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1.1 Introducción
La batalla del ser humano está vinculada a las crisis de sus emociones, su carácter, el
control de sus pensamientos y la forma como enfrenta la vida. Todo está vinculado a la
libertad u opresión en que esté su alma.
Ningún ser humano tiene pleno éxito en esta vida, a menos que sea sano en forma
total y profunda. La forma como reacciona todo ser humano ante los problemas
generalmente indica la realidad que lleva por dentro; se manifiesta a través el
vocabulario, los pensamientos y la forma de relacionarnos con los demás. Las
palabras que salen de nuestros labios descubren quienes somos realmente.
En este tema Ud. será guiado a entender la sanidad interior que Dios nos entrega a
través de su Palabra, siendo la culminación del proceso de liberación y bendición
vivido en los temas anteriores.
Cuando Cristo murió en la cruz del calvario, la Biblia dice que una lanza traspasó su
costado. El dolor que se habla en el versículo anterior es el dolor del alma herida.
Es necesario que usted actúe en fe sobre el dolor y los recuerdos malditos del pasado.
Tiene que confrontar todo aquello que le haga llorar y le provoque tristeza profunda;
recuerde que la Biblia dice que Jesús llevó nuestro dolor.
Una de las grandes maldiciones a las que nos enfrentamos los seres humanos es la
maldición del rechazo. Esta operación maligna actúa en cualquier persona; es tan
fuerte, que cuando una persona no es aceptada comete los errores más desastrosos,
tratando de llamar la atención.
Mateo 6:9
“Vosotros pues orad así: Padre nuestro que estás en los cielos; Santificado sea tu
nombre.”
Entender que Dios es nuestro Padre es una revelación sobrenatural que traerá sobre
nuestra vida reposo, paz y profunda confianza. La mayor parte de la humanidad se
enfrenta a una crisis de paternidad. Definitivamente nosotros no fuimos criados con la
plenitud de calor y de amor que nuestra alma y corazón necesitaron; por eso, cuando
nos enfrentamos a la vida lo hicimos de manera insegura y muchas veces con
complejos de inferioridad, dudas y temores, activando la maldición del espíritu de
rechazo.
Es necesario que echemos fuera de nuestra vida la maldición del temor. El temor es
profundamente negativo: traerá como resultado muchas cosas desastrosas para
nuestra vida. El temor es lo opuesto a la fe; éste hace que a usted le suceda lo
contrario a lo que Dios ha programado para su vida. Por ejemplo, Dios dice salud, y el
temor dice enfermedad, Dios dice triunfo y el temor dice derrota, fracaso y frustración.
Si quieres ver la gloria de Dios en tu vida es necesario que rompas con la maldición
del temor.
Isaías 41:10
“No temas, porque yo estoy contigo. No tengas miedo, porque yo soy tu Dios. Te
fortaleceré y también te ayudaré. También te sustentaré con la diestra de mi justicia”
El temor tiene poder sobrenatural para causar desastres. Es necesario cobrar valor y
fe para que cada ataque del espíritu de temor que venga a perturbar nuestras vidas, le
digamos: “Dios está contigo, no temeré a ningún mal”
El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “Dios no nos ha dado espíritu de cobardía y temor,
sino de poder, autoridad y dominio propio”. El temor es un arma satánica para
asegurar la derrota. Es necesario que tomemos la autoridad espiritual y declaremos:
“Dios no me ha dado espíritu de cobardía y temor; Él es quien gobierna mi vida. Me ha
dado autoridad para vivir y vencer, no tengo nada que temer”.
La maldición de la ansiedad hace que el ser humano pierda la paz espiritual y viva una
vida perturbada por diferentes necesidades. Para que podamos crecer y ser efectivos,
debemos aprender a descansar en Dios, sabiendo que Él está atento a todas nuestras
necesidades.
Lucas 12:22-28
"Dijo a sus discípulos: -Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis
de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. La vida es más que el alimento,
y el cuerpo es más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan,
ni tienen almacenes ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que
las aves! ¿Quién de vosotros podrá, con afanarse, añadir un codo a su estatura? Pues
si no podéis lo que es menos, ¿por qué estáis afanosos de lo demás? Considerad los
lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan, y os digo que ni aun Salomón, con toda su
gloria, fue vestido como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba, que hoy está en el
campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de
poca fe!"
1.6 Conclusión
Cristo es nuestro sanador, quien nos libra de la aflicción y nos hace vivir una vida de
paz y gozo, donde las circunstancias no nos roban la paz ni impiden que podamos
descansar en los brazos de nuestro Padre celestial.