se hacía patente
mediante la lucrza otorgada a la palabra. Esta posición alcan- '',r uchaba; por ello, era importante saber utilizar la lcngrrlr,
,rrtrlrrgio que alcanzara una de sus mejores manifestacioncs cn
za un punto culminante en dos términos, cuya significación
l,r ¡rrcdicación cristiana, durante la época colonial. Las corl-
evidencia la fuerza que adquiría la palabra: bendecir o mal-
decir. En lanto que son actos perlocutorios,le su efecto está ', 1,.'iones en torno a la univocidad entre significado-signil'i-
, ,rr¡tc y \a fuerza de la palabra, fueron rnanifestadas por Olmos
irnplícito cn el acto mismo de enunciación. Las paiabras pro-
r'',1)ccto al nombre de Dios, cuando señaló:
nr¡nciadas significan por el solo hecho de ser emitidas; así,
significado y significante alcanzan la indisolubilidad plena. En
,,Oh Hijos míos! quizá alguien diga ¿cuántos nombres de Dios
el momento mismo de enunciar la frase "Yo te bendigo", tiene lrrry'l Pues hay muchos aquí en la tierra, pero uno soio en el cie-
lugar el efecto cuyo contenido encierra el término "bendecir". Lr. No conviene que se diga de tan diversos modos, en tan distin-
Esta relación estrecha e indisoluble entre significado y signi- tos idiomas y palabras, porque es llamado Dios [...] Dios el Padre,
ficante imperaba tanto en las nóminas como en los conjuros,20
I de aquí la importancia de que ciertas frases fueran pronuncia-
l)ios el H,jo y Dios el Espíritu Santo, fres personas, pero un so-
Lr l)ios todopoderoso.2l
I
das con estricto apego a las formas establecidas, sin alteración,
para mantener su efecto. I rr t'l traslado de los sermones al mexicano, mantuvo el término

ti
La fierza de la palabra adquiría múltiples dimensiones; sin lrros iiunqüe conocía el término téotl, posiblemente porque con-
embargo, explorar al menos dos de ellas nos permitiría aqui- rrlt'nrbá la fuerza de Ia palabra en la selección del término.
latarla: en una primera versión, la palabra evocaba, sugería, in- Irl arte que compuso Olrnos propició la integración de
citaba, provocaba; en una segunda versión, la palabra invocaba, rr,'r iones ajenas, procedentes del mundo cristiano, que con-
llamaba, traía consigo. Había, así, dos fuerzas: una fuerza evo- ll, rrban la finalidad de colocar a los indios en el camino que
r

cadora y una fuerza invocadora, ambas peligrosas cuando se ¡,r,,¡riciara la salvación de sus almas. Olmos dispuso los ejem-
trataba de palabras relacionadas con el mal; sin embargo, no 1,1,,', on la lengua mexicana de tal modo que, además de mode-
habría duda de que nombrar al demonio era invocarlo y ello l,rr los principios gramaticales, también contribuyeran a con-
podía resultar de sumo riesgo y conducir a la pérdida del alma. l,,nrurr una visión del mundo teológico cristiano; así, Olntos
¡,,',lrrr intentar la reorganización del mundo indio según los prc-
, ( l)tos cristianos. No sería clifícil desprender de este punto tlc
l,)J.l..Austin, cómohacercosasconpalabras,Palabrasyacciones,editorialPaidós,
llalcclona.1988. l¡,rv Andrés de Olmos, Tratado sobre los siete pecados mortales (1551-15.5)),
ro (iiorgio Cardona, "Los amuletos escritos: una divagación comparativa"' en lo.r rl..r,r,. UNAM. 1996. p.61.
Itrt¡lttujcs tlcl ,saber, op. cit.
IRAÍS HEITNÁNDEZ SUÁREz CepÍrulcl ¡1. ORr)rrN y (\)N( l t{I()

partida, la inclusión de nuevas prácticas en la organización social Noé; o que vinieron después, de tierra de Sichen en tienrl)o
y política de los indios. Este reordenamiento no implicaba un rlt' .lacob, cuando dieron en huir algunos y dejaron la tierra; o cr¡
rechazo absoltrto al rnundo indio, ya que para Olmos también hrs tiempos en que los hijos de Israel entraron en la tierra clc
significó la integración de aqr.ellas costumbres y maneras quo ¡rrornisión y la debelaron y echaron de ella a los cananeos, amo-
n cos y .iebuseos.23
considcrab¿r aceplatrles en la vida cristiana" procedentes de la¡
enseñanzas de los viejos.
lrrrr vez desechada la posibilidad de que las nuevas tierras
lu, r:rn islas de Asia y ante la inminente evidencia de constituir
El orden en el Nuevo Mundcl rr nucvo continente, los españoles contrastaron la realidad que
r
,rlrría ante sus ojos con las constantes discursivas ofrecidas
E,n E,uropa, Ios pueblos conocidos antes del descubrimien ¡','r l;r Teología y la Filosofía Natural. En este contraste apare-
de Anlérica eran reconocidos a partir Ce los relatos de las ' r,r ( ()t)lo ruptura que los habitantes de la zona tórrida, que an-
I' r()¡nlcnte no cabían en las expectativas, hicieran su aparición,
Sagradas Escrituras. No obstante, la llegada de ios europeos al
nuevo continente cambió por cornpleto Ia concepción que has- ¡ ,!r'hía ofrecerse alguna explicación plausible al respecto.2a
\trn() ¿l Ia creación se encontraba este espacio geográficamente
ta entonces tenían del mundo, pues además de expandirlo te.
t,rrr :rlcjado del mundo conocido y tan extraño a todo lo ima-
rritorialmente surgió la necesidad de aclarar la existencia do
América en Ia descripción bítriica. ¡,rrr,rrkr; lo que propició que su controvertido origen fuera abor-
rl,rrl, r'r) la época.zs El orden del mundo establecido por la Biblia
Para 1528, año en que Olmos llegó a tierras americanas,
¡¡rr *r r'ospondía con la realidad que se imponía a la mirada de
aún podía considerarse la presencia del Nuevo Mundo como
una ruptura con la concepción que la tradición bíblica soste. '¡rr r('s llegaban a las tierras recién conquistadas; así que a
nía.22 La evidencia de que Olmos se preocupaba por explicar el l,,rrt¡r tle ese momento se generaron nuevos discursos cuyas
r' rrl( nci¿ts iban en busca de concordar con la nueva realidad.
origen de los habitantes del Nuevo Mundo, desde una con.
\lrr, lr:rs crónicas y tratados de la época giraron en torno a ex-
cepción bíblica, se la debemos a Mendieta, quien señala:
¡,1r, .rt rotres de esta índole.26

El dicho P. Olmos tuvo opinión que en uno de tres tiempos, o de


una de tres partes, vinieron los pasados de quienes descien- ,,. r(,r¡lr¡o de Mendieta, Historia eclesiáslíca indiana (1592), Anlonio Rubial
,, ,,,r,r (( sl. preliminar), México, CoNACULTA (Cien de México), 1997, p.268.
den estos indios; o que vinieron de tierra de Eabiionia cuando la
' ll, rn, o Martínez, Repertorio de los liempos e historia de esta Nueva Españtt
división de las lenguas sobre la torre que edificaban los hijos de ,,,,,r lr4úxico, CoNACULTA, 1991, tratado tercero, cap.V pp 26g-272.
t,.¡ , lrtlrrrundo O'Gorman, La invención de América. Invesligación ocer(d ¿(
rr Aún a lrnales del siglo xvt se continuaba hablando de esta forma, Véase Joscplt . t,tttut'tthistóricadelNuevoMwndoydelsentidodesudevenir,México,t<'r,.
tlc Acosta, !listorid natural y moral de las Indias (1590),Edmundo O'GormtR ,r,t, .l i2.
I I
(¡rrril., crl. y notas), México, rCs, 2a. ed., \962. l" , , l, nrl)lo, Henrico Martínez, op. cit., y Joseph de Acosta, op. cit., cnlrc ()tr.()s.

82
CAPITUI-o II. ORI)liN Y ( ()N( ¡l lllI)
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

La temporalidad cle los habitantes mesoamericanos de la Nue' Lrr organización de esta tarea requeriría, entre otras cos¿ls,
va España, por otra parte, se veía abruptamente interrumpi' rh' l:r identificación de las distintas lenguas, establecientlo trrr¿t

da por la presencia ajena, ya que bajo la nueva circunstancia ¡r'r.rrr¡rrío entre ellas, con la finalidad de seleccionar las qtte
no sería posible continuar con la cuenta calendárica que cada Irrrrur ¿rdecuadas a la evangelización.
52 años era rcnovada, según la tradición mexica. Por su cuen' I rr claboración de artes de las lenguas indígenas ya hahía
Irrrr r:rrlt) cuando las autoridades españolas también llegaron a
ta, los españoles, cristianos en su mayoría, se vieron forzadog
a incluir en su propia temporalidad, regida por los aconteci' ,,,¡¡1,¡1fs¡¿¡ la pertinencia de organizar el conocimiento de la
mientos narrados en las Sagradas Escrituras, la existencia rlrrlrsidad lingüística de la Nueva España, por lo menos con-
un Nuevo Mundo, sus habitantes y sus lenguas como pa trr r ()n un registro de los nombres de las lenguas, su ubicación
de la obra divina cuya explicación tendría que ser coherento ¡ r'l rrrrrrero de hablantes.
con las verdades bíblicas. \rurt¡ue distintas, las dos estrategias -religiosa y política-
Las lenguas del Nuevo Mundo aparecían ante los ojos del r,r¡ll1'1,'16¿n una misma finalidad: ordenar el Nuevo Mundo,
conquistador como lenguas antiquísimas y sumamente com' rL'.rlt' l¿r perspectiva correspondiente.
plejas; no obstante, susceptibles de ser descritas y aprend
bajo los parámetros de la ProPia.
La búsqueda de Olmos del orden y el concierto en la I | '.tr ;rlt'gia religiosa: el orden bíblico y la lengua
mexicana, como lo manifiesta en el arte, hace suponer que
percepción de la realidad novohispana corespondía al desordent l ,'' lurrrciscanos estaban convencidos de que en el sermón en
rl producto de la apropiación que el demonio había hecho de e§' rr, \ l( lr¡() se mantenía la ftterza evocadora de las palabras, de
te mundo, pese a que ambos mundos habían sido producto do rr,nr, rir (lue se podría ejercer sobre los indios una supremacía
la divina creación, única e inobjetable, según las Sagradas Es' r,ilrr,, ( n su pensamiento como en su actuación. El manejo y
crituras. Carente de una explicación satisfactoria, Olmos y otrot ,l,,rrruuo de la palabra en mexicano acafreaba así, por la fuerza
cristianos, afianzados en las concepciones bíblicas, ubicaban ¡,, r',rr,rsiva del discurso, un control sobre el individuo misnl«r.
la existencia del Nuevo Mundo y sus habitantes en la lógica del l', r,, ¡¡1¡ bastaba vestir con ropaje nuevo las ideas cristianas, se:
caos: un mundo inesperadamente extenso y sumamente pobla' r, ,¡r,'rrr lrasladar un mundo conceptual al otro. El munclo

do, cuyos habitantes tenían apariencias y costumbres extra' rl'lrl, nrr resultaba incomprensible, pese a los intentos quc
ñas, aunadas a la amplia y sorprendente variedad de lengua§, ',,rlr,r,,rin y Olmos2T ha!ían hecho al elaborar la historia de krs
La tarea de los frailes estaría, entonces, centrada en la restau'
ración del orden, al recuperar el Nuevo Mundo del dominio ^l r, lr¡'r() cn este caso a Sahagún, Historia general de las cosas de lu Ntttt'tt
dcr.noniaco, mediante la evangelización. t , ,.,., l\'lrlxico, Porrúa, 1981. y al trabajo de De Olmos como cronista (ltrc csl:i
L, rr, rrt.rrlr¡ ¡xrr Mendieta (Historía eclesiástica..., op. cit.). y quc sc corl()cc ('()lll()

84 85
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ C,qpÍrulo ll. Ont>t,lv Y ( (,N('lllR'l()

indios a partir de sus propias narraciones. La convivencia en- I't'sc & que el mexicano se consideraba una lengua proli.ja y
tre dominador y dominado no sería suficiente para zanjar la ,rlrrrnclante, cuando se requería introducir nuevas concepcio-
brecha comunicativa que existía entre ambos, y a ella se suma- r,,'s. inexistentes en el mundo indígena y por ende en la lengua,
ba la dificultad de accrcar dos lenguas y dos mundos. l,s tí:rminos resultaban insuficientes. El vocablo castcllanr:r
Los conceptos cristianos *de por sí abstractos- detrás de ,',tuvo presto en estos casos: "Lo rnismo harán con los nom-
palatlras como ángel, dios, dernonio o pecado, resultaban ex' lrrcs gue de nuestro castellano toman. Ex.: angel, plural ange-
traños a los intlios ctel Nuevo Mundo, pues se trataba de pala' l,lr¡¡. u"1 angelome."2q Olmos describe la morfología de esta
bras ins(rlitas que buscaban acomodo en un tejido discursivo ¡rrrlrrbra (la forrnación del plural), lo que nos hace pensar que
irnpropio, cuyo entramado aunque parecía familiar exigía la ,rrr¡lel" era un término admitido de forma corriente en la len-
construcción de un complejo idiosincrático que carecía de re' ¡,rur rrrexicana. Por supuesto, la búsqueda de los términos espe-
I'erentes.28 Por eso se buscó en la lengtla mexicana el término , rlrcos en trengua mexicana condujo a Olmos a localizar algu-
que cubriera ei concepto, se acuñó alguno que se asemejara o r¡,'', (lr.le parecían traducir la cosmovisión cristiana a la india
se recurrió a trasladarlo de la lengua castellana, aun cuando l& , rr iln parirlelisrno que más tarde le resultaría conflictivo. En
presencia del término no supliera satisfactoriamente la necesi' ',,t(' caso se encuentran térrninos corno diablo-tlacatecó-lofl,
I dad conceptual. /' ,/// dios, tlatlaculli-pecado, entre otros.
A partir de los términos que aparecen en el arte, fue posiblo l.ir lengua y el mundo obedecían a un orden; construir o
recuperar parte de esa nomenclatura que Olmos considerabg tr,r,,l:rtl¿lr los vocablos implicaba dar el paso del orden de la
imprescindible en la sistenlatizactón de lo desconocido; 1o mis' lr rf,uil al orden del mundo. En términos bíblicos, el orden
ti mo recurrió a "préstamos" que a "calcos Iingüísticos", en l0 rr¡¡lrritico que proporcionaba el alfabeto tenía significado
medida en que uno y otro le ofrecían la posibilidad de moldear ,lrr'¡rrrr, puesto que alfa y omega constituían el principio y el fin
la realidad indígena al orden hispano. rlr totlas las cosas, precisarnentp donde se encontraba Dios.
Aunque el léxico no tiene una presencia explícita en el arto l¡rrrrlrién la lengua mexicana se vio sometida a este orden al-
(ya que el autor nos remite directamente al vocabulario, quo l,rlrr'lico, en virtud de su traslado a la escritura latina en una
permanece perdido), en sus ejemplos Olmos proporcionó ll lr,t,r tlc elementos léxicos diversos. En su arte, fray Andrés de
correspondencia entre la forma castellana y la mexicana de al' I llrr¡os nos proporciona un ejemplo:
gunos términos que consideré especialmente pertinentes; fuO
el caso de palabras como ángel, dios, doctrina y algunas otrau, Singular Plural
coatl, culebra cocoa
cueyatl, rana cuecueya
Trotado de antigüedade^r. véase Baudot, Iltopía e historia en México..., Madrid¡
L.spasa-Calpe, 1983, p. i70.
rx [)c csto trataré más adelante, en el capítulo IV. t tltt¡:,. Árte de la lengua mexicana, op. cit., p.32.

86
IRAÍs HERNÁNDEZ SUÁREZ Cnpírulo II. ORDEN y CoNCTERTo

maqatl, venadomamaEa t rt'rlas "formas de hablar comunes y otros romances extrava-


muyull, mosquito mumuyu ¡'¡¡¡¡1ss"32 que había en esta lengua, y expone oraciones com-
tec'ulutl, b(tho teteculo ¡rlt'tas en las que se confirma la intención evangelizadora de
teull, dios teteu Lrs rcglas gramaticales. En el ejemplo: "cuando yo amare a Dios,
tzilutl, cierta ave tzitzilu '.r'rri bueno, yn ihquac nictlactlaz in Dios, niqualli fiiel",33 Olmos
vexolttll, gallo veuexolu ... 30 ',urlctiza lo que en páginas anteriores ha dado a conocer, co-
rrr,r la conjugación completa del verbo amar y las formas no-
Por otra partc, Olmos seleccionó los verbos que le servirí t¡rrrritles de "ser bueno".
<le eje rnplo para exponer el orden gramatical que la lengu La selección de ejemplos que Olmos presenta a lo largo
prescntaba (pese a la enorme dificultad que ello implicaba), rlt'l ¿rrte no es azarosa, ni los ejemplos son ingenuos; proba-
nrismo tiempo que conducía el comportamiento de los indi lrL'nrcnte no serían ni siquiera los más indicados para facilitar,
hacia la vida cristiana: lrr tónninos estrictos, el aprendizaje de una "lengua tan abun-
lLrsir ) compleja". Más bien, se trasluce en el arte, la materia
En todas las lenguas, así latina como las demás, lo que tiene rlr.t rrrsiva que interesaba a la evangelización, así como la
mayor dificultad es la materia de los verbos, porque en ellos ¡rrt'lt'rrsión de Olmos de poner orden en el mundo de los in-
consiste principalmente toda la arrnadura del bien hablar, y lo rlros rnexicanos.
mismo es en esta que, aunque a algunos parece bárbara, tiene or- l'or medio de un análisis morfológico elaborado desde la
den y concierto en muchas cosas.3l
¡r'r.,¡rcctiva de la lingüística descriptiva actual, se puede re-
r rlrl()(.'cr que la misma raíz verbal adquirió en la descripción
Olmos puso atención en establecer el orden en la lengua me rlr' ( )lnros una versatilidad sorprendente, según si era emplea-
cana y organiz1 acertadamente la información en torno a I rl¡r , onro paradigma verbal, por ejemplo la raíz mach- (en las
verbos, pero es de notar que eligió para ejemplificar v
l,,rl'urls 88-89 ofrece la conjugación) adquiría la acepción de
cuya frecuencia evidencia su interés por organizar también r rr..('nilr; mientras que aparecía como 'predicar' cuando era
vida de los hablantes del mexicano. Así, algunos verbos a r,,,r(l;r para ejemplificar las maneras de hablar:
recen recurrentemente: servir, amar, ayunar, además de "l;.x.: nonalontemach tiquiuh, vendré a enseñar; nitecen-
enseñar y predicar. Estos verbos se utilizan en forma reite iltrtt lrtitr, yo enseño a alguno del todo."34
para ejempliflcar la conjugación y la fbrmación de derivati
Posteriormente, en la última parte del texto, Olmos p

¡r¡r. 178 y ss.


\tt lbid.. p.33. ¡r. 78.
\t lb¡¿.. p.6l, cursivas mías ¡r. I 15, subrayado mío.

88 89
CAPÍTULo II. ORDEN Y CoNCIERTo
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ

yuh r¡rre el procedimiento para llegar a establecer la convención


Pero, "Ex.: ansi suelo predicar, se hace de esta manera:
35
ollográfica de una lengua, sería la conformidad entre escritu-
niteuscbtiani."
r'¡r y pronunciación:

También utiliza la misma raíz verbal para hablar de los I-a ortografía y manera de escribir y pronunciar suele se tomar de
derivativos: la escritura de los sabios y antiguos donde las hay; pero en esta
lengua que no tenía escritura, falta esta lumbre y ansi en ella he-
"Talmachtilli, discípulo
mos de andar adivinando; pero pondré aquí lo que me parecerá
Temachtilli, doctrina con que algunos se enseñan
rucerca de la ortografía y pronunciación. Y si cuadrase poner en
Tcmuchtilli, doctrina que enseñan a otros
uso para que en todos haya conforrnidad en el escribir y pronun-
Nonemachlilo, todos enseñan." 36
t:iar de aquí en adelante. 37

La utilización reiterativa de esta clase de términos para ejem' lrs interesante confirmar que el orden que estableció Olmos
plil'icar las nociones gramaticales parecía entrar en abie rn su Arte de la lengua mexicana, específicamente el lugar que
Lontraclicción con la afirmación de lo abundosa y prolija
<
lc rrsigna a la ofiografía en su gramática, difiere del orden que si-
era la lengua mexicana. El esfuerzo de Olmos por poner
¡¿rri<i Nebrija en su Gramática cctstellana y se acerca más al
É: en ella le conducía tanto a la búsqueda de reglas gramati rurlcn de las Introducciones latinae.3s En cuanto a las partes de
como a la delimitación de los términos usados como Irr oración, Olmos mantuvo cierta sinlilitud con los modelos
\.l lo. La naturaleza aglutinante de la lengua mexicana fue bi prirrnaticales de la época, que siguen la propuesta de los gra-
ap
aprovechada por los frailes para acuñar nuevos términos' rrliticos griegos, retomada posteriqrmente por los Iatinos y
i tL
Yi tir de la combinación adecuada de ciertas raíces gramatlca Itsrrtla, por último, en el castellano.3e
con los afijos Pertinentes.
t' ll,t,t.. p. 173.
'r l,conardo Manrique considera que Olmos conoce los distinto rnodelos gramati-
La escritura como principio del orden en la lengua rrtlcs y que adapta el orden a las necesidades de la lengua, op. cit., p. 102. Según
A¡rt'nsión Hernández y Miguel León-Portilla, el arte de Olmos tiene más
r tlcspondencia con la gramática latina de Nebrija. Véase también a Walter Migno-
Elprimerpasoenlabúsquedadelasisternatizacióndesel h, rt¡t.t'it., quien confirma esta posición y la hace extensiva a todas las gramáticas de
po, Ol.or-sería sin duda, la intermediación de la escritura' hr lerrguas indígenas eiaboradas durante los siglos xvl y xvll.
qre fue.on las letras las que le dieron el fundamento' S f" l.rr cl prólogo
del Arte..., Olmos indica las partes de que está compuesto: nombres
¡ ¡rronombres; conjugación, formación y diversidad de verbos; las partes decli-
r,rlrk's y algo de ortografía. Olmos, op. cit, pp. 10-11. Véase Concepción Abellán
lllrrrl. "l-as Introducciones latinae y 7a Gramática castellana: estruciura y partes
\s lbid., p. 183, subraYado rnío. rlr lrr rrrrción", en Ignacio Guzmán y Eréndira Nansen, op. cit., pp. 47-56.
!1' lbid., pp. 49 -55.

90 9l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ C,qpírulo II. ORr)riN y ('oN( ulu¡()

Olmos coloca el capítulo de la ortografía hacia el final de ltt,tlttt't'iones latinae y no de la Gramática castellar?o, conlo
obra. La lengua mexicana requería una propuesta ortográfi Irrrrros señalado, lo cual propició que Olmos, al igual que olros
como reconoció Olmos, en cantbio Nebrija buscaba el perf !r¡rrlriilicos novohispanos, estuviera consciente de que era rn/rs
cionamiento en la escritura t¿rnto de la lengua latina como de ltrr¡rorlante atender al contenido, en tanto que la forma, en dcl'i-
castellana: "...los griegos llamaron orthographia: que n lrtrvir. debía responder únicamente a esta necesidad, por ello
tros poclcrnos nt.¡mbrar en lengua -romana sciencia de bien llrtir rr la ortografía en última instancia y de manera breve.
( )lrnc¡s tuvo presente que su propuesta ortográfica podía te-
clerechanrcnte escribir".40 Ambos coinciden en señalar que
¡nedio cle la ortografía, tas letras representan a los sonidos,al llr irlgunas modificaciones, no obstante, su interés por
obstante, cl lugar que le asignan es distinto. Si llevamos l¡it¡rl)lccer una convención ortográfica no conllevaba la in-
rcllcxiírn al lerreno de la oposición aristotélica de fondo y Ilrrt ron del perfeccionamiento por medio "del correcto escri-
rna, y por otra parte consideramos que la forma también lrtr ", nrás bien encerraba la preocupación de poner orden en la

l'oncto, nos preguntamos: ¿qué significa que Nebrija ini ¡t.runciación mediante su escritura, ya que el mexicano
ra con la ortografía en tanto que Olmos la planteara ha flr',,('ntaba mucha variación en ella, lo cual aumentaba su ca-
el final? Irlr lcr de ca6tica:

La razón que ofrece Nebrija, al colocar en primera tns


t, ¡r rní me parece que ni en la pronunciación es g, ni se debe
la ortografía, alude al orden "natural" y a 1a importancia
t,rnlx)co escribir; pues la c cuando se pone después de la n pa-
otorga a la "forma de escribir correctamente", es decir, a
r('( (' (lue tira a pronunciación de g quaqdo esta es una misma
bri.ja le interesa la forma por sobre el fondo.a2 Para Wal rlrttiorr, pero en la verdad no es sino pronunciación de c.Y ansi
Mignolo, la inversión que hace Nebrija en la lengua castel rr,, sc ha de escribir cenga, sino cenca.M
-en la cual el dominio de la letra sobre la voz (pronunciar
mo se escribe) se cambió por la regla antigua de la letra I rr lrrrcna pronunciación fue el principal criterio para estable-
pecto a la voz en la tradición filosófica griega (escribir como l'r lrr ortografía de la lengua mexicana, la cual tenía como
habla)- es la primera manifestación de la discontinuidad llrr¡rlrrl¡rd el buen entendimiento. En defensa de la buena com-
la tradición clásica en el mundo moderno.a3 Sin embargo,
Ilrrrrion, Olmos sugirió convenciones ortográficas, aun en
influencia de Nebrija en el Nuevo Mundo proviene de las flr¡rrrllrrs situaciones en las que trataba de la variedad prestigio-
Iu rlt'l nrexicano; por ello, aunque las mujeres tezcocanas pro-
40 Nebrija, op. cit.,
P. 111. llnrr tirl)iln v, Olmos afirmaba: "Y por esso quitamos del abece
1t tbid., p. 121;Olmos, Arte de la lengua mexicana, op- cit., pp. 173-174.
.r2 pcse
a que aluda a Aristóteles para afirmar que las palabras fueron halladas
tlccir lo que sentimos y no que el sentido deba servir a las palabras, Nebrija' op'
¡r. lttl.
I Waf tcr Mignolo, op. cil.. pp.29' 67 ,4rtt: de la lengua mexicana, op. cit., p. 174.

92
C¡.pfrulo II. ORrrllN Y ('oN('lliRll)

IRAfS HERNÁNDEZ SUÁREZ

no es bien
lixlo cllo parece apuntar hacia el carácfer utilitario de un tcx-
pronuncia
la v consonante, porque donde se lu crr cl que se ponía más atención al contenido que a la fbrma'
y será antes abuso que buen usl'"as
¡rrrri,'irin que era explícita en Valdés por la naturaleza
nunciada,
^'- propia de
i; por la forma en la escritufa ena muy I y estaba implícita
preocupación
^
ln lt'nrática de la que se ocupaba su texto que
o" iu ipo. u ; mucho'i autores- contemporáT:: ::..?l"::: ¡rr ( )lmos. La dualidad fondo-forma constituía una discusión
hab
ñ;;il;'i;;;';it'* debía corresponder a lo que se r¡rrcatlquirió mucha vigencia entre los contemporáneos de
y que debía estar, u * '"'' más ligada
-1T::,::t::i:::ilo Nllrlija, de Valdés y de Olmos, a partir de que la integración
tenor son los comentarios que a
ü,i*t*'*""8i """ (escrito entre 1535.' rk,l ¡rt'nsamiento clásico grecolatino mantuvo las diversas posi-
á"|-»,AUro de la lengua l::U]-l:
la ortogra: r lrurt's c¡ue la retórica clásica actualizó gracias a los Padres de
il; i; ialdés, quiá se oponía ela formalizar
latín V 0esvr,ai-{1ije"
ll l¡tlcsia.
castellana siguiendo puntulá"nte l,ir p«rsicién de Olmos mantenía coherencia con la búsque-
,áo rr.ru de ProPósito que en una .le rlrr rlt' la armonía en la composición de los tratados, en la que
de una manera' llllli¿ri un estilo llano, en virtud de su interés por que los indios
--Ér,use pronuncle
vulgar "-:1tL"-9:-r:t:n;li"
,r,ir*u actitud estuvo muy acorde y venía
a
0lrrrplcndieran sus sermones. La inclusión de segmentos de
estilo llano:
a" fo lu" significaba para Valdés un ln lltu'ltuettahtolli en el sermón de los pecados capitales para
É' lltrrlrrrr cl uso de ia lengua mexicana, tuvo como doble pro-
estilo que tengo me es natural'
y sin afectación ninguna es'
...e1 voca' cl establecimiento de las situaciones ejemplares en
;;il;il nabli solamente tengo cuidado de usar dequanto ftrlrrto
fi vrrlrr cotidiana.
\¿ ;;;;* ;;rifiquen bien lo que quiero de.zir' v
dígolo
)lrros hizo esfuerzos por comprender y describir la lengua
I
que todo el bien hablar cas'
f tL( más llanarnente me es posiblá ['.']
lo que queréis con las menos pa' lllr,rrt ¡rrra, como lengua verdadera, mediante la composición
Yt tellano consiste en que digáis
labras que Pudiéredes'47
út w ,4rte concluida en 1547; años más tarde redobló estos
ttlrrlr¿os trasladando a esta misma lengua dos sermones. El
Ihlltrvo de Olmos estaría centrado en la búsqueda de la ar-
lltlrrt¡r, ba.lo la cual tendrían lugar la consonancia y la perfec-
de índole lingüística: ¿serú ülrh ('on ello se colocó en franca oposición a las decisiones
Estecomentario abre muchas interrogantes
lbid.
45

sible deducir qu" l,t


pt"'i"cL¡ n3 tentril:::T-"?:::::át? * lrr t'orona de abandonar el uso de las lenguas indígenas en
'nujt"Ját "i'"t á"*r'u'ur ¿.Esuna ma¡ca de género sóro fl ¡rrlrlicación.
li,:,,".n:.!L:[;::J,:ü;ñuu
T";"t';"t"? á"to*ll1i::':::"[nj
la variedad de México v t^guiént',
"oi*o' el comentario externado
h;fi:lilá! IfJi'JÉ;;;;; u o ha sido
sus informantes vafonesl .^? E).\ r,,^- r ^ñA Rl¡nch
, Branch (l
:Ii::ffl ffi'o;::";;':"r' de ta tengua (153s-1s36)' Juan Lope
Madrid, Castalia, 1969' P' 92'
a1 lbid., p. 158.

95
CAPÍTULo Il. ORDIiN Y ( oN('lliRl()
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

la rlu('ir()s de él a elaborar un registro prolijo y cuidadoso de las


Tres años tenía de circular el Arte para aprender
le
mr('vas posesiones.
mexicanaenfornramanuscrita,aspuesnollegóalaim A partir de estos registros, los gobernantes españoles po-
a aceptar.I
ta en aquel tiernpo, quizá por la tuerte oposición rlr¡rrr tener una idea aproximada tanto de la distribución de las
las lenguas aborígenes to'rro lenguas de evangel\zacióna9
lln¡iuas indígenas en el territorio conquistado, como de su
Sin entbargo, Ollllos tenía que demostrar que'
además
Irrr¡rortancia numérica. Su lectura en el momento actual me
orden alc¿rnz.atlo en el Arte, también pondría armonía I'r,,p,rrciona una idea acerca de la concepción que los propios
sus serltlones. r,,,p¡ur()les que esfaban a cargo del registro o sus informantes
rrr,ryrrritariamente nahua hablantes- tenían acerca de ellas.
l',sta información acompañaba a otros datos, por ejemplo
Nombr¿rr y ordenar: la estrategia política ll rrrrrrrero de habitantes indios, su disrninución a,partir de la
católica y es ¡rr,',r'ncia española, las particularidades acerca del terreno,
Desde una perspectiva religiosa, la Iglesia lrr llora y la fauna; ante lo cual queda claro que las intencio-
pl
l-icarnente, los frailes intentaban dar una explicación Ir',, rlc la Corona española giraban en torno al reconocimiento
procedencia de los extraños habitantes del Nut
Ut" u lu rh'I tcr-ritorio conquistado. Por ello, era irnportante tener co-
un pu
Mundo, basados en las narraciones bíblicas' Desde ttrr lnricnto de los nombres de las comarcas, las villas y los
un reglstro
de vista político, la Corona española levantaba pr,'lrl()s, de las sierras y de los valles (y lo que queía decir en
de sus nuevas posesior
los recursos, habitantes e historia rrr llrrgua el nombre de cada cosa).
geográficas del s
en lo que ahora se denomina Relaciones lrt' igual manera, para la Corona española resultaba de gran
Nueva
)'t4o, qtle es una especie de censo de población en la Irl¡r,rlancia conocer más a la población, cuya identificación
funu. iut dimensiones del
territorio recién descubierto'
lenguas, ader ll'rlr¡r lrilcerse mediante el nombre de la lengua que hablaba,
variedad de sus habitantes, la multiplicidad de nlr , rrirndo éste no siempre correspondía al que le asignaban
d" tu ¿if"r"nciación geográfica (orográfica' hidrológica' hr,, ¡'r,,¡rios hablantes sino al que le daban los hablantes de la
y fauna, entre otrasi, obligaban a quienes se consider hrr¡rrrrr rnexicana, pues en muchas ocasiones eran ellos quie-
¡r,,, ir¡rortaban la información. En la relación de Cuzcatlán, por
Ascensión Hernández y M tlr,rrr¡rkr, Ios informantes son "todos indios principales y ladinos
a8 se conoce'la existencia de seis ejemplares. veáse
A't" d" la lengua mexicana' op' cit''p'XX ü' l,r lt'¡rgua mexicana y parte dellos, en la lengua española";sr
I-eón-Portilla, estudio introduc toriial
ae Esta oposición estuvo sostenida por el alto clero
(como lo manifiestan los
la nr ¡llrr'. rt'¡rorton que "las lenguas que hay entre ellos son tres,
,ios toma,los en los concilios), poila Corona española, quien mantuvo
lal
J. y por algunos irailes que ponían en duda la capacidad de
"utorira.1us, la fe Véase el capítulo I' inci
guas indias para hablar de tos misteiios de
::tlunngelirar en lengua mexicana"' de este volumen' l¡ tt,t,l ll,ntula, t. 2, vol. 5, p. 93.
U¡¡nU' I
10 llcr)ó Acuña(ed.) Retacion'es geográficas cte! Siglo Wt'9 vols' México'

97
96
ln¡rÍs HrnNÁNoBz SuÁREz CApfTULo ¡1. ORDTiN y ( oN(.[,R.tr)

que son: mexicana, que es la principal y general, y choc ¡ul totonaques, diferentes de mexicanos, aunque los nrayoralcs
mazateca, lenguas oscuras y malsonantes a nuestro oído". v ¡rlirrcipales saben todos la lengua mexicana.5s
El desorden cedía el paso a un cierto orden, en la medida
que los colonos españoles conocían los nombres de las c l(l rrrt'xicano y su lengua se constituían de este modo en los in-
(pueblos, grupos humanos, sierras, montañas, ríos, lenguas, Ir,rrrrcrliarios forzosos que acercaron un mundo al otro, y quc
cétera), lo cual permitía su identificación y control: el que ñr',tr('r'on al europeo en su tarea de ordenar lo que percibía
bra ejerce dominio sobre lo nombrado y está en condici r,rur() (aos. Muy pronto los españoles comprendieron la i¡n_
de iniciar su clasificación.53 No es casual, entonces, flrtt¡ur('ia que el .mexicano tenía en la Nueva España.
nombre de las lenguassa y de quienes las hablaban hubiera l ,.s criterios para nombrar
-y por ende ordenar- las lenguas
do otorgado, desde finales del siglo xvt, por algunos lilrlr¡rs sc impusieron desde la particular visión mexica, estos
tantes del antiguo imperio mexica, quienes servían de in !rlt.rrrs en algunos casos fueron suficientemente explicados:
tes a los españoles que levantaron el censo. "A l,r ,uturales desta provincia llaman cuixcas, que quiere de_
EI nombre que los mexicanos otorgaban a los otros rlt los de la tierra de lagartijas, porque hay muchas; son de
blos y los comentarios acerca de ellos, nos permiten desc llrl r.rr chontales o tuztecos que se interpreta que 'hablan en la
-en muchos casos- su posición frente a esos pueblos; en la ftlll¡urta'. No se escribe (su lengua), porque no se pronuncia".Só
lación de Hueytlalpa dice: l'rr nluchas ocasiones, lo que abundaba en el lugar era re_
( llrrrrrrkr para dar nornbre a sus habitantes; en otros casos, la
Son indios tochos y muy ignorantes los que son comunes y llllt, rrlt¿rd natural para dominar una lengua ajena fue motivo
I tL( plebeyos, y, los que gobiernan a éstos, son de buenos en. fmrrr rlrr.les nombre. De cualquier manera, Ios comentarios en
Ytrl tendimientos; y, en las inclinaciones, todos son de una hrrr. ¡r cllas permiten reconstruir la valoración que tanto los
que son de poco ánimo ¡ Ios unos y los otros, muy móviles en lrrrhr¿rs crmo los españoles hacían de las lenguas que consi-
todo. Son amigos de sólo comer, y beber y holgar, y son de len. rh'rrrr, st¡balternas. Los criterios que guían dicha valoración
r['l¡rt¡rr los prejuicios lingüísticos que rodeaban a las otras
hrry,,,,t indígenas. Así, los nombres que las lenguas prehis-
lbid., p. 97. ftlrrrr ;rs recibían en mexicano hacían alusión a lo poco acep_
52
53 El prirner nivel de legitimación del orden cognoscitivo del mundo lo
Itlrl,',, r¡uc resultaban a los oídos nahuas.
la composición del vocabulario, según plantean Peter Berger y Thomas
en La construcción social de la realidad, Buenos Aires, ,{morrortu Editores, I
p. 123.
5a Recientemente los diferentes grupos étnicos han pugnado por ser
nlediante los nombres que ellos se asignan a sí mismos y a sus lenguas, de fr 4,,rr¡¡ ,¡t. t.it., p. 153. Acuña comenta que
Joseph Velasco, autor de esia /?¿l¡_
lado los que por tradición colonial les fueron impuestos: tarasco por )hth lr.rt('ncció probablemente a la etnia mexicana.
otorní por ñahñú, tarahumara por rarámuri, huasteco por teenek, etcétera. t. tt,t,l t I. v«rl. 6, p. 340.
CnpÍrulo II. ORDIIN y ( ()N( n1ktr)
IRAIs HERNÁNDrz SuÁnez

Por el contrario, cuando se trataba de nociones el


nruntlo indígena y coadyuvaron al orden cristiano que rccicll-
lnr('nlc se imponía.se
en torno a la lengua mexicana' los españoles aceptaban u
L:r categorización de las lenguas indias y los criterios sobrc
situación distinta: "Y ansí, la lengua que se hablaba y
1,,', , rnrles se basaba se hacían extensivos a la variación dialcc-
hoy día en estos lugares que están en pie, es la misma
trrl r¡rrc: presentaba el mexicano; diversidad que dejaba de scr
na de México, que es la meior y más univet'sal de muchas
se hablan en este reino'"57
r,r)t r(ir en la medida en que se establecía un orden jerárquico.
I I rr:rlrrratl del altiplano central se consideraba la mejor variedad.
Para destacar c¡ué querían decir los españoles con la
l't'so á que reconocían la supremacía y perfección de la
clebo cstablecer un contraste entre los adjetivos que
lur¡'rur mexicana, los españoles tenían presente la variación
ron p¿lra rcl'erirse a unas y otras lenguas que compartían
rlt¡rlt't t¿rl que manifestaba a lo largo de todo el territorio, de
misrna provincia; así en la relación de Cuzcatlán, se opone
rrrrr('¡.lr que intentaban ofrecer explicación a esas diferencias:
mexicano como lengua principal y general en contraposic
"l ,r lcrrgua que hablan es la mexicana, aunque algo rústica y
clel chocho y el mazateco como lenguas oscuras y malsona
nrt ¡t¡¡li616' la causa es porque son serranos".60 La relación de
Tanto la supremacía de la lengua mexicana en el

f
l,r
\lti
t
to del contacto, como el principio del orden que se trataba
encontrar entre las diversas lenguas implicó una jerarquía
tre ellas, según la cual la mexicana sería mejor que cua
otra lengua indígena, aun aceptando el carácter rnayoritario
Irrrtl;¡ f'ue explícita al señalar: "La lengua que hablan es me-
rtr,urit rnuy tosca, y es corrompida en vocablos diferentes de
Il rn.'xicana."6l
f 'n las Relaciones geográficas... podemos encontrar otros
r rrlrlrt rrtivos para describir la lengua, además de rústica y no
alguna otra, como el otomí58.
.,/

Por su predominio sobre los otros grupos frente al c l,rrlrrl¡r: losca, villana, corrupta y avillanada.62 De todas las va-
',,.i
Yti rtlrl¡rrk's tJe la lengua mexicana, la que hablaba la nobleza del
nizador, los mexicanos se constituyeron en informantes e i
,rltrpl:rno central se distinguía como fina y pulida.
pretes, participaron en la tarea de nombrar para reordenar
l{r's¡rc:cto al nombre otorgado a la lengua, objeto de mi in-
h,rr',,, ('ncuentro que la denominación "lengua mexicana" se
57 lbid., p. 315.
s8 Las lenguas indígenas mayoritarias en la Nueva España, como Diego
camargo señala explícitamente en su relación, eran el mexicano y el otomf¡ I r¡',rrlriu cs crear categorías, ordenar la realidad; por ello, la práctica de cli-
embargo, no había duda de que esta ríltima presentaba dos condiciones advof
primero, aunque fuerte numéricamente, no contaba con el prestigio y la difusión ilIr,r l,'', t'lcmentos culturales indígenas *mediante el nombre- se hizo extensiva
ya tenía el mexicano; segundo, sus propias condiciones estructurales -una li .l'r,, ¡'r'r\r)nits a las que se impusieron nombres cristianos por medio del bautisrno
tica sumamente compleja, por ser lengua tonal- hacían sumamente difícil cl ¡ r 1,,. ¡,olrlaciones indias, a las que se añadió el nombre del santo patrono del tcrn-
tento de aprenderla. Esto permite explicar, en parte, las razones que tuvleron I ¡l",rlrl ' ttl,ido.
lianciscanos para atender de manera especial a la lengua mexicana y cómo értil
'i 1, rrt.r, op. cit., t. II, vol. V, p. 208.
fue transformando en la lengua de evangelización en gran parte del territorlo '' ll,r,/ ¡r 1190.
la Nueva España. ' tt,t,t p¡t. 126,283,290 y vol. II, p.61.

100
Cepfrulo II. ORDEN y coNcil.iR1'o
IxeÍs HenNÁ¡¡oEz SuÁREZ

emptreó más frecuentemente durante la Colonia, en tanto tlr¡¡rlrollo deberían poseer lenguas toscas y corruptas. Diego
la denominación asignada por los propios hablantes pal Mrrtt.,z, Camargo, en las Relaciones geográficas del siglo xvl,
quedarse en el olvido, a excepción de la relación de Tetela, t lt¡¡unrcntó profusamente los criterios que otorgaban a la len-
señala: "Llámase, la lengua que hablan, nahua tlatolli, que ¡ltu rncxicana su carácter de pura y bien pulida, la comparó
la general que habla toda la nación mexicana, que diría lutr crl latín en cuanto a lo amplia y copiosa:
gua de los nahuas o lengua nahua."63
lrs t¡na lengua (la mexicana) la más amplia y copiosa que se
El nombre "lengua mexicana" no marcaba ninguna di lrr¡ hailado, después de la latinidad; es suave y amorosa, y en
rencia entre las lenguas o entre las variedades dialectales de hr nruy señora y de gran presunción, compendiosa, fácil y dó-
misma, sino que establecía una relación de poder en la t'il, que no se le haya fin ni cabo. Y se pueden con facilidad
quien nombraba era el que había dominado'6a Una situa< ('o¡llponer versos en la propia lengua con mesura y consonan-
semejante sucedió con los nombres de las otras lenguas r'i¡r. con el modo de escandir y componer.ó7
dígenas en las que ha prevalecido durante mucho tiempo
n,r*b." asignado desde fuera, sin tomar en cuenta difen la lengua mexicana se podía componer
fü cias dialectales o variaciones lingüísticas dignas de menc
La diversidad dialectal de la lengua mexicana fue com
Arlcrrrhs, señaló que en
V;l¡os con mesura y consonancia; su idea del pulimento de la
htt¡t,,,, podría ser una concepción tomada de fray Bernardino
da a la del español Diego Muñoz Camargo, "mestizo que lt Sirhagún, ya que recuerda al libro VI de la historia del
educado desde sus tiernos años camo español y que a si ñfint'iscano, a quien citó al hablar de la religión mexica:
( mo se identificaba como tal",6s en la relación de Tlaxcala, i
LC "...un lenguaje es la lengua tascalense y pura lengua me 'li'rríirn Ios naturales en su antigüedad, adagios, proverbios, y
tG na, y no tiene más diferencia de la que puede tener la le l[('guntas a manera de enigmas y adivinanzas muy compuestas
,sevillana, de la foledana o la asturiana".66 lrr su lengua; hablaban en jerigonza; usaban cuentos risueños;
Se considera que, en la medida en que un pueblo ¡on rnuy grandes fabuladores, y tienen sus fines y sentidos para
rlrx tlinarse, y otros muchos entretenimientos.6s
una organización social más compleja, su lengua podría
más fina y pulida; mientras que, los pueblos presentaban est
f,[ rroci(rn de la pureza de la lengua era frecuentemente ma-
fitfrrrlir cn las R.elaciones geográficas... como opuesta a corup-
63 lbid., t. II, vol.1,p.266.
« En relación con el nombre de la lengua mexicana, véase Bárbara
l¡, rrsulta interesante que actualmente los hablantes de mexicano
,.¿Lengua náhuatl o lengua mexicana? una disensión en el
valentín Peralta,
xlx", en Zarina Estrada (ed.), Me morias del II Encuentro de Lingüística en el Nt
te, t. 2, Hermosillo, México, Universidad de Sonora, 1994, pp' 175-187 '
65 Acuña, op.cit.,¡. I, vol. IY p. 13, la cursiva es mía'
)t lh¡l . tt. l4l, la cursiva es mía.
66 Ibid., p. 78, la cursiva es mía.
I ,¡r,/, t) 20ó"
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

mantienen esta noción en su apreciación del "buen mex


no", como libre de los préstamos hispanos.6e Capítulo III
En las Relaciones geográficas del siglo XI¿¿ se est
explícitamente la diferenciación entre variedad culta y
ta del mexicano; sin embargo, no se menciona la variac El encuentro entre dos lenguas:
dialectal ni la valoración que se refiera a otras lenguas de
Nueva España. Es evidente, en cambio, la necesidad de
cl traslado de textos para armonizar
orden a la realidad que la Corona española, poseedora de el mundo novohispano
tos nuevos dominios, no conocía y que percibía como
ja y caótica. Este recurso indudablemente ofreció algunas
tas que permitían el reordenamiento del mundo novohi
bajo Ia óptica española.
El encuentro con la diversidad lingüística del Nuevo M
do propició una política de atención que privilegió a las La lengua castellana y sus recursos
guas mayoritarias; en este caso se puso especial interés en

fi\(. náhuatl o mexicano, que contó con varias descripciones


maticales, vocabularios y traducciones de textos cristianos.
nlonio de Nebrija elaboró una gramática del castellano que
tlaba a conocer las reglas que regirían el idioma, paÍa
r rLc llr'\('rvar su pureza, pulirlo y darle esplendor, como convenía
rt lrr lcrrgua del reino de Castilla; además de los vocabularios
YtI
lrrttrr c¡rstellano y castellano-latín, que permitían un adecuado
nrrr rrt'.io lexicográfico.

lil castellano podía establecer estas reglas precisamente


lror(¡rc existía un buen número de autoridades cuyo dominio
llrr¡tiiístico manifestaba en la literatura, que poco a poco había
hlo t onsolidando una trayectoria iniciada entre los siglos xil
r \t¡t, y que hacia el siglo xvl mostraba una gran vitalidad (ha-
lrrir r¡rrc recordar el auge de la novela de caballería).
l,rrs manifestaciones escritas del castellano además de te-
rr,'r ¡r'csencia en el ámbito literario, aparecían en otros espacios,
¡rrrr t' jcrmplo el religioso. A partir del ascenso del cristianis-
r,e Af respecto véase Jane Hill y
Kenneth Hill, Hablando mexicano, la dinámlca
unu lcngua sincrética en el centro de México, México, INI/CIESAS/SEP/CoNACvT, I
rro. l¿¡ retórica se constituye en un apoyo pedagógico para la

104 105
IRAís HERNÁNDSz SuÁnsz CAPíTULo III. EL ENCUENTR() I:N tRt. tx )ri I I Nr;tiA\

conversión de nuevos adeptos, dando lugar a la homilía o r ,rrrrhiti durante el Renacimiento, cuando se recuperó lit ttirrli
predicación. En este aspecto, debo mencionar de manera muy r ron clásic& pese a mantenerse la separación entre lo sagriukr
especial el trabajo de San Agustín en De doctrina christiana, t 1,, 1lI0{anO.3
que recupera con sentido cristiano los principios retóricos do l'.rr la tradición retórica eclesiástica hubo diversas tendcrt-
Aristóteles, Ciccrón y Quintiliano. En el siglo v tuvo lugar la ' r,r', ¡rref'erir algún género en particular o privilegiar un esiilo
separación de la rettirica cl¿lsica y el inicio del discurso medie' rh tr'¡rninodo. Desde el Concilio de Trento, todas las órdencs
val, dos obras llr¿trcan cstc proceso:'el texto ya mencionado do l lrl'rosas trataron de "impulsar una nueva predicación, aun-
San Agtrstín y l)e nttptiis Philologiae eÍ Mercurii de Marciano ,¡rrl igrrrirando cuestiones formales de estructura, y normativa
Capclla. Bntre los siglos v y vll se revitalizó la obra de Cicerón l''r()rrc¿I, para profundizar en el contenido del sermón y en la
y aparecieron aportaci()nes nuevas de autores como Fortunia' lr¡,rrrrr clel predicador virtuoso".4 La retórica católica y la pro-
no, Casiorloro e lsidoro de Sevilla, cuyas obras privilegian el r,,,riurlc mantuvieron en común la intención de adaptar la re-
uso clel lcrnguaje figurado. Las obras de gramáticos latinos do t,'rrt rr clásica a la teología cristiana, la consideración del Es-
la talla de Donato y Prisciano obtuvieron su máxima difusión I'rilril Santo como fuente de inspiración y el acento emotivo en
hacia los siglos xtt y xlv; estas grarnáticas tenían la particula' lrr l)r('(licación. Los protestantes preferían ei género didáctico
ridacl de incluir un arte retórica. Durante la Edad Media, el ,r rlrl('r'encia de los católicos que utilizaban más el género
{,
t,r cristianismo "mantiene la idea de la retórica clásica de quo rl'lrlrr.'rativo, rechazaban el estilo llano y otorgaban mucha
\ ,l'r.
el estilo era un instrumento adaptable a cualquier argumen' lrr¡r,¡[¿¡¡gi¿ a los elementos emocionales. En este contexto
vr ,r¡r,rrct'ieron la Rhetorica christiana de Valadés (1579), De
to".l Así con el lmpulso agustiniano, las órdenes mendicantcü
r il.C trasladaban la retórica pagana a la oratoria sagrada y daban ttt, tt,t'i(a ecclesiastica de Augustino Valiero (1574) y la Rhe-
Y lil lugar a la tradición retórica eclesiástica que atendía a las ar' t,,t t, ,t acclesiatica de fray Luis de Granada (1576).s
tes praedicandi, cuyo fruto fue la composición de los sermtl' l,;r predicación que se realizaba en castellano, tanto en E,s-
nes. En el siglo xII se inicia una nueva forrna de predicar, l0 l',rr.r ('()rno en el Nuevo Mundo, usualrnente contaba con ser-
del sermón temático, que se redactaba siguiendo un esqueml rr"niu'ios escritos6 ya fuera en latín o en lengua de Castilla:
inicial, el cual requería de un conocimiento del arte retórica'2 rrl¡,urros clérigos mane.jaban ambas lenguas, y ei texto en latín
Aunque en el siglo xlv el arte de predicar perdió su aspecto r r,r scguido a manera de guía, cuando la predicación se hacía

creativo y se constituyó en una tarea mecánica, la situación


, rt,,,/ . 98.
¡r.
I Juan Carlos Górnez Alonso,'Adaptaciones de la retórica eclesiástica: tiay Luis tlO t/,r,/ ¡r¡r.9$-P!.
Granaila y fray Diego valadés", en Arribas Rebollo et al., Temas de ret(¡rirtl t r¡ lltttttria de la literatura náhuatl, t. II (México, Porrúa, 1954), de Angcl Ma. ( irr
rcno(cntistct, México, UNAM, 2000, p. 93. ,rl,r\ ,('puede localizar un listado de sermonarios escritos tanto por f'ritncisc¡tttos
' lbid.. p.94. ,,,',, l)()r tiorninicos y agustinos.

106 107
IneÍs HenNÁNoez SUAREZ Cepftulo III. EL ENcuENTRo ENTRti tx)s t.INot,As

en una lengua diferente. Por otro lado, gran parte de los rlrlrr ver cotejándolo y añadiendo en lengua mexicana algunus
fueron compuestos a partir de los principios retóricos crist ttltits cosas".lo
que ya existían para entonces.T
El sermón de los pecados mortales que Olmos trasladó
mexicano fue escrito originalmente en latín por san Vi La lengua mexicana y sus recursos
te Ferrer en el siglo xlv, y, por lo tanto posee una
marcada por la retórica cristiana que imperaba entonces. A ¡rurtir de que la lengua mexicana contaba con un sistema de
texto se consideraba modelo a seguir durante el siglo xvt, tc¡istro gráfico particular,ll sumamente complejo, cualquier
mo se puede deducir por la presencia de varios ejem Itrtcrro por clasificar los géneros literarios o por identificar una
en algunas bibliotecas conventuales.s ll¡rtlición literaria en mexicano,l2 resultaría ajeno a la grama-
Cuando Olmos eligió el sermón de san Vicente Ferrer lología elaborada por la propia lengua. Es decir, cualquier
trasladarlo al mexicano, lo adaptó a las circunstancias de lnt('nro de clasificación bajo los criterios de una tradición li-
evangelización que él realizaba: "...vista una traqa que creo lrr¡rria europea, aun cuando se intente establecer categorfas
de San Vicente seguí lo más della, sacando fuera las ci urtlírgenas,l3 es inapropiado. Habría que considerar, como lo
tancias por no hacer prolixos los principales sermones [...] Ittrt'c Brotherston, que la escritura mesoamericana se desarro-
niendo las circunstancias por en parte en manera de pláti lllr iconográficamente (tlacuilolli). en un formato que prefb-
ya que no lleven la traga de sermones".e rlnrcrrrente fue el amoxtli. Este Iibro-biombo foliado, generat-
De la misma manera, siguió a Castañega siempre rrcntc de piel, puede clasificarse de acuerdo con el contenido
te de que había que adaptar el texto: "'..tomé el trabajo de
car del dicho libro lo que pareció hazer más al caso para rrr I )lr¡¡.s, Tratado de hechicerías y sortilegios, México, uNeu, 1990, p. 3, el rexro
fios indios, nuevos cristianos], dexando lo demás como lo lll r ott'l¡g1"t *'O.
"t de escritura que propone
It li¡r la noción Brotherston, todo gesto, representación
o
¡rrllrrir visual constituyen un registro del lenguaje; por lo tanto, lafunción «lcl
lrrryrrrrjc no verbal delos amoxtli (libros) de Mesoámérica tiene su propia gram.-
rrhryt, cr»npleja y ejemplifica la equivalencia funcional de la escritura en la so-
7 La prohibición de usar las lenguas vernáculas se aplicaba de manera r'llrl¡rrl, (iordon Brotherston, La América indígena en su literatura: los libros ilal
la Biblia y los Evangelios; se aceptaba en cambio la preparación de textos pan t)unht nundo, México, nca, 1997, p.72.
predicación de los fieles, como los sermones. Dominique Julia, "Lecr rr V¡¡rsc caribay, op. cit., Miguel
León-portilla, "cuícatl y trahtolli", e¡ E.ttutlios da
iontrarreforma", en Cavallo y Chartier (comps.), Hisloria de la lectura en el I ultnnt Náhuatl ,16, México, umau, 1983, y Amos segala, Literatura náhuorl,./ut,n.
occidental, Madrid, Taurus, 2001, p. 426 lt tt,l,,ntidades, representacíones, México, Crijalbo/Conaculta, 1990.
s Baudot, prefacio a Andrés de Olmos, Tratado sobre los siete pecados frA¡r. l¡r rlistinción entre prosa y poesía se vierte en los términos tlahtoili (palahrl)
(1551-1552),Georges Baudot (ed., intr., notas y paleografía), México' UNAM' t t¡t tti'ltitl, in cuícatl (flor y canto), en una clara analogía con las tro,li.iun.*
p. XIII. flrrlrr'¿r\ grecolatinas. véase segala, ibid., cap. y pp. l2l-153;. Birgitta Leantlcr,
e lbid., p.3. h t,', lt itl in cuícatl, flor y canÍo. La poesía de los iri""or, México, rNr/sr:r,, r972.

108 109
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CapÍrulo III. EL ENCUENTRo ENTR¡.: tx)s
t.t,N(¡lr¡s

.'rrsrituyó un recurso invaruabre para


que presenta: "en anales (xiuhtlapohualli), que avanzan trasradar posteri,rmcn-
k. l«ls sermones.
unor, o en libros cósmicos (leoamoxtli), que combinan in
l)cntro de la tradición oral en lengua
cadarnente las series de números y signos propios del cic rnexicana, Ios diver_
¡rrs tliscursos correspondían
animal y del tonalamall del embarazo humano"'I4 a las dislintas ceremonias en las
se pronunciaban; cada acto rerevante
Este recurso de la lengua mexicana fue ignorado casi en "r¡les en ra vida sociar
r.r¡r ¡rcompañado por una disertación.
totalidad por los evangelizadores (una excepción fue el Hablar era tan i;p;;r_
lr' (rue el gobernante era designado
tecismo de Testera), porque no comprendieron el sistema como tlahtoani,;"r
[r.
I,rhla"; aunque er repertorio dJ ras práticas
escritura y le asignaron un carácter demoniaco, lo que t debió ser extenso,
rnuestra de éstas- ra constituyó ri
como consecuencia su destrucción. "¡r de los Huehuettahtolli comp,ación que ¡ir" ór-
De ahí que, los recursos de composición como el part
nros o habla de los viejos.
ljn estas pláticas se encuentra un recurso
lismo, los clifrasismos y las metáforas no sean privativos que fue
clave para
ilahrolli o de cuícatl, categorías que no podrían aplicarse h t'rr.posición de los tratados: ra incrusión de
prlrrt'¿rción tradicionar
erementos de Ia
da la naturaleza iconográfica de los amoxtli, de manera que indígena que a ormos t" pu.""á
*ir-
pueden constituir un criterio para su clasificación'15
r con las prácticas cristianas que ér quería
''''rc irtroou.i, en-
Aunque la lengua mexicana contaba ya con un sistema
Itr lrr población india. Thmbién apreció ros recursos
retóricos
escritura que combinaba pictogramas' ideogramas y al
th lrr lcngua mexicana, que eran familiares en ra
tradición orar.
l'¡r utilización tanto de pararerismos
elementos fonográficos, la escritura alfabética fue in como de difrasismos
tilt.rlt'ce a las formas de expresión
da por algunos frailes que pusieron empeño en eso, entre usuales en los discursos en
,,tt¡lrrir mexicana, y ormos ios incruyo-á"
tL0 Olmos.16 Por el contrario, una tradición oral se mantenía unu manera armóni,
Y[r temente arraigada entre las prácticas culturales de los mex
lr, ('()nto veremos a continuación.
Para los fines de la presente investigación, la tradición
que se registró en caracteres latinos en la compilación do
lluehuetlahtolli es de especial interés, ya que permrte
l,ir ilrtegración de recursos en los textos
que Olmos
ficar los recursos retóricos que se usaron en ellos' El arto trasladó al mexicano
Olmos elaboró para la lengua mexicana, gracias al cual
día disponer de las reglas que regían a la lengua, además d Illy Ar¡tlrés de Olmos se encontraba en el justo medio que le
ptrrrrtiri disponer de los recursos que el
vocabulario del cual extraer términos adecuados, sin castellano y
lirr, lt' «rliecían, para llevar a cabt el ffaslado de loselsermo_
mexi_

,.,'r,lresultad-o fue la integración


ra G«rrdon Brotherston, op. cit., p.84. [,: llrlt'¡lcirin de adaptar armónica entre ambas.
15 Vóasc Segala, op. cit., pp. 125-129'
e integrar ambas lenguas y concepcio_
rr Véi¡(c .u,lrru, ,ip.II, ,'La escritura como principio del orden en Ia lengu8", l¡r ¡rtlrrrite en los prólogos que escribió
a cada uno de los

110
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CAPÍTULo III. EL I]NCUEN.I.Ro tiN,t,Rtr tx)s il.N(;trA\

Lrr versión náhuatl del Tratado sobre los siete pct,uchts t,tor
textos que compuso: "vista ünaftaza que creo es de san viccn¡
trrl,'r, rlue Olmos elaboró entre l55l y 1552, nos deja cnlrc.
te seguí lo más della, sacando fuera las circunstancias por [0
hacer prolijos los principales sermones y por mete¡ lengua
vrr lrrs formas de conocer y trasmitir la lengua mexicana ctr
rrr¡rs rlc una manera. olmos ya había dado cuenta de las reglas
tiempos según los naturales hablaban en su tiempo"'17
Los textos en y acerca de la lengua mexicana escritos r¡ll rcgían la lengua mexicana, al poner ,.orden y concierto"
r,rr t'll¿r, la nueva tarea implicaba otro reto: la introducción dc
Andrés de Olmos siguieron los cánones establecidos por
producción de lcngua escrita de la época. El Arte de la le ilr;r t'srrLrctura discursiva ajena al interior de la lengua mexi-
r rrr¡ir. Por ello, olmos admitía la dificultad enfrentacia en la
mexiceno (1547) se rigió por los modelos que seguían las
máticas griegas y latinas, aun cuando su autor supo adaptarla
,,rrr¡l,sición de los sermones y parte de su temor se encontra-
lrrr t'r¡rlícito en el prólogo al lector, en el cual advertía: .....hasta
las circunstancias de la lengua mexicana. Los tratados que
rr¡r.¡'¡ sg¡¡¡'n formado no me acuerdo aver escripto sino pláticas
mos traslad«i al mexicano también se ajustaron a las circu
cias que él consideró pertinente señalar, en relación con la
,lrrst.rias, ga esa la letra de donde lo sacava en estilo llano".lB
y costumbres de los mexicanos, aunque mantienen la est Arrnque Olmos había alcanzado el manejo de la lengua me_
ur irr¡¿r por medio de sus reglas gramaticales, dejaba en manos
irro g"n"rrl del texto que los originó: el Tratado sobre los
rft' .tr.s su perfeccionamiento (por ejemplo, las cuestiones re-
te picados mortales (1551-1552), que siguió la traza de
Irrtrr¡rs al acento).le Lo que no perdía de vista era que enfienta-
serrnones de san Vicente Ferrer, y el Tratado de hechiceri
hrr rr¡ir nueva dificultad al escribir un texto, que debía seguir
sortilegios (1553), con el cual intentó combatir la herejía al
urr ¡rrrlrtin de acuerdo con las condiciones estilísticas imperan-
do como anteriormente lo intentó Castañega en Navarra'
, rL0 Estos textos, que no fueron concebidos para tener al i lr',, t'n la época. Por ello reiteraría en más de una ocasión que
YtE como lector sino como escucha, fueron escritos por Olmos ll,, t'scribiría a manera de plática y no de sermón.20
ra que el predicador los leyera en voz alta a sus feligreses l'o¡ 1'¡1¡¿ parte, Olmos no había escrito sermones y no tenía
dioi; el lector a quien iban dirigidos era el fraile, quien r,r¡','ricncia en ello, aunque sí contaba con la experiencia de
h¡rl,r'r r,:scrito pláticas o historias, lo cual no había implicado
taba un discurso traducido y adaptado -en la lengua que
indios entendían-, ya que constituía en la perspectiva ¡rrr, tlil'icultad pues ambas se escribían en estilo llano. Es posiblc
ciscana el recurso idóneo para convencer mejor a los indio¡
cambiar de vida. '' I llrrr,rs. Trafado sobre los siete pecados..., op. cit.,p.3.
f" I rlnros. Arte de la
lengua..., op. cit., p. ll.
"' ',' lf.r\riiin de Covarrubias, en el resoro de la rengua cqstelrana o españora (Ma
rhr,l/Nr'ric., Turner, 1984), deja en claro el carácter específico del scrmón c«rr¡,.r
r I r rr¡¡¡¡¡¡11¡ de razonamientos santos que Ia Iglesia católica
acostumbra cn los
l/ olnr<rs, Trata¡Jo sobre los siete pecados..., op. cit', prólogo, p' 3' Véase .lr, r,,. rliyl¡ss, para que los predicadores [...] nos reprehendan nuestros vicios y
¡x.
r,r,1,,. ( , ri¡r)to que la plática es "en sentido muy general la convcrsaci<1rr o tliíikr¡.
lrlritogo ll 'liatado de hechicerías..., op. cit., p' 5'

112
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPÍTULo lll. EL ENCUENTRo ENTRL ¡x)s ¡.liN(¡t,As

que Olmos se refiriera, en este caso, tanto a los Huehuetlahto lr,\ ¡rl presente entre sí mismos".23 Esta advertencia conducc.
lü qr" había recopilado, como a la Historia de los antiguol fr,r ,r) lado, a que los naturales habían cambiado con el paso
mexicanos.2l Ambos textos procedían de una metodología rh' lrs años la manera de hablar el mexicano. por el otro, alutle
trabajo análoga: en el primero, Olmos registraba por escrito il r¡rrc ,lgunos mantenían Ia forma de hablar "entre ellos"; esto
discurso oral que los propios hablantes referían; en tanto llil¡ llcva a presumir la adaptación del mexicano ante inter-
en el segundo, los hablantes reproducían en voz alta las Ir'rrt,res castizos, por lo cual los mexicanos que aún conser-
rraciones registradas pictográficamente para que Olmos Yrlrrrr¡ cl conocimiento anterior sólo lo empleaban con sus
transcribiera en escritura latina. ¿A qué se refería Olmos l¡trrrlcs. pero no con aquellos hablantes que ya habían perdi-
do mencionaba el estilo llano que seguían las pláticas o h thr l¡r habilidad (probablemente los más jóvenes) o con quie-
rias, a dil'erencia del sermón? ¿Era sencillo y sin ornato el llr,¡ rro la habían adquirido (los nuevos hablantes). De esta
tilo en el que se escribía la historia o la plática, en tanto que lflrrilt'r'a, olrnos nos deja entrever que la evolución del mexi-
sermones debían seguir necesariamente una traza? ¿Era la l{1r.. il sólo unos cuantos años de la irrupción del castellano,
za un nlodelo a seguir o implicaba el ejercicio de traducc tlt ¡rirlpable y había af'ectado la estructura misma de la lengua.
del texto del cual se había seguido la traza? llltrr ¡rosibilidad que merece un análisis posterior, p".o qu"
Olmos mantenía cierta preocupación por seguir una fllrlr los límites de este trabajo, es que la diferenciu qu. ól-
en la composición; sus temores podían tener dos motrvos: " Ittt ' 'qnó estuviera relacionada con dos estilos diferen-
uno porque pocos siguen los sermones o trazas de otros' Y l¡r rlcl rnexicano: uno coloquial y el otro ceremonial.
otro porque me parecía que otros de quien yo podía apre
,rr01 ser faena y lengua, lo harían meior."zz El segundo motivo
como finalidad mostrarse humilde, es decir asumir que el ff,'rr,*,rs narrativos integrados en una composición
bajo realizado por otros pudiera ser ejemplar, recurso
muy propio de la éPoca. lllrlr,,t rcscató parte de la tradición oral indígena en la com-
Además de la preocupación por seguir la traza que un lrrt rrin de los Huehuetlahtotti y tuvo conocimiento de algu-
món debía tener, aunque fuera presentado a manera de p tr cr¡lresiones que correspondían a los recursos retóricos
cas, Olmos también consideró importante adaptar la le rros de dicha tradición. Utilizó estos elementos en Ia com_
la manera como "los naturales hablaban en su tiempo y l.rrilr de los sermones con los que intentaba instaurar la
r'¡rcit'rn cristiana en la Nueva España, integrando en ella
k' rlt' las concepciones indígenas. La lengua mexicana y su
rl sc puede encontrar referencias a estos trabajos en Baudot, utopía e hisbrle ltt ¡rirr oral eran vehículo de una cosmogonía que no sería
Mrt¡itio... (Madrid, Espasa-Calpe,1983), cap. IV en el cual la Historia de los antl¡l
rncxicanos recibe el nombre de Tratado de las antigüedades mexicanas'
'r ()lrrrrrs, Trutado sobre los siete pecados-.., op. cit.,p.3 U hh,,'

tt4
IRAíS HERNANDEZ SUAREZ
CepÍrulo III. EL ENcuENTRo ENTRE Dos LENcuAs

'lirdos estos datos ofrecen información


fácil erradicar; la aparente integración de elementos del acerca de como se
xicano y del castellano originaron un traslape de conceptos tttiliz.aba de un texto de esta naturaleza. El prólogo al lector
f\tirb¿r en castellano, destinado sin duda a ser leído en forma
dificultó mucho más el combate a la idolatría'
La intención de Olmos era que los sermones fueran llrrlividual (ya fuera en silencio, en murmullo o en voz alta), y
chados en la predicación por un público muy amplio, por
rr tlirigía propiamente al lector y no al escucha. Asi el prólogo
se preocupó por adaptarlos a la lengua mexicana e inte¡ hlrr¡tlaba información que sólo era pertinente al predicadJr,
los a la cosmovisión indígena. No cabe duda que los It¡rhllnte y lector de castellano, como lo muestra la siguiente
It¡rsc: "Y creo que así como nos horgamos de oír buen rómance
eran textos para ser leídos en voz alta desde el púlpito'
incluso es posible que en algunos casos sólo sirvieran de ¡ l',r'tirrlo, así ellos de oír su lengua más al propio.',27 En esta
flrrse , olmos se refiere a nosotros como aquellos que hablaban
para la predicación.
El manuscrito original que contiene los textos de ilr ronrance (castellano) y a ellos y su lengua (el mexicano); de
interés se localiza en la Biblioteca Nacional, en un vol lll rrlrnera, incluye en el nosotros al lector del prólogo en tanto
titulado Sermones en mexicano, e incluye entre otros t¡uc cxcluye a los mexicanos, pues para él no eran los desti_
nes de santos y fiestas, el que hoy está publicado con el t llrrl¡rios, aunque sí los escuchas del contenido de los sermo-
lo de Tratado sobre los siete pecaclos mortales' Éste ocupa lrr, los cuales estarían escritos en lengua mexicana.
ñ l,rs títulos estarían escritos de manera que fueran identi-
fojas 312 a 387 y está incompleto, ya que inmediatamente
ilr'¡rrkrs rápidamente por quien daría lectura al texto, de allí su
ciá otro discurso, hoy conocido como Tratado de hechic¿
[r: y abusiones. En ambos textos, los títulos aparecen en hrrr¡rlo y el color de la letra. Además estarían escritos en latín
lL0 r con letra más grande que el resto del manuscrito y escri fltfr(lr¡c el lector conocía y entendía esta lengua. Una vez re_
LE' grr()(¡do el tema que trataría el sermón, la lectura en voz
Y
latín, e inician con un prólogo en castellano, pese a alta
contenido está en mexicano, a excepción de alguna que httu¡rría para el gran auditorio, en lengua mexicana.
lrrrt«rnces, olmos tuvo presente al lector y al auditorio28 co-
cita en latín. El manuscrito no contiene la versión castell
llr, rkrs entidades distintas. El lector sería quien mantendría Ia
2a ..Como escribe Armando Petrucci, cabe distinguir en aquella época trel
de lectura: la..lectura silenciosa", in silentio; la lectura en voz baja, llamadl
mullo o rumínatio, que servía de soporte a la meditación y de instrumof .fÍrtrirr tastellana en la edición que ahora estamos analizando, así como el comen-
memorización; y po. últi*o, la lectura pronunciada en alta voz y que exigfa.t hrl,',r, ,'¡c'r de que el manuscrito no es obra del puño y letra de olmos, sino de varios
que en la Antigüedad, una técnica particular y ["'] muy parecida a la
nscs, ya que se identifican tres escrituras distintas en las cuales es evidenle
la
litúrgica del canto,'. Jacqueline Hamesse, "El modelo escolástico de la I Illllr,,, r,'rr tlc ortografías distintas. olmos, Tratado sobre los siete pecados...,
,p. cir.
lt lt't,t . p. J.
Cavallo y Chartier, oP. cit.,P. 186,
r "f ',,r , rc¡nplo, Roberto
de Melun (siglo xtt), en el prólogo deras sentenci¿¡.r, hace
p. 187. fhtrt,irr rr unos Iectores (recitatores) cuyo cometido consistía en proferir orar-
26 Estos datos son proporcionados por Baudot, quien realiza la ir¡,r' ,.()s tcxtos que no comprendían necesariamente. Ese autor di.stinguía entre
CepÍrulo ¡l¡. Et. tiNctJliN.t,R() lN.n(tr tx)s il N(¡t)A\
lRAfs HERNÁNDEZ SuÁREz

.rir cl dibujo de un personaje cuyos atributos fueran cr hrs,


relación directa con el texto, por eso a él se dirigían los v cl nralacate o se caracferizara por Ia vestimenta apr.¡liudrr
mentos en castellano o en latín; asimismo, sería él quien lrrlda y c&misa-,2e la lectura en la oralización del
n.,i*,,u,,,"_
voz al texto escrito en mexicano. En esta práctica de lectura' rr¿r precisamente los difrasismos respectivos.
como scñur¡r
auditorio o los escuchas eran los destinatarios últimos del ll¡otherston, el Códice Mendocino.,tiene glosas en español
jugaba el quc
curso en mexicano, mientras que el predicador \rfiucn el mismo camino al explicar la ingeniosa lógica
de intermediario, ya que era él quien trasladaba el discurso t
y
rrrt'tiilbras del original en escritura icónica',, y ejemplifta:
crito a un discurso oral que se presentaba en el momento dc cl
Irrr¡rc'al y la coa representan al hombre trabajaáor,
miántras quc
lectura en voz alta, para ser captado por el escucha ind los jtregos de pelota (tlachtli) y de tablero
Tiene sentido, por lo tanto, plantear que los elemen Qtafolti), al holia_
r¡ur: clel mismo modo, la coa y el hacha representan ta
agii_
ayudas para la memoria eran explícitos en el texto para
quc
r ultrrra.30 De modo quela presencia de difraiismos en los íer_
láctor los reconc,ciera, mientras que los elementos que itl aproxima un texto cristiano a los escritos que los indios
graban el discurso en mexicano tenían la finalidad de llt 'ror¡cs
rrlos( r¡ mbraban leer.3l
ñarta el escucha indio, para otorgarle el aire familiar de lo l,ir segunda posibilidad mantiene que, bajo el precepto de
la
tidiano. En este tenor, Olmos rescató algunos elementos r.lririca cristiana, se pretendía dar forma corporal a lás inten-
tradición oral y de las prácticas comunicativas de los indiol r trlr¡cs espirituales, así que Olmos_ acercó la
concepción del
uso tJe paralelismos y áifrasismos, así como los pasajes do
Ir'r'rul. a objetos cuya percepción resultara familiar a l,os indios.
Huehuitlahtolli. En ambos casos habría que advertir quo llr, t'ste modo, por ejemplo, la lujuria se materializó en el di_
mos pretendía hacer familiar el discurso a sus interlocut( lrrr.,rsr¡rt'r que aludía a la mujer como la falda, la camisa (in
cueytl
indios. De la presencia de los difrasismos en los sennorc!¡ h huipilli).
particular, se pueden derivar tres posibilidades de inte
ción en ia búsqueda de la familiaridad'
En la primera, parto de la tradición pictográfica que rf f'¡r'rrr¡rlrdeestecasoparticularloencontramos
tituyó el sisterna de escritura de los indios, registrado en h ,'r¡' r c.mún
enercócliceMendocino,enel cuar
suele representarse gráficamente por su indumentaria o rigatra
ces o pinturas (rlacuilolli). De acuerdo corl este sisteÍll l,,\rr'¡ncntos de rabor. véase el video elaborado por
a
Gararza y Escaroni', ila-
'rr Mctxico, clESAs, 1988.
oralización del registro gráfico llevaría a la elaboración d¡ ttrll,,,
¡f I lr'¡1f1¡¡¡ llrotherston,
difrasismos característicos de la lengua mexicana' Esto rr
op. cit., p. 101 .
l ¡t,¡ rr.sibilidacl debe ser exprorada a fondo por parte de quienes
en el códice la representación pictográfica de cíhuatl I lrrrlll"r" rlt: códices de manera puntual; en este caso me concreto sóro
se dedican ¡rr
a apuntarr,
t,r'r'rirl. l:n oomunicación personar, la doctora Luz María Mohar Betancou.t, quic,r
rrrr¡¡l¡" tl proyecto Amoxlr (diccionario de imágenes), me ha confirmado
(recitator)' y el ' ra incrr¡
cl que se contentaba con leer en alta voz un texto ajeno
I
lhlrr 'h [)f, difrasismos en er diccionario de próxima aparición,
editado por (.ilis^s
rnai llectorl que leía un texto tratando de captar su sentido"' Jacquelinc fl rt,¡\r'\"1.
op. cit., P. 167.

il9
I l8
In¡is HenNÁNoez SuÁ«¡z CAPÍTULo III. EL ENculrN't'Ro riNlRti rx)s r.liN(irlA\

l'or riltimo, de una manera más cercana a la concepci(lll r¡c-


r lrh'rt¿rl de manifestación discursiva, la tercera posibilitlad
lrl¡rrrtclr Ia elaboración del difrasismo como un recurso rettiri-
I'u l;r rnetonimia. De acuerdo con este recurso, el significado
¡r t¡rslada por contigüidad a otro referente; así, mujer pasa a
¡r,l lir l¿rlda y la camisa, que son las prendas de vestir que la ca-
llrrtt'ri¿lrn, o el huso y el malacate, sus instrumentos de trabajo.s2
('rr:rlt¡uiera de estas perspectivas considera la existencia del
tllll¡rsisrno como un procedimiento que permitió a Olmos lo-
frrrr ll l'a¡niliaridad en un discurso cuyo contenido parecía
ls¡,rr,.,. cn tanto que provenía de una cosmovisión diferente.
l\rr otra parte, también con la finalidad de crear un discur-
Irr lrirlrilual, afable, en el Tratado sobre los siete pecados mor-
[l/r'r Olnros incluyó, con una sutileza extraordinaria, algunos
ftlr¡rl('s de los Huehuehtlahtolli, sin que apareciera ruptura al-
ltr¡r ('ntre un discurso y el otro, buscando con ello la familia-
llrllrl rulemás de la integración de los recursos que ambas len-
filrrr lt' ofrecían.
Ittor
lft¡rrrlrlrrio en la affnonía discursiva

foyrrn cl criterio del equilibrio absoluto entre denotación y


Jlrrrrotirción semánticas, al escribir un discurso se debe tener

I Int,r ¡x'sición coincide plenamente con el análisis que presenta Mercedcs Mon-
fr rI ( )r't Vega, en el que considera al difrasismo como elemento de la organiza-
)frlrr rlr'l t's¡racio semántico, en función del contexto. Yéase"In cu-itl in huip+lli, in
¡ttl,¡ 'tl tn tzotzopztli, in tl in metlatl: la organización del espacio semántico dc krs
illlrnur.,rrr,rs", en María del Carmen Monia Leyva y Cerardo López (eds.), Memoriu.,;
La lujuria materializada en el difrasismo'rla falda la
camisa" fil I I rtt'ttantro lnternacional de Lingüística en el Noroesle, t. II. Hcrn¡osillo,
Imagen del Códice Mendocino |flrt,r. rrNtsoN, 2000, pp. 345-360.
CAPÍTULo III. EL ENCUE^-TRo riN.t-Ru tx)s l.t:N(iL,As
IRAís HERNÁNDez SuÁn¡z

It'xicalizada como lo muestra el hecho de adquirir otras lbr-


presente que el abuso de los tropos o figuras retóricas'
e
afecta la rrrirs [el alacrán y la ortiga, por ejemplo].3a
Linadas a enriquecer y embellecer la expresión'
al
perfecto' Si bien la forma no era lo pertinente, ya que no fue la bús-
nía del discurso, pues pierde con ello su balance
r¡rrt'rla estética lo que perseguía Olrnos sino enseñar Ia verdad,
La selección de metáforas y su adecuada dcsificaci lstu misma pretensión lo llevó a mantener presente el objeti-
mantenían el car"{cter persuasivo del discurso' sin
oscurecer
vo tle mover las emociones de los escuchas, por ello les habló
sentido con alegorías complicadas' El registro léxico
que
rh' lu manera como podía acceder a sus corazones, más directa-
mos ct'rnsiguió al trasladar los sermones refleja la clara
i
metátbras se distribuían nrcnte. Olmos eligió las palabras no sólo por lo que significa-
ción cle obtener el equilibrio, sus
lrrn, sino porque encerraban la intención que él pretendía
nranera exacta, arttrónica, tanto en el contexto donde
el , onrunicar. Llegar a los corazones requería participar de lo sen-
como por su canticlad, de modo que no hacían pesado ,,iblc (lo que se percibe por los sentidos), para referirse a lo
Su integración en la fbrma realizada manifestaba el
ideal
que su lnclt ls¡riritual; la utiiización de las metáforas seguía este camino.
co que subyacía a la composición; mientras
l-a armonía como equilibrio se percibe únicamente en la
exhibfa ta preocupación por mantener una adecuación
lotrlidad del discurso, los ejemplos sólo nos permiten mostrar
cursiva en el horizonte de recepción'
del Itr ¡rresencia de los tropos; sin embargo, para dar cuenta de su
Es necesario advertir que estamos haciendo uso
lrritladosa dosificación diremos que en el rnanuscrito del Tra-
Di no metáfbra en un sentido genérico, ya que en un análisis
Itttlt¡ de hechicerías y sortilegio,s, que consta de l9 folios, el di-
E),t
tual de algunos casos revela la presencia de otras figuras
con "la Irirsismo yn cueytl uipilli, la falda, la cctmisa, se encuentra
ricas comá la metonimia ["mujer"que se expresa
otros casos el aná rrli'rido sólo dos veces y en el contexto más indicado según la
)S la camisa", in cueytl in huipillil, o bien, en
el rrrtt'nción del discurso. Es decir, Olmos se dirigía a sus interlo-
del tropo apuntaría más a una sinécdoque, como es
['r caso
( iltores mediante elementos que les resultaran familiares, pa-
"iastigo" I yn tetl yn quahuitl, "la piedra' el pa
"on""p,o r¡r hablar de cosas espirituales usaba palabras cuyos referentes
Algunas otras figuras adquieren un carácter propla
los esc lrirrr percibidos de manera sensorial.
metafárico, Olmos usó con cierta regularidad en
l.os difrasismos, elementos expresivos de la lengua mexica-
que trasladó al mexicano, entre otlls: "mi collar' mi
pl
la o n¡r, llparecen en el discurso compuesto por Olmos, en una bicn
preciosa", con ei significado de 'mi hijo'; o "la espina'
haycvi nr¡'rrrrizada ecuación entre sentido y forma: "lhmbién muclro
iara referirse también al 'castigo'' Entre
ambos
distancia en cuanto a la mayor o menor aproxrmaclon
sugel
entre significado y significante, pues son bastante 'r Aurrt¡ue habrá que tener presente que el carácter convencional dc las lcrr¡1rrils
los térniinos que aluden al castigo, cuya presencia está ,rl,rr' ll¡s posibilidades de recurrir tanto a nuevas metáforas como a la lcxrt.¡rlir¡r
r trrrr rfc óctas. Montes de oca, op. cit., p. 353, refiere en el caso dc cslc rlili¡rsrsrrr, ¡r
ilil r'l(.ilrcnto mítico-
\r {)lrrrtrs. Trutado sobre los siete pecados " op' cit'' p' 15'
C¡pÍrulo III. EL ENCUENTRo LN1'Rri tx)s t.lN(¡lrAs
IRAIS HERNÁNDEz SuÁnsz

intenta engañar (el diablo) al que mucho desea


la falda' la
de tejer'
misa, al q-ue mu.ho frecuenta el huso, el cuchillo
ra pecar. No vayas a seguir, no vayas a desear
la falda' la
sa, no te sometas al diablo'"3s
En la cita anterior, aparecen las fiases en mexicano'
In
uipilli: "la falda, la camisa", aclemás de Yn malacatl
-tgZtgopaztli:
"el malacate, la aguja" con el mismo.sentido
guro¿á' "mujer". Los ditiasismos remplazan el
término c
"mujer", porque su colocación obedece.a l" il"":ló", 9:
tir a ciertas connotaciones asociadas al término (la lujuria
el caso anterior). Por otro lado, Olmos fue cuidadoso
por lo quo
equilibrio entre los tropos y el sentido- directo'
pr"r"r.io de esta figura es limitada y la intención al inclu Las representaciones de la mujer en el Códice Mendocino a través
ios adquiere sentido por el contexto en el que aparecen' tlc sus instrumentos de trabajo: el malacate y la aguja de tejer o el telar de cintura
Runque la palabra en mexicano para referirse
al "1
es tlatolayotl, en el Tratado de hechicerías
y sortilegio-s
que Olmos usó la frase Yn ipetl in icpal t
frecuente encontrar
se traduce literalmente como "su petate, su sitial"' cuya
que
)tto§ tación es más intensa porque alude al referente
familiar a los escuchas.
El vicio y la virtud adquirían una dimensión corpórea
la trant
tanto objetos sensibles: la falda y el huipil. como
tación rnaterial de la lujuria; el petate y el sitial como
cos

ción del poder y la ambición' o el ala y la cola


como la
terialización de la humildad'
Olmos deseaba conseguir la armonía en el mundo
de un sentl
hispano. Una armonía que visualizaba en más
,rn,o la composiciOn de textos como en la
-integrac.ión
los dos
"nmundos, el indio y el cristiano' Ésta es la signifi Iil poder del tlatoani representadoen el difrasismo "su petate, su sitial"
Imagen del Códice Mendocino
rl ()lrr¡os. Tralaclo de hechicerías", op' cit''p' 19

t25
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPÍTULo III. EL ENCUENTRo ENTRE tx)s t.¡iNot,As

del traslado de los sermones del castellano a la lengua lrtrir perfecta dicción de la lengua mexicana que asegurara la
cana que Olmos hizo; de otro modo no se explicarían hrrclra comprensión del contenido del texto.
mente sus intenciones al recuperar el Tralado sobre los s l)ese a que la circunstancia de poner en escritura una lengua
pecados mr¡rtales y el Tratado de hechicerías y sortilegios qut' carecía de ella37 le obligó a establecer una ortografía, no
sus versiones castellanas, trasladarlas al mexicano y huho en ésta Ia obligatoriedad que podía esperarse de quien
al horizonte de recepción indígena. El sentido de este es lhlllba poniendo orden en la lengua. Olmos y sus amanuenses
estuvo centrado en el estado de tensión y conflicto propi rr)r¡ poco cuidadosos en mantener fija la forma ortográfica de
do por su percepción de la realidad, como un todo sin orden l¡s palabras, aunque su frecuencia les hiciera upureó", varias
concierto, y su anhelo por transformarla en un nuevo orden vr('cs en el mismo folio. Esta paradoja encuentra sentido a par-
el que privara la armonía. llt tlcl momento en que advertimos que Olmos le asignó poca
ltrr¡rrrrtancia a la ortografía en su Arte, además de su inquie-
Ittrl por la dicción más que por la ortografía, ya que era el
Eufonía, consonancia en el discurso $mtcnido y no la forma lo que intentaba rescatar en la com-
pusición de los textos.
En la Nueva E,spaña del siglo XVI, las prácticas de lectura y lil criterio que siguió Olmos al seleccionar las letras del al-
critura intentaban seguir la regla de escribir como se ftrhcto que representarían gráficamente los tbnemas del me-
de tal ntoclo que la representación escrita de una frase i l['irno fue que reflejaran su buena pronunciación, por lo cual
ba mantener una aproximación estrecha a su dicción' Por lrll¡rlaba: "Y por esso quitamos del abece la v consonante,
parte, la carcncia de suficientes textos, a causa de la incipi lrrrlue donde se pronuncia no es bien pronunciada, y será an-
presencia de la irnprenta y pocos lectores, haría mucho lrr, ahuso que buen uso."38
frecuente la situación en la que un lector le otorgaba voz a (luda grafía que podía ser usada en la escritura del mexica-
texto ante un público numeroso. ¡o tlcbía reflejar el sonido que representaba, a fin de mantener
En estas concliciones es posible justificar y comprender htl¡rcto el sentido. Tuvo cuidado en conservar la ortograf'ía, en
qué Olmos mantenía su atención en la buena pronunciación liltrto que ésta permitía una buena pronunciación, pues, alterar-
esperaba que la escritura del mexicano respondiera a esta h t't¡uivalía a correr el riesgo de "corromper', los vocablos y
t'¡rt'rvertir" las sentencias,
gencia. Aunque Olmos instauraba una propuesta ortogr es decir alterar el sentido de lo que
mediante sus textos, el fin último de ésta era asegurar lr t¡ucría decir. La falta de sistematización en la forma escrita

l, ( )l¡¡ros, Arte de la lengua..., op. cit.,


36 Basta recordar los preceptos que señala Juan de Valdés en Diálogos de la p. 173.
Madrid. Castalia, 1969.
i ll,irl.. p. 174.

126
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPíTULo III. EL ENcuENTRo ENTRE Dos l,PN(¡UAx

de las palabras carecía de importancia, en tanto no se al pcnnite afirmar que Olmos va en busca
de la eufbnía más que
su sentido. tlc la ortografía.
Uno de estos casos lo constituye Ia alternancia hecha lira precisamente.la pronunciación y no la
escritura lo que
mismo amanuense entre la i latina y la y griega, que ccntró la atención de Olmos en una propuesta
ortográfica,
muchas formas léxicas de uso muy fiecuente, por ejemplo quc se puso en marcha al trasladar Ios
t,extos: ..después=de / se
formas adverbiales que consignamos a continuación: h de escribir á, porque los natural p,rorun"ian mas que /, y
Itltrcsce ser pronunciación de h,,.ao",ia á unas vezes paresce
ln icuac "cuando" (folio 314' p. l0) {Ut' la comen, y otras vezes la pronuncian mucho.,,4t
Yn icuac "cuando" (folio 314, p' l0) lugares que Olmos frecuentaba en este
.Los tiempo hacen
Izcatqui "aquf'(fol.349, P. 128) icar Ia realizaciín del texto entre Hueytlalpan
Yzcatqui "aquf' (fol. 3M, P. ll6)3e y iupu;;ü:
r cnde, distintos amanuenses participarán
en ella, tal como
cvidencia el manuscrito.42 Lai diferencias
Así como las parrículas in, yn, inic, ynic, que son usadas i ortog.afi"as ,os
clan una incipiente convención que aún
tintamente a lo largo de todo el texto. Esta alternancia, u
no se gene raliza_
ru todos los escribientes ni
era del dominio de los amanuen-
otra que también se presenta frecuencia y está ligada a la , sobre todo explicaría la poca sistematización
[üi zación de ll para registrar el sonido lateral del mexicano de la escritura
un mismo individuo, o la ausencia de
se cambia en ocasiones por l-, trae como consecuencla
DE una puntillosa actitud
¡0ilr preservar la forma de Ia escritura.
Como ejemplo de ello
inestable ortografía capaz de producir la siguiente vari
L
!0§
:lnos citar el tratado .,Sobre la vanidad
en el adorno,,, en el
aparece reiteradamente el término ,.mujer,,
que, en la ver_
LET
iyolo "su coraz.ón" ( folio 345' p. 114) en mexicano y pese a que se trata de
iyollo "su corazón" (folio 327, p. 56) la escritura del mis_
¡t manuen se,a3 adqu iere
yyolo "su corazón" (folio 342, p. 108) diferente ortografía:
yyollo "su coraz.6n" (folio 340' p' 100)
gihuatl
ciuatl
Éstas y otras variaciones, que es posible encontrar en los
trasladados a la lengua mexicana, no impiden la pronunc
aproximada que el hablante de mexicano esperaría para
ei sentido de la frase en cuestión. Poco importaba por ello,
l,llmts. Arte de la lengua..., op. cit., p. 176,
la escritura se registraba una u otra grafía. Esta situación lht,l., p. l74la cursiva es mía.
lacursiva es mía.

A¡l lo señala Baudot en el prefacio al Tratado sobre


los siete pecados..., op. cit.,
3econsideré prudente ofrecer los números de folio para ubicar la palabra
en et ejemplo, éstos vienen indicados en la edición citada' hh'nt

129
Inefs H¡nuÁNoezSuAxez CApÍTULo III. EL EN(.t,EN.t.Ro I:N,t.RIr tx)s il.N(ilrA\

cihuatl frr t;r.Í., pertenecían al género deliberativoa6; el Tratudo tfu rtt..


cihuahaa ¡lttt t't'io.s y sortilegios, en cambio, recaía enel género trcr¡rrs-
lrrrtrv., que intentaba convencer al mostrar lo verosínlil. Ill
Por otra parte, nos revelaría el trabajo del amanuense al trrrrrri, reníala intención de disuadir de ra comisión de r«rs
¡rc-
tado, en el que pese a los cambios ortográficos la palabra r rrrl's rrortales, en este género el objetivo
es persuadir por mc-
frase mantendrían su sentido. Recordemos que Olmos tllrr tlc ciefios argumentos que constituían lugares comunes.
En
ró una propuesta de ortografía en su arte y la puso a Il , ;rso específico de los sermones de Olrnos, estos lugares co_
ración de los demás. il,rr('s giraban alrededor der eje rundamentar represenlado por
La finalidad de que la escritura fuera un fiel reflejo dt ll ¡rrrrrcipio dominante universal: la oposicióu enire bien y .al.
oralidad mantenía también su carácter preceptivo, ya quc )tn l'l tratado de hechicerías,ra estraiegia discursiva conlreva-
toda pronunciación era buena. La variedad usada en Méxi I,r lir vitr,rperación del demonio; intentába, en principio, con_
Texcoco tenía prestigio, sin embargo la pronunciación do ll,l( ('r de su existencia y posteriormente, mostrar su maldad,
mujeres tetzcucanas adolecía de algunas fallas. m*rlrirrte Ias narraciones que le otorgaban verosimilitud al dis-
f'r\r). I)e ahora en adelante me refeiiré al rrotado de los siete
Itt,t,ttlt¡.s mortales como Sermones, en tanto que el término Tla_
Diferentes estrategias discursivas hrl' scrá usado exclusivamente en alusión ar rratado de he-
en el traslado de textos t'lu,','t' i o,s y sortilegios.
l,ir pcrtenencia a géneros distintos condujo a Olmos por
Itto§, En el traslado del Tratado sobre los siete pecados mor l,rrrk'r'.s diferentes en er fraslado de estos textos a la rengua
del Tratado de hechicerías y sortilegios, Olmos empleó c llr'rrt'lrna. Entre los aspectos que permiten encontrar un cierto
tegias discursivas que diferían entre sí, en tanto que los r,rrtr¡rsle en la utilización de la lengua mexicana en ambos,
ros a los que pertenecían en su forma original eran distinl ftlr'(l() ntencionar especialmente la inclusión de los pasajes
Los sermones sobre los siete pecados mortales debían Ír, los tluehuetlahtolli en los Sermones, en tanto que en el
la forma de homilía o texto preparado para la predicación, h,tt,ttlt¡ de hechicerías prefiere incluir narraciones de hechos
ltlr,;rrkrs en el mismo tiempo y lugar de quienes lo escuchan.
Lrr rciteración como elemento persuasivo se presenta
clc
l*rr lrirs maneras en los Sermones; en tanto que en el Traladt¡
e La primera corresponde al folio 324, p. 44, y las siguientes al folio 325' p,
as Aquí debo recordar que ambos textos forman parte de un manuscrito quc t0
Sermones en mexicano, y son publicados por Baudot con el título de
i {r r"tr r¡¡f ¡5' l¡¡¿ de la retórica,Ignacio cranero (trad., intr. y notas), Bucnos, Aircs.
cmbargo sólo el de los pecados mortales es propiamente un sermón comt¡ lr,'l' l''r, 196(;, cap' III, pp.53-57. Algunos princiiios ie la retórica arisrr¡róric¡r ftrr
r;cñaló Olmos en el prólogo. ¡rrr,r r'rrr:ui.s por la retórica cristiana gracias a ras propuestas de San
Agusrfrr.
Inefs HenNÁNoEz SuÁREz
CAPÍTULo III. EL ENCUENTRo IiN.t.Rt: tx)s I l,No¡A\

de hechicerías, Olmos da explicaciones, argumenta, pre Ir'rr'¡t's.4e El más conocido en la época fue er de peclro ci^¡ckr:
convencer con enseñanzas e intenta otorgarle verosimilitud ¡¡l obstante, Olmos prefirió por algún motivoso el de Caslañc
discurso, mediante la inserción de narraciones cuyos actorot yrr Scgún su experiencia, Olmos adaptó el texto a las condi_
situaciones son conocidos y familiares a los indios. Por r lrrrr.s cle los indios:
plo, la narración que personifica el propio Olmos en
navaca, unos años atrás, cuando enfrenta la aparición tonré el trabajo de sacar del dicho libro Io que pareció hacer
demonio; esta narración pretende darle verosimilitud al r¡r;rs al caso para éstos, dejando lo demás como lo podrán ver
EI sermón, por su parte, conserva el elemento reiterativo , ott'jiindolo y añadiendo en lengua mexicana algunas otras co_
propio de la retórica cristiana (la repetición como estrategia ",rs
o rnaneras que experiencia muestra diversas aver o exercitar
disuasión), al que Olmos añade la inclusión de ciertos los lrcchizeros en esta Nueva España.sl
de los Huehuetluhtolli con la clara intención de exhortar a
indios a seguir las enseñanzas ahí planteadas. l'ltr,' l.s diferencias ostensibles entre el rratado y los sermo-
En anrbas composiciones, Olmos actualiza los ele l)r'r, \r' cncuentra la existencia de una traza definida en éstos, en
narrativos colocándolos en el horizonte de recepción de htillo r¡ue en el Tratado no aparece un esquema fijo, sino que
escuchas, ya que integra factores culturales propios del lrrLr :r¡rartado o sermón particular tiene su propio desarrollo.
do indígena (la pintura corporal, el vestido, los hongos, l'or otra parte, en los Sermones la presencia sistemática de
tera), además de hacer uso de los dispositivos que la lrl.rl)claciones a los posibles interlocutores es recurrente, lo
mexicana le ofrecía, los difrasismos y paralelismos.aT Por rIrI r¡()s conduce a suponer una situación discursiva específi-
puesto, estos elementos no cumplen únicamente una fu rt tlr;rblante-oyente), que no aparece en el Tratado, el cual se
I tt'r retórica, sino que participan del contenido que refería u rl[r¡',' ir un lector aislado. Esta presencia de interpelaciones es
mundo que Olmos deseaba transformar. tllll ¡xrra mostrar la evidencia de las prácticas de lectura que
A diferencia de los sermones de Ferrer, que se remo I,rh':rlr, a un texto como el sermón de los pecados mortales.
al siglo xIV, Olmos basó su Tratado de hechicerías en un lrlr , ,¡,ro a la discrepancia con el texto de Ferrer, Baudot seña-
to contemporáneo, publicado en 1527, cuyo autor fue C ln r¡rrt' "la participación de los oyentes se ve fomentada y hasta
ñega.a8 Los tratados sobre demonología tuvieron una gran trtl¡(ll por el predicador. Las frases imperativas dan buena
fusión en España, pues eran fundamentales para combatir u
lr \'i,r.,, r.1 capítulo siguiente, acerca de la noción de demonio.
f'l rr , I
¡,rrrlogo del Tratado de hechicerías y sortilegios, Baudot sugiere que Olnr.s
a7 Sería excesivo mostrar ahora ejemplos de cada uno, ya que en dif'erentes
tos a lo largo del texto se presentan varios. En lo que sigue se planteará la
filrhr lr,rlx'r colaborado con castañega, en tanto que para esta fecha ya era c.nsi-
*rn,l,, ¡¡¡¡ cxperto en demonología por haber participado con fray Juan de Zulnl
cia de las narraciones y de los pasajes de los Huehuetlahtolli.
as Ct¡mo se señaló en la Introducción del presente volumen. ltr¡rr lrr lrr cxtirpación de la brujería en Vizcaya, op. cit., p. x.
'' rr1,,,,,,,.'liúado de hechicerías..., op. cit., p. 3.
IRAíS HERNÁNDEz SuÁnez CepÍrulo IIl. EL ENCUENTRo EN.t"nt: tx)s r.tiN(;t,As

prueba de ello y ya difieren clel modelo de San Vicente Ferrer" r"'¡r.cífica, bajo la cual los escuchas se identifican y se sientcn
Ambas características están estrechamente vinculadas al ¡ lnt('¡'pelados por las palabras del predicador: ..y ahora, hi, jo_
vlrrt'ito, tú que necesitas un padrino, tú
nero del que proceden los dos textos: deliberativo, los loven doncella, tú joien
ntt¡t,<t, tu anciano, tú anciana, tú señor noble, rú dama noble, lú
nes; demostrativo, el Tratado.
La presencilt de los interlocutores en la trama discursiva rfr(' eres feliz..."sa Cualquiera de los presentes podría caer en
los Sernlones aparece con la tiecuencia requerida por un rrl¡lrrna de las interpelaciones mencionadas, ya que tú adquie_
curso en el que la oratoria 'la elocufio- tiene una función rr rra multiplicidad de individualidades e4 el momento de la
sa: mover cl ítninto de sus escuchas. En el interior del texto lr lr¡rrlización del discurso. otro recurso fue la interpelación que
demos iclentil'icar al dcstinatario último al que nos he ¡¡r'rrc,alizaba ubicando espacial y temporalmente al interlocu-
referido antes, y¿t que los interlocr¡tores a quienes va d lrrr. "Y ahora tú que aquí estás...', Auh yn axcan iniztonoc.ss
el sernr(rn son cvocados continuamente' y esto constituye 1,. interpelación constante de los interlocutores nos hace
elemcnto textual que nos permite afirmar que la naturalezS mirrrcner la presencia del escucha a quien iba dirigido el dis-
un texto como cl T"atado sobre los siefe pecados ruortales rrrrs., lo cual nos permite dar vida al texto en una situación en
ga ¿r sr¡ lcctura en voz alta; es decir, nos confirma la práctict I, t¡rre el discurso sería pronunciado en voz alta; no obstante,
Ieclura de la que fue objeto' No obstante, entre los ele f'\tir situación se manifestaría todavía más por medio del carác-
más irnportantes en términos de estrategia discursiva se l, ¡rcrlocutivo de algunas frases, en las cuales se evidencia
cuentra el recurso retórico de tradición agustiniana, que rl¡rr¡r¡.ente la función conativa del discurso: *quizá por ello
h,tltt ti.s de decirte, quizá por ello habrás de interrogari",
ta continuamente establecer contacto con el interlocutor ¿"r",
Itro§ tificándolo- de manera específica: lr ¡rso sabio?"56
( )tra manera de
actualizar al interlocutor es llevarlo al terreno
Han de saber ustedes , mis queridos hermanos j ovencitos " " rh'l ¡rccado comentado en el sermón, así podemos encontrar
Y ahora. sepan ustedes... hrrst's como la siguiente, apropósito del fraude y el robo: ..mejor
Y ahora, hermanos míos...s3 fun('rrra trabajar, ser leñador, labrador, tú el perezoso,'.s7
l.rr estrategia discursiva que Olmos siguió en cada texto fue
En ocasiones, la apelación al interlocutor adquiere matices lrrrrt'ada por la estructura que le sirvió de patrón: arte, tratarJo o
emotivos, cuando deja de ser una denominación genérica, I'rrilrin, misma que vinculó con las intenciones que Ie animar«rn.
mo ustedes, het'manos o hijos, y pasa a adquirir una di
tt ll,t,l.. p.
5r Baudot, prefacio a Andrés de Olmos, Tt'atado sobre los siele pecados"" op' 41 .
estas I
tt ll,t,l . p. 4i.
X I V. Efectivamente. en el texto de san Vicente Ferrer no aparecen
a, ll't,l , p. 5i.
\\ lhitl., varias páginas, los ejemplos se ofrecen en la versión castellana pcfo t' ll,t,l.. p. 91 .
It'r utirlrr cr)rrespr)ndiente cn mexicano.

114
IRAfs HERNANDEZ SuÁREz CepÍruLo III. EL ENcuENTRo
riN.t.Rti ¡x)s LlNot,As

El Arte de la lengua constituyó la p\eza clave para La retórica apare,cía rigada


a ra gramática por mecrio
y prisciano, así como ar estudi"o cJe r)*
trañar el código con el cual cifró posteriormente las
'¡rr.,
('¡rsiodoro der renguaje figurado crn
discursivas, tanto de los sermones sobre los Pecados e Isidoro de sevilla;
como del Tratado de hechicerías. En el Arte, existió cr idear didáctico-contenidista "o, "i".¡rrianismo se fomentó
y a la predicación) que integrO'ü iqr" J*r" rugar a ros sermones
la intención de constituirse en texto dirigido a los i."ai.¡On clásica.60
de indios que debían aprender la lengua mexicana, como Con Capella, Casiodor" i
l.i¿"." de Sevilla se estudiaron
te de sus obligaciones clericales. Los Sermones van en ,¡s siete arres liberares, que
in"iriunlu'rerórica. Er sigro
de disuadir a los indios para que abandonen sus prácticas Ittgar a la separación de v dio
ia *to¡."
látricas y exhortarlos a tener un comportamiento cristi ltistoria del discurso medieval, "u.ica y el comienzo de Ia
cuyas obras fundamentales
Tratado, en cambio, pretende convencerlos de la exi Ir¡cron De doctrina christiane
¿"'sárig, stín y De nuptiis phi-
la maldad del demonio. Ittk¡r¡u" et Mercurio Ae Marcian"
siglo xtr prevaleció
ó;;ñu.., No obsranre, en el

La armonía en el horizonte de Olmos ...e1 ideal antiguo según


el cual la retórica debe ser parte
grante de toda cultura. inte_
Cicerón, arirrili;;; y San
ron en común estu idea,,qu" Agustín ruvie_
Sin duda, Olmos estaba preocupado por penetrar con sus toduríu llevara-a M"r"i;;¿;;;;i"
cursos en el ánimo de sus interlocutores, para ello preci
ff Lr:1 ;: ffi1, :#, fl:if jl
un estilo sencillo y de los recursos que la lengua pudiera :!T:í
la Y .!:x cuya
escuela de Chartres, ",
*J ##:f,1:
tarle; asimismo, cuidó de la eufonía y del equilibrio entro de Juan de sarisbury
atmósfe* ,á ."n"¡u en las obras
tropos. Todo ello se conjugaba en el ideal estético que sanro y fértil enme la ra2n
¡quieniostienel ;;; ; rerórica es er víncuro
y lu puiuü.u;
ba la armonía en la composición discursiva, esta armonía rienen unidas las comunida¿Á !.ucia. a ella se man_
tituyó el ideal estético de la retórica agustiniana.ss
rrri"r".l"?,u harmonía.62

Si en el Arte, Olmos intentaba poner orden y concierto Al lado de De doctrina cristiana


de San Agustín, los Hechos
la lengua mexicana, en los Sermones y el Tratado perseguh ,:.:.,...::o:,:?'y ta.Epístota d" s"; de
armonía, ideal que se mantenfa vigente enlas Artes §cgulr en Ia predicación.
;;;;;.*"u.on las pauras a
de Capella, Casiodoro e Isidoro de Sevilla.se

58 E.R. Curtius, Literatura europea y Edad Meditt latina, México, r'cs, 1998' t'
d'Arribas
ll5, señala que la teoría agustiniana se convirtió en patrimonio permanent€ Rebollo et al.. op. cit., p.93.
ñl('urtius,
tidad Media. op. cit., t.I, p. ó1.
1e thid., t. II, cap. VI, pp. 631-659. ^' ll,¡¿., r. I, p. I 19, el paréntesis es
mío.

r36
137
CepÍrulo lll. EL ENcuENTRo EN.t.Rti ¡x)s t.tiNCtJAs
IRAÍS HERNÁNDEZ SUAREZ

praedicandi man' t',rdia adquiría las características de la conf'usión: .,porque


Es conocido que durante el siglo xfilas artes ya
lnendicantes (que trans' r.sta Nueva España se va mezclando de diversas naciones, y
tienen el impulso dado por las órdenes
sagrada) y por los cister' rkmde ay muchedumbre ay está la confusión,'.65
forman la retórica pugunu a la oratoria
la Retórica a los sermones En Ia retórica, la armonía asumió una triple dimensión: en el
cienses (que aplican l'os principios de
la homilía en la predicación
de la iglesia). Frente a la práctica de ¡lsf)rrctofónico aludía a la consonancia o eufonía; en cuanto a
forma
(sermi deSan Agustín), a partir del sigloxtt se da una nueva I, sintaxis, se refería a la perfecta integración de las distintas
i'seimón temático"' que comenzaráaredac'
cle predicar t...1-Es el p.rtes del discurso, y en el aspecto semántico, intentaba el
,urr" po, et"tito siguiendo un esquema inicial"'63 rr¡uilibrio entre el significado directo y el sentido figurado. El
lcxto o discurso -tanto oral como escrito- bajo este ideal esté-
Olmos se inscribió en esta práctica retórica' tic, debía guardar en su composición un equilibrio entre ras
trasl
La armonía, además de iáeal estético que se había l)urtes, que diera como resultado un todo armonioso. Iniciaba
como metáfora
de la música a la retórica, fue utilizada c,n el buen sonido que Ia adecuada selección de palabras
ciudad en la
permitió a San Agustín describir su ideal de ¡lroduce en un texto, el cual al ser pronunciado suená agrada_
dad de Dios: hlc al oído. Evitar la cacofonía y ra disonancia para cautivar
la flauta y en la can' ¡xrr el oído al escucha constituyó un principio rector en la bús-
así como se debe guardar en la cítara' en r¡rrcda de la armonía.
y voces l"'1
ción una cierta consonanciq de distintas diferentes Ciertos sonidos o su adecuada combinación resultaban gra-
diferentes órdenes y esta'
así también una ciudad compuesta de
uo""t bien templadas' con- la Irs c'n tanto que otros se consideraban altisonantes y desagra-
dos, altos, medios y bajos,
"o'no entre sí tan diferentes' vivo rl¡rbles en su repetición; bajo el esquema de lo eufónico como
conformidad y conctraiá de partes de
los músicos en el cántico rrrnronioso se evitaba también la monotonía y se otorgaba un
concorde y tianquila; lo que llaman
armonía, eslo erq en la ciudad la concordia'e til¡ro al discurso, a partir de las pausas y la extensión de las fra-
N('s en Ia conformación de los periodos del discurso.
La
las partes
En una ciudad en armonía, la composición de "r'krcutio" establecía el ritmo a partir de la métrica y los silencios
ponde a una jerarquía -alto, medio y bajo-
y aunque sean c, grata cadencia; mientras que el manejo de la voz incidía en
ientes pueden vivir en concordia' Ins pautas que pueden rnover al sentimiento y la emoción.
olmosutilizólaarmoníacomoidealretóricoybuscóla Atlcmás del buen sonido, la armonía perseguía la integración
sociedad de la
formidad entre las partes que constituíanla ¡rt'rl'ecta de las partes que conformaban, en términos de estruc-
va España, hacia finales áel siglo Xvl' donde la falta de Irrr¡r discursiva, la totalidad de un texto. De esta organización
rc cncargaba la retórica, específicamente una parte de ella
-la
r,r Arribas Rebollo et al., op. cit', pp' 93-94'
áeDios, Érancisco Montes de oca (intr')' México'
'' ;;;;ür;i;;, io "iudadXXI, p' 44' las cursivas son mlas'
¡t ( )l¡nos, Tratado de hechicerías...,
op. cit., p. 5.
l9ii. lib. scgundo, cap.

r38
r
i

CApmULo III. EL ENCUENTRo ENTRE ¡x)s r,IN(¡(,As


IRAíS HERNANDEZ SuÁnez

t'¿rba dar cuenta de concepción ajena al mundo europeoi


inventio- que desde Aristóteles, Cicerón y Quintiliano
p-
rn una lengua extraña.¡rna
nía una iniegración entre las partes constitutivas del
di
Olmos se acercó- a otra representación
so'. exordio, narratio, demostratio, refutatio y epílogo'
¡rl conocimiento de la Iengua
del mundo gracias
arm m"*i"ara; sin embargo, su con_
ellas concordaban entre sí, para formar un conjunto .t'¡rción cri-stiana prevaleció en er
traslado de textos a esta ren-
co que cuidaba tanto la extensión como el tratamiento
de
r{rír, cuya finalidad fue la evangelizacrón de
da una de las partes, en el ideal estético agustrnlano' los indios.
En esta continua aproximación
comprendió que algunas
Además de ideal estético en la retórica' la armonía ¡ttiicticas y hábitos cotidianos de los indios podían
yó un propósito cristiano mediante el cual Olmos emp ¡rirrre der modero de vida cristiana que ra evangelización
constituir
iu zación en la Nueva España' En primera ins hlr implementar. y e-n un afán por busca-
"uung"ii integrar ambas configura_
el franciscano intentó establecer la relación armoniosa t'i.nes de la realidad _cuando ,,"no,
Dios y los hombres dando a conocer el pecado la
y manera en el discurso_ ináuyO
er¡ sermones sentencias que aludían
euitario. En segundo lugar, buscó la armonía por medio
de a las prácticas de vida
'rs
Irrrhiruales entre ros indios, r..op,uáu, por
conciliación en la relación entre los hombres, por ello la ér en Ios Huehue-
tlu,htolli' La integración de puru:es de ros Huehuetrah-
cuación del contenido textual estuvo encaminada a
modi
tolli buscaba armonizar en "r,"r términos áiscursivos e intentaba
parecían a
las prácticas y hábitos de la vida cotidiana' que rccuperar o mantener las costumbres
de una vida o;;;;u,
o¡o, trunrgr"ái, lu convivencia cordial entre los l"tli"-ti gr", desde la perspectiva de ormos, no
úitimo término, también intentó integrar armónicamento 1,,. todo ro indio era
rlclcznable. Incluso consideró que
ta. ;ptáticas a" lo, ,i"¡J.,,
relación entre la verdad revelada por las Sagradas Escritura¡ rrirn ejemplares en una doble dimensiln:
los hechos manifiestos como realidad del Nuevo Mundo; ¡ frlo dgf
constituian
ello se afanó en incluir a sus habitantes en el plan divino
do .buen
decir (por ello iban incluidas en "rr-
el Arte)y también
*rc'crraban un contenid-o-ejemplar (por
al demonio' ello Ios rescátó ;;-i;,
creación, según el cual habían sido sometidos §r.r'r¡rones para ejemplifióar
iu. ,i'rtu¿"s que se oponían a
mo lo demostraba su persistencia en la idolatría' lus pecados).
l)ara Olmos era evidente que los
indios caían en pecado
fr(,r(lue el demonio se apoderaba de su voluntad,
En acuerdo con el Plan divino *l su relación armoniosa con Dios; así que el fraile." lnrJ.p,ri.,1u
franciscun¡r
lcrrrl.ría como objetivo iniciar restabtecá.
y ra armonía en ra re-
La lengua mexicana había sido intermediaria entre Olmos l¡rt'i«in entre Dios y ros hombres,
él a la len¡ *.aiuni. er conocimienro (rcr
mundo indio, el acercamiento permanente de lr('(''do y Ia manera de evitarlo, pues así cumpría
de con ct pr.rr
mexicana lo condujo a ella no sólo como instrumento rltvi'o de restaurar er camino ¿e ü virtuJ
nicación sino como objeto de estudio; enfrentó tanto las y conducir ras utr¡r¡¡¡
que i
I llt vida eterna.
liaridades lingüísticas el conflicto cognitivo
"o*o
140
CAPÍTULo III. EL ENCUTiN'lR() tiN'tRt, tx)s iliN(IrA\
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

las situaciones d' l)or ello cada uno de los siete pecados mortales prcscnl¿r
Olmos asumió que debía hacer explícitas lr¡r una explicación detallada de sus circunstancias -nlctlinlrlt'
desconocían (po!
p".áá. lu" to, iniios -según él observaba- de abandonar d ll rccurso retórico de los hijos del pecado- y de córno sc po'
los engaños del demonio); AeUia persuadirlos rli¡r cvitar caer en ellos.
demonio y .onu"r"",l"; á; alejar
de sí todo aquello que tuvig
ra tintes demoniacos:
su padre' t' I rr concordia entre los hombres
si un hornbre recibe algún signo de 9" :"U'"' 19.t
que le dejan el trabajo de hacer amts'
una abuela put^ ('onocer y reconocer el pecado en todas sus formas, así como
'no'tá no crea en.eslo' si quizá aún un
tad con el Diablo, aunque'el hiio
lu, .oru, daáas por e] aae.r19 rrlt'rrtificar las maneras de evitarlo *que van ligadas estrc-
hombre agarra i:l 3t:t]:::1
permitiera,el Diablo hacer aque-
I

r luunente a incidir en las prácticas de vida- constituían parte


despreciarlas, parece como si así co-
ll" f-rlr"
ür" no*bt" su madre o aquel que le dejó estas
., rlc las estrategias seguidas por Olrnos para restaurar la armo-
*or;
"n estos signos
áiubóli.us, malos'66 | rríir cn este mundo, que él percibía confuso y discordante. Asf,
lrr ¿rdecuación del contenido textual estuvo encaminada a mo-
para que alguien pose
De este modo, no habría justificación o:..,*t
rlilicar las prácticas y hábitos de la vida cotidiana que parecían
ra objctos de culto al demonio' b1j:,"1 itqli:i:: quien ¡
Irrrnsgredir la convivencia armoniosa entre los hombres; Ol-
al demonio'
creía en cllos; la idolatría era surnisión
OE
rros intentaba conseguir la armonía mediante la concordia en-
medio del pecado interrumpía ia relación :"i ?::::^"':: llt' los hombres.
advertir de las formas ( Con este afán integró las sugerencias y recomendaciones
tanto, Otmos consideraba necesario
que podía asumir et neca!^1¡3
S.]
ITT p(r¡c¡(,¡s y
saIllltrltt, palabra
samiento, J obra)
' rlu(' se hacían a los más jóvenes en las pláticas de los viejos
ltos y pof accioneS lül
F

por palabras, por intenciones o pensamre"l:: I.:^"'-:;;;;"":' tlluehuetlahtolli), para preservar las buenas prácticas y hábi-
en los que no había vo
incurría en é1, excepto en los sueños tos cotidianos de los indios.
tuvo un papel muy i*pott
luntad. La voluntad, o libre albedrío' l)e los Huehuetlahtolli podemos identificar algunas máxi-
de la época' que tenían cor
tante en las discusiones teológicas lrrrrs intercaladas en el tratado de la lujuria:68
origen del mal, ya. 1¡Ul
mo finalidad resolver el conilicto del
que todo 1o había hecho b
éste no podía provenir del Dios No sigas a nadie, no frecuentes el mercado. No te detengas en
krs baños ni en las calles, porque allá está, allá vive, su mentira,

66 lbid., P. 73, cursivas mías' que el


como la relación con dios' en la
67La gracia se concebía p'e"i"m"nte hacia él' si le "n [t4r¡chas de ellas aparecen también en el Arte de la lenS¡ua mexicana, op. t'il.,1t1t
bre podía volverse tt"n"""i""l-'Jiá
tl oiot se había vuelto
lxr' .102.
gracia'
otorgado el don divino de la

142
t
IRAIS HERNÁNDEZ SuÁREz Cepfruuo III. EL ENCUENTRo r;Nl.Rti tx)s t.t1N(¡l,Ar

su gran maldad, el hombre búho que devora


la falda y la camisa'
¡¡rlr¡d-enfermedad tenía como precepto fundamentar
quizá la gran al egradora.6e
evitar ros
cxccsos, ro cuar implicaba tanto la rimitación
en ra canticrad
la serección cuaritativa -en términos de arimentos
El mismo pasaje que hacía referencia a la prohibición de
¿
"rro
llcrrrcs y fríos- de ro que debía ingerirse, así
ca-
en el agua)' por como ra forma
dar por el mercado, por los baños (en el río' ,rlt'cuada de hacerro con ra finalidad de mantener
más
cuando Olmos t er equiribrio
calle se repetía un poco más adelante, *lrrc los humores corporales a través der control der támpera-
sobre el .rtrpro, en la forma siguiente: "Y ahora tú' do:
Esta era Ia finaridad de evitar tanto ra prisa como Ia
no vayas poi el mercado, por los baños' ni por las
calles' 'rc,r«¡.72
-¡ comer con moderación y prevenir ciertas cimbinaciones.
que allá se encuentra el que deshonra,
"l g: pone en peli 'r1lcra,
á lu g"n,., el que vuelve conejo a la gente"'7o Y cuando comas no estés viendo a la gente con
disgusto, no le
Lá utilización de estos pasajes cumplía la función
de
rlcies la comida a la gente con enojo. Áquel que
a ti-llegue algo
ver las emociones de los escuchas, por medio de referer fc darás, fal vez vaya con h¿mbre, aunquesea
,n poquito á" aqrL_
que O-t t-'^11
que les resultaran familiares, recomendaciones llo que tú has merecido. Si comes junto a ulguien,
no así se te
manera eran ya oídas de boca de los anctanos
y que encaJ ¡rtraviese el bocado en la garganta, no te atragantes,
no te atas_
bien en la búsqueda de prácticas de vida ajustadas
al cri ([res, no acabarás el primero, terminarás
hasta que haya acabads.z3
nismo.Paraelmundocristiano,elrechazoalplacerco
los tem
tenía como finalidad guardar el equilibrio entre lltr irlgunas ocasiones, estas recomendaciones recuerdan a cier-
mentos,Tl lo que evitaba la enfermedad tanto
del cuerpo h¡ li'ases que Ferrer usó en er rratado de ra vida espiritu)r:
el poder que el demonio [Y tlc ninguna
del alma; la lujuria representaba manera y por ninguna causa levantes lás ojos a
cía por medio de las tentaciones de la carne' lilr¡rr a los demás que comen [...] Jamás en Ia mesa pidas
co-
ios buenos modales y maneras solían ser un recurso t[ ¡tlguna, sino aguarda la pida otro para ti, y si se descuida de
en
mantener la armonía entre los individuos, especialmente |trrlirlo, tómalo en pacienci¿',.74
urbanidad, la cortesía y la mesura durante la comida;
en l'rrs prácticas o hábitos cotidianos de ros mexicanos
no siem-
punto, haría contacto entre la virtud. ":*: ,':I',i"t:.i. ptr eoincidían con lo que el esquema cristiano virtud_vicio
ispíritu" y la virtud como "comportamiento habitual"'
que

cidiría directamente en la interrelación humana' El equilil ll I n rc,planza o temperancia se entiende como el


equiribrio y excruye tanto er
lllrir) ('omo el abuso, en er.ayuno excesivo
ar que ra práctica-ascéticá posterior
fll lrr¡1irr. En palabras de Vicénte Ferrer: ..que
u-l,o *"no, del pan comas sufi-
,l,rtr'r¡¡cnte' cuanto tu naturareza pide". "Traiado de la vida
osOlmos,TratadosobrelossietePecados,op'cit''p'123'folio347f' espirituar,,, en Forcr.
Jt Vr,,.rrrc y fray José de Gargania, fiogrorto y de San Vicente Ferrcr,
10 lbid.,
PP. 132-133, folio 350' "rr)¡*,
Irrlr¡rl, lliblioteca de autores cristianos, lSiO, p. +SS.
y mal, y la noción
el siguiente capítul,o la oposición entfe el bien el
7r Véase en lf ltlrr,,s. ltuehuehtlahtolli,
p. g6.
pecado como enfermedad' ll Vtrr.ntc l:orcada y fray José
de Garganta, op. ci|.,p.497.

144
145
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ CAPÍTULo III. EL ENCUENTRo EN RE Dos I,IINotJAs

consideraba aceptable; así, poner énfasis en el arreglo lctitudes que mostraban respeto y atención resultaban pri-
nal caía bajo la óptica cristiana en el pecado de soberbia, rnordiales, por ello los ancianos en sus pláticas sugerían:
debía erradicarse. La soberbia adquiría una doble dim
por un lado, constituía un atentado a la hurnildad (la Y si alguien habla contigo, no estarás haciendo dibujos en la tie-
en el adorno, hija de la soberbia); por el otro, los adornos rra, no estarás jugando con algo, no estarás golpeándote los
pies, no estarás meneándolos, no estarás estregándolos, no es-
dados o pintados eran reminiscencias idolátricas en tanto
tarás mordisqueando tu vestidura. No estarás escupiendo, no mi-
constituían representaciones simbólicas de la adoración a
rarás a una y otra parte, no te levantarás con precipitación, tam-
antiguas divinidades, que en la perspectiva cristiana era un poco estarás recostado, tampoco estarás rascándote.?7
to de desobediencia al primer mandamiento y por tanto,
do de soberbia: "bueno será aquél que no siga llevando Tan acertado resultaba tomar una buena actitud de escucha
bordados o pintados a ejemplo del Diablo, como se como ser sumamente cuidadoso en lo que se hablaba, cuando
vuestros
)stros antepasaoos .''
átttepasados".75 sc caía en el pecado de la ira:
Si las reglas de urbanidad en el comer y el cuidado cti
apariencia personal eran importantes en ias relaciones el que tanto persigue algo con ardor, que tanto investiga la vida
nas, no lo era menos la cortesía en el hablar, de modo ajena lo que no es su trabajo, o quizá que enmaraña el pelo ajeno,
lr
encuentran frecuentes menciones a las prácticas verbale§ que es mala lengua, violento, o brutal como esclavo de madera,
to en los Huehuehtlahtolli como en el Tratado sobre los que es duro con la gente, de corazón duro, estúpido en el rostro,
pecados mortales. Especialmente el Tratado de heckic¿ maldiciente, esfúpido en su labio y en sus oídos, que vive a lo loco,
0 que habla sin seso, provoca, habla desatinadamente, dice las co-
R
y sortilegios destacaba la importancia del habla como
sas sin pensarlas. Por ello allácaerá en el lazo, en la trampa, en el
nifestación para identificar a las mujeres corno "min
hoyo, al precipicio allá irá [...] sufrirá enfermo y herido, para
dei diablo".76
desaparecer un día.78
Era fundamental para la armonía en la convivencia
dida corno la preservación de un orden jerárquico
'lirrnbién era muy importante reconocer el lugar social de los
te-, reconocer cuáirdo se debía hablar, a quién dirigirse, en
Itttcrlocutores y a partir de ello rnantener el turno en el uso de la
orden y sobre todo de qué y cómo hablarle. Las sigui
tas nos permiten ubicar lo que Olmos identificó como ¡tllabra -el momento oportuno de hablar-, así como lo que se
tlcbía decir y callar en cada situación.
verbales armónicas, que ya funcionaban en las relaci
rárquicas que mantenían los mexicanos como orden social,
', Olrnos, Huehuehtlahtolli. Testimanio de la antigua palabra (i600) (recogido por
lurrr Baptista), México, Comisión Nacional Conmemorativa del V Centenario dcl
zs Olmos, Tratado sobre los siete pecados marlales, p. 49. lhtcucntro de Dos Mundos, 1988, p. 83.
rr { )lrnos, TraÍado sobre los siete pecados...,
7ó Véase al respecto el capítulo IV Pecado demonio e idolatría: nocicnes en op. cit., p. 177, cursivas mfas.

r46 147
t-
CApf.rul-o III. EL ENCUENTRo
IRAIS HERNANDEZ SuÁnnz EN.|RE rx)s t.ilN(¡t,AI
I

.jas, como cazuelas las revuelvas.


Y no en algún lugar hables sin consideración, no les ganes la pala' hagas apartarse entre sí.81
No dividas a las personas, no las
bra a las personas' no le cortarás así la palabra, no desatinarás ¡
la gente, no le harás olvidar las buenas palabras con las que sG llablar no sólo era ocasión para el pecado,
I...1 Si no es tu momento de hablar, tú no hablarás' no sino que en el pen-
"oir"rru es tu ocasión de hablar o r,rniento occidental de Ia época,
dirás nada, sólo callarás. Y si también ára condición'para;;..i;;
con rectitud' ningunl tttujeres fueran consideradas-brujas,
de que seas interrogado, sólo así hablarás ministros del demonio:
falsedad dirás, de nadie murmurarás. Harás tu palabra muy pru'
dente para resPonder.Te Porque hay muchas myieres
brujas es porqae el diablo sabe que
hlblan mucho, que sobrepasu, á lo,
,,áror;, hablando, que mu_
chas de sus palabras no las guardan
Nuevamente encontramos coincidencia con las ideas que ,u"ho, que las palabras
clignas de ser reservadas las lonfían
recen en el Tratado de la vida espiritual, en donde san Vi en ,eguiOu a alguien, Ias
cuentan a las demás, y por.eso
Ferrer habla de la virtud del silencio en los siguientes es causa de que las mu¡Jes se
gan saber unas a otras muchas palabras tra_
,."."tur, malclades; no pa_
sa así mucho con los varones.s2
Porque hablando de cosas buenas y provechosas para el dmq
pieráa la mala costumbre de hablar palabras ociosas, vanas y siil
prouecho alguno. [...] Algunas veces tendrá licencia para hablar¡
l,l concordia implicaba el respeto a los demás,
mientras que el
tlcsprecio, uno de los hijos ¿e la scueruá.
si se ofreciere necesidad o a ello le obligare la caridad de próa atentaba en su con-
jimo, o siéndole mandado por obediencia' Y entonces I lrrr; n¡syrrente Olmos incluyó un pasaje
de los Huehuehtlah_
muy de pensado y con mucha consideración pocas pa ,,:,:.!,,.,.::")_rr:,10,tos sia" )e"oios morfates, para
.sobre
,rc,rse en el horizonte co_
con voz baja y humilde.so de recepción ¿'r*;";ffi:I
t'ontinuación podemos apreciar urnbo,
pasajes.
El mal uso de la palabra -el chisme- podía tener seria§
secuencias y romper la convivencia entre vecinos, Y no te úas, no te burles, no hagas
bromas del anciano, de la an-
aun parientes: ciana o tlel enfermo, del de boca
tor"l¿a, J"l ciego, Oet tuerto o del
rnanco, del lastimado de la mano,
del que tiene la mano cortada
o del tullido que anda.a-gatas,
Ten cuidado de la palabra de la gente; no te andes haciendo del cojo, ¿el que arrastra el pie o
chismoso, calumniador, en ninguna parte, en medio de la
ll mano o del mudo, deliordo, ¿el locá
á"riirr¿o o del dcmen_
tc, de aquel en quien Ia enfermedad
entre las personas, te andes acostando, en ningún lugar an<ffi estrí, o Oe aquet que sufre
perturbanáo a la gente, no enfrentes a las personas, no como va!l'

lllllos, Huehuehrtahtolti, op. cit., p.79.


?e Olmos, Huehuehtlahnlli, op. cit., p, 65. lllnos. Trarado de hechicerias..., ip.
80 Vicente Forcada y fray José de Garganta, op' cit', p' 497 cit., p. 47, lascursivas son mías.
'

t49
CAPÍTULo III. EL ENCUEN.TRo ENTRÍ] Ix)S LENCUAS

lnels HenNÁNoEz SUAREZ

en faltas' de quien lrn consonancia con los textos bíblicos


quien frente a ti incurrió
con los errores' o de
las cometió'83 I rr cxistencia de América -territ«:rio ignoto- establecía un ne-
, r's¿irio reacomodo en la interpretación de los textos tríblicos
,","1-L:':-.'fii:
¡oh, hijo
no hagas escarnlo de o i:: riilffi:.':ii1,i:J'fli*il,i
.; cl o,e tiene cot'
cor'
1 r¡rrt' señalaban mediante el Génesis, un proceso creador único
ar pobre $erto' ni ar que
-L-^.,,-*^ rrr cl que parecía no tener cabida este temitorio ni sus habit¿r¡l-
::tTt"X1#l'Hñ;;go'
* ;;";;;";o d"l pob'" privado de manos'
del
lcs. Olrnos, al igual que muchos de sus contemporáneos, tant-
iado ios labios' N., cuatro pa'
¿"1 clel que se arrastra a lrrti¡r intentó integrar armónicamente la relación entre la verdad
manco, del patituerto''"i ""¡"' *"aá' ni del pobre sordo' ni del rcvclada por ias Sagradas Escrituras y los hechos manificstos
tas. Tampoco t" f'u'ro'lí''ü'p"U* ni del que sufre quizá en
loco, ni del que t'""";';;;;;t;racia' , onrc realidad del Nuevo Mundo.85 De allí su afán por incluir a

el Pecaclo'84
rus habitantes discursivamente en el pian divino de la creacirin.
l,os indios habían sido creados por Dios pero habían sido so.
dos espacio's
Olmos logró integrar los i),t"""13::t;i'rd;
v rrrt'lidos por el demonio, como lo dernostraba su persistencia
il;,iion"''d" sln.vicelte
:"lH:,[ffi"':;'#un"iuno' Ierrer :! rlr Ia idolatría.
L)
las pláticas de los ? Y:::1:'!::::'i:r\?»:;::i
siete pecat lrn última instancia, desde hacía mucho tiempo el demoniu
en el rratado sobre tos
t0/rj,

:il 5:'ffi;;";;;;'ui""iuo un texto tY:.i"'1':tft


t:;""::Ii Ir¡rlrría sentado sus reales en estas tierras, lo que explicaba dc
!r mortales se puede rrl¡irin modo que se hubiera ignorado su existencia" Así, Olnxrs
los dos u*ll:'de tal
manera
ff:'íí'"',"*H"'"ii"i'J ri"'ut q'"J::t1ti"t*.":ff
rro rlejó escapar la oportunidad que le ofiecía hablar del acct,
hizo imperceptibles tu? que :l
san ¡o cirrnal de1 dernonio con algunas mu.jeres y los seres engrrn-
direrenles' Las ideas
}lil Xlffi#;;;;Ñ ei""i fii'd" u:
rlrrrtkrs por esta vía, en tanto que le proporcionaba la ocasiril¡
TR
Ferrer prautsu
cente I'errer
I"nte planteó !?.,:'1: í:!':::ir1'^
ido de las pláticar rh' integrar a México en sus narraciones.
parcialmente con el contenl
""ir.iO"""s
I o s v iej o s . olmo
s t"bí;:@g :],:Í.::l':lJ:# l\rr fin, el Diablo se transforrna a veces en varón para alcanz.ur
';:Jl"'fia;t*';1;' di'""'o' ",":
de origen distinto' en ircceso carnal con una buena mujer, y a veces se hace mujer parrr
ñ'** la pugna por alcanzar la
arn
tlormir con un varón bueno, y así concibe. [...] Ellos, los gigantcs,
;';:":J';;;;i" "n
más allá de la elocuencla'
ItAl¡1unos textos que permiten ubicar las distintas concepciones mantenirlur crr l¡r
llxr ir, cn relación con la presencia del hombre en América, son Anthony I)l¡¡rlcrr,
I't,,tida del hombre natural, Madrid, Alianza Editorial, 1988; Edmunrkr ()'([rr
tttrtr, /,¿¿ invención de América. Investigación acerca de la est¡ttclura l¡i,¡ttirt'tt ,h,l
ltr, r,' Munclo y del sentido de su deuenir, México, FCE, 1984. Véar¡c turrrhról r.l
¡rrrrlrr¡,o tlc este autor ala Historia natural y moral de las Indias dc Jr¡sé rlc At'o¡t¡
op' cit'' p' 43'
l] lirÍ;.l #; ado sobre tos siete pecactos"''

t50
CApfTULo III. EL ENCUENTRo uN'r'Rt, tx)s t.tiN(¡t,Att
Inefs HrnNÁN»rz SuÁn¡z

así nacieron , los quinametin (los primeros gigantes),86 aún ¡rlicación que incluyera a la Nueva España dentro de lus nu-
no estaba inundado el universo, se llamaban gigantes, eran muy n¡¡livas de la creación desde la perspectiva cristiana. En apoyo
fuertes, viejos, tiraban piedras, traían desgracias' ["'] Eran ¡r csla afirmación presento una referencia a otros gigantes, cuyu
muy espantosos, como beitias fteras. En México, en la morada del rrrrirlogía con la versión de Olmos es innegable y permite dedu-
vXirriy yo he visto sus huesos, muy grandes, de tal modo quo lir que el origen de la Nueva España se suponía muy antiguo;
parece'que por aquí cerca vivieron hace mucho tiempo'87 u' lrata de Jubileos, un texto del siglo I A. C. que explica así el
or rgcn de la humanidad:
Si bien el imaginario medieval estaba lleno de seres mit
cos, en el que se incluía tanto a gigantes, dragones, unic< cuando la humanidad se multiplicó, algunos ángeles quedaron
faunos, elfos, gárgolas, ninfas y otros, la explicación a este tan prendados de la belleza de las hijas de los hombres que
saje en el texto de Olmos me parece que no responde e rlcscendieron a la tierra, adoptaron forma humana y tomaron una
vamente a este orden discursivo.sS csposa cada uno. A través de este acto se tornaron impuros y
El capítulo de Olmos en el que aparece esta mención a pcrdieron la cualidad espiritual que dios les había conferido.
Asimismo enseñaron a los seres humanos muchas cosas que ja-
gigantes no existe en la versión de castañega ni hace él refe
nrás debían haber sabido; les enseñaron por ejemplo a fabricar
óiá atguna a estos seres, en otra parte de su texto' Induda
ilr¡nas, a vestirse de forma seductora, a practicar la magia, [...] a
mente, este capítulo responde a la necesidad de ofrecer una celebrar sacrificios a falsos dioses. [...] las relaciones ilícitas en-
tre ángeles y mujeres produjeron una raza de gigantes, una raza
8óLa presencia de gigantes constituye un elemento de la cosmogonía rlestructiva en extremo.89
cana, que los ubicain la segunda era o segundo sol, según los
Anales de
la Piedra dol
cuyo contenido encuentra su paralelo en la iconografía -que muestra lrl l)'anciscano ubicaba la presencia de estos gigantes antes del
y dice: "El segundo sol que hubo y era signo. del 4 ocellcil (itg"l':t-.1.
[ue rlrlrrvio en términos temporales y espacialmente en el territorio
bieboraniruh (sol del jaguar). t...1 En esre sol vivían gigantes: dejaron dicho
viejos que su salutación era 'no se caiga usted', porque. el .que caía' :" :tf:..l rrovohispano tan conocido por él; hubo gigantes (él ha visto
presencia de hU
siempre;', de esta manera narrativa se explicaban los indios la rrrs huesos) y hubo diluvio (narración bíblica sumamente co-
parte' habrl
fósiles gigantes. Gordon Brotherston' op' cit', p' 306' Por otra
Anthony Pagden, el pensamiento de los rrocida), de modo que esta tierra participó de la creación.
tomar en cuenta que como señala
del siglo XVl.rtuúu invadido por extraños seres fantásticosextraídos
de.la Ijsta misma narración acerca de los gigantes en la Nueva
imagi-nativadelaBajaEdadMedia,loquecondujoalosviajerosdeesetiempol lls¡raña la encontramos en Mendieta,eo quien retoma lo dicho
buscaran gigantes, amazonas o pigmeos. Anüony Pagden' op' cit''
p' 29'
s1 Olmos,Tiatado de hechicerías..., op. cit.,p.3l ' Esta cita nos recuerda el
¡ror Olmos y añade información:
Ríos "" 'de manera
de Brotherston , op cit., p. 366, respecto a que el Códice r'' Nr)r'!nan Cohn, E/ cosmos, el caos
gigantes desaparecidos' debidamente I y el mundo venidero. Las anliguas raíc,c:¡ ilt lu
menciona los huésos fosilizados de
mostrados en el siglo xvt, a españole§ que no los comprendieron"'
lt tU)o(alíptica, Barcelona, Crítica, 1995, p. 200.
'¡' Atlcrnás de Mendieta, también Zoritay Torquemada retoman la mención quc hizo
88 Véase Julio Caro Baroja, .,/a ,áí, d" 1lor"t raras,Barcelona, Seix Barral' 1993'
I llrnos acerca de los gigantes en la Nueva España.
localizar parte de esta literatura.
IRAÍS ÉIERNÁNDEZ SUÁREZ C¡pfrulo IIL EL ENCUEN'rRo liN'lltl, lx)§ I l'N(llrA\

Hallóse en la memoria de los indios viejos cuando fueron con- n tt'r'l'itorio novohispano, con lo cual la acercaba a la rcttlitl¡ttl
quistados de los españoles, que en esta Nueva España en tiempos rlc los escuchas.
pasados hubo gigantes, como es cosa cierta [. '.] El padre Fr. An'
drés de Olmos, tratando de esto, dice que él vio en México en lli.jos míos: incontables son los procedimientos del Diablo para
tiempo del virrey D. Antt¡nio de Mendoza, en su propio palacio, t'rrgañar a la gente. Sabréis que cuando yo,fray Andrés de Olmos,
ciertos huesos rtel pie de un gigante que tenían casi un palmo de ttllá vivía, en la región de Cuernavaca, quizá ya [hace] veinte
alto: entiéndese de los osezuelos ile los dedos del pie. Y yo me ru'ir.rs, un hombre casado vivía en un templo; me dijo que oyó
acuerdo que al virrey D. Luis de Velasco, el viejo, le llevaron a t¡uc é1, el hombre-tecolote [el Diablo], se apareció a un hontbre y
otros huesos y rnuelas de terribles gigantes'er lc mandó que llamara a algunos en secrcto.e2

Volviendo a Olmos, debo señalar que él introdujo ele l'rrrrr integrar lo narrado a la realidad que vivían los interlocu-
que le daban verosimilitud al discurso, ya que al incor lules de Olmos, el mismo narrador se convertía en personaje de
este tema en el tratado lo hace colocándose é1, como ln lristoria y ubicaba el acontecimiento en un tiempo y un lugar
había visto los huesos enormes, además de referirlo a un lrt'olrocidos por ellos; el resultado era convincente, sobre todo
específico: la casa del virrey en México. nr la medida que mantuviera consonancia con 1o vivido y fue-
Además de ubicar su discurso en el horizonte de rece rrr susceptible de ser creído.
de sus escuchas, el recurso de incluir en la narración hec ofrecer una identidad al demonio implicaba ubicarlo tem-
que añadían verosimilitud servía para integrar los evento§
¡rrrirl y espacialmente, no sólo por sus apariciones sino por los
manera que pudieran coincidir con las expiicaciones bíbl lcsultados de su actuación en el mundo:
del mundo.
No obstante, la noción de demonio constituyó en el I lace muchas años. gentes del pueblo eran así sacrificadas ante los
jo de Ohnos un serio obstáculo que le impidió consta tliablos, y colgaban y sangraban como está escrito. A causa de
te allanar el camino de una evangelización sin altibajos; Ol ó1, del Diablo, a veces se recuerda que hubo espantosos sacrifi-
se esforzó por inciuir en el espacio novohispano la cios sangrientos, efusiones de sangre, crímenes; mucha sangre
del demonio, debía convencer a los indios de su existencia sc esparcía en su morada, en México, y esto por todas partes se
poder convencerlos de su maldad. Por ello, la representac hacía cuando llegaron los hombres de Castilla.e3

discursiva del demonio la trasladó -a través de las narraci

"' ( )lrnos, Tratado de hechicerías..., ap. cit., p. 43, cursivas nlías. En la vcrsirln tlc
( ¡r\tlñega el capítulo "Cuáles son los ministros del demonio" no incluyc csi¿ts
')r Fray Gerónirno de Mendiela, Historia eclesiástica indiana (1597), Antonio Nl r¡¡rr r¡rciones ni otras parecidas,
hial Carcía (est. preliminar), México, CoNACULTA (Cien rle México), 1997, p.2út " ll,id., p.69.

154
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

Sin embargo, en la cita anterior llama la atención que Ol


ubicaba los sacrificios en un tiempo atrás en el que él no Capítulo IV
sitúa, no constata con su presencia estos hechos. Más bien,
parece que ha retomado discursivamente a Castañega, que
el capítulo respectivo señala: Pecado, demonio e idol atría:
Por ende el demonio, trayendo a la memoria los sacrificios pasa' nociones en conflicto
dos en que le sacrificaban niños y derramaban en los templos mu'
cha sangre humana como si en ello se deleitase, agora por sus
ministros lo mesmo trabaja, como dicen que se hace entre los
idólatras de la nueva España.ea

La existencia de gigantes cuyos huesos Olmos había visto,


bién le ofrecieron la oportunidad de darle verosimilitud a
aparición diabólica: "Y me han dicho que allá en Tezcatépec La naturaleza humana en el horizonte de Olmos
apareció el Diablo a algunos señores como un gigante, y les
dió que mataran a un guardián castellano que allá gu ruy Andrés de Olmos fue sin duda, un hombre de su tiempo
Et
llamado Juan Cordero."es I por lo que habría que colocarlo en una doble dimensión:
La constante referencia a apariciones diabólicas relaci |rrn«r franciscano y como hombre del siglo xvr. su pensamien-
das con lugares y personas de la Nueva España, la expli ftr li¡e el de un cristiano español enfrentado a la asimilación de
de hechos -como los sacrificios humanos- y la identifi turr¡r realidad ajena, compleja, inquietante e incomprensible. De_

ción de restos óseos de gigantes en términos malignos (de ¡urrrlló su actividad bajo los parámetros de este pensamiento
gen demoniaco) ofrecían argumentos irrefutables de la llrstiano y de una visión del mundo que constantemente entra-
sencia del demonio; ésta fue la explicación más hu cn oposición con el mundo indio. por ello, el intento por
que Olmos estableció y consideró que los indios no vacil hr¡i',r la armonía entre los dos mundos de los que participa-ba:
en aceptar. rl crrropeo -más propiamente cristiano español- y el indio, f'ue
ilr l¿trea más encomiable.
l)csde la perspectiva cristiana de la época, tanto Ia vida co_
lrr) lit muerte encontraban sentido bajo los designios divinos;
')4 Castañega, op.cit., pp. 26- 27. ¡r' vivía para alcanzar la vida eterna mientras que la muerte era
es Olmos, Tratado de hechicerías..., op.cit., p. 45, la cursiva es mía. Este párrafo ¡rirrilclójicamente- la puerta de acceso a Ia inmortalidad tjcl
cxiste en la versión de Castañega.
rrl,rir. seguir los preceptos marcados por la Iglesia carólic¡r

156
15'l
Innfs HenNÁNoEz SuÁREz Cepftjr_o lV. pECADo, DuMoNto ti ltxlt AI,[f^

constituía una ruta para conseguir la eternidad, de aquí la lic. en los siglos posteriores
y que constituiría en gran mecridr
portancia de conocer la doctrina cristiana, los mand lo que los cristianos calificaron de herético. En este
¡ritrte de
tos, los sacramentos, etcétera, de manera que se pudiera scrtido, la lucha sostenida en contra de la enferrnedad y
la
el pecado. ,)r¡e'te adquiriría paulatinamente una nueva dimensión:
una
I-a concepción de la naturaleza humana estaba basada en h¡cha contra el pecado, bajo ra concepción cristiana
de ra vida
dualidad cuerpo-alma, en Ia que ambas partes establecen clcrna del alma cuando el cuerpo fallece.3
relación estrecha e indisoluble. No es casual, entonces, que El pensamiento de San Agustína influyó de manera deter_
to Sahagún como Olmos emplearan en su momento ex ,linante en estas concepciones cristianas, ya que sintetizó
ambos
nes similares que aludían al papel de médicos que h rxrremos de la duaridad cuerpo-arma al desarrolrar una posi-
ejercido en su práctica, así corno nombrar medicina a lo cirin específica en la noción de pecado. para er obispo
¿á ni-
aplicaban er¡ su atán curativo. Así, Olmos en su prólogo ¡xrna "pecado" significaba miseria, pecar era morir porque el
Tratado de hec'hicerías y sortilegios elabora la siguiente ¡x'cado era el camino de la pérdida de la vida del alma (ú gra_
logía: "tocando Ia rnateria de manera que avese y no ci¿r), en tanto que el estado de gracia conducía
a lo alto, i la
I,
I
zoñe a los leyentes o oyentes porque vana es la medicina
más daña que cura y más enficiona que sana: y que antes
vitla eterna.5 Bajo esta concepción era posible ser inmortar
lrr ¡nedida en que se alcanzaba la salud completa
del cuerpo y
en

que da la vida".t De manera semejante, Sahagún se e rlcl alma.


lro
(i en el prólogo a la Historia de las cosas de la Nueva España, Bajo la concepción bíbrica de ra humanidad, específicamen-
el que presenta una analogía entre el médico de cuerpos y tc cn el Génesis, se recuerda de manera constante que por
ri; de almas.2 t'rrdición pecadora, el ser humano había sido condenado
su
Itn r a ser
La vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la gracia y rrr«rrtal. El hombre era una criatura que tendía naturalmente
al
pecado, conformaban un juego de dicotomías que atrav rrurl; y por tal motivo tenía la propensión a pecar
continuamen-
manera de eje la concepción cristiana del nlundo durante lc, lo cual provocaba que enfermara y muriera.6
periodo. Este eje se insertaba en una concepción más a
en el propio pensamiento europeo, que nos permite situar
orden teológico al lado de un incipiente pensamiento, cuyo rMirría concepción Lugo ofin, una riteraturapara sarvar er atma (r600-r760),
den se transformaría en el desarrollo del conocirniento ci tr\is de maestría en Historiografía de México, prisentada en
la ueu-Azcupu,rui.,,,
l')¡,9. pp. 127-133,165, 182-186.
I Olmos, Tratado de hechicerías y sortilegios (l 55j), Georges Baudot (ed., I s:rn ,{gr¡s1i¡
de Hipona,
La ciudad de Dios, Francisco Monfes de oca (intr.), Mc
paleografía), México, trNAM, 1990, p. 3, cursivas mías. rrt,. Po*úa, 1978, específicamente el libro XIV y el capítulo
XXII del libr. XXll.
2 Bernardino de Sahagún, Hisloria general de la cosas de la Nueva España, ! lfcrnard Groethuysen, Anthropologie
philosiphique, parís, Gailinrartr, r()ir.
Ma. Garibay (pról., ed. y notas), México. Porrúa, l98l, prólogo al libro ¡r¡r I I l-l12.
"los predicadores y confesores médicos son de las ánimas..." '' l\lrrr'ía Concepción Lugo, op. cit., p. lg2.

159
CepÍrulo IV. pECADo, DEMoNro E ¡Dor_ATRfA
IRAfS HERNÁNDEZ SUÁREZ

El equilibrio y la armonía tanto corporal como espiritual


Así, el pecado y la enfermedad eran concebidos como
nscguraban la perfecta salud de los individuos: la naturaleza
sultado de vivir en contra de la naturaleza; pot lo tanto, la
lcrnplada convenía a este equilibrio, el cual se conseguía por
fermedad era un error de la naturaleza provocado por un
nrcdio de los alimentos, la actividad.física adecuada y prácticas
sequilibrio de los fluidos corporales o humores' La natur¿
eorno el ayuno y la oración; todos estos elementos ayudaban
corporal de los individuos se relacionaba con la condición
n contrarrestar las tendencias extremas del temperamento.
mantenían sus humores corporales, lo que daría lugar al
Éste es, grosso modo, el conocimiento méJico que desde
peramento: sanguíneo, colérico, bilioso o flemático, ( ialeno se conservaba como parte de la tradición
diendo del predominio de alguno de ellos. de quienes se
tlcdicaban al arté de la medicina; no obstante, hay un punto
La concepción del pecado se basaba en esta pérdida
rlc encuentro con aquellos que, siguiendo a San Agustín, con-
equilibrio entre los humores, que no sólo provocaba la
t'ebían el pecado como una enfermedad. Hay un aspecto fí-
medad del cuerpo sino también un debilitamiento del
riico o corporal que permitiría explicar el desequilibrio que traía
ritu, como lo expone Olmos en el Tratado de hechic
t'orrsigo el pecado: restablecer el equilibrio corporal y restaurar
y sortilegios.T
l¡¡ armonía con la naturaleza podían devolver la salud no sólo
El equilibrio natural estaría determinado en gran me<l
ttl cuerpo sino al alma.
por la condición de los alimentos que se ingirieran y por la
Por otra parte, bajo el influjo aristotélico de la búsqueda de
iiul¿ud física que se desarrollara; aunque no se rechazaba
krs orígenes, se desarrolló otra búsqueda que intentaba encontrar
posible influencia que los astros ejercían sobre la condici
Ius causas de la enfermedad en el cuerpo físico del ser humano.l0
física de los individuos. De la misma manera, el ambiente
La búsqueda de la inmortalidad condujo al hombre por
natural podía cleterminar o influir sobre la naturaleza y
olros derroteros, diferentes a aquellos que concebían al ser hu-
ción humanas; así, los hombres nacidos o que vivían en la
n¡ilno como una entidad compuesta de alma y cuerpo, en la
na tórrida eran de naturaleza diferente a quienes habitaban
cual el alma podía alcanzar la vida eterna alejándola del vicio y
las zonas templadas.s Los primeros parecían tener -a los
rlcl pecado. Salvar almas por la vía de la gracia era entonces la
de los europeos- mayor fortaleza física, aunque tendían
Itrrca asumida por los médicos de almas; este camino era el
al vicio (la pereza y la lujuria, por ejemplo); los segundos
u¡ruesto al del vicio y el pecado.
aptos para la actividad física además de poseer una condi
a toda prueba para vencer las tentaciones y los vicios'e
llcrrrico Martínez, Reperforio de los tiempos e historia de esta Nuevo Españo ( I 60ó),
México, CoNACULTA, 1991, pp. 66,286y 305.
7 Olmos expresa la relación entre enfermedad y pecado en los siguientes r, lista postura dio lugar a 1o que más tarde se conocería como método
,.El diablo los llama . .] para seducir a los que se hallan debilitados, enfe cientffico, cl
nos: [. lnrl, mediante Ia observación directa del cuerpo humano (las diseccioncs nnntó
Olmol Tratado de hechicerías..., op. cit., p.27. [ric:rs) y la experimentación, llevarfa a descubrimientos que en gran medidn conntl
8 Véase más adelante el apartado acerca de los pecados de la gula y la pereza' luycn parte de los cimientos de la medicina moderna.
e Estas ideas que se remontan a caleno son propias de la época, véase por ej

160
CAPÍTULo Iv. PECADo, DEMoNIo E IDoLATRfA
IRAfs HERNÁNDEz SuÁn¡z

Entre el bien y el mal: principio dominante


La similitud que se establecía entre el pecado y la enfet
dad al parecer era más que una alegoría, ya que el
vínculo
y llajo el horizonte de un fraile franciscano español, y de casi
de alma cuerpo -en
-urt"riu indisoluble los conceptos rnismo origen
cualquier cristiano de la época, era inconcebible la exislcncia
concepción de orden teológico-, parte del
c
tlc un mundo y una lengua que carecieran de nociones consi_
el conocimiento médico. rlcradas fundamentales en la vida de la humanidad. La oposi_
No era de extrañar, entonces, que se pretendiera curar ciónl2 entre bien y mal constituía una de esas nociones por
para manten
alma con preceptos que, en principio, servían. ¡¡redio de las cuales se organizaba la realidad circundantel clc
para curar
el estado de salud corporal; curar el cuerpo era útil iu¡uí que las nociones derivadas de este principio dominantc.
la
alma y viceversa. Dá esta postura también procedía t¡ue constituían parte del horizonte de Olmos, encontraran un
cepcián de la enfermedad como castigo de Dios por los
cspacio en su conceptualización del mundo indio.
dos cometidos. El bien y el mal, virtud y pecado, constituyen en el horizon-
Si bien la cura de las almas se efectuaba mediante el tc de Olmos dos categorías dominantes indiscutibles, cuya prc_
de la gracia,rr hacía falta instruir a los iniciados;
por ello'
scncia podría adquirir matices particulares en las peculiares
palabá era importante ya que generaba en el escucha al
c«rndiciones del mundo indígena; el franciscano partió de errc
iaciones en su estado anímico: podía provocar temor' a
repercu ¡rrrncipio dominante y se afanó por advertir las caracterfsricur
tristeza o euforia, lo que traía como consecuencia cspecíficas que el mal adquiría en estas tierras.
el ámbito corporal-, y bus
nes en los estados humorales -en En este orden de ideas, para Olmos la idolatría era resullu-
ba al mismo tiempo, restaurar el equilibrio y la armonía'
tl. de los engaños que el demonio hacía desde tiempo atrtl¡ n
decir la salud tanto del alma como del cuerpo' los habitantes de este Nuevo Mundo, ya que colocó su con-
en b
Por ello, lo que ahora podría parecer una metáfora t'c¡:ción de idolatría en !a lógica del mal y del demonio, conrr
como una medic
de Olmos, cuando se refiire a su tratado ('onrraparte del bien y de dios. Bajo la concepción agust¡nlü
ádqoiere un sentido casi literal cuando me sitúo en
el hori
lrir del bien y del mal, en la que éste es visto como negación rlrl
desde el cual Olmos escribió su prólogo' hicn, se oponen también una serie de conceptos que mflnll§
rrcn la misma relación: orden-desorden, luz-oscuridad, tnt¡trl
c¡rl'crmedad, dios-demonio, latría-idolatría, virtud-pecado, llrlr

rr [)na oposición que san


Agustín planteó -en contraste con la idcu rrronlr¡ttrlrlr
ll la comunicaCión con
La gracia en la tendencia agustiniana se concebía-como rlcl hien y el mal como dos poderes rivales en combate- como Ia existcnch d¡i ht¡lr,
at individuo aJtuar según su libre
que p"ermitía
la gracia "b"dtf:l-:::1,'::1f^:]
f":
o predestinación puede ejet
r ¡rr¡st eficiente, de.la cual el mal es ura causa deficiente,
es decir nu¡gnr,h rhl
i.u"ti.undo la virtud' aunque nadieiin hrt'r. véase el capítulo v de las confesiones de san Agustín, cirado pot l(rnníh
voluntad corectamente. Kenneth Burke, Ritórica de la religión' Estudios de
llrrkc. láid, p. 137.
logío, México, FcE, 1975, P. 127.

t63
C¿.pfrulo IV. PEcADo, DllMoNlo li ltx)l AlRlA

IRAÍS HERNÁNDEZ SUANEZ

rlol espíritu debía contrarrestar esta tendencia. En e$t¿t cotlccp-


a Olmos en la convicción ción, la naturaleza humana contenía el principio de lu tlt¡¡rli'
eje cognitivo irrefutable mantuvo
mexicanos: incuestion
soluta de la idolatría de los indios tlad mantenido entre el espíritu y el cuerpo, que corrfu purulc'
momento en que todo aquello que
no pertenece a
desde el la a la virtud y al pecado, al bien y al mal'14
es irremediablemente iel demonio'
y que le condujo a c En gran medida, el trabajo de evangelización emprcntlltkr
para encontrar la mejor que ver direclulncnlc
cer sus peculiares manifestaciones ¡ror los frailes en la Nueva España tenía
ma para combatirla' c.on el traslado de textos cristianos -que estaban imprcgnndon
i"g,in orden teológico cristiano de '" :n:?^11-:t1,: rlc estas nociones- a la lengua mexicana, y por lo tanto, ctln ln
"f
,"."."?", ;;;;;;; ,. '"!'""ntaba como una incesante.lu lcsolución del conflicto conceptual que provocaban lur no-
;;:;;;;; ;i ;i;* v d",'"tu'. ar mar; "' Y:'1i1"::
-"*::
;' que se asegu
i;'"iáa se encontraba en la vida eterna' lapTp-i:.o^qi^"::
ciones cristianas.
Desde la particular visión cristiana, la carencia de unu ldc¡t'
gru"iu. al camino de la virtud' San Agust* tidad plena entre los conceptos provenientes de una y otru 16ll'
por su parte' la
iuUu trgu, al mal por el libre albedrío; guu -io, ejemplo del pecado y del mal-, encontraba su oxpll'
de actuar
iir*iOí era entendida como la consecuencia cación en el engaño del que habían sido víctimas los indlo¡,
de la gracia'.en tanto los frailes recién vcnldo¡ n
el libre albedrío- en la perseverancia ¡ror parte del demonio. Por lo tanto,
0,, con Dios' que
ésta era concebida como la comunicación cstas tierras tenían que luchar para dar a conocer la verdrd qUo
: mitíaalindividuoactuarconvoluntadpararechazatell provenía de la sagrada Escritura. Esta explicación encontrn'
m y practicar la virtud' ira sentido en la visión dualista del bien y del mal que dio lu¡nt
O"l
,-, r-.^ -
,A purti. del siglo xII, la concepción T11:1::i ¡l paralelismo invertido de una iglesia de dios y una iglorlr rlnl
#; con su ubicación en la naturaleza y su materialización
en
tlcmonio; los indios estaban confundidos, ya que el donlrlnlo
llRrr
¡"á* animales e incluso tldl"OL::f con sus artimañas y astucias les había hecho creer quo I dl
"otur,pát"tio, demoniaca)' Este cambt" ]:t,::"^^t;
:ñil;; en el demonio'
,"" l1 '?:ti:
las brujas' la
tlebían adorar.
mal favoreció la creencia olmos consideró apropiada la delimitación de las entldrdo¡
cería, la idolatría y la superstición.
En contraste, propició contrarias que encarnaban el bien y el mal' Aunque dordc lrl¡
constante persecución de la herejía'13 primeros años de iniciada la evangelización, se de¡doñÓ el
hu
A causa de su naturaleza corpórea' la condición iórmino téotl pNareferirse al dios cristiano, el autor dol ArD ilo
ello el forta
,.ri, prop"nsión al mal y al pecado' por
r{ Esta tendencia nominalista que separa la naturaleza de la gracia l\rplfúfnl
nilnre en el pensamiento franciicano de la época y calificaba tod¡ mlnlh¡lrl'lrttt
13AndréVauchez,Laespiritualidaddelaccidentemedieval(siglosYltt-xu)'Mat r.cligiosa ajena al cristianismo, como idolátrica, inspirada por el domonhr' vlr¡r
p. ror,
Cátedra, 1995,
la tr.er11{a1f:':",*^tltl: t;criando óervantes, El diablo en el Nuevo Mundo, el impacto dcl dlrhlllrmr r
.oe
dualistas del bien y el mal de los cátaros,
"'piiü'iu-rnanifestación rravés de la colonización de Hispanoamérica, Barcelona, Herder' 1994'
p¡t, ll ttt
:ff;';Jñ;i"'ü.'Ñrt"ios
dos de maniqueos y por tanto, de herejes'
IneÍs HBn¡ÁNoEz SuÁREz CAPITULo lV. pEcAt», DtiMoNto tt ilxrt,AlltlA

la lengua mexicana la empleó en sll gramáticals para conf creyentes las diversas figuras que podía adoptar el demonio y
*u, pálrb.us derivadas o compuestas, en las que el sentido los múltiples engaños que solía hacer. Por ello, como mencio-
lo divino se mantenía inalterado. En contrapartida, usó el lré anteriormente, los tratados de demonología eran muy po-
no tlacatecólotl para designar al demonio, además de otros pulares en la Europa cristiana del siglo xvt, especialmente en
cablos indígenas que eran diversos y específicos' No obs lrspaña, donde se publicó hacia 1529 el Tratado muy sutil y
te, en ningún caso Ia concepción cristiana de dios o de hien fundado de las supersticiones y hechicerías de fray Martfn
formó parte del horizonte de los indios mexicanos, al rle Castañega, así corno la Reprobación de las supersticiones y
no en la manera esperada por los frailes. hachicerías de Pedro Ciruelo, entre otros.16
Para mí es includable que los españoles cristianos Olmos mantuvo vigente este principio dominante, ya que
raron que los indios manejaban los conceptos de dios y l)ropuso conocer las circunstancias del pecado para evitarlo,
nio, por ello buscaron de entrada los vocablos corre cn sl Tratado sobre los siete pecados mortales, e identificar al
rle lnonio con sus engaños para poder evadirlo, como sugiere
tes -léotl y tlacatecólotl-, además de otros vinculados a
nociones del bien y del mal. Ollnos enrpleó como est tl Tratado de l¿echicerías y sortilegios.
en la evang eliz.ación, la identificación conceptual y termi Tanto él como Castañega persiguieron el objetivo de infor-
rn¿rr a los cristianos acerca de la herejía, la superstición y el cul-
lógica del demonio con la finalidad de desenmascararlo'
conflicto inició al enfrentar la ausencia de identidad entre to al demonio, para evitar que, por su ignorancia, la Inquisición
y léoll, entre clemonio y tlacatecólotl, entre pecado y I ¡rudiera condenarlos. Ambos autores tuvieron la experiencia
culli, elcétera. rlc cnfrentar situaciones en las que actuaron en defensa de un
De igual forma, las prácticas de vide cotidiana que los cristiano acusado de he§ía: Juan de Matlactlánl7 en el caso de
dios mexicanos mantenían chocaban con la conceptualizat
cristiana de virtud y pecado, desde la cual los frailes q
imponer un orden diferente en la diaria existencia indígena. ru l)cbemos tomaf en cuenta que estas creencias no se transmitieron única y
Bajo el principio dominante en tonro al bien y al mal, la vl lrt lr¡sivamente por medio del género denronológico, siguiendo a Arturo Morgado:
dad acerca de dios y el demonio era incuestionable; no "No podemos olvidar, por ejemplo, las referencias literarias (Cervantes, Feijóo.
lurrcs Villarroel, por citar algunos nombres) ni ios tratados de teología moral [,..J
iante, confirmar la presencia del demonio ameritaba la rrl¡lrrnos de los cuales contienen numerosas referencias sobre la hechicerfa, pucsto
zación de tratados que mediante argumentos enseñaran a r¡rr' hiista buscar el capítulo dedicado a los pecados cornetidos contra cl primcr
rrr¡rDtlamiento para que encontremos numerosas alusiones mágico-brujeriles." Artu-
trr Mrrrgado García, Demonios, magos y brujas en la España moderna, Espuñl,
llrnvcrsidad de Cádiz, 1999, p. 18.
I M¿rría Elvira Buclna, "Información del proceso contra Don Juan, caciquc dc
ts Detéutl,dios deriva tát1tutl, dtvinidad o cosa que pertenece a dios o a su
I

Mrrtlactlán", en Fuentes Humanísticas, núm. 15/16, México, UAM-A, ll scnrc¡trc


Véase Olmos, Arte de la lengua mexicana (1547)'Madrid, Ediciones de
rk' l()()fl, pp. 85-95.
Hispánica/lnstituto de Cooperación lberoamericana' 1993' p' 37'

l6?
Cepfru¡-o IV. pEcAr», t)l(MtrNlo r llxI Attl^
Irefs HrnnÁNonz SuÁnnz

Olmos, y un padre mercedario condenado por la Inquisiciónt ¡rartida por muchos franciscanos, que consistfa en cottru{t ¡lr
con quien se solidarizó Castañega y fue encarcelado'l8 ,- ¡raralelo e invertida2o la presencia del demonio, con unr l¡brlm,
( nrinistros y sacramentos como los que la Iglesia cutóllol l¡ttln
Ei padre Olmos trasladó el texto de Castañega con una
cn la configuración de la liturgia dedicada a dios.
ble perspectiva: por un lado, el manejo directo de los
contel
la La noción de demonio que Olmos propuso respondft f, ulx
dos iefeientes al principio dominante; por el otro'
adaptaci
visión hispana; la concepción prehispánica del mal y ru ptfilr
de aquellos contenidos que le permitirían particulariz1 Y ":
r¡iflcación o cualquier otra noción que él quisieru trüfl¡rnlllr,
textualizar el mal, en el mundo indio' Es decir' la distin
entre el bien y el mal, dios y el demonio, el pecado
y la vi ¡*rsiblemente fueron alteradas por su visión occident¡|, tnulI
so los textos en lengua mexicana pasaron por el tamiz dol plt
no requería -desde el horizonte de Olmos- mayor explicac
por cánstituir un principio dominante; mientras que las
s¿rmiento europeo, de manera que difícilmente puedo lnl'¡rli
; lr
iicularidades que caracterizaban a estas nociones' en
el á csle trabajo una visión prehispánica del mundo. Mi intrnulól
textos' por cs encontrar las dificultades que el autor enfrentó y cótno lm
to novohispano, sí debían ser explicitadas en sus
ahora t rt:solvió, al integrar en sus textos dos concepciones «lol ntultrlil
que en estas situaciones aparecen las referencias que
Es importante advertir que, para el horizonte occidonfil¡ ¡c
nominaríamos culturales.
De la misma manera' Olmos trasladó el texto de San ¡rarte de la indiscutible presencia del demonio en tófmlno¡
rliscursivos, lo cual le otorga una existencia como entldrd ott
te Ferrer sobre los pecados mortales, sin mediar expli
tológica subjetiva sobre la que se construye enunciudor tph
&o *"r"u de qué ,on "i pecado y la virtud; Olmos partió del tcr,ológicos objetivos.zt por ello, si Ios españoles Gnconlfr
supuesto dL la generalidad de estas nociones e
introdujo
elementos que résultaban familiares a los indios
y que les lrn demonios en la Nueva España, fue debido a quo t¡lrlhn
c¡ristemológica y discursivamente; lo que nos interctl lr fd
mitirían identificar las condiciones propicias para el
pecado.'
¡lfi tónica que los tra v.r-tir cómo las nociones manifiestas a partir del discur¡o r lltt
Acorde con la época y en la misma
sobre hechicería y demonología europeos' gran parte del lx)nen (o sobreponen) a una realidad que ellos intentlhln llt
(siguiendo a I.rder, e irrumpen discursivamente en la lengua, f'uncroRlnthl
tado de hechicerías y sortilegios de Olmos
autores se basó en el M' lrr¡ro el ámbito donde se disolvían aparentemente los conlllrrlru
tañega, quien a decir de algunos
la naturalez¡ considerar que los españoles utilizaban conscionrrnrilr
UatZ¡cárum)ts ten'a como finalidad explicar
posición cOt ¡rl tlemonio para infundir miedo y por medio de ér conlñrlri lr
características del demonio. El autor asumía una
crnducta de los indios traería como colofón la suportolón rhl

Fray Martín de Castañega, Tratado de las supersliciones


18 y hechicerías-! d0,
Logroña' España' Instltl ', l,o que se conoce como "teoría de Ia inversión o teorfa de tos parulohrr up$arhn,'
po-rilítaoa,Juan Robert víuro eu4 (ed' e intr' trftica)'
Vd¡lic Castañega, op. cit., p. XXII.
de Estudios Riojanos, 1994, P. XVI'
le Morgado, oP. cit., PP' 107-l19' 'r lr rhn Searle, Z a construcción de la realidad social, Barcelona, pnltlónr, ll0l, /t
¡r

168
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ CApfTULo IV. PEcADo, DEMoNto g rr¡olnTnfn

pensamiento demoniaco, mágico y brujeril que estuvo sonaje indígena, prehispánico, cuando hace alguna aparición
en el pensamiento europeo casi hasta el siglo xvlll. No por México.2a
Este diablo que tanto se asemeja a la identidad cultural prehis-
tante, el demonio existía más allá de la utilización que se
pánica pide algo parecido a la colaboración del aborigen para
de él: acepto la posibilidad de que la noción de demonio
rechazar la nueva religión, y en consecuencia el nuevo estado de
haya usado para causar temor pero no justifico su presencia cosas. [...] es como una tenaz nostalgia de cultos pasados, que el
el mundo novohispano a partir de su función, sino que la noc señor "aparecido" intenta revivir, y patalea rabiosamente ante las
de demonio tuvo una existencia en el pensamiento eu pruebas de su abolición y los símbolos de la nueva cultura. Sí, el
independientemente de los usos asignados. El demonio diablo es aquí, sobre todo, la nostalgia de l<ls tiempos prehispá-
tivaba y seducía, por lo que quienes tenían trato con él no nicos. Y Olmos lo sabe bien cuando añade estos detalles, estas
recían temerle, sino que lo adoraban y reverenciaban, pues lábulas que son suyas, personalísimas, al fárrago de Ia prédica
era su deseo. Su carácter de "espantable" era una función antidiat¡ólica de su colega Castañega, al mismo tiempo que Io
por otra parte, no siempre se cumplía. traduce al náhr¡atl.25

(.)ue el diablo de Olmos era un diablo cristiano no hay duda,


El demonio que Olmos mostró a los indios rr«r podría ser de otro modo; pero ¿cómo encaja entonces qr¡e
cste diablo cristiano sea también la nostalgia de los tiempos
¡rrchispánicos y por ello su imagen se asemeje a esa identidad
{t
¡i Si bien coincido con Georges Baudot22 en identificar a Ol
como experto en los temas de la brujería y la demonología tultural? En lni análisis otorgo otro sentido a las narraciones de
partir de su intervención en Yizcaya y su probable col ir¡rirriciones diabólicas, en tanto que asumo claramente que el
ción con Castañega-,23 no me convence la noción de de ri¡rico diablo concebido por Olmos fue "su" diablo cristiano,
que Baudot identifica en Olmos, que resulta a todas luces r¡uien engañaba por igual a españoles, judíos, moros e indios;
clara e incluso contradictoria. Para Baudot:
(ontra él luchaba con las armas conocidas: los sermones. En
krs que utilizaba como estrategia discursiva, la alusión a conte-
El Diablo de Olmos es un diablo cristiano... es un diablo que nos rridos que resultaran familiares a los indios, precisamente con
atrevernos a calificar de político; de diablo fraguado por una po- lir finalidad de convencerles de su existencia.
lítica colonial. t...1 todas las apariciones diabólicas alegadas Mi análisis del diablo que Olmos presenta en sus sermones
por Olmos revisten los aspectos de una lucha contra resurgen- r'«¡nsidera que él lo reviste de aspectos indígenas, con la inten-
cias prehispánicas. En resumidas cuentas, el diablo es un per- t irin de que la imagen diabólica se constituya en un elcment«r

22 Olmos, Tratado de hechicerías..., op. cit., Ceorges Baudot (intr.)' p. X.


23 Colaboración que Juan Robert Muro Abad pone en duda, en Castañega, op. 'rO¡mos, Tratado de hechicerías..., op. cit.. Georges Baudot (intr.), p. XXV.
p. XXXIX. ' tbid., p. XXYI.

l'7 t

)
Inefs HenNÁNoEz SuÁREz Capfru¡_o IV. pECADo, DllMoNto t1 ilx)t Ail{f^

discursivo apropiado (incluso mnemotécnico)' de manera En los últimos catorce años de su vida, olmos se enconrr¡r-
en sus discursos esta figura alcance la emotividad sufici ha en Ia Huasteca realizando su trabajo de evangelización crn
para conmover a los indios. En mi opinión, fray Andrés runa energía que Baudot reconoce al exaltar sus cualidaclcs:

que en sus sermones tiene que emplear elementos que


"la última información precisa que tenemos sobre las tareas y
flmiliares a los indios, por ello al hablar del demonio y del l¿rbores que asumía en las postrimerías de su vida nos indica
(lue en 1567 seguía manteniéndose bastante activo y que
cado, los contextualiza en el mundo indígena' soña-
Otro elemento contradictorio en la introducción de ba siempre con la pacificación de las regiones del nóreste".2s
aparece cuando se cuestiona acerca de la actuación
del fra I)e igual manera, el historiador considera otros elementos que
.ir"uno en contra de la hechicería. El historiador presenta cita, como la carta que Olmos envió a Carlos V y al Consejo de
Olmos como viejo y cansado para luchar contra la i Indias, en noviembre de 1556, en la que daba a conocer su
pero vigoroso y emprendedor para continuar su proyecto proyecto de colonización de la región, y admite la fortaleza
encontrar una ruta a la Florida: r¡ue impulsaba a Olmos a continuar en su lucha; lo que motivó
su comentario: "Esta carta da cuenta cabal de la vitalidad y el
Pero lo que sigue siendo un misterio es por qué fray
Andrés rntusiasmo que alentaba al anciano religioso, ya en el oca,so
de com-
no intenté obtener los fundamentos de esta herramienta de su vida, cuando se trataba de someter nuevas provincias a Ia
históricas
bate contra la idolatría de sus propias investigaciones .itrrisdicción hispana y ala prédica apostólic¿.,,2e
y etnográficas' A decir verdad sólo una razón nos parece aten- Me veo precisada a comentar que la imagen de Olmos que
áiul". gn 1553, olmos empieza a sentirse viejo"'26 r)os presenta Baudot es contradictoria, pues tenía vitalidad y
cntusiasmo para realizar proyectos de colonización, años des-
A continuación cita la frase del prólogo al tratado de hec ¡rués de que había confesado sentirse viejo para atender de otra
rías, en la cual el fraile alude a que va llegando al fin:
"Y
nranera su combate a la idolatría. Me parece más sencillo seña-
esta maldita llaga [la idolatría] crece o reverdece'
y yo me
lar que olmos luchó erradicando Ia idoratría con ros recursos
llegando al fin, parecióme escribir lo que alcanzo' aunque (lue tuvo a la mano, siempre tomando en cuenta lo que
Según conocfa
sea-más que abrir la senda a los que más saben""'27 tlc uno y otro mundo confrontados y en conflicto.
análisis, esta frase al ser insertada en el prólogo constituye
Tanto la hechicería como la brujería y los maleficios en ra
humilde
recurso retórico mediante el cual el autor se muestra línea seguida por Olmos, al trasladar el texto de Castañega,
justifica su proceder. De manera que es ésta y no otra la scrían siempre considerados producto de las actividades dcl
que la frase desemPeña. tlcmonio. La brujería y el demonio son nociones que ap¿lrccctl

'N lbid., p. XX, cursivas mías.


26 lbid., p. XXVI.
") lbid., p. XVIII, cursivas mías.
21 lbid., prótogo p. 4.
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁREZ
Cepft'ulr¡ lV. l)lrr.¡tx¡. t)tiM()Nt() lt ilx,l AltlA

bajo un buen signo de destino, si acaso debes luchar. si uc¡¡rirl


indisolublemente ligadas, lo cual hace inevitable que al
I
debes construir tu casa, o aun lo que debes hacer, porquc arl
lr de una se involucre a la otra.
muchísimo ofendes a Dios.3l
El demonio nrantenía la identidad que los textos católi
de época le daban, como la encarnación del mal a partir de
la listas alusiones remiten a parle del contenido de la Hisloria ge-
soberbia y la envidia que motivaron que un ángel en el neral de las cosas de la Nueva España en torno a las supersti-
tratara de ser semejante a dios, tras lo cual se convirtió en ciones de los indios, sobre el arte adivinatorio o tonalpouhque,
ser detestable, horrornso, que invitaba continuamente a c,n el que Sahagún fue muy enfático al aclarar que los indios
donar las prácticas cristianas. Todas estas características
¡roseían además de las cuentas calendáricas, otra que:
tenían Ia continuiclad discursiva del demonio que Olmos
sentaba a los inclios mexicanos. La soberbia, característica se usaba para adivinar las condiciones y sucesos de la vida
la identidad del demonio, adquiría rasgos peculiares al ser que tendrían los que naciesen. 1...1 sin ningún fundamento de
ladacla y aclaptada al ámbito novohispano por Olmos. El a.strología natural; f...1 sino solamenÍe artificios fabricados por
monio era soberbio y quería recibir honores como si fuera el mismo diablo, [...] porque no tiene fundamento en ninguna
entonces, el síntbolo del poder mexica (la estera y el sitial) ciencia, ni en ninguna razón natural.32
plía al trono o la corona europeos, y otorgaba a su prese
una característica familiar a los indios. l)ara Sahagún33 era posible aceptar una manera de conocer
I-os engaños del demonio, que en términos generales irquello que todavía no sucedía, siempre y cuando este arte adi-
dirigían a "aquellos que quieren saber cómo están hechas vinatorio estuviera fundado en la astrología natural (el cono-
cosas secretas, o aun conocer acaso el secreto de la vida, cimiento acerca del movimiento de los astros y su influjo); lo
acaso las cosas que ocurrirán más tarde",30 adquirían una (lue no tenía una explicación de esta nattraleza, tendría que ser
pecificidad que parecía adaptarse a lo que Olmos (y tambi ¡rropiciado por el dernonio, y por lo tanto idolátrico, tal como
Sahagún) habían recogido anteriormente en las narraciones st¡cedía en el caso de la adivinación que practicaban los indios.
sus informantes, particularmente lo que hacía referencia a De todos los tratados demonológicos escritos en la época,
artes adivinatorias plasmadas en el tonalpohualli: rrrcluyendo el de Pedro Ciruelo del mismo año, lo que caracterizó

se enoja Dios si como un tlacuache, te vas a encontrrlr a un mé-


dico engañoso fteyxcuepani, bruio)' acaso un lector de destinos tt lbid., p.21, las palabras en corchete pertenecen
a Ia versión en náhuatl y consi.
(adivino) ftonalpouhquil, para que te diga si vas a sanar o no, o rlclé conveniente inse¡tarlas en la cita. Debo señalar que este parágrafo no existc cn
t'l original de Castañega.
acaso las cosas que te pasarán. Esto es triste, afligidor, vergon- I'Sahagún, op. cit., Apéndice al libro IV, p.
378.
zoso, espantoso. No irás a llorar para que te digan si has nacido
'! (]¡nsidero apropiado el punto de referencia, por el tipo de trabajo etnogrll'ico quc
t;rrrto Sahagún como Olmos realizaron.
1o lbid., p. 19.

t74
lnaÍs HEnNÁNorz SuÁnrz CApfTULo IV. pEcADo, DllM(rNIt h
ilr.tl Alili

el trabajo de Castañega -y Olmos lo secundó- era que plantea' La representación e identidad der demonio, a§f conrr rr¡
ba la brujería como una inversión del cristianismo, según la r*rmbres con los que se le designaba,
adquirieron tambün t,rr
cual el demonio establecía una contradicción abierta contra Diog rir de natura,zación en ra Nueva
Espara; en ormos nur¡rn d*
y la Iglesia fundada por él y mantenía sus propios poderes por' .r'ipciones del demonio que lo muestran
bajo un urpo,ofn qu,
que Dios así lo permitía. l«r identificaba craramente con
los indios: ,i" ,.
ui*roro- rt
Castañega planteó la brujería como "una inversión del cris' l)iablo; como el rey presentó engalanado,
:e urf iUan-on¡itf,
tianismo", por lo tanto herejía; mientras que Ciruelo en r¡¿rdos los señores en los tiempos
an-tiguos cuando ibm r hrr"
Tratado en el cual se repueban lodas las supersticiones y lar;. yo ruve gran, miedo.,,36 Ei atavío
chicerías, asumió un cierto eclecticismo entre la posibilid
Indígena qu. uriLin'i
i,riguos mexicanos re otorgaba personaridad *
ar demonr, g¡¡
de la existencia del demonio y la ilusión provocada por olrnos presenró a los indios en sus
escritos, i";;il¡ii;;;,
güentos.3a No obstante, Ciruelo coincidió con Castañega rlc manera que resultara una imagen
familiar
" "flor, u-fliüOl
Olmos en reconocer el origen de la idolatría como falta al p; r¡rre algunos grabados cle_la époóa
y posterior.,
rner mandamiento. rluciend.o ras imágenes del aemonio'con
,igucí tl;n
criterios ouroDrrt
'r'U7!"
Castañega hablaba del paralelismo entre la iglesia de (Véase imagen delDiablo en el Nuevo Uundo.)---
h y la iglesia del demonio, éste deseaba ser venerado y por
tanto tenía sus propios templos. Olmos no dudó en ubicar
La identidad der demonio estaba vincurada
,:l n:TPrr con el que se designaba, mediante
estrcchÍnr,,r,
lu ,olroiilii.
[,' existencia de estos lugares de adoración demoniaca en el rlisoluble entre significado y slgnificante,
emperor rroiil'ül
bito discursivo mexicano, de modo que valiéndose del tontar en cuenta que Olmos recurrió
#
lltt
ter aglutinante de la lengua acuñó un término que cucntemente a los nombres en castellano:
en sus textot mU, hr.
demonio, Ciítrtl-y
apropiado para referirse al templo del demonio: "así es ella, srrranás. Los distintos tipos, propiedades,
poderes y miiJiiliru
casa del diablo, la casa del hombre búho; en ella se ve a tlc los diabros serían una constante en
una riteratu. dtm,
los descreídos, todos aquellos que no creen en el r,lrigica cada vez más desarrorada, Ia imagen
demonhil uur
ro Dios".35 rr¡.srraba el Malleus Maleficarum, establecl¿
Los rituales demoniacos en el caso de la Nueva España ¡rlícita entre er nombre y
,nu ii
ra caracrerísrica arudida, "la.tCi
r)rras cosas, se abordaron sus innumerabres
¿oi¿ülnir,
quirían otras peculiaridades a diferencia de los que sucedían ¿rnomrnroldnr¡,
Europa: el demonio hacía perder el juicio con el pulque y l)i,blo, Demonio, Belial, Beelzabul, Satanás, grtom,ii,
hongos que consumían los indios. f n«rtleo, Leviatán,
Mammón.37
Ai

ra Morgado, op. cit., PP. 115- 117.


t"
ts ()lmos. Tratado de hechicerías..., op. cit., p.23, cursivas mías;la palabrt lhttl.. p. 43.
r r rc x i ca nt¡ es y n I I ac at e c o lo c all i, li¡er almente en-hombre-búho-casa. " Mrrrgado, op. cit., p, 23.

1"1 6 177
Ipats H¡nx.rxoEz SUAREZ CAPÍTULO IV. I)trt.¡t x r, t rt t,r r, ,
^
I r ,, ,1

En el Arfe de la lengua Mexicana de fi.ay Arrtlrr.,, ,L llrrr,,


t¡)''' rr dif'erencia de las artes que ven Ia luz nt¿is tiutft.. lrrrl,,, ,,t,,
rlos menciones al demonio: la primera que lirr.
,rrlrr¡rrr,r ,,,r,,,
.'jemptro para dar cuenta de la formación cle rrs
¡rrrrr,rr,.. , rr rr
tlue aparecía el términa tizitzimit ,demoni()' t..tt ttntnt, ,1,
nronios"; y en la otra ocasión al ejemplific¿u.t.l rr,,o,1, l,r
't ¡rtrsición uicpa, aparecía la frase yuicpaoninotrtt(rrtttrt t tt ,1t,,
¡,,,
,*)t
, ltlo la que tradujo como 'líbreme del diablo'. l,,r¡ r.l , ¡r rr rr,r,,
:.'-#-
,
§ ,lcl siglo xvr, diablo y demonio fueron consittt.¡;¡rlr,, ,r,,rr,,,
scgútn lo podemos constatar siguiendo
u.t 1 a Ollrros, pr.r,, r ,t,r ,,
I c¡t su Trqtado de hechicerías y sortilegios, crr r.l r¡rr,
,. ,rl,rrt,,
"Vosotros habéis de saber que
este hombre_ltril¡rr,, .,, ,,,,,,,t,, ,

Y,lY' sc Ilama verdaderamente por una multit,tl rlt. rtrrrl,r,


,r,rt
(; {:,r l*r'',ri .ingel, Diablo, Dernonio, sathán."3e No o[-rsrlrrrr.. ll,r,,r
r
Ir j
:rtcnción que aquí no volvió a ernplear el tér¡¡lirr,
r¡tte apareció en su lugar tlacateculotl t ht¡tttl¡tt,
t tt ,,ttt 1r,,,
r

,11

ltttlt,,, tl, 1,1,,,


,t r)os ocuparemos a continuación siguiendo Slrlrir¡,rrrr
tt;
r

ir l rr , I
t rrpítulo dicz del Libro de los coloquios,
Sahu¡irrrr lrtr rt,, ,,,r,
r , ,i r
tluir sobre las concepciones que él había ilrlt.r¡rrr.trrrl,, ,r, I r, ,
lf'r,: tle las creencias de los indios, lo que consitjcrri (lur, ,,r ,r ,,r,
¡rrba nrás a la naturaleza de los diablos:

Es de saber que Ios buenos ángeles vencieron l ,


lo., rrrrrlr,,, ¡ r,,
fue por la ayuda especiai que de Dios rescibit:t.on ll,, ,rr¡,,
l,
son inmortales; aunque pelearon nadie muriti; 1r,,, r¡r, ll, r,,r,
vencidos perdieron su honra y dignidad y las ri«¡rrt.z,r., ,¡
lr, r¡rr,, rr
ra que nuestro Señor Dios les avía dado, y fuer.orr t.r.lt¡rrl,,,
¡ rlr ..rr
rrados del cielo empíreo; f'ueron encarcelarkrs (.r l¡r rr,¡t,rl
rl, I
ayre tenebroso, fueron hechos diablos horriblcs, (.s¡,rrt¡rlrl, , .,
,
Representación de r rn il io:; rrex icano (l {u i tzi lopochtli)
¡ llri la versión en náhuatl
como un diablo con características eüropeas, o mexjcano aparece tlacatt,t.ulotl
' Oirnos. Treiado de hechicerías..., op. cit., pp. l3_14.
tomada de Cervantes, F. l',1 diablo ¿n el Nttevo lvlundo, ( l99a). p.
cepÍrulo Iv. Ptr^lx), l,l(MoNlll lr ll)lrl Al¡lA
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

tzuntemuc, piyoche, tzum- En la imaginería medieval europea, las represctlltt('lotl$¡ rlo


Son los que llamáis tzitzimi, culeleti,
son soberbios' los seres que conformaban el panteón mexicuntl ctthlntt ¡rrr
po"lrp*ti * se puede decir su fealdad y suziedad;
ispantables, crueles, invidiosos' fectamente en las diversas advocaciones del dir¡bkr tl tlc rtt¡
an sembrado sus engaños y ministros; de igual manera, se ajustaban las rel¿¡cl(lllst ¡rlx
Estos son los que por todo el mundo
y a muchos engañaron y los
traiciones, y se fingieron ser dioses blecidas por los humanos con estos seres y lus hnhll[lnrln¡
a vosotros' y sabed por
creyeron y adoraron, y ansí os engañaron desplegadas por ellos.
todos quantos adoráis es Dios
cosa muy cierla que'ninguno de En la cosmogonía cristiana era impensable la cxitlaltcln rlo
quI tudos son diablos ynfernales.Ñ
ni dador de vida, -u, dios sin la presencia del diablo; basándose en las Sugrnrlur l(r
que no sólo los crituras, el diablo estaría en los orígenes mismos dc lt¡ cmnshllt
En esta cita de los Coloquios encontramos Por lo tanto, los frailes enfrentaron un verdadero y collllll§ll¡l
muchos y variados'
nombres que recibieron los diablos fueron rno problema al intentar otorgar una identidad al tlluhlr¡ olt ltl
mismos se multiplicaban'
sino que las representaciones de los concepción indígena y manifestarla en sus lenguus; lo qtto llr'
un obstáculo serio
Estadiversidad y rnufiipfi"lOud constituyó vó a resolver parcialmente el dilema usando el lérntllttl ¡ll
evangelización tomó
al proyecto f.un"ir"uno,'¿" todo que la castellano. No obstante, además del término, debfu ent't)lllllll
a la idolatría' en el que
las características de un abierto combate se la noción que le daría sustento, cuya construcciólt etllt¡llltl
h la transfiguración de nociones del mun'
¡uguron un papel central armazón discur' yó parte importante del proceso de evangelización.
i Jo"o..iO"nüll el intento de ser vaciadas en el La decisión del padre Olmos de nombrar al demonkl t'ttlt r'l
Olmos con la mexicana'
sivo de lenguas extrañas, como lo hizo término mexicano tlacatecólotl contrasta con la al'irlttttt'I1lt rlr'
u pie a concebir su
La existencia de numerosos nombres daría Sahagún, quien advirtió la inexactitud terminológiclt lll $l ll
)il porque exis'
tA
pr"r"r.iu .o*o utgo i,refutable; algo tiene nombre que no hay tulo del capítulo XI del libro cuarto:
te y su existencia d" tal manera ligada al nombre
",ia resultó de suma importan'
separación entre uno y otro' Por ello' Del septimo signo llamado ce quiahuitl, y de su «lcs¡l¡lrt¡tln lnl
indígenas al Maligno'
cia encontrarle nombieal en las lenguas tuna; Cecían los que en este signo nacían eran ni¡lnltttlllllt'llr,
brujos, hechiceros, embaidores, es de notar que clilc vulttlrlu
tlacatecólotl propiamente quiere decir nigromlntictl o lrtttfl,
los.coloquios' Coloquios y doctrina cris' impropiamente se usa por diablo.a2
a0 Fray Bernardino de Sahagún' Libro de
F'on"¡sco inviados por el papa convirtieron
tiana con qu" U, ao"" J¡oy1"')" Son
mexicana..y española (152-4),p.a1ea.c::t:-9,
a los indios de Nueva España en lengua
(paleografía' ed' y notas)' México' UNAM'
lil diablo o demonio que Olmos presentó a los ilttlio¡ lnltltt lrr
edición y notas de Naiguet LeOn-fortila capacidad de cambiar de apariencia, de penetrur cll lll lll{l$llrr
1986, p. 92, la cursiva es mia'
;,'ff;il;ii é#;; ;;;;;; critura de ta his toria'M:.1:tYll:"J:111"^:1':H:
i-po'tun' u-**PiT:
Hil:ru; ,io .,'i ál, ii**" deu posesión '' Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosus lr' lt Nnn¡t h¡ll,fi,t
:iT"t::'::,:, :'l J:*'
t i

en Francia' a rinares der siglo xvt' t I. lib. cuarto, cap. XI. p. 334.
fi"Jll,líí,i:;ñ';i;.;;;;;
C¡.pÍrulo IV. PttcADo, DtiMoNlo E IDoLAI'RIA
Inels HrnNÁNoEZ SUAREZ

que se llaman sortilegos o acaso magos pagan sus culpas en


de los objetos e incluso en los cuerpos de las personas, y plan-
una hoguera".46
teaba esta característica como algo conocido de tiempo
Estos servidores del demonio estarían encargados de reali-
atrás por sus lectores-oyentes y de paso incluye la figura del
zar las ceremonias y rituales que a semejanza ¡Je dios les soli-
brujo o nahual: "Sabréis que hace ya mucho tiempo, de cuan-
cita a sus seguidores, además de conseguir más adeptos del
do los abuelos, el Diablo penetraba en una piedra, en un paio,
tlemonio. Ellos eran capaces de engañar y ernbaucar a la gen-
en una persona que servía de intermediario, para hablar, para
te gracias a ciertos poderes que les otorgaba el diablo.
engañar mucho."43
Bajo esta concepción de una iglesia del demonio paralela a
El demonio contaba con ministros a su servicio, que recibían
la iglesia de dios, toda la actividad que pudiera contener un ri-
diferentes nombres: brujos, hechicerr¡s, xurguinos, magos (pre-
to o frases extrañas podía convertirse en un acto de idolatría, y
ferentemente mujeres). Esta terminología encuentra una cui-
quienes participaran en ello eran considerados seguidores del
dadosa explicación etimológica realizada en la época por
tlemonio, brujos, y por tanto, sospechosos de idolatría. Olmos
Covam;bias en el Tesora de la lengua castellana, bajo la entrada
veía en el mundo de los indios la presencia del demonio como
bruxo, bruxa.aa Por su parte Oln-ros, siguiendo a Castañega, cla-
la antítesis del dios que quería imponerles.
sifica a los servidores:
Paradójicamente, todos los esfuerzos del franciscano die-
ron como resultado que la presencia de tlacatecólotl, median-
Hay dos especies de servidores del Diablo, hechiceros que por
pacto expreso se someten a él formalrnente y por su miseria le per-
te elementos familiares y reconocibles, mantuviera su fuerza;
tenecen. Unos a quienes el Diablo de verdad los hace caer en una de modo que en la época actual manifiesta su presencia entre
trampa porque se los lleva al bosque, a los campos, por los aires o los indios contemporáneos hasta el punto de otorgarle un sitio
l
! quizá por el mar. Y aun los otros, que sólo pierden conciencia co- cn las plegarias o cánticos, que se mantienen vigentes en la
mo en un sueño profundo; les son revelados hechos lejanos aun- lengua mexicana que se habla en la región, en los que aparece
que secretos, y estas revelaciones son a veces falsas; sin embargo, tlacatecólotla7 precisamente junto a Oimos:
las comunican porque se hayan engañados por el Diablo...a5
Ay, señor san Ramón, señor Santiago
Para la realidad novohispana, Olmos encontró similitudes entre Señora Cecilia, santa Catalina, san Andrés Olmo,
estos servidores o ministros del demonio y los nahuales: "y Aconseja bien al señor hombre búho,
ella, la nahual llamada bruja fue así quernada, porque aquellos
4u lbid., p. 41. Castañega, op. cit-, p. 19 dice: "E este nombre bruxa, es un v«rcablo
rialiano que quiere decir quemado o quemada, porque la pena de los sctncjantes
a3 Olmos, Tratado de hechicerías..., op. cit., p. 17. Este párrafo no existe en ia ver- sortílegos y magos era que los quemaban y así les quedó tal nomhrc, con la
sión de Castañega.
« Sebastián de Covarrubias, op. cit., p.238-239. ¡rronunciación castellana, que es otra que la italiana".
r/Véase la imagen de Tlacatecólotl entre los nahuas de Chicontepcc.
45 C)lmos, Tratado de hechicerías..., op. cit., p. 53.

183
r82
IRAIS HERNÁNDEZ SUÁREZ CrpÍrulo IV. PECAIX), trl(M(,Nr) lr ilrI AiltlA

Que no nos odie, que se alegre, que se ría,


Que ya no se enoje, ustedes deben convencerlo,
t,!,4 h l, , Apacígüenlo, que no nos odie...a8

{J':A"f,t Resulta perfectamente congruente con la conce¡rcidtt t¡tto lur

-,) l, i '* indios realmente estaban interiorizando, por medio tlc lu ¡rtr.
dicación de Olrnos: tlacatecólotl resulta temiblc si rc lo lrnt r.

/,Í',ilxl;¡l enojar, él desea ser adorado con plegarias y oruciottor I llnl


tación de Dios: "Es orgulloso, presuntuoso, muy furtl'urltltt rlr

tt 4.a*,_i*
trlil \\ U seoso de ser alabado, siempre anda buscando honurol, hlt¡
cando elevarse. Quiere ser estimado, quiere que sc lruhlc th ó1,
quiere que io traten coino a un dios. Mucho desen el ft{n lxr

r}\^-_ír;YYl
'\/
der de Dios."ae No obstante, si los indios rezan en su ¡lo:nhro ¡r
logra controlar su furia y ¿quién mejor que Olmos (olovnrlu n
santo por la memoria colectiva) que tan bien lo con([§ llun
\ \. que interceda por los indios y controle el enojo «le lhutttot'tl
\YV lotl? }l4lueve a la reflexión un resultado inespera«lo y opu0rlu rr
\\ ./'
I \ '\ rrl,'
las intenciones de Olmos.

11i
l\t' El pecado y la idolatría

llajo el principio dominante en el que se desarrollrl rl ¡rr.l


samiento de Olmos, la distinción entre el bien y cl lilltl urnrrt
Tlacatecolotl
t8 Félix Báez-Jorge y Arturo Gómez, "Tlacatecólot, señor dcl hlelr y rlol rrrll tll
tlualidad en la cosmovisión de los nahuas de Chicontepec)". cl¡ Johtrrfit lhlrll r
Representación actual de Tlacatecólotl entre los nahuas de Chicontepec, Ver., l)íez-Jorge (coords.), Cosmovisión, ritual e identidad de los ¡uu.hhn l,llllp,thr ,h
tomada de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, México, México, FCE-CoNACULTA,2001, p.443. "Oración rc¡istlrrlu nt ul tttnrrl llt
edición parcial en facsímil de los Códices Matritenses, vol. 6, Madrid, 1905' vado en honor de Tlacatecólotl, celebrado en Toloncuitlata (Chicorrlc¡nr')", r'l l,¡lrtr,
'
Fototipia de Hauser y Menet, pág. 2, que corresponde al folio 250v' y traducción fueron hechos porArturo Gómez, coautor y nuhutlruhlnrrl¡ rlr, lrr tr'ylrll
Con catalogación en esta biblioteca COD/F l2l9lS23lpiv.6
"'Olmos, Tralado sobre los siete pecados..., op. cit., p. 15.

184
u7
CepÍ'lul-cl lV. lI r ,ltrr. rrr Ar¡, ,r,. I r.,¡r , r
IRAís HERNÁNDI]Z SUÁREZ

fuerzas oponentes concebía ai demonio corno


el enemigo de der¡ronio cerraban un círculo en torno il lir t.orrr¡,rr r,,trrrr rlr I

de las cosas ¡tecadcl y cómo evitarlo, cuyo eje centrirl r.r¡r pl,r t,,,rr, rrt,
dios padie. Por esta raz6n, el desconocimiento
no sólo el re- la idolatría. Cada pecado con todo y sus hijos irrlr¡rrlrtrr lr,rl,, l,¡
de Dios porJía conducir al clemonio, a la herejía;
chazo sino la ignorancia claba lugar a la
idolatría: ¡rluma de Olmos un toque característico, ),¡t (1ilr. ,,r.il,11,il .rl
circunstancias implicaba ponerlo bajo el conl(.\to ltrltl,, l,r
pues la ignorancia entonces es peca«lo ["'l
cuando alguno puede Siguiendo la tradición agustiniana, los ll.tutr r,.r rltlrr ,1, ¡,,,
hecho: y no tlían la postura según la cual el pecado cr¡r t.rrlr.rrrrr rlrll ,lr,
y a.n. slibe, alguna cosa o del clerrécho [sicl' o del
Asy como es loable
hace lo que es en sí para lo saLrre [sic]' t"'1 ¡rodía preceder a la muefte eterna, si no se t.lr¡¡rr,rrrlrrlrl r,l , rmrl
muy dañosa la igno-
la ignorancia de lo malo y vicioso, así es no por medio de la virtud; por ello, r¡eclialllc ln,. r,r,,r nlrr.,r
,on"iu d" io bueno y obligatorio y virtuoso"'5o transmitidas durante la predicación, los c¡'isll¿rr¡or r.trut , rtlrl
rtados a llevar una vida saludable tanto cn lo t r,t¡rrrrl ,,rr,,
De rnodo que, una de las maneras de evitar
la infidelida<l por en lo espiritual.
ignorancia sería dar a conocer cómo actuaba
el diablo en su afán
Precisarnente esta relación entre el demonio, r.l ¡rr,r rrrlr ¡ l,r
el riesgo que ello implicaba:
d"e conseguir seguidores, con todo ,:nfermedad, encuentra explicación
-de acucrtl() ( on r,l r.rr,,
cimiento de la época- corno condición de salrrrl rlt.l rrlnrrr I rh I
Pero para que nadie diga que no conoce-su
falta' las cosas mal
cuerpo, qlle se delimitaban mutuamente, en ¡lrlrrl'rrr,, rlr. llr rr
hechas, entonces ," ¡uiuti' aquí todos
los modos que tiene el
mucho' hijo mío
lico Martínez: "la varia disposición y complcxir'rr rlr, Ir¡ r lr r
Diablo para .ngañai a las genies' Te suplico
escuchar ai revés'sl ¡ros hace mucho al caso para la variación dr: lir, ( r,,llltlrrr r
r¡uerido, de poner el n'rayor Ál¿u¿o para no
af'ectos del alma, pues vemos que el ánima ltrrry rk.urrlllrltrr ,.,
era necesario 'oalTancar ntuda y Se compone con Ia complexión del crrcr.¡r,r, | | ,rrtil,¡il,
Olmos arJtnitíit (ltlc p¿tr¿I plantar la verdad no de necesidad, porque el ánima rige y gohicrrlr cl ,l, r¡,,,
hechizerías y
primero las nlalas yr'trbu' clc los vicios' herejías'
si bien. omitía El vicio y el pecado favorecían el deterioro lrrrrtrr r[.] r,,¡rr
abusiones y supcrsticitlncs"'51 lln esta expresión' ritu como del cuerpo. El daño que el diablo ¡lotllrr , rlt¡rrl r rr
la mención a la irlolatría, nt'¡ la cxcluía, ya que el
conocimiento
ignorancia que la causaba' tre los humanos era múltipie y variado, los n¡;rh.., ¡rlr.r trrlr,lr ,r
de estas cosas servía para crradicar la su persona en forma física con enfermedadcs y ¡illlt lrt tilil) I
estabart sumidos
Para Clmos eru intl"lublc que los indios
para proceder a apar- lc;54 en el entendimiento, alterando la percepciulr (h, lrt,, nr'r,
en la idolatría, debía convetlcerlos de ello cn el sueño, creando la, falsa sensación de qrrc ll r¡.rilr¡lrr r r,r
e identidad del
tarlos; los esfuerzos por mostrar la existencia

Olmos, Tratado de hechicerías"" op' til''


50 p' 5'
''1
Henrico Iv{artínez, op. cit., p. 305.
st Ibid.. "Exhortación al Indiano lector"' p' I l '
rVéase el apartado IV. I "La naturaleza humana en
s2 lbid., p. 4. el holizollr rI I lrrr,,

186 187
CApÍTUr-o IV. PECADo, DEMoNro E roolnrnfe
Inefs HnnNÁNoEz SuÁREz

tácita de estar sumergido en la idolatría, pues al pecar se aleja-


vivencial; aun las pertenencias podían ser alteradas por su po' ban de Dios y se convertían en adoradores del demonio.
der (si dios lo permitía). olmos añadió a la versión de casts'' Para comprender cabalmente la noción de idolatrf¿¡ que
ñega un capítuloss en el que ofrecía evidencias de toda la ca¿ Olmos manejó en sus sermones habría que considerar lo
pacidad del demonio para causar estos daños' que planteó en el conjunto de sus escritos. Entre otras cosos,
De aquí la importancia de advertir acerca de los peligrol cabría destacar que en el Tratado de hechicerías y sorlllegkts
qu" una vida pecaminosa; por lo que Olmos' si'
"onil"raba no hubo jamás una mención directa a la idolatría ni a los frlo-
juiendo a san Vicente Ferrer en el'Tratado sobre los sierc pa.
los, pese a que el texto íntegro fue un escrito en contra de ellu,
iodo, mortales, puntualizaba en tres aspectos, al tratar-cadq Es decir, sólo una visión de conjunto que retome las mencio-
uno de ellos: ¿cámo saber si el pecado está en uno? ¿Cómo nes a la idolatría planteadas en el Tratado sobre los siete pe-
desprecia Dios o manifiesta su descontento por ese pecadof cados mortales y las entrelace con las nociones de pccado y
pecado?
¿Cómo curarse o librarse de ese demonio, que manejó en el Tratado de hechicerías, vincuhda
Soberbia, avaricia, lujuria, gula, ira, pefeza y envidia a su intervención en el proceso al cacique don Juan de Mutl¡c.
los pecados mayores que prohijaban a otros tantos; a t tlán acusado de idolatría, permite reconstruir la posición do
habría que identificar para poder prevenirlos' No obstante' Olmos respecto de ella.
primero era el peor de todos, ya que al interior de él col
,.t
fll
ir La reiterada mención entre los pecados mortales dc olo.
ü¡ ádoración al demonio se encontraba la idolatría' mentos propios de la tradición indígena: el pulque, los hon¡or,
Gracias a las estrategias de Olmos, cada pecado en la pintura facial, el bordado y adorno en las vestimento, ¡o¡
la expresión de sus circunstancias mediante los elementos cul1 ídolos y ciertas costumbres -como la poligamia- prctcndl¡n
turalás indígenas que eran ajenos al mundo cristiano católi destacar el carácter idolátrico de la cultura indígena moxlor.
del que él procedía. Desde su perspectiva, los elementos rer na. Olmos intentaba mostrar en cada uno de los casos cit¡dor
tían implícitamente a las manifestaciones de la idolatría con' que el pecado estaba ahí, entre las cosas familiares sobro hr
tra la que tenía que luchar. cuales los indios deberían tomar plena conciencia de su pro.
En el tratamiento que Olmos hizo de los siete pecados mor' cedencia demoniaca.
tales distribuyó características culturales indígenas' aunque en
ningún caso mencionó que se tratara propiamente de un acto
idolátrico. El reconoci*i.nto de estos elementos por parte dO Soberbia
los escuchas debía conducir necesariamente a la aceptación
El demonio era fanfarrón, orgulloso, presuntuoso, tlctcttbn ol
poder de Dios y ser adorado como tal; tenía la l'ucultod do
Tratado dl
ss Al que tituló "Del templo y naturaleza, potencia y astucia del diabto", cngañar a los sentidos y persuadir. De modo que sc u¡xltlornhrr
hechicerías..., oP. cit., PP. 27-31.

t89
r88
IRAis HERNÁNDEZ SUÁR,EZ C,qpÍrulo IV. I,lr'Atx,. Dt ltlñtl t, il(l \thtr

de la voluntad de quien no conocía a fondo la verdad y se de- visión unánime del bien y del mal; estas (l¡lcl'clrt,ln¡ l¡¡¡rlutr
jaba conquistar. convirtiéndose en su vasallo o ministro, y por evidentes en la conflictiva concepción de lu lrr.irrrtu l(l fulul
lo tanto, en idólatra. La soberbia era el pecado que mejor defi- terio, uno de los hijos de la lujuria, constituy(i ulru rlr lrrr ¡rtl
nía a1 demonio y el que cometían quienes lo adoraban, porque blemas más difíciles de erradicar entre las prlctit,nr rlo h¡ llr
iba contra el primer mandarniento. dios mexicanos, quienes no cejaban en su enr¡rcilo rlt trlillllr,nr,r
Las prácticas religiosas que admitía la Iglesia católica co- relaciones maritales con varias mujeres a Ia vc¿, l,r¡r llnlh¡ llr
mo liturgia cristiana señalaban la diferencia entre el bien y el sistían en imponer la monogarnia y el matrinrrxlio t'rrlrlllru tt Lr,,
mal, lo propio de Dios y del demonio; tanto en los elementos indios bautizados; no obstante, el éxito de la crrr¡tlr.iu lu trrlrt
que usaban como en la calidad de las palabras proferidas. ba asegurado ya que pese a ser trautizados lllanlclrfrrrr lrr ¡rrllr lt
Mientras a Dios correspondía lo limpio y lurninoso, el diablo ca cultural de tener varias esposas.
estaría rodeado de lo oscuro y sucio; Olmos fue más especí- Desde el horizonte de Olmos, los indios t¡uc irrt,rtnltll r,l
fico al oponer lo bueno y limpio a la adoración de ídolos y la esta falta respondían al llamado del demonio y rrt,lrrrrlrrmt r un
pintura faciai: "Del mismo modo pensarás en la venerable vida hipocresía: "el adúltero que defiende a su manccb¡r, ¡t ¡ll r ur,trlrr
de los Santos amados por Dios, cuan buenísima y iimpia es, y ¿acaso no tiene corazón doble? ¿Acaso no reza cn vrrnu'/ 1,Aur
cuánto han sufrido porque no querían que se adoraran ídolos; so no dice a lo loco: hágase tu voluntad?"-5tt
no querían que se pintaran los rostros."56 La frase metafórica "corazón doble" referida l lrr ltl¡xrr,rr,rlrr
Las características culturales de las prácticas religiosas in' -hija de la soberbia- conduce nuevamente a lu lcr,u¡rr,tttr lr)l
dias aparecen rechazadas por l)ios, en palabras de Olmos: de elernentos culturales propios clel contexto irrtlf¡ctrrr, r,rr r.l
"Dios pide que nadie adore ídolos, que nadie se pinte el rostro' cual no sólo se comete adulterio sino que se horrrr¡ ttl rh'lrlultll.
que nadie queme hojas, queme hierbas, que nadie queme in- es decir se realizan actos idolátricos: "Éste (el lri¡rrl,rllrtl ilr,rrl
cienso, nadie ponga copal elr la lumbre, porque esto es una corazón doble, por fuera llama a Dios, pero por dctrlto u r,l r,u
ofrenda al diablo."57 casa o en secreto, se pinta el rostro, pone a coccl l¡rr1tl¡, ltlr,l
ba, echa copal al fuego."so
Para Olmos, el vercladero problema de la pcrsislcr¡r lrr rlr, l¡r
Lujuria idolatría radicaba en la realización en secrelo rle t.rtrrr, ¡rrrtr tr
cas que aparentemente estaban erradicadas, pct'() (lu(. ',r,1'trl¡rtl
La distancia cultural gue separaba al mundo cristiano español vigentes a causa de este "carazón doble". Su ¡lull it'r¡rrtr lrirt ln
del mundo indio hacía poco proLrable que coincidieran en una el proceso seguido a don Juan de Matlactlán ctr l\.1(t lr, lr¡rlrtrr

56 Olmos, Tratado sobrc k¡s siete pecados..., op. cit., p.17.


ss lbid., p. 125.
st lbid., p.21. se lbid., p. 63.

190 l9l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CApfTULo lV. PEcAI)o, r)tiM()Nt() l ux)t.At.RfA

permitido tener una experiencia directa al respecto, ya que ahí alla",6'2 conformaba el vocablo tzutzucayutl o tzrtrxx,a.yttl (la
se hacía evidente que, aun siendo bautizado y casado por el mezquindad). Molina en su vocabulario traduce este tórmino
ritual católico, don Juan poseía ídolos a los que realizaba ce- como "avaricia"63 mientras que la palabra nextlaualli (con Ia
remonias (el llamado Panquetzaliztli) y tenía alrededor de l6 misma ortografía) está consignada como ',sacrificio de san-
concubinas, según lo admitieron los testigos.60 gre, que ofrecían a los ydolos, sajándole o horadando alguna
parte del cuerpo".64
De esta digresión lexicográfica podemos deducir que la tra-
Avaricia ducción de la frase no dejaba lugar a dudas; no obstante, su
significación sólo nos permitiría concluir que los sacrificios
Otro caso en el que Olmos refiere elementos indígenas como estuvieron ligados :-en la visión española- a un deseo de enri-
pecaminosos se encuentra en la avaricia, pecado en el que los quecimiento, probablemente porque estaban relacionados con
ídolos eran mencionados en el tratado sobre la usura, una de el dominio de los pueblos a los que se les exigía tributos.
sus hijas. En esta mención se hacía evidente un conflicto cog-
nitivo en el que, desde nuestro propio horizonte y desde la ac-
tual utilización terminológica, parecería no coincidir la signi- Gula
ficación de "avaricia" con el "sacrificio de sangre a los ídolos".
"La avaricia llamada sacrificio de sangre a los ídolos" (que en El pecado se consideraba miseria, enfermedad y muerte, según
la versión en mexicano dice: "Ytzutzucayutl ytoca nextlaualli").61 lo marcaba la tradición agustiniana, así que evitar el pecado era
EI término yfzulzucayuf I era posiblemente un término re- también preservar la vida y la salud. Nada parecía tan cercano
cién construido, a partir de Ias necesidades léxicas que plan- cuando se trataba de establecer lo que se permitía y se prohibía
teó la evangelizaci(rn; l'ue claborado con la raíz lzotzoca o comer o beber, según señalaba el pecado de la gula. Los ali-
tzutzuca que signil'icaba "rnczquino" y que unida al sufijo de- mentos eran buenos o malos en cuanto a su calidad y cantidad,
rivativo -yutl, que Olmos consignó como partícula que sig- así como en Ia forma de su consumo, siempre en relación estre-
nificaba "el ser de la cosa, o lo que pertenece o es anexo a cha con los órdenes del saber: el conocimiento de la época
establecía el criterio de los hábitos alimenticios sanos frente a
60Véase, Luis Conzález, Procesos de indio:s, itkilutrus v hechiceros, México, publi-
caciones del A.G.N., 1912; García Payón, Dcscripción del pueblo de Gueytlalpan,
Xalapa, Universidad Veracruzana, 1965; Crccnleal', Zuntárraga y la Inquisición 62 Olmos, Arte de la lengua..., op. cit., p.37
Mexicana, 1536-1543, México, FCE, 1992; María Elvira Buelna, op. cit., pp. 85-95. ó3 Fray Alonso de Molina, Vocabulario en lengua castellana ¡, nt,xicrttrtt, Mir-
6r Olmos, Tratado sobre los siete pecados..., op. t:i|., pp. 84 y 85. San Vicente Ferrer
drid, Ediciones Cultura Hispánica (Incunables Americanos siglo xvr, v«rl. IV), 1944,
habla del sacrilegio como una de las circunstancias de la avaricia, San Vicente Fe- p. 154.
ner, Opera seu sermones..., op. cit., p.345. & Ibid., p.72.

192
CAPÍruLo IV. PL('Alx). I)lll\4()Nlo l1 lln)l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ ^llrl^

los que no lo eran. Todavía más cuando se trataba del consu- Sólo que a veces así deja Dios, cuando hace que la gentc sttli'it.¡rit
ra saber si un hornbre es acaso buen cristiano o si no lo es. llstc
mo de otras sustancias que alteraban los sentidos, a los que se
no huye de Dios para adorar ídolos, pintarse la cata, se esfuerz.a t¡t¡is
les adjudicaba además un carácter diabólico. olmos, en relación
bien por rezar alúnico Dios y no se ocupa más que de esto, ad()r¿lr
a la gula, conminaba a seguir hábitos alimenticios sanos, evi- y rezar, aunque sea muy infeliz y llore mucho, esté triste y herido.("'
tar los excesos, no comer por placer y practicar el ayuno; pros-
cribía las prácticas contrarias y advertía: Olmos calificó esta actitud como blasfernia -derivada de la ir¡r
y no dudó en explicitarla con la finalidad du que los indios
También mucho se peca aun comiendo hongos y ricino, embria-
abandonaran estas prácticas:
gándose y perdiendo el juicio' de tal modo que así desaparecerá
su corazón, se harán sueños espantosos y nos llegará el pavor' y
quizá así llegue uno a morir, y a ver algo diabólico'ó5 ¿Acaso no se blasfema el nombre de Dios, no se le desprecia cuan-
do se adoran ídolos o aun cuando uno se pinta el rostro' o aun
cuando quema hierba, quema hojas, o aun quema copal, o se va
a los bosques y a los campos y no entra a la morada de Dios?ó7
Ira

Laira podía ser buena o mala; la buena cólera o cordura tenía


Pereza
lugar cuando alguien enojado por un deseo de justicia calma-
ba su ira rezando a Dios; por el contrario, la ira, que sólo se sa- Las concepciones de lo bueno y lo malo se aplicaban a todits
tisfacía al herir, dañar o matar a otro, era mala cólera. A la ira se las esferas de la vida cotidiana, de lo que ahora llamaríamos
oponía la paciencia, como virtud que permitía a los individuos público y privado; mantener el estado de salud corporal requc-
.áportu. cualquier sufrimiento enviado por Dios' Cuando el in- ría el desarrollo de actividades físicas que intentaban prescr-
aivi¿uo era incapaz de poseer esta virtud, respondía al des- var el equilibrio tanto de la temperatura como de los httmorcs
consuelo con ira en la nlanil'estación de blasfemia, desprecian- corporales. La pereza era resultado de un desequilibrio cnlrc
do e insultando a Dios. No es dil'ícil suponer que la situación los humores, ya que por tendencia general, los flemáticos cr¿tll
específica de enfermedad, maltrato y castigos que los indios perezosos. De acuerdo con Henrico Martínez,68 los nativ«ls tlc
máxicanos tuvieron que enfrentar, indujo a que volvieran la la Nueva España eran flemáticos y por lo tanto perezosos c()
atención a sus divinidades tradicionales, en forma opuesta a mo cualidad natural.
lo que Olmos esperaba:
66 lbid., p. 197.
61 lbid., p. 199.
65 Olmos, Tratado sobre los siete pecados..., op- cit., p. 141'
68 Henrico Martínez, op. cit., p.281.

194
IRAfs HERNANDEZ SuÁREz CepÍrulo IV. PIj(tAtx). r)t,MoNrl I rxrr
^nrt\

En el Tratado sobre los siete pecados mortales, Olmos dis- También en la envidia pudo Olmos ubicar a k¡ irlolrrtrlr, run
tinguía entre la pereza en la realización de las actividades físi- cuando su explicación es sumamente confusa y rrrlrs lrrt'rr ¡rrr
cas y aquélla que se manifestaba por el abandono de las prác- reciera que advertía acerca del peligro de calulllrti¡rr r.tr louro ¡r
ticas espirituales; en este último caso, sería el tlacatecólotl el las prácticas idolátricas a causa de la envidia; lo r¡uc rlos lltv¡r
provocador de esta circunstancia. Olmos dio un matiz particular ría a suponer que las persecuciones y procesos int¡uisilorrlllr,
a la pereza de los indios para orar a Dios o para realizar sus pudieron originarse por falsas acusaciones en algrrrros trrsr,,,
actividades: 'Así es uno pecador cuando se es flojo, de manos Los franciscanos, Olmos entre ellos, sostenían t¡rrc cl ¡rrt rr
mueltas, y comete así un grandísimo pecado, y así se desespera do y la maldad eran condiciones intrínsecas al horr¡hlr' (lur' ('n
y se va abriendo al Diablo. Porque de este modo es como si su su categoría de ser mortal tendía espontáneamenlL: ir cll¡rs, ro
corazón viviera con el hombre-búho, al caer en el pecado."6e lo la naturaleza espiritual, mediante la gracia, potliir rrt'lrrrrr
Así, la pereza encontraba un vínculo con la idolatría por contrarrestándola, actuando con el libre albedrío. lisl¡r r¡l¡uu
medio del personaje que encarnó para Olmos el ídolo por exce- presencia del pecado, sin embargo, no impedía ur¡ir ¡rpr()l)r¡r
lencia, contra quien habría que luchar y con el cual se iden- ción específica en los distintos ámbitos en los que cl scr ll¡r¡¡¡uro
tificaría al demonio en el ámbito mexicano: el tlacatecólotl se desenvolvía, de aquí que fuera necesario habl¿rr ¡¡('('ltrr
u hombre-búho. damente de "sus circunstancias". Olmos intentó ubicar c\l¡rs ('l
cunstancias dentro de las particularidades del mund«r ilttlio, r¡rrr'
cuanto más distantes de su propio horizonte más ccrr'¡u¡¡rr h'
Envidia parecían al pecado y al demonio, por lo tanto idolírlrit¡rs
La identificación del demonio entre la poblaci(rn irrrll¡itrrrr
La envidia como sentimiento tormentoso en el corazón provo- recién bautizada y los efectos que por medio de sus ('nll¡rtl()'.
caba tristeza, resentimiento, ¿unargura; el deseo de ocasionarle producía, serían para Olmos una constante, ya quc crr rl ll,t
mal a otro; también propiciaba la calumnia para causar daño. tado sobre los siete pecados mortales describió cittlrt tr¡o rL'
Para dar a conocer lo que es la envidia, Olmos citó a San Agustín: los pecados y los hijos de la idolatría, además de darsc ir l¡r t¡r
rea de ubicarlos en relación con las prácticas culturllcs r¡rrc r'l
Invidia nihil aliud est quam tristitia sive dolor alienae felicitis. conocía y que podía calificar de idolátricas, lo r¡rrc rrrlvcrttrr
Lo que quiere decir: que siente enviiJia en su corazón uno cuan- claramente en el Tratado de hechicerías y sortilegio,r.
do un hombre vive próspero y quiere saber el otro por qué es Para Olmos, tanto el Tratado de hechicerías -v l;ttrtilt'¡;t,,.t
mísero y quizá como hacer para ir satisfecho a su ve2...70 como el Tratado de los siete pecados mortale,s lrtvit'r'on lr¡rr
damento en el combate a la idolatría. En el prirrrt'to, ()lntrs
6e Olmos, Tratado sobre los siete pecados..., op. cit., p.229. abordó la hechicería como adoración al denl«xrio; r's rlcr rr.
7o lbid., p. 233. idolatría, mientras que en el segundo texto, l¡¡nlo r'l ¡rr',;rrlo
IRAfs HERNÁNDEZ SUÁREZ

principal, la soberbia, como los otros pecados presentaban ma- Conclusiones


nifestaciones de la idolatría. Olmos trabajó intensamente en el
texto de san Vicente Ferrer, de modo que el resultado final in-
tegraba en cada pecado una mención idolátrica que se colo-
caba sensiblemente en el horizonte de recepción de sus escuchas.

f, I trabajo de evangelización que llevaron u c¡¡ltrt lo¡ ltltl


D l"s durante la Colonia esPañola, los puso crt t'olllttt'ltl t ttll
las lenguas indígenas a las cuales tuvieron quc irlrttllllutt,
ubicar geográficamente, describir gramaticillnrcnlr y tlllll
zar discursivamente.
La lengua mexicana fue privilegiada con lllllllrllr¡ll¡ l'r
tudios, vocabularios y traducciones; fray Andrós tlc ( lltlt¡¡ ¡r'
constituyó en autor de muchos de ellos.
La forma como el fraile franciscano se aproximCr tt ltt lrtt¡tltt lt¡'
xicana me permitió entrever sus intenciones. A pirrlir rlo llt lttlll
pretación de sus textos y analizando el uso de los ltt'tll'¡lt¡ lilklll
cos y lingüísticos, pude acercarme a su horizontc tlc cltttltr lll Illt
Tomé en cuenta el contexto socio-histórico tlcl lllltlll$lllrr,
específicamente la discusión en torno al mane.io tlc ltt¡ futtyt¡tr
indígenas en la predicación: las disposicioncs tle ltt¡ lltttlrt¡
Eclesiásticas, de los Concilios y la postura dc l¡l ('olltllll rrltrr
ñola. Consideré a Olmos en su función de auttlr y l, t¡ttt' tt'¡r¡'
sentaba su trabajo como evangelizador'
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ

El horizonte de enunciación de Olmos reveló el estado de


tensión y de conflicto entre dos concepciones del mundo, mis- Bibliografía
mas que el franciscano intentó resolver mediante sus prácticas
discursivas. Bajo el principio dominante del bien y del mal, es-
te análisis destaca las nociones de orden, concierto y armonía;
frente a otras, como pecado, demonio e idolatría.
Para combatir la idolatría, una forma del pecado de soberbia,
el fraile luchó tenazmente contra Tlacatecólotl, la personifica-
ción novohispana del demonio cristiano.
La penetración de sus discursos y sermones ha mantenido
su presencia a lo largo de los siglos; así, elevado a santo, fray
Andrés de Olmos persiste en la memoria colectiva de los actua-
les herederos de sus prédicas, quienes le imploran con plega-
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