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Encuesta para Seminario de Investigación y Síntesis

LA ALFABETIZACIÓN COMO PROCESO EN ESTUDIANTES CON DISCAPACIDAD


INTELECTUAL Y SU RELACIÓN CON LOS TRAYECTOS DE INTEGRACIÓN
ESCOLAR

Instituto de Educación Superior N° 28 Olga Cossettini


Profesorado en Lengua y Literatura – Alumnas: Mazza, Julieta y Pinotti, Cecilia

Docente de Lengua y Literatura:

1. ¿Trabaja/ha trabajado en un curso con estudiantes con discapacidad intelectual?


Sí, eventualmente.

2. ¿Cuáles son/han sido las mayores dificultades que observa/observó en estos


estudiantes, en relación a la alfabetización?

Las dificultades que he observado, las he observado menos en los alumnos que en el
sistema de enseñanza encargado de alfabetizarlos. Por lo general, y hablo solo desde
mi experiencia, que considero breve, me he topado con alumnos con capacidades
diferentes muy bien predispuestos al aprendizaje, y afectivamente muy
comprometidos con él. Sin haber estudiado el tema, y solo por algunas conclusiones
provisorias que puedo inferir, diré muy generalmente que la fuente de las
dificultades está en malos diagnósticos y peores metodologías consecuentes con
esos malos diagnósticos. Las capacidades diferentes de los alumnos responden a
cuadros médicos, psiquiátricos y psicológicos cuyas características los docentes,
naturalmente por su formación especial, no está en condiciones de conocer para
obrar en consecuencia. Y es aquí donde la responsabilidad le cabe a un estado que
no solo debe promover la integración e igualdad y la crítica a todo modelo de
subjetividad “normal” con una Ley como la vigente, sino que también debe proveer
estratégica e infraestructuralmente las condiciones para que eso sea una realidad,
aportando los maestros especiales al aula y proponiendo y dejando proponer
dinámicas de trabajo interdisciplinarias sistemáticas entre directivos, docentes,
maestros especiales, psicólogos o psicopedagogos, padres, etc. Al faltar esta
política, lamentablemente (aquí la verdadera “dificultad”), los docentes suelen caer
en el voluntarismo o en una pantomima con mecanismos que, aunque eufemísticos,
reproducen en la escuela la marginalidad que padecen estos chicos en la sociedad,
donde existe un fuerte modelo dominante de cómo ser mental y físicamente. Creo
que el establecimiento de esas condiciones por parte del estado y la comunidad
educativa todo sentaría la base para abordar específicamente y definir, según el
cuadro diagnóstico y según un atento seguimiento de los casos y sus dinámicas de
socialización, los problemas de la alfabetización que fueran pertinentes y sus
posibles soluciones.

3. ¿Cuáles son/han sido las mayores dificultades que encontró en su formación como
docente de Lengua y Literatura para trabajar con estudiantes con discapacidad
intelectual?

La formación del profesorado en Lengua y Literatura no cuenta, lamentablemente,


con una información siquiera básica de la existencia de esa Ley y de los casos más
frecuentes de discapacidades con que uno se topa en la escuela, donde estos chicos
suelen “tomar por sorpresa” a los recién llegados. Eso, según mi opinión, podría
revertirse con muy poco introduciendo siquiera la problemática en una materia
pedagógica.

4. ¿Cuáles son/han sido las estrategias y adecuaciones curriculares que ha realizado en


la materia para trabajar con estos estudiantes?

Por la condición momentáneamente eventual de los reemplazos no tuve aún la


posibilidad de realizar ese trabajo sistemático con el plan y las adaptaciones
correspondientes del plan de estudios.
5. ¿Cree que la integración escolar de estudiantes con discapacidad intelectual es
beneficiosa para el desarrollo de las competencias ligadas a la alfabetización?
¿Por qué?

El “desarrollo de las competencias ligadas a la alfabetización” no es un abstracto,


sino que se da concretamente en los sujetos particulares del aprendizaje. En este
sentido, claro, la “integración” es, en realidad, un reconocimiento de la diferencia y
una toma de compromiso al respecto; o sea un acto político, ya que trabajar (como
lo hacen tantos especialistas, pedagogos y psicólogos) comprometidamente en la
alfabetización de estos chicos es promover una política de la diferencia, que debe
ser extensiva (según creo) a todos los modelos de ser hegemónicos: mujer, gay,
travesty, etc. Promover el derecho a la diferencia merece una política crítica de la
violencia que generan esos modelos instituidos como “normativos”. En el caso de
los chicos con capacidades diferentes, el “beneficio” es para que ellos sientan el
mundo como su lugar y para que el resto aprenda a crecer en un modelo que valore
las diferencias entre los seres humanos sin ponerlas en una vara jerárquica. La
“alfabetización” en el amplio sentido (aprender a interpretar y producir
significaciones en la urdimbre de la cultura, sea esta visual, escrita, etc.) tendrá una
base política cuando todos nos comprometamos con generar esas condiciones,
empezando por el estado que planifica la educación.

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