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Fundamentos Teóricos de la Investigación Social

LA FILOSOFIA DEL NO

Gastón Bachelard

I
Un sistema filosófico no debe ser utilizado para otros fines que aquellos que él mismo se asigna. Si así
ocurriese, perdería su eficacia como coherencia espiritual.
Los hombres de ciencia juzgan inútil una preparación metafísica. Conciben la filosofía de las ciencia
como un balance de resultados generales del pensamiento científico. Para el científico, la filosofía
pertenece todavía al reino de los hechos.
No se es filósofo si en un momento dado de la propia reflexión no se toma conciencia de la coherencia y
de la unidad del pensamiento, si no se formulan las condiciones de la síntesis del saber. Y siempre en
función de esta unidad, de esta coherencia, de esta síntesis, el filósofo plantea el problema general del
conocimiento. La ciencia se ofrece a él como un compendio de conocimientos bien construidos y
perfectamente estructurados. El filósofo pide a la ciencia meros ejemplos para probar la actividad
armoniosa de las funciones espirituales, pero cree poseer sin la ciencia y antes que la ciencia el poder de
analizar esta actividad armoniosa. Manteniéndose fuera del espíritu científico, el filósofo cree que la
filosofía de las ciencias puede limitarse a los principios de la ciencia, a los temas generales; la filosofía
de la ciencia no pertenece al reino de los hechos.
La filosofía de la ciencia se encuentra entre el estudio de los principios demasiado generales por parte de
los filósofos y el estudio de los resultados demasiados particulares de los científicos. La filosofía de la
ciencia se agota contra los dos obstáculos epistemológicos contrarios que limitan todo pensamiento: lo
general y lo particular.

II
La alternancia de lo a priori y de lo a posteriori es obligatoria; el empirismo y el racionalismo están
ligados dentro del pensamiento científico principio un extraño lazo. Un empirismo sin leyes claras,
coordinadas, deductivas no puede ser ni pensado ni enseñado; un racionalismo sin pruebas palpables,
sin aplicación a la realidad inmediata, no puede convencer plenamente. La ciencia, suma de pruebas y de
experiencias, de reglas y de leyes, de evidencias y de hechos, necesita una filosofía con dos polos, un
desarrollo dialéctico, porque cada noción se esclarece en forma complementaria con dos puntos de vista.
Racionalismo y empirismo no son opuestos, sino que son complementarios. El vector epistemológico es
desde el racionalismo hacia el empirismo.
Este racionalismo aplicado retoma las enseñanzas suministradas por la realidad para traducirlas en un
programa de realización. La realización de un programa racional de experiencias determina una realidad
experimental sin irracionalidad. El fenómeno ordenado es mas rico que el fenómeno natural. La ciencia
física contemporánea es una construcción racional: elimina la irracionalidad de sus materiales de
construcción. La filosofía de la ciencia física no niega sus principios -racionalismo y empirismo- los
dialectiza.

III
Para el científico el conocimiento surge de la ignorancia. El científico no ve que la ignorancia es una
trama de errores positivos. Toda experiencia objetiva correcta debe siempre determinar la corrección de
un error subjetivo. Pero los errores no se destruyen uno por uno con facilidad. Están coordinados. “ El
espíritu científico solo puede construirse destruyendo el espíritu no científico”, es decir, destruyendo el
espíritu no racional.
“La experiencia nueva dice no a la experiencia anterior”. Pero este no nunca es definitivo para un
espíritu que sabe dialectizar sus principios. Para Bachelard, el conocimiento es una evolución del
espíritu. Existe ruptura entre el conocimiento sensible y el conocimiento científico. Sin teoría no
sabríamos jamás si lo que se ve y lo que se siente corresponden al mismo fenómeno. Existe una ruptura
de la objetivación. La experiencia en la ciencias físicas tiene un mas allá, una trascendencia, y ella no
está cerrada en sí misma. luego el racionalismo que informa esta experiencia debe aceptar una apertura
correlativa a esta trascendencia empírica.
Fundamentos Teóricos de la Investigación Social

IV
La filosofía de la ciencia es un pluralismo filosófico que es el único capaz de informar los elementos tan
diversos de la experiencia y de la teoría, cuyos respectivos grados de madures filosófica distan mucho de
ser parejos. Definirá Bachelard la filosofía de la ciencia como una filosofía dispersada, como una
filosofía distribuida. Inversamente veremos el pensamiento científico como un método de dispersión
bien ordenado, como un método de análisis fino, para los diversos filosofemas agrupados demasiado
masivamente en los sistemas filosóficos.

V
La filosofía dispersada es la única filosofía capaz de analizar la prodigiosa complejidad del pensamiento
científico moderno.
Entre los dos polos del realismo y el kantismo clásicos nacerá un campo epistemológicos intermedio
particularmente activo. La filosofía del no se encontrará, pues, con que no es una actitud de negación,
sino una actitud de conciliación. La filosofía del no permitirá resumir , a la vez, toda la experiencia y
todo el pensamiento de la determinación de una sustancia. Una vez que la categoría sea abierta, será
capaz de reunir todos los matices de la filosofía química contemporánea.
Según Bachelard, la intuición natural no es mas que una intuición particular, y que asociando a ella las
justas libertades de síntesis se comprende mejor la jerarquía de los nexos intuitivos. La intuición
trabajada es la intuición que se hace presente en la actividad científica.
Ni siquiera los marcos mas simples del entendimiento pueden subsistir en su flexibilidad, si es que se
quiere estar a la altura de los nuevos destinos de la ciencia. En todos sus principios, la razón ortodoxa
puede ser dialectizada a través de paradojas.
Estos tres dominios, categoría, intuición y lógica, son dominios que Bachelard pretende ampliar para
ampliar la filosofía del pensamiento científico.
La “filosofía del no” no es psicológicamente un negativismo y tampoco lleva, frente a la naturaleza, a un
nihilismo. Procede, por el contrario, en nosotros y fuera de nosotros, de una actividad constructiva.

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