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La Importancia de la economía política; el fantasma del C. Marx en las aulas.

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA BENITO JUÁREZ DE OAXACA

ESCUELA DE ECONOMÍA

LA IMPORTANCIA DE LA
ECONOMÍA POLÍTICA; EL Ensayo

FANTASMA DEL C. MARX


EN LAS AULAS.
Autor: Francisco Eleazar Ramos Hernández
La Importancia de la economía política; el fantasma del C. Marx en las aulas.

Resumen
El siguiente ensayo contribuye a la reflexión sobre la importancia del estudio económico
desde la perspectiva de la Economía Política, concebida como ciencia que estudia las
leyes más generales de las condiciones y las formas en que las sociedades producen,
cambian y distribuyen; estudia los modos de producción, el actual y los anteriores, por
los cuales la humanidad ha transitado. También se reflexiona sobre la relevancia de
Carlos Marx en la actualidad, y la necesidad de no abandonar el estudio de su obra, tan
extensa y tan discutida en diversas áreas y ámbitos académicos y desde los centros de
trabajo mismos, pues es innegable que la obra de Marx fue y ha sido el centro sobre el
cual se gestaron muchos de los movimientos y revueltas sociales más grandes del siglo
XX –y que se siguen gestando-que la humanidad ha conocido por la superación de las
contradicciones del capitalismo.
Palabras clave: Economía política, actualidad, Carlos Marx, desigualdad, capitalismo,
comunismo, crisis, validez, teoría.
Abstract:
The following essay contributes to reflection on the importance of economic study from
the perspective of Political Economy, conceived as a science that studies the most
general laws of the conditions and the ways in which societies produce, change and
distributes; studies the modes of production, current and former, on the humanity has
transited. It also reflects on the relevance of Karl Marx today, and the need not to abandon
the study of his work, as extensive and as discussed in various areas and academia and
from the workplaces selves, it is undeniable that the work Marx was and has been the
center on which many of the greatest movements and social riots of the twentieth century-
and that follow-gestating that humanity has known for overcoming the contradictions of
capitalism.
Introducción
Con la disolución de la Unión Soviética y con el fin de la Guerra Fría se inició una
campaña aún más radical -por parte de los “vencedores”- de desprestigio contra toda la
literatura y teoría marxista que se había desarrollado hasta entonces, y desde las
diversas áreas del ámbito académico se dio por refutada la teoría marxista, se enfatizaba
en la “inviabilidad” del proyecto socialista y se resaltaba el triunfo definitivo de la
“democracia liberal”, e incluso, se hablaba del fin de la historia, del punto final de la
evolución ideológica de la humanidad y de la forma última de gobierno (Fukuyama,
1992).
Dentro de esta campaña, con el auge de los “refutadores” de las tesis marxistas y
de los nuevos revisionistas, comienza toda una reelaboración de planes de estudio en
las diversas universidades en que se reconocía la importancia de la obra de Marx, se
renegaba de cuanto había permitido el estudio del materialismo dialéctico e histórico,
renegaban del carácter científico del método marxista, y aún más, renegaban de la
vigencia de una de las críticas más fuertes y mejor elaborada hacia el capitalismo.
Han pasado más de cien años desde que Marx escribiera El capital (1867), y
veinticinco desde la desintegración del proyecto socialista más grande de la historia, y
no ha surgido teórico que refute totalmente las tesis marxistas; son tantos años en los
que .desde la perspectiva económica- las herramientas matemáticas y los complejos
modelos económicos no han logrado superar los niveles de abstracción y deducción
propios de Marx, que le permitieron descifrar las leyes más generales del sistema
capitalista de producción, y que mantienen –aunque perversamente se asegure que no-
, vigencia en nuestra realidad inmediata, aunque cierto es que se han modificado, en lo
esencial, se mantienen.
Por lo anterior, este trabajo aportará elementos respecto a la importancia de Marx
en nuestros días, y el por qué no abandonar el estudio de su obra y su reivindicación
desde las aulas y desde los centros de trabajo.

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La Economía política olvidada: Un paso adelante, dos pasos atrás.
Engels (1878) señala que la economía política es la ciencia de las leyes más generales
que rigen la forma en que se produce y se intercambian los medios de subsistencia de
las sociedades. Además, añade que la economía política cambia según el país y según
la época particular que se esté estudiando; que es ésta una ciencia histórica que estudia
las leyes particulares en cada fase de la evolución de la producción, para poder formular
un conjunto de leyes estrictamente generales y válidas para los periodos históricos que
tienen en común las formas de producción y cambio.
También, Engels (1878) señala que esta ciencia nace finales del siglo XVII
expuesta por los fisiócratas y por Adam Smith, peo que es hija del siglo XVIII y debe de
colocarse en “la misma fila que las conquistas de los grandes racionalistas franceses
contemporáneos” (págs. 340-345).
En esencia, la Economía política estudia las leyes más generales de los modos
de producción, antiguos y actuales, sometiéndolos a crítica desde una perspectiva social,
en donde se recuperan los valores sociales, injusticias y desigualdades existentes y se
toman en cuenta las clases sociales.
Como menciona G. Lichtheim (1975) con el tiempo “la economía política había
adquirido mientras tanto el status de una disciplina especializada, aunque estaba todavía
a consideraciones sociales o morales de carácter más general” (pág. 20). Pues no se
tenían aun en consideración la forma en que las relaciones de producción eran las que
originaban dichas injusticias.
Un ejemplo de ello fueron los socialistas utópicos, cuyos máximos exponentes
fueron Robert Owen en Inglaterra, Henri de Saint-Simon, y Charles Fourier en Francia,
que comenzaron exponiendo las desigualdades e injusticias de su época, sin poder
describir las leyes económicas que a ello correspondía ni la forma o método en que
podían superarse estos conflictos. Existen otras corrientes que se desarrollaron y que
contribuyeron al estudio de la economía política.
Con Carlos Marx, el desarrollo del socialismo científico representaba un avance
muy significativo dentro de la disciplina de la economía política; las principales bases de
sus aportes teóricos ya se encontraban dentro de los estudios de David Ricardo, Smith
y Hegel, principalmente, sólo que Marx, sometiendo a una fuerte crítica todo lo elaborado
en este campo.
En palabras de I. Lenin (1918):
Marx es el continuador y consumador genial de las tres principales corrientes
ideológicas del siglo XIX (…): la filosofía clásica alemana, la economía política
clásica inglesa y el socialismo francés (…), que en conjunto representan el
materialismo moderno y el socialismo científico moderno como teoría y programa
del movimiento obrero de todos los países civilizados del mundo. (pág. 12).

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También señala Lenin (1913) que “el genio de Marx estriba, precisamente, en
haber dado solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de
la humanidad” (pág. 31).
Es claro, entonces, la base sobre la cual se erige el socialismo científico, y en
general el marxismo; por vez primera, en la economía política se construye una teoría
que explica las leyes más generales del sistema capitalista, que analiza la fuente de las
desigualdades existentes en él, sus contradicciones y sienta las bases de una alternativa
viable para la superación de dichos conflictos, es decir, el socialismo como fase previa
del comunismo.
Carlos Marx; fundamentos de las tres fuentes:
Como se expuso anteriormente, la obra de Marx constituye un avance para la economía
política, con una teoría que se erguía sobre la base de lo más destacado de su época y
antes de él: las tres fuentes, recogidas y resumidas por V. Lenin en su célebre folleto
Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo (1913): 1) El marxismo se erige sobre
la filosofía del materialismo; es a finales del siglo XVIII en que se libra en Francia la lucha
entre ésta filosofía y la filosofía idealista1, que justificaba en gran medida a la religión.
Marx enriqueció al materialismo con la dialéctica hegeliana, y establece así una de las
principales leyes del materialismo dialéctico: toda materia se encuentra en constante
movimiento. Profundizó e hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al
conocimiento de la sociedad humana, aplicando las leyes dialécticas a la sociedad:
materialismo histórico2. 2) Marx retoma la economía política clásica anterior a él en
Inglaterra, Smith y Ricardo, en sus investigaciones se encuentran los fundamentos de
la teoría del trabajo, base de todo valor. Él puso de manifiesto que el valor de toda
mercancía lo determina la cantidad de trabajo invertido en su producción. La teoría de la
plusvalía3 es la piedra angular de la doctrina económica de Marx. 3) A la par que
desarrollaba su estudio de la sociedad capitalista, concluye –a diferencia de los
socialistas utópicos- que la doctrina de la historia es la doctrina de la lucha de clases;
expuso la situación del proletariado y su misión histórica en la transición a una sociedad
nueva. (págs. 31-33).

1
Desde la filosofía idealista, es la consciencia la que determina la realidad, y la explicación de los fenómenos de la
naturaleza se atribuían a causas “sobrenaturales”, por ejemplo, Dios; el materialismo contrapone la realidad objetiva
a la conciencia, es decir, la realidad existe independientemente del pensamiento humano, y es esta realidad la que
determina la conciencia del hombre, su “espíritu”.

2
Del mismo modo, el materialismo histórico establece una subordinación del conocimiento social del hombre (las
diversas opiniones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.) a las relaciones económicas de la sociedad, y no
al contrario. El conocimiento social del hombre (las diversas opiniones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas,
etc.) son la superestructura que se alza sobre la base económica.

3
La plusvalía constituye el fin último que persigue todo capitalista, y se explica (a manera general) como la parte
del valor creado por el trabajo del obrero durante una jornada laboral que no se le es retribuido y que se queda el
capitalista. Es éste el principal fundamento sobre el que descansa el capitalismo.

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Para V. Feijóo (2006) Marx no solo examina las contradicciones que se desarrollan en el
seno del capitalismo, y cómo éstas presionan su derrumbe; examina también cómo su
desarrollo prepara las condiciones para su superación. “Marx no nos propone “un salto
al vacío” sino algo muy diferente: la de un salto histórico, perfectamente posible” (pág.
59).
La teoría de los vencedores; algunas cuestiones actuales.
Hablar de la teoría neoclásica es hablar del paradigma dominante en los estamentos
académicos y que constituye una forma muy diferente de analizar el problema de la
producción. Feijóo (2006) resalta que lo que sucede dentro del proceso productivo queda
totalmente velado, que se conocen “las entradas y las salidas” y nada sobre el proceso
de transformación de los insumos; que bajo el carácter de “maximización” desaparece
por completo el carácter conflictivo del proceso, dándole a éste un carácter mera mente
“ingenieril”, además que “se trata de un error que no parece causal o ingenuo: (…) la
ideología neoclásica oculta el conflicto clasista (…) y propone una versión pseudo-
técnica y pseudo-neutral cuya funcionalidad para los intereses dominantes es más que
evidente” (pág. 116).
Entonces, según lo planteado por Feijóo, la teoría económica neoclásica vela las
contradicciones del sistema capitalista; reniega de las clases sociales y ha invertido la
mayor parte de su existencia a refutar las tesis marxistas de la plusvalía y la explotación
dentro del proceso productiva: ahí donde Marx analiza la plusvalía, la escuela neoclásica
ve una “ganancia obtenida por el riesgo de invertir”, ahí donde existen relaciones entre
asalariados y medios de producción, los neoclásicos sólo ven relaciones entre insumos
de producción -capital y trabajo, principalmente-, etc., justificado mediante sofisticadas
herramientas matemáticas que, en última instancia, se han visto rezagadas en cuanto al
nivel de abstracción de Marx.
En palabras de Maya Muñoz (1993) “la teoría (…) neoclásica, (…) usa el enfoque
general, los métodos, y técnicas de los economistas marginalistas de la segunda mitad
del siglo XIX, especialmente J. M. Clark, F. Y. Edgeworth, I. Fisher. A. Marshall. V.
Paretto. L Walras, y K. Wicksell” (pág. 4)
Maurice Dobb (citado en Muñoz, 1993) considera erróneo el uso del término
neoclásico, ya que considera que resulta inapropiado, por el hecho de que no continúan
una tradición, y por el contrario hace la propuesta del término de “anti-clasica”, más
acorde con el enfoque, sus métodos y las técnicas que utiliza (pág. 10).
De las críticas existentes a la teoría neoclásica, Muñoz (1993) resalta tres
principales: 1) La de Piero Sraffa (1926): en su ensayo Las leyes de los rendimientos en
régimen de competencia, destruye los supuestos de la competencia perfecta, 2) La crítica
de Keynes (1936) que somete a juicio las teorías del producto y del empleo en la teoría
neoclásica y 3) EI debate de los dos Cambridges, sobre la naturaleza del capital (págs.
11-12).

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Valdría mencionar una teoría de relativa actualidad, la Teoría de la Inexistencia
del Mercado de Trabajo (TIMT) cuyo resultado fundamental es “que el sector laboral no
es un mercado ni se comporta como tal, y el de que el salario es una variable distributiva,
no el precio del trabajo” (pág. 3), que es demostrada bajo las condiciones metodológicas
de la teoría neoclásica y que representa una crítica axiomática a ésta. Resulta relevante
-pese a que no rompe definitivamente con la teoría dominante- reconocer los aportes de
la TIMT y su sensibilidad a los fenómenos sociales que son causados por la aplicación
de una teoría económica ortodoxa neoclásica.
Rowthorn (citado en Muñoz, 1993) piensa que: "A pesar del formidable aparato
matemático, la contribución de la economía neoclásica a tal ciencia social (la economía)
ha sido insignificante", y que a pesar de ello "permanece como el sistema general de
pensamiento dominante, claramente con los propósitos e intentos de que sea el único,
dentro del mundo de la economía académica" (pág. 22).
¿En qué medida las avanzadas herramientas matemáticas y los complejos
modelos econométricos han permitido un desarrollo verdadero de la ciencia económica?
¿Por qué las crisis y recesiones siguen siendo recurrentes en la economía, si existen
avanzados métodos que deberían permitir conocer, predecir y controlar las variables
económicas más relevantes? ¿Qué se está haciendo, o dejando de hacer en la
economía?
Es indudable la complejidad que ha alcanzado la teoría neoclásica, y su
importancia actual. Una crítica a sus fundamentos significaría la realización de un trabajo
riguroso y extenso, y este ensayo no busca incitar a una crítica superficial, carente de
argumentos, sino exponer que no es última ni completa; y reivindicar la economía política
como ciencia que, con sus propias limitantes, ha contribuido y sigue contribuyendo a una
explicación alterna y totalmente diferente a la estructura económica actual y sus
fenómenos.
La crisis; el fantasma de Marx
En economía no hay tema tan extenso y debatible como lo es la crisis. Para Valenzuela
Feijóo (2006) la historia existe, y no existen sistemas sociales inamovibles o eternos; los
sistemas socioeconómicos, como lo demuestra la historia, nacen, se desarrollan y
terminan por disolverse.
Por ello la importancia del estudio de la crisis, pues mientras diversos economistas
y econometristas, por ejemplo, como L. Moore (citado en Fernández García & Díaz de
Urdanivia, 2000) “descubrian” relaciones de tipo: “La ley de los ciclos de la lluvia es la ley
de los ciclos de la agricultura y la ley de los Ciclos Económicos” (pág. 14), Marx y los
continuadores de su obra veían a la crisis como el resultado de las contradicciones
propias del sitema capitalista; es decir, mientras los primeros ven a la crisis como una
perturbación exterior y aparentemente exógena, los marxistas ven en la crisis un
problema inherente al sistema capitalista, y un problema recurrente que se gesta en su

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interior y que tarde o temprano constituirá como un elemnto central para la superación
del sistema económico hacia uno superior.
Para R. Boyert (2010):
La crisis hace que resurja la pertinencia de teorías y de autores que, desde hace
mucho, se habían suprimido de casi todos los planes de estudio de los economistas.
Sus nombres son Karl Marx, Knut Wicksell, Irving Fisher, Frank Knight, Joseph
Schumpeter, John-Maynard Keynes y Hyman Minsky. Sin embargo, cada uno de
ellos provee un análisis esclarecedor de una u otra de las características de la crisis
contemporánea (pág. 13).
A ellos, cuyas aportaciones desde la perspectiva de la economía política son tan
variadas y vigentes en un mayor o menor grado, deben añadirse los olvidados aportes
de Rudolf Hilferding ya que en su obra El Capital financiero. Estudio sobre el desarrollo
reciente del capitalismo, en Berlín, (1910) se aborda un tema ya esbozado por Marx: el
rol que ocupa el “sistema de crédito” en los procesos del capitalismo, un estudio tan
actual y que permite analizar también el problema de la crisis desde el sitema financiero.
Los métodos más avanzados utilizados en economía no han desarrollado la
capacidad de anticipar las crisis sobre las que opera el sistema dimonante, y aún menos
cómo superarlas, por eso, siendo tan extenso el estudio desde la perspetiva de la
economía política se hace indispensable su estudio desde las aulas y centros
académicos. El egocentrismo de los economistas y sus sofisticadas herramientas
matemáticas siguen sin alcanzar la refutación plena de los postulados teóricos marxistas
-principalmente-. Marx que mediante un genial método de deducción y abstracción
describió las leyes que rigen el sistema capitalista, y su inminente superacion, continúa
más vigente que nunca; incluso el Imperio Romano cayó.
Conclusión
La obra de Marx, al igual que la de diversos autores que giran en torno de la economía
plolítica siguen siendo debatidos sin refutación plena: he ahí la importancia de sus
postulados.
Al igual que la teoría neoclásica, la teoría marxista no es completa ni mucho menos
acabada, por ello es imprescindible el estudio tanto de una como de la otra, a fín de
contribuir en su desarrollo desde una crítica bien fundamentada y no con base en criterios
propios de la Guerra fría que perduran hasta nuestros días. Rechazar el marxismo
equivale a rechazar las contribuciones de los mayores pensadores del siglo XIX, renegar
de la historia y del sentido crítico mismo. La formación de los economistas, sobre todo
de este lado del mundo, debe ser plena y completa, con la enseñanza más plural y crítica
posible.
Aun son muchas las criticas y estudios que deben emprenderse, y aunque este
ensayo no aporte elementos a dicho debate, sí hace el llamado para que futuros
economistas y académicos de otras áreas no marginalizen el estudio de ciertas teorías.

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