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La Vida en la Catequesis.
SITUACIÓN DE VIDA
Se parte de la experiencia humana personal del catequizando (o del grupo). La vida concreta que
está viviendo y que tiene cierta importancia, que le afecta, que le impacta.
Se trata de MIRAR LA VIDA. De buscar esa realidad existencial única y original. Partimos de
la experiencia humana, de lo que le pasa o acontece al catequizando en su vida personal y
comunitaria. Esto implica atender a la dimensión ANTROPOLÓGICA.
Este proceso implica conocer para amar. Conocer el aquí y ahora del grupo: sus valores, sus
normas, su psicología, sus manifestaciones, su historia, su contexto familiar y social, su sexualidad,
su religiosidad, sus formas de expresarse, sus preocupaciones fundamentales; o sea, sus
interrogantes vitales.
Conocer el cuestionamiento vital que moviliza todo su ser y lo coloca en tensión hacia lo absoluto;
esa búsqueda que lo lleva a cuestionarse a sí mismo y a todo lo que lo rodea. Esta búsqueda es
necesaria para poder esperar algo de Dios.
El catequista debe ayudar al catequizando a que profundice su propia situación, que la relacione
con lo que también le pasa a los otros y que se lance a una búsqueda común.
Es indispensable un diálogo sincero y profundo con el grupo de catequizandos sobre cuáles son
realmente sus preocupaciones y aspiraciones esenciales. En el caso de los más pequeños, habrá que
reemplazar el diálogo con una exploración atenta y lo más realista posible de su problemática
existencial. Es importante tener presente:
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Los rasgos psicológicos propios de la edad
Las capacidades intelectuales, psicomotrices y socio afectivas.
La integración grupal (y familiar).
Los intereses y expectativas que más los atrapan.
Las experiencias de su historia: situación y ambiente familiar.
La cultura familiar y social (modelos culturales, programas de TV que más ven…)
La formación religiosa que traen de su casa, el nivel de pertenencia a la Iglesia…
Y todo lo que pueda ayudarnos a conocerlos más.
Aunque muchos libros de catequesis comienzan el encuentro catequístico con una Motivación, no
todos están hablando de lo mismo al usar la misma palabra. La motivación puede ser sólo motivar,
plantear el tema, llamar la atención sobre la importancia de planteárselo; esto no es el
cuestionamiento, cuando la vida de los catequizandos se usa como motivación, se nota porque
inmediatamente después de planteada, se abandona para hablar de la doctrina.
La vida que los catequizandos expresan debe ser retomada por la Palabra de Dios para darle todo
su sentido, para corregirla, animarla, descubrirle su potencial redentor, toda la luz, el amor y la
gracia que puede haber en ella. Dios está presente en las situaciones humanas y hay que ayudarlos a
descubrirlo.
Otro aspecto importante, más allá del punto de partida, que se utilice, es que el cuestionamiento
llegue a personalizarse, esto quiere decir que cada catequizando llegue a preguntarse por su vida, ya
que esto es lo que puede cambiar, aun cuando se trate de la realidad que está viviendo el país, el
cuestionamiento llegará a la pregunta sobre ¿Qué me pide Dios a mí en esta situación histórica? o
¿Dónde encuentro a Dios en estos acontecimientos?, no lo que deben hacer los políticos, ni siquiera
los argentinos en general, la pregunta de fe ha de ser sobre la vida de cada catequizando.
RESPUESTA DE VIDA
La Palabra de Dios se dirige al hombre para que éste escuche su invitación y responda a su amor.
El encuentro con el Dios viviente (con su Palabra) provoca, pide y exige una respuesta personal.
Dios siempre apela a la libertad de la persona, por eso la respuesta debe ser una respuesta
libre. Para lograr esto es necesario dejar siempre suficiente margen a la iniciativa propia del grupo y
de cada uno.
La persona responde a la llamada del amor de Dios por medio de un CAMBIO DE VIDA.
Este cambio no es algo mágico y espectacular, sino una conversión diaria a la voluntad de Dios.
Esta respuesta se manifiesta especialmente en la comunidad. Sin comunidad no hay Catequesis.
Esta es la dimensión ECLESIAL de la Catequesis.
El catequizando va haciendo suyo el mensaje y lo va expresando a través de una forma de vida,
de un compromiso vital. Porque encontrarnos con el Dios que nos salva, desborda nuestra capacidad
interior y se vuelca hacia fuera. Por este motivo, este cambio o respuesta se expresa, manifiesta,
celebra exteriormente. Cuando uno se ha encontrado con Dios no tiene otro camino que mostrarlo
a los demás, que darlo a conocer.
En la Catequesis, esta exteriorización de la fe puede darse a través de distintas acciones:
Actividades de expresión de fe.
Celebraciones comunitarias.
Compromisos de vida.
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Los catequizandos expresan su fe. Tienen que poder expresar con libertad lo que
experimentaron, lo que creen, lo que esperan, de qué modo vivirán la caridad, aunque no sea lo que
nosotros queremos o esperamos.
Definir la propuesta que haremos para que puedan expresarse (una oración, o una celebración
entera, si están capacitados). A menudo se utiliza el mismo recurso que en el cuestionamiento
justamente para dejar claro que la vida se vuelve a plantear, cambia, a partir de la Palabra de Dios.
La respuesta supone la profesión de fe: en la respuesta a la Palabra de Dios la aceptación de
la verdad que contiene esta Palabra ocupa el primer lugar. El aspecto notable de la fe es
tener por cierto lo que Dios dice. La fe es una experiencia personal y es también una realidad
comunitaria.
La respuesta supone la conversión al Reino: el segundo aspecto de la respuesta consiste en
la conversión de corazón a Jesucristo, es lo que llamamos el compromiso. El primer aspecto
consiste en la adhesión de la inteligencia al mensaje y éste aspecto es la adhesión de la
voluntad. Nunca el catequista debe terminar un encuentro sin proponer la parte de
compromiso y de conversión que responda lo proclamado.
La respuesta es también sacramental o litúrgica: la fe no solo tiene que ser proclamada,
tiene que ser celebrada. (Lo que no se celebra no se vive) la celebración por excelencia son
los sacramentos. Ellos también forman parte de la respuesta a la Palabra de Dios.
La respuesta nos introduce en la comunidad de la Iglesia: tiene un carácter comunitario, así
hacemos la Iglesia. La comunidad es fuente, lugar y meta de la catequesis. Esto supone un
verdadero espíritu comunitario y eclesial entre los Catequistas.
La evangelización es respuesta por excelencia: nadie puede ser evangelizado sin convertirse
a su vez en evangelizador. La participación activa en la evangelización es la respuesta por
excelencia a la Palabra de Dios escuchada y aceptada.
La catequesis también debe ser evaluada como todo aprendizaje. De acuerdo a los objetivos
propuestos va a evaluar el resultado de la catequesis. Esta se hace por una parte respecto al
conocimiento y por otra las actitudes, las disposiciones y la docilidad a Cristo.
Preparar el encuentro
En primer lugar, hay que aclarar y precisar qué es lo que se quiere transmitir en el encuentro y
cómo lo vamos a realizar. Los libros de catequesis facilitan mucho este trabajo pero hay que
adaptarlos a la real situación de los destinatarios.
Es bueno no proponer al grupo actividades o dinámicas que no dominamos o que no
entendemos.
Cuando sabemos qué queremos hacer y cómo, viene la segunda parte: la secuencialización del
encuentro. Es el esquema u “orden del encuentro” que el catequista proyecta (crear ambiente,
recordar el encuentro anterior, cuestionamiento, etc.)
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Elementos para tener en cuenta en la elaboración de un Encuentro Catequístico
Objetivo: Verbo (acción que desarrolla y logra el catequizando) y contenido (Verdad de fe que da
sentido e ilumina la vida para poder vivir la actitud propuesta)
Verificar coherencia entre objetivo y mensaje.
Situación de Vida: En la situación de vida o cuestionamiento tienen que llegar a expresar su vida y a
cuestionarla desde la fe.
a) Definir el aspecto de la vida de los catequizandos que es necesario que se replanteen y
expresen.
b) Seleccionar el recurso que se utilizará para que ellos expresen este aspecto de la
vida. (Fotopalabra, hecho de vida, película, preguntas, etc.) Es importante que se llegue a
personalizar, sobre todo si partimos de un hecho de vida que le ocurrió a otro y en lo posible,
tratar de expresar qué vivo en realidad, no qué pienso sobre esto nada más. Personalizar el
cuestionamiento, no quedarse en lo que hacen los otros.
c) Definir la pregunta de fe que será el nexo entre la VIDA y el ANUNCIO de la
proclamación.
Verificar que la vida real de los catequizandos esté expresada y pueda ser asumida:
Lo que no se asume no se redime. (¿Con qué recurso, en qué espacio?)
Verificar que la vida expresada sea cuestionada desde la fe, confrontada con ella.
Respuesta de Vida: Los catequizandos expresan su fe. Tienen que poder expresar con libertad lo
que experimentaron, lo que creen, lo que esperan, de qué modo vivirán la caridad, aunque no sea lo que
nosotros queremos o esperamos.
a) Definir la propuesta que haremos para que puedan expresarse (una oración, o una celebración)
A menudo se utiliza el mismo recurso que en el cuestionamiento justamente para dejar claro
que la vida se vuelve a plantear, cambia, a partir de la Palabra de Dios.
Verificar que pueda ser una respuesta libre y que a lo largo del proceso pueda realizarse
como:
Expresión de fe (lo que han aprendido, cómo cambió su fe). Fe anunciada y creída. Fe.
Celebración/oración. Fe celebrada. Esperanza.
Compromiso. Fe vivida. Caridad.
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