Colectivo de estudiantes y docentes Acampando 113 Desde fines de 2012 algunos venimos acampando en el 113. A veces en el patio, a ve- ces en la biblioteca, docentes y estudiantes nos encontramos a pensar los problemas de las prácticas que realmente nos atraviesan. Y, al hacerlo, descubrimos que nuestra for- mación no descansa tanto en un conjunto de textos, sino más bien en un tipo de lectura y escritura de los mismos que se nos hace imperioso transformar. Todavía no sabemos bien cómo, no tenemos el camino señalado ni contamos con una receta. Y, sin embargo, lo que sí tenemos es una apuesta: nuestra apuesta es por alzar la vista del libro y operar conexiones productivas de las lecturas con el resto de nuestras vivencias; nuestra apuesta es por enriquecer las prácticas de cada uno desde un espacio común en el que colectivamente podamos inventar y compartir nuevos modos de producir e intercambiar pensamiento; nuestra apuesta es por construir relaciones igualitarias, sin distinción de claustros, para pensar problemas comunes. Es por eso que hacemos campamento, por- que no apuntamos ni al éxodo o al más pasivo ‘desgranamiento’, ni a la disputa de car- gos o la mera gestión de lo existente. Lo que buscamos es poder habitar la institución de otra manera. Las escenas que presentamos a continuación son producto de nuestro primer intento por tornar los asuntos pedagógicos en recursos de un trabajo experimental con el saber. Los invitamos a acampar con nosotros para tomar estas escenas en nuestras manos y enunciar los problemas allí vislumbramos. Todas las semanas, el mismo día y Un día llegué temprano al profesorado, me senté en una de las mesas del patio y, cuando estaba a en el mismo horario, ingreso en la punto de comenzar a leer un texto para filosofía, ¿Qué es la ilustración? de Kant, sin querer me dis- misma aula para tener clases con el traje con una conversación entre algunos estudiantes que no conocía: mismo grupo. Así será hasta fin de -¡Ah, pero esa es la pregunta! Lo que se supone que tenemos que deci- año. dir es qué cosa queremos lograr en el aula... Y, te digo la verdad, a ve- Todas las semanas, el mismo día y ces no sé para qué estamos... en el mismo horario, ingreso en la - Yo sí sé, yo quiero abrirle la cabeza a los alumnos, que piensen, re- misma aula para descubrir que los flexionen, que dejen de repetir todo el tiempo lo que leen o escuchan primeros minutos de la clase se con- por ahí. Bueno, eso, que tengan un pensamiento crítico sobre las co- sumen en una catarsis generalizada sas. que pone en evidencia las angustias e incomodidades que el - ¿Y qué te hace pensar que vos estás en una posición distinta y que tu grupo atribuye al modo de trabajo de otra docente. Las posi- pensamiento no cae en la misma opinología que ves en los ciones que se manifiestan son encontradas, una vivencia otros? Aparte, ¿vos me podrías decir qué es un pensamiento crítico? común recibe múltiples interpretaciones. ¿Lo sabés, lo sentís, lo prácticas? ¿Qué es eso? Alguien dice desde el fondo: «Es injusto para la profesora y -Sí, claro. El pensamiento crítico se da cuando sos capaz de poner todo una falta de respeto que utilicemos parte de su clase para en cuestión, cuando podés cuestionar esta realidad que está patas pa- decir todo aquello que no le decimos en la cara a la otra pro- ra arriba, cuando podés desenmascarar los engaños que otros te imponen y que vos aceptás como fesora». A lo que alguien, cerca de la ventana, responde: incuestionables. «¿Pero vos creés que están dadas las condiciones para que - Bueno, está bien, pero ahí corrés el riesgo de terminar imponiendo un estilo y una manera de le podamos decir a la otra profesora todo lo que pensamos?» pensar, y terminás pasando por encima de los demás. Aparte, tenés que tener en cuenta que cada La contradicción salta a la vista, la resolución, ni por asomo. uno tiene su propia verdad y que hay que respetarla. ¿Así será hasta fin de año?
-A mi esa profesora me gusta, nos explica el texto, organiza bien el
tiempo, yo tengo bien completos los apuntes y estudio de ahí y lis- to. -Pero nunca nos deja decir nada, si no opinas como ella quiere se le nota enseguida que se pone nerviosa. No digo que lo haga de mala, pero hay otros que te dejan opinar y es más ameno - Bueno, pero a veces también se termina hablando pavadas, yo vengo acá a aprender, no a escuchar lo que piensan los demás, sino la cosa no se termina nunca y no se llega a ninguna conclusión. Y, al final, no sabes qué te va a tomar. - Está bien, pero es necesario el debate, porque si no hay discusión y después te piden que escri- bas en tu casa o que des tu opinión, lo que ter- mina pasando es que no sabés qué decir, y eso es un bajón. -Bueno, pero tampoco podés opinar en el aire, primero hay que saber porque si no decís cual- quier cosa.