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Estructura
La Constitución Española de 1978 se compone de un preámbulo, 169 artículos repartidos
en once títulos (un Título Preliminar y diez numerados), cuatro disposiciones adicionales,
nueve transitorias, una derogatoria y una final.
Siguiendo la tradición francesa, su contenido puede estructurarse en una parte dogmática,
con los principios constitucionales y los derechos fundamentales, y una parte orgánica, con
la división de poderes y la organización política y territorial.
Preámbulo
Enrique Tierno Galván fue el encargado de elaborar el Preámbulo de la Constitución
Española de 1978 junto a Donato Fuejo Lago, Raúl Morodo Leoncio, Pablo Lucas Verdú y
Enrique Linde Paniagua cuya redacción se caracteriza por su naturaleza utópica.22 El texto
hace especial mención a los valores democráticos, al respeto de los derechos humanos y
a la consagración del Estado de Derecho, esbozando así los objetivos fundamentales de la
Constitución.
Preámbulo.
La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de
cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:
Parte dogmática
En la Constitución española la parte dogmática está constituida por los Principios
constitucionales que determinan la configuración política y territorial del Estado español y
sus señas de identidad (Título preliminar); así como por la enumeración y regulación de los
Derechos Fundamentales y sus garantías. Por otro lado se incluyen los principios rectores
de la política social y económica (Título I). De esta manera, la parte dogmática se
compone de:
4 Disposiciones adicionales,
9 Disposiciones transitorias,
1 Disposición derogatoria,
1 Disposición final.
Principios constitucionales[editar]
Los principios constitucionales constituyen la base fundamental de la Constitución, siendo
el sustrato ideológico-político sobre el que se asienta. Además de fundamentar los propios
preceptos constitucionales, los principios constitucionales tienen un especial
valor hermenéutico e interpretativo. Dada su posición dentro de la Constitución, su
modificación resulta especialmente agravada y equiparable a una auténtica mutación
constitucional.
La eficacia de los principios constitucionales ha desatado polémica entre la doctrina, que
duda entre su posible carácter normativo, o bien su esencia programática. Lo primero
supondría que los principios constitucionales vincularían por sí mismos a los poderes
públicos, mientras que la eficacia programática implicaría una simple guía o
recomendación, estando sujetos los poderes públicos a las concreciones de los principios
que hace la Constitución a lo largo de su articulado, pero no a los principios en sí.
La Constitución hace mención expresa a los principios de legalidad, de jerarquía
normativa, de publicidad de las normas, de irretroactividad de las disposiciones
sancionatorias no favorables o restrictivas de derechos individuales, de seguridad jurídica,
de responsabilidad, y finalmente, el principio de interdicción de la arbitrariedad de los
poderes públicos.25