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Conte, Haydee c/ Coto C.I.C.S.A. s/ Daños y Perjuicios.

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala C.

En la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los 22 días del mes de
mayo de dos mil tres, reunidos en acuerdo los señores jueces de la Sala “C” de la Cámara
Civil, para conocer del recurso interpuesto en los autos “CONTE, HAYDEE c/ COTO
C.I.C.S.A. s/ DAÑOS Y PERJUICIOS”, respecto de la sentencia corriente a fs.265/269 el
tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:
¿se ajusta a derecho la sentencia apelada?

Practicado el sorteo, resultó que la votación debía efectuarse en el orden siguiente: Sres.
jueces de Cámara Dres. Posse Saguier, Burnichon y Galmarini.
Sobre la cuestión propuesta el Dr. Posse Saguier dijo:
I) Haydee Conte promovió demanda contra COTO C.I.C.S.A. reclamando la indemnización
por los daños y perjuicios padecidos a causa del accidente ocurrido el 30 de abril de 2000.
Relata que aquél día mientras hacia sus compras en el supermercado propiedad de la
demandada, al acceder al sector de panadería se resbala a causa de una gran cantidad de
pan rallado que se encontraba tirado sobre el piso y cae con todo su cuerpo sobre el
hombro derecho lo que le trajo -según dice- posteriores afecciones a su salud.
La jueza de primera instancia hizo lugar a la demanda y condenó a COTO C.IC. S.A. y a su
citada en garantía a abonar a la actora la suma de $ 35.400.
Contra dicho pronunciamiento se alza la demandada, quien presenta su expresión de
agravios a fs. 287/294, traslado que fué contestado a fs. 295/304.
II) Se agravia la demandada por la responsabilidad que se le imputa. Cuestiona la
existencia del hecho, su mecánica y la naturaleza riesgosa que se le dió al pan rallado en la
sentencia.
El juez tuvo por acreditada la existencia del hecho, principalmente, con la declaración de la
testigo María Elena Garibotto efectuada a fs. 186. Esta circunstancia, motiva los agravios
del apelante quien pone en duda la veracidad de dicha declaración en virtud de la amistad
que posee la testigo con la actora.
En primer lugar, es importante destacar que las declaraciones de los testigos no deben
mirarse con disfavor, ni con exageradas aprehensiones. La aceptación del dicho de un
testigo tiene que ser menos rigurosa que su examen para desecharlo. Esto ocurre por el
principio de que los testigos no pueden mentir, tanto por existir una punición legal sobre
falso testimonio (art. 275 del Código Penal y 449 del Código Procesal), cuanto porque el
método de interrogación judicial libre de oficio por el juez, pone de resalto el sistema posible
para indagar la mendacidad en que pudiera incurrir el testigo o su falta de comprensión de
los hechos (conf. CNCiv. Sala C, L.184.485 del 23 de abril de 1996, “Aparicio, Cirilo c/ 30 de
Agosto S.R.L. s/ daños y perjuicios”).
Por otro lado, la circunstancia de que los testigos declaren ser amigos de las partes no
resulta causal de invalidez de su testimonio. Es más, su declaración cobra relevancia
cuando, como en el caso de autos, se trata de un testigo necesario por su intervención
personal y directa en la situación que originó el pleito, pues permite el efectivo conocimiento
de los hechos (Fenochietto Carlos, “Código Procesal Civil...”, T.2, pág.620).
En el caso, no se advierte que exista ninguna circunstancia para descalificar la aludida
declaración.
La argumentación que se ensaya para intentar desvirtuarla no resiste el menor análisis,
desde que antojadiza e irrisoriamente pone en duda la veracidad de la testigo en base a
conjeturas que carecen de todo andamiaje y respaldo probatorio.
Tal como lo consideró el a quo, la referida declaración se complementa con la historia
clínica prehospitalaria agregada a fs.145. Adviértase, que la propia apelante no desconoce
que la señora Conte fuera atendida en el supermercado, más allá de que ello no ilustre
acerca de la forma de ocurrencia de los hechos.
En suma, esta atención médica unida a la declaración testimonial y al ticket de compra de
fs. 2 (que coincide en cuanto a la fecha y hora del evento) dan cuenta acabada de la
acertada decisión del juzgador. No cabe entonces ninguna duda acerca de la existencia del
hecho el que jurídicamente debe encuandrarse dentro de la órbita de la responsabilidad
objetiva prevista por art. 1113 del Código Civil.
Siendo así a la víctima sólo le incumbe probar la existencia del hecho, corriendo por cuenta
de la demandada desbaratar la responsabilidad presumida legalmente, conforme las
causales de eximición previstas en dicho artículo.
Es evidente que el pan rallado en sí mismo no resulta ser una cosa riesgosa. Sin embargo,
esta calificación no depende solamente de su peligrosidad intrínseca, sino también, de su
aptitud potencial para producir un daño, en determinadas situaciones, como la de autos. Así,
además de las cosas que podrán considerarse como riesgosas en si mismas (automotores),
existen otras -como el pan rallado- que, por su sencillez o estado inerte carecen de esa
virtualidad, pero en determinadas circunstancias, resultan aptas para producir un daño.
De esta manera, el pan rallado derramado en el suelo evidentemente resulta apto para
producir un daño. En este sentido se ha expresado el perito ingeniero mecánico en su
dictamen de fs. 232/235, donde estableció que el pan rallado posee condiciones deslizantes
especialmente en combinación con una superficie como la del piso del supermercado (ver
respuesta Nº7) liso, pulido y limpio.
Hasta aquí se advierte que la demandada no podrá eximirse de su responsabilidad ya que a
su cargo está el cuidado y el mantenimiento del local y, el hecho que el pan rallado se
encontrase derramado en el piso evidencia un obrar negligente de su parte por el cual debe
responder.
Tampoco puede prosperar su argumento de que habría existido culpa de la víctima por su
contextura física, lo que resulta a todas luces irrazonable y fuera de toda consideración.
Todos estos argumentos son los que llevan a desestimar los agravios que a la
responsabilidad se refieren.
III) En segundo lugar, la demandada se agravia de los montos otorgados en concepto de
indemnización por considerarlos a todos ellos altos.
a) Daño emergente: La sentenciante otorgó por este concepto la suma de $ 24.000.
El resarcimiento por incapacidad comprende, con excepción del daño moral, todos los
supuestos susceptibles de reparación patrimonial, incluso los daños de salud y a la
integridad física y psíquica (conf.C.Nac.Civ.Sala A, en causa libre nº 59.662 del 22-3-90).
No abarca sólo la disminución laboral, sino toda aquella que importe un menoscabo en la
vida, la salud e integridad o armonía física o psíquica de la persona humana, por lo cual ha
resuelto que el daño sea físico o psíquico debe ser resarcido por tratarse de una
disminución en la capacidad vital, aun en los casos en que esa merma o deterioro no
dificulte la realización de tarea alguna (C.Nac.Civ. Sala C, agosto 31/1993, L.L. T.1994-B,
p.613, fallo nº 92.215; id.Sala C, septiembre 25/1997, L.214.716).
El perito psicólogo dictaminó a fs.174/184, que la actora no padece incapacidad alguna en
este aspecto.
Por su parte, el perito médico luego de realizar un exámen físico a la actora estableció que
padece hombro doloroso y periatítis de hombro y presenta secuelas funcionales. En la
actualidad, dichas secuelas se manifiestan a través del dolor, disminución de la fuerza
muscular y limitación de la movilidad de su hombro lo que genera -a su criterio- una
incapacidad de carácter parcial y permanente del 20% T.O. (ver fs.76).
La demandada cuestiona este resarcimiento sacando de contexto la apreciación del
experto.
En efecto, por más que la actora cuente con 63 años -59 al momento del accidente- lo cierto
es que la periatitis de hombro ha sido producto del traumatismo padecido, por lo que el
argumento del apelante resulta insostenible, sin perjuicio de señalar que siempre se tiene
como pauta la edad de la víctima en este resarcimiento, tal como se ha señalado.
Sin perjuicio de ello, soy de opinión que teniendo en cuenta las lesiones sufridas ya
descriptas, la edad de la actora al momento del accidente (59 años, ver historia clínica de
fs.6), estimo prudente reducir la indemnización a la suma de $ 14.000.
b) Gastos: En la sentencia apelada se otorgó en concepto de gastos de asistencia médica y
farmacéutica la suma de $ 750; en concepto de gastos de traslados la suma de $ 250 y por
gastos en servicio doméstico la de $400.
La sala ha entendido en relación a los gastos médicos, de farmacia y traslados que no
requieren la efectiva prueba, cuando la índole de las lesiones sufridas en el accidente los
hacen suponer (conf.C.Nac.Civ. Sala “F”, causas libres nºs 156.186 del 8/3/95; 235,287 del
12/5/98; id.Sala “C” nº 162,444 del 12/9/95; entre otros).
En el caso, las lesiones padecidas y las curaciones a las que debió someterse la actora,
justifican la procedencia de dichos gastos reclamados, siendo razonable el monto otorgado
por la sentenciante, -teniendo en cuenta el hombro fue inmovilizado con una “charpa”, que
tuvo infiltraciones, que fue sometida a un tratamiento de rehabilitación, que le fueron
prescriptos analgésicos etc.-, propongo se confirme la sentencia respecto a ellos.
Ahora bien, en cuanto a los gastos de servicio doméstico reclamados, éstos debieron
acreditarse, extremo al cual no siquiera de refieren los testigos, por lo que corresponde
acojer la queja respecto a este rubro y dejar sin efecto el monto otorgado en la anterior
instancia.
c) Daño moral: En concepto de indemnización del daño moral la anterior sentenciante
concedió la suma de $10.000, quejándose la demandada por considerarlo elevado.
La Sala se ha inclinado por exaltar la función esencialmente indemnizatoria del daño moral,
normado por el art. 1078 del Cód.Civil (desde los precedentes “Soria c/ Lopez Suarez” del
11/6/76, E.D. 68-442; “Bauer c/ Dessein” del 24/4/77; “Mil de Schneider c/ Baranowsky” del
25/7/78 L. 228.178; “Saba c/ Basan” del 12/11/96 L. 190.362, entre otros) a cuyos
contenidos me remito.
Con el encuadramiento jurídico formulado y en virtud de las circunstancias del caso, la
actora sufrió las lesiones ya descriptas, que si bien no hay duda sobre la procedencia del
mismo, considero que debe reducirse a $7.000.
Por todo lo expuesto, y si mi voto fuese compartido propongo se confirme la sentencia
apelada en lo principal que decide y se la modifique en cuanto a la incapacidad
sobreviniente y al daño moral que se fijan en $ 14.000 y $ 7.000, respectivamente.
Asimismo, se deja sin efecto la suma otorgada en concepto de gastos por servicio
doméstico. Las costas se imponen a la demandada quien resulta sustancialmente vencida
(art. 68 del Código Procesal). JOSE LUIS GALMARINI - FERNANDO POSSE SAGUIER -
RICARDO LUJAN BURNICHON
Conte, Haydee c/ Coto C.I.C.S.A. s/ Daños y Perjuicios.
Buenos Aires 22 de Mayo de 2003.
Y VISTOS: Por la votación que instruye el acuerdo que antecede se confirma la sentencia
apelada en lo principal que decide y se la modifica en cuanto a la incapacidad sobreviniente
y al daño moral que se disminuyen a $ 14.000 y $ 7.000, respectivamente. Asimismo, se
deja sin efecto la suma otorgada en concepto de gastos por servicio doméstico. Las costas
se imponen a la demandada quien resulta sustancialmente vencida (art. 68 del Código
Procesal).
Difiérase la regulación de honorarios para una vez que se encuentren determinados los de
primera instancia.
Notifíquese y devuélvase - JOSE LUIS GALMARINI - FERNANDO POSSE -
SAGUIER.RICARDO - LUJAN BURNICHON.

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