You are on page 1of 2

21/11/2017 (3) Cuando una derrota se encarna en nosotros, todo...

- Alberto Mayol Miranda

Cuando una derrota se encarna en nosotros, todo alrededor parece absurdo, todo parece un error. Es como si una
grisácea espesura postulase a niebla y nos informara la enorme cantidad de detalles que fueron decisiones y que
hoy parecen errores. Es así la derrota, cuando uno no se calma. La derrota es buscar culpables en los hitos, en las
personas. Es normal. Y reina la confusión. Así nos sentimos quienes hemos estado por meses construyendo algo
que objetivamente fue derrotado. Así le acontece a tantos candidatos y tantas candidatas que, por todo Chile,
escribimos esta historia y que corrimos la misma suerte, la suerte de perder. Así me siento, más bien, así me sentí
el domingo. Sé que hay muchos que sienten rabia por haber logrado seis veces más que candidatos que ingresaron
al Congreso. Los entiendo. Albergué unas horas el mismo displacer. Pero no hay duda alguna. La disputa electoral
es como una carrera de cien metros planos: hay una meta, el que llega antes gana. Y nosotros llegamos después,
pues sabíamos que el riesgo existía y que, en nuestra realidad, más podía ser menos. No nos engañemos, lo
sabíamos. Indudablemente nos perjudicó el sistema electoral. Pero atención, nuestro objetivo en votos era otro,
suficientemente más alto para que sepamos que no estuvimos a la altura. Sí, es cierto que hicimos mucho; que
desarrollamos proyectos, ideas, acciones de gran relevancia. Es totalmente cierto. Es cierto que fuimos más
votados que buena parte de los diputados electos en Chile, que sacamos más votos que presidenciales completos.
Y también es cierto que tuvimos una campaña interesante. Y es cierto que impugnamos con éxito a nombres
importantes y que ayudamos a mover el péndulo de esta pequeña historia de cada día instalando temas que
estaban olvidados, elaborando en un diálogo político los tabúes inscritos en nuestra patria. Es cierto. Incluso es
cierto algo más. Que tuvimos razón en impulsar las primarias legales en contra del plan establecido entonces por
las cúpulas del Frente Amplio. Y que tuvimos razón en ser los primeros en hablar con Beatriz, que finalmente tuvo el
desempeño que hemos visto. Y que tuvimos razón en decir que la elite política chilena estaba muerta y que era el
momento de impugnar. Pero uno puede tener razón y que eso no signifique nada, porque de hecho eso no significa
nada cuando uno ha tomado la decisión de transitar a un camino muy distinto: la ruta electoral, que no tiene que ver
con tener o no la razón, sino con ganar los escaños. Estuvimos dos veces disponibles para construir Frente Amplio
desde las elecciones. Y hemos perdido, no una vez, sino las dos. Los dioses hablaron y lo hicieron con voz rotunda.
Nuestra candidatura ha fracasado, nuestros esfuerzos caen hoy por su propio peso en ese lugar tan lleno de objetos
perdidos que es el infierno de los políticos derrotados. Hay mucha compañía allí, acumulada en la historia. La
política es así. No porfiaremos ante ella. Mi aporte en este mundo, en los meses que he estado, ha sido valorable.
Lo digo sin arrogancia, me parece un hecho indesmentible. Pero no más relevante que lo que pude lograr en mi
carrera académica, potenciando la transformación de Chile como un imperativo categórico. Vuelvo a esa ruta, a mi
placer de cada día, de escribir, dar clases, pensar sin objeto alguno, sin necesidad de cumplir un rol, de lograr un
triunfo, a pensar simplemente. No abandono al Frente Amplio, no abandono al MDP, no abandono a quienes
tomaron en sus manos este desafío, no abandono a nadie si hago lo que hoy digo: que debo tener un rol secundario
porque para el rol de liderazgo no he pasado la mínima prueba que es ganar alguna elección. Pero no se pierdan.
Ha sido una decisión de vida construir mecanismos para influir de diversas maneras, construir con los restos de
muchos fracasos una mirada que reivindique la justicia en Chile. Este trabajo tendrá menos luces ahora, sin el logro
conseguido, pero seguirá siendo mi trabajo. Terminaré el libro que había empezado, sobre el Frente Amplio y el
ciclo político actual. Un libro que interrumpí para convertirme en parte del objeto de ese libro. Hoy retomo la pluma y
vuelvo a mirar con algo más de distancia. Alejarme duele. Porque quedo con la deuda más grande, la que no se
puede pagar, la deuda de haber recibido tanto cariño, tantos favores, tanta ayuda silenciosa, que ni siquiera puede
uno agradecer. Todo se formó solo a nuestro alrededor. Diseñamos el futuro de Chile, pero no un comando, no
voluntarios. Eso ocurrió naturalmente. Los neoliberales dicen que los mercados son naturales. No, no es cierto. Lo
que es natural son las relaciones, los favores, el cariño, las rabias, el silencio cómplice, la tarde perdida en una
tarea de la que no sabemos el destino. Todavía no puedo creer todo lo que hicieron por nosotros. Doscientas,
trescientas personas que dos o tres veces por semana, algunos todos los días, entregaron los 500 mil volantes, que
se acostaron tarde por entregar un papel con una foto y un textito corto que intentaba decir lo más posible. Es
realmente hermosa la política. Y pensar que la han destruido, que la injurian cada día para desilusionarnos. Yo
estoy agradecido. De ustedes, de ti, del camino que hicimos. Fue hermosísimo. Y claro, tuvimos esperanza. Y fue
duro. Pero también agradezco hoy la derrota, que es tan sublime, tan múltiple. El éxito es tan simple que en algún
lugar te empobrece. So hoy hubiese ganado mi rostro sería festejo y organización de un futuro unidimensional, el de
diputado. Pero no, hoy el futuro es un espacio abierto, es una oportunidad por construir, como el Chile que
soñamos. Les mando un abrazo. Estaremos un par de días muy inactivos y después algo activos, no tanto, no
esperen demasiado. Pero estaremos. Y esa es la idea. Gracias, gracias y mil veces gracias a quienes nos han
ayudado. Gracias a mi familia, que tantos gestos hermosos ha tenido para nosotros en medio de estas presiones
enormes, en medio de la disputa política, que han tenido que escuchar tanta locura y defender, desde el corazón, lo
que los demás dicen de oídas y sin ninguna prolijidad. Y algo más, algo sobre ese bálsamo que es el amor, algo
sobre nuestro hogar y la vida que hemos construido y que resistió tantos embates en estos duros meses, desde la
presidencial, en este año completo de locura. El lunes por la mañana, luego de la dolorosa derrota, nos levantamos
a las 7,30, muy tarde para lo habitual. Y no apuramos a los niños, llegaron tarde al jardín, queríamos verlos porque
estaban jugando y riéndose. Por su parte, la Ale no iba a clases, su colegio es centro de votación. Y juntos con
Claudia, desayunando, conversamos tranquilamente. Volvimos a ser los mismos de tantas veces, de todos estos

https://www.facebook.com/albertomayolmiranda/posts/1848469765182130 1/2
21/11/2017 (3) Cuando una derrota se encarna en nosotros, todo... - Alberto Mayol Miranda

años, de cada uno de nuestros días. De todas estas historias que algunos de ustedes saben y otros no. Y fue como
volver a las mañanas de esos días cuando comenzamos a vivir juntos, con el hermoso color del sol de la mañana.
Ahí estaba la vida, más fuerte que nunca, sin importar la pérdida del día anterior. Y claro, en las manos no había
premio alguno, ningún reconocimiento concreto de toda la tarea. Pero estaba con nosotros la alegría de haber
apostado por un proyecto para un Chile nuevo, un proyecto donde ganamos y donde aceptamos jugar en la peor
posición por convicción y principios. Habíamos perdido. Por supuesto, pero estábamos tan enteros que solo
habitaba la risa en nuestro corazón. Fue una mañana muy hermosa luego de una noche triste. Y hoy, por diversas
razones, estamos incluso más felices. Muchas gracias nuevamente.

https://www.facebook.com/albertomayolmiranda/posts/1848469765182130 2/2

You might also like