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Henry Guillermo Acosta Pérez

Código: 201529479
Ecosistemas

CAPITAL NATURAL Y EL POST CONFLICTO: ¿CUÁLES SON LOS RIESGOS Y


OPORTUNIDADES?

Guillermo Acosta Pérez1

El Acuerdo de la Habana da por terminado un conflicto de casi 6 décadas con las guerrillas de las
FARC; y si bien el conflicto ha tenido impactos negativos sobre la biodiversidad en el país, el
difícil acceso a algunos territorios controlados por los grupos al margen de la ley ha permitido la
conservación de ciertas áreas (Rojas, 2016). A pesar de que existe la esperanza de alcanzar una
paz duradera y una sociedad estable, algunos sectores ven con zozobra al postconflicto por la
posible degradación del capital natural al transformarse los ecosistemas para suplir la creciente
demanda de recursos y suelo (WWF-Colombia, 2017). En este ensayo exploraremos la relación
del post conflicto con el capital natural, así como los riesgos y oportunidades para la
conservación que traerá esta transición en nuestro país.

El concepto de capital natural desarrollado por Costanza & Daily (1992) y Gómez-Baggethun &
Groot (2007) (Citado por Ruíz et al.,2017), se refiere a los componentes y la estructura del
ecosistema, además de los procesos e interacciones entre ellos, los cuales determinan la integridad
y resiliencia de los ecosistemas. Este capital natural genera un flujo constante en el tiempo de
bienes y servicios para toda la humanidad, que a su vez pueden ser evaluados en términos
económicos y sociales, de manera que sirvan como insumo para alcanzar la sostenibilidad (Ruíz
et al., 2017).

La importancia del capital natural colombiano se puede relacionar con que sea un país mega
diverso (Suárez et al., 2017) y un reconocido “punto caliente” de biodiversidad o “hotspot” (Por
su traducción al inglés). Para poder ser considerado como hotspot, una región debe soportar al
menos 1500 especies endémicas de plantas vasculares (o el 0,5% del total mundial) y debe haber
perdido el 70% de su cobertura vegetal originaria (Mittermeier et al.1999; Myers et al. 2000,
citados por Hanson et al., 2009). De los treinta y cuatro hotspots existentes en el planeta, Colombia
cuenta con dos regiones que califican en esa categoría correspondientes a Tumbes-Choco-
Magdalena y el sistema montañoso de Los Andes en zona tropical (Hanson et al., 2009).

Cerca del 90% de los conflictos armados desde los años 1950’s, han ocurrido en países que
contienen “Hotspots” o sitios de importancia para la biodiversidad, siendo este patrón bastante
consistente en los últimos cincuenta años (Hanson et al., 2009). Algunas de los determinantes de
la relación entre guerra y zonas de importancia para a biodiversidad pueden estar dadas por la
facilidad de esconderse para grupos al margen de la ley en paisajes abiertos; la relación entre
crecimiento poblacional y escasez de recursos; y cuestiones culturales, sociales, políticas e
históricas propias de cada región (Hanson et al., 2009).

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Ingeniero Ambiental y Sanitario, Estudiante de Maestría en Gerencia Ambiental
Henry Guillermo Acosta Pérez
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Ecosistemas

Los impactos ambientales de un conflicto armado son complejos, multi-escala y no se limitan a


las zonas de conflicto o a las treguas (Hanson et al., 2009); además se producen en todas sus etapas:
Preparación, conflicto y post-conflicto (Machlis & Hanson, 2008). En el caso del conflicto armado
colombiano los principales impactos sobre la biodiversidad han sido mucho más complejos, pues
actividades como el narcotráfico y la minería ilegal que han financiado el conflicto también
generan impactos ambientales. La deforestación cuenta dentro de una de las principales
consecuencias del conflicto armado, siendo el primer eslabón para promover la degradación del
suelo, emitir gases de invernadero y la pérdida de la biodiversidad (Morales, 2017). Los cultivos
ilícitos, la minería ilegal y el desplazamiento forzado se cuentan dentro de las principales causas
de la deforestación reportándose para 2015 que un 85% de las alertas tempranas de deforestación
ocurrieron en zonas de conflicto armado en Colombia (Morales, 2017).

Infortunadamente la mayor parte de las áreas afectadas por el conflicto colombiano, corresponden
a ecosistemas frágiles y zonas de importancia estratégica; de manera tal que el azar y las
actividades derivadas de la guerra que configuraron en el territorio un mosaico fragmentado con
áreas degradadas y espacios de regeneración (WWF-Colombia, 2017).

Sin embargo; pese a que la degradación ambiental promovida por el conflicto armado es innegable;
sí existe un efecto positivo sobre la conservación de algunas zonas de importancia, puesto que las
zonas controladas por grupos ilegales son de difícil acceso para actividades de carácter extractivo
generando zonas buffer de conservación “de facto” (Hanson et al., 2009). En el caso colombiano,
el conflicto permitió la conservación de algunas zonas donde no existía intervención estatal,
actividades industriales, desarrollo de infraestructura o asentamientos humanos (Morales, 2017).

La conservación de zonas de importancia derivada del conflicto armado colombiano podía ser
accidental o deliberada. Accidental como el caso del Páramo de Sumapaz que era controlado por
la guerrilla por su posición estratégica cerca de la capital del país; o deliberada cuando establecían
normas en territorios en las cuales imponían sanciones para actividades extractivas, caza, pesca o
uso de agua. Los grupos ilegales también protegían bosques que les servían de corredores para
garantizar una movilización segura de tropas (Morales, 2017). Cómo producto del conflicto la
transformación del paisaje fue desigual en las diferentes regiones del país, mientras en la región
Andina se amplió la frontera agrícola, en áreas abandonadas por la falta de presencia estatal y el
desplazamiento forzado como la Orinoquía presentaron crecimiento de vegetación (Baptiste et al.,
2017).

La inminencia del post conflicto trae un escenario completamente diferente, donde la esperanza
de un cambio socio político, también trae temor a desencadenar cambios no deseables al
transformar los ecosistemas para responder a la creciente demanda de recursos y tierras (WWF-
Colombia, 2017). Estos riesgos ambientales en el marco del post conflicto podrían estar dados por
los conflictos de uso del suelo y la presión generada por nuevas actividades económicas (Morales,
2017).

La experiencia internacional de países en post conflicto en el siglo XXI como El Salvador, Sierra
Leona, Angola o Bosnia Herzegovina; señala que los principales impactos ambientales en los post
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conflictos son la deforestación y los conflictos de uso del suelo (Suárez et al., 2017). También
existen unos factores comunes que promueven los impactos ambientales en países en postconflicto
que claramente pueden relacionarse con el caso colombiano: 1) El uso y planeación inefectiva del
suelo, 2) La presión sobre el ecosistema ejercida por el retorno de la población desplazada, 3) La
demanda de tierra para actividades agrícolas, 4) La dependencia en el sector extractivo y 5) las
practicas productivas insostenibles (Suárez et al., 2017)

En el caso colombiano el uso y tenencia desigual de la tierra son unas de las causas y consecuencias
del conflicto, donde la concentración de la tierra genera disparidad en oportunidades económicas.
Uno de los principales retos del post conflicto será la legalización y asignación de terrenos baldíos
con el fin de resolver disparidades en el acceso al uso de suelo productivo; sin embargo, existe un
riesgo puesto que esto generará una expansión descontrolada de la frontera agrícola y deforestación
(Morales, 2017). Se convierte en una necesidad imperativa en el post conflicto conciliar la
distribución del suelo productivo con la conservación de los ecosistemas.

Por otro lado, otro reto desafiante está dado por el seguro aumento en la cobertura de vías e
infraestructura para facilitar el acceso y la extracción de recursos naturales, lo anterior a expensas
de unos enormes costos ambientales (WWF-Colombia, 2017)

La terminación del conflicto además abre las puertas para la entrada de actividades económicas a
territorios donde tenían restringido el acceso a causa del conflicto armado. El riesgo ambiental se
puede materializar puesto que el estado ha demostrado incapacidad en controlar las actividades
económicas legales e ilegales, donde bandas criminales colonizaran los negocios del narcotráfico
y la minería ilegal y las actividades legales si no se configuran en forma sostenible y organizada
pueden terminar afectando gravemente los ecosistemas (Morales, 2017).

En contraste a los retos y riesgos, la terminación del conflicto armado puede traer consigo
oportunidades para la conservación de los ecosistemas en el territorio colombiano. La delimitación
y zonificación de áreas de importancia ambiental es oportunidad establecida en el Acuerdo de Paz,
donde se exige cerrar la frontera agrícola y consolidar y delimitar las áreas de importancia
ambiental estratégica (Semana Sostenible, 2016).

La alineación de la estrategia de crecimiento económico con los objetivos del desarrollo sostenible
en el post conflicto, puede ser una oportunidad para fomentar la competitividad y hacer un uso
sostenible del capital natural (WWF-Colombia, 2017). Por ejemplo, en el postconflicto la
conservación de la biodiversidad puede integrarse al desarrollo, para la manufactura de café la
biodiversidad puede optimizar su producción al proporcionar la sombra, además de proveer de
hábitat a pájaros y polinizadores (Baptiste et al., 2017).

Otra oportunidad es la de distribuir recursos que se dejan de gastar en la guerra para la


conservación de áreas de importancia ambiental estratégica. Aunque los ahorros en el gasto
público no se presentaran de inmediato, el Departamento Nacional de Planeación estima que se
ahorrarían unos 7,1 billones anuales en degradación ambiental en ausencia del conflicto (Semana
Sostenible, 2016). Así mismo, para evitar que los motores del conflicto sigan existiendo y ante la
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presencia de actividades económicas ilegales, en el país se debe aprovechar el escenario del post
conflicto para promover actividades económicas sostenibles.

Por otro lado, el post conflicto exitoso implicaría el monopolio de la fuerza por parte del estado y
el fin del control territorial por parte de actores armados ilegales, es aquí donde es necesario que
se empodere y fortalezca a las autoridades ambientales locales y mejore la gobernanza para mejorar
la gestión de la conservación de los ecosistemas estratégicos (Morales, 2017).

Diferentes sectores están trabajando para asumir esos retos y aprovechar estás oportunidades. El
gobierno nacional estableció cuatro líneas de acción para medio ambiente y el post conflicto: 1)
Ordenamiento Ambiental, 2) Las iniciativas productivas sostenibles, 3) La reconversión de
economías ilegales y 4) El fortalecimiento del Sistema Nacional Ambiental –SINA- (Arenas,
2017).

En torno a la deforestación como principal impacto ambiental en el post conflicto, la iniciativa


“Bosques para la Paz”, que busca integrar la conservación con proyectos productivos comunitarios
y a su vez convertirse en memoria histórica para la reconciliación. Las comunidades que se
denominan “Guardianes de Paz”, son capacitadas en conservación y producción sostenible;
además en los bosques se convierten en monumento a la memoria de las víctimas (Ministerio de
Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2017). Siendo este un esquema tipo PSA (Pagos por Servicios
Ambientales), la financiación se realiza con aportes voluntarios del sector público o privado.

En conclusión, las últimas décadas se ha encontrado un vínculo entre conflictos armados y su


localización en sitios con alta importancia para la biodiversidad y capital natueal, y las diferentes
etapas de las guerras generan impactos ambientales, que para el caso de Colombia y teniendo en
cuenta la experiencia internacional se pueden ver materializados principalmente en aumento de la
deforestación y conflictos de uso del suelo.

Pese a lo esperanzador de la terminación del conflicto, la post guerra trae consigo unos riesgos
ambientales en Colombia correspondientes a conflictos de uso del suelo y presión sobre los
ecosistemas por nuevas actividades económicas. Además, el post conflicto trae consigo
oportunidades en la conservación de áreas de importancia ambiental, siendo las más importantes
la zonificación de ecosistemas estratégicos, el uso sostenible del capital natural, el re
direccionamiento de recursos para la conservación y el empoderamiento de comunidades y
gobernanza.
Henry Guillermo Acosta Pérez
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Bibliografía
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