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Relieve litológico

El modelado litológico está involucrado en la morfogénesis a dos niveles:

 uno activo o dinámico. En el primer nivel, aquellos procesos petrogenéticos que forman
distintos cuerpos de roca dan lugar a geometrías específicas sobre la superficie terrestre;
son morfolitologías constructivas.
 otro estático o “condicionante”. En el segundo, la respuesta litológica frente a los
estímulos de agentes erosivos o denudadores condiciona el modelado resultante según
grados: allí donde la composición de esos materiales influye tanto sobre esos agentes
como para determinar la fisonomía del terreno, aparecen modelados litológicos.
Ambos tipos de morfología, individual o conjuntamente pero siempre que tengan entidad
espacial adecuada, constituyen relieves litológicos. Sean formas asociadas a procesos
constructivos, sean características de la interferencia litológica frente a las acciones del
modelado, todas pueden clasificarse en base al grado de desgaste a que fueron sometidas
por los procesos exógenos; así se distinguen:

 Formas Originales. Son consecuencia directa de los mismos procesos que dieron lugar al
cuerpo rocoso; por tanto, no hay interferencia o muy escasa con otros factores en su
génesis. Para estas situaciones la litología deberá considerarse un factor dinámico y el
ejemplo más frecuente corresponde a las morfologías volcánicas juveniles
 Formas Mixtas. En estos casos están generadas por la acción modeladora de los
procesos exógenos bajo el control litológico que, según sean cuerpos rocosos en
formación o ya consolidados, se comportan como un factor dinámico o estático. Si hay un
equilibrio entre acciones petrogenéticas y del modelado, las formas son casi originales, es
decir, mixtas penioriginales; si predominan las segundas, serán mixtas derivadas.
Aun cuando otras litologías controlen algunos procesos y sus productos, caso de materiales
arcillosos en medios semiáridos generando badlands y en húmedos fenómenos
gravitacionales, los paisajes litológicos básicos son volcánicos, graníticos y cársticos.
En algunos esquemas metodológicos los relieves volcánicos, junto a los tectoestructurales,
suelen analizarse en una Geomorfología Estructural. Esa alternativa lleva a confusión pues, al
corresponder a formas originales o derivadas de procesos ígneos-efusivos, su estudio debe
asociarse al contexto de una “litomorfogénesis” y no de una morfoestructura tectónica.
Relieves graníticos y cársticos también están analizados desde diversas perspectivas: bien en
el contexto de una Geomorfología Estructural, como un proceso exógeno más al mismo nivel
que fluviales, glaciares, etc. Ciertamente, carst y relieves graníticos derivan de un modelado
peculiar y raramente aparecen formas originales; en general son penioriginales producto de
una meteorización singular, muy activa, y una denudación característica. Por todo ello, no
resultan extraños aquellos planteamientos que los engloban dentro de la meteorización como
morfologías debidas a acciones subcutáneas. Al constituir procesos complejos asociados a la
naturaleza de la roca y siguiendo a otros muchos autores, se considera más acertado su
inclusión en la categoría de tipos de relieves.

Índice
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 1Relieves volcánicos
o 1.1Construcciones
o 1.2Subsidencias, colapsos y desplomes
o 1.3Cráteres
o 1.4Otros fenómenos y morfologías asociadas al vulcanismo

Relieves volcánicos
Son un conjunto de formas o fisonomías que, sean originales o mixtas, dependen de la
actividad magmática extrusiva. Por tanto, tienen una distribución geográfica según los puntos
o zonas de emisión derivados de la dinámica litosférica: zonas
de acreción y subducción, vulcanismo intraoceánico e intracontinental. Esa dinámica localiza
su actividad en alineaciones preferentes, arcos isla, islas oceánicas, márgenes activos y rifts
continentales, a la vez que deja signos en zonas estables que, al ir perdiendo la fisonomía
volcánica original, quedan como meros “residuos”; así ocurre en las principales mesetas
basálticas del mundo, como las de Liberia, Paraná, Deccan, etc.
Todo volcán genera, o procede de (según se defina, dinámica o morfológicamente), una
emanación de masa magmática, que llega a la superficie expelida como:

 gases (fenómeno exhalativo), material fundido más o menos viscoso


 lava (fenómeno efusivo) y material sólido o tefra (fenómeno explosivo).
Ése último, el material sólido, corresponde al más variado por la diversidad en tamaños y
grados de consolidación.

 las partículas menores de 2 mm constituyen las cenizas” que, al consolidar, originan tobas
volcánicas
 aquél otro entre 2 mm y 64 mm forma el lapilli (lapillistone o lapidita cuando consolida)
 finalmente, tamaños mayores de 64mm dan lugar a tefra de bloques (aglomerados,
aglomerados piroclásticos o brechas volcánicas una vez consolidado). Es frecuente el uso
del término “toba volcánica” o tuff, para denominar las rocas compuestas por la mayoría
de esas variedades de tefra consolidada; también referirse a ellas como piroclastos y a los
bloques como bombas.
La actividad de los volcanes presenta modalidades eruptivas muy diferentes y, en primera
aproximación, existen dos extremas:

 una tranquila, con magmas fluidos básicos o basálticos. Los gases son liberados
paulatinamente y la lava fluye, incluso hasta grandes distancias, a modo de “ríos”.
 otra violenta y explosiva, con magmas viscosos en mayor o menor grado (intermedios o
ácidos), caso de los andesíticos o riolíticos. La lava queda confinada al punto de emisión y
los gases son liberados bruscamente; ello implica su explosión mezclados con piroclastos
(flujo piroclástico o nubes ardientes) y gran movilidad, pues alcanzan zonas a veces muy
alejadas del dominio estricto de emisión, sedimentando y consolidándose como roca. Son
productos tradicionalmente denominados ignimbríticos (término de significado y aplicación
discutidos), que pueden presentar una estratificación o interestratificación con formaciones
superficiales exógenas permitiendo dataciones absolutas o relativas (tefrocronología).
Según estas modalidades eruptivas y su asociación, aparecen distintas formas volcánicas.
En su fase inicial, que mayoritariamente contribuye a definir el relieve, predominan formas
originales; posteriormente irán generándose otras derivadas de la acción modeladora. El caso
extremo sería un relieve desgastado, sólo posible tras dilatados períodos sin actividad
volcánica o con acción modeladora muy energética. Para esos estados evolutivos, la
fisonomía característica corresponde a relieves residuales respetados por la erosión a causa
de la resistencia en la roca y que destacan sobre planicies más o menos amplias (figura 1.2).
En el conjunto volcánico general, independientemente de su estado evolutivo y tipología, las
formas elementales más comunes son:
Construcciones
Acumulación formando resaltes topográficos a modo de colinas (conos o domos) o planicies
(campos o plataformas);.
Los conos o domos representan sucesivas acreciones alrededor del centro emisor, están
compuestos por lava, tefra o una mezcla de ambas, y sus pendientes y dimensiones varían
con el tipo de material. Con lava, resultan construcciones basálticas de grandes dimensiones y
pendientes suaves (6-12°) llamadas escudos. Los de escoria o cinder se asocian a conos,
normalmente explosivos, cuya pendiente varía entre 30-40° con piroclastos gruesos y 10° con
finos; siempre de acumulación rápida y escasas dimensiones. Por último, los mixtos o “estrato-
volcanes” proceden de emisiones sucesivas con lava y tefra, que se acumulan en una
estructuración secuencial de dimensiones medias y morfología bien definida; ejemplos
paradigmáticos son Fuji, Vesubio y Teide, entre otros.
Los campos o plataformas derivan de coladas lávicas o formaciones con tefra. Las primeras
suelen ser basálticas muy fluidas y originan corrientes (“ríos” de lava) superpuestas en una
masa continua, o individualizadas dando resaltes, canales y “retorcimientos” (pahoehoe); al
enfriar sufren hundimientos y vaciados generando tubos o conductos de cierto paralelismo con
los cársticos (incluidos normalmente en el concepto de pseudocarst), por lo cual tienen interés
hidrogeológico.
Las formaciones de tefra llegan a grandes planicies en zonas alejadas del centro emisor,
debido a la sedimentación piroclástica procedentes de erupciones altamente explosivas.
Subsidencias, colapsos y desplomes
Fenómenos ocasionados por descompresión en una cámara magmática. Los casos más
notables corresponden a la generación de calderas por explosión y descompresión violenta,
con la aparición de fracturas que condicionan colapsos y hundimientos.
Cráteres[editar]
En principio considerados sinónimos de calderas, es decir, una depresión tendente a
troncocónica y originada por fenómenos de explosión-colapso; sin embargo, hay morfologías y
orígenes variados. En cuanto a las morfologías, la ventana de emisión puede estar confinada
en una depresión longitudinal tipo fisura, una irregular ensanchada o la ya conocida
troncocónica.
El origen de estas fisonomías, además de explosión-colapso, puede ser tectónico, sólo
explosivo, o con emisión pausada y divergente. Las formas resultantes más comunes son
cráteres-caldera y cráteres-maar. Estos últimos, inicialmente presentan forma troncocónica
producto de una primera emisión explosiva; con el tiempo será ensanchada e irregularizada
por emisiones gaseosas rítmicas, más o menos violentas, y colapsos gravitacionales sobre las
paredes del cráter. En las depresiones, es frecuente la formación de lagos.
Otros fenómenos y morfologías asociadas al vulcanismo

 hidrotermalismo con la aparición de géiseres y precipitados; y flujos de gravedad, ya sean


de material volcánico (lahar) no estabilizado, ya de otros materiales no volcánicos, incluso
mixtos mezclados con aguas derivadas directa o indirectamente del vulcanismo
(condensación de vapores, hidrotermalismo, fusión rápida de nieves o hielos, etc.).
 flujos gravitacionales, junto a erupciones explosivas, son los fenómenos de mayor
peligrosidad para la actividad social.

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