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PRESENTACION 4
CAUSAS, VARIABLES
FACTORES
FORMAS
ALTERNATIVAS
PRESENTACION
Si bien los actos de corrupción son nocivos en todas sus formas y en toda institución
corrupción que afecta a aquellas instituciones que forman parte del Sistema de Justicia.
Los ciudadanos en el Perú perciben que el Poder Judicial es la institución más corrupta del
país. Según la VII Encuesta Nacional sobre Percepciones de la Corrupción en el Perú 2012
(Proética:2012), la institución más desprestigiada en el país, en cuanto a corrupción se refiere,
es el Poder Judicial: el 56% de los encuestados la considera la institución más corrupta del país.
Con relación a la labor desarrollada por este mismo poder del Estado, una reciente encuesta
de la consultora GFK Conecta (GFK:2013), publicada en el diario La República en marzo del
2013, da cuenta de que el 68% de peruanos la desaprueba.
Dada la diversidad de enfoques asumidos para estudiar la corrupción judicial, para fines
expositivos se los ha agregado en función del tipo de influencia que asumen como
determinante de dicho fenómeno social. Así, se han considerado cinco conjuntos de variables:
1) de contexto social; 2) de funcionamiento interno de las cortes; 3) de naturaleza económica;
4) de origen institucional, y 5) de entorno político. A continuación, una reseña de los
principales hallazgos empíricos de cada enfoque.
Contexto social
Una de las explicaciones más comunes respecto de la corrupción judicial se relaciona con la
influencia que podría ejercer sobre la imparcialidad del juez el entorno en el que desempeña
sus labores. Un primer enfoque señala que la tolerancia social a la corrupción es un factor
clave para el incremento de las prácticas ilegítimas al interior de las cortes (Pepys, 2007). El
argumento es que existen sociedades en las que ejecutar un acto de corrupción no es
sancionado moral o éticamente, sino que, por el contrario, se lo asume como sancionado
moral o éticamente sino que, por el contrario, se lo asume como parte de los códigos de
comportamiento aceptados de cara a conseguir una justicia más ágil.
Otra de las variables citadas en esta dimensión refiere que la presencia de grupos criminales
organizados influye en el aumento de la corrupción judicial (Buscaglia, 2007). Dada la cantidad
de recursos económicos y de poder que poseen estas agrupaciones, no sólo las probabilidades
de que los jueces acepten pagos a cambio de sentencias sino también que cambien sus
opiniones ante amenazas contra su vida o la de su familia, irían en aumento. Esta explicación
resulta plausible aunque sin la suficiente capacidad de generalización. En efecto, esta variable
es esencial en sociedades en las que la existencia de grupos criminales organizados se
encuentra plenamente identificada, pero deja de tener vigencia en aquellos países en los que
existen altos niveles de corrupción judicial a pesar de la presencia residual de este tipo de
agrupaciones. En el primer grupo estaría Colombia durante la década de los ochenta y noventa
o algunos estados de México en la actualidad.1 En el segundo grupo se encuentran Ecuador,
Paraguay o Venezuela.
Una tercera explicación tiene que ver con la presencia de mecanismos de transparencia y
rendición de cuentas. El argumento es que la difusión de los fallos a través de páginas web
oficiales contribuye a proporcionar incentivos negativos a la corrupción judicial (Rose-
Ackerman, 2007). Uno de los casos en los que dicha conjetura ha sido verificada es Costa Rica,
país en el que a partir de la difusión de las sentencias de la Corte Suprema en su portal oficial,
los niveles de corrupción judicial han descendido (Salazar y Ramos, 2007: 191). No obstante, el
trabajo realizado por Voigt (2007: 299) concluye que la variable anotada presenta resultados
insignificantes para explicar la corrupción judicial.
Del conjunto de variables de contexto social ya discutidas, se considera para la evaluación que
este artículo propone la presencia de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas. La
existencia de hallazgos empíricos contradictorios —citados en el párrafo previo— respecto de
la influencia de esta variable sobre la corrupción judicial torna interesante su retesteo pues
contribuye de alguna manera a zanjar las discrepancias verificadas en la literatura
especializada. Por otro lado, la tolerancia social a la corrupción y la presencia de grupos
criminales organizados se dejan de lado por las razones que a continuación se explican.
Por otro lado, entre los variados efectos que genera la sobrecarga de trabajo sobre los
rendimientos del juez está el incremento de la corrupción judicial (Rose-Ackerman, 2007: 18;
Salazar y Ramos, 2007: 192). El argumento que sostiene esta afirmación es que, dada la
excesiva cantidad de juicios por resolver y la consiguiente incapacidad de dar atención a todas
las causas, los jueces retrasan la toma de decisiones. Como consecuencia, los litigantes tienen
incentivos suficientes para proponer un acto de corrupción, de cara a que su proceso sea
resuelto prioritariamente. En definitiva, la cadena causal que propicia la corrupción judicial es
la demora en la tramitación de los juicios. Nótese que en este caso el pago ilegítimo otra forma
de corrupción judicial busca obtener un despacho más ágil de las causas, lo que no implica
necesariamente un direccionamiento del fallo judicial. Aunque lo dicho podría parecer un
detalle, en términos analíticos genera implicaciones de diverso orden.
Respecto de las variables citadas, el modelo que este artículo propone considera a la calidad
en la formación profesional de los jueces y al respeto a la carrera judicial como posibles
explicaciones de los diferentes grados de corrupción judicial. Se deja de lado la variable
relacionada con la sobrecarga de trabajo en virtud de que realizar un examen exhaustivo de su
influencia sobre la corrupción judicial implica disponer de información precisa sobre los casos
ingresados anualmente a cada una de las judicaturas y, desafortunadamente, en la mayor
parte de países de América Latina es difícil encontrar datos con ese nivel de desagregación. En
todo caso, al considerar dos de las tres variables halladas dentro del enfoque relacionado con
el funcionamiento interno de las cortes de justicia se tiene una buena representación de los
factores endógenos que podrían incidir sobre la corrupción judicial.
Factores económicos
Dado que existe suficiente evidencia empírica que relativiza la influencia que los factores
económicos pueden generar sobre la corrupción judicial, el modelo ofrecido deja de lado el
testeo de este tipo de variables. De hecho, junto al ya citado trabajo de Voigt (2007) en el que
se señala la relación no significativa entre variables económicas y corrupción judicial, existe la
investigación realizada por Sánchez Urribarrí (2008) en la que se llega a similares conclusiones
luego del análisis de buena parte de los países de América Latina. En efecto, Sánchez Urribarrí
constata que existe una relación negativa entre la variable salarios de los jueces de diferentes
niveles y la percepción de corrupción. Más aún, el trabajo citado incluye los casos de Chile,
Perú y Ecuador, países que constituyen las unidades de análisis del presente artículo.
Factores institucionales
El cuarto conjunto de variables utilizadas para explicar la corrupción judicial invoca razones de
carácter institucional. Una de ellas asume que la concentración de competencias
jurisdiccionales y administrativas en el mismo juez incentiva la presencia de actos de
corrupción en las cortes (Buscaglia, 1999). Este argumento es el que, entre otros, dio paso a la
creación de Consejos de la Judicatura en buena parte de los países de América Latina; no
obstante, dos de los países con menores niveles de corrupción, como son Chile y Uruguay,
carecen de este tipo de estructura institucional.2 En la misma línea, aunque Ecuador y Bolivia
poseen Consejos de la Judicatura, las mediciones realizadas por la organización Transparencia
Internacional durante los últimos años sitúan a estos países con serios problemas de
corrupción.
Hay que apuntar que el efecto que podría generar sobre la corrupción judicial la creación de
Consejos de la Judicatura tiene que ver también con el alcance de las facultades otorgadas a
este tipo de instituciones. En ese aspecto, un caso interesante de Consejo de la Judicatura con
capacidades restringidas es el de El Salvador.3 En efecto, en ese país dicha estructura
institucional se limita a seleccionar jueces inferiores mientras la Corte Suprema continúa
concentrando las funciones administrativas del Poder Judicial. Quienes defienden la idea de
que la creación de Consejos de la Judicatura influye sobre el descenso de la corrupción judicial
parten del supuesto de que el diseño institucional marca claramente las diferencias entre las
esferas de acción administrativa y jurisdiccional; y, a la par, otorga amplias capacidades a
dichos órganos del Poder Judicial.
El segundo factor institucional tiene que ver con la incidencia del procedimiento que debe
seguirse de cara a obtener una decisión judicial (Voigt, 2007; Rose-Ackerman, 2007; Pepys,
2007; Buscaglia, 1999). El argumento señala que a medida que aumenta el número de pasos a
seguirse o que éstos no son lo suficientemente claros y objetivos, los costos de transacción de
alcanzar un fallo judicial van en aumento (North, 1993). Luego, este tipo de costos adicionales
—básicamente de tiempo— incentivan a que los usuarios del servicio judicial busquen una
decisión oportuna a cambio de pagos ilegítimos o cualquier forma de corrupción judicial.
Del conjunto de variables de naturaleza institucional, este artículo considera para el análisis a
las características del procedimiento que debe seguirse a fin de obtener una decisión judicial y
a la presencia o no de incentivos institucionales para los jueces con una conducta ética. En
ambos casos es relevante el modelo, pues se trata de variables que, a pesar de provenir de
distintas vertientes del nuevo institucionalismo en ciencia política, permiten observar
claramente cómo las reglas de juego pueden influir sobre el comportamiento de los jueces. En
el primer caso, la referencia es a la perspectiva de la nueva economía institucional y los costos
de transacción, mientras que, en el segundo caso, se hace alusión a los postulados básicos del
institucionalismo analítico o de actores racionales.
Por otra parte, se deja de lado el análisis de las variables relacionadas con la presencia de
Consejos de la Judicatura o de oficinas encargadas de perseguir actos de corrupción pues,
como se ha manifestado, existe evidencia empírica suficiente que da cuenta de la ausencia de
correlación entre la presencia de este tipo de diseños institucionales y la disminución del
fenómeno que interesa estudiar. Finalmente, la estructura unipersonal o colegiada de los
tribunales y la prohibición de que los jueces puedan ejercer actividades distintas al ejercicio de
la judicatura también son apartadas del modelo puesto que, como también se ha señalado, no
existe un argumento teórico lo suficientemente convincente que permita vincular a estas
variables con el aumento o disminución de la corrupción judicial.
Entorno político
El último conjunto de variables tiene relación con el grado de dispersión del poder en la arena
política. El argumento que aquí se plantea es que, a medida que el poder político se encuentra
compartido entre un mayor número de actores, existirían mayores probabilidades de un "buen
gobierno" al interior del ejecutivo, la legislatura y las cortes (Montinola y Jackman, 2002). La
idea central en este caso es que si el poder político se encuentra más fragmentado, las
probabilidades de que existan diferentes intereses en los poderes del Estado es mayor,
facilitando así el mutuo control y chequeo de sus acciones y desincentivando la presencia de
conductas corruptas. Aunque Melgar y Peña (2007: 214) han verificado para el caso de
Guatemala la validez de esta hipótesis, el trabajo de Voigt (2007) arroja resultados poco
significativos en su estudio realizado para 63 países.4
Dadas las tensiones en cuanto a hallazgos empíricos, este artículo incluye la variable ya
discutida dentro del modelo propuesto. Además, se justifica considerar en el testeo la
influencia de la fragmentación del poder político sobre la corrupción judicial pues, en general,
la relación entre política y justicia se ha tratado mayoritariamente desde la perspectiva de la
independencia judicial y la capacidad de los políticos de influir sobre las decisiones de los
jueces. En ese aspecto, observar cómo las modificaciones en la correlación de fuerzas en el
entorno político inciden sobre el comportamiento de los jueces, no sólo en la toma de
decisiones judiciales controvertidas sino también en aquellas que afectan a la ciudadanía en
general, conlleva a una comprensión más amplia de los desempeños del Poder Judicial.
CAUSAS ESPECIFICAS
La necesidad de permanecer en los cargos judiciales a todo costo por falta de alternativas
laborales.
Las bajas remuneraciones.
La función corruptora de los grupos de poder económico, político, social, de individuos y sus
abogados.
La percepción de impunidad de los actos de corrupción judicial por parte de sus actores, que
manipulan el sistema de justicia.
El estado de necesidad en que recurren los usuarios del servicio de administración de justicia
frente a la exclusividad de la función jurisdiccional de un Poder Judicial ineficiente, impuesta
por el Estado.
La tendencia al abuso del poder por parte de los funcionarios judiciales en una cultura de corte
autoritario. que tiende a la hegemonía de los poderoso~ sobre las masas populares.
Para muchos da lo mismo ser corrupto que honesto, porque nadie denuncia lo primero ni
valora públicamente lo segundo.
La negación de la corrupción por parte de los agentes del sistema corruptos o no, por
sentirse emocionalmente afectados con la alusión a este problema en los medios académicos
o a través de 1a prensa.
FORMAS DE CORRUPCION
Admitida la corrupción por la sociedad y por la propia cultura del sistema judicial como parte de
la identidad del sistema, que se intensifica a partir de la década de los setenta, los agentes que
lo operan han permitido la organización de redes de tráfico de influencias integradas por
abogados (algunos exjueces y exfiscales destituidos), tramitadores judiciales que son
empleados o exempleados del sistema, familiares o amigos de fiscales y jueces, que actúan en
función de la atención de casos específicos que llegan al conocimiento del Ministerio Público y
del Poder Judicial. Se les puede identificar con mucha facilidad, sin embargo operan en la más
absoluta impunidad, pues nadie los denuncia por el temor que los corruptos podrán manejar
sus procesos penales y salir absueltos, en tanto el denunciante saldrá perjudicado con una falsa
contradenuncia, condenado y despojado de su patrimonio.
Estas redes se conectan con todos los grupos de poder político, social y económico que pueden
servir a sus fines de aprovechamiento ilícito de sus contactos con los miembros del sistema de
justicia, a los cuales hacen partícipes de sus ganancias. Cada caso tiene un valor económico para
las redes de corrupción, según la importancia económica para los interesados, y según esto cada
sentencia o resolución judicial tiene un precio.
Su operación está lo suficientemente extendida como para que los grandes Estudios de
Abogados se vean obligados a tener abogados dedicados a las gestiones sucias del sistema, que
entran en contacto con las redes, o con los funcionarios judiciales en forma directa, según el
caso.
Los Lobbys judiciales utilizan diversas formas de influencia en fiscales y jueces, a partir de un
estudio de sus personalidades. Muchos son invitados a fiestas de la corrupción donde les
proveen compañía femenina dispuesta a otorgarles favores sexuales, licor y drogas. Otros no
susceptibles de ser captados por este medio para la causa de la corrupción, son investigados
hasta encontrar el medio de influencia posible, desde la entrega directa de dinero hasta la
prestación de un favor personal o para un familiar muy querido.
En esta forma, la coima es el medio corruptor más común, aunque también se utilizan otros
medios que van desde las influencias de familiares y amigos de fiscales y jueces hasta favores
sexuales, pasando por favores diversos como financiamiento de estudios de los hijos en el
extranjero o a nivel local, autos, viajes de placer, etc.
El Poder Judicial tiene una ancestral cultura de sometimiento al poder político en el Perú, y
aunque existen jueces y fiscales independientes, la conducta predominante es de obsecuencia
al poder de turno. Los políticos lo saben y muchos de ellos lo utilizan para influenciar en la
resolución de casos en los que pueden tener interés político o económico.
Muchos funcionarios públicos, entre ellos, los congresistas de la República que son abogados,
litigan ante el Poder Judicial con una carga de influencia inocultable, pero que nadie se atreve a
cuestionar firmemente, ni decir que esto es un forma de corrupción que rinde grandes ganancias
a los políticos-abogados, que debieran concentrarse en su función pública y tener el escrúpulo
ético de no estar patrocinando causas de interés personal ante la administración de justicia.
Cuando se ha planteado un proyecto de ley para prohibir este ejercicio, desde luego, se han
opuesto y no ha sido aprobado.
A nivel nacional, la PPEDC registra 18,782 casos de corrupción, de los cuales 452 casos, apenas
el 2.4%, involucran al Poder Judicial como institución agraviada. De este reducido grupo de
casos, la mayor cantidad se concentra en cinco regiones del país, siendo las principales Junín y
Lima. En un segundo orden se ubican las regiones de Ancash –Huaraz, Arequipa, Lambayeque y
San Martín, tal como se aprecia en el siguiente gráfico:
Gráfico N° 01
Porcentaje de casos del Poder Judicial por Sede Judicial a nivel nacional
Fuente: PPEDC
De este mismo grupo de casos, el 54.7% (247) se encuentra en investigación o proceso penal
abierto. El 41.8% corresponde a casos que se encuentran en ejecución de sentencia o han sido
archivados.
Gráfico N° 02
Fuente: PPEDC
Con relación al tipo de delitos, el delito más recurrente en el Poder Judicial es el peculado por
extensión, esto contrasta como la estadística general de casos de la PPEDC, donde el mayor
número casos suele concentrarse en los delitos de peculado y colusión. Incluso este último
delito, en lo que a Poder Judicial se refiere, se encuentra subsumido en la variable “otros” por
representar menos del uno por ciento.
Gráfico N° 03
Porcentaje en casos del Poder Judicial por tipo de delito a nivel nacional
Fuente: PPEDC,
ALTERNATIVAS DE SOLUCION
Frente a la diversidad de causas que promueven la corrupción de modo tan complejo, parece
aún más complicado encontrar soluciones eficaces. Las estrategias planteadas por los
metodólogos de la lucha contra la corrupción en los años recientes, que se basan en:
. La limitación de la reserva de la información que manejan los Estados frente a sus ciudadanos.
Son variables adecuadas para controlar los actos de corrupción. Sin embargo, en las culturas con
mayores niveles de corrupción, estos métodos de control pueden ser objeto de ingeniosa
evasión. En Perú, existe una frase que expresa este fenómeno: "Hecha la ley hecha la trampa",
porque cuando se emite una disposición legal que limita un acto indebido, inmediatamente la
gente descubre con increíble habilidad, cómo violarla sin ser detectada.
Admitir esta realidad no quiere decir que tengamos que abandonar la lucha contra la corrupción
en tales países, sino entender que las medidas de solución en estos casos, requerirán, además
de estrategias complementarias capaces de responder a los problemas causales de la corrupción
históricamente instalada.
Frente a la corrupción instalada: formar una cultura de honestidad en nuestras sociedades y por
tanto en sus sistemas de justicia como estrategia central de reforma del Estado es un reto que
pasa por la restauración espiritual de nuestros pueblos. Complejo por cierto, pero la única vía
para generar las condiciones de control efectivo de la corrupción con participación de la
ciudadanía.
La estrategia tiene como eje fundamental generar una nueva conciencia social basada en valores
éticos y morales que deben ser el sustento de la vida democrática de las naciones. Esto implicara
la reforma educacional a nivel de las escuelas primarias, secundarias y superiores u
universitarias y fuera de ellas en la capacitación para el trabajo y en la educación cívica de la
ciudadanía con participación de las organizaciones sociales y los medios de información.
Llevar adelante esta estrategia requiere un adecuado liderazgo político reconocido por su
probidad ética y moral, y por su legitimidad social para convocar a un cambio nacional en una
cruzada por la prevalencia de la honestidad, del bien, de la verdad, de la justicia, de la igualdad,
de la solidaridad, de la dignidad de todas las personas en el seno de la sociedad.
Lograr la penetración de este cambio en el sistema de justicia, requerirá otras medidas de
solución específicas:
La corrupción judicial debiera ser entendida como una condición vulneratoria de la garantía de
imparcialidad de los jueces y del derecho a la justicia de todas las personas. Los Estados no
tienen derecho a imponer un sistema de administración de justicia ineficiente y corrupto, al cual
deben someterse todos los ciudadanos. Los casos de corrupción judicial debieran poder llegar a
conocimiento de la jurisdicción internacional. Esta sola posibilidad hará que los sistemas de
control nacionales se preocupen por funcionar más eficientemente, y sin duda inhibirá los actos
de corrupción judicial.
No debemos olvidar que la eficiencia del sistema de justicia internacional no radica en el sistema
mismo como organización, métodos y tecnología jurídica, sino en la calidad de las personas que
lo integran, y debemos tener cuidado constante en que las diferentes personas que lo vayan
integrando sean quienes puedan mantener su credibilidad y eficacia.
Nos espera una ardua tarea, pero nos aliente la visión de construir unidos un orden social más
honesto y más justo para nuestras naciones.
CONCLUCIONES
1. Si bien la percepción ciudadana ubica al Poder Judicial como la institución más afectada
en el país por la corrupción, el universo de casos por actos de corrupción en agravio de
este poder del Estado representa sólo el 2.4% de la carga procesal de la PPEDC a nivel
nacional.
2. Las modalidades de cohecho son las más recurrentes en los casos que involucran a
magistrados y auxiliares jurisdiccionales del Poder Judicial
3. Los depositarios judiciales, sin ser necesariamente personal del Poder Judicial sino más
bien particulares designados por un juez como depositarios o custodios de bienes
embargados, representan el mayor porcentaje de personas imputadas por delitos de
corrupción en agravio de este poder del Estado
4. No debemos olvidar que la eficiencia del sistema de justicia i no radica en el sistema
mismo como organización, métodos y tecnología jurídica, sino en la calidad de las
personas que lo integran, y debemos tener cuidado constante en que las diferentes
personas que lo vayan integrando sean quienes puedan mantener su credibilidad y
eficacia
BIBLIOGRAFIA