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Sobre la ESI

ARTICULO 2º — Créase el Programa Nacional de


Educación Sexual Integral en el ámbito del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, con
la finalidad de cumplir en los establecimientos educativos referidos en el artículo 1º las
disposiciones específicas de la Ley 25.673, de creación del Programa Nacional de Salud Sexual
y Procreación Responsable; Ley 23.849, de Ratificación de la Convención de los Derechos del
Niño; Ley 23.179, de Ratificación de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, que cuentan con rango constitucional; Ley 26.061, de
Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y las leyes generales de
educación de la Nación.

Dentro de los objetivos observó la letra e:


a) Procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres.

b) ARTICULO 4º — Las acciones que promueva el Programa Nacional de


Educación Sexual Integral están destinadas a los educandos del sistema educativo
nacional, que asisten a establecimientos públicos de gestión estatal o privada,
desde el nivel inicial hasta el nivel superior de formación docente y de educación
técnica no universitaria.

Por que no en la universidad?

c) ARTICULO 5º — Las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma


de Buenos Aires y municipal garantizarán la realización obligatoria, a lo largo del
ciclo lectivo, de acciones educativas sistemáticas en los establecimientos
escolares, para el cumplimiento del Programa Nacional de Educación

Feminismo y democracia radical. Mouffe


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Lo que quiero argumentar es que presenta algunas


deficiencias ineludibles que interfieren con la
construcción de una alternativa democrática cuyo
objetivo sea la articulación de distintas luchas ligadas a
diferentes formas de opresión. Considero que el
esencialismo conduce a una visión de la identidad
Feminismo, ciudadanía y política democrática radical
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que no concuerda con una concepción de democracia
plural y radical y que no nos permite construir la nueva
visión de la ciudadanía que hace falta para aplicar tal
política.
A pesar de que las mujeres ya somos ciudadanas en las
democracias liberales, la ciudadanía formal ha sido
ganada dentro de una estructura de poder patriarcal
donde las tareas y las cualidades de las mujeres todavía
están devaluadas. Además, la demanda de que las
capacidades distintivas de las mujeres se integren
completamente dentro del mundo público de la
ciudadanía se enfrenta con lo que Pateman llama el
«dilema Wollstonecraft»: exigir igualdad es aceptar la
concepción patriarcal de ciudadanía, la cual implica que
las mujeres deben parecerse a los hombres, mientras
que insistir en que a los atributos, las capacidades y
actividades distintivos de las mujeres se les dé expresión
y sean valorados como forjadores de la ciudadanía es
pedir lo imposible, puesto que tal diferencia es
precisamente lo que la ciudadanía patriarcal excluye.
Pateman cree que la solución de este dilema es la
elaboración de una concepción «sexualmente
diferenciada» de la ciudadanía, que reconocería a las
mujeres como mujeres, con sus cuerpos y todo lo que
ellos simbolizan. Para Pateman, esto implica dar
significación política
a la capacidad de la que carecen los hombres: la de crear
vida, es decir, a la maternidad. Declara que esta
capacidad debería ser usada para definir la ciudadanía
con la misma relevancia política con la quenormalmente
se reconoce la última prueba de la ciudadanía: la
voluntad de un varón de pelear y morir por su patria.
Considera que el modo patriarcal tradicional de plantear
una alternativa, donde son valorizadas tanto la
separación como la igualdad de los sexos, tiene que ser
superado por un nuevo modo de plantear el problema
de las mujeres. Esto se puede hacer mediante una
concepción de la ciudadanía que reconozca tanto la
especificidad de la condición femenina como la
humanidad común de varones y mujeres. Tal visión,
«que da el peso debido a la diferencia sexual en un
contexto de igualdad civil, requiere del abandono de una
concepción unitaria (es decir, masculina) de lo individual
que hace abstracción de nuestra existencia corpórea, y
de la división patriarcal entre lo privado y lo público».' A
lo que las feministas deben aspirar es a la elaboración de
una concepción sexualmente diferenciada de la
individualidad y de la ciudadanía que incluya «a las
mujeres como mujeres en un contexto de igualdad civil y
ciudadanía activa»."
Pateman aporta muchas ideas interesantes acerca del
sesgo patriarcal de los teóricos del contrato social, y de
la forma en que el individuo liberal ha sido construido
según la imagen masculina. Considero que, sin embargo,
su propia solución es insatisfactoria. A pesar de sus
reservas acerca de los aspectos históricamente
construidos de la diferencia sexual, su visión aún postula
la existencia de alguna clase de esencia que corresponde
a las mujeres como mujeres. De hecho, su proposición
de una ciudadanía diferenciada que reconozca la
especificidad de la condición femenina se basa en la
identificación de las mujeres como mujeres con la
maternidad. Para ella, hay dos tipos básicos de
individualidad que deben ser expresados en dos
diferentes formas de ciudadanía: los varones como
varones y las mujeres como mujeres. Según ella, el
problema es que la categoría de «individuo» aparezca
como la forma universal de la individualidad aunque
esté basada en el modelo masculino. Las feministas
deben denunciar esa falsa universalidad al afirmar la
existencia de dos formas sexualmente diferenciadas de
universalidad: ésta es la única manera de resolver el
«dilema Wollstonecraft», y de romper con las
alternativas patriarcales de <<lo otro» y <<lo mismo».
Estoy de acuerdo con Pateman en que la categoría
moderna de individuo ha sido construida de tal manera
que postula un «público» universalista, homogéneo, y
que relega toda particularidad y diferencia a lo
«privado»; y también en que esto trae consecuencias
muy negativas para las mujeres. Sin embargo, no creo
que el remedio sea reemplazarlo por una concepción
sexualmente diferenciada, bigenérica, del individuo, ni
agregar las tareas consideradas específicarnente
femeninas a la mera definición de la ciudadanía. Me
parece que semejante solución permanece atrapada en
la misma problemática que Pateman pretende poner en
tela de juicio. Afirma que la separación entre lo público y
lo privado es el momento fundador del patriarcado
moderno porque: «La separación entre lo privado y lo
público e~ la separación del mundo de la sujeción
natural, es decir, de las mujeres, del mundo de las
relaciones convencionales e individuales, es decir, de los
hombres. El mundo femenino, privado, de la naturaleza,
particularidad, diferenciación, desigualdad, emoción,
amor y lazos de sangre está puesto aparte del ámbito
público, universal -y masculino- de la convención,
igualdad civil y libertad, razón, acuerdo y contrato».
Es por esa razón que el nacimiento de los niños y la
maternidad han sido presentados como la antítesis de la
ciudadanía, y se han convertido en el símbolo de todo lo
natural que no puede ser parte de lo «público», sino que
debe permanecer en una esfera separada. Al afirmar el
valor político de la maternidad, Pateman trata de
superar esa distinción y de contribuir a la
desconstrucción de la concepción patriarcal de la
ciudadanía y de la vida privada y pública. Como
resultado de su esencialismo, sin embargo, nunca
desconstruye la mera oposición entre varones y
mujeres..Éste es el motivo por el cual termina, como las
maternalistas, proponiendo una concepción inadecuada
de lo que debería ser una política democrática inspirada
en el feminismo. Es por ello por lo que puede afirmar:
«El problema más profundo y complejo para la teoría y
la práctica políticas es cómo los dos cuerpos de la
humanidad, y la individualidad femenina y masculina,
pueden ser completamente incorporados a la vida
política»."

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No hay razón para que la diferencia sexual tenga que ser
pertinente en todas las relaciones sociales. Desde luego,
hoy en día existen muchas prácticas, discursos e
instituciones diferentes que construyen
(diferencialmcnte) a los varones y a las mujeres, y la
distinción masculino!femenino existe como una
distinción pertinente en muchos campos. Pero esto no
quiere decir que así tenga que seguir siendo, y nos
podemos imaginar perfectamente bien la posibilidad de
que la diferencia sexual se convierta en algo irrelevante
en muchas de las relaciones sociales en que actualmente
es relevante. De hecho, éste es el objetivo de muchas de
las luchas feministas.
y es claro que, en muchos casos, tratar a los varones y a
las mujeres igualitariamente implica tratarlos
diferencialmente.
Además, el ámbito público de la ciudadanía moderna fue
construido de una manera universal y racionalista que
impidió el reconocimiento de la división y el
antagonismo, y que relegó a lo privado toda
particularidad y diferencia. La distinción
público/privado, central como lo ha sido para la
afirmación de la libertad individual, actuó por
consiguiente como un poderoso principio de exclusión.

Pag 120

Política pública elegida:

ESI: Educación Sexual Integral


Ley N°26.150

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