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Steffanie
Neige
Jane’
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2 de octubre de 2008 Sobre el autor
11 de mayo de 2011
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Este no es el típico felices para siempre...
Lauren Brooks quiere hacer tres cosas: escapar de la pequeña ciudad en la que creció, ser
aceptada en la escuela de sus sueños en Chicago y graduarse sin ahogarse en deudas. Ahora está
trabajando a muerte para hacer eso precisamente.
Con carga completa de estudios y un trabajo de camarera en uno de los clubs nocturnos
más ardientes en Chicago, no tiene tiempo para distracciones; específicamente para aquellas
que sólo quieren meterse en su pantalón. Ya le ha pasado antes. Sólo un tonto volvería por una
segunda vez. Con sólo dos semestres para la graduación, todo va según lo planeado.
Hasta que conoce a Cal. La distracción.
De metro ochenta y ocho de alto, con cabello negro como el ébano, profundos ojos grises
y una sonrisa que sólo podía esconder una agenda propia, sabe que él significa problema. Y por
primera vez en su vida, un pequeño problema puede ser justo lo que necesita.
No lo que quiere.
No es como si fuera a casarse con el tipo.
Hasta que lo hace.
Lo que piensa que será su felices por siempre, es sólo el comienzo. Cal tiene un secreto.
Uno que hace que el amarlo venga con un precio, y que el ser su esposa sea más caro de lo que
esperaba
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quí viene. Mi propio jodido príncipe azul, Cal Scott. Él entra, sus ojos rápidamente
echan un vistazo a la maleta en mi mano y brevemente descansan en mi rostro.
Deja escapar un suspiro exasperado, arroja las llaves sobre la mesa, y luego se quita
su abrigo. Sus ojos se posan en la botella vacía de vino que terminé hoy. Una sonrisa se
extiende a través de su rostro antes de pasar a mi lado de camino a la sala.
Esperaba su falta de reacción, pero igual duele. Estoy bastante segura de que me considera
más su escolta personal de alta clase que su esposa.
Aprieto mi maleta, llena de las pocas cosas que son mías. Él puede quedarse con los autos,
el dinero y con el ático, las cosas que cree deben consolarme en mi soledad. Todas las cosas
materiales del mundo no pueden compensar la creciente desconexión entre nosotros. El
diamante amarillo de cuatro quilates en mi dedo es hermoso pero también es un recordatorio
doloroso de los votos que rompió.
Lo miro, ahora holgazaneando en el sofá con una confiada sonrisa arrogante plasmada en
su rostro, la misma que llevaba el día que lo conocí. Entro en la sala. Está mirando un partido
de baloncesto en su pantalla de televisión odiosamente grande como quien no tiene una sola
preocupación en el mundo.
Voltea a verme, aún sin hablar, y mi ira se desborda. Si yo fuera un hombre le patearía el
culo. Saco el calendario metido en mi bolsa marcado con los pocos días que ha estado en casa,
y con fuerza lo pongo en su regazo.
—No comiences con esta mierda, Lauren. Te envié un mensaje —dice con obvia
exasperación.
Mis preguntas se vuelven disparos rápidos mientras camino en frente de la televisión,
agitando mi maleta en su dirección y haciendo mi mejor esfuerzo para obstruir su visión.
—¿Me enviaste un mensaje? ¿Y eso lo vuelve correcto? ¿Ves mis maletas en la puerta y la
que estoy sosteniendo? ¿No lo entiendes? Me voy, Cal. ¡Vete a la mierda tú y tus mensajes de
texto!
Cambia su posición en el sofá y hace un gesto a la botella de vino vacía, que olvidé botar.
—No hablare contigo mientras estés borracha —dice con desdén.
—¡Sí lo harás! —insisto, acercándome.
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Vuelvo adentro y la puerta del dormitorio esta desbloqueada. La abro, solo para encontrar
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todas las luces apagadas del ático y en silencio. Se ha ido de nuevo, lo que no me sorprende.
Estando dentro sola se siente sofocante, camino de regreso a la terraza.
La época más solitaria de mi vida no comenzó hasta que me casé con la única persona por
la que habría dado mi vida. Su toque despierta cada nervio de mi cuerpo, sus palabras y
promesas me hipnotizan, y en sus brazos me he sentido más segura que en cualquier otro lugar.
Durante mucho tiempo, no podía respirar sin él.
Nada es seguro ahora. El vínculo entre nosotros, una vez tan real y tan tangible, en el que
creí con cada onza de mí ser, ahora en ruinas, lo que sea que teníamos se ha perdido, nuestro
hogar lleno de amor y calidez, ahora lleno de ira, una guerra de palabras que continua
reciclándose una y otra vez. Cualquier esperanza que tenía para nosotros ahora vive en el
pasado y es jodidamente deprimente.
Me río de mi ingenuidad y limpio algunas lágrimas de mi mejilla. Maldita sea. ¿Me
prometí que no iba a llorar por él nunca más, pero qué es otra promesa rota a mí misma? Trato
de que no me importe tanto, pero no estoy engañando a nadie. Sé que todavía lo hago.
La puerta de la entrada se abre. Camino de regreso y en el pasillo miro por encima de la
baranda para ver que tiene una docena de rosas rosadas en sus brazos. Lo veo colocándolas en
la mesa antes de regresar a nuestra habitación, sin decir nada.
Vuelvo a la terraza, contemplo la ciudad. Después de unos minutos, la puerta de la terraza
se abre y tengo la sensación de que camina detrás de mí, su olor se esparce antes de que siquiera
se acerque. Está usando mi colonia favorita. Tan elegantemente como siempre, sus fuertes
brazos se envuelven alrededor de mi cintura.
Odio el hecho de que todavía me da escalofríos cuando me toca. Me gustaría encogerme
instantáneamente en su lugar. No me gusta que sepa el efecto que tiene en mí. Sus labios
encuentran la parte trasera de mi cuello, dirigiéndose hacia el hueco del mismo, mientras sus
manos acarician mí estómago, demorándose hasta encontrar el botón de mi pantalón.
Comienza a desabotonarlo. Lo odio tanto a veces. Odio aún más que sin importar lo moleta
que estoy, de alguna manera, de alguna forma mi cuerpo siempre me traiciona y lo perdona.
Toma mi mano, me doy vuelta para mirarlo de frente. Él sabe cómo sus hermosos ojos
grises me afectan y los usa a su favor.
Sé que siente que estoy cediendo. Sabe que estoy dudando porque me sonríe con esa
sonrisa suave y confiada, antes de inclinarse hacia abajo, coloca sus labios sobre los míos y los
separa. Cuando no me alejo, desliza su lengua en mi boca, jugando con la mía, retándome a
resistir.
No lo hago.
Un suave gemido escapa de mis labios. ¿Qué demonios estoy haciendo? Se suponía que
debía estar dejándolo esta noche. Su agarre apretado en mi cintura. Sabe que me tiene, maldita
sea, también lo sé. No me gusta que lo supiera primero. No me gusta que me conozca tan bien.
Lo empujo y lo vuelvo a ver, frustrada por la forma en que me puede leer como la palma
de su mano.
—Te odio a veces —digo amargamente, pero incluso con mi tono, al momento en el que
me mire, sabrá que no lo digo en serio. Esos malditos ojos que me han hipnotizado y apartado
de mi mejor juicio (y mi ropa) desde que lo conozco. Tienden a ver atreves de mí.
—Lo sé —dice antes de halarme para uno de sus besos embriagadores que me hacen sentir
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Me levanta y me lleva adentro hacia nuestra cama. Esto es lo que hace, después de todo.
Es el maestro de la manipulación, el rey del encanto. Me conoce tanto dentro como por fuera, y
probablemente mejor de lo que yo me conozco. El hecho que yo permita que esto pase en
primer lugar fue mi primer error. Mi segundo error fue enamorarme de él. ¿Pero cómo podría
resistirme a alguien que es tan irresistible? ¿Cómo podía huir de algo que ya me había atrapado?
Eso fue lo que me paso. Estaba atrapada antes de que supiera que estaba siendo cazada, y para
cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde.
Él me hizo adicta, y así es como me quiere. ¿Cómo diablos deje que esto pasara?
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lgunos días en el trabajo son divertidos y fáciles. Otros días te succionan, y hoy es
uno de esos días.
—¿Así que, serían dos tónicos de Vodka, un Long Island Iced Tea, y cuatro
cervezas? —pregunto tratando de oír sobre la pulsante música que viene con el territorio de ser
camarera de uno de los locales nocturnos más ardientes de Chicago. El Vault: donde la música
siempre está alta, las bebidas no están rebajadas y que está garantizado para echarle un vistazo a
las celebridades de la ciudad. Aún, después de seis meses, no me he ajustado a la misma.
Inicialmente, ser camarera iba ser algo parcial, solo un par de semanas. Poco a poco, esas
semanas se convirtieron en un par de meses y aquí estoy a los seis meses y contando.
No es que me queje. Las propinas son geniales, me pagan bastante bien. Ahora estoy
acostumbrada a lo que llamo gente “después de horas”. Ellos son tus compañeros de clases,
compañeros de trabajo y familiares, pero con sus ropas de puta, tres veces con más maquillaje y
más borrachos de los que los he visto nunca. La mayoría de las chicas matarían por este trabajo.
Sé que es un hecho que hay fila de espera para obtener una entrevista, alrededor de un
kilómetro de largo.
Aun así, no puedo evitar sentirme cansada de esto. Es mejor que trabajar en un
restaurante de comida rápida, pero la atmósfera es intoxicante. He visto a tantas chicas ser
arrasadas en el corto tiempo que he estado aquí. Estoy agradecida de no haber caído presa de
ello.
—¿Podrías verter una de las cervezas en un vaso, con hielo extra? —pide débilmente la
chica en la mesa que estoy atendiendo.
—No hay problema. —Le doy una sonrisa calmante.
—Juro por Dios, que a veces eres una pequeña “priss” —anuncia en voz alta su amiga
sentada frente a ella para que todos escuchen. Perra detestable. La piel de mi cliente se sonroja
de un color rosa fuerte, y me siento mal por ella; si no estuviera trabajando, sería ella. Dios sabe
que he tenido suficientes amigos detestables en mi vida.
—¿Están contratando? —pregunta el chico sentado con ellas. Una pregunta que me hacen
cinco veces cada noche.
—Sé que estamos buscando otro cantinero. El nombre de mi gerente es Ryan. Llama
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mañana al medio día. Su asistente toma las llamadas entonces y puede concertarte una
entrevista si tienes experiencia.
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Michael ya que él se encuentra ahí siendo un inútil—.No le des una segunda mirada —susurra
en mi oído antes de desaparecer en la multitud.
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—Lauren, estoy feliz de haberte podido alcanzar. —Él es radiante y su tono parece… ¿me
atrevo a decirlo?, amable. Difícilmente es amable y me apuesto a mí misma que va a pedirme
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La habitación VIP está zumbando con personas pero está vacío a comparación de los
otros pisos. Aunque con la compra de tres botellas por mesa tiene sentido. Dan, el guardia del
área VIP está de pie junto a la entrada. Es bastante intimidante para cualquiera que quiera
comenzar algún problema. Mide al menos uno noventa y tres metros y pesa al menos ciento
treinta y cuatro kilos, tiene una llave que ha puesto a muchos de rodillas. Es un buen tipo para
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tener de nuestra parte. Está coqueteando con dos chicas quienes están intentando entrar gratis
usando sus palabras pero me asiente en forma de reconocimiento. Inhalo profundamente y me
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recuerdo que necesito mi trabajo. El tomar una copa con un tipo por mi jefe no es tan malo.
Espera, incluso suena mal. El que me prostituyeran no era parte de la descripción de mi trabajo.
Espero que este tipo no sea un completo idiota ya sea tomado o sobrio. Aun si no lo es, odio las
citas. He tenido dos novios serios: Daniel, mi amor de bachillerato, y Michael, que como se vio
después, no era tan serio conmigo.
He tenido un puñado de citas con chicos desde que me mudé aquí desde Michigan.
Muchas de las cuales terminaron siendo un desastre. He llegado a odiar toda la situación; las
obligatorias incómodas conversaciones y la decepción de mi cita cuando no quiero sexo luego
de la primera cita. Los tipos con los que me encuentro no se parecen en nada a los príncipes de
las historias que mi tía me leía cuando era una pequeña niña. Mi teoría de adulta es que el mito
del Príncipe Encantador es la otra maldición que Dios creó para castigar a Eva y cualquier otra
mujer por morder esa estúpida manzana. Mirando alrededor de la habitación ubico a Ryan
sentado en una esquina hablando con una mujer de baja estatura acompañada por un hombre
con camisa de vestir azul y pantalón negro.
Ryan me mira y me indica con la mano que me acerque. Mientras me acerco al tipo,
tengo que admitir que Trish tenía razón. Él es lindo a la manera Abercrombie y Fitch1, cabello
rubio ceniza y ojos verdes, incluso tiene una sonrisa tímida, pero eso aún no quiere decir que
me gusta ser coaccionada para hablar con él. Cuando llego a la mesa el señor Abercrombie y
Ryan se ponen de pie mientras que la mujer solo sonríe en mi dirección.
—Lauren, quisiera presentarte a Jason Daniels. Él está escribiendo una historia para la
columna de entretenimiento de The Tribune. Y ésta es su compañera, Marie.
—Encantado de conocerla. —Jason me estrecha la mano, con una enorme sonrisa en su
rostro—. Muy encantado de conocerla —repite nuevamente, casi nerviosamente. Luego de
unos incómodos segundos todos nos sentamos.
—¿Qué tal si le digo a Diana que te haga una de mis bebidas favoritas, Marie? —Ryan
pregunta indicando el área VIP de la barra. Me abstengo de rodar los ojos, supongo que quiere
que Jason y yo tengamos tiempo a solas porque Ryan fácilmente puede tener a Diana en
nuestra mesa en menos de un minuto con solo un movimiento de su mano.
—Me encantaría. —Ella enlaza su brazo con el de él y nos dejan solos a mí y a Jason. Él
parece tener la lengua amarrada por el momento; ¿tal vez pueda evitar la incómoda
conversación?
—¿Te gustaría sentarte? —dice finalmente. Mierda, no tengo suerte, no es mudo. Le
sonrió cortésmente mientras me siento en la cabina de cuero de lujo—. ¿Te gustó la bebida que
te envié? —Sonríe.
—Sí, es mi favorita. —Bajo la mirada intentando evadir el incómodo silencio inundando
el aire—. Aun cuando debería ser yo la que compre la bebida, escuché que es tu cumpleaños —
digo con amabilidad forzada.
—Sí. El gran 2-4. —Ríe.
—¿Cómo se siente?
—No muy diferente del veintitrés. —Se ríe y toma un sorbo de su bebida—. Oh, ¿te
gustaría algo, otro Long Island? —comienza, pero algo capta su atención al otro lado de la
habitación, tal vez es su novia. Eso probablemente es una fantasía mía pero con mi suerte quién
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sabe—. ¿Podrías disculparme un minuto? —dice dejándome sola. Me pregunto si esto llena el
requerimiento de una bebida, de acuerdo a Ryan. Me pregunto a quién buscaba, supongo que a
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la rubia que estaba con él, ¿tal vez son más que amigos? Tamborileando los dedos en la mesa
espero a que mi nuevo amigo regrese.
levantar la mirada, solo escucho el latir de mi corazón en mis oídos. Cuando consigo el coraje
para finalmente ver de quiénes la voz que causa que mi corazón quiera escapar de mi pecho me
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encuentro a un extraño alto, con cabello negro como el ébano con la mirada baja
observándome.
Y Dios, él tiene el más hermoso par de ojos grises y una increíble sonrisa que está
albergada por los labios más perfectos en la historia de la humanidad. Mentalmente me
recuerdo no tragarme la lengua y respirar. ¿Él es real? O me han dejado inconsciente y me están
dando aire con una revista de GQ. Este encuentro probablemente termine siendo un pigmento
de mi imaginación.
Entre más miro, no me le quedo viendo fijamente. De hecho ahora estoy mirando
fijamente, él tiene que ser una ilusión. Busco un defecto observando cada centímetro de él,
desde sus cincelados rasgos, hasta su cabello color chocolate cayendo sobre sus cejas, fuertes y
anchos hombros son escondidos bajo un blazer gris oscuro y una camisa negra a la medida. No
se encontró ningún defecto. Él es perturbadoramente hermoso.
—L-o lamento. A veces puedo ser muy torpe —logro decir, internamente felicitando a mi
mente por volver a tomar el control.
—Déjame que te consiga algo para eso —responde, desapareciendo entre la multitud.
Entro en pánico, ¿qué si no regresa? Y si regresa. Eso me asusta aún más pero un minuto
más tarde está aquí de nuevo con un paño en la mano y aún no estoy preparada para pensar
como una persona civilizada en vez de una mujer de las cavernas.
—Gracias —contesto apenada tomando el paño de su mano. Él me sonríe como si supiera
un secreto que yo no.
—Realmente lamento lo de tu bebida. Puedo conseguirte otra —ofrezco, levantando la
mirada a su rostro. Debe medir al menos uno ochenta y ocho metros. Inconscientemente doy
unos pasos hacia atrás, para no tener que levantar la mirada como si fuera una pequeña niña.
—Eres buena. —Me asegura calmadamente. No, él está bueno aparentemente, ya que sin
importar lo mucho que lo intente no puedo hacer que mis ojos dejen su rostro.
—Trabajo aquí, no sería problema —contesto. Su mirada es intensa, casi íntima, pero su
sonrisa es tan encantadora o mejor dicho, acogedora, como si estuviera atrayéndome; y por un
momento, el tiempo va más despacio. Todo el ruido a nuestro alrededor ha desaparecido, y solo
queda la música y mi respiración.
¿Me pregunto si la escucha?
Él se acerca a mí y noto esos perfectos ojos grises, el iris está rodeado por un sutil tinte
verde pero tan hermosos como ellos son, son sobrepasados cuando deja la esquina derecha de
su labio inferior libre luego de estarlo sosteniendo cautivo entre sus completamente blancos
dientes. Su lengua pasa a través de esos deliciosos labios añadiendo la cantidad perfecta de
humedad y justo entonces una ola de calor pasa por todo mi cuerpo. Me avergüenzo de
haberme referido a una parte del cuerpo como deliciosa, y para colmo la de un extraño pero no
hay otra manera en absoluto de poder describirlos.
—Lo sé. —Sus palabras me regresan a la realidad y me inclino un poco ya que el regreso
del ruido hace más difícil escucharlo y un segundo después se inclina hacia mí colocando su
rostro cerca de mi oído y mi aliento se traba en la garganta—. Tus shorts te delatan —dice en mi
oído e igual de rápido está de regreso en su lugar.
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—Estos malditos shorts, por Dios. —Me siento tan avergonzada e inicio a halarlos hacia
abajo.
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Asiente, ahora con una sonrisa en su rostro mientras sus ojos viajan bajando por mi
cuerpo.
—No, gracias a Dios por esos shorts. —Está mordiéndose el labio nuevamente y me
siento pasar por todos los tonos de rosa—. Y de hecho de todas maneras venía a tomar una
vista más cerca de la mujer a la que no le he podido quitar los ojos de encima desde que entraste
—explica, mirando directamente dentro de mis ojos con una sonrisa que podría derretir el
Ártico y con eso casi me trago mi lengua. ¿Qué se supone que diga ante algo así?
—Ella es Lauren. —No puedo evitar susurrar. Esperen, eso no estuvo bien. ¡Despierta,
genio!, grito dentro de mi cabeza—. Digo, soy Lauren. —Me río, esperando que la música cubra
mi ridícula respuesta, y que no caiga muerta justo aquí por la vergüenza. Gracias a Dios, mis
células cerebrales son liberadas del agarre de mis hormonas y me guían a extender mi mano.
Él sonríe casi como si le divirtiera. Supongo que yo también me divertiría si pudiera
reducir a una mujer universitaria en una idiota torpe solo con lamerme los labios.
—Soy Cal —contesta.
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bro los ojos y me doy vuelta para ver a Cal aún dormido. Recuerdo cuando me
quedaba viéndolo dormir; luce como una persona tan distinta cuando duerme.
Cuando está despierto, es seguro, con gran personalidad y en control de todas las
situaciones. Creo que este es el único momento en que no tiene una pared levantada, donde no
está conspirando y planeando, y su guardia esta baja, esa que siempre está alzada, incluso
conmigo.
Toco un mechón de su cabello y lo devuelvo a su lugar. Él comienza a despertar, así que
me doy la vuelta y me recuesto nuevamente en mi almohada. Sabe que estoy despierta, pero no
dirá nada para reconocerlo.
Sus dedos se meten entre mi cabello antes de trazar una suave línea hacia abajo pasando
por mi cuello y momentáneamente se detienen en mi cintura. Comienza a dibujar su firma ahí,
haciendo que ruede los ojos y que se me erice la piel al mismo tiempo. Esta es su manera de
decir buenos días, jugando conmigo. Lo siento levantarse de la cama, sus pisadas se vuelven
más suaves cuando entra a nuestro baño y la puerta se cierra. Me doy la vuelta sobre mi
espalda, enredándome en nuestras sábanas.
Un suspiro se escapa de mi boca mientras mis pensamientos vagan a la noche de ayer;
escalofríos recorrieron mi cuerpo ante el recuerdo, e intento sacarme de encima el pensamiento.
Puede hacerme sentir deseada y estar tan en sintonía conmigo, físicamente, pero aun así su
mente puede estar a kilómetros de distancia en un desierto emocional. No solía ser así con él.
No puedo señalar el punto exacto cuando cambió, pero en algún momento, comenzó a volverse
resentido hacia mí, o tal vez hacia nuestro matrimonio, no estoy segura de cuál, o si hay alguna
diferencia. Solíamos hablar al respecto o, al menos yo intentaba hablar y él lo desestimaba,
diciéndome que estaba paranoica y que exageraba. Ahora ya no hablo, grito de furia.
No solía ser enojada y vengativa, pero ahora ese es mi mecanismo de defensa contra Cal.
Es la única manera de mantener mi cordura. Tiene una muralla detrás de la cual no me permite
ver. Solo veo lo que quiere que vea. Lo he conocido por tres años y aún es un rompecabezas
que estoy intentando resolver. Algunas veces me enojo tanto que quiero lanzar las piezas contra
la pared y rendirme.
Desafortunadamente, siempre regreso, dejando que el misterio del producto terminado me
atraiga. Parece que a eso nos hemos reducido, juegos mentales sentimentales. Ambos lo
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hacemos. Él me ha obligado a jugar, y todo lo que quiero es que acabe y que volvamos a ser
como éramos antes de casarnos. Si de mí dependiera, despertaría cada mañana y le diría lo
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Él solo me sonríe. Cuando no se mueve, paso a la fuerza pero toma las sábanas, así que
mis opciones son: o seguir caminando, tan desnuda como un huevo, o quedarme donde estoy y
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cubierta. Tiro, pero él no deja que me vaya. En una batalla de fuerza, Cal siempre ganará así
que hago la única cosa que puedo para salvar mi dignidad. Alzo los brazos y giro en el traje de
nacimiento que Dios me dio.
—¿Feliz ahora? —pregunto sarcásticamente.
—Bueno, estas usando mi traje favorito —dice con una sonrisa divertida. Apunta su
teléfono a mí y escucho dispararse el flash de la cámara.
—¡Muy maduro, Cal! —regaño antes de entrar en mi vestidor y cerrar con un portazo.
Miro alrededor, veo mi bata colgando de un gancho, y me la pongo. Camino a mi tocador y
busco algo para usar hoy; necesito salir de esta casa.
Me hundo más en el agua cálida de la tina, tomo el control a mi lado y enciendo el
estéreo, esperando calmar mis sentidos. Trenzando mi cabello y sujetándolo en su lugar, me
doy cuenta que debía haber hecho esto antes de mojarme. Veo mis uñas y me doy cuenta que es
hora de una nueva manicura antes de acomodarme y cerrar los ojos, intentando relajarme.
Realmente no necesito una. Una manicura no es una necesidad; es solo otro ejemplo de lo
mimada que me he vuelto desde que me case con Cal. El hecho que esté tan arriba en mi lista
de prioridades es solo una de las malas peculiaridades que he adquirido desde que estoy con él,
junto a una larga lista de muy malas palabras que uso ahora y que antes nunca solían escapar de
mi boca. Algunas veces él saca lo peor de mí, pero cuando quiere, también puede sacar lo
mejor. Y la mayoría de las veces, eso es solo cuando es para su beneficio. Levanto la mirada y
me doy cuenta que está recostado en la puerta.
Maldito sea, acercándose sigilosamente hacia mí. Juro que tiene los pies como los de un
gato.
Está vestido con una de sus camisas grises, ceñidas al pecho y un jean oscuro. Lo único
que resalta de su vestuario es el Rolex negro en su muñeca. Siempre hace eso. A primera vista,
uno pensaría que su ropa viene del estante de alguno de los centros comerciales y entonces,
¡sorpresa!
Cal está usando un reloj de once mil dólares o un par de lentes de sol de trescientos
dólares y te das cuenta de lo contrario.
Me percato de que no es la misma ropa que tomó antes. Estoy sorprendida; usualmente él
es muy decidido cuando escoge las cosas. Nunca ha sido de los que se piensan dos veces sus
decisiones. Desde que lo conozco, siempre ha sido muy particular y exactamente seguro de lo
que quiere y tengo curiosidad de por qué cambió de ropa. Tomo mi esponja, la empapo en el
agua y comienzo a correrla por sobre mi pierna. Sé que está ahí. Él sabe que yo sé que está ahí,
pero no tengo motivo para hablarle.
Camina hacia el lavabo y no puedo evitar pensar lo bien que luce su cabello desde que se
lo dejó crecer. El look de recién-salido-de-la-cama.
Se quita el reloj, haciendo que me pregunte por qué. Entonces abre el control del estéreo
sobre el lavabo y presiona el botón de “buscar”, cambiando la estación de radio de donde lo
tenía. Ruedo los ojos. No voy a hacer esto con él. Mi primer instinto es volver a cambiarlo, pero
entre aquí a relajarme, y no lo dejaré interrumpir mi intento de tener un momento de paz.
—¿Cómo puedes escuchar esta mierda? —pregunta, sacudiendo la cabeza en señal de
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disgusto, finalmente encuentra una estación con la que está feliz y vuelve a cerrar el control del
estéreo. Abro la boca para insultar su elección, pero me doy cuenta que me gusta la canción.
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bata del lavabo, y veo lo que yace ahí junto a ella y se me ocurre una idea malvada.
—Lauren, no lo hagas. —Sus ojos se agrandan, leyendo mis pensamientos, y antes de que
pueda alcanzarme, tomo su reloj y lo tiro en el agua—. ¡Mierda! —grita y corre hacia el agua.
Pero es demasiado tarde—. ¡Eso fue jodidamente malvado, Lauren! —Cal sostiene su reloj, en
vano. Trato de no reírme—. ¿Por qué demonios hiciste eso? —grita enojado. Su ceño se frunce
y su piel se torna un tono de rojo.
Sacudo la cabeza para quitarme el pensamiento de lo bien que luce.
—Porque eres un idiota condescendiente, ¡por eso! —Mi voz iguala el volumen de la suya.
Piensa que puede hacer y decir lo que quiera sin que haya consecuencias. Él asiente con
incredulidad y después deja la habitación, cerrando de un portazo tras él.
Río para mí, pero hay una punzada de culpa en algún lugar dentro de mí. Se está
portando como un bebé, pero la culpa sigue ahí.
Dejo salir un muy necesitado respiro y vacío el agua de la tina. Rápidamente me seco y
me pongo la ropa interior y la bata. Camino hacia el espejo soltando mi cabello.
Cal compra cosas caras, pero no es frívolo. Él tiene gran cuidado de las cosas que posee.
Desde su auto más caro hasta su camisa más barata, los trata a todos igual. Odio sentirme
culpable o lamentar algo. Sé que él no lo hace la mayoría del tiempo. Pero tal vez, sí me pasé de
la raya hoy.
Agarro mi suéter para ponérmelo pero, cedo ante mi conciencia. Si voy a pedir disculpas y
hacer que las acepte, entre menos ropa tenga puesta mejor. Me asomo al dormitorio y veo que
está al teléfono, se está poniendo la camisa azul y el pantalón negro de antes. Veo su bolso de
viaje y sé que se marcha de nuevo. Realmente quiero quemar esa cosa. A pesar de que estoy
molesta con él, todavía tengo una sensación de hundimiento en el estómago porque se marcha.
—¿A qué hora va a estar ahí? —lo escucho preguntar.
—Alrededor de las siete y media. Esas son dos horas, en tu horario. —Escucho un
estallido de voz por el altavoz.
—Te llamaré cuando este ahí —responde. Se sienta en su cama y comienza a ponerse los
zapatos. Me siento a su lado en silencio. Trato de sentir qué tan furioso está conmigo.
—El reloj es aprueba de agua —le digo secamente, tratando de cubrir mi sinceridad.
—¿Te importaría que no lo fuera? —pregunta, examinando mi ropa, o la falta de la
misma. Me encanta cuando me hace una pregunta e ignora la mía.
—Tal vez. Tal vez exagere un poco —admito, mirándolo cambiar sus zapatos de gimnasia
por sus mocasines negros. Viendo que me está ignorando. Me pongo de pie y camino delante de
él. No se molesta en mirarme.
—¿Y eso hace que esta vez sea diferente porque…? —pregunta, sin entusiasmo.
—¿Cuánto tiempo vas a estar fuera? —pregunto, empujándome entre sus muslos,
ignorando a propósito su comentario anterior.
—¿Vas a extrañarme? —pregunta pero es una afirmación más que una pregunta, él afloja
el lazo de mi bata. No respondo, pero lo miro a los ojos, sabiendo que ellos le darán mi
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respuesta. Desliza la bata por mis hombros y me la quita—. La próxima vez que trates de evitar
disculparte. —Su voz es baja y profunda de una manera que hace latir más rápido a mi corazón.
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Sus ojos miran mi cuerpo y luego a mis ojos—. Esto no es necesario —dice, abriendo mi
sujetador.
—¿Quién dijo que estaba disculpándome? —replico antes de que me tire encima de él.
Sus labios chocan contra los míos. No peleo contra su lengua por el dominio, sino que le
permito hacer su voluntad, explorando libremente mi boca. Envuelvo mis piernas con fuerza
alrededor de su cintura mientras me libera completamente de mi bata y la deja caer al suelo.
Desabrocho su camisa, mirándolo a los ojos. A veces juro que puede leer mi mente.
Espero que pueda ver en mis ojos todo lo que no puedo obligarme a decirle. Al menos sé
que mientras más tiempo me haga el amor, más tardara en irse e intento tener consuelo en ello.
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Aquí estoy de nuevo por segunda vez en el día, sin nada más que una sábana fría
cubriendo mi cuerpo. El espacio donde descansaba Cal está frío. Él está vistiéndose después de
su ducha, y sé que dentro de la próxima hora voy a estar sola de nuevo. Así es como
usualmente sucede, físicamente, él no tiene límites conmigo, y ninguna de mis necesidades son
abandonadas, pero cualquier cosa más allá de ello es tierra desconocida la cual parezco no ser
capaz de pasar, incluso a pie. Va de atento, sensible y receptivo, y conectado a desconectado,
distante, apartado y me pregunto: ¿por qué yo?
Cualquier mujer sin nombre podría satisfacer esta necesidad. Cal no me deja estar allí para
él en cualquier caso más que sexualmente. Está empezando a volverse más difícil ver la
diferencia entre ser su esposa o ser una favorecida acompañante de clase alta.
—Vuelvo mañana… o probablemente el jueves —afirma en voz baja.
Lo miro y me giro en sentido contrario a él. No puedo creer lo mal que todavía me pongo,
esto es rutinario, después de todo. Peleo contra mis lágrimas. No se las merece. Se sienta a mi
lado.
—¿Qué sucede? —pregunta la sinceridad se mezclada con sarcasmo.
Suspiro.
—No lo sé, Cal. ¿Qué sucede? —le pregunto sarcásticamente.
—¿Qué pasa? No es como si fueras a extrañarme. —Besa mi hombro con los mismos
labios que una vez pudieron hacer que le perdonara cualquier cosa.
—Lo sé, pero te voy a extrañar. Solo un poco —añado la última parte bromeando. Lo
observo ponerse su abrigo y tomar su bolso de viaje. Prácticamente podía describir esta escena
de memoria.
—Ven conmigo hasta la puerta —dice, saliendo de la habitación. Empiezo a halar la
sábana alrededor de mi cuerpo—.Deja la sábana. Por favor. —Sonríe con un brillo en sus ojos
que he extrañado. Siento que comienzo a sonrojarme, pero lo hago. Camino por la puerta del
dormitorio mientras me la sostiene abierta y juguetonamente le ruedo los ojos. Un momento
después, siento su mano abofetear mi trasero.
—¡Cal! —le grito masajeando el escozor en mi trasero. Debería haberlo visto venir.
Cuando llegamos a la puerta principal, cruzo los brazos empezando a sentir frío, ahí de
23
24
Página
—A
lguien sí que se está arreglando —bromea mi compañera Hillary mientras
ajusto mi cabello en una trenza francesa.
—Bueno, dijo que haríamos algo divertido, así que me visto casual.
—Me defiendo, refiriéndome a mi suéter y mi jean azul. Por supuesto ella piensa que debería
usar una falda que apenas cubra mi trasero y una blusa apretada, cosa que usa en sus citas.
Hillary y yo somos como el día y la noche. Ella es una rubia escultural. Bueno cuando usa
su color natural. Yo fui rubia una vez como experimento, el cual salió muy mal. Pero
normalmente soy morena y solo mido uno sesenta y cinco con la ayuda de tacones de cuatro
centímetros. Mientras que puedo pasar despierta toda la noche con un libro o viendo una
película, Hillary no puede ni oír al respecto y muchas veces me ha arrastrado de mi trabajo para
pasar de fiesta toda la noche más de una vez.
No puedo culparla. Las dos crecimos en pueblos pequeños en Michigan pero nuestras
infancias no podrían ser más diferentes. El padre de Hillary es un muy reconocido predicador y
las mantuvo a ella y a sus hermanas con una correa muy apretada. Dice que su madre no hizo
mucho para aflojarla.
Mis padres murieron en un accidente de auto cuando solo tenía tres años así que no tengo
el lujo de quejarme de un padre dominante o una madre tímida. Mi tía Raven me crió, y
perfeccionó el balance parental con una perfecta combinación de disciplina y libertad lo cual no
es algo malo para una mujer que nunca quiso hijos.
Supongo que ser una chica con un padre que ni siquiera la dejaba ir a los bailes de la
escuela significa que está recobrando el tiempo perdido y disfrutando de la libertad que no tuvo.
En alguna parte dentro de mí admiro su espíritu libre. Nunca deja que nada la deprima y hace
lo que quiere sin importar lo que otra gente diga o piense de ella. Se ha teñido su ondulado y
largo cabello de varios colores más veces de las que puedo contar y es la única persona que he
conocido que usa lentes de contactos purpura y verde sobre sus hermosos ojos azules. A veces
me pregunto si es alguien bipolar que está constantemente drogada.
—Tal vez cuando dice divertido, quiere decir divertido. —Ríe, moviendo las cejas. La
miro y no puedo evitar reírme.
—Primero que nada, ni siquiera conozco a este tipo. Así que ni hablar nada de ese tipo de
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—Hola —digo sin aliento mientras me deja en el suelo. Me tomó tan por sorpresa que casi
me tropiezo con Hillary.
Página
Me doy cuenta que ella tiene una expresión de asombro en su rostro. No creo que jamás le
haya sucedido que un hombre la ignore de la manera en que Cal lo hizo. Y no sé si eso debería
ponerme cachonda ante su confianza en sí mismo, o insultada de que asuma que puede invadir
mi espacio personal de esa manera.
Definitivamente tendré que explicarle después sobre los límites de Lauren Brooks, si ese es
su abrazo de la primera cita. Aunque cualquiera que sea la colonia que está usando haya
hipnotizado mis sentidos, él huele tan bien que debería ser ilegal.
—¿Puedo hablarte un segundo? —Hillary dice halándome del brazo sin esperar por mi
respuesta. Le sonrió a Cal sin poder hacer nada más y me guiña el ojo, mariposas invaden mi
estómago ante el gesto antes de que escapemos a mi habitación—.Regresará pronto. Puedes
sentarte —le informa. Mientras nos metemos en la habitación, cierra la puerta y comienza a
hablar a mil por hora—. ¿Viste cómo me ignoró? ¿Qué tan putamente grosero es eso? —me
pregunta bruscamente. Tengo que obligarme a no reír en voz alta ante lo seria que está.
—Estoy segura que te hubiera hablado si no nos hubieras arrastrado fuera del lugar en 0.2
segundos. —Intento tranquilizarla pese a lo extremadamente entretenido que es.
—¿Y qué hay con ese abrazo? ¿Que no se acaban de conocer? ¿Quién demonios piensa
que es? —dice, descansando su mano en la cadera y por primera vez en la vida creo que mi
compañera de cuarto-amiga está un poco celosa. Nunca antes la he visto celosa. También pienso
lo irónico que es, que esté diciendo todo esto cuando sé perfectamente que ella se ha acostado
con tipos la primera noche en que los conoce. Uno de los cuales acaba de conocer la semana
pasada—.Pero además de eso, es malditamente ardiente. Y me refiero a ardiente como el
infierno. —Cede con una sonrisa contemplativa, volviendo a la amiga que conozco.
—¿Verdad? —Suspiro, aliviada de que no soy yo regresando a ser una chica hormonal de
quince años. Hillary me mira, sorprendida. Usualmente no me gustan los tipos solo por su
apariencia. No podría salir con alguien que considere horroroso pero he aprendido que una
relación no puede basarse solo en la atracción y los dos últimos “chicos ardientes” con los que
estuve apenas tuvieron base en absoluto.
Mi primer novio Daniel tenía ojos cafés, al igual que su cabello y los hoyuelos más
adorables. Lo había conocido desde que éramos niños. Mi tía siempre dijo que tenía el rostro de
un ángel y la mente de un demonio. Si tan solo hubiera sabido cuán cierto era. Cuando
comenzamos a salir ambos éramos vírgenes y prometimos ser el primero del otro y pensé que le
habíamos ganado a las probabilidades hasta después de que dormí con él. Dos días después en
mi cumpleaños dieciocho el me reveló que no solo no era virgen sino que quería que hiciéramos
un trío con la chica con la que había estado cogiendo mientras esperaba por mí.
Después tenemos a Michael. Por supuesto eso terminó conmigo encontrándolo follándose
a una chica donde los dos trabajamos así que sinceramente debería estar corriendo en sentido
opuesto a Cal. Pero hay algo más en él que me pone nerviosa y excitada al mismo tiempo. No
es la forma en que luce, aparte del hecho que exuda un magnetismo sexual que ni siquiera
puedo describir, que nunca he sentido antes y eso me da miedo
—Vaya —dice Hillary, interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Qué? —pregunto curiosamente.
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—Lauren Brooks, si no supiera que es imposible, ¡diría que estas lujuriosa por él! —dice,
con creciente entusiasmo.
—Cállate, Hillary —susurro en voz alta esperando que Cal no pueda escucharnos.
—Sí lo estás. Puede que no sepa de amor, pero sé todo sobre la lujuria y está por todas
partes sobre ti. —Ríe, golpeándome en el pecho con su dedo acusadoramente—. ¡Apestas a eso!
Lujuria a primera vista. —Estalla en carcajadas.
—¡Shh! —digo nuevamente presionando mi dedo índice sobre los labios tan fuerte como
puedo. Nunca se callará sobre esto—. De acuerdo. Tal vez lo estoy un poquito —admito y
comienzo a tener dudas—. ¿Sabes qué? ¡No voy a ir! —proclamo. No sé qué estoy pensando. Ni
siquiera puedo pensar bien cuando estoy cerca de este hombre. ¿Por qué iría a algún lado con
él? No necesito una repetición de Michael mezclado con Daniel. ¿Quién sabe qué estúpida
decisión pueda tomar?
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás loca? —grita.
La miré con una expresión perpleja en mi rostro. Hace un momento estaba hablando mal
de él, pero ahora que piensa que quiero dormir con él, ella está completamente de acuerdo.
—Pero acabas de decir… —exclamo, confundida.
—¿Te has tirado a qué, dos tipos? Con los cuales tenías una relación. Y corazón, ese chico
allá afuera no luce como alguien que estaría en una relación —explica sentándose en mi cama.
—Muy bien, ¿entonces, por qué crees que es una locura no salir con él? —digo confundida
—¡Por qué lo deseas Lauren! —exclama, como si debería ser obvio. Me froto la sien,
poniéndome extremadamente frustrada con la situación
—Mira, sal. Diviértete. Fóllalo hasta el cansancio pero prepárate para oír de él solo
cuando quiera…
Levanto la mano para cortarla. No puedo escuchar más de esto. Me está dando dolor de
cabeza.
Pero ella continúa:
—Lauren, no es algo malo solo tener sexo. Especialmente después de lo aburrido de todo
el vamos-a-hacernos-juramentos de sexo que has tenido. Confía en mí, ¡será liberador! ¿Y
cuánto tiempo ha pasado desde que conseguiste algo? ¿Alguna vez antes has hecho la caminata
de la vergüenza? —pregunta como si de veras fuera a responderle.
—No tendré esta discusión contigo ahora —digo dirigiéndome a la puerta cuando me
detiene.
—Mira, no cada chico será el “elegido”. Algunos chicos están destinados a ser solo
buenos revolcones. ¡Por eso es por lo que Dios los puso en el planeta! Estás en último año y ni
siquiera has tenido la experiencia de los novatos —dice, con un rostro demasiado serio—.Y este
tipo Cal, es el candidato perfecto —continúa.
Ni siquiera sé por dónde empezar respecto a lo mala que es esta conversación.
—¿Cómo sabes siquiera que es bueno en la cama? —le pregunto sarcásticamente,
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—¿Viste lo grandes que son sus manos y pies? —dice como declarando lo obvio.
Página
—De acuerdo, vamos a salir ahí, y, Hillary… ¡ya no le veas los pies, por favor! —digo
antes de abrir la puerta.
Camino de vuelta a la sala para ver a Cal sentando en el sofá hablando por teléfono
—Tendremos que encargarnos de esto después —dice severamente en el teléfono y cuelga.
—¿Novia? —digo bromeando.
Me mira.
—¿Celosa? —pregunta, con una sonrisa en el rostro.
—Tienes un extraño sentido del humor —le digo.
Me guiña antes de abrir la puerta y permitirme caminar frente a él.
—Diviértanse —canta Hillary mientras salimos.
—Tú también —dice Cal dándole a Hillary una pequeña sonrisa que estoy segura hizo su
día.
—Así que, ¿adónde saldremos hoy? —pregunto curiosamente mientras caminamos afuera.
—Ya verás cuando lleguemos ahí —contesta guiándome hacia una hermosa motocicleta
negra. Me detengo para admirar el hermoso pedazo de metal sobre ruedas. Casi me distrae del
hecho que no me ha dicho hacia dónde iremos.
—¿Es tuya? —pregunto sorprendida. No sé mucho sobre motocicletas, pero sé que
cualquier cosa que diga Lamborghini no es barata.
—Lauren Brooks, conoce al señor Scott. —Sonríe orgullosamente, palmeándola con
cariño. Los chicos y sus juguetes.
—Bueno señor Scott. Tiendo a sentirme un poco más cómoda cuando sé a dónde voy con
un extraño. Incluso uno tan alto y apuesto como tú —le digo sinceramente.
Se da la vuelta y me mira, entretenido.
—¿Crees que significo problemas verdad, Lauren? —pregunta acercándose hasta que
quedan solo unos cuantos centímetros entre nosotros. La misma ráfaga de calor que sentí la
última vez regresa y recorre mi cuerpo. No puedo evitar tragarme los nervios. Intento encontrar
una manera de decirlo sin ofenderlo. Pero, sí, creo que significa problemas. Sólo que no estoy
segura aún de qué tipo.
—¿Lo eres? —Le sonrío juguetonamente aun cuando estoy muy nerviosa. Inclina su
cabeza ligeramente a la derecha y se detiene un momento como si estuviese pensando su
respuesta.
—Sólo cuanto tú quieras que los sea. —Una sonrisa malvada descansa en su rostro, y por
alguna razón más allá de mí, eso me excita. Luego su sonrisa se suaviza—. Pero te garantizo,
que estás a salvo conmigo —dice, y parece genuino.
—¿Así que, asumo que no eres un asesino en serie, ex asesino, o loco psicópata? —Me río
sólo un poquito aprensiva.
—Solo si puedo asumir que no lo eres —contesta, subiéndose a la motocicleta.
Rasco mi cabeza. Creo que es ahora o nunca. Ya estoy abajo con él y está en una
motocicleta, en vez de una aterradora camioneta...y es increíblemente atractivo.
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—¿Sabes cómo subirte? —pregunta, notando que sólo lo estoy mirando subido en la
motocicleta.
Página
Levanta la mirada hacia mí con una ceja arqueada y una sonrisa en sus labios.
Página
Me tomó desprevenida con esta respuesta. No confirmo ni niego lo que está diciendo y
decido dirigir la conversación en una dirección distinta.
—¿Así que, estás diciendo que no estás interesado en el sexo? —pregunto,
sorprendiéndome por mis palabras.
Cruza los brazos y me da una sonrisa de entretenimiento. Se inclina y como si fuese un
imán, yo también.
—Oh no. Estoy muy interesado en el sexo. —Su voz es baja y sensual, y por un momento
creo que va a besarme. Me decepciono cuando regresa a su asiento—.Eso no significa que esté
interesado en cualquier chica que mueve las pestañas hacia mí. ¿Y qué hay de ti? —pregunta,
dirigiendo esos penetrantes ojos grises a mí.
Sonrío para esconder mis nervios. La mayoría de tipos fallan en mirarme a los ojos, lo
cual odio, pero es como si los suyos pudieran ver a través de mí, y no sé qué es lo peor. Su
franqueza es refrescante pero inesperada. No sé cómo contestar su pregunta; ha sido tan
honesto, sería hipócrita no regresar el favor.
—Bueno ha pasado algo de tiempo desde la última vez —tartamudeo nerviosamente.
—En realidad me refería a lo “que te gusta hacer”, pero lamento oír eso. —Sonríe
burlándose.
Creo que moriré de vergüenza.
—Oh, Dios. —Gimo, cubriendo mi rostro.
Entonces, siento sus manos sobre las mías y bajándolas. Le miro, sorprendida, su toque
hace que me revoloteen mariposas.
—Nunca más escondas de mí esos hermosos ojos —dice, y me avergüenzo aún más, pero
esta vez se siente mucho mejor.
—Bueno, de hecho, soy muy aburrida. —Río, ligeramente decepcionada cuando suelta
mis manos.
—Estoy seguro que no es así. —Descansa sus brazos detrás de su cabeza.
—Me gusta pintar, dibujar, esculpir... —le digo.
—Oh, una artista. —Sonríe.
—Sí, más o menos. —Sonrío.
—¿Y, es eso algo en lo que quieres ser profesional? —pregunta. De alguna manera,
realmente parece que está interesado, y que no es solo por conversar.
—Bueno, el esculpir y pintar es más bien un pasatiempo, pero amo dibujar. Si pudiera
despertar todos los días y hacer eso para vivir, seria grandioso. Desafortunadamente, no hay
demanda de artistas, así que no sé qué tan lejos pueda llegar profesionalmente. —Suspiro.
—¿Eres buena en eso? —pregunta.
Me agarró un poco con la guardia baja con eso.
—Bueno, espero que lo sea. Sería algo devastador si apestara en algo que amo tanto. —
Remarco con una risa ahogada
32
¿Qué quiere?
—De acuerdo, gracias, Hill. Te voy a colgar en tres segundos. Pero hablaré contigo
Página
Abro los ojos, sintiendo apagarse el motor de la motocicleta. El sonido del motor y el
suave viaje casi me hicieron dormir. Levanto la mirada para ver que estamos frente a mi
edificio. Lo suelto y me bajo de la motocicleta. Siento la necesidad de estirarme. Hemos estado
en esta motocicleta por más de una hora.
—Tengo que decirte que me he enamorado de esta máquina —digo, medio bromeando.
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La mira y sonríe.
Página
—Ella hace eso —bromea mientras desmonta y le da una cariñosa palmada al tanque de
gas. Camina conmigo hasta la puerta.
—Este es uno de los días más interesantes que he tenido en algún tiempo. Realmente me
divertí —digo.
—No eres tan aburrida como decías —bromea
—Esta soy yo en un buen día —digo, advirtiéndole en broma.
Tanto como me he divertido, este momento ha estado pasando por mis pensamientos todo
el día, mientras me preguntaba cuándo ocurriría. Ha habido ciertos momentos en nuestra cita
cuando creí que iba a… y luego, nada. Sé de hecho que no tiene miedo o está nervioso sobre
hacerlo. Después de todo, me levanto del suelo en un apasionado abrazo cuando me saludó.
Pero no ha hecho nada más que sorprenderme toda la noche. Tal vez no va a besarme. Estoy
siendo ridícula. Usualmente no quiero que me besen en las citas, y ahora que sí quiero, no va a
pasar.
—Bueno, gracias por todo —digo mientras me dirijo hacia la entrada de mi edificio.
Quiero entrar antes de que él vea lo decepcionada que estoy.
—He estado esperando… —empieza, pero mi teléfono suena, interrumpiéndolo—.
¿Puedo? —pregunta, indicando hacia mi teléfono.
Miro el teléfono, insegura. Antes de que pueda contestar, toma el teléfono de mi mano y
contesta. Estoy algo perturbada de que esté contestando mi teléfono sin esperar por mi
respuesta, hasta que me doy cuenta quién está llamando.
Cal interrumpe la voz confusa al otro lado.
—No. Este es Cal. Lauren va a tener que devolverte la llamada a una hora decente. ¿No
crees que sea un poco tarde para estar llamando a una mujer respetable? —regaña
juguetonamente, cuelga y me da una sonrisa inocente. Era Michael.
No puedo evitar reír. Luego me pregunto por qué estaba llamando a las dos de la mañana.
Probablemente esté borracho y está intentando disculparse de nuevo, esperando que ceda y le
pida que volvamos. Eso no va a pasar.
Miro a Cal, quien se encoge de hombros juguetonamente. Me entrega el teléfono y
recuerdo que hizo eso sin mi permiso, y le frunzo el ceño.
—No estás molesta, ¿cierto? —pregunta, luciendo sorprendido.
Sí pensé que fue gracioso, pero no debió haber asumido que estaba bien. ¿Qué si hubiera
querido que Michael viniera? No que alguna vez lo haría, pero aun así.
—No. Pero pudo haber sido importante. Y preguntaste pero no esperaste mi respuesta —
digo, mi voz fuerte, y por primera vez en la noche, no estoy nerviosa. Se ríe como si estuviera
sorprendido, me siento algo insultada—.Buenas noches, Cal —digo, volteándome para abrir la
puerta, y toma mi mano.
—Es solo que, usualmente no tengo que pedir las cosas. Así que no estoy acostumbrado a
esperar por la respuesta —dice con tono de broma, pero su expresión es seria.
—Probablemente eso es algo en lo que debas trabajar —digo sarcásticamente, agradecida
de que mi valor haga una aparición por primera vez desde que lo conocí.
—Bueno, ¿puedo besarte? —dice, acercándose, sus ojos flirteando con los míos. Eso hace
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que me trague mi aliento. Huele tan bien, pero no. Voy a ignorar cómo luce y huele. Cal
necesita una lección de que no puede tener todo lo que quiera o hacer lo que se le dé la gana.
Página
37
Página
—¿M e estás tomando el puto pelo, Cal? —Me aseguro de que la incredulidad
en mi voz le sea evidente al otro extremo de la línea. Pero viniendo de
Cal, debería esperar esto.
—Cálmate, nena —dice con firmeza.
—¡Jodidamente no me llames nena, Cal! Dijiste que ibas a venir a casa el lunes. ¡Y es
jueves! —grito, caminando por la habitación.
—Lo sé. Algunas cosas surgieron —explica. Suena distraído, haciendo que me enfurezca
más.
—Algunas cosas surgieron, ¿eh? ¿Qué demonios ha surgido de la nada que te ha
mantenido ahí casi una semana? —grito en el teléfono.
—¿Sabes qué? Voy hablar contigo cuando estés calmada. —Me cuelga. De nuevo.
Gruño y, frustrada, tiro el teléfono en la cama. Como de costumbre, nuestras
conversaciones terminan conmigo lista para golpear un rostro que convenientemente no está
aquí.
No ha llamado en absoluto, solo envió un mensaje preguntándome si me estaba
comportando —lo que sea que eso signifique—, y que estaría en casa hoy. No sé dónde está ni
con quién y cuando hablamos, nunca capta la gravedad de la situación y piensa que
colgándome me detendrá. ¡Oh, cuán equivocado está! Todavía no he terminado. Levanto el
teléfono, golpeando el botón de remarcado, y espero que responda.
—Sí. —Lo escucho decir de pronto.
—¡Cal, eres un pedazo de mierda egoísta! —No hay respuesta y le doy un vistazo a la
pantalla de mi teléfono y veo que la llamada ha terminado. Doy una patada al lado de la cama y
arrojo mi almohada al otro lado de la habitación.
¡Casi nunca discute conmigo! Parece que no consigo una respuesta humana por parte
suya. Me ignora, se ríe de mí, o cuando está en casa, me alza y me lleva a otro lado de la casa, lo
que me enfurece aún más. ¿Cómo discutes con alguien que no te dice nada? Pero considerando
que para discutir tienes que comunicarte, no es de extrañar que no haga eso conmigo. Es una
pared de ladrillos, y estoy cansada de tratar de atravesarla.
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Nunca pensé que esto nos iba a pasar a nosotros. Sabía que podía ser cerrado, pero nunca
que iba a llegar tan lejos. A veces, quiero volver a ese primer minuto en que lo vi y gritarme a
Página
demasiado llena. Por supuesto, el doblar todo debidamente podría resolver ese problema, pero
no estoy de humor para esa mierda. Pateo fuertemente la tapa con mi bota hasta que finalmente
Página
presente no es tan bueno. ¿Por cuánto tiempo me aferro a esos recuerdos cuando cada vez se
van desvaneciendo más y más? Abro el maletero de mi auto para arrojar mi maleta dentro y lo
Página
3
Tequila Patron: marca de tequila.
—Lauren, necesitamos hablar —dice, el tono juguetón en su voz volviéndose serio.
Arqueo la ceja.
—No, Michael. No lo necesitamos —digo cortantemente mientras paso a su lado. Puedo
sentirlo siguiéndome de cerca.
—Por favor —insiste, agarrándome la mano.
—Michael, no hemos hablado desde por al menos dos meses. ¿Cuál es la urgencia ahora?
—pregunto, arrancando mi mano.
Él no dice nada por un momento, pero entonces dice abruptamente:
—Te extraño. Quiero que al menos seamos amigos. Como Steven y tú. ¡Ustedes dejaron
de salir y siguen siendo amigos!
Esta vez, mis dos cejas se elevan.
—¿En serio? Steven y yo salimos un par de veces. No teníamos una relación y el no sintió
la necesidad de follarse otra chica mientras estaba arriba, trabajando —digo más amargamente
de lo que pretendía.
—Lauren. No sé en qué estaba pensando esa noche. Si tan solo me escucharas…
—Hablas mucho, pero no dices nada que valga la pena escuchar —lo interrumpo.
—La jodí. Lo siento. ¡Lo siento! —Sus ojos suplican.
Por un momento, creo que puede que sea sincero. Pero entonces pienso en la rubia que
tenía presionada contra la pared en el almacén, ella con la falda subida y él con el pantalón
abajo, y cómo mintió, diciendo que no había pasado nada… y recuerdo que solo es un
mentiroso.
—Disculpa aceptada. ¿Feliz? —Le doy una sonrisa falsa e intentó irme, pero me toma del
brazo.
Volteo a mirarlo, mis ojos como dagas.
—No me toques. —le advierto, mi tono mezclado con hielo.
Él me ignora.
—Si tan solo me dieras una oportunidad de hablar contigo —ruega.
Quito mi brazo.
—¿Qué Michael? ¿Sobre qué quieres hablarme? —grito y lanzo los brazos hacia arriba.
—Lo que hice esa noche. Lo lamento cada día desde entonces. Si pudiera cambiarlo, lo
haría, pero no puedo. Sigo intentando recordar en qué estaba pensando y cuál era mi maldito
problema, pero no puedo atribuírselo a nada más que la estupidez de la borrachera. Nunca, ni
un millón de años quise herirte de esa manera. Yo solo… —Se detiene a media frase, y sigo su
mirada hacia la puerta, solo para ver a Ángela entrar.
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—Lauren, alguien está aquí para verte —Sonríe, sin olvidar rodar los ojos en dirección a
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Michael.
—Michael. Ya te lo dije. Superé lo que hiciste, ya no estamos juntos, y ya no es asunto
mío. No me importa lo que hiciste, lo que estás haciendo o lo que harás. Seguí con mi vida.
Solo quiero que me dejes en paz —le digo antes de irme.
Tengo que respirar profundamente cuando salgo del lugar. Él nunca sabrá lo difícil que
fue eso para mí. Michael y yo teníamos una relación compleja desde el inicio. Acababa de
romper, bueno, más o menos había aceptado ser amiga de Steven, y una noche después de
beber un poco más de la cuenta, él me besó, y medio terminamos en una relación desde
entonces. Al final, creo que debimos haberlo dejado como atracción de borrachera en vez de
decidir estar juntos. Pero ya sabes lo que dicen sobre la retrospección...
El hombre sentado en el bar es Jason, el tipo del periódico.
—Hola, Lauren. —Se pone de pie mientras me aproximo.
—Hola, Jason —digo tímidamente. Después de todo, la última vez que hablamos, me
dejó abandonada.
—Solo quería decirte lo mucho que lamento lo que pasó la otra noche —comienza.
—Está bien. —Le sonrío. De hecho, si no me hubiera abandonado, nunca hubiera subido
por aire fresco, lo que significa que nunca me habría topado con Cal.
—Solo… pensé ver a alguien que... no importa. No es excusa, y quería disculparme —
dice.
—Bueno, disculpa aceptada. —Río ligeramente.
Al parecer, estoy aceptando un montón de disculpas hoy.
Michael camina hacia nosotros, luciendo un poco molesto.
¿Qué demonios quiere ahora?
—¿Me recuerdas? —le dice a Jason en tono sarcástico.
Jasón lo mira con una expresión de perplejidad.
—No, ¿acaso nos hemos conocido ant…? —Su pregunta es cortada por el puño de
Michael en su rostro, tirándolo al suelo.
—¡Michael! ¡Qué diablos! —grito.
Inmediatamente salto fuera del camino mientras Jason se levanta y embiste a Michael.
—¡Steven, Dan! ¡Hagan algo! —grito.
Escuchando la conmoción, Ángela sale rápidamente del almacén.
—¡Dan! Dan, ¡ven aquí! —grita.
Pronto Dan sale corriendo a separarlos, seguido por Steven.
—¡Suéltalo! Suéltense, ¡chicos! —Dan gruñe mientras intenta separarlos. Steven toma a
Jason y logra separarlos justo cuando Ryan entra.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —grita enojado, su usualmente controlado acento
británico resurgiendo. Todos lo miran, ninguno sabe qué decir.
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—Bueno, tal vez este día no termina siendo tan malo después de todo. —Él sonríe
ampliamente.
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4
Melrose Place: fue una de las series de televisión más exitosas de la década de los ‘90 en Estados Unidos.
—Eso es grandioso. Estoy segura que así será —digo.
Bueno, estoy segura que la hinchazón habrá bajado, por lo menos. Pero de que el color
normal del ojo haya regresado, lo dudo, basándome en la forma en que luce ahora. Aún estoy
impactada. Michael lo golpeó. Él está estudiando para ser oficial de policía, uno pensaría que
tendría más control.
—¡Grandioso! —dice con aparente entusiasmo.
***
Son las 11:00 p.m. No puedo dormir. Eso es lo que le hace el trabajar el turno de noche a
las “ZZZZ” en los días libre. Tenía planeado ponerme al día con las horas de sueño, pero estoy
completamente inquieta. Encendiendo la lámpara al lado de la cama, saco el block de dibujos
que mantengo bajo el colchón y empiezo a dibujar. Repentinamente, el teléfono suena,
asustándome.
—¿Hola? —contesto reticentemente.
—Hola, hermosa.
La voz es familiar e inmediatamente despierta las mariposas en mi estómago.
—Creo que esa sería yo —digo con una sonrisa extendiéndose sobre mi rostro.
—No llamo demasiado tarde, ¿cierto?
—No, está bien. También soy un poco ave nocturna —le digo.
—Nota esto: estoy trabajando en la cosa de pedir. —Se ríe. Pienso en su promesa y sonrío.
—Mírate. Estoy muy orgullosa de ti —le digo juguetonamente.
—Bueno, tendrás que mostrarme cuánto. —Me devuelve el flirteo, me muerdo el labio
ante ese pensamiento—. Iba a enviarte un mensaje. No sabía si estarías en el Club o no.
—No, hoy es mi noche libre. Pero ayer estaba. Reabastecí el bar, tuve que limpiar el
almacén… vi a un hombre inocente ser golpeado en el rostro por lo que hiciste con mi teléfono
la otra noche. —Río.
—¿En serio? Es la primera vez que causo una pelea en la que no logro estar. Bueno, tal
vez la próxima. —Se ríe—. Y dijiste que significaba problemas. Parece que los problemas la
siguen, señorita Brooks —dice juguetonamente.
—Ja. Ja —digo secamente.
—Escucha —continúa él—, si no estás muy ocupada deshaciendo peleas en Chicago,
quería preguntarte si vas al AIC el sábado.
Me toma un segundo registrar que me está hablando del baile de caridad por el aniversario
número 80 del museo de Chicago. Desearía ir, pero desafortunadamente, es un evento
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exclusivo, solo por invitación. Es lo único de lo que han hablado mis compañeros el mes
pasado. Están furiosos de que las Industrias Crest Field, una de las compañías más grandes
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Dijo que estaba pensando en mí. No dijo en qué manera lo estaba haciendo.
Ignoro el mal presentimiento en mi estómago. Bueno, justo ahora eso no importa, solo es
una cita en uno de mis lugares favoritos en todo el planeta, y del brazo de uno de los hombres
más apuestos.
Y aquí estoy, intentando encontrar algo malo sobre él. No voy a dejar que nadie me
arruine esto, ni siquiera yo.
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Página
—S
aginaw, Michigan.
No puedo evitar sentir un poquito de nostalgia al leer el letrero de
bienvenida de mi ciudad natal. Es como si estuviera viendo una película en
casa, recogiendo aleatoriamente recuerdos mientras conduzco.
Ha pasado un tiempo. La última vez que estuve aquí fue justo después de que Cal y yo nos
casamos. Suspiro al conducir pasando las interminables filas de los campos de maíz. En quince
minutos voy a estar frente a la puerta de mi tía, mintiendo acerca de la razón por la que estoy
aquí, y aguantando su mierda bien intencionada. Bueno, tal vez en diez si me apuro, pero a
toda velocidad en Saginaw, en un Mercedes no es buena idea.
Cuando me detengo para buscar en mi bolso el celular, antes de que recuerde que lo lancé
por la ventana, mi estómago gruñe. Solo he comido una rosquilla en todo el día, y eso fue, hace
cuatro largas horas. Veo una gasolinera a unas cuadras y decido detenerme por un bocadillo.
Apago el auto y echo llave a la puerta. Aunque realmente no es necesario, vivir en Chicago ha
cambiado mis hábitos. Cuando entro, mis ojos viajan a mi postre favorito: rollo de fresas.
Camino hacia el mostrador y espero para llegar frente a la cajera. Se acerca al mostrador con
una cálida sonrisa, me recuerda la amabilidad de Saginaw.
—Buenas tardes. ¿Esto es todo? —pregunta ella.
—Sí, esto es todo —Sonrío y le doy un dólar. Lo pone en la caja registradora y me da un
cuarto de dólar de vuelto.
—Que tenga un buen día —responde.
—Tú también —le digo, salgo de la tienda, mientras abro la envoltura de mi Brazo
Gitano.
Tomo un pedazo y lo lanzo a mi boca antes de poner el resto en mi bolso y entro al auto.
Mientras manejo, mantengo mis pensamientos lejos de Cal. Me pregunto qué está haciendo en
este momento. Probablemente esté enojado, o tal vez no. Tal vez no le importe que me fuera.
Normalmente no tengo idea lo que siente.
Odio el hecho que estoy pensando en él, o incluso considerando sus sentimientos. No
debería, pero, ¿cómo dejar de amar a alguien en un instante?
48
Es casi ridículo cuantas veces he tratado de hacerlo. Eso nunca funciona porque los
sentimientos simplemente estallan a la superficie en algún momento después de que mi ira se ha
Página
—Oh, en serio, porque tengo un montón de suéteres en el auto, ya que estoy dejando a mi marido.
Sí, va a ser muy sencillo, muy rápido.
Toco el timbre de la puerta y compruebo mi apariencia en el reflejo de la ventana,
asegurándome de verme presentable. Raven siempre insistía en que si tenías un mal día tenías
que vestirte mejor para esconderlo
Toco el timbre de nuevo, esta vez añado un golpe. Todavía tengo un juego de llaves, pero
no quiero entrometerme. Parece que no está en casa. Tomo asiento en el porche. Probablemente
fue de compras, espero que no sea ropa, ya que puede tardarse horas. Realmente estoy
lamentando mi pequeño ataque de rabia con el que lance mi teléfono sobre la baranda del
balcón esta mañana. Miro mi reloj, dándome cuenta que es la una. Raven podría tardarse todo
el día.
Decido entrar y me levanto, en vez de seguir esperando en la entrada como si fuera un
paquete de FedEx5. Encuentro el juego de llaves en el fondo de mi bolso y abro la puerta. Entro,
la radio está encendida, y no puedo evitar sonreír. Desde que tengo memoria, 91.3 siempre ha
sido la estación de radio favorita de Raven, y es un sonido constante en la casa. Cierro la puerta
detrás de mí y pongo mi bolso sobre la mesa. Este lugar siempre me reconforta, un verdadero
hogar no es solo el lugar donde resides, sino cómo te sientas, y me siento sola en el ático.
Subo y encuentro la puerta de mi vieja habitación. Otra sonrisa cruza por mi rostro
cuando entro, sigue igual a como la dejé. Me siento en la cama y respiro profundo, cuando veo
frente a la venta y dejo que el sol acceda a través de las cortinas. En mi cómoda están mis
premios, cintas y medallas alineadas de la misma forma como cuando estaba en la escuela
secundaria.
Sin embargo, hay una nueva adición. Mis ojos se deslizan sobre mi foto de boda con Cal y
experimento una sensación de celos de mi pasado. La pareja en la foto ya no existe, quedó a
años luz de lo que somos hoy Cal y yo. La recojo y la pongo boca abajo. Si tan solo se pudiera ver
el futuro. Abajo una puerta se cierra, Raven debe estar en casa. Me doy ánimos: Puedes hacer esto,
solo no metas la pata. Tomo una respiración profunda y salgo de la habitación. Desde lo alto de
las escaleras, puedo ver a Raven bajar las bolsas. Sabía que había ido de compras. Ella me mira
y una enorme sonrisa se expande por su rostro.
—¡Lauren! ¡Sabía que era tu auto! —chilla, dejando caer todo al suelo.
—Hola, Raven —digo alegremente, corriendo por las escaleras. Se encuentra conmigo al
final de las escaleras y me envuelve en un gran abrazo.
—¡Qué bueno verte! ¡Te extrañé mucho! —dice ella, apretándome con fuerza.
—También te extrañé —le digo honestamente, dejando que su aroma me devuelva a mi
infancia, cuando cualquier problema que tenía podía resolverse con una rebanada de pastel de
chocolate, aunque fueran comprados, ya que Raven no puede hornear un pedazo de pan
aunque su vida dependiera de ello.
Da un paso atrás, escudriñando mi apariencia.
—Estás hermosa, me encanta tu suéter —dice ella, deslizando su mano por mi hombro.
50
Raven como siempre inclinada hacia la moda, y con frecuencia me pregunto qué habría
pasado si hubiera crecido en una gran ciudad. Estoy segura de que no habría terminado como
Página
bibliotecaria.
—Entonces, ¿qué te trae aquí? ¿Cuánto tiempo te vas a quedar? ¿Y dónde está ese
atractivo sobrino mío? —Sonríe.
5
FedEx: ofrece servicios de mensajería y paquetería.
Bien Lauren, comienza a pensar. Piensa, piensa, di algo, mantén la sonrisa.
Desafortunadamente, todo lo que hago es sonreír porque no puedo pensar en decir algo.
Realmente necesito planificar a futuro.
Ella frunce el ceño y se quita el flequillo rojo del rostro.
—Umm. ¿Qué tal si me ayudas a llevar las bolsas a la cocina y me dices todo acerca de
ello? —dice, tomando dos bolsas y saliendo de la habitación.
Recojo tres bolsas y la sigo desde atrás. Necesito pensar en algo, definitivamente no estoy
lista para decirle que dejé a mi marido. Entro en la cocina que está bien iluminada y pongo las
bolsas de comida en la mesa. Estar aquí me recuerda cuán sombrío es Chicago a veces. Aunque
no cocina, se asegura de tener todos sus aperitivos favoritos y de surtir de frutas y verduras la
nevera. Comienza a desempacar y pone los comestibles en su lugar, pero puedo decir que toda
su atención está en mí.
—¿Y cómo está todo? —pregunta casualmente.
—Todo está bien. —Asiento, sacando un cartón de leche de la bolsa.
—No me llamaste esta semana.
—Lo sé. Umm, quería sorprenderte —Sonrío, esperando que eso no suene como una
mentira.
—¡Y lo hiciste! Cuando vi ese Mercedes estacionado en la entrada, ¡no pude creerle a mis
ojos! ¿Y por cuánto tiempo te tendré? —pregunta como si fuera recepcionista de un hotel.
—Oh bueno, pensé que me quedaría por una semana o dos —le digo, ocupándome de
sacar una botella de jugo y evitando sus ojos.
—¿En serio? —pregunta sorprendida.
—Sí, bueno, si estás de acuerdo —digo vacilantemente.
—Claro que sí, cariño. Amo tu compañía, y sabes que siempre eres bienvenida aquí, es
solo que… dos semanas es un largo tiempo. ¿Cal está aquí? —pregunta.
Aquí está mi oportunidad, solo dile. ¡Solo dilo!
—N… no, umm, de hecho es por eso que estoy aquí —digo dócilmente.
Deja de revisar la bolsa y me da toda su atención, su mirada es intimidante.
—¿Qué pasa? —dice, elevando ligeramente su voz.
—Oh, nada. Es solo que Cal se ha ido a otro viaje de negocios, y el ático se vuelve
solitario en la noche. Pensé, que no te he visto en algún tiempo. —Me río levemente.
Dios, ¿por qué no solo le dije? Perdí la oportunidad perfecta, ahora todo este tiempo voy a tener que
andar sobre cáscaras de huevo y tendré que recordar mis propias mentiras.
—Oh —dice escépticamente, su expresión cambia rápidamente a una sonrisa—. Bueno
51
realmente me alegra que estés aquí —dice, dándome otro abrazo—. Qué tal si termino aquí, tú
Página
¡Quiero que diga que lamenta todo, que lamenta haber jugado con mis emociones, que
lamenta ser tan idiota, que lamenta dejarme sola en casa por varios días sin una sola llamada,
que me ha convertido en alguien a quien no reconozco, que ha erosionado mi confianza en mí
misma, que lamenta su existencia en mi vida!
No escucho nada al otro lado.
Ups, debí haberlo dicho en voz alta.
***
He estado sentada en silencio en mi vieja habitación por veinte minutos, esperando a que
me devuelva la llamada. No debería estar esperando. Debería ser feliz de que no está intentando
llamarme de nuevo. Paso los dedos por entre mi cabello y suspiro. Y escucho un suave toque en
la puerta.
—Cariño, ¿está todo bien? —pregunta Raven suavemente entrando en mi habitación.
—Sí, todo está bien —le digo, forzando otra sonrisa.
Abre su boca como si estuviera a punto de decir algo, pero entonces sonríe y cambia de
tema.
—Se me olvidó completamente que le dije a la señora Ingram que almorzaría con ella
hoy, antes de saber que venías. ¿Te gustaría acompañarnos? A ella le encantaría verte —
pregunta.
—No, está bien. Creo que me quedare aquí y pensaré en algunas cosas. Dile que dije hola.
—De acuerdo, si necesitas algo solo llámame al celular —me dice como si tuviera doce
años de nuevo.
—Estaré bien —le digo.
—Te veré después cariño —dice cerrando la puerta.
Repentinamente me siento exhausta. Comienzo a quitar la gran colcha y las coloridas
sábanas de la cama, reemplazándolas por unas sábanas que traje de casa. Después de terminar,
miro alrededor de la habitación. Respirando profundamente. Voy a tener que volver a
acostumbrarme a este lugar. Me arrastro a la cama, abrazando una almohada como si fuera un
peluche.
53
Página
—F
ui a la universidad de Illinois por dos años antes de transferirme al estado de
Indiana, donde jugué fútbol americano. Lo creas o no, originalmente
estudié criminología. Es gracioso como salté de criminología a periodismo
ya que son tan diferentes el uno del otro. Inicialmente, sólo la tomé en la secundaria debido a
una chica que me gustaba. Después, lo cambié porque criminología se estaba volviendo muy
complicada. Pienso que fue lo mejor que hice en mi vida. Así que cuando me gradué, me mudé
de vuelta a Chicago. Mi padre me ayudó a conseguir un trabajo en The Tribune, donde mi jefe
me asignó a la sección de Entretenimiento. ¿Quién diablos lee eso? Pero de todas maneras, el
punto es… —Jason no puede callarse.
Continúo asintiendo y sonriendo, fingiendo que me interesa lo que está diciendo. Ha
estado hablando por veinte minutos; no me ha preguntado ni una cosa sobre mí, a excepción de
lo que quería ordenar. Después me dijo que el plato que ordenó era mejor y que debería ordenar
eso. Miro el reloj por tercera vez. Nunca he estado tan aburrida en mi vida. No sé si está
nervioso, y solo está hablando sin parar para cubrirlo, o si realmente está tan absorto en sí
mismo. Parecía ser tan diferente en el club. Las apariencias sí que pueden engañar.
Le doy un sorbo a mi agua. El hielo se ha derretido. Mirando alrededor, admiro lo
elegante que es el restaurante. El piano se escucha suavemente de fondo. Realmente podría
disfrutar de esta atmósfera si tan solo Jason se callara por un minuto.
—Recuerdo mi primer trabajo para periodismo 101. Se trataba de un decano durmiendo
con una estudiante. Me divertí mucho con eso, aunque sólo recibió una C. Mi profesor siempre
me dijo que podía hacerlo mejor, y en mi último trabajo obtuve una A —continua—. Así que,
¿qué hay de ti? —pregunta finalmente.
Casi me atraganto con el agua, la oportunidad de hablar es inesperada, pensé que me iba a
hablar de cada artículo que había escrito antes de hacerme alguna pregunta.
—Bueno, fui a la Universidad de Chicago. Estoy estudiando Inglés y como materia
secundaria llevo Historia del Arte —digo.
—Es difícil entrar en el mundo del arte —dice, como si yo no lo supiera.
—Por eso es que estoy estudiando Inglés —digo, un poco molesta.
—¿Y qué tipo de trabajo haces? —pregunta.
54
—Sé que estudias Historia del Arte, pero, ¿haces algunos trabajos artísticos?—pregunta
distraídamente mientras le hace señas al mesero.
Le acabo de decir que Historia del Arte era mi segunda materia, pero como sea. Es
bastante cercano.
—Bueno, algo de pintura y escultura, pero mi pasión es el dibujo —digo.
—Sí, ¿podría traernos la cuenta? —pregunta al mesero que se acerca, el cual asiente y se
aleja. Se voltea nuevamente hacia mí—. Disculpa… ¿qué estabas diciendo?
Meneo la cabeza.
—No es importante. —De todas maneras, no es como si estuviera prestando atención.
—¿Has escuchado sobre la gala aniversario del museo? —pregunta.
¿Ya se le olvidó la parte de la Historia del Arte?
—Sí, lo he hecho —digo, intentando no sonar sarcástica.
—Probablemente lo pasarías de maravilla allí. Es una lástima que no puedas conseguir
pases. The Tribune sólo consiguió tres. Tuve suerte de obtener uno de los pases para la prensa,
ya que será el evento de la temporada —se regodea.
¿Debería decirle que voy a ir o no debería? Umm.
—Me aseguraré de tener un reporte completo para ti. —Sonríe.
Decido no decirle. Seguiré sonriendo. Y tal vez entenderá la indirecta. Mi teléfono
comienza a vibrar en mi bolso. Lo saco y veo que es Hillary. ¡Oh, te amo, Hillary!
—Discúlpame un minuto —digo, caminando hacia la entrada frontal—. Nunca me he
sentido tan feliz de escucharte —digo agradecida.
—¿Adivino que tu cita apesta? —pregunta con excitación.
—Quitando la comida, sí. Estaré en una hora en casa. Jason probablemente es la persona
más absorta en sí misma que he conocido. Toda la conversación de esta noche fue sobre él.
Probablemente pude decir tres oraciones —digo.
—¡Ay, pobrecita! —dice—. Bueno, no puedes encontrar oro dos veces.
Sonrío, pensando sobre mi cita con Cal, lo que hace que esto se parezca a una cita con el
dentista.
—¿Y tiene algo planeado para después de la cena? —pregunta.
—No lo sé, pero ya no aguanto más de esto.
—Recuerdas el chico que conocí en la fiesta a la que no quisiste ir la semana pasada,
Jinere, o Johnae nuca seré capaz de decirlo bien. De cualquier manera, es algo extranjero y
ridículamente ardiente. Le estoy haciendo la cena y puede que se quede para el postre... —me
advierte con un indicio de excitación en su voz.
—Diviértete, Hillary —digo. Al menos una de nosotras pasara un rato agradable esta
noche.
—¿Quieres que te espere?
—No, estaré bien.
55
—De acuerdo, buenas noches, chica —dice, y cuelgo el teléfono. Miro mi reloj; son
apenas las 9:12. Esta noche está pasando demasiado lenta. Regreso al restaurante y veo que
Página
Jason no está en la mesa. Supongo que ha ido al baño. Gracias a Dios. Habrá algo de silencio
por unos minutos.
—¿Disculpe, señorita? —dice una suave voz detrás de mí. Me volteo para ver a la
anfitriona, quien nos situó en la mesa cuando llegamos—.El caballero que estaba con usted
recibió una llamada importante y tuvo que irse, pero le llamó un taxi. El cual estará aquí en
veinte minutos —me informa.
¿Me abandonó? Me abandonó. Después de pasar una hora y media escuchándolo hablar
sobre su aburrido trabajo, y su historial de asistencia a clase, ¿me dejó? Suspiro y noto que la
anfitriona está esperando por mi respuesta.
—Gracias —digo, sonriendo para esconder mi molestia.
Ella asiente y se marcha. Tomo mi chaqueta del respaldo de mi silla y me la pongo.
¿Quién hubiera pensado al inicio de esta velada que terminaría sentada en la sala de estar sola,
esperando para que un taxi me llevara a casa porque mi cita me abandonó?
***
qué pensar de él. Pensé que ya tenía calculado el tipo de persona que era la primera vez que lo
conocí: o bien el elegante hombre de negocios o un playboy millonario. No pude estar más
Página
equivocada. No es ninguna de esas cosas, pero aun cuando estoy segura de lo que no es, aún no
sé lo que es. Sé menos de él ahora que cuando lo conocí, lo cual es intrigante y atemorizante.
Me invitó a esta fiesta porque adivinó cuánto amaría ir, así que al menos sé que tiene esa parte
de mi autobiografía cubierta, sin embargo, yo apenas tengo un trocito de su certificado de
nacimiento.
Lo único que realmente sé sobre él es que es misterioso, franco e increíblemente sexy. Aún
no puedo creer que quisiera mucho más después de aquel beso. Usualmente, ni siquiera dejo
que un tipo se acerque a mis labios, y lo evado usando el truco del beso en la mejilla, o el
movimiento del abrazo incómodo. El dejar que un chico meta su lengua en mi boca es un
sacrilegio en el “Código de Lauren Brooks”, pero ya he roto un par de códigos en lo que
respecta a Cal. En este punto, normalmente ya sabría su edad, qué hace para vivir, cuántos
hermanos tiene y cuál fue su primera mascota, pero se me acaba de ocurrir que ni siquiera le
hice una sola pregunta sobre esas cosas. Bueno, su sonrisa y sus ojos seguían distrayéndome. Te
atraen y te mantienen allí...
57
Página
L
impio el vapor del espejo y abro un poco la ventana del baño para que entre un poco
de aire. Una ducha y el lugar ya está a cuarenta grados. Me envuelvo en la esponjosa
toalla de baño y me meto en las sandalias que he dejado cerca de la tina. Bostezo un
poco. Aun cuando no debería estar cansada en lo absoluto. Desperté a las diez p.m. sin poder
creer que había dormido el día entero. Pero creo que dormir es lo mejor para aliviar el estrés, y
tenía mucho que aliviar.
Sé que no debería sentirme así, pero no puedo evitar preguntarme por qué Cal no me ha
llamado aún. Reviso el teléfono por algún mensaje, aun cuando sé que probablemente no
dejaría uno, especialmente en el teléfono de Raven. Me quito un mechón de cabello del rostro.
Debería secármelo, pero estoy demasiado irritada para hacer eso. En el pasillo, de camino a mi
cuarto, me doy cuenta que Raven se ha ido a dormir, así que regreso para apagar la luz que
ilumina el pequeño pasillo. Cuando entro a mi cuarto, una ligera brisa entra por una ventana
abierta, por lo que la cierro. Una mano toca mi espalda baja.
Grito, dándome la vuelta y retrocediendo al mismo tiempo. Cal está de pie frente a mí.
Toma mi brazo para evitar que me caiga. ¿Qué demonios está haciendo aquí? Mi impulso es el
de abrazarlo, pero luego recuerdo que estoy enojada con él, así que me alejo al otro lado de la
habitación.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, impactada, todavía sin aliento, y aun así un
poco feliz de que esté aquí. Esta es la última cosa que hubiera esperado. Ni siquiera me volvió a
llamar.
—Oh, vamos. ¿Ni un “hola” o “es bueno verte, cariño”? —bromea. La luz de la luna se
refleja en su rostro esculpido, y pasa a mi lado para sentarse en mi cama. Inhalo su aroma. Ello
me atrae hacia él. Es la colonia que le compré el mes pasado, y hace que quiera... ¡Demonios,
despierta, Lauren!
—Tal vez, si estuviera de humor para decirlo. Pero no es así —digo intentando ser
cortante, pero no estoy segura si eso tiene el efecto que esperaba ya que me tomó desprevenida.
Levanta la mirada hacia mí, y sus ojos bajan de mi rostro, recordándome que estoy
desnuda debajo de la toalla. Cruzo apretadamente los brazos para mostrarle que estoy
determinada a mantenerlo puesto. Me sonríe con malicia, y levanta un cerdo de plástico que
gané en un carnaval en la secundaria. Se lo quito de las manos.
58
—¡Ten cuidado! No querrás que esa toalla se caiga —susurra, y su mano comienza a subir
Página
por mi pierna.
Rápidamente doy un paso atrás y me digo a mí misma que ignore los escalofríos que se
dispararon por mi columna.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto nuevamente con dureza.
—Estás aquí, así que supuse que yo también debería estar aquí. —Parece sincero pero con
él quién sabe.
—¿En serio? Porque hace cuarenta y ocho horas, no era tan importante para ti estar donde
yo estaba —digo, con amargura en la voz.
Se pone de pie y camina hacia mí.
—Lo lamento —dice, mirándome directamente a los ojos. Rápidamente miro hacia otro
lado; odio cuando hace eso. Juro que puede ver directamente a través de mí y leer mis
pensamientos.
—Eso es lo que tú dices.
Descansa sus manos en mi cintura.
—Es la verdad —dice, dando un paso más cerca e inclinándose hacia mí.
Sacudo la cabeza y me alejo un poco.
—Bueno, ¿y cómo se supone que lo sepa? —digo suavemente, como si intentara despertar
de un mal sueño—. ¡Estoy cansada de no saber, Cal! —digo con un tono más alto.
—¿Alguna vez te he dicho algo que no sea verdad? —reitera. Cal me ha hecho algunas
cosas muy jodidas. Me ignora, evita las preguntas que le hago, o me deja sin explicación, pero
no es un mentiroso.
Estoy tratando de pensar, pero me distraigo cuando comienza a recorrer con sus dedos mi
cabello húmedo. ¿Cómo se supone que piense mientras hace eso? Necesito pensar. Sus labios se
deslizan suavemente por mi cuello, y me atrae contra su pecho. Estoy intentando pensar cómo
debería responder ante esto. Estoy enojada, y tengo todo el derecho de estarlo. Lo que sea que
quiera hacer, debo hacerlo rápido, antes de que me lleve hasta la cama. ¡Di algo! ¡Dilo ahora!
—N... no podemos, no haré esto aquí —digo sin aliento mientras la toalla se cae al suelo.
Es demasiado tarde. Me baja a la cama. Su peso me cubre, al igual que sus labios. Necesito
hablar con él, no dormir con él. Siempre pasa esto cuando me toca: primero los temblores que
suben por mi espalda, el calor entre mis muslos, y después me siento mareada y olvido mis
pensamientos. Tira algún tipo de hechizo sobre mí. ¿Qué más puede ser esto?—. C… Cal,
detente —digo, tan suavemente que apenas puedo escucharme mientras sus dedos viajan por mi
cuerpo.
—¿Quieres que me detenga? —Está empezando a mordisquear mi oreja.
—Ya no sé lo que quiero —digo sinceramente, intentando tomar aire. Volteo mi rostro
hacia la ventana. Aún está abierta, y una suave brisa sopla dentro de la habitación.
—¿Esto no es lo que quieres? —dice con voz ronca antes de profundizar el beso. Se
necesita de toda mi fuerza, pero rompo el beso y gentilmente sostengo su barbilla en mis manos.
Me mira sorprendido y algo curioso.
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Miro fijamente dentro de los ojos que usualmente intento evitar. Veo dentro de ellos en
busca de respuestas, para saber lo que está pensando, lo que siente. La luz de la luna brilla sobre
Página
nosotros a través de mi ventana. No puedo leerlo. No puedo ver lo que hay detrás de ellos; sus
ojos son como vidrios polarizados. No puedo ver nada más de lo que él quiere que vea.
—Ya no lo sé Cal —susurro, intentando aguantar las cálidas lágrimas en mis ojos, y dejó ir
su rostro. La enorme sonrisa en su rostro se suaviza. Me quita de la frente un mechón de cabello
y mira dentro de mis ojos por lo que parece una eternidad, pero que realmente es solo un
minuto.
En un instante, levanta su cuerpo de mí y sale de la cama. Me coloco de lado y recuesto la
cabeza así puedo ver lo que está haciendo. Hace frío, así que me deslizo debajo de los
cobertores. Descansando la cabeza sobre mis manos, lo veo tomar su chaqueta y sacar algo.
Suspiro y volteo mi cuerpo, para ya no tenerlo de frente.
Unos cuantos minutos después, está en la cama conmigo, su piel desnuda contra la mía.
Sus besos cubren mis hombros, y me acerca hacia sí. Esta vez, evito su mirada. No sé qué
pensar o qué sentir; no quiero perderme en él. No quiero seguir enamorándome de él, y
cediendo ante el tipo de manipulación que esto sea.
—Lauren —dice suavemente, y toma mi mano, llevándola hasta su rostro y acariciándolo.
Todavía no le contesto. Las cálidas lágrimas pican en mi rostro. No ha visto mis lágrimas correr
de esta manera en un largo tiempo; mi fachada de ira y resentimiento normalmente es un
perfecto camuflaje para ellas. Esta noche, estoy demasiado exhausta para eso. Las limpia de mi
rostro y gentilmente besa mi mejilla.
—Estoy tan cansada. Ya no puedo. No puedo seguir haciendo esto; me… me está
destruyendo —gimo. Mi voz sale ahogada, y miro lejos de él.
Toma mi barbilla, haciéndome mirarlo.
—Lauren. Estoy aquí —dice seriamente.
Alejo mi mirada.
—Pero como vo… —No puedo terminar, mi voz se derrumba.
—Estoy aquí, hermosa —dice, su voz es irreconocible y casi suplicante. No puedo apartar
la mirada después de eso. Sus ojos grises muestran ese débil tono de verde. Aprieta mi mano, la
cual es pequeña comparada con la suya. Acerca su otra mano y me muestra lo que estaba
buscando en su chaqueta hace un minuto. Lenta y deliberadamente, desliza el anillo de
matrimonio en mi dedo, regresándolo a su verdadera dueña. Comienzo a llorar más fuerte
porque esta noche estoy tan confundida. Envuelvo mis brazos en su cuello y me sostiene más
cerca.
Estoy muy confundida sobre su amor hacia mí, pero sobre lo que nunca he estado
confundida es de mi amor por él. Amo a Cal. Así de simple. Aún no hay nada que haya podido
hacer para dejar de amarlo. Sin importar lo enojada o frustrada que esté. Sabe el momento
exacto para hacer aquello que hará que me vuelva a enamorar de él una vez más.
Cierro los ojos sintiéndome en paz en este instante. Por este momento, he regresado en el
tiempo a aquella época donde solía acostarme en sus brazos, cuando me hacía sentir que sólo
nosotros existíamos en el mundo y nada nos separaba.
Mientras viva este momento —esta paz—, dormiré, y me preocuparé por lo demás
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mañana. Finalmente, me siento caer dormida; envuelta en los brazos de Cal. Y al menos por
esta noche, la pareja en la fotografía que coloqué boca abajo hace rato no se siente tan lejana.
Página
***
¿Por qué me quedo? Realmente es una pregunta simple. ¿Porque no sólo me voy? No
tengo hijos con él, estamos casados, pero el divorcio es tan fácil y común estos días. ¿Por qué
me importa tanto?
Estas preguntas pasan por mi mente mientras miro fijamente el techo. El mismo techo al
que solía mirar todas las noches cuando era una niña pequeña. La adolecente soñadora ahora es
una mujer. Le doy vistazo al anillo en mi dedo, que demanda mi atención, no por el hermoso
diamante amarillo con corte de princesa, sino por lo que significa.
Se supone que es un símbolo de nuestro amor, y de nuestro compromiso con el otro.
Cuando hice esos votos, sabía sin lugar a dudas que ambos teníamos esas cosas.
Lo amo, pero mi confianza en él ha menguado. Algunas veces dudo de su compromiso
para conmigo, nuestro compromiso de hacer que nuestro matrimonio funcione. Me he quitado
este anillo porque las cosas que representa… ya no las creo. Aun así, una y otra vez permito que
regrese a mí.
¿Por qué cuando Cal no está conmigo, lo extraño tanto que es peor que el dolor físico?
¿Por qué cuando veo sus ojos, algunas veces juro que veo un lado de él que no me permite
conocer completamente?
Sus ojos… creo que me enamoré de sus ojos. Ellos revelan tanto y tan poco. Algunas
veces miro dentro de ellos y están ausentes, fríos y vacíos. Y aun así, hay instantes en los que
hay algo amable y cálido brillando detrás de ellos.
Su misterio me excitaba, atrayéndome, demasiado intrigante para soltarlo. Ahora el hecho
de que mi esposo siga siendo un misterio para mí es algo frustrante, y eso me hace comprender
que sus misterios son sólo secretos que no me confiará, y cada día eso me amarga más.
Me he permitido quedarme porque hay ocasiones como la de anoche donde estoy loca y
profundamente enamorada de él nuevamente. Otras veces, siento que apenas lo conozco. Tengo
miedo de haberme envuelto tanto en él por tanto tiempo que me será difícil permanecer de pie
sola. El comprender eso me enferma, y una parte de mí lo culpa. Sé que yo dejé que esto
sucediera. He permitido que este exterior de hielo se apodere y cambie quien soy. Al principio
era una manera de lidiar con él, de evitar sentirme triste, sola o insuficiente. Comenzó como un
mecanismo de defensa, pero ahora era una piedra angular de la mujer en la que me he
convertido.
Ya es de mañana. He estado acostada aquí un rato, sin poder dormir, intentando descifrar
algunas cosas. Siento a Cal despertarse, y el colchón se mueve mientras se sienta. Me doy la
vuelta para mirarlo. Me observa, bosteza, y comienza a tomar su ropa, la cual esta esparcida
por el suelo.
—Buenos días —digo quedamente, descansando mi cabeza en el brazo.
Se pone el bóxer y la camisa, pero no contesta. Su ceño esta fruncido y se está moviendo
como si estuviera apurado por algo. Camina hacia mi armario, moviendo las cosas
impacientemente. Me siento, completamente quieta, intentando averiguar qué está haciendo
ahí.
—¿Qué haces? —pregunto, intentando mantener la compostura. No quiero hacer esto
61
hoy. Estoy intentando no portarme como una perra, pero realmente me está tentando.
Encuentra mi maleta y la saca.
Página
regreso, estaré diciendo que lo que estás haciendo, lo que los dos estamos haciendo, está bien.
Estaré diciendo que está bien que me dejes semanas enteras. Que está bien que te extrañe tanto
Página
que es algo doloroso. Que estoy bien no sabiendo lo que estás sintiendo o pensando el noventa
por ciento del tiempo; todos los días tengo dudas de que me ames. —Mi voz comienza a
romperse.
Su expresión endurecida se suaviza y camina hacia mí.
—¿Qué? ¿Por qué lo haces? —Sostiene la parte trasera de su cabeza en ambas manos y
suspira, exasperado—. ¡Sabes que te amo! —Señala molesto, y comienza a caminar por la
habitación—. ¡Si tan solo supieras lo que tuve que hacer para estar aquí contigo! —dice en voz
alta, pero parece que se lo dice a sí mismo.
—Claro, tuviste que arrancarte del trabajo. Qué difícil es estar con tu esposa, porque estás
desesperado por el dinero. ¡Claro, yo necesito el Louboutin, y tú necesitas esos Rolex y autos
extranjeros! —grito pese a mis lágrimas, sentándome en la cama—. Siento que estás resentido
contra mí. Solías ser… bueno, creí que eras feliz. Eras divertido, me hacías reír y sentir sexy y
deseada. —Sonrío recordando días más felices—.Ahora, siento que estás distante. Sé que te
estás alejando de mí. El único momento en el que me siento conectada contigo es cuando
tenemos sexo. Y recientemente es lo único que hemos hecho. Ya no me haces el amor. Tal vez
el matrimonio te convirtió en esto. Nunca imaginé que sería así para nosotros —digo, usando
toda mi fuerza para terminar.
Cierro los ojos y dejo salir un muy necesitado suspiro, el cual parece que lo he estado
guardando por siempre. El silencio en la habitación, después de todo el ruido, se siente extraño.
Él ha estado sentado en la silla de mi escritorio, con los brazos cruzados sobre el pecho, y
con una gama de emociones cruzando por su rostro. Ninguna de ellas parecía ser de lamento o
entendimiento
—Nunca he querido nada más que nuestro matrimonio, Lauren. Eres la única cosa que
me pertenece. La única cosa pura que tengo somos nosotros. Solía tener un motivo diferente
para existir. Eso venía de un lugar oscuro. Mi motivación cambió cuando me enamoré de ti.
Eres mi fuerza y mi debilidad. Eres la razón por la que lucho por estar aquí.
Abro los ojos y recuerdo que esas eran exactamente las mismas palabras de sus votos el
día de nuestra boda. No puedo creer que las recuerde. No recuerdo los míos hasta ese grado. Mi
corazón se pone cálido, al pensar en ese día en la playa de Río donde nos unimos, donde me
convertí en la señora Scott. Fui la mujer más feliz del planeta.
—Lo dije en serio en aquel momento, y nada ha cambiado desde ese día. —Su voz es baja
y titubea sólo un poco.
Comienzo a acercarme lentamente y toco su hombro gentilmente. Parece estar
profundamente concentrado.
—Quiero que te quedes conmigo. Aquí. —Le miro, con los ojos suplicándole que me dé la
respuesta que quiero, que necesito escuchar.
—¡No me mudaré a Saginaw! —dice firmemente, con los brazos aún cruzados, mirando
por la ventana.
—No dije eso —digo.
—¿Te refieres como a una semana, o un par de días? —pregunta. Lo está sopesando. Esa
es una buena señal
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64
Página
—L
auren Brooks está usando uno de los más recientes vestidos de la Casa de
Hillary. Esta estilizada gema oscura es perfecta para una cita ardiente, una
reunión de negocios o incluso una gala sofisticada. La parte superior con
lentejuelas le da a esta silueta vintage un giro moderno, mientras que mantiene lo clásico. Su
vestido se caracteriza por un aterciopelado escote con lentejuelas en forma de corazón, un
pronunciado corte V en la espalda, un cierre de zíper invisible, y una halagadora apertura para
hacer que a cualquier hombre de sangre roja le corran sus jugos —anuncia Hillary en su
imitación de Joan Rivers. Ángela y yo nos morimos de la risa.
Hillary me da un golpecito de advertencia.
—Détente, lo vas a arrugar —me regaña, aún en su imitación de una persona
extraordinariamente elegante—. Date una vuelta, queridita —dice.
—Lúcelo, chica —grita Ángela, apoyando el disparate. A regañadientes hago caso,
rodando los ojos ante sus silbidos y piropos.
—Lauren Brooks, ¡te ves tan malditamente ardiente! —exclama Hilary, regresando a la
normalidad.
—Voy al aniversario de un museo de arte. Ardiente no es exactamente lo que estaba
buscando —bromeo mientras mantengo mi enfoque en el espejo. Debo decir que el vestido es
exquisito. Ángela vino a hacer su magia en mi cabello, haciéndome unos profundos rizos
románticos. Y después de muchos regaños, fui capaz de bajarle el tono humeantemente
dramático de Hillary a un cómodo destacado.
—Quiere decir que luces absolutamente fabulosa. —Ríe Ángela.
Me giro y veo a Hilary revisando mi bolso.
—Hilary, ¿qué estás haciendo? —pregunto.
—Asegurándome de que tengas todo lo esencial —dice en tono práctico.
—Maquillaje, chicle, billetera, llaves… Lauren, ¿no sabes que estás olvidando algo very
important? —pregunta.
Ángela y yo la miramos con una extrañada expresión en nuestros rostros.
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—¡Exacto! —dice.
Ruedo los ojos.
—No es como si los fuera a necesitar —razono con ella.
—Oh, vamos, he visto al hombre. Los vas a necesitar. —Me guiña el ojo. Juguetonamente
le quito mi bolso.
—… y te acuerdas de lo que casi pasó la última vez —dice Ángela cantando mientras se
deja caer en mi cama.
Las ignoro a las dos, intentando sin éxito hacer unos centímetros más largo este pequeño
vestido negro.
—Oye, deja eso. —Hillary espanta mi mano.
—¿Y a qué se dedica? ¿Está en la universidad? —pregunta Ángela.
—No lo sabe. —Se ríe burlonamente Hillary.
—¿No lo sabes? ¿Qué demonios significa eso? —pregunta Ángela confundida.
Abro la boca para defenderme, pero Hilary se entremete.
—Eso es lo que la lujuria te hace… —molesta Hillary. Ángela comienza a reírse.
El teléfono suena y mi corazón da un salto. Ángela es la que está más cerca, así que
contesta.
—¿Hola? Bajará de inmediato. —Me da una enorme sonrisa—. La limo está aquíííí —dice
cantando.
Respiro profundamente y me doy un vistazo en el espejo una vez más.
—¡Te ves bien! —gritan al unísono. Tomo el bolso y todas salimos por la puerta. Una vez
que llegamos abajo, nos encontramos una hermosa limosina negra y al conductor esperando al
lado de la puerta.
—¡Diablos! —dice Ángela, observando su apariencia.
—¿Cuál de ustedes bellas damas, es Lauren Brooks? —pregunta en un tono amistoso.
—Ella. —Ambas me señalan.
—Buenas tardes, señorita Brooks. Soy Byron, y seré su chofer esta noche. —Sonríe.
Les doy un abrazo a las dos y me dirijo al vehículo.
—Pásenlo bien —dice Ángela.
—Muy bien —grita Hillary con un guiño mientras entro en la limosina.
Me despido con la mano antes de que Byron cierre la puerta. Miro al lujoso interior de
cuero que me rodea. Hay una televisión con un mando y champán rodeado por hielo alojado en
su propio lugar.
—¡Vaya! —Es la única cosa que puedo decir.
Escucho sonar el teléfono a mi lado. Miro a mi alrededor como si hubiera alguien más
aquí. A regañadientes lo cojo.
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—Hola, hermosa. No puedo esperar para verte esta noche. ¿Todo ha ido bien hasta ahora?
Dejo salir la respiración, aliviada de que es él y no alguien llamándolo. Eso hubiera sido
vergonzoso.
—Sí, todo está bien… —Me callo, aún asombrada por el interior de esta cosa.
—Si necesitas algo, solo dile a Byron, se hará cargo.
Quiero preguntarle si esto es alquilado o es suyo, pero eso sería mal educado, ¿verdad?
—Lo haré, pero realmente no creo que vaya a necesitar nada. Parece que todo está justo
aquí… —digo aún sorprendida.
Se ríe un poco.
—Bueno, te veré como en una hora.
—Estaré esperando ese momento. —Sonrío y cuelgo. Dejo que la enorme sonrisa que he
estado escondiendo se esparza por mi rostro. Esto será divertido.
Canto junto a mi canción favorita. Creo que siento que se detiene el vehículo, a pesar de
que es algo difícil de notar dado que el viaje ha sido tan suave. Las mariposas comienzan a
revolotear en mi estómago. El teléfono suena nuevamente, así que lo contesto.
—Señorita Brooks, hemos llegado con el señor Scott —me dice Byron.
—Gracias, Byron —digo y cuelgo.
Al salir, el aire frío golpea fuertemente a mi alrededor, haciendo que mi vestido y chal
vuelen en el viento. Levanto la mirada para ver un enorme avión, ¿o jet?, a cinco metros de mí.
Quiero decir, ¿qué estaba esperando realmente? No esto. Cal sale con un teléfono en la mano.
Superviso su apariencia mientras se acerca. Está usando un traje negro con una camisa plateada
debajo, sin corbata. Lo que realmente me impacta es que está usando gafas, algo que no había
visto antes, y es extremadamente sexy. Cuando se me acerca, cuelga el teléfono.
—Luces… —dice con una deslumbrante sonrisa en su rostro, sus ojos viajan desde mis
tacones de diez centímetros hacia arriba—. Tienes que darte una vuelta para mí —dice,
lamiéndose esos labios que estoy realmente empezando a desear—.De hecho, espera un
segundo —dice mordiéndose su labio y empieza a caminar a mi alrededor, su mirada es la de
un depredador.
Una vez que está completamente detrás mí, sus brazos me rodean cruzándose sobre mi
estómago y me besa suavemente el cuello. Todo mi cuerpo se estremece.
—Me alegra que pudieras venir —susurra en mi oído, espero poder recobrar la
compostura antes de que vea mi rostro. Afortunadamente toma mi mano, y en un instante me
lleva en la dirección opuesta de la limosina. Estoy confundida, pero intento seguirle el paso con
los tacones de diez centímetros mientras mentalmente regaño a mis hormonas para que se
controlen.
—¿A dónde vamos? —Finalmente logro hablar.
—Pensé que esta noche podíamos llegar en algo un poco más personal. —Me sonríe. Saca
un par de llaves de su bolsillo, y cuando nos detenemos junto a un auto estacionado al lado del
hangar, mi mandíbula se cae al suelo. Frente a mí se encuentra un magnífico y completamente
negro Aston Martin.
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—¿Esto… esto no puede ser tuyo? —digo con incredulidad. Nunca he sido de las que se
Página
babean por un auto o que hacen escándalo por las cosas caras, pero esto es un Aston Martin,
por el amor de Dios. Recuerdo el barullo que Steven y Ángela hicieron en el espectáculo de
autos al que me arrastraron, y aquí estoy yo, a punto de subirme en uno.
—No es mío. Es un beneficio de la compañía —explica mientras me abre la puerta con un
brillo juguetón en su ojo.
***
No puedo evitar apreciar el calor del auto en contraste con el frío viento de afuera, y por
supuesto, el lujo puro en el que estoy. El Aston me recuerda a un avión, es tan futurista. Siento
como si hubiera salido de este año y caí en otra época. Cal me mira, entretenido.
—Debes ser un activo muy valioso para tu compañía. —Me río, aún asombrada.
—Trabajo duro. En todos los aspectos —dice y me pregunto si eso es una insinuación, o si
mi cerebro solo está metido en la entrepierna. ¡Cerebro detente!
—¿Me repites qué es lo que haces? —digo “repites”, pero nunca me lo dijo una primera
vez. Ahora que estoy subida en este auto tengo más curiosidad que antes.
—Trabajo para la Corporación Crest Field —contesta encendiendo la radio. De acuerdo. No
es exactamente lo que pregunté, pero me conformaré con un dónde en vez de un en qué.
—¿Qué edad tienes? —pregunto, intentando averiguar si es mucho mayor de lo que luce.
Debe estar en una posición incalculable para recibir un beneficio como este.
—Dos décadas, y algo de cambio —contesta juguetonamente.
—¿Por qué usas gafas? —pregunto curiosa. Parece ser del tipo que usaría lentes de
contacto si pudiera.
—Para hacer que las personas piensen que soy inteligente. —Ríe astutamente y se los
quita. Lucen sexys en él, pero me alegro de que se los quite porque así puedo ver sus cautivantes
ojos—. ¿Estás emocionada por la apertura? —pregunta cambiando el tema.
—Muy emocionada, de hecho. Aún no puedo creer que vaya.
—Bueno al menos uno de los dos lo está —gruñe.
—Supongo, ¿no estás interesado en el arte?
—Una vez alguien me dijo que todo era arte, así que no tendría que ir a un museo para
tener que verlo.
Frunzo el ceño un poco; hubiera sido lindo ir con alguien que compartiera mi interés en el
arte, pero estoy demasiado emocionada para que se me baje.
—Así que decidí que al menos debería tener algo hermoso que poder mirar —dice,
dándome una sonrisa coqueta. No puedo evitar sonreír; hasta ahora, la noche está comenzando
extremadamente bien. No puedo esperar a ver qué otras sorpresas puede tener preparadas Cal. 68
Página
A
mo la briza de primavera en Saginaw. Cierro los ojos mientras la fresca brisa pasa
dejando escalofríos por el cambio de temperatura. Miro mi reloj y me doy cuenta de
que son las 3:00 a. m. Hemos estado en Saginaw por cuatro días. Cuatro días que
han pasado como meros instantes.
Se quedó, un pequeño gesto que significa bastante. Ha pasado mucho tiempo desde que
hemos estado así, solo nosotros, sin pretensiones o agendas; teniéndolo todo el día, sin el temor
de la llamada de teléfono que conseguirá que lo aleje de mí.
He sido capaz de derretir el hielo y Cal me ha mostrado un lado de él que no he visto en
mucho tiempo. Sé que tenemos mucho camino que recorrer, pero el que esté aquí es un paso en
la dirección correcta. Aun así, hay momentos en los que parece estar perdido en sus propios
pensamientos, momentos en los que se irá para estar solo, dejándonos a Raven y a mí.
Esos son los momentos en los que mi corazón llega a él; siento que está luchando con algo
que no compartirá conmigo. No lo molesto al respecto, aunque espero que eventualmente
aprenda a apoyarse en mí de la misma manera en que lo hago con él.
He estado sentada aquí en el balcón desde la una de la mañana. Realmente debería
intentar dormir. Camino de vuelta a la habitación donde Cal está tendido por toda la cama. No
puedo evitar sonreír; siempre luce como un niño cuando duerme, tan inocente y pacífico.
Camino de puntillas hasta el otro lado, me quito la bata, y me meto en la cama.
Me instalo debajo de las sábanas y recuesto mi cabeza sobre su pecho. Han pasado meses
desde que he hecho esto y tentativamente coloco mi brazo a su alrededor. He extrañado tanto
esto. Cuando las cosas empezaron a salir mal, odié mi deseo de querer estar cerca de él. Me
molestó mi anhelo por el toque de alguien que no parecía necesitarme, así que me retiré.
Me acerco a él y observo el patrón de su respiración; nunca es profundo, sino más bien
sutil, casi como si no estuviese respirando en absoluto. Siempre es silencioso, nunca ronca, y la
mayoría del tiempo su expresión es calmada. Pero también están los momentos cuando su
respiración es más rápida, como si un millón de cosas estuvieran sucediendo en su cabeza al
mismo tiempo. Intento disfrutar de este instante y de no pensar en nada más, pero es tan
impredecible que no me sorprendería si saltara de repente y dijera que va a regresar a Chicago.
Debe haber escuchado ese último pensamiento. Está despierto, y está observándome,
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posiblemente está intentando leer mi mente. Podría decir que tengo su atención, pero más bien
tiene la mía.
Página
—¿Realmente quieres que cocine? —pregunto con incredulidad. Cruza sus brazos con una
entretenida sonrisa en su rostro. Durante todo el tiempo que he conocido a Cal, nunca me ha
Página
pedido que cocine algo. Le conté que era terrible cocinando cuando nos conocimos, y hasta
ahora, me ha creído; pero puedo preparar una comida más rápido que nadie.
—Solo si prometes que comerás lo que sea que cocine —lo reto, cruzando los brazos.
—Trato hecho.
Asumo la “posición de pensando” con mi barbilla en la mano, e intento que se me ocurra
algo al menos comestible. Es de mañana, los huevos son fáciles. He visto como los cocinan
cientos de veces.
—Prepárese para los mejores huevos que ha comido en su vida, señor Scott —presumo
mientras empiezo a descargar el refrigerador, tomo queso y huevos.
—Solo prométeme que no será mi última comida. —Ríe. Le doy una mirada de
advertencia y preparo mi área de cocina. Camina hacia el mostrador y se apoya en él. Imagino
que es para vigilarme mejor.
—¿Quieres una lección de cocina? —bromeo mientras me lavo las manos.
—Más bien me aseguro de que no incendies la casa de Raven —dice.
Bromeando le pego en el pecho.
—Así que, primero rompes los huevos —comienzo a explicar, demostrando el proceso.
Los huevos caen limpiamente en el tazón, pero… oh mierda.
—No creo que se suponga que los cascarones estén ahí dentro. —Amortigua la risa
poniendo una mano sobre su boca.
—Le añade textura —digo sarcásticamente.
Menea la cabeza y toma un tenedor e intenta sacarlos.
—Te vas a comer esos cascarones y te van a gustar, ¿recuerdas? —digo refiriéndome a su
promesa. Suspira. Ya no se siente tan listo verdad, ¿eh, amigo? Espolvoreo sal y pimienta dentro del
tazón, y después alcanzo la mantequilla para añadirla.
Toma mi muñeca.
—Muy bien. Creo que la mantequilla va en la cacerola y no en los huevos. —Se ríe.
—Bueno, en mis huevos sí —digo espantándolo con la mano. Repentinamente coloca sus
manos sobre mis hombros y me quita del camino.
—Creo que me encargaré desde aquí. —Ríe, y hago un puchero.
—Pero creí que querías que cocinara —gimo.
—Yo también lo creí —murmura, y juguetonamente le pego. A regañadientes, camino de
regreso hacia la mesa y observo cómo se mueve por la cocina. Debo admitir que parece
conocerla mejor que yo.
—¿Desde cuándo te volviste un maestro de la cocina? —le pregunto mientras bate los
huevos como un profesional.
—No tienes que ser un chef estrella para hacer huevos —me guiña el ojo.
Realmente estoy comenzando a lamentar no haber perfeccionado mis habilidades en la
cocina durante todo el tiempo que Cal ha estado fuera. En lo que parece inmediatamente, los
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huevos están cocinados, y coloca frente a mí un plato de los huevos más deliciosos que alguna
vez haya visto. Toma una cucharada y la levanta hasta mi boca. Oh, dulce Jesús, es delicioso.
Página
—De acuerdo. Tú ganas. Trabajaré en lo de cocinar —digo mientras los dos comemos.
Después de unos instantes, decido que aprovecharé su buen humor para decirle algo.
—He estado pensando en regresar a la universidad para sacar mi maestría —le digo entre
mordiscos.
—¿Por qué querrías hacer eso? —pregunta, para nada impresionado.
—Bueno, realmente no he hecho nada con mis años de la carrera. Es algo en lo que he
estado pensando. —Está callado—. ¿Qué piensa, señor?
—Sabes cómo me siento respecto a ese tipo de cosas —dice terminando su comida.
—Una maestría no es como una licenciatura, Cal. Eso tiene más peso y prestigio.
—Es un papel de mierda en el que tienes que invertir miles de dólares y gastar años de tu
vida para terminar trabajando en un trabajo miserable al que vas a odiar. —Se levanta para
llevar su plato al fregadero.
—No es solo sobre eso. Es para probarme a mí misma que aún puedo hacer algo. Que
puedo lograr algo fuera de… —Me callo ante su mirada desaprobadora.
—Mira, creo que es bueno que quieras hacer algo para retarte a ti misma. Creo que
conmigo trabajando como lo hago, el que tú tengas algo para ocupar tu tiempo es algo bueno,
¿pero por qué una maestría en Inglés? ¿Ahora quieres enseñar? Odias el mundo corporativo.
¿Qué vas a hacer con ello?
Alejo mi plato enojada. Esto realmente no va como quería.
—Creo que deberías abrir una galería —dice, volviendo a sentarse en la mesa.
Mis ojos se agrandan por la sorpresa.
—¿En serio? —digo con incredulidad.
Sonríe y dobla sus brazos.
—Sí, ¿por qué no? Tus cosas son tan buenas como la mierda que Dex tiene en sus paredes
—dice.
Me muerdo la lengua, decidiendo tomar el cumplido por lo que vale. Entonces decido
darle a la idea una seria consideración.
—Bueno, no sería solo mi trabajo. Necesitaría conseguir artistas más prestigiosos. Sería
mucho trabajo, y el dinero…
—Supongo que podrías sacrificar algunos de esos zapatos, y puedo quedarme sin unos
cuantos Rolex —dice sarcásticamente, lanzándome mis palabras de antes.
Salto de mi asiento y voy hacia él a sentarme en su regazo.
—¿Realmente crees que puedo hacerlo? —pregunto viéndolo a los ojos.
—Bueno, ciertamente no me casé contigo por tus habilidades como cocinera —contesta
juguetonamente, y me río.
Son estos momentos cuando sé la razón por la que estoy aquí, y por qué peleo tanto
contra la pared que levanta.
—Hay mucho que hacer. Yo… ¡Oh Dios mío, estoy tan emocionada, cariño! Ni siquiera
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—Puedo pensar en una cosa que quiero hacer justo ahora, de múltiples maneras. —Sus
ojos son juguetones y están fijos en los míos, sus manos suben debajo de mi camisa. Salto de su
regazo y comienzo a retroceder, con una sonrisa en los labios.
Se pone de pie para seguirme, caminando lentamente hasta que me detengo, atrapada
entre el mostrador de la cocina y él. Coloca sus dos manos a mis lados.
—No —digo con poco entusiasmo antes de que me levante para colocarme en el
mostrador, escabulléndose entre mis muslos y comenzando a besarme el cuello—. No, Cal, aquí
no —ruego antes de que sus labios se apoderen de los míos. Se requiere de toda mi fuerza para
alejarme—. ¿Qué si Raven despierta?
Gruñe, y antes de saberlo, sus manos están sobre la piel desnuda de mi trasero, y estoy
siendo levantada del mostrador y llevada hasta la alacena. Cierra la puerta detrás de él.
—Pero… ¡Raven! —protesto mientras levanta la holgada camisa de seda que llevo hasta el
ombligo, sus dedos lo acarician.
—Entonces será mejor que estés callada —susurra en mi oído antes de que su lengua haga
su entrada ahí.
Un momento después está dentro de mí, y estoy indefensa. Me sostengo fuertemente de su
cuello, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura intentando acallar mis gemidos
enterrando mi cabeza en su hombro. Me sujeta contra la pared trasera, tomando mis brazos de
alrededor de su cuello y capturando mis muñecas sobre mi cabeza. Mientras mi cuerpo se abre a
él, lo explota, empujando aún más profundamente dentro de mí. Muerdo mi labio intentando
prevenir que un gemido escape de mis labios. Su boca succiona la piel sobre mi clavícula y me
rindo incapaz de mantenerme callada por más tiempo. Me pierdo en el momento. Mi cuerpo
está en el cielo mientras se mueve rítmicamente dentro de mí y siento crecer el orgasmo, pero en
la distancia escucho pisadas. ¡Eso no es bueno!
—¿Cal...escu...chaste eso? —Mi frase suena incoherente incluso para mí.
—Cállate —dice, agarra con más fuerza mis muñecas. Envuelvo mis piernas a su
alrededor más apretadas y empiezo a moverme con él. Es necesario que esto pase más rápido.
Oh Dios, por favor, que Raven no esté en la cocina.
—Oh joder, Lauren —gruñe y libera mis muñecas, y me siento agradecida de poder volver
a enterrar mi cabeza en su cuello.
—Justo ah… —Y soy interrumpida cuando la puerta se abre, la luz de la cocina ilumina lo
que puedo asumir es la última y más traumática cosa que Raven esperó ver en su alacena.
—¡Oh Dios mío! ¡Lo lamento tanto dulzura! —La voz de Raven chilla. No veo su rostro,
pero el rostro de Cal luce como si hubiera visto un fantasma. La puerta rápidamente se cierra y
Cal me baja. Segundos después se tira a reír. Lo golpeo múltiples veces.
—¡Te dije que no debíamos estar aquí dentro! —lo regaño enojada mientras se sube el
bóxer.
—Lo lamento nena, ¡pero no debiste estar usando eso cerca de mí! —Se defiende,
señalando a la camisa que había declarado como mía—. Y, es de mañana —añade, intentando
mantener un rostro serio.
―¡No lo encuentro gracioso en absoluto! Cómo voy a volver a ver a Raven. ―Solo estoy
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—¡Claro que es tu culpa! Dios no, no le hablarás. Eso haría esto aún más extraño. —
Cruzo los brazos molesta por toda esta situación.
Me hala en un abrazo forzado.
—No te preocupes, nena. Estoy seguro de que Raven también ha tenido un poco de
acción en la alacena antes. —Se ríe y lo empujo.
—Asco. —Me estremezco y lo vuelvo a golpear.
—¿Qué? ¡Raven es ardiente!
74
Página
—A
sí que, ¿me estás diciendo qué esta pintura no despierta la creatividad
interna de tu alma? —digo sarcásticamente, tocando su brazo con mi codo.
Ésta sería la quinta pintura que no le gusta. Él me sonríe y suspira un poco.
—No realmente —dice con una pequeña sonrisa.
—¿En serio? ¿Cómo es que esto no te cautiva? —pregunto, volteando a mirarlo. Hay una
caprichosa expresión en su rostro. Él camina a mi lado y coloca su mano en la barbilla,
imitando el pensar profundamente.
—Es un tren atravesando una pared, ¡genial! —dice irónicamente. Si esa maldita sonrisa
no fuera tan hipnotizadora, estaría bastante intrigada con esto.
—De acuerdo, tal vez el arte moderno no es exactamente lo tuyo —cedo. Miro alrededor
del museo. Ha pasado un tiempo desde la última vez que estuve aquí y ellos han añadido tanto
para la apertura. Se me ocurre una idea y sonrío. Tomando su mano, lo halo detrás de mí
caminando rápidamente hasta que finalmente localizo la pintura que estaba buscando. ¡Lo
logre! Volteo hacia atrás para ver que sus ojos no estaban en la parte trasera de mi cabeza sino
en una región más baja. Solo fingiré que no vi eso.
Me detengo frente a ella, y él me mira con interés.
—Y bien, ¿qué hay de esta? —pregunto curiosamente. Miro como se acerca y examina la
pintura.
—Un Domingo en La Grande Jatte. —Lee.
—¿Te gusta esta? —le pregunto.
Se encoge de hombros.
—Está bien —dice secamente.
—¿Bien? —Me río incrédulamente—. Georges Seurat estaba dominando la técnica del
puntillismo antes de que siquiera se pensara en ella. Todo esto empezó como puntos y mira….
—Me callo, sintiendo el calor de su cuerpo detrás de mí. Me detengo a mitad de la oración.
Siento su cálido aliento contra mi cuello mientras hace a un lado mi cabello con una mano. Su
otra mano se encuentra en mi cintura y sus dedos comienzan a deslizarse lentamente hasta
alcanzar mi cadera.
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—Como dije antes. —Sus dedos bajan por mi cuello mientras sus labios endulzan mi
Página
oído—. Creo que hay cosas mucho más interesantes que observar —susurra.
Lauren contrólate, solo cálmate. No puedo evitar como mi cuerpo acaba de reaccionar a eso y
apenas me tocó, pero sí, lo hizo en todos los lugares correctos. ¡DETENTE! Cruzo los brazos
sobre mi pecho, sólo para asegurarme de que no vea qué tan obvio reaccionó mi cuerpo.
—¿No lo crees? —contesta juguetonamente, caminando hacia atrás con una sonrisa.
Dios ayúdame. Solo hemos estado aquí una hora y ya se me están viniendo pensamientos
que realmente son los pensamientos de una cuarta o quinta cita. Respiro profundamente,
intentando recuperar mi compostura antes de unírmele frente a una enorme fotografía en blanco
y negro del océano.
—Esto me gusta —dice, mirándola fijamente. La veo, realmente nunca me ha gustado la
fotografía, pero tengo que aceptarlo, es hermosa.
—Puedo ver por qué —digo, fascinándome con ella.
—Es real. No tiene ni decoraciones ni sensores. Es lo que es —dice quedamente—.
Entonces, ¿qué tipo de dibujos haces? —Él rompe el hechizo y regresa su atención a mí. Sonrío.
—¿Qué tipo de trabajo tienes?
—Cuantioso. —Me sonríe con malicia.
—Yo también. —Si él no me quiere decir nada, yo tampoco le diré nada—. Te mostraré
mi pintura favorita. —Le sonrío y lo guío al último lugar en que recuerdo que estaba.
Afortunadamente aún está ahí, así que no luzco como una idiota—. Degas es absolutamente mi
pintor favorito, la manera en que captura la luz y el color es simplemente increíble.
—Las lecciones de Baile. —Lee la información de la tarjeta de abajo—. Vi esto en
Washington el año pasado.
—Creo que lo cambiaron por otra pintura, espera, ¿estuviste en un museo? —Le sonrío
malvadamente.
—Algo así —dice como pista. Él ama hablar en código.
—Umm, una pista... ¿trabajas en un museo? ¿Eres coleccionista de arte? O eres un ladrón
infame, y estás investigando para tu próximo robo —conjeturo, bromeando con él.
—¿Realmente quieres saber lo que hago? —dice con una sonrisa traviesa.
Repentinamente, se pone serio, acercándose y sosteniendo mi mirada. Evito que mis labios se
desvíen a sus labios. Él se inclina y susurra—: Trabajo para la mafia.
Suspiro y gentilmente lo empujo hacia atrás, mirando la enorme sonrisa en su rostro.
—Está bien, está bien, dejaré de preguntar —le aseguro—. Es legal, ¿cierto? —pregunto
insegura.
Él casualmente encoge los hombres con una ligera sonrisa
—Tal vez sí, tal vez no —dice, aún más crípticamente. Ruedo los ojos, repentinamente, su
chaqueta comienza a zumbar y saca su teléfono—. Solo tomara un minuto —promete y asiento
excusándolo. Le escucho decir—: ¿Hola? —mientras camina un poco por el pasillo.
Una voz a mi lado interrumpe lo mucho que estaba disfrutando del paisaje que está
alejándose de mí.
—Hola, soy Darrell Comings, un fotógrafo de The Journal. ¿Le importaría si tomo una
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fotografía de usted mirando esta pintura? —pregunta de una vez preparando su cámara. Ni
Página
—Cal no se pone así por trabajo —digo en voz alta, pero más bien para mí.
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Cal es bueno en lo que hace, y diría que es dedicado, pero no lo afecta de esta manera,
solo hubo otra ocasión en la cual lo he visto emocional a causa del trabajo, y bueno, eso fue
justo antes de que las cosas empezaran a cambiar entre Cal y yo, aun así, esto es diferente.
Finalmente cuelga el teléfono y pasa sus manos por su cabello en señal de frustración. Me dirijo
a la puerta, y Raven me toma del brazo.
—Dulzura, tal vez deberías darle un minuto —dice. Lo miro patear el polvo como si fuera
la cabeza de alguien.
—No puedo —digo en tono de disculpa.
Tal vez él sí necesita un momento, pero no puedo evitarlo. Tengo que saber qué es lo que
está sucediendo, y si está bien. Rápidamente bajo las escaleras.
—Cal, ¿qué sucede? ¿Qué paso?
Él me mira brevemente y regresa su atención al suelo.
—¿Qué ocurre? Háblame —ruego. Me acerco a él y tomo su rostro en mis manos. Por un
segundo, luce vulnerable, y los ojos grises que me absorben tienen ese ligero gris que aparece de
vez en cuando. Él abre la boca para comenzar a hablar, e imagino que está a punto de decirme
qué sucede. Finalmente va a dejarme entrar en aquello que lo ha estado molestando. La cosa
que sigue escurriéndose entre él y yo, la que nos aleja está por ser revelada. Y entonces, igual de
rápido como vino, el momento pasó, se fue. Su expresión se vuelve fría, y toma mi mano
quitándola de su rostro y se aleja de mí caminando rápidamente hacia la casa.
—Cal, ¡háblame! —grito, siguiéndolo de cerca cuando entra a la casa—. ¿Qué dijo
Dexter? ¿Es sobre el trato? —Lo sigo por las escaleras y dentro de mi habitación.
Él toma su billetera y las llaves.
—¿Te vas? ¿Qué sucedió? —Sale de la habitación sin decir una palabra, dirigiéndose
rápidamente hacia abajo—. ¿A dónde vas? ¿Puedes decir algo? —Tomo su brazo, y lo hala
soltándose y sale por la puerta. Lo sigo fuera de la casa, me trago mi enojo. Sé que algo anda
mal. Quita la alarma de su Porsche y camina al asiento del conductor. Abro la puerta del
pasajero, y entro, abrochándome el cinturón.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta bruscamente.
—Voy contigo —le digo.
—No, no lo harás —dice rápidamente.
—Sí lo haré. Algo malo sucede, y no me dices qué es. No dejaré que te vayas así. —Cruzo
los brazos sobre mi pecho y miro hacia adelante evitando su mirada de enojo. Cruzo los pies
uno sobre el otro, sintiéndome un poco ridícula porque ni siquiera llevo zapatos, pero si dejo
este auto él se irá sin mí.
—Lauren, sal del auto —dice, el tono de su voz se eleva.
—No, voy contigo —digo firmemente.
—Lauren, sal del maldito auto. ¡No tengo tiempo para esto! —grita.
—¡No! —le grito. En un instante está fuera del auto, caminando hacia mí. Abre la puerta
mientras lo miro fijamente.
—No hagas que te saque del auto —dice suavemente, yo ignoro su intensa mirada. En un
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segundo se inclina para desabrochar el cinturón. Lo empujo y envuelve sus brazos alrededor de
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—A
quí estamos —dice cuando nos detenemos en una de las únicas dos puertas
en todo el piso. La abre colocándose a un lado para permitirme entrar
primero.
En el auto parecía una buena idea subir a su apartamento sola, pero ahora lo estoy
reconsiderando. Luego de dejar el museo, él mencionó lo hermoso que se ve el panorama desde
su departamento. Dije que nunca he visto el panorama de Chicago desde cualquier lugar
además del club y entonces dijo que tenía una gran vista panorámica.
Levanto la mirada sólo para encontrarme que aún está esperando que entre. Me muerdo el
labio. Tal vez esto no fue una buena idea, no sé qué puede estar pensando que esto
significa…tal vez sólo debería decir que me siento enferma e irme a casa. Levanto la mirada y
veo en su rostro una entretenida sonrisa. Le sonrío también, ignorando su comportamiento
burlesco ante mi indecisión, camino pasándole al lado.
—Gracias —digo suavemente mientras entro al departamento…o más bien al ático. Las
mariposas en mi estómago se han triplicado. El click de mis tacones sobre el suelo de madera
color chocolate hacen eco por toda la casa. Dejo salir un pequeño jadeo cuando veo el alto
techo, arqueado como las bóvedas que revelan un segundo piso, el cual es introducido por una
larga, escalera de caracol.
La siguiente cosa que llama mi atención es el concepto abierto de la cocina con todos los
electrodomésticos de acero inoxidable, separados del área de la sala por una isla, la cual puedo
apostar que es de granito. No hay muchos muebles, solo un diván blanco y un sofá seccional
que le hace juego el cuál se extiende por varios kilómetros en frente de lo que tiene que ser una
televisión de al menos setenta pulgadas, también hay una mesa circular de vidrio separándolos.
Pero lo que me detengo en seco, haciendo que me pregunte qué hizo que me tomara tanto
tiempo en verlos, son los ventanales que van del techo al suelo que rodean todo el lado
izquierdo del ático, revelando una impresionante vista de Chicago.
—Esto… esto es increíble —digo tranquilamente en voz alta. Siento a Cal tocar mi
hombro, y los nervios me hacen casi saltar fuera de mi piel.
—¿Tomo tu abrigo? —Sonríe, señalándolo.
¡Dios, Lauren! CALMATE!
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—No deberías acercarte así a las personas —bromeo permitiéndole quitarme la pequeña
chaqueta, si es que el delgado material que estoy usando puede ser clasificado de esa manera.
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—Recordaré eso —dice enigmáticamente, tomando lo que sería mejor descrito como mi
chal y despareciendo en otra parte de la casa. Froto mis brazos, sintiéndome repentinamente
vulnerable con sólo ésta delgada pieza de material ajustado sobre mí. Paso las manos por mis
actualmente caídos rizos mientras camino hacia la gran isla de la cocina y tomó asiento en una
de las altas sillas blancas. Me quito los tacones, esperando que no le salgan ampollas a mis pies
adoloridos. Levanto la mirada cuando Cal reaparece, dirigiéndose al estéreo.
—Esto es realmente hermoso —le digo, observando la decoración a mi alrededor
nuevamente.
—Gracias. —La música empieza a llenar la casa, una canción que es evocadora e
hipnotizaste al mismo tiempo.
—Amo esta canción —le digo absorbiendo los lentos y sensuales ritmos.
—Es una de mis favoritas —contesta sacando una jarra de cristal del gigantesco
refrigerador de acero inoxidable. Vierte agua helada en dos vasos.
—Es interesante. —De hecho, la palabra que viene a mi mente, pero que no voy a usar es
sexy, he escuchado canciones sobre sexo, de las que son vulgares, pero nunca he pensado que
una canción que no se trate de sexo sea casi erótica.
—Creo que es sexy, pero tal vez sea solo yo —dice casualmente. Su sonrisa es malvada, y
mientras me entrega uno de los vasos también sonrío, sintiendo que mis orejas se ponen
calientes.
—Esa es la palabra. —Estoy de acuerdo mientras tomo un sorbo de agua, parece como si
la temperatura hubiera subido por lo menos diez grados. Comienzo a mirar alrededor del
apartamento para distraerme.
—¿Pasas aquí mucho tiempo? —pregunto distraídamente. La mayoría de los tipos que
conozco no limpian mucho. Incluso cuando llevan a una chica, si ellos pueden quitar toda la
basura de la mesa, lo consideran un trabajo bien hecho. Pero esta casa está impecable. Ni una
sola cosa parece estar fuera de su lugar, y todas las superficies brillan, sin polvo.
—¿Cuánto consideras mucho? —pregunta seriamente.
Levanto una ceja por curiosidad.
—Umm, no losé. Supongo que siempre estoy en casa cuando no estoy en la universidad o
trabajando. —Río tontamente. ¿Acabo de reírme de esa manera? También empiezo a darme
cuenta de lo increíblemente aburrida que es mi vida.
—¿Has salido del país antes? —pregunta.
—Lo más lejos que he llegado a sido Florida cuando se casaron mis primos. —Río
observándolo caminar desde el bar. Rápidamente me pongo los zapatos.
—Eso debería cambiar —dice, tomando asiento en el taburete a mi lado.
Mi piel comienza a estremecerse ante nuestra cercanía ahora que estamos solos. Tomo un
sorbo de agua.
—Nunca antes he conocido una mujer como tú, Lauren —dice, su intensa mirada se
encuentra sobre mí nuevamente, su ceja arqueada como si intentara descifrarme.
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Sonríe.
—Es sólo que eres una de las mujeres más hermosas que he conocido, y no lo explotas.
No he visto eso por estos alrededores —dice tomando mi mano y llevándome hasta el centro de
la habitación, realmente no sé qué decir ante eso—. Te diré un secreto —dice mientras envuelve
su brazo detrás de mi cintura y toma mi mano.
Por favor que no estés casado o seas un asesino en serie.
—El día que te conocí no fue la primera vez que te vi —dice, colocando mis brazos sobre
sus hombros con una sonrisa pícara. Río nerviosamente—. Te noté la primera vez que estuve en
The Cave. Tú fuiste la única mesera que parecía no pertenecer ahí.
—¿Es eso un cumplido? —pregunto, riéndome.
—Es un cumplido —dice con una pequeña sonrisa descansando sobre su rostro.
Quito mis brazos de sus hombros y los envuelvo vacilantemente alrededor de su cuello.
—Eres muy bueno en esto —digo un poco asombrada. Es el primer chico con el que he
bailado que no se ha parado sobre mis pies en los primeros diez segundos.
Me gira expertamente.
—No sé de qué estás hablando —dice inocentemente.
—Seguro que no. —Me jala nuevamente contra su pecho y reanuda el baile. Sus manos
comienzan a acariciar la parte baja de mi espalda, enviando escalofríos por mi columna; su
toque, junto con la música es casi intoxicante. Cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre su
pecho. Mientras nos mecemos de un lado al otro al ritmo de la música, me guía en todos los
aspectos.
—Nunca me he sentido así antes —digo suavemente sin reconocer el tono de mi voz.
—¿Eso es algo bueno? —pregunta. Ni siquiera puedo sacar las palabras. Solo asiento—.
Puedo hacerte sentir así cada noche.
—¿Lo crees? —Río ligeramente, sintiendo como si flotara en el aire. Repentinamente deja
de bailar, y levanto la mirada para encontrarlo mirándome fijamente.
—Estoy seguro.
—¿Pero lo harías? —pregunto. No estoy segura de por qué dije eso. Me siento algo
mareada, aunque solo tomé un vaso de champaña esta tarde, no quería que se sintiera
incomodo en el evento ya que no toma. Síp, me siento un poco aturdida, pero no de mala
manera.
—Si lo pidieras —dice. El tono sarcástico está de vuelta, rompiendo el momento por
ahora.
Me río quedamente.
—¿Así que, esto es lo que le dices a todas las chicas?
Él me da una vuelta otra vez y hala mi espalda contra su pecho, envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura y balanceándonos al ritmo de la guitarra en la canción.
—Quién dice que tengo que hablar —dice suavemente. Sus labios están peligrosamente
cerca de mi oreja.
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—Estoy segura que no lo necesitas —digo intentando parecer indiferente—. ¿Así que eso
me hace diferente?
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—Lo eres. Desde la primera vez que te vi, sabía que eras diferente.
—¿Cómo? —Tengo curiosidad.
—Bueno, no te me tiraste encima cuando viste el Aston Martin. —Ríe.
No puedo evitar reírme ante eso.
—Bueno, tengo un gran auto control —contesto sarcásticamente—, y altos estándares
personales. —Me he dado cuenta que uso el sarcasmo como mecanismo de defensa en contra
suya. La verdad es que no puedo culpar a cualquier chica que se le haya tirado encima. Él
definitivamente tiene ese efecto, aún sin el auto. Siento el estruendo en su pecho de una suave
risa pero no dice nada—. Y, dime, ¿qué sucederá después? —Cierro los ojos y me concentro en
sus manos mientras se elevan hasta descansar sobre mis hombros para después deslizarse por
mis brazos, enviando temblores por todo mi cuerpo. Doblo la cabeza para mirarlo.
Está sonriendo pícaramente.
—Eso depende de ti.
—¿En serio? —digo, cerrando nuevamente los ojos siento su aliento sobre mi cuello,
haciendo que muerda mi labio para evitar que sepa el efecto que tiene sobre mí—. Si no lo
supiera diría que intentas seducirme. —Ronroneo mientras sus manos lentamente suben por mi
estómago.
—Dime. ¿Cómo voy? —Su voz es ronca y apenas más que un susurro. Mi pequeña voz
interior se está volviendo loca, gritándome. Aquí es donde debería decirle buenas noches y que
la pase bien y que es hora de que me vaya; pero estoy teniendo problemas haciendo eso.
El estruendo de un trueno me saca del trace en el que estaba cayendo. Me desenvuelvo de
su abrazo y camino hacia la ventana, viendo como las gotas de lluvia pintan la ciudad. Se
acerca hasta pararse a mi lado. No volteo a verlo, pero sé que me está observando.
—No quise ponente incomoda —dice suavemente.
—No lo hiciste. Es sólo, es sólo que… todo esto… no estoy acostumbrada. —Admito
tropezándome con las palabras.
—No quiero que hagas algo que no quieras hacer esta noche. Tan duro como sea. —Deja
salir un largo suspiro y se ríe—. Mantendré mis manos quietas el resto de la noche. —Sonríe
inocentemente, cruzando los brazos sobre su pecho, y deliberadamente metiendo sus manos
bajo sus musculosos brazos. La cosa es, que no quiero que tenga las manos quietas. Las quiero
sobre todo mi cuerpo y es aterrador. Nunca antes he deseado a alguien tanto en mi vida, y es
sobrecogedor.
—¿Haces esto? Hablo en serio, ¿esto es solo rutina para ti? —le pregunto, con mi corazón
en la garganta. Temerosa de escuchar la respuesta.
Me mira, sorprendido.
—Bueno, no voy a mentir y decirte que soy un santo. Estoy lejos de serlo. Amo a las
mujeres y nunca he tenido que esforzarme mucho para conseguir una —dice sin rodeos.
Cruzo los brazos también. Creo que en algún lugar dentro de mí estoy celosa al
imaginarme todas esas mujeres que han estado de pie exactamente en este mismo lugar, quiénes
han caminado por esa puerta y estado en su cama.
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—Pero, eres la primera mujer con la que he estado de la que sinceramente puedo decir que
si te marchas esta noche sin dejarme ver lo que hay debajo del vestido. Aun así te llamaría —
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dice con una ligera risita y estoy sorprendida. ¡Cosa más estúpida para decir!
—Es hora de que me vaya a casa —digo irritada. Definitivamente es hora de que me vaya.
Me doy la vuelta para irme, pero toma mi mano.
—¡Espera!, eso salió mal. Lo lamento. No estoy acostumbrado a darle explicaciones sobre
mí a nadie —dice. Pasa sus dedos por sus mechones oscuros y se ríe—. ¡Me gustas! Amo estar
con mujeres. Pero usualmente no me gusta estar con ellas, si es que eso tiene sentido. —Intenta
explicar y parece un poco confundido. Es el primer momento para nada sofisticado que ha
tenido y por primera vez esta noche me doy cuenta de unas manchas de verde brillando en sus
ojos grises, brillan en mí.
—Pareces el tipo de sujeto que no piensa más allá de la noche. Yo no soy así —le digo.
Se me acerca y ese calor usual se abalanza entre nosotros.
—Bueno, puedo ver que contigo será más allá de esta noche —dice tomando un lado de
mi rostro, me apoyo en su mano y cierro los ojos. No sequé hacer. Mi mente está diciéndome
que me vaya en este punto, que me vaya justo ahora. Mi cuerpo está rogándome que me quede
y le deje hacer lo que quiera con él. Mi corazón se siente solo; he estado sola por tanto tiempo.
Aun con Michael, algo faltaba, y ahora esta atracción que tiene sobre mí debe ser lujuria, pero
ahí hay algo más. Si fuera sólo lujuria no tendría tanto miedo, ¿cierto?
Me doy la vuelta hacia las ventanas, intentando recolectar mis pensamientos, mis deseos y
miedos.
—¿Qué quieres de mí?—¿A quién engaño? Sé exactamente lo que quiere.
—Quiero que me digas lo que quieres —susurra y un segundo después sus labios han
encontrado el punto secreto en mi cuello que envía un estremecimiento sobre mí.
—¿Qué si no sé lo que quiero? —Mi voz se agudiza una octava.
Me da la vuelta para que estemos frente a frente. Se inclina, y me lleva a un apasionado
beso. Tengo que envolver mis brazos a su alrededor fuertemente para evitar perder el balance.
Suavemente gimo mientras su lengua comienza a explorar mi boca, y empieza lentamente a
bajar el cierre de mi vestido casi como si estuviese esperando que lo detuviera, cuando no lo
hago sus manos se deslizan debajo del delgado material. El calor de sus manos se siente
desconocido pero increíble.
Al abrir los ojos la habitación da vueltas pero me enfoco en él. Cada movimiento es
armonioso, cada beso, cada toque, no debería ser capaz de hacerme sentir así; es como si
pudiera leer mi mente.
—Quiero ser el que te enseñe cosas que nunca has visto —susurra en mi oído mientras
abre mi sujetador—. Hacerte sentir cosas que nunca has sentido. —Su voz fluye dentro de mi
oído mientras su mano se desliza por mi muslo—. Solo permítemelo —dice, cargándome. El
tirante de mi vestido se desliza de mi hombro.
—¿Y qué tengo que hacer? —Gimo completamente bajo su control. Me levanta aún más
para que quede a nivel de sus ojos, y lleva su boca a mi oreja.
—Di que sí.
Hay tantas razones por las que debería decir que no. Apenas lo conozco, solo hemos
salido dos veces.
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***
El tiempo que toma para que Cal llegue a su habitación en el segundo piso de su ático
pasa en pocos segundos; me carga como si yo fuese una pluma. Una vez que entramos a la
habitación me hala en un lento, y profundo beso que me deja hambrienta por más. Después de
que sus labios dejan los míos recuperamos nuestro aliento. Dentro de los pocos segundos de
diferencia mi mente comienza a desmoronarse.
—Espera, umm, ¿tienes al… alguna protección? —pregunto, sintiendo inmediatamente lo
incomodo de la pregunta tan pronto sale de mis labios. Aun así, esta es la primera vez que me
encuentro en una situación donde no he estado en una relación seria con un hombre con el cual
voy a compartir mi cuerpo. No había planeado exactamente que las cosas llegaran tan lejos esta
noche y la premonición de antes de Hillary se burla de mí.
Abro los ojos cuando siento sus brazos alrededor de mí soltar su agarre. Demonios, esos
ojos grises son cautivadores. Me deja de pie, mis dedos están disfrutando la alfombra afelpada
más suave sobre la que he caminado. Muevo mi atención al resto de su rostro, buscando en su
expresión por algún brillo de enojo. He escuchado historias de horror sobre hombres que se
rehúsan a usar condones. Gracias a Dios, me da una gran sonrisa, toma mi mano, y me guía
hacia la cama. Se sienta y busca en una gaveta construida en la cabecera de la cama. Intento
calmar mis nervios y mis hormonas distrayéndome sola e inspeccionando a mi alrededor.
Su habitación es grande con paredes que son de color gris piedra. Una enorme chimenea
se encuentra alto en la pared adyacente a su cama King California que parece alargarse por
varios kilómetros cubierta por sábanas grises. Mis ojos rápidamente escanean la habitación en
busca de posesiones personales pero no hay ni una. Ni fotografías, ni baratijas, ni ropa
desperdigada. Sí noto una barra de Snicker tamaño grande sobre el mantel encima de la
chimenea la cual comienza a pintar sombras por las paredes de la habitación. La voz de una
mujer brota del sistema de sonido colocado alrededor de la habitación.
Siento su mano deslizarse por mi estómago, y eso me encarrila de vuelta al momento que
estamos viviendo haciendo que cada nervio en mi cuerpo se despierte. El envoltorio dorado de
papel aluminio está situado a su lado en la cama, esperando por mí. Respiro profundo y me
muevo para sentarme a su lado, pero su mano en mi muñeca me detiene.
—Aquí —dice, indicando al espacio frente a él en una profunda y autoritaria voz.
Mi cuerpo comienza a estremecerse y me muevo a donde me ha dicho. Se mueve hacia
adelante hasta la orilla de la cama y gentilmente me hala cerca de él, su rostro está ahora a
meros centímetros de mi estómago y sus labios acarician el espacio sobre mi ombligo y los
músculos de mi estómago y más abajo se flexionan en respuesta. Sus dedos lentamente viajan
por detrás de mis muslos mientras veo sus ojos-ahora de un gris oscuro, la lujuria reemplaza las
manchas de verde que los iluminaban antes.
—Quiero que sepas que tienes el control —dice sensualmente lamiendo sus labios, los
cuales deseo tanto cubrir con los míos.
Sus manos suben por mis muslos, pasando a través de mi trasero hasta mi cintura. Muerde
su labio pero repentinamente se inclina hacia atrás sobre la cama descansando su peso sobre sus
codos. Sus ojos están fijos en los míos, y siento como si estuviera jugando conmigo. Estoy
confundida, pero entonces recuerdo lo que me dijo antes. Está esperándome. Siento que me
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sonrojo por todos lados y dejo salir un jadeo. Me doy la vuelta para que mi espalda quede hacia
a él.
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—Quítate la ropa. —Mi voz es baja e irreconocible pero no puedo evitar sentir algo de
satisfacción ante la confianza que siento en mí misma.
Puedo sentirlo detrás de mí y escuchar cómo se quita la ropa. Unos cuantos segundos
después, escucho abrir el condón. Mi corazón late a mil por hora.
—Ahora, quítame la mía —digo, el vacío de nervios que siento en mi estómago se
transforma en una excitación que nunca he sentido, una ráfaga que me es extraña, un deseo que
no reconozco. Lo siento detrás de mí. Sus manos mueven a un lado de mi hombro el cabello
que cae por mi espalda; lame cada hombro, enviando temblores por mi columna. Lentamente
baja el cierre de mi vestido y lo quita de mis hombros. Puedo sentir su excitación presionando
contra mí. Su lengua acaricia la parte trasera de mi cuello. Una de sus manos explora mi
cuerpo, mientras la otra me quita el sujetador.
Usualmente, este sería el punto en el que me siento incomoda, nerviosa, y cohibida por ser
la primera vez que mi cuerpo es revelado, pero esto es diferente. Levanto la mano para
sostenerme de su cuello, mis rodillas literalmente están débiles, pero una lenta excitación ha
estado creciendo desde que le dije que se quitara la ropa. Sus caricias y el roce de sus besos
sobre mi cuerpo se están volviendo una tortura.
Sus dedos encuentran el camino entre mis muslos empujando el delgado, y ahora mojado,
material de encaje a un lado y deslizándose dentro de mí. Jadeo, involuntariamente tirando mi
cabeza hacia atrás. Empujo su mano lejos y rápidamente me doy la vuelta para enfrentarlo.
—No dije que podías hacer eso —susurro, con una sonrisa bromista en mi rostro que
desaparece tan pronto como veo su perfectamente esculpido cuerpo. No tengo mucho tiempo
para admirarlo antes de que me tome, capturando mi boca. Su lengua domina a la mía hasta
someterla y no es hasta que estoy sobre la cama, con mi cuerpo capturado bajo el suyo, que la
libera.
Recobro el aliento y me sonríe malvadamente. Trae su boca hasta mi oreja y deslizo mi
mano por su espalda.
—¿Ahora sabes qué es lo que quieres? —pregunta antes de que sus labios comiencen a
viajar por mis pechos, aprisionando uno de mis pezones. Intento enfocarme en lo que está
diciendo. Se detiene y lo miro suplicantemente—. Dime lo que quieres —ordena
enfrentándome, sus ojos me hipnotizan. Mi cuerpo lo anhela, lo desea, casi al punto de rogarle
que me penetre.
—Todo —admito casi desesperadamente, nunca he dicho algo más honesto en mi vida.
Sonríe, al parecer satisfecho.
—Eso es lo que obtendrás. —Promete, concediéndome mi deseo.
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Página
—L
auren, corazón. —La voz de Raven me despierta. Abro los ojos y veo que el
cielo está oscuro, pero iluminado por las estrellas. Me quede dormida en el
sofá del patio esperando a que Cal regresara.
—¿Qué hora es? —Mi cuerpo está rígido. Me siento para estirarme—. ¿Regreso Cal? —
Hago una mueca, tratando de hacer mi mejor esfuerzo para ocultar la urgencia en mi voz. Me
siento ansiosa; las mariposas están revoloteando de nuevo en mi estómago.
—Estoy segura que volverá pronto, y que todo está bien. —Trata sin éxito de sonar
confiada. Ni siquiera puedo sonreír para ocultar mi decepción. Estoy demasiado cansada para
intentar actuar como la esposa feliz y contenta. Ni siquiera vale la pena después del espectáculo
que Cal y yo armamos delante de los vecinos.
—¿Puedes pensar en porqué no te quiso decir lo que ocurrió? —pregunta y ruedo los ojos.
Si tan sólo pudiera pensar en una razón aparte de que no quiere—. Lauren. ¿Te molestaría si te
hago una pregunta personal? —me pregunta tomando asiento a mi lado. De acuerdo, aquí viene.
—Vas a preguntar de todos modos, ¿no es cierto? —respondo con sarcasmo y le hago
espacio para que se siente junto a mí.
—No me quiero entrometer, pero cariño, ¿algo no anda bien entre ustedes? —pregunta en
voz baja.
Su tono es extraño y sensible; el tono que usa la gente cuando se acercan a un tema
desagradable.
—¿Qué te hace pensar eso? —digo sarcásticamente, y me arrepiento de inmediato de mi
comentario sarcástico cuando baja la mirada a sus pies derrotada—. Lo siento, Raven —digo,
suspirando y mirando a la distancia. Estoy enojada y frustrada, pero no tiene nada que ver con
ella. No ha hecho nada más que mostrar su preocupación por mí, y no tengo derecho a ser
condescendiente.
—Corazoncito está bien —dice, apretando mi mano solidariamente, y siento las lágrimas
en mis ojos. Dios, odio esto. Odio que todavía pueda leer mi rostro y que pueda traer cualquier
emoción que estoy suprimiendo a la superficie—. Cariño, no llores —dice antes de envolver sus
brazos a mi alrededor en un gran y cálido abrazo. Puedo sentir como me rompo. Le devuelvo el
abrazo, las lágrimas fluyen por mis mejillas—. Todo estará bien, corazón —dice, acariciando mi
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espalda.
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—Yo… yo solo no sé cómo llegar hasta él. No sé cómo hacer para que se abra. No me
deja entrar. Solía tratar tan arduamente, y luego me cansé de ser rechazada o que hiciera oídos
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sordos. Y hoy fue solo un recordatorio de ello. Si no confía en mí, ¿puedes imaginarte los
secretos que tiene? Si decide elegir lo que necesito o no saber, soy más una niña que su esposa.
—Tomo una muy necesaria respiración profunda.
—Bueno, por todo lo que me has dicho, su trabajo es de naturaleza confidencial. Eso lo
explicaría...
—¡No es el trabajo! —la interrumpo, sacudiendo mi cabeza desafiantemente—. Es algo
más. Puedo sentirlo. Lo que sea que paso hoy… —Me callo cuando veo el Porsche negro
estacionarse en la entrada.
Raven camina hacia mí, colocando ambas manos sobre mis hombros, y me mira fijamente
a los ojos.
—Lo que esté en la oscuridad, siempre saldrá a la luz —dice, dándome una sonrisa
tranquilizante antes de halarme para otro abrazo. Luego regresa a la casa, y dirijo toda mi
atención donde Cal está bajando de su auto. Su rostro es inexpresivo y me mira mientras sube
lentamente las escaleras.
—Yo no…. —Empiezo, pero él levanta su mano, deteniendo mi frase a la mitad.
—No voy hacer esto contigo esta noche. Si quieres pelear, quédate aquí y hazlo contigo
misma —dice con desdén. Lo miro allí de pie, sin expresión. Como si fuera yo a quien le gusta
pelear y discutir todo el tiempo. Como si no hubiera estado sentada en este pórtico por horas
desde que se fue, preocupada por él, esperando que regrese sano y salvo.
Pienso en como tiene el valor de venir aquí como si no se hubiera largado como un
murciélago salido del infierno después de sacarme de su auto. Quiero hacer un berrinche y
gritar y no parar hasta que me diga lo que está pasando. Una parte de mí se pregunta si todo lo
que pasó antes fue solo un acto, una excusa para irse. Tal vez la respuesta es obvia: es un cabrón
infiel.
Aun así, cuando pienso en su reacción de antes, en la manera que sus ojos me suplicaban,
en cómo se encontraba perturbado y vulnerable, y en ese momento cuando vi el pánico y la
preocupación que nunca había visto antes, sé que genuinamente está luchando con algo, lucho
con cada necesidad dentro de mí de abofetearlo. En vez de eso, lo abrazo. Lo sostengo cerca de
mí por un largo tiempo. Mañana necesitaré respuestas. Las demandaré. Ya no puedo seguir así
con él. Sin embargo esta noche, sé que me necesita, aún si no lo dice.
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Página
A
ntes de hoy nunca me había encontrado dormida con miedo a despertar y que al
abrir los ojos me dé cuenta que lo que sucedió fue sólo un sueño. Demasiado
perfecto para no ser una ilusión. Tan maravilloso que no pudo haber existido. Así
es como me siento hoy. Puedo sentir la calidez de la luz del sol radiando sobre mi rostro y tengo
miedo de abrir los ojos. Tengo miedo de que cuando lo haga me encuentre en mi cuarto, en mi
cama y mi noche con Cal termine siendo sólo un sueño. El destino es cruel, un truco ficticio, un
chiste que me han hecho porque esto fue distinto a todo lo que he experimentado. Desearía
poder revivir todo ese día. Mi propio cuento de hadas. Ser transportada en carruaje, después
enamorarme locamente en un baile, y bueno, la siguiente parte no es mucho como los finales de
lo que he leído, pero más increíble de lo que pensé que podría ser.
Me doy vuelta sobre mi espalda y me envuelvo en las sábanas más suaves que he sentido
en mi vida y sonrío, sabiendo que definitivamente estas no son mías. Podría dormir en esta
cama por siempre. Esta cama en la que no pude dormir mucho anoche. Donde hubieron cosas
que me fueron hechas por las que pasare la próxima semana sonrojándome cada vez que piense
en ellas. Todo hecho por un hombre de quien sé poco pero que me hizo sentir como si él me
conociera desde siempre, como si él hubiese pasado una eternidad con mi cuerpo, conociendo
la forma precisa de cómo hacer cada cosa como si él hubiese escrito las instrucciones para la
creación de mi cuerpo. Miró dentro de mis ojos y me hizo sentir cosas que nunca sentí en
alguna mis anteriores relaciones. En alguna parte dentro de mí, me siento culpable porque no lo
conozco y él no me conoce pero fue capaz de hacerme compartir una parte de mí que he tenido
miedo de mostrársela a alguien más. Fue la primera vez que me he perdido en un momento de
pasión que hizo que dejara caer cada reserva que tenía, que dejara cada una de las inhibiciones
que he experimentado.
Michael siempre se quejó de que me contenía cuando teníamos sexo y sé que así era. Algo
dentro de mí no me permitía soltarme completamente. Pero anoche fue diferente. Ese
sentimiento que nunca permito que me invada al estar con otra persona me inundó
completamente, cualquier vacilación sobre permitir que sucediera se la llevó el viento en el
instante en que acepté que Cal me diera todo. Paso mis manos por el cabello y masajeo mi cuero
cabelludo. Apenas lo conozco pero siento que le he dado una parte de mi alma. Sus ojos me
hipnotizaron haciéndome desear que experimentara cada parte de mí, y mi corazón está
empezando a latir más rápido cuando finalmente lo comprendo.
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Doy un vistazo y observo que estoy envuelta en este mar de sábanas sola. El
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—Un poco —admito, riéndome de mí misma. Quiero decirle que es sólo cuando estoy
con él pero decido no hacerlo. Se acerca. Mi corazón late más rápido con cada paso—. ¿No es
lo que esperabas? —digo, deseando, en este momento, tener más experiencia con este tipo de
cosas.
Baja la mirada hacia mí y su sonrisa se suaviza.
—Estoy sorprendido. —Su pecho ahora toca el mío, e instantáneamente doy un paso
atrás—. Después de todo lo que me dejaste hacerte anoche —añade, nuevamente cerrando la
distancia entre nosotros. Muerde su labio inferior y me sonríe, y sé que me estoy tornando cada
tipo imaginable de rojo, su sonrisa se agranda
—Creo que te gusta ponerme nerviosa —digo, y mi espalda se encuentra ahora contra la
pared y mis brazos están a mis lados.
—No. Solo me gusta ponerte toda exaltada —dice y se inclina hacia abajo, llevando sus
labios hasta unos centímetros de los míos. Su aliento huele a menta y su piel a vainilla, y me
doy cuenta que la mía no.
Me deslizo bajo sus brazos tomándolo por sorpresa.
—¿Puedo usar tu ducha? —pregunto, sonriendo ante su sorpresa.
—¿Es esa una invitación? —pregunta pasándome al lado, y dirigiéndose a lo que presumo
es su baño. Él indica hacia allí, y lo sigo.
Una vez que estoy en la puerta, una sonrisa endiablada aparece en su rostro. Siento como
mi estómago se cae ante el gesto, pero ya sea que lo sepa o no estoy demasiado adolorida para
siquiera contemplar lo que él está insinuando.
—¿Privacidad? —Se ríe y asiento agradecida. Él da un paso atrás, pero no sin que antes
sus manos se deslicen por mi espalda y me aprieten el trasero—. Lástima. —Suspira y antes de
que salga, juguetonamente ruedo los ojos ordenándole a mi cuerpo que se comporte.
Cuando se va mi boca casi se cae. El baño es enorme, casi tan grande como mi cuarto. Es
de color gris piedra y azul marino, combinando con los tonos del cuarto de Cal. Hay una
enorme tina de piedra en el medio, y al lado una ducha con dos regaderas y un vidrio claro
alrededor. Hay un lavamanos para ella y uno para él, los grifos fluyen hacia abajo como una
fuente. Este lugar se pone cada vez mejor.
Hay toallas de cuerpo completo y toallas de rostro cuidadosamente apiladas sobre un
banquillo. Hay una pequeña taza sobre el lavamanos junto a lo que presumo es enjuague, pero
la botella da con la decoración del baño. La abro y huelo la tapa para asegurarme que es la
menta que note antes. Mientras contemplo si cerrar la puerta o no, doy un vistazo en la
habitación y me doy cuenta que Cal no está por ningún lado.
Muevo el enjuague en mi boca. Es menta con un toque de algo más que no puedo
reconocer, pero es algo ligero, a diferencia del tipo de enjuague que arde y que mi tía solía
comprar. Cuando termino me dirijo a la ducha. Cuando la enciendo, me sorprendo de que la
cabeza de la ducha detrás de mí rocía mi espalda. Una vez que comprendo la configuración, la
ducha es un absoluto cielo. Estoy un poco emocionada de oler como Cal todo el día, luego de
usar su jabón y su enjuague. Ambos tienen exactamente el mismo toque de vainilla para que
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pedazo y de meterlo en mi boca. Levanto la mirada hacia él cuando mete una tira de tocino en
su boca.
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—No es solo eso. Yo solo… —Dejo salir un suspiro—. Me gustas y me sentiría un poco
mejor conmigo misma si supiera más sobre ti —le digo honestamente. Él se está inclinando
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sobre la isla.
—De acuerdo. —Encoje los hombros—. ¿Qué quieres saber?
—Para comenzar, cuántos años tienes, umm, ¿cómo te gustan los huevos? ¿Cuál es tu
segundo nombre, tu color favorito y a qué te dedicas? —digo, rápidamente haciendo preguntas
de las que usualmente se la respuesta antes de bajarme las bragas con un chico.
—Veintiséis, revueltos. No tengo uno, negro, y soy el enlace entre relaciones Publicas e
Investigación y Desarrollo en la Corporación Crest Field—dice las respuestas igual de rápido—.
Ahora es mi turno. ¿Eres siempre así de neurótica después del sexo? —Se ríe y mis ojos se
agrandan.
—No soy neurótica. Yo sólo, usualmente sé estas cosas antes de tener sexo con alguien —
contesto.
—¿Con cuántos tipos te has acostado? —pregunta como si se tratase de cómo está el clima
hoy.
—¿Por qué? —pregunto, sintiendo mis defensas levantarse.
—Parece que no tienes sexo muy seguido, eso es todo.
—¿Disculpa?
—Eres un poco nerviosa con respecto a todo esto. —Se ríe sin que le afecte la ira en mi
tono.
—Estás siendo un idiota en este momento —digo bruscamente y él se ríe.
—Te contesté todas tus preguntas y tú no has contestado ninguna de las mías —
contesta—. Siento que no me estas permitiendo realmente conocerte—añade sarcásticamente, y
ruedo los ojos y respiro profundamente.
—He estado con tres hombres y justamente tuve sexo anoche, para tu información —digo
la última parte igualmente de sarcástica.
Él se inclina sobre la isla, sus ojos entrecerrándose. En un instante su sonrisa ha pasado de
juguetona y distante a peligrosamente sexy.
—¿Qué tal estuvo? —pregunta. Su tono profundizándose y me está mirando directamente
a los ojos.
Mi frustración con él comienza a disiparse.
—Increíble —suelto mirándolo directo a los ojos. Después de un intenso duelo de
miradas, su sonrisa se agranda.
—Bueno, ¿ya te sientes bien para que yo te pueda gustar ahora? —pregunta en un tono
casi condescendiente. Su enorme sonrisa se suaviza.
Muerdo mi labio internamente discutiendo conmigo misma aun cuando ese barco ya salió
y las cosas ya se hicieron.
—No voy a mentir. Puedo ser un idiota. Probablemente puedo ser peor que eso, pero no
hablo por el culo. Me gustas y todo lo que dije anoche fue enserio. Así que no pases el resto del
día preguntándote si soy sincero o no. Soy muchas cosas, pero mentiroso no es una de ellas —
dice casualmente, pero con eso un peso se ha levantado de mis hombros.
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Una sonrisa se extiende instantáneamente por mi rostro. Muerdo mi pulgar, dejando que
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99
Página
E
stoy despierta. Es temprano, y no he dormido mucho. Lo que ocurrió anoche
consume mis pensamientos, además de los constantes movimientos de Cal girando
en una cama de tamaño estándar que fue confortable cuando era una adolecente
pero que es apretada para una mujer y su marido de un metro ochenta y dos de alto. Incluso si
él no estuviera, dudo que hubiera podido dormir. Un millón de pensamientos han corrido por
mi cabeza. Repasando todo lo que he aceptado, todas las veces que he perdonado, todas las
veces a lo que he cedido pese a mi mejor juicio. Le doy un vistazo y parece que finalmente está
tranquilo, descansando. Doy un doble vistazo para asegurarme de que está profundamente
dormido y fácilmente salgo de la cama tan silenciosamente como me es posible. Agarrando su
teléfono de la cómoda, camino de puntillas por la habitación abro la puerta y luego la cierro
detrás de mí.
Durante nuestro matrimonio, nunca he invadido la privacidad de Cal, ni una sola vez.
Pero hay una primera vez para todo y esto está completamente justificado. Necesito respuestas,
y las necesito ahora. Si tengo que espiarlo para obtenerlas, que así sea. Presiono el botón de
encendido y por supuesto, está protegido por una contraseña. Paso de puntillas el dormitorio de
Raven y bajo por las escaleras para encontrar el teléfono inalámbrico de la casa y marco el
número de Cal. Cuando suena, respondo y lo pongo en alta voz para que pueda entrar a su lista
de contactos.
Solo quiero el número de teléfono de la esposa de Dexter. Por supuesto, si no hubiera
lanzado por el balcón mi propio teléfono antes de salir de casa. No estaría haciendo esto, pero
este es el punto. Estoy tentada a ver el historial de llamadas. Después de un pequeño debate,
cedo y cuando busco en él, veo que ha sido borrado. Ruedo los ojos; ¿él no tendría que borrar
su historial de llamadas a menos que tuviera algo para ocultar? ¿Pero ya sabía eso, no es cierto?
Suspiro, y tomo un lapicero de la esquinera y escribo el número de Helen en un pedazo de
papel.
Dejo el teléfono de Cal en mi regazo, y me siento en la alfombra de felpa de Raven y
marco el número de Helen desde el teléfono de casa. Me muerdo el labio mientras escucho el
timbre de llamada. Espero que ella responda a un número desconocido. Sé que es una
posibilidad muy pequeña, son solo las 6:30 a. m.
—¿Hola? —responde ella y doy gracias a Dios por mi suerte.
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—Helen. Hola, es Lauren. ¿Éste es un buen momento? —digo en voz baja, deseando no
ser escuchada por Raven o Cal.
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—¿Lauren? ¿Cómo estás? ¿Y de dónde me llamas? Casi no te respondo. ¿Está todo bien?
—Umm. En realidad es por eso que te llamo. —Doy una mirada al pasillo para
asegurarme que nadie esté ahí—. ¿Dexter te ha mencionado algo acerca de él y Cal teniendo
alguna pelea?
—No, no lo creo. Sin embargo, ya sabes como son. ¿Por qué lo preguntas?
—Es solo que Dexter llamo a Cal ayer y sea lo que sea que le dijo realmente lo molesto.
Pensé que tendría que ver con los negocios o estar relacionado. O si no, tal vez tu tendrías una
idea de lo que paso.
—Dex no me ha dicho nada, pero usualmente no me mantiene al tanto de sus negocios.
—Ríe.
—¿Y si no está relacionado con los negocios? —pregunto.
—Dex está en Irlanda en estos momentos. Puedo contactarlo y devolverte la llamada...
—Te estoy preguntando a ti, Helen —la interrumpo, esperando que la urgencia en mi voz
sea evidente—. ¿Hay algo que tú tengas que decirme, algo que debería saber? —pregunto
suplicantemente.
Helen y yo nunca hemos sido las mejores amigas. Sin embargo, compartimos un vínculo,
incluso si no lo hablamos. Ambas estamos enamoradas de hombres que parecen solo confiar sus
secretos entre sí. Sin embargo parece que Helen eligió quedarse en la oscuridad, mientras yo me
estoy obligando a salir. Nunca he hablado con ella sobre mi relación con Cal. Nunca la he
arrastrado en nuestros asuntos personales o le he preguntado por los de ella, pero hoy en día,
estoy esperando que ella escuche mi suplica y por un milagro, me ofrezca algo para seguir
adelante. Creo que la he sorprendido ya que hay una larga pausa en la línea.
—Lo siento, Lauren. Dex no me ha dicho nada.
Ruedo mis ojos.
—Por supuesto que no lo haría. —Pero no le creo del todo.
—Lauren, lo siento pero…
El teléfono de Cal vibro de repente en mi regazo, haciéndome saltar. Un número
desconocido.
—Tengo que colgar, Helen. Gracias de todas formas —digo antes de colgar el teléfono. Y
me quedo mirando y pensando si contesto o no. Ya que estoy husmeando los números siento
que podría recorrer el resto del camino ahora. Agarro el teléfono y lo llevo a mi oído. No digo
nada, con la esperanza que la persona en la otra línea diga algo primero. Los segundos pasan,
pero la persona al otro extremo se mantiene callada—. ¿Hola? —digo finalmente, frustrada. La
persona en el otro extremo de la línea no dice nada—. ¿Hay alguien ahí?
—Lo lamento. Tengo el número equivocado —dice una voz y abruptamente cuelga.
La voz de una mujer mayor que yo. Tal vez de la edad de Raven. No. Algo no se siente
bien. Llamo al número desde el teléfono de Raven.
—Gracias por llamar al Hospital General de Madison. Su llamada será grabada por
cuestiones de calidad. Un representante estará con usted en breve —me dice la grabación.
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Cuelgo el teléfono. Bueno eso no podría ser menos útil. Tal vez sólo era un número equivocado.
Me dirijo a la segunda planta hacia mi habitación. Está despierto y sentado a los pies de la
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cama. Tomo una respiración profunda preparándome para lo que vendrá. Disparo la bala. Y
sostengo su teléfono hacia él.
Su expresión está en blanco.
—Así que, ¿qué estás haciendo con mi teléfono ahora?
—Quería el número de Helen —contesto, tratando de mantener la calma. Espero que
tome su teléfono, y cuando no lo hace, me siento a su lado.
—¿Y por qué estabas llamando a Helen? —pregunta bruscamente.
—Bueno, pensé que ella podría decirme lo que paso ayer, ya que veo que no sientes la
necesidad de decírmelo tú —digo repentinamente mirándolo.
Su mandíbula se aprieta.
—Si no quise decirte, deberías respetar mi decisión —dice, frotándose la frente.
—Y si yo te digo que necesito saber, tú deberías respetar esa petición y decirme —
contesto.
Pasa la mano por su cabello, toma el teléfono de mi mano, y pasa su atención de mí a él.
—Quiero saber que te puso tan mal ayer y a dónde fuiste —dije, intentando dejar fuera de
mi voz el enojo.
—Helen no te lo pudo contar, ¿eh? —dice sarcásticamente.
—¡Ahora!
—Aquí jodidamente vamos —dice enfurecido, golpeando su teléfono contra la cama.
—¿Soy solo yo, o de verdad es que cada vez que damos un paso hacia adelante, tú corres
dos pasos hacia atrás? —Puedo sentir el nivel de mi frustración elevándose mientras hablo.
Se pone de pie y se da la vuelta, mostrando toda su altura sobre mí.
—¡Por qué cada vez que estás bien, encuentras algo, cualquier cosa por la cual discutir
conmigo! —grita.
—Cal, te fuiste de aquí ayer visiblemente alterado. No me dijiste que pasaba. ¡Intenté estar
ahí para ti, y tú me echaste del maldito auto! ¿Por qué pensaste que todo estaría bien después de
eso? —pregunto. Él está lejos de ser estúpido, pero esta es mierda más estúpida que he
escuchado salir de su boca.
—Bueno, ¡eso parecía anoche! —dice sarcásticamente.
—¡No era así! ¡Sabía que lo que fuera que estuviera sucediendo, aún estabas lidiando con
ello. Sabía que necesitabas mi consuelo, y que lo que yo necesitaba podía esperar. Hice una
concesión, de eso se trata el matrimonio. ¡Ahora es tu turno! —le contesto.
Me ignora, agarrando su camisa de la cama y se la pone.
—Sé que sea lo que sea, no era sobre el trabajo. Quiero saber de qué se trata —digo,
caminando detrás de él. Me ignora sacando sus zapatos de abajo de la cama y se los coloca. Ya
veo a donde va esto, así que rápidamente tomo sus llaves de la cómoda. Se ríe por la
frustración—. ¿Cómo piensas que eso me hace sentir, siendo tu esposa? ¿El que me dejas fuera
completamente cuando te da la gana? ¿Que lo que sea que sucedió, ni siquiera me lo dices; qué
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que no pasa tiempo contigo, pero cuando estoy aquí no es el suficiente tiempo, y cuando estoy
aquí el suficiente tiempo, no te digo cada maldito detalle de lo que pienso —gruñe mientras
termina de atarse los zapatos.
—¡Esto no se trata de eso y lo sabes! ¿Qué está sucediendo? —grito, sintiendo que mi
garganta empieza a arder—. Debí haber hecho esto hace mucho tiempo. Confié en ti
completamente, Cal y no he recibido nada a cambio. He intentado esperar y esperar, tratando
de ganarme tu confianza. Peleo contigo para intentar romper esta pared emocional que hay
entre nosotros y nada ha funcionado, así que esta noche será la última noche en que me
pregunte dónde estás, con quién estás, o de qué se trata…
—¿Quieres todo al descubierto? De acuerdo, déjame decírtelo, Lauren —grita enojado,
interrumpiéndome—. Cuando te conocí, así es como yo era. Así es como soy, y así es como
seré mañana. ¡Lo sabías cuando me conociste! Lo aceptaste entonces. Nunca te prometí algo
diferente. Tú eres la que está dándole vuelta a la mierda. ¡Nunca te he mentido! Te digo lo que
necesitas saber. No te estoy engañando con nadie. ¡No hay otra mujer, y eso es todo lo que
necesitas saber!
—¿Crees que aceptaré eso?
—¿Por qué no? ¿Por qué te concentras en mierdas que no son importantes? ¡Lo que
importa es que estoy aquí! ¡Al final del día, dejo de lado las demás mierdas, estoy-aquí-contigo!
—grita.
—¡Porque soy tu esposa, Cal! No soy una puta mascota —le grito de vuelta
incrédulamente. Su endurecido ceño se suaviza, y pasa la mano por su cabello. Espero a que él
diga algo más, pero no lo hace. Supongo que realmente no necesita hacerlo, ¿qué más puede
decir? Ya me ha dicho exactamente cómo se siente, y no puedo lidiar con el hecho de que el
hombre de quien he estado tan enamorada, por quien comprometí mi ser, no me ama lo
suficiente como para confiar en mí—. Lárgate, Cal —susurro.
—¿Qué? —pregunta, como si no me hubiese escuchado.
—Que te largues —gruño.
—Estás bromeando. —Deja salir una risa. Eso pasa mi límite.
—¡Lárgate ahora! ¡Ya no puedo verte más! —grito tan fuerte que me sorprendo a mí
misma.
—Lauren, ¿cuál es tu maldito problema? —me grita.
—Cal, Juro por Dios, que si no te vas en este momento…
Él me mira como si estuviera hablando en otro idioma, y escucho en toque en la puerta.
—¿Está todo bien ahí dentro? —pregunta Raven con urgencia desde el otro lado de la
puerta.
—¿Lo está, Lauren? —Su tono suena peligrosamente como un ultimátum, pero hoy es un
mal día para que el intente eso conmigo.
—Lo estará cuando te vayas —digo mirándolo directo a los ojos.
—¡Lauren, Cal, abran la puerta por favor! —Sus toques en la puerta se convierten en
golpes. Doy un paso atrás mientras Cal camina hacia mí, deteniéndose a sólo unos centímetros.
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—No sé lo que se te ha metido, pero tienes que arreglarlo porque la próxima vez que me
digas que me vaya, no volveré —susurra fríamente en mi oído.
Página
—Si es tan simple para ti, tal vez no deberías hacerlo. —Sostengo las llaves y las dejo caer.
Él es rápido, pese a todo, casi las atrapa en el aire antes de que toquen el suelo. Se lame los
labios y sonríe, luego toma su chaqueta y abre la puerta. Raven entra, mirándonos a ambos. Cal
me mira fijamente con una sonrisa satisfecha en su rostro. Yo no puedo mirar a ninguno de los
dos. Envuelvo mis brazos a mi alrededor y miro fuera de la ventana.
—Te veré luego, Raven —le escucho decir tranquilamente.
—Adiós, Cal —escucho que dice ella, y después camina hacia mí lentamente—. ¿Lauren?
—dice suavemente.
—Raven, No quiero hablar en este momento —digo en el tono más político que puedo
lograr.
—Lauren, puedes… —intenta decir ante que la corte.
—Ahora no —le ruego, dirigiéndome a la cama.
—M… muy bien, dulzura. Cuando estés lista para hablar, ya sabes dónde estoy.
Asiento, mirando por la ventana como el Porsche se marcha.
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Página
J
uego con mis dedos mientras siento que el elevador comienza a moverse. Es un
hábito nervioso y no he estado tan nerviosa desde que estaba en preparatoria.
—No estés nerviosa —dice Cal envolviendo sus brazos a mi alrededor.
—Es fácil para ti decirlo. Aquí estoy, a punto de conocer a dos de las personas más
importantes en tu vida y oh, por cierto, ellos son los dueños de casi todo en Chicago. —
Lloriqueo, descansando mi cabeza sobre su pecho. Han pasado casi seis meses desde que mi
apasionado romance con Cal empezó y él sigue siendo un misterio para mí. Creo que este es un
gran paso para revelar ese misterio.
—Solo pretende que no pueden comprar y vender tu alma si así lo quisieran —bromea.
—Oh, eso me hace sentir mucho más cómoda.
—No te preocupes; te amarán. Solo sé tú misma. —Cal mordisquea mi oreja, haciendo
que me olvide de mi problema por un microsegundo.
Me separo de él cuando las puertas del elevador se abren.
—Vamos. —Toma mi mano, guiándome al salir. Inhalo profundamente y lo sigo. Y
después mi mandíbula se cae cuando veo el enorme pasillo que se alarga frente a nosotros.
—¿Ves? Es igual a un museo. —Guiña el ojo, guiándome por el corredor vacío.
Atónita, mis ojos siguen la hilera de pinturas en la pared. Cada una está enmarcada, en lo
que presumo, es oro. ¿Por qué escatimar en el marco cuando puedes pagar la obra maestra?
Salgo de mi trance cuando escucho la Sinfonía n° 40 de Mozart salir del grande piano en medio
de la habitación, el cual está siendo manipulado tan fácilmente como si fuese un juego de
cartas. Largas y ornamentadas puertas dobles se encuentran parcialmente abiertas por el lado
izquierdo y entramos a un impresionante salón.
—¿Intentando presumir de nuevo, Dex? —Cal interrumpe al músico, anunciando nuestra
llegada.
—¿Realmente llegaste a la hora? ¿Cuál es la ocasión? —dice el hombre, levantándose del
piano. Sus ojos pasan por alto a Cal y se enfocan en mí—. Señorita Brooks, presumo. —Sonríe
intencionalmente. Me trago los nervios. Es un hombre pequeño, tal vez de un metro y setenta u
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ochenta, un poco más alto que yo, con almendrados ojos cafés, y cabello castaño, pero por
alguna razón, su presencia me intimida.
—Sí, soy Lauren —digo incómodamente. No tengo idea de qué es lo apropiado hacer, así
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—¿Estás bien? —dice quedamente, sabiendo que estoy bien. Asiento y me lamo los labios.
—Dex dice que te verá abajo. —La voz de Helen nos interrumpe y recuerdo que estamos
en la casa de alguien más. Helen está entrando en la habitación. Una entretenida expresión se
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extiende sobre el rostro de Cal ante mi reacción y me deja ir. Volteo hacia Helen
completamente avergonzada, pero sólo sonríe mientras se deja caer en el sofá y cruza las
piernas.
—Te veré después, ¿de acuerdo? —dice y roba un beso en mi cuello.
—Mantente alejado de los problemas —dice Helen en un tono maternal mientras él toma
su chaqueta.
—¿No lo hago siempre? —Nos guiña el ojo antes de salir de la habitación.
Doblo los brazos a mi alrededor. Aquí estoy, en una casa extraña con una mujer que no
conozco en lo absoluto. ¿De qué tengo que estar tan nerviosa? Espero porque la incomodidad
llene la habitación, pero antes que lo haga, comienza a hablar.
—Te acostumbrarás —dice, encendiendo un cigarrillo.
La miro con curiosidad.
—¿Acostumbrarme a qué? —pregunto, esperando que no sea de las que fuman uno tras
otro. Tengo que lidiar con suficientes de esas personas en el trabajo.
—Oh, dulzura. —Sonríe y camina hacia mí. Contengo mi aliento por el humo—.
Tenemos mucho de qué hablar —exclama calculadoramente antes de ligar su brazo con el
mío—. Vamos a la terraza —dice, guiando el camino. Desde ya, puedo ver que esta noche será
interesante.
***
Cuando llegamos a la terraza, mi mandíbula golpea el piso. Creí que la vista desde el ático
de Cal era asombrosa.
—Hermoso, ¿cierto? —dice, poniéndose cómoda en una hermosamente arreglada mesa a
nuestra derecha—. Fue igual la primera vez que lo vi.
Todos los muebles blancos en la terraza se estiran por metros y las velas encendidas
ahogaban el olor de su cigarrillo antes de llegar a la puerta.
—Claro que no era así —dice, ondeando su mano a los impecables muebles y al lujoso
follaje en la pared del balcón—. Pero vi el potencial.
—¿Tú hiciste esto? —pregunto impactada mientras me siento a su lado. Es completamente
diferente de los cuartos góticos por los que pasé.
—Bueno, el diseño y esas cosas. Le dije a la decoradora exactamente lo que quería y eso
hizo —dice, apagando su cigarrillo.
—Esto es hermoso —admito, aún absorbiendo mis alrededores.
—Gracias. Desearía que Dexter me dejara hacer lo que quiero con el resto de la casa, pero
dice que la casa de un hombre es su reino, o algo así —explica tirando nuevamente su cabello a
un lado. Al parecer ese movimiento es su distintivo y lo usa de una muy buena manera.
—Entonces, dime la historia entre tú y Cal. Conozco la versión diluida que Dexter me
dijo. Los hombres son tan vagos respecto a cosas como esas. —Descansa su barbilla en su
108
—Bueno, nos conocimos en el lugar donde trabajo. Choque con él y derramó una bebida
encima de mí —le cuento, recordando la noche que le dio forma a los últimos meses de mi vida.
—¿Y cuánto tiempo llevan viéndose?
—Como cinco meses. —De hecho, han pasado cinco meses y catorce días, pero, ¿quién
lleva la cuenta?—. Y ahora estoy aquí para obtener su aprobación, supongo. —Río,
sintiéndome un poco más cómoda con ella.
—Oh no, Lauren, no te preocupes por nosotros. Cal hace lo que quiere. Está aquí para
presumirte —dice en un tono práctico—. De hecho, ¿solo entre nosotras? —Se inclina como si
estuviera diciéndome un gran secreto—. Eres la primera chica que ha traído para mostrárnosla,
o al menos a mí. —Me guiña un ojo.
No puedo evitar sonreír, pero por alguna razón, el saber eso me hace sentir nerviosa
nuevamente.
—Así que debe haber algo más en ti aparte de ser bella. —Ríe Helen. Me sonrojo por el
cumplido—. Dex y Cal tienen un gusto por las mujeres hermosas y las mujeres hermosas tienen
un gusto por ellos. —Suspira, moviéndose en su asiento. Me trago los nervios, pero nota mi
expresión—. No te preocupes; se necesita más que un rostro hermoso para moverlos. No son
idiotas como la mayoría de los hombres. —Se ríe.
—¿Hace cuánto conoces a Cal? —pregunto, aún sintiéndome intranquila
—Veamos, creo que con este año, como seis. Síp, eso sería lo correcto.
—¿Entonces Dexter y Cal son muy cercanos?
—Como hermanos. Les hace bien, especialmente ya que Dex es solo un niño y Cal
realmente no tiene a nadie. —No puedo evitar sentirme mal por lo último que dice. Sabía que
Cal era adoptado, pero nunca pensé que no tuviera a nadie. Sé que sus padres siempre han sido
un tema delicado. Luego de la muerte de mis padres me sentí sola, pero siempre tuve una gran
relación con Raven. Simplemente asumí que él y sus padres adoptivos eran cordiales, si bien no
cercanos.
—¿Cómo se conocieron tú y Dexter? —pregunto cambiando el tema. Sonríe levemente.
—Él estaba en una beneficencia por el Hospital General de Chicago, donde yo solía
trabajar. No sabía quién demonios era, pero caminó hacia mí y dijo: Donaré un millón de dólares
esta noche si sales conmigo. Ahí estoy yo, disgustada por este audaz hombre. Quién, asumí, era un
mentiroso. Así que le dije: Si donas un millón de dólares, correré por este hotel desnuda, así que él se
rió y se marchó. No pensé nada más al respecto. Diez minutos después. El superintendente del
Hospital anuncia que Dexter Crest Field Junior, acaba de donar diez millones de dólares al
hospital y, cuando lo vi caminar ahí, mi corazón se detuvo. —Comienza a reírse y me le uno—.
Se pone mejor. Luego de su discurso, durante el cual, por cierto, mantuvo contacto visual
conmigo todo el tiempo, camina hacia mí, se inclina, y susurra: Preferiría que fuera en mi casa y
me deja su número. —Termina ella con una sonrisa en su rostro.
—Vaya —digo, impactada—. Esa es una gran historia.
—Sí, es un sarcástico hijo de perra. Pero es dulce cuando quiere. —Sonríe—. Bueno, sabes
109
dependiendo de las preferencias. Hace lo que quiere, cuando quiere. Solo es rutina.
—Suficiente de nosotros. ¿Qué hay de ustedes, chicos, niños, carrera, matrimonio? —
pregunta, encendiendo otro cigarrillo.
—¿Con Cal? —pregunto, confundida.
—¿Bueno, sí? —dice, tomando succionando nuevamente el cigarrillo
—Bueno, no nos hemos conocido por tanto tiempo —tartamudeo un poco la respuesta.
Realmente quiere ir al punto, ¿verdad?
—Bueno, ¿eres el tipo de chica que sueña con casarse o de la que quiere esperar lo más
posible?
—Me veo casada con una familia algún día. Me encantaría viajar fuera del país y después
volver y hacer algo que haga una diferencia, pero no lo sé. El matrimonio al menos es algo muy
lejano. —Me río.
—Nunca lo sabes. —Se ríe. Mira el atardecer—. Lo que quiero decir es que yo era de la
misma manera. Cuando conocí a Dex, solo planeé divertirme con él y terminé enamorándome.
Dos años después, me pidió matrimonio, y nadie le dice que no a Dexter Crest Field. —Se ríe,
apagando el cigarrillo. Después saca un paquete de chicle.
—Por alguna razón, no creo que Cal es del tipo de los que se casan. —Me río.
Helen sonríe y camina hacia la orilla y se sienta en ella.
—Créeme, lo peor que podrías hacer con Cal es asumir algo. —Voltea su atención de mí
al cielo. Me pregunto qué querrá decir, pero ya no le hago más preguntas, casi siento que estaría
dirigiéndome a un territorio al que Cal no le gustaría que me acercara. El atardecer
escondiéndose en el horizonte es increíble.
—¿Te gustaría uno? —dice, ofreciéndome un paquete de Winter Fresh 6.
—Gracias. —Supongo que tienes que andar con goma de mascar si fumas. Levanto la
mirada y me encuentro con Helen mirándome. Rápidamente volteo a otro lado.
—Lauren, voy a compartir algo contigo. —Mi estómago se retuerce ante el súbito cambio
de tono—. No sé cómo te sientes respecto a Cal. Por lo que puedo ver, realmente te gusta. Por
lo que Dexter me dice, realmente le importas a él. He conocido a Cal por tanto tiempo que es
como un hermano para mí, te voy a decir esto, algo que desearía que alguien me hubiera dicho
para así no tener que aprenderlo de la forma difícil. Dexter es una persona muy complicada y
también lo es Cal.
»Habrá momentos en los que no sabrás cuál es el problema, pero para que exista alguna
esperanza de que los dos tengan una relación que valga la pena, tienes que aceptar esto
completamente. Vas a tener que aceptarlo por quién es él, todo, incluso la parte que puede que
nunca llegues a conocer… —Rompe su expresión seria y la sonrisa extravagante de antes
regresa—. Quién sabe, tal vez Cal no es como Dexter. Tal vez será más abierto contigo de lo
que es Dex conmigo. Realmente no me molesta. Francamente entre menos sepa, mejor, pero
algunas personas no pueden lidiar con eso. —Su mirada es incomoda y me está poniendo
incomoda. De repente me siento como si estuviera en un juicio. Limpio mi garganta—. Se está
poniendo muy frío aquí fuera; voy a volver adentro. —Se pone de pie.
110
cómo le va. La cocina está en la primera planta, al fondo a la izquierda. La verás tan pronto
como llegues ahí —explica. Y asiento—. Bueno ahí es donde estaré. Si quieres una chaqueta
tenemos algunas en el armario del cuarto que pasamos para llegar aquí; solo toma una.
6
Winter Fresh: Marca de chicles de menta.
—Estoy bien. Es hermoso aquí afuera. Quiero empaparme de todo esto, si no te importa.
—Sonrío.
Me devuelve la sonrisa.
—Entiendo completamente. Baja cuando estés lista o ve a donde quieras ir dentro de la
casa. Siéntete como en casa, sólo no te pierdas. —Se ríe antes de irse.
***
112
Página
M
e pregunto, ¿si es demasiado tarde para voltear las cosas, si he aceptado cómo
son las cosas por demasiado tiempo? ¿Es demasiado tarde para que él rompa el
duro molde que ha creado a su alrededor? Me dice que quiere que lo acepte por
quién es, pero, ¿cómo puedo aceptar eso cuando estaría conformándome con una persona a la
cual nunca conoceré del todo? ¿Aceptarlo de esta manera me convertiría en un felpudo? N… no
puedo, ¿o sí? Respiro profundamente, termino de colocar el último artículo en la maleta y tomo
las llaves de la cómoda. Miro al espejo, revisando mi apariencia. Mi rostro está cansado, incluso
después de bañarme y aplicar un poco de maquillaje, mis ojos están todavía hinchados de llorar
toda la noche. No quiero renunciar a él, a nosotros, pero él tiene que ver que hablo en serio. Sí,
le dije que se fuera y quería que lo hiciera en ese momento; pero la raíz del problema es que él
está lejos de mí. Ahora en sentido literal y figurado.
Me deslizo en mi par de Chuck Taylors que son más viejos que mi matrimonio, pero son
más confortables que mis botas de tacón de aguja de cinco centímetros que usé para venir aquí,
pero van mejor con el jean y la camiseta que llevo puestos.
Recojo mi bolso y la manija de mi maleta y la arrastro a la planta baja, a la cocina donde
Raven está sentada con una taza de té en la mano. Sonríe cuando entro y sus ojos se desvían al
bolso en mi hombro.
—Deja que te sirva un poco de té —dice rápidamente ella. Comienzo a protestar, pero me
doy cuenta que es más fácil aceptar—. Pensé que dormirías hasta más tarde —dice ella,
sirviéndome una taza. Me siento, pongo mi bolso en el suelo y tomo asiento enfrente de ella.
—No. Quería comenzar temprano —digo tomando la taza que me ofrece.
—¿Por qué? —pregunta antes de sentarse a mi lado.
—Me voy.
—¿Regresas a casa?
—No —digo después de tomar un sorbo de té—. Me voy a quedar con una amiga en
Chicago durante un tiempo, mientras decido qué haré —le digo.
—Lauren, desearía que te quedaras aquí, yo no…
—Necesito alejarme. No de ti. Solo necesito cambiar de escenario —interrumpo. Veo que
no lo aprueba, pero tampoco protesta.
113
para que me lleve a la estación de autobuses y así haré el resto del viaje.
—Te llevo —ofrece.
—No tiene sentido que me lleves a Chicago y luego manejes de regreso.
—Está bien. No tengo mucho que hacer hoy —dice ella, sirviéndome un poco más de té,
aunque mi taza está lejos de estar vacía.
—No, Raven no es necesario y el viaje me va a dar tiempo para aclarar mis ideas —le
digo, desesperada por no discutir con ella.
—Bueno, al menos déjame llevarte a la estación de autobuses —dice en tono de súplica.
Suspiro, sintiendo una pequeña sonrisa asomar por mi rostro. Cediendo.
—Está bien.
—En ese caso, ¿con qué amiga te vas a quedar? —pregunta curiosa.
—Alguien con quien solía trabajar mientras estuve en la universidad —digo, recorriendo
con mi dedo el borde de mi taza.
—Es una mujer, ¿cierto? —pregunta nerviosa.
Mis ojos se agrandan sorprendidos.
—Por supuesto —digo rápidamente.
—Solo preguntaba. —Sonríe, aliviada.
No puedo hacer más que reír. Si Cal descubre que me estoy quedando con un hombre, no
quiero ni imaginar lo que le haría. No es del tipo celoso. Nunca ha tenido motivo. Sólo he
tenido ojos para él desde que estamos juntos. Ningún otro hombre podría tener oportunidad y
lo sabe. Pero si él no lo supiera, odiaría ver lo que haría. Solo he visto su carácter una vez en mi
vida y era como un león salido de su jaula. Estaba furioso; y espero nunca volver verlo así.
—¿Cuánto tiempo te vas a quedar con esta amiga? —pregunta, sacando la taza de mis
manos aunque solo le he dado un sorbo.
—No lo sé. Es sólo… que necesito alejarme de todo a lo que estoy acostumbrada. —
Suspiro.
Raven continúa con sus quehaceres en la cocina, luego se da vuelta con sus manos en sus
caderas.
—Bueno, realmente me gustaría que te quedaras aquí y dejaras que te ayudara con lo que
sea que estás lidiando. Pero lo que sea que sientas que necesitas hacer, sé consiente que te apoyo
al cien por ciento.
No puedo evitar sonreír. Algunas veces Raven simplemente me sorprende. Hace
exactamente lo opuesto de lo que creo que va a hacer. Me levanto del asiento y la abrazo
fuertemente, reconociendo el aroma de su perfume de cuando yo era más joven.
—Gracias —le digo suavemente, inhalando el aire purificador
—Todo estará bien, corazón —dice, frotando mi espalda.
114
—Eso espero. Y… no quiero perder mi matrimonio. Es solo que está empezando a ser
demasiado. Creo que tomar un paso atrás, lejos de todos los problemas con los que estamos
lidiando sería bueno para los dos.
Página
—Esta es solo una época difícil. Todos los matrimonios lo tienen—me dice, abrazándome
un poco más fuerte. Retrocede y levanta mi barbilla—. Son los fuertes los que logran
atravesarlos —me dice con una sonrisa severa. Asiento, limpiando las lágrimas que se crean en
mis ojos—. De hecho, esto será bueno para ti, algo de tiempo para encontrarte a ti misma.
Algunas veces te olvidas de ti misma cuando has estado demasiado tiempo con otra persona. —
Sonríe, colocando en su lugar un mechón extraviado.
Me imaginé esta conversación yendo diferente. Pensé que me diría que dejara de ser tan
sensible y que me quedara al lado de mi esposo.
—¿Qué? —pregunta con una sonrisa
—Es solo que pensé que te pondrías del lado de Cal en esto —le digo.
—Lauren, realmente no sé lo que está pasando entre ustedes como para tomar partido.
Pero tú eres mi sobrina y te amo. Cal me importa mucho, pero si te está haciendo sentir así, no
puedo apoyarlo. Tú estás primero. Al final, voy a apoyarte a ti, estés en lo correcto o no. Pero
no creo que estés equivocada en esto.
La abrazo de nuevo.
***
—Lauren, ya llegamos —dice Raven, empujándome con el codo gentilmente. Abro los
ojos y veo que estamos estacionadas frente a la estación de autobuses. Me estiro ligeramente,
me siento como si hubiera estado dormida por horas y que aun así podría dormir por varios días
más.
—Corazón, ¿estás bien? —pregunta, mirándome con una expresión de preocupación
—Sí, solo cansada —le digo, tomando mi maleta del suelo y colocándola en mi regazo.
—Estaba hablando y antes que me diera cuenta te habías dormido. Espero no haber sido
tan aburrida. —Sonríe y yo también.
—Para nada, es solo que no logré dormir mucho anoche —le digo.
Su expresión muestra que no está convencida.
—¿Estás segura que no quieres que te lleve? No sería problema —me dice nuevamente.
—Estaré bien. Me sentiré mejor sabiendo que no conducirás desde Chicago sola —le digo
mientras salgo del auto. Camino alrededor hasta su lado del auto y sale.
—Creo que no hay forma de convencerte —cede. Me río ante su persistencia y suspira—.
Bueno, corazón, que llegues bien —dice, jalándome en un abrazo.
—Lo haré —le prometo.
—Me sentiría mucho mejor si me dieras el número de esta amiga. —Frunce el ceño.
Niego. Lo haría, pero Raven simplemente llamaría cien veces para asegurarse que estoy
bien, sin mencionar el hecho que no quiero que Cal sepa dónde estaré. Y no importa cuántas
veces Raven diga que no se lo dará o que no le contará dónde estoy, sé lo persuasivo que puede
115
ser Cal. Es un maestro en el arte de la persuasión, y cualquiera que no sea inmune a ello cede a
los pocos minutos
—¿Quieres que espere contigo hasta que venga el autobús?
Página
—No, gracias, estoy bien; debería llegar pronto… ¿Ves? Ahí está. —Señalo al autobús
estacionándose en el área de abordaje
—De acuerdo, corazón. —Sonríe débilmente y me da otro abrazo—. Llámame justo
cuando hayas llegado a la casa de tu amiga, ¿de acuerdo? —me advierte.
—Lo haré. Al momento en que llegue a la puerta —le aseguro mientras vuelve
vacilantemente dentro del auto.
Se detiene para mirarme una vez más, sus manos en las llaves.
—Lo prometo —le digo. Sonríe y me tira un beso antes de marcharse finalmente. Arreglo
la posición de la correa de la maleta en mi hombro y me dirijo a la caceta para comprar un
boleto.
***
algo pequeño, pero amo el vecindario. Siempre es silencioso porque hay un hospital subiendo la
calle, pero aun así está cerca de la ciudad. Tienen implementada esta cosa de la zona silenciosa
—me dice. Le sonrío mientras miro alrededor del pequeño departamento y camino hacia la
Página
ventana por donde el sol se mete, iluminando toda la habitación. Cierro los ojos cuando cae
sobre mi rostro y los vuelvo a abrir cuando escucho sus pisadas acercándose en mi dirección—.
Así que esto es todo. Como dije, es pequeño, y tú usarás el sofá —explica.
—El sofá está bien —le aseguro. Me da otra gran sonrisa. Esa es una de las razones por las
que amo estar cerca de Ángela, tiene un modo de ver las cosas positivamente y solo la he visto
triste o enojada con algo unas cuantas veces.
—Aún no puedo creer que estés aquí. —Se ríe, entrelazando nuestros brazos. Me lleva
hasta el sofá blanco situado detrás de una mesa de café de madera—. Y, ¿cómo han estado las
cosas? —pregunta, poniéndose cómoda. Debato si decirle la verdad con una sonrisa falsa o si
solo descargarle todos mis problemas.
—Bien. —Suspiro decidiendo seguir la ruta que consume menos tiempo.
Frunce el ceño.
—¿Bien? —pregunta sarcásticamente. Asiento y comienzo a jugar con mis dedos.
Suspira.
—Bueno, sé que algo anda mal, pero no te voy a presionar, ya que siento que me lo vas a
decir ahora. —Sonríe. Me río. Aún me conoce tan bien.
Ahora es mi turno de suspirar.
—Cal y yo no somos los mejores amigos ahora —digo tensamente.
Su sonrisa inmediatamente se suaviza.
—¿Quieres hablar sobre ello?
Por esto amo a Angie; cualquier otra persona comenzaría a hacer preguntas sin
importarles cómo me siento al respecto.
—No realmente. En este momento, estoy tan cansada. Solo quiero dormir —le digo.
—¡Claro! Bueno, tengo una clase como en treinta minutos, así que eres más que
bienvenida a acostarte en mi cama para que descanses —ofrece.
—Oh no, aquí está bien. —Indico el sofá.
—¿Estás segura?
—Acabo de pasar la última media hora metida incómodamente en un taxi, esto es una
gran mejora. —Me río.
Se pone de pie.
—Bueno, déjame que te traiga algunas sábanas y almohadas —dice, desapareciendo por
un momento y volviendo con una nítida sábana rosa y una almohada. Las cuales coloca a mi
lado.
—Gracias —digo agradecida—. Veo que aún te gusta el rosa. —Río.
—Mira quién habla. —Me da con el codo juguetonamente, refiriéndose a la temporada
que pasé usando varios tonos de rosa por lo menos durante un año, necesitaba algo que alegrara
117
horas. Cuando regrese, ya deberías estar descansada, para que podamos hacer eso de hablar
entre chicas y ordenar comida, ¿de acuerdo? —dice, tomando un cepillo y pasándolo
rápidamente por su cabello.
—Eso suena bien —le digo, quitándome los tenis.
—Lauren, ¿qué tan viejos son esos? —chilla.
Cubro mi rostro avergonzado.
—Son los únicos zapatos bajos que tengo —admito, y las dos rompemos en risas.
—Vaya. De cualquier manera, hay sobras de pizza en el refrigerador las cuales eres
bienvenida de comer, aunque no lo recomendaría. Pepsi es todo lo que tengo para tomar, me he
vuelto adicta, y si quieres ducharte, enciéndela diez minutos antes, se tarda un mundo para que
caliente, créeme —explica, tomando su mochila de la mesa de la cocina—. El baño está al lado
de mi habitación. No tengo que mostrarte la cocina —Indica rápidamente—. Me siento tan mal
por dejarte aquí sola cuando acabas de llegar. Siento como si debería estarte mostrando los
alrededores o algo. —Lloriquea.
—Ang, no es como si fuera una turista, no tienes que mostrarme los alrededores. Y más o
menos te llamé con poca antelación. Estaré bien —le aseguro.
—Lo sé. Aun así me siento muy mal, pero voy a tener que hacerlo más tarde. —Se ríe,
tomando sus llaves de la mesa—. Si pierdo el autobús literalmente estoy arruinada —dice
apresurándose a la puerta—. Como dije, mi casa, tu casa —me dice antes de salir, y escucho el
pestillo de la puerta.
Miro alrededor del pequeño y acogedor departamento y recuerdo cuando Hillary y yo
solíamos ser compañeras de cuarto. Lo pequeño que era nuestro departamento, pero cuán
cálido se sentía. Eso es exactamente lo que le falta a mi propia casa, calidez y felicidad. Busco
un teléfono, esperando a que ella tenga uno y localizo un inalámbrico en la mesa de la cocina.
Marco el número de Raven.
—Raven, soy yo. Llegué a salvo. Hace algunos minutos, solo quería que lo supieras,
realmente estoy cansada, así que te llamaré de nuevo esta noche. Te amo —digo después del
tono y cuelgo. Me arrastro de vuelta al sofá y extiendo la sábana sobre mi cabeza. No hay luces
encendidas, pero el sol llena el departamento. Mis ojos están tan pesados que se sienten como
ladrillos. Al fin los dejo cerrarse.
***
—Lauren, Lauren. —Abro los ojos para toparme con Angie de pie a mi lado.
—Hola —digo, comenzando a despertarme.
—¿Has estado dormida todo este tiempo? —dice encendiendo la lámpara a nuestro lado.
Mis ojos se justan a la luz, el sol se ha ocultado completamente.
—Eso creo —le digo sentándome adormilada en el sofá.
—¿Te sientes bien? —pregunta preocupadamente
—Sí, he estado realmente cansada —le digo.
Pone la mano en mi frente.
118
Sonrío.
—Aún lo es —admito.
Página
—¿Te acuerdas de Devon? Quería saltarle encima cada vez que lo veía. El problema era
que también querían hacerlo todas las mujeres que lo veían. —Se ríe
—¿Devon, el jugador de baloncesto? —pregunto, como si no lo supiera. Era inolvidable,
con piel bronceada, frío cabello negro y un par de ojos verdes.
—Síp, en cada ciudad en la que jugaba tenía por lo menos tres mujeres. —Se ríe—. Sabes,
he salido con asiáticos, negros, hispanos, e italianos y corazón, ¿sabes qué tienen todos ellos en
común? La inhabilidad de entender el concepto de estar en una relación monógama —explica
con el ceño fruncido mientras sirve arroz en mi plato—, aunque estoy determinada a encontrar
uno. Hasta ahora he tenido el peor gusto en los hombres. —Frunce el ceño
Me siento triste por mi amiga. La recuerdo a ella y a Devon y lo locamente enamorada
que estaba de él. Era hermoso, pero Ángela lo igualaba en apariencia, al poseer piel color
caramelo, ojos rasgados y un rostro al que le quedaba bien el cabello corto. Atraía hombres de
todo tipo, solo que nunca los correctos.
—No lo hacemos todas —murmuro, tomando otro mordisco
—Bueno, al menos no estamos tan mal como Hillary. Esa chica podría escoger al mismo
diablo de entre todos los de una línea. —Suspira.
—Síp, el único chico bueno que tuvo fue John, y lo dejó por ese terrible patán de Aaron.
—Dios, pensar en que podía escoger mal. Pero ella se lleva la corona.
Mis pensamientos vagan con la voz de Ángela. Recuerdo claramente la noche en que vi
cuán malo un hombre podía ser y lo verdaderamente indefensa y perdida que una mujer podía
estar. Esa misma noche, vi un lado de Cal que nunca más quise volver a ver, pero una pequeña
parte de mí estaba agradecida que existiera.
120
Página
—N
unca me cansaré de esto —digo mientras descanso mi cabeza sobre el
pecho de Cal. El techo de su edificio tiene una de las mejores vistas de
Chicago.
—Entonces acostúmbrate. —Sonríe con superioridad, sin perturbarse.
Ruedo los ojos juguetonamente y lo ignoro a favor de mirar el cielo. Me he acostumbrado
a su desinterés por las cosas que me tienen fascinada.
—Podría quedarme aquí por siempre. —Suspiro, mirando las estrellas. Dirijo mi mirada a
Cal, esos intoxicantes ojos grises están permitiendo a débiles tonos de verde brillar. Dios, cuando
me mira de esa manera…
—¿Qué? —pregunto con una sonrisa, él se ríe ligeramente.
—No eres buena para mí —dice envolviendo su brazo aún más fuertemente alrededor de
mi cintura. Lo miro con una expresión perpleja.
—¿Por qué? —pregunto juguetonamente.
Hace una pausa.
—Me recuerdas a algo —dice suavemente.
Arqueo mi ceja en señal de pregunta.
—No es otra chica. —Se ríe, sintiendo mis celos.
—¿Entonces quién? —pregunto con curiosidad y su sonrisa se suaviza.
—Más bien, es un sentimiento —murmura pasando sus manos entre su cabello.
—¿En serio? —pregunto con una sonrisa
—Aún no lo sé —dice antes de presionar sus labios contra los míos arrastrándome a un
sensual beso. Eso aún me deja mareada.
—No, no eres bueno para mí. —Me río tontamente.
Sonríe.
—¿Y por qué es eso? —Sus dedos bajan por mi estómago.
121
—De las cosas en las que se supone debo concentrarme, como mi vida, las cuentas, la
universidad. —Comienzo a recitar rápidamente.
—Bueno, eso es aburrido —dice simplemente, comenzando a desabrochar mi camisa.
—Sabes que no todos pueden vivir tu vida. Robándose jets, viviendo en un ático, y
haciendo lo que sea que les plazca —le digo, intentando enfocarme en mis palabras y no en la
tensión de mi estómago.
—Bueno deberían —dice antes de que sus labios encuentren mi cuello y lo bese
hambrientamente.
—El mundo estaría en caos —le explico, mientras continúa desvistiéndome, poco sabe
que no voy a dejar que haga lo que quiera conmigo en este techo. Probablemente no lo deje.
—He vivido la vida de la otra manera. No fue tan interesante —murmura, siguiendo mis
labios con los suyos.
Antes de perderme en su beso me alejo.
—¿Y cuándo ocurrió eso? ¿Cuándo pasaste de saltar de aviones a saltar de edificios? —
Ronroneo envolviendo mis brazos a su alrededor.
—En otra vida. —Sonríe, masajeando la parte trasera de mis muslos—. Así es como
deberías vivir.
—Estoy segura que a todos les gustaría vivir así, pero es una fantasía. No se puede vivir de
esta manera todos los días.
—Yo lo hago.
—Bueno, eso es porque eres único —digo en broma, recordando la palabra que usé cuando
Dexter me pidió que lo describiera. Aún parece quedarle bien.
—Normal es aburrido, es levantarse todos los días, trabajar de nueve a cinco en un trabajo
que odias, volver a casa, a la pequeña esposa y a los monstruos corriendo por toda la casa,
después irte a dormir y volver a comenzar todo de nuevo. No quiero que la cúspide de mi vida
sea obtener un ascenso y aun así ganar menos de quinientos mil al año. —Su voz es ligera, pero
hay seriedad en sus ojos.
—La vida no tiene que ser así. El matrimonio no tiene que ser una rutina, tus hijos no
tienen por qué ser monstruos gritones. —Río.
—¿Por qué trabajar toda tu vida sin obtener nada a cambio, desear cosas que nunca
podrás pagar? ¿Soñando con lugares a los que nunca podrás ir? No cambiaría esto por ser
normal. Está sobrevalorado —murmura levantándose de la hamaca.
—Lo haces sonar como si lo único que te interesara es el dinero.
—No es así. Es sobre vivir la vida al máximo. Hacer lo que quieras en vez de solo
fantasear al respecto. Necesitas dinero para hacer eso —dice, como si fuera simple.
—Hay más en la vida que viajar por el mundo, y vivir el momento, Cal. Esas cosas son
grandiosas, pero lo que las hace placenteras es que te estás escapando. Si lo haces todo el
tiempo, ¿cuál es el punto? ¿Qué de tener una familia, y sentar cabeza? —le pregunto.
122
—¿Escuchaste lo que dijiste? ¿Sentar cabeza? No pienso conformarme por nada del
mundo —dice.
Página
Sus palabras me lastiman. ¿El casarse y tener una familia es conformarse? ¿Es esto, el
ahora, todo lo que hay desde su punto de vista? ¿Hacer lo que quiere y no considerar nada más?
¿Y dónde entro yo en esa ecuación? He estado con él un año y realmente no lo sé. Mis
sentimientos por él se hacen más fuertes cada día que pasamos juntos y todos esos sentimientos
están enredados con lujuria.
Me asusta que esté demasiado asustada para hacer estas preguntas porque, bueno, no
estoy segura de querer saber la respuesta. Cal es diferente a cualquier otra persona que he
conocido. Soy importante en su vida hoy, pero, ¿qué pasará cuando ya no lo sea? He visto lo
rápido que se aburre de las cosas.
Era inevitable que desarrollara sentimientos por él después de todo el tiempo que hemos
pasado juntos. Me hace sentir como nadie más lo hizo. Un año ha pasado como si fuera un
instante, y cuando estoy con él, el tiempo realmente no es un factor. Envuelvo los brazos a mi
alrededor, sintiendo el frío ahora que estoy fuera de los brazos de Cal. Dejo salir un muy
necesario suspiro. Mi teléfono suena, y lo ignoro.
—Entonces, ¿eso es lo que significo para ti? ¿Algo de diversión, algo que quieres hacer
solo por un rato? —pregunto
Camina hacia mí y me levanta en sus brazos.
—La razón por la que me asustas es porque no lo eres —susurra en mi oreja.
Miro dentro de sus ojos, sintiéndome indefensa. Este hombre fácilmente podría romper mi
corazón. Él se lo robó con una sonrisa, y no creo quererlo de vuelta.
—¿Quieres que lo sea? —le pregunto, tomando un respiro limpiador. Levanta mi barbilla
para que lo vea.
—Nunca. —Me sonríe con esa sonrisa juvenil.
Él aún me provoca mariposas, y su toque me ha dado escalofríos desde que nos
conocimos por primera vez
—Aún no me siento completamente cómoda a tu alrededor —digo honestamente.
—Eso es bueno, cuando te sientes cómodo, ahí es cuando te aburres.
—¿Me dices lo que no te aburre? —le pregunto sarcásticamente.
—Puedo pensar en algunas cosas —dice con una sonrisa pícara.
Mi teléfono vuelve a sonar. Es el tono especialmente asignado para Ángela. Ella no me
llamaría dos veces seguidas a menos que sea algo importante. Me deslizo de sus brazos para
tomar mi celular y contestarlo.
—Hola, Ángela. ¿Qué pasa? —Río tontamente, ignorando las manos de Cal deambulando
hacia abajo.
—Lauren... Hillary está aquí. Yo… yo no sé qué hacer… no quiere que llame a la policía.
—Su voz es temblorosa y aguda.
—¿La policía? Espera un segundo, Angie, ¿qué sucedió? —Cal deja lo que está haciendo y
me mira preocupado.
—Se peleó con su novio, realmente está mal, Lauren. No sé qué hacer —explica.
123
llorar.
¡Oh Dios, no puedo creer esto!
—¿Está vez? —pregunto frenéticamente
—Ella no quería que te lo dijera, sabía que querrías ir a la policía. Lo lamento, no creí que
llegaría tan lejos.
Puedo sentir como tiemblo.
—Voy en seguida —le digo rápidamente, colgando el teléfono. Puedo sentir las lágrimas
llenar mis ojos.
—¿Qué ocurre? —Cal parece preocupado.
—El novio de Hillary le dio una paliza —le digo rápidamente
—Lauren, cálmate. Iré contigo —dice firmemente.
—No, necesito hacer esto sola.
¡Demonios! Si no hubiera estado viviendo en la isla de la fantasía, habría sabido qué tan
mal estaba la situación. Podría haberla ayudado. No estuve haciendo mucho fuera de lo que
concierne a Cal. Sabía que este tipo era malo y lo ignoré porque Hillary hablaba tanto de él.
Pero si hubiera estado en casa, lo habría visto, lo hubiera sabido.
Cal sostiene mi hombro para estabilizarme.
—Lauren, esto no es tu culpa —dice, leyendo mi mente—. Voy contigo. Estás demasiado
alterada para conducir —dice con autoridad, mientras abrocho mi chaleco, meneando la cabeza
desafiante.
Este es un momento personal para ella, estoy segura de que Hillary no quiere que lo lleve
conmigo.
—Déjame ayudarte —ruega, tomando mi muñeca cuando intento irme. No puedo alejarlo
si quiero que me deje entrar.
—Bien.
***
—Oh Dios mío —digo, sintiendo mis ojos comenzar a llenarse de lágrimas.
—Es realmente malo, es lo peor que le ha hecho. Su rostro está... —Rompe a llorar, y la
Página
sostengo en mis brazos, llorando con ella—. Llamé a sus padres, vienen en camino —
murmura—. Es mi culpa. Debí haber hecho algo. Ella seguía diciéndome que no dijese nada a
nadie y que solo era cuando estaba ebrio. —Llora en mi hombro.
—No es tu culpa. —Intento convencerla.
Sólo hizo lo que Hillary le dijo, pero desearía que al menos me hubiese dicho a mí. Sin
embargo, la palabra de Ángela es ley, ella es una de las personas más confiables que conozco.
—¿Cómo pude no darme cuenta que esto estaba pasando? —murmuro para mí misma.
—Iré a traerles algo de tomar a las dos —dice Cal, dándonos la privacidad que
necesitamos.
—Cuando me llamó, sonaba tan normal. Pero cuando llegué al departamento de ustedes y
la vi, entre en pánico. Nunca vi a alguien luciendo así en la vida real, cara a cara. Cuando veas
lo que este idiota le hizo —gruñe furiosamente.
—¿Llamaste a la policía?
—No, ella me dijo que no, pero los doctores han intentado hacerme preguntas. —La miro
como si hubiera perdido la cabeza. Aún no he visto a Hillary, pero basado en lo que me
describe, no puedo creer que no llamaran a la policía—. ¡Lo sé, lo sé! Me lo rogó. Cuando los
doctores me preguntaron qué sucedió, no quería que les dijera —explica rápidamente.
—No quiere que se salga con la suya, ¿o sí? —No puedo creer lo que estoy escuchando.
—Sinceramente no lo sé. Es como si le hubiera lavado el cerebro. Estoy rogando para que
esto la despierte. Pero dijo que no quería que llamara a la policía o que les dijera a los doctores
lo que le hizo —explica Ángela, aún visiblemente alterada.
—Disculpen. —Una pequeña mujer rubia se nos acerca.
—Lauren, ella es la doctora Carson —dice Ángela.
Alargo la mano y ella la toma.
—¿Cómo está? —pregunto ansiosa.
—Tiene una costilla rota, inflamación facial, varios raspones y moretones. He visto
mucho peores, gracias a Dios no hay sangrado interno —explica la doctora.
No puedo creer que esto esté sucediendo.
—Estará bien. Sin embargo, el detective le gustaría hacerle algunas preguntas —dice
indicando a Ángela.
Ella me mira escépticamente, y asiento para que vaya.
—¿Te gustaría verla? —me pregunta la doctora. Rápidamente asiento y me lleva a su área.
La doctora Carsons abre las cortinas y mi corazón se detiene tan pronto como la veo. Su rostro
está tan hinchado y manchado, si no fuera por su largo cabello rubio y las puntas rosa, no la
reconocería.
—Hola —dice Hillary, su tono es sorpresivamente alegre.
—Oh Dios mío. —No puedo evitar murmurar quedamente.
125
—Aun así. —No puedo evitar regañarme por no tener la menor pista de que esto estaba
ocurriendo.
Página
—No, aprendí mi lección. Al principio pensé que era solo por el alcohol, pero creo que a
él le gusta golpear a las chicas hasta la mierda. ¡Oh! La casa… está… la destruyó. Las mesas
Página
están rotas, y las lámparas. Te pagaré por las cosas que compraste.
—No te preocupes por eso. Solo estoy feliz de que estés bien. —Aprieto su mano mientras
la doctora Carsons entra con el policía al que había señalado antes.
—Señorita Green, el detective Long tiene unas preguntas para usted —explica la
doctora—. Tendré que pedirte que nos dejes —me dice.
—Claro, Hill estaré afuera —le digo con una débil sonrisa.
—No. Ve a casa, no te dejarán verme hasta mañana. Desafortunadamente mis padres
estarán aquí pronto. —Ella me ondea con la mano ligeramente antes de que la doctora Carsons
cierre la puerta. Tan pronto como salgo, las lágrimas que he estado conteniendo desde que la vi,
fluyen. Cal y Ángela rápidamente se acercan.
—N… no puedo creer que le haya hecho eso —murmuro en su hombro—. ¿Qué dijo el
detective? —le pregunto a Ángela, mientras limpio mi rostro.
—Me preguntó qué sucedió, y le dije lo que sabía. Pero eso no importa porque no estuve
ahí y si ella no presenta cargos… —dice, pasando la mano por su rostro.
—Aún si ella presenta cargos, lo que le pasara será demasiado bueno para él —dice Cal
severamente.
—Sus padres lo sacaran de la cárcel. Ellos son de las viejas familias adineradas del Sur.
Conseguirá algún abogado costoso y nada importara —nos dice Ángela.
Me siento aún más horrible por no saber más sobre este tipo, aparte de cómo luce y su
nombre.
—Regresemos a tu departamento y recojamos algo de ropa para ella —dice Ángela
suavemente
—Yo las llevo —dice Cal colocando sus brazos alrededor de nosotras.
Ángela sonríe apreciativamente y le da palmadas en la mano mientras salimos del
hospital.
***
—No, pero sé que siempre está en el Golden Rod. He estado ahí unas cuantas veces con él
y Hillary. Sus padres son los dueños. Apuesto mi vida que se encuentra ahí ahora. Ahí es donde
Hillary lo conoció —dice Ángela.
Página
—Muévete perr... —Pero antes de que al menos logre terminar su oración Cal lo toma por
el cuello y lo sostiene contra la pared. El sonido de todo su peso golpeando la pared hace que
Página
Ángela y yo jadeemos. Frenéticamente, Aaron intenta soltarse del agarre que Cal tiene sobre su
cuello, pero es inmovible.
La voz de Cal parece venir de lo profundo de su garganta, y es calmada, siniestramente
calmada.
—Tú, pobre pedazo de mierda. Te gusta golpear chicas, ¿eh? ¿Te hace sentir bien arrojar
por todas partes a alguien la mitad de tu tamaño?
Miro a Ángela, quien parece estar tan impactada como yo.
—Debería tirarte por esa puta ventana —gruñe Cal.
Él da un paso atrás y libera el agarre que tiene sobre el cuello de Aaron, pero antes de que
Aaron pueda recobrar su balance, Cal lo golpea en el rostro. Aaron se tambalea al suelo e
intenta rápidamente recobrar su equilibrio, pero antes de que pueda levantarse, otro puñetazo
conecta con su espalda, y cae al suelo.
La siniestra calma se ha disipado y Cal luce a punto de explotar.
—¡Debería matarte! —grita, las venas en su cuello son visibles.
Su pie conecta con el pecho de Aaron. Aaron cae al suelo, intentando recobrar el aliento y
arrastrarse lejos al mismo tiempo. Cal se sube encima de él y aprieta nuevamente su cuello con
las manos, presionando una rodilla sobre su pecho.
Él mueve su barbilla hacia mí, señalándome.
—¡Discúlpate por llamarla perra! —grita Cal, aplicando más peso encima de él.
Aaron se esfuerza por mirarme.
—Perdón —chilla.
—¿La hubieras golpeado si yo no estuviera aquí? ¿Te hace sentir bien el golpear a las
mujeres? Bueno, ¿cómo se siente esto? —Cal pregunta venenosamente—. Si alguna vez te les
vuelves a acercar te romperé el cuello como a una ramita. Si ella te llama, más te vale que
cuelgues. Si la ves en la calle, te vas corriendo en dirección contraria. ¿Me entiendes?
Aaron se está poniendo azul.
¡Va a matarlo! Comienzo a darme cuenta de que Cal ha perdido el control. Corro hacia
ellos e intento tirar a Cal fuera de él.
—Cal, se está poniendo azul —grita Ángela.
—Cal, detente —le ruego.
—¿Me entiendes? —grita Cal.
—¡Cal vas a matarlo, suéltalo! —le digo, desesperadamente intentando quitárselo de
encima, sin éxito.
Cal me mira, y veo fuego en sus ojos.
—No lo vale, suéltalo, por favor —suplico, con lágrimas en mis ojos.
—No lo vale, nena. —Cal esta cegado por la furia. Tengo que despertarlo. Si mata al
bastardo aquí, y va a la cárcel por el resto de su vida, nunca me lo perdonaré.
130
—No, Cal, no lo vale. —Ángela interviene, y él asiente, quita su rodilla del pecho de
Aaron, y le suelta el cuello. Aaron inmediatamente se levanta, inhalando tanto aire como
Página
puede. Cal lo mira como si fuera una rata sucia, completamente disgustado, y lo patea.
Miro a Aaron y pienso cuánto lastimó a mi amiga. Lo que Cal ha hecho aún no parece ser
suficiente por todo lo que la lastimó en más de una ocasión, pero no puedo dejar que le dé su
merecido. Todos observamos como Aaron comienza a levantarse. Cal se acerca a él una última
vez y Aaron se congela, sus ojos están llenos de miedo.
—Si alguna vez me entero de que has vuelto a golpear a una mujer nuevamente, si
siquiera pienso que has vuelto a golpear a otra mujer, estás muerto. —Cal le advierte—. ¿Me
entiendes? —grita. Aaron asiente frenéticamente. Cal lo golpea en el estómago y él se dobla—.
Abre la puerta —dice mirándome.
Hago lo que me dice. Lo siguiente que veo es a Cal arrastrando a Aaron al pasillo y
tirándolo por las escaleras. Vemos a Aaron rodar por las escaleras. Luego de unos segundos,
logra, literalmente, arrastrarse afuera. Miro a Cal. No puedo creer lo que acabo de ver. Él nos
mira a ambas, pero no dice nada. No sé qué decir, y Ángela luce completamente impactada.
—Ve por sus cosas, estaré en el auto —dice simplemente, recobrando el aliento. Y después
ya no está. Miro a Ángela, cuya boca está completamente abierta.
—No creo que vaya a molestar a Hillary en un rato —dice suavemente.
Todo lo que puedo hacer es asentir.
131
Página
—L
auren, tu tía está al teléfono —dice Ángela, sosteniendo el teléfono para
mí.
Hago un gesto para decirle que no quiero contestar. Me da una
sonrisa de disculpa.
—Umm, no está señora Scott… digo Brooks —titubea. Después de un momento se pone a
reír—. Dice que sabe que estás, y que realmente necesita hablar contigo.
Ruedo mis ojos y tomo el teléfono.
—Hola, Raven —digo, tratando de evitar sonar fría.
—Hola cariño, ¿cómo estás? —dice, ansiosa.
Arqueo mi ceja, sé que se muere por decirme algo.
—Estoy bien. ¿Qué sucede? —le pregunto, sintiéndome casi ansiosa también.
—¡Cal esta aquí! —revela alegremente.
Siento un nudo en mi estómago y cierro los ojos, una sonrisa se extiende en mi rostro. Ya
era hora, han pasado tres días enteros desde que hablé con él.
—Lauren, ¿estás ahí, cariño?
—Sí. Sigo aquí —le digo, recordando que estoy al teléfono.
—Dice que es realmente importante que hable contigo —dice ella urgentemente.
Él piensa que cuando necesita algo o quiere algo, es importante. Pero cuando alguien
más…
—¿Le dijiste dónde estoy?
—No cariño, ni yo sé dónde estás exactamente.
—¿Le dijiste con quién me estoy quedando?
—Cariño, ¿podrías por favor hablar con él? Sigues siendo su esposa, aun si en este
momento estás molesta con él —me ruega.
Ruedo los ojos. Volvemos a la Raven que conozco.
132
—Patética no, solo estás enamorada. —Ríe, apoyando su cabeza junto a la mía.
—Creo que estar enamorada te hace realmente estúpida.
—No hay duda de ello. —Ríe—. ¿No crees que sea una táctica para que vuelvas a casa, y
convencerte de quedarte? Porque eso es lo que pienso. —Ríe.
—Si es así, me iré —digo puntualmente.
—Aww vamos. Una vez que lo veas ya todo terminó. Él comenzará a susurrarte al oído lo
mucho que lo siente. Tocándote en todos los lugares correctos, haciéndote olvidar por qué
estabas enojada en primer lugar... —Se vuelve a verme.
¿Dios, cuantas veces ha pasado exactamente eso?
—¿Has estado siguiéndome? —bromeo, pero me doy cuenta cuán perfectamente ha
descrito el final de cada pelea y discusión que hemos tenido.
—Bien, vamos a llevarte devuelta con tu marido. —Ríe ella, tomando las llaves de la
mesa—. Si no te vas a quedar, no tienes por qué llevarte nada contigo. —Me saca la lengua
Río.
—Tienes razón. —Encojo los hombros y tomo mi bolsa, siguiéndola a la puerta.
***
Me pregunto por qué las personas toman la oportunidad de enamorarse. Si pudiera volver
en el tiempo, ¿cambiaría las cosas que he hecho? Mi mente me dice que lo haría, pero las
decisiones que tomé con respecto a Cal nunca fueron usando la lógica.
Alguien me dijo una vez que cuando estás enamorado, tu corazón se hace cargo y tu
cerebro se apaga. Nunca lo entendí cuando era más joven, pero ahora sí. Cuando estás
enamorado, ves más allá de los errores de las personas, los cuales se ven magnificados después.
Miro mi anillo de bodas, incluso cuando me lo quito, lo siento ahí.
Abro la puerta del ático. Todo luce igual, como si nunca me hubiese ido.
—Cal —digo en voz alta, poniendo mi bolsa en la mesa del recibidor.
No creí que estuviera aquí, y tenía toda la razón.
Doy la vuelta y cierro la puerta detrás de mí. Me dirijo hacia la segunda planta, a nuestra
habitación y puedo decir que la limpiaron desde que me fui. Me siento en mi cama y miro
alrededor, dándome cuenta que realmente extrañé estar aquí, en la comodidad de mi casa.
¿Quién lo diría? Bostezo y me acuesto, mi cuerpo saboreando la suavidad del edredón debajo de
él. Esto es increíble, después de haber dormido en el sofá de Ángela.
***
Abro los ojos y lo primero que noto es que el sol se ocultó mientras dormía.
Miro el reloj en la mesa y veo que son las 8:14. Llegué alrededor de las seis.
Escucho pasos que vienen desde el corredor, doy un salto, solo para marearme por el
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las palabras. ¿Me está dando dinero? Los pensamientos giran tan rápido en mi cabeza que no sé
lo que quiero decir—. ¿Por qué suena como si me estuvieras diciendo que me estás dejando? —
Página
estás en problemas; solo dime algo —le pido, rogando por algún tipo de explicación.
—No hay nada que pueda decirte —dice fríamente, sus ojos no me miran.
Página
Lo miro, a la persona que he amado todos estos años, al hombre que he amado tanto que
mi cuerpo duele. ¿Cuántas noches me acosté llorando por extrañarlo? ¿Cuántas veces pensé en
irme, pero me quedaba?
Si es tan fácil para él, no se merece ni una pizca de lo que estoy sintiendo. No merece
saber lo mucho que lo amo. Ni siquiera sé cómo responder ante esto. ¿Cómo respondes cuando
tu marido te dice que te deja, y no te dice el por qué?
—¿Qué se supone que haga? —le pregunto, queriendo algún tipo de contestación, algún
tipo de respuesta.
—Helen y Dex se harán cargo de lo que necesites…
—¿Helen y Dexter? —pregunto incrédula—. ¿Ellos saben acerca de esto? —grito. Él mira
hacia otro lado por centésima vez en el día de hoy—. ¿Por cuánto tiempo has sabido que vas a
dejarme? ¿Te aburriste de mí, o solo es algo del momento?
—No es nada de eso —dice, caminando hacia mí.
Retrocedo rápidamente.
—¿Entonces qué? Dime de qué se trata. Dime algo. Dime el por qué —digo, mientras
crece el ardor en mi garganta—. ¡No puedo creer que me estés hacienda esto! —grito tan fuerte
como puedo.
Mi garganta se siente como si estuviera ardiendo. Mi visión es tan borrosa que ni siquiera
puedo verlo claramente. Camino hasta la cama y descanso la cabeza entre las manos. Estoy
completamente drenada. Cada una de las emociones dentro de mí se están desbordando, y todo
lo que puedo hacer es llorar.
Él camina hacia mí, alargando su mano. Me levanto para alejarme, pero me empuja hacia
él.
—¿Por qué? ¿Por qué me estas hacienda esto? —gimo, sintiéndome demasiado drenada
para empujarlo, y no quiero hacerlo. Lo que quiero es abrazarlo y nunca soltarlo. Puedo sentir
como me rompo completamente.
—Lo lamento —dice, acariciando mi cabello.
Pero en lugar de sentirme querida, me siento como un cachorro indefenso al que van a
poner a dormir en la perrera.
—No, no lo haces —le digo aturdida. No estoy tranquila en este momento. Solo puedo
ver más allá de esto. Y no veo nada.
—Sí, lo hago —dice suavemente en mi oído.
No detecto una pisca de sarcasmo o de entretenimiento en su voz, lo cual hace que
comience a llorar aún más.
Envuelvo fuertemente mis brazos a su alrededor y lo miro a los ojos.
—No me obligues a pedirte que te quedes.
Comienzo llorar aún más fuerte. Ni siquiera puedo controlar lo que estoy diciendo, lo que
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—¡No lo hagas! No hagas ver esto como si estuviera fuera de tu control. ¡Si quisieras
quedarte, lo harías!
Se requiere de toda mi fuerza, pero me salgo de entre sus brazos. Mi visión esta tan
borrosa que lo único que veo es una vaga imagen. Siento sus manos tocar ambos lados de mi
cintura, y sus labios se encuentran con los míos. Ni siquiera respondo. No puedo. Quiero
corresponderle el beso, envolver mis brazos a su alrededor, pero estoy demasiado paralizada
para reaccionar, demasiado indefensa para alejarme. Ni siquiera puedo registrar esto, no creeré
que esta sea la última vez que me besará, que esta será la última vez que me tocará. Cierro los
ojos, pretendiendo que todo esto es un mal sueño y que despertaré en cualquier segundo. Pero
cuando sus labios dejan los míos, sé que no despertaré. Esta no es una pesadilla, estoy viviendo
esto.
Entonces siento sus labios moverse a mi mejilla.
—Sobrevivirás a esto —dice antes de retirarse—. Tendrás que hacerlo.
Limpio mis ojos y rápidamente lo miro, antes de que vuelvan a empañarse.
—Si te irás, vete —digo, intentando aferrarme al último pedazo de dignidad que me
queda, la última cosa que me detiene de suplicarle que no me deje. Me levanto enojada y lo
enfrento—. Vete. —Lo empujo—. ¡Te odio! ¡Te odio, maldito bastardo! —Comienzo a golpear
su pecho furiosamente, en un histérico, y sollozante caos, y está ahí de pie, soportándolo, sin
tratar de detenerme. Él también luce drenado, y lo odio por eso.
Odio esto, aun en este momento, espero que esté bien. Odio el hecho de que su expresión
sea suave, y que parezca vulnerable. Todo es un truco, está intentando expresar que realmente
no quiere irse.
¿Cómo puede hacerme esto y hacer que me sienta mal por él? ¿Por qué, en este instante, estoy
preocupada por él?
—Solo vete —gimoteo.
Me siento en el piso, no queriendo sentir nada, ni siquiera la comodidad de la cama que
una vez compartimos. Probablemente es inaudible para él, pero no importa, porque no le
importa. No puedo creer que le importe, no hoy. Tengo que creer que no es así. No liberaré mi
ira. Es todo a lo que puedo aferrarme. La alternativa es peor, pero la siento ganar. Está a punto
de tomar el mando y silenciosamente rezo para que se vaya antes de que eso pase, ya que estoy
al borde de que suceda. Está creciendo desde el fondo de mi estómago: desesperación. Aprieto
los puños juntos, y entierro la cabeza bajo mi brazo. Sus pasos se aproximan. Su presencia está
cerca de mí y un momento después sus pasos se escuchan más distantes, cada vez más y más
lejos con cada segundo que pasa. Y entonces la puerta se cierra, y siento como si me corazón se
hubiese detenido. Levanto la cabeza y veo que se ha ido. Mi imitación de oración fue
concedida, y esa desesperación que estaba creciendo en mi estómago se está transformando en
algo más, algo mucho más aterrador: completa y absoluta tristeza.
Cierro los ojos y mi nueva oración es para dormir, quiero salir de este momento, fuera de
esta vida en la que he caído, en la que ahora me encuentro atrapada, sola. Mi única salida
temporal es dormir. Cierro los ojos, apretándolos fuertemente, y deseo más que nada que me dé
sueño y que sea rápido. Pero no lo hace, ni en los minutos siguientes, ni en la hora que sigue.
Me siento catatónica, mirando fijamente el reloj sobre mi cama. Cuando escucho abrirse
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la puerta nuevamente, la velocidad de mi corazón se dispara, pero cierro los ojos, casi con
miedo de verlo, preguntándome si dejo algo, si olvidó sus llaves, o algo lo suficientemente
Página
importante para llevárselo con él. Mantengo los ojos cerrados y disminuyo mi respiración
cuando lo escucho moverse a mi alrededor. Espero que consiga lo que necesita rápidamente y
me deje sola con mi desesperación.
Sus pisadas se acercan nuevamente. Contengo la respiración, como si al hacerlo por
suficiente tiempo, él desaparecerá. Pero cuando sus manos se mueven debajo de mí y me
levanta en sus brazos, pierdo todo mi aliento. Tengo miedo de respirar y solo lo hago cuando
me coloca sobre la cama. Levanta mis piernas, quitándome los zapatos, y no sé qué hacer.
¿Digo algo? ¿Le doy una patada? Un instante después, finas sábanas me cubren. Después sus
labios descansan gentilmente sobre mi frente y me siento congelada, sabiendo que piensa que
estoy dormida. Sus pasos se vuelven distantes de nuevo, la luz se apaga, la puerta se abre, y esa
claridad de antes regresa con toda su fuerza, y me levanto de mi estado zombi.
—¡¿Puedes quedarte?! —digo e inmediatamente lo lamento.
Se detiene, con su espalda hacia mí, hay silencio y recuerdo que se supone estoy dormida.
Pero aquí estoy, castigándolo por su último acto decente hacia mí.
—Solo… hasta que me duerma. —Logro decir con la voz rota, mi viejo yo está feliz de
que las palabras hayan sido dichas, la hastiada y vengativa mujer que me he vuelto los últimos
meses se contrae ante el sonido de ellas.
No contesta, pero camina de regreso hasta la cama. Lentamente libero las sábanas
atrapadas entre mis dedos. Se sienta a la orilla de la cama, sin mirarme, descansando sus codos
sobre sus muslos, con las manos entrelazadas. Siento empezar la ardiente sensación en mi
pecho, seguida del escozor que sube por mi garganta. En los próximos minutos, no voy a ser
capaz de dejar de llorar.
Inmediatamente lamento pedirle que se quede. Me digo a mí misma que debe estar aquí
por lástima, o algún errado sentido del deber, concediéndole a su esposa un último deseo. Una
esposa que ni siquiera sabe a dónde demonios va, y qué es lo que está causando que se siente
tan lejos de mí en nuestra cama, ¿le repugno?
Cambié de parecer. Quiero que se vaya, pero no puedo decirle sin liberar lo que será un
incontrolable y espantoso gemido. Así que rápidamente me fuerzo a volver a la cama, poner las
sábanas sobre mi rostro, e intentar gimotear tan suavemente como pueda.
Su peso desaparece y sé que se ha levantado. Sabía que esto sería demasiado para él. ¿Por
qué tendría que sentarse ahí y lidiar con esto? De todas maneras ya se va, y que esté aquí no va
a convertir en algo mejor la resolución de esto. No debió volver a entrar. Debió dejarme en mi
miseria, yaciendo en el piso, sola. Después de todo, es lo que al final hará.
Cuando levanta las sábanas encima de mí, es como una salpicadura de agua en el rostro.
Cuando se sube a la cama y me empuja hacia él, es un consuelo tan conflictivo que me da dolor
de cabeza. Mi mente me dice que lo aleje por sobre cualquier otro pensamiento. Intento
hacerlo, colocando mis manos sobre su pecho, pero me empuja hacia sí, envolviendo sus fuertes
brazos a mi alrededor, y ya no le doy mucha pelea.
Me sostiene fuertemente, puedo sentir su corazón latiendo rápidamente, pero cuando veo
su expresión, es calmada. Mira más allá de mí, y me pregunto si está aquí conmigo en este
momento. No sé si quiero que lo esté, pero si sé lo que quiero. Me muevo en sus brazos y baja
la mirada hacia mí. Llevo mis labios hasta lo suyos, presionando contra ellos, conteniendo la
139
su cuerpo, era todo mío, y me está rompiendo el alma que esté haciendo esto ahora.
—A… aún tengo que irme.
Su voz es firme pero suave, y hace que me derrita, su agarre sobre mi muñeca es gentil
pero lo suficientemente firme como para no permitirme huir, lo cual era completamente mi
intención. Desearía poder detenerlo tan fácilmente de huir. Repito sus palabras en mi cabeza,
intentando descifrar su significado, y en mi nublado y emocional estado, me doy cuenta que me
está dando una opción. Por una vez, no está intentando usar el sexo como un vendaje, o una
forma de controlar o manipular. Pero tengo que decir que su elección del momento apesta.
Respiro profundamente y le ordeno a mi voz que sea estable.
—Quiero dormir. —Mi voz es áspera y algo severa.
Aclaro mi garganta y limpio cualquier vulnerabilidad y sinceridad. Quiero que sepa que el
hecho de que me dé su cuerpo no va a ser un puñal que me atraviese, que esto no se trata de
mantenerlo aquí, sino que yo necesito esto, ahora. Su culpa al respecto no es una de mis
prioridades ahora.
—Ponme a dormir —digo severamente, ordenándole a mi voz normal a volver, y sus cejas
se levantas en escepticismo.
Puedo ver que está sorprendido. Antes de que pueda decir algo, ataco sus labios, esta vez
sin vacilación alguna, con una rapidez que creo lo ha tomado con la guardia baja y con una
fuerza de la que estoy impresionada por ser capaz de reunir, considerando el estado en el que
me encuentro.
Me subo encima de él, atrapando su cuerpo entre mis piernas, y envuelvo mis brazos
fuertemente alrededor de su cuello, besándolo con una urgencia que nunca antes sentí. Se aleja
esta vez, al parecer para recobrar el aliento, pero toma mi rostro entre sus manos, revisando mi
expresión, sus ojos se encuentran con los míos, las cosas son al revés ahora y está intentado
comprender qué es lo que quiero. Pero no tengo tiempo para eso, está intentando darme mi
última oportunidad de salirme de esto, quiero de él la única cosa que hace que me olvide de
todo lo demás.
—¿Qué estás esperando? —pregunto, rompiendo la solemnidad de este momento. Antes
de que un segundo haya transcurrido, toma mis labios con los suyos, contrarrestando mis
frenéticos besos y mi furiosa necesidad con una apasionada paciencia para la que mi falsa
bravuconería no está lista, un deseo sin prisa que hace que mi frialdad se derrita.
Sus labios toman los míos como si estuviese intentando absorberme dentro de sí. Su
manos lentamente comienzan a remover mi ropa, pero la calma con la que lo hace me hace
sentir vulnerable, casi inocente. La fachada dura que estoy intentando crear va a romperse, pero
intento mantenerla. Rompo nuestro abrazo, me saco la camisa por la cabeza, y extiendo las
manos para abrir sus pantalones, de alguna manera lo logro, aún con mis rápidos y torpes
movimientos.
—¡Lauren!
Capturo sus labios para silenciarlo, tirándole encima todo mi peso, lo cual hace que
momentáneamente caigamos en la cama. Me doy cuenta que aún tengo puesto los pantalones y
rápidamente me los quito contoneándome. Cuando intento subirme encima de él nuevamente,
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comienza a delinear la única parte de mi cuerpo sobre la que absolutamente no tengo control.
No puedo evitar gritar.
Página
—¿Qué quieres de mí, Cal? ¿Qué? Eres el que se va. ¿Qué quieres que haga? ¿¡Como
quieres que me sienta?! —demando, enojándome con cada segundo que pasa.
Página
—Quería que me dejaras entrar. —Lo dice tan desanimado que hace que se me rompa el
corazón.
¿Por qué está haciendo esto? ¿Por qué está intentando llevarme al lugar que tengo que
abandonar si quiero salir adelante?... Pero, supongo que la realidad es que, no necesita llevarme
a ese lugar. Ya vivo allí. Desde el día en que lo conocí, y es la única persona con la que quiero
estar ahí.
Me trago mi orgullo y salgo de la cama. Está herido y fácilmente puede rechazarme, pero
aun así me muevo hacia él. Cuando llego, baja la mirada para verme, sus manos ahora se
encuentran metidas en sus jeans. Coloco ambas manos sobre su pecho y me fuerzo a mirarlo y
sé que una vez que lo haga, la delgada pared que he intentado crear a mi alrededor este día, se
va a desmoronar. Cuando veo dentro de sus ojos, eso ocurre.
—Ya estás dentro. Siempre lo has estado y siempre lo estarás —digo, incapaz de imaginar
cómo es posible que aún no sepa eso.
En el fondo de mi mente, me pregunto si esto es un truco. ¿Esto es lo que ha querido
escuchar todo este tiempo? ¿Es esta una carta que puede usar, para saber que puede irse y volver
a mi vida cada vez que quiera, pero es imposible que no sepa lo mucho que lo amo, lo mucho
que lo necesito, y lo mucho que me destroza que se marche? Se siente como si me arrancaran el
corazón del pecho.
—Prométeme —dice, y por segunda vez en toda mi vida, escucho su voz sonar inestable y
realmente luce inseguro.
Asiento furiosamente y me paro de puntillas. Lo beso como me besó antes,
apasionadamente, con paciencia controlada, él lo profundiza tanto que es como si estuviese
sacándome el alma del cuerpo y estuviese intentando llevársela con él. Sus manos se deslizan
debajo de mi camisa, y me la quita. Hago lo mismo, tirando de la suya, y rápidamente nuestras
ropas están fuera y me encuentro de nuevo en la cama, esta vez con él completamente dentro de
mí, conectándonos. No sujeta mis brazos sobre mi cabeza, sino que me permite enterrar los
dedos profundamente en su piel mientras me lleva a lugares de éxtasis a los que solo él me ha
llevado. Aspiro su aroma, su aliento, su toque. Intento recordar cada uno de sus besos, cada
uno de sus movimientos son capturados en mi mente. Le permito ir tan profundamente dentro
de mí como quiera, tomando el dolor y el placer como uno. Lo abrazo fuertemente. Digo su
nombre y mi cuerpo se rinde ante él una y otra vez como siempre lo hace, aun sabiendo el
peligro en el que me estoy poniendo.
Le digo lo mucho que lo amo y que lo esperaría si me lo pidiese… pero no lo hace.
Hizo lo que le pedí: mi demanda anterior de que me ponga a dormir. Apenas puedo
mantener los ojos abiertos, pero ahora intento luchar contra el sueño que viene tan pesadamente
sobre mí, el tipo de sueño que deseé antes. Estoy exhausta emocional y físicamente. Miro a Cal
que ya se encuentra dormido y me recuesto lo más cerca de él como puedo. Mis ojos se sienten
pesados pero no los quiero cerrar.
—No te des por vencida conmigo. —Sus palabras son suaves, apenas más fuertes que un
susurro y tan rápido como fueron dichas se han marchado. Me pregunto si lo imaginé.
Cierro los ojos y sé que pronto esta noche será solo un recuerdo dentro de una pesadilla
143
que quiero olvidar. Ahora es solo un sueño. Aun así, le doy mi corazón y dejo que se lo lleve
con él.
Página
Bueno, eso no es completamente cierto. No puedo darle algo que siempre ha tenido.
A
bro los ojos y estiro mi cuerpo, notando que hay más espacio en la cama de lo
usual. Me siento y miro alrededor dándome cuenta de que estoy sola.
—¿Cal? —llamo. Más le vale no haberse ido otra vez.
Odio estar en su casa sola. Especialmente, odio despertarme sola en su cama en lugar de
entre sus brazos. Mirando por la ventana noto que el sol ha sido reemplazado por la oscuridad,
la cual es interrumpida por las luces de la ciudad. Salgo de la cama y enciendo la lámpara para
buscar mi ropa. Un pedazo de papel en la mesita de noche atrapa mi atención. Es una nota de
Cal pidiéndome que vaya a la azotea.
—¿Qué estás planeando ahora? —digo con una sonrisa extendiéndose en mi rostro.
Rápidamente, abro uno de los cajones y saco una camiseta para ponérmela en vez de andar
arrastrando esta estúpida sábana. Un breve vistazo en el espejo me dice que mi cabello necesita
algo de ayuda. No encuentro por ningún lado mi cepillo, así que paso los dedos por él
intentando arreglarlo. Tendrá que servir.
Escucho música sonando mientras subo por las escaleras. Mis cejas se elevan cuando veo
las velas iluminando el camino y pétalos de rosa en los escalones. Cuando finalmente llego a la
cima, mi boca se abre. Toda la azotea esta delineada con velas y el suelo está lleno de pétalos de
rosa.
—Oh Dios mío. —Una sonrisa se desliza por mi rostro—. Cal, no puedo creerlo —regaño
juguetonamente—. ¿Dónde estás? —Me detengo cuando me levanta por atrás—. ¿Cómo hiciste
todo esto? —Río tontamente cuando me baja.
—Bueno, técnicamente, no lo hice… Pero fue mi idea.
—¿Cómo sabías que no me despertaría?
—Bueno, me aseguré de que te cansaras bastante, ¿no es así? —Sonríe sugestivamente,
tirándome contra él. Lo empujo juguetonamente.
—Esto es hermoso, realmente. ¿Es mi regalo de graduación? —conjeturo. Ha estado
dándome pistas sobre una gran sorpresa para mí, y sería muy propio de él dármela un mes antes
para que realmente sea una sorpresa.
—¿Recuerdas la primera noche que baile contigo? —pregunta, acercándome de nuevo a
144
sus brazos
—Sí, recuerdo a qué llevó eso. —Río mientras envuelvo mis brazos alrededor de su cuello,
Página
—Siempre me dices que debo trabajar en eso de pedir las cosas. —Se arrodilla sobre una
pierna. Sus ojos brillan y su expresión es suave. Estoy temblando. Toma mi cintura y me tira
sobre su rodilla doblada—. Quiero que tú… es decir, ¿te casarías conmigo?
Página
Está frente a mí; el anillo está en mi dedo y esto aún no parece real. Nunca hubiera
adivinado que esto sucedería ahora. Ni siquiera puedo decir algo. ¡Abre la boca! Quiero decir que
sí. Quiero saltar en sus brazos y decirle sí un millón de veces, pero algo me detiene. No soy yo,
es él. ¿Está listo? Hay tantas razones por las que esto puede no funcionar.
Me quito de su rodilla, la cual fácilmente puede soportar mi peso, y me pongo de pie.
Hace lo mismo.
—¿Estás seguro? —susurro intentando limpiar las lágrimas que siguen cayendo.
Me acerca a él y, gentilmente, acuna mi rostro entre sus manos.
—No tengo ninguna duda —dice inflexiblemente.
Descanso mi cabeza sobre su pecho. Oh, Dios, ayúdame. Cuando miro sus ojos, todas las
dudas desaparecen, pero no lo hacen en silencio.
Mi mente está diciéndome una cosa, mi corazón otra. No puedo evitar escuchar las
palabras de Helen en mi cabeza. ¿De verdad hemos llegado tan lejos desde entonces? Levanto la
cabeza y lo miro a los ojos. En un segundo, borran mis dudas, pero incrementan muchos de mis
miedos. Sé que puede romper mi corazón en un parpadeo.
—Sí —digo suavemente. No puedo decir que no. ¿Por qué debería? Lo amo. He estado
enamorada por más tiempo del que quiero creer. Si no pudiera tocarlo, hablar con él, sentirlo,
no sé lo que haría. Fácilmente podría pasar el resto de mi vida con él. Aun así... —. Sí —digo
nuevamente, más que nada por mí. Me tiro en sus brazos y le beso suavemente en los labios
antes de que él profundice el beso. Me levanta en sus brazos y el mundo da vueltas a mi
alrededor. La pequeña voz en mi cabeza está callada, mientras que lágrimas de alegría ruedan
por mis mejillas.
Pero todo lo que puedo pensar es: por favor, no me rompas el corazón.
146
Página
D
esearía no estar aquí. Expulsar todas mis preocupaciones, mis conjeturas sobre lo
que estaba haciendo Cal mientras se encontraba fuera, preguntándome con quién
se hallaba, qué estaba haciendo. Los celos, la soledad y el miedo con los que mi
imaginación solía ahogarme como una horca. Ahora el estar aquí sin Cal, es peor. Mucho peor
de lo que pude haber pensado, o imaginado y para lo que me pude haber preparado. No hay
manera en la que podría haberme preparado para esto. Creo que en el fondo sabía que esto iba a
ocurrir, pero esperaba que fuese un temor sin fundamentos. Siempre me decía que era
paranoica, que mis pesadillas eran mis sentimientos inconscientes sobre el hecho que él
estuviera tanto tiempo ausente. Aun así, lo sentía cada vez más fuerte mientras miraba dentro
de sus ojos estas últimas semanas, mientras me abrazaba pero miraba hacia otro lado.
La conexión que forjé con él estaba intentando decírmelo, y no lo entendí. No pude
comprenderlo. O no quise hacerlo. Tal vez todo el tiempo que estuve con él fue una cuenta
atrás hasta perderlo. Ha sido difícil vivir con Cal, amándolo por todo lo que es y por todo lo que
no me permitiría saber de él, pero sé que va a ser más duro vivir sin él.
El día después al que me dejó, fue uno de los más largos y difíciles de toda mi vida.
Parecía que nunca iba a terminar. Las horas pasaron como días y no había nada que pudiera
hacer para que transcurrieran más rápido. Cuando desperté, sabía que él no estaría aquí, pero,
aun así, cuando abrí los ojos tenía la esperanza de que se encontrara acostado a mi lado.
No lo estaba, se había ido.
No se llevó nada. La casa luce como si no se hubiese ido.
Por tuve que dejar la casa también. Cada vez que el teléfono sonaba, mi corazón
comenzaba a latir más rápido. Pensaba que sería él, pero después escucharía un mensaje de
Dexter, Helen o Raven, cualquiera menos él. Todo lo que miraba, desataba un recuerdo en él
que no quería pensar. El intentar no pensar en él sólo me llevó a hacerlo aún más.
Después de una semana de casi volverme loca, regresé con Ángela. Me dio la bienvenida
con los brazos abiertos nuevamente, sin hacer ninguna pregunta, aun cuando estoy segura de
que quería hacerlo. Hice mi mejor esfuerzo para esconder mis sentimientos; tuve que
esforzarme para hacer que pareciera que me encontraba bien, especialmente cuando había
pasado toda una semana llorando sin parar, incapaz de controlarlo. El único momento en que
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no me encontraba llorando era cuando dormía, para después despertar y comenzar a llorar
nuevamente
Página
—Lauren. —Levanto la cabeza para ver a Ángela de pie frente a mí, con una ligera
expresión de preocupación. Ha sido muy dulce conmigo y apenas le he dicho tres oraciones
aparte de “estoy bien”, “no te preocupes” y “buenas noches”.
—Sí —digo rápidamente esbozando una sonrisa falsa, la cual, estoy segura, no es
convincente.
—¿Podemos hablar? —pregunta, mordiéndose el labio. Sabía que esta conversación
llegaría eventualmente, incluso la persona más paciente en el mundo me preguntaría sobre lo
que estoy haciendo aquí tarde o temprano.
—Claro —asiento, incorporándome de la usual postura fetal que he adoptado este par de
semanas.
—Bueno. —Sonríe y desaparece por un instante, mientras me levanto para doblar las
sábanas. Cuando termino, regresa con un galón de helado y dos cucharas.
Sonrío, deseando que esto fuese tan divertido como el helado indica. Se sienta en el sofá y
palmea el asiento a su lado. Me acomodo junto a ella y tomo la cuchara que me está ofreciendo.
Rápidamente, meto una cucharada de helado en mi boca para evitar hablar primero.
—Así que sabes que no soy entrometida o intento husmear, ¿cierto? —pregunta
suavemente. Asiento, sabiendo lo que viene—. Pero desde que regresaste has sido como un
zombi. No dices mucho, lo cual está bien. Puedo entender que no te sientas con ganas de hablar
respecto a cómo te encuentras. Pero cada vez que estoy en casa todo lo que haces es dormir. No
es simplemente una siesta, Lauren, estás dormida cuando me voy y cuando regreso. —Se
detiene, dándome una oportunidad para responder. No sé qué decirle. Tiene razón—. No tienes
que hablar conmigo, pero estoy aquí para escucharte —dice.
Respiro profundamente.
—No pasa nada —murmuro, tomando otra cucharada de helado. La miro de reojo.
—Te oí llorar anoche —revela suavemente—. Te he oído llorar las últimas tres noches, y
estoy preocupara por ti.
Abro la boca para decirle nuevamente que no tiene de qué preocuparse, que estoy bien,
pero, repentinamente, mi estómago comienza a revolverse. Corro tan rápido como puedo.
Afortunadamente, el contenido de mi estómago no se derrama hasta que estoy sobre el inodoro.
Cuando levanto la cabeza, Ángela está en la puerta mirándome en silencio con los brazos
cruzados. Miro hacia otro lado, lejos de la mirada escéptica en su rostro, y cojo mi cepillo de
dientes.
—¿Puedes adivinar lo que estoy a punto de preguntar? —dice, pasándome la pasta de
dientes junto a ella.
—No es lo que piensas. —Meto el cepillo lleno de pasta en mi boca, tomándome tanto
tiempo como es posible para cepillarme, para no tener que enfrentarla.
—¿Y estás segura de eso? —pregunta, sentándose en la orilla de la bañera. Me doy cuenta
de que no va dejar el tema. Sonrío quedamente y me enjuago la boca.
—Conozco mi cuerpo —digo simplemente, y me voy del baño. No hay forma en la que
esté…
Me sigue a la sala.
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ahora mismo. No puedo estar embarazada. —Cruzo los brazos alrededor de mi estómago.
—Bueno, no saltemos a conclusiones; puede que no lo estés. Después de todo, el estrés
Página
puede hacer que tu periodo se detenga y has estado durmiendo porque estás emocionalmente
drenada. —Intenta consolarme, pero la expresión de su rostro no es convincente—. Lo
importante es que lo sepas y, después, podrás pensar en qué vas a hacer, ¿de acuerdo? —dice,
levanto mi cabeza. Le sonrío débilmente. Va al refrigerador y me da un té helado
—Así que, corro a la tienda y consigo una prueba. Quédate aquí y tranquilízate. No te
duermas, mira la tele, escucha música, pero te patearé el trasero si estás dormida cuando regrese
—bromea. Sonrío.
No estoy embarazada. No lo estoy.
***
—Dice que hay que esperar cinco minutos. Saldrá un signo de más si es positivo, y uno de
menos si es negativo. —Sonríe, intentando esconder su nerviosismo.
—Lo sé, me lo has dicho dos veces —digo nerviosamente.
—Lo lamento. —Se muerde el labio ansiosamente
—Dios, ¿por qué tarda tanto? Parece como si hubieran pasado veinte minutos. ¿Cuánto
falta? —pregunto, caminando de un lado a otro de la cocina
—Tres. Sólo dos minutos más —dice después de mirar su reloj—. Tal vez deberíamos salir
a caminar, el quedarnos sentadas esperando te va a volver loca —sugiere.
—No. Necesito saber que no lo estoy tan pronto como sea posible —digo, jugando con
mis dedos.
No hay forma de que esté embarazada, no ahora. ¡No ahora!
—Bien, ya pasaron los cinco minutos. —Siento un agujero en mi estómago. De repente,
desearía no haberme hecho esta prueba. Quiero salir corriendo de la casa y no mirar atrás. Si no
lo sé, no lo estoy, es mejor que conocer la otra posibilidad. No puedo lidiar con esto ahora.
—Lauren, ¿te encuentras bien? Te estás poniendo pálida —dice Ángela con una expresión
de preocupación en su rostro.
—Estoy bien —digo, intentando convencerme a mí misma
—¿Vas a ir a buscarlo? —pregunta. Miro hacia la puerta del baño y mi corazón empieza a
latir más rápido
—No puedo. Hazlo tú —digo, sentándome.
—¿Estás segura? —pregunta de nuevo.
Asiento.
—Bien. —Cierro los ojos y escucho sus pasos alejándose.
Cuando los oigo regresar, cierro con más fuerza los ojos. Me toca en el hombro. Levanto
la mirada, intentando leer su expresión.
—Buenas noticias —dice, con una suave sonrisa.
Suspiro de alivio.
150
—Gracias, a Dios —digo, es como quitarme nueve kilos de encima—. Esto es demasiado
para mi mente. No sabes lo asustada que estaba. Si estuviese embarazada… ni siquiera puedo
Página
pensar sobre lo que haría. Ni siquiera sé lo que voy a hacer ahora. Tener un bebé lo hubiera
complicado todo aún más —digo, abrazándola. Súbitamente, noto que no me está
correspondiendo el abrazo. Me inclino hacia atrás y veo su rostro en blanco.
—Tal vez debí haber dicho malas noticias —dice cubriendo su frente—. ¡Soy una idiota,
lo siento!
—¿Qué? —pregunto, confundida. Me entrega la prueba. Mi estómago cae cuando veo el
signo rosado de más—. No. ¡NO! —Tiro la prueba al suelo—. ¡No puedo tener un bebé ahora!
¡Esto no puede estar pasando! —digo, frenéticamente, con mis lágrimas regresando.
—Lauren, cálmate —ruega.
—¿Qué me calme? ¡No puedo estar embarazada! No sé ni dónde está mi marido. ¡Esto no
puede suceder! Tiene que haber un error —grito—. No puedo ser madre ahora. Está
equivocado, ¿cierto? La mayoría de las veces se equivocan. —Intento convencerme. Ángela
toma mis manos.
—Sí, puede estar equivocado. Estas cosas no son cien por ciento seguras, pero debes
prepararte para la posibilidad de que no sea así —insiste, lo que me hace llorar con más fuerza.
—No puedo criar a un bebé sola. No estoy preparada. —Niego con la cabeza
categóricamente.
—Lauren, escúchame, ¿de acuerdo? Puedes hacer esto. No necesitas a Cal. Si regresa,
estaré muy feliz por ti, pero si no lo hace, que se joda. Eres una mujer fuerte, maravillosa,
amable y hermosa. Si no sabe eso, no te merece. Ciertamente, no te merece por hacerte sentir de
esta manera, y no merece el maravilloso y hermoso bebé que tendrás. No vas a hacer esto sola.
Me tendrás a mí, a Hillary y a Raven. Todas estaremos ahí para ti.
La miro, parece sincera, pero no lo entiende. Me pongo de pie, me dirijo al lavabo y me
echo agua en el rostro. Estoicamente, salgo del baño y cojo mi cartera, dirigiéndome a la puerta.
—¿A dónde vas? —pregunta preocupada
—Necesito algo de aire. Voy a dar un paseo —digo mientras abro la puerta
Comienza a ponerse de pie.
—Iré contigo.
—No, necesito tiempo a solas.
—Lauren...
—Estaré bien. Estoy bien —digo con una risa seca mientras cierro la puerta detrás de mí.
151
Página
—L
auren, estás tardando una eternidad, nena. —Cal se queja, parado en la
puerta vestido con una camisa plateada de cuello cuadrado cubierta con una
chaqueta negra y zapatos que combinan.
Me pongo mis tacones de cuero y me observo en el espejo, asegurándome que el ceñido
vestido plateado que se encuentra abrazando mi cuerpo no esté arrugado.
—Te ves bien. —Se mueve, dejando su lugar en la puerta y colocándose detrás de mí, sus
brazos alrededor de mi cintura presionando su cuerpo contra el mío.
Me escapo de sus brazos y tomo la plancha de cabello, determinada a que una porción de
mi cabello coopere.
—Si vamos a llegar tarde, hagamos que sea por una buena razón. —Su voz está en mi
oído y sus manos se han deslizado debajo de mi vestido. Me doy la vuelta y empujo sus manos
lejos de mí juguetonamente.
—No, Cal. No esta noche. —Le advierto retrocediendo. Tengo que aprender a arreglarme
más rápido porque parece que cuando no lo hago y estamos por llegar tarde, él decide usarlo
como una excusa para hacernos llegar aún más tarde. Bloqueando mi camino me encuentro
atrapada entre el tocador y su pecho. Él toma la plancha para el pelo y la coloca a un lado.
—Ya vamos tarde —dice y en un rápido movimiento me ha subido al tocador.
—Pero… —Mi oración es detenida por sus labios cubriendo los míos. Sólo que llegaremos
tarde a nuestra fiesta de compromiso. Comienzo a ceder cuando escucho sonar el teléfono de la
casa. La única persona que llama a la casa es el conserje del edificio.
Me alejo de sus labios.
—Va a seguir sonando. —Gruñe y se da la vuelta para tomar el teléfono, contestándolo
mientras regresa a mí—. Sí —dice impacientemente mientras sus labios encuentran mi cuello
nuevamente. Un segundo más tarde, se detiene y le da toda su atención a la llamada—. ¿Cuál es
su nombre? —pregunta.
Lo estoy observando pero se da la vuelta para que no vea su reacción cuando la persona al
otro lado de la línea responde.
152
—Creo que es una vendedora de puerta en puerta o algo así —dice, ajustando su
chaqueta.
—¿Una vendedora? —Lo sigo cuando sale de la habitación dirigiéndose abajo—. ¿A las
cinco en domingo?
Mi tono es bromista pero la expresión de mi rostro revela la severidad de la pregunta.
Se detiene y me mira.
—Voy a ver quién es —dice—. Ya regreso.
—Voy contigo —le informo.
—No, termina de arreglarte. No me tardaré ni cinco minutos —dice casualmente
metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta. Lo miro fijamente buscando en su
expresión un indicio de nerviosismo o remordimiento y culpa. Él suspira exasperado.
Cruzo los brazos sobre el pecho.
—Bueno te hacen esa extraña llamada diciéndote que hay una mujer abajo que quiere
verte y me dices que es una vendedora. —Cal nunca se apresura a hacer algo pero ahora recibe
una llamada sobre una mujer que está allá abajo, que quiere verlo y, ¿se supone que lo acepte y
diga: “muy bien corazón”?
Parece divertirle mi reacción. Una sonrisa se extiende sobre su rostro y alarga la mano,
halándome hacia él.
—Eres sexy cuando te pones celosa —dice, mientras sus brazos envuelven mi cintura.
Me alejo sintiéndome ligeramente avergonzada. Nunca antes me había puesto celosa por
un hombre, pero sí tiendo a ser así con él. Donde sea que vamos es como un imán atrayendo la
atención del sexo femenino. Nunca ha sido irrespetuoso conmigo o ha alentado el
comportamiento, pero eso se vuelve molesto, realmente molesto.
—Ella no está aquí para verme; está aquí para verte —contesta, dando un paso, y arqueo
la ceja por la sorpresa.
—¿A mí?
—Sí y si tiene algo que ver con compras, imagino que ahorraré tiempo diciéndole que
regrese más tarde —bromea.
No compro tanto como para tener vendedores personales siguiéndome. Intento pensar en
quién vendría aquí a verme.
—Termina de arreglarte y nos vemos abajo —dice y un momento más tarde ya ha salido
por la puerta. Regreso a mi vestidor, ajusto mi vestido y paso la mano por mi cabello.
Comienzo a tomar la plancha pero hay una molesta sensación en el fondo de mi estómago, del
tipo que se siente cuando se te olvida tomar algo antes de salir. Bajo nuevamente la plancha y
tomo mi bolso y mi chaqueta. Corro por las escaleras casi rompiéndome el tobillo por los
tacones y me dirijo a la puerta. Presiono múltiples veces el botón del ascensor y parece pasar
una eternidad antes de que las puertas se abran.
Presiono el botón del primer piso y espero a que se cierren las puertas. Cuando se mueve
aún falta bajar mucho, así que respiro profundamente. No sé por qué estoy nerviosa pero algo
no se siente bien sobre esto. Cuando las puertas se abren salgo rápidamente pero sin correr.
153
Apenas llego al escritorio del conserje, cuando Lamar, uno de los conserjes me saluda. Quiero
ser grosera y saludarlo con la mano y pasar de largo, pero siempre me detengo a decir hola. A la
distancia veo a Cal hablar con una mujer. La espalda de ella está hacia mí, mostrando una
Página
melena de largo, y rojo cabello cayendo por su espalda, parece estar moviéndose de lado a lado.
—Lauren, tu vestido es fabuloso —dice suavemente, para que los otros inquilinos no lo
escuchen.
—Gracias. Lamar, ¿me llamaste al teléfono? —pregunto. Mi atención está con Cal y la
mujer.
—Sí. El señor Scott contestó y dijo que él bajaría en su lugar —contesta, moviendo su
atención a mis zapatos.
—¿Dijo quién era? —pregunto un poco impaciente, porque su atención está más en mi
vestuario que en la actual situación.
—Dijo que estaba reacia a decirlo —dice, arqueando la ceja. La mía la iguala al entender.
Meto la mano en la cartera esperando tener algo de dinero dentro, y feliz de encontrar un billete
de veinte dólares, ya doblado. Me muerdo el labio y coloco el dinero en el mostrador,
cubriéndolo con mi mano.
—¿Algo más?—pregunto, mirando a Lamar directo a los ojos. Él mira alrededor antes de
tomarlo e inclinarse sobre el escritorio.
—Ella parecía algo nerviosa cuando el señor Scott apareció en su lugar y se dirigieron
afuera. Aunque ella no lucía muy feliz de verlo.
—¿Cómo lucía ella? —pregunto mecánicamente incapaz de dejar salir las palabras de mi
boca de otra manera, Lamar luce como si acabara de hacerle una pregunta que hizo bueno su
día.
—Bueno, no luce como alguien de por aquí —dice frunciendo el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿tú sabes cómo se visten todos por aquí? Ella no luce como una vagabunda o
algo así pero está fuera de lugar. Es más como si se hubiera perdido cuando se dirigía a los
suburbios y se metió aquí. —Se ríe.
—¿Qué edad le calculas? —pregunto, curiosa
—Era una mujer mayor. Tal vez en sus cincuentas —dice, después se detiene—.Pero
había algo en ella que lucía familiar como si la hubiera visto antes, pero tal vez no sea así —dice
meneando la cabeza, descartando el pensamiento y regresando su atención a la computadora
cuando el gerente se acerca al escritorio.
—¿Todo está bien, señorita Brooks? —pregunta el señor Riley con una amplia sonrisa.
—Sí, todo está bien —digo dejando el escritorio y apresurándome a la puerta.
Para cuando llego y salgo la mujer pelirroja ya va caminando por la calle y Cal está
caminando hacia mí.
—¿De qué se trató eso? ¿Quién era ella? —le pregunto a Cal, abotonándome la chaqueta
—Nada —dice, abriéndome la puerta para volver adentro.
Dudo por un instante, y la mujer se da la vuelta girando hacia nosotros. Está lejos, pero su
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expresión es triste.
—¿Vienes? —pregunta Cal impaciente. En el segundo que tardo en mirarlo y luego volver
hacia la misteriosa mujer pelirroja ella ha desaparecido entre el mar de gente.
Página
155
Página
E
ntro a la oficina, y lo primero que veo es a una mujer intentando sostener a su bebé
y leer una revista al mismo tiempo. Ella me sonríe, y hago mi mejor esfuerzo por
devolverle la sonrisa antes de acercarme al escritorio de la recepcionista.
—Hola. Bienvenida al consultorio del doctor Green. ¿Cómo puedo ayudarle? —dice con
una amplia sonrisa.
—Necesito una prueba de embarazo —digo sin rodeos. Parece que mi franqueza tomó por
sorpresa a la joven mujer.
—Podemos hacerlo. —Sonríe, luego de tomarse un par de segundos para recuperarse—.
Necesitaré su nombre, y que llene este formulario, y así poder programarle una cita —dice,
entregándome un paquete de papeles.
—No, no lo entiende. Lo necesito ahora —le digo rápidamente.
Sus cejas se levantan.
—Lo lamento, pero tendrá que hacer una cita —me informa nerviosamente.
—Esto… esto es una emergencia —le digo rápidamente.
—¿Una emergencia? —pregunta.
Veo que no voy a poder mantener mi compostura. Pego una enorme sonrisa en mi rostro
y me acerco a ella.
—Mi esposo me dejó la semana pasada, y no tengo una puta idea de donde está. Me hice
una prueba de embarazo casera esta mañana, y, ¡adivinó! ¡Fue positiva! Así que, necesito que
uno de los doctores ahí dentro me diga que esa prueba se equivocó, y que no tengo otra cosa
que añadir a mi lista de las cosas por las que me tengo que preocupar. No tengo dinero
conmigo, pero tengo estas tarjetas de crédito y una chequera. Pagaré lo que sea.
Saco mi billetera, y la coloco sobre el escritorio.
—Firmaré un pedazo de papel que diga que si sucede que me terminan matando durante
el examen no tienen la culpa, pero no puedo pasar otro minuto preguntándomelo, ¿de acuerdo?
No puedo pasar preguntándome otra cosa en mi vida. No estoy loca, pero cada minuto que
pasa, me estoy acercando más a ello. ¡Así que si quieres que me ponga violenta en esta oficina y
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provoque una escenita aún mayor de la que ya he hecho, le dirás al doctor que tienes una muy
desesperada mujer aquí afuera que necesita su asistencia! —Luego de ese discurso, respiro y
espero, por el aspecto en el rostro de la mujer, no llamará a la policía.
Página
—Umm ella puede tomar mi lugar, iré después. —La mujer que me sonrió antes me está
mirando con lástima.
—Gracias —le digo desesperadamente.
Una puerta se abre, y sale una enfermera, dirigiéndose a la recepcionista.
—¿Quién sigue? —La recepcionista me señala.
***
Parece como si el doctor hubiera estado una eternidad fuera de la habitación. Supongo
que la secretaria le está diciendo lo loca que estoy. Probablemente no debí haber venido aquí
tan pronto. Pero sentía que no podía respirar si no sabía cuál es mi situación con seguridad.
Cuando la puerta se abre, suspiro de alivio.
—¿Como esta, señora Scott? —pregunta, sentándose en un banquillo frente a mí.
—Bueno, he estado mejor —murmuro.
—¿Cuándo fue la última vez que tuvo su periodo con normalidad? —pregunta, mientras
sus ojos siguen examinando el portapapeles.
—Como hace dos meses. Bueno, hace tres semanas me vino, pero sólo duró un día.
—Le dijo a la enfermera que se hizo una prueba casera, y, ¿que dio positivo? —pregunta,
escribiendo en el historial médico
—Sí, pero he oído que pueden equivocarse, ¿cierto? Las pruebas caseras no son cien por
ciento acertadas.
—No, no son cien por ciento acertadas, pero están muy cerca. La mayoría tienen un
noventa y siete por ciento de precisión.
—Pero aún hay un tres por ciento de posibilidad de que no lo esté —digo rápidamente.
Finalmente deja de escribir y sus ojos se encuentran con los míos.
—Señora Scott, voy a ser sincera con usted. Parece que en este momento necesita
honestidad y no vagos consuelos de mi parte —dice.
—Brooks, preferiría que me llamara Brooks —digo suavemente. Supongo que tendré que
acostumbrarme.
—Señorita Brooks, una prueba de embarazo casera o la prueba de embarazo que le haría
miden las hormonas llamadas Gonadotrofina Coriónica Humana, la hormona del embarazo.
La prueba de embarazo casera utiliza la orina para detectar los niveles en su cuerpo. Yo le haré
la prueba de sangre cualitativa de GCH la cual medirá la cantidad exacta de la hormona en su
torrente sanguíneo. Esta prueba es extremadamente precisa, puede detectar la hormona incluso
una semana después de la ovulación. Las pruebas de embarazo no son tan precisas si se hacen
apenas una semana después de la ovulación, lo cual podría haberle dado un resultado falso al
habérsela hecho tan pronto. Pero por lo que me ha dicho y en mi opinión profesional, si no ha
tenido se periodo en seis semanas, la más probable es que la prueba sea acertada. Por los
síntomas que ha descrito tales como fatiga extrema, y nauseas matutinas, hay una fuerte
posibilidad… —Su voz comienza a desaparecer. Sé que estoy embarazada porque cuando las
157
dice con mi rostro ahora en sus manos y no puedo resistirme al deseo de besarlo en ese
momento. Me rindo, casi saltando en sus brazos. Sus labios le dan la bienvenida a los míos y
descanso en su abrazo.
Página
—Te amo tanto, Cal —digo suavemente mientras nuestros labios se separan y solo él
puede escucharme.
Estoy segura que el pastor me está dando una mirada de desaprobación por saltarme al
beso, pero no me importa. Nada ha sido tradicional con nosotros así que, ¿por qué empezar
ahora? Mientras que esto termine conmigo siendo proclamada como la señora Lauren Scott,
nada más importa, ni sus secretos, ni su pasado. Cada eco negativo que descansaba en mi
cerebro se ha derretido; simplemente no importa. Nuestro amor superará cualquier problema
que enfrentemos. Estoy segura que los tendremos, todos los matrimonios los tienen, pero
cuando veo sus brillantes ojos grises que algunas veces reflejan un cálido verde detrás de ellos,
sé que atravesaremos lo que sea que la vida nos lance. Puede que no sea perfecto, pero creo que
puede que haya encontrado a mi súper sexy, príncipe encantado del siglo veinte y uno, que usa
chaquetas de cuero y cabalga una motocicleta.
160
Página
—C
uumpleaños feeelliiiiz, cumpleaños feeelliiiiz. Feliz cumpleaños, querida
Caylen. Cuumpleañosss feeelliiiiz —canta Hillary. El resto de nosotros
estamos doblados de la risa, riendo por su dramática, horrible y exagerada
interpretación—.Jódanse todos. A Caylen le gustó, ¿no es así, cariño? —dice, apretando las
mejillas de mi pequeña.
—¡Sonrían! —dice Ángela rápidamente y un flash que casi me deja ciega por supuesto
hace que Caylen comience a llorar inmediatamente.
—¡Angie! —Hilary la regaña.
—¿Qué? Lo siento, bebé. Solo quería una foto de tu hermoso rostro —dice Ángela,
recorriendo con sus manos el cabello negro azabache de Caylen.
—Está bien, de todos modos tiene sueño. Ustedes viejos, la han cansado —bromeo,
acunándola en mis brazos—. La voy a ir a acostar a su cama.
—Te ayudo —dice Helen de repente. Ha estado tranquila toda la noche, algo inusual en
ella.
—Mientras tanto, voy a robar una porción de esta torta que luce deliciosa —dice Hillary
rápidamente.
Subo las escaleras, frotándole la espalda a Caylen, es lo único que la calma cuando está
peleando contra el sueño. Helen está siguiéndome silenciosa. Abro la puerta del cuarto del bebé,
que está pintado todo de rosa con muebles blancos. Helen hizo un hermoso trabajo de
decoración suministrando personalmente todo en la habitación. Todavía no puedo creer lo
diferente que se ve el departamento desde que Caylen nació. Miro a mi pequeña, frotándose los
ojos y mi corazón se derrite. Todavía es increíble para mí lo mucho que puedo amar a una
personita que no existía en la mayor parte de mi vida. La pongo en la cuna para poder ir a traer
un pijama. Helen se para a la par de la cuna manteniéndola ocupada mientras busco mi pijama
favorito.
—Ha crecido mucho —dice Helen con un suspiro.
—Sí. Lo ha hecho. —Sonrío, quitándole su camisa y poniéndole su pijama.
161
quiere que lo haga. Lo he aceptado ahora. No puedo culpar a nadie por sus acciones. Dile eso a
Dexter por mí, que puede venir a los futuros cumpleaños de Caylen o visitarla cuando quiera.
No tiene que preocuparse por mí bombardeándolo con preguntas o poniéndome psicótica con
Página
—Hola señora Brooks —dice Helen, extendiendo su mano—. Estoy bien, gracias. Lauren,
creo que ya es hora de que me vaya.
Página
sonríe firmemente, pero no dice nada. Le doy a Steven una mirada comprensiva, pero solo se
ríe y regresa a donde todos están.
Página
Subo las escaleras y entro en la habitación de Caylen, donde Raven la está cargando.
—¿Se despertó?
—Está bien, tengo a mi niña —dice, moviendo su mano para calmarme. Raven se sienta
en la mecedora y la abraza mientras acaricia los rizos oscuros de Caylen—. Así que. Tú y
Steven se han vuelto más cercanos desde la última vez que los vi juntos.
Recuerdo antes de estar casada o estar saliendo con Michael. Ahí estaba Steven. Con su
cabello rubio oscuro y sus suaves ojos azules combinados con su cómica personalidad, siempre
supo qué decir para hacerme sonreír; aun después de que nos separamos de mutuo acuerdo,
seguimos siendo buenos amigos. Algo que no puedo decir de Michael.
—Es mi amigo —rápidamente le digo.
—¿Sigue con esa linda chica que conocí en tu fiesta del bebé?
—No. Terminaron hace unos meses.
—Bueno, que conveniente —dice a la ligera.
Siento un nudo en mi estómago.
—De acuerdo. Dilo de una vez. ¿Qué estás tratando de preguntarme?
—¿Tienes sentimientos por él? —pregunta casualmente, mientras pone a Caylen en el piso
y le da un osito para que juegue.
—¿Qué pasa si los tengo? ¿Qué si tengo sentimientos por él?—pregunto, molesta.
Raven continúa centrada en Caylen.
—Bueno, se te ha olvidado, que sigues casada.
—No. De hecho ya no estoy casada —digo bruscamente.
Su cabeza rápidamente se da vuelta para verme.
—¿No lo estás? —pregunta sorprendida.
—El matrimonio para mí es algo más que un pedazo de papel con dos nombres en él.
—Así que, ¿vas a reanudar tu relación con él?
—Mira, no he dicho nada sobre una relación —grito, y Caylen comienza a llorar. Raven
me la da, y la acuno en mis brazos.
—Lauren, pienso que es tiempo de que pares de pretender que Cal no existe.
Mi boca cae completamente abierta por ello. Esta es mi Raven, la única persona que no
duda en mencionarlo a mi alrededor, pero nunca ha sido clara sobre esto.
—¿Pretender? Dios, ¡lo desearía! ¿Crees que solo lo puedo bloquear? Bien, te lo diré. No
sabes lo difícil que es para mí estar aquí. Estar en esta casa, que a donde quiera que mire,
recuerdo algo que preferiría olvidar. Cada vez que cierro mis ojos está ahí. A veces te juro que
puedo sentir sus brazos a mi alrededor. —Siento las lágrimas llenando mis ojos, y suerte que
Caylen está finalmente tranquila. La pongo en su cuna y la miro dormirse—. Cada vez que
miro a su hija, veo sus ojos, su sonrisa. —Recorro mi mano por su cabeza llena de rizos
oscuros—. Cuando la miro, algunas veces lo miro a él. —Una solitaria lágrima cae en mi
mejilla, y Raven me abraza.
165
—Lo siento cariño, no debería haber sugerido lo que dije. No sé lo que estaba pensando.
—Está bien —digo rápidamente, limpiando mi mejilla—. Esta es la primera vez que me
Página
permito llorar por él en mucho tiempo. —Casi lo digo para mí misma. Una lagrima no está tan
mal en comparación a…
—¿Qué está pasando con Steven? —Raven pregunta, su expresión es más amable que
antes.
—No lo sé —digo honestamente, cruzando los brazos—. Ha sido tan lindo y amable.
—Y está aquí —añade Raven.
—Sí —admito—. Esa es la cuestión. —Camino a la puerta de la habitación y la cierro—.
No sé si mis sentimientos son verdaderos, o si es porque la soledad ha empezado a pasarme
factura—le digo, agarrando uno de los muchos ositos de peluche de Caylen y jugueteando con
sus brazos.
—Eso es comprensible —dice Raven estoicamente. Puedo ver que empiezo a
incomodarla.
—No quiero herirlo, Raven. Solo que no sé qué hacer.
—Dile cómo te sientes. Exactamente lo que está pasando. Si sientes que es hora y que esto
es algo que realmente quieres explorar, necesitas divorciarte de Cal. Abandonó su
matrimonio…
Me estremezco por sus palabras.
—No quiero hablar de ello hoy. —Hay un ligero toque en la puerta, me salva de a donde
se iba dirigiendo esta conversación—. Adelante —digo lo más alto que puedo para no despertar
a Caylen.
Ángela entra de puntillas.
—Hola, señora Brooks —susurra, dándole a Raven un gran abrazo. Me hace feliz ver lo
cercanas que se han vuelto a través de su relación conmigo. Los últimos dos años hubieran sido
horribles sin ellas.
—¿Cómo estás, cariño? —susurra Raven, con sus ojos fijos en la bebé, que da vueltas
mientras duerme.
—Bien. Me tengo que ir, mañana tengo que estar demasiado temprano en el trabajo. —
Ríe.
—¿Cogiste un pedazo de torta? —pregunto.
—Sí, Steven me dio en un plato. Solo quería decirles que me iba chicas —dice antes de
darme un gran abrazo—. Nos vemos princesa —susurra, besando a Caylen en la frente.
—Gracias por venir, Angie. Sé que tendrás un largo día mañana.
—Como si me hubiera perdido esto —dice cerrando la cremallera de su chaqueta—. Oh,
Hillary está noqueada en tu sofá. Se suponía que la iba llevar a su casa, pero sabes que se pone
de mal humor si la despierto. —Ríe Ángela.
—Estará bien. Steven puede llevarla a casa o puede dormir aquí esta noche, y la llevaré
por la mañana —le aseguro.
—Acompáñame. —Ángela señala con un gesto. Se despide con un movimiento de mano
de Raven mientras salimos de la habitación—. Adiós, señora Brooks.
166
—¿Estás bien?
—Solo cansada. —Sonrío, dejando ir un bostezo de mi boca—. No pensé que tener una
fiesta para un bebé de un año fuera tan agotador. —Río.
—Pasamos más tiempo preparándola que teniéndola. —Ríe mientras abre la puerta—. Me
voy entonces. Descansa un poco, luces cansada —dice con el ceño fruncido.
—Mierda, gracias —digo a la ligera.
Sonríe amablemente.
—Sabes a lo que me refiero.
—Lo sé —digo, mirándola a los ojos. Ángela y yo nos hemos vuelto más cercanas que con
mis otros amigos desde que estuvo para mí durante uno de los peores momentos de mi vida. No
tiene que suponer o preguntar cómo me siento la mayoría de veces. Lo sabe.
—¡Oye, no olvides tu torta! —Steven viene desde la cocina con un plato tapado con papel
aluminio.
—Gracias. Y mira si puedes llevar a Hillary a casa. —Ángela lo golpea juguetonamente
en el pecho.
—¿Cuando se decidió eso? —Steven levanta las cejas fingiendo sorpresa.
—Bueno eres el último que queda, así que eres el ganador. —Ángela ríe, tomando el plato
de sus manos.
—¿Quieres que te acompañe abajo? —le pregunta Steven.
—Soy una chica grande, puedo cuidarme sola.
—Mándame un mensaje de texto cuando estés en tu coche a salvo —dice Steven. Su
instinto de hermano mayor básicamente sale, y no puedo evitar sonreír.
—Lo haré, papá —se burla—. Adiós, chicos —dice mientras cierra la puerta detrás de sí.
Me doy la vuelta para bloquearlo.
—¡Ahora a divertirnos limpiando! ¡Sí!
—Muy divertido, lo haré yo mismo —dice Steven con falso entusiasmo.
—No. No puedo dejarte hacer eso —digo, y comienzo levantando uno de los juguetes de
Caylen que está tirado en el piso.
Ríe y me quita el juguete de mis manos.
—Oh vamos, limpiar para mí tiene mucha diversión.
—¿Seguro? —Ha estado haciendo mucho por mí últimamente.
—Absolutamente. Ve a acostarte. Estoy seguro de que Caylen te ha cansado.
Lo miro, tiene una amable sonrisa y siento cómo me sonrojo.
—Steven —le digo nerviosa, comenzando a jugar con mis dedos—. Raven pasará aquí la
noche, así que eso me garantiza una niñera para mañana. No he salido en mucho tiempo, y me
167
estaba preguntando, ¿si querrías almorzar conmigo? —Siento como si tuviera catorce de nuevo.
Observo su rostro enternecerse, y luego florecer en una recatada sonrisa.
Página
—Me encantaría. —Empiezo a reír—. ¿Por qué me siento como si de repente estuviera en
la escuela secundaria de nuevo? —bromea.
Río.
—¿Nos encontramos a las once?
—Bien.
—Bien, así que en el caso de que esté dormida cuando te vayas, buenas noches. —Lo
siguiente que hago me sorprende incluso a mí. Lo beso en la mejilla.
Luce sorprendido por ello, pero luego su mirada se mueve y mis ojos la siguen. Me doy la
vuelta para ver a Raven detrás de mí. Maldición.
—Solo vine ayudar a limpiar —dice, sorprendiéndome.
—Hora de la fiesta —bromea él.
Raven me sonríe. No puedo evitarlo, le devuelvo la sonrisa. Ahora es amable con él.
—Bien, dejaré a estos chicos locos comenzar. —Río, subiendo las escaleras. Raven me
despide con la mano, y comienzan a mover las cosas. Me siento feliz. Me alegra que Raven le
dé una nueva oportunidad.
Cuando llego a la segunda planta, de hurtadillas miro en el cuarto de Caylen
asegurándome de que siga dormida antes de irme. Cuando llego a mi habitación, cierro la
puerta detrás de mí y camino hacia mi espejo. Suspiro al ver mi apariencia. Cuando tienes niños
tu estilo seguro como el infierno cambia. Mi ropa glamurosa ahora son camisetas blancas y
jeans limpios, y he cambiado mi plancha de cabello por el secado al aire libre algo que NUNCA
hacía.
Tomo el monitor de bebé de mi cómoda y lo llevo a la cama conmigo. Y tan pronto como
me acuesto, me doy cuenta de que me encuentro encima del juguete de Habla y Dice de Caylen.
Moviéndolo al otro lado de la cama, me río de lo mucho que han cambiado las cosas en estos
dos años. Bostezo y me encuentro casi dormida.
—Corazón. Olvidé el líquido para mis lentes de contacto. Voy corriendo a la farmacia a
comprar un bote —dice Raven de pie en mi puerta—. Me aseguraré de cerrar con llave.
—Bien, hazlo —digo bostezando, solo unos minutos más para descansar…
***
Despierto con Caylen llorando. Debí haberme quedado dormida. Raven no debe haber
vuelto aún. Salgo de la cama y me dirijo al cuarto de Caylen, pero cuando intento abrir mi
puerta, no se abre. Una ola de pánico me cubre y frenéticamente le doy vuelta y halo el pomo,
pero no cede. ¡No puedo salir! ¡No puedo llegar a mi bebé! Me doy la vuelta y tomo mi teléfono
para llamar a Raven.
—Shhhh, no llores, dulce corazón. Papi no llora, y tú eres igual que papi. —La voz a
través del monitor envía escalofríos por todo mi cuerpo. La escucho dejar de llorar—. Tengo
algo para ti —dice nuevamente. Mi corazón está corriendo deprisa pero no puedo moverme.
Logro poner el monitor cerca de mi oído—.Te he extrañado. Nadie podía evitar que te viniera a
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ver hoy. —Mi pecho se siente tan apretado, que tengo que recordarme respirar. Unos cuantos
segundos pasan, y la voz de Raven llega ligeramente desde el teléfono que acabo de dejar caer.
Soy devuelta a la realidad, esto no es un sueño.
Página
fuertemente me provocaría.
—Porque no lo estaba. He soñado antes, ¡este no era un sueño! —intento convencerla,
pese a que mi garganta me arde.
—Tal vez lo imaginaste.
—No imagine nada. ¡No estoy alucinando!
—No dije que lo estuvieras —me dice rápidamente.
Me levanto y camino hacia el sillón donde le leí a Caylen y me hundo en él, con el rostro
en mis manos.
—¿Por qué ahora, Raven? ¿Por qué, después de casi dos años he empezado
repentinamente a imaginar cosas? —grito.
—Bueno, hoy es el cumpleaños de Caylen, tal vez eso desencadenó algo. Tal vez te sientes
mal por admitir que tienes sentimientos por Steven, no lo sé. —Raven intenta razonar. Miro su
rostro, no me va a creer, sin importar lo que diga—. Lauren, toma una taza de té. Estoy
preocupada por ti —dice dirigiéndose fuera del cuarto. Le frunzo el ceño y suspira siguiendo su
camino al pasillo. Levanto a Caylen, y la tomo en mis brazos. Regreso a mi habitación,
cerrando de golpe la puerta detrás de mí. Sentándome en la cama, la sostengo cerca de mí,
agradecida de que se encuentre bien.
—Sabes que mami no está loca, ¿verdad? —le pregunto. Se estira y ondea sus pequeños
brazos, golpeándome en el rostro. No puedo evitar reír—. Tal vez estoy loca. Tal vez lo imagine
todo —murmuro para mí. Entonces noto una pulsera de oro blanco en su pequeño brazo que no
había visto antes. Tiene grabadas las iniciales L.P.N.D.P en letras cursivas. Frunzo el ceño, sin
saber lo que eso significa—. Pero sé que no estoy loca. —Suspiro de alivio y la abrazo
nuevamente.
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Página
H
oy es nuestro aniversario de dos meses y estoy eufórica. Cal volverá de Nueva
york a casa en cualquier momento, y las acaloradas llamadas y mensajes que
hemos estado intercambiando me tienen lista para saltarle encima al segundo que
llame a la puerta. Pero no lo haré. Esta noche va a ser especial. Lo tengo todo planeado. La
banda favorita de Cal está tocando en The Cave, con los asientos completamente vendidos, pero
logré asegurar un par de pases con Ryan y después tendremos una cena en la azotea, preparada
por el chef Luc Helen, a eso le seguirá el postre favorito de Cal: yo, de cualquier forma que
quiera.
Cuando escucho que se abre la puerta corro hasta allí y salto a sus brazos, envolviendo
mis piernas alrededor de su cintura.
—Hermosa. —Sonríe ampliamente antes de que ataque sus labios. Él fácilmente agarra su
equipaje con una mano para ponerlo en el suelo, mientras aún me sostiene con la otra.
—Te extrañé —ronroneo besando su cuello.
—Lista para mostrarme cuanto —dice, llevándome hasta el sofá. Comienza a desabotonar
mi suéter, y me inclino lejos de él. Su expresión cae, y me río.
—No hasta después, cariño —digo, levantándome de su regazo.
—¿Después? —pregunta, la decepción en su rostro es como el puchero de un niño de
cinco años. Aún me está siguiendo, pero sigo caminando hacia atrás lejos de él.
—Sí. Lo tengo todo planeado. Sólo sé un poco paciente —digo enigmáticamente.
—¿Sólo porque volví a casa? Lo aprecio, pero no es necesario. Lo quiero ya—dice,
alcanzándome y levantándome.
Me río, pero después mi rostro se pone un poco triste
—¿No sabes qué día es hoy? —pregunto, un poco decepcionada, aunque no mucho, digo;
es hombre.
—No es tu cumpleaños, ¿o sí? —pregunta.
Le frunzo el ceño, y él me baja.
—No, de todas formas es tonto —digo intentando sonar indiferente. Camino hasta el sofá
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y me siento.
Me frunce el ceño.
Página
—Nena, por favor, no esperes que recuerde todos esas estúpidas fechas, porque de lo
contrario vas a pasar mucho tiempo enojada conmigo —aclara, poniéndose de cuclillas frente a
mí para que estemos al mismo nivel.
—En serio, Cal —digo incrédulamente.
—¿Qué? —pregunta casualmente y paso a su lado. Básicamente me dijo que no debo
esperar nada emocionante o memorable de su parte. ¿Me pregunto si cuentan los días festivos?
Tal vez no se celebra un aniversario cada mes y solo han pasado dos, pero han sido los dos
meses más felices de mi vida. Estúpida de mí, queriendo celebrar con él, definitivamente me
está haciendo que lo repiense.
—Estás enojada. —Suspira, dirigiéndose a recoger su equipaje.
—No. bueno, sí, lo estoy. Puedo darte un pase libre por olvidar nuestro aniversario,
aunque fue hace solo dos meses pero si crees que te voy a dar un pase cada día festivo porque
piensas que es... —Me callo cuando saca una caja completamente negra y hermosamente
envuelta con un lazo rojo atado a su alrededor. La coloca en mi regazo. Lo miro y está
sonriendo a sabiendas, con los brazos cruzados.
—¿Estaba diciendo, señora Scott?
Una enorme sonrisa se extiende por mi rostro y ruedo los ojos.
—Eres un idiota, ¿lo sabías? —digo, avergonzada, mientras desato el moño rojo.
Se sienta a mi lado y me besa el cuello mientras me observa quitar cuidadosamente el
lazo.
—Vamos nena, ¡rómpelo! —Me urge impacientemente mientras me hace cosquillas.
—De acuerdo, de acuerdo. Es que es tan lindo—grito removiendo el papel y cuando veo
la caja de un bronceado dorado que dice Christian Louboutin, me congelo. Me mira, y una
sonrisa aún más grande se extiende a través su rostro—. ¡No lo hiciste! —digo, y frenéticamente
abro la caja para ver a un par de tacones de gamuza color rojo cereza con adornos de cristal en
forma de narcisos, los mismos tacones que recuerdo haber estado alagando luego de ver a
Jessica Alba usarlos en algún programa que lo obligué a mirar conmigo.
—¡Oh mi Dios! Cal —digo, sintiéndome horrible por enojarme con él.
—Lee la tarjeta —dice con una sonrisa, apuntando hacia la pequeña tarjeta que yace entre
ambos zapatos. La abro y la leo en voz alta.
Estos zapatos parecen salidos directamente del Mago de Oz, pero ya que a veces soy como el tornado
que te llevó a Oz, supongo que puedes usar las zapatillas rojas de Dorothy, y si no estoy, y me he perdido, tal
vez puedas dar un pequeño golpe con ellas y así encontraré mi camino a casa.
—Tan cursi como que tú eres mi Príncipe Encantado —digo, tomando su rostro entre mis
manos y besándolo suavemente en los labios.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, sosteniéndome sobre su regazo.
Página
—¿Vas a usarlos para mí? —dice, con un destello de lujuria en sus ojos.
—Tengo el vestido blanco perfecto para ellos —digo, pasando mis manos por su cabello.
—Sin vestido. Solo ellos —dice mordiéndose el labio con una juguetona sonrisa, pero lo
he conocido el suficiente tiempo para saber que habla en serio.
—Después —prometo—. Debo correr y recoger tu regalo. —Saltando de su regazo. Corro
hacia la mesa tipo consola y tomo mi bolso.
—No, tú puedes ser mi regalo —dice rogando, y me río de él.
—Lo seré. Esta noche —le prometo nuevamente, llegando a la puerta. Su expresión
parece la de un cachorro triste—. No me mires así. —Río, y viene hacia mí —.No. Quédate a
metro y medio —digo amenazándolo, con la mano en el pomo de la puerta, me río. Sé que si se
acerca demasiado, no tendré oportunidad.
—Espero que hayas dormido mucho cuando no estuve. Porque vas a estar despierta toda
la noche —dice, dándome una falsa advertencia y mi cuerpo reacciona ante esa idea.
—Bastante. —Le guiño el ojo antes de salir por la puerta.
***
Mientras entro de vuelta a la casa, encuentro que la televisión de abajo está encendida,
pero Cal no se ve por ningún lado. Tomo el control remoto y la apago. Comienzo a decir su
nombre cuando lo oigo arriba.
Subo y escucho a Cal gritando como si estuviera discutiendo. La intensidad de su voz
hace que me detenga, sin saber si debería volver abajo y darle privacidad, o si debería ir
corriendo a la habitación. Pero no escucho a nadie más que a Cal. Termino de subir por las
escaleras y me detengo antes de llegar justo al lado de la puerta.
—¡Estoy malditamente enojado! No puedo dejar de tomarlas. ¿Qué mierda se supone que
haga? Me dijiste que estabas seguro antes de que yo hiciera esto. ¡Esto lo cambia todo! No voy a
detenerme… ¡Como si lo fuera Dex! ¿Cómo carajo se supone que explique esto? No lo haré. No
puedo hacerla pasar por esa mierda. Bueno, pues piensa rápido. —Mi corazón está latiendo
fuertemente, y mis pies se sienten congelados en el piso. Lo único que los mueve es el sonido de
un golpe contra la pared. Intento pensar en qué hacer. No sé lo que está pasando pero nunca he
escuchado a Cal tan enojado cuando habla con Dexter. No sé por qué, pero doy la vuelta y bajo
las escaleras, y cuando él abre la puerta hago como si estuviera subiendo.
Cal sale, la ira irradia de su rostro. Me mira, y su expresión cambia en algo más. Luce casi
arrepentido.
—Cal, ¿qué ocurre? Luces alterado —digo, mi voz delata mis nervios.
—Umm. —Exhala y pasa las manos por su rostro, y veo que una de ellas está roja y
raspada.
Subo rápidamente las escaleras y sostengo su muñeca en mi mano.
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175
Página
C
uando tocan a la puerta, intento calmar mis nervios. Ya he puesto a Steven como
uno de mis invitados con los de seguridad, así que él no tiene que llamar para subir
a mi piso.
—Hola —su tono es animado y su expresión cálida, hasta que sus ojos se mueven a mi
atuendo y ve que estoy usando una camiseta demasiado grande y un jean. Lo cual no es
exactamente la vestimenta para un almuerzo.
—Hola —digo, intentando restarle importancia a mi aprensión.
—¿Estás lista para irnos? —pregunta escépticamente.
—Necesito hablar contigo —le digo, invitándolo a entrar.
—De acuerdo —duda, pero me sigue adentro.
Le pongo el pestillo a la puerta y respiro profundamente.
—Puedes sentarte por un momento. —Indico el sofá, asiente, y toma asiento. Me ubico
frente a él en vez de a su lado.
—¿Pasa algo? —dice, sintiendo la incomodidad del momento.
—Cal estuvo aquí anoche —le digo apresuradamente.
Su expresión va de preocupado a impactado.
—Oh —dice, sus ojos se agrandan y su boca se abre—.Vaya. ¿Él volvió? ¿Está aquí? —
pregunta mirando a su alrededor.
—No, no lo entiendes. —Río—. No volvió a vivir aquí. Él… lo escuché ayer en la
habitación de Caylen. —Estoy esperando por algún tipo de reacción, pero su expresión no
cambia—. Lo escuché hablando con ella, y cuando eso pasó, me puse como loca. —Me pongo
de pie y comienzo a caminar por la habitación.
—No lo entiendo —dice, luciendo tan confundido como sueno.
—Bueno, realmente no lo vi, pero sé que estaba aquí. Me encerró en el cuarto.
Desliza una mano por su rostro. Cuando lo digo en voz alta me doy cuenta de lo loco que
se escucha.
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Él asiente.
—Supongo que eso significa que se cancela el almuerzo. —Se ríe secamente.
—Pensé que estaba lista para continuar con mi vida, pero no es así…Lo…lo lamento. —
Mantengo la mirada en el suelo. Sintiéndome demasiado culpable para mirarlo. Se me acerca y
coloca sus manos sobre mis hombros, lo miro, pero evito sus ojos. No sé qué decir.
—Todo este tiempo que he pasado contigo, me hizo darme cuenta de cuánto te extrañaba.
Comencé a enamorarme de ti otra vez —confiesa, haciendo más profundo el agujero de
vergüenza y culpa—. Anoche cuando me invitaste a salir, pensé que era una señal. No quería
decirte lo que he estado sintiendo por ti. No quería que pensaras que el tiempo que paso contigo
y con Caylen era por algún plan secreto, porque no era así, y sigue sin ser así. Pero, mis
sentimientos han cambiado, y ya no puedo simplemente mirar —continúa. Entonces mira
directo a mis ojos—. Sé lo mucho por lo que te hizo pasar, aun cuando sonríes, hay tristeza en
tus ojos. Ahora, piensas que pudiste haber escuchado su voz y estás más feliz de lo que te he
visto ser en un año. No puedo competir con eso.
Intento quitarme las lágrimas parpadeando. ¿Qué pasa conmigo? Tengo a este grandioso
hombre de pie frente a mí, y en todo lo que puedo pensar es en Cal.
—No llores —dice, abrazándome.
—¿No me odias? —gimo contra su pecho.
—No. lo superaré. Lo prometo —dice riéndose ligeramente. No puedo evitar sonreír
también—. Sólo quiero que seas feliz. Mereces ser feliz por Caylen —expresa besándome en la
frente.
—Algún día realmente harás a alguien muy feliz. —Sonrío dándole palmadas a su brazo
cuando nos separamos.
—Aww apesta —bromea—. Bueno será mejor que me vaya. Me muero de hambre —dice,
tocando su estómago—. Sabes, aún podemos salir si quieres…
—Ya comí antes de que vinieras —admito, un poco avergonzada—. Aunque puedo
prepararte algo. ¿Una ensalada o… cereal? —Frunce el ceño cuando me doy cuenta que
realmente tengo que aprender a cocinar
Él se ríe.
—No, probablemente sólo vaya por una hamburguesa o algo —dice, encaminándose
hacia la puerta. Lo sigo.
—Gracias por ser tan…—comienzo a decir y levanta la mano.
—No queremos que esto se ponga incomodo o emotivo. —Se ríe y asiento—. Te veré
después —dice, palmeándome en el brazo. Lo acompaño a la puerta y lo observo caminar por el
pasillo hasta el elevador. ¿Me pregunto si estoy haciendo lo correcto? Tengo a este maravilloso
hombre que me quiere, pese a mis problemas, quien es lindo, gracioso y apuesto, y lo estoy
desechando todo, ¿por qué? Ni si quiera estoy segura todavía. Aun así, Steven se merece a
alguien que lo ame con todo su corazón y no a una mujer que ya entregó su corazón. Ondeo la
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mano cuando entra al elevador y las puertas se cierran sobre mi inocente e incipiente romance.
***
Página
El timbre de la puerta suena, y veo la cámara. Hillary está en el monitor… Umm, no dijo
nada sobre venir hoy. La dejo entrar y veo el reloj. Aún tengo una hora antes de que Raven y
Caylen vuelvan del zoológico. Tomo mi frazada del sofá y la doblo justo a tiempo antes de que
Hillary llame a la puerta. Contesto, y ella entra, obviamente con una misión.
Ella se da la vuelta repentinamente.
—¿Descartaste a Steven?
—¿Qué?
—Dios, Lauren, ¿qué sucede contigo? —exclama—. ¿No sabes que ha sentido algo por ti
por meses? Y cuando finalmente despiertas y te das cuenta, ¿repentinamente lo descartas porque
piensas que escuchaste a Cal?
—Espera un minuto. ¿Has sabido de los sentimientos de Steven todo este tiempo, y no me
dijiste?
—No sabía lo que tú sentías, y no quería arruinar las cosas entre ustedes si no sentías lo
mismo —dice simplemente—. ¿Y qué es esto de que crees haber escuchado a Cal? ¿Qué
demonios es eso? —Intento mantener mi compostura. Abro la boca para decir algo, pero me
corta—. Lauren, él ha estado lejos por un tiempo, ¿no crees que es hora de que lo superes?
Pensé que ya te habías sobrepuesto, ¡por amor de Dios!
—Espera un minuto, Hillary, necesitas calmarte. No sabes nada de lo que ha estado
sucediendo conmigo, así que antes de que vengas aquí y comiences a regañarme, necesitas
saberlo que ha estado ocurriendo. —Por esto es por lo que no hablo con ella. Por eso es que voy
con Ángela antes de ir con ella.
—Muy bien. De acuerdo. Entonces dime lo que está sucediendo —demanda, taconeando
impacientemente sobre el suelo.
—Desperté al escuchar a Caylen llorando a través del monitor de bebés. Cuando intenté ir
a verla, me di cuenta que la puerta estaba cerrada, y entonces escuché a Cal hablando con ella.
No podía ir donde Caylen; no podía salir. Para cuando Raven volvió de la farmacia y me dejó
salir del cuarto, él ya se había ido.
—¿Y este es el motivo por el que estas tirando a la basura tu oportunidad con Steven? Ni
siquiera lo viste Lauren —dice condescendientemente.
Su tono me está enojando.
—No creo haber escuchado algo, sé que lo escuché. Tengo pruebas —le digo, caminando
hasta la encimera y le entrego el brazalete de Caylen.
—L.P.N.D.P. ¿Qué mierda significa eso? —pregunta, levantando la mirada del brazalete
como si ello no significara nada.
—Significa La pequeña Niña De Papá. Cuando estaba hablando con ella, le escuché decir
que tenía algo para ella. ¡Y era esto! —Ella suspira, al parecer sin inmutarse por esto y me lo
regresa—. ¿No lo entiendes? —continuo—. Escuché a Cal hablando con ella, y después
súbitamente Caylen lleva puesto este brazalete de la nada con estas iníciales. ¿Dime cómo es
eso posible? —ordeno.
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—Muy bien, ¿y qué? Suspendamos toda duda y digamos que era él. Si realmente estaba
aquí, ¿qué sucederá ahora? ¿Vas a quedarte sentada esperando que vuelva a aparecer
nuevamente? —Abro la boca para decir algo, pero me quedo sin palabras. No sé qué decir—. Si
Página
él regresa, ¿entonces qué? ¿Vas a recibirlo nuevamente con los brazos abiertos, pasar la página
olvidando que desapareció por dos años, haciendo sólo Dios sabe que o a quién? ¿Está bien eso
contigo? Es malditamente fantástico que él te dejara, embarazada para que criaras a Caylen sola,
¿y tiene el visto bueno para pasarse por aquí cuando le dé la gana? —pregunta burlándose.
Al escucharla hablar de Cal así enciende algo dentro de mí.
—No lo entiendes. Cuando lo escuché hablando con ella, era como si algo lo estuviera
manteniendo lejos de nosotras. Como si no fuera decisión suya —lo defiendo. Voy a hacer otro
comentario en defensa de Cal, pero el timbre de la puerta suena nuevamente y puedo ver en el
monitor que se trata de Ángela. Me levanto y aprieto el botón para dejarla entrar.
—Muy bien vamos a imaginar, por ridículo que sea, que algo importante hizo que él
abandonara a su familia y ahora es libre de volver. ¿Qué hay de todos los problemas que
estaban teniendo antes de que se fuera? ¿Todo eso va a comenzar nuevamente? ¿Vas a pretender
que nunca ocurrió? No me digas que te has vuelto tan desesperada—dice Hillary, mirándome a
los ojos.
Quito la mirada, sintiendo mis mejillas arder. Tanto como odio admitirlo, ella tiene razón.
He estado ignorando todo lo que no debería. Paso mis manos por mi cabello y me cubro el
rostro frustrada.
—Mira, L, soy tu amiga. Aun si no hemos sido tan cercanas como antes. No quiero verte
lastimada. No quiero verte desechar algo que puede ser genuino por un tiro en la oscuridad,
para un mundo lleno de dolor emocional de nuevo —continua mientras me muerdo el labio para
evitar estallar con ella.
El llamado de Ángela a la puerta rompe el momento de Hillary. Contesto y ella entra
como si nada al ático.
—¿Donde está la cumpleañera? —canta felizmente con una bolsa de regalo en una mano.
Su sonrisa se desvanece cuando ve la expresión en mi rostro—. ¿Qué ocurre? —pregunta,
mirando de Hillary a mí.
—Escuché a Cal anoche—le digo.
—Ella cree que escuchó a Cal anoche —corrige Hillary.
—Sé que lo escuché, ¡te mostré el brazalete! —le grito.
—Espera. ¡¿Qué?! —Ángela está confundida por la conversación y por como Hillary yo
estamos atacando la yugular de la otra. Le muestro el brazalete y le cuento sobre lo que sucedió
con Cal.
—Creo que necesito sentarme. —Exhalé, tomando asiento al lado de Hillary. Ángela me
mira con lastima, y Hillary me mira con incredulidad—. ¿Me crees verdad, Angie? —pregunto
esperanzada, enfocando mi mirada en el lado más optimista del sofá. Necesito alguien que al
menos admita que existe la posibilidad de que lo que estoy diciendo pueda ser verdad.
—Lauren no sé qué decir. Realmente no lo sé. —Suspira suavemente.
—Ella quiere decir lo mismo que yo —Hillary gruñe.
—Hillary, cierra la boca —Ángela le espeta.
—No, ¡no me voy a callar! ¡Dile que esto es una locura! —le contesta Hillary. Ella toma su
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cabeza y cierra los ojos—. ¡Esto me está volviendo loca! No me mal interpretes, Lauren. Solía
agradarme Cal. Pensé que me había equivocado con él, pero terminó siendo exactamente como
me lo esperaba —dice, poniéndose de pie—. El punto es que si l te amara, tendrías su trasero
Página
aquí. Te dejó cuando más lo necesitabas, y no sólo por una semana. Han pasado casi dos años.
Y estás aquí, sentada llorando y decayendo por él, ¡como si se hubiera ido a la guerra! —
exclama.
—No he estado simplemente sentada aquí. Tengo mi trabajo y, ¡he estado criando a
Caylen!
—Sí, esa es una gran vida. Editas esos y otras porquerías de manuscritos porque lo puedes
hacer aquí sola, alejada del resto del mundo. Se suponía que fueras una artista y viajaras por el
mundo, ¡¿qué sucedió?! —Sus palabras arden porque hay algo de verdad en ellas—. Él se largó,
y tú sigues aquí, siendo la fiel pequeña esposa, desgastándote.
—Hillary, ¡no! —Ángela le gruñe, dándole una mirada de enojo antes de mirarme con
lastima.
—Puede que nadie más te diga esto, pero no voy a mentir o a ignorar lo que está
ocurriendo aquí. Por eso es que estaba tan feliz de ver que te estabas acercando a Steven de
nuevo, ¡y después me encuentro con esto!
—Cal me prometió que no se iba por alguien más. Sólo dijo que tenía que irse. Cal ha
hecho un montón de cosas, pero nunca me ha mentido —le digo cortante.
—¿Cómo lo sabes? ¿Solo porque él lo dice? —Hillary se ríe.
Mi piel está caliente y mis oídos estaban zumbando.
—Cal es muchas cosas, ¡pero no es un mentiroso! —Me acerco hasta quedar cara a cara.
Ángela rápidamente se nos aproxima, lista para intervenir en lo que ve es una situación que se
está saliendo de control.
—No. ¡Lauren! Tú probablemente lo conoces tanto como yo, lo cual no es mucho —grita,
y mi ira comienza a derretirse, siendo reemplazada por depresión. Veo la ira dejar también su
rostro—. Lauren. —Su tono es más suave que antes—. Debí haberte mostrado esto cuando lo
conseguí —dice—. No sabía qué hacer. No quería herirte. Pensé que si no lo sabías…
—¿De qué estás hablando? ¿De qué está hablando, Angie?—le pregunto exasperada,
intentando soportar lo que sea que Hillary me lance sobre Cal.
—N…no losé —dice Angie, luciendo tan sorprendida como yo.
—Sera mejor que te sientes —dice gentilmente.
—¿Qué? —le pregunto, mirando por un breve momento a Ángela, quien parece sincera.
Hillary se sienta a mi lado antes de comenzar.
—¿Recuerdas el mes pasado cuando fui al cumpleaños de mi tía? —dice lentamente.
—¿Qué tiene eso que ver con esto? —pregunto ansiosamente, sintiéndome
extremadamente frustrada también
—Déjame terminar —dice, mirándome a los ojos. Cruzo los brazos y escucho, esperando
que no sea otro puñado de críticas—. Cuando fui, mi primo estaba presumiendo que su hija
había sido elegida como reina en la reunión de ex alumnos, y tú sabes, pueblo chico, eso salió
en el periódico… y mientras estaba revisándolo, vi esto —dice sacando un pedazo de papel. Me
lo entrega. Leo el título y encojo los hombros.
—Es un periódico de Madison. Eso está como, a dos condados de Saginaw… ¿qué tiene
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eso que ver con esto? —pregunto, mi mente da vueltas por la confusión.
—Ábrelo, la segunda página. Veras de qué estoy hablando. —Ruedo los ojos y lo abro,
Página
escaneando la página. Mis ojos aterrizan en una foto que hace que mi corazón se detenga. Hay
una foto de Cal con un hombre mayor. Leo el subtítulo debajo de ella:
Antiguo alumno de la secundaria Madison, Chris Scott, posa con su padre William Scott luego del
concurso anual de comer pasteles.
—Hillary, ¿qué mierda es esto? —Mi voz está temblando, mis ojos están pegados a la
página.
—Lauren, ¿qué es? —Ángela pregunta, su voz llena de preocupación.
—Le pregunté a mi tía sobre él, jugó fútbol contra su hijo, era muy bueno. El nombre de
su madre es Gwen, ellos se conocieron por eventos para recaudar fondos para deportes—revela
Hillary tranquilamente.
—No… —digo lentamente, sacudiendo la cabeza desafiantemente—. ¡No! ¡Este no es él!
¡No puede serlo!—le grito, tirando el papel al suelo. Ángela lo recoge y veo como su expresión
cae.
—Lauren, ¡las fotos no mienten! ¡Él te ha estado mintiendo todo este tiempo! ¿Ahora
entiendes por qué he estado tan enojada y frustrada contigo? ¡Estoy intentando ayudarte! ¡Él no
es quien dice ser! —insta Hillary, pero la ira de su expresión se ha disipado. Siento como si
fuera a vomitar—. ¡Dile, Angie! ¿Es ese Cal o no?—grita Hillary, tomando la foto y
empujándola frente a los ojos de Ángela.
Lenta y cuidadosamente me siento en el suelo.
No puede ser él. No tiene sentido. Cal no estaría en un concurso de comer pasteles en un
pequeño pueblo.
—Lauren, este luce mucho como él —dice Ángela suavemente.
—¿Luce? ¡Ese es él! —grita Hillary.
Ángela se sienta frente a mí.
—Lauren, dijiste que Cal era adoptado, tal vez es su hermano gemelo... —Intenta razonar
ella.
—Un biológico hermano gemelo al que nunca mencionó, ¿con el mismo apellido que sus
padres adoptivos? Por favor, él es un estafador. Está viviendo una doble vida—expresa Hillary
con un gruñido de frustración.
—Hillary, ¡cállate por un minuto!—grita Ángela. Comienzo a sentirme mareada y
caliente, por unos segundos mi visión se torna borrosa y luego se aclara.
—Necesito… necesito agua —digo levantándome y moviéndome a la cocina.
—Lauren, ¿estás bien? —pregunta Ángela agarrando mi hombro.
Su voz. Sus voces son tan fuertes, que martillean mis oídos, y cuando me doy la vuelta, su
rostro se vuelve borroso. Me siento fuera de balance y caigo. Ángela me agarra antes de caer al
suelo.
—Hillary, ¡tráele agua! —grita—. Lauren, escúchame, ¿puedes oír mi voz? —Toma el
periódico y comienza a darme aire en el rostro.
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artículo incluso usaron su apellido… Pero no puede ser. Simplemente no tendría sentido. ¡Su
nombre no es Chris!
—Lauren, di algo dulzura. Estas asustándonos —dice Hillary, su voz llena de
remordimiento, mientras coloca el vaso de agua en mi mano. Cuando la levanto hasta mis
labios y tomo un sorbo, ambas dejan escapar un suspiro de alivio—. Soy una gran perra. No
debí habértelo dicho de esta manera —Hillary se regaña—. Sólo no podía soportar ver lo mucho
que te importaba ese patán.
—Debiste habérmelo dicho al momento de enterarte —digo en un susurro bajando el
vaso. Ambas me están viendo como si me estuviera muriendo. Cubro mi rostro—. Déjame ver
el periódico nuevamente —murmuro, obligándome a no llorar.
Ángela luce escéptica, pero me lo entrega. Miro nuevamente la fotografía, su rostro…Él
está sonriendo ampliamente, sosteniendo un trofeo con el hombre mayor a su lado. Luce tan
feliz, y diferente. Esta persona tiene su rostro y su apellido, pero hay algo diferente. Sólo que no
puedo adivinar qué es. Si se trata de él, todo lo que me ha dicho ha sido una mentira. He sido
una idiota que se la ha pasado pensando que se encuentra en algún tipo de aprieto, pero, ¿por
qué está ahí? Porqué en algún pequeño condado que no puede ser más grande que mi ciudad
natal. Esperaría que Cal estuviera en Nueva York, o en Los Ángeles o incluso en alguna ciudad
extranjera, no ahí. Y me dijo que él y sus padres no se llevaban bien. Esto no concuerda.
¡Necesito respuestas ahora!
Me pongo de pie y las miro a ambas. Lucen tan preocupadas. Me coloco las sandalias que
tengo cerca y tomo mis llaves.
—Necesito que una de ustedes se quede aquí y le diga a Raven lo que está pasando —
digo, yendo al armario y tomando un abrigo.
—¿Adónde vas? —pregunta Ángela preocupada.
—A ver a la única persona que puede darme algunas respuestas —les digo antes de
dirigirme a la puerta.
***
—¡Hola, Lauren! ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Helen, luciendo sorprendida
mientras me da la bienvenida, pese a que sé que los guardias de seguridad les han alertado de mi
presencia—. ¿Qué ocurre? —interroga, notando mi expresión.
—¿Donde está Dexter? —demando.
—Él está…en su oficina. Lauren, ¿qué sucede? —pregunta nuevamente preocupada,
mientras camino rápidamente por el pasillo hacia la oficina de Dex. Toco fuertemente dos veces
antes de entrar. Dexter levanta la mirada de la conversación telefónica que está teniendo, con
una mezcla de sorpresa e irritación en su rostro.
—Tendré que devolverte la llamada —murmura en el teléfono antes de colgar—. Lauren,
es una sorpresa. —Se pone de pie y da la vuelta al escritorio para abrazarme—. ¿Cómo estás?
Helen me contó lo que dijiste, estoy realmente agradecid… —Se detiene cuando me ve
luchando por sacar el periódico de mi cartera.
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reconocimiento, y después, sí, ¡ahí está!, culpa. Luego de un momento me mira, y por una vez,
parece que se ha quedado sin palabras.
—Él prefiere Cal —comienza, colocando una falsa sonrisa en su rostro. No puedo creer
como puede mentirme de esta manera.
—¡Esa es una mierda! —grito. Parpadea, sin inmutarse. Helen, sin embargo, parece como
si fuera un venado atrapado por las luces de los autos—. Ahora me voy a sentar aquí todo el día
si tengo que hacerlo, pero vas a decirme algo, o juro por Dios, que saldré de esta oficina y
desapareceré sobre la faz de la tierra y ni tú ni Cal serán jamás capaces de encontrarme ni a mí
ni a Caylen, sin importar cuánto dinero tengan. Así que piensa con cuidado antes de abrir la
boca para mentirme —gruño.
—¿Qué demonios está haciendo Cal en Madison? —pregunta Helen confundida. Dexter
no contesta—. ¡Contéstame!—ordena enojada.
—Helen, tú no tienes nada que ver con esto —le dice severamente.
—Soy tu esposa, y no sólo tu esposa, sino que también la amiga de ella. Y ella merece
saber lo que sea que tú sabes —gruñe Helen.
—¡Helen, vete! —ordena bruscamente.
—¡No Dex! Esto va más allá de ser leal a él. Dile algo, ¡o ella no será la única que se
largue! —dice Helen en un suave y despiadado tono que hace que se me ponga la piel de
gallina.
Dexter la mira fijamente como si estuviera mintiendo, pero ella permanece firme, y un
momento más tarde, él camina nuevamente hasta su silla y se sienta.
—¿Qué quieres saber, Lauren? —Dex me pregunta calmadamente.
—¿Es ese Cal? —pregunto suplicando. No dice nada, pero sus ojos lo delatan. Comienzo
a sentir mi corazón palpitando—. ¿Qué está haciendo? ¿Por qué está ahí? —Espero por una
respuesta, y no me da ninguna.
—Dex —dice Helen bruscamente.
—Tal vez le gusta el pastel —murmura Dex.
No puedo creerlo, ¡tiene el valor de bromear sobre esto!
—¿Por qué ese artículo dice que su nombre es Chris? —demando, sintiendo mis ojos
llenarse de lágrimas por la frustración
—Porque ese es quien es —dice Dex suavemente.
Miro a Helen quien luce tan confundida como yo.
—Sabes que es Cal. Sé que es él, así que, ¿por qué no me quieres decir la puta verdad? —le
grito desesperadamente.
—Es complicado —dice bruscamente.
—Entonces, ¡explica! —le grito cuando mis lágrimas comienzan a nublar mi visión.
—No me corresponde decirte —dice enfáticamente.
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—No te corresponde mantener secretos conmigo. ¡Todo lo que quiero saber es lo que tú
sabes! —ruego, pero él ni siquiera se inmuta—. Todo este tiempo, todo este tiempo lo has
sabido. Tuve a Caylen sola, llorando noche tras noche, preocupada por él, quedándome ahí
Página
como una idiota, y ¡Tú lo sabías! ¡Lo has sabido todo el tiempo, y no quieres decirme, aun
cuando tengo esta maldita fotografía frente a ti! —grito.
—No puedo ayudarte, Lauren. Lo lamento —dice en un tono bajo.
—Pensé que me había dejado, por alguna divina razón para protegerme, y todo era una
mentira. Él ha estado en Madison usando un nombre falso. Aquí dice que asistió a la
secundaria ahí, por amor de Dios. ¡Cal me dijo que creció en Chicago! —grito. Comienzo a
sentirme mareada nuevamente, mis emociones están alcanzándome.
—No entiendes, ¡ese es mi punto! —dice Dexter dudando.
—No, entiendo completamente. Terminé de hacerte preguntas que obviamente no vas a
contestar. No eres con quien debería estar hablando de todos modos. —Miro a Helen quien luce
como si intentase mantener la calma aun cuando sus nervios están al borde—. Su dirección, eso
es todo lo que quiero de ti. Al menos merezco eso —digo, exhausta por todo este drama.
—No te la puedo dar porque Cal no está en Madison—afirma rotundamente.
—¡Todo lo que quiero es la dirección de dónde está! —logro gritar con la ira que me
queda.
—Dex, ¡dile! —grita Helen.
—¡No puedo! ¡La persona a la que va a buscar no va a estar ahí! —Dexter ruge.
—Entonces lo encontraré yo misma. —Madison es casi del mismo tamaño que Saginaw;
puedo encontrarlo en una semana.
—Lauren, te pido que no vayas. Dame más tiempo… —dice, levantándose de su asiento.
—¿Cómo te atreves? —Escupo—. ¡Cómo te atreves a no decirme nada sobre dónde está, y
a pedirme que no lo vaya a buscar! —digo furiosamente.
—¡No es lo que piensas! —grita.
—¡Entonces dile! —ruge Helen. Por una vez, veo a Helen retando a Dex, yéndose en
contra de lo que me aconsejo durante una de nuestras primeras conversaciones sobre vivir con
los secretos de nuestros hombres. ¡Ya era la maldita hora!
—¡No sabes lo que pienso! Y si hubieras escuchado algo de lo que he dicho, ¡sabrías que
las cosas no se pueden poner peor! —grito. Luego volteo mi atención a Helen, quien parece lista
para salir por la puerta e ir a buscarlo conmigo—. Adiós —digo antes de que se me rompa la
voz. La saludo con la mano ligeramente antes de salir de la oficina, pero ella me sigue.
—¡Lauren! —grita Dexter. Me detengo—. Él nunca quiso que las cosas fueran de esta
manera. Realmente lo intentó —dice antes de desaparecer nuevamente dentro de su oficina.
—¿Qué mierda significa eso? —pregunto, dejando salir un exhausto y frustrado gruñido.
Nunca me he sentido tan completamente cansada.
—Dex habla mucho con acertijos, pero escúchame —dice tomándome por los hombros—.
Voy a averiguar dónde está. Él va a decirme algo antes de que la noche termine, y cuando lo
sepa, serás a la primera a quien llame —explica abriendo la puerta.
—Llama a mi celular, no estaré en casa, me voy a Madison —le digo, dirigiéndome a los
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elevadores.
Ella me sigue afuera.
Página
Cuatro horas. Ese es el tiempo que he conducido. Tuve que detenerme y pedir direcciones
dos veces, gracias a mi decisión al calor del momento sobre hacer este viaje, y a que mi GPS se
pusiera estúpido. Mi teléfono ha estado sonando sin parar desde que les deje saber a mis amigas
sobre mi decisión de ir sola a Madison. Luego de conducir por tanto tiempo, estoy empezando
a pensar que tenían razón.
La parte más sabia de mí desearía que hubiera esperado un par de días para asimilar esto,
esperar por lo que me dijera Helen, al menos empacar algo de ropa. He estado detenida a un
lado de la carretera, viendo el letrero de Bienvenidos a Madison al menos treinta minutos. Mi
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parte encabronada, enojada y ansiosa, está lista para comenzar a tocar puertas a lo loco. Para
ser honesta, esa es la única idea que tengo. No tengo idea de dónde está Cal, o si sigue ahí. No
Página
sé lo que voy a hacer si lo encuentro. ¿Qué le voy a decir? Hay tantas cosas que deseo saber, de
las que nunca he tenido respuesta. El periódico solo agregó más preguntas a la lista. Hasta
anoche, cuando lo escuché, he intentado olvidarme de él. Lo he intentado tanto, pero el hecho
de que Caylen es su viva imagen no ayuda mucho.
Cuando primero la vi, lloré. Tenía la felicidad de ver el rostro de mi bebé, y un extraño
placer porque sabía que nunca sería capaz de olvidar a su padre. Cada vez que la mirara, él
estaría mirándome, riéndose de mí, y también está la promesa que le hice…pero
definitivamente él ha roto algunas de sus promesas.
Me inclino sobre el apoya brazo y abro la guantera, sacando el desgastado, y manchado
sobre. Ni siquiera lo quería en mi casa. Lo abro y saco mi anillo de matrimonio. No lo he
tocado en mucho tiempo. El día que me enteré que estaba embarazada de Caylen, me lo quité y
lo metí en un sobre cerrándolo. No pude obligarme a tirarlo, pero tampoco podía usarlo.
Pienso nuevamente en la fotografía del artículo en el periódico. En que su expresión
parecía extraña, pero aun en la fotografía de baja calidad, sus ojos me atraían.
Dejo salir un suspiro y miro el reloj, son las 4:30. Han pasado cuatro horas y media… otro
suspiro. Respiro profundamente una vez más y me miro en el espejo retrovisor. Las bolsas
alrededor de mis ojos pueden cargar compras del súper. Luzco como si no hubiera dormido en
días.
Recojo el teléfono y le marco a Helen, recibo el mismo mensaje diciendo que no está
disponible ahora y que lo intente después. Cuelgo frustrada.
No sé nada de este pueblo aparte de que nuestra escuela jugó contra ellos una o dos veces.
Ni siquiera sé si Cal esta aquí.
Mi teléfono suena nuevamente. Esta vez, es Ángela.
—Hola, Angie. —Suspiro, observando un vehículo pasar rápidamente.
—De hecho, soy Hillary, tomé su celular ya que no me contestabas —dice. Ruedo los
ojos, aún enojada por lo que sucedió antes.
—Bueno, no contesté por una razón—le digo francamente.
—Lauren, dije que lo sentía. Sé que debí habértelo dicho cuando me enteré, pero no sabía
cómo —dice rápidamente.
—Bueno, hoy realmente encontraste la manera —contesto bruscamente.
—Tienes razón. Fui la perra más grande del mundo —dice riéndose. Pero es forzado y se
detiene con un suspiro—. Pensé que si comenzabas a salir con Steven, eso haría las cosas mejor
para ti. Creo que no deberías estar encerrada en la casa con Caylen, y que deberías volver a ser
tú misma otra vez.
—Lamento que las cosas no han sido como antes entre nosotras, y que parezca que
Ángela y yo somos más cercanas pero…es solo que ella me vio en uno de los puntos más bajos
de mi vida. Así que no me siento tan expuesta cuando hablo con Ángela, porque me ha visto en
mis peores momentos. Yo sólo…no sé cuándo voy a ponerme a llorar, ¿sabes? Constantemente
me siento vulnerable, y me odio por sentirme de esa manera. Me siento avergonzada de ello. —
Frunzo el ceño—. Hoy estaba molesta contigo porque estabas diciéndome la verdad. Lo mismo
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que me dice esa vocecita en mi cabeza, pero dejé de escuchar esa voz cuando conocí a Cal. —
Dejo salir una pequeña risa limpiándome las lágrimas que escapan de mis ojos. La escucho reír
Página
fijamente la dirección en el papel. Recojo mi mapa y veo que la dirección que Hillary me dio
está en este mismo camino. Coloco el mapa y la dirección en el asiento del pasajero y descanso
la cabeza en el volante por unos cuantos instantes para pensar.
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Cal nunca me dijo nada sobre sus padres. Todo lo que sé es que fue adoptado cuando era
joven, y que no se llevan bien.
Nada tiene sentido.
Él no me dejaría por volver a casa. Este no puede ser su hogar. Me dijo que creció en
Chicago. Nunca siquiera pensé en que tuviera una familia unida. Nunca menciono nada sobre
ellos.
En nuestra boda, las únicas personas que llegaron cercanas a él fueron Dexter y Helen, y
unos cuantos asociados de negocios. Todo esto tiene que ser una mentira. Tiene que haber una
explicación para esto. Ni siquiera puedo imaginar qué va a decir cuando me vea… sí es que está
en esta dirección. ¿Qué me va a decir esta mujer cuando me aparezca preguntando por su hijo?
¿Siquiera es su madre? Todas estas preguntas pasan por mi cabeza.
Me siento y respiro profundamente unas cuantas veces, intentando limpiar mi cabeza,
intentando alejarme de mis confusos pensamientos. Bueno, sólo hay una manera de saber todo
esto. Le doy vuelta a la llave y enciendo el auto.
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—¿C ómo sabes si está bien, Dexter? ¿Por qué no está contestando mis llamadas?
¡Estoy a punto de llamar a los jodidos policías! —digo frenéticamente al
teléfono mientras camino de un lado al otro. Su tono de voz me está
haciendo enojar. Él está calmado y entretenido, al parecer imperturbable. Mientras yo estoy
perdiendo la razón.
No he visto o escuchado de Cal por cuatro días. No responde a mis mensajes de texto o
mis mensajes de voz. Traté de hacerme la tranquila al principio. No quería verme como la
aburrida y loca esposa. Especialmente desde que este es su segundo viaje desde que nos
casamos.
Día uno: No lo llamé en todo el día, bueno, no por un largo rato, de cualquier manera.
Eventualmente, sí quise asegurarme de que él había llegado a donde se dirigía. Le mandé un
mensaje, que no respondió. Así que lo llamé esa noche. No hubo respuesta. Y lo llamé de
nuevo y el teléfono fue directamente al buzón de voz.
Día dos: Lo llamo de nuevo, como cualquier persona racional haría, pero el teléfono sigue
apagado y las llamadas van directo al buzón de voz.
Día tres: Sigue enviándome directo al buzón de voz, ¿y se supone que esté bien con ello?
No sé dónde estará o si está bien. ¿Solo tengo que dejarlo pasar? Él no está en el jodido ejército.
Estoy segura que donde quiera que esté hay un toma corriente para cargar su teléfono si la
batería de este murió.
Día Cuatro: Le estoy gritando a Dexter, sé que no es su culpa pero ya que no se está
tomando esto en serio consigue que le grite antes que a Cal. Según Dexter toda esto es
malditamente normal. ¡Nada de qué preocuparse! Bueno, si no ocurre nada malo, Cal
definitivamente va tener algo por qué preocuparse cuando regrese a casa.
—Lauren, te puedo asegurar que Cal está bien. Esto es lo que él hace —dice Dexter—.No
va a responder todas tus llamadas, si algo malo ocurriera lo sabría y tú serías la primera persona
en saberlo —reitera él. En realidad él sería la primera persona en saberlo lo que me haría a mí la
segunda pero no voy a hondar en ese punto ahora.
—No espero que él conteste todas mis llamadas pero espero saber de Cal al menos una
vez después de cuatro días. ¿Cómo es que tú te puedes comunicar con él y yo no? Yo estoy…
Corto la oración ahí cuando escucho la puerta principal abrirse y a Cal entrar.
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importa en este momento. Cal entra con su bolso en el hombro y lo deja caer al suelo. Cuando
me ve, una gran sonrisa aparece en su rostro. No debe estar leyendo correctamente mi expresión
en absoluto, la cual se encuentra entre preocupada y molesta.
—¡Oye hermosa! —dice Cal, halándome hacia él. Le permito besarme brevemente en los
labios pero después lo empujo suavemente. Se ve desconcertado por mi reacción. Oh, es que
pronto lo va a entender.
Le doy una palmada en el pecho y le toco el rostro, mirándolo desde varios lados.
—Empieza hablar —digo con las manos en mis caderas.
Él saca la lengua y un segundo después me agarra y lame mi mejilla, lo empujo de nuevo,
obligándome a no reír. Sigo enojada y sus pequeñas travesuras no van a funcionar hoy.
—Si quieres jugar al doctor, solo tienes que decirlo —dice, apretando mi trasero. Le doy
una palmada en su mano.
—No. Estoy tratando de ver qué diablos está mal contigo. Tiene que haber algo, ya que no
hablé contigo por cuatro días —digo secamente, con mis brazos cruzados sobre mi pecho. Él
mira al techo como si estuviera aburrido por mi discurso—. ¡¿Hola?! —digo, irritada por su
actitud despreocupada.
—Te estoy escuchando —dice caminando lejos de mí.
Lo sigo.
—¿Sabes lo preocupada que estaba por ti? —admito, tratando que la sinceridad en mi voz
le sea trasmitida. Lo sigo hasta la cocina. Él se dirige directamente al refrigerador, su atención
parece estar más en lo que va a comer que en escucharme y siento que mi ira va aumentando.
—Te dije que no te preocuparas cuando me fui —dice, buscando en el refrigerador—.
Estoy jodidamente hambriento. —Cal la cierra, aparentemente insatisfecho con su contenido.
—¿Dónde estabas? —pregunto puntualmente.
—Te lo dije. En Colorado, trabajando. —Mete un bagel en su boca antes de subirse de un
salto encima de la isla.
—Trabajando. ¿En serio? —pregunto sarcásticamente.
—¿Qué-más-podría-estar-haciendo? —afirma lentamente, como si no lo pudiera
comprender.
—No seas condescendiente conmigo, Cal. Este no es el mejor momento para serlo. —Mi
paciencia se agota mientras esta conversación continua.
—Tú eres condescendiente conmigo. Esta es la tercera vez que te digo dónde estaba. No
sé de qué otra manera quieres que te lo diga—dice sarcásticamente, levantándose de la isla y
volviendo por una soda al refrigerador.
—¿Por qué no contestaste el teléfono? —pregunto.
—Es solo que no tuve tiempo —dice impacientemente, encogiendo los hombros
casualmente. ¡Encogiendo los hombros casualmente!
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Me muerdo el labio.
—¿Esto es todo? ¿Simplemente decidiste no contestar? —digo bruscamente.
Página
—Sí —afirma simplemente, su voz tan fuerte como la mía y no puedo creer que esté
irritado por mis preguntas. Es casi como si él no entendiera lo que le pregunto. Niego
incrédulamente y me alejo, tragándome el impulso de arremeter contra él en un asalto verbal.
—¿Por qué el tercer grado7por esto? Esto nunca había sido un problema antes. ¿Por qué
ahora? —pregunta, siguiéndome.
Me detengo y me doy la vuelta para enfrentarlo.
—Oh, lo siento. No recuerdo que alguna vez me dejaras por más de tres días seguidos y
no contestaras tu teléfono o me devolvieras la llamada —digo.
—Me fui antes pero no enloqueciste como ahora.
Cruzo mis brazos.
—Esto es diferente —digo.
—¿Por qué? —replica.
—¡Por qué esto no es normal! No tengo problemas contigo yéndote a trabajar, pero no
puedes irte sin tener ningún contacto conmigo. Estaba preocupada por ti. No sabía si estabas
bien, o si habías tomado tu vuelo. ¿Cómo puedes no entender cómo me siento en este
momento? Esos fueron tres días de completa preocupación, frustración y ansiedad. ¿Acaso tú
crees que es así como quiero sentirme cada vez que vayas a trabajar? —digo, tratando de quitar
la rabia de mi voz, así solo dejar que escuche mi preocupación pero no estoy haciendo un buen
trabajo debido a que estoy furiosa en este momento.
Él aparta la mirada de mí, dirigiéndola a sus pies.
—Nena, esto va a pasar algunas veces. Pensé que lo entendías, que estabas bien con ello
—dice con una pizca de incredulidad en su voz.
No sé de dónde saco la idea que iba a estar bien sin que se comunicara conmigo en
absoluto en estos “viajes”. El primer viaje que hizo después de casarnos duro una semana. Me
llamó cuando bajaron a tierra y me llamó todas las noches que estuvo ahí. Me envió mensajes
de texto diciéndome lo mucho que me extrañaba. Antes de casarnos me llamaba y se mantenía
en contacto. Ahora actúa como si esto fuera tan normal como caminar por la calle.
—No sé qué te dio la impresión que estaría de acuerdo con esto —digo incrédula. Cal
suspira y sostiene la parte trasera de su cabeza con sus manos.
—Me voy acostar. He tenido un largo vuelo. Te extrañé. Pensé que tú me extrañabas
también. Pero no voy a hacer esto —dice secamente, caminando lejos de mí.
—¿Tú me extrañaste? —pregunto sarcásticamente, siguiéndolo—. Oh, qué bien. Aunque
no puedo decir lo mismo ya que no escuché de ti. Ni una vez —continuo, siguiéndolo por las
escaleras.
Está tan quieto como un ratón. Sin responderme nada cuando no estaba. Una vez que
llegamos a nuestra habitación suspiró como si estuviera exasperado. ¿Él está exasperado?
—¡¿Hola?! —digo, esperando algún tipo de respuesta, pero sigue sin contestarme.
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Cal levanta su camisa y se la saca por la cabeza, se quita el pantalón. Un Segundo más
tarde, está acostado en la cama.
—No sé cuál es tu jodido problema pero estoy cansado y me voy a dormir. —Me mira
Página
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Página
—P
uedo hacer esto —me recuerdo en voz alta mientras miro fijamente la
casa frente a mí.
Logré obtener el coraje para salir del auto ahora… si tan sólo
lograra caminar hasta la puerta principal.
Estoy de pie aquí, con las piernas incapaces de moverse. Absorbo mi alrededor Es muy
diferente a la vida en la ciudad a la que me he acostumbrado. Esta casa es hermosa, justo como
si hubiera salido directamente de una película de Disney; la suave pintura amarilla y el enorme
porche me recuerdan a la casa de Raven, allá en Saginaw, sólo que más grande. No puedo
evitar notar el enorme granero a unos cuantos pasos de ella; los acres que la rodean están
cerrados a los animales.
Meto las llaves en los hondos bolsillos de mi chaqueta mientras me acerco a la puerta.
Repentinamente comienzo a preguntarme si habrá alguien en casa. Subo las pocas escaleras del
porche y respiro profundamente antes de tocar el timbre. Doy un paso lejos de la puerta y doy
un vistazo por la ventana, las cortinas están ligeramente abiertas.
Por lo que puedo ver, la habitación está impecable, con una chimenea en el centro. Las
cálidas, paredes de color miel le dan una sensación de bienvenida, un sofá oscuro y unas sillas
rodean una mesita de café. Rápidamente me recuerdo que estoy espiando dentro de la casa de
alguien y me muevo de regreso a la puerta frontal.
Vuelvo a tocar el timbre. Noto que estoy más o menos bailando, intentando calmar mis
nervios y canalizar la adrenalina. Toco el timbre dos veces seguidas y llamo a la puerta
frenéticamente; el autocontrol que había logrado reunir antes se está disolviendo rápidamente.
—Tal vez no hay nadie en casa —me digo y me doy la vuelta para bajar las escaleras, pero
escucho abrirse la puerta detrás de mí, me detengo casi con miedo de darme la vuelta.
—¿Puedo ayudarte? —Su voz me detiene inmediatamente. Ni siquiera tengo que darme la
vuelta para verlo para saber que es él. Me agarro de la baranda para evitar caerme.
—Cal —digo tan suavemente que no estoy segura si puede escucharme. Me doy la vuelta
y mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Camino hacia él lentamente, sintiéndome como si
fuese a despertar en cualquier momento. Ha pasado tanto tiempo desde que lo vi por última
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vez.
Cuando llego hasta él, quedando frente a frente, aún luce igual, sólo que sus ojos son casi
totalmente verdes, el gris esta solo entremezclado con el predominante color verde. Lentamente
Página
muevo mi mano para tocar su rostro aun cuando está temblando incontrolablemente.
—Eres tú. —No puedo esperar otro segundo y salto en sus brazos. Ha pasado tanto
tiempo desde que lo toqué, demasiado tiempo. Todas las preguntas que tengo no parecen
siquiera importantes en este instante, sólo importa que está aquí—. Te he extrañado tanto. —
No puedo evitar llorar. Lo miro esperando a que diga algo, pero me doy cuenta de que está sin
palabras, casi impactado y noto que sus manos no están a mi alrededor.
—¿Chris, quién es esta? —Miro detrás de él solo para ver a una alta mujer rubia,
mirándonos extrañamente.
—¿Chris? —digo, confundida—. Chris. ¡Su nombre no es Chris! —le digo bruscamente, la
ira comienza a reemplazar la euforia de verlo ya que estoy recordando qué me trajo aquí en
primer lugar. Ella me frunce el ceño y luego lo mira.
—¿Quién es esta? —pregunta furiosa.
—¡N… no lo sé! —le contesta a la rubia.
—¿Quién soy? ¿Quién eres tú? —pregunto defensivamente. Y entonces comprendo qué es
lo que él acaba de decir. Mi quijada cae por la incredulidad—. ¿Qué? —digo bruscamente,
volteando mi atención a él.
—Creo que me has confundido con alguien más —dice, mirándome de forma extraña. Mi
corazón se cae, uniéndose a mi mandíbula en el suelo—. Simplemente comenzó a llorar cuando
me vio —le explica a la mujer detrás de él, al parecer más preocupado por ella que por mí.
—¿De qué demonios estás hablando? —pregunto confundida y enojada
—¡Ella no parece haberte confundido con nadie! —le dice la mujer enojada, mirándome
con sospecha
—Cal, ¿qué mierda estás tratando de hacer? —Mi piel se calienta, mi ira y mi impaciencia
están a punto de reventar.
—Mi nombre es Chris —dice, alejándose de mí. ¿Qué está pasando?
—Mira, ¿quién eres tú? —pregunta la mujer impacientemente
—Soy su esposa, ¡eso es lo que soy! —digo endurecidamente—. ¿Quién diablos eres tú? —
pregunto ásperamente.
Frunce el ceño, pero después se echa a reír.
—Ooh ya veo. Esto es un chiste. Muy bueno Chris, casi me lo creo por un minuto, pero
sabes que puedo ver a través de tus bromas. —Le da palmadas en el pecho
—¿Te parece que estoy bromeando? —le digo frenéticamente, el ardor de las lágrimas sin
derramar se forman en mis ojos. Deja de reír. Miro a Cal al rostro y él me está mirando como si
no tuviera idea de quién soy—. ¡Cal, dile! —le grito, desesperadamente intentando no llorar por
la frustración. ¡Esto no puede estar pasando!
—¡Mi nombre no es Cal! —Su voz se eleva por el pánico
—Chris, ¡¿quién es ella?! —La mujer le pregunta nuevamente enojada, la idea de que esto
sea una broma ha salido por la ventana.
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—Jenna, ¡nunca antes he visto a esta mujer en mi vida! —intenta decirle suplicantemente.
—¡Maldito! —grito, empujándolo.
Página
¡Cómo puede no ser Cal! ¡Es él! ¡Lo es! ¡Es su voz! ¡Su rostro! Tengo la misma sensación
de cuando estoy cerca de él…casi. Y ahora puedo sentirla demasiado porque se me ha privado
de ella por tanto tiempo…
—¡¿Ahora no sabes quién soy!? —grito enojada mientras las lágrimas fluyen por mis
mejillas—. Bueno, entonces, ¡quién me dio esto! —pregunto sarcásticamente. Saco el anillo de
mi bolsillo y se lo tiro. La mujer va tras el anillo y lo inspecciona.
—Chris, ¡esto es un anillo de bodas! —grita, empujándolo en su rostro.
—¡Nunca he visto eso en mi vida! ¡Nunca la he visto a ella en toda mi vida! —grita,
apuntándome como si fuera una extraña. Claramente está en un estado de pánico, que por poco
iguala al mío.
—¡Chris, no me mientas! —le grita ella.
—¡Ni siquiera sabe mi nombre! ¡Está loca! —le contesta con otro grito a la mujer. Ella me
mira, intentando determinar quién es el mentiroso aquí. Su expresión facial se suaviza, y se
mueve hacia ella, tomando su mano—. Jenna, te lo juro. No tengo idea de qué está hablando —
le ruega más calmado.
Comienzo a reírme histéricamente. Estoy a punto de vomitar. Tengo que estar soñando,
¡esto no puede estar ocurriendo!
—¿Quién es ella para ti? ¿Por esto te fuiste? ¡¿Por esta es por quien me dejaste?! —digo
entre lágrimas, tomando su brazo.
—Es mi prometido —gruñe. Comienzo a reírme de nuevo cubriendo mi rostro mientras
doy un paso atrás, lejos de ellos. Meneo la cabeza incrédula y riéndome conscientemente.
Tengo que reírme porque si no voy a malditamente explotar. Siento que me hierve la sangre y
finalmente, exploto.
—¡¿Cómo carajo puede casarse contigo, cuando aún está casado conmigo?! —grito
agarrándome la cabeza. Mi pecho se siente tan apretado y mi cabeza me está matando.
—Ni siquiera te conozco, ¿quién eres tú? ¿Cómo me conoces? —pregunta furioso.
—Todo este tiempo, todo este tiempo me has estado mintiendo y ahora… ¡ahora! ¡Actúas
como si ni siquiera supieras quién soy! —Comienzo a llorar histéricamente—. Me juraste que
no se trataba de otra mujer. ¡Maldito imbécil! —continúo maldiciendo el rato entero. Este hijo
de puta no se merece nada de mí. Me doy la vuelta y bajo dando pisotones en las escaleras hacia
mi auto—. ¡Quiero el divorcio! —grito por sobre mi hombro—. ¡Nunca más quiero verte! ¡No te
atrevas a acercarte a mí o a Caylen de nuevo! Te mandaré tus mierdas con Dexter, ¡lo quiero
todo fuera de mi casa! —le gruño brutalmente.
—¿Cómo conoce a Dexter? ¿Cómo carajos conoce a Dexter, Chris? —Escucho gritar a la
mujer.
—No lo sé Jenna, ¡esto debe ser una broma! —dice con una risa de pánico.
¿Una broma? Me doy la vuelta y me dirijo a las escaleras.
—¡Una broma! ¿Soy una broma? ¡¿Crees que el arruinar mi vida es una puta broma!? —
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Subo corriendo los escalones, lo empujo y lo golpeo con toda la energía que puedo reunir e
intenta contenerme.
Jenna interrumpe.
Página
Abro los ojos y mi visión es borrosa al principio, pero las cosas lentamente se van
enfocando. Toco mi frente; mi cabeza aún está palpitando como si alguien estuviera
golpeándome la cabeza con un martillo.
Veo a mi alrededor y me doy cuenta que me encuentro en una sala; la cálida chimenea
frente a mí está resplandeciendo fuertemente. Veo hacia la ventana y veo que afuera está
completamente oscuro exceptuando la brillante lámpara del porche. Y mientras miro a través
del cristalino vidrio, comienzo a comprender que los eventos de antes no fueron un sueño, que
no los he imaginado.
Intento ponerme de pie, pero mis piernas se sienten un poco inestables, resultando en un
rápido regreso a mi posición sentada. Veo mi cartera yaciendo en la mesa frente a mí. Me
pregunto cómo llegué aquí. Volteo hacia la puerta y me doy cuenta que ahora es mi
oportunidad de escapar, de librarme de esta horrible situación en la que me he metido pero sé
que las respuestas que necesito están en esta casa. Nunca creí que las cosas sucederían así.
Nunca en un millón de años me hubiera imaginado que casi me pelearía con otra mujer por el
hombre que amé, especialmente cuando él estaba afirmando que no me conocía.
Comprometido. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? Todas sus palabras, sus promesas,
eran mentira, todas y cada una de ellas y aun así lo que más duele es la manera en la que
actuó… como si no me conociera. Como si no significase absolutamente nada para él. Y lo que
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me destroza por dentro… de la manera en que actuó… es que lo hizo tan bien…
¿Por qué hacer todo este plan? ¿Por qué no simplemente se divorció, o ser honesto
Página
conmigo y decirme que estaba enamorado de alguien más? ¿Por qué fue a ver a Caylen? ¿Por
qué le dijo todas esas mentiras sobre extrañarme? Tiene que ser un psicópata o un estafador;
Hillary tenía razón. Pero no puede ser eso, si así fuera, ¿cómo le voy a explicar esto a mi hija?
8
Jerry Springer: Presentador de programas televisivos.
¿Cómo pudo tener una vida completa conmigo y otra aquí? ¿Cómo puede vivir dos vidas?
¿Cómo puede ser dueño de un ático en Chicago y vivir en una granja en Madison? El terreno es
vasto, pero… simplemente no es… él. Pero después de todo creo que no lo conozco. Estoy más
confundida de lo que estaba esta mañana. Cuando no sabía absolutamente nada.
—Estás despierta. —Una suave voz me saca de mis pensamientos. Levanto la mirada para
ver a una mujer de mediana edad, con cabello rojo sonriéndome tan cálidamente que
instantáneamente siento como si la conociera.
—William. Ya se levantó, cariño —dice en dirección a la cocina. Camina cautelosamente
hacia mí y me ofrece una humeante taza de café. La miro con cautela, queriendo saber quién es
ella—. Necesitas beber algo —me alienta con una sonrisa. Tomo la taza y bebo lentamente.
William. Ahora reconozco al hombre de la foto cuando pasa por la puerta y me examina,
colocándose al lado de la mujer cuidadosamente. La presencia del hombre aunque no es
amenazadora, es más fría que la de la mujer, su expresión casi muestra un ceño fruncido.
Coloco el café en la mesa frente a mí. Abro la boca para decir algo, pero no sale nada. El
hombre suspira, casi frustrado y se sienta en una gran silla frente a mí. Junta sus manos y mira a
su esposa. Ella se coloca a su lado, descansando su mano sobre su hombro. Me miran como si
supiesen más que yo, lo cual es muy intimidante, dado que no sé quiénes son.
—Eres muy hermosa —dice la mujer suavemente en un tono triste. Me muevo incomoda
en mi asiento, dándome cuenta de cómo debo lucir ahora y hermosa no es. Rápidamente ajusto
mi blusa y paso los dedos por mi cabello—. No sabes quiénes somos. —Sale como una
afirmación, más que una pregunta.
Asiento. Sonríe ligeramente y mira al hombre a su lado, él frunce el ceño para sí mismo.
Los miro a ambos; parecen sentirse tan incómodos como yo. Deslizo mis manos por mi regazo
y suspiro.
—Vi su fotografía en el periódico con Cal —digo suavemente, mis ojos caen sobre el
hombre de antes.
—Cuando Chris y tú ganaron el concurso de comer pasteles, cariño. —La veo sonreírle
suavemente a su esposo. Siento como mi boca se frunce
—¿Por qué lo siguen llamando Chris? —digo. Quiero algunas respuestas y siento que la
urgencia de la situación está comenzando a colapsar dentro de mí. Cuando no me contesta más
preguntas salen de mi boca—. ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué está sucediendo? —La poca calma
que tenía, lentamente se está esfumando.
La pareja se mira el uno al otro antes de responder:
—Soy Gwen Scott y este es mi esposo William —explica rápidamente la mujer—. Somos
los padres de Chris.
Me pongo de pie nuevamente, si una persona más lo llama Chris, voy a perder los
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estribos.
—Quiero hablar con Cal. ¡Quiero hablar con él en este instante! —Mi voz está
Página
aumentando temblorosamente.
—Eso no es posible, dulzura —dice calmadamente la mujer
Comienzo a caminar de un lado al otro frente al sofá enojada.
—¿Acaso no quiere verme? ¡El daño ya está hecho! Yo solo… ¡Me debe una explicación!
—Me dirijo hacia la puerta determinada a encontrarlo incluso si tengo que buscarlo en cada una
de las habitaciones de esa casa.
—Lauren, por favor cálmate. —La señora Scott me ruega.
Dejo de caminar y me volteo para encontrarla de pie.
—¿Sabe mi nombre? —pregunto suavemente. Puedo ver que su expresión está intentando
esconder algún dolor mientras me da una mirada de lástima antes de mirar de nuevo a su
esposo.
Él se pone de pie a su lado.
—Sabemos quién eres —dice deprimidamente su esposo—. Eres la esposa de Cal —
suspira, cruzando los brazos. Su esposa me mira, casi con compasión.
—Cal. —Se siente bien que alguien aquí diga su nombre. Estaba empezando a sentir que
estaba en la dimensión desconocida—. ¿Así que les contó sobre mí? Entonces, ¿por qué actúa
como si no me conociera? ¿Es por esa mujer de allá afuera? Lo lamento no sé qué… nunca los
mencionó. E… él… —Siento que comienzo a atragantarme. Esto es demasiado. Simplemente
demasiado y apenas sé poco.
—No sabe quién eres —dice la mujer, acercándose a mí.
—¿Qué? —Aprieto la cartera contra mi pecho y la miro incrédulamente
—La persona que viste antes no era Cal —me dice su esposo.
—No lo entiendo… No, ese era Cal, lo sé, tiene que serlo —digo, encontrándome en la
necesidad de sentarme nuevamente
—No. No lo era —dice ella sentándose a mi lado. Busco en sus ojos para ver si está
bromeando. Su expresión es suave y compasiva. No lo entiendo. Lucía como Cal, sonaba como
Cal.
—Me estás diciendo que… ¿es hermano de Cal? ¿Es gemelo de Cal? —pregunto pensando
en la idea de Ángela. De hecho tendría sentido. Eso explicaría por qué no me conocía, porqué
me miraba como si nunca antes me hubiera visto en su vida. Nunca mencionó tener un
hermano gemelo, pero, tampoco mencionó un montón de cosas.
Las cejas de su esposo se elevan.
—Sí —contesta el señor Scott rápidamente.
La señora Scott le frunce el ceño.
—William, no. No más mentiras, ella merece la verdad —regaña a su esposo suavemente,
haciendo que sea su esposo el que le frunza el ceño a ella ahora
—No lo entenderá —dice, alejándose de nosotras.
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—Desearíamos que fuera tan simple —dice la señora Scott, luciendo adolorida. Miro de
uno al otro.
—Por favor, n… no sé qué pensar sobre todo esto. Vine aquí esperando algo diferente a lo
que encontré. Sé lo que vi pero algo dentro de mí está esperando que no sea lo que parece. —
Me río patéticamente de mí misma y de la esperanza que aún tenía de que esto sólo fuera un
gran mal entendido. Respiro profundamente—. Siempre he sentido que Cal ha estado
escondiéndome algo. No sabía el qué, o por qué. Todo lo que sé es que hace casi dos años me
abandonó. Me dejó sin ninguna explicación en absoluto, pero sentí que no fue algo que hiciera
voluntariamente y ahora… hoy finalmente lo encontré, pero al parecer está enamorado de esta
otra mujer, pretendiendo que no tiene idea de quién soy y duele tanto. Si hay algo, cualquier
cosa que puedan decirme, incluso si es sólo para confirmar que lo que he visto hoy es verdad.
Por favor… por favor, sólo díganmelo. —Comienzo a sentir las lágrimas fluyendo de mis ojos.
Las limpio, esperando una respuesta. Siento una cálida mano en mi hombro y levanto la mirada
para ver a Gwen también con lágrimas en sus ojos—. Sólo quiero la verdad —digo—. Aun si no
quiere volver a verme, solo quiero algún tipo de respuesta, un cierre —le ruego. Su expresión
aún parece dudosa y mira a su esposo para ponerse de acuerdo. Alejo la mirada de ella y vuelvo
mi atención hacia él.
Ahora está mirando fuera de la ventana. Me levanto y toco su brazo. Miro dentro de los
ojos de este hombre mayor y los veo destellar con lo que parece ser una hebra de vulnerabilidad,
pero sus murallas vuelven a levantarse. Ahora veo de dónde lo saco Cal. Él cruza los brazos
dejando salir un suspiro. Espero y seguiré esperando hasta que consiga una respuesta.
—Por favor —digo suavemente, apenas un suspiro
—La verdad es que la persona con la que te casaste no existe —dice, sus ojos mirando
frente a él, más allá de mí.
Me trago el nudo en mi garganta; creo que esperaba esto.
—Así que su nombre real es Chris —digo, esperando a que mi temblorosa voz se
estabilice—. Me ha estado mintiendo todo este tiempo —me digo suavemente, limpiando las
lágrimas recién derramadas antes de envolver los brazos a mi alrededor buscando algo de
consuelo.
—No corazón, no lo entiendes —dice la señora Scott compasivamente, indicándome para
que me siente a su lado en el sofá
—Oh, entiendo —digo, asintiendo mientras intento negarle la caída a más lágrimas—.
Entiendo que me usó… nunca me amó. —Mi voz me traiciona y cede, liberando un sollozo
—Oh, no corazón, tienes la idea equivocada —me asegura, frotando mi espalda como si
fuera mi madre. La miro escépticamente y respira profundamente—. Chris y Cal son... son dos
personas distintas —dice, tomando mis manos. Miro a su esposo y toma asiento en la larga silla
de antes con un gruñido de aprensión por la discusión sobre su hijo.
—N… no entiendo —tartamudeo, mirando del uno al otro. Ellos dijeron que no tiene un
gemelo.
—Chris y Cal comparten el mismo cuerpo, pero... la persona que conociste hoy es Chris
no Cal —explica la señora Scott cautelosamente—. Esa es la razón por la que actuó de la
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manera en que lo hizo. Realmente no sabe quién eres —explica gentilmente, sosteniendo mi
mano y buscando en mis ojos por algún tipo de reacción ante esta información—. Cal es una
Página
—¡No tenemos motivo para mentirte! —grita el señor Scott—. ¡Nuestro hijo está de
regreso en casa! Chris está de regreso, ¡Cal se ha ido y voy a hacer todo lo que esté en mi poder
para asegurarme de que siga de esa manera! —me dice fríamente.
—¡William! —dice la señora Scott, casi horrorizada. Me mira nerviosamente, y puedo
sentir mi boca abierta
—Te dije que no nos creería —murmura el señor Scott a su esposa.
—Quiero hablar con Cal en este instante —le digo ferozmente.
—Por favor sólo déjanos explicarte —ruega la señora Scott, intentando calmar la alta
tensión en la habitación entre su esposo y yo—. Sé que esto debe ser sobrecogedor para ti, pero
si tan sólo me das la oportunidad de que te explique… —ruega.
Luego de un rato de mirar fijamente a su esposo, tomo asiento. Como un esfuerzo para
hacer que mis manos dejen de temblar, las entrelazo fuertemente.
—Antes de que esto comenzara a ocurrir, nuestro hijo era apacible y educado, alguien
muy trabajador y cariñoso. —Su cálida sonrisa se endurece cuando continúa—. Pero alrededor
de su décimo séptimo cumpleaños, comenzó a actuar diferente. Todo comenzó con pequeñas
cosas; comenzó a actuar diferente. No quería hacer las tareas de la casa, lo cual era extraño
porque Chris siempre se había ofrecido a ayudarnos. Sabía que no teníamos los medios para
manejar esta granja solos. Repentinamente nos encontramos teniendo que pedirle su ayuda,
incluso teniendo que ordenárselo. Poco tiempo después de eso, sus profesores nos notificaron
que no estaba cumpliendo con los deberes escolares y faltaba a clases… todo lo que no hacia
nuestro hijo. Tienes que entender que esto no es como él en absoluto —dice la señora Scott con
una triste expresión en su rostro.
Me suena muy familiar eso de desaparecer al azar, nunca llegando cuando se le espera,
teniendo que rogarle por respuestas…
―Chris es extremadamente brillante y la escuela siempre ha sido muy importante para él.
Pero durante este cambio, su comportamiento en la escuela se volvió tan malo y errático que
tuvimos que tener una reunión con el director para evitar que lo expulsaran —explica—. Nos
dijeron que su comportamiento era atroz. Desobedecía a los profesores, se salía de las clases
cuando le daba la gana, se peleaba con otros alumnos. Normalmente, a nuestro hijo ni siquiera
le gustaba discutir; había tomado lecciones de boxeo cuando era más joven pero nunca inicio
una confrontación, así que no podíamos creer lo que estábamos escuchando. —Suspira,
tomando un aire limpiador y continúa—: Lo describieron como alguien completamente
diferente al joven al que le habían dado clases en años anteriores. Sabíamos que estaba
actuando diferente en casa, pero nunca pensamos que había llegado tan lejos… —Comienza a
quedarse callada y el señor Scott la consuela.
—Al principio creímos que solo era una etapa —continúa el Sr. Scott—, que estaba siendo
un adolecente rebelde. En casa su comportamiento no era casi tan malo como los profesores lo
describían. —Hace una pausa y una adolorida expresión se apodera de su rostro—. Cuando lo
confrontamos al respecto, se quebrantó, y nos dijo que no sabía lo que estaba sucediendo y que
algo le estaba ocurriendo. Dijo que tenía la necesidad de hacer y decir cosas y que no tenía
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control sobre sus propias acciones. Después admitió que tenía periodos de inconsciencia. Que
se despertaba en la mañana y en un parpadeo, habrían transcurrido horas y que no tenía idea de
dónde había estado o qué había hecho. Si puedes imaginarte a alguien diciéndote eso, es una de
Página
las cosas más aterradoras que se pueden experimentar, especialmente si viene de alguien a quien
amas. Si pudieras haber visto el miedo en sus ojos cuando nos dijo sobre esto… estaba
aterrado… y nosotros también.
—Le dijimos que lo llevaríamos con un psicólogo. Que encontraríamos la causa de lo que
le estaba ocurriendo. Al siguiente día, se había ido. Lo buscamos por todas partes, en todo el
pueblo, en los condados vecinos y no pudimos encontrarlo. Cinco días después, volvió a casa.
Estaba conduciendo un auto que costaba más que el ingreso anual de la granja, un auto en el
que no recordaba entrar. Y había, más de veinte mil dólares en el maletero. —Recuerda la
señora Scott, meneando la cabeza al pensar en ello—. No teníamos idea de con qué estábamos
lidiando hasta ese punto.
Finalmente entra en la conversación el Sr. Scott.
—Chris nunca nos había dado algún problema en absoluto y mucho menos problemas tan
graves como con los que estábamos lidiando entonces. Nuestro hijo tenía tanto miedo de lo que
hacía cuando tenía esas pérdidas de tiempo y también nosotros. Nos hizo que lo encerráramos
en su habitación. Nos volvimos a la única persona que sabíamos que podía ayudarnos, mi
padrastro, Dexter Crest Field padre —explica el Sr. Scott y noto que aprieta sus labios ante ese
nombre―. Le proveyó a Chris el mejor psiquiatra que el dinero podía comprar; esperábamos
que eso mejorara a Chris.
»Luego de tres sesiones, la doctora nos llamó dentro del consultorio para hablar. Nos dijo
que Chris estaba exhibiendo una forma de desorden diciosativo de identidad, un tipo que nunca
antes había visto. La mayoría de los desórdenes diciosativo son causados por un evento
traumático que la persona no puede manejar, de ahí la creación de un alter ego que sí pueda.
Pero en el caso de Chris, no había un evento traumático en específico; era como si su
personalidad estuviese dividida. Era como si este alter ego estuviese creciendo con él —dice el
señor Scott, con una expresión de frustración en su rostro—. La doctora nos dijo que había
conocido al alter ego de Chris luego de la primera sesión lo cual era poco común. Nos explicó
que usualmente eran necesarias varias sesiones para que el alter ego se mostrase, pero este la
confrontó inmediatamente —explica y espera por una respuesta de mi parte. Me siento en
silencio absorbiendo lo que estoy escuchando esperando a que continúe.
La señora Scott retoma de donde se quedó su esposo.
—Tienes que entender que nunca hemos enfrentado problemas como este. Nos costó creer
lo que estábamos escuchando y sé que a ti también. Aun si era la mejor de su campo, aún
teníamos dudas, pero el ver es creer; su doctora nos dijo que nos quedáramos en una sesión y
que lo conoceríamos. Estuvimos escépticos todo el rato, pero hipnotizó a Chris, o como ella lo
llamó, lo llevo a un estado de inconsciencia y le pidió a su alter ego que saliera. Ese fue el día en
que conocimos a Cal.
—Nunca fui creyente de esas tonterías de problemas mentales, hasta que estuve frente a
frente con uno —dice el señor Scott, bajando la mirada hacia sus manos—. Esta persona lucía
como nuestro hijo, sonaba como nuestro hijo, pero no se comportaba para nada como nuestro
hijo. Era… perverso, arrogante… para nada como nuestro hijo —recuerda.
—Y también tenía su propio carácter —continúa la señora Scott—, y no tenía ningún
interés en la vida que habíamos construido para él como Chris, o en la vida que había
construido para sí mismo. Dejó claro que no era de ninguna manera nuestro hijo y que no tenía
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intenciones de tener que ver con nosotros. Tenía grandes planes para su vida, planes más
grandes que la vida en una granja. —Miro dentro de los ojos del señor Scott y casi puedo ver
odio ahí.
Página
Comienzo a sentir que mi estómago se vuelve un nudo. Esta vida, estas personas no van
con Cal en absoluto. Pero esto no puede ser cierto. Esto no puede suceder. De todas las
personas a las que les pudo ocurrir esto, ¿por qué a mí? ¿Por qué a la persona de la que me
enamore? Cierro los ojos, incluso con lo loco que esto suena, más o menos tiene sentido.
—Temíamos que fuera a herir a alguien, o a hacer algo que metería a Chris en la cárcel.
No podíamos controlarlo, así que decidimos enviarlo a vivir con el hijo de mi padrastro. Dexter
hijo —dice el señor Scott deprimidamente. No puedo evitar apretar juntas mis manos ante el
nombre, el pensar en todo el tiempo en que Dexter me mantuvo en la oscuridad envía llamas
corriendo por mis venas. El señor Scott nota mi incomodidad ante la mención de Dexter Crest
Field y continúa—. No es una asociación que digo con orgullo. Es un nombre que escogí no
tomar incluso con sus privilegios, pero le quedaba bien a Cal. Y sabíamos que con ellos tendría
todo lo que quisiera y no tendría que lastimar a personas o robar, poniendo en peligro la vida de
nuestro hijo. Por supuesto que Dexter hijo iba a ser una de las personas que le cayesen bien. A
él no le importamos mucho. Cuando Chris recobraba el control, volvía a casa y cuando Cal lo
tomaba se iba simplemente. Hace dos años mi esposa recibió noticias que cambiarían la vida de
toda la familia. —El señor Scott calla y su esposa toma su mano apretándola.
—Me diagnosticaron cáncer en tercera etapa —dice suavemente—. Le pedimos a Dexter
hijo que llamara a Cal. Poco después de eso Chris recobro el control y volvió a casa y ya no
volvió a marcharse de nuevo —termina suavemente.
Intento entender todo lo que he escuchado. Recuerdo lo que sucedió hace dos años y
repentinamente, veo la última noche que pase con Cal, cuando me dejó luego de recibir una
llamada de Dexter. Se me ocurre que pudo ser en ese momento… mis pensamientos son un
desorden, pero mi corazón aún se conmueve por Cal al saber lo que estaba atravesando en ese
momento y que no tenía a nadie que lo consolara o le ayudase mientras estaba lidiando con
ello.
—Realmente lamento lo que le ocurrió. —Intento mantenerme sensible, pero mi mente
aún está dando vueltas por todo esto—. Esto, no puede ser verdad —gimo, con la cabeza en las
manos mientras me siento, absorbiendo toda la información que acabo de escuchar. Lo que
acabo de decir es para intentar convencerme a mí misma, pero lo que estas dos personas me
están diciendo coincide perfectamente con todo lo que ha ocurrido. Siento una mano tocarme el
hombro, pero me alejo no queriendo creer lo que estoy escuchando, no quiero aceptar esto—. Si
es cierto, si es que llego a creer todo esto, ¿por qué nadie me dijo? —pregunto por lo frustrante
de la situación—. ¡Tienen que haber sabido de mí! Dexter sabía de mí. Me senté en su casa.
Cené con él… ¡él se convirtió en mi amigo! ¡Y nadie me dijo! —Los miro a ambos a los ojos.
—Al principio no lo sabíamos. Cal salía con muchas mujeres —dice el señor Scott
despectivamente, sus palabras severas—. No sabíamos que iba en serio contigo. —Se calla
mirando sus pies. Su esposa se pone de pie, retorciéndose las manos nerviosamente, la tensión
aún es alta entre su esposo y yo.
—El día que Dexter llamó y nos dijo que estaba comprometido fue la primera vez que
escuchamos de ti —dice la señora Scott—. Dijo que eras una buena persona… que eras buena
para él. Nos dijo que cuando estabas con Cal, se encontraba lo más cercano a ser como Chris
que se podía. Su doctora dijo que probablemente podías ayudarle a curarse, haciéndolo tener
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contacto con un lado de sí mismo que no había reconocido, con amabilidad, calidez y amor.
—¿Qué hay de mí? Siguen diciendo lo que todo el mundo pensaba que era mejor para Cal,
o Chris, qué hay de mí, ¿acaso alguien se detuvo a pensar lo que esto me haría a mí? ¡Alguien
Página
por un segundo se detuvo a verme como una persona y no como algún tipo de tratamiento! —
grito furiosamente.
—¡Sí! Eso me hizo querer más decirte sobre él, el verdadero él. Y fui a verte. Desde luego,
no sabías quién era. Pedí que bajaras, pero en tu lugar bajo Cal y me detuvo. Le pedí que no se
casara contigo. Le dije que te heriría y se enfureció conmigo. Me dijo que te amaba más que
nada y que nunca te haría daño y que si te decíamos algo, nunca volveríamos a ver a Chris otra
vez. —Luce culpable. Y la comprensión me golpea como una tonelada de ladrillos. Ahora la
reconozco como la pelirroja que fue a verme la noche de la fiesta de nuestro compromiso.
Siento que voy a vomitar—. Le supliqué que te dijera la verdad. Que él no podía vivir una
mentira contigo para siempre —continúa con lágrimas fluyendo por sus mejillas―. Seguía
hablando sobre que estaba tomando algo que arreglaría su problema, algo que se desharía de
Chris completamente —dice la última parte con un suspiro—. Cuando escuché eso tuve miedo
de lo que estaba haciendo. Esperé que estuviera mintiendo y mi principal preocupación era que
no estuviera haciendo algo para lastimarse a sí mismo. —Se limpia las lágrimas—. Queríamos
decirte. Sabíamos que merecías la verdad, pero no podíamos arriesgarnos a perder a nuestro
hijo. —Las lágrimas salen de sus ojos como de una fuente y me sacudo la compasión que mi
corazón estaba intentando sentir. Ahora esto no se trata de ellos.
Sinceramente parecen ser buenas personas. Pienso en todas la veces en que Cal se fue, en
cómo nunca me dijo nada sobre su familia. Recuerdo las palabras de Dexter, en cómo me dijo
que si buscaba a Cal, no lo encontraría. Toco mi pulsante sien y comienzo a llorar. Si todo esto
es verdad, la persona que es mi esposo, que es el padre de mi hija no es real. Pero no, no puedo
aceptar eso. Cal es real; al menos, lo es cuando está por aquí.
Levanto la cabeza para ver a la señora Scott mirándome con grabada compasión en su
rostro. No sé qué decir. ¿Qué digo ante esto? Mi mente repentinamente vaga hasta los eventos
de esta tarde. Respiro profundamente, limpiándome la garganta lo mejor que puedo y tomo el
Kleenex que me ofrece la señora Scott
—Así que, el de antes, ¿su… su nombre es Chris? —tartamudeo. La señora Scott asiente—
. ¿Y yo n… no significo nada para él? —pregunto, retorciendo la orilla de mi camiseta.
—Es porque él no sabe lo que Cal hace cuando toma el control —dice el señor Scott en un
tono bajo y estresado.
Me detengo a pensar por un segundo, procesando sus palabras.
—¡Espera un segundo! —digo, cuando comprendo algo—. ¿Nunca le han dicho nada?
La señora Scott baja la mirada avergonzada.
—Pensamos que sería mejor que no lo supiera. Ya tiene que lidiar con muchas cosas así
que decidimos que eso sería lo mejor —explica el Sr. Scott
Mi boca cae abierta.
—¿Ustedes nunca…? ¿Él no sabe sobre Cal? ¿Sobre mí? ¿Sobre… dejaron que se
comprometiera con otra mujer, sabiendo que estaba casado? —digo bruscamente,
levantándome.
—Técnicamente, no está casado contigo. Eres la esposa de Cal, no de Chris —dice
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bolso y saco mi teléfono para mostrarles la foto de Caylen y se lo entregó a la señora Scott. No
puedo evitar notar la expresión de sorpresa en su rostro. Me volteo hacia su esposo y su
Página
expresión coincide con la de ella, por como lucen, es como si fuera la primera vez que escuchan
algo al respecto.
—D... Dexter nunca nos dijo que estabas embarazada. Nunca supimos nada sobre esto —
dice él, su tono es frío pero su expresión es más suave
—Según tú, su padre no es esta persona llamada Chris. ¡Su padre es el monstruo del que te
quieres deshacer! —digo duramente
—¿Cuál es su nombre? —dice tan suavemente la señora Scott que tengo que esforzarme
para escuchar. Una sonrisa se extiende a través de su rostro y sus ojos se llenan de lágrimas
mientras mira la fotografía—. Ella luce igual que él. —Su voz se rompe y cubre su boca.
—¿Tienes una hija con Chris? —dice él repentinamente. Es gracioso que ahora tenga una
hija con Chris, cuando hace un minuto estaba casada con Cal.
—Mírala William, es hermosa —dice emocionadamente e intenta mostrarle la fotografía a
su esposo. Él la voltea a ver por un momento y después frunce el ceño enojado.
—Ya es lo suficientemente malo que se tomara el atrevimiento de casarse con esta mujer,
pero tener una hija. Nunca pensé que llegaría tan bajo. —Camina nuevamente hasta la ventana
y golpea el vidrio de la ventana.
—William cálmate.
—¿Cómo pudo hacer esto? ¿Por qué no pudo decirnos Dexter al respecto?
—¡William tenemos una nieta! —dice ella, intentando enfocarse en la única cosa positiva
en la habitación.
—¡Esa es la hija de Cal! ¡No de Chris, hay una diferencia! —le grita.
Su sonrisa se desvanece y ella frunce el ceño y tomando la fotografía colocándola cerca del
rostro de él.
—¿De quién son esos ojos? ¿De quién es esa sonrisa? —pregunta—. Son de Chris. ¡Veo a
mi nieta, William! —le grita.
—¡No puedo creer esto! —grita.
—¡Alguien debió haberme dicho! —grito, cansada de que me ignoren—. ¿No está bien
tener secretos cuando eres tú el que está al otro lado? —pregunto amargamente, y ambos
agachan la cabeza con culpa en sus rostros—. ¿Nadie se molestó en decirme que el hombre del
que me enamoré, el hombre con el que me casé y tuve una hija tiene un desorden de
personalidad? Supongo que una vez que regresó a casa, ustedes fueron nuevamente una familia
feliz, sin importarles la familia que él había dejado en Chicago. ¡Sería un inconveniente
demasiado grande el informarme qué es lo que estaba ocurriendo! ¡Caylen y yo éramos una
carga demasiado grande para su pequeña vida perfecta! —grito, sintiendo como tiembla todo mi
cuerpo
—No teníamos idea que ibas a tener un bebé. ¡Dexter nunca nos dijo que estabas
embarazada! —intenta explicar la señora Scott
—¿Y si no lo hubiera estado? Iban a dejarme deprimida en la oscuridad, sin saber nada de
él. ¿Lo que está en el pasado es simplemente olvidado, eh? Puede que no piensen en Cal como
207
una persona real, ¡pero él es real para mí y como mínimo yo si soy real! Soy de carne y hueso y
tengo sentimientos. Me enamoré de él, de un hombre, no de un pigmento de mi imaginación o
de este monstruo que dices que es. Cuando me dejó, dolió más que cualquier otra cosa. Lloré
Página
cada noche. Cada parte de mí dolía. ¡Ustedes aman a su hijo! ¡Yo amo a mi esposo! ¡Cada
instante en que fueron felices con él, yo me encontraba sola, preguntándome dónde estaba mi
esposo! No tenía idea de si estaba herido y siquiera si estaba vivo, ¡pero ustedes tenían el
consuelo de saber que su hijo estaba a salvo cada vez que desaparecía! —digo sintiendo las
lágrimas surgir por todos los años que fueron encerradas—. Y ahora que saben que tengo una
hija con Cal, o Chris, o como sea que se quiera llamar, ¿ahora qué? ¿Se supone que
simplemente desaparezca? —El señor Scott simplemente luce como si pudiera ver a través de
mí.
—No… nosotros… claro que no. Vamos a decirle; él tiene una hermosa niñita —dice ella,
mirando la fotografía.
El señor Scott frunce el ceño hacia ella y hacia mí.
—Voy a llamar a Dexter respecto a esto —gruñe y sale de la habitación.
—Lo lamento, Lauren —dice la señora Scott con lágrimas que siguen cayendo de sus
ojos—. No teníamos idea. Sé que nos equivocamos al no decirte. Pero si hubiéramos sabido que
tenía una hija, le hubiéramos dicho a Chris. Lo lamento. —Su voz cede y se toma un momento
para recobrar la compostura.
La miro y casi quiero abrazarla. Luce genuinamente arrepentida y su presencia es tan
cálida. No puedo evitar pensar que en una situación distinta, hubiera podido ser una magnifica
suegra. Coloco mi cartera en mi hombro y respiro profundamente. Ha sido más que un largo
día. Camino hacia ella y alargo mi mano por el teléfono.
—¿Te… te importaría enviarme una de estas? —pregunta, devolviéndome el teléfono. Voy
a mi cartera y saco la fotografía de billetera en donde estamos Caylen y yo y escribo el número
de mi celular en la parte de atrás.
—Su nombre es Caylen, este es mi número. —Me doy la vuelta y me dirijo hacia la
puerta.
Ella me sigue para acompañarme a la salida.
—¿Dónde… dónde estás alojándote? —pregunta la señora Scott, intentando recuperarse
tanto como yo de lo acaba de suceder.
—Aún no lo sé; será en algún lugar cerca —le digo, abriendo la puerta. Mira detrás de sí y
parece como si quisiera decir algo, pero no lo hace.
—Ritter Inn realmente es un lugar bonito, no está muy lejos, no es tan caro y buenas
personas trabajan ahí —dice con una sonrisa forzada.
—Aún no estoy segura si creo todo lo que me han dicho —digo sin rodeos—. Digo, nadie
ha sido exactamente sincero conmigo hasta este momento. —Abre su boca para decir algo, pero
la detengo—. Sé que hizo lo que hizo para proteger a su hijo, porque lo ama. Así que entenderá
que amo a mi hija y no va a crecer sin un padre. Si sólo se tratase de mí, me retiraría de todo
esto. Después de todo, Cal me mantuvo en la oscuridad al igual que a todos los demás. —Me
detengo no queriendo derramar más lágrimas—. Pero ella se merece un padre, ya sea Cal, o
Chris, o incluso si decide llamarse a sí mismo Bob. Uno de ellos tomó parte en hacerla. —
Intento suavizar mi tono―. Dígale a su esposo que no voy a desaparecer. Tienen tres días para
decirle lo que aún no le han dicho, porque cuando lo vea le voy a decir todo. Pero, creo que
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preferiría escucharlo de usted más que de mí. Creo que tendremos suficiente de que hablar sin
que tenga que decirle todo lo que ustedes no quieren decirle —digo francamente.
Página
Asiente con los ojos muy abiertos. Salgo de la casa y bajo apresuradamente las escaleras
del porche frontal.
Cuando llego a mi auto volteo hacia atrás, veo que aún está mirándome. Entro y
rápidamente me marcho. Mucho de lo que dijeron puede ser cierto… ¿pero todo es sincero?
Tendré que juzgarlo por mí misma. Sinceridad es algo cuyo significado comienza a verse
borroso.
209
Página
H
ace tres días que Cal volvió de su último viaje. Trabajando. Es gracioso, bueno, en
realidad no. Esto de sus viajes fuera de la ciudad se han vuelto más frecuentes y no
solo eso, improvisados. Aparentemente, pueden pasar en medio de la noche, y con
poco aviso como he llegado a aprender. Despierto por la mañana y no encuentro a
mi marido a mi lado. No es tan malo. Trato de pensar como “emocionante” el no saber si va
estar en casa o no, algo así como un juego. No hay nada extraño o irrespetuoso en ello… según
Cal.
Recuerdo la primera pelea que tuvimos hace tres meses por su falta de comunicación. Y
en cómo fue distinto a los dos viajes que hizo antes de que nos casáramos y al que ocurrió justo
después. Bueno, al parecer, él se comunicará conmigo como una persona normal. En realidad,
eso estuvo fuera de lo normal en él.
La única cosa que le quedó desde nuestra pequeña discusión fue enviar mensajes de texto.
Oh, qué afortunada soy por obtenerlos.
Usualmente dos palabras, si estoy de suerte, tres. “Ya llegué”. “Estaré en casa pronto”.
“No estés enojada”. Probablemente las tiene como plantillas.
Decidí, después de su último viaje de negocios, que había terminado de suplicarle que
actúe como un ser humano decente, de pedirle que me respete y que deje de sacarme de sus
asuntos. Ahora solo estoy cansada. Estoy cansada de tratar de llegar a un arreglo. Ya terminé
de preguntar. Estoy cerca de terminar con él y este matrimonio.
Puede decir todo lo que quiera, que es por su trabajo o lo que mierda crea que soy tan
estúpida de creer, pero ya estoy harta de esto. Piensa que es divertido para mí estar aquí,
esperando a que se decida aparecer. Cada vez que veo aparecer la bolsa de viaje siento que la
rabia se desliza en mí. Hay algo más que trabajo. Tiene que haberlo.
No hemos hablado en estos últimos días. Vino a casa de su último “viaje de negocios”
después de haberse ido seis días con un aviso de menos de una hora de anticipación, la misma
noche había prometido ir conmigo a Saginaw a visitar a Raven. No pude obligarme a decirle
alguna palabra desde que volvió a casa. No quiere hablar de cosas de las que yo quiero hablar,
cosas como dónde diablos está cuando se va. Sé que probablemente tiene algún amante en
algún lugar, tal vez una en cada maldito estado. Se rió cuando le dije eso. Al parecer era
210
graciosa, basada en su reacción. Cuando le dije que su puesto de trabajo era ser “la perra de
Dexter” no lo encontró gracioso. Y ahora tampoco me habla.
Página
La parte jodida de todo esto, sin embargo, es que a pesar de mí misma, de lo furiosa que
esté con él, lo extraño. Lo extraño tanto que hace que se me revuelva el estómago. Lo extraño,
a pesar de que dormimos en la misma cama. No ha intentado tocarme desde la primera noche
que lo empujé y le dije que me quitara las manos de encima. Aun así, mi cuerpo pide su toque.
Quiero extenderme en su pecho y sentir sus dedos trazando su nombre en mi espalda. Estoy
furiosa de que me haga sentir esto, que nos haga esto. Piensa que exagero, creo que reacciona
así por el efecto que esto tiene en nosotros.
Hoy estuve en el gimnasio las últimas dos horas, corriendo con mis Sneakers9, en vez de
destruir cosas en mi casa. No sé qué me está pasando, pero me estoy convirtiendo en alguien
que no quiero ser, una miserable arpía vengativa.
Tomo varias respiraciones profundas, camino hacia nuestra habitación y lo veo sacando
cosas de su cajón para ponerlas en la maleta junto a sus pies. Mi estómago se revuelve y puedo
sentir el pulso latiendo en mi cabeza.
Se va, y volvió hace tres días.
—Me voy a Seattle mañana. En caso que te importe una mierda —dice sardónicamente.
Puede sentir mi ardiente mirada en su espalda.
Bajo la música y me saco los audífonos de las orejas.
—¿Qué? —digo enojada, pese a que los dos sabemos que lo escuché alto y claro.
—Escuchaste lo que dije —dice rápidamente.
Río amargamente.
—Claro que sí. Gracias por el aviso del lugar, pero PTI 10, está empezando a importarme
una mierda —digo venenosamente. Me arrepiento de las palabras tan pronto dejan mi boca,
pero salen tan fácilmente.
Deja de revolver las cosas en el cajón, dándose rápidamente la vuelta, ira irradia de su
expresión. Sus ojos suben por mi cuerpo, y por un momento la mirada que me da es familiar,
algo que no he visto en unos cuantos días, lujuria. Pero estoy demasiado enojada para que me
importe, y desaparece, siendo reemplazada con su nueva actitud de enojado hasta la mierda.
Me siento en la cama con fuerza, quitándome los zapatos de gimnasio. Estoy excitada, irritada
y enferma de su mierda.
—Lo está, ¿eh? —Se ríe incrédulamente.
Ruedo los ojos y me quito el otro zapato.
—Bueno, es la última vez que te digo a dónde voy, ya que te importa una mierda —dice
enojado.
Abro la boca para responder pero siento un ardor en mi garganta y sé que si digo algo, mi
voz se va a resquebrajar y voy a comenzar a llorar. No le voy a dar la satisfacción, así que en
vez de eso, respiro profundamente, me pongo de pie, lo veo directamente a los ojos, y le saco el
dedo medio. Camino hacia el baño, manteniendo el gesto todo el tiempo hasta que llego dentro
y cierro la puerta tan fuertemente como puedo.
Una vez dentro, mi ira se desvanece rápidamente. Comienzo a llorar, me apresuro hacia
la ducha y abro el grifo del agua para que no pueda escucharme llorar. Me quito los pantalones
211
9
Sneakers: zapatillas deportivas.
10
En el original FYI (For you information). En español: PTI (Para tu información).
Odio la forma en la que hemos estado actuando el uno con el otro. Esa pequeña charla fue
la primera conversación que tuvimos sin gritarnos. Mañana volverá a irse. Estoy aterrorizada de
que el ciclo simplemente se repetirá y en un año estaré firmando los papeles del divorcio.
Pongo mis brazos sobre la pared, apoyando mi cabeza en ella mientras el agua cae sobre
mí y sigo llorando. El agua caliente no se lleva la tristeza que siento ni tampoco disminuye el
dolor en mi espíritu.
Repentinamente, el aire frío se filtra dentro de la ducha. Me doy vuelta y mi rostro
automáticamente frunce el ceño cuando lo veo parado ahí.
—Necesitamos hablar —dice severamente. Espero que las gotas de agua camuflen mis
lágrimas. Me doy la vuelta, apenas mirándolo.
—Jódete, Cal. —Me río amargamente apenas volteando a verlo. No quiere hablar de nada
de lo que quiero hablar con él y de todas maneras se irá, así que cualquier conversación es
inútil—. Oh, pero estoy segura que tienes un montón de mujeres haciéndote eso —añado con
una risa amarga.
Un segundo después está dentro de la ducha, completamente vestido.
—¿¡Qué estás haciendo!? —pregunto recelosa.
Comienza a quitarse su camisa y se desabrocha los pantalones, desvistiéndose en la ducha.
Se volvió loco. Tira hacia fuera su ropa mojada y cierra la puerta de la ducha. Meneo la cabeza
incrédulamente y sorprendida. Intento pasar a su lado. Me agarra. Me muevo para zafarme
pero no me deja ir.
—Suéltame —grito intentando alejarme.
—¡Háblame! —ordena furiosamente.
Oh, está enojado.
No. ¡Yo estoy enojada! Estoy cansada de hablar con él. ¡Eso no ha ayudado! Estoy
desperdiciando mis palabras. Intento zafarme de su agarre nuevamente pero no me suelta el
brazo.
—¡No! —grito, intentado empujarlo para quitarlo de mi camino. Se mueve poniéndose
enfrente de mí en cualquier dirección que tomo—. ¡No quiero hablarte! —digo enojada,
empujándolo, pero me acerca hacia él.
Recurro a golpearlo y me detiene.
—Entonces, maldita sea, escúchame —ordena, sosteniéndome contra la pared de la ducha
con los brazos cerca de mi cabeza—. No estoy follándome a nadie más, ¿de acuerdo? Si quisiera
a otra mujer no estaría contigo. ¡Sé que se ve mal! Pero, juro por Dios que no te estoy
engañando. Si estás enojada, enójate porque no esté, pero no puedo lidiar con que me odies por
esta mierda imaginaria que está ocurriendo en tu cabeza.
212
Lo miro.
Está respirando fuertemente y su ceño está fruncido. Quiero darle una bofetada y besarlo
Página
al mismo tiempo. Me está observando fijamente, intentando leerme y alejo la mirada hacia otro
lado.
—Eres todo lo que quiero. —Su tono baja mientras descansa su cabeza sobre la mía—.
Eres todo lo que siempre quise. —Su agarre se suaviza sobre mis muñecas pero aún las sostiene.
Me besa.
Volteo ligeramente, aún intentando procesar esto. Toma mi barbilla, sosteniendo mi rostro
hacia él y me besa más violentamente. Cuando nos separamos ambos tratamos de recuperar el
aliento.
—Te necesito —ruega y me besa con más urgencia, hasta que comienzo a devolverle el
beso.
Sus manos se mueven debajo de mis muslos y me levanta sin esfuerzo. Lo siento
deslizándose dentro de mí. Jadeo cuando entra. Mis dedos se clavan en su espalda mientras mi
cuerpo se ajusta a él. Llega más dentro de mí. Cada movimiento recordándome lo mucho que
mi cuerpo lo anhela, cada empuje recordándome que conoce cada lugar. Mi cuerpo se rinde
ante él, pero mi corazón no. Está lastimado y escondiéndose hasta después que haya satisfecho
mi cuerpo, compensándome por todo el tiempo que no ha estado. Mientras todavía está dentro
de mí, toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos.
—Sin ti no soy nada —susurra en mi oído.
Intento atribuirle la inestabilidad de su voz al hecho que su cuerpo se está recobrando de
lo que acaba de hacer. Pero con solo esas cuatro palabras mi corazón se muestra y cede ante él.
Aún estoy asustada, muy asustada.
La pesadumbre en mi pecho se ha ido y creo que no me está engañando. Pero me doy
cuenta que si no es eso, entonces nosotros tenemos un problema, uno más grande de lo que
nunca creí. Porque si Cal me ama tanto como me hizo creer que lo hace, lo que sea que está
perjudicando nuestra relación puede que no seamos capaces de arreglarlo.
213
Página
....T
ú eres la razón por la que lucho por estar aquí
Abro los ojos, intentando escapar de esas palabras que han estado
repitiéndose sin parar en mi cabeza. No puedo escapar del eco de su voz.
Sigo intentando hacer desaparecer su rostro, pero cada vez que cierro los
ojos, lo veo.
Al parecer esas palabras tienen un mayor significado del que pude imaginar, pero ahora
no valen nada. Algo hizo que dejara de luchar. O incluso si luchó, en este punto eso es
irrelevante.
Me siento en la dura cama del adorable cuarto en el Hotel Ritter… realmente no lo es.
Dejo salir un suspiro mientras sostengo mi cabeza entre mis manos. El dormir ha sido
prácticamente inútil. Cuando no es su voz la que me sigue, es la de sus padres, los Scott.
Recuerdos de Cal conmigo atormentan mis pensamientos a cada segundo, o aún peor, mi
primer encuentro con “Chris”.
Han pasado dos días desde que supe de la supuesta “verdad”, ya sea que la crea o no. Es
inverosímil, pero tiene mucho sentido, conecta tantos puntos que han estado dispersos por todo
mi cerebro durante años, todas las veces que Cal desapareció súbitamente, su inexistente
conexión con su familia, con todos menos los Crest Field; pero creer que él no es real, que es
una personalidad creada…nunca creeré eso. No puedo.
Intenté olvidar la expresión en el rostro de los Scott; ellos poseían una tranquila
honestidad y sinceridad, incluso el Sr. Scott. Su amargura era demasiado genuina como para ser
un acto. Las lágrimas de la señora Scott eran demasiado reales, sus ojos demasiado llenos de
tristeza. Si todo es una conspiración, deberían ganarse un Oscar.
Volteo a la mesa donde mi teléfono está vibrando nuevamente. Esta vez es Hillary. Ella,
Ángela, y Raven han llamado varias veces, pero no me he sentido capaz de hablar con ellas. No
puedo enfrentar el no poder contestar preguntas para las que ni yo misma tengo respuesta. Todo
esto se siente como una pesadilla, de la que estoy esperando que me despierten, como si todo
fuera una película en retroceso en mi cabeza.
Tomo el control remoto a mi lado y enciendo la televisión con la esperanza de que
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distraerá a mi mente de los complejos pensamientos. Pienso en Caylen, este es el mayor tiempo
que he pasado lejos de ella. La extraño tanto. Sé que Raven la está cuidando muy bien; ella
moriría antes de dejar que algo le sucediera, pero aun así la extraño.
Página
Me siento culpable por la falta de comunicación con los de la casa, pero no estoy lista para
hablar con nadie en este momento.
No puedo empezar a pensar en lo que esto causará si todo es cierto. Cada vez que lo
pienso, siento que me voy a desmayar o a vomitar. No sé nada sobre esta persona llamada
Chris, y él no sabe absolutamente nada sobre mí. Él está enamorado de otra mujer, o está
comprometido con otra mujer. Solo puedo imaginarme cómo le explicaran sobre mí.
Pienso en las palabras del señor Scott de que Chris no será capaz de soportar la verdad, de
la oportunidad que existe de que solo empeore las cosas. ¿Pero qué significa eso? ¿Volvería Cal?
He visto películas sobre personalidades divididas, temporadas completas en las novelas
que Raven veía cuando era más joven, pero el enfrentarlo en la realidad es algo diferente.
Cuando llaman a la puerta salgo de mis pensamientos. Probablemente se trata del servicio
a la habitación, lo que significa que la señora Ritter está asegurándose que no haya despedazado
su habitación. Lentamente me levanto de mi cama y abro la puerta.
—No necesito… —comienzo a decir, pero me congelo cuando veo a la persona
mirándome.
—Hola —dice suavemente, sus ojos tan grandes como los míos.
Mi corazón se arrastra hasta mi garganta. Aquí, él está aquí, parado frente a mí, intento
mover mis ojos de los suyos, pero están clavados ahí. Busco en sus ojos la intensidad que no he
visto en años, pero solo hay incertidumbre.
Mis manos comienzan a temblar, mi cuerpo está tomando decisiones por sí mismo. Siento
mis emociones comenzar a acrecentarse desde el fondo de mi ser, listas para derramarse, si no
logro tener algún tipo de control sobre ellas.
No puedo estallar aquí; no puedo encandilarme. Tengo que usar este momento, no por
mí, por Caylen. Tengo que ver si es él, si me está engañando, si todo es una mentira, o peor, si
es la verdad.
En este momento él tiene la ventaja, el elemento sorpresa. Tengo que usar esto. Tengo que
pensar…salto de mis pensamientos ante el toque en la puerta. Me doy cuenta que sub-
conscientemente le cerré la puerta en la cara.
Puedo hacer esto. Puedo hacer esto, pienso tranquilizándome.
—Lamento haberme aparecido así. Y… solo pensé… puedo volver después cuando estés
lista. —Lo escucho decir con una voz tímida antes de que sus pisadas se alejen de la puerta.
—¡No! —Rápidamente abro la puerta y medio salgo a verlo.
Se da la vuelta y lentamente se acerca, con cada paso que da, siento que mi pecho se
aprieta, haciendo que me sea difícil respirar. Ahora mis ojos evitan los suyos, inadvertidamente
van a parar a su pecho dado que es lo que está a mi altura por mi tamaño.
—Mis padres dijeron que irías mañana pero… pensé que… quería hablar contigo a solas si
está bien —dice, trabándose con sus palabras.
Levanto la mirada y veo que su ojos están fijos en mi cabeza; parece que los dos estamos
usando las mismas tácticas. Intento contestar, pero no sale nada; así que retrocedo un paso y le
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hago un gesto indicándole que entre. Respiro profundamente cuando pasa a mi lado y le doy
una rápida mirada antes de cerrar la puerta.
Página
Me aseguro nuevamente de que puedo hacer esto. Camino hacia el sofá, intentando
decidir si prefiero sentarme o quedarme de pie, pero aun así mis ojos son atraídos a él.
No puedo creer que casi hayan pasado dos años desde que lo vi, sin incluir el desastre del
otro día. Tanto como no quiero verlo, al mismo tiempo no puedo evitarlo.
Cruzo los brazos sobre mi pecho y espero a que diga algo; después de todo él es el que
vino hasta acá. Nuestros ojos se encuentran y la mirada en los suyos me asusta. Parecen tan
familiares, y al mismo tiempo desconocidos. Me mira como si fuera una extraña. Cuando Cal
me miraba, aun cuando estaba enojada con él, o él estaba enojado, siempre había algo que me
sostenía, algo tan intenso que odiaba cuando estaba enojada y cautivada cuando no lo estaba,
pero ahora, mientras veo dentro de los ojos de Chris, veo confusión.
Algo solemne y arrepentido y eso me aterroriza porque Cal nunca fue así. Nunca se
retractaba, y raramente se disculpaba.
El cuarto parece estar lleno de cosas que necesitan ser dichas, preguntas que suplican por
ser hechas, al menos de mi parte, pero no sé qué decir, dónde comenzar. ¿Dónde empiezas con
alguien a quien parece que has conocido por toda una eternidad pero que de hecho, no conoces
en absoluto?
Me convencí de que si lo veía a solas, podía saber instantáneamente si todo esto era una
mentira. Intente convencerme que era una mentira. Y ahora, solo con la mirada en sus ojos, que
siempre deja ver tanto y tan poco sobre él, lo sé. No veo a Cal. Tomo mi muñeca y comienzo a
apretar, un hábito que he desarrollado cuando estoy nerviosa.
—Realmente no sé qué decirte, o por dónde comenzar. —Inicia en un suave tono, con sus
ojos mirando dentro de los míos por primera vez, casi, si esta fuera su primera vez mirándome.
Sólo dura un segundo antes de que aparte la mirada. Abre la boca para decir algo, pero luego se
detiene, como si se hubiera quedado sin palabras.
Intenté pensar en algo que decir, para cortar el silencio mortal en la habitación. Hay tantas
cosas que quiero decir, pero no a él. No a la persona parada frente a mí.
Las lágrimas comienzan a nublar mi visión y lucho con todo lo que tengo para evitar que
caigan. Me doy la vuelta y me limpio los ojos rápidamente. Noto que sus ojos están pegados a
sus pies. Me doy cuenta que tengo que hablar con él por quién es, alguien de quien no sé nada y
esa es una de las cosas más difíciles que he llegado a comprender.
—Umm. —Intenté decir, pero mi garganta comienza a arder. Miro al techo intentando ser
más fuerte de cómo me siento en este momento—. Para ser sincera, yo tampoco sé que decirte
—digo, enojada con las nuevas lágrimas que caen por mis mejillas. Rápidamente las limpio y
me doy cuenta de lo incómodo que luce—. ¿Tus padres te dijeron todo? —pregunto insegura,
ordenándole a mi voz que permanezca estable
Suspira, aún está evitando el contacto visual.
—Me dijeron que me han estado mintiendo todo este tiempo. Que cuando no recuerdo las
cosas, otra persona estaba viviendo mi vida en mi lugar, que ellos sintieron que debían
ocultármelo —dice con obvia amargura—. Todos los que conozco y en quienes confío han
estado mintiéndome. Mis padres, mí mal llamado doctor —dice, con el ceño fruncido.
—Bienvenido al club —murmuro, frotando mi frente. Parece que experimentara una
216
chaqueta está limpia, pero es notorio que ha sido usada más que casualmente. Su cabello
también es diferente, más corto. Parece un modelo para la marca Old Navy, muchísimo más
inocente que Cal. Sin colores oscuros, sin misterio, es como si lo que vieras es lo que hay.
—Debí saber que algo pasaba —dice suavemente, sus palabras me sacan una vez más de
mis pensamientos—. Despertaba y habían transcurrido días, incluso meses. Debí saber que era
algo más grande de lo que ellos me decían. Lo hicieron parecer que estaba bien, que me tenían
bajo control. Pensé que mis tratamientos estaban funcionando. No sabía que había empeorado
tanto —dice, pero es como si estuviese hablando consigo mismo en vez de conmigo—. Las
personas en quien más confiaba me mintieron —dice frustrado.
—No puedes culparte… es parte de la naturaleza humana querer creer que las cosas
siempre están bien. Cuando hablé con tus padres, me dijeron que pensaban que lo que estaban
haciendo era lo mejor para ti. Sólo querían lo que era mejor para ti.
Me mira un poco sorprendido. Yo también estoy sorprendida; no sé por qué dije eso.
Apenas los conozco, y no comenzamos exactamente con el pie derecho, pero al parecer,
realmente lo aman, tanto que preferían joder a todos los demás antes que a él. Aunque ellos
hicieron cosas horribles, lo hicieron todo por él.
—No esperaba que los defiendas. Especialmente después de… Ellos también te mintieron
—dice inciertamente.
—No voy a defenderlos —digo rápidamente—. Lo que hicieron estuvo mal; lastimó a
mucha gente. Pero no creo que lo hicieran por maldad o por ser crueles. Ellos pensaron que te
estaban protegiendo. Como padre harías lo que fuera por proteger a tu hijo de lo que crees que
podría lastimarlos. Si yo estuviera en sus zapatos, y pensara que podía mantenerte a salvo al
mentirte, lo habría hecho —admito.
No dice nada por un momento, su atención se torna hacia su bolsillo y saca algo.
Comienza a acercarse, y me trago todos mis nervios. Siento que se acelera mi respiración y sé
que debe pensar que estoy loca, pero su expresión no lo muestra. Su expresión facial anterior se
suaviza, y me encuentro dando un paso atrás, alejándome. Notando mi incomodidad deja de
caminar, en lugar de eso alarga la mano.
—Mi mamá dijo… —Se calla, y noto que es la foto que le di a la señora Scott de Caylen.
Siento una pequeña sonrisa expandirse en mi rostro. Sus ojos aún están pegados a la fotografía,
su expresión es una mezcla de desconcierto y preocupación.
—Caylen —digo suavemente tocando su rostro en la foto. Cuando levanto la mirada me
doy cuenta que sus ojos están sobre mí, y ambos volteamos a ver a otro lado.
—¿La nombraste así por él… por Cal? —pregunta. Asiento mecánicamente. Sus ojos están
fijos en la fotografía mientras camina hacia el sofá y se sienta—. ¿Cuántos años tiene? —
pregunta, dejando salir un suspiro que al parecer había estado conteniendo por un buen rato.
—Tuvo su primer cumpleaños hace tres días —le digo, sentándome al otro lado del sofá
sintiéndome más relajada teniendo a Caylen como tema. Veo que se levantan sus cejas, y se
voltea completamente hacia mí.
—La has estado criando sola. —Me mira compasivamente, cosa por la que me siento
enojada por alguna razón.
217
—No. Mi tía y mis amigas han estado ahí desde el principio para ayudarme a criarla. A
ella no le hace falta nada —explico.
—Excepto un padre —dice suavemente. Él lo dijo, no yo—. ¿S… se encuentra bien?
Página
—Está bien. —Sonrío, entre más pienso en ella la extraño aún más.
—D… digo. ¿Es saludable?
—Tanto como lo puede ser alguien de un año.
—¿Estás segura?
Frunzo el ceño cuando mi mirada se gira para mirarlo.
—Claro que estoy segura —le digo un poco enojada. Soy su madre, creo que sabría si ella
no estuviera sana.
—¿No hace nada raro?
—¿Cómo qué?
—¿En general?
—Caylen no es rara —le digo ásperamente
—No, no me refería a eso, solo quería asegurarme que estuviera bien —dice, intentando
limpiar sus palabras.
Me pongo de pie.
—Ella ha estado bien todo su año de vida sin que tú estuvieras asegurándote que se
encontraba bien. ¡Me he asegurado que se encuentre bien! —digo más amarga de lo que quería
pero la he criado desde que nació, y él piensa que no sabría si mi hija no se encontrara bien.
—No quise decir nada con eso. N… no sé qué quise decir —dice, al parecer sinceramente.
Me ofrece la fotografía. Por alguna razón me siento culpable. Y se me ocurre que se estaba
refiriendo a su condición mental, aunque puede que esté exagerando. Supongo que eso será algo
de lo que deba preocuparme tarde o temprano si esto es hereditario, pero eso tendrá que ir a la
parte trasera de mi lista de cosas por las que volverme loca.
—Lo lamento, exageré —digo disculpándome—. No… estoy acostumbrada a esto, todo es
tan… tan… —digo incapaz de disculpar mi comportamiento errático
—No, fue mi culpa; me sobrepasé. No debí haber hecho una pregunta tan estúpida. —Me
corta.
El silencio llena nuevamente el aire, y ambos suspiramos.
—Ella está bien, es una niña perfectamente normal de un año. —Gira su atención a la
fotografía con una ligera sonrisa en su rostro, un momento después se extiende ampliamente; la
mitad de su preocupación se ha marchado de su expresión.
Es la primera vez que ha sonreído desde… bueno en un largo tiempo. De hecho, es la
primera sonrisa que le he visto a él… a Chris, pero sigue siendo una que he extrañado. Vuelve a
sentarse en el sofá, y cautelosamente me siento a su lado, mirando la foto de Caylen en su
mano.
—Tiene tus ojos, cambian como los tuyos —digo cautelosa, casi que el comentario fuese
demasiado personal como para ser permitido. Parece incómodo. Tal vez no debí haber dicho
eso. Sabía que no debía…—. D… digo… —tartamudeo, avergonzándonos a ambos hasta que
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otro lado, pretendiendo no notarlo, después su sonrisa desaparece en una mirada casi
preocupada
—¿Cómo se supone que lidiemos con esto? —pregunta suavemente, casi inseguro de que
más decir—. No sé cómo lidiar con esto… —dice, estrujando sus manos mientras deja salir un
suspiro de frustración antes de ponerse de pie—. No sabes nada de mí. No sé nada de ti. Y este
sujeto Cal… —Se cubre su rostro exasperadamente—. Digo…tengo una hija que ni siquiera
recuerdo… —Se calla con una risa enojada—. Años de mi vida —continúa—. Pasaron tantas
cosas, y no recuerdo nada de ello. Nadie se molestó en decirme. ¿Qué se supone que voy a
hacer con esto? —Comienza a caminar ansiosamente por la habitación—. Lo estoy intentando.
Realmente lo hago… pensé que si podía tomar el primer paso hablando contigo entonces podría
hacerlo pero…
Puedo ver la confusión en su rostro, la preocupación, la inseguridad. Está tan perdido
como yo, tal vez incluso más. No sé qué decir para cambiar eso, o si puedo decir algo para
cambiar eso. No estoy acostumbrada a verlo tan frenético y con los nervios de punta. Este no es
al que estoy acostumbrada.
—Sé que es duro para ti. No puedo ni comenzar a imaginarme por lo que estás pasando
en este momento —digo sinceramente, intentando consolarlo de alguna manera.
—No sé nada sobre ti. —Su tono es de disculpa, pero sus ojos y expresión son compasivos.
Aun así sus palabras duelen; se sienten como un cuchillo penetrando mi corazón. Ese rostro
familiar está mirándome directamente, pero sus ojos no muestran ninguna señal de que me
reconoce, y tampoco la muestran sus palabras—. Pero cuando me miras, es como si supieras
todo de mí —dice, con sus ojos sobre los míos, mirando fijamente como si estuviera intentando
ver dentro de mí, como si al mirar con la suficiente fuerza, obtendría la respuesta a todas sus
preguntas—. Tengo suficientes problemas con una vida —dice con una risa sarcástica—.
¿Cómo se supone que lidie con una de la que no sé nada? ¿Una que…realmente no es mía? —se
dice.
Abro mi boca para contestarle y me doy cuenta de que piensa que esto es fácil para mí. No
se da cuenta de lo que tenido que pasar…de lo que estoy pasando.
Hago una pausa, intentando escoger cuidadosamente mis palabras para no agitarlo o
sobrecogerlo.
—Cuando tus padres me dijeron de ti —comienzo cautelosamente—. Fue la cosa más
dura que he experimentado; lo más difícil que alguna vez he tenido que escuchar. Estaba herida
y confundida; ni siquiera les creí… no quise creerles —digo, apretando mi muñeca mientras
continúo—. Aún estoy herida. Aún estoy confundida, no sé qué hacer. No sé qué decir…te. —
Escucho mi voz resquebrajarse y se voltea para verme—. Tampoco puedo aceptar a alguien a
quien no conozco.
Respiré unas cuantas veces para intentar calmar los latidos de mi corazón, pero es inútil
ya que mi pulso sigue acelerado. Puedo sentir sus ojos sobre mí y yo sigo con la mirada en el
suelo.
—Cuando me ves… es como si fuera una carga… un problema, y no tienes idea de lo
mucho que eso duele. —Me trago el nudo en la garganta, tengo lágrimas en los ojos cuando
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—No te culpo por ello —añado rápidamente—. No puedo... pero tienes que entender que
tienes lo de Cal… —Me río, ya que las lágrimas son inevitables pero intento mantener una voz
estable mientras continúo—. Tú…tienes su sonrisa, su voz, sus ojos… —Siento que sonrío pese
a las lágrimas cuando recuerdo en cómo me sonreiría Cal, sin ser condescendiente,
manipulador o arrogante, esos raros instantes en que realmente sonreía—. Cuando te miro… no
puedo evitar verlo. Y duele saber que no eres aquel que me robó el corazón cuando me sonrió
por primera vez, quien me llevó a saltar del bungee en nuestra primera cita, que eres el que me
dijo que soy la única mujer a la que has amado. Pero tú eres…no eres él, y estás enamorado de
alguien más. —Me siento avergonzada cuando las lágrimas caen por mis mejillas, pero necesita
verlas, para que se dé cuenta que soy una persona—. Así que, me está costando mucho esto. —
Río, finalmente limpiándome algunas de las lágrimas que han caído—. Aun sabiendo todo esto,
no sé cómo se supone que lo supere —explico—. Como se supone que lidie con esto… si es que
puedo, pero estoy dispuesta a intentarlo por esa pequeña niña en la fotografía. Haría cualquier
cosa por ella, incluyendo renunciar a la única persona de la que me he enamorado…
Me mira, perplejo. Siento que estoy comenzando a resquebrajarme y respiro
profundamente, limpiándome todas las lágrimas nuevamente, ordenándoles a mis ojos que se
detengan. Camino hacia él obligándome a ver a alguien nuevo, a no ver a Cal, sino… a Chris.
—Lo… lo siento. Por favor no llores. —Su voz tiembla y su expresión es una que nunca
antes he visto. Lo miro viendo alrededor nerviosamente mientras sus manos buscan en sus
bolsillos hasta sacar una servilleta, esas del tipo áspero que usualmente dan en restaurantes de
comida rápida. La tomo y me limpio los ojos.
—Sé que no pediste esto —digo—. Sé que no es tu culpa. Y sé que quieres creer que nada
de esto es problema tuyo, pero lo es, y también es mi problema… Pero no lo es de Caylen.
Estoy dispuesta a aceptar que no eres Cal, que no eres mi esposo; puedo aprender a hacerlo.
Pero no puedo liberarte de ser el padre de Caylen. Eres parte de ella —digo, lo suficientemente
severa como para que entienda mi punto, pero lo suficientemente tierna como para no
asustarlo—. Y eso es todo de lo que estoy realmente segura. Eso es todo lo que puedo pensar en
decirte.
El silencio vuelve.
Camino al sofá y me siento, descansando mi cabeza en las manos. Unos cuantos minutos
después le siento cuando se sienta a mi lado. Volteo a verle; está pensando profundamente con
sus manos entrelazadas. Nunca lo he visto… a Cal… de esta manera. Nunca me dejó saber
cuando algo malo pasaba excepto esa vez; cuando estaba alterado por algo, siempre lo
escondía. Era muy bueno en eso.
—Mis padres dicen que él es… ellos lo describen como… —Se calla como si estuviese
intentando encontrar las palabras correctas, con miedo de ofenderme.
—Oh, lo sé —respondo—. Tu padre no dudó en decirme lo que pensaba de Cal —digo
con un suspiro
—¿Es él…? ¿Era él…?
—La persona que tus padres describieron no es quien era Cal para mí —le digo, aunque
estoy ocupada mirando a mis manos—. No me mal entiendas, puede ser arrogante, malicioso,
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mezquino, y sarcástico… mucho —digo sinceramente—. Pero eso no es todo lo que es —añado
defendiéndolo—. Es mucho más que eso. Puede ser amable… cariñoso… protector. —Sonrío al
recordar el inicio de nuestra relación, lo locamente enamorada que estaba, como si me
Página
Me doy la vuelta para tomar mi teléfono y se lo entrego, luego de unos segundos lo añade.
Me da el suyo, y hago lo mismo.
—También tienes el número de la casa —dice después que termino, e intercambiamos los
Página
222
Página
E
s gracioso como un día puede cambiar el curso de toda tu vida. En realidad no un
día, en cuestión de segundos. El momento en el que te enteras que vas a tener un
hijo o el día que recibes un terrible diagnóstico. Esa vida alterada por momentos que
sabes que nunca va a volver a ser la que era antes de que esos segundos pasaran.
He caminado hacia la puerta del ático más de mil veces. Cada una de ellas esperando
secretamente que esté ahí, sentado en el sofá, con sus ojos revelando tanto y tan poco a la vez.
Y luego el tiempo se congelaría y no importaría mucho en dónde ha estado, o con quién ha
estado, solo importaría que estaba en casa y que me amaba y no podía permanecer lejos.
Esperanzada a ello, por supuesto, habría una razonable explicación, las circunstancias que lo
mantenían lejos de mí, de nosotros, de nuestra familia.
Cada escenario que imaginé, jugó de diferente forma y vagamente, en el fondo no me
importaba cuál era la explicación, solo que estaba en casa y que mi familia estaba completa de
nuevo. Ese sentimiento de anhelo por perderlo hacía que sintiera que una parte de mí estaba
perdida. Esa parte podría volverse pedazos, pero no se resquebrajaba.
Pienso de nuevo en el día en que volví a una casa vacía cuando descubrí que estaba
embaraza. Incluso entonces estaba huyendo de sus recuerdos, odiándolo con cada parte de mi
ser. Sin embargo, cada día mi estómago crecía con una parte de él dentro de mí. Amor y odio
enfrentándose juntos en la batalla sin fin que he luchado en mi interior. Quería borrar su
existencia empezando por mis recuerdos, pero cada día que entraba por la puerta regresando a
casa de alguna tarea trivial, sabía en el fondo que la esperanza seguía ahí.
Sé lo ridículo que era mantener mi esperanza en secreto, para mí sola. El pensamiento de
querer de vuelta a un hombre que abandonó a su esposa embarazada era demasiado patético
para que mi propio subconsciente lo comprendiese. Bueno él no lo sabía, pero aun así, ¿por qué
estaba tratando de aferrarme a una esperanza quijotesca, injustificada y casi incomprensible?
Pero lo hacía, seguía teniendo esperanza para Cal y para mí. Hoy no hay esperanza. Esta es la
primera vez que sé que es un hecho que no estará ahí. El hombre que amo y he detestado todos
estos años es un fragmento de la mente de un hombre llamado Chris… o no; mi mente está
demasiado cansada como para hacer frente a la lógica de toda esta situación.
Me había imaginado todo esto de manera diferente antes de mi viaje de regreso a
223
Madison. Después de todo, traté de convencerme de que lo mejor era una oportunidad de
comenzar de nuevo dejando atrás el pasado, haciéndolo ver como una experiencia liberadora.
Me imaginé a mí misma caminando por la puerta, tomando una respiración profunda y
Página
Me doy cuenta de que despertar con su madre llorando histéricamente no es la mejor idea
para mi hija en absoluto, y cedí.
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Las palabras hieren, pero no las que había usado ella. No había estado escupiendo todo lo
que sabía; solo había sacado un periódico con la foto de mi marido con un nombre diferente.
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—Bueno, pienso que esto es una jodida mierda —dice descaradamente, y por primera vez
en días me río.
Comienzo con una pequeña sonrisa que va creciendo; Raven me mira extrañada pero
luego también comienza a reír. Hillary cruza sus brazos y luego se nos une. Ángela nos mira
como si estuviéramos locas pero no puedo explicarle el maravilloso sentimiento que es reír, en
realidad reír y no llorar.
—No tengo una licenciatura en Psicología o algo por el estilo, podría estar mal informada,
pero…. ¿qué? ¿Trastorno de personalidades múltiples? ¡Dame un descanso! ¿Sabes cuántos
chicos van a utilizar esa excusa si los dejas, L? Se va a regar como pólvora. “Cariño, no era yo,
el cabrón con traje era mi alter ego”.
Lo explica entre risas y luego se desploma y la gravedad de la situación se arrastra por la
habitación.
—¿Qué piensas de esto, Raven? Eres la más madura de todas nosotras —bromea a la
ligera.
Raven deja escapar lo que parece un muy necesario suspiro y asiente.
—Bueno, sé que es porque se refieren a mi edad, pero, recuerdo haber visto un episodio de
Oprah sobre un psicólogo que entrevistó a una mujer que dijo que tenía quince… umm… olvidé
como los llamaba… no eran personalidades, era otra palabra. Oh Dios mío, lo olvidé.
La observo fruncir el ceño mientras reflexiona.
—¿Alter egos? —ofrece Hillary.
—¡Sí, eso es! —dice Raven emocionada, como si hubiera ganado un premio en un
espectáculo de juegos. Me doy la vuelta hacia Hillary sorprendida.
—Veo un montón de telenovelas. —Encoge los hombros—. Bueno Ang, eres la única que
gastó todo el dinero de papá en esas licenciaturas tuyas. Tomaste un par de cursos de psicología,
¿cierto? Vamos a ver cuánto sirven —Hillary bromea.
—Bueno, admito que sé un poco. En un curso que tomé, hablaron sobre el trastorno y lo
discutimos, y por lo que dijo mi profesor, ese diagnóstico sigue siendo discutido en la
comunidad de salud mental. Hay doctores que dicen que es real y otros que piensan que es algo
así como “terapia inducida”, un diagnóstico erróneo de una serie de otros trastornos incluidos
esquizofrenia, desorden bipolar...
—Bueno, ¿es real o no? —interrumpe Hillary.
—Como dije, todavía no existe un consenso general. Hubo un estudio, sin embargo, que
registra los cambios neurológicos que se decían son cambios “de los alter egos” o “cambios”
que tendrían lugar. Sin embargo, podría haber una serie de factores...
—Bueno, independiente de si esta “condición” existe o no, la pregunta es, ¿la posee él?
Siendo realistas, las probabilidades de que las tenga son… ¿qué? —exclama Hillary.
—Hillary, no lo sé. No soy psiquiatra. Pero algunos de los comportamientos que Cal
mostró, de lo que Lauren me dijo… No podría descartarlo por completo como una posibilidad.
—Dame un descanso —murmura Hillary en voz baja.
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abrumarme.
—¡Señoritas!
Raven interrumpe a las dos e inmediatamente se quedan en silencio, teniendo la obvia
sensación de que mi nivel de estrés está aumentando.
—No creo que ninguna de nosotras esté calificada para estar de acuerdo o en desacuerdo
con el comentario de Ángela sobre la existencia de esta enfermedad —dice mirando a Hillary,
que evita su mirada. Su atención se enfoca en Ángela—. Y creo que Ángela está de acuerdo, sin
conocer los detalles específicos de la condición de Cal o… Chris, ella no puede estar segura si
tiene esa condición. —Ángela asiente—. Lo más importante en este momento es apoyar a
Lauren en lo que cree y en la forma en que va a tomar la situación a partir de ahora.
Levanto la mirada y noto que todas sus miradas están en mí. Raven toma mi mano y la
sostiene. Me la aprieta, dándome un poco de coraje. El gesto me hace saber que conoce mi
respuesta, me apoya, sabe lo mucho que eso significa en este punto.
—No quería creer en eso. No quiero creer nada de esto, pero cuando estuvimos solos. No
era él. No era Cal.
—Bueno cariño, si esa es tu decisión, estoy al cien por ciento contigo, estaré aquí para
apoyarte. —Raven sonríe y aprieta mi mano, de manera tranquilizadora.
—Todas lo estamos, Lauren —dice Ángela, abrazándome por detrás. Todas miramos a
Hillary, y ella toma una respiración profunda y por un momento se ve como si estuviera
considerándolo.
—Caylen y tú son todo para mí, y estoy segura de que esto es difícil para ti sin que esté
jodiéndote todo esto. Si puedes hacerle frente a todo esto, no voy a ser la causa de hacértelo más
difícil —dice Hillary.
Se me acerca y me envuelve en sus brazos. Suspiro, un gran suspiro de alivio. El hecho de
saber que cuento con el apoyo de las personas a mi alrededor hace que no todo parezca tan
malo. Ciertamente no es tan malo como cuando caminé por esa puerta hace una hora, pero
tenía tanto miedo. He pasado por tanto en el pasado… sin saber lo que le pasó a Cal. Era tener
una muleta en la que apoyarme, y ahora esta se ha ido.
—¿Cómo voy a fingir que los últimos años de mi vida no sucedieron? —les digo
frenéticamente.
Ángela gentilmente agarra mi rostro y lo levanta, así la estoy mirando directamente.
—No lo hagas. No pretendas que el pasado no pasó, pero no te quedes en él. Acepta el
pasado, pero no vivas nunca más ahí —dice en un tono cariñoso, pero sus palabras son
severas—. Elegiste mirar hacia adelante y dejarlo ir, puedes hacerlo. Has pasado por mucho y
has flaqueado un par de veces, pero nunca te has roto. ¡No te lo permitiremos ahora! —dice
Ángela y me aprieta con un poco de fuerza—. ¿Está bien? —pregunta, el tono autoritario
desaparece de su rostro y la cálida sonrisa que conozco regresa.
—Está bien. —Inclino mi cabeza, asintiendo más calmada.
Tiene razón. Por mucho que he hablado de seguir adelante y avanzar, no lo he hecho. Esa
es la razón por la que vivo aquí. Por donde mire, hay un recuerdo de Cal: cautivante,
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cuenta que estoy rodeada por el pasado, por mentiras, por el fantasma de una persona que
realmente nunca existió.
Ese pensamiento envía escalofríos por mi cuerpo, y si lo creyese, no estaría de luto por
Página
una persona que aún está viva. Al menos su cuerpo está aquí. Intento no pensar en dónde se
encuentra Cal realmente. ¿Qué le sucede a un alter ego cuando no está presente? ¿Se ha
disipado completamente, o puede ver por los ojos de Chris? Cuando lo vi, y me tiré a los brazos
de Chris y le llamé por su nombre, ¿estaba Cal por algún lado ahí dentro? ¿Podía escucharme
llamándolo? ¿Podía verme?
Sé que tengo que dejar de pensar así. No me va a hacer bien. No puedo sujetarme a la
creencia de que Cal aún existe en algún plano. Tengo que seguir adelante por Caylen, nuestra
pequeña, con quien le escuché hablar esa noche. En ese momento, Chris no sabía quién era
Caylen, así que tenía que ser Cal. ¿Fue él capaz de escapar de cualquier desierto mental en el
que se encontraba perdido, solo con ese único propósito?
¡Ugh! Le dije a Chris que podía lidiar con esto, pero esas solo eran palabras. Pateo una de
las cajas que empaqué y tiro un vaso con vino contra la pared, observando cómo lo poco que
queda gotea por la pared gris, dejando una mancha vivida. Tengo que controlarme. Estoy tan
agradecida de que Ángela se llevara a Caylen esta noche mientras hago esto. Supongo que ella
sabía que no iba a ser tan fácil como me lo hizo creer.
Estás siendo ridícula, Lauren, me regaño. Me dirijo a cerrar la caja y recuerdo que solo hay
una cosa más que no ha sido empacada. Camino hacia mi gaveta, y debajo de todas mis
camisas, está una suya; con pequeños botones negros y oliendo ligeramente a la colonia de Cal.
Cuando se fue, no pude deshacerme de sus cosas. Siempre tuve la esperanza de que volvería
para reclamarlas. Luego de unos meses, las evitaba, nunca abría el armario.
Pero esta única cosa, esta única camisa, no pude soportar ponerla en la caja, no me
escondía de ella o la evadía, aunque sí la escondía de las demás personas. Esta la usaba en las
noches en las que lo extrañaba tanto que incluso la tela que toco por última vez su piel me
consolaba. Su aroma, que ligeramente se aferra a la tela, me calmaba, mientras una parte de él
descansaba dentro de mí.
El pasar por todo un embarazo sola, sin él, fue una de las cosas más duras que he tenido
que hacer. Me mostraba contenta con los que me rodean, especialmente con Raven, Ángela, y
Hillary. Ellas estuvieron conmigo cada día, asegurándose que nunca estuviera sola, aunque
seguía sintiéndome sola aun con ellas a mi lado, porque no eran él.
No estaba ahí para frotarme la barriga, para discutir si sería un niño o una niña. O
simplemente para abrazarme. El ir a clases para el parto con Ángela cuando los esposos y
novios de las otras mujeres embarazadas estaban con ellas, hacía que quisiera esconderme en
una esquina.
Tantas veces, lo imaginé entrando a la habitación cuando Caylen hiciera su aparición.
Supongo que algo como eso solo ocurre en las películas, porque ese día nunca llego. Pero en
esas noches cuando me encontraba sola en casa, me ponía su camisa y fingía que eran sus
brazos a mi alrededor. Por un tiempo, mantuvo su aroma, y cuando se desvaneció, me
avergüenzo de decir que le rocié de su colonia. Pequeños momentos como esos, estoy segura
que si se los dijera a alguien, pensarían que es locura o una extraña manera de auto flagelarme.
Pero esos rituales de alguna manera me mantuvieron cuerda todas esas noches que pase sola.
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Me siento en el suelo con la camisa en mis manos, y la sostengo contra mi pecho mientras
las lágrimas escapan de mis ojos. Si voy a decir adiós, si voy a intentar escapar del mañana, aún
puedo ser una tonta esta noche. Me saco la camisa, me paro, me quito el short, y me pongo su
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que puedo ver las venas en su cabeza pulsar. Sigo intentando moverme o hablar, pero no logro
hacer ninguna de esas cosas—. ¿Realmente piensas que los Scott te van a aceptar en sus vidas?
¡Ellos quieren hacer de cuenta que nunca existí! ¿Crees que quieren un constante recordatorio
de mí caminando por ahí, arruinando su pequeño mundo de ilusiones? Soy el hijo bastardo. ¡Su
hijo prodigo! —Se ríe furioso, dando vueltas alrededor de mi cuerpo paralizado
—Caylen necesita un verdadero padre que este aquí —susurro, de alguna manera
rompiendo mi estado catatónico
—¡Soy su padre! —me grita con ira en el rostro. Toma mi brazo bruscamente y me lleva
hasta el sofá donde me atrapa acostándome. Su peso se siente como si una casa estuviese
encima de mí y no puedo respirar—. ¿Fue Chris el que te hizo el amor aquí? ¿Fue su nombre el
que dijiste? —susurra vehementemente en mi oído, para después romper en dos mi camisa
Sus labios tocan los míos firmemente y yo muevo la cabeza a un lado. Sigo intentando
hablar pero no tengo voz. Toma mi rostro y lo voltea hacia él.
—Hay muchas cosas que quieres decirme, ¿no es así Lauren? —Ríe en mi rostro.
—¡Sí! —grito.
…
Me despierto de un sueño tan real, que aún puedo sentir las manos de Cal sobre mí. Me
encuentro en el suelo sudando frío. No recuerdo haberme quedado dormida, pero debe haber
sucedido después de que acosté a Caylen para que durmiera su siesta. Intento recobrar el aliento
y aminorar el ritmo de mi corazón al mismo tiempo. Es el tercer sueño que he tenido de Cal
esta semana.
Todos han sido ligeramente diferentes pero he notado que algunas cosas son consistentes.
Él siempre está vestido completamente de negro, sus ojos son grises, apenas puedo hablar.
También está furioso conmigo por no pelear por nosotros. ¿Lo que sea que eso signifique?
Luché por nosotros por cinco años, dos de los cuales él estuvo completamente ausente. No sé
qué más quiere de mí, ¿aparte de golpear a Chris en la cabeza hasta que salga?
Si Cal estuviera muerto juraría que me está persiguiendo en mis sueños. Pero por
supuesto, realmente no es Cal. Me he aferrado tanto hasta ahora y hay una parte de mí que
tiene problemas soltándose, solo puedo describirlo como un adicto desintoxicándose. Supongo
que es el momento correcto para que ocurra. No quiero que Chris piense que la madre de su
hija es una completa lunática.
Aun así, no sería irónico que él pensara eso, ¿considerando las circunstancias? Por lo
menos me gustaría recuperar mis modales, especialmente ya que estoy de regreso en Madison,
hospedándome en el adorable Hotel Ritter. Más importante aún, es que acordé llevar a Caylen a
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que conozca a Chris y a los Scott más tarde y eso me ha dado mucha ansiedad.
¿Qué pasará si Chris se asusta y no puede lidiar con todo esto? ¿Qué si a Caylen no le
Página
agrada él? ¿Qué si le agrada mucho? Aparte de lo extraño de la situación, ¿cómo voy a
acostumbrarme a compartir a mi hija con una persona a la que no conozco? He sido madre
soltera por tanto tiempo que no sé cómo funciona eso de criar junto a otra persona. Crecí con
Raven criándome básicamente sola. Me pregunto, ¿cómo las personas hacen esto, hacer que
funcione la crianza a larga distancia? Supongo que me estoy adelantando mucho. En tres horas
todos lo sabremos.
La última vez que lo vi en su casa, sufrí un completo ataque de nervios. Él ofreció venir a
Chicago, pero pensé que eso sería extraño para los dos. Intento ser optimista por el hecho de
alejarme de aquí. Se ha vuelto cada vez más difícil quedarme luego de todo lo que ha sucedido.
Realmente creo que voy a vender el ático y a comenzar de nuevo.
Tomo el suéter gris de Caylen y el pantalón rosa con sus botas. Me tomó pasar por veinte
combinaciones antes de decidir lo que ella iba a llevar puesto.
Es una sensación surreal el vestirla para que conozca a Chris. Especialmente después de
todos los días que pase preguntándome como sería si Cal la sostuviera en sus brazos. Ver cómo
se comportaría con una pequeña versión suya. Bueno eso ya no ocurrirá, me recuerdo. Aún si
ella no fuera a ir a algún lugar especial, siempre la visto como si fuera mi muñequita.
Estos días paso más tiempo planeando lo que ella va a usar que al caso lo que yo voy a
usar. Ha pasado tiempo desde que me puse algo que no fuera una camiseta y unos jeans. No he
tenido a nadie para quien vestirme un largo tiempo. Pero hoy he intentado planificar la ropa
apropiada. No quería parecer como si no hubiera pensado en absoluto sobre qué llevar puesto
pero tampoco quería que pareciera que he pasado demasiado tiempo pensándolo. Digo… de
todas maneras no tengo motivo para preocuparme. No es como si aún no hubiera hecho una
primera impresión con rímel corriendo por mi rostro y con el cabello enmarañado.
Decidí ser la gemela de Caylen usando un largo suéter gris y leotardo. Por supuesto, en
lugar de un rosa chicle me decido por un negro. Espero redimirme de la imagen de mujer loca,
histérica y gritona que conocieron antes. No que no la merecieran después de todo lo que ha
ocurrido. Me quito los pensamientos sobre la última reunión con los Scott y la última vez en
que estuve con Chris en esta misma habitación. Recuerdo que parecía que estaba tan nervioso
como yo, casi más que yo. Aun así, aparte de la energía por los nervios, había algo en él que era
casi calmante. ¿Me atrevería a decir… agradable?
Miro el reloj, me queda menos de una hora antes de que Caylen despierte. Tomo mis
cosas y me dirijo al baño para tomar una rápida ducha, esperando poder relajarme por lo menos
a inicio de un día que estoy segura será estresante.
***
—De acuerdo Lauren, puedes hacer esto —me digo y luego miro por el retrovisor a
Caylen sonriéndome—. Debes creer que mama está loca, eh?
No puedo evitar sonreírle y algunos de los nervios se disipan. Ella es tan inocente. Me
alegra que sea tan joven así nada de esta extraña incomodidad la afecta. Estoy empezando a
preguntarme si debería llamar o solo ir hasta la puerta de los Scott, eso no salió tan bien la
última vez. Al menos sé que no voy a sufrir una sobrecarga emocional hoy. No puedo. No
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mientras ella esté aquí. Tamborileo las manos sobre el volante para calmar mis nervios. Digo,
ya pasó lo peor. Lo único que puede hacer que esto sea peor que la última vez, es si Chris abre
Página
Me prometí a mí misma que no haría esto. Pero es imposible no hacerlo. Nunca pensé que
este momento se transformaría en esto luego de toda la ira, la preocupación y el miedo. La
ansiedad y el estrés en el fondo de mi estómago son reemplazadas con algo que no he sentido en
mucho tiempo. Paz. Levanto la mano para limpiar mis lágrimas que comienzan a caer y él me
detiene, sosteniendo mi mano gentilmente en la suya.
—Gracias Lauren. —Su voz y sus ojos están llenos de tristeza, sinceridad y preocupación.
Y por primera vez en mi vida soy capaz de leer el rostro que me está mirando. No hay
nada que esconda las emociones que descansan ahí; nada que intente camuflarlas.
—Hola hermosa —le dice a ella y por el más breve de los segundos él volteo hacia mí, su
sonrisa es familiar y me guiña el ojo. Mi aliento queda atrapado en mi garganta. Tan rápido
como sucede, antes de que pueda verificar si realmente ocurrió, este termina—. ¿Lauren? —
pregunta con una expresión de preocupación en su rostro, mirándome fijamente y… aún es
Chris, pero, sé, que por un segundo no lo era, él estaba aquí, Cal. Me acerco a él.
Vacilantemente llevo mi mano hasta su rostro preguntándome si me dejara tocarlo. Si me deja.
Ignoro las emociones familiares que pasan por mí.
Antes de este instante sentí que estaba renunciando a la única persona de la que alguna
vez me había enamorado. Que lo hacía por la única persona en todo el mundo que amo más
que a él, su hija. ¿Tengo que hacerlo…cierto?
—¿Está todo bien Lauren? —Deja salir una ligera risa y sus mejillas se tornan rojas.
Solo asiento mirando al piso. Todo estará bien.
Me asegurare que así sea.
Tengo que hacerlo…
…aún si me rompo.
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Before I Break (If I Break 1.5)
De los últimos seis años de mi vida, solo recuerdo la mitad de lo que sucedió. Luego de
una docena de doctores y cientos de dólares en recetas médicas, se me diagnosticó con un raro
desorden neurológico, uno que hace que pierda el sentido del tiempo. Algunas veces son horas,
días o incluso semanas sin recuerdos de nada. Lo bueno es que han pasado casi dos años desde
que tuve mi último “apagón”. Se escucha mucho mejor que a lo que se refieren los doctores al
llamarlos, “episodios”, como si mi vida fuera una bendita comedia.
Durante esos dos años de normalidad, finalmente logré obtener mi título de licenciado, un
trabajo que amo, y le acabo de pedir matrimonio a una mujer que ha estado ahí para mí a través
de todo esto. Por primera vez en un largo tiempo todo va como debe.
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Hasta que una extraña mujer se aparece en mi puerta, ella dice que soy su esposo y creo
que está loca. Hasta que, recibo un correo de voz en mi celular. Es de un tipo llamado Cal. La
parte rara, es que es el mismo nombre como me llamó la extraña mujer. Lo que me aterroriza,
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