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La Revolución Mexicana como marco de movimientos artísticos y sociales en América Latina.

UNAM - 14 de junio 2017


Ponencia
Lic. Franco Jaubet

Título: Vigencia crítica del film documental del realizador argentino - secuestrado desaparecido-
Raymundo Gleyzer.

La obra de Raymundo Gleyzer es considerada desde el punto de vista individual la más


consistente, sólida y representativa de un movimiento de testimonialidad que abarca períodos
institucionalmente conflictivos en la República Argentina.
Perteneciente originalmente a la carrera de cinematografía de la actual Facultad de Bellas Artes de
la Universidad Nacional de La Plata (perteneciente al Estado), dejó los estudios urgido por su
necesidad de registrar las realidades sociales, particularmente las que evidenciaban retrasos
económicos, pobreza, marginalidad en territorios rurales y en sus vínculos con las migraciones
internas de los países de América Latina.
La tierra quema (1964), rodada como primer trabajo orgánico, constituye un cortometraje
ejemplar que revela la dureza de las condiciones de vida de los campesinos del denominado
triángulo del hambre del nordeste de Brasil, y que habiendo sido filmado a mediados de la década
del sesenta, en 16mm y blanco y negro, aún conserva toda su potencia expresiva, en la relación de
la denuncia política a través del cuerpo concreto de las imágenes, de los ambientes, los seres y sus
penurias.
Gleyzer se vinculó con otro documentalista central en el desarrollo del mundo audiovisual
argentino, como es Jorge Prelorán que también en una tarea en soledad y con escasos recursos
aunque prolijamente utilizados, configuró una aproximación a lo que denominaríamos una
cinematografía documental de carácter cuasiantropológico. Donde para este realizador la imagen
es el cuerpo del actor social y la presencia de su voz su espíritu. Esta objetividad fue pronto
superada por una visión donde la sintáxis fílmica se transformó en una observación más profunda
que la sola descripción de ámbitos y trabajos, para pasar a percibir en referencias discursivas muy
pertinentes en el campo diegético del off, los contextos de explotación, de continuidad de la
supervivencia sufrida y la inevitable degradación de sus existencias.
Los documentales que Gleyzer encaró en ese período son testimonios que aun conmueven por
una relación entre lenguaje y moral que atendió de modo estricto a una precisión entre estructura
y materia que los convirtió en clásicos.
A punto que en la Argentina hay un día de homenaje a los documentalistas que se propuso en
función de la fecha de su secuestro y desaparición.
Los traidores (1973), es un film que el gran documentalista Joris Ivens, les inspiró en una
conversación en París a Gleyzer y Melián sobre la burocracia sindical en donde este duo ya
convertido junto a otros compañeros en el denominado Cine de la Base, en donde la
ficcionalizacion requerida, producto de las dificultades de acceso al universo de los dirigentes
corruptos se corporizó en una ficcionalización que posee las características de lo que se denomina
en el campo literario la non-fiction novel . Es decir que lo real socia, es la fuente de una mirada que
posee una fuerte función documental en un territorio narrativo que alcanza la categoría de una
crónica profunda.
Es así que la situación de restitución democrática en 1973, que duró solo apenas algunos meses,
indujo a revisar tanto la interioridad de los procesos de luchas obreras como el contexto de
situaciones de transformación política, como antecedentes históricos en América Latina de
momentos de cambios revolucionarios así como de cristalizaciones y estancamientos, y que
impulsó a Gleyzer a abordar la Revolución Mexicana de 1910, sus reales aportes al desarrollo
social y político y sus limitaciones, desvíos y contradicciones.
Chiapas, es uno de los territorios que anticipando experiencias contemporáneas, problematizaba
de modo original la mirada que el documental encarado, revivía aquellas imágenes y
comprobaciones de los territorios de Brasil.
Sin embargo Gleyzer en base a una producción habilitada por un independiente norteamericano
(Bill Susman), encara una roud movie que abarca desde campañas políticas, entrevistas a altas
clases sociales, balances estadísticos, archivos, figuras del pasado y el presente al momento de su
realización y enmarcado en un tono de demanda crítica por las deudas que esa revolución dejó o si
se quiere de las promesas y expectativas incumplidas.
Se podría como en alguna oportunidad se señaló, cuestionar en el sentido de considerar una
intromisión la mirada de un realizador argentino en tan compleja realidad mexicana, pero en el
marco de esto que hoy se denomina la globalización, el rescate de un concepto de revolución que
no es un acontecimiento lineal, que si bien puede conducir como algunas tendencias posmodernas
ha esos límites señalados y a esas promesas frustradas, nunca es una vuelta al mismo lugar porque
los cambios que se han producido señalan también la irreversible necesidad de sus cumplimientos.
En el film encontramos que el campo ideológico, cede su lugar no sólo a representaciones
discutibles, sino a formas contundentes que exhiben sentidos que convierten a esa ideología en
una forma de conocimiento de la realidad social. "…la realidad sobre la cual se ejerce la praxis
social es la que nosotros hemos designado como realidad histórica, y el cambio social que apunta
a producir no es otro que sustituir por otra manera de conocer la realidad material".
La definición del semiólogo argentino Luis Prieto se inscribe en el planteo de que una ideología
sostiene su pertinencia sólo si se transforma en un conocimiento objetivo, y más allá de las
interpretaciones críticas y de las polémicas que pueden alimentar el film de Gleyzer este es un
irrebatible modo de revisar la praxis a la que aludimos.

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