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Estudios interdisciplinarios y espacios históricos

La conformación del paisaje urbano del puerto y ciudad de La Paz durante la


época porfiriana: su ordenamiento legal
Edith González Cruz
José Ignacio Rivas Hernández
Universidad Autónoma de Baja California Sur

Iniciamos este trabajo, asumiendo que el paisaje es un constructo social en el que


se reflejan valores culturales, políticos y económicos, pero cuyas acciones
humanas también se ven transformadas por el mismo paisaje.1 Concebido así:
…el paisaje contribuye a naturalizar y normalizar las relaciones sociales y el
orden territorial establecido, propiciando que parezcan inevitables y no se
pongan en cuestión ni se planteen los orígenes de las desigualdades o los
desequilibrios;…permite ejercer el control sobre el comportamiento, dado que
las personas asumen estos paisajes de manera natural y lógica…2

A partir de este planteamiento nos proponemos explicar cómo la


conformación del paisaje urbano de la ciudad de La Paz, durante la época
porfiriana, implicó la dotación de una infraestructura legal que normara el
comportamiento de los diferentes sectores sociales. Cabe apuntar que La Paz,
desde 1830, es la capital de lo que hoy se conoce como el estado de Baja
California Sur, ubicado desde el paralelo 28 hasta el extremo meridional de la
península de Baja California.
Desde el 3 de mayo de 1535 en que Hernán Cortés desembarcó en lo que
hoy se conoce como la Bahía de La Paz, a la que él bautizó con el nombre de
Bahía de Santa Cruz, tuvieron que pasar casi tres siglos para el poblamiento
definitivo de su ribera. Fue en el transcurso de la segunda década del siglo XIX
cuando se registraron los primeros asentamientos en el puerto de La Paz, como
consecuencia de su cobijo natural, su cercanía al centro minero de San Antonio y
ser refugio temporal de las embarcaciones perleras; a lo que se sumó, en 1828, su
habilitación como puerto de altura. Su creciente importancia comercial llevó a que
ahí se establecieran en 1829 las autoridades hacendarias y en 1830, sin hacerse
de manera oficial, se convirtió en la capital peninsular. Al año siguiente, se dotó al

1
Joan Nogué y Abel Albet, “Cartografía de los cambios sociales y culturales”, en Juan Romero
González, et al., Geografía Humana, España, Editorial Ariel, 2004, p.169-171.
2
Ibid, p. 171-172.

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puerto de una organización municipal, reconocida por el gobierno central en


1833.3
Así pues, La Paz nació como un centro comercial, donde fueron
arraigándose varios inmigrantes extranjeros y otros provenientes del interior del
país. De ocho a diez vecinos que había en 1826, para 1835 vivían ahí casi 800
personas y en toda la municipalidad más de 1 226.4
Un asentamiento cada vez más complejo como el que comenzaba a
configurarse en el puerto de La Paz exigía de un ordenamiento legal que regulara
las relaciones entre los propios vecinos y entre éstos y el poder público, es decir,
la convivencia social debía avenirse a un marco de disciplina tendiente a moldear
actitudes y conductas que favorecieran el desarrollo de las múltiples relaciones a
que daba lugar la conformación del paisaje urbano.
Al parecer fue un Bando de Policía y Buen Gobierno, expedido en 1833, la
primera ordenanza que emitió el Ayuntamiento. Por dicho bando se penó: el uso
de armas de todo tipo, sin previa licencia del alcalde municipal; los juegos de
envite y azar, por ser distractores de las familias y buenas costumbres; arrojar en
las calles y arroyo animales muertos y despojos de aves; las carreras de caballos
por el centro de la población; la embriaguez, en especial para aquellas personas
que terminaban tiradas en la calle y ofendían con palabras obscenas a los
transeúntes; la vagancia, por considerar que toda persona (hombre o mujer) sin
ningún oficio era responsable de la desmoralización de la sociedad; sujeto de
regulación fueron también las diversiones en las casas particulares, la quema de
cohetes voladores, el barrido del frente de las casas; además de que el primer día
de cada mes, los vecinos debían juntar la basura del contorno de sus posesiones
para evitar todo tipo de infección por las miasmas podridas en el aire. Toda
aquella persona que infringía ese bando era acreedora a una pena pecuniaria que

3
Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de California 1785-1860, México, Uni-
versidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, p. 87 y 113-127.
4
Dení Trejo Barajas, Informes económicos y sociales sobre la Baja California 1824-1857, Universi-
dad Autónoma de Baja California Sur, Universidad Autónoma de Baja California, Secretaría de
Educación Pública, 2002, p. 108 (Fuentes para la Historia de la Baja California, 3). Acta del Ayun-
tamiento de La Paz, La Paz, Baja California, 9 de noviembre de 1835, Archivo Histórico Pablo L.
Martínez (AHPLM), Libro de Actas de Cabildo 1833-1859, vol. 1.1.

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iba de cuatro reales a 25 pesos o bien un castigo en trabajo, que oscilaba entre
quince días y tres meses.5
Como se puede advertir, con dicha reglamentación no sólo se buscaba que
los vecinos se ciñeran a una disciplina para mantener su seguridad, salud y ornato
de su pueblo, fue también el medio que sirvió a la autoridad para hacerse de
recursos económicos con el fin de responder a las necesidades que exigía la
concentración de habitantes en un solo lugar.
El crecimiento poblacional siguió su curso, ya que para 1857 vivían en La
Paz 1 057 personas, el 77% de las 1 379 que estaban asentadas en toda la
municipalidad, con lo que pudo ubicarse en el segundo asentamiento más poblado
del Territorio de la Baja California.6 De ese total, la población económicamente
activa era de 204 (19%) distribuida así: 91 (45%) se dedicaban a las actividades
tradicionales, 36 (18%) a los oficios y 75 (37%) a los servicios.
Se infiere un predominio de los oficios y servicios que evidenciaban el rostro
urbano que iba adquiriendo el puerto de La Paz. Sin embargo, este paisaje se
había venido conformando sin la delimitación del fundo legal y ejidos, por lo que, a
mediados de julio de 1859, el ayuntamiento acordó emprender dicha acción, por
considerar que era necesario corregir la traza de la ciudad, hasta entonces
caótica, pues la apertura de calles y dotación de solares se había hecho sin regla
alguna.7
Precisamente en esa sesión de julio de 1859 en que se dispuso proceder a
la delimitación del fundo legal y ejidos, se determinó también efectuar la alineación
de los solares que se localizaban inmediatos a la playa; además de que nadie
podía fabricar en su solar sin permiso de la autoridad municipal, quien concedería
por escrito las normas que debían seguirse para la alineación de las
construcciones, con la observación de que toda aquél que no cumpliera con esta

5
Bando de Policía y Buen Gobierno de la municipalidad de La Paz, correspondiente al año de
1833, Puerto de La Paz, 13 de enero de 1833, AHPLM, vol. 27, exp. 3955.
6
Ulises Urbano Lassépas, Historia de la colonización de la Baja California y decreto del 10 de mar-
zo de 1857, México, Universidad Autónoma de Baja California, 1995, p. 112.
7
Acta de la sesión del Ayuntamiento de La Paz, Puerto de La Paz, Baja California, 15 de julio de
1859, AHPLM, vol. 74 bis, doc. 212.

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prevención sería multado con cincuenta pesos y destruida su fábrica por su


cuenta.8
Vale decir que respecto a la dotación de solares, su reglamentación
comenzó, al parecer, en 1854. En la ordenanza de este año se advierte ya la
prevención que obligaba a los beneficiarios de solares a fabricar siempre y cuando
tuvieran el visto bueno de la corporación municipal, sin contemplarse todavía
alguna multa por el incumplimiento de ello. El aprobarse, en 1859, una pena de
cincuenta pesos, significaba que dicha disposición se había pasado por alto. Otra
exigencia que incluía la ordenanza de 1854 era que los beneficiarios debían cercar
sus solares dentro de un plazo de tres a seis meses, amén de comenzar a
levantar una construcción, de lo contrario perderían la posesión.9
A este reglamento, le siguieron tres más antes del inicio de la
administración porfiriana. Uno de ellos fue el que se aprobó en 1857, que se
distinguió por imponer a los dueños de solares una contribución, cuyo monto se
tasó con base en la definición de tres tipos de solares: por los de primera clase,
con ubicación en el centro de la población, se pagaría un centavo por cada cuatro
varas cuadradas de terreno; a los de segunda, que se localizaban en la ribera de
la bahía, se les impuso la misma cuota pero por cada seis varas; y a los de
tercera, que se encontraban en las mesas y bajíos, se les tasó con igual tarifa pero
por cada ocho varas.10
El otro corresponde al año de 1861. Si bien retoma las disposiciones de los
dos anteriores, establece varias novedades: como la calidad de vecino para tener
derecho a la obtención de un solar o, en su caso, el pago de una fianza para
asegurar que se cumpliría con los requisitos que se fijaban en el reglamento; la
medida de un solar sería de 50 metros de frente por 50 de fondo, con la
posibilidad de dividirse en medios y cuartos si el interesado no tenía los recursos
económicos para fabricar y cercar un solar de 2 500 metros cuadrados en los
plazos establecidos; una misma persona podía obtener un segundo solar, siempre

8
Idem.
9
Reglamento de solares de 1854, La Paz, Baja California, 9 de mayo de 1854, AHPLM, vol. 73,
doc. 320.
10
Reglamento de solares de1857, Puerto de La Paz, 15 de julio de 1857, AHPLM, vol. 74 bis, doc.
212.

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que hubiese cumplido cada una de la condiciones especificadas en el reglamento;


los extranjeros también podían adquirir propiedades en el fundo legal, pero sujetos
a las prescripciones que establecía la ley del 1º de febrero de 1856 sobre la
propiedad de los extranjeros en la República;11 se prescribió que en el centro de la
población se levantaran casas de rama o madera, así como jacales (casa de palo
o enjarre con techo de hoja, zacate o rama seca), y aquellas que existieran, su
dueños tenían un plazo de dos años para rehacerlas y poner cercos de
mampostería; el derecho por la expedición del título sería de veinte reales,
además de un peso por cada metro de frente si el solar estaba en la playa, de
cuatro reales, si se localizaba en el centro y de dos reales, si se encontraba en las
orillas; a los pobres se les exceptuaría del pago de derechos, con la advertencia
de que la dotación se haría en los suburbios o inmediato a la línea del fundo
legal.12 Por el valor de los solares, se desprende que los de la playa pasaron a ser
los de primera clase, además de que el precio de éstos se encareció porque ahora
se incluyó un pago por la expedición del título.
Un reglamento más fue el que se expidió en 1864, del que destaca la
imposición de una multa para toda aquella persona que no comenzara la
construcción de su casa dentro de los tres meses siguientes de otorgada la
concesión, cuyo monto era de un centavo mensual por metro del frente del solar;
después del año, la cuota se incrementaba a dos centavos; a partir del tercero, se
perdía el solar y quedaba en estado de denuncio. Se mantiene la disposición de

11
Entre otras cosas, dicha Ley establecía: Artículo 1º Los extranjeros avecindados y residentes en
la República, pueden adquirir y poseer propiedades rústicas y urbanas, inclusas (sic) las minas de
toda clase de metales y de carbón de piedra, ya sea por compra, adjudicación, denuncio o cual-
quier otro título de dominio establecido por las leyes comunes o por la Ordenanza de Minería. Artí-
culo 5º Los extranjeros que en virtud de esta ley adquieran propiedades raíces quedan sujetos en
todo lo relativo a ellas a las disposiciones que se hayan dictado o se dictaren en lo sucesivo sobre
traslación, uso y conservación de las mismas propiedades en la república, así como al pago de
toda clase de impuestos, sin poder alegar en ningún tiempo respecto de estos puntos el derecho
de extranjería. Decreto de Ignacio Comonfort, Presidente de la República Mexicana, México, 1 de
febrero de 1856, Biblioteca del Archivo General de la Nación (BAGN), Memoria de Fomento, año
1857, doc. 12, p. 288. Véase también AHPLM, vol. 63 bis, doc. 179, 1 de febrero de 1856.
12
Reglamento de solares de 1861, La Paz, Baja California, 30 de septiembre de 1861, AHPLM,
vol. 78 bis, doc. 777.

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que una misma persona podía adquirir un segundo solar, siempre y cuando tuviera
regularizado el primero. 13
Tres lecturas se desprenden del ordenamiento legal de los solares: la
exigencia de la vecindad y la imposición de contribuciones y multas, revelan un
incremento en la demanda de solares, que aprovechó la autoridad municipal para
vigorizar sus finanzas; la clasificación de los solares, refleja un paisaje social cada
vez más diverso, donde el espacio de los pudientes era el área de la playa y el
centro y el de los pobres, la periferia; por último, permitir a los extranjeros el
acceso a la propiedad en el fundo legal, evidencia la importancia de éstos en el
devenir de la ciudad.
Es de precisar que para 1869, en el puerto y ciudad de La Paz vivían 2 159
personas, de las 3 698 que habitaban en toda la municipalidad, en términos
porcentuales representaba un 58%. Al contrastar estas cifras con las de 1857, se
mira un crecimiento de 104 y 168% respectivamente. En relación con la población
económicamente activa, también se evidencia un cambio significativo, al pasar de
19% en 1857 a cerca de 29% en 1869, con un decrecimiento de casi el 17% de las
actividades tradicionales en favor de los servicios y oficios, es decir, aquellas
pasaron del 45 al 28% y éstas, del 55 al 72%.14
Una de las razones que explica esa transformación del paisaje urbano está
relacionada con el resurgimiento de la actividad minera en la cercana
municipalidad de San Antonio. Ahí, entre 1857 y 1869, se habían establecido unas
12 empresas, de las que sobresalían la Compañía Unida de Minas de la Baja
California, de accionistas nacionales; y la Compañía Hormiguera de Minas de El
Triunfo, de capital estadounidense. Otra razón responde al desarrollo de la
pesquería de perlas que, a partir de los años treinta, adquirió una mayor
importancia como consecuencia de la demanda en el mercado extranjero, al grado

13
Reglamento de 1864, La Paz, Baja California, 16 de abril de 1854, AHPLM, vol. 86 bis, doc. 195.
14
Ver Supra, p. 3. Censo de la municipalidad de La Paz, correspondiente al año de 1869, La Paz,
Baja California, 31 de enero de 1869, AHPLM, vol. 97, doc. 86.

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que los comerciantes paceños fueron desplazando a los armadores provenientes


de Sonora y Sinaloa.15
Habrá que asentar que la transformación del paisaje urbano implicó un
relajamiento de la conducta social, como daba cuenta el propio jefe político del
Territorio al presidente municipal de La Paz:
Los escándalos, desórdenes que he presenciado en estas calles de
esta ciudad, la abundante vagancia que en ella existe y el sinnúmero de
juegos prohibidos que se toleran, me hacen proponer a usted como a la
corporación que originalmente representa para que se ocupe de la
formación de una ley de Policía para que con su ejecución
desaparezcan tantas plagas que afligen a la sociedad y que no sirven
sino para corromper la buena moral, base de la decencia de todos los
pueblos.16

Se infiere que el Bando de Policía y Buen Gobierno puesto en práctica en 1833 ya


no se correspondía con la nueva realidad social de la ciudad. En respuesta al jefe
político, la corporación municipal dispuso algunas prevenciones, y fue hasta 1871
en que expidió otro Bando de Policía y Buen Gobierno.17 Por dicho Bando
quedaron regulados el orden, seguridad, salubridad, ornato y comodidad, aseo e
higiene y moralidad. Por lo que toca al orden, especial atención se puso en el uso
de armas, en los juegos prohibidos, reuniones de ebrios, introducirse en casas
ajenas, diversiones públicas y privadas y en las mujeres que se dedicaban a la
prostitución. Sobre éstas, se especificaba:
Si no lograron encarrilarlas en la vida honesta por todos los medios de
prudencia que sean necesarios, las remitirán a la presidencia del
Ayuntamiento para que sean calificadas de mujeres perniciosas por la
policía… de la población, a efecto de que mientras el Ayuntamiento
establece una casa de corrección para ellas, se pongan depositadas en

15
Dení Trejo Barajas, “Las actividades económicas”, en Dení Trejo Barajas (coordinadora general),
Historia General de Baja California Sur. I. La economía regional, México, CONACYT, SEP de Baja
California Sur, UABCS, Plaza y Valdés Editores, 2002, p. 214-216. Edith González Cruz e Ignacio
Rivas Hernández, “Las actividades primarias”, en Dení Trejo Barajas (coordinadora general), Histo-
ria General de Baja California Sur. I. La economía regional, México, CONACYT, SEP de Baja Cali-
fornia Sur, UABCS, Plaza y Valdés Editores, 2002, p. 372-374.
16
Oficio del jefe político del Territorio al presidente municipal de La Paz, La Paz, 7 de noviembre
de 1868, AHPLM, vol. 96, doc. 773.
17
Oficio del presidente municipal de La Paz al jefe político del Territorio de la Baja California, La
Pa, 14 de noviembre de 1868, AHPLM, vol. 96, doc. 773.

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casas particulares de notoria honradez por el tiempo que se crea


conveniente.18

Respecto a la seguridad, se normaron los expendios de pan, carne y


semillas; las casas de empeño; la portación de armas; los servicios de medicina y
botica; la circulación de carros o carruajes en mal estado; todo tipo de
construcciones y el andar de los perros. En la salubridad, se regularon el tirado de
basura de todo tipo y animales muertos; expendios de carne, comestibles en mal
estado y bebidas adulteradas; limpieza de los comunes; matanza de reses, cerdos
y demás ganado; establecimiento de jaboneras y curtidurías y la sepultura de
cadáveres. En ornato y comodidad, se reglamentó la forma de limpia; el tráfico de
carros, mulas o burros de carga; el comercio en las banquetas y esquinas; los
fuegos artificiales; la vagancia de animales en las calles; los derrames de agua; el
alineamiento en la fabricación de casas y banquetas; y la pinta del frente de las
viviendas, con la precisión de no usar el color blanco para evitar el reflejo solar. En
el aseo e higiene, se puso énfasis en el barrido y regado de los frentes, costados y
espaldas de las casas y puestos fijos de la plaza de abastos, así como en el retiro
de las vacas de ordeña que se encontraban dentro del fundo legal. En bien de la
moralidad pública, se fijó la obligación de los comerciantes y vendedores de
someter a revisión sus instrumentos de pesas y medidas, así como el horario y
días para la venta de licores; prohibición a toda persona usar vestido que no
correspondiera a su sexo y recurrir a un lenguaje obsceno; enterrar a los niños con
música y tiro de cohetes; juegos de suerte y azar; la compra de alhajas a
desconocidos; causar daño a banquetas, empedrados y a cualquier obra pública o
privada y el maltrato a los animales de silla, carga o tiro.
Los contraventores de este Bando, se harían acreedores a un castigo
pecuniario que iba de cuatro reales a cien pesos; esta última pena, la más
onerosa, era para aquellos que pusieran en riesgo la seguridad de las personas;
las que tenían que ver con el orden, salubridad y moralidad, su monto más alto fue
de cincuenta pesos; en tanto la multa máxima más baja fue para los ramos de

18
Bando de Policía y Buen Gobierno, correspondiente al año de 1871, La Paz, 16 de febrero de
1871, AHPLM, Libro de actas del Ayuntamiento de La Paz, 1870, 1871, vol., 103 bis, doc. 618.

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ornato y comodidad y aseo e higiene que ascendió a veinticinco y diez pesos


respectivamente. Se previó que, en caso de que el infractor no pudiera satisfacer
la multa en dinero, el presidente municipal podía permutarla por cárcel de uno a
treinta días.19 Para poner en vigor este bando fue necesario crear una fuerza
permanente de policía, la cual quedó conformada por 10 hombres, una mitad para
la vigilancia diurna y la otra para el cuidado nocturno.20
Se puede ver que este ordenamiento legal ofrece un retrato de las
necesidades y problemas que enfrentaba una localidad que iba abandonando las
fronteras de la ruralidad. Los servicios públicos se hicieron indispensables, como
también el mantener el orden, la seguridad, la salud, amén de procurar la
comodidad y el ornato. Todo ello bajo una concepción moral de que la
embriaguez, la vagancia, la adicción a los juegos prohibidos y a la prostitución
eran conductas contrarias al desarrollo social, por lo que se justificaban penas
pecuniarias onerosas. Así pues, se concebía que la pobreza y la criminalidad eran
inherentes a la naturaleza humana; o bien, una condición individual y voluntaria,
que hacía no tener intenciones o móviles de mejoramiento social.21
Ir normando el actuar de la función pública y de los pobladores en general
cobró mayor vigor a partir del régimen porfiriano como efecto de la expansión de la
actividad minera y la pesquería de perlas, que se tradujo en un mayor crecimiento
demográfico de la municipalidad de La Paz y en la consolidación del perfil
comercial de su cabecera. El grupo de comerciantes que ahí había venido
desarrollándose desde la primera mitad del siglo XIX, fortaleció su papel de agente
comercial y representante de las empresas mineras establecidas en la jurisdicción
antonina.22
En abono a la aseveración anterior, se trae aquí la siguiente información: en
cuanto al crecimiento demográfico, para 1881 se reportan 6 402 habitantes para
toda la municipalidad y 3 554 para el puerto y ciudad de La Paz, un incremento del

19
Idem.
20
Reglamento para la policía de la municipalidad de La Paz, La Paz, 24 de abril de 1871, AHPLM,
vol. 104 bis, doc. 221.
21
Antonio Padilla, “Pobres y criminales. Beneficencia y reforma penitenciaria en el siglo XIX en
México”, en Secuencia, No. 27, septiembre-diciembre de 1993, p. 46.
22
Edith González Cruz, Motivaciones y actores de la Revolución Mexicana en Baja California Sur,
México, CONACULTA, ISC, Archivo Pablo L. Martínez, 2012, p. 38-39.

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73% y 65% respectivamente en relación a 1869. Si bien, en los años siguientes,


se mantuvo el ascenso poblacional, éste ya no alcanzó la cifra de 9% anual que se
registró en el lapso de 1857 y 1869 o la del 5% que se observó entre este último
año y 1881. De esta fecha a 1910, el crecimiento fue de 1.9%, 23 atribuible a la
estabilización de las actividades productivas. Por lo que toca a la afirmación del
perfil comercial, los testimonios sobre exportaciones e importaciones son
elocuentes: de las exportaciones, se ve que éstas se elevaron de 340 mil pesos en
1872 a más de 704 mil en1877; manteniendo desde esta última fecha hasta 1910
un promedio anual de casi 650 mil pesos; las importaciones, de 140 mil pesos que
se registraron en 1872 se pasó a más de 200 mil en 1888, cifra que, en promedio,
se mantuvo hasta 1900.24 Al comercio de altura, se sumó el de cabotaje que se vio
favorecido gracias a la política de subvenciones a las compañías navieras por
parte del gobierno federal.25
En este contexto económico y social fue pertinente expedir nuevas normas
y adecuar las que ya existían. Entre las novedades, estuvieron los reglamentos de
rastro y expendios de carne, panteones, prostitución y cárcel. De acuerdo al
ordenamiento del rastro, a partir de fines de 1880, quedó prohibido matar ganado
fuera de ese lugar; ahí se definió también el procedimiento para el ingreso de los
animales, el horario de la matanza, el manejo de los despojos, los deberes y
atribuciones del guarda; asimismo, se especificó que los expendios de carne
debían estar ubicados dentro del mercado y que era permisible la matanza de
cerdos y ganado menor en los domicilios particulares, siempre y cuando pagaran
la cuota de cinco centavos. Evadir estas disposiciones, implicaba una sanción que

23
Padrón de la ciudad de La Paz, correspondiente al año de 1857… Padrón de la municipalidad de
La Paz, correspondiente al año de 1869… Padrón de la municipalidad de La Paz, correspondiente
al año de 1881, 14 de mayo de 1881, AHPLM, vol. 163, doc. 175, exp. s/n. Informe del jefe político
del Distrito Sur de la Baja California al secretario de Gobernación, AHPLM, Gobernación, vol. 217,
doc. 24, exp. 50, La Paz, Baja California, 15 de enero de 1891. Censo General de población de
1895, AHPLM, Fomento, vol. 259 1/1, doc. 4, exp. 8. Censo General de Población de 1900,
AHPLM, Fomento, vol. 409, doc. 776, exp. s/n. Censo General de población de 1910, AHPLM,
Agricultura y Fomento, vol. 785, exp. 42.
24
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Estadísticas Históricas de México, To-
mo II, p. 672-673 y 679-680.
25
Edith González Cruz, “El comercio”, en Dení Trejo Barajas (coordinadora general), Historia Ge-
neral de Baja California Sur. I. La economía regional, México, CONACYT, SEP de Baja California
Sur, UABCS, Plaza y Valdés Editores, 2002, p.404-408.

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iba de un peso a veinte pesos y en algunos casos se contempló el decomiso de la


carne.26
Como parte de las acciones de salubridad fue necesario expedir también
una ordenanza de panteones, lo cual ocurrió en 1881, con la observación de que
ésta era una réplica de la que se aplicaba en el Distrito Federal, obviamente con
sus propias adecuaciones. Además de definir las características que debían tener
las sepulturas, el tiempo que los dolientes gozarían de éstas y las funciones del
encargado, destaca la clasificación que se hizo del terreno, que se concretizó en
cinco categorías, incluida como última la de fosa común. De la primera a la cuarta
clase, los dolientes podían adquirir un lote por cinco años o bien a perpetuidad,
además de extender la dimensión común para la fosa, que era de dos metros
cincuenta centímetros de largo por un metro de ancho, para adultos, y de un
metro cincuenta centímetros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho,
para niños. La distinción radicaba en la cuota: optar por un plazo de cinco años, la
contribución variaba de cinco a 40 pesos para adultos y de tres a 30 pesos para
niños; si se decidía por la perpetuidad, el pago fluctuaba entre 10 y 80 pesos para
adultos y de seis a 60 pesos para niños; la ampliación del terreno sólo era
permitido para aquellos que habían recurrido a la perpetuidad, cuyo costo por
cada metro cuadrado iba de tres a 25 pesos. La fosa común estaba destinada
para los cadáveres que nadie reclamaba o bien cuando los deudos así los
solicitaran por causa de su pobreza. Además de esa división del espacio, se
reservó otra para todas las personas que fallecieran por causa de alguna
epidemia, con la característica de que los lotes serían a perpetuidad y sin costo
alguno. Quedó establecido también que dentro del panteón se contaría con un
osario de cuota (25 pesos) y otro común (gratis) para el depósito de los restos que
se exhumaran una vez que se venciera el plazo de los cinco años.27
Si bien la regulación de las inhumaciones era una exigencia de la vida en
aglomeración, el otorgamiento de ese servicio implicó la imposición de

26
Luis Peña Cota, Reglamentos y construcción de los rastros municipales en el Distrito Sur de la
Baja California, 1880-1902, Memoria de licenciatura, UABCS, 2011, p. 14-21.
27
Reglamento de panteones de la municipalidad de La Paz, correspondiente al año de 1881, La
Paz, Baja California, 1881, AHPLM, vol. 165, doc. 409.

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contribuciones a partir de la distinción del espacio; de tal forma que esa diversidad
social que se reflejaba en la ciudad se marcó igualmente en los panteones.
Objeto de control fue también la prostitución, lo que significaba que la
autoridad no había podido encarrilar a las mujeres que practicaban ese oficio a la
vida honesta, como se asentaba en el Bando de Policía y Buen Gobierno que se
aprobó en 1871.28 Dicha actividad fue reconocida, a partir de 1891, tipificándose
dos tipos de mujeres: las aisladas y las públicas, quienes estaban obligadas a
contar con una patente expedida por la jefatura política, cuyo costo era de cinco y
dos pesos por mes respectivamente; en caso de no hacerlo eran consideradas
como “insometidas o clandestinas” y acreedoras a una multa de cinco a 25 pesos.
Entre sus deberes estaban: “someterse a la inspección de la policía de salubridad,
portarse y vestir con decencia; no saludar ni interpelar en la calle a los hombres
que fueren acompañados de señoras o niños, no vivir en las calles más céntricas
de la población, ni cerca de los establecimientos de instrucción de ambos
sexos”.29Toda casa en que estuvieran reunidas dos o más mujeres era
considerada como burdel, sujeta a ciertos requisitos, entre ellos no tener ninguna
señal externa que la identificara y contar permanentemente con una matrona, de
quien también quedaron definidos sus deberes, que si los contravenía debía pagar
una multa de cinco a 25 pesos. Además de los burdeles, fueron contempladas
también casas de citas y consentida esa actividad en los hoteles, siempre y
cuando tuvieran la patente respectiva, cuyo pago fluctuaba de cinco a cincuenta
pesos.30 Es presumible que los ingresos que se recaudaban por esa actividad
fueran una razón para que la autoridad no sólo la reconociera sino que
diversificara los espacios para su práctica, no obstante que la consideraba
perniciosa y que era una conducta que quebrantaba la moral.
Además de los castigos pecuniarios y de trabajo, casi todos los
ordenamientos contemplaron la reclusión del infractor. Por consiguiente, es de
inferir que un buen número de éstos tuvo como destino la cárcel; de ahí la

28
Ver Supra, p. 8.
29
Reglamento de prostitución de la municipalidad de La Paz, La Paz, 1º de junio de 1891, AHPLM,
Gobernación, vol. 228 4/4, doc. 114, exp. DS.
30
Idem.

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necesidad de reglamentar la conducta de los reos y las funciones de los


responsables de la vigilancia y control, como eran el alcaide y los centinelas. De
dicho reglamento se desprende esa concepción reformista que comenzó a
permear a fines del siglo XIX, en el sentido de que la cárcel, si bien era un lugar de
segregación, de castigo, debía ser una “casa de salud en las que los mismos
delincuentes como enfermos morales se curaran y corrigieran”. 31 A ello respondió
la escuela y el trabajo en talleres que se instituyó en las prisiones, de lo cual la de
la ciudad de La Paz no quedó al margen.
La transformación del paisaje urbano llevó también a la adecuación de
algunas disposiciones, como lo fueron la de solares y el Bando de Policía y Buen
Gobierno. Respecto de la primera, que se aprobó en 1881, destacaban dos
cuestiones: una tenía que ver con el denuncio de los solares, que obligaba ahora
al interesado a pagar previamente el importe del solar y el título, con la
observación de que si no procedía su solicitud se le devolvería la cantidad que
había entregado a la tesorería municipal. La otra se refería a la extensión de los
solares, donde se mantiene la disposición de que el denunciante tenía la
posibilidad de adquirir hasta una manzana de terreno, es decir, un cuadrado de
100 metros por lado, con el pago de dos pesos cincuenta centavos por la
expedición del título y un cuarto de centavo por cada metro cuadrado de
superficie, sin la exigencia ya de levantar una construcción y solamente cercarlo
en el lapso de seis meses a partir de que se obtuviera la concesión. 32 Si bien la
justificación de la autoridad de exigir al solicitante el pago previo era terminar con
la costumbre de que éste, una vez que recibía el solar, se olvidaba de pagarlo y
obtener el título, es probable que esta medida tuviera como propósito liberar
terrenos para dar paso a que unos cuantos vecinos se apropiaran de éstos, ahora
que la norma era más laxa, pues ya no era requisito levantar una construcción,
como se mandataba anteriormente.

31
Ramón Fernández, Diario Oficial, núm. 196, 18 de agosto de 1881, citado en Antonio Padilla,
“Pobres y criminales…”, p.66.
32
Reglamento de solares, correspondiente al año de 1881, La Paz, 25 de mayo de 1881, AHPLM,
vol. 158, doc. 506.

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Del Bando de Policía y Buen Gobierno, vigente a partir de 1895, se puede


decir que fue el instrumento general para orientar la conducta de todos los
sectores sociales. Ahí se contemplaban los tipos de faltas y de castigos, amén de
señalar la responsabilidad que tenían las autoridades encargadas de hacer
cumplir dicho ordenamiento. Asimismo, es un dibujo donde se puede apreciar que
la ciudad de La Paz contaba con algunas características y servicios que daban
cuenta de la consolidación de su paisaje urbano. Era una ciudad con contrastes
sociales bien marcados, donde el espacio para las construcciones robustas y con
banquetas fue la ribera de la bahía y el centro y para los jacales, la periferia; una
ciudad, cuya área principal se iluminaba por las noches; con su nomenclatura en
casas y manzanas; rótulos y aparadores en los principales comercios; plaza de
armas y monumentos de ornato; servicios de instrucción para niños y niñas, agua,
limpia, mercado, hospital, botica, telégrafo, teléfono, hotel, mesones, casas de
huéspedes, vinaterías, cafés, diligencias; sin faltar la iglesia, el prostíbulo, la
cárcel, las casas de juego y otras diversiones, como teatro, ópera, fiestas cívicas,
de carnaval y noche buena noche.33 Un rasgo que también se mira tiene relación
con la circulación de los carros, veamos cuales fueron las instrucciones al
respecto:
Al encontrarse con otros, o al dar vuelta en las esquinas, se abrirán
siempre al lado derecho. Por las noches deberán traer luces en su parte
delantera para que puedan ser visibles.
Siempre que transite por las calles algún convoy de carros o carruajes,
cada uno de ellos guardará del que lo siga una distancia que no sea
menor de diez metros a fin de que no se impida el paso a los demás
vehículos ni a los transeúntes.
Los carros registrados en las oficinas recaudadoras…deberán usar en
el lugar que se les indique la placa que dichas oficinas les entregarán
con el número de orden que les corresponda en el registro.34

Por otras fuentes se sabe que, desde los años setenta, esa ciudad se
encontraba regularmente enlazada por la vía marítima con sus homólogas de San
Francisco y San Diego, en la Alta California; Guaymas, Mazatlán y San Blas, en el
país; Cabo San Lucas, San José del Cabo, Bahía Magdalena, Mulegé y Santa
33
Bando de Policía y Buen Gobierno, correspondiente al año de 1895, La Paz, Baja California, 25
de diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, vol. 256, doc. 22, exp. s/n.
34
Idem.

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Rosalía, en el Distrito Sur de la Baja California; y Ensenada de Todos Santos, en


el Distrito Norte de la Baja California.35
Así pues, al finalizar el siglo XIX, el paisaje urbano del puerto y ciudad de
La Paz había llegado a su cenit, prueba de ello era que el número de habitantes
entre 1895, fecha que entró en vigor el citado Bando, y 1910 sólo creció el 1.2%
en promedio al año, el porcentaje más bajo de su vida.
Por consiguiente, con este Bando de Policía y Buen Gobierno se concluyó
el proceso de ordenamiento legal sobre el cual se sustentó el desarrollo del
paisaje urbano en los siguientes años del régimen porfiriano. Un ordenamiento
legal que permitió la organización del paisaje urbano a partir de cuatro problemas:
el de los emplazamientos, que tenía que ver con el clima y la naturaleza del suelo;
el de las coexistencias, ya de los hombres entre sí, ya de los hombres y las cosas,
ya de los hombres y los animales y ya de los hombres y los muertos; el de las
residencias; y el de los desplazamientos.36

Archivos:
Archivo Histórico Pablo L. Martínez (AHPLM)
Biblioteca del Archivo General de la Nación (BAGN)

Bibliografía:
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Antonio Padilla, “Pobres y criminales…”, p.66.

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Dení Trejo Barajas (coordinadora general), Historia General de Baja
California Sur. I. La economía regional, México, CONACYT, SEP de
Baja California Sur, UABCS, Plaza y Valdés Editores, 2002.

35
González Cruz, “El comercio”…, p. 393.
36
Foucault, Michel, “El ojo del poder”, Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: “El
Panóptico”, Barcelona, Ediciones de La Piqueta, 1980.

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