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UNIVERSIDAD PARTICULAR DE CHICLAYO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

EL ORIGEN DEL HOMBRE

DOCENTE:
DR. CESAR NUÑEZ SANCHEZ

ALUMNO:
GURBA MENDOZA EDU BRIAM

CURSO:
ANTROPOLOGIA MORAL Y ETICA

CICLO: I

CHICLAYO, MARZO DEL 2018

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RESUMEN

En esta obra resalta inmediatamente la concepción materialista que Darwin


tiene del hombre, y que se conecta con el empirismo

y el positivismo inglés (Hume, Spencer, Stuart Mill). Desde el principio dice con
claridad que no hay diferencias entre el hombre y los mamíferos más elevados, no
sólo en el cuerpo, sino en lo que Darwin llama “facultades mentales”. Así, afirma
que los animales tienen aptitud para el raciocinio, poniendo ejemplos que en
realidad sólo prueban la “inteligencia práctica” animal (estimativa, según la doctrina
tomista).

Darwin considera que el hombre surge por evolución también en sus facultades
espirituales: todo el espíritu humano, la conciencia, la moral, etc., han nacido como
resultado de la evolución. Las facultades mentales del hombre habrían surgido a
partir de la evolución de instintos sociales de amistad y simpatía, heredados de los
antepasados simiescos; cualquier animal dotado de instintos sociales pronunciados
habría podido alcanzar una conciencia como la del hombre

En el terreno religioso, piensa Darwin que tras un proceso de fetichismo y


politeísmo se llegó al monoteísmo, y considera absurdas las creencias religiosas.
En su lugar fija una religión natural —orientada a hacer el bien a los demás— que
halla su raíz en los instintos sociales, en la razón y en la experiencia. Su creencia
en la existencia de Dios se refleja vagamente en la, pero enseguida dice que las
ideas acerca del espíritu proceden de los sueños (serían extrapolaciones de las
imágenes “incorpóreas” de los sueños). Y así, el hombre primero cree que los
objetos naturales estarían animados por agentes espirituales, y luego pasaría a
“separar” las divinidades correspondientes, naciendo de este modo la religión. El
sentimiento religioso surgiría por una complejidad de emociones, y ya se incoaría
en algunos animales: el perro “adora” a su dueño de un modo cuasi-religioso. Estas
ideas Darwin las recoge de la tradición positivista europea, y, como es evidente, se

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trata de hipótesis sobre las que no aporta ningún argumento consistente.

La evolución física, psíquica, cultural y moral del hombre es —según Darwin—


una unidad indisociable. Aunque ahora el hombre parezca muy desarrollado por el
progreso cultural, los hombres en estado salvaje habrían sido mucho más parecidos
a los animales más elevados. El mecanismo de la evolución social y moral es la
selección natural, la imitación y la ley de aprobación y censura de los demás. Es
interesante notar que estas ideas han pasado al behaviorismo moderno y hoy están
muy difundidas en la cultura corriente.

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DEDICATORIA

A Dios padre todopoderoso, que me da la vida, salud e


inteligencia. Gracias a todo ello puedo alcanzar el éxito y
cumplir con mis objetivos y metas trazadas en mi carrera
profesional.

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INDICE

Capítulo I ................................................................................................... 5

Pruebas de que el hombre desciende de una forma inferior. .............. 5

Capítulo II ..................................................................................................... 6

Facultades mentales del hombre y de los animales inferiores ............ 6

Capítulo III ................................................................................................. 8

Las facultades mentales del hombre y de los animales


inferiores. (Continuación). ........................................................................ 8

Capítulo IV.................................................................................................. 10

Modo como el hombre se ha desarrollado de alguna forma inferior. 10

Capítulo V................................................................................................... 13

Desarrollo de las facultades morales e intelectuales en los tiempos


primitivos y en los civilizados. ................................................................ 13

Capítulo VI.................................................................................................. 15

Afinidades y genealogía del hombre. .................................................... 15

CONCLUSIONES....................................................................................... 17

RESUMEN .................................................................................................. 18

BIBLIOGRAFIA .......................................................................................... 20

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Capítulo I

Pruebas de que el hombre desciende de una forma inferior.


Darwin se propone demostrar en esta obra que el hombre es el descendiente
modificado de alguna forma inferior. A esta conclusión llega tras pensar que las
variaciones manifestadas en el hombre en cuanto a la conformación corporal,
(enfermedades, embrión, órganos, etc.), y también intelectual, están sometidas a
las mismas leyes de los animales inferiores. Así, por ejemplo, el hombre posee
enfermedades comunes con algunos animales; igual sucede con ciertos parásitos
que son comunes; el embrión humano es semejante al de otros animales; la similitud
de los distintos miembros del cuerpo es bien notoria, etc.

Este primer capítulo se dirige a probar ciertas semejanzas entre el hombre y


algunos animales: en la forma del esqueleto, sistema nervioso, enfermedades,
órganos rudimentarios, etc.

Basándose en ellas, el autor concluye que “el hombre y todos los demás
vertebrados han sido construidos según un mismo modelo general“ (p. 23); admite
que todos ellos tienen un origen común, y niega la idea de que fuesen el producto
de actos creativos separados. Y este es precisamente el núcleo de la argumentación
científica de Darwin: dos cosas semejantes tienen un origen común; argumento
enriquecido con una multitud de datos que en realidad sólo evidencian semejanzas
entre los seres vivos de la naturaleza, pero que no necesariamente prueban un
origen común.

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Capítulo II

Facultades mentales del hombre y de los animales inferiores


Habiendo descubierto señales —que le parecen evidentes— de que el hombre,
en su forma corporal, procede de una forma inferior, analiza ahora si a esa
suposición se opone la considerable diferencia de las facultades mentales del
hombre sobre las de los demás animales. Ante esto sostiene que entre el hombre y
los mamíferos más elevados no hay ninguna diferencia fundamental (cfr. p. 25).
Todas las facultades mentales son el resultado del desarrollo de instintos que se
adquirieron por la selección natural de variaciones a partir de instintos más simples.
Las causas por las que surgieron esas variaciones son desconocidas para Darwin.
Este planteamiento equipara absolutamente al animal con el hombre en todos los
aspectos, lo que posibilita que estén sometidos a las mismas emociones, que en el
caso de los animales superiores son comunes a las del hombre: amor, orgullo,
vergüenza, miedo, burla, etc.

Darwin estudia las facultades más intelectuales —imaginación, razón, etc.— y


concluye que también existen en animales superiores. Reconoce que el lenguaje
articulado es particular del hombre, pero admite que pudo haberse originado por
evolución desde monos, a base de uso continuo de los órganos de la voz, a lo que
habría ayudado el desarrollo del cerebro. El desarrollo del lenguaje habría
perfeccionado la inteligencia. Por tanto, concluye, ninguna de las facultades
intelectuales impide que el hombre se hubiera desarrollado a partir de una forma
inferior.

Algunos autores distinguen al hombre de los animales por facultades como la


conciencia, la personalidad, la abstracción, etc. Sin embargo, Darwin sostiene que
los animales también poseen una forma de conciencia de sí mismos, pues son
capaces, por ejemplo, de reflexionar sobre placeres pasados.

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Analiza también en este capítulo la creencia en Dios, y piensa que, siendo
indudable la demostración racional de su existencia, es erróneo pensar que “el
hombre haya estado dotado primitivamente de la creencia en la existencia de Dios
omnipotente“ (p. 51). Sin embargo, todas las razas tienen el sentimiento de la
religión, entendida como creencia en agentes invisibles o espirituales, que habría

tenido origen —según Darwin— en los sueños, tras un desarrollo suficiente de


facultades como la imaginación, la curiosidad, etc. Este sentimiento religioso
aparece de modo semejante en los animales: Darwin recogió algunas opiniones en
favor de esto, y la de un autor que sostuvo que el perro veía a su amo como a un
dios. Así, “las mismas facultades mentales que han impulsado al hombre a creer
primero en influencias espirituales invisibles, luego al fetichismo, al politeísmo, y
finalmente al monoteísmo, le han arrastrado también a distintas costumbres y
supersticiones extrañas“ (p. 54); éstas son consecuencias indirectas de las
facultades más elevadas del hombre y “pueden ponerse al lado de los errores
incidentales de los instintos de los animales inferiores“ (p. 55).

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Capítulo III

Las facultades mentales del hombre y de los animales


inferiores. (Continuación).
En este capítulo, el autor trata una cuestión muchas veces argüida como
diferencia entre el hombre y los animales: la conciencia.

Darwin identifica la conciencia con la conciencia moral, y ésta con el


sentimiento del deber; sostiene que ésta es la diferencia más importante para
distinguir al hombre de los demás animales. Sin embargo, Darwin le atribuye una
importancia relativa, pues sostiene que cualquier animal dotado de instintos sociales
pronunciados podría haber adquirido un sentido moral. Para fundamentar esto,
parte de que la sociabilidad es una característica del hombre también poseída por
otros animales, y piensa que las líneas de conducta nacieron en los primeros
antepasados del hombre a partir de sentimientos innatos de amistad y de simpatía
fortalecidos por el hábito e iluminados con la luz de la razón. Así se alcanzaba,
independientemente de la pena o del placer que produjeran los actos humanos, la
conciencia del “deber”.

Darwin heredó de Kant la conciencia del deber, y le dio razón de ser a partir del
proceso evolutivo: el sentido moral nació para la prosperidad de la comunidad
(entendida no como felicidad general, sino como mayor producción de
descendientes con facultades plenas), porque se deriva de los instintos sociales,
que pueden ser innatos o adquiridos en parte. Los instintos sociales sirven de guía
y están orientados a dominar las malas acciones (las contrarias al bienestar ajeno).
El sentido moral originó el deseo de ayuda a los demás. Así el hombre llegó a estar
sometido a reglas morales; las normas superiores están pues basadas “en los
instintos sociales, y se refieren a la prosperidad de los demás; están apoyadas en
la aprobación de nuestros semejantes y en la razón” (p. 79); “las inferiores (...)
cuando arrastran a un sacrificio personal, se enlazan principalmente con el individuo
en sí, y deben su origen a la opinión pública, cultivada por la experiencia” (pp. 79-
80). Conforme el hombre se une a otras comunidades mayores, la razón indica que

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debe extender sus instintos sociales y su simpatía a todos los individuos de la
comunidad, aunque no los conozca. Y el mayor grado de cultura moral se adquiere
cuando el hombre domina sus pensamientos y los mantiene alejados de las
acciones malas que hizo.

Es posible que se produzca una lucha entre el instinto social y los deseos del
hombre de orden inferior, que pueden llegar a ser más fuertes que aquél. Sin
embargo, en la medida en que los hábitos sociales de virtud toman mayor fuerza en
las generaciones futuras, al ser fijados por la herencia, esa lucha será cada vez más
débil y la virtud triunfará.

El resumen de la moral de Darwin halla su fundamento en la frase de Kant “haz


a los hombres lo que quieras que ellos te hagan” (p. 85). En ese principio
fundamenta Darwin su teoría moral, a la que considera como un producto de la
evolución.

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Capítulo IV

Modo como el hombre se ha desarrollado de alguna forma inferior.


En este capítulo se muestra cómo es posible que una forma simiesca haya
podido transformarse en hombre, variando características físicas y morales. Sobre
este punto, admite Darwin que no es posible tener pruebas directas demostrativas,
pero que sí puede establecerse que el hombre varía actualmente, debido a ciertas
causas y obedeciendo a las mismas leyes generales que determinan la variación en
los animales inferiores. Las causas de la variabilidad no

son conocidas por Darwin; piensa que “se enlazan con las condiciones a que
cada especie ha estado sometida durante muchas generaciones” (p. 88). Pero los
cambios de las condiciones no son la única ley para explicar la variabilidad; otras
son el uso y desuso de las partes, la cohesión de las partes homólogas, la
compensación de crecimiento, etc.

Aunque Darwin admite que cuando se alteran las condiciones a las que los
organismos están sometidos, se producen efectos, a menudo considerables,
siempre que haya habido el tiempo necesario para ello, reconoce sin embargo que
no tiene pruebas claras de esta tesis. Dice también que cuando se producen
variaciones que él llama “espontáneas”, las causas hay que buscarlas más en
relación con la naturaleza del organismo que con la de las condiciones a las que
éste se encuentra sometido.

Piensa que los primeros antecesores del hombre, como todos los demás
animales, tenderían a multiplicarse mucho más de lo que permitirían sus medios de
subsistencia, con lo que estarían expuestos a una lucha por la existencia, y, por
tanto, “se hallarían sujetos a la inflexible ley de la selección natural” (p. 111). De
este modo, las variaciones ventajosas se habrían conservado de manera accidental
o habitualmente y se habrían transmitido a la descendencia. Las perjudiciales se
eliminaron.

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El lenguaje articulado del hombre —desarrollado por la fuerza de su
inteligencia— la capacidad de observación, la memoria, el raciocinio y la
imaginación explicarían su enorme extensión sobre el globo. Darwin cree que estas
características surgieron cuando algún miembro antiguo de los primates comenzó
a vivir menos sobre los árboles y más sobre el suelo —bien por un cambio en el
modo de procurarse el alimento, o bien por una alteración de las condiciones del
medio en que habitaba—, con lo que pudo llegar a ser bípedo. La postura erguida,
característica más diferenciadora entre el hombre y los primates, la adquirió el
hombre cuando se liberó del uso de las manos para la locomoción y se sostuvo
firme sobre los pies, porque ambas eran condiciones que reportaban un éxito
indudable en el combate por la existencia. A medida que los antecesores del hombre
se fueron irguiendo, sucedían otras muchas modificaciones anatómicas: se
ensanchó la pelvis, los pies se hicieron planos y las piernas aptas para la marcha,
la espina dorsal se enderezó, la cabeza se fijó en otra posición, etc. Darwin dice no
saber cuáles de todas esas modificaciones que sufrió el hombre eran debidas a la
selección natural y cuáles al uso o desuso de las partes, o de su acción recíproca.
Opta por pensar que no es dudoso que esas causas de cambios obrasen y se
relacionasen entre sí. Tampoco es muy claro en decidir cuál fue la causa inmediata
de la adquisición de la postura erguida; sostiene que “el uso libre de brazos y manos,
en parte causa y en parte efecto de la posición vertical del hombre, parece haber
determinado indirectamente otras modificaciones de estructura” (p. 119). Darwin
parece optar por la solución de que la costumbre adquirida gradualmente de servirse
de piedras, mazas u otras armas para combatir a sus enemigos produjo, además
de otros efectos como la reducción de los caninos, la postura erguida del hombre.

Ulteriormente sucedieron otras importantes modificaciones relacionadas con el


desarrollo del cerebro, forma del cráneo y pilosidad. El tamaño del cerebro está en
función —según Darwin— de las facultades mentales, pues se observa que en los
animales con cerebro mayor aumentan las circunvoluciones cerebrales. Cree que
la forma del cráneo estuvo influida por el cambio de posición que experimentó el
cerebro conforme la cabeza tendía a erguirse, al igual que la forma craneal se
modificaba por el tipo de cuna que los niños tenían.

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No sabe Darwin si el hombre provendría del chimpancé o del gorila, ni si sus
antepasados eran más fuertes o menos que los humanos actuales; sin embargo,
las características poco favorables de los hombres (poca fuerza corporal, escasa
velocidad de locomoción, carencia de armas naturales, etc.) se ve contrarrestada
por las fuerzas intelectuales y por las aptitudes sociales. Y siendo los antepasados
del hombre inferiores a los salvajes más inferiores hoy existentes, tanto en
inteligencia como en disposiciones sociales, concluye Darwin que los hombres
pudieron alcanzar la elevada posición que actualmente ocupan gracias a la ley de
la supervivencia de los más aptos, combinada con la de los efectos hereditarios del
hábito.

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Capítulo V

Desarrollo de las facultades morales e intelectuales en los tiempos


primitivos y en los civilizados.
Las facultades morales e intelectuales progresaron por la acción de la selección
natural; luego se perfeccionaron, y por fin se hicieron hereditarias. El gran éxito de
la enorme expansión del hombre se debe, principalmente, aunque no
exclusivamente, a las facultades intelectuales. El progreso de éstas fue ayudado y
modificado de manera importante cuando los antecesores del hombre se hicieron
sociales. Las cualidades sociales “han de haber sido adquiridas por los antecesores
del hombre (...) por selección natural, unida al hábito hereditario” (p. 135): unas
tribus con mayor número de individuos valerosos dispuestos a ayudarse, habrían
obtenido más fácilmente la victoria sobre otras menos valientes. Pero el origen de
las virtudes sociales y su desarrollo tenía un estímulo que Darwin concreta en la
aprobación y censura de nuestros semejantes. Esto actuaba sobre los instintos
sociales, adquiridos por selección natural, en un período que permanece en la
incógnita. El sentido moral o conciencia “es un sentimiento complicado que nace de
los instintos sociales; está principalmente dirigido por la aprobación de nuestros
semejantes; lo reglamenta la razón, el interés, y en los tiempos más recientes, los
sentimientos religiosos profundos; y lo fortalece la instrucción y el hábito” (p. 138).

En la segunda mitad del capítulo, el autor analiza la acción de la selección


natural en las naciones civilizadas. Sostiene que cuando el nivel moral era rígido la
selección obraba débilmente, pues las normas morales determinan castigos que
impiden todo cambio social. Un importante obstáculo se opone al progreso de los
hombres de una clase superior, y consiste en el hecho de que los individuos
prudentes se casan más tarde para procurar mejor su subsistencia y la de sus hijos,
mientras que los individuos disolutos se casan en una edad temprana, con lo que
tienen un número mayor de hijos. Darwin señala más adelante que la Iglesia habría
tenido una influencia funesta, pues en las épocas pasadas los hombres distinguidos
por su inteligencia sólo encontraban refugio en ella, donde se exigía el celibato; y la

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Inquisición quemó o encarceló a los hombres dotados de un espíritu más
independiente y atrevido. De donde “el

mal que ha causado así la Iglesia católica es incalculable” (p. 152). Piensa que
la selección natural procede de la lucha por la existencia, y ésta de la rapidez de la
multiplicación; de aquí resulta que la nación dotada de individuos cuya
descendencia fuese de inteligencia elevada prevalecería sobre las demás. Pero el
combate por la vida que lleva inevitablemente a la lucha, produce en las naciones
civilizadas la miseria; por eso, Darwin al final prefiere que el crecimiento de la
población disminuya: “es imposible que no deploremos amargamente (...) la
velocidad con que el hombre tiende a crecer en número” (p. 153).

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Capítulo VI

Afinidades y genealogía del hombre.


En este capítulo clasifica a los primates atendiendo a similitudes morfológicas
de diversos caracteres, y establece su relación con el hombre. Establece los
grupos Catarrino o monos del Viejo Mundo, y el Platirrino para los monos del Nuevo
Mundo. El hombre estaría situado dentro de los Catarrinos, por lo que considera
que representa una “ramificación del tronco simiano del antiguo mundo” (p. 170).
Dentro del grupo Catarrino, el gorila, chimpancé, orangután e Hylobates,
representarían un subgrupo a se (subgrupo antropomorfo), con el que el hombre
comparte grandes semejanzas.

Los Catarrinos y Platirrinos proceden de un antecesor común del que


divergieron; y los antecesores del hombre divergieron del tronco Catarrino. “Por
otros rasgos particulares, tales como la falta de callosidades y de cola, y la
apariencia general, podemos deducir que el hombre debe su origen a algún antiguo
miembro del subgrupo antropomorfo” (pp. 170-171).

La parte final del capítulo describe las líneas evolutivas desde animales
inferiores: el hombre pertenece a los mamíferos con placenta; éstos debieron
provenir de los sin placenta o marsupiales; y todos los miembros del reino de los
vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) derivaron de algún animal
pisciforme, pues la clase de los peces es la más baja por su organización y
antigüedad.

El mundo se habría ido preparando para la aparición del hombre, que debió su
nacimiento a “una larga serie de antecesores. Si un eslabón de esta cadena no
hubiese existido, el hombre no sería exactamente lo que es ahora” (p. 187).

Capítulo VII. Las razas humanas.

En este capítulo, Darwin rechaza la idea de quienes consideran las razas


humanas como especies distintas. Según él, todas las razas humanas descienden

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de un tronco primitivo, del que poco a poco se habrían ido diferenciando. Prueba de
ello es la semejanza en la conformación corporal y en las costumbres. Sin embargo,
sostiene que ese tronco surgió de un antepasado simiesco, que poco a poco se fue
haciendo humano. Tratar de saber en qué momento preciso surgió el hombre es —
según Darwin— un asunto sin importancia e imposible de fijar

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CONCLUSIONES

Sobre la llegada del hombre a América se dice que hay 3 teorías de las cual la
inmigracioncita es la más aceptada hasta hace algunos años e incluso existen
nuevos descubrimientos que el hombre ha hecho poner en tela de juicio de como
llego el hombre.
para poder encontrar el origen de cómo se pobló América si por la llegada del
estrecho de Bering como planteó Alex hardlicka o la autoctonita de Ameghino ellos
se basaron en descubrimientos simples. Hardlicka se basó en el hecho de la era de
Wisconsin que congelo parte del océano y pudo llegar el hombre a través del
estrecho de Bering o la de Ameghino que fue un arqueólogo que descubrió restos
armas ubicado en las pampas argentinas.
Muchos siguen pensando que el hombre llego de una sola oleada a América pero
no es así se descubrieron en México, Yucatán debajo de las profundidades marinas
un resto fósil llamado la mujer de las palmas y gracias a la tecnología se pudo
establecer su anatomía, y según los especialistas la mujer tiene características
faciales que coinciden con los asiáticos esto probablemente probaría que los
hombres no llegaron de Europa de una sola oleada sino que también pudo haber
llegado de Asia.

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RESUMEN

Hace miles de años, en el continente americano no había seres humanos. Sin


embargo, en otros lugares del mundo ya vivían personas. los historiadores han
tratado de establecer cómo surgió el ser humano en América. hay diversas teorías
al respecto, pero la más aceptada es la teoría migracionista planteada por el
científico ALEX HRDLICKA.

La teoría migracionista afirma que los primeros pobladores de América llegaron he


hicieron sus asentamientos desde otro continente.HRDLICKA señaló que llegaron
hasta aquí desde Asia a través del estrecho de Bering. Esto ocurrió hace 40 000
años. aprovecharon que en ese tiempo las aguas del estrecho estaban congeladas.

Estos grupos se extendieron por el continente americano. Los primeros grupos


llegaron a Centroamérica hace unos 20 000años.Primero fueron nómadas; es decir,
que no vivían en un sitio fijo. Vivían de la caza, la pesca y la recolección de frutos.
Más tarde se hicieron sedentarios; aprendieron a cultivar la tierra y establecieron
asentamientos.

Aún hoy los especialistas en diversas disciplinas del campo de las ciencias sociales
debaten dónde, cuándo y cómo ocurrió el poblamiento del continente americano.
De acuerdo con los datos disponibles, los investigadores han ido proponiendo
diferentes hipótesis, algunas más sustentadas que otras con información extraída
de restos materiales.

A comienzos del siglo XX se sabía que los habitantes originarios de América


estaban biológicamente emparentados con los asiáticos; y también se consideraba
la posibilidad de que hubiese habido migraciones provenientes de Oceanía. Todas
las hipótesis estimaban que la entrada de los seres humanos al continente había
ocurrido, como máximo, cerca de seis milenios atrás.

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Hallazgos arqueológicos efectuados a mediados del siglo XX probaron que hace
unos 11 mil años antes del presente, los primeros pobladores cazaban grandes
mamíferos, hoy extintos, en las planicies norteamericanas. Los sitios de la llamada
"cultura Clovis", caracterizados por la presencia de instrumentos de caza que
incluyen puntas de proyectil lascadas, fueron entonces considerados vestigios de
las más antiguas poblaciones americanas.

Durante la segunda mitad del siglo XX, en numerosos lugares de América del Norte
y del Sur se encontraron indicios de una posible ocupación humana, incluso más
antigua que la de la cultura Clovis, poco antes del final del período geológico
llamado Pleistoceno. Pero se trata de acontecimientos que dan lugar a
interpretaciones opuestas y los especialistas no se ponen de acuerdo.
Hasta hoy, solo los sitios con fechas entre 11 y 12,5 mil años antes del presente
proporcionan vestigios incuestionables de la presencia humana en América.

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BIBLIOGRAFIA
El 12 de febrero de 1809 nacía Charles, quinto de los seis hijos del matrimonio
entre Róbert Darwin y Susannah Wedgwood, una acomodada familia inglesa.

La universidad de Edimburgo albergó algún tiempo a Charles mientras cursaba


estudios de medicina, pero a causa del escaso interés que manifestaba, su padre
pensó orientarlo hacia la carrera eclesiástica de la Iglesia anglicana. La decisión de
hacerse pastor nunca fue revocada formalmente por Charles, pero de hecho fue
abandonada; a los 22 años de edad se embarcó en el Beagle, en calidad de
naturalista, para dar la vuelta al mundo.

Los casi cinco años de viaje fueron determinantes para su vida y carrera.
Recorrió América Meridional y del Sur, Nueva Zelanda, Australia y Tasmania; se
acercó de nuevo a Brasil, y por Cabo Verde y Azores volvió a Inglaterra. Durante
esos años de observación directa y estudio meticuloso de la naturaleza acumuló
una ingente cantidad de datos que utilizaría para elaborar su teoría de la evolución.

Desde 1839, fecha en que se casó, hasta su muerte, en 1882, pasó toda su
vida en una casa de campo de Down (Kent). Los 20 primeros años de este período
los dedicó a la elaboración de El origen de las Especies, que vio la luz en 1859,
alcanzando una influencia filosófica y científica que ni el mismo autor jamás hubiera
sospechado.

Su método de trabajo, desde 1837, seguía las directrices de Lyell en geología,


y de Bacon en filosofía. En 1838 leyó la obra de Malthus Essay on the Principles of
Population, que le sugirió la importante idea de “la lucha por la existencia”. Veinte
años después, desde el archipiélago malayo, recibió un manuscrito de A.
Wallace, On the Tendency of Varieties to depart indefinitely from the Original
Type, que contenía una teoría de la evolución idéntica a la suya. La embarazosa
situación se resolvió con una presentación conjunta de los trabajos de ambos
autores a la “Linnean Society”, en 1858. Darwin publicó en 1859 On the Origin of

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Species by Natural Selection, con una edición de 1.250 ejemplares vendidos en un
solo día.

Entre otras obras escribió: Diario (1839), Observaciones geológicas (1842-


46), Un trabajo sobre Cirrípedos (1851 y 1854), Fecundación de las orquídeas por
obra de los insectos (1862), Las plantas insectívoras (1875), Efectos de la
fecundación cruzada y propia (1876), etc. En 1871 y por segunda vez en 1874
apareció El Origen del hombre y la selección en relación con el sexo, y de 1872
es La expresión de los sentimientos en el hombre y en los animales.

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