Professional Documents
Culture Documents
una nueva cultura marcada por la vuelta a la subjetividad con el rescate de otras
dimensiones humanas que han quedado olvidadas o muy poco tenidas en cuenta, como
la afectividad con sus sentimientos, pasiones, etc., la valoración de la libertad individual,
el derecho de libre elección y lo cotidiano como lugar de cambios sociales. Así mismo se
asiste al aumento de la con- ciencia sobre las cuestiones de género, raza, diversidad
cultural y religiosa. Esa nueva cultura presenta también sentidos y valores cuestionables
que merecen especial atención, como la universalización de la lógica de la ley del valor
(«todo tiende a ser trasformado en mercancía»23), la relativización de los valores y de las
ideas (que convierte la tolerancia en relativismo), entre otros.
La sistematización, por ser una mediación entre los valores religiosos y cada cultura
determinada, admite y promueve el pluralismo teológico. Éste difiere del que se da en la
especialización funcional del establecimiento de las doctrinas porque no sólo admite el
pluralismo por la diversidad de culturas sino también el pluralismo por la rica gama de
expresiones y llaves hermenéuticas de una afirmación de fe en una misma cultura.
La tarea sistemática implica la continuidad, el desarrollo y la revisión. Con relación a la
continuidad, ésta es posible por la estructura humana que siempre tiende a la mayor
autenticidad, por el don del amor que Dios concede, por la permanencia de los dogmas,
que siempre pueden llegar a ser mejor comprendidos, y por la genuinidad de las
realizaciones del pasado. Este punto es lo que nos interesa considerar. Todas las
realizaciones auténticas del pasado fueron consolidando las adquisiciones del presente.
Pueden y deben ser mejoradas y ampliadas en contextos más ricos. Sin embargo, no deben
ser olvidadas por las realizaciones siguientes, bajo pena de quedar mucho más pobres. La
teología de la liberación debe considerarse en continuidad con los avances teológicos del
pasado, precisamente por ser un paso más allá en la capacidad humana de hablar sobre
Dios. Pretender emprender un camino independiente es exponerse a quedar sin
fundamentos sólidos. La sistematización de la teología de la liberación será mucho más
rica en la medida en que incorpore en ella todas las realizaciones válidas del pasado que
fueron abriendo camino a este momento histórico. Además de la continuidad, existe el
desarrollo. La sistematización puede llegar a verdaderos descubrimientos sea por el hecho
de responder a una cultura diferente, a nuevos desafíos culturales o a las diferenciaciones
de conciencia. Estos des- cubrimientos también pueden referirse a los resultados de la
dialéctica: afirmar una verdad que en el pasado fue tenida como error, o viceversa.
Aunque el alcance de la sistematización sea de continuidad, desarrollo o revisión, también
tiene un carácter provisorio e inacabado. Ella siempre debe permanecer abierta a nuevos
descubrimientos y mejores desarrollos. Debe mantener ese espíritu de contribución en un
camino hecho por la suma de muchos. Sólo esa capacidad de mantener sus contribuciones
como hipó- tesis puede garantizar su existencia y no estar condenada anticipadamente a
la sanción. La teología de la liberación ha aprendido en la propia experiencia de
persecución de muchos de sus representantes que la verdad sale a la luz por la fuerza de
la contribución provisoria, más que por la discordancia entre juicios contrarios.
La sistematización es el paso previo a la comunicación. No se puede comunicar algo que
no se ha entendido. Pero ella no escapa de los errores. Puede sistematizarse la
incomprensión de la misma manera que la comprensión, y ella resultará igualmente
atractiva para el número ordinariamente mayor de quienes no entienden. Por eso esta
especialización es indispensable a la hora de querer llegar al punto final de la tarea
teológica. Como ya dijimos, la sistematización está efectivamente reservada a una élite: es
difícil, como son difíciles la matemática, la ciencia, la erudición, la filosofía. Pero vale la
pena enfrentar esa dificultad. Renunciar a la sistematización es quedar sin desarrollar la
exigencia sistemática de la intencionalidad humana, o desarrollarla a partir de otras
ciencias, pero no de la teología. La élite se refiere a la con- ciencia diferenciada. No tiene
otra connotación. Y el hecho de sólo desarrollar la exigencia sistemática en otras ciencias,
por ejemplo, en la psicología o en la sociología, no significa que esas contribuciones para
la realización humana no sean importantes; pero es cuestionable la sustitución que puede
suceder, en el sentido de explicar la fe sólo en el nivel de esas ciencias que no pueden
alcanzar más que los límites de la realidad humana, sin aceptar la posibilidad del
encuentro con el trascendente.
El ser humano tiene a la sistematización porque tiende al entender. Si la teología no realiza
esa tarea, el ser humano buscará otras interpretaciones de sí mismo, de su mundo y del
sentido de su fe. Hoy asistimos a un surgimiento de sistematizaciones sobre el sentido de
la vida y del mundo. La pregunta que surge es hasta qué punto esas sistematizaciones no
están siendo dadas en los parámetros de una conciencia indiferenciada. Nos referimos a
diversas corrientes de la denominada Nueva Era, al esoterismo, etc. Así se mantendría la
inautenticidad humana que es contraria a la conciencia intencional -experimentar,
entender, juzgar y decidir-, que tiende decisivamente a la autenticidad.
Comunicar la Buena Nueva de la liberación
Sin ánimo de caer en términos utilitaristas, la pregunta clave de toda la tarea teológica es
sobre los frutos prácticos que ella va a ofrecer a los seres humanos situados en una
realidad específica. La especialización funcional de la comunicación, como punto de
llegada de esta tarea, tiene que dar esa res- puesta.
Lonergan, al responder a la utilidad práctica de su trabajo, afirma que ser práctico es
hacer aquello que es inteligente:
¿Qué bien práctico puede venir de este libro (refiriéndose a Insight)? La respuesta es más
directa de lo que podría esperarse. Pues insight es la fuente no sólo del conocimiento
teórico sino también de todas sus aplicaciones prácticas y, cierta- mente, de toda actividad
inteligente. Insight dentro de insight, pues, revelará qué actividad es inteligente, e insight
dentro de oversights revelará que actividad no es inteligente. Pero ser práctico es hacer
cosas inteligentes y ser impráctico es mantenerse haciendo desatinos. Se sigue que insight
tanto dentro de insight como de oversight es la verdadera llave de la practicidad.24
Por eso no se puede pretender llegar a un resultado práctico en la reflexión teológica sin
la realización de un proceso metodológico que favo- rezca la inteligencia y el juicio
verdadero, en orden a optar por lo realmente bueno y valioso, ya que no existe acción
humana auténtica sin fidelidad a la intencionalidad humana y sus preceptos
trascendentales: sé atento, inteli- gente, razonable, responsable, ama. Las
especializaciones funcionales que preceden la comunicación tienen ese objetivo y sin ellas
la comunicación no puede alcanzar sus fines. Al mismo tiempo, ellas quedaran estériles
si no llegan a esta última especialización. El fruto de la tarea teológica es comuni- car los
significados y valores de la revelación y de la tradición eclesial actua- lizados e
inculturados en la realidad a la que se dirigen.
En primer lugar, en el nivel de la comunicación del mensaje, la teolo- gía de la liberación
ha sido capaz de comunicar la buena noticia de la libera- ción. Si en los inicios de esta
teología se proclamó que la realidad de Améri- ca Latina necesitaba de liberación, en estos
tiempos actuales se exige con mayor urgencia. Pero ese mensaje siempre incomoda a los
poderosos. Por eso es desafío permanente para la teología de la liberación mantener su
voz profética, su mensaje liberador, aun cuando los oyentes, la mayoría de las veces,
prefieran un mensaje que justifique sus propios intereses.
En segundo lugar, la teología de la liberación, al mostrar que se funda- menta en la
realidad social, trabaja esa realidad a la luz de la fe y vuelve a ella para trasformarla, está
manteniendo la autenticidad del dinamismo de la conciencia intencional trabajado por
Lonergan. En efecto, es mérito de esta teología enfatizar que no basta conocer la realidad,
sino que es necesario trasformarla. La obra de Lonergan tiene el peligro de quedar
reducida a una teoría que, reconociéndose importante, nunca se aplique verdaderamente.
En tercer lugar, la importancia dada por Lonergan a las comunidades como gestoras de
cambios sociales, fue realizada efectivamente por la teolo- gía de la liberación. Las
comunidades eclesiales de base han sido, de hecho, ese medio insustituible en que se ha
dado la conversión religiosa, moral e intelectual de tantos fieles, como de tantos teólogos.
Hoy existe el desafío de fortalecerlas y continuar promoviéndolas. La teología de la
liberación, si quiere ser eficaz en la trasformación social, tendrá que favorecer la constitu-
ción de comunidades que, en opción por los pobres, promuevan los valores de la
solidaridad y el amor redentor que se entrega por los otros.
El método teológico propuesto por Lonergan, en su característica de modelo, abre las
posibilidades de una espiral siempre en avance, para partir de los nuevos datos puestos
en cada momento histórico y contexto cultural y actualizar significativamente el mensaje
liberador de la revelación. Hacer una teología en favor de los empobrecidos será fruto de
un empeño común, en el cual se suman esfuerzos y se apelan contínuamente a la
autenticidad humana y evangélica de nuestro ser teólogos y personas de fe.