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Por:
(Grupo AMA)
LEMA
I. INTRODUCCION
En éste artículo, se presenta un resumen de la investigación inicial desarrollada por los autores
y patrocinada, por Colciencias, con la cual se quiere diseñar una metodología para explicitar y
analizar las opiniones más difundidas sobre los docentes de matemáticas y sobre las
matemáticas mismas.
Los problemas que motivan esta investigación son del tipo que a continuación explicaremos
(para una información más detalladas ver [PHJ1]).
La película “El señor de los anillos”, maravillosa creación de la mente humana, llenó las salas
de cine de todo el mundo y más de la mitad de la humanidad la ha visto o planea verla. Otros
extraordinarios productos de la imaginación, como los teoremas de incompletitud de Kurt
Gödel, ni siquiera se pueden presentar en un espectáculo y solo un puñado muy pequeño de
personas han logrado “verlos”. Hasta ahora ningún tipo de problema; la vida es muy dura y
hay que asumirla tal y como ella se nos presenta: la cultura académica y particularmente la
cultura matemática siempre tendrán una influencia infinitesimal dentro de la cultura general de
cualquier pueblo, dicho de otra manera, el cine ganará siempre muchísimos más adeptos que
las matemáticas, la física, la biología, la filosofía, etc.
La cultura matemática en nuestro país ha logrado desarrollos importantes y tiene fortalezas que
presagian un futuro bastante aceptable. Hace algunos años (50 aproximadamente) no existía
ninguna escuela de formación de matemáticos; hoy, varias universidades invierten mucha
energía y capital sosteniendo carreras que en algunos casos son económicamente deficitarias
(en el caso de algunas instituciones privadas, las matrículas no cubren los costos de
funcionamiento). Varios matemáticos colombianos tienen prestigio internacional y nos
representan muy eficientemente en los escenarios en los cuales han tenido y tienen que
actuar. Sin embargo, y aquí aparece ya el problema, ¿cuántas personas conocen -o tan siquiera
han oído mencionar sus nombres- a algunos de estos eminentes matemáticos colombianos?.
Nuestro país está mal no propiamente porque las culturas académicas no tengan la fortaleza
que necesitan, lo que se podría afirmar, más bien, es que la situación del mundo académico es
un claro reflejo de la situación nacional. Pero no estamos aquí para “quejarnos” o “ponernos a
llorar”, estamos desarrollando una larga investigación, de la cual forma parte este ensayo, que
nos conduzca a un conocimiento cada vez mayor de la cultura matemática y de sus relaciones
con la cultura en general, buscando con ello herramientas que nos permitan fortalecerla tarea
que, damos por sentado, resultará de gran utilidad.
Un buen inicio nos lleva, muy rápidamente, al estudio de esta relación en las instituciones
escolares. En estos micro-mundos de gran complejidad se construyen algunas de las bases de
la relación entre las culturas académicas y la cultura en general. De hecho, un axioma básico
para nuestra investigación es el siguiente: son las instituciones escolares los lugares escogidos
por la sociedad para iniciar y desarrollar el cultivo de las diferentes culturas académicas como
es el caso de la cultura matemática. Con la aparición del Internet ha surgido un poderoso
competidor para la institución escolar. Sin embargo el “otro” y el “alter-ego” solo pueden tener
presencia real en el ambiente de una institución escolar, el “par” o compañero y el(la)
“maestro(a)”, mentor(a) o educador(a) están presentes, en tiempo real, únicamente en la
institución escolar. El lugar más apropiado para aprender a convivir y a interactuar
críticamente y para aprender a imitar y a servir de modelo intelectual es la institución escolar,
especialmente en los niveles básicos. Es posible que la institución escolar, a nivel superior,
universitario y de postgrado, sea reemplazada algún día por el “cibermundo”; sin embargo, la
ruta que conduce a las personas desde el vientre materno y el hogar hasta la juventud y la edad
adulta requiere un puente fundamental como lo es la institución escolar, especialmente a nivel
básico y medio. Es allí donde los niños y adolescentes tienen los primeros contactos con la
cultura académica, es allí donde los futuros ciudadanos encuentran por primera vez y empiezan
a conocer el mundo de las teorías, de las representaciones académicas y de los hábitos de trabajo
propios de esta actividad tan particular.
Pero en la institución escolar existen, también, otro tipo de representaciones; todas aquellas que
los diferentes actores traen desde el hogar, el barrio, la ciudad, la nación y por supuesto, del
mundo en su totalidad; por ejemplo, todo lo que puede llegar a través de los diferentes medios
de comunicación entre ellos, claro está, el Internet. La invitación a los niños y niñas, y a los
jóvenes para que conozcan, adopten y trabajen las teorías académicas no se acepta de manera
natural. Todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de aprender a leer y escribir, en lo
importante y útil que resulta manejar las cuatro operaciones básicas de la aritmética, más
difícil resulta recibir el apoyo de los estudiantes y padres de familia para el manejo de teorías
más abstractas y elaboradas: muy rápidamente aparece la tormentosa pregunta “¿ y eso para
qué me sirve?”. No se comprende que la utilidad de lo académico no se da de manera inmediata
sino a largo plazo.
Lo grave del asunto es que otras elaboraciones mentales como las historias de Harry Potter,
cuya utilidad inmediata es muy manifiesta pero que claramente sirven fundamentalmente para
recrearse y desatar la fantasía y la imaginación, rara vez reciben ese rechazo mediado por la
utilidad. Para muchas personas es muchísimo más útil “la magia” que las teorías
académicas. No tenemos absolutamente nada contra la magia, ni contra la religión, ni contra
la mística, ni contra otras maravillosas elaboraciones de la imaginación de los seres humanos,
nos limitamos a señalar que nuestro trabajo fundamental, el de fortalecer y desarrollar el mundo
académico, tiene que competir, muy desigualmente –para eso se crearon las instituciones
escolares, para ayudar en este trabajo tan peculiar y tan difícil- y buscar la manera de cooperar
con la dinámica de otras elaboraciones menos rigurosas y mucho más atractivas y claramente,
también, muy importantes y de utilidad inmediata manifiesta.
Para nuestro propósito de entender la cultura escolar y dentro de ella la cultura matemática, el
primer actor es el(la) maestro(a) y particularmente, para nuestro caso, el(la) de
matemáticas. Alrededor de él(ella) surgen interrogantes significativos para nuestra
investigación: ¿Qué imagen tienen los miembros de la comunidad educativa sobre los
profesores de matemáticas, sobre las matemáticas y sobre la educación matemática? ¿Qué
imagen tienen los profesores de matemáticas sobre ellos mismos?
Este tema corresponde a la Sociología, a la Sicología Social y a otras disciplinas de las Ciencias
Humanas. Infortunadamente, en nuestro país, no es todavía del interés de los profesionales de
estas áreas y por ello, hemos decidido, concientes de nuestras limitaciones, abordarlo
esperanzados en que, más adelante, resulte un tema de interés para los especialistas.
Como docentes en el área de las matemáticas, hemos sentido la necesidad de abordar
sistemáticamente este tema pues queremos mejorar las condiciones que rodean nuestro trabajo
cotidiano. Invitamos a los expertos de la Sicología y la Sociología a trabajar este importante
tema. Naturalmente, los expertos también se imaginan cosas en relación con los temas aquí
comentados y talvez no les llame la atención la problemática relativa a los docentes de
matemáticas de las instituciones de educación básica.
LEMA
Según Aristóteles, “... el alma no puede pensar sin imágenes”. Cornelius Castoriadis, uno
de los académicos que han propuesto a las ciencias sociales el concepto de “imaginarios”,
enfatiza la idea aristotélica traduciéndola en la siguiente forma: “El alma no puede pensar
sin fantasmas” ([CC]). Combinando estos puntos de vista es posible entender las dos
afirmaciones así: el cerebro de cada ser humano elabora imágenes mentales en los procesos
de conocer pero también en los procesos de construir representaciones que no
necesariamente se corresponden con situaciones físicas externas. Esta doble cualidad
humana, imaginar para fantasear e imaginar para conocer, es un Jano con sus dos caras
absolutamente inseparables que forman parte de un mismo proceso o actividad:
imaginar. El conocimiento científico y las teorías académicas necesitan de las imágenes
mentales que se manejan siguiendo determinadas reglas, pero aquellas son también el
alimento del arte, de la creación fantástica, de la representación popular y de la
estrictamente personal, de la religión y del mito. (En este ensayo asumimos que existen las
“imágenes mentales” y la “imaginación”; no nos interesa la discusión sobre su naturaleza).
Esta tensión hay que entenderla muy bien para no confundir el trabajo que se realiza
académicamente con el resultado de permitir el “vuelo” incontrolado de la imaginación
que también es fundamental. En el mundo educativo, en el cual la institución escolar y
los(las) educadores(as) proponen a los educandos diferentes rutas hacia la actividad
intelectual, esta distinción es fundamental pues la presencia de la fantasía apoya la
construcción de senderos académicos pero también los oculta, los distorsiona y algunas
veces los destruye. La representación mediante teorías compite con todas las demás
creaciones de la imaginación; es apenas una entre las muy diversas formas de imaginar y
de representar, y debe tratar de cooperar con ellas.
Para el profesor Silva los grafiti son manifestaciones escritas –en muros, paredes, volantes-
de imaginarios populares. Silva, con una excelente habilidad literaria y mediante ejemplos
muy bien escogidos, nos conduce dulcemente al concepto de “imaginarios populares” y al
concepto de “imaginarios urbanos”, mostrándonos algunas de sus características
fundamentales. Nuestro ejemplo preferido, prestado al profesor Silva, es el imaginario de
algunos bogotanos sobre las calles y carreras de la ciudad el cual admite diversas
formulaciones y elaboraciones. La nuestra es la siguiente: todas las calles y carreras tienen
nombres femeninos, pues “calles” y “carreras” son palabras de género femenino: “la
décima”, “la caracas”, “la séptima”, “la veintiséis”, etc. Cada calle o carrera –las más
importantes claro está- según los sucesos que ocurren en ella o que han ocurrido desatan
en las mentes de algunos habitantes de Bogotá imágenes de contenido femenino que
deleitan y hacen la vida menos desagradable. “La décima” con sus trancones
interminables, sus aglomeraciones y sus raponeros, recuerda una “mala mujer”; “la
veintiséis”, ducto que conecta la ciudad con el aeropuerto, es la “viajera”; “la quince”, eje
principal de la zona rosa, es la “mujer encantadora”, etc. Nos preguntamos que se podría
pensar o imaginar ahora con el funcionamiento del transmilenio, macho que rueda muy
orondo por calles y carreras como “la ochenta” y “la caracas”.
Otras investigaciones, como la realizada por el equipo de Soledad Niño Murcia, dentro del
proyecto “Observatorio de Cultura Urbana”, apuntan a los sentimientos predominantes en
un grupo humano o en una comunidad. En la investigación “Territorios del miedo en
Santafé de Bogotá: imaginarios de sus ciudadanos”, Niño Murcia y sus colaboradores
logran organizar las actitudes de los bogotanos frente al miedo a través del concepto de
imaginario: “enmallar conjuntos residenciales, enrejar casas, patios y ventanas, controlar
con circuitos cerrados de televisión edificios y centros comerciales, contratar vigilantes
armados o con perros entrenados para agredir, cerrar calles que antes eran para todos
convirtiéndolas en propiedad de unos pocos; todas estas medidas nos hablan de un
ambiente de miedo que se vive en la ciudad, o mejor de un “miedo ambiente” como lo
califica Oscar Becerra” ([NS]).
Los “imaginarios” personales o populares, hay que imaginárselo, son representaciones que
surgen de la interacción espontánea, son individuales o colectivas respectivamente, son
como una narración pero, muy pocas veces son formuladas explícitamente o de una manera
completa, tienen una estructura cognoscitiva moldeable y cierto grado de permanencia
pero, pueden desaparecer. Esto último es fundamental, en Bogotá, por ejemplo, los
imaginarios de la época colonial desaparecieron socialmente aunque algunos de ellos se
encuentran en relatos históricos o puramente literarios; los imaginarios sobre las calles y
carreras son recientes. Las teorías, por el contrario, nunca desaparecen; así las califiquen
de falsas, mantienen su presencia por pequeña que esta sea, y siempre llaman la atención
de grupos de investigación.
Hace algunos años circuló en Europa un imaginario sobre los colombianos, que no ayudó
mucho a los nacionales que viajaron por razones de estudio o trabajo al viejo continente:
“Los colombianos son ladrones”. Con los nuevos y recientes acontecimientos este
imaginario seguramente se ha transformado pero, no para bien de nuestros paisanos que
visitan el continente europeo.
El lenguaje común, en nuestro caso el castellano, tiene su propia fuerza cognoscitiva. Este
medio de comunicación, aunque modificable, tiene una permanencia que se impone a todos
los usuarios; las palabras, por ejemplo, tienen connotaciones que se corresponden con usos
específicos inmodificables. La palabra “caos” recuerda el desorden, por su parte
“catástrofe” nos remite a fenómenos naturales de impacto negativo y “problema” está
asociada a dificultad.
LEMA
Estos últimos ejemplos son paradigmáticos, en el lenguaje común son palabras asociadas
a situaciones negativas pero, estas mismas palabras también son utilizadas en teorías
científicas donde lo negativo o positivo no tienen nada que ver con el significado que allí
adquieren. En el caso de las matemáticas, un buen número de palabras que se utilizan en
diferentes teorías pertenecen también al lenguaje común: grupo, anillo, cuerpo, continuo,
variable, constante, etc. La frase “Todos los ideales del anillo de los polinomios reales en
una indeterminada son principales” no tiene ninguna referencia en el lenguaje común,
aunque todas las palabras que allí se utilizan tienen significación para todo usuario; sin
embargo, esta proposición es un teorema básico del álgebra. Para un lector desprevenido
es un verdadero galimatías que puede generar cualquier tipo de imágenes.
La Teoría del Caos y la Teoría de Catástrofes son dos de las teorías matemáticas más bellas
de los tiempos contemporáneos. Cada una de ellas puede ser utilizada para comprender
situaciones caóticas o catastróficas en el sentido usual de estas palabras pero, su atractivo
principal es que permiten la formulación de leyes de nuevo tipo y así, aparecen nuevos
problemas cuya solución requiere métodos diferentes a los utilizados antes de la aparición
de estas teorías.
Las palabras “caos” y “catástrofe” son en si mismas palabras muy atractivas, muchas
personas cultas caen en la tentación de utilizarlas sin ningún rigor, se dejan llevar por su
hechizo y se genera así una moda académica y muchos imaginarios. Esto se parece mucho
a algo que sucede en la actualidad con otras palabras o expresiones como “pensamiento
complejo”, “competencias”, “formulación y resolución de problemas”, “constructivismo”,
etc.
Otro hecho trascendental ha sido evidenciado por los profesores Alan Sokal y Jean
Bricmont: entre los académicos circulan o se elaboran a nivel personal y colectivo
imaginarios cuyo contenido pertenece a otros ámbitos académicos
([SA]). Específicamente, algunos intelectuales franceses que no han tenido un
entrenamiento riguroso en matemáticas o ciencias naturales se refieren a éstas de manera
fuertemente metafórica y en algunos casos en forma jocosa y peligrosa.
“En el espacio euclideano de la historia, el camino más recto entre dos puntos es una línea
recta, la del Progreso y la Democracia. Pero eso solo es válido para el espacio lineal de
la Ilustración. En nuestro espacio no euclideano de finales de siglo, una curvatura
maléfica desvía invenciblemente todas las trayectorias”
LEMA
Una buena metáfora ilustra pero una mala o una buena mal utilizada puede aniquilar el
interés de una persona: comparar la Geometría de Euclides con algo regresivo –o
supuestamente negativo- y las geometrías no euclideanas con lo progresivo es algo muy
poético y literariamente hablando una construcción excelente, y hay que comprenderlo en
un sentido puramente metafórico. Sin embargo, acompañar a la Geometría de Euclides
con sentimientos similares a los que se puedan tener hacia el “Progreso” o la “Democracia”
no contribuye para nada al objetivo político que persigue el autor con su metáfora; por
fortuna la metáfora en cuestión se deja entender sin mucha dificultad, aunque, claramente,
también puede ser muy mal entendida.
Este ejemplo sobre el número cero es muy ilustrativo: El concepto académico “cero” es
decir, el concepto matemático “cero” no solamente ha variado a lo largo de la historia y
cambia según la filosofía matemática que se adopte, sino que a nivel “popular” o
puramente imaginario, no teórico, se corresponde con los elementos básicos de la
respectiva teoría: los imaginarios no siempre se oponen a las teorías; en algunos casos
existe gran coincidencia entre los unos y las otras.
La cultura académica es también el resultado de las acciones humanas y allí las personas
que lo dinamizan trabajan siguiendo reglas o rituales flexibles pero muy rigurosos. Uno
de los más grandes forjadores del mundo académico, el matemático y filósofo Pitágoras,
acuñó varias expresiones para indicar la diferencia entre “doxa” y “epísteme”; una muy
conocida pero mal interpretada dice “Hay dioses y hombres y seres como
Pitágoras”. Pitágoras, el inventor de la palabra “filosofía”, se veía él mismo no como un
dios ni como un hombre sino como un filósofo, es decir, un académico; aunque, como
todos sabemos, era también un gran místico. Los hombres, según Pitágoras, viven en el
mundo de la doxa y también los dioses, él por el contrario es el iniciador de la epísteme,
de la filosofía, del mundo académico y de la noción de teoría.
Al analizar cada una de estas actividades, las estrictamente académicas y las socio-
económicas y políticas, fácilmente se ve la diferencia tan grande entre el ejercicio libre y
espontáneo de la imaginación y el ejercicio regulado y ritualizado de la misma. ¿Sería que
los bogotanos realizaron algún congreso o seminario para elaborar el imaginario tan
hermoso sobre sus calles o carreras? ¿Se planteó y resolvió algún problema? ¿Fue
necesario organizar un programa de especialización o de maestría para que resultara
semejante historia? ¿Alguien ha hecho algún tipo de crítica a este espléndido imaginario?
A pesar de todos los controles que se utilizan en el mundo académico es muy fácil, como
lo explican Sokal y Bricmont, que los académicos organicen sus propios imaginarios y
caigan en la trampa de creer que son teorías. Pongamos por caso, cuando se trasladan
conceptos o tipos que pertenecen a una teoría a otro ámbito del conocimiento no
metafóricamente, como era el caso de Baudrillar, sino como propuesta supuestamente
rigurosa pero no experimentada ni controlada, los resultados pueden ser fatales,
especialmente cuando se convierten en política oficial o institucional; un caso estudiando
por los autores es el del Baúl Jaibaná ([PJH]).
Los diferentes proyectos deben garantizar una relación muy estrecha entre la Didáctica y
la Pedagogía de un lado y del otro la disciplina, su historia y su filosofía. Una herramienta
central es el manejo de las grandes obras de la literatura matemática y del pensamiento de
sus autores. Beber de los imaginarios de los clásicos produce también una gran
satisfacción, pero al mismo tiempo se controla la infinita versatilidad de la imaginación y
se utiliza más productivamente, desde el punto de vista académico.
“Cuando el río suena piedras lleva”, reza un refrán de mucha antigüedad –sabiduría popular
comprimida en un “grafito” que adquirió un estatuto particular. Este refrán es aplicable a
nuestro caso: los imaginarios son como sonajeros, llevan piedras que nos ayudan a
acercarnos a la realidad. (No se ha explorado, en este trabajo, la relación entre “grafito”,
“proverbio” y “ley”, la cual nos daría nuevos elementos para la comprensión del tema).
LEMA
Se elaboraron y aplicaron 4 tipos de encuestas: para los estudiantes, para los padres
y madres de familia, para los docentes de otras áreas y para los docentes de
matemáticas. Las encuestas fueron respondidas por 293 estudiantes de diferentes
cursos, 84 padres de familia, 78 docentes de otras áreas y 114 docentes de
matemáticas; entre estos últimos 21 son docentes de matemáticas en Ibagué. Las
demás personas –alumnos, padres de familia y docentes- pertenecen a 12
instituciones escolares de Bogotá D.C.
1 Agradable 17 Democrático(a)
2 Tenso(a) 18 Enfadado(a)
3 Sobresaltado(a) 19 Atento(a)
4 Nervioso(a) 20 Autoritario(a)
5 Trabajador(a) 21 Confiado(a)
6 Puntual 22 Anarquista
7 Intelectual 23 Silencioso(a)
8 Incrédulo(a) 24 Conversador(a)
9 Alegre 25 Responsable
10 Optimista 26 Descuidado(a)
11 Frío(a) 27 Terco(a)
12 Deprimido(a) 28 Sociable
13 Testarudo(a) 29 Irritable
14 Marginado(a) 30 Concreto(a)
15 Abstraído(a) 31 Olvidadizo(a)
16 Metódico(a) 32 Persona digna de imitar
No se aplicaron técnicas estadísticas rigurosas al análisis de estos datos pues; por ahora, no
nos parece necesario. En nuestra primera exploración queríamos llegar a la formulación
inicial de un “imaginario institucional” sobre los docentes de matemáticas y sobre las
matemáticas, para luego someterlo a una investigación más rigurosa.
Entre los 293 estudiantes los adjetivos más seleccionados fueron los siguientes:
Responsable 235
Trabajador 226
Puntual 226
Agradable 196
Atento 170
Sociable 169
Alegre 158
Optimista 151
Intelectual 145
Conversador 134
Metódico 130
Autoritario 122
Persona digna de imitar 121
LEMA
Abstraído 10
Deprimido 13
Descuidado 19
Nervioso 22
Marginado 22
Anarquista 28
Olvidadizo 30
Incrédulo 31
Testarudo 37
Silencioso 47
Democrático 99
Enfadado 96
Confiado 82
Concreto 81
Frío 79
Tenso 68
Sobresaltado 65
Irritable 63
Terco 62
Recordando que el total de encuestados fue 293, más de la mitad escogieron, en ese orden,
los calificativos responsable, trabajador, puntual, agradable, atento, sociable, alegre y
optimista.
Este orden, en el caso de los padres de familia fue muy similar: responsable, trabajador,
puntual, agradable, intelectual, atento, sociable, optimista, alegre. Una diferencia
interesante es que ante los padres de familia el(la) profesor(a) de matemáticas aparece más
como un intelectual que ante los estudiantes. Esto es muy importante: quiere decir que
ante los padres de familia el profesor de matemáticas aparece más como una figura
académica que ante los estudiantes. Sin embargo, tan solo 33 padres de familia ven en el
profesor de matemáticas una persona digna de imitar. Los rasgos positivos que los padres
ven en el profesor de matemáticas no los imaginan en sus propios hijos, viéndolos, entre
otras cosas, como intelectuales o figuras académicas. Entre los estudiantes, que ven
también rasgos muy positivos en el profesor de matemáticas, tan solo 121 los ven como
una persona digna de imitar; 145, un poco menos del 50% de los estudiantes, lo ven como
un intelectual, es una figura académica también pero no tan claramente como en el caso de
los padres de familia. En los dos casos, esta figura académica no es muy atractiva.
Los colegas nos ven como metódicos, responsables, trabajadores, puntuales, agradables y
autoritarios. Entre los colegas aparece, como muy importante, el calificativo de autoritario,
y si a esto le añadimos que tan solo 19 de 84 nos ven como democráticos y apenas 12
consideran que somos personas dignas de imitar, hay que concluir que nuestros colegas no
favorecen demasiado al profesor o la profesora de matemáticas como modelo, 35 colegas
de 78 nos ven como intelectuales, es decir, como figuras académicas.
Puntual
Agradable
LEMA
a) La pregunta #1: (entre 31). “El(La) profesor(a) de matemáticas por lo general es una
persona optimista y emprendedora en clase”. 74 de los 293 estudiantes encuestados
están totalmente de acuerdo y 138 de acuerdo. (Las opciones de respuesta eran:
Totalmente de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo, totalmente en desacuerdo)
b) La pregunta #6: El(La) profesor(a) de matemáticas no se esfuerza para que los alumnos
aprendan.
165 alumnos están totalmente de acuerdo y 77 de acuerdo. Vale la pena observar que
esta pregunta fue la que recibió una mayor valoración positiva.
68 alumnos responden muy buena y 157 dicen que es buena. Es decir, los
estudiantes no nos ven como el “coco” o algo parecido, nos ven bastante bien.
187 estudiantes de 293 responden que son justas y 55 que son totalmente justas.
6 de 114 colegas responden que esta imagen es muy buena y 73 que es buena.
(a) Deprimido(a)
Tan solo 13 de 293 alumnos nos ven de esa manera, 1 padre de familia de
84 piensa en esta forma, 7 de 78 colegas de las otras áreas nos ven como
deprimidos, y entre nosotros mismos tan solo uno cree que somos así.
(b) Descuidado(a)
Alumnos : 19/293
Desde nuestro punto de vista, es decir, desde el imaginario que ahora manejamos
algunos miembros de AMA, posiblemente muy alejado de la realidad, el(la) profesor(a)
de matemáticas, a pesar de su buena imagen, no logra convertirse claramente en
“modelo”. Tal y como se formuló la pregunta, no se trata de llegar a seleccionar como
profesión la de profesor o profesora de matemáticas, que con los sueldos de hambre es
claro que nadie la escogería; nos referimos a ese “Yo quiero ser como mi papá o como
mi mamá” o ese “Yo quiero ser como mi tío(a) Juan(a)” que debería convertirse en “Me
gustaría ser como el (la) cucho(a) de matemáticas” o en el “Me gustaría que mi hijo(a)
se pareciera al (a la) profesor(a) de matemáticas”.
Esta importante debilidad queda bastante bien ratificada con otros resultados de las
encuestas y de las entrevistas, particularmente con los resultados de la encuesta a los
docentes de matemáticas. ([PJH1]) Aunque más del 50% de los docentes de
matemáticas leen literatura sobre educación, pedagogía y didáctica, las teorías
matemáticas interesan tan solo al 40% de los docentes. En la pregunta #2 de esta
encuesta se colocaron algunos nombres de científicos, matemáticos y especialistas en
educación matemática para seleccionar los conocidos. No es sorprendente que el más
popular sea Aurelio Baldor; tanto como Newton y Yu Takeuchi. Matemáticos
contemporáneos de la importancia de Alfred Tarski son completamente
desconocidos. Al profesor Xavier Caicedo –el más importante matemático colombiano
en la actualidad- tan solo lo conocen 13 colegas de 114. Tal vez se podría argumentar
que el profesor de matemáticas no tiene ninguna obligación de estar al día en cuanto a
las matemáticas se refiere pues su profesión es la educación matemática; tal argumento,
completamente falso, tampoco se compadece con los resultados de la encuesta: al
profesor Jeremy Kilpatrick, una de las figuras más sobresaliente en el ámbito de las
investigaciones en educación matemática, tan solo lo conocen 15 docentes entre
114. Esto se ratifica totalmente con otro hecho: al profesor Felix Klein, sobresaliente
matemático, iniciador de los programas académicos en educación matemática y creador
de uno de los más importantes programas de investigación en educación matemática –
la geometría dinámica- lo conocen apenas 15 educadores. Hilbert es conocido por 31
colegas solamente. Un último dato interesante: los docentes de matemáticas conocen
más a Jean Piaget que al príncipe de las matemáticas (C.F. Gauss). El profesor Yu
Takeuchi tiene una buena imagen pero, infortunadamente, no es colombiano y en cierto
sentido, también es una imagen “obstáculo”.
“Las matemáticas son muy útiles para la vida, ayudan a formar el carácter, se requieren
en los estudios universitarios y es mucho mejor conocerlas”.
Cuando iniciamos nuestra primera exploración, motivo del presente ensayo, teníamos
la creencia –el imaginario de AMA- de que el rol del profesor de matemáticas dentro
de las relaciones de poder en las instituciones escolares era realmente sobresaliente. La
experiencia como docentes de matemáticas había inclinado nuestro punto de vista en
esta dirección. Propusimos la investigación con el ánimo de encontrar las
características básicas de este papel preponderante del profesor –o profesora- de
matemáticas en las instituciones escolares. Con este imaginario en nuestras mentes
elaboramos las encuestas pensando que éstas nos mostrarían a una persona deprimida,
marginada, irritable, descuidada, autoritaria -loca e intratable- mala como docente y
que no sabe muy bien evaluar. De hecho no sabemos todavía, con certeza, si estos
apelativos son los que convienen o no a las personas que hemos dedicado nuestras vidas
a la enseñanza de las matemáticas; lo que sí hemos concluido es que en el imaginario
de los alumnos y de los padres de familia este no es el caso. La imagen de las
matemáticas, en las comunidades educativas, es muy buena y la del profesor –o
profesora- de matemáticas también. Sin embargo, estas imágenes positivas no parecen
implicar que la función del (la) profesor(a) de matemáticas dentro de las relaciones de
poder en las instituciones escolares ocupe un lugar sobresaliente; su influencia -
positiva o negativa- no tiene nada de particular, es completamente normal; es
equiparable a la que puedan tener docentes de otras áreas como inglés, español, ciencias
y tecnología. Los profesores de matemáticas superamos en número a los de otras áreas
por separado, más no tenemos un estatuto especial como docentes. La imagen de las
matemáticas es tan buena como la del inglés, el español, las ciencias y la tecnología y
esto no parece implicar nada en especial para los docentes de estas áreas desde el punto
de vista de las relaciones de poder.
La conclusión principal de nuestra pequeña exploración tiene que ver con la propuesta
de constituir un nuevo ámbito de investigación: los imaginarios en las instituciones
escolares. Si queremos que la institución educativa cumpla la función fundamental de
contribuir al fortalecimiento y desarrollo de la cultura académica, es indispensable
develar aquellos obstáculos que, según Bachelard, son más fáciles de manejar: los del
espíritu, los que produce el cerebro en su indeclinable tarea de generar bienestar. Si el
educador no se siente bien con el trabajo que realiza, construye sus propias razones para
eludir esta incomodidad; ¿cuáles son estas razones? Resulta más importante
problematizar acerca de estas razones, que pueden estar ocultas o subconscientes, que
hostigar a los docentes con multitud de innovaciones. Las innovaciones son cruciales
pero, se estrellan con imaginarios que obstaculizan su apropiación, incluso, mal
llevadas, dan origen a nuevos imaginarios que refuerzan la tradición; y sobre todo,
cuando son impuestos la única respuesta posible es la resistencia civil, particularmente
con un imaginario.
LEMA
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