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El 5 de Julio llego Santander con la vanguardia al pueblo de Socha al otro lado del páramo,
mientras que Anzoategui llega al mismo sitio al día siguiente. Los pueblos le prestaron
apoyo y ayudaron a ese ejercito a recuperarse.
Por su parte, al enterarse los españoles de la invasión, se dirigen hacia la región invadida
del Sogamoso. El General Barreiro presento dos columnas de 800 hombres en Corrales y
Gameza, a ambos lados del río Sogamoso. Allí acontecen enfrentamientos donde Justo
Briceño derrota a los realistas mientras Barreiro no empeñaba la lucha, para reunir mayores
fuerzas.
Para el 25 de julio, los patriotas habían logrado aumentar sus efectivos a 2600 hombres, por
lo que Bolívar decide llevar a su tropa por el camino del Salitre de Paipa para atacar al
enemigo por su espalda o forzarlo a abandonar sus defensas. Pero al este del Pantano de
Vargas se presentaron los relistas para cerrarle el paso. El ejercito patriota se sitúa al frente
de la posición realista , pero con desventajas de terreno, lo que supieron aprovechar los
españoles para atacar.
La táctica salvadora improvisada a última hora por Simón Bolívar consistió en primer lugar
en colocar en reserva casi toda su caballería, legión británica y llaneros. Se quedarían
encerrados en el patio de una hacienda situada al pie de la cota que había convertido en su
puesto de observación. Consistía también en enviar al resto de sus tropas por olas sucesivas,
con orden de disputar el terreno milímetro por milímetro, a sabiendas claramente que no
estaban en capacidad de resistir frente a la presión de los españoles. El resultado era que
con cada repliego de los patriotas se incitaba a Barreiro a comprometer parte de sus
reservas para lanzarlas contra ellos. La acción se había iniciado a las once de la mañana.
A las dos horas del combate, la derecha realista desaloja la izquierda patriota de la altura
del este que tenía Santander, pero bolívar organiza un contraataque con las tropas
vanguardistas dispersas recuperando nuevamente el terreno. El jefe realista, para repelerlos
y acabar de una vez por todas, utilizó el resto de sus tropas. Los patriotas retrocedieron en
desorden y se creyeron perdidos, con un enemigo encarnizado que les pisaba los talones y
cuyo ardor se duplicaba ante la perspectiva de un triunfo inminente. Fue el momento que
escogió Bolívar para lanzar la masa de sus tropas frescas. La legión británica en primer
lugar, con james Rooke a la cabeza, quien cargó y se echó en el combate. Desconcertados,
con su avance detenido, los españoles, sin embargo, seguían luchando encarnizadamente y
era incierta la suerte de la batalla.
Bolívar seguía cuidadosamente, con su catalejo, las fases del combate. Detrás de él,
percibía la agitación de algunos llaneros, ansiosos ante las noticias y que temblaban de
impaciencia; pero todavía no había llegado el momento. Eran las seis de la tarde cuando por
fin el Libertador ante la inminencia de la derrota se volteó hacia el jefe llanero.
Con está heroica acción, el ejercito de Bolívar logra arrebatarle la victoria de las manos a
los españoles, en el pantano de vargas, quienes al verse derrotados se repliegan a Paipa y
a Molinos de Bonza. Por su parte, el ejercito patriota se aloja en el campo y el 26 de julio
retrocede a sus posiciones de Corrales de Bonza. Esta cruel pero crucial batalla deja como
resultado 500 bajas en el ejercito realista y 350 más en el ejercito patriota; forjando las
bases que darían la libertad definitiva a la nueva granada solo 12 días después en la batalla
final del puente de Boyacá.
BATALLA DE BOYACA
El sábado 7 de agosto de 1819 los Ejércitos español y criollo se enfrentaron en el
campo de Boyacá. Cada uno tenía un objetivo diferente: El Ejército Realista tenía como
misión tomarse Santa Fe de Bogotá y el Liberador deseaba impedir a toda costa esta
maniobra.
El Ejército Liberador, conformado por 2.850 combatientes entre criollos, mulatos,
mestizos, zambos, indígenas y negros estaba comandado por el
general Simón Bolívar; la vanguardia, por Francisco de Paula
Santander y la retaguardia, por el general José Antonio
Anzoátegui.