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Vincular las experiencias sexuales con las drogas pone en riesgo tu vida y la de los demás.

(Foto: Getty Images)

El fenómeno ‘Chemsex’ (del inglés chemical sex, sexo químico) es una forma específica de
uso ‘recreativo’ de drogas que consiste en el uso intencionado de ciertas drogas para
tener relaciones sexuales durante un largo periodo de tiempo.

Entre las drogas que más se usan para hacer ‘Chemsex’ están el GHB, mefedrona (la más
adictiva) y la tina (cristal meth), que se pueden consumir también con cocaína, speed,
ketamina, éxtasis o MDMA. Cuando las drogas se inyectan hablamos de ‘Slamsex’.

La combinación no es nueva, y aunque se diga, tampoco es un fenómeno exclusivo del


colectivo gay, podría implicar también a los heterosexuales. Se trata de un fenómeno social
de moda en varios países europeos, con una tendencia en aumento que preocupa al
colectivo médico ya que, además de la dependencia a sustancias tóxicas, podría
conllevar un repunte del contagio de virus del sida.

Las grandes capitales europeas son las que presentan un mayor índice de práctica de este
fenómeno. En Londres, el fenómeno ya es un problema de salud pública y hay clínicas
donde reportan hasta 100 casos al mes de personas con un consumo problemático vinculado
al 'Chemsex’.

En España aún no está cuantificado, pero hay ciudades como Madrid y Barcelona donde
ya se han registrado casos de toxicidad. Algunas ONGs están actuando como
interlocutores de los afectados, y ayudando a que los profesionales sanitarios se
conciencien sobre este fenómeno.

Estas conductas sexuales de riesgo también han puesto en alerta a los epidemiólogos
porque como explica Jordi Casabona, director del Centro de Estudios Epidemiológicos
sobre el VIH/SIDA de Cataluña, “en estas fiestas con policonsumo de drogas, se puede
perder la percepción de riesgo”.

Durante las 'Sex Parties’ (fiestas sexuales) se consumen sustancias que provocan gran
euforia y desinhibición y, si se focaliza de manera sexual, pueden conducir a largas
sesiones sexuales, que pueden durar horas o incluso varios días.

De hecho, esta práctica -cuyo objetivo es tener sexo lo más placentero y duradero posible-
puede tener importantes repercusiones para la salud, generar adicción, comprometer la
salud mental y contribuir a la transmisión del VIH y otras infecciones de transmisión
sexual (ITS).

Según publica ABC, los usuarios describen efectos de euforia, aumento de la energía,
estado de alerta, urgencia de hablar, mejora de la función mental, aumento de la percepción
de la música, disminución de sentimientos hostiles e incremento del deseo sexual.
Sin embargo, a medio y largo plazo este tipo de consumo causaría efectos devastadores
como dolores de cabeza, depresión, ansiedad, sensación de mareo, debilidad muscular, ojos
rojos, problemas de vasoconstricción, coloraciones rojas de la piel y en las articulaciones,
dolor abdominal y de riñón, ataques de pánico, depresión y psicosis, disfunciones
cardiovasculares y adicción.

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